Dulce Libertad

*En el apartamento*
Las largas tardes en casa sin hacer nada, me deprimen y frustran, artística y mentalmente.
Me acerqué a la ventana que daba al puerto y miré la inmensidad del mar, el sol se refleja en las limpias aguas del mar y la gente pasea por el muelle o se dívierte en la playa.
Sonrío con picardía y me preparo para salir a nadar un rato. No necesito mucho, mi bañador negro y una mochila con una toalla y poco más.
Bajo corriendo las escaleras del edificio, estoy tan de buen humor que ni me apetece coger el ascensor.
*En la playa*
Después de recorrer con energía la corta calle que separa mi casa del mar, llego a la playa y planto mi toalla y la mochila lo más cerca que puedo de la orilla.
Me quito la ropa que llevo encima del bañador, la dejo tirada sobre la toalla y corro hacia el agua para que nadie pueda ver el horrible cuerpo que tengo.
El agua está fría, pero es soportable, así que nado un rato y me sumerjo en las saladas aguas. Mientras buceaba, mi visión borrosa me deja ver algo que no distingo bien que es, solo sé que tiene un color blanco más o menos. Intuitivamente, lo cojo y lo saco a la superficie. Lo miro a la luz y descubro que es una caracola blanca, no es muy grande pero es preciosa.
¿Habrá más?, pienso mientras vuelvo a sumergirme con la que había encontrado en la mano.

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