Alcohol & Compañías {Katherine}

Llegar al viernes me había costado la vida, especialmente después de la conversación que había tenido con Grace si es que a eso se le puede llamar conversación. Ella expuso su punto de vista, yo el mío, y al final cada uno hizo lo que le dio la gana. Mis manos siguen dentro del pantalón y mi vista en el suelo. Hace mucho tiempo que salí de casa y dejé de mirar por donde voy, de oír los rumores que se paran de golpe cuando yo paso por delante de la gente y que sospecho que tratan sobre mi, incluso de la hora que es. Pasa la media noche cuando me detengo frente la licorería, esa es últimamente la respuesta a todas mis preguntas, una botella de Whisky, un vaso con hielo suficiente para toda la noche y una canción deprimente que no pare de recordarme la mierda de persona que me siento ahora mismo.

Al final entro al local sin tener la pelea de siempre sobre entrar o no entrar, no quiero volver a casa, mi madre está histérica, mi padre sigue en coma y mi vida literalmente va cuesta abajo sin freno. Ya no sé porque odio a alguien que apenas conozco, o porqué tengo en el pecho una sensación enorme de haber cometido el peor error de mi vida mientras choca al mismo tiempo con la idea de haber hecho lo correcto. Mis sentimientos ahora mismo son un completo desastre, y me arriesgaría a decir que están tan desordenados que estoy hecho no solo un lío sino también un caos.

Suelto un suspiro hondo y el olor a licor me inunda los pulmones. Al igual que cada vez que entro allí tengo la sensación de estar casi en casa. Hago un gesto con mi mano para saludar al dependiente que si bien antes sabía de mi lo justo y necesario ahora se sabe hasta el más detalle íntimo de mi vida, porque se lo cuento yo o porque soy el tema de conversación de moda. - ¿mal día? - Suelto una risa ahogada. Quiero decirle que mal día se queda corto, que ésto más que un mal día se ha transformado poco a poco en un infierno, pero termino por asentir. - Procuraré no estar en medio de un parque esta vez - Bromeo. La última vez que bebí me encontró Grace, y ahí empezaron los problemas... empezó la cuesta abajo de mi existencia.

Tras pagarle debidamente y prometerle que no me meteré en líos, abro la botella a media calle en cuanto me aseguro de que está vacía y le pego un sorbo dirigiéndome hacia el bosque, hacia ese lugar donde no existe la posibilidad de que alguien me encuentre, de que mi vida no se arruine más todavía. Bajo el puente de los troles me dejo caer sobre la hierba con las piernas dobladas y la espalda sobre el suelo directamente. Sostengo la botella a un lado con mi mano ceñida alrededor del cuello de la misma y mi vista puesta en el cielo. Hace mucho tiempo que no sentía algo así por absolutamente nadie en el mundo, me pregunto si tardaré tanto en olvidarme de ella como en olvidarme de todas las demás.

Por algún extraño motivo en cuánto escucho ese pensamiento se me escapa una sonrisa. Sé la respuesta. Ella no ha sido como todas las demás, pero eso es algo que me voy a negar aceptar.

su voz me saca de mis pensamientos, abro los ojos y llevo mi vista hacia ella. Durante un momento me planteo el lugar del que puede venir porque a diferencia de muchos, desde que mi padre está en le hospital me relaciono muy poco con la gente, lo que acarrea que apenas conozca a la gente que vive cerca de casa. Hago una leve mueca y me siento, más que nada por cortesía porque de haber sido un tío probablemente me hubiera quedado tirado y callado. - Hola - Respondo con un tono de voz que deja mucho que desear.

Coloco la botella de Whisky entre mis piernas que he doblado para que las rodillas estén suficientemente altas como para poder apoyar mis brazos en ellas y dejo gacha la cabeza. - ¿qué te trae por el bosque? - Mis alumnos siempre comentan un montón de rumores sobre éste sitio, pero son niños y la mayor parte de ellos se los inventan o los han oído de los mayores.

Éste lugar no tiene mucha historia, es solo un puente estúpido lleno de hierbas que puede recolectar una herborista para hacer algún tipo de pócima mágica que en realidad no sirve para nada pero finge que sí. Ni siquiera sé si en el pueblo hay alguna por lo cual cambio de idea sobre el bosque. Probablemente más que un surtidor de plantas es un lugar donde la gente viene a esconderse cuando las miradas del pueblo le agobian. Eso me recuerda el motivo por el que estoy aquí y me hace darle un trago adicional a la botella con un deje de amargura.

Ahogo una leve risa cuando dice que no sabe lo que está haciendo aquí y sin necesidad de esforzarme demasiado sé que no soy el único con problemas aquí. Llevo mi mirada hacia la botella durante un rato antes de ofrecérsela. - Hola Katherine. Soy Sebastian - Añado un gesto para que pille la botella y se sirva lo que quiera, relamiéndome los labios por inercia y volviendo a mirar hacia el puente por donde pasa una ardilla en el borde.

Durante un momento me planteo levantarme y agarrarla, podría ser nuestra nueva mascota en clase pero no tengo fuerzas para gastar en tonterías. Chasco la lengua y miro al suelo nuevamente empezando a arrancar los yerbajos del suelo. - Supongo que no importa el motivo por el que estemos aquí - Descarto la idea de hablar del asunto, puedo pasarme el resto de mi vida ignorándolo hasta que desaparezca. Por experiencia sé que no funciona, que en cuanto más te esfuerzas en olvidar algo más lo recuerdas. - Que más da. Eso no cambiará el motivo de que estemos aquí - y mucho menos lo hará desaparecer.

Hago un gesto con mi mano como respuesta a su saludo, me parece innecesario que me de las gracias por ofrecerle algo de alcohol, cuando en realidad eso es una de esas cosas que me arrepentiré de hacer cuando todo ésto ya no me importe.

Bajo la vista al suelo en cuanto a su pregunta mientras busco el modo de explicárselo. En realidad una parte de mi ni siquiera está muy por la labor de hacerlo porque tarde o temprano los rumores le llegaran a los oídos, como a todos. Es un pueblo pequeño, todos saben lo que pasa alrededor. - ¿De verdad no... ? - La miro del mismo modo en el que la miraría alguien que está dudando de sus palabras. ¿de verdad no lo sabe? ¿de verdad es ignorante a lo que ha pasado que últimamente está en la boca de todos?.

Me relamo los labios, bajo mi vista a la botella y luego la desvío hacia el lago que tenemos varios metros delante de los pies. - Es complicado - Admito, no con muchas ganas de explicarlo desde el principio. - Pero me lo he buscado - En cuanto ha terminado de beber, tomo la botella de vuelta, paso mi dedo por la boquilla antes de darle otro sorbo. - Soy maestro de primaria. Y éste no es un buen ejemplo para los niños de 7 años - Alzo la botella a media frase para referirme a lo de beber. Tras esto añado una mueca devolviéndole la pelota. - ¿ tu?. De quien se esconde señorita Katherine - Adopto un tono muy elegante al mencionar su nombre acompañado del señorita antes de soltar una leve risa.

Ahogo una leve risa irónica cuando me dice que da clase de dibujo. Al principio me extraña mucho el no haberla visto nunca porque si algo tiene este pueblo (que puede incluso resultar molesto) es que todo el mundo se conoce. Pero pasados un par de segundos de planteármelo correctamente, no estoy muy por la labor de fijarme en la gente, especialmente no desde las últimas dos semanas que mi vida va cuesta abajo. Doy un largo sorbo al Whisky dejando caer hacia atrás mi cabeza apoyando el peso de mi cuerpo en una sola mano y cerrando los ojos. El líquido resbala por la garganta al principio amargo pero después irónicamente dulce.

Dejo caer la botella para así cortar el chorro, antes de pasar el alcohol que me queda en la boca haciendo una posterior mueca. - Ya, el pasado - Ese enemigo en hacer lo posible por fastidiar. Le paso la botella de nuevo y sacudo un poco la cabeza. - De todas maneras si vas huyendo de él a un bosque... - Ahogo una leve risa. Ni siquiera sé porqué le estoy dando consejos que ni yo mismo sigo. Mis problemas me siguen allá a donde vaya, incluso al bosque. - Bueno... que mas da. Estar solo cuando huyes de tus problemas tampoco viene mal -

Chasco la lengua y luego la miro asintiendo levemente a lo de Kath. - Yo sigo siendo Sebastian. Aunque hay otros modos por los que me llama la gente últimamente - El cabrón que rompió el matrimonio sullivan, por ejemplo.

Suspiro cuando la pregunta llega, debí esperarla teniendo en cuenta que prácticamente la he incitado a que la haga. Doy un leve trago y le devuelvo la botella porque de haber podido en realidad me habría pasado el resto de la tarde-noche acaparándola para mi. - bueno... digamos que - ¿Me interrumpo. Cómo se supone que puedo explicarle todo esto de un modo racional y donde yo no parezca imbécil? - últimamente no me he estado comportando como la buena persona que creía que era - Acabo haciendo una insinuación ambigua.

Me echo de nuevo en el césped del todo, con una pierna doblada, la otra extendida por completo y uno de mis brazos cubriéndome los ojos. Solo quiero olvidar el tema, quiero empezar de nuevo, pasar página y hacer cómo que ésto jamás ha pasado. Pero está claro que me va a ser imposible si todo el mundo hace preguntas, o si todo el mundo habla de ello. - Me he equivocado - Todos lo hacemos. No por ello se les condena a la horca. La diferencia es que mi error ha sido público. - Ahora hay una familia destruida por mi culpa. Soy el rompehogares - El que separó al matrimonio más emblemático de Storybrooke.

Suspiro y suelto una risa bastante amarga, sin moverme de la misma postura en la que estoy. - ¿y tú que?... ¿cómo es que terminas intentando huir del pueblo que se supone que es tu hogar? -