Pequeño catástrofe en la oficina de correos [Libre]

Usualmente no era de las personas que mandaba cartas, en realidad no tenia a nadie a quien mandárselas. Mi única familia habían sido siempre mis padres que ya habían muerto hacia casi un año, no tenia hermanos ni amigos fuera del pueblo así que en realidad no tenia a nadie a quien enviarle esas cartas, por lo menos hasta que me había unido a un grupo de amigos por correspondencia a nivel internacional. Ahora le escribía a Claudia, una enfermera latina; Mauro, un italiano de profesión desconocida y a Ella, una escritora portuguesa que me estaba ayudando a mejorar mi portugués. Los tres me caían de maravilla, eran divertidos y la verdad es que era algo que me entretenía mucho, al menos era una forma de perder el tiempo.

Le pegue a cada sobre la estampilla correspondiente y empece a dirigirme al mostrador cuando choque contra alguien. Mis cartas y las suyas cayeron al suelo y yo suspire.
-Lo siento, no era mi intención-me disculpe agachándome para recoger las dichosas cartas.

Era temprano por la mañana y hacia calor, quizás un poco mas de lo usual pero nada grave. Y yo me encontraba en la oficina de correos, cosa que era muy extraña, llevaba quince minutos mirando estampillas sin poder decidirme cual ponerle a mis cartas.

Era extraño, mis estudiantes siempre decían que eso de las cartas era un incordio, que para eso existían los emails, pero yo prefería hacer las cosas de forma clásica. A veces me sentía viejo, luego me decía que estaba exagerando. Y lo hacia, y aunque realmente estuviera viejo no me importaba, uno de mis sueños era volverme un anciano arrugado y poder caminar de manos.

Termine escogiendo cualquier estampilla y justo cuando iba a dejarlas para enviarlas de una buena vez una chica choco conmigo y nuestras cartas quedaron esparcidas por el suelo. La chica en cuestión lucia como una niña, con un rostro redondeado y muy bonito, largas pestañas y labios rojos. Su cabello era largo y aunque a primera vista lucia rubio me di cuenta que no lo era, en realidad era mas castaño que rubio. Y sus ojos azules eran cristalinos y transparentes, como si un reino de hielo se irguiera tras ellos. Sin embargo ella lucia todo calor humano, en cuento choco conmigo se disculpo y empezó a recoger las cartas avergonzada. "No te preocupes, también ha sido mi culpa" respondí ayudándola con aquel desastre. No pude evitar seguir examinándola y me inmediato note que en realidad no era tan joven como aparentaba a primera vista.

Cuando el hombre con el que habia chocado se puso a gatas para ayudarme no pude evitar mirarlo disimuladamente por entre las pestañas. Hubo algo en su voz que me hizo estremecer ligeramente, de momento no entendí la razón y no intente buscarle explicación, en vez de eso me dedique a examinarlo mejor.
Tenia un rostro magnifico, decididamente era guapo con ese aire de erudito juvenil que combinaban con sus lentes. Su cabello despeinado, sus ojos sinceros y su boca llena resultaron terriblemente llamativos, terriblemente agradables en aquel rostro desconocido. De inmediato me sonroje al descubrir que lo que sucedía es que lo encontraba apuesto, mas que apuesto decididamente guapo. Usualmente, y contrario a lo que la mayoría pensaría, esas no eran las típicas cosas en las que me gustaba pensar, no me desvivía para encontrar novio ni nada y usualmente ningún hombre me llamaba la atención. Me constaba que había hombres guapos en el pueblo, yo tenia dos ojos en la cara, pero ninguno era...¿perfecto?, no, quizás esa no era la palabra. Probablemente no era mas que otra de mis locuras.
-No, definitivamente ha sido mi culpa, ni siquiera soy capaz de mirar por donde ando, perdona por esto-dije mientras miraba si no tendría alguna de sus cartas entre las mías. Distraída solté mi cartera sobre el suelo dejando a la vista mi caja de cigarrillos y mis libros. Volví a sonrojarme.
Usualmente no me avergonzaba de mi pequeño vicio pero cada vez que alguien se daba cuenta me miraba con reprobación, como si yo realmente fuera una niña, y no quería que él me mirara así porque entonces perdería el encanto.

Note que la chica me miraba y se sonrojaba pero no dije nada, supuse que se debía a que estaba avergonzada por el accidente. Encontré cautivador la forma en que el sonrojo se extendió por su pálido rostro, la forma en que pretendía no mirarme por entre aquellas tupidas pestañas y la forma en que su boca se movió una vez mas para disculparse. Vi su cartera caer al suelo y de inmediato vi los libros dentro de ella. Eso fue lo mas maravilloso. No solo era hermosa sino que prefería usar el espacio en aquel bolso para libros y no para maquillaje. De inmediato se gano mi respeto. También vi la caja de cigarrillos y la mire con una sonrisa cómplice notando su vergüenza.
"No me mires así, no pienso reñirte, después de todo a mi también me gusta uno de vez en cuando" le guiñe un ojo antes de ponerme de pie y tenderle una mano dispuesto a ayudarla. Había algo en ella, una mezcla entre su infantil rostro, sus malos hábitos y esa mirada que me hizo querer conocerla mejor; no pude resistirme a descubrir el misterio que escondía aquella mirada. "No ha sido culpa de nadie, simplemente un accidente, uno que estoy dispuesto a agradecer" me sobresalte al notar la forma en que le hablaba, casi... flirteando con ella. No era algo común en mi pero intenten convencerme de que no era tan raro, después de todo ella era hermosa.

Maldición.
Casi lo dije en voz alta pero me contuve en el ultimo segundo. En vez de estar encantada con le hecho de que él no me tratase como una niña me di cuenta que estaba molesta. Molesta, no con él, sino conmigo misma al sentir el ligero sonrojo de complacencia que sentía por la forma en la que él me trataba. Me gustaba y eso era malo, mas que malo, era una tontería. Y cuando me tendió la mano dispuesto a ayudarme supe que no debía tomarla, supe que me traería problemas, pero no me importo, aun así la tome.
Cuando él dijo que agradecía aquel accidente yo me sobresalte, no estaba acostumbrada a aquellos flirteos, era algo que simplemente no iba conmigo. Pero en vez de quedarme allí como una tonta, y para mi enorme sorpresa, me encontré sonriendole de medio lado de forma coqueta.
-Que caballeroso de tu parte agradecer mi torpeza, sin duda he tenido suerte de ser precisamente contigo con quien me accidentara, cualquier otro estaría molesto-sin dejar de sonreír añado-¿Y cual es tu nombre si puedo preguntar?, ¿o a caso me dejaras en suspenso sin conocerlo siquiera?
Me sentía como una tonta, actuaba como una tonta...no me importaba. Me estada divirtiendo, lo admitía, ademas estaba segura de poder lidiar con esto, después de todo no era como si mi estuviera atando a él de por vida, tan solo coqueteábamos. Podría terminar con aquello cuando quisiera-me asegure-no es mas que un entretenimiento, sin compromisos, como a ti te gusta.
Sonreí sintiéndome mas segura, después de todo aquella voz tenia razón, no era mas que un inocente coqueteo sin compromisos.

"¿Molesto?, no creo que a nadie pudiera molestarle eso de chocar con una chica linda, usualmente es todo un golpe de suerte" sonreí mientras la ayudaba a levantarse. Ella era muy bajita, casi como si se tratase de un hada. Me la imaginaba como un hada, pequeña, frágil y algo malvada en el fondo. Después de todo, si todos fuéramos buenos todo el tiempo no habría nada de diversión.

Ella me pregunto mi nombre acusándome de que la estaba dejando en suspenso, enarque una ceja divertido casi señalandole que ella tampoco se había presentando aun. Pero me abstuve a decírselo dispuesto a seguir con aquel juego con el único propósito de hablar un poco mas con ella. "Yo soy Tristan, un honor conocerla" dije haciendo una reverencia antes de tomar su mano y besarla justo encima de los nudillos.

Me reí por su reverencia y yo misma hice una. No pude evitarlo e incluso me sentí... cómoda. Yo siempre había sido un bicho raro pero allí con Tristan no me sentía como uno, me sentía normal. Y no es que no estuviera satisfecha con mi personalidad pero de vez en cuando me hacían sentir algo aislada. Con Tristan eso no sucedió, desde el principio supe que nos llevaríamos bien.
-Yo soy Ren, de Serena-me presente yo a mi vez. Cuando beso mi mano un escalofrió recorrió mi columna de nuevo. Fue extraño pero sentía que, de alguna manera, lo conocía de antes.

Preferí no pensar mas en ello y como muy pocas veces decidí disfrutar el momento en vez de intentar encontrarle una explicación a todo aquello que me parecía extraño en Storybrook. Quizás debía empezar a hacer una lista para no olvidarme de nada.

Serena. Era un nombre extraño, lindo...pero tuve la sensación de que ese no era su nombre. No lo se, no creía que ella estuviera mintiendo pero había algo que me hizo dudar. Aparte esas dudas de mi mente y le sonreí de vuelta a la muchacha con rostro de niña. "Y dime Ren, ¿que hacías antes de que este torpe viniera a hostigarte el día?" bromee alegremente mientras una parte de mi mente recordaba que debía enviar las cartas que tenia en la mano. Era probable que después de todo aquel ajetreo lo olvidara, sonaba a algo que yo haría dado mi usual despiste.

Supongo que tenia esa costumbre de olvidar las cosas importantes cuando algún tipo de distracción llegaba. Pese a mi forma de ser chapada a la antigua a veces me sentía como un niño, un niño rodeado de cosas brillantes, juguetes, caramelos y dulces. Todo era una distracción para mi, todo resultaba tan...fascinante. Hasta las cosas usuales usadas de forma extraña o las cosas antiguas que a nadie mas le interesaban.

-¿Hostigarme?, para nada, en realidad ha sido una linda sorpresa el toparme con alguien igual de raro que yo, eso no se ve todos los días-le sonreí un poco dejando entrever mi diversión. Supongo que valía la pena atrasar mis cartas con tal de conocer un poco mas a mis vecinos de pueblo, eso era de vital importancia. Ademas Tristan parecía dulce y encantador, en cierto sentido parecido a mi. No pude evitar sentirme a gusto en su presencia, aunque bien podía ser un loco asesino serial que atraía a sus victimas con esa linda sonrisa y esos ojos brillantes.

Negué con la cabeza ante mi paranoia y volví a centrarme en el presente olvidando mis tonterías. Definitivamente había estado viendo demasiado Criminal Minds últimamente.
-Pues vine a dejar unas cartas aunque si te soy sincera no tenia nada mejor que hacer, hoy ha resultado ser un día bastante tedioso-hice un ligero puchero de descontento.