Objetos varios (Khai)

Ya era de día. El despertador acababa de sonar. Me acababa de despertar. Lo apagué. Estiré mi cuerpo hasta el límite y parpadeé un par de veces, incluso bostecé. Me levanté y caminé descalza hasta el espejo. Me miró en él. La imagen que Me devolvió el cristal fue la de una chica que conocía muy bien. Una chica recién levantada que necesitaba ducharse, a ver si así despertaba un poco. Ladeé la cabeza y cogí algo de ropa para después irme hasta la ducha. Encendí el agua y esperé a que estuviera caliente mientras me quitaba el pijama. El agua me sentó bien. Más que eso. Hizo que mis músculos se relajaran, e incluso me permití cantar alguna que otra canción, mientras me enjabonaba el cuerpo y me lavaba el cabello.

Al salir de la ducha me vestí con la ropa que había cogido del armario y me arreglé. Hoy era un nuevo día. Y me había propuesto que iba a disfrutarlo. Necesitaba salir y dar una vuelta, no aguantaba más en casa. Me dedicaría a pasear, a pensar en una y otra cosa y a que el sol me diera en la cara. Caminando llegué hasta la tienda de antigüedades, pasando por la plaza. Era un sitio que le gustaba. Era tranquilo.

Y ahí estaba yo. Delante del escaparate de la tienda de antigüedades. Me gustaba esa tienda, hasta el punto de que era mi favorita de todo StoryBrooke. Me podía pasar mucho tiempo entre esas cuatro paredes que componían la tienda, observando cada uno de los objetos que allí había o simplemente mirando a mi el escaparate. La verdad es que había muchos objetos preciosos, muy antiguos y la verdad es que mi cabeza no podía dejar de pensar en las historias que tendrían dichos objetos. Me fijé, sobre todo, en una pequeña caja de música. ¿Habría sido el regalo de un chico a su amada? ¿El regalo de una madre a su hija? No lo sabía, pero la verdad es que tenía curiosidad.

Era una mañana como cualquier otra, los rayos de sol le pegaban fuerte, pero eso no era ningún problema. Se sentó en la cama y revolvió sus cabellos, puso un pie fuera de ésta y le siguió el otro; una vez que estaba fuera de la cama pasó por el espejo de tamaño completo que estaba al lado. Al principio se observó sin ninguna expresión, pero después su sonrisa se empezó a marcar más en su cara, hasta realizarla completamente por lo que acto seguido empezó a hacer gestos y poses, la mayoría eran de personas fuertes, flexionando sus brazos y haciendo como si fuera un fisico cultirista o un boxeador.

Ya cuando su compañero de cuarto, Charlie, le había pillado hizo como si se estuviera arreglando el pelo y quitándose un sucio en el hombro, por lo que se metió directamente al baño para seguir con sus actividades del día. Se afeitó, y se visitió de manera informal como siempre lo hacía todos los días a esa hora. Miró su reloj y pues, aunque era el cocinero de la cafetería Granny's, ese día en particular le tocaba libre, puesto que era día de waffles y la abuela, le gustaba hacer ella los waffles para la clientela. Sin embargo, por costumbre estaba fuera de casa y ver qué más podía hacer en ese día.

Sí que sería un día aburrido ¿O tal vez no?, pues lo que sus distraídos pasos lo llevó a la tienda de antigüedades, la cual se encontró a nada más ni nada menos que a su querida Nereida y su rostro se iluminó, con una sonrisa socarrona, típica en él cuando se encontraba con la chica. Es que había un no-se-qué, que le hacía disfrutar tanto en hacerla enojar, ver ese ceño fruncido era casi tan genial como la paga de su quincena. Aunque quién sabe por qué le agradaba tanto hacerle bromas, era un tipo de relación de sin duda bastante confusa.

- No sabía que te cautivaran esas cosas tan cursis - Dijo quizá de una manera no muy sutil, pero era algo casi normal en la relación que traía con Nereida, cuando la vio pegada en la vitrina viendo aquella cajita de música. De verdad, él debería tener una muy mala memoria porque no recordaba bien cómo fue qué empezó todo.

Y no pude evitar que una sonrisa se dibujara en mis labios. Apoyé la mano en el cristal, mientras ladeaba la cabeza ligeramente, dejando que mi cabello cayera de forma desordenada por mis hombros. Retiré algún que otro mechón rebelde que me tapaba la vista y seguí mirando todos y cada uno de los objetos que allí se encontraban, como si quisiera memorizarlos. Y puede que así fuera, no lo sabía. Era verdad que no es que fuera un plan muy entretenido el quedarse mirando el escaparate. No lo había planeado, simplemente mis pies me habían llevado hasta ese lugar. Y no había podido evitarlo. No hacía daño a nadie por quedarme mirando los objetos ¿no? Pues eso. Era una forma de pasar el rato como cualquier otra.

Además hacía un día muy bonito y apetecía pasear. Había que aprovechar los rayos del sol. Y eso era precisamente lo que pensaba hacer. Tenía pensado disfrutar del día, puede que incluso ir al parque y sentarme en la hierba leyendo un buen libro o simplemente descansando. No estaría mal. A lo mejor compraba algo de comer y comía allí tumbada. Era mi día de descanso y pensaba aprovecharlo al máximo. Pero no siempre las cosas salen como queremos. Desgraciadamente no es así. En ese momento escuché una voz conocida. Demasiado conocida. Una voz que hizo que me estremeciera, pero no penséis mal, es simplemente porque no lo soporto. Eso es...sí... Me giré y clavé mi mirada en Khai.

No recordaba cuánto tiempo hacía que lo conocía. Incluso he llegado a pensar que lo conozco desde siempre, puesto que siempre ha estado ahí. Daba igual. Sería demasiado pequeña cuando nos conocimos como para recordarlo. Lo importante era el aquí y ahora y...no lo aguantaba. Bueno, eso no es cierto, pero...pero...Nada, que me voy del tema. Suspiré y alcé una ceja al escuchar sus palabras. -Quizás es que no me conoces tanto como te crees-le contesté-¿Qué haces aquí?-pregunté sin mucha delicadeza, con un tono de voz algo distante mientras clavaba mi mirada en la suya-¿Hoy no trabajas?

Pues ahí todo lo vio en cámara lenta, primero la chica estaba sumergida en sus pensamientos y con la mejor sonrisa que él nunca vio en ella, por medio de ese objeto, y justo ahí cuando su voz penetró los timpanos, hubo una reacción en cadena que llevó una cosa a la otra. Primero quizá un leve tic, que ni ella se ha dado cuenta que tiene cada que le ve, y segundo... ahí estaba, esa expresión de enojo, como si alguien hubiera quitado el disco abruptamente... lo cual la última analogía le parecía algo irónica ya que estaban en frente de una tienda de antigüedades y tocadiscos de la era de los 4o-50, estaban allí.

Sin embargo, se mantuvo en lo que podía sereno, pero con cierta mirada llena de vida; estaba que botaba chispas. Como si tanta energía no se pudiera contener y fuera desviada en una leve sonrisa que se estaba incrementando lentamente.

- ¿Ah sí?, pues perdona, creo que me he equivocado. Pensé que era más del tipo de chicas que se cautivaban por ver cosas así - Tras eso señala una calavera falsa que estaba en exhibición, nada más para darle cierto aire de misticismo y lugubridad al local.

Sin duda su pasatiempo preferido, era sacarle de quicio, pero quizás nunca de una manera maliciosa que hiciera que se llenara de rencor o que no volviera a hablarle más. Él, aunque no lo pareciera, conocía de límites, y no quería llegar a conocer el de la chica; ya que por algún extraño motivo, muy en el fondo la apreciaba y las pocas veces que hablaban de manera civilizada, que era como por 10 minutos, le era agradable su presencia.

- ¡Oh, Vamos! ¿Yo tampoco puedo tener un día libre?, además es día de waffles, la abuela está haciéndolos y no necesita de mis servicios, aparte que si voy son gratis... Si quieres waffles gratis el día de hoy, le dices a la abuela que vienes de mi parte y asunto arreglado... y no, no le estoy haciendo publicidad - En realidad, sí la estaba haciendo - ... ¿Y tú?, ¿No tenías que estar estudiando matemáticas o algo así? -

Se me acababa de estropear el día. ¿Quería relajarme y disfrutar? Estaba claro que ya no iba a ser así. Y todo era por culpa de Khai. Por supuesto. Ese chico se dedicaba a sacarme de mis casillas, como si hacerlo fuera su mayor pasatiempos. Y realmente se le daba muy bien. Conseguía que me enfadara casi con su sola presencia. Y lo peor de todo era que hasta disfrutaba. Mordí mi labio inferior y dejé que un suspiro se escapara de mi boca. Adiós a mis planes de disfrutar de mi día libre. Ya no iba a poder hacerlo. Parpadeé un par de veces y clavé mi mirada en la suya mientras me cruzaba de brazos.

Y él pintó una sonrisa en sus labios. Una sonrisa que se iba ampliando por momentos. Se hacía más grande cuando mayor era mi cabreo. A lo mejor cuanto más enfadada estaba yo más sonreía él. O quizás cuanto más sonreía él yo más me enfadaba. No estaba muy segura, pero la verdad es que daba igual.

-¿Del tipo de chicas a las que le gustan las calaveras y esas cosas? ¿De verdad? Acabas de demostrar que no me conoces en absoluto-dije con cierto deje de decepción, aunque claramente no lo iba a demostrar ni en mi rostro ni en mi tono de voz. A mí me tenía que dar igual que él me conociera o no...me tenía que dar igual.

Chasqueé la lengua mi cambié el peso de mi cuerpo de una pierna a otra, mientras seguía mirándolo fijamente. Pestañeé lentamente y ladeé ligeramente la cabeza. Este chico me confundía. No sabía muy bien cómo tomármelo. No sabía a qué atenerme con él. Pero siempre que lo veía significaba que acabaríamos discutiendo. Habláramos de lo que habláramos. Quizás podíamos llegar a tener una conversación más o menos civilizada, pero esa conversación solo duraba diez minutos. Como mucho.

Y entonces volvió a hablar. Me encogí de hombros ante lo que dijo-Claro que puedes tener un día libre, lo que no entiendo es que estés aquí hablando conmigo, ¿disfrutas echándome por tierra mi día libre? ¿O es que eres masoquista y te gusta discutir? Porque si no es así no lo entiendo.-Alcé una ceja cuando dijo que su abuela estaba haciendo waffles en la cafetería. Mordí mi labio inferior.-Estas siendo amable. ¡No me lo puedo creer!-comenté-¿Es una especie de invitación? ¿Algo así como "te apetece ir a tomar algo"?-puse los ojos en blanco cuando volvió a hablar-Pues resulta que me he tomado el día libre, ya no tengo clases y no tengo exámenes hasta dentro de un par de semanas. Y gracias por preocuparte por mis estudios, pero me van bastante bien.

Abrió la boca, como si estuviera apunto de decir algo en su defensa, levantando el dedo índice, pero luego la cerró abruptamente con un gesto de confusión mientras se replanteaba aquellas palabras. En realidad quiso replicar como siempre lo hacía cuando la chica decía algo. ¿Qué si era masoquista?, ¿Disfrutaba echarle tierra?... ciertamente, todo el tiempo que la lleva conociendo no se había planteado aquello. Sabía que le gustaba mucho molestarla, pero nunca le había tomado de una manera tan maliciosa como ella lo hacía recalcar.

Se rascó la cabeza en compensación, aún con cierto deje de confusión. En un pequeño nano segundo de silencio pensó la cosa más loca del mundo ¿Acaso le gustaba molestarla porque le gus...?...¡No! que va, no podía ser tal motivo, así que lo dejó en un simple suspiro y que simplemente se le hacía divertido molestarla y ya. Luego se encogió de hombros, cuando la chica mencionó que estaba siendo amable o invitarla a salir.

- Bueno, al fin y al cabo ¿Es un día libre no? - Nuevamente suspiró y se encogió de hombros. Ahora que recordaba siempre que se encontraba con la chica era más que discutir, lo cual era muy divertido verle esa carita de frustración que tanto le gustaba ver, porque se veía tan adorable y ....¡NO! Tenía que concentrarse, simplemente hoy quería un día de paz y era la oportunidad. Sí, eso si se lo creía más - Mira, se que tú y yo no nos llevamos precisamente de maravilla, pero ya que estás libre, yo estoy libre y por desgracia estamos juntos ahora... - Lo que le extrañaba que ninguno de los dos haya hecho lo posible por alejarse del otro - ... ¿Por qué no intentamos comenzar bien este día?, quiero decir, hagamos una tregua por el día de hoy -

Miró a un lado de la tienda, viendo la cajita de música que la chica había escogido y se rascó nuevamente la cabeza. No sabía por qué, pero tenía que hacerlo.

- Es más, si no me crees, te lo demostraré comprándote esa caja - A su vez señaló el objeto con su dedo mientras la miraba fijo - ¿Es un trato?

Lo miré a los ojos, por unos segundos me dediqué a estudiarlo. Tragué saliva. La verdad era que el chico llegaba a confundirme. No sabía cómo enfrentarme a él. No sabía a qué atenerme. Alguna palabra amable y varias que hacían que comenzáramos a discutir, algo inevitable para nosotros. Y es que nos pasábamos el tiempo así. Y normalmente no era algo que gustara. Quiero decir, que la gente no solía gustarle discutir, pero a mí sí...al menos con él. Porque eso significaba pasar un poco de tiempo con él...¡Pero qué me pasa! ¿Cómo podía estar pensando eso? No, definitivamente no estaba bien. Me habría sentado mal la cena o el desayuno o algo.

Sí. Definitivamente tenía que ser eso. Me habría sentado mal algo. No volvería a tomar leche con el café, ni a cenar salmón, porque estaba claro que no me sentaba para nada bien. Mordí mi labio inferior y volví a mirarlo. Clavé mis ojos en los suyos y respiré lentamente, para después volver a mirar al escaparate. Intenté pensar el cualquier cosa, imaginé de nuevo las historias de cada objeto, cualquier cosa que hiciera que mi mente se distrajera un rato. A ver si dejaba de decir estupideces, o mejor dicho de pensarlas, porque vamos...ya me valía.

Asentí levemente ante sus palabras, colocando un mechón de mi cabello tras mi oreja y mirándolo. Por educación...eso. -Sí, es un día libre-le reconocí mordiendo mi labio inferior, no muy segura de las palabras que decía. La verdad era que tenía razón. Ambos teníamos el día libre, sin nada que hacer y...era mejor pasarlo en compañía ¿no? Al menos eso es lo que dicen...Suspiré. Aunque no sabía muy bien si era bueno o malo el que nosotros pasáramos tiempo juntos. No solíamos llevarnos muy bien, la verdad y...y nada me garantizaba que no acabáramos discutiendo, como siempre. Tragué saliva cuando continuó hablando-Sí...por desgracia...-repetí no muy segura y sacudí la cabeza. Volví a elevar la mirada, ya que la había centrado en la punta de mis zapatos-¿Una tregua?-pregunté alzando una ceja.

Entonces señaló la caja de música que yo había estado mirando. Elevé una ceja y clavé mis ojos en los suyos.-¿De verdad?-pregunté-¿Me la regalarías? ¿Y todo por tener una tregua conmigo? Sonreí ligeramente y me acerqué a él, para darle un abrazo.-Muchas gracias, es un detalle muy bonito, pero no hace falta. No te molestes-le susurré-¿Una tregua? Está bien.

Lo primero que se le pasó por la cabeza fue que quizá la chica se reiría de él o algo por el estilo, porque sinceramente si esa persona que se la pasa molestando todo el tiempo, con el cual peleas las mil y un veces, de la nada te pide una tregua y te compra algo parecía una tanto irreal. Pero no, no fue así, el rostro de la chica se iluminó tanto ante la propuesta que casi juraría que estaba al frente de otra chica... Bah, ¿a quién engañaba?, si siempre tenía un rostro lleno de luz, solo que ejemmm... si, en fin, nunca la había visto de esa manera.

Vio como se le acercaba lentamente hacia él, para darle un abrazo. Al principio cuando recibió el abrazo, tener esa cercanía con la chica se le hacía un tanto incómodo, aunque no encontraba razón alguna del por qué. Fue por esa razón que en un inicio, sin saber como reaccionar se quedó un tanto robótico ante el acto, sin embargo, ya después si correspondió al abrazo como suponía serlo y nunca pensó que podía ser tan reconfortante, aparte que tenía un agradable olor. Se sacudió la cabeza, ¿Qué le pasaba que estaba tan distraído y poco concentrado en las cosas?

Pero ya un poco más ligero el ambiente que tenían ambos, pues le dispuso una media sonrisa.
- Vamos, insisto. Te compraré esa caja, para que sepas que cuando quiera hacer tregua otro día, pues que va en serio – Le dijo medio bromista y puso sus manos en los bolsillos mientras se encogía de hombros – Mira que si las personas pudieran mantener su palabra al aire, no existirían los abogados –

Tras eso se acercó para tomar vacilante su antebrazo, que estaba peligrosamente cerca de su mano. Y una vez sujetada la llevó dentro de la tienda, mientras abría la puerta con el típico sonido de la campana que anunciaba de alguien nuevo había entrado por ahí. Miró un poco a su alrededor curioso, la verdad es que con todo el tiempo en Storybrooke, nunca se había tomado el lujo de ver la tienda de Antigüedades más de cerca, como lo estaba haciendo. Caminó un tanto distraído observando el lugar hasta que dio con el encargado de la tienda, quién curiosamente no era el Señor Gold, quizá él también decidió tomarse el día libre.

- Buenas, ¿A cuánto tiene esa caja de música que está en exhibición? – Dijo expectante de la respuesta.

- ¡Ah! Esa caja es única, el tallado de su madera es de una técnica rara, que curiosamente eso es lo que la ha mantenido conservada durante tanto tiempo… Yo diría que cuesta unos 60 dólares… y es un buen precio –

- Yo diría que es un robo y me estás tomando el pelo … - Murmuró muy por lo bajo, tratando de que la chica ni el encargado escucharan, mientras sacaba la billetera y le daba el dinero.

- ¡Muchas Gracias por su compra! Ya sabe lo que tiene en sus manos es único y especial – Trató de sonreírle al encargado pero no lo hizo, sin embargo, cuando volteó hacia Nereida, sí que le sonrió

- ¿Ves? Aquí está el materializado de nuestra tregua – Dijo una vez que estaban afuera y le entregaba la cajita de música - ¿Te apetece hacer algo más?

Me sentía muy rara. Estaba acostumbrada a discutir cada dos por tres, pero no estaba acostumbrada a llevarme bien con Khai, aunque la verdad era que no me desagradaba del todo, en absoluto. Mordí el labio inferior y sacudí la cabeza mientras lo miraba a los ojos. Estaba confundida. Eso era lo que me pasaba. Una cosa era discutir, a eso estaba más que acostumbrada, pero otra cosa es que él me propusiera una tregua. ¿Quería llevarse bien conmigo? ¿Por qué? Alcé una ceja y lo miré directamente a los ojos.

Al principio, cuando lo estaba abrazando él no hizo nada, no correspondió y por un segundo pensé que le había molestado. Una cosa era querer hacer una tregua, simplemente porque no tiene ganas de discutir y otra cosa era...abrazarnos. Tragué saliva, nerviosa. ¿Por qué estaba nerviosa? No lo sabía exactamente. Puede que fuera porque él me...no. No podía ser. Y justo cuando iba a separarme, Khai correspondió al abrazo, lo que hizo que una mezcla de nerviosismo y tranquilidad me envolviera. Me sentía bien...incluso me gustaba estar así. Era algo raro. Lo conocía desde que tenía memoria, pero no recordaba estar así con él nunca.

Cuando nos separamos le dediqué una sonrisa, en respuesta a la suya, mientras colocaba un mechón de mi cabello tras mi oreja y bajaba ligeramente mi mirada, hasta que volvió a hablar. Él insistía en regalármela, en comprarme la caja de música que había estado viendo. -¿Es que quieres hacer una tregua otro día?-le pregunté esbozando una sonrisa y alzando una ceja. Asentí levemente ante lo que dijo y me acerqué un poco más a él. -Bueno, pero confío en ti, no es necesario que me compres nada para demostrarlo. Es una tregua ¿Recuerdas?-sonreí.

Y entonces tomó mi brazo y yo me quedé mirando ese contacto. Ladeé ligeramente mi cabeza y después elevé mi mirada. Entramos en la tienda. No era la primera vez que lo hacía, en absoluto, pero siempre había entrado yo sola y se me hacía raro. Pero en definitiva, iba a ser un día muy raro y esto solo era el principio. Estaba segura de que iba a ser extraño. ¿Nosotros dos juntos y sin discutir? Sí, algo que no solía pasar nunca. Me quedé mirando a mi alrededor, sin poder evitar mirarlo de reojo, sin poder evitar 0bservarle. Jugueteé con algún que otro libro, pasando las páginas con cuidado, eso sí. No sabía muy bien cómo tomármelo. Era un regalo, sí, pero...Me hacía ilusión, aunque no iba a decir eso en voz alta.

Cuando se acercó al encargado y comenzaron a hablar me acerqué, haciendo como que miraba los objetos que allí había, los que estaban colocados en las estanterías cercanas al mostrador. Mordí mi labio inferior. Me sentía incómoda, no sabía muy bien por qué. No estaba bien. No sabía muy bien por qué, pero no estaba bien. Me hacía ilusión, eso sí, pero...una parte de mí decía que no podía permitir que lo hiciera.

Y entonces se giró y me dedicó una sonrisa. Se la devolví y me acerqué a él. Ambos salimos de la tienda. Me dio la caja y me quedé mirándola, para alzar la vista hasta él una y otra vez, alternando mi mirada entre el regalo y Khai. Respiré profundamente y terminé mirándolo directamente, mientras acariciaba la caja de música. -Muchas gracias-le dije-De verdad, muchas gracias, pero...No hacía falta. Quería preguntarle por qué lo había hecho, pero esa pregunta no salió de mis labios. Sí, sabía que era por lo de la tregua y que no habría ninguna otra razón, pero...sacudí la cabeza y lo miré.-Me valía con un apretón de manos, de verdad. No te tendrías que haber molestado. Y mucho menos gastarte el dinero en mí.

Me elevé sobre la punta de mis pies y le di un beso en la mejilla, sujetándome a su brazo para evitar perder el equilibrio o algo por el estilo. Lo miré a los ojos y sonreí ligeramente. -La tregua dura todo el día ¿no? Así que podríamos hacer alguna cosa-comenté-Si quieres, claro-añadí- ¿Tienes hambre?-le pregunté ampliando un poco más mi sonrisa.

Simplemente se encogió hombros cuando salió de la tienda, observando la mirada en el rostro de la chica, ¡Vaya que era algo que no se veía todos los días!, pero algo muy en lo profundo de él le hacía sentir muy bien en haber hecho una buena acción con ella, incluso podía presumir que se sentía mucho mejor que cuando le hacía bromas pesadas y comentarios hostiles, solo por diversión.

Se rascó la cabeza y luego con un semblante más sereno la miró
- Si voy a hacer algo, voy a hacerlo bien, ¿no crees?, además para mi... - Y vaya que eso iba a sonar extraño. Carraspeó un segundo, antes de volver hablar - ... para mi no fue ninguna molestia - "Creo que hasta complacido estoy de hacerlo", quiso agregar, pero no lo quería decir ahí y ahora, ni tan pronto, aparte que toda la situación de por si ya era confusa, al decirlo se haría todavía más.

Pero si algo le había puesto en blanco, fue aquel pequeño y sutil gesto que recibió en la mejilla. No estaba seguro porque se había puesto así, pero trató de convencerse que ese gesto no era algo común entre los dos, así que debía ser por eso que le había sorprendido de sobre manera. Por algún motivo su corazón se aceleró un tanto, se tocó el pecho y aseguró que no era algo anormal, ¿Entonces qué era lo que estaba pasando?, no podía creer que fuera por ella, tampoco le parecía lógico.
Agarró el cuello de su camisa e intentó estirarla de un tirón, para luego carraspear otra vez. Supuso que si seguía así, capaz y ella pensaría que tenía algo en la garganta.

Por suerte la chica había sacado a relucir otro tema, el cual le agradeció en lo más profundo de él, ya que se había quedado sin palabras.

- Por mi, me parece bien, además creo que ya me hacía falta almorzar con alguien - Le sonrió ameno - ¿Te parece si vamos a que Granny's? - Pero luego soltó una leve carcajada - Bueno, tampoco es que tengamos muchas opciones pero aquí, pero si se te ocurre otro lugar para donde comer, estaría bien -

Sonreí ligeramente cuando él se encogió de hombros y ladeé ligeramente la cabeza, mirándolo. Era un simple gesto, pero...me gustó. No sé por qué, pero gustó verlo así, de esa forma. No es que fuera nada especial, pero la situación en sí era extraña. Estaba viendo una parte de Khai que no había visto nunca y la verdad es que verlo así todavía hacía que me confundiera más.

-¿No ha sido una molestia?-pregunté deseando por un momento que eso fuera algo más que palabras corteses, pero enseguida deseché esa idea-Bueno...como quieras. Pues muchas gracias, de verdad. Has sido un cielo, es preciosa. Muchas gracias-le dije con una sonrisa en mis labios mientras lo miraba directamente a los ojos. Quizás, después de todo, la tregua iba a resultar ser mucho más fácil de lo que en un principio creía.

Bajé la mirada después de darle el beso en la mejilla, mirándome la punta de los zapatos e intentando que el color no subiera hasta mis mejillas. Había sido un acto reflejo, algo que no había podido evitar hacer. Era posible que eso complicara un poco la tregua, pero no había podido hacer nada para evitarlo. Me había apetecido darle un beso en la mejilla y no pensé en posibles consecuencias. Y eso no era algo normal en mí...Suspiré y volví a elevar la mirada, hasta clavar mis ojos en los suyos.

-¿Estás bien?-le pregunté cuando volví a mirarlo, con algo de preocupación-Si te encuentras mal podemos dejar la tregua para otro día. No quiero que acabes enfermo por...mi culpa-admití.

Esbocé una sonrisa en contestación a la suya y asentí levemente. -Me parece bien-le contesté-Me han entrado ganas de ir cuando has dicho que hoy era día de waffles. ¿Te apetece que vayamos?-sonreí-Aunque...tienes razón, no hay muchos sitios por aquí. Creo que ese está bien. Si te apetece, claro. O quizás podríamos ir a dar una vuelta o...-estaba nerviosa y no sabía por qué. Tragué saliva y me mordí el labio inferior. Me encogí de hombros y lo miré, esperando a que contestara.

Por algún extraño motivo, a pesar de que había mirado con malos ojos al encargado de la tienda y que en un principio fue bastante atropellado entre los dos, como era de costumbre; sentía muy en lo profundo, una cálida sensación de bienestar... en realidad, tenía que admitir, que sí, que la estaba pasando bien -aunque hayan pasado como diez minutos desde que iniciaron la tregua- que realmente disfrutaba de la presencia de la chica. Y que la idea de compartir un simple waffle se ponía mejor.

Sin embargo, algo en su interior no le convencía del todo la idea de comer un waffle y que el día terminara ahí, ya que ¡vamos!, trabajaba todas las semanas en la casa de la abuela como para ir allá en su día libre. Realmente tenía otra propuesta entre manos, la cual no estaba seguro si la chica aceptaría... o quizá malinterpretaría, ya que eso podría parecer una ¿cita?... ¡JA! que locura, nah, seguramente solo lo vería algo demasiado aventurero para un principio, pero nada ganaría si no se arriesga en decirla.

- Mmm... ¿Te apetece más la idea si vamos por un helado y luego... vamos a la playa o al bosque? - Preguntó girandose a la chica, mientras se rascaba. Seguramente si le sonaría extraño, pero ya añadiría su argumento final - No sé que tan aventurera seas, pero, digo, ya que estamos los dos libres y Storybrooke, casi pareciera tener solamente cuatro paredes, ¿Qué tal si vemos un poco más de horizonte?, respirando aire más fresco por el bosque o la playa. Cualquiera de los casos, vivo cerca del bosque así que no nos perderemos... ¿Te parece? - No quiso parecerse un niño, de hecho, siempre trataba que sus gestos fueran acordes a lo que él era como persona, pero por casi una milésima de segundos, a Khai se les escapó una especie de puchero.

Me mordí el labio inferior mientras volvía a mirar la caja de música. Todavía no me creía que en verdad me la hubiera regalado. Si es que al final resultaba ser un cielo de chico...¿yo estaba diciendo eso? ¿De verdad? Suspiré...tenía que reconocer que en lo poco que llevábamos de tregua me lo estaba pasando realmente bien. Sonreí ligeramente y lo miré a los ojos. Después de todo el día no se estaba presentando tan mal. Al final podía ser bueno y todo. Sí, a pesar de que no llevábamos mucho tiempo de tregua, me parecía que podía resultar bien, incluso divertido. Era raro que pasáramos tiempo juntos y más aún que no fuera discutiendo, pero este cambio me parecía agradable, la verdad.

Khai parecía tener un lado que yo no había visto, o que no había querido ver, pero era un lado que todavía me confundía más. No era algo nuevo que este chico me confundía, aunque no lo iba a decir en voz alta. Pero sí, era cierto. Me confundía y ahora más. Ahora que se estaba mostrando tan agradable y tan dulce...no sabía a qué atenerme. Antes, o mejor dicho normalmente, cuando discutimos, sé que tengo que responder con alguna frase sarcástica, pero ahora...No lo entendía. Y me sorprendí a mí misma intentando hacerlo. ¿Por qué? No lo sé, o no lo quiero saber. Tragué saliva y respiré lentamente.

Escuché sus palabras, o mejor dicho sus propuestas. Asentí levemente a lo que dijo. Me parecía bien. Era un plan que me gustaba, así que no tenía problema en aceptarlo. -Me parece bien lo del helado. Yo me pediré uno de chocolate-sonreí mientras colocaba un mechón de mi cabello tras mi oreja y lo miraba ladeando la cabeza. Tragué saliva. ¿Eso era lo que llamaban una cita? Me puse nerviosa y no sabía muy bien por qué. Me mordí el labio inferior y sacudí la cabeza. No seguramente no. ¿Cómo iba a estar proponiéndole eso? Simplemente se trataba de dar una vuelta y tomar algo. Sí, simplemente era eso. ¿Qué otra cosa iba a ser? Todo era por la tregua. De otra forma ya nos habríamos ido y no estaríamos hablando. Volví a mirarlo y asentí levemente.-El bosque o la playa me parece bien, Khai-le dije-Lo que quieras.

De verdad que era un día bastante peculiar, se podría aseverar sin ninguna dificultad. Todo estaba yendo fluidamente y casi pareciera que nunca habían peleado hace horas atrás. Ahora preguntas que quizá pasaban a su cabeza y que muy probable era que a la final no tuvieran una respuesta concreta, como ¿Por qué no lo había intentado antes?, quizá pudieron ahorrarse mucha energía si se le hubiera ocurrido eso antes.

Sin embargo, lo único sensato que se le ocurría en ese momento era que todo tenía un tiempo perfecto. Quizá y esta era la verdadera oportunidad de conocer a fondo a la chica. Y por más que quisiera ocultarlo, su corazón acelerado le indicaba que tal vez le agradara más de la cuenta. Pero eso ya lo descubriría después, ya que por los momentos la contradicción se hacía presente cada vez que el nombre de ella se asomaba por sus pensamientos.

- ¡Vaya que eres fácil de convencer! - Exclamó en un tono de broma. Que a diferencia de las otras veces que intentaba ser "gracioso", era que esta vez no intentaba hacerse el divertido a costas de ella, sino que esta vez sus palabras eran más livianas y con una sonrisa incorporada.

- Bueno, vamos primero por el helado, que disfrutarlo con el calor de la playa es de lo mejor - Quizo contenerse una vez más de no llevarla de la mano, lo cual hizo varios movimientos vacilantes antes de retractarse de hacer lo contrario. Sin duda alguna tenía una discusión mental muy grande que no sabría hasta donde terminaría todo aquello, pero lo único que deseaba saber de todo era cómo se tratarían los dos al terminar el día

Spoiler:

Díficil. Todo era muy difícil. La verdad es que parecía hasta surrealista lo que estaba ocurriendo. Nos habíamos pasado todo el tiempo discutiendo, y ahora, tras la tregua, parecía que las cosas iban por otro camino. Yo pensaba que nos iba a costar más. Que tendría que morderme la lengua porque él soltaría algún que otro comentario y que tendría que respirar profundo para tranquilizarme. Pero no, todo lo contrario. Estaba resultando un día de lo más agradable. Y nadie hubiera dicho eso.

Por un momento me pregunté porqué no había conocido esa parte de él antes, porque nos habíamos pasado todo el día discutiendo en lugar de...de cualquier otra cosa. Me estaba demostrando que podía ser una persona muy agradable. Ya no conocía solo la parte de Khai que se dedicaba a bromear y a sacarme de mis casillas. No, ahora estaba viendo una parte de él que no había podido ver hasta ahora. Y la verdad es que me estaba gustando. Mordí mi labio inferior y sacudí la cabeza a la par que tragaba saliva. No podía ser que estuviera pensando eso. No, no podía ser. Había sido un lapsus, nada más. Sí, eso era.

Esbocé una ligera sonrisa cuando dijo que era fácil de convencer y me encogí de hombros.-¿Quién rechaza un helado?-le dije riendo y lo miré a los ojos mientras jugueteaba con un mechón de mi cabello. Contesté a su sonrisa con otra y ladeé ligeramente la cabeza.

Asentí ante lo que dijo. Me parecía un buen plan. ¿A quién no le parecía una buena forma de pasar el rato?-Me parece perfecto-le dije con una amplia sonrisa mientras asentía levemente, para reafirmar mis palabras. Desvié mis ojos a el movimiento de su mano y no pude evitar sonreír ligeramente cuando lo vi que dudaba entre tomarme de la mano o no. Un gesto muy dulce. Al parecer el chico estaba lleno de sorpresas, sorpresas que no había visto antes. Tragué saliva y no pude evitar sonrojarme levemente al pensar en ese suave contacto. Suspiré y sacudí la cabeza. Tenía que dejar de pensar esas cosas, pero...por alguna razón no podía evitar que se me pasara por la cabeza esos pensamientos. Parpadeé un par de veces y volví a suspirar mientras caminaba a su lado, en dirección a la playa.