Stranger Things Have Happened

No tenía idea de cómo se suponía que debía reaccionar.

Su vida, podía decirlo, había estado desenvolviéndose de maravilla desde que se había decidido a dejar en el pasado todo el orgullo, todas las heridas y el cuestionarse a sí misma si acaso lo suyo era un problema de baja autoestima crónica como para seguir enamorada de un hombre que tan mal la había tratado. Pero desde que se había dejado de tonterías y aceptado que amaba a Benjamin con cada fibra de su cuerpo, todo se había sentido... natural...

Y lo admitía. Durante las primeras semanas que habían estado viviendo juntos, juntos, durmiendo en la misma cama y besándose al amanecer, una parte de ella siempre había estado con las defensas en alto a la espera de la más mínima señal que le dijera que aquello entre ellos no tenia ni pies ni cabeza y Benjamin no tardaría en huir despavorido en cuanto las cosas se empezaran a tornar serias. Y la primera semana había pasado, y la segunda, y el primer mes... y ellos seguían juntos, y su pierna había sanado, y el negocio iba de maravilla y ella volvía a sentirse, después de unos miserables seis meses que le parecieron una eternidad, feliz.

Por ello que cuando comenzó a sentir el malestar no había prestado atención al detalle. Pasaría en unos días, no podía ser de otra manera ahora que todo le iba tan bien. Pero pasó la primera noche, y la segunda, y la primera semana... y ahora ya llevaba casi un mes sintiéndose así. No era normal. No estaba bien.

No había comentado nada a Benjamin por no alarmarlo, pero se había anotado a una cita con William hacía dos días. Le había mandado a hacer algunos análisis y hoy que había ido por los resultados... no sabía... qué hacer, qué decir... era todo tan...

Tenía miedo.

Había llegado a casa temprano ese día. Cancelado todas sus citas. Apagado el móvil. Lanzado los tacones con desdén por ahí en el recibidor y desplomado en el sillón. En algún momento Whisky se había acercado a ella a reclamarle atención y mimos como buen perro malcriado, pero al verla tan poco receptiva y tras haber lloriqueado con algo de tristeza, se había ido a acomodar junto con ella, lamiendole la mano de vez en cuando como si acaso quisiera consolarla.

... no tenía idea de como manejar esto.

¿Qué iba a decir Ben?

Acariciaba a Whisky de manera quizá demasiado distraída, ausente. Le gustaría poder decir que tan solo la cercanía del animalito tratando de consolarla bastaba para aligerar un poco su humor pero no, no era así. Las noticias que tenía le estaban pesando bastante y no iba a disimularlo, estaba petrificada de miedo. Para Evelyn, cuando las cosas se salían de los planes que tenía trazados, todo era mucho más difícil de asimilarse. Y vaya que esto llegaba a mandar a volar todos sus planes.

De tan abstraída que estaba ni siquiera escuchó a Ben llegar. Ni la puerta abrirse ni las llaves golpeando el bowl que tenía sobre la mesita junto a la raca de abrigos en la entrada. Si, tenía un plato exclusivamente para las llaves, así de ordenada era, pero de esa manera podía estar siempre segura que estaban ahí y no pasaba sustos en los momentos menos oportunos.

Cuando lo escuchó llamarla se sobresaltó y le dirigió a Whisky una ligera mirada de reclamo. ¿Qué no se suponía que los perros oían y olfateaban como diez veces mejor que los humanos? ¿No podía haberle avisado que Benjamin estaba ahí? De cualquier forma ya era tarde, y ahora que el mecánico se acercaba y le miraba la preocupación reflejada en el rostro no podía fingir que todo iba de maravilla y no tenía todo el santo día comiéndose la cabeza ella sola.

- No, tranquilo, no me pasa nada. - Nada que ameritara llamar a William de nuevo, por lo menos. Sentía que el corazón le latía casi en la garganta. No sabía cómo comenzar esa conversación. Y de hecho empezaba a sentirse envuelta por una sensación de deja vú que no era para nada acogedora...

Le miró a los ojos. Hubiera querido hacerle una seña de que se acercara y sonreírle de manera tranquilizadora. Si, quizá eso era lo que debería hacer. Pero Evelyn era pragmática, de decisiones veloces y que no daban pie a perder tiempo o arrepentirse. También era cierto que quizás debería mostrarse más feliz, ilusionada, era eso lo que había querido desde el principio...

- Ben... vengo llegando de ver a William. Estoy embarazada. -

Duro, al grano, como si se tratara de una transacción de negocios. No quería mostrarse tan fría, pero la verdad era que estaba muerta de miedo. No solo porque la última vez que le había dicho esas mismas palabras, él se había marchado. Sino porque no sabía si podía volver a pasar por todo de nuevo, porque le aterraba el que haber perdido a su primer bebé pudiera haber dejado algo malo en su cuerpo que fuera a poner en riesgo a este y... y....

Estaba asustada. Esa era la verdad.

Claro que temía. Desearía con todas sus fuerzas el no hacerlo, el mostrarse valiente y no dudar de nada ni de nadie; que todo iba a salir bien esta vez, y sobretodo, que él se quedaría a su lado.

¿No era acaso triste tener que desear con tanta desesperación que no fuera a entrar en pánico y decidir marcharse como la última vez? Que ya habían pasado por eso y tenido la misma conversación decenas de veces. Lo había perdonado, estaba dispuesta a confiar, pero ahora que todo adquiría ese giro tan inesperado se encontraba sintiendo que quizá era demasiado pronto y que no había garantía de nada. Y se sentía horrible, el reprocharse a sí misma, el no atreverse a confiar del todo. Temer a volver a sentir aquella desesperación, a estar tan desolada. Temer a perderlo de nuevo. A perderlos de nuevo. ¿Era en realidad capaz de volver a pasar por eso? Y si algo pasaba, si su cuerpo no reaccionaba como era debido, si su corazón se volvía a romper en mil pedazos...

En contraparte a todo el miedo que sentía, Benjamin parecía mostrar el valor que a ella le hacía falta en esos momentos. No fue necesario que le dijera nada, porque al abrazarla le expresaba con su cercanía mucho más que lo que hubiera podido esperar con cualquier discurso. De todas maneras, la elocuencia no era la mayor de las virtudes del mecánico.

Seguía pareciéndole fascinante el como podía ser fuerte y feroz ante todo y todos y no mostrar ni un solo flanco débil al momento de tomar las decisiones que nadie más quería tomar, pero aún así él conseguía despojarla de cualquier coraza de la que intentara valerse para sus fines. Fuera la de frialdad, la de hostilidad, el comportarse como una perra total para así asegurar sus fines, con él siempre terminaba siendo simplemente Evelyn: vulnerable, frágil, transparente.

Se aferró a él. Ahogó un sollozo y asintió torpemente cuando le decía que todo iría bien. Quería creerle, quería creerle con cada fibra de su ser, y era por ese anhelo que un tenue amago de risa se escapó de sus labios por la confianza con que le prometía esta vez nadie saldría huyendo. Le colocó una mano sobre la mejilla, contemplándole con los ojos empañados en lágrimas que se negaba a dejar correr. Todo era demasiado inoportuno. No solo era demasiado pronto para ellos, que apenas estaban arreglándoselas para reparar las heridas que se habían provocado el uno al otro en el pasado; incluso con William parecía ser demasiado inoportuno, con él acabando de perder a su hija...

Pero entonces él le sonreía. Y para Evelyn, esa tenía que ser la sonrisa más hermosa que había visto jamás. Una que, tenía la esperanza, de que si todo en realidad podía salir bien esta vez, de que si en serio no había nada que temer, tal vez la criaturita que vivía dentro de ella heredaría. - Yo... bien, supongo. No lo sé. Todavía estoy tratando de... lo que tengo seguro es que necesito hacer otra cita cuando lo tenga más asimilado. Hoy no escuché nada más después de que me dijo que el análisis dio positivo. - Algo de una situación delicada y reposo. Cosas más, cosas menos, ella solo había escuchado un zumbido a partir de ese momento.

- Tengo miedo de que el problema no sean "las circunstancias" sino yo. - Le confesó con pesadez en un susurro apenas audible. Que existiera la posibilidad de que su primer bebé lo hubiera perdido no por la tensión tan grande a la que había estado sujeta, sino porque su cuerpo simplemente lo hubiera rechazado. Esas cosas pasaban. Había mujeres que no estaban hechas para ser madres, y otras que no podían serlo por más que lo añorasen. En un pasado había creído ser de las primeras, pero hoy le aterraba pertenecer a las segundas.

En silencio alargó su mano hasta tomar la de Benjamin y con cuidado la hizo posarse en su vientre. Nada parecía haber cambiado ni en ellos ni a su alrededor. Pero ahora que sabían que había vida gestándose en ella, todo se convertía en algo completamente distinto. - ...vas a ser papá. -

Esta vez fue ella quien trató de sonreir.

Estrechó un poco más a Evelyn entre sus brazos cuando la oyó sollozar, sintiéndose a medio camino entre asustado y culpable. Asustado porque a pesar de que ella le había asegurado estar bien, quizás había algo más... Algún factor de riesgo o alguna otra de esas tonterías que solían decir los médicos a causa de los problemas que había tenido con el último embarazo. Culpable porque en parte sabía que lo que tenía que ser una buena notícia, se había convertido en motivo de angustia a causa de su comportamiento, cuando lo había enviado todo a la mierda. Y ni siquiera sabía que más decir para hacer que ella se tranquilizara. A fin de cuentas el estrés no era bueno para el bebé, ¿cierto?

- Te acompañaré a esa segunda cita. No quiero que vuelvas a pasar por todo esto sola. Hablaré con William para que me diga exactamente como se supone que tengo que cuidarte. – y estaba completamente convencido respecto a eso. Claro que todavía le aterrorizaba la idea de tener a dos personas que dependerían de él, en especial la pequeña personita que empezaría a crecer en el vientre de Evelyn, pero tenía nueve meses para hacerse una idea de como diablos iba a conseguirlo, pues a duras penas conseguía cuidar de Whisky. - Y por supuesto que tu no eres el problema. Todo saldrá bien. Todo.

Ni siquiera sabía que se suponía que tenía que decir. ¿Como debían tomarse aquello el resto de hombres del mundo? ¿Todos sentían ese miedo atroz de no estar a la altura? En esos momentos recordaba a la perfección lo que le había llevado a huir la otra vez, al menos la mayor parte. Y tuvo que hacer un esfuerzo para seguir sonriendo como si estuviera completamente convencido de que todo iría bien, sin dudarlo ni un instante.

- De momento debes descansar. Y alimentarte bien. Y es por eso que voy a hacer la cena mientras tu te quedas aquí con Whisky.- le dio un suave beso en los labios y se levantó para irse a la cocina.

La seguridad de la estancia le sirvió de via de escape para dejarse caer sobre una de las sillas, hundiendo el rostro entre sus manos. Se quedó en esa posición durante unos minutos, hasta que notó que empezaba a relajarse, creyéndose él mismo que todo estaría bien, que todo saldría bien, que él no lo jodería todo con su estupidez, y que podría estar a la altura. Y cuando volvió con Evelyn, llevando consigo unos bocadillos con lechuga, tomate, huevo duro y mayonesa, su rostro volvía a estar relajado y sonriente.

- Voy a ser padre y lo más decente que sé cocinar es esto. ¿Que opinas? ¿Me apunto a un cursillo de cocina? – de algún modo sentía que bromear era lo que ambos necesitaban para restarle importancia a todo aquello, a pesar de que el recuerdo de la tragedia de la última vez planeaba sobre sus cabezas, como una presencia silenciosa que no pensaba abandonarlos. Sin embargo ni siquiera las comisuras de sus labios quisieron colaborar por mucho más tiempo y su semblante se tornó serio – ¿Que pasa si... lo hago mal? Si no sé cuidar de ti y del bebé... No quiero decir que no vaya a intentarlo. Esta vez lo haré, porque te quiero, y quiero estar contigo. Pero... No quiero que tengas grandes expectativas. Suelo joder todo lo que toco y no es mecánico. – al final había terminado por pronunciar en voz alta aquello que nunca habría esperado decir frente a nadie. Porque él era Benjamin, el rompecorazones, el duro, el bromista, el que nunca se tomaba nada en serio y que nunca había nada que le preocupara, el seguro de si mismo, el que tenía más ego del que parecía poder caber en su cuerpo... No tenía planeado quedar al descubierto frente a nadie. Sin embargo ahí estaba, el peor de sus temores, y ahora ya no era el único que lo sabía.