Books are the best friends

Domingo || 16:00

Un domingo tranquilo, calmado, no como otro cualquiera. El sábado anterior había sido aquel de los pocos días al año en el que no había salido. Tener guardia durante todo el día había provocado que hubiese necesitado aprovechar aquella noche más para descanso que como liberación de toda la carga y estrés que podía acumular durante la jornada laboral de toda la semana.

Tras haber comido lo primero que encontré en la nevera, había decidido tomarme aquel día de relax e intentar recuperar el tiempo por aquellas actividades que había dejado un poco más de lado en aquellos últimos meses como la lectura y la música. Hacía bastante tiempo que no se había sentado frente a su piano para deleitarse con alguna de sus obras favoritas. Pero lo cierto es que entre la falta de tiempo y la presencia en casa de gente continuamente había logrado que lo hubiese dejado de lado. Al fin y al cabo los horarios de todos eran a veces bastante diferentes y no quería molestar ni despertar a ninguno con el sonido de su piano. Al menos en el trabajo seguía trabajando con sus dedos y sus manos, sino probablemente hubiese perdido ya la coordinación que necesitaba para tocar alguna de las obras.

Así pues, fui hasta el salón de la casa en donde encendí la chimenea. Pese que no hacía frío siempre me gustaba el ambiente que le daba al hogar un fuego encendido. Se dirigió hacia las grandes estanterías con libros de la estancia y agarró una con la mano. "Un Mundo sin Fin" De Ken Follet. Aún no había tenido la oportunidad de haberlo leído desde que lo había comprado y esa le parecía una oportunidad buena como otra cualquiera, así que procedió a sentarse en uno de los sofás de cuero frente al fuego y comenzó a sumergirse en la lectura de aquellas páginas.

Después de comer juntas, Vanessa se había ido con los amigos a dar una vuelta y posiblemente a tomarse algo, así que me quede en casa haciendo un rato el tonto con el ordenador. Aunque enseguida me aburrí, había terminado el ultimo libro enseguida, era algo muy malo que tenia, todo lo que caía en mis manos no era leído sino devorado. Suspire al mirar las estanterías y no ver nada que me apeteciera leer.

Baje a la sala para ver si habia algo en la tele, aunque no tenia muchas esperanzas. Cuando llegue mire hacia donde estaba el piano y una sonrisa se dibujo en mi cara. Me acerque a los ventanales y mire hacia la casa que había en frente. Había un coche aparcado que al parecer era el de Michael, quizá el tuviera libros nuevos o al menos podríamos pasar un tiempo juntos si es que no tenia que salir corriendo a trabajar...

Me puse la cazadora y cogí las llaves. Me plante delante de su puerta y toque el timbre mientras esperaba a que apareciera, llevábamos tiempo sin quedar por lo caótico de sus horarios. Cuando la puerta se abrio, sonrei.- Hola guapo. ¿Me dejas pasar o tienes que salir al trabajo?

Seguía pasando las páginas de aquella novela cuando, de pronto, la necesidad de ingerir agua fue tan intensa que me vi obligado a apartarlo por unos segundos. Elevé mi vista, alejándola de las letras para fijarla en el reloj que descansaba sobre la pared oeste de la casa. Me sorprendí al ver que ya debía de llevar cerca de 1 hora y media leyendo aunque era entendible teniendo en cuenta como la prosa de Follet lograba rodearte e introducirte de lleno en el mundo que creaba con sus palabras y sus descripciones. Con él era fácil recrear ese mundo en la imaginación, de eso no cabía la menor duda. entre sus páginas era fácil perderse y aislarse completamente de todo. Por ello, tuve que hacer un esfuerzo para marcar la página, apoyarlo sobre una mesa para así poder atender a mis necesidades primarias.

Así pues, me levanté de mi asiento y me dirigí hacia la cocina. Al llegar me serví un vaso de agua y, al terminar, lo apoyé en el fregadero para limpiarlo más tarde. Ahora solo quería retomar lo que había comenzado. Justo cuando estaba llegando al salón, sonó el timbre de mi casa. Arqueé ambas cejas, sorprendido. No esperaba visitas por lo que no sabía de quien podría tratarse. Según me dirigía hacia la puerta intenté mirar por una de las ventanas que había al lado de esta, pero no llegué a ver de quién se trataba. Cuando la abrí, me fijé en la morena que se hallaba en el otro lado del marco de la puerta. Esbocé una sonrisa al escuchar sus palabras. ante su pregunta, me di cuenta de que me había quedado parado y decidí dar un paso hacia atrás para dejarla pasar - Claro que no, pasa. Estás en tu casa.

Cuando entró, me abalancé sobre ella para darle un gran abrazo y un beso en la mejilla. - Hacía ya mucho que no te veía Vera.. Creo que deberíamos acordar un día a la semana para vernos. No se puede repetir esto - Volví a sonreir mirando hacia ella, librándola de aquel abrazo para que pudiese moverse - Hoy tengo la tarde libre, por suerte. Así que no tengo nada pendiente. Puedo dedicarte tanto tiempo como desees - comencé a dirigirme hacia el salón, para que se sentase allí y darle algo de beber o comer - Ven por aquí. ¿quieres algo? Agua, coca-cola, una cerveza...