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Mensaje por Matthew J. Barlow Miér Jul 04, 2012 3:59 am

Siempre que salía a pensar, a buscar tranquilidad, acababa o en el bosque, donde los animales se concentraban –aunque se lamentaba de que no hubiera monos, le gustaban, le hacían reír-, o en la playa. No sabía por qué, pero aquella calidez le relajaba. ¡Y eso que odiaba el calor! Por eso resistía las ganas de ir por el día, sino que se escapaba por la noche a tumbarse en la arena para mirar las estrellas y desconectar de todo.

Había días en los que se sentía vacío, como si algo le faltara, como si no fuera completamente feliz. ¡Ya podía comer todos los bombones de coco del mundo, que ahí seguía esa extraña sensación! La comida le hacía feliz, le encantaba. Es bastante común desear lo que no se tiene, y es que a él nunca le había sobrado el dinero, más bien tenía el justo. Y claro, no le gustaba gastarlo en caprichos.

Antes de salir de casa, le quitó a Everett unas cuantas de sus manzanas y las metió bajo su gorro rosado de cerdito, porque era imposible que pudiera llevarlas en los bolsillos y no quería tener las manos ocupadas con la fruta. Parecía que tenía la cabeza enorme, pero no le importó. Caminó hasta la playa a paso tranquilo, sin prisas. Disfrutando del paseo. Se quitó los zapatos cuando estuvo frente a la arena y cuando sus pies la tocaron, sonrió. Cogió los zapatos con una mano y caminó por la playa mirando el cielo. Dejó en la arena su gorro con las manzanas dentro, pero olvidó que tenía los zapatos en las manos –típico de Matt, era un despistado y muchas veces olvidaba hasta las cosas más importantes- y avanzó por la arena hasta tocar el agua con la punta de los dedos de los pies. Entonces tiró los zapatos hacia atrás, sin mirar mientras miraba interesado el reflejo de la luna en el agua.
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Mensaje por Willow Swartz Miér Jul 04, 2012 5:15 am

Las cosas no mejoraban mucho para Willow en cuanto a las heridas de su corazón desde que su ilusión con Everett se viera rota. Seguía lastimada, aún le dolía y demasiado y a veces, si veía o escuchaba algo que le hiciera pensar en él sus ojos se apagaban por completo y su expresión se entristecía, le costaba contener las lágrimas. Pero cuando menos había tenido la voluntad para salir de la cama y regresar a trabajar. Los ordenadores de Storybrooke no iban a atenderse solos y no quería que nadie tratara de aprovecharse de que ella no estaba haciendo su trabajo para tratar de hacerle competencia. Había puesto demasiados anhelos, energía y dinero (que ni siquiera era suyo y por eso estaba en deuda con el Señor Gold) en ese taller y no iba a ver ese sueño hecho pedazos también.

Tenía que regresar a la normalidad sin importar lo mal que lo estuviera pasando. Trabajar, salir de casa, pero evitaba a toda costa pasar cerca de la escuela o de la tienda de tiras cómicas. No quería verlo. No, ya no, nunca más, porque si lo hacía iba a volver a llorar y el día en que lo viera con otra estaba segura que se iba a morir de dolor. Ya ni siquiera se pasaba por el mercado en el que sabía que él compraba y eso en Storybrooke no era muy sencillo, porque no era que tuviera muchas otras opciones donde ir a abastecerse de comida.

Sentía muchas ganas de ir a la playa. Por algún motivo, desde que tenía memoria, el sonido del oleaje, la arena bajo sus pies y el aroma a sal en el aire siempre conseguían hacerla sentir mejor, y eso era justo lo que necesitaba, hacer cosas que le subieran los ánimos para sentirse de nuevo un poquito más como si misma y no como una muñeca rota. Montó en su motocicleta y partió para allá, esta vez sin siquiera llevar traje de baño debajo de las ropas.

Estacionó donde siempre hacía y buscó un lugar para sentarse. No tenía ganas de mojarse ni tampoco de ponerse a volar cometas, solamente quería quedarse ahí, quietecita y en silencio, y empaparse de la calma del lugar. Vio que había alguien más ahí, pero no lo reconoció como Matt porque lo veía de espaldas y ya no llevaba su gorro de cerdito puesto. No sentía ganas de acercarse a él así que mantuvo cierta distancia. A fin de cuentas la playa era de todos, y ella podía sentarse a reflexionar ahí muy tranquila mientras el hombre hacía lo que fuera que había ido a hacer.

Mala suerte: no contaba con el zapatazo volador que le había llegado de la nada a golpearla en toda la cara.

- ¡Aw! ¡Oye salvaje! ¡Fíjate! -
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Mensaje por Everett N. O'Connor Miér Jul 04, 2012 10:37 am

Desde lo sucedido en la fiesta dada por la acaldesa todo se le había vuelto aún más complicado para Everett. Willow, su ex-alumna, se le había abalanzado delante de muchísima gente para besarlo y confesarle sus verdaderos sentimientos. Ahí, justo en ese momento, se percató de un vacío que sentía en su corazón, de la necesidad de buscar a alguien que consideraba perdido. Después de todo, no podía corresponder a aquellos sentimientos, simplemente no podía ya que tras numerosos fracasos amorosos no quería destrozar la bonita relación que tenía con ella. Pero ella le estuvo evitando, ya no venía a verle y a él al percatarse de ello, le daba reparo ir a buscarla a su taller como tantas veces había hecho. Ella no quería verlo, no saber nada de él después de aquel "rechazo", y él no conseguía entenderlo. Tenía que buscar a aquella persona, tenía que buscarla y últimamente no paraba de pensar en éso. Le comentó su problema a su mejor amigo, pero necesitaba el consejo de una mente aún más madura, más experta en los temas sociales. Por lo que acudió a la única persona sana mentalmente en todo Storybrooke: Sydney Watson.

Quedó con ella para hablar con ella y contarle sus problemas, sin llegar a formar parte de una terapia, simplemente en su rango como amiga. Confiaba en ella, y que decir, simplemente necesitaba desahogarse con una persona del sexo contrario. Quedó con ella para dar una vuelta por Storybrooke. Claramente, ella fue quien pasó a recogerlo, ya que sino Everett se habría perdido en ir en busca de Sydney. Anduvieron por las calles del pueblo, se sentaron en un banco y volvieron a andar. Everett le contó en sí todo lo sucedido en la fiesta, como se sentía y aquella terrible necesidad de que le faltaba alguien en su vida (no determinaba si en el término amoroso o en el amistoso). Estaban tan concentrados en lo que hablaban, que se les pasó el tiempo y ya era de noche.

Ambos llegaron a una de las zonas que más le gustaban a Everett de todo Storybrooke: el puerto. Siempre que iba a correr por las mañanas acababa allí, contemplando el mar, el sol. Pero en aquella ocasión era la luna la que reinaba en el cielo. Se quedó durante unos instantes observando el panorama y le dedicó una mirada a su amiga:

-Y éso es todo Syd. Creo que me estoy volviendo loco con todo lo sucedido -rió con una carcajada limpia.

Sin saber muy bien cómo, continuaron andando hasta acabar en la playa. Poco le importó a Everett llenarse las zapatillas de arena, estaba allí, sincerándose con una buena amiga suya. Entonces, vislumbró dos figuras que le resultaron enormemente familiares para él. Entrecerró los ojos y vio quienes eran: Matthew y Willow. Abrió muchísimo los ojos de repente y se quedó parado, miró a Sydney en busca de ayuda y consejo, ya que la verdad se sentía como un niño perdido en mitad del pueblo (más o menos lo que le sucedía siempre a él). Se rascó la mejilla bastante nervioso y tosió varias veces.

-Vaya... Las casualidades nos juegan malas pasadas.
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Mensaje por Sydney J. Watson Miér Jul 04, 2012 1:24 pm

Tal y como había pronosticado durante la fiesta concedida por la honorable alcaldesa de Storybrooke, Everett acabaría contándole que era aquello que le había pasado con Willow. Por eso mismo, cuando aquella tarde recibió una llamada de su amigo diciéndole que necesitaba hablar con ella y que pasara a recogerlo, no le extrañó en lo absoluto. Más bien le sorprendía que se hubiese tardado. “Claro, ahora mismo me paso” fue su contestación y nada más colgar se levantó del sofá y se encaminó para tomar su abrigo “Nathan, voy a dar una vuelta con Everett” se limitó a decirle a su compañero de piso que se encontraba leyendo un libro en esos momentos.

Decidió que siendo que Storybrooke no era realmente grande iría andando, así que ya de camino a casa de su amigo fue dando un paseo. Menos mal que le había dicho de ir a buscarle ella (y que no había dicho ninguna hora concreta, con su puntualidad...) porque si no, él seguro que ya estaría pidiendo indicaciones a alguien para llegar a su destino. Aún no lograba entender cómo se podía perder en un lugar tan pequeño como era Storybrooke, pero después de todo era uno de los encantos de su amigo. Era una de las cosas que se podría decir que le gustaban de él, le hacía diferente a las demás personas.

Obvio que el motivo principal por el que la había llamado era para hablarle de lo ocurrido con Willow durante la fiesta. Sydney no puedo evitar sorprenderse, cosa que se vio reflejada de inmediato en su rostro. Ahora “entendía” la reacción desmesurada de la muchacha... e incluso el hecho de que no le cogiera las llamadas – Dale tiempo – Se limito a decir. Lo decía porque ella sabía cómo eran las mujeres. Claro que... delicadeza lo que se dice delicadeza, no es que hubiese tenido demasiada en ese caso Willow. Además... ¿en la fiesta? ¿Dónde todo el mundo los veía? ¿Dónde todos habían visto lo que había pasado?

Tuvo que controlar un sentimiento de ira que surgió de su interior hacía la chica, por una simple razón, que ahora Everett iba a quedar como el malo de la película. Todos iban a ir diciendo por el pueblo “Ay pobre Willow” “Everett le rompió el corazón... ¿cómo pudo?” Y todo porque a la chica se le había antojado convertir sus sentimientos en un espectáculo, llamando la atención de todo el mundo. No lograba entender como había personas así en el mundo. No le entraba en la cabeza. ¿Acaso no se había dado cuenta de que haciendo eso dejaba en evidencia a Everett? ¿Qué podría haberle hecho pasar vergüenza? ¿Qué ahora por ello muchos podían considerarle el malo de la historia?

También le había llamado la atención aquello que había dicho Everett de que sentía que le faltaba alguien en su vida. ¿Sería algo parecido a las lagunas que tenía ella? ¿A esos sueños recurrentes en los últimos días que ni ella misma entendía? De todos modos eso había quedado en segundo plano, pues lo que ella sentía, juntado con lo que le había pasado precisamente a él, ocupaba ahora su mente.

- Yo también tengo esa sensación... – Se agachó quitándose los zapatos que se habían empezado a llenar de arena y los sacudió antes de sujetarlos con la mano. ¿La tomaría por loca si ella le confesaba que había tenido unos sueños muy raros últimamente? Y esas sensaciones deja vu... – ¿Sabes? Yo también... – Sin embargo se vio interrumpida por él. La mirada oscura de la joven se dirigió hacia donde miraba él y pudo distinguir la figura de su mejor amigo y de nada más y nada menos que Willow Swarts – ¡Oh Dios! – Y no sabía si lo decía más por la chica o por ella misma... De todos modos el autocontrol era algo que dominaba así que a no ser que la provocasen era una buena chica – Bueno... Tu piensa una cosa. – Por algún motivo le tomó una de las manos entre las suyas, entrelazando sus dedos y apretándola con fuerza. No sólo era por lo que sentía, también era para que supiera que la tenía allí. De su parte. – No hiciste nada malo. Sólo lo que tu corazón te indicaba. No tienes que sentirte mal... Estas cosas pasan y no puedes hacer nada por evitarlo, nadie puede hacer nada por evitarlo. A todos nos rompen el corazón alguna vez.

Por mucho que quisieras protegerte de ese dolor. Así que en su opinión había que echarle valor al asunto. En algún momento iban a tener que encontrarse otra vez, ¿no? Tarde o temprano. Quizá simplemente había sido antes de lo que ambos se esperaban.
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Mensaje por Matthew J. Barlow Miér Jul 04, 2012 3:27 pm

Se sentía cómodo arropado por la noche, con solo la luna iluminando el lugar, alejado de cualquier ruido. Le gustaba el reflejo de la luna en el agua, le gustaba el agua. La encontraba fascinante, un bien tan escaso pero a la vez tan abundante. Y la Luna le parecía sencillamente increíble, tan brillante siempre. Le era imposible volar, por mucho que quisiera, para tocarla, por eso tocaba levemente con la punta de los dedos la superficie del agua. Estaba tranquilo, en calma…Hasta que alguien gritó tras él.

Acostumbrado a las llamadas de “socorro” propias de su oficio, se dio la vuelta sobresaltado y dispuesto a ayudar a cualquier persona que se encontrara en peligro. Se llevó las manos a la cabeza al ver una figura oscura y su zapato a su lado. ¿Qué se suponía que había que hacer en una situación en la que el peligro lo representaba él mismo? Corrió hacia la figura soltando innumerables disculpas, muy apenado. No le gustaba hacer daño a los demás, más bien le gustaba ayudarlos, por eso se había convertido en bombero, porque quería ser más de lo que era.

Entonces reconoció a una de sus amigas, pero le costó un poco encontrar el nombre. Así era Matt, torpe para los nombres, para pillar las indirectas y despistado. Cuando al fin dio con el nombre, sonrió. Willow estaba en boca de todos últimamente por lo sucedido en la fiesta de la alcaldesa y obviamente se sentía dentro del conflicto cuando una de las partes era ella, una de sus amigas, y la otra de las partes era Eve, su mejor amigo y además compañero de piso. Él era a veces difícil de tratar, pero no buscaba nunca dañar a los demás y no se merecía a tanta persona en contra de él, para nada. Pero tampoco podía echarle la culpa a ella, pues las relaciones no eran fáciles y los rechazos mucho menos. Pero había que aprender de ellos y seguir adelante.

-¡Willow! Perdona, estaba embobado, creía estar solo. ¡Jamás pensé que mis zapatos podrían convertirse en armas!- Se dejó caer en la arena, dejando las rodillas sobre esta para estar a su altura y le sonrió. Pudo ver que tenía la cara roja y se sintió mal. Corrió entonces hacia donde había dejado su gorro con las manzanas dentro y volvió de nuevo junto a ella. Le tendió entonces uno de los frutos, amablemente -¿Me perdonas?

Levantó la vista para mirar el cielo, entonces descubrió dos figuras en la distancia. En cuanto los reconoció abrió la boca para llamarlos, pero para no destrozarle los tímpanos a la pobre Willow, levantó una mano y la agitó alegremente, feliz de verlos a ambos. No sabía cómo se pondría Willow, pero algún día tenían que encontrarse. Y mejor sería que lo hicieran teniendo mediadores de por medio.
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Mensaje por Willow Swartz Jue Jul 05, 2012 12:49 am

La cara le dolía, no iba a decir que no. Es más, ¡no podía ocultarlo! No era lo mismo que un frisbee le golpeara por accidente a recibir un zapatazo en toda regla. Se frotaba el golpe con la palma de la mano y la nariz le dolía mucho, pero por lo menos no sentía que le estuviera sangrando o eso esperaba.

Casi se iba de espadas cuando el objeto al que dirigía su ira en ese momento - ¡quién demonios tiraba zapatazos al azar! - resultaba ser nada más y nada menos que Matthew. Eso aminoraba un poco su enojo, porque no iba a decir que no influía su capacidad para perdonar el que se tratara de un amigo. Aún así le miró con el entrecejo ligeramente fruncido, no tanto enojada con él (que bueno, un poco sí, ¡pero cómo dolía!) sino con su mala suerte. ¡Es que nada le iba a salir bien! Un rato en la playa sin que le cayeran proyectiles voladores no le parecía que era pedir tanto.

- ¡Pues es que lanzas como si jugaras en las ligas mayores! ¡Cómo no van a ser armas! - Pero qué velocidad tenía el condenado zapato, ¡ni lo había visto venir! Y luego Matthew se veía tan apenado y le ofrecía de sus manzanas como señal de paz que no podía quedarse enojada con él por mucho tiempo. Si al final había sido un accidente.

- Sí, tonto, claro que te perdono. Pero si así golpeas sin querer miedo me da imaginar qué pasa cuando de hecho tienes ganas de lanzar algo. A ver, dime, ¿me hinché? - Se quitó las manos del rostro para mostrarle su rostro enrojecido por el impacto y los ojos un poquito vidriosos porque venía aguantando las lagrimillas por el golpe que se había dado en la nariz.

Tomó una de las manzanas y le sonrió antes de dar una mordida, haciéndole un gesto para que se sentara con ella si así lo quería pero en cuestión de un instante todo cambiaba para mal. Y es que por allá venían Everett, que tan sólo por ser él ya se sentía invadido por una angustia tremenda y el semblante le cambiaba por completo. ¿La habría visto? Por dios que esperaba que no, no era la única rubia del pueblo que frecuentaba mucho la playa, con suerte ni se habría dado cuenta de que estaba ahí.

Lo que la mató, no obstante.... fue verlo acompañado de Sydney... y ella sujetándole la mano... Y con eso, así de fácil, toda su confianza en sí misma quedaba destruida.¿Entonces estaban ellos juntos? ¿Era por eso? Willow se había dado cuenta de esa energía extraña que había entre ellos, pero...

Juro escuchar como algo se rompía ahí, dentro de ella. Y por un segundo todo alrededor de ella se detuvo, porque el pecho le dolía tanto que miro hacia abajo casi esperando ver alguna mancha de sangre en la tela. Se llevó una mano al pecho apretando con fuerza y apenas y siendo capaz de tragar saliva. Eso no era normal, estar así de mal, sufriendo tanto. No había lógica, no estaba bien, no era... no era...

Se sentía como si alguien hubiera calentado un cuchillo hasta dejarlo al rojo vivo sólo para pasarlo después por su piel, sobre una cicatriz vieja, para volver a abrir una herida que en teoría debería de haber sanado ya, pero que dolía tanto como si fuera fresca y de ella aún manara sangre. Sí, eso era, como si verlos juntos le hubiera reventado antes de tiempo las puntadas que mantenían una herida cerrada y en su lugar. Y todo lo sentía con una intensidad que era casi antinatural. ¡Por qué! ¡Qué le pasaba! ¡Qué había de malo consigo! ¿Por qué Sydney sí, y Willow no?

Ese era justo el vacío del que le había hablado a Grace.

Nunca había pretendido hacer quedar a Everett como el malo de la historia. No lo odiaba, no podría. Se lo había dicho a Steffan cuando el chico le ofreciera bromeando (o tal vez hasta en serio) si acaso quería que fueran a enseñarle un par de cosas al profesor. No quería que le hiciera nada. No quería que nadie lo tocara o dijera nada o siquiera le mirara mal. Lo amaba, lo amaba y no quería que nadie le hiciera daño, por más nimio e insignificante que dicho daño pudiera ser. Claro que no había pensado en consecuencias, ese tipo de pensamientos no pueden tener cabida en la mente de alguien que al fin se decide a declarar sus sentimientos porque entonces se corre el peligro de acobardarse.

Nunca le habían importado las cosas que pudieran decir ellas. Los rumores malintencionados, los chismes venenosos, le tenían sin cuidado. Y tal vez por eso era que podía darse el lujo de ser como era, un espíritu libre que iba a donde le placía y hacía lo que quería porque nadie conseguía limitarla. Así que no le importaba haber hecho el ridículo, ni que publicaran algo sobre ella en la columna de chismes. Ella vivía de manera apasionada, intensa, sin dar marcha atrás y convencida que de las cosas de las que más se arrepentiría en un futuro eran aquellas que no habían tenido el valor para hacer, a pesar de que ahora mismo deseaba nunca haberlo besado. Tal vez la ignorancia si era bendición después de todo. Que nadie pusiera en tela de juicio si acaso su amor hacia el profesor era sincero o no.

No se le ocurría que tal vez sólo sacaba conjeturas y aquello no era más que un paseo entere amigos, pero el aliento le faltaba y se sentía insignificante, tan poca cosa... - Este.... creo que mejor me voy... - Musitó débilmente a Matthew intentando mirar a cualquier otro lado menos hacia ellos para contener sus lágrimas cuando el bombero ya los llamaba para que se acercaran. ¡No! ¡¡Por qué le hacía eso!! - ¡No! Matthew por favor no, déjame irme nada más y ya... - Demasiado tarde. Demasiado tarde y no sabía que hacer. Se aferró al brazo del bombero y seguro Matt podría sentirla temblar.

No podía correr. No podía esconderse. No podía hacer nada por más ganas que tuviera de ir a lanzarse al mar y nadar y nadar hasta llegar lo más lejos que pudiera. A pesar de estar destrozada alzó el brazo débilmente y los saludó con timidez. No diría nada por que la voz se le quebraría, y lo único a lo que podía esperar era salir del paso lo mejor posible antes de desaparecer de ahí y encerrarse a llorar. Sólo sonríe Willow, intenta sonreír, aunque fuera un poquito, aunque verlo te estuviera matando...

... por que no importó cuanto lo amó y todas las cosas que hizo por él, era otra la que habitaba en su corazón... y esas heridas, no importaba el tiempo o las vidas que pasaran, no sanaban jamás.
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Mensaje por Everett N. O'Connor Jue Jul 05, 2012 8:46 am

Las palabras de Sydney le dieron el valor suficiente como para continuar andando hacia sus amigos (porque Willow seguiría siendo su amiga, ¿no?), además de que eran ciertas. Everett recordó una vez en que... exactamente no sabía muy bien, pero a lo mejor era aquel vacío que sentía. ¿A él le habían roto el corazón alguna vez? ¿Sí? ¿No? No lo sabía con certeza, lo único que sabía con exactitud es que todas sus relaciones (o comienzos de ellas) habían sido un fracaso, porque nunca congeniaba con la otra persona, como si no estuvieran destinados a estar juntos. Raro, muy raro sobre todo para la mente científica de Everett, que bromeaba con que los campos magnéticos debían de ser equivalentes apra que dos personas pudieran estar juntas. La mano de Sydney entrelazada a la suya le daba aún más fuerzas, más energía para hundir sus pies en la arena y sonreír, sonreír de verdad, porque Everett siempre sonreía sinceramente, nunca mostraba sonrisa falsa alguna.

Matthew también los avistó y comenzó a llamarlos. Él lo saludó con la mano libre y caminando cada vez más rápido, olvidándose de que la arena se colaba en sus zapatillas, de que en unos minutos tendría los pies completamente llenos de arena. Poco éso importaba. Cuando finalmente estaban delante de ellos, Willow también los saludó de una manera bastante callada, como si estuviera empequeñecida. Mostraba bastante valentía al igual que Everett, ya que el joven sabía perfectamente que la rubia lo había estado evitando. Sydney tenía razón, no era culpa suya de que no pudiera corresponder a los sentimientos de Willow, porque Everett sabía que aunque lo intentara, no podría crear esos sentimientos de la nada. Respiró profundamente cuando dejó de andar, cuando sus pies se quedaron clavados en la arena. Miró a su amiga, agradeciéndole todo el apoyo que le estaba dando (¿quizás por eso le gustaba tanto, porque quizás era una persona con la que había compartido tanto?).

-¡Vaya! Que casualidad veros por aquí... ¿Vosotros también habéis salido a dar un paseo? A nosotros se nos ha ido un poco el tiempo, pero... bueno... Aquí estamos y eso... -miró a Matthew y no pudo evitar soltar una risilla pequeña. Le encantaban los sombreros de su compañero, añadiendo el hecho de que había que tener mucho valor para llevarlos por la calle. Entonces en un acto reflejo, dándose cuenta al fin que estaba delante de Willow, soltó lentamente la mano de Sydney y juntó sus dos manos por detrás, para después volver a soltarlas para rascarse con una la barba, bastante tranquilo. Parecía mentira, pero estando en presencia de sus amigos, habiendo escuchado sabios consejos se sentía mucho más tranquilo. No iba a ocurrir nada malo, solamente iban a hablar o a compartir las vistas-. ¿Pensabáis bañaros? Uno de mis sueños era bañarme en la playa por la noche, pero me han dicho que el agua está congelada.
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Mensaje por Sydney J. Watson Jue Jul 05, 2012 9:27 pm

Sydney se dejó llevar por Everett playa abajo y saludó con la mano libre a Matthew cuando este los saludó. No tenía ni la más remota idea del efecto que habían tenido sus palabras en su amigo. ¿Positivo? ¿Negativo? Ni idea... aunque todo apuntaba a positivo, sino la habría soltado y le habría empezado a decir cuatro cosas. Vamos, creía que era lo que una persona normal haría. Lo que haría él. Lo que haría ella.

En eso estuvo pensando mientras caminaban por la arena, con tal de olvidarse de todo el asunto Willow-Everett, que sí, hacía que la ira le recorriera el cuerpo entero como si de un veneno se tratase y ella no quería tener ningún tipo de veneno en su cuerpo, así que, cuanto menos pensase en ello, mejor. El problema era tener a la otra parte de la ecuación justo delante de ellos.

- Yo que tú me habría quitado los zapatos – Acertó a decir a su amigo con una risilla antes de que llegaran hasta Matthew y Willow. Notó que a él le costaba empezar a hablar, iniciar la conversación, pero en parte era normal, pues estaba ante la persona a la que había rechazado tan sólo unos días atrás. Ella por su parte esbozó una pequeña sonrisa – Buenas noches, ¿paseando? – Saludó abarcando de esta manera a los dos presentes y no dando ningún tipo de preferencia a ninguno de los dos. No tenía intención de hacer palpable en esos momentos que estaba en cierto modo irritada con la rubia. Se podría decir que realmente no era muy del estilo de la joven Watson o que tal vez el convivir con Nathan la había cambiado ligeramente, pues ambos se habían tenido que moldear a la otra persona si querían tener una buena convivencia. Sus ojos sin embargo fueron a parar en el sombrero de Matt y no pudo evitar que la sonrisa se ampliase – Siempre me lo he preguntado… ¿De dónde sacas semejantes sombreros? – Porque estaba claro que llevarlos no le producía ningún complejo, no pasaba vergüenza alguna y eso después de todo, era bueno. Muy bueno.

No opuso resistencia alguna cuando notó que Everett le soltaba la mano, le miró unos segundos antes de llevarse la mano recién liberada al largo cabello oscuro pasándosela por las hebras hasta llegar a las puntas con las cuales jugueteo un poco antes oír las palabras de Everett.

- ¿Uno de tus sueños? ¿En serio? – Aunque había dicho era…. Ese pequeño detalle no se le había escapado. – Pues ya va siendo hora de que cumplas el sueño, ¿no crees? – Le preguntó alzando divertida una de las cejas antes de dejar sus zapatos en el suelo y arrastrar literalmente hasta la orilla de la playa, que tampoco estaba tan lejos, posiblemente hasta les podían escuchar desde allí Matt y Willow. Los pies descalzos de la doctora entraron casi de inmediato en contacto con el agua fría e hizo un gran esfuerzo por no apartarse. Es más, a pesar de que se le mojaron un poco los bajos de los pantalones se metió un poquito más allá donde las olas le lamían por completo los pies – Sí, está congelada… ¿Y sabes qué? Yo odio el agua fría – Soltó una risita al tiempo que termina de decir aquello. ¡Era verdad! Odiaba el agua fría y en cambio ahí estaba aguantando el puñetero frío en sus pies, aunque había que decir que cada vez que las olas volvían a lamer sus pies el agua le parecía un poco menos fría – Si tú lo haces, yo también… - Le reto cruzando los brazos debajo del pecho – Matt y Willow seguro que también se atreven – Comentó lo suficientemente alto como para que la oyeran.
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Mensaje por Matthew J. Barlow Vie Jul 06, 2012 3:51 pm

Sonrió feliz de que le perdonara. Matt era un chico que se dejaba llevar y el rechazo de otra persona hacia él era algo que le incomodaba y que le hacía sentir mal. Le gustaba saber que era querido, que era bien recibido y apreciado por los demás. Acercó su cara a la de Willow con los ojos entrecerrados, tratando de descubrir algo fuera de lugar. Tenía la cara roja por el golpe, pero nada grave. Le dio dos golpes suaves en la cabeza, sonriendo.

-Los músculos de un bombero, ya sabes de lo que son capaces –dijo con una ceja alzada –Tienes la cara un poco roja, pero nada más. Los golpes en la nariz son delicados, así que puede que te duela, pero no tienes nada preocupante. Quizás te venga bien algo frío, pero como no metas la nariz en el agua…

La mandó a callar llevándose el dedo a los labios. Quería que tanta evasiva, tanta disputa y tanto sufrimiento e incomodidad entre su mejor amigo y Willow se acabara de una vez. Si hablaban estaba seguro de que podrían arreglarlo, volver a ser amigos. Siempre y cuando uno no empezara a echarle cosas en cara al otro. Cuando la rubia se enganchó a él, le pasó el brazo por los hombros y le acarició el brazo para tranquilizarla, aunque no sabía exactamente si se debía a que tenía frío o a que ambos se acercaban ya a ellosMiró a Everett emocionado. No había pensado en meterse al agua, más bien en permanecer en la arena. Pero era una buena idea.

-¡Buenas noches, chicos! –saludó animado. Se colocó bien su sombrero, orgulloso de él –Me los encuentro. Y nunca los pierdo y eso que soy un despistado, ¿sabes? Pero si no llevo nada en la cabeza, por pequeño que sea, me siento desprotegido.

Los miró a ambos marchar para luego sonreír a Willow. Obviamente, le decía con a mirada que tenían que meterse. Obligatoriamente. Y si el agua estaba fría, ¿qué más daba? Mejor eso a pasar calor. Se separó de la rubia, volvió a tirar el gorro a la arena, se quitó la camiseta con rapidez, dejándola despreocupadamente sobre la arena y corrió tras los demás. Chocó contra Everett, empujándolo al agua y cayendo después él, salpicando en todas las direcciones. Salió a flote y sacudió la cabeza cual perro, riendo y tiritando, dando bocanadas de aire no en busca de este, sino abrumado por la frialdad del agua.

-E-está p-perfecta –dijo tiritando.
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Mensaje por Willow Swartz Dom Jul 08, 2012 3:44 am

No le cabía en la cabeza porque todo el mundo ahí parecía empeñado en obligarla a hacer algo que no quería. No quería hablar con Everett. No quería ver a Sydney. No quería quedarse ahí con Matt. No quería entrar al agua. Lo que quería era marcharse muy tranquila y en paz, sin armar escenas, sin montar dramas, sin mortificarlo a él por nada. ¿Que no veían que estaba intentando manejar las cosas de la mejor manera posible? Si, estaba evitándolo y hacerlo le dolía por decenas de razones, porque lo extrañaba, por que no sabía como tratar ni siquiera de rescatar su amistad y tampoco estaba segura de si quería hacer eso, porque lo amaba. Lo amaba, ¡maldita sea! ¿Por qué querían hacerla entonces que actuara como si nada pasaba? ¿Como si no sufriera? Si lo respetaba a él y su decisión quedándose al margen y no montando escándalos ni recurriendo a trucos bajos para que cambiara de opinión, ¿por qué no podían respetar que ella no estaba lista para nada todavía?

Por que bien podría hacerlo. Llegar hacia él una tarde, actuar como si todo estuviera resuelto. Charlar con él. Reír con él. Tratar de seducirlo. Que cuando la piel arde en llamas reclamando las caricias de alguien más los designios del corazón y la razón se nublan. Meterse en su pensamiento de aquella manera tan absoluta hasta que no tuviera ya voz con la que ni siquiera gemir. Urdir un complicado plan y sacar a juego todas sus armas...

Pero no lo haría. Por que a él no lo manipularía.

¿No decía la sabiduría popular que si amas a alguien has de dejarlo libre? Si vuelve a ti es tuyo. Si no, es que nunca lo fue. Y ella estaba confundida, porque estaba segura no haber imaginado como era el que sus labios se entreabrían al corresponderle cuando lo besó, a pesar de que sus palabras habían sido las más doloras y contundentes que había escuchado jamás. Tal vez se estaba rindiendo sin luchar. Tal vez debería hacer más para demostrarle que lo que sentía no era solo un capricho pasajero.

Pero respetaba su decisión.

Estaba furiosa con Matthew por ponerla en aquella situación. Estaba furiosa con Sydney por retarla de esa manera - ¿Matt y Willow seguro también se atreven? ¡Y que mierda! - . Estaba furiosa con todos porque no entendían, no podían ver que estaba tratando de hacer las cosas de la mejor manera que su entendimiento le decía que podía hacer.

Les odió porque parecían no recordar lo que era tener el corazón roto por un amor no correspondido, y después ver a esa persona por la que harías cualquier cosa acompañado de alguien más. De Sydney, como sea, no esperaba nada porque no era nada suyo. Pero Matthew era su amigo e insistía en empujarla a esa situación. Lo que sentía era rabia pura, pero se mordía la lengua para no decir nada, porque no quería arruinar las cosas aún más. Gritaría a solas, lloraría a solas, y sola trataría de recoger los pedazos de sí misma.

Para colmo de males ese juego que se traían con el agua fría del mar le parecía el más absurdo de los ridículos. Que si odio el agua helada, que si me meto si tú te metes. Willow pensó que aquel debía ser el peor despliegue de mediocridad casi senil que había visto en mucho tiempo. ¿O qué? ¿Era que pasando de los 25 ya no se podía ser espontáneo y tomar riesgos? ¿Tenías que ir acompañado de alguien más para hacer lo que querías o dejarte disuadir por las consecuencias? Lo peor que podía pasar por el agua fría era resfriarse, cobardes. Y de hecho, fue justo ahí la primera vez en la que se sintió orgullosa de sí misma a pesar de su fiasco con Everett. La había hecho añicos con una sola palabra, e iba a tardar tiempo en sanar su herida, pero había tomado el riesgo necesario por una posibilidad de ser feliz, por pequeñita que fuera, por mal que hubiera salido todo en realidad...

No tenía muchas otras opciones. Si se marchaba, como quería, lastimaría más a Everett. No quería eso, no podría soportarlo, lo último que deseaba era que él lo pasara mal. Así que sonrió, muerta por dentro, convencida de que tal vez ese era el papel que le tocaba y que estaba cansada de buscar a esa persona especial, porque nunca tenía su final feliz. Ella ya estaba muy malherida de cualquier manera. Aguantaría los golpes que tuviera con tal de que él no se sintiera afectado...

Se quitó las sandalias y la falda corta de mezclilla, quedándose tan sólo en sus bragas. La camiseta se la dejó puesta, pues no acostumbraba llevar sostén. Y corrió hacia el agua entonces, pasando entre Everett y Sydney, ignorando por completo a Matt y sin decir ni una sola palabra.

- Que poco aguantas. - Le dijó a Matt, salpicándolo más de agua (con bastante saña, la verdad). Ella no sentía el agua tan helada, pero podía ser porque ya no podía sentir más cosas que lo que le dolía. Ojalá la sonrisa en su rostro les sirviera para lo que fuera que quisieran lograr. A ella ya la habían quebrado.

Cuando menos con el rostro mojado nadie se iba a dar cuenta si se le escapaba una lágrima o dos.
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Mensaje por Everett N. O'Connor Dom Jul 08, 2012 11:46 pm

Sydney lo apresó para llevarlo hasta el agua, mientras él se oponía levemente. No es que odiara mojarse, no es que odiara el agua fría (ya se había caído un par de veces cuando corría por las mañanas en el puerto). Era extraño que hubiera dicho aquellas palabras y aún más que Sydney lo arrastrara a cumplir ese "sueño". Su amiga le retó, al igual que a Matthew y Willow. Como él estaba de espaldas a Willow y Matthew porque estaba mirando a Sydnet sufriendo por el agua fría, comenzó a reír y su risa se paralizó al notar que alguien chocaba contra él y que caía al agua, mojándose por completo. Sí, estaba congelada y aún más cuando la ropa se le pegaba al cuerpo. Salió tiritando, ¡ni siquiera el agua estaba así por las mañanas! Se abrazó a sí mismo y rió por el comentario de Matthew, le dedicó una mirada a Sydney y dijo:

-¡Creo que ya sé porque odias el agua fría. Esto es horrible -le alegró ver que Willow también se acercó a ellos para bañarse con todos ellos, como amigos eran todos (al menos eso era lo que creía el bueno de Everett). La rubia mojó a su amigo con aquella agua congelada y él no pudo evitar preocuparse, ¿eran lágrimas lo que salían de sus ojos? Se quitó la camisa que llevaba puesta, ya que lo único que estaba haciendo era congelarle. La estrujó para soltar toda el agua y la movía a su alrededor con al intención de mojar a Sydney. Se siguió abrazando a sí mismo para salir del agua y dejar la camisa mojada sobre el gorro de Matt. ¡Les hacía falta una toalla para dejar sus cosas! No quería decirle nada a Willow, porque sabía que si comentaba algo, se echaría aún más a llorar, estaría más triste y por eso Everett se apenaba. Por mucho que intentaba que su amiga no estuviera triste o deprimida por lo ocurrido en la fiesta, no podía hacer más. Creía sentir algo hacia ella, pero eran sentimientos confusos y ella se merecía algo más seguro, al igual que Sydney y por eso no daba pasos hacia delante.

Se echó el pelo mojado hacia atrás y notó como las gotas de agua de su barba caían sobre sus pies. Sintió un escalofrío y volvió con una sonrisa, para animar el ambiente, para que nadie estuviera triste. Se metió por completo en el agua y empezó a mojarlos a todos.

-¡Guerra de agua! -era muy extraño como aquellas cuatro personas se habían juntado por casualidad y ahora estaban en la playa, por la noche, sufriendo el frío del agua.
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Mensaje por Sydney J. Watson Mar Jul 10, 2012 9:57 am

Lo primero que alcanzó a ver fue como Everett era empujado por Matt cayéndose totalmente en el agua. No pudo evitar soltar una risilla mientras ella misma se alejaba de la orilla, hasta el punto donde las olas ya ni siquiera alcanzaban a tocar sus pies. No quería que le mojasen la ropa y acabar como Everett, con todo lo que llevaba puesto pegado al cuerpo, que además de la incomodidad de estar pegado al cuerpo y mojado, pesaba cuatro toneladas más que cuando estaba la ropa seca. En pocas palabras: horrible.

- ¡No me digas! – Bromeó la joven cuando Everett declaró que ya sabía porque odiaba el agua fría – Estás tiritando creo que eso de que es horrible, sobraba – Soltó una risita antes de darle un toquecito cariño con la mano, justo antes de que Willow pasara entre los dos y se metiese en el agua. Se quedó mirándola unos momentos, al menos los justos antes de empezar a notar cómo le caían salpicones de agua helada – ¡Oye! ¡No hagas eso! – Le espetó al muchacho mientras intentaba protegerse inútilmente con los brazos. Se mojó, poco, pero se mojó igualmente.

Se quedó de brazos cruzados con la mirada fija en los otros tres, como si quisiera captar algo en ellos que se le había pasado por alto. Tenía que admitirse a sí misma que en un principio pensaba que Willow iba a montarle un drama allí mismo a Everett y a comportarse como una niña pequeña y malcriada, le había sorprendido bastante su forma de enfrentarse a aquello.

Al final decidió que bastaba de remilgos y que por muy poco que le gustase el agua fría se metería. Lo había dicho, ¿no? Pero primero volvió hasta donde había dejado sus zapatillas, porque si hacia las cosas las hacía bien y no a medias como mucha de la gente. Pudiera ser que fuese despistada pero...

Se recogió el largo cabello en un moño sencillo y rápido, puesto que si algo quería conservar seco era su cabello. Lo cuidaba con demasiado mimo como para estropearlo de buenas a primeras. Después se quito la parte de arriba de la ropa y por último los pantalones quedándose en ropa interior. Por alguna razón recordó no haber vestido de aquella manera en algún momento. Una especie de deja vu que la llevo a recordar una opresión en los pechos que no logró entender en esos momentos.

Sí, había veces que pensaba que hasta ella iba a acabar volviéndose loca.

Volvió sobre sus pasos sobre la arena hasta la orilla volviendo a meter los pies en el agua y dejando que el cosquilleo tan característico del agua fría le recorriera el cuerpo entero, decidiéndose luego a meter el cuerpo entero. Estaba fría no, congelada... ¡Y Matt aún tenía la cara de decir que estaba perfecta! Al contrario que Everett que había decidido abrazarse a sí mismo al caer al agua ella dio unas cuantas brazadas, pues sabía perfectamente que en esas ocasiones quedarse quieto no era la mejor solución a los males. Si no querías pasar frío lo mejor era moverse.

Pero lo que no iba a hacer era entrar en aquel juego, primero porque no quería sentirse incomoda ella y segundo porque no quería hacer sentir más incomoda a Willow de lo que debía estar, así que mejor quedarse apartada y al margen.
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Mensaje por Matthew J. Barlow Jue Jul 12, 2012 5:39 am

Tenía la sensación de que era el único que se sentía cómodo estando allí, los cuatro, disfrutando del agua helada. Prefería el frío al calor, pero aquello era pasarse. También adoraba el agua, pero estaba demasiado fría y le dolía todo el cuerpo. Ahora que lo pensaba, hasta su trabajo estaba relacionado con el agua. Frío y calor. Su deber era principalmente apagar incendios (apagaba más fuego estando en casa, tratando de cocinar que en otras casas del pueblo), utilizar el agua, acabar con el calor. Un trabajo perfecto para él. Cerró los ojos con fuerza, pero no apartó la cara, topándose así con toda el agua que le lanzaba Willow, aguantando la respiración para que no se le metiera por la nariz. En cuanto la tortura acabó, se frotó los ojos con fuerza, le picaban.

Sonrió y agitó los brazos en el agua, chapoteando como un crío cuando Sydney se unió a ellos y le siguió el juego a su mejor amigo, tirándole agua, nadando tras él como un tiburón para hundirlo completamente en el agua. Sólo para después salir y reír con una sonrisa malvada en su rostro. ¿Quién sería su siguiente víctima? Miró a ambas chicas con los ojos entrecerrados mientras movía los dedos de las manos en dirección a ellas. Se decantó por Willow cuando la volvió a ver mal. Matt era un poco despistado, rozando a veces la idiotez, pero sabía distinguir cuando una persona frente a él lloraba. Y no podía permitirlo, se sentía incluso culpable, ya que había sido él el que había llamado la atención de Sydney y Eve para que se acercaran a ellos. Y puede que Willow solo necesitara estar sola y desahogarse con alguien. ¡Pero lo había hecho intentando ayudar! Intuía que tampoco quería que la vieran llorar, así que la agarró por la cintura con un brazo para atraparla. Luego puso ambas manos en su cabeza y presionó hacia abajo, hundiéndola. La dejó libre en cuanto el agua cubrió sus ojos y eliminó sus lágrimas.

Se llevó las manos a la cabeza alarmado al recordar algo. Miró a Everett con la boca abierta y empezó a hacerle señas alarmado. Respiró profundamente y soltó el aire poco a poco tras haberse tranquilizado. ¡Se había dejado la tetera al fuego! Ni siquiera era capaz de hacer té sin que todo acabara en desastre. Everett no estaba en casa ya cuando él había empezado a experimentar, por lo que era imposible que hubiera apartado el aparato del fuego. ¡Se quemaría! ¡Haría un desastre en la cocina! ¡La caja de cartón!

-¡Va a explotar! -gritó de pronto -¡Fuego! -se golpeó la frente -¡La tetera!

Salió corriendo del agua, poniéndose sus zapatillas de deporte para salir corriendo por la arena. Los pequeños granos le molestaban en los pies, una sensación molesta pero a la vez familiar. Olvidó que su gorro estaba tirado en la arena. Lo mismo con su camiseta. Se dio la vuelta para despedirse con la mano de sus amigos y se recorrió el pueblo sin camiseta y empapado hasta llegar a la casa. No había tetera en el fuego. Ni siquiera tenían tetera en la que poder hacer té, solo una vieja tetera muy antigua que usaban de adorno. ¿Qué...? No entendía nada.
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