Meds [Kara R. Moon]

Hoy, según me había comentado mi adjunto al entrar en el trabajo, me tocaba estar de guardia por la mañana. No era de mis partes favoritas, al menos normalmente hasta que me dijo que estaría solo sin la supervisión de nadie. Siempre que me daban una oportunidad como aquella, no podía negar que me ponía algo nervioso por la responsabilidad que aquello conllevaba. Sin embargo, una gran parte de mi se alegraba ya que aquello simplemente significaba que estaba haciéndolo bien. De no ser así, no cabía en la cabeza de nadie que me dejasen tal libertad.

Así pues, tras haber salido del vestuario y haberme puesto el pijama de quirófano y la bata me encaminé hacia la puerta principal del hospital mientras esperaba que llegase algún paciente. Normalmente en las guardias nocturnas siempre quedaba algo que ver para el día siguiente pero parecía que la noche anterior había sido bastante tranquila, así que estaba completamente libre. Odiaba aquello puesto que, ya de estar en el trabajo, prefería mil veces estar haciendo algo de provecho. Como el resto de los médicos y personal estaban algo ajetreados con sus pacientes, decidí ir a la sala de médicos para servirme un café bien cargado y coger un libro sobre cirugía para leer un poco. Eso nunca estaba de más, ya que no podías saber cuando te llegaría una operación que no habías practicado demasiado y el dudar nunca era bueno. Aunque en aquellas situaciones para eso estaba el adjunto: para guiarte. Aún así, el haberme dado aquella carta banca por este día no quería interrumpirlos y quería mostrarles que era lo suficientemente autosuficiente como para no precisar su ayuda.

Mientras que estaba absorto leyendo el procedimiento de una operación que se efectuaba en caso de cáncer de páncreas, escuché unos pasos que se acercaban hacia la habitación donde me encontraba. Justo alcé la vista en el momento que uno de mis adjuntos entraban para decirme que hoy habría una estudiante de medicina y que estaría conmigo. Yo me limité a asentir aunque él se marchó antes incluso de verlo. Me gustaba tener estudiantes; nunca me había horrorizado la enseñanza y, de hecho, me gustaba ejercerla. Sino fuese por mi pasión por los quirófano seguramente me habría quedado en la facultad para enseñar.

Me quedé sentado, ya que supuse que el médico le habría dicho que me buscase aquí mientras me preguntaba de quién podría tratarse. Conocía a un par de alumnos que ya habían estado conmigo y esperaba que, al menos, fuese uno de ellos. Con suerte vendría algo interesante para dejarles participar.

Seguía con la mirada fija en aquel libro de cirugía gracias al cual había perdido la noción del tiempo. Seguía leyendo los procedimientos quirúrgicos de aquella complicada operación, las complicaciones que se podían presentar mientras continuaba a la vez bebiendo el café. Tras de mi estaba el único objeto que rompía el silencio de la sala, el tic-tac del reloj que había colgado en la pared. Un ruido, finalmente, logró que me desconcentrase y levantase la vista. Observé como se abría la puerta de pronto mientras que se adentraba a aquel despacho Kara. La miré sorprendido, todavía demasiado adormilado como para ser capaz de mostrar algún otro tipo de sentimiento como alegría. Me sorprendió como se abalanzaba hacia mí para saludarme, aunque acabé correspondiéndole a aquel saludo tan efusivo.

Cuando nos separamos alcé mis mano en seña de que se calmase un poco y le indiqué que tomase asiento a mi lado – Primero de todo, buenos días Kara. Aún no estoy creo en la misma fase del día que tú, por lo que parece tienes un despertar más rápido que yo – Bostecé, cubriendo mi boca con una mano para no ser maleducado y después aproveché para estirar mis brazos – Como puedes observar, no es que haya demasiado trabajo todavía. Estaba aprovechando para repasar unas cosas de una operación… Pero supongo que lo que menos te apetecerá ahora mismo es estudiar. Además, eso no es algo que tengas que hacer en el hospital, al menos de momento… - Dije aquello último como una puntualización ya que, cuando fuese residente, seguramente tuviese que aprovechar sus ratos libres para estudiar un poco.

Cerré el libro sobre la mesa y me tomé otro sorbo de café. No había ido nadie más, solo estábamos ambos, así que comencé a pensar algo que pudiésemos hacer mientras la mañana no se ponía interesante –Veamos… ¿Qué prefieres? Tomar un café o ir a la sala de curas a practicas como dar puntos. Siempre podemos ir a mendigar a la cafetería a que nos den un par de filetes y estar con ellos hasta que llegue algún paciente interesante. – Me rasqué la barbilla, intentando pensar en alguna otra posibilidad – Es que hoy solamente estoy en urgencias, si prefieres ir con otro médico a quirófano… Supongo que estar en urgencias sin que haya nada no es el sueño de un estudiante – Me reí y miré hacia ella, sonriendo finalmente. Ya había coincidido varias veces con ella y me caía bien. Se parecía bastante a mi en aquel sentido, era bastante hiperactiva y aquella parte del hospital en aquellas condiciones hasta a mi me aburría.

Miré con una sonrisa hacia Kara mientras se volvía a peinar el cabello. Aquel ruido que había pronunciado a modo conformidad se me había antojado gracioso. Sabía que aquellas cosas no la molestaban, por eso me tomaba aquellas libertades. Ciertamente me gustaba llevarme bien con los alumnos para que a la hora de hacer las cosas no se pusieran nerviosos. Además, siempre disfrutaba el tiempo de prácticas que pasaba junto a la morena. Al menos no era como la mayoría de los estudiantes que solamente parecían vivir para y por la medicina, sino que tenían su cabeza llena de otras cosas a mayores, lo que permitía que pudiesen mantener conversaciones sobre otros temas. Eso sin duda era lo que más le gustaba de la joven ya que marcaba la diferencia. Si a eso le añadíamos que pese a tener mejor relación con los médicos que cuando era estudiante, debido a su edad todavía sintiendo más afinidad por los estudiantes, Kara era la elección perfecta para pasar un agradable día de trabajo.

Me reí por el desparpajo con el que mencionó que me arrepentiría de ello. Lo inesperado que podía ser mantener una conversación con ella era otro de sus puntos a favor. - No te preocupes, a tu edad también era de mente curiosa. Puedes hacerme todas las preguntas que quieras, así también repaso. Para algo están las prácticas, ¿no? Sino estaríais perdiendo el tiempo - Dije afablemente. Aunque también era cierto que muchos médicos no soportaban que les hiciesen demasiadas preguntas y, cuando se cansaban, se limitaban a responder con una mirada furibunda que hacía que te replanteases seriamente el realizar otra. En esos casos, cuando me había ocurrido, a menudo me preguntaba para que narices nos hacían asistir si no nos iban a hacer caso; es más, a veces daba la sensación de que tu sola presencia sobraba. Yo era partidario de que en esas ocasiones era mejor que te firmasen y que, al menos, te diesen la alternativa de no volver. Seguramente más de uno hubiese estado encantado, y eso era algo en lo que yo me incluía.

Pasear por los pasillos del hospital vacío parecía incluso más deprimente. Dejando de lado lo macabro que podría sonar dicho aquello en voz alta, el que hubiese poca gente, que el hospital estuviese sumido en aquel silencio sepulcral lejos del ajetreo que normalmente reinaba en el servicio de urgencias, podía hacer que te fijases más en los pacientes, en sus enfermedades y que tu mente comenzase a divagar sobre los diferentes males que aquejaban a la sociedad. Parecía sonar contradictorio aunque en mi mente todo tenía sentido. Parecía estar atareado para no pensar demasiado en la tristeza que rodeaba a su ambiente de trabajo, la preocupación y la ansiedad tanto de pacientes como de acompañantes.

Kara parecía haberse sumido en un mundo de ensoñación hasta que le ofrecí su café. Con una sonrisa recordé mis tiempos de estudiante, en la que la mayoría de las veces cuando llegaba a prácticas parecía que continuaba en plena fase de sueño profundo ya que mi nivel de conciencia y atención estaba bastante mermado. - No hay de que - Exclamé mientras miraba feliz a nuestros cafés y pensaba en si ir a la sala de curas directamente con ellos o sentarnos en una mesa a tomarlo. Pese a haberlo pedido para llevar, siempre tenía aquella costumbre por si alguna vez tenía que marcharme de allí corriendo y tenía que llevar mi café conmigo. Una exclamación de la joven me sacó de mi disyuntiva haciendo que brotasen unas carcajadas de mi boca - Deberías de tener cuidado con eso, las quemaduras favorecen la aparición de cáncer de boca - Arqueé las cejas y la miré con seriedad, dándole más valor a lo que le había dicho, aunque una parte de mi moría por reírse nuevamente. Realmente, no le había mentido aunque sí que lo había exagerado. A no ser que las quemaduras fuesen de repetición o muy graves, tampoco había demasiado que temer. Sino, a aquellas alturas ya debería de haber padecido uno.

Mientras que ella respondía mi pregunta y yo la escuchaba con atención, decidí poner rumbo hacia la salida de la cafetería y optar por ir con aquello a la sala de curas para coger algo de material y enseñarle un par de cosas a Kara. Descarté la idea de los filetes, acordándome de la sección de anatomía patológica. Allí seguro que tendrían algo interesante en lo que practicas sin que a nadie le importase demasiado. - ¿Pediatría? ¿En serio? Debes tener entonces una paciencia férrea - Exclamé y me imagine a mi mismo rodeado de niños hiperactivos y padres histéricos todo el día. La simple idea hacía que me estremeciese. - ¿Yo? - Pregunté sorprendido y no pude evitar reír mientras negaba con la cabeza - No, lo cierto es que cuando entré odiaba la cirugía y amaba la neurología. Pero en cuanto hice las prácticas de cirugía general, me enamoré por completo. Supongo que también tuvo que ver que fueron las primeras prácticas buenas que tuve durante mi docencia. Es más, diría que fueron extraordinarias. Aún así, la neurología no era como me la imaginaba y la cirugía... no estaba tan mal tampoco - Le eché la lengua. Me gustaba escuchar que la cirugía le llamaba, aunque muchas veces aunque no les gustara aquella especialidad lo decían para quedar bien. No supe explicar muy bien el motivo, pero supe que Kara no me estaba engañando.

Cuando llegamos a la puerta de la sala de curas, le di un sorbo a mi café que pese a seguir caliente no quemaba. Antes de abrirla, miré hacia cara con interés - ¿Qué te parecería sí cogemos algo de material para practicar suturas y para poner vías y vemos si en anatomía patológica hay algo que podamos utilizar? A los residentes nos permiten aprender a poner vías en cadáveres así que, supongo que si hablo con los médicos no les importaría que practicásemos algo los dos - le guiñé un ojo.

Suspiré por lo que había dicho sobre la tercera edad, con aspecto cansado y simulando más mayor, aunque terminé riéndome a carcajadas - Vale, está bien, me he expresado mal. Me refería a que cuando yo era estudiante, era exactamente igual que tu. - Aclaré mirándola directamente a los ojos, como con gesto ofendido - Eres muy puntillosa, no me pasas ninguna, ¿eh? - Bromeé mientras esbozaba una sonrisa. Me había hecho gracia su respuesta, eso no lo podía negar. Aquello era lo que me gustaba de Kara, que era directa y transparente. Por eso me gustaba tanto tenerla pululando en el hospital a mi lado, era capaz de alegrar y hacer más llevaderas mis mañanas. - A mi los médicos me mandaban callar. Llegaba un punto que no sabía si era porque se saturaban por escuchar mi voz o porque llegaba a preguntas en las que no sabían que responder -Sonreí de lado con un gesto ligeramente travieso - Podía llegar a ser muy rebuscado y siempre preguntar casos complejos y rebuscados, así que supongo que se cansarían. - Me reí por lo que había dicho de que la estaba usando mientras negaba con la cabeza - Eres increíble, Kara. Creo que no diré nada más por si es usado en mi contra.

Parecía que lo que le había comentado acerca del cáncer de boca había causado mella; sonreí para mis adentros por aquello. Pese a que no había mentido, si que lo había exagerado ligeramente para darle un pequeño susto. Sin poder aguantarlo más, solté una pequeña risa - Vale, lo admito. Quizás lo haya exagerado. Aunque no es del todo mentira, lo prometo. Pero eres todavía joven para preocuparte por esas cosas, y además es frecuente en quemaduras frecuentes. Por un par de veces no pasa nada, mientras no sea todas las semanas... - le guiñé un ojo. - Sino créeme, debería de haber tenido ya mínimo un par de veces, que cuando llegaba de prácticas a casa tenía tantas ganas de engullir comida que me abrasaba al no poder esperar a que se enfriase - todavía recordaba los tiempos en lo que llegaba exhausto y mi madre tenía la comida sobre la mesa, lista. Pese a sus advertencias de que dejara que se enfriase, yo hacía oídos sordos y aquello terminaba acarreando que me llevase "una pequeña" y dolorosa sorpresa.

La observé sorprendido por todo lo que decía que no le gustaba. Parecía que no estaba muy segura y eso hacía que recordase a mi mismo a su edad. Teníamos bastantes paralelismos lo que conseguía que me sintiese más cercano a ella. Al fin y al cabo, yo a su edad odiaba a toda esa gente que se creía superior a los demás y que parecían mirarte con cara de: espero que no quieras hacer lo mismo que yo porque sino jamás podrás hacerlo. Al final, el que ríe último ríe mejor, de eso no cabía duda. - No te agobies con eso, eso es lo que piensas al principio. Aunque el tema de la paciencia es algo importante en pediatría. Te diré que fue uno de los motivos por el que no hice esa especialidad - volví a reírme. Sí, desde luego la joven hacía más ameno todo aquello. No recordaba reírme tanto en el trabajo - Yo voy a ser imparcial, porque amo la cirugía. Pero te diré que es la especialidad más agradecida: llega un paciente con una enfermedad, lo metes en quirófano y ya sale curado. Es rápida, directa y no tienes que estar meses esperando a ver si funciona o no. No hay puntos intermedios. Y si no te gusta demasiado el trato con el paciente.. después de forense, es la ideal.

Coloqué mi mano sobre su hombro y se lo presioné con cuidado, intentando transmitirle apoyo - Claro que sí, y sino mientras sigas estudiando. Sino, siempre puedes venir a junto mía y pedirme hacer prácticas en algún lugar en concreto. Intentaré hablar con algunos adjuntos y mover hilos para estar unos días y que así experimentes. Esa es la mejor forma de saberlo - le guiñé un ojo. A veces no podías hacer las prácticas de todas las especialidades así que la decisión era imparcial. Yo había tenido la suerte de que mi padre fuese médico y que sus compañeros me aceptasen para hacer prácticas en todo lo que me llamaba; así al menos, a la hora de escoger plaza, no tuve tantas inseguridades.

Miré divertido como soltaba aquella retahíla de preguntas, emocionada. - Sí, se quedan duros, pero el rigor mortis no es permanente. Al cabo de unas horas vuelven a ponerse flácidos, cuando el ATP celular se agota las fibras musculares se relajan. Quédate con esto que seguramente cuando estudies medicina legal te lo pregunten - le guiñé un ojo mientras recordaba el temario de aquella asignatura. Le había parecido un poco pesada aunque si que daban algunas cosas interesantes como aquella. En el fondo tenía que admitir que era muy friki. - No huelen demasiado, al menos no muy fuerte. Pero de todas formas, deberías acostumbrarte a olores así que nunca se sabe. Y si al final haces forense... será algo que olfatearás todos los días - le hice una seña con la cabeza para que me siguiese al interior de la sala. Allí agarré unas cuantas suturas, unas pinzas y un mosquito para dar los puntos. - ¿Alguna vez has suturado? ¿Sabes utilizar el material quirúrgico?