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Un café para llevar (Rebecca K. Campbell)
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Un café para llevar (Rebecca K. Campbell)
Sábado| 10:30 a.m| Sunny Day
Estaba completamente solo, en una calle que no acababa de distinguir. Me parecía extrañamente familiar pero mi mente estaba como demasiado adormilada como para poder reconocerla. Me hallaba un poco desorientado, sin saber que hacer y sentía un importante dolor de cabeza. No pude evitar llevarme las manos hacia ella, apretando mis sienes como si fuesen a estallar. En mi mueca se había dibujado una mueca de dolor y no pude evitar entrecerrar los ojos, como si aquello fuese a calmarme. Además, había una extraña luz que parecía que iba a cegarme.Al volver a abrir los ojos, me costó un poco enfocar bien la vista y darme cuenta de donde estaba. Me encontraba acostado en la cama de una habitación que no me resultaba familiar. Había sido un sueño, todo claro menos el dolor de cabeza y aquella claridad insoportable que parecía tener su origen en un sol radiante que brillaba a través de la ventana y me forzaba a fruncir el ceño y la mirada. ¿Nunca os ha parecido insoportable el sonido de una taladradora? Pues bien, aquello era lo que sentía ahora mismo en el interior de mi cabeza.
Me incorporé, sentándome en aquella cama intentando situarme, aunque seguía completamente desorientado. Con mi mano derecha empecé a masajearme la frente y entonces aparecieron unos flashes de la noche anterior. Había salido con Ian a tomar algo, pero aquello se nos había ido de las manos. Había conocido a una chica y, al parecer habíamos acabado en su casa. Sin embargo, no había nadie a mi lado. Me pareció escuchar el ruido de la ducha, y decidí que aquel era un buen momento para escaquearme. Me vestí rápidamente mis pantalones vaqueros y una camisa blanca de lino y cogí mi calzado, para ponérmelo cuando saliese de allí para hacer el menor sonido posible al salir de allí para que ella no se percatase. Tuve que reprimir unas náuseas ya que, pese a que la ventana estaba abierta y soplaba una suave brisa, lo cual agradecía, un fuerte olor a alcohol flotaba en el aire y parecía emanar de mí.
Así pues, salí de allí decidido a irme hacia casa. Según atravesé la puerta y me calcé, teniendo que volver a reprimir otra náusea al agacharme, me pareció ver la cafetería Granny's. " Mi salvación" Pensé para mi. Con suerte un café me despejaría un poco y, además, si el karma me sonriera quizás hasta dispndrían de algún analgésico para calmar aunque fuese un poco la cabeza que parecía que me iba a estallar en cualquier momento.
Me encaminé por la calle y atravesé la puerta al tiempo que el suave tintinear de las campanas anunciaba mi llegada. Me senté en uno de los taburetes de la barra. Pude ver mi cara reflejada en los espejos que había enfrente mía. Unas profundas ojeras adornaban mis ojos y tenía un buen manchón de carmín escarlata en el cuello. Comencé a frotar mi cuello con una servilleta mientras baja la vista y la fijaba en el servilletero. Siempre que estaba de resaca tenía frecuentes crisis de ausencia en las que me aisalaba de todo y me quedaba como pillado. Bien, acababa de tener una. Me di cuenta de que alguien se encontraba delante mía, seguramente fuese algún camarer@. Tan si quiera pude levantar la vista para fijarme en su rostro. - Un café para llevar, por favor, con leche de soja. Y si tuvieras algún analgésico, te lo agradecería eternamente. hoy no me encuentro demasiado católico. - Pese a que odiaba el café con todas mis fuerzas, necesitaba algo para despejarme y quitarme la sensación de que todo apestaba a alcohol.
Última edición por Michael C. Tallhart el Vie Ago 03, 2012 11:30 am, editado 1 vez
Michael C. Tallhart- Fauna
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Localización : Bajo el mar (?)
Fecha de inscripción : 30/07/2012
Re: Un café para llevar (Rebecca K. Campbell)
Rebecca suspiró para después bostezar con todas sus fuerzas. Estiraba sus brazos sobre su cabeza y movía sus muñecas. Se sentó en el borde de su cama y poco a poco abrió sus ojos. Su mascota le lamió sus pies descalzos y Becca gruñó, riendo por el contacto de la nariz y boca frías. Se levantó medio atontada y le sirvió sus croquetas a su hiperactiva perrita. Volvió a su habitación, recogió su bata y se metió al baño para darse una ducha, para empezar bien el día.
Dejó que el agua recorriera todo su cuerpo. Procedió a bañarse bien, demorando en el acto 20 minutos. Salió con el cabello empapado y despidiendo un aroma limpio y agradable. Frunció el ceño ligeramente cuando trató de recordar lo que habia hecho el viernes por la noche. Una copa con sus amigas era lo único que recordaba. Husmeó en su bolsa, verificando la cantidad de dinero que llevaba: efectivamente, sólo faltaba el monto de la bebida y del taxi a su casa. Suspiró agradecida ya que podría ir a Granny`s a desayunar algo, no le apetecía quedarse a hacer la colada y el desayuno...ese sábado lo dedicaría a despejarse: iría a Granny's, llevaría un buen libro y pasearía por Storybrooke abordo de su bicicleta.
Así, se vistió ( unos jeans, una blusa blanca y un saco informal color café claro, unos collares y unos zapatos color camello). Dejó a su perrita en el patio de su casa, agarró su bicicleta y emprendió el viaje de 10 minutos a la cafetería. Su cabello iba suelto, jugando con el aire libremente. Iba sonriendo ligeramente. Llegó al bendito local, estacionó su bici y entró, dejando que las campanas hicieran notar su llegada. Entró y saludó a algunas meseras que conocía bien. Ubicó lugares vacíos y se sentó en uno de en medio.
En la barra, escuchó lo que un muchacho pedía. Arqueó una ceja suavemente, acercándose tres asientos. Buscó en su bolsa y sacó unas tabletas de análgesico. La mesera le indicó que no tenía, así que Becca estiró su mano hasta tocar el hombro del chico. - Toma- comentó con una sonrisa dulce y cortés mientras le ofrecía la medicina.
Dejó que el agua recorriera todo su cuerpo. Procedió a bañarse bien, demorando en el acto 20 minutos. Salió con el cabello empapado y despidiendo un aroma limpio y agradable. Frunció el ceño ligeramente cuando trató de recordar lo que habia hecho el viernes por la noche. Una copa con sus amigas era lo único que recordaba. Husmeó en su bolsa, verificando la cantidad de dinero que llevaba: efectivamente, sólo faltaba el monto de la bebida y del taxi a su casa. Suspiró agradecida ya que podría ir a Granny`s a desayunar algo, no le apetecía quedarse a hacer la colada y el desayuno...ese sábado lo dedicaría a despejarse: iría a Granny's, llevaría un buen libro y pasearía por Storybrooke abordo de su bicicleta.
Así, se vistió ( unos jeans, una blusa blanca y un saco informal color café claro, unos collares y unos zapatos color camello). Dejó a su perrita en el patio de su casa, agarró su bicicleta y emprendió el viaje de 10 minutos a la cafetería. Su cabello iba suelto, jugando con el aire libremente. Iba sonriendo ligeramente. Llegó al bendito local, estacionó su bici y entró, dejando que las campanas hicieran notar su llegada. Entró y saludó a algunas meseras que conocía bien. Ubicó lugares vacíos y se sentó en uno de en medio.
En la barra, escuchó lo que un muchacho pedía. Arqueó una ceja suavemente, acercándose tres asientos. Buscó en su bolsa y sacó unas tabletas de análgesico. La mesera le indicó que no tenía, así que Becca estiró su mano hasta tocar el hombro del chico. - Toma- comentó con una sonrisa dulce y cortés mientras le ofrecía la medicina.
Rebecca K. Campbell- Humanos
- Soy : Caperucita Roja
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Empleo /Ocio : Pastelera.
Fecha de inscripción : 25/06/2012
Re: Un café para llevar (Rebecca K. Campbell)
Por más que me esforzaba por intentar recordar algo de la noche anterior, me resultaba completamente imposible. Tenía algunos flashbacks demasiado borrosos y que estaba seguro que tan si quiera estaban ordenados en el tiempo, así que decidí no forzar más mi memoria. Además, cuanto más lo intentaba más se incrementaba el dolor punzante de cabeza que sentía de modo que el coste/beneficio no era demasiado productivo.
Tras pedir el café y que la camarera se marchase, diciéndome que no tenía ningún analgésico, apoyé mis brazos sobre la barra y encima de ellos, la cabeza. En esos momentos era en los que mi subconsciente no para de pensar: "si ayer no hubieras bebido, ahora no estarías así". Era mi momento debildiad en el que hacía falsas promesas de que jamás volvería a probar una gota de alcohol. Mis amigos ya lo habían escuchado tantas veces salir de mis labios y habían comprobado el mismo número de veces que era jurar en vano, que ahora ya se lo tomaban a risa. Siempre me había escudado en aquello de: " Soy joven, ahora es el momento de hacerlo..." Aunque lo cierto es que los años iban pasando, las resacas se intensificaban ya que no las soportaba tan bien como antes, y yo seguía bebiendo exactamente lo mismo. Pensamientos de un sábado, patrocinados por Bombay Sapphire. Sabía que por mucho que dijese eso ahora, el próximo viernes estaría en la misma situación, así que era mejor dejar de ponerme así y aceptar la resaca como un hombre. Ya que el dolor de cabeza era por culpa mía, lo aguantaría todo el día como un autocastigo. Quizás así acabaría dejándolo definitivamente.
Seguía ensimismado en mis pensamientos, cuando sentí que alguien me golpeaba el hombro. Extrañado, me giré y vi a una chica morena que me ofrecía sonriente un analgésico. Seguramente me hubiese escuchado hablar con la camarera. O eso, o es que mi cara era demasiado evidente. Al escuchar su respuesta, mi intento por permanecer fuerte y no sucumbir frente a los calmantes se derrumbaron como un castillo de naipes ante una brisa de aire. Rápidamente agarre el blister y cogí dos pastillas. Me las introduje en la boca y las tragué sin beber nada. Estaba ya demasiado acostumbrado a esa rutina. Suspiré ligeramente aliviado, como si el simple acto ya me hubiese calmado ligeramente el dolor. Aquello era claramente el efecto placebo. Sonreí hacia la chica, tendiéndole de nuevo el blister de pastillas - Muchísimas gracias, creo que ahora mismo acabas de salvarme la vida - Me reí por la exageración que acababa de hacer y la miré a los ojos. Había algo en ella que me sonaba ligeramente familiar. - Por cierto, no se deben tomar dos pastillas de... - fijé mi vista un momento en el blister para fijarme en lo que acababa de tomar - Ibuprofeno. Bueno, de cualquier cosa. Realmente no aumenta su efecto terapéutico, todo lo contrario, aumenta el tóxico sin aumentar los beneficios pero... No sé, siempre lo hago por costumbre - Me encogí de hombros. en ese momento llegó la camarera con un gran café en un recipiente de plástico, tal como se lo había pedido. volví a mirar hacia la chica. - ¿Has pedido ya? Lo mínimo que puedo hacer para agradecértelo es invitarte a algo y no acepto un no por respuesta, así que si ibas a negarte ahórratelo. - Saque de mi bolsillo la cartera y extraje unos cuantos dólares para pagar mi café y el pedido de la chica, sin darle tiempo a que protestase si iba a hacerlo. Le indiqué a la camarera que se quedase con la propina con una sonrisa. Me acomode en el taburete y volví a clavar i vista en la muchacha, entrecerrando un poco los ojos mientras intentaba pensar de que me podría sonar - Juraría que te conozco de algo... pero no acabo de darme cuenta. ¿eres.. amiga de Savannha? - Creía recordar haberlas visto alguna vez juntas aunque, sinceramente, tampoco pondría la mano en el fuego.
Tras pedir el café y que la camarera se marchase, diciéndome que no tenía ningún analgésico, apoyé mis brazos sobre la barra y encima de ellos, la cabeza. En esos momentos era en los que mi subconsciente no para de pensar: "si ayer no hubieras bebido, ahora no estarías así". Era mi momento debildiad en el que hacía falsas promesas de que jamás volvería a probar una gota de alcohol. Mis amigos ya lo habían escuchado tantas veces salir de mis labios y habían comprobado el mismo número de veces que era jurar en vano, que ahora ya se lo tomaban a risa. Siempre me había escudado en aquello de: " Soy joven, ahora es el momento de hacerlo..." Aunque lo cierto es que los años iban pasando, las resacas se intensificaban ya que no las soportaba tan bien como antes, y yo seguía bebiendo exactamente lo mismo. Pensamientos de un sábado, patrocinados por Bombay Sapphire. Sabía que por mucho que dijese eso ahora, el próximo viernes estaría en la misma situación, así que era mejor dejar de ponerme así y aceptar la resaca como un hombre. Ya que el dolor de cabeza era por culpa mía, lo aguantaría todo el día como un autocastigo. Quizás así acabaría dejándolo definitivamente.
Seguía ensimismado en mis pensamientos, cuando sentí que alguien me golpeaba el hombro. Extrañado, me giré y vi a una chica morena que me ofrecía sonriente un analgésico. Seguramente me hubiese escuchado hablar con la camarera. O eso, o es que mi cara era demasiado evidente. Al escuchar su respuesta, mi intento por permanecer fuerte y no sucumbir frente a los calmantes se derrumbaron como un castillo de naipes ante una brisa de aire. Rápidamente agarre el blister y cogí dos pastillas. Me las introduje en la boca y las tragué sin beber nada. Estaba ya demasiado acostumbrado a esa rutina. Suspiré ligeramente aliviado, como si el simple acto ya me hubiese calmado ligeramente el dolor. Aquello era claramente el efecto placebo. Sonreí hacia la chica, tendiéndole de nuevo el blister de pastillas - Muchísimas gracias, creo que ahora mismo acabas de salvarme la vida - Me reí por la exageración que acababa de hacer y la miré a los ojos. Había algo en ella que me sonaba ligeramente familiar. - Por cierto, no se deben tomar dos pastillas de... - fijé mi vista un momento en el blister para fijarme en lo que acababa de tomar - Ibuprofeno. Bueno, de cualquier cosa. Realmente no aumenta su efecto terapéutico, todo lo contrario, aumenta el tóxico sin aumentar los beneficios pero... No sé, siempre lo hago por costumbre - Me encogí de hombros. en ese momento llegó la camarera con un gran café en un recipiente de plástico, tal como se lo había pedido. volví a mirar hacia la chica. - ¿Has pedido ya? Lo mínimo que puedo hacer para agradecértelo es invitarte a algo y no acepto un no por respuesta, así que si ibas a negarte ahórratelo. - Saque de mi bolsillo la cartera y extraje unos cuantos dólares para pagar mi café y el pedido de la chica, sin darle tiempo a que protestase si iba a hacerlo. Le indiqué a la camarera que se quedase con la propina con una sonrisa. Me acomode en el taburete y volví a clavar i vista en la muchacha, entrecerrando un poco los ojos mientras intentaba pensar de que me podría sonar - Juraría que te conozco de algo... pero no acabo de darme cuenta. ¿eres.. amiga de Savannha? - Creía recordar haberlas visto alguna vez juntas aunque, sinceramente, tampoco pondría la mano en el fuego.
Michael C. Tallhart- Fauna
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Fecha de inscripción : 30/07/2012
Re: Un café para llevar (Rebecca K. Campbell)
Katherine solía ser muy cuidadosa en cuanto a medicinas se trataba, solía ir con el Doctor Sullivan por cualquier enfermedad y no solía automedicarse. Sin embargo, habian momentos en el que un simple analgésico curaba sus males así que no se alarmó cuando el chico aceptó las pastillas. Becca ensanchó su sonrisa, asintiendo levemente. - De nada, espero que te sientas mejor- comentó con amabilidad mientras se recorría un asiento más hacia el muchacho, quien lucía cansado y con un ligero aire a resaca. Su ligera risa se unió a la de él y ella negó suavemente con su cabeza. - Entonces soy tu salvadora- comentó divertida mientras agarraba la carta, pensando en qué iba a pedirle a ala mesera.
Mientras leía, le llegó un ligerísimo olor a alcohol proveniente de él. Ladeó su cabeza, esperando que no haya tomado alcohol antes de esas pastillas...podrían hacerle daño, ya que nadie debía mezclar esas dos cosas. Arrugó su nariz, ademán que solía hacer cuando pensaba en algo. Sacó la cajita de la medicina y leyó los ingredientes activos. Como él lo había dicho, era Ibuprofeno. Y según él, no se debían de tomar mas de dos pastillas, cosa que tendría en mente la de cabello azabache. Alzó sus cejas con curiosidad y guardó las sobrantes en su bolsa. - Mientras no te desmayes o te de un ataque aquí, todo está bien- opinó sin borrar su sonrisa.
Antes de que pudiera pedirle su bebida a la mesera, el chico le comentó que le invitaría el desayuno. Becca abrió sus ojos, sonrojándose y negando con la cabeza.- Oh no, no te molestes- murmuró atropelladamente, sin poder parar la determinación de su acompañante. Sus palabras se fueron como el viento y el chico pagó, dejando a Becca algo apenada. Carraspeó y le sonrió. - Gracias- y se dirigió a la mesera - Traigame un capuccino con caramelo, por favor- pidió en tono cortés y la muchacha se fue. Pasó una mano por su cabello ondulado, suspirando ligeramente mientras dirigía su mirada a los ojos azules del chico.
- No tenías que haberte molestado- comentó en un tono dulce y amable mientras sonreía ligeramente. Entonces notó que la escudriñaba con la mirada. Asintió ante la pregunta que le formulaba. - Así, Savannah y yo somos dueñas de la pastelería- comentó contenta mientras extendía su mano. - Rebecca Campbell- pronunció su nombre como presentación. Ladeo su cabeza hacia la derecha y alzo sus cejas. -tengo el placer de halar con...- murmuro mientras esperaba el no,bre del rubio.
Mientras leía, le llegó un ligerísimo olor a alcohol proveniente de él. Ladeó su cabeza, esperando que no haya tomado alcohol antes de esas pastillas...podrían hacerle daño, ya que nadie debía mezclar esas dos cosas. Arrugó su nariz, ademán que solía hacer cuando pensaba en algo. Sacó la cajita de la medicina y leyó los ingredientes activos. Como él lo había dicho, era Ibuprofeno. Y según él, no se debían de tomar mas de dos pastillas, cosa que tendría en mente la de cabello azabache. Alzó sus cejas con curiosidad y guardó las sobrantes en su bolsa. - Mientras no te desmayes o te de un ataque aquí, todo está bien- opinó sin borrar su sonrisa.
Antes de que pudiera pedirle su bebida a la mesera, el chico le comentó que le invitaría el desayuno. Becca abrió sus ojos, sonrojándose y negando con la cabeza.- Oh no, no te molestes- murmuró atropelladamente, sin poder parar la determinación de su acompañante. Sus palabras se fueron como el viento y el chico pagó, dejando a Becca algo apenada. Carraspeó y le sonrió. - Gracias- y se dirigió a la mesera - Traigame un capuccino con caramelo, por favor- pidió en tono cortés y la muchacha se fue. Pasó una mano por su cabello ondulado, suspirando ligeramente mientras dirigía su mirada a los ojos azules del chico.
- No tenías que haberte molestado- comentó en un tono dulce y amable mientras sonreía ligeramente. Entonces notó que la escudriñaba con la mirada. Asintió ante la pregunta que le formulaba. - Así, Savannah y yo somos dueñas de la pastelería- comentó contenta mientras extendía su mano. - Rebecca Campbell- pronunció su nombre como presentación. Ladeo su cabeza hacia la derecha y alzo sus cejas. -tengo el placer de halar con...- murmuro mientras esperaba el no,bre del rubio.
Rebecca K. Campbell- Humanos
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Fecha de inscripción : 25/06/2012
Re: Un café para llevar (Rebecca K. Campbell)
Desde luego, no podría negar que la chica estaba siendo muy amable. Pese a que alguien podría pensar que era un poco cotilla, por escuchar mi conversación con la camarera al haberle pedido los calmantes, eso había logrado que ella me las ofreciera. Así que si, como ella había dicho: en estos momentos era mi salvadora. Parecía muy dulce y educada. " La verdad, es que he tenido suerte." Pensé, ya que tampoco era demasiado fácil encontrar a gente así. Normalmente las personas estaban sumidas única y exclusivamente en sus propios problemas, sin el mínimo intees de ayudar a alguien aunque no le exigiese demasiado esfuerzo - Pues ahora mismo, no te lo voy a negar - Me reí por su comentario de que era mi salvadora, retomando el hilo - Normalmente suelo andar con un blister en el bolsillo, pero parece que se me olvida en los momentos más inoportunos - O se me había olvidado o, simplemente, la noche anterior lo había perdido. Unido todo al hecho de no haber dormido en casa y, por tanto, no haber tenido acceso a mi "pequeño" gran botiquín de medicinas me habían colocado en esta situación. Sin embargo, había priorizado café sobre inbuprofeno. Quizás una decisión un poco precipitada.
Me fijé como la joven sacaba la caja del medicamento y empezaba a leer, seguramente para cerciorase de que estaba en lo correcto. No pude evitar esbozar una sonrisa nuevamente, ya que si supiera que estaba terminando mi residencia en el hospital probablemente no hubiera procedido de esa forma. Pero no era una información que iba dando por ahí sin que me preguntasen. Me reí por lo que dijo y negué con la cabeza, como desechando la idea - no te preocupes, quizás si fuese alérgico no te diría que no llegara a pasarme... Pero el ibuprofeno lo tengo bajo control - Ese movimiento de cabeza había provocado que me volviese a dar un pequeño mareo, así que decidí no volver a hacer más movimientos con la cabeza.
Como había anticipado, la joven parecía negarse a que la invitara aunque, gracias a mi insistencia acabó aceptándolo y pidió un capuccino con caramelo - No hay de qué, además recuerda... Eres mi salvadora, es lo mínimo que podía hacer. - Volví a reirme. Esta chica era bastante simpática y me estaba poniendo de muy buen humor el charlar con ella. La camarera trajo lo que ella había pedido, así que los dos ya estábamos servidos - Muchas gracias - Dije dulcemente hacia la camarera. Estaba acostumbrado a decirlo, mis padres me habían enseñado a hacerlo cuando era pequeño y desde aquellas siempre lo decía con mucha asiduidad por cualquier cosa. De hecho, alguno de mis amigos se solían burlar de mi por lo educado que era, pero jamás me había parecido algo malo.
Ella me dijo que no había echo falta que la hubiese invitado - Bah, tonterías. Además soy una persona bastante tozuda, y como se me meta algo entre ceja y ceja... - Esbocé nuevamente una sonrisa. Alcancé con mi mano derecha mi café y le di un sorbo. Tras dejarlo de nuevo sobre la barra del bar, en mi rostro se dibujó una mueca. - Odio el café, pero sinceramente hoy lo necesitaba.
La chica me dijo que era la dueña de la pastelería de Savannha junto a ella. Yo arqueé las cejas, como si hubiera caído en la cuenta - Claro, esto lo explica todo - Sabía que Savannah me había hablado alguna vez de ella y, desde luego, nunca había escuchado malas palabras sobre ella. Me extendió una mano y se presentó como Rebecca. Yo se la estreché, con otra sonrisa - Es un placer. Yo soy Michael Tallhart, Mike para los amigos y la verdad es que preferiría que me llamases así. Michael lo suelen utilizar cuando está alguien enfadado conmigo... Así que ya lo suelo asociar a algo malo - Me reí y solté su mano. Miré hacia los lados, buscando alguna mesa libre en la que pudieramos sentarnos para charlar más cómodamente. Los taburetes eran cómodos, pero no tanto como las sillas de la cafetería - La verdad es que ya había escuchado hablar de ti. Debes de causarle muy buena impresión a Savannah, ya que solo he escuchado maravillas sobre ti - Le guiñe un ojo. Estiré mis brazos, que estaba algo entumecidos. Cogí mi café y miré hacia Rebecca. - ¿Te apetece sentarte en una mesa? Así estaríamos mas cómodos y no molestamos por si alguien quiere algo para llevar.
Me fijé como la joven sacaba la caja del medicamento y empezaba a leer, seguramente para cerciorase de que estaba en lo correcto. No pude evitar esbozar una sonrisa nuevamente, ya que si supiera que estaba terminando mi residencia en el hospital probablemente no hubiera procedido de esa forma. Pero no era una información que iba dando por ahí sin que me preguntasen. Me reí por lo que dijo y negué con la cabeza, como desechando la idea - no te preocupes, quizás si fuese alérgico no te diría que no llegara a pasarme... Pero el ibuprofeno lo tengo bajo control - Ese movimiento de cabeza había provocado que me volviese a dar un pequeño mareo, así que decidí no volver a hacer más movimientos con la cabeza.
Como había anticipado, la joven parecía negarse a que la invitara aunque, gracias a mi insistencia acabó aceptándolo y pidió un capuccino con caramelo - No hay de qué, además recuerda... Eres mi salvadora, es lo mínimo que podía hacer. - Volví a reirme. Esta chica era bastante simpática y me estaba poniendo de muy buen humor el charlar con ella. La camarera trajo lo que ella había pedido, así que los dos ya estábamos servidos - Muchas gracias - Dije dulcemente hacia la camarera. Estaba acostumbrado a decirlo, mis padres me habían enseñado a hacerlo cuando era pequeño y desde aquellas siempre lo decía con mucha asiduidad por cualquier cosa. De hecho, alguno de mis amigos se solían burlar de mi por lo educado que era, pero jamás me había parecido algo malo.
Ella me dijo que no había echo falta que la hubiese invitado - Bah, tonterías. Además soy una persona bastante tozuda, y como se me meta algo entre ceja y ceja... - Esbocé nuevamente una sonrisa. Alcancé con mi mano derecha mi café y le di un sorbo. Tras dejarlo de nuevo sobre la barra del bar, en mi rostro se dibujó una mueca. - Odio el café, pero sinceramente hoy lo necesitaba.
La chica me dijo que era la dueña de la pastelería de Savannha junto a ella. Yo arqueé las cejas, como si hubiera caído en la cuenta - Claro, esto lo explica todo - Sabía que Savannah me había hablado alguna vez de ella y, desde luego, nunca había escuchado malas palabras sobre ella. Me extendió una mano y se presentó como Rebecca. Yo se la estreché, con otra sonrisa - Es un placer. Yo soy Michael Tallhart, Mike para los amigos y la verdad es que preferiría que me llamases así. Michael lo suelen utilizar cuando está alguien enfadado conmigo... Así que ya lo suelo asociar a algo malo - Me reí y solté su mano. Miré hacia los lados, buscando alguna mesa libre en la que pudieramos sentarnos para charlar más cómodamente. Los taburetes eran cómodos, pero no tanto como las sillas de la cafetería - La verdad es que ya había escuchado hablar de ti. Debes de causarle muy buena impresión a Savannah, ya que solo he escuchado maravillas sobre ti - Le guiñe un ojo. Estiré mis brazos, que estaba algo entumecidos. Cogí mi café y miré hacia Rebecca. - ¿Te apetece sentarte en una mesa? Así estaríamos mas cómodos y no molestamos por si alguien quiere algo para llevar.
Michael C. Tallhart- Fauna
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Re: Un café para llevar (Rebecca K. Campbell)
Becca rió ligeramente al escuchar lo que decía él. Vaya, ya había hecho su buena acción del día: esa era una creencia parecida al Karma en la que debía ayudar a la personas cada día, sin importar quien fuere. El punto era hacer una buena acción que repercutiera positivamente en los demás. Abrió sus ojos, un velo de preocupación se asomó por ellos y ladeó la cabeza. No había pensando en ese asunto de las alergias. -Pude haberte matado- murmuró. Sacudió levemente su cabeza, alejando ese pensamiento que obviamente no tenía lugar ya que el chico no mostraba indicios de reacciones adversas al Ibuprofeno. Suspiró un poco aliviada, recobrando su sonrisa abierta. - pero que bueno que no fue así- comentó rascandose su cabeza.
Notó como le dolía la cabeza al muchacho. Ese hecho aunado al olorcillo a alcohol y el café....seguramente el pobre estaba pasando por una terrible y dura resaca. Kath nunca se había emborrachado hasta el punto de olvidar donde vivía, lo único a lo que había llegado era a experimentar fuertes dolores de cabeza la mañana siguiente y ya. No era tolerante al alcohol, con 3 copas ya tenía suficiente. En medio de su pensamiento y la plática, la mesera llegó con su pedido. Levantó la vista hacia ella. - muchas Gracias- comentó en un tono cortés. Estiró su mano, agarró un sobrecito de azúcar moscabada y le vació en su café. - ¿Odias el café?- preguntó la chica con una suave sonrisa mientras sostenía la mirada azul de él. - A mi me gusta más su olor que el sabor- murmuró mientras se llevaba a la boca su bebida humeante y le daba un pequeño sorbo ya que estaba caliente y no quería quemarse.
-Persona perseverante- indicó entrecerrando sus ojos verdes. Al contestar que era amiga de Savannah, toda la gente parecía recordar automáticamente a la pobre de Becca, era como si estuviera escondida detrás de su mejor amiga. O eclipsada. O tal vez, en el trabajo, la de cabello ondulado andaba en la luna y nunca ponía demasiada atención en quién compraba y quien no. Un detalle que solía relucir cuando conocía a nuevas personas. Asintió de nuevo. - Asi es , Sav es amiga mía- confirmó con una sonrisa cálida. Sonrio un poco más, apretando la mano de él. Firme, grande y de un tacto preciso. - El placer es mío, Michael- comentó e imediatamente se sonrojó, ladeando la cabeza. - Mike- corrigió, riendo un poco ante su equivocación. - Lo mismo me pasa cuando me llaman Katherine, aunque puedes decirme como te plazca- comentó mientras alzaba su bebida para darle otro sorbo.
Suspiró suavemente y encogió sus hombros en señal de modestia. Becca era concocida por ser una chica amable, dulce e inteligente además que todos congeniaban con ella. En fin, era muy dificil que alguien hablara pestes de alguien como ella. Ante el guiño del ojo, ella simplemente respondió con una sonrisa. Escuchó su idea. - Oh, claro, vayamos a esa mesa que esta desocupada- estiró su mano y señaló una mesa vacía a pocos pasos del ventanal que daba a la calle. La iluminación era muy bonita en esa parte del local, el sol no llegaba a acalorarte. Tomaron asiento y dejaron sus bebidas. - ¿y a qué te dedicas?- preguntó curiosa, siguiendo la plática amena. Realmente la mañana estaba tomando matices muy padres, la compañía de Michael era agradable e interesante.
Notó como le dolía la cabeza al muchacho. Ese hecho aunado al olorcillo a alcohol y el café....seguramente el pobre estaba pasando por una terrible y dura resaca. Kath nunca se había emborrachado hasta el punto de olvidar donde vivía, lo único a lo que había llegado era a experimentar fuertes dolores de cabeza la mañana siguiente y ya. No era tolerante al alcohol, con 3 copas ya tenía suficiente. En medio de su pensamiento y la plática, la mesera llegó con su pedido. Levantó la vista hacia ella. - muchas Gracias- comentó en un tono cortés. Estiró su mano, agarró un sobrecito de azúcar moscabada y le vació en su café. - ¿Odias el café?- preguntó la chica con una suave sonrisa mientras sostenía la mirada azul de él. - A mi me gusta más su olor que el sabor- murmuró mientras se llevaba a la boca su bebida humeante y le daba un pequeño sorbo ya que estaba caliente y no quería quemarse.
-Persona perseverante- indicó entrecerrando sus ojos verdes. Al contestar que era amiga de Savannah, toda la gente parecía recordar automáticamente a la pobre de Becca, era como si estuviera escondida detrás de su mejor amiga. O eclipsada. O tal vez, en el trabajo, la de cabello ondulado andaba en la luna y nunca ponía demasiada atención en quién compraba y quien no. Un detalle que solía relucir cuando conocía a nuevas personas. Asintió de nuevo. - Asi es , Sav es amiga mía- confirmó con una sonrisa cálida. Sonrio un poco más, apretando la mano de él. Firme, grande y de un tacto preciso. - El placer es mío, Michael- comentó e imediatamente se sonrojó, ladeando la cabeza. - Mike- corrigió, riendo un poco ante su equivocación. - Lo mismo me pasa cuando me llaman Katherine, aunque puedes decirme como te plazca- comentó mientras alzaba su bebida para darle otro sorbo.
Suspiró suavemente y encogió sus hombros en señal de modestia. Becca era concocida por ser una chica amable, dulce e inteligente además que todos congeniaban con ella. En fin, era muy dificil que alguien hablara pestes de alguien como ella. Ante el guiño del ojo, ella simplemente respondió con una sonrisa. Escuchó su idea. - Oh, claro, vayamos a esa mesa que esta desocupada- estiró su mano y señaló una mesa vacía a pocos pasos del ventanal que daba a la calle. La iluminación era muy bonita en esa parte del local, el sol no llegaba a acalorarte. Tomaron asiento y dejaron sus bebidas. - ¿y a qué te dedicas?- preguntó curiosa, siguiendo la plática amena. Realmente la mañana estaba tomando matices muy padres, la compañía de Michael era agradable e interesante.
Rebecca K. Campbell- Humanos
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Re: Un café para llevar (Rebecca K. Campbell)
Mi user hoy está como su pj, así que sorry por el cutre mensaje >_< XD
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Me fije en la cara que se le quedó a Becca cuando le dije lo de la alergia. Parecía que no había deparado en ese detalle y ahora dándose cuenta del riesgo agradeció que no hubiese pasado nada. No pude evitar emitir una suave carcajada. Tenía que reconocer que la resaca se estaba haciendo más llevadera al hablar con aquella chica. Parecía muy inocente y simpática, una compañía del todo agradable. - Si hubiera pasado algo creo que pasarías a ser conocida en la cafetería como la chica que intentó matarme. Si a eso le añadimos que el pueblo no es muy grande que digamos, seguramente acabarías ganándote la fama por todos. Aunque, bien pensado, quizás le diera publicidad a la pastelería. Viéndolo así, quizás hubiera sido una idea acertada - Lo último lo añadí con tono pensativo, acariciando mi barbilla con mi dedo índice e intentando reprimir la risa, aunque no duró demasiado tiempo. - Me acaba de encantar tu cara, en serio. Pero no te preocupes, esas cosas las tengo controladas. Además, solo tengo una alergia y es al polen. Y aún por encima me he vacunado frente a ella así que... Creo que en ese ámbito estoy completamente a salvo - Le eché la lengua en un arrebato un poco infantil.
Después de que nos trajeran lo que habíamos pedido, Becca afirmó que le gustaba mas el olor que el sabor. Yo asentí, dándole completamente la razón. - Ya, la verdad es que una de las cosas que más me gusta de las cafeterías es el olor de café recién hecho. Además, es como si quisiera engañarnos. A mi de pequeño por el simple olor, ya quería probarlo. Si a eso le sumas que mis padres no me dejaban, comprenderás que mi obsesión por tomarlo se incrementó todavía más. Y cuando por fin llegó el día que tomé mi primera taza de café, me llevé la decepción más grande de mi vida. - Me rasqué la nuca, sopesando las palabras que acababan de emitir mis labios. - Bueno, quizás haya exagerado un poco. No te voy a mentir, a veces me gusta un poco dramatizar las cosas para darle algo más de gracia a las cosas - Esbocé una sonrisa. Que había exagerado un poco, era quedarse cortos. Que todos los males del mundo fueran esos, entonces la ente no tendría preocupaciones y seguramente el mundo fuese un lugar mejor. Pero había que vivir en el mundo real, nada de sueños, para no darte de bruces contra nada ni nadie. Era una lección que todo el mundo debía aprender. Al fin y al cabo, los finales felices solamente existían en los cuentos.
No pude evitar sonreir cuando Rebecca me llamó por el nombre completo y me apresuré a negar con la cabeza, restándole importancia . - Tranquila, me acabas de conocer. Es normal que al principio se te escape. Es más, mucha gente considera que es una estupidez pero no sé.. estoy acostumbrado a ello - Me encogí de hombros. Hasta donde recordaba, cada vez que alguien me llamaba "Michael" era porque había hecho algo más, por lo que ahora escucharlo entero me hacía sentir culpable por algo que seguramente tan siquiera hubiese hecho. Me dijo que podía llamarla como quisiera y la miré pensativo - Entonces... Creo que sino te molesta, te llamaré Becca. Siempre me ha gustado ese nombre y, por costumbre, también solo suelo utilizar el nombre completo cuando estoy cabreado o cuando estoy trabajando.
Parecía que la idea de que nos desplazásemos a una mesa le había gustado, así que tras coger nuestras consumiciones nos dirigimos hacia allí. Era un día muy luminoso; la verdad es que si normalmente eso no me gustaba demasiado, ya que odiaba cuando había demasiada claridad, de resaca me estaba matando. Aunque era una buena forma de despejarme del todo. Comenzaba a sentir además el efecto del cafe en mi organismo. - Pues... trabajo en el hospital. Soy residente de 3 año de cirugía general y digestiva. - Bajé mi mirada hacia la mesa unos segundos mientras con mi mano removía el vaso de plástico. Decir que era médico, un sábado por la mañana con una de las resacas de mi vida no era muy profesional. - Sé que choca un poco ver un médico de resaca en una cafetería poco antes del mediodía, si era eso lo que estabas pensando. Pero bueno, prefiero pensar que soy un joven que está intentando disfrutar de sus últimos años de juventud. - Me reí mientras volvía a alzar mi mirada hacia ella y terminé la carcajada con una sonrisa hacia ella. - Cuando sea médico ya se me terminarán estas cosas. Además... siempre que me dicen de salir es como si un mecanismo interno me impidiera decir que no. - Dejé el café sobre la mesa y empecé a hacer que chocasen mis dedos índices, poniendo cara de niño bueno que nunca hubiera roto un plato. - En realidad, la culpa no es mía.. Es de uno de mis compañeros de piso, que me lleva por el mal camino y de la sociedad - Aseveré como si tuviese toda la razón del mundo - ¿Ha colado? - Pregunté mientras arqueaba mi ceja izquierda y mostraba una mueca esperanzada.
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Me fije en la cara que se le quedó a Becca cuando le dije lo de la alergia. Parecía que no había deparado en ese detalle y ahora dándose cuenta del riesgo agradeció que no hubiese pasado nada. No pude evitar emitir una suave carcajada. Tenía que reconocer que la resaca se estaba haciendo más llevadera al hablar con aquella chica. Parecía muy inocente y simpática, una compañía del todo agradable. - Si hubiera pasado algo creo que pasarías a ser conocida en la cafetería como la chica que intentó matarme. Si a eso le añadimos que el pueblo no es muy grande que digamos, seguramente acabarías ganándote la fama por todos. Aunque, bien pensado, quizás le diera publicidad a la pastelería. Viéndolo así, quizás hubiera sido una idea acertada - Lo último lo añadí con tono pensativo, acariciando mi barbilla con mi dedo índice e intentando reprimir la risa, aunque no duró demasiado tiempo. - Me acaba de encantar tu cara, en serio. Pero no te preocupes, esas cosas las tengo controladas. Además, solo tengo una alergia y es al polen. Y aún por encima me he vacunado frente a ella así que... Creo que en ese ámbito estoy completamente a salvo - Le eché la lengua en un arrebato un poco infantil.
Después de que nos trajeran lo que habíamos pedido, Becca afirmó que le gustaba mas el olor que el sabor. Yo asentí, dándole completamente la razón. - Ya, la verdad es que una de las cosas que más me gusta de las cafeterías es el olor de café recién hecho. Además, es como si quisiera engañarnos. A mi de pequeño por el simple olor, ya quería probarlo. Si a eso le sumas que mis padres no me dejaban, comprenderás que mi obsesión por tomarlo se incrementó todavía más. Y cuando por fin llegó el día que tomé mi primera taza de café, me llevé la decepción más grande de mi vida. - Me rasqué la nuca, sopesando las palabras que acababan de emitir mis labios. - Bueno, quizás haya exagerado un poco. No te voy a mentir, a veces me gusta un poco dramatizar las cosas para darle algo más de gracia a las cosas - Esbocé una sonrisa. Que había exagerado un poco, era quedarse cortos. Que todos los males del mundo fueran esos, entonces la ente no tendría preocupaciones y seguramente el mundo fuese un lugar mejor. Pero había que vivir en el mundo real, nada de sueños, para no darte de bruces contra nada ni nadie. Era una lección que todo el mundo debía aprender. Al fin y al cabo, los finales felices solamente existían en los cuentos.
No pude evitar sonreir cuando Rebecca me llamó por el nombre completo y me apresuré a negar con la cabeza, restándole importancia . - Tranquila, me acabas de conocer. Es normal que al principio se te escape. Es más, mucha gente considera que es una estupidez pero no sé.. estoy acostumbrado a ello - Me encogí de hombros. Hasta donde recordaba, cada vez que alguien me llamaba "Michael" era porque había hecho algo más, por lo que ahora escucharlo entero me hacía sentir culpable por algo que seguramente tan siquiera hubiese hecho. Me dijo que podía llamarla como quisiera y la miré pensativo - Entonces... Creo que sino te molesta, te llamaré Becca. Siempre me ha gustado ese nombre y, por costumbre, también solo suelo utilizar el nombre completo cuando estoy cabreado o cuando estoy trabajando.
Parecía que la idea de que nos desplazásemos a una mesa le había gustado, así que tras coger nuestras consumiciones nos dirigimos hacia allí. Era un día muy luminoso; la verdad es que si normalmente eso no me gustaba demasiado, ya que odiaba cuando había demasiada claridad, de resaca me estaba matando. Aunque era una buena forma de despejarme del todo. Comenzaba a sentir además el efecto del cafe en mi organismo. - Pues... trabajo en el hospital. Soy residente de 3 año de cirugía general y digestiva. - Bajé mi mirada hacia la mesa unos segundos mientras con mi mano removía el vaso de plástico. Decir que era médico, un sábado por la mañana con una de las resacas de mi vida no era muy profesional. - Sé que choca un poco ver un médico de resaca en una cafetería poco antes del mediodía, si era eso lo que estabas pensando. Pero bueno, prefiero pensar que soy un joven que está intentando disfrutar de sus últimos años de juventud. - Me reí mientras volvía a alzar mi mirada hacia ella y terminé la carcajada con una sonrisa hacia ella. - Cuando sea médico ya se me terminarán estas cosas. Además... siempre que me dicen de salir es como si un mecanismo interno me impidiera decir que no. - Dejé el café sobre la mesa y empecé a hacer que chocasen mis dedos índices, poniendo cara de niño bueno que nunca hubiera roto un plato. - En realidad, la culpa no es mía.. Es de uno de mis compañeros de piso, que me lleva por el mal camino y de la sociedad - Aseveré como si tuviese toda la razón del mundo - ¿Ha colado? - Pregunté mientras arqueaba mi ceja izquierda y mostraba una mueca esperanzada.
Michael C. Tallhart- Fauna
- Soy : Sebastian
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Empleo /Ocio : Cirujano
Localización : Bajo el mar (?)
Fecha de inscripción : 30/07/2012
Re: Un café para llevar (Rebecca K. Campbell)
Becca rió mientras pasaba una mano por su cabello. - "Campbell ha asesinado al joven Tallhart. Llévese un pastel de regalo "- comento con una voz de comentarista de los noticieros, haciendo su voz más gruesa. Ladeó la cabeza en señal de relajamiento y suspiró después de reir un poco más.- Sería una excelente campaña publicitaria- musitó divertida para después darle otro sorbo a su café el cual ya no estaba tan caliente, pudiendo así disfrutar de la bebida.
- Yo soy alérgica al veneno de abeja y me aterro cuando veo una cerca- comentó como dato al escuchar de su alergia al polen. Cuando era niña la llevaron a diversos tratamientos por si le llegaba a picar una abeja y como Mike, estaba segura: si no se acercaba a esos insecto, no le pasaría nada. Alzó sus cejas y le sacó la lengua, imitando la infantil pero divertida acción de Mike. Abrió sus ojos y frunció el ceño, algo curiosa. Se sonrojó un poco y carraspeó, dandole otro sorbo a su bebida.
Asintió ante lo que decía el ojiazul. Rió un poco, esbozando una cálida sonrisa ante la exageración de él ante la desiulusión que el sabor amargo del café le había provocado cuando era un niño. Movió su cabeza, acomodando así su cabello. - Bueno, yo me lleve la mayor desilusión de mi vida cuando descubrí que la luna no era de queso y cuando investigué el origen de Papá noel- comentó con una suave sonrisa mientras recordaba esos sucesos. El primero era una dulce creencia infantil alimentada por películas de Sagan y de índole cientifica. Cuando descubrió la composición de la luna, se puso triste pero al mismo tiempo se maravilló. en lo segundo, era la ilusión alimentada desde niña así que cuando a sus doce años se enteró de la gran mentira, no supo que hacer. Simplemente lo asimiló en silencio.
Katherine hizo ademán con las manos de "No pasa nada" ya que ella misma solía exagerar la mayoría de las veces sobre sucesos que le contaba a Savannah o a los demás.- Es para ponerle emoción al asunto- comentó, refiriendose a las exageraciones. Siguió escuchandolo y rió entre dientes mientras inclinaba un poquito más su cuerpo hacia él para escucharlo mejor. - Te entiendo, si alguien me llama Katherine automáticamente pienso que metí la pata o que algo hice mal- confesó con total naturalidad mientras sonreía ligeramente. Asintió, ensanchando su sonrisa. - Claro, no me molesta.- comentó amablemente. Todos le decían becca, asi que era completamente normal escuchar ese diminutivo. El unico que no le gustaba era becky , afortunadamente nadie la llamaba de esa manera.
Kate abrió sus ojos los cuales destilaban un poco de sorpresa.- Guau- dejó escapar al escuchar que estaba sentada junto a un médico. En 3er año, pero casi médico al fin y al cabo. Rió un poco. No lo chocaba para nada la situación de resaca que Tallhart experimentaba. Tantos años de estudio y de sacrificios cansaban, tenia todo el derecho de relajarse aunque fuera una noche.- Hay que aprovechar mientras el cuerpo es joven.- afirmó con una una risa mientras observaba al rubio. - Creía que con tanto estudio, los internos no tienen cabeza para otras cosas- murmuró. Era cierto, lo había vivido cuando el esposo de una de sus mejores amigas comenzaba a trabajar como Médico. Pero en la juventud, la fuerza es mayor. - Además, siempre es bueno salir de vez en cuando para despejar la mente- agregó con una suave sonrisa mientras terminaba el contenido de su taza.
- Yo soy alérgica al veneno de abeja y me aterro cuando veo una cerca- comentó como dato al escuchar de su alergia al polen. Cuando era niña la llevaron a diversos tratamientos por si le llegaba a picar una abeja y como Mike, estaba segura: si no se acercaba a esos insecto, no le pasaría nada. Alzó sus cejas y le sacó la lengua, imitando la infantil pero divertida acción de Mike. Abrió sus ojos y frunció el ceño, algo curiosa. Se sonrojó un poco y carraspeó, dandole otro sorbo a su bebida.
Asintió ante lo que decía el ojiazul. Rió un poco, esbozando una cálida sonrisa ante la exageración de él ante la desiulusión que el sabor amargo del café le había provocado cuando era un niño. Movió su cabeza, acomodando así su cabello. - Bueno, yo me lleve la mayor desilusión de mi vida cuando descubrí que la luna no era de queso y cuando investigué el origen de Papá noel- comentó con una suave sonrisa mientras recordaba esos sucesos. El primero era una dulce creencia infantil alimentada por películas de Sagan y de índole cientifica. Cuando descubrió la composición de la luna, se puso triste pero al mismo tiempo se maravilló. en lo segundo, era la ilusión alimentada desde niña así que cuando a sus doce años se enteró de la gran mentira, no supo que hacer. Simplemente lo asimiló en silencio.
Katherine hizo ademán con las manos de "No pasa nada" ya que ella misma solía exagerar la mayoría de las veces sobre sucesos que le contaba a Savannah o a los demás.- Es para ponerle emoción al asunto- comentó, refiriendose a las exageraciones. Siguió escuchandolo y rió entre dientes mientras inclinaba un poquito más su cuerpo hacia él para escucharlo mejor. - Te entiendo, si alguien me llama Katherine automáticamente pienso que metí la pata o que algo hice mal- confesó con total naturalidad mientras sonreía ligeramente. Asintió, ensanchando su sonrisa. - Claro, no me molesta.- comentó amablemente. Todos le decían becca, asi que era completamente normal escuchar ese diminutivo. El unico que no le gustaba era becky , afortunadamente nadie la llamaba de esa manera.
Kate abrió sus ojos los cuales destilaban un poco de sorpresa.- Guau- dejó escapar al escuchar que estaba sentada junto a un médico. En 3er año, pero casi médico al fin y al cabo. Rió un poco. No lo chocaba para nada la situación de resaca que Tallhart experimentaba. Tantos años de estudio y de sacrificios cansaban, tenia todo el derecho de relajarse aunque fuera una noche.- Hay que aprovechar mientras el cuerpo es joven.- afirmó con una una risa mientras observaba al rubio. - Creía que con tanto estudio, los internos no tienen cabeza para otras cosas- murmuró. Era cierto, lo había vivido cuando el esposo de una de sus mejores amigas comenzaba a trabajar como Médico. Pero en la juventud, la fuerza es mayor. - Además, siempre es bueno salir de vez en cuando para despejar la mente- agregó con una suave sonrisa mientras terminaba el contenido de su taza.
Rebecca K. Campbell- Humanos
- Soy : Caperucita Roja
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Empleo /Ocio : Pastelera.
Fecha de inscripción : 25/06/2012
Re: Un café para llevar (Rebecca K. Campbell)
Me había dado la impresión de que la idea le había hecho gracia a Becca y mostró una breve representación de cómo podría llegar a sonar el anuncio en el hipotético caso de que hubiese lo llevado a cabo. No pude evitar reírme a la par que ella lo hacía. Estaba casi seguro de que la gente que nos viese desde fuera pensaría que, como mínimo, nos conocíamos de toda la vida. - Simplemente... Grandioso. De hecho, me imagino una especie de tour de los asesinatos por todo EEUU y que terminase aquí, en vuestra pastelería, y todos se comprasen un pastel en forma de puñal o una barra de pan en forma de pistola.. - miré hacia el techo, apoyando el codo derecho sobre la mesa y, después la cara sobre la mano derecha, intentando buscar mas ejemplos. Acabé chascando la lengua y negando con la cabeza - Bueno, creo que nos podemos hacer una idea. - Sonreí y, siguiendo su ejemplo, tomé un sorbo mas de mi café.
La joven, tras advertirle sobre mi alergia al polen, añadió que ella era alérgica a la picadura de las abejas. La miré sorprendido, ladeando ligeramente la cabeza mientras escuchaba con atención - Pero lo tuyo es diferente. A mí como mucho.. se me ponían los ojos rojos, no paraba de moquear y, como mucho, me producía una leve asma alérgica. Lo tuyo podría ser más grave... - Fruncí los labios, acordándome sobre lo que había estudiado sobre alergias a insectos. Como si hubiese tenido una revelación, di como un pequeño salto en el asiento y chasqué los dedos- Somos los compañeros de viaje perfectos. Las abejas solo están donde hay polen, así que si los evitamos.. a ninguno de los dos nos pasará nada - dije como si fuera una obviedad. - Entonces ahí podrías aprovechar para intentar matarme y así nadie te descubriría - Asentí lentamente y di un golpe con mi puño derecho sobre la mano izquierda, dándole énfasis a mis palabras - ¿Estoy desvariando demasiado, verdad? - Sonreí dulcemente y dejé que unas suaves risotadas fluyesen por mi labios.
La miré tiernamente mientras exclamaba un: - Ohhh - cuando mencionó el detalle de que había creído de pequeña que la luna era de queso. Imaginarme aquella estampa me había parecido muy tierno. - Santa Klaus... es una historia aparte. Yo tuve el problema de que lo descubrí muy pronto, ya que vi a mis padres dejando los regalos por la noche, intentando tener un pequeño encuentro con ese afable gordinflón para darle las gracias por los regalos.. Pero al final, puedes imaginarte la cara con la que me quedé. Estuve unos días enfadado con mis padres.. Bueno, en realidad, con el mundo entero. Me daba rabia que se alimentase ese mito provocando que, algunos niños que no se lo podían permitir, no tuviesen nada y creyesen que habían sido malos. No sé, reflexiones de un niño con 9 años. - Negué con la cabeza. Seguía pensando más o menos lo mismo, pero ahora mucho mejor argumentado y, añadiéndole, que las navidades simplemente eran unas fiestas completamente comerciales. - Ya de niño era un poco pedante con ese tipo de cosas - Negué con la cabeza mientras suspiraba. Sé que mucha gente me podría ver como el típico chico de familia adinerada y que a mayores era médico, pero eso distaba mucho de la realidad.
Me recosté sobre el asiento al escuchar lo que había dicho sobre enfatizar y arqueé ambas cejas - Exactamente, alguien que me comprende... Sí que he tardado en encontrarme con alguien así - Esbocé una media sonrisa - Ya tenemos varias cosas en común: alergias, formas de expresarnos, amigos... no entiendo por qué no te he conocido antes. Desde luego la primera impresión es más que positiva. - Crucé mis brazos sobre la mesa, mirándola fijamente ladeando la cabeza sin que se borrase aquella sonrisa. La verdad es que parecía una joven simpática, educada y agradable. Me sorprendía a mi mismo el no haberla conocido aún.
Me raqué la nuca ante su "guau" y volví a mirar hacia la mesa. Otro de los motivos por lo que no me gustaba decir que era medico, precisamente, era para evitar sea reacción. - No es nada del otro mundo.. Y no es ta difícil como dicen - me apresuré a puntualizar antes de que dijese nada más. - Se sobreestima mucho la dificultad de la carrera. Además, tampoco estoy muy a favor de aquellos médicos que se creen superiores a los demás por el simple hecho de serlo y degradan a otras profesiones... Como si fuesen menos importantes. Sí que jugamos con vidas humanas, tenemos una presión constante... pero sin el panadero, no tenemos pan que comer. O sin el agricultor, verdura... Todos aportamos nuestro granito de arena, como tiene que ser. Todos somos igual de importantes. No sé... es que se ve mucho de ese elitismo en el hospital y no me gusta nada . - hizo una mueca de desagrado y bebió un sorbo de su café. Estaba seguro de que si alguna persona acabara de escuchar lo que había dicho, pensaría que bromeaba por su forma de ser. Pero la verdad es que las veces que había sido arrogante con alguien, había sido porque había desprestigiado en algún momento a otros, y eso no le gustaba demasiado. Cuando ella añadió que será bueno salir con moderación, que había que aprovechar que éramos jóvenes, arqueé las cejas claramente divertido - Ese es el problema, con moderación. A veces se me olvida el significado de esa palabra y me dejo llevar.... Y así acabo. - dije refiriéndome a la gran resaca con la que me había levantado hoy y, al haberme acostado con aquella chica y ni recordarlo. Por suerto, ese ligero detalle solo lo sabía yo. Suspiré y le di mi ultimo sobro al café, dejando el recipiente vacío sobre la mesa. - se podría decir que tengo algún amigo que es una mala influencia... Pero entonces mentiría. Sería más propio decir que nos malinfluenciamos mutuamente. - añadí de forma socarrona aunque sincera. La verdad es que Ian y yo... cada vez que nos juntábamos para salir nos faltaba salir a cuatro gatas de los pubs. Pero tampoco podía negar que no me lo pasase bien en su presencia.
La joven, tras advertirle sobre mi alergia al polen, añadió que ella era alérgica a la picadura de las abejas. La miré sorprendido, ladeando ligeramente la cabeza mientras escuchaba con atención - Pero lo tuyo es diferente. A mí como mucho.. se me ponían los ojos rojos, no paraba de moquear y, como mucho, me producía una leve asma alérgica. Lo tuyo podría ser más grave... - Fruncí los labios, acordándome sobre lo que había estudiado sobre alergias a insectos. Como si hubiese tenido una revelación, di como un pequeño salto en el asiento y chasqué los dedos- Somos los compañeros de viaje perfectos. Las abejas solo están donde hay polen, así que si los evitamos.. a ninguno de los dos nos pasará nada - dije como si fuera una obviedad. - Entonces ahí podrías aprovechar para intentar matarme y así nadie te descubriría - Asentí lentamente y di un golpe con mi puño derecho sobre la mano izquierda, dándole énfasis a mis palabras - ¿Estoy desvariando demasiado, verdad? - Sonreí dulcemente y dejé que unas suaves risotadas fluyesen por mi labios.
La miré tiernamente mientras exclamaba un: - Ohhh - cuando mencionó el detalle de que había creído de pequeña que la luna era de queso. Imaginarme aquella estampa me había parecido muy tierno. - Santa Klaus... es una historia aparte. Yo tuve el problema de que lo descubrí muy pronto, ya que vi a mis padres dejando los regalos por la noche, intentando tener un pequeño encuentro con ese afable gordinflón para darle las gracias por los regalos.. Pero al final, puedes imaginarte la cara con la que me quedé. Estuve unos días enfadado con mis padres.. Bueno, en realidad, con el mundo entero. Me daba rabia que se alimentase ese mito provocando que, algunos niños que no se lo podían permitir, no tuviesen nada y creyesen que habían sido malos. No sé, reflexiones de un niño con 9 años. - Negué con la cabeza. Seguía pensando más o menos lo mismo, pero ahora mucho mejor argumentado y, añadiéndole, que las navidades simplemente eran unas fiestas completamente comerciales. - Ya de niño era un poco pedante con ese tipo de cosas - Negué con la cabeza mientras suspiraba. Sé que mucha gente me podría ver como el típico chico de familia adinerada y que a mayores era médico, pero eso distaba mucho de la realidad.
Me recosté sobre el asiento al escuchar lo que había dicho sobre enfatizar y arqueé ambas cejas - Exactamente, alguien que me comprende... Sí que he tardado en encontrarme con alguien así - Esbocé una media sonrisa - Ya tenemos varias cosas en común: alergias, formas de expresarnos, amigos... no entiendo por qué no te he conocido antes. Desde luego la primera impresión es más que positiva. - Crucé mis brazos sobre la mesa, mirándola fijamente ladeando la cabeza sin que se borrase aquella sonrisa. La verdad es que parecía una joven simpática, educada y agradable. Me sorprendía a mi mismo el no haberla conocido aún.
Me raqué la nuca ante su "guau" y volví a mirar hacia la mesa. Otro de los motivos por lo que no me gustaba decir que era medico, precisamente, era para evitar sea reacción. - No es nada del otro mundo.. Y no es ta difícil como dicen - me apresuré a puntualizar antes de que dijese nada más. - Se sobreestima mucho la dificultad de la carrera. Además, tampoco estoy muy a favor de aquellos médicos que se creen superiores a los demás por el simple hecho de serlo y degradan a otras profesiones... Como si fuesen menos importantes. Sí que jugamos con vidas humanas, tenemos una presión constante... pero sin el panadero, no tenemos pan que comer. O sin el agricultor, verdura... Todos aportamos nuestro granito de arena, como tiene que ser. Todos somos igual de importantes. No sé... es que se ve mucho de ese elitismo en el hospital y no me gusta nada . - hizo una mueca de desagrado y bebió un sorbo de su café. Estaba seguro de que si alguna persona acabara de escuchar lo que había dicho, pensaría que bromeaba por su forma de ser. Pero la verdad es que las veces que había sido arrogante con alguien, había sido porque había desprestigiado en algún momento a otros, y eso no le gustaba demasiado. Cuando ella añadió que será bueno salir con moderación, que había que aprovechar que éramos jóvenes, arqueé las cejas claramente divertido - Ese es el problema, con moderación. A veces se me olvida el significado de esa palabra y me dejo llevar.... Y así acabo. - dije refiriéndome a la gran resaca con la que me había levantado hoy y, al haberme acostado con aquella chica y ni recordarlo. Por suerto, ese ligero detalle solo lo sabía yo. Suspiré y le di mi ultimo sobro al café, dejando el recipiente vacío sobre la mesa. - se podría decir que tengo algún amigo que es una mala influencia... Pero entonces mentiría. Sería más propio decir que nos malinfluenciamos mutuamente. - añadí de forma socarrona aunque sincera. La verdad es que Ian y yo... cada vez que nos juntábamos para salir nos faltaba salir a cuatro gatas de los pubs. Pero tampoco podía negar que no me lo pasase bien en su presencia.
Michael C. Tallhart- Fauna
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Re: Un café para llevar (Rebecca K. Campbell)
Becca repasó mentalmente los programas en los cuales se mostraban las vidas de los asesinos seriales. Frunció ligeramente la nariz. imaginó su rostro, su vestimenta naranja y lo cómicas que serían las entrevistas hacia sus compañeros y amigos. Rió un poco más al escuchar la idea de Michael, ya que ambos se estaban haciendo un idea un tanto exagerada...pero bastante divertida. Puso atención a lo que él decía sobre las alergias, abriendo sus ojos al escuchar que la suya era ligeramente más grave. Vaya, de chica solía tener muchisimo cuidado ya que siempre le decían que podría morir si una o más abejas le picaban. Tragó saliva y su mirada se dirigió hacia su alrededor mientras seguía el hilo de la conversación. Esbozó una cálida sonrisa, asintiendo suavemente y llevándose su mejilla a la palma de su mano.
- perfectos compañeros- repitió. Era como si Michael le hubiera leido su mente, justamente estaba pensando en eso. - Si tú estás a salvo lo estaré yo, y viceversa- resumió con una voz alegre mientras sacudía su cabeza. Eso sería muy útil en viajes al bosque o excursiones, sería como cuidarse las espaldas. Compartió una misteriosa mirada con él y elevó su risa algunos decibeles. - Has descubierto mi plan- aclaró con un ton divertido y una sonrisa formada en sus labios rosas al tiempo que chasqueaba sus dedos y ponía un semblante derrotado. Mordió su labio inferior. - Demonios, ahora tendré que asesinarte mientras duermes. pero para eso deo investigar donde vives...- murmuró despacio, en un tono delictivo (?) y inspeccionando a Mike con su mirada.
Le dedicó una mueca que rebozaba ternura y comprensión sobre el asunto de Santa. Era la ilusión propia de la infancia, esa esperanza que nunca debe de morir. Sin embargo, alguien acababa metiendo la pata y develando el gran secreto ante los ojos ilusos de los niños. Asintió, volviendo a recordar ese episodio en su vida. - Golpe duro para un niño- contestó suavemente mientras le sonreía. - pero sobrevivimos como luchadores, o no?- agregó en un tno fuerte y victorioso mientras sonreía un poco más. Comprendió perfectamente al ojiazul, era maravilloso lo profundo que podía ser un niño cuando pensaba. Todo lo veían tan claro y a la vez tan difuso. Bendita niñez.
Ensanchó su sonrisa y sus ojos brillaron ligeramente, sonrojándose un poco sus mejillas. Era cierto, Katherine y michael habían echo click bastante rápido. Todo estaba fluyendo como agua y el desayuno era uno de los mejores que habia tenido en mucho tiempo. alzó su mano para darle high five a michael. Al principio él no comprendió, así que becca rió. - chócalas, compañero- explicó entre risas mientras elevaba su mano para chocarlas con él. Era curioso el hecho de que no se habian topado, tomando en cuenta la extensión de Storybrooke. O tal vez todo estaba puesto para que coincidieran esa mañana en el café. De cualquier forma, Kate estaba teniendo una agradable charla con un joven simpático, amable y bastante platicador como ella.
Becca desvio su mirada al ver el hartazgo de Tallhart ante la sopresa de su profesión. Lo escuchó con atención y dejó escapar un ligero suspiro mientras arrugaba su nariz. Y echó a reir cuando escuchó lo de "jugamos con las vidas". Era cierto pero simplemente le dió gracia. Asintió, apuntando con su dedo índice al rubio. - Exacto, sin mi panadería no podrías vivir ni un día más- bromeó y sacudió su cabello. - Tienes razón, todos somos un gran equipo.- murmuró, pensando que no todos los humanos eran capaces de ver eso, que su fuerza recaía en el trabajo entre todos.
Rió arqueando una ceja mientras voltaa a ver el reloj. Le sonrió a Michael, asintiendo a lo que decía. Campbell disfrutaba de las fiestas y de los clubes aunque no solía quedarse hasta la madrugada ni tomar demasiado, además era muy fácil que se emborrachara. Aún así, sabía lo fácil que era dejarse llevar por la fiesta, la buena compañía y unas ricas bebidas en la noche. - Todos tenemos un amigo o amiga así- le dió la razón mientras enlistaba sus malas influencias. - Pero...¿qué hariamos sin ellos?- preguntó sonriente al aire mientras reía.
- perfectos compañeros- repitió. Era como si Michael le hubiera leido su mente, justamente estaba pensando en eso. - Si tú estás a salvo lo estaré yo, y viceversa- resumió con una voz alegre mientras sacudía su cabeza. Eso sería muy útil en viajes al bosque o excursiones, sería como cuidarse las espaldas. Compartió una misteriosa mirada con él y elevó su risa algunos decibeles. - Has descubierto mi plan- aclaró con un ton divertido y una sonrisa formada en sus labios rosas al tiempo que chasqueaba sus dedos y ponía un semblante derrotado. Mordió su labio inferior. - Demonios, ahora tendré que asesinarte mientras duermes. pero para eso deo investigar donde vives...- murmuró despacio, en un tono delictivo (?) y inspeccionando a Mike con su mirada.
Le dedicó una mueca que rebozaba ternura y comprensión sobre el asunto de Santa. Era la ilusión propia de la infancia, esa esperanza que nunca debe de morir. Sin embargo, alguien acababa metiendo la pata y develando el gran secreto ante los ojos ilusos de los niños. Asintió, volviendo a recordar ese episodio en su vida. - Golpe duro para un niño- contestó suavemente mientras le sonreía. - pero sobrevivimos como luchadores, o no?- agregó en un tno fuerte y victorioso mientras sonreía un poco más. Comprendió perfectamente al ojiazul, era maravilloso lo profundo que podía ser un niño cuando pensaba. Todo lo veían tan claro y a la vez tan difuso. Bendita niñez.
Ensanchó su sonrisa y sus ojos brillaron ligeramente, sonrojándose un poco sus mejillas. Era cierto, Katherine y michael habían echo click bastante rápido. Todo estaba fluyendo como agua y el desayuno era uno de los mejores que habia tenido en mucho tiempo. alzó su mano para darle high five a michael. Al principio él no comprendió, así que becca rió. - chócalas, compañero- explicó entre risas mientras elevaba su mano para chocarlas con él. Era curioso el hecho de que no se habian topado, tomando en cuenta la extensión de Storybrooke. O tal vez todo estaba puesto para que coincidieran esa mañana en el café. De cualquier forma, Kate estaba teniendo una agradable charla con un joven simpático, amable y bastante platicador como ella.
Becca desvio su mirada al ver el hartazgo de Tallhart ante la sopresa de su profesión. Lo escuchó con atención y dejó escapar un ligero suspiro mientras arrugaba su nariz. Y echó a reir cuando escuchó lo de "jugamos con las vidas". Era cierto pero simplemente le dió gracia. Asintió, apuntando con su dedo índice al rubio. - Exacto, sin mi panadería no podrías vivir ni un día más- bromeó y sacudió su cabello. - Tienes razón, todos somos un gran equipo.- murmuró, pensando que no todos los humanos eran capaces de ver eso, que su fuerza recaía en el trabajo entre todos.
Rió arqueando una ceja mientras voltaa a ver el reloj. Le sonrió a Michael, asintiendo a lo que decía. Campbell disfrutaba de las fiestas y de los clubes aunque no solía quedarse hasta la madrugada ni tomar demasiado, además era muy fácil que se emborrachara. Aún así, sabía lo fácil que era dejarse llevar por la fiesta, la buena compañía y unas ricas bebidas en la noche. - Todos tenemos un amigo o amiga así- le dió la razón mientras enlistaba sus malas influencias. - Pero...¿qué hariamos sin ellos?- preguntó sonriente al aire mientras reía.
Rebecca K. Campbell- Humanos
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Re: Un café para llevar (Rebecca K. Campbell)
Observé el rostro divertido de Becca y me sentí contento. No podía negar que me gustase que la gente se riese conmigo aunque suponía que como a todo el mundo. Hoy, de todas formas, estaba especialmente chistoso y lúcido pese a mi mortal resaca. Eso sí, también podía ayudar que en gran medida se había disipado ya que sino estaría con los brazos apoyados sobre la mes ay mi cabeza entre ellos, luchando por mantener a flote mi existencia. Pese a que bromease tanto con el tema y que acabase de conocerla, la idea de que llegase a ser una asesina, per se, sonaba un tanto ridícula. Y es que mi primera impresión acerca de la joven es que era bastante simpática y dulce, y quizás un tanto inocente. Me gustaba la gente que era así ya que solíamos congeniar en seguida. Cuando viese a Savannha le preguntaré dónde la mantenía escondida y porque no me la había presentado antes. - De todas formas creo que lo más dificultoso sería esconder mi cuerpo... Peso bastante, ¿eh? Necesitarías un cómplice como mínimo para ayudarte - Bromeé al respecto nuevamente. Becca insinuó que había descubierto su plan y que ahora debía asesinarme mientras dormía. No pude evitar volver a reírme, llegando a tener que darme algún golpe con el puño en el pecho por haberme atragantado con algo de mi propia saliva. Inspiré profundamente, regulando el flujo del aire de mis pulmones y expiré de la misma forma - Siempre cuento con el factor de que no conoces donde esta mi casa.. Además, tengo 3 compañeros de piso así que tendrías demasiados testigos - Me encogí de hombros, dándole a entender que tendría que pensárselo mejor.
Asentí cuando añadía que habíamos sobrevivido como luchadores. - En eso, no te quitaré la razón. Ojalá ese fuese el mayor problema de nuestra vida... - Dije refiriéndome a lo de descubrir que Santa Klaus no existía. Cada vez que salía algo así, recordaba a Megan y Chris, como habían terminado viviendo en la calle hasta que los acogí en mi casa. Y también recordaba a mis padres que, en ese aspecto, siempre habían sido muy caritativos haciendo donaciones al orfanato todos los años para que pudiese seguir adelante y no se quedaran sin hogar todos aquellos niños. Esa era otra de las cosas que agradecía que le hubiesen enseñado.
He de admitir que me pareció muy tierno cuando se ruborizó ante mis palabras. Esto confirmaba mi impresión de que era una joven inocente. Decidí no añadir más sobre el tema para que no se ruborizase más. Elle levantó su mano y yo lo miré extrañado, sin saber a que venía, hasta que me dijo que chocase las 5. Así lo hice, mientras me reía - Vale, como puedes observar, no es mi día más lúcido. - Aún así, tenía que reconocer que pese a lo poco que había dormido mi cerebro funcionaba bastante bien. Normalmente estaría sumido en un estado catatónico en el que ni sería capaz de moverme, tan solo lamentarme de dolor en múltiples partes de mi cuerpo.
A Becca parecía haberle gustado mi teoría, ya que añadió que sin su panadería no podría sobrevivir. Asentí, dándole la razón - Exactamente.. solo que mucha gente no se da cuenta de ello. - Chasqué la lnegua, recordando nuevamente los aires de algunos compañeros suyos de hospital e, incluso, de otras profesiones que se creían los reyes del mundo por ejercer el trabajo que desempeñaban. - Soy de los que confían que el Karma pone a cada uno en su lugar. - Le eché la lengua ya que estaba bromeando.
Escuché las palabras de Becca sobre los amigos juerguistas y no pude evitar imaginarme a Ian y a mí saliendo a veces de algunos bares. Definitivamente, esa no era la definición de juerguistas sino, más bien, de pasados de rosca. - Sí, bueno... Créeme, no como nosotros. Somos demasiado malas influencias por las noches. Además esto de que nos potenciemos esas cualidades mutuamente... acabará por destruir nuestro hígado - Me encogí de hombros, como resignándome - ¿tu sueles salir mucho? - Le pregunté extrañado. - Aunque bueno, como sea con Savannah..para sacarla ahora de casa, se necesita casi un milagro - Suspiré resignado. Desde que estaba con Robert, se había vuelto una persona completamente diferente y aquello no me gustaba.
Asentí cuando añadía que habíamos sobrevivido como luchadores. - En eso, no te quitaré la razón. Ojalá ese fuese el mayor problema de nuestra vida... - Dije refiriéndome a lo de descubrir que Santa Klaus no existía. Cada vez que salía algo así, recordaba a Megan y Chris, como habían terminado viviendo en la calle hasta que los acogí en mi casa. Y también recordaba a mis padres que, en ese aspecto, siempre habían sido muy caritativos haciendo donaciones al orfanato todos los años para que pudiese seguir adelante y no se quedaran sin hogar todos aquellos niños. Esa era otra de las cosas que agradecía que le hubiesen enseñado.
He de admitir que me pareció muy tierno cuando se ruborizó ante mis palabras. Esto confirmaba mi impresión de que era una joven inocente. Decidí no añadir más sobre el tema para que no se ruborizase más. Elle levantó su mano y yo lo miré extrañado, sin saber a que venía, hasta que me dijo que chocase las 5. Así lo hice, mientras me reía - Vale, como puedes observar, no es mi día más lúcido. - Aún así, tenía que reconocer que pese a lo poco que había dormido mi cerebro funcionaba bastante bien. Normalmente estaría sumido en un estado catatónico en el que ni sería capaz de moverme, tan solo lamentarme de dolor en múltiples partes de mi cuerpo.
A Becca parecía haberle gustado mi teoría, ya que añadió que sin su panadería no podría sobrevivir. Asentí, dándole la razón - Exactamente.. solo que mucha gente no se da cuenta de ello. - Chasqué la lnegua, recordando nuevamente los aires de algunos compañeros suyos de hospital e, incluso, de otras profesiones que se creían los reyes del mundo por ejercer el trabajo que desempeñaban. - Soy de los que confían que el Karma pone a cada uno en su lugar. - Le eché la lengua ya que estaba bromeando.
Escuché las palabras de Becca sobre los amigos juerguistas y no pude evitar imaginarme a Ian y a mí saliendo a veces de algunos bares. Definitivamente, esa no era la definición de juerguistas sino, más bien, de pasados de rosca. - Sí, bueno... Créeme, no como nosotros. Somos demasiado malas influencias por las noches. Además esto de que nos potenciemos esas cualidades mutuamente... acabará por destruir nuestro hígado - Me encogí de hombros, como resignándome - ¿tu sueles salir mucho? - Le pregunté extrañado. - Aunque bueno, como sea con Savannah..para sacarla ahora de casa, se necesita casi un milagro - Suspiré resignado. Desde que estaba con Robert, se había vuelto una persona completamente diferente y aquello no me gustaba.
Michael C. Tallhart- Fauna
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Re: Un café para llevar (Rebecca K. Campbell)
OFF: primero que nada, una disculpa por la tardanza. Ya sabes, escuela, tarea...lo siento.
Meditó unos momentos, recordando lo que alguna vez había visto o escuchado sobre el inagotable tema de asesinatos.- Ya me las arreglaré. Déjame decirte que he visto todas las temporadas de CSI y mentes criminales- contestó en un tono sombrio pero con un dejo de broma mientras trataba de endurecer su mirada. Rió ligeramente sin perder la compostura de misterio propia de una asesina. Se sentía como irene Adler, aunque más joven e inexperta. Chasqueó la lengua, negando con la cabeza y sosteniendo la mirada de él. - Podría tener contactos. Unos muy hábiles. - murmuró seria y alzando sus cejas. ¿Contactos? tal vez en NY pero en ese momento estaba en el pueblito Storybrooke, donde la mayoría no sabría como usar un arma. - ¿3 amigos? Bah, los noqueo con un bat o los duermo con formol y listo, ejecuto mi plan.- comentó decidida con una sonrisa traviesa mientras una risa se escapaba de sus labios. la técnica del bat la usaba su padre por si un ladrón se metía a la casa y lo del formol, simplemente se le había ocurrido. - ok, veo mucha tele- admitió con las mejillas encendidas.
Asintió mientras agarraba un poco de crema, que habia sacado anteriormente. La untó en sus pálidas manos que inmediatamente absorbieron el olor a fresas. Sonrió amablemente, alzando sus cejas. -Todos tenemos días así- comentó dulcemente, entendiendo la posición de su nuevo amigo. Esos días habían sido muy frecuentes en la vida de Katherine desde algunos meses. No solía beber hasta emborracharse pero últimamente se dejaba llevar completamente sin saber la razón exactamente. Escuchó lo que michael decía y se alegró al saber que habían más personas como ella, que pensaban de una manera específica que podría devolver el equilibrio a la sociedad. -También creo en el karma. Y en el necesario equilibrio con la naturaleza, en la armonía total- comentó y cuando vió el gesto de él, ella le volvió a sacar la lengua, divertida e infantil. - Vaya, al decir eso soné muy hippie- murmuró algo sorprendida pero tranquila, no le molestaba expresar sus ideas las cuales coincidian con la filosofía propia de la década de los ssesentas. Agarró unos dulces que estaban en la mesa que están ahi a manera de cortesía.
- Son un duo dinámico- comentó abriendo los ojos y recordando a su amigo, Ian. Si, lo conocía pero nunca antes le habia presentado a MIchael, ni Savannah lo había hecho. Ese encuentro matutino había sido pura casualidad u obra del destino y las vueltas que da la vida. Vaya encuentro, muy indicado. Movió la cabeza afirmativamente. - No ando de parranda todos los días, suelo salir los fines de semana- aclaró con una sonrisa cálida mientras recordaba la frecuencia de sus salidas. Era joven y esa etapa de estar desenfrenada había descendido al cumplir los 22. pero eso no significaba que no supiera como divertirse. Sonrió de una manera cálida y sus ojos brillaron al formular una pregunta. - ¿Sabes? Deberíamos salir algún día o noche, será muy divertido - externó con seguridad , seguramente se divertirian bastante, esa amena plática era la prueba.
Al escuchar lo de Savannah, uspiró audiblemente y su expresión cambió: de una alegría a una preocupación. Rodó sutilmente sus ojos sin ser grosera y mordió su labio inferior. - Ya sé...Robert sería feliz si Savie estuviera encadenada- comentó con un tono resignado, encogiendo sus hombros. - A veces me dan ganas de raptármela- murmuró entrecerrando sus ojos mientras le sonreía al ojiazul.
Asintió mientras agarraba un poco de crema, que habia sacado anteriormente. La untó en sus pálidas manos que inmediatamente absorbieron el olor a fresas. Sonrió amablemente, alzando sus cejas. -Todos tenemos días así- comentó dulcemente, entendiendo la posición de su nuevo amigo. Esos días habían sido muy frecuentes en la vida de Katherine desde algunos meses. No solía beber hasta emborracharse pero últimamente se dejaba llevar completamente sin saber la razón exactamente. Escuchó lo que michael decía y se alegró al saber que habían más personas como ella, que pensaban de una manera específica que podría devolver el equilibrio a la sociedad. -También creo en el karma. Y en el necesario equilibrio con la naturaleza, en la armonía total- comentó y cuando vió el gesto de él, ella le volvió a sacar la lengua, divertida e infantil. - Vaya, al decir eso soné muy hippie- murmuró algo sorprendida pero tranquila, no le molestaba expresar sus ideas las cuales coincidian con la filosofía propia de la década de los ssesentas. Agarró unos dulces que estaban en la mesa que están ahi a manera de cortesía.
- Son un duo dinámico- comentó abriendo los ojos y recordando a su amigo, Ian. Si, lo conocía pero nunca antes le habia presentado a MIchael, ni Savannah lo había hecho. Ese encuentro matutino había sido pura casualidad u obra del destino y las vueltas que da la vida. Vaya encuentro, muy indicado. Movió la cabeza afirmativamente. - No ando de parranda todos los días, suelo salir los fines de semana- aclaró con una sonrisa cálida mientras recordaba la frecuencia de sus salidas. Era joven y esa etapa de estar desenfrenada había descendido al cumplir los 22. pero eso no significaba que no supiera como divertirse. Sonrió de una manera cálida y sus ojos brillaron al formular una pregunta. - ¿Sabes? Deberíamos salir algún día o noche, será muy divertido - externó con seguridad , seguramente se divertirian bastante, esa amena plática era la prueba.
Al escuchar lo de Savannah, uspiró audiblemente y su expresión cambió: de una alegría a una preocupación. Rodó sutilmente sus ojos sin ser grosera y mordió su labio inferior. - Ya sé...Robert sería feliz si Savie estuviera encadenada- comentó con un tono resignado, encogiendo sus hombros. - A veces me dan ganas de raptármela- murmuró entrecerrando sus ojos mientras le sonreía al ojiazul.
Rebecca K. Campbell- Humanos
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Re: Un café para llevar (Rebecca K. Campbell)
OFF: no te preocupes, creeme... más te he hecho esperar yo >_< Exámenes T.T
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Escuché divertido lo que mencionaba sobre CSI. En ese momento, recordé algunas de las clases que había tenido durante mi formación - ¿Sabes? Justo el año antes de licenciarme, tuve una asignatura llamada Medicina Legal que iba sobre ese tipo de historias de ciencias forenses. He de decir que nos habían mandando diseñar el crimen perfecto y gané el primer premio. Así que... mientras que no sea planear mi muerte, si necesitas ayuda ya lo sabes. Me presto para lo que necesites - Le guiñé un ojo, intentando continuar con su broma. Aunque realmente, eso había pasado. Al final, hasta había sacado una Matrícula de honor en la asignatura. Era una parte que me había apasionado mucho de la medicina aunque... No imaginaba mi futuro entre cadáveres, sino entre personas vivas. Sabía que la gente que se dedicaba a aquello también ayudaba en el sentido de transmitir paz a los familiares de los fallecidos. Mire su gesto y sonreí al ver que se le encendían las mejillas. En esas ocasiones parecía aún más dulce - En ese caso, creo que tendré que desarrollar todo un conjunto de trampas como en las películas de "Solo en casa" de Macaulay Culkin... Así te aseguro que te arrepentirías de intentarlo. Eso sí, avísame con tiempo para idearlas.. que no dispongo de tanta imaginación como los guionistas de la película - volví a reír mientras negaba con la cabeza. Desde luego esta estaba siendo una compañía reparadora. Ya casi había logrado olvidarme de mi espantosa resaca.
Miré divertido hacia ella cuando afirmó que había sonado muy hippie. Yo me eché hacia atrás en la silla y me encogí de hombros. - No creo que eso sea algo malo. Si nos alejamos de los viejos mitos de que los hippies no se duchan y cosas por el estilo... La idea de valorar nuestro entorno y tener un poco más los pies en la tierra - Ladeé ligeramente y por un segundo nos imaginé a ambos saltando sobre una charca de lodo, descalzos y con unos pantalones remangados. Fruncí ligeramente el ceño, como rechazando aquella idea - Bueno, lo de los pies en la tierra no literalmente. Ya sabes, metafóricamente - Eso acababa de sonar u poco estúpido, pero aquel pensamiento extraño debía de reconocer que me había obligado a explicarlo bien. - Que eso, aunque suene muy místico.. Yo creo en el karma. Hay demasiadas injusticias y prefiero pensar que esas personas no se saldrán de rositas... Aunque en el fondo sé que si lo hacen , prefiero vivir en mi propio engaño - Esbocé una sonrisa aunque no alegre, precisamente. Había tantas cosas injustas en el mundo... Pero no merecía la pena pensar en ellas. Ni que pudiese cambiar algo aquello.
No pude evitar esbozar una sonrisa pícara cuando se refirió a Ian y a mi de aquella forma. Rasqué mi nuca y le eché la lengua. - No puedo mentir y decir que no lo somos. La verdad es que congeniamos muy bien desde el principio. Tenemos nuestros más y nuestros menos... pero como todo el mundo. Aún así, cuando se habla de salir somos los dos almas gemelas - Sí, al fin y al cabo era como nuestra mayor afición. Desde la universidad no me había vuelto a encontrar a alguien así y debía reconocer que por las noches éramos los mejores. Decir que llamábamos la atención era decir poco. La miré fijamente ante su proposición y asentí levemente. - ¿Sabes? Ian y yo habíamos hablado de celebrar una fiesta en nuestra casa.. Así que evidentemente estás más que invitada. Y tranquila, fin de semana.. que a mi el trabajo tampoco me permite salir mucho más
Cuando el tema tornó hacia Savannah y Robert, no pude evitar abrir los ojos sorprendido por lo que acababa de decir Becca. Antes de que ella lo pudiese interpretar como que había hablado demás decidí hablar - Dios, si me caías bien... Ahora eso se acaba de multiplicar por tres. Gracias, por fin algien que dice algo coherente - Quizás le había dado demasiado enfasis, pero ese era un tema que no trataba con nadie y me alegraba encontrar a alguien que pensaba como yo - Entonces, no soy el único que piensa que Robert es como un perro guardián que la coarta de todo posible movimiento, ¿no? - Suspiré, mirando hacia la mesa. Cogí una servilleta y comencé a arrugarla con las manos, jugando con ella, intentando desviar mi preocupación hacia ella - Yo.. estoy muy preocupado por ella. No sé, no noto que sea la misma. Y eso me duele... Por culpa de él nos estamos distanciando y eso no me gusta. He intentado hablarlo con ella..pero siempre acabo discutiendo. Es como si él no quisiese que viese a nadie más que no fuese él mismo y ella actúa como si no se diese cuenta o como si no quisiera hacerlo.. - Suspiré profundamente y levanté mi vista hacia ella - ¿Estoy loco? ¿o has notado tú también algo de eso?
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Escuché divertido lo que mencionaba sobre CSI. En ese momento, recordé algunas de las clases que había tenido durante mi formación - ¿Sabes? Justo el año antes de licenciarme, tuve una asignatura llamada Medicina Legal que iba sobre ese tipo de historias de ciencias forenses. He de decir que nos habían mandando diseñar el crimen perfecto y gané el primer premio. Así que... mientras que no sea planear mi muerte, si necesitas ayuda ya lo sabes. Me presto para lo que necesites - Le guiñé un ojo, intentando continuar con su broma. Aunque realmente, eso había pasado. Al final, hasta había sacado una Matrícula de honor en la asignatura. Era una parte que me había apasionado mucho de la medicina aunque... No imaginaba mi futuro entre cadáveres, sino entre personas vivas. Sabía que la gente que se dedicaba a aquello también ayudaba en el sentido de transmitir paz a los familiares de los fallecidos. Mire su gesto y sonreí al ver que se le encendían las mejillas. En esas ocasiones parecía aún más dulce - En ese caso, creo que tendré que desarrollar todo un conjunto de trampas como en las películas de "Solo en casa" de Macaulay Culkin... Así te aseguro que te arrepentirías de intentarlo. Eso sí, avísame con tiempo para idearlas.. que no dispongo de tanta imaginación como los guionistas de la película - volví a reír mientras negaba con la cabeza. Desde luego esta estaba siendo una compañía reparadora. Ya casi había logrado olvidarme de mi espantosa resaca.
Miré divertido hacia ella cuando afirmó que había sonado muy hippie. Yo me eché hacia atrás en la silla y me encogí de hombros. - No creo que eso sea algo malo. Si nos alejamos de los viejos mitos de que los hippies no se duchan y cosas por el estilo... La idea de valorar nuestro entorno y tener un poco más los pies en la tierra - Ladeé ligeramente y por un segundo nos imaginé a ambos saltando sobre una charca de lodo, descalzos y con unos pantalones remangados. Fruncí ligeramente el ceño, como rechazando aquella idea - Bueno, lo de los pies en la tierra no literalmente. Ya sabes, metafóricamente - Eso acababa de sonar u poco estúpido, pero aquel pensamiento extraño debía de reconocer que me había obligado a explicarlo bien. - Que eso, aunque suene muy místico.. Yo creo en el karma. Hay demasiadas injusticias y prefiero pensar que esas personas no se saldrán de rositas... Aunque en el fondo sé que si lo hacen , prefiero vivir en mi propio engaño - Esbocé una sonrisa aunque no alegre, precisamente. Había tantas cosas injustas en el mundo... Pero no merecía la pena pensar en ellas. Ni que pudiese cambiar algo aquello.
No pude evitar esbozar una sonrisa pícara cuando se refirió a Ian y a mi de aquella forma. Rasqué mi nuca y le eché la lengua. - No puedo mentir y decir que no lo somos. La verdad es que congeniamos muy bien desde el principio. Tenemos nuestros más y nuestros menos... pero como todo el mundo. Aún así, cuando se habla de salir somos los dos almas gemelas - Sí, al fin y al cabo era como nuestra mayor afición. Desde la universidad no me había vuelto a encontrar a alguien así y debía reconocer que por las noches éramos los mejores. Decir que llamábamos la atención era decir poco. La miré fijamente ante su proposición y asentí levemente. - ¿Sabes? Ian y yo habíamos hablado de celebrar una fiesta en nuestra casa.. Así que evidentemente estás más que invitada. Y tranquila, fin de semana.. que a mi el trabajo tampoco me permite salir mucho más
Cuando el tema tornó hacia Savannah y Robert, no pude evitar abrir los ojos sorprendido por lo que acababa de decir Becca. Antes de que ella lo pudiese interpretar como que había hablado demás decidí hablar - Dios, si me caías bien... Ahora eso se acaba de multiplicar por tres. Gracias, por fin algien que dice algo coherente - Quizás le había dado demasiado enfasis, pero ese era un tema que no trataba con nadie y me alegraba encontrar a alguien que pensaba como yo - Entonces, no soy el único que piensa que Robert es como un perro guardián que la coarta de todo posible movimiento, ¿no? - Suspiré, mirando hacia la mesa. Cogí una servilleta y comencé a arrugarla con las manos, jugando con ella, intentando desviar mi preocupación hacia ella - Yo.. estoy muy preocupado por ella. No sé, no noto que sea la misma. Y eso me duele... Por culpa de él nos estamos distanciando y eso no me gusta. He intentado hablarlo con ella..pero siempre acabo discutiendo. Es como si él no quisiese que viese a nadie más que no fuese él mismo y ella actúa como si no se diese cuenta o como si no quisiera hacerlo.. - Suspiré profundamente y levanté mi vista hacia ella - ¿Estoy loco? ¿o has notado tú también algo de eso?
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Re: Un café para llevar (Rebecca K. Campbell)
Rebecca rió, su risa ligera se dispersó por el local. Se apenó un poco pero no le detuvo. Entrecerró sus ojos sosteniendo la mirada de Michael, sonriendole. - Entonces lo pensaré dos veces antes de ejecutar mi plan- murmuró seriamente en tono dubitativo. - Podríamos ser compañeros criminales. Tus conocimientos aunados a mi imaginación y ¡BUM!- chocó su palma contra su puño. La muchacha era bastante creativa y solía tener un brainstorming permanente, esa imaginación solía enfocarla en sus pasteles y sus pinturas, las cuales solo las compartía con los amigos más intimos.
Frunció el ceño y chasqueó la lengua. - Pero si te aviso ya no tendría el efecto sorpresa- comentó la de cabello azabache mientras apoyaba su mejilla derecha en su palma. Recordó por un momento esa película y rió de nuevo gracias a la semejanza del niño rubio y ella...cuando era pequeña, era un torbellino activo lleno de ideas y hambriento por conocer más cosas. - Y eso es lo cuenta. ¿no?- preguntó divertida mientras balanceaba con ritmo sus pies.
Negó con la cabeza apresuradamente. - Oh no, yo igual creo en la armonía entre naturaleza y humanos- murmuró sonriente mientras echaba unos mechones de su cabello detrás de sus orejas, dejando ver sus lindos pendientes de concha nácar, discretos y brillantes. - Siento que a la sociedad actual le falta esa conexión- puntualizó amablemente a la vez que le sonreía. Rió por que se imaginó a todos descalzos en el lodo. brincando por el bosque y la playa. - Bueno, que andar descalzos de vez en cuando reactiva nuestros sentidos- afirmó - Eso y ciertas emociones nos recuerdan que estamos vivos- Abrió sus ojos y le dió un ligero codazo en señal de acuerdo. - También creo en el karma. Es como un boomerang, todo se te regresa- comentó mientras contenía un suspiro ya que recordaba las veces en las que había actuado medio mal y en consecuencia "mística" le pasaba algo desastroso a ella.
Observó el gesto de Mike y ella también saco su lengua. Asintió suavemente mientras sonreía abiertamente. - Oh si, ya lo creo. Hay amigos como esos que no hay que dejarlos nunca- comentó con dulzura ya que inmediatamente relacionó a Savannah, Grace y a Caroline. Sus amigas eran todo para ella. Tal vez no eran fiesteras a morir pero con ellas de divertía horrores siempre. Al escuchar las intenciones del joven Tallhart, Becca sonrió educadamente y asintió. - Gracias por la invitación- comentó - Seguramente si voy- añadió mientras recordaba sus planes para los fines...los cuales no eran muchos.
La joven rió entredientes, esbozando una suave sonrisa. Rodó sus ojos buscando las palabras correctas para expresar lo que quería decir. Mordió su labio inferior. - No creo que estemos alucinando - confirmó mientras suspiraba. Notó como Mike comenzaba a enfocar su preocupación y nerviosismo en una servilleta de papel. Arqueó sus cejas y colocó una mano sobre el antebrazo de él. - Lo mismo pienso. Si yo fuera hombre seguramente el Sheriff ya me hubiera dado orden de restricción- murmuró dejando salir un ligera pero amarga risa. Ella descargó su preocupación al jugar con el filo de su blusa. Sostuvo la mirada azul de su acompañante y sonrió un poco. - La vigila como sabueso. Llama a la pastelería cada hora y si contesto yo, sólo pregunta por Savannah. Ya no sale los viernes por la noche, a veces se aparece en el local y si hay algún chico entra y lo ahuyenta- comentó malhumorada mientras fruncía el ceño y dejaba escapar un suspiro. - También estoy preocupada y...no sé exactamente que hacer. Robert no me ha amenazado pero me ha dado a entender que no cambiará y tomará medidas si alguien quiere intervenir- murmuró más bajo y con los ojos brillosos, las lágrimas amenazaban con salir. ¿Qué podía hacer? Estaba angustiada, era su mejor amiga y en esa situación....al menos Michael pensaba lo mismo. No estaban solas.
Frunció el ceño y chasqueó la lengua. - Pero si te aviso ya no tendría el efecto sorpresa- comentó la de cabello azabache mientras apoyaba su mejilla derecha en su palma. Recordó por un momento esa película y rió de nuevo gracias a la semejanza del niño rubio y ella...cuando era pequeña, era un torbellino activo lleno de ideas y hambriento por conocer más cosas. - Y eso es lo cuenta. ¿no?- preguntó divertida mientras balanceaba con ritmo sus pies.
Negó con la cabeza apresuradamente. - Oh no, yo igual creo en la armonía entre naturaleza y humanos- murmuró sonriente mientras echaba unos mechones de su cabello detrás de sus orejas, dejando ver sus lindos pendientes de concha nácar, discretos y brillantes. - Siento que a la sociedad actual le falta esa conexión- puntualizó amablemente a la vez que le sonreía. Rió por que se imaginó a todos descalzos en el lodo. brincando por el bosque y la playa. - Bueno, que andar descalzos de vez en cuando reactiva nuestros sentidos- afirmó - Eso y ciertas emociones nos recuerdan que estamos vivos- Abrió sus ojos y le dió un ligero codazo en señal de acuerdo. - También creo en el karma. Es como un boomerang, todo se te regresa- comentó mientras contenía un suspiro ya que recordaba las veces en las que había actuado medio mal y en consecuencia "mística" le pasaba algo desastroso a ella.
Observó el gesto de Mike y ella también saco su lengua. Asintió suavemente mientras sonreía abiertamente. - Oh si, ya lo creo. Hay amigos como esos que no hay que dejarlos nunca- comentó con dulzura ya que inmediatamente relacionó a Savannah, Grace y a Caroline. Sus amigas eran todo para ella. Tal vez no eran fiesteras a morir pero con ellas de divertía horrores siempre. Al escuchar las intenciones del joven Tallhart, Becca sonrió educadamente y asintió. - Gracias por la invitación- comentó - Seguramente si voy- añadió mientras recordaba sus planes para los fines...los cuales no eran muchos.
La joven rió entredientes, esbozando una suave sonrisa. Rodó sus ojos buscando las palabras correctas para expresar lo que quería decir. Mordió su labio inferior. - No creo que estemos alucinando - confirmó mientras suspiraba. Notó como Mike comenzaba a enfocar su preocupación y nerviosismo en una servilleta de papel. Arqueó sus cejas y colocó una mano sobre el antebrazo de él. - Lo mismo pienso. Si yo fuera hombre seguramente el Sheriff ya me hubiera dado orden de restricción- murmuró dejando salir un ligera pero amarga risa. Ella descargó su preocupación al jugar con el filo de su blusa. Sostuvo la mirada azul de su acompañante y sonrió un poco. - La vigila como sabueso. Llama a la pastelería cada hora y si contesto yo, sólo pregunta por Savannah. Ya no sale los viernes por la noche, a veces se aparece en el local y si hay algún chico entra y lo ahuyenta- comentó malhumorada mientras fruncía el ceño y dejaba escapar un suspiro. - También estoy preocupada y...no sé exactamente que hacer. Robert no me ha amenazado pero me ha dado a entender que no cambiará y tomará medidas si alguien quiere intervenir- murmuró más bajo y con los ojos brillosos, las lágrimas amenazaban con salir. ¿Qué podía hacer? Estaba angustiada, era su mejor amiga y en esa situación....al menos Michael pensaba lo mismo. No estaban solas.
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Re: Un café para llevar (Rebecca K. Campbell)
No podía negar que me resultaba agradable escuchar la risa de la morena y, a la vez, poder escuchar que no era el único "loco" que había por Storybrooke. A veces tenía que reconocer que su cabeza divagaba demasiado, su discurso se desviaba llegando a donde ninguna otra persona podría con una mente racional. Aunque parecía que Becca no tenía problema en hacerlo y continuarlo. Eso era gratificante a la par que divertido. - Me gusta tu idea. He de decir que imaginativamente hablando soy bastante carente; no debo tener demasiado desarrollada es aparte del cerebro. Pero no tengo problemas en rescatar antiguos conocimientos... Todo por un Storybrooke mejor - Bromeé. Mi cabeza me guío por unos comics que había leído de pequeño, imaginándonos como si fuésemos unos superhéroes - Y con lo que decidamos, una vez empecemos nuestro pequeño holocausto podemos vender los derechos de nuestra historia para que hagan unos cómics, o una película, o una serie... Me imagino algo como los Vengadores... o si fuese en formato serie, a lo Dexter. - Fijé mi vista en el rostro de Becca con una media sonrisa, aunque sin estar observándola. Estaba completamente inmerso en mis pensamientos, dejando volar la poca imaginación que tenía y que más bien estaba impulsada por aquellas locuras que se me ocurrían. Apoyé el codo del brazo derecho sobre la mesa formándo un ángulo de 90º y, sobre la mano del mismo brazo, el mentón. - quizás fuésemos a la cárcel, pero seguramente harían una superproducción con nuestra historia.
Levanté mi dedo y negué enérgicamente con él. - No, eso no es justo porque sino me dejarías quedar en muy mal lugar. No se trata solo de que te luzcas tú, sino ambos.. Recuerda nuestro futuro televisivo, creo que ahí está la respuesta de nuestra futura riqueza y fama - Asentí lentamente según iba terminando de hablar, enfatizando mis palabras y mirándola atentamente. Si Sydney estuviese a nuestro lado en aquel momento seguro que nos acabaría metiendo en un psiquiátrico y tirando la llave al fondo del mar para que jamás saliésemos de allí. Lo peor es que hasta me parecería natural.
Escuché atentamente sus palabras mientras pensaba en que si todo el mundo fuese así sería un lugar mejor. Desde luego, no podría discutirle nada porque opinaba que tenía la razón en todo. No pude disimular una risotada breve cuando mencionó lo de caminar descalzos. - Cuando estoy en casa suelo andar descalzo, con calcetines. No soy demasiado amigo de las zapatillas. Y la verdad es que uno de mis hobbies es ir a correr descalzo por la playa. Entre la sensación y el sonido del oleaje de fondo... Me relajan bastante. - Me quedé unos segundos pensando que más de ese tipo de cosas me gustaban. - Bueno, y caminar bajo la lluvia. Esos días en los que caen diluvios torrenciales... me encanta esa sensación. - En cambio, aquellos días que simplemente lloviznaba rehuía de la lluvia. Esa si que me parecía molesta. - Espero que lo del karma no sea cierto, sino veo nuestro futuro como asesinos incierto - Arqueé las cejas como si estuviese preocupado, bromeando. al final con toda la broma acabaríamos abriendo un negocio de asesinos al sueldo. Aquella imagen tenía que reconocer que se me antojaba graciosa. No podía imaginarme a aquella dulce chica matando a nadie.
Esperé unos segundos para responder, como sopesando sus palabras - Ya.. la verdad es que la amistad es un bien muy preciado con el que no se debería jugar. Ciertamente me da pena aquella gente que no lo sabe valorar. Pero bueno, allá cada uno... - Me encogí de hombros. En verdad me enfadaba aquella gente que no tenía respeto por sus amigos y que los traicionaba, hacía que me hirviese la sangre. Asentí a lo que dijo sobre ir a nuestra fiesta con una sonrisa - Por supuesto, la casa tendrá las puertas abiertas para cuando quieras. Sea fiesta o no. Queda dicho, no te lo voy a volver a decir que no me gusta repetir las cosas, ¿eh? - Le sonreí dulcemente.
Suspiré aliviado al escuchar las palabras de Rebecca; Ni mucho menos porque me gustase que Savannah estuviera en aquella situación sino por sentir el apoyo de su compañera en la pastelería. Sin embargo, mi mueca fue tornando cada vez más de alivio a horror según me contaba las cosas que él hacía. Cuando vi que los ojos se le llenaban de lágrimas, automáticamente me salió agarrarle la mano con cariño - Ehhh... tranquila, no puedes ponerte mal. Con la sonrisa tan bonita que tienes - Le acaricié con mi dedo pulgar el dorso de la mano que le había cogido intentando que se relajase. - Como me entere de que le hace algo a Savannah o te toca un pelo a ti, no viviría para contarlo - Quizás mi tono había sido un poco sombrío pero el motivo era en que, a diferencia de lo que hablábamos antes, de eso si sería capaz. Y no tendría ningún tipo de duda ni de remordimiento. el desagrado que me causaba ese hombre era bien conocido por mis amigos, sobre todo por Savannah y ahora por Becca. Pero una cosa eran los celos y otra cosa recurrir a actos impropios. Eso no se lo iba a permitir. Yo acabaría en la cárcel, pero me aseguraría de que no le volviese a toca run pelo a nadie. - Si algún día, por lo que sea, sientes que algo no va bien, estás preocupada o lo que necesites... - Saqué con mi mano libre una tarjetita de mi bolsillo - Ese es mi número, aunque ponga que es del trabajo también es el mío personal. Estaré ahí en un abrir y cerrar de ojos
Levanté mi dedo y negué enérgicamente con él. - No, eso no es justo porque sino me dejarías quedar en muy mal lugar. No se trata solo de que te luzcas tú, sino ambos.. Recuerda nuestro futuro televisivo, creo que ahí está la respuesta de nuestra futura riqueza y fama - Asentí lentamente según iba terminando de hablar, enfatizando mis palabras y mirándola atentamente. Si Sydney estuviese a nuestro lado en aquel momento seguro que nos acabaría metiendo en un psiquiátrico y tirando la llave al fondo del mar para que jamás saliésemos de allí. Lo peor es que hasta me parecería natural.
Escuché atentamente sus palabras mientras pensaba en que si todo el mundo fuese así sería un lugar mejor. Desde luego, no podría discutirle nada porque opinaba que tenía la razón en todo. No pude disimular una risotada breve cuando mencionó lo de caminar descalzos. - Cuando estoy en casa suelo andar descalzo, con calcetines. No soy demasiado amigo de las zapatillas. Y la verdad es que uno de mis hobbies es ir a correr descalzo por la playa. Entre la sensación y el sonido del oleaje de fondo... Me relajan bastante. - Me quedé unos segundos pensando que más de ese tipo de cosas me gustaban. - Bueno, y caminar bajo la lluvia. Esos días en los que caen diluvios torrenciales... me encanta esa sensación. - En cambio, aquellos días que simplemente lloviznaba rehuía de la lluvia. Esa si que me parecía molesta. - Espero que lo del karma no sea cierto, sino veo nuestro futuro como asesinos incierto - Arqueé las cejas como si estuviese preocupado, bromeando. al final con toda la broma acabaríamos abriendo un negocio de asesinos al sueldo. Aquella imagen tenía que reconocer que se me antojaba graciosa. No podía imaginarme a aquella dulce chica matando a nadie.
Esperé unos segundos para responder, como sopesando sus palabras - Ya.. la verdad es que la amistad es un bien muy preciado con el que no se debería jugar. Ciertamente me da pena aquella gente que no lo sabe valorar. Pero bueno, allá cada uno... - Me encogí de hombros. En verdad me enfadaba aquella gente que no tenía respeto por sus amigos y que los traicionaba, hacía que me hirviese la sangre. Asentí a lo que dijo sobre ir a nuestra fiesta con una sonrisa - Por supuesto, la casa tendrá las puertas abiertas para cuando quieras. Sea fiesta o no. Queda dicho, no te lo voy a volver a decir que no me gusta repetir las cosas, ¿eh? - Le sonreí dulcemente.
Suspiré aliviado al escuchar las palabras de Rebecca; Ni mucho menos porque me gustase que Savannah estuviera en aquella situación sino por sentir el apoyo de su compañera en la pastelería. Sin embargo, mi mueca fue tornando cada vez más de alivio a horror según me contaba las cosas que él hacía. Cuando vi que los ojos se le llenaban de lágrimas, automáticamente me salió agarrarle la mano con cariño - Ehhh... tranquila, no puedes ponerte mal. Con la sonrisa tan bonita que tienes - Le acaricié con mi dedo pulgar el dorso de la mano que le había cogido intentando que se relajase. - Como me entere de que le hace algo a Savannah o te toca un pelo a ti, no viviría para contarlo - Quizás mi tono había sido un poco sombrío pero el motivo era en que, a diferencia de lo que hablábamos antes, de eso si sería capaz. Y no tendría ningún tipo de duda ni de remordimiento. el desagrado que me causaba ese hombre era bien conocido por mis amigos, sobre todo por Savannah y ahora por Becca. Pero una cosa eran los celos y otra cosa recurrir a actos impropios. Eso no se lo iba a permitir. Yo acabaría en la cárcel, pero me aseguraría de que no le volviese a toca run pelo a nadie. - Si algún día, por lo que sea, sientes que algo no va bien, estás preocupada o lo que necesites... - Saqué con mi mano libre una tarjetita de mi bolsillo - Ese es mi número, aunque ponga que es del trabajo también es el mío personal. Estaré ahí en un abrir y cerrar de ojos
Michael C. Tallhart- Fauna
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Empleo /Ocio : Cirujano
Localización : Bajo el mar (?)
Fecha de inscripción : 30/07/2012
Re: Un café para llevar (Rebecca K. Campbell)
- ¿Acaso tu hemisferio izquierdo es el más desarrollado?- pregunto curiosa la morena, alzando sus cejas y entornando sus ojos. Esas cosas numéricas no le atraían demasiado, ella solía estar inmersa en la literatura, cosas más artísticas. Escuchó atentamente a su nuevo amigo mientras mordía su labio inferior. Asintió divertida. - ¡Imaginate! Sería un exitazo...habrían niños disfrzados de nosotros. - comentó emocionada entre risas . Su semblante se tornó serio pero aún se veían brisas de broma en sus bonitos ojos verdes. - Sería mejor que Los Vengadores, eso está seguro. La carcel sólo serviria para hacer una secuela. La secuela que todos esperarían - anunció con voz dramatica digna de un locutor de radio al promocionar una pelicula esperada por el público. Se sonrojó ligeramente, ladeando su cabeza debido a ligera verguenza. - Creo que mi hemisferio derecho está demasiado desarrollado- comentó en tono medio serio medio en broma mientras le sacaba la lengua a Mike.
Becca le sonrió. - Entonces ya estamos, seremos las próximas estrellas de Hollywood- afirmó. Era curioso y extraño. Hollywood estaba a kilometros de Storybrooke. – Aunque debería ser yo la estrella ya que to tuve la brillante idea…pero al tener un compañero de crimen como tu, no puedo negarme- comentó sinceramente, encogiendose de hombros.
La playa es uno de mis lugares favoritos- dijo sonriente la de cabello azabache. Era la verdad: ahí se sentía libre, sin preocupaciones y en contacto con el agua. No era una nadadora muy buena y le daba miedo tanta agua junta pero aún así podía pasar horas pintando el bello espectáculo que el océano le brindaba. Arrugó su nariz antes de hablar. – El bosque me gustá más, a decir verdad- musitó en un tono más suave, melancolico. Habían pasado muchas cosas bajo las protectoras copas de los árboles, quienes escondían tantos secretos de tantas personas que solían visitarlos. Suspiró sintiéndose algo ridícula ante su repentina y extraña sensación. Despeinó su cabello con sus dedos.
Apoyó su mejilla en la palma de su mano, sonriendo ligeramente al comprender lo que decía Tallhart. – A mi me gusta la lluvia en todas sus maneras. Ligera, cuando alas gotas parecen pequeños pasos en tu rostro. Torrenciales como dices para correr debajo de ella y cerrar los ojos-sonrió, cerrando los suyos y abriendo sus brazos, imaginando la lluvia caer sobre ella. Frunció el ceño reflejando una preocupación, inmediatamente su semblante cambió al de siempre cuando bromeaba. – Se me había olvidado el karma. Pero podemos llevar a cabo nuestro plan sobre personas que…- buscó las plabras apropiadas para decir su idea. – no han hecho cosas buenas.- terminó con esa palabra la cual quedó flotando en el aire.
Rió mientras llevaba una mano sobre la mesa. – Está bien, comprendo y no haré que lo repitas.- aseguró en un tono ligero, repitiendo las palabras del ojiazul. – Asi es…los amigos se cuentan con los dedos de las manos- comentó mirando us manos. 10 dedos, 10 amigos. Arrugó la nariz y sonrió de lado. – Tal vez los 10 de los pies cuenten también- atinó a decir entre risas viendose sus pies cubiertos por sus zapatos.
La dulce Kate sonrió de lado, sonrojándose. Fue un gesto muy lindo el de Mike al agarrarle la mano al ver las amenazadoras lágrimas en los ojos de ella. No retiró su mano, se sentía bastante a gusto. Permitió que un suspiro profundo saliera dentro de ella, Michael la comprendía. - Gracias - musitó realmente agradecida e imitó el gesto de él: le tocó dulcemente su mano appyada sobre la mesa junto a la pequeña y blanca mano de ella. Recobrando su postura y ánimo inicial, agrego algo mas. - por si las moscas siempre tengo un bat de aluminio cerca de la puerta.- dijo sonriente, recordando a su padre. él hacia lo mismo con el argumento de "uno nunca sabe cuando se puede necesitar".
Ssotuvo con sus dedos la tarjetita de presentación que Michael la había dado. Rezaba su nombre completo, su puesto/empleos, su número y dónde podías encontrarlo en horario normal. “Michael Tallhart, Cirjuano, 044 -------, Hospital General de Storybrooke, Piso2” Campbell esbozó una sonrisa que reflejaba sorpresa. - Que profesional- musitó al leerla, acto seguido guardó la elegante tarjeta en el bolsillo de sus jeans. Sonrió al escuchar la expresión "en un abrir y cerrar de ojos". Parecía muy creíble, quien sabe por qué. -O podría gritar "¡ MICHAEL!" y llegarías volando como en las películas, no?- preguntó divertida. De su bolso sacó una elegante pluma fuente de tinta color azul marino. Agarró una servilleta y con su pulcra letra cursiva, escribió su número telefónico. - Es una tarjeta especializada, eh?- aclaró con una sonrisa en su rostro. Dibujó una carita sonriente junto a su número, escribió su nombre y se la puso en su mano a Mike sin dejar de sonreir.
Becca le sonrió. - Entonces ya estamos, seremos las próximas estrellas de Hollywood- afirmó. Era curioso y extraño. Hollywood estaba a kilometros de Storybrooke. – Aunque debería ser yo la estrella ya que to tuve la brillante idea…pero al tener un compañero de crimen como tu, no puedo negarme- comentó sinceramente, encogiendose de hombros.
La playa es uno de mis lugares favoritos- dijo sonriente la de cabello azabache. Era la verdad: ahí se sentía libre, sin preocupaciones y en contacto con el agua. No era una nadadora muy buena y le daba miedo tanta agua junta pero aún así podía pasar horas pintando el bello espectáculo que el océano le brindaba. Arrugó su nariz antes de hablar. – El bosque me gustá más, a decir verdad- musitó en un tono más suave, melancolico. Habían pasado muchas cosas bajo las protectoras copas de los árboles, quienes escondían tantos secretos de tantas personas que solían visitarlos. Suspiró sintiéndose algo ridícula ante su repentina y extraña sensación. Despeinó su cabello con sus dedos.
Apoyó su mejilla en la palma de su mano, sonriendo ligeramente al comprender lo que decía Tallhart. – A mi me gusta la lluvia en todas sus maneras. Ligera, cuando alas gotas parecen pequeños pasos en tu rostro. Torrenciales como dices para correr debajo de ella y cerrar los ojos-sonrió, cerrando los suyos y abriendo sus brazos, imaginando la lluvia caer sobre ella. Frunció el ceño reflejando una preocupación, inmediatamente su semblante cambió al de siempre cuando bromeaba. – Se me había olvidado el karma. Pero podemos llevar a cabo nuestro plan sobre personas que…- buscó las plabras apropiadas para decir su idea. – no han hecho cosas buenas.- terminó con esa palabra la cual quedó flotando en el aire.
Rió mientras llevaba una mano sobre la mesa. – Está bien, comprendo y no haré que lo repitas.- aseguró en un tono ligero, repitiendo las palabras del ojiazul. – Asi es…los amigos se cuentan con los dedos de las manos- comentó mirando us manos. 10 dedos, 10 amigos. Arrugó la nariz y sonrió de lado. – Tal vez los 10 de los pies cuenten también- atinó a decir entre risas viendose sus pies cubiertos por sus zapatos.
La dulce Kate sonrió de lado, sonrojándose. Fue un gesto muy lindo el de Mike al agarrarle la mano al ver las amenazadoras lágrimas en los ojos de ella. No retiró su mano, se sentía bastante a gusto. Permitió que un suspiro profundo saliera dentro de ella, Michael la comprendía. - Gracias - musitó realmente agradecida e imitó el gesto de él: le tocó dulcemente su mano appyada sobre la mesa junto a la pequeña y blanca mano de ella. Recobrando su postura y ánimo inicial, agrego algo mas. - por si las moscas siempre tengo un bat de aluminio cerca de la puerta.- dijo sonriente, recordando a su padre. él hacia lo mismo con el argumento de "uno nunca sabe cuando se puede necesitar".
Ssotuvo con sus dedos la tarjetita de presentación que Michael la había dado. Rezaba su nombre completo, su puesto/empleos, su número y dónde podías encontrarlo en horario normal. “Michael Tallhart, Cirjuano, 044 -------, Hospital General de Storybrooke, Piso2” Campbell esbozó una sonrisa que reflejaba sorpresa. - Que profesional- musitó al leerla, acto seguido guardó la elegante tarjeta en el bolsillo de sus jeans. Sonrió al escuchar la expresión "en un abrir y cerrar de ojos". Parecía muy creíble, quien sabe por qué. -O podría gritar "¡ MICHAEL!" y llegarías volando como en las películas, no?- preguntó divertida. De su bolso sacó una elegante pluma fuente de tinta color azul marino. Agarró una servilleta y con su pulcra letra cursiva, escribió su número telefónico. - Es una tarjeta especializada, eh?- aclaró con una sonrisa en su rostro. Dibujó una carita sonriente junto a su número, escribió su nombre y se la puso en su mano a Mike sin dejar de sonreir.
Rebecca K. Campbell- Humanos
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Re: Un café para llevar (Rebecca K. Campbell)
Mentalicé vagamente lo que recordaba acerca de los hemisferios cerebrales, supuestamente lo que se relacionaba con cada uno de ellos. Eran conocimientos vagos que quedaban demasiado atrás en la formación que había adquirido para convertirme en médico. Tenía el ceño fruncido, en pose pensativa, mientras intentaba recuperar aquello - Pues... supongo que tienes razón. El derecho se relacionaba más con cualidades artísticas, ¿no? La música, la pintura... - Me rasqué la nuca entrecerrando los ojos, forzándome a recordar algo más; pero la verdad es que aquello jamás me había interesado demasiado y tan pronto obtuve aquellos saberes, volví a deshacerme de ellos - Aunque te sorprendería saber que casi todos los test que he hecho muestras que uso ambos por igual, solo que esa pequeña faceta o está demasiado oxidada desde que era pequeño o es que jamás he llegado a explorar todo con lo que mi imaginación podría deleitarme - Sí, también aquellos test me parecían chorradas aunque no había dicho ninguna mentira. Cada palabra pronunciada era muy cierta. Que yo no creyera en eso no quería decir que otra gente lo hiciese y que para ellos significase algo. Escuché lo que ella mencionaba sobre los niños y se escaparon algunas risotadas por las comisuras de mis labios. - Desde luego, creo que tu hemisferio dominante, definitivamente es el derecho - Me agradaba aquella faceta soñadora de la muchacha, a veces parecía que brillaba con la luz propia de aquella inocencia y dulzura que derrochaba.
Iba a bromear acerca de su arrogancia por querer acaparar y ser el centro de los focos de la alfombra roja pero, antes de que llegase a hacerlo pareció leer mis intenciones y usó justo las palabras que impedirían que lo hiciese. - Sigo pensando que quien nos escuchase ahora, diría que no estamos en nuestros cabales... Sobre todo si se tratase de Sydney - Dije acordándome de la psicóloga. Desde luego, era buena amiga mía. Siempre que tenía algún problema acudió a junto a ella, no como profesional sino como amiga desde luego. Aunque no tuviese ningún título que certificase nada sobre su profesión, no dudaría en acudir a ella de la misma forma. - Aunque ahora veo tu plan: confías que en cuanto me vean a mí piensen que tu en realidad eres inocente y yo soy el culpable de todos los asesinos. Ya te imagino mirando al jurado, poniendo cara de niña buena y parpadeando lo suficiente para que se apiaden de ti . - Me crucé de brazos mientras asentía lentamente, y de pronto señalé su rostro rápidamente con el dedo índice de mi mano derecha - ¡Reconócelo, embustera! - Agregué en tono imperativo; intenté refrenar las carcajadas aunque terminé por reírme ya sin ningún tipo de sutilezas.
Reflexioné sus palabras unos segundos antes de hablar - Yo es que adoro sentir la libertad. Entonces.. el meterme en el agua, el océano es en donde más libre me siento. Al fin y al cabo, es una superficie enorme... No sé explicarlo, simplemente me siento mejor, relajado - Me encogí de hombros y le sonreí dulcemente - Aunque muchas veces también he querido coger algo de comida y comenzar a caminar por el bosque, pararme en cualquier lugar a comer y seguir incluso con el deseo de perderme - Me encogí de hombros y fijé mi mirada en la suya - ¿Nunca te ha pasado? - Por lo que pude sustraer de sus palabras, parecía que adoraba la lluvia en todas sus formas. Adquiría un tono muy risueño al hablar sobre ello. - Creo que un día deberíamos hacer un picnic en el bosque, pero en vez de hacerlo como todo el mundo lo hace: Cuando hace sol.... Podríamos hacerlo un día que la lluvia nos acompañase - Si, era una idea un tanto descabellada, pero al fin y al cabo era algo que se salía d elos esquemas de la normalidad y simplemente por ello, ya me atraía.
Su idea de actuar sobre los que se lo mereciesen, hizo que sonriese todavía más ante la castaña - entonces seríamos como un alter-ego de Dexter. Me gusta esa serie, y ese personaje... tiene... Personalidad, dentro de lo que cabe. Si lo juntásemos con tu imaginación creo que lograríamos obtener cosas grandiosas - Bromeé poniendo cara de sorpresa. No pude evitar reír cuando, hablando de los amigos, dijo algo sobre los pies. Negué con la cabeza mientras que pensaba que aquella chica era endemoniadamente graciosa. - Yo creo que nunca me he quejado de los amigos que tengo. Siempre he creído que he tenido mucha suerte a lo largo de mi vida. Obviamente, tengo amigos y "amigos" - dije remarcando el primer amigos, dándole intensidad y un significado mayor para que comprendiese la distinción - Los segundos no es que no me importen, pero no es comparable. A los otros creo que hasta el confiaría mi vida. Si no fuese porque has mostrado tu deseo de acabar con mi vida estaría de que tarde o temprano acabaría confiándotela a ti también. Pero añadiendo a la ecuación tus instintos homicidas creo que deberé replanteármelo... así como también el instinto que tengo sobre la gente - Dije pareciendo serio, aunque estaba seguro que ella sabía que volvía a estar bromeando.
En cuanto a Robert parecía que el ambiente se había puesto algo tenso; era de un tema que, a la par que necesitaba hablar de él no lo soportaba. Notaba como mi amistad por Savannah se escurría entre nuestros dedos a causa de aquel hombre y eso me enfurecía. Además, la simple idea de que le pudiese hacer daño a alguna de las dos me ponía enfermo. Volví a darle un suave apretón en la mano para que mirase a mis ojos y mantuve aquella mirada - En serio, Becca. No soy una persona que hable por hablar. Considero que soy un hombre de palabra. Cualquier cosa, no lo voy a tolerar ¿de acuerdo? - Después cambié aquel apretón por dulces caricias para darle a entender que estaba allí para cuando lo necesitase - Y no solo tiene porque ser físico. Si alguna vez no te sientes bien, o quieres hablar con alguien o no das dormido.. Tienes mi número, me llamas, o te acercas a mi casa, o vamos a correr por el bosque. Lo que a ti te apetezca - Le sonreí dulcemente, aunque tuve que cambiar aquella sonrisa por mi risa cuando mencionó lo de ir volando - De hecho, no se lo digas a nadie... pero debajo de mi ropa tengo el traje naranja de superhéroe y la capa verde.. - Suspiré, como apenado - Quería que fuese azul y rojo pero superman se me había adelantadno - Me encogí de hombros, resignado - Es lo que pasa cuando no te das prisa para registrar el copyright de las cosas. Llega otro y te roba la idea antes de que te des cuenta - La idea de que fuese volando por ahí se me resultó graciosa a la par que algo incómoda; no me gustaban demasiado las alturas. Guardé el número de Becca en la cartera - Cuando llegue a casa lo guardaré en la agenda del móvil. Ahora no tengo batería así que sería un tanto inútil intentarlo. - Me sonrojé un poco cuando dijo lo de las tarjetas y me sentí un poco estúpido - Eso es por culpa de mis padres, siempre tenían la obsesión de que tenía que tener todo perfectamente cuidado y presentado. Creo que por eso me he convertido en una de las personas más desordenadas del planeta pese a que exteriormente pueda parecer lo contrario.
Iba a bromear acerca de su arrogancia por querer acaparar y ser el centro de los focos de la alfombra roja pero, antes de que llegase a hacerlo pareció leer mis intenciones y usó justo las palabras que impedirían que lo hiciese. - Sigo pensando que quien nos escuchase ahora, diría que no estamos en nuestros cabales... Sobre todo si se tratase de Sydney - Dije acordándome de la psicóloga. Desde luego, era buena amiga mía. Siempre que tenía algún problema acudió a junto a ella, no como profesional sino como amiga desde luego. Aunque no tuviese ningún título que certificase nada sobre su profesión, no dudaría en acudir a ella de la misma forma. - Aunque ahora veo tu plan: confías que en cuanto me vean a mí piensen que tu en realidad eres inocente y yo soy el culpable de todos los asesinos. Ya te imagino mirando al jurado, poniendo cara de niña buena y parpadeando lo suficiente para que se apiaden de ti . - Me crucé de brazos mientras asentía lentamente, y de pronto señalé su rostro rápidamente con el dedo índice de mi mano derecha - ¡Reconócelo, embustera! - Agregué en tono imperativo; intenté refrenar las carcajadas aunque terminé por reírme ya sin ningún tipo de sutilezas.
Reflexioné sus palabras unos segundos antes de hablar - Yo es que adoro sentir la libertad. Entonces.. el meterme en el agua, el océano es en donde más libre me siento. Al fin y al cabo, es una superficie enorme... No sé explicarlo, simplemente me siento mejor, relajado - Me encogí de hombros y le sonreí dulcemente - Aunque muchas veces también he querido coger algo de comida y comenzar a caminar por el bosque, pararme en cualquier lugar a comer y seguir incluso con el deseo de perderme - Me encogí de hombros y fijé mi mirada en la suya - ¿Nunca te ha pasado? - Por lo que pude sustraer de sus palabras, parecía que adoraba la lluvia en todas sus formas. Adquiría un tono muy risueño al hablar sobre ello. - Creo que un día deberíamos hacer un picnic en el bosque, pero en vez de hacerlo como todo el mundo lo hace: Cuando hace sol.... Podríamos hacerlo un día que la lluvia nos acompañase - Si, era una idea un tanto descabellada, pero al fin y al cabo era algo que se salía d elos esquemas de la normalidad y simplemente por ello, ya me atraía.
Su idea de actuar sobre los que se lo mereciesen, hizo que sonriese todavía más ante la castaña - entonces seríamos como un alter-ego de Dexter. Me gusta esa serie, y ese personaje... tiene... Personalidad, dentro de lo que cabe. Si lo juntásemos con tu imaginación creo que lograríamos obtener cosas grandiosas - Bromeé poniendo cara de sorpresa. No pude evitar reír cuando, hablando de los amigos, dijo algo sobre los pies. Negué con la cabeza mientras que pensaba que aquella chica era endemoniadamente graciosa. - Yo creo que nunca me he quejado de los amigos que tengo. Siempre he creído que he tenido mucha suerte a lo largo de mi vida. Obviamente, tengo amigos y "amigos" - dije remarcando el primer amigos, dándole intensidad y un significado mayor para que comprendiese la distinción - Los segundos no es que no me importen, pero no es comparable. A los otros creo que hasta el confiaría mi vida. Si no fuese porque has mostrado tu deseo de acabar con mi vida estaría de que tarde o temprano acabaría confiándotela a ti también. Pero añadiendo a la ecuación tus instintos homicidas creo que deberé replanteármelo... así como también el instinto que tengo sobre la gente - Dije pareciendo serio, aunque estaba seguro que ella sabía que volvía a estar bromeando.
En cuanto a Robert parecía que el ambiente se había puesto algo tenso; era de un tema que, a la par que necesitaba hablar de él no lo soportaba. Notaba como mi amistad por Savannah se escurría entre nuestros dedos a causa de aquel hombre y eso me enfurecía. Además, la simple idea de que le pudiese hacer daño a alguna de las dos me ponía enfermo. Volví a darle un suave apretón en la mano para que mirase a mis ojos y mantuve aquella mirada - En serio, Becca. No soy una persona que hable por hablar. Considero que soy un hombre de palabra. Cualquier cosa, no lo voy a tolerar ¿de acuerdo? - Después cambié aquel apretón por dulces caricias para darle a entender que estaba allí para cuando lo necesitase - Y no solo tiene porque ser físico. Si alguna vez no te sientes bien, o quieres hablar con alguien o no das dormido.. Tienes mi número, me llamas, o te acercas a mi casa, o vamos a correr por el bosque. Lo que a ti te apetezca - Le sonreí dulcemente, aunque tuve que cambiar aquella sonrisa por mi risa cuando mencionó lo de ir volando - De hecho, no se lo digas a nadie... pero debajo de mi ropa tengo el traje naranja de superhéroe y la capa verde.. - Suspiré, como apenado - Quería que fuese azul y rojo pero superman se me había adelantadno - Me encogí de hombros, resignado - Es lo que pasa cuando no te das prisa para registrar el copyright de las cosas. Llega otro y te roba la idea antes de que te des cuenta - La idea de que fuese volando por ahí se me resultó graciosa a la par que algo incómoda; no me gustaban demasiado las alturas. Guardé el número de Becca en la cartera - Cuando llegue a casa lo guardaré en la agenda del móvil. Ahora no tengo batería así que sería un tanto inútil intentarlo. - Me sonrojé un poco cuando dijo lo de las tarjetas y me sentí un poco estúpido - Eso es por culpa de mis padres, siempre tenían la obsesión de que tenía que tener todo perfectamente cuidado y presentado. Creo que por eso me he convertido en una de las personas más desordenadas del planeta pese a que exteriormente pueda parecer lo contrario.
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Re: Un café para llevar (Rebecca K. Campbell)
La de ojos verdes asintió, comprendiendo las palabras de Mike. Esos tests le decían que su hemisferio derecho estaba desarrollado en mayor parte que el izquierdo, cosa que le hacía preocuparse en cierta medida. No significaba que fuera tonta o algo por el estilo, simplemente no lo usaba tanto. No se le daba. Era cierto, cosas de numeros no eran sus favoritos. Frunció el ceño, pensando que el margen de error de esos exámenes debía ser alto. Unas 10 preguntas no podrían englobar todas tus capacidades y habilidades. Dejó escapar un gruñido. - Debes dejarte llevar por la inspiración - musitó al escucharlo, nadie podía tener tan oxidado la parte creativa. Asintió alegremente sonriendo, estando de acuerdo con la reflexión del ojiazul.
Recordó lo que le decía la pequeña Paula y asintió definitivamente. Si Sidney los escuchara en menos de 10 segundos estarían en su diván. Rió ligeramente negando la cabeza, dejando que unos pensamientos afloraran en sus labios. - Oh, al mundo le hace falta una pizca de locura - comentó divertida recordando lo serio y gris que solía ser la sociedad. - Nosotros podemos dársela. Y ellos nos darían un premio nobel- agregó bromeando mientras entrecerraba sus ojos a escuchar la terrible acusación. Llevó una de sus pequeñas manos a su pecho, mostró un semblante de desconcierto y reprimió un gritito sofocado. El dedo acusaba a la pobre chica que rió ligeramente. - ¿Yo?Soy incapaz, Michael.- musito en tono dramático. Negó con la cabeza imitando un gemido. A veces le hubiera gustado explotar su faceta de actriz.
Sonrió y un brillo se apoderó de su rostro. Era como cuando recuerdas algo agradable, todo tu ser se alegra reaccionando a ese recuerdo. El bosque le inyectaba vida, por así decirlo. Asintiò dulcememente y le sonrió de igual manera al rubio. - ¿Nunca te has parado en la línea que marca la marea, cerrado tus ojos y extender tus brazos?- preguntó curiosa. Responder una pregunta con otra era muy habitual en ella. - Intentalo de noche- musitó. Era liberador, sentias como te integrabas a la naturaleza. - Sería maravilloso. - murmuró sin apagar su sonrisa imaginando un picnic bajo la lluvia. Tal vez agarrarían un resfriado pero valdría la pena, el bosque siempre combinaba a la perfección con la lluvia.
Juntó sus labios formando na línea recta mientras pensaba. Chasqueó sus dedos. Ajá, como Dexter. También se asemeja a un anime japonés llamado Death Note- comentó recordando esa serie que alguna vez vió. Era muy interesante la trama, los personajes y la psicología de cada uno. Además habían muchas cosas coloquiales propias del país nipón, cosa que le encantaba a Kate, quien rió ligeramente. Michael pensaba muy parecido a ella. Eso le agradaba. - Yo depende de qué vibra me den las personas - musitó sintiendose un poco extraña al decirlo en voz alta pero era así. Un ejemplo era la alcaldesa, le daba una sensación de mal aguero. Rió de nuevo dándole un ligero codazo sacándole la lengua. - pero yo no day mala vibra, ¿verdad?- preguntó bromeando y entrecerró sus ojos, mirandolo fijamente. - Pues tñu ya formas parte de mi lista de "amigos por los cuales daría un riñón o la vida"- comentó como si anunciara una gran noticia, obviamente en tono divertido. -Eres mi compañero de crimen, no podría canalizar mis impulsos homicidas en ti- musitó en tono tranquilizador mientras daba unas palmaditas en la espalda del cirujano.
Sus palabras eran sinceras, cosa que hizo que Becca se estremeciera por dentro. Le daba una sensación de paz. Se tomó la libertad de despeinar el cabello rubio de su amigo, sonriéndole dulcemente. - Mi casa es tu casa, mis pastelería es tu pastelería también- atinó a decir dándole a entender su apoyo incondicional desde ese momento. De su garganta escaparon unas risas divertidas al escuchar lo que decía. - Ya ves, por no apurarte ya te ganaron el disfraz- comentó en tono serio lamentando la situación. - Podemos diseñarnos nuestros propios disfraces tipo "equipo rocket" o algo asi- musitó riendo ante semejante idea. Sonrió asintiendo. Podía hacerle lo que quisiera con el número de Becca...y ella realmente esperaba que la llamara.
Asintió, sabía lo que se sentía tener padres así. Los suyos eran organizados, pulcros en todo sentido y sumamente correctos debido a su edcación y el trabajo, el ambiente de los negocios en NY les exigía presentación. Becca era así, una señorita deslumbrante y perfecta de p a pa. Cuando regresó a Storybrooke, se desató en cierta manera. - Uuuuy , ni te cuento...desorganización es mi tercer nombre- bromeó sacando la lengua de nuevo, acordandose que tenía que llegar y hacer el quehacer que tant le aburría. Alzó su mano de nuevo y volvió a gritar.- ¡CHOCALAS! de nuevo- agregó riendo.
Recordó lo que le decía la pequeña Paula y asintió definitivamente. Si Sidney los escuchara en menos de 10 segundos estarían en su diván. Rió ligeramente negando la cabeza, dejando que unos pensamientos afloraran en sus labios. - Oh, al mundo le hace falta una pizca de locura - comentó divertida recordando lo serio y gris que solía ser la sociedad. - Nosotros podemos dársela. Y ellos nos darían un premio nobel- agregó bromeando mientras entrecerraba sus ojos a escuchar la terrible acusación. Llevó una de sus pequeñas manos a su pecho, mostró un semblante de desconcierto y reprimió un gritito sofocado. El dedo acusaba a la pobre chica que rió ligeramente. - ¿Yo?Soy incapaz, Michael.- musito en tono dramático. Negó con la cabeza imitando un gemido. A veces le hubiera gustado explotar su faceta de actriz.
Sonrió y un brillo se apoderó de su rostro. Era como cuando recuerdas algo agradable, todo tu ser se alegra reaccionando a ese recuerdo. El bosque le inyectaba vida, por así decirlo. Asintiò dulcememente y le sonrió de igual manera al rubio. - ¿Nunca te has parado en la línea que marca la marea, cerrado tus ojos y extender tus brazos?- preguntó curiosa. Responder una pregunta con otra era muy habitual en ella. - Intentalo de noche- musitó. Era liberador, sentias como te integrabas a la naturaleza. - Sería maravilloso. - murmuró sin apagar su sonrisa imaginando un picnic bajo la lluvia. Tal vez agarrarían un resfriado pero valdría la pena, el bosque siempre combinaba a la perfección con la lluvia.
Juntó sus labios formando na línea recta mientras pensaba. Chasqueó sus dedos. Ajá, como Dexter. También se asemeja a un anime japonés llamado Death Note- comentó recordando esa serie que alguna vez vió. Era muy interesante la trama, los personajes y la psicología de cada uno. Además habían muchas cosas coloquiales propias del país nipón, cosa que le encantaba a Kate, quien rió ligeramente. Michael pensaba muy parecido a ella. Eso le agradaba. - Yo depende de qué vibra me den las personas - musitó sintiendose un poco extraña al decirlo en voz alta pero era así. Un ejemplo era la alcaldesa, le daba una sensación de mal aguero. Rió de nuevo dándole un ligero codazo sacándole la lengua. - pero yo no day mala vibra, ¿verdad?- preguntó bromeando y entrecerró sus ojos, mirandolo fijamente. - Pues tñu ya formas parte de mi lista de "amigos por los cuales daría un riñón o la vida"- comentó como si anunciara una gran noticia, obviamente en tono divertido. -Eres mi compañero de crimen, no podría canalizar mis impulsos homicidas en ti- musitó en tono tranquilizador mientras daba unas palmaditas en la espalda del cirujano.
Sus palabras eran sinceras, cosa que hizo que Becca se estremeciera por dentro. Le daba una sensación de paz. Se tomó la libertad de despeinar el cabello rubio de su amigo, sonriéndole dulcemente. - Mi casa es tu casa, mis pastelería es tu pastelería también- atinó a decir dándole a entender su apoyo incondicional desde ese momento. De su garganta escaparon unas risas divertidas al escuchar lo que decía. - Ya ves, por no apurarte ya te ganaron el disfraz- comentó en tono serio lamentando la situación. - Podemos diseñarnos nuestros propios disfraces tipo "equipo rocket" o algo asi- musitó riendo ante semejante idea. Sonrió asintiendo. Podía hacerle lo que quisiera con el número de Becca...y ella realmente esperaba que la llamara.
Asintió, sabía lo que se sentía tener padres así. Los suyos eran organizados, pulcros en todo sentido y sumamente correctos debido a su edcación y el trabajo, el ambiente de los negocios en NY les exigía presentación. Becca era así, una señorita deslumbrante y perfecta de p a pa. Cuando regresó a Storybrooke, se desató en cierta manera. - Uuuuy , ni te cuento...desorganización es mi tercer nombre- bromeó sacando la lengua de nuevo, acordandose que tenía que llegar y hacer el quehacer que tant le aburría. Alzó su mano de nuevo y volvió a gritar.- ¡CHOCALAS! de nuevo- agregó riendo.
Rebecca K. Campbell- Humanos
- Soy : Caperucita Roja
Mensajes : 199
Empleo /Ocio : Pastelera.
Fecha de inscripción : 25/06/2012
Re: Un café para llevar (Rebecca K. Campbell)
Escuché las palabras de Becca sobre la imaginación. Dejarse llevar... Bueno, era algo que en ocasiones en el quirófano hacía. Al fin y al cabo, cada persona era un mundo y por desgracia no siempre todas las operaciones eran tan automáticas como todo el mundo se creía. Me había encontrado de todo en la mesa de operaciones y, en casos desesperados, no había sido la primera vez que había terminado por dejarme llevar por mi intuición para solventar exitosamente aquello - Bueno, creo que de una forma diferente en mi trabajo lo he hecho. Pero... te haré caso. Si no lo logro siempre puedo recurrir a ti para que me ayudes. Dejemos que tu hemisferio derecho me ayude - Le eché la lengua. Sería entretenido realizar aquel tipo de ejercicio con ella.
Asentí ante lo que decía, dándole toda la razón aunque decidí dar un pequeño matiz a sus palabras - Tienes toda la razón. aunque creo que nuestra locura sería incluso excesiva para todo el mundo. Y si, he dicho mundo, no solo me refiero a EEUU o al América... - Esbocé una sonrisa. Me reí al escuchar lo del premio nobel pensando que aquello era incluso más descabellado. Todo científico soñaba con recibir aquella mención honorífica a su labor en su campo de especialización y aunque considerase que algunos de los que la habían recibido, definitivamente no estaban bien de la cabeza, no creía que aquello solo bastante como un logro. Mi risa volvió a mostrarse cuando empezó a actuar como desconcertada ante mis palabras. Ladeé la cabeza - En realidad he grabado toda esta conversación por si en algún momento me hiciese falta para exponerla como prueba en un juicio - Sonreí satisfecho y crucé los dedos de mis manos sobre la mesa, mirándola fijamente - Vale, no. Miento. Pero he de añadir que no eres la única que sabe actuar. Mis padres me compraron un perro a pesar de odiarlos porque hice como si llorase durante toda una tarde. Mis lágrimas de cocodrilo son conocidas por toda mi familia. - Me habían sido muy útiles pese a que ya conociesen mi truco. A veces creía que en realidad se divertían y me negaban algunas cosas para que actuase de aquella forma.
Parecía haberle gustado mi idea del picnic lluvioso. Nunca lo había hecho y, la verdad, se lo había dicho medio en broma. Pero si tenía ganas de hacerlo, no iba a ser yo quien se lo impidiese ya que seguramente me uniría a esa alocada idea - Siempre podríamos terminar de ponerle la guinda yendo a la playa para hacer lo que me acabas de decir. Ya puestos a estar mojados, un poco más un poco menos... ¿qué más da? - Me encogí de hombros y me reí. Un baño después de estar completamente empapados no creía que marcase la diferencia. De resfriarse, eso no sería la causa precisamente.
La miré sorprendido cuando dijo lo de Death Note y asentí energicamente - Esto va a sonar bastante friki pero amo esa serie - La miré entrecerrando los ojos y frunciendo levemente el ceño - ?No será una broma e intentarás destapar una faceta friki mía no? Porque sino verás que la hay y es muy grande - Dije bromeando y esbocé una sonrisa - Me encanta Light, es uno de los personajes "malvados" que más me ha gustado nunca - dije haciendo comillas con los dedos cuando pronuncié la palabra: malvados. - Siempre que la he visto me ha hecho reflexionar muchas cosas sobre nuestra visión del bien y del mal. En plan... realmente está librando al mundo de criminales pero ¿le da derecho a asesinarlos? ¿Es justo que alguien pueda tomar ese tipo de decisiones? No sé, he de reconocer que me hizo pensar bastante - Me di cuenta de que mi discurso se estaba yendo por las ramas y me callé antes de que ella escapase corriendo atemorizada por haberse sentado con un megafriki. Me dijo que yo le daba una buenas sensaciones y, ante su pregunta, la miré a los ojos - ¿Crees que sino fuese así estaría hablando contigo? Créeme, soy muy directo - Le pasé una mano por la cabeza, despeinándola un poco y sonreí. - Eso espero, sino me volverías a ver como un fantasma muy enfadado y no habría cazafantasmas en el mundo que te librasen de mi.
Pensé en lo que me había dicho y sonreí - Entonces.. ya que la pastelería es mía antes de ir a trabajar me pasare por ahí la desvalijaré de todos los pasteles - Bromeé y me reí dulcemente. Seria gracioso llevarme las bandejas de pasteles recién hechos ante la atónita mirada de Becca y Savannah. Aunque obviamente, jamás lo haría. - ¿Y que nuestro lema fuese: "hazte con todos" ? - Volví a bromear riéndome otra vez. Había visto algún capítulo de Pokemon cuando era más pequeño, aunque aquello había quedado muy atrás en el tiempo.
Parecíamos compartir el "gusto", por decirlo de alguna forma, por el desorden. Aquello no sabía si encuadrarlo en algo bueno o por el contrario, en un gran defecto. Aunque yo siempre decía que tenía mi orden entre aquel desorden. Choqué su mano con la mía como si fuésemos camaradas. Miré un momento hacia la barra y vi que eran las 12:30. Abrí mucho los ojos, sorprendido y miré hacia ella. - DIOS, ha pasado el tiempo volando. - Dije mientras me echaba hacia atrás en la silla - Ahora he de irme a hacer la comida, limpiar algo la cocina y, no nos vamos a engañar, dormir toda la tarde. Pero... recuerda que tenemos pendiente un picnic. - Me levanté de la silla y aproveché para estirar los brazos ya que tenía los músculos de los brazos algo agarrotados - Ha sido un placer conocerte - Me acerqué a su mejilla y le di un sonoros beso. - Hasta otra - dije mientras le dedicaba una cálida sonrisa y me dirigía hacia la puerta del local. De pronto todo mi cansancio volvió a materializarse y noté como los ojos empezaban a cerrárseme solos.
Asentí ante lo que decía, dándole toda la razón aunque decidí dar un pequeño matiz a sus palabras - Tienes toda la razón. aunque creo que nuestra locura sería incluso excesiva para todo el mundo. Y si, he dicho mundo, no solo me refiero a EEUU o al América... - Esbocé una sonrisa. Me reí al escuchar lo del premio nobel pensando que aquello era incluso más descabellado. Todo científico soñaba con recibir aquella mención honorífica a su labor en su campo de especialización y aunque considerase que algunos de los que la habían recibido, definitivamente no estaban bien de la cabeza, no creía que aquello solo bastante como un logro. Mi risa volvió a mostrarse cuando empezó a actuar como desconcertada ante mis palabras. Ladeé la cabeza - En realidad he grabado toda esta conversación por si en algún momento me hiciese falta para exponerla como prueba en un juicio - Sonreí satisfecho y crucé los dedos de mis manos sobre la mesa, mirándola fijamente - Vale, no. Miento. Pero he de añadir que no eres la única que sabe actuar. Mis padres me compraron un perro a pesar de odiarlos porque hice como si llorase durante toda una tarde. Mis lágrimas de cocodrilo son conocidas por toda mi familia. - Me habían sido muy útiles pese a que ya conociesen mi truco. A veces creía que en realidad se divertían y me negaban algunas cosas para que actuase de aquella forma.
Parecía haberle gustado mi idea del picnic lluvioso. Nunca lo había hecho y, la verdad, se lo había dicho medio en broma. Pero si tenía ganas de hacerlo, no iba a ser yo quien se lo impidiese ya que seguramente me uniría a esa alocada idea - Siempre podríamos terminar de ponerle la guinda yendo a la playa para hacer lo que me acabas de decir. Ya puestos a estar mojados, un poco más un poco menos... ¿qué más da? - Me encogí de hombros y me reí. Un baño después de estar completamente empapados no creía que marcase la diferencia. De resfriarse, eso no sería la causa precisamente.
La miré sorprendido cuando dijo lo de Death Note y asentí energicamente - Esto va a sonar bastante friki pero amo esa serie - La miré entrecerrando los ojos y frunciendo levemente el ceño - ?No será una broma e intentarás destapar una faceta friki mía no? Porque sino verás que la hay y es muy grande - Dije bromeando y esbocé una sonrisa - Me encanta Light, es uno de los personajes "malvados" que más me ha gustado nunca - dije haciendo comillas con los dedos cuando pronuncié la palabra: malvados. - Siempre que la he visto me ha hecho reflexionar muchas cosas sobre nuestra visión del bien y del mal. En plan... realmente está librando al mundo de criminales pero ¿le da derecho a asesinarlos? ¿Es justo que alguien pueda tomar ese tipo de decisiones? No sé, he de reconocer que me hizo pensar bastante - Me di cuenta de que mi discurso se estaba yendo por las ramas y me callé antes de que ella escapase corriendo atemorizada por haberse sentado con un megafriki. Me dijo que yo le daba una buenas sensaciones y, ante su pregunta, la miré a los ojos - ¿Crees que sino fuese así estaría hablando contigo? Créeme, soy muy directo - Le pasé una mano por la cabeza, despeinándola un poco y sonreí. - Eso espero, sino me volverías a ver como un fantasma muy enfadado y no habría cazafantasmas en el mundo que te librasen de mi.
Pensé en lo que me había dicho y sonreí - Entonces.. ya que la pastelería es mía antes de ir a trabajar me pasare por ahí la desvalijaré de todos los pasteles - Bromeé y me reí dulcemente. Seria gracioso llevarme las bandejas de pasteles recién hechos ante la atónita mirada de Becca y Savannah. Aunque obviamente, jamás lo haría. - ¿Y que nuestro lema fuese: "hazte con todos" ? - Volví a bromear riéndome otra vez. Había visto algún capítulo de Pokemon cuando era más pequeño, aunque aquello había quedado muy atrás en el tiempo.
Parecíamos compartir el "gusto", por decirlo de alguna forma, por el desorden. Aquello no sabía si encuadrarlo en algo bueno o por el contrario, en un gran defecto. Aunque yo siempre decía que tenía mi orden entre aquel desorden. Choqué su mano con la mía como si fuésemos camaradas. Miré un momento hacia la barra y vi que eran las 12:30. Abrí mucho los ojos, sorprendido y miré hacia ella. - DIOS, ha pasado el tiempo volando. - Dije mientras me echaba hacia atrás en la silla - Ahora he de irme a hacer la comida, limpiar algo la cocina y, no nos vamos a engañar, dormir toda la tarde. Pero... recuerda que tenemos pendiente un picnic. - Me levanté de la silla y aproveché para estirar los brazos ya que tenía los músculos de los brazos algo agarrotados - Ha sido un placer conocerte - Me acerqué a su mejilla y le di un sonoros beso. - Hasta otra - dije mientras le dedicaba una cálida sonrisa y me dirigía hacia la puerta del local. De pronto todo mi cansancio volvió a materializarse y noté como los ojos empezaban a cerrárseme solos.
Michael C. Tallhart- Fauna
- Soy : Sebastian
Mensajes : 155
Empleo /Ocio : Cirujano
Localización : Bajo el mar (?)
Fecha de inscripción : 30/07/2012
Re: Un café para llevar (Rebecca K. Campbell)
Asintió sintiendose orgullosa por su hemisferio derecho. - Te ayudo con lo que quieras - comentó sonriente mientras le sacaba la lengua a modo de juego. Era muy fácil ser ella misma cuando estaba con Michael, no tenía miedo de parecer ridícula o demasiado infantil. Sin embargo, la imaginación de la morena solía irse a loa extremos. - Exageré un poco - admitio entre risas ligeras al escuchar el tono de voz de Tallhart. Un premio Nobel por la locura, vaya cosa. Rió entre dientes mientras lo escuchaba y alzó sus cejas, recordando algunas cosas. - Ay no. Yo soy débil ante las lágrimas de los demás - confesó con una expresión un tanto preocupada mientras arrugaba la nariz ligeramente al escuchar la otra parte de la frase del ojiazul - Tener un perro es mucha responsabilidad, yo con mi cachorra apenas puedo. Es demasiado activa- comentó con una sonrisa al recordar a su Border Collie. Era pesado sí pero no cambiaría nada, ella a diferencia de Mike, amaba a los perros y a los animales en general.
Había percibido el tono de broma en lo del picnic pero no se le hizo mala idea a la pastelera. - Sólo tendríamos que irnos bien abrigados y no nos enfermaremos. - informo como si con eso garantizara que no se enfermarían. Un impermeable, unas tazas de té, unas tartas calientitas y no habría nada de que preocuparse.
Abrió sus ojos y no pudo evitar darle un puñetazo suave en el brazo de él, ademán que expresaba cierta emoción. ¡no era la única friki de Storybrooke! - No estoy sola- Rió un poco mientras ponia atención a sus palabras. - Es uno de los personajes más complejos de todos los animes que he visto - murmuró, reflexionando un momento sobre los demás animes. - También Evangelion posee una trama bastante interesante.- agregó esperando no sonar demasiado extraña. Generalmente si sacaba a colación el tema de anime, mangas, etc la gente fruncía el ceño, le miraba raro y cambiaba el tema ligeramente asustados. Dejó escapar aire de sus labios, tratando de encontrar las palabras adecuadas. - Empezó con buenas intenciones, claro. Además era un muchacho muy inteligente. Pero es fácil perder el equilibrio cuando se tiene semejante poder y...esas cosas son delicadas- atinó a decir. Se sintió aliviada al observar la expresión de " te entiendo y sé de que hablas" de Michael, la hacía sentir menos extraña de lo que ya era.
Sostuvo su mirada y le sonrió cálidamente, una sonrisa que no solía esbozarla con muchas personas. podría decirse que era una sonrisa de edición limitada. Hizo un puchero cuando sintió su mano revolver su cabello azabache que de por sí solía llevarlo revuelto. Cruzó sus brazos, alzó una ceja y su voz sonó muy seria. - ¿me jalarías los pies en la noche?- preguntó frunciendo el ceño. A decir verdad, ella sería una fantasma muy traviesa, de esas que daban problemas con inocentes travesuras a los vivos.
Asintió con una sonrisa. - Las puertas de mi casa y de la pastelería siempre estarán abiertas para ti- aclaró con sinceridad y negó con la cabeza, pensandolo mejor. - Si nos dejas sin pasteles tendrás que cocinarlos con nosotras- adviritó divertida imaginandose a Michael con su delantal rosa claro, cocinando con devoción un pastel de cumpleaños. Le miró con ternura ya que había citado al clásico anime de antaño: Pokemon. Becca solía ver ese y Digimon cuando era pequeña.
Volteó a ver el reloj y notó lo rápido que se había pasado el tiempo: más de una hora y media enfrascados en la plática. La muchacha se levantó alegre, poniendole atención. - El quehacer nos llama- agregó amablemente mientras se despedía del cirujano. Al recibir el beso en la mejilla simplemente se ruborizó sin borrar su bonita sonrisa. - No se me olvida- aseguró guiñándole un ojo. Observó cómo salía del local y agarró sus cosas, verificó que llevara su suéter y dejó granny's, dirijiendose hacia su casa.
Había percibido el tono de broma en lo del picnic pero no se le hizo mala idea a la pastelera. - Sólo tendríamos que irnos bien abrigados y no nos enfermaremos. - informo como si con eso garantizara que no se enfermarían. Un impermeable, unas tazas de té, unas tartas calientitas y no habría nada de que preocuparse.
Abrió sus ojos y no pudo evitar darle un puñetazo suave en el brazo de él, ademán que expresaba cierta emoción. ¡no era la única friki de Storybrooke! - No estoy sola- Rió un poco mientras ponia atención a sus palabras. - Es uno de los personajes más complejos de todos los animes que he visto - murmuró, reflexionando un momento sobre los demás animes. - También Evangelion posee una trama bastante interesante.- agregó esperando no sonar demasiado extraña. Generalmente si sacaba a colación el tema de anime, mangas, etc la gente fruncía el ceño, le miraba raro y cambiaba el tema ligeramente asustados. Dejó escapar aire de sus labios, tratando de encontrar las palabras adecuadas. - Empezó con buenas intenciones, claro. Además era un muchacho muy inteligente. Pero es fácil perder el equilibrio cuando se tiene semejante poder y...esas cosas son delicadas- atinó a decir. Se sintió aliviada al observar la expresión de " te entiendo y sé de que hablas" de Michael, la hacía sentir menos extraña de lo que ya era.
Sostuvo su mirada y le sonrió cálidamente, una sonrisa que no solía esbozarla con muchas personas. podría decirse que era una sonrisa de edición limitada. Hizo un puchero cuando sintió su mano revolver su cabello azabache que de por sí solía llevarlo revuelto. Cruzó sus brazos, alzó una ceja y su voz sonó muy seria. - ¿me jalarías los pies en la noche?- preguntó frunciendo el ceño. A decir verdad, ella sería una fantasma muy traviesa, de esas que daban problemas con inocentes travesuras a los vivos.
Asintió con una sonrisa. - Las puertas de mi casa y de la pastelería siempre estarán abiertas para ti- aclaró con sinceridad y negó con la cabeza, pensandolo mejor. - Si nos dejas sin pasteles tendrás que cocinarlos con nosotras- adviritó divertida imaginandose a Michael con su delantal rosa claro, cocinando con devoción un pastel de cumpleaños. Le miró con ternura ya que había citado al clásico anime de antaño: Pokemon. Becca solía ver ese y Digimon cuando era pequeña.
Volteó a ver el reloj y notó lo rápido que se había pasado el tiempo: más de una hora y media enfrascados en la plática. La muchacha se levantó alegre, poniendole atención. - El quehacer nos llama- agregó amablemente mientras se despedía del cirujano. Al recibir el beso en la mejilla simplemente se ruborizó sin borrar su bonita sonrisa. - No se me olvida- aseguró guiñándole un ojo. Observó cómo salía del local y agarró sus cosas, verificó que llevara su suéter y dejó granny's, dirijiendose hacia su casa.
Rebecca K. Campbell- Humanos
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