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Mensaje por Narrador Vie Oct 05, 2012 5:02 am

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Mensaje por Sydney J. Watson Dom Oct 07, 2012 8:25 am

Habían pasado dos meses desde aquel anochecer en el que Mushu y ella se habían encontrado con los hermanos perdidos. Hermanos que ahora se habían convertido en sus compañeros de viaje y a los que habían conocido más a fondo. Incluso la pequeña Gretel que al principio parecía desconfiar totalmente de ella había cambiado en su actitud hacia Mulan. Le había gustado aquel cambio en la chica, puesto que no era nada cómodo ni agradable ir acompañada de alguien que te miraba con aquella cara de desconfianza. Algo totalmente contrario a lo que le había pasado con Hansel. El joven había aprendido casi más deprisa que ella a manejar el arco casi a la perfección (que aún había situaciones en las cuales, pues… no acertaba de lleno) pero ella en lugar de ser como habían sido con ella, prefería animarle a seguir intentándolo y no hacer lo contrario y echarle los ánimos por los suelos.

En uno de los pueblos con los que se habían topado poco después de encontrarse con los hermanos, la joven consiguió otro arco para ella misma y le dijo al chico que podía quedarse el que había llevado ella los últimos años. También se había hecho con flechas y alguna que otras provisiones, dejando claro que sabía lo que se hacía y no era la primera vez que se enfrentaba a aquel tipo de situaciones. También habían aprovechado aquellas paradas puntuales para pasar la noche en un sitio que no fuera a la intemperie. Pero…

Siempre hay un “pero” en todas las historias. Estando allí la joven había escuchado cosas. Cosas horribles. Rumores en su mayoría, leyendas, pero proviniendo de donde provenía ella sabía que las leyendas muchas veces podían ser verdad. Todo se basaba sobre algo real aunque siempre añadían algún que otro detalle que no era del todo real en ese tipo de relatos. No les había dicho nada a Hansel y Gretel y había sido una suerte que no lo hubiesen oído y no estuvieran con ella cuando esa información había llegado a sus oídos. Si se estaba callando todo aquello era por el bien de ambos. Solo les faltaba saber eso…

Había oído que la Reina Siobhan estaba buscando a Blancanieves la cual había sido acusada de numerosos crímenes, entre ellos traición e intento de homicidio contra su majestad, aunque aquello no era nada nuevo. En el camino hasta allí ya habían visto alguno de aquellos carteles con la imagen de la joven plasmada en ellos. Mulan había fruncido el entrecejo cuando encontraron el primero. Aquella mujer no era trigo limpio así que realmente no sabía si creerse todo aquello y por alguna extraña razón sabía que los hermanos tampoco lo creerían. No después de lo que les había hecho. A ellos y su padre, lo cual lleva al otro punto que Mulan había descubierto sobre aquella mujer.

Decían las malas lenguas que a Siobhan le gustaba coleccionar los corazones de sus víctimas y por alguna extraña razón tuvo una corazonada al escuchar aquellos comentarios entre los aldeanos que lo decían con un tono bromista impregnado en sus voces. Mulan sin embargo lo creía posible… No sabía porque, quizá por todo lo que ella misma había pasado por culpa de ella o por lo que los hermanos habían pasado…, pero aquel día cuando volvió a intercambiar su mirada con Hansel y Gretel, supo que no debía decir aquello.

Fuera lo que fuera lo que la Reina le pudiera haber hecho a su padre, cualquiera de los castigos y destinos a los que llevaba tratar con aquella mujer en calidad de preso o traidor era la muerte, no importaba de que manera. Bastante tenían con todo lo que les había pasado para ir ella y contarles los rumores que decían aquellas cosas sobre la Reina. Ya descubrirían que había pasado con su progenitor cuando llegasen hasta donde estaba ella.

- Estate quieto Mushu, pareces un nervio ahora mismo – Dijo cuando por enésima vez el pequeño dragón paso por todos y cada uno de ellos hasta acabar en la cabeza de Khan que empezó a relinchar. No tenía ni idea a que venían aquellos nervios por parte de su guardián. Le miró durante unos segundos antes de poner la mirada en el frente.

Khan andó pocos metros cuando esta vez fue ella la que hizo que el animal se detuviera antes de bajarse del mismo. No se detuvo para saber si Hansel o Gretel la imitaban, aunque si notó las patas de Mushu recorrerle la espalda y apostarse sobre su hombro – Mulan, ¿qué pasa?* – le preguntó. Como respuesta de parte de la asiática esta señaló algo en el suelo justo frente a ella. Huellas. – Alguien ha pasado por aquí hace poco… - Llevó su mano hasta la huella. La tierra estaba endurecida y recordaba perfectamente que hacia unos cuantos días había llovido – Quizá hace uno o dos días. – Levantó la mirada para ver que había un rastro de huellas que iban más allá de donde su vista alcanzaba lo que no alcanzó a ver quizá porque estaba demasiado ocupada con las huellas de pisada era de la presencia de un medallón de oro no muy alejado de donde ella estaba.

*Acción acordada.

Dejo a vuestra elección coger o intentar coger el medallón.
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Mensaje por Everett N. O'Connor Lun Oct 08, 2012 9:55 pm

Dos meses, eso era decir mucho cuando en tan solo unos días Hansel había perdido a su padre, había luchado contra una bruja ciega y había deambulado por el bosque en compañía de Gretel hasta que se encontraron con aquellas dos personas tan exóticas. Les habían salvado, les habían dado ropa y comida, qué decir... Les estaban ayudando a protegerse de los peligros del bosque, y seguramente de algo más grande (los soldados de la Reina). Hansel había estado progresando con bastante eficiencia con el arco, y aunque había veces que no le daba en el blanco, ya sabía perfectamente que podría proteger a su hermana Gretel. Los días pasaban tranquilos y poco a poco para Hansel todo se transformó en pura rutina. Montaban campamentos, comían bajo la tenue luz de una fogata, entrenaba con Mulán (poco a poco se había estado sintiendo más cómodo con su presencia, tanto que no le parecía extraño tener otra mujer en su vida), charlaba sobre su país con Mushu (con el cual había iniciado una amistad bastante curiosa).

Lo bueno para los dos hermanos es que estaban viviendo ajenos de las noticias que le llegaban a Mulán, y Hansel seguía pensando fervientemente que su padre seguía vivo, quizás perdido en el bosque, quizás capturado por la Reina. Había veces que soñaba con su padre, recuerdos en los que le enseñaba su oficio como leñador, en los que Hansel mostraba su desagrado ante un posible futuro en el bosque o simplemente sentado frente a la chimenea mientras observaba como su madre acunaba a Gretel. El único consuelo que le quedaba al joven Hansel, era que si su padre había muerto, al fin estaría con su madre, los dos juntos, en el mundo de los muertos. Su padre era una persona fuerte, muy luchadora, sin embargo desde la muerte de su mujer había cambiado, como si una parte de él se hubiera ido con ella, aún así los crió lo mejor que pudo y más.

En aquellos instantes, Hansel paseaba en compañía de su hermana, siguiendo el rumbo y el ritmo que marcaban tanto Khan (el caballo de Mulán, un animal bastante peculiar y divertido) como Mulán. Charlaba bastante animado con Gretel, mientras toqueteaba la brújula que su padre les había dejado antes de desaparecer. Pensaba que en cierta manera, estaba ahí con ellos, y que nunca los abandonaría. Hablaban de cosas triviales, de lo que estaban aprendiendo tanto el muchacho como la joven con aquellos nuevos compañeros de viaje. Hansel estaba contento, feliz de que su hermana se encontrara bien, aún así ambos tenían esa conexión tan especial que con una mirada, podían saber qué estaban pensando más o menos.

Repentinamente, todos pararon y Hansel no pudo evitar alzar la cabeza para ver qué ocurría. Sí, incluso pensaba que en aquellos dos meses había aumentado su estatura, además de que esa pelusilla que siempre le había crecido se estaba convirtiendo en una espesa barba hasta que un día Mulán le pasó un cuchillo para que se afeitara. No escuchó ni las palabras de Mushu ni las de la mujer, sin embargo le dedicó una mirada a Gretel para acercarse ambos y ver qué ocurría, por qué habían parado. Hansel se quedó un poco confundido al comprobar que habían parado por culpa de un medallón, ¿un medallón? Hansel nunca había visto nada tan portentoso, ni tan feo, por eso mismo lo pateó con una pierna para moverlo y se puso de cuclillas para observarlo más de cerca.

-Que medallón más feo, creo que ya sé por qué está tirado en el suelo -bromeó para aligerar el ambiente (sí, incluso había recuperado su anterior sentido del humor). Miró a Mulán, esperando sus conclusiones o las del dragón, ya que ambos se habían enfrentado a muchísimas más peleas (por lo tanto más experiencia) que los dos hermanos. Tocó el medallón con el arco, replanteándose si cogerlo o no.
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Mensaje por Keith J. Dylan Mar Oct 09, 2012 1:37 pm

El problema que siempre había tenido Mushu, era que a pesar de tener que ser alguien responsable siendo guardián, siempre guardaba un lado despreocupado e incluso infantil provocando que muchas veces una situación que bajo la supervisión de alguien centrado y responsable podría ser fácil de sobrellevar, en manos de seres como él se convirtiera en una batalla a vida o muerte. Y si anteriormente Mulan era una jovencita que de poco se enteraba, ahora se trataba de una mujer hecha y derecha que sabía lo que hacía, cómo debía hacerlo y cuándo. Mushu en realidad sólo le había pasado su experiencia, pero hacía tiempo que dejó de enseñarle. Es más, ahora eran ambos los que aprendían de las experiencias al mismo tiempo, incluso ella era más avispada que él. Había pasado de ser su guardián a ser compañeros y prácticamente inseparables.

Habían pasado un par de meses desde el encuentro con aquellos jóvenes. Se respiraba la incomodidad en el aire los primeros días, pero tras eso, la confianza se hizo cada vez más patente hasta que ya parecían incluso una pequeña familia. Por supuesto y como marcaba la tradición desde que era guardián, el dragón se dispuso a cocinar muchas de las veces, aunque no les gustara lo que cocinara, tendrían que aguantarse, sólo por el simple hecho de que Mushu tenía esa ilusión por cuidar a las personas que consideraba cercanas, y bueno… Quien fuera amigo de Mulan también sería su amigo, suponía.

A pesar del mal episodio que tuvieron esos dos hermanos con la Reina antes de encontrárselos, ahora con el paso de las semanas parecían mucho más animados: la chica se le antojaba más abierta y quizás entusiasta, y a él más bromista. De hecho Mushu había pasado bastantes horas compartidas con ellos, dándoles consejos (algunos servibles, otros… Bueno, no tanto) e incluso bromeando con ellos. Pero no sólo eso… Misteriosamente, Mulan había cambiado su actitud algo taciturna desde el desgraciado episodio de Shang a una más… ¿Cómo decirlo? ¿Alegre? Quizás contagiada por ese joven muchacho con el que iba a cazar muchas de las veces para que pudieran tener algo que llevarse a la boca. ¿Qué si había ido Mushu a espiarlos alguna vez?... Nah, ¡No hombre, no! ¿Por qué iba a hacer eso él? No era tan rastrero…

… Bueno, vale, un poco, pero sólo un poco… Bueno, un par de días… A la semana. Tampoco tanto, ¿no? Es que… Mulan seguía siendo su pequeña, y quería lo mejor para ella. De hecho siempre había tratado de animarla cuando se tocaba el tema de Shang, pero en su día, cuando ambos se estaban conociendo, el dragón hizo todo lo posible y lo imposible para impedir que acabaran juntos. ¿Haría lo mismo en esa ocasión?... Que no, que no era tan protector y receloso… ¿no?... ¿En qué diablos estaba pensando? ¡Que era un crío! Mulan había vivido demasiado como para... No, ¡Por favor! Vaya cabeza la suya, pensar en cosas así... En sus tierras los hombres eran quienes se fijaban en chicas más jóvenes que ellos o de equivalente edad en los casos más especiales.

La cuestión, cambiando de tema, es que después de dos meses de acampada y haciendo un poco de chacha que no era una faena que le desagradara del todo, el grupito se puso en camino a lomos de Khan, pasando por varios pueblos para equiparse con lo necesario para protegerse de todo mal que pudiera haber tras los matorrales de los bosques, que nunca se sabía. Pero, igual que Mulan, a oídos de Mushu habían llegado rumores sobre los crueles actos de la Reina, sus búsquedas ansiadas plasmadas en carteles repartidos por todos los sitios concurridos. Ambos tenían las tristes sospechas de que encontrar al padre de los hermanos Hansel y Gretel no iba a ser una tarea ni demasiado fácil, ni demasiado agradable. Pero suponían que vivir con la incertidumbre tampoco era algo bueno. Quizás algún día sabrían la verdad, por lo pronto se convertía en un sombrío misterio.

- Es la emoción – contestó a las palabras de Mulan, antes de que ésta hiciera frenar a Khan para bajar a comprobar una cosa. El dragonzuelo la siguió posándose enseguida en uno de sus hombros, pero a diferencia de la mujer, él se centró más en el medallón que había sobre la tierra enfangada, ignorando prácticamente las huellas. ¿Por qué le resultaba tan familiar? Esa forma, el dibujo… - ¡No lo toquéis! – exclamó justo después de que Hansel manifestara su opinión sobre su aspecto y lo rozara con el arco, haciendo el dragón caso omiso a su tono bromista. La cara de Mushu mostraba total seriedad. También le echó una mirada a Gretel, siendo la más joven no quería que se aventurara a dejarse llevar por la curiosidad y lo llegara a tocar – No me da buena espina – afirmó, bajándose del hombro de su amiga y acercándose al medallón. Se llevó la garra al morro, como si estuviera pensando mientras clavaba su mirada en ese peculiar objeto, mientras daba unos pasos alrededor de él. - Ni siquiera sabemos de su procedencia. ¿Y si está maldito o procede de la Reina?... Aunque tiene algo que… Me llama la atención… Es curioso – dijo mientras seguía reflexionando entornando los ojos. Ciertamente tenía un diseño que no se le antojaba demasiado diferente a los que él estaba acostumbrado.
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Mensaje por Noah M. Stoner Lun Oct 15, 2012 5:12 am

Pasó el tiempo y parecía mentira lo que habían cambiado las cosas en aquellos meses. Para empezar, y aunque parezca imposible, había llegado a confiar en aquella mujer oriental con la que, en un buen principio, tuve tanto recelo, no es que la viera mala persona ni nada de eso, sólo que después de haber perdido a padre y de habernos encontrado con la reina Siobhan, cualquiera confiaría de buenas a primeras en alguien. Eso sí, debía reconocer que aquel pequeño fragón que respondía a nombre de Mushu me había dado confianza desde un primer momento, no sabía porque, aunque puede que estuviera relacionado con el echo de que me agradaran los dragones esde pequeña gracias a las historias que padre nos explicaba a Hansel y a mi y él, Mushu, fuera el primero que conocía, y el único. Era gratificante saber que podía confiar en ellos dos, al igual que podían hacer con nosotros, con el tiempo nos habíamos unido bastante a pesar de nuestras obvias diferencias, no nos llevábamos mal, más bien todo lo contrario.

Sonreí con esos pensamientos, mientras hablaba de forma bastante animada con mi hermano, a diferencia de él yo podía estar en la realidad y en mi mundo a la vez, sin que nadie lo supiera, era algo que siempre había admirado puesto que me ayudaba a la hora de tener que pensar algo mientras actuaba. Me alegraba que ahora estuviéramos bien, tal vez siguiendo una rutina pero no era aburrida, lo que aún no lograba que desapareciera de mi mente era padre, por mucho que quisiera pensar que estaba bien y que le encontraríamos algo en mi interior decía todo lo contrario, desde el mismo instante en que llegamos al claro y él no estaba, había como una voz silenciosa que provocaba que pensara mal sobre lo que pudiera haberle ocurrido, aunque siempre deseaba equivocarme por lo que, en numerosas ocasiones, había pedido a Hansel la brújula, me ayudaba a sentirle más cerca y a alejar todos los malos pensamientos de mi cabeza.

De pronto todos pararon, y nosotros no íbamos a ser menos, miré confundida a mi hermano para ver si él entendía algo dado que había estado tan pendiente de la conversación con él que no había escuchado que dijeran nada ni Mulan ni Mushu. Entendí que pretendía acercarse para ver, y le seguí, aunque me mantuve algo en la distancia, ta vez por miedo o por precaución, vi como él se agachó para ver mejor el medallón que había en el suelo y escuché un grito. Miré a quien había gritado de tal forma, Mushu. -¿Ocurre algo con el medallón? - Pregunté aún más desconcertada y confusa que antes, ¿que podía haber de malo en un objeto como aquel?

Ante la respuesta y la anterior mirada del dragón, lo único que pude hacer fue quedarme quieta en el lugar donde estaba y seguirle con la mirada, escuchando atentamente todo lo que decía, cosas que semanas antes me habrían parecido imposibles, aunque sabía que a Hansel no. ¿Estar maldito? Levanté a cabeza para poder ver mejor el objeto, no lo parecía, no le veía nada extraño, para mi era bastante normal, aunque teniendo en cuenta que nunca antes había visto uno podría equivocarme. -¿Y no puede, simplemente, ser un medallón normal que se le haya caído a alguien? - Pregunté mirando intermitentemente a la otra fémina el grupo y a Mushu, ellos sabían mucho más que yo de esas cosas.
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Mensaje por Sydney J. Watson Mar Oct 16, 2012 10:49 am

Este post contiene información extraída del primer capítulo de la segunda temporada de Once Upon a Time/Érase una vez, "Broken". Si lo leéis es bajo vuestra propia responsabilidad

Seguía pareciéndole sospechoso el hecho de que hubieran aparecido aquellas huellas en mitad del bosque, pero sus pensamientos se vieron transportados cuando oyó la voz de Hansel. Desvió la mirada buscando la de él – Incluso el objeto más insignificante puede esconder un gran poder… - Le sonrió brevemente. Sonreír. Era algo que durante los últimos meses había empezado a hacer de forma más asidua. El hecho de tener a los hermanos con ellos lo había incrementado. Las últimas semanas se había dado cuenta de que el sentido de humor y el ingenio de Hansel en cierto modo la atraía. Lo había ido notando un par de semanas después de que el chico empezara a quitarse el caparazón que se había construido después del traumatizante episodio con la bruja ciega, cosa que para ella no era tan extraña. Ella misma había hecho aquello cuando… Bueno, en aquel entonces.

Sin embargo la advertencia de Mushu fue lo que hizo que fuera a fijarse en el medallón que Hansel había mencionado. Lo reconoció en el acto y se acercó hasta donde estaba el muchacho, agachándose frente a él de manera que el objeto quedó entre ambos – Mushu tiene razón, es peligroso tocarlo… - Se sacó una bolsa de tela vacía de uno de los bolsillos y lo tomó con cuidado de que no rozara su piel. Levantó la mirada hacia Gretel cuando hizo aquella inocente pregunta. – Más que caérsele a alguien…, esto ha matado a alguien. – La miré unos segundos más antes de volver a desviar al medallón de oro que tenía en mi mano.

Había oído leyendas, historias desde que era pequeña sobre aquellas criaturas de ojos rojos y brillantes que parecían portar una capa oscura de la que solo salían unas piernas y brazos esqueléticos de un color verdoso que asemejaba el color a podrido y como si tuvieran forúnculos por todo el cuerpo. Algo realmente asqueroso. El caso es que eso era lo que le habían contado, pero nunca habría imaginado vivir para ver aquello. El símbolo era exactamente el mismo que salía en las páginas de los libros de leyenda que tenían los suyos.

- Es el medallón de un Qui Shen. Un espectro.- Lo miró con cautela unos segundos más antes de proseguir con lo que estaba diciendo – Es una de las criaturas más peligrosas jamás conocidas… Es un embaucador de almas. Según la leyenda que contaban en mi tierra, marca a sus víctimas y les saca el alma, condenándolas de esta manera por toda la eternidad. – Levantó la mirada hacía ellos y esbozó una sonrisa tranquilizadora – Por suerte ninguno de nosotros la ha cogido sin protegerse la mano, por lo que hemos evitado la marca… No nos va a pasar nada. – Cogió el medallón por el cordel del cual colgaba y lo metió en el saco que había cogido antes de metérselo en el bolsillo – Así evitaremos que alguien sea marcado. Puedes sentirte orgulloso – Le dijo a Hansel. – Si no lo hubieses visto, posiblemente alguien lo hubiese cogido y hubiese acabado condenado. – Le dedico una sonrisa antes de ponerse en pie notando como Khan se había acercado hasta ellos – Mushu también ha estado muy rápido al avisaros de no tocarlo… ¿Lo habías visto alguna vez? – Le preguntó con curiosidad y entonces recordó que había mencionado a la Reina y se preguntó si habría sido capaz de dejarlo allí adrede sabiendo que iban por aquel sendero y los hermanos iban con ella.

Sacudió la cabeza quitándose aquella idea de la cabeza. ¿Cómo iba a saber aquella bruja que la habían encontrado a ella? - Hay muchos peligros en este mundo… además de la Reina Siobhan. – Comentó mirando a los hermanos – Siento haberos arrastrado a todo esto… - Y de verdad lo sentía porque los estaba llevando al peligro o al menos ella sentía que era así, pero por otro lado no habría podido dejarlos solos y desamparados. Eso y el hecho de que una parte de ella sentía que habían constituido una pequeña familia. No los unían lazos de sangre, los unían otros tipos de lazos. Le recordaba en cierto modo a sus años en el ejército. Tus compañeros acababan siendo como tu familia. – Quizá deberíamos seguir las huellas y ver a quién pertenecen… Podéis quedaros aquí si lo preferís. Mushu se quedará con vosotros. – Ella sabía cuidarse sola desde luego.

OFF:


Última edición por Sydney J. Watson el Vie Oct 19, 2012 6:26 am, editado 1 vez
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The Road to True Love Empty Re: The Road to True Love

Mensaje por Everett N. O'Connor Vie Oct 19, 2012 6:12 am

Hansel advirtió la voz preocupada de Mushu quien le gritó que no tocaran aquel medallón de gusto horrendo. Se quedó allí quieto, con una rodilla hincada en el suelo mientras "jugueteaba" con el arco, tocando así el medallón. La verdad es que era muy sospechoso que algo así apareciera en mitad de un camino como aquel, aunque claro, para rarezas estaba Hansel, que nunca había salido del bosque y no conocía el mundo exterior. Entonces, Mushu soltó algo de que el medallón podría estar maldito, o que podría proceder de la Reina. Sin poder evitarlo, el joven alzó la mirada hasta el dragón rojo y arqueó las cejas. Si era de la Reina... se lo quedaba seguro, quizás le fuera a ayudar a encontrar a su padre. Gretel lanzó también su teoría, la cual sonaba la más sensata en el grupo (y la que mejor cabía en la mente de Hansel, sin embargo en aquel nuevo mundo en el que se habían embarcado, todo era muy diferente). Finalmente, Mulán pareció mostrarse de acuerdo con Mushu y Hansel no dejó de fruncir el ceño.

-¿Ahora las cosas feas tienen poder? Tenía entendido que eran hermosas, para captar la atención de la gente y así poder ser utilizadas... -por supuesto, esa conclusión la había sacado del joven por deducción a base de los cuentos de su padre. Entonces, Mulán recogió el medallón con una tela, sin tocarlo. ¿Peligroso tocarlo? ¿Ese medallón había matado a alguien? Su mirada se cruzó con la de la mujer, y después con la de su hermana. Habían hecho bien en no tocarlo, sobre todo Hansel, quien estuvo a punto de cogerlo en el primer instante y lanzarlo lejos para jugar con él-. ¿Matado a alguien? ¿Con una maldición dices?

Mulán habló de un tan Qui Shen, un espectro que le gustaba recoger almas o algo así pareció entender Hansel. Por supuesto, tampoco le sorprendía mucho, en aquellos dos meses había tenido tiempo suficiente para concienciarse de que tanto Gretel como él iban a encontrarse con cosas y seres de todo tipo (la primera prueba era el dragón parlante con el que ahora tenía mucha confianza). La mujer aseguró que no corrían peligro alguno ya que no habían llegado a tener el medallón en sus manos, por lo que el joven no pudo evitar suspirar relajado mientras se levantaba. Era un alivio, y por otro lado un tortazo contra la realidad. No todo era lo que parece ser, y esa lección deberían aprenderla los dos hermanos tan pronto como fuera posible.

-Me gusta mirar el suelo por el que piso -comentó intentando no darle importancia a aquel halago (que en verdad le llenó muchísimo)-. Pero si es de la Reina... No sé de qué sería capaz entonces -dijo con una voz más seria, más adulta. Desde luego, Mushu había tenido una buena intuición con lo del medallón. Entonces, Mulán señaló unas huellas que seguían hacia delante y propuso seguirlas, cosa que así hizo Hansel con una sonrisa divertida-. ¿Nuestra primera misión verdadera? ¿Peligro? Creo que sería mejor que fuéramos todos juntos... Al menos así pienso -así se protegerían los unos a los otros, después de todo la responsabilidad principal del joven era la de proteger a su hermana, y ahora además, proteger a esos compañeros de viaje a los que tanto apreciaba. Se metió el arco cruzado por el cuerpo, notando la cuerda tensada sobre su pecho y siguió unos pasos que parecían tambaleantes-. Parecen ser de una persona... Quizás un adulto, ¿no?
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The Road to True Love Empty Re: The Road to True Love

Mensaje por Noah M. Stoner Dom Oct 28, 2012 9:17 am

Aquel medallón me parecía de lo más normal del mundo, de lo más normal teniendo en cuenta que nunca antes había visto uno, habían cosas que me parecían más extrañas como, por ejemplo, podían ser aquellas ropas orientales a las que, en aquellos meses, ya me había acostumbrado, y había aprendido que no era una bata, aunque a veces lo llamaba así como una broma personal, me hacía gracia después de todo. Seguía sin entender que tan peligroso podía ser aquel medallón, no lo veía como algo capaz de hacer algo malo, cierto era que muy agraciado a la vista no era, pero tampoco hacía daño verlo...

Reí ante las palabras de mi hermano sin poder evitarlo, aquello me parecía que tenía cierta lógica, después de todo si las cosas eran hermosas atraían a la gente, si atraían a la gente las usarían y si las usarían podían provocar todo el daño que hiciera falta con el poder que tuvieran. Aunque visto aquello, parecía que no solo las cosas más bonitas tenían poder. Escuché las palabras de Mulan y sacudí la cabeza desconcertada. -Espera, espera. - Dije para llamar la atención antes de seguir hablando. -¿Cómo va a matar eso? Es decir... Si tuviera piernas y brazos, algo extraño en un medallón, podría entenderlo ya que cogería un puñal y podría matarte con él pero... ¿Cómo va a matar eso? - Justo después de hacer, por segunda vez, aquella pregunta, escuché las de Hansel, ahora todo aquello tomaba más sentido, en cierto modo, pues seguía sin acostumbrarme a que, todo ese tema de la magia y las maldiciones que creía que sólo podría existir en los cuentos, fuera algo tan real como yo misma.

Intenté seguir las palabras de Mulan, entender lo que nos estaba explicando, pero era algo que no me cabía en la cabeza, siempre había sido más reacia que Hansel con aquel tipo de cosas, aunque desde nuestro encuentro con la reina creía en todo eso, claro esta que entre ese encuentro y lo que había entendido empezaba a pensar que toda la magia era mala, de alguna forma u otra, que no había magia que sirviera para ayudar. Aunque aquella parecía mucho más peligrosa de lo que pudiera imaginarme y aquello provocaba que tuviera algo de miedo, por no decir que estaba por pedir dar media vuelta.

Ir tras las huellas, justo lo que menos de gusto me venía en aquellos instantes. Avancé unos pasos hasta quedar al lado de mi hermano para poder cogerle la mano, de algún modo así conseguía estar más tranquila y olvidar un poco el miedo. -¿Quieres decir que iremos detrás de esa cosa? Del... Qui Shen. - Dije sin acabar de creerlo. - ¿No puede ser peligroso? - Miré a Hansel, a él el miedo no parecía afectarle, al menos no tanto como a mi, pues hasta se había "preparado" para ir tras ese espectro o lo que fuera. Me miré a mi misma y luego a los demás, ellos parecían preparados para una posible batalla, sin embargo, yo no sabía utilizar ningún arma y no sería más que un estorbo. Bajé la mirada ante aquellos pensamientos, por una parte quería ir ya que, de quedarme, separaríamos al grupo y no quería perderles, sin embargo no veía en que podía ayudar o que podría hacer en caso de ir, a parte de molestar, claro esta.
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The Road to True Love Empty Re: The Road to True Love

Mensaje por Keith J. Dylan Vie Nov 02, 2012 12:32 pm

Tras escuchar las interesantes palabras de Mulan, confirmó aquello de que bien podría ser ella la mentora de Mushu y no al revés. Eso le ayudó a deducir, a recordar. Cierto era que conocía esas historias, seres que incluso estaban en la boca de los ancestros, pero siempre pronunciados de manera muy cautelosa, como si fueran temidos. Bueno, y no era de extrañar, después de la leyendas y cómo en las tierras orientales la gente respetaba ese tipo de historias y seres que infundían bastante respeto e incluso miedo. Por suerte nadie de los presentes había llegado a tocarlo, porque, si no, se hubieran metido de cabeza en un buen lío, y con las guerras de Mulan ya tenían bastante.

- Visto alguna vez… - repitió mirando como su inseparable compañera guardaba el misterioso y tétrico medallón en una bolsita, frunciendo ligeramente el ceño mientras pensaba - Quizás. Ese símbolo no me daba muy buena espina, ahora entiendo el por qué. Habrá que tener mucho cuidado, ni siquiera llevándolo en una bolsa me hace demasiada gracia… - comentó con desconfianza.

Y como no, Mulan ya estaba pensando en la aventura y seguir las huellas de la tierra. Y a esas alturas, ¿Quién le iba a decir que no? No podía evitar preocuparse, pero tenía fe en ella y sus capacidades, estaba preparada para luchar pero…

- Pero Mulan… ¿Sabemos ya a lo que nos enfrentamos? Quiero decir; hemos batallado contra hombres, de carne y hueso, pero… ¿Esos monstruos?... Ni siquiera sabemos sus flaquezas para abatirlos en condiciones– comentó ciertamente preocupado. ¿No sería mejor planear una estrategia antes de aventurarse? Igual si seguían esas huellas se encontraban de cara con una de esas feas y asquerosas criaturas del diablo - Ni siquiera sabemos si una espada o una flecha puede traspasarles… Ni tampoco sabemos si tienen boca y pueden devorar mis empanadillas… - murmuró como si expresara su pensamiento en voz alta - Pero bueno, tal vez eso no venga al caso, porque seguramente nos devorarían a nosotros primero. – se respondió a sí mismo, mirando el suelo mientras hablaba hasta que volvió a alzar la vista tras aquella… Impresionante reflexión - A lo que me refiero es que de por sí, acercarse a una de esas criaturas debe ser peligroso…

Por unos instantes pasó su mirada de uno a otro, por todos los allí presentes. Hansel parecía el más lanzado, como si en cierta manera estuviera emocionado; se notaba que aún era muy joven, como muchos que se habían alistado en la misma guerra en la que Mulan había participado. Por otro lado estaba Gretel, bastante dudosa e indecisa a juzgar por su actitud no verbal y además parecía que ambos estaban de acuerdo en que estaban jugando con fuego. Por último estaba Mulan y… En fin, Mushu tenía la sensación que perdía el tiempo en intentar detenerla y hacerla reflexionar.

Por unos largos segundos, sus ojos se detuvieron en la más joven del grupo. Quizás era una misión demasiado peligrosa para alguien como ella, y Hansel iba en pleno camino a ser un hombre. Sabía que Mulan seguramente acabaría siendo como un mentor para el chico, y ella tendría alguien que la protegiera, pues en cierta manera, Mushu no podía defenderla como muchas veces quisiera. Ella misma lo dijo: parecía una lagartija, y apenas podía encender una hoguera con el fuego que sacaba por el morro. El dragón sólo podía compartir su experiencia y consejos con ella, pero ya poco más podía enseñarle. En caso de peligro, Mulan no podría defender a tantas personas a la vez… Y Quizás era buena idea apartar a la niña de todo aquél mundo oscuro, también por el bien de ella. Podría llegar a ver cosas bastante desagradables y perturbadoras que quedarían para siempre grabadas en su memoria.

- Bueno, vale, soy un exagerado – comentó rodando los ojos y con esa voz grave que solía poner cuando acababan convenciéndolo a pesar de que en un principio pensaba de forma muy distinta - No son más que huellas posiblemente humanas. – volvió a mirar a Gretel, a la cual acabó sonriendo afablemente - Creo que será buena idea si inspeccionamos la zona, no creo que nos vayamos a perder – ahora dirigió sus ojos hacia Mulan – Tomaremos ese camino descendiente, seguro que no tardaremos en reencontrarnos – quizás aquellas palabras no eran las que más confianza transmitieran a los jóvenes después del episodio de su padre, pero no reparó en eso, en ocasiones podía resultar un poco bruto - Vamos vaca, toca ponerse en camino. Si necesitáis ayuda, seguramente no andaremos muy lejos… Aunque tengo la intuición de que no seréis un enemigo fácil, precisamente – les sonrió a Hansel y Mulan – Ya sabéis que hacer con los traseros que os entorpezcan el camino.

Tras ello, reptó por la espalda de Gretel hasta llegar a su hombro, esperando que ésta cogiera las riendas de Khan y pusieran rumbo, buscarían un camino más seguro para ellos, el grillo también los acompañaría. Le lanzó una última mirada confidente a la jovencita, acompañada de una sonrisa. Con un poco de suerte, tendrían una caminata tranquila y relajada.
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Mensaje por Everett N. O'Connor Mar Nov 06, 2012 7:32 am

Tanto Gretel como Mushu habían estado cavilando. Para su hermana pequeña, al igual que para Hansel todo aquello era demasiado nuevo, ¿magia que asesinaba? ¿magia que creaba? Y aún le quedaban otras tantas cosas por delante... Pero nada de so asustaba al joven. Sentía que necesitaba recuperarse por completo tras lo sucedido con la bruja ciega, su encuentro con la Reina y la desaparición de su padre. No buscaba venganza, simplemente respuestas, por eso mismo iba con un aura limpia y segura cuando dio los primeros pasos.

¿Acaso sus compañeros estaban sorprendidos debido a su seguridad? Hansel era joven, le quedaba muchísimo por demostrar, mucho por aprender y ahora era una buena oportunidad para mostrar todo lo que había aprendido, todo lo que se había esforzado. Por eso mismo, le dedicó una sonrisa llena de confianza a su hermana, esperando transmitirle la misma energía que él sentía en aquellos instantes. Ambos habían pasado por lo mismo y ambos habían sobrevivido, cosa que significaba que ambos tenían una misma fortaleza. Mushu se fijó en las huellas que él mismo había señalado, afirmando lo que pensaba y decidiendo después que debían separarse.

Por un lado irían Mushu y su hermana, y por otro lado Mulán y él. No le angustiaba separarse de su hermana puesto que confiaba en el dragón rojo, sin embargo siempre quedaba la duda y la emoción. Emoción porque a pesar de haber pasado bastante tiempo a solas con Mulán, ahora al fin iban a ponerse en acción. ¡Qué orgullosa iba a estar ella cuando le viese disparar! Sentía esa extraña necesidad de maravillarla, no como había hecho antaño con su padre, sino de otra manera distinta. Sin pensarlo apenas, se dirigió a su hermana y le dio un abrazo, no temía por su vida, pero más valía prevenir que curar.

-Llevad cuidado vosotros también -dijo sonriente mientras observaba cómo se llevaban a Khan con ellos.

Miró a Mulán y tras asentir bastante seguro de sí mismo, camino siguiendo las huellas de aquel adulto, seguramente hombre por el calzado que llevaba, pero bueno, igualmente podría ser una mujer guerrera como Mulán. Hansel estaba desconcertado por el camino que estaban siguiendo, apartaban algunas ramas que se interponían en su camino, escuchaban a los animales volar, caminar y trepar. Todo estaba demasiado tranquilo aún sabiendo que una criatura tan oscura como la del medallón estuviera rondando por allí. Y sin embargo, las huellas que estaban siguiendo eran las de un hombre, ¿acaso aquel espectro podía tomar forma humana? No sabía cuanto tiempo llevaban caminando, pero las fuerzas no le abandonaban, tampoco el ingenio, el cual estaba urdiendo una idea, un tanto descabellada.

-He estado pensando... ¿Y si una persona ha sido marcada por el medallón? Estos pasos son algo irregulares, no estaba huyendo, pero estaba algo desorientado debido a la diferente presión de las huellas... Quizás lo tiró en un intento de librarse de la maldición... Aún no le han matado, creo, o más bien me gustaría pensar... -carraspeó Hansel. La verdad era que lo que menos quería encontrarse era un cadáver de una persona-. ¿Cómo sabes si estás maldito por ese espectro? ¿Deja alguna huella? ¿O simplemente... te aspira el alma? -preguntó entonces curioso, parando a su vez para mirar directamente a Mulán-. ¿Y cómo se mata algo que está muerto?
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Mensaje por Sydney J. Watson Vie Nov 09, 2012 2:55 am

Se limitaba a escuchar a Hansel y asentir a sus dos preguntas. – En efecto… - Era difícil explicarles cómo funcionaban aquel tipo de cosas que se podían considerar más bien místicas. Para ella eran algo normal y prácticamente cotidiano, pero para ellos… Les sería difícil imaginar ese tipo de cosas, cosa que quedó clara con las preguntas y palabras de Gretel – Es difícil de explicar, pero está dentro del medallón y solo despierta cuando alguien ha sido marcado. De ser algo inofensivo podríamos haber hecho la prueba, pero en este caso no. – Mejor que nunca tuviesen que presenciar algo así por muchas cosas atroces que tuvieran que presenciar a lo largo de la vida.

Miró a Mushu frunciendo el ceño unos segundos cuando dijo que ni siquiera llevarlo en una bolsa le hacia mucha gracia - ¡Mushu! Por todos los ancestros, mientras este dentro de la bolsa no pasara nada y nadie lo va a tocar, ¿verdad? – Se quedó con la vista fija unos segundos en Mushu antes de pasarla a los hermanos. Desde luego, no iba a dejar algo así al alcance de ellos tan fácilmente y si se lo intentaban quitar se enteraría. – Y… si fuera de la Reina no haríamos nada, porque meternos en sus asuntos solo nos traería problemas y vuestro padre no querría que os pasara nada. Menos en manos de ella. – Si no les quedaba claro con la seriedad que había puesto en la voz ya se lo dejaría claro de alguna otra manera. No iba a dejar que hiciera una idiotez y arriesgase su vida enfrentándose a algo que desconocía totalmente. Ni siquiera ella sabía exactamente a que se enfrentaba cuando se trataba de aquella mujer, y además también era la primera que quería justicia por todo lo que le había arrebatado. – No quiero que se lleve más personas que aprecio… - Dejó caer mirando a los hermanos antes de volverse hacia Mushu que ya estaba preocupándose.

Oh… Debería saber que ella muchas veces actuaba de forma impulsiva y todo terminaba bien. Aquellas cosas la hacían sentirse útil. Hacían que sintiera que estaba haciendo algo por los demás, por el mundo que les rodeaba a todos ellos. – Yo sí que las sé, he crecido con esas leyendas, esas historias… ¡No te pongas paranoico! Mientras ninguno de nosotros este marcado no nos hará daño, este donde esta, quizá este en el medallón esperando una víctima que se marque inconscientemente. - Bajó la mirada hasta las huellas unos segundos antes de volverse hacia Mushu y cruzar los brazos debajo del pecho - ¿Desde cuando los Qui Shen caminan? ¿Desde cuándo dejan huellas humanas? Los guardianes se supone que saben este tipo de cosas… - Le reprendió aunque había un tono divertido en su voz que indicaba que no le estaba echando realmente la bronca. Sabía perfectamente que durante muchos años, después de llevar a uno de sus familiares a la decapitación, había pasado a ser el que tocaba el gong.

Sus ojos pasaron hasta los azules de Hansel. Había notado el entusiasmo en su voz, aquella emoción camuflada, la misma que ella había sentido tantas veces, porque siendo sinceros, la primera vez más que emoción había sentido miedo. No se había sentido realmente preparada y había sido su ingenio lo que les había llevado a la victoria, pero también lo que le provoco la herida que hizo que descubrieran la verdad.

- Sí, se podría decir así – Le respondió con una sonrisa, aunque tener una misión no quería decir explícitamente que conllevase algún tipo de peligro. De todos modos admiraba aquel entusiasmo y las ganas que ponía el muchacho a pesar de todo por lo que habían pasado. Se podría decir que le alegraba que confiara de aquella manera en ella, porque cuando se hacían aquel tipo de misiones, una parte importante y fundamental era la confianza que depositabas en tus compañeros. – Eres realmente observador – Le dedicó una sonrisa aunque no añadió nada porque Mushu cortó por completo sus pensamientos. – Me parece bien – Al menos no metería a la pequeña del grupo en un problema, aunque prácticamente pasados unos segundos tuvo que fulminarle con la mirada ante ese “no tardaremos en reencontrarnos”, aquel dragón a veces tenía la sensibilidad de una piedra, la verdad. Nula.

Los siguió con la mirada antes de cruzarla con el chico al que dejó pasar por delante. Era lo suficiente rápida en reflejos y ágil como para adelantarle si era necesario, además que lo veían tan motivado con todo aquello que la hizo sonreír de forma inconsciente, le hizo recordar sus primeros momentos. - ¿Sabes? Yo la primera vez que sabía que podíamos entrar en batalla en cualquier momento estaba muerta de miedo – Allí donde veía a la mujer segura de sí misma y que parecía tenerlo todo bajo control había existido una muchacha asustada. Ya le había contado durante aquellos meses lo mucho que le costó superar el entrenamiento del ejercito, como casi había sido expulsada (por no decir que lo había sido), pero su motivación y el querer llevarle el honor a la familia Fa, habían hecho que no desistiera y había acabado convirtiéndose en una heroína para su pueblo. Por supuesto se había guardado para ella algunos detalles – En realidad fue culpa de Mushu que supieran cual era nuestra posición. El muy torpe encendió un cañón que fue directamente hacia el cielo y nos delato a todos. - Apartó una rama que se encontraba justo en medio de su camino. Recordaba perfectamente que todo aquello también había ocurrido cerca de un bosque. – Ese día descubrieron que era una mujer. – Levantó la mirada unos segundos hacia el cielo cuando oyó algo arriba, un pájaro o una ardilla seguramente. – De donde yo vengo, hacerse pasar por hombre para entrar en el ejército es un crimen y se paga con la muerte. El caso es que yo les salve la vida y en lugar de matarme me dejaron abandonada. Mushu, Khan y el grillo fueron mi única compañía – Se encogió ligeramente de hombros, se alegraba de haberlos tenido a ellos. Había sido lo mejor que le había sucedido en realidad. – El ejército al que vencimos aquel día era de la Reina y se vengó de nosotros más tarde, por eso…, no quiero que vosotros corráis ese riesgo. Es peligrosa. Aún así tu padre estaría orgulloso de ti si supiera lo que estás haciendo en este momento.

Siguió caminando en silencio intentando escuchar lo que les envolvía, cualquier sonido por insignificante que fuese podía ser realmente importante, pero había que estar muy atento. Las siguientes palabras de Hansel sin embargo la hicieron levantar la vista – Podría ser, pero… - Se quedó unos segundos pensativa intentando ordenar sus ideas y pensamientos en su cabeza –Los Qui Shen son criaturas que no hieren de gravedad, solamente matan… Puedes escapar de ellos cuando hay luz, la repelen, pero… sería raro sobrevivir a sus ataques. – Acabó diciendo y no porque lo hubiese vivido en carne propia o alguien cercano, era lo que había oído desde pequeña y lo que realmente pensaba. Estaba dispuesta a seguir andando cuando el joven volvió a hacer unas preguntas. Paró mirando también directamente a Hansel. – Según las leyendas dejan una marca allí donde toca el medallón la piel de la víctima, al principio es invisible hasta que la maldición se activa. Dicen que es en ese momento cuando la persona marcada nota como si le quemasen la piel y el dibujo que has visto en el medallón aparece impreso en su piel como una herida horrible. Eso dicen, en realidad nunca lo he visto y prefiero no hacerlo. – Esbozó una media sonrisa al tiempo que se echaba parte del pelo hacia atrás. Le gustaba aquella curiosidad innata que parecía tener Hansel. Esa sed de conocimiento que le hacia preguntarle ese tipo de cosas. Obviamente habría detalles que de haber estado Gretel delante no hubiese dicho. – Si, se podría decir que te aspira el alma…, te deja en un sueño eterno pero no agradable. Pesadillas constantes. Dicen que es peor que la muerte, que es una tortura eterna. – Suspiró. – No se puede matar algo que ya está muerto, así que… más nos vale que nadie haya sido marcado y ninguno de nosotros acabe marcado.

Motivo por el cual había metido el medallón en cuestión dentro de la bolsa y perfectamente guardada. Decidió seguir caminando hablar de aquellas cosas le resultaba desagradable, odiaba a aquel tipo de espectros y en su humilde opinión deberían desaparecer todos los medallones como aquel que cargaba con ella en esos momentos. Miró unos segundos a Hansel antes de volver a caminar siguiendo aquellas tambaleantes huellas – Puede que no haya sido el espectro, pero que si le haya pasado algo, por lo que tú mismo has dicho antes. El ser tan observador te puede ayudar mucho. – Le sonrió antes de levantar la mirada y darse cuenta de que estaban llegando a un lugar más amplio, un pequeño claro en medio del bosque y para su sorpresa un caballo blanco, con su montura y todo. Intercambió una mirada con Hansel antes de llevarse el dedo índice a los labios y caminar, como quien se desliza por el suelo, pues no hizo ruido alguno hasta salir al claro. No parecía haber nadie cerca, pero no era de aquellas personas que se dejaran engañar fácilmente y el hecho de que las huellas llevaran hasta allí y hubiese un caballo con montura incluida, indicaba claramente que allí había alguien más. ¿Dónde? Quién sabía, pero por el momento no iba a coger el arco ni nada parecido, no quería parecer alguien hostil desde luego.
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Mensaje por Sebastian J. Jones Vie Nov 09, 2012 1:27 pm

El bosque ha sido mi aliado desde que los secuaces de Maléfica me persiguen. En realidad es lo que quiero que hagan, alguno debe tener la información que tan desesperado estoy por conseguir pero tengo que ser suficientemente listo como para que no sean capaz de pillarme en banda porque si lo hacen estoy perdido y probablemente muerto. Uno a uno he ido haciéndolos separase suficiente como para poder acabar con ellos antes de que hagan lo propio conmigo, y tras el quinto o el sexto que creo que es el último me detengo. Suelto un suspiro, sansón aparece de la nada con su montura todavía puesta y con todas bolsas de viaje colgando a cada lado de sí. Suelto un suspiro algo cansado y pongo mi mano sobre su lomo para acariciarlo un par de veces. Su temblar se detiene. - Buen chico - Murmuro por lo bajo, me apoyo en él un rato y dejo la punta de la espada caer al suelo, repentinamente me siento como al principio, completamente perdido y sin un camino que pueda seguir.

Me permito unos momentos para afligirme antes de recomponerme, no puedo seguir perdiendo mi tiempo, tengo que encontrar a Aurora como sea y solo hay una persona que posea esa información, claro está que no va a querer dármela. - Necesito otra horda de esos secuaces de maléfica. Alguno debe tener algo que me sirva para dar con Aurora. - Guardo la espada en su funda, subo al caballo que arranca casi de inmediato y avanzamos varios kilómetros en la espesura así sin más, a palos de ciego porque en realidad no sé hacia donde ir, donde pueden estar y mucho menos donde empezar a buscarlos.

Doy un golpe en el cuerpo de sansón con una de mis botas para obligarlo a detenerse, tras un relincho de queja porque probablemente le he pillado por sorpresa me bajo de un salto. Hay un cuerpo en medio de la nada, recuerdo a aquella persona en concreto porque no paraba de burlarse sobre lo que yo no sabía y necesitaba saber, y lo muy difícil que iba a serme conseguir la información que tan desesperado estoy buscando. Pero el motivo de que me haya detenido no es la molestia que me provoca recordar sus palabras, sino recordar su mirada desesperada por un instante, por alcanzar algo que dejó caer en medio de nuestro combate. Doy pasos lentos por el lugar, mirando de vez en cuando hacia el cuerpo inerte de la persona que yace en el suelo. Le odio, y no me puedo permitir odiarle porque el odio hace que pierdas perspectiva.

Siempre que intento reprimir aquellos sentimientos recuerdo a mi maestro insistirse en que controlara mi sangre caliente, en que debía mantener fría la cabeza porque era la única que impediría que alguna vez hiciera algo suficientemente estúpido cómo para acabar muerto. Pensar con claridad no es algo que se me de bien en ninguna circunstancia, el que mantiene las formas siempre ha sido Thomas, yo soy más de clavar la espada primero y preguntar después.

Un medallón llama mi atención en medio de mi disputa conmigo mismo por regular mis respiraciones, dejar de apretar el mango de la espada como si tuviera fuerza para aplastarlo del todo y buscar una solución al problema que tengo encima. Me agacho para recogerlo pero nada más lo hago mi caballo avanza hacia mi y me embiste suficientemente fuerte como para sacarme volando. Mi espalda choca de modo violento contra la corteza de un árbol antes de repicar en el suelo. Suelto una exclamación entre la sorpresa y el dolor. Sus relinchos me ponen histérico. ¿A que ha venido esto? Me reincorporo con la vista algo difuminada por el golpe, la espada desenfundada y listo para defenderme, pero tras unos tensos segundos me percato de que no hay nadie.- ¡Basta Sansón! - Me dedico a hacer que el caballo recupere su cordura pero por más que lo intento, nada sirve, salvo alejarlo de aquel medallón en concreto y eso es lo que hago.

Mi instinto me dice que ésta es una de esas cosas que los animales saben y que no se deben pasar por alto por muy irracionales que parezcan. Le aparto lo suficiente como para que deje de brincar aunque intuyo que no lo ha hecho solo por fastidiar, que lo ha hecho para advertirme antes de que lo tocase y es precisamente eso lo que hace que saque un pañuelo para darle un par de toques antes decidirme a cogerlo cubriéndolo primero. Al reincorporarme trastabillo, tengo un dolor punzante en las costillas y algo me dice que aquel empujón por parte de mi corcel me ha dejado algo más que un posible lugar donde aparecerá un moretón. - ¿Esto es lo que ha perdido? ¿lo que tan desesperado estaba por recuperar? – Lo recuerdo claramente, siempre se debe mirar un hombre a los ojos mientras muere hasta que ves su alma desaparecer, y es por eso que me he dado cuenta del interés que tenía por ese medallón incluso mientras moría. Sansón sigue nervioso varios metros detrás de mi y amarrado al árbol, cosa de la que me he asegurado antes. - tal vez esto nos sirva para algo ¿no os parece? - Mi mirada se posa sobre la figura tallada en el oro de aquella baratija y de pronto cualquier enfado, odio irracional y molestia que tenía segundos antes se desvanece, salvo el dolor de las costillas. - Podríamos encontrar a Aurora. Puede que esto nos diga donde está, o al menos nos de una pista de donde podríamos buscarla. - Sueno emocionado por un momento, es lo más cerca de una pista que he estado en mucho tiempo y aunque sea falsa pienso aferrarme a ella cómo a un clavo ardiendo.

Ni siquiera estoy seguro de cuanto tiempo pasa pero llega un momento en el que es sansón quien decide el camino a escoger porque yo voy prácticamente echado contra él con un brazo alrededor de las costillas, la molestia creciendo, tan derrotado y cansado como si me hubieran dejado sin energía y el medallón aún envuelto en aquel pañuelo, o al menos eso es lo que creía. Cuándo he estado a punto de desplomarle al suelo desequilibrado por completo por el vaivén del caballo éste se detiene, me aferro con el tiempo justo para dejar que aterricen primero mis pies y luego el resto de mi peso. Aquello causa un terrible dolor a la altura de mi esternón y no puedo más que soltar un quejido aferrándome con fuerza a la montura de cuero. Ahogo una respiración para intentar relajar los músculos suficientes para menguar el dolor, abriendo los ojos y echando en falta por primera vez que no tengo el pañuelo del medallón en mis manos. - Oh no, esto no está pasando. - Miro hacia todas partes buscándolo con urgencia por los alrededores pero no está, debe haberse caído varios metros más atrás, solo espero que no haya sido tanto cómo para haberlo perdido definitivamente. Me separo del caballo que se queda en su lugar probablemente alegre de no tener que estar cerca de esa cosa nunca más y empiezo a buscar por todas partes lo único a lo que puedo aferrarme para encontrar a Aurora, porque no tengo nada más.

Llega un momento en el que quiero rendirme a pesar de lo que eso significa, quedarme con las manos completamente vacías, volver a ese desesperado punto de inicio donde no tengo nada que me sirva de guía y cuando vuelvo sobre mis pasos hacia mi corcel dispuesto a marcharme mis oídos captan unas voces bastante cercanas. Demasiado incluso para mi gusto. Mi primer impulso es esconder mi cuerpo tras un árbol y olvidarme del punzante dolor de las costillas. Varios retazos de la conversación me llegan a los oídos y en algún punto descubro también que son ellos quienes tienen lo que busco, además de que van en grupo. - Aspira el alma - Repito en un murmullo para mi mismo, un medallón que captura almas. No me extraña que sansón estuviera tan ansioso cuando estuvimos a punto de tocarlo.

Miro mi mano por inercia buscando alguna marca, obviamente no la hay porque he tenido la precaución de no tocarlo de modo directo nunca. Desenfundo la espada con tal lentitud dando pasos muy meticulosos entre la franja de árboles mientras no quito mi vista de la mujer que se ha adelantado del resto del grupo hacia mi caballo. Cuando estoy alineado a la misma altura que ella pero a varios metros de distancia me llevo los dedos a los labios y un fuerte silbido cruza la noche. Sansón relincha antes de salir corriendo adentrándose en el bosque y saliendo del claro dejando tan solo sus huellas en el barro que comprueban que, al igual que yo, también ha estado allí. Con éste movimiento a pesar de haber revelado mi ubicación ya no me siento tan en desventaja, puede que ellos sean más que yo, pero yo puedo escapar en caso de que haga falta.

Hay algo que va a impedirme que lo haga, ese medallón del cual la chica ha hablado antes y por el que estoy bastante dispuesto a hacer cualquier cosa por recuperar. - Creo que tenéis algo que necesito. No está bien recoger objetos que no se os han caído a vos – Elevo la voz suficiente para que se escuche desde donde estoy pero manteniendo mi espalda contra el árbol para no tener que cubrir más que las otras tres direcciones si al final me hace falta defenderme. - Me encantaría que me lo devolvierais, si no os importa. – A pesar de mi intento por sonar casi amable, se me escapa un leve matiz sarcástico llegando a la última parte.
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The Road to True Love Empty Re: The Road to True Love

Mensaje por Everett N. O'Connor Mar Nov 13, 2012 7:43 am

-Solamente matan... Difícil sobrevivir a sus ataques, pero no imposible, ¿verdad? Quizás esta supuesta persona hubiera tenido el tiempo suficiente como para escapar -Hansel se autoconvencía cada vez más y más de la posibilidad de que el dueño de aquel colgante lo hubiera dejado caer somo símbolo de lucha, de supervivencia. Porque realmente... no quería encontrarse con un cadáver. Mulán le estuvo describiendo los síntomas del maldito, algo que hacía reflexionar al muchacho, activar su lógica y eficaz cabecita. Su padre siempre lo había descrito como un chico listo, con buenas ideas que al final no conducían a nada, pero ahora las cosas estaban cambiando-. Dicen, dicen... Mi padre siempre decía -sonrió ante el empleo de esa misma palabra- que cuando la gente habla o cuentan cosas desconocidas para ellos tipo maldiciones de las que nadie supuestamente sobreviven, decía que... siempre hay un superviviente, porque si no... ¿quién cuenta todas esas historias? -se encogió de hombros continuando su camino con la vista al frente.

Al final, Mulán se decantó por darle algo de razón al muchacho, cosa que le convencía aún más de la posible veracidad de su teoría, de su hipótesis. No se convertiría en otra cosa hasta que no encontraran un cadáver o... a alguien vivo. Notó leve rubor en las mejillas cuando le llamó observador, halagándole en cierta manera. Y es que aunque no se hubiera dado cuenta durante aquellos meses, Hansel se esforzaba mucho, para poder proteger a su hermana y también para demostrarle a Mulán de lo que era capaz. Ese sentimiento no nacía de su "alma varonil", esa necesidad de los hombres en proteger a las mujeres, sino más bien... otra cosa más extraña, de origen desconocido. Quería demostrarle en cierto sentido que no era un niño como podría parecer. En aquel tiempo que habían estado fuera de su casa, perdidos en el bosque con el dragón y la mujer oriental, Hansel se había decidido dejar de quitarse esos pelos que le crecían por la cara y bien se podría decir que tenía ya una barba importante, no como la de su padre, pero ya no eran cuatro pelos tontos y molestos.

Repentinamente, se toparon con un caballo blanco, sin montura, sin dueño. Sigiloso, hizo caso a Mulán moviéndose a su compás. Con una rapidez que le había costado adquirir, se sacó el arco de su espalda y fue colocando ua flecha en ella. Debían estar en guardia, ya que cualquier cosa podría surgir de ese lugar. Tenía que haber alguien más allí, las huellas de una persona lo indicaban. Y entonces, un silbido cruzó la noche, poniendo aún más en alerta a Hansel y observando como el corcel blanco se marchaba del lugar, chapoteando en el barro y dejando sus huellas atrás. Una voz. Fue lo único que necesitó Hansel para ponerse en acción. Sabía de donde provenía la voz, el lugar exacto, por lo que alzó el arco, estiró la cuerda y dejó escapar la flecha con una rapidez que surcó, cortó el aire hasta llegar al joven que exigía el medallón, porque Hansel había podido deducir eso de sus palabras. Había actuado demasiado rápido, sin pensar. No por el miedo, sino más bien por otra cosa. Había pensado que era un enemigo.

Dejó caer su brazo por el movimiento y escuchó como la flecha se clavaba. La flecha se había clavado en el muslo derecho del joven, atravesando sus ropajes, pero no atravesando su pierna por supuesto. Hansel corrió, siguiendo el trayecto de su flecha para encontrarse con un joven de vestiduras elegantes, de cabello moreno y una sonrisa llena de sorna.

-¡Maldita sea! ¡No es un enemigo! ¡Poco más y le clavo la flecha en la cabeza! -buscó la mirada de Mulán más bien para comprobar, para saber que no había hecho nada malo, que el joven no se iba a morir. Después de todo, no era una herida grave, seguramente ni le habría dado en una parte importante de la pierna-. ¡Lo siento mucho! -se dirigió hacia el joven apoyado en el árbol para comprobar que iba armado con una espada. Se rascó la barba, la cual le empezó a picar repentinamente, estaba nervioso, muy nervioso. Quería arrancarse los pelos de la cabeza por aquel error-. ¡Esto me pasa por precipitarme! ¡No somos enemigos aunque lo parezca! Simplemente... -fue recuperando el aliento debido a los nervios-. Hay que sacarle la flecha de ahí, ¿no? -le preguntó a Mulán. Una pregunta un poco estúpida, pero necesaria para él. Le habría gustado preguntarle de quién se trataba, pero después de todo... Hansel había cometido un gran fallo.
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The Road to True Love Empty Re: The Road to True Love

Mensaje por Sydney J. Watson Jue Nov 15, 2012 7:45 am

Nunca se había parado a pensar en esas cosas que en cierto modo tenían sentido, para ella y los suyos eran cosas lógicas, es decir, se lo contaban desde que eran pequeños y era un saber con el que crecían, pero nunca se había parado a pensar detenidamente en ello, así que cuando Hansel hizo aquella pregunta y le comentó lo que decía su padre, no pudo evitar quedarse bastante sorprendida. – Vaya…, nunca había pensado en ello. Eran historias que me contaban desde pequeña y en mi cultura el misticismo es parte de nuestras vidas. – Les rezaban a los ancestros y creían en los grillos de la buena suerte. ¡Llevaba un dragón rojo tamaño bolsillo que la protegía! ¿Hacía falta decir algo más? – Muchas veces se rumoreaba que los habitantes que salían de las fronteras de nuestro reino y no volvían habían acabado muertos a causa de un Qui Shen. – Se quedó unos segundos callada mientras volvía a recordar lo que Hansel le acababa de decir – Supongo que tu padre tiene razón y tuvo que haber algún superviviente, el que empezara todo esto… ¿No dicen siempre que la historia la escriben los ganadores? – Pues suponía que en ese caso sería igual aunque ella siempre hubiese creído en todo aquello porque en su cultura era normal creer en aquel tipo de cosas.

Al contrario que ella, Hansel decidió que sería más conveniente estar en guardia, claro que el hecho de que ella no hubiese cogido el arco no significaba que no lo estuviera. Después de tantos años manejando aquel arma, obviamente podía sacarla bastante rápido en un momento si era el caso. Le extrañaba que no hubiese nadie cerca y por eso estaba a punto de dar unos cuantos pasos más hacia el frente cuando aquel silbido llamó su atención y la del caballo que se dirigió presto en una dirección en concreto. Conocía perfectamente aquella respuesta por parte del animal y supuso enseguida que su jinete le habría llamado. Ella había hecho lo mismo muchísimas veces con Khan. Lo que no se esperaba era la reacción de él que en un abrir lanzó una flecha hacia la dirección en la que había ido el caballo.

Estuvo a punto de decir algo pero el hecho de oír cómo la flecha se clavaba en algo que no era un árbol se lo impidió corriendo tras Hansel, hasta llegar al punto donde se encontraba aquel joven de ropajes elegantes apoyado contra un árbol. Probablemente maldiciéndolos por haberle clavado aquella flecha. Sus ojos fueron a parar durante una milésima de segundo en la flecha antes de alzar la vista. Aquella sonrisa y la sorna que desprendía la cabreó. Hizo que sus ojos se oscurecieran de súbito. – ¿Cómo estás tan seguro? – Preguntó a Hansel cuando aseguraba que no era un enemigo. ¡Por todos los ancestros! La Reina había sido la que casi los había matado a él y a su hermana pequeña, alguien que vestía con la misma elegancia que aquel joven.

No, ella no iba a ser tan confiada, había aprendido a no fiarse de nadie que llevase aquel tipo de ropajes, siempre parecían estar metidos en los problemas más graves o ellos mismos los causaban. – Sí, bueno. Lo mismo podría decirnos él, ¿verdad? Que no es el enemigo. – En su voz había cierto sarcasmo mientras se dirigía a aquel joven que tenía delante de ella. - ¿Por qué tendría que creerte? – Y antes de que pudiera hacer algún movimiento desenfundo la espada y colocando la punta de la misma justo en el pecho del joven – ¿Quién eres? ¿Y para qué quieres el medallón? Puedes ir contestando o te juro que esa flecha en tu pierna va a ser la menor de tus preocupaciones. No pienso poner algo tan poderoso en manos de un principito… - Si, su idea sobre los príncipes era que todos eran unos descerebrados que no paraban a pensar en las consecuencias de sus actos. Después de todo… Ellos lo tenían todo, ¿no? – Y ni se te ocurra subestimarme – Le advirtió sin apartar la mirada un segundo. Quería tener controlado cada uno de sus movimientos. Después de todo aquellos que una vez la subestimaron no habían acabado demasiado bien. – Buen disparo Hansel, al menos no saldrá corriendo. – Esbozó una media sonrisa divertida antes de recordar la última pregunta del muchacha – Y no te preocupes, no va a morirse por eso.
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Mensaje por Sebastian J. Jones Sáb Nov 17, 2012 2:34 am

Mi espalda continúa contra el tronco, mi arma lista para cualquier ataque por la espalda y sansón con un nerviosismo que si no detiene va a conseguir transmitirme. Para cuando la chica habla toda mi atención en la defensa se desvía, eso es probablemente lo que acarrea que no me de cuenta de que otro sale de la nada y lanza una flecha contra mi pierna. Ni siquiera ofrezco el placer de oírme gritar, me doblo hacia adelante de dolor ahogando el grito en la garganta mientras un insoportable dolor me recorre todo el cuerpo. No es la primera vez que pasa, algunas por accidente, otras precisamente por estar buscando problemas en los que no debería inmiscuirme, sin embargo el que te claven una flecha no es algo a lo que te acostumbres jamás.

Me quedo ciego de dolor durante varios segundos, sordo inclusive mientras mi caballo relincha con mas nerviosismo si cabe. Quiere irse, pero no se va, probablemente porque yo le he criado y por mucho que necesite desesperadamente salir de allí no va a dejarme. Así es cómo funciona la lealtad de un ser vivo incorrupto. Tardo un poco en estabilizarme para entonces el chico ya se ha acercado suficiente para que pueda levantar mi arma y atacar a ciegas, sin oír lo que dice, sin siquiera ver su cara de arrepentimiento en cuando se ha dado cuenta de lo que ha hecho. Aunque no lo entiendo. No sé a que viene el arrepentimiento, se supone que somos enemigos... y entonces de pronto la idea se me ilumina en la cabeza.

Es un niño. Eso es lo que me hace desviar la espada en el último momento y hacer que aterrice clavándose entre sus pies y no encima de uno de ellos. Eso y Aurora, que repentinamente ha pegado un grito desde la lejanía... al menos en mi cabeza. - ¡Tienes que dejar de actuar antes de pensar Phillip! - Un recuerdo vago y bastante inoportuno. Sus mejillas rojas por la rabia, mi cara desconcertada porque estaba casi convencido de que me perdonaría cualquier estupidez que hiciera y luego su vestido ondear al viento mientras se marchaba indignada. Me paso demasiado tiempo acordándome de ella, probablemente porque la hecho de menos de un modo casi infernal.

Desclavo la espada del suelo de entre las piernas del niñito y me reincorporo lo mejor que puedo para recobrar del fondo de mi alma el poco talante que me queda. La punta de la espada de la chica se aprieta contra mi cuello incluso hasta el punto de romper la piel suficiente como para que un hilo de sangre resbale y se pierda entre la ropa. Desafiante, así es como pienso irme si pretende matarme. Nadie puede doblegar una autoridad como la mía. Ese es probablemente el motivo de que a veces, ni siquiera yo mismo me soporte. Además, porque no se puede gobernar ningún sitio si te doblegas ante plebeyos ineptos, una frase digna de mi madre. - Lo necesito y punto - Hace rato que mi espada ya no está en una postura en la que podría usarla para ensartarla, porque los últimos meses que me han parecido casi años he adoptado un desprecio por mi propia vida casi incalculable. - ¿Quién te crees tú que eres para exigirme nada? -
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Mensaje por Everett N. O'Connor Jue Nov 22, 2012 8:35 am

Hansel agachó la cabeza inseguro ante el reproche de Mulan, como si hubiera roto algo muy importante y ahora tuviera que arrepentirse. ¿Por qué demonios había pensado el joven que aquella persona de elegantes ropajes no era un enemigo? Más bien, por su aspecto, por sus modales, daba a entender todo lo contrario, pero el instinto de Hansel le sugería todo lo contrario. ¿Por qué? El instinto no tenía explicación alguna, ya se lo había dicho su padre tiempo atrás. Él siempre había tenido buen instinto, un instinto extraño, seguro de sí mismo que llevaba a Hansel a decir cosas como aquella. Por eso mismo no respondió a Mulan, porque no tenía una explicación. ¿Por qué aseguraba que no era un enemigo? Ni él mismo lo sabía. Y eso conllevaba que se sintiera culpable por aquel disparo, una culpabilidad que intentó esconder en un rostro neutro que simplemente observaba "maravillado" la puntería que había tenido. No estaba en peligro de muerte, pero en esas condiciones le sería imposible huir de ellos dos. Estaba en una clara desventaja, sobre todo teniendo a Mulan, una de las guerreras más fuertes de... su reino, supuso Hansel.

-Vale... -respondió a la última afirmación de Mulán, que le sugería que el joven no se iba a morir por el disparo. Hansel no pudo evitar alzar una ceja al escuchar las palabras y los modales de él, ¿qué se creía? Entonces, su rostro neutro se transformó en uno de asco, de repulsión y no pudo evitar apuntarle en la mejilla con el final de su arco y después hacérsela alzar-. ¿Quién te crees tú que eres para hablarle así? ¿Eh? ¿No te has parado a pensar en tu posición ahora? Porque claramente... no estás en el mejor momento del día -su voz sonó casi áspera, dura, ya que después de todo no le había gustado el trato que el señor don elegante le había dirigido a Mulán. Apartó el arco de él, pero Hansel no se movió ni un ápice, para después agacharse un poco para tenerlo cara contra cara y lo inspeccionó con sus ojos azules-. Ahora nos vas a decir qué sabes sobre el medallón y para qué lo quieres. Pensaba que no eras el enemigo, pero me estás haciendo creer todo lo contrario, ¿y sabes cómo tratamos nosotros a los enemigos? De una manera bastante desagradable, sobre todo, si pertenecen al bando de la Reina Siobhan.

De su actitud se podía percibir el odio que sentía el joven hacia la reina y sus secuaces, desde luego, en su travesía con Mulán, Gretel y Mushu no se habían encontrado con peligros mayores y todo había resultado bastante tranquilo. Demasiado para Hansel, puesto que estaba sediento de emoción, acción y si podía caber: venganza. Necesitaba saber qué le había ocurrido a su padre, necesitaba vengarse de la Reina y hacerle pagar lo sucedido en la casa de la Bruja Ciega. El aspecto de Hansel todavía era juvenil, aunque la barba de varios días y todo lo que le había ocurrido le había endurecido, quizás demasiado, quizás demasiado poco, ya que la vida era demasiado complicada. Miró a Mulán, esperando que ella continuara con el interrogatorio/amenazas, esperando que ella tuviera más éxito que él en hacer hablar al señorito.

Off: Siento el retraso, esta semana se me ha esfumado la inspiración =A=
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Mensaje por Sydney J. Watson Dom Nov 25, 2012 7:55 am

Notó como el chico agachó la cabeza a su lado tras sus palabras. Realmente no le había “echado la bronca”, simplemente quería advertirle de que no todo es lo que parece, aunque eso realmente es algo que Hansel ya debería haber sabido, pero había algo en él que hacia que confiase en los demás, ya fuese instinto o intuición. Era algo que a ella le gustaba de su forma de ser aunque al mismo tiempo fuese algo que podía traerle muchos problemas y/o consecuencias. Además de que en cierto modo se sentía en la necesidad y en el deber de protegerle tanto a él como a su hermana.

Era cierto aquello de que no debía preocuparse por el joven príncipe y la herida que le había hecho. No era ni de lejos mortal. De haberle seccionado alguna arteria ahora mismo estaría sangrando de tal manera que hubiera sido demasiado obvio a simple vista de que se estaba desangrando. Lo que no se esperaba era aquella rapidez de respuesta del joven ante las palabras y los modales de aquel príncipe sin nombre. Tanto fue así que incluso se notó en su rostro la ligera sorpresa. – Ciertamente… ¿Qué quien creo que soy para exigirte nada? – Me quedé unos segundos en silencio antes de volver a hablar. – A simple vista soy la que tiene su espada contra tu pecho, así que no creo que estés en posición de hacerme semejante pregunta.

En su cultura que los hombres se dirigieran de la manera en que él lo había hecho aquel joven con ella habría sido muy mal visto por el resto de la sociedad. El respeto hacia el resto de las personas era algo muy valorado entre lo suyos, por mucho que las mujeres se tuvieran que ocupar de la casa y la familia, mientras ellos luchaban por el honor del pueblo y traían la comida a la mesa. Ella simplemente se había desviado de todo aquello, había cometido un delito traducido en deshonra (al menos al principio), pero aún así después de que devolviera el honor a su familia nadie le había faltado el respeto y menos como acababa de hacer él.

Escuchó las palabras de Hansel mientras le observaba de reojo vigilando especialmente a aquel principito que ni siquiera les había dicho quien era. Ella había deducido por sus ropajes que a simple vista se veían caros que era un príncipe. Eso o un noble, pero por algún motivo su intuición le había dicho que no se trataba de nadie más que del heredero de algún reino, probablemente. Aunque con esos modales…

No pidas que alguien te respete si tú no le respetas primero, vamos, al menos eso pensaba Mulan. Esbozó una sonrisa interna que no se vio dibujada en sus labios ante aquellas palabras del chico y la forma en que de alguna manera le interrogaba. – Ya le has oído. – Dijo sonando incluso ruda. Así que ya estaba empezando a largar si no quería acabar peor. – ¿Qué sabes sobre el medallón y para qué lo quieres? – Desde luego que no iba a ser tan estúpida de darle algo con aquel poder a un desconocido, sobretodo teniendo en cuenta que podía hacer acopio de su fuerza y marcar a alguno de los dos.

Y era más que obvio que no soportaban a la gente que pertenecía al bando de la Reina Siobhan y que desde luego no les tratarían de forma muy agradable, más bien todo lo contrario. Cualquier persona que estuviese bajo las órdenes de aquella mujer no iba a ser bien recibidos por ellos.
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Mensaje por Sebastian J. Jones Sáb Ene 12, 2013 11:04 am

Detesto soberanamente que la gente me lleve la contraria. Llevo toda mi vida viviendo en un castillo donde siendo hijo único he obtenido lo que he querido cuando he querido. ¿Que si eso suena jodidamente egoísta? sí, lo hace. Y sí lo era, pero eso no me hace mala persona, solo me hacer una persona con suerte. - ¿Y tú realmente crees que me importa mi posición ahora? - Levanto la voz, más de lo que debería, en realidad hace mucho que no me importa ni los modales ni tampoco las palabras. Si mi madre me oyese sería capaz de lavarme la boca con jabón y luego coserla para que no volviese a salir nada de ella. Ni si quiera un suspiro. - Necesito ese colgante! - Insisto, cada vez más fuera de mi. - ¿Qué más os da para qué? -

Durante un momento una calma me invade por culpa del desconcierto de aquella amenaza. Los enemigos del bando de la Reina Siobhan, ha dicho, si no recuerdo mal. Dirijo mi mirada hacia el caballo por un momento y luego hacia Mulan aún hirviendo en inquietud pero procurando que no se note hacia afuera, llevo muchos años aprendiendo a hacer eso y no me es en absoluto difícil. Un buen líder nunca deja ver sus emociones a sus vasallos, del mismo modo que un buen soldado nunca deja que otros se retrasen por sus heridas. - No trabajo para esa puta bruja - El insulto sale marcado de odio, como el de todas las personas que han tenido la desgracia de conocerla. Y si bien Maléfica es la primera de mi lista, Siobhan no se queda muy atrás. - Y vosotros tampoco - Aquello es más una aclaración para mi que para otra persona y acabo por soltar un suspiro cansado.

Mi vida sería mil veces más fácil si todos llevaramos cartelitos en el pecho con la lealtad a la que pertenecemos escritos en ella. - Sé lo que sabes tú porque es lo que he oído mientras os seguía - Señalo hacia el lugar donde lo tiene guardado bajando la espada a suelo y apoyando mi espalda contra el árbol que hay detrás tomándome un momento para recuperarme. Tanta defensiva me tiene agotado del todo. - Se lo he quitado a uno de los soldados de maléfica. No sé para que lo estaba usando - Vuelvo a abrir los ojos extendiendo mi mano hacia ella con la palma hacia arriba. - De verdad que me hace falta - Aquel de verdad es casi un ruego pero que puede pasar desapercibido por culpa de mi orgullo. - Estoy buscando a alguien y esa cosa es lo más cerca que he estado de dar con ella -
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Mensaje por Sydney J. Watson Lun Feb 11, 2013 4:50 am

Me di cuenta prácticamente enseguida de que no parecía importarle su posición tal y cómo habían dicho sus palabras. Mire unos segundos a Hansel haciéndole un gesto con la cabeza, indicándole que fuera a reunirse con Mushu y su hermana. Obedeció, había entendido perfectamente aquel gesto silencioso que le había dedicado. Era como si de alguna manera no necesitáramos las palabras. Una mirada, una expresión o un gesto eran más que suficiente. – A lo mejor me importa… Aunque me da la impresión de que tu vida no es algo que te importe mucho. – Ladeé ligeramente el rostro. Aún oía las pisadas de Hansel alejándose. Mantenía la espada en la misma posición, pero al oír aquel insulto salir de boca de aquel… ¿príncipe? ¿Desde cuándo hablaban ellos así? No pude evitar sorprenderme y quite la presión, apartándome de él.

- Parece que en algo estamos de acuerdo – Me estaba refiriendo obviamente a lo que pensábamos sobre Siobhan. Obviamente y estaba bastante claro por la forma en la que yo había llevado aquella conversación desde el principio, de haber sido yo la que hubiese dicho lo que acababa de decirme aquel desconocido, lo habría dicho de una forma un tanto diferente. Quizá con más… educación, si, eso. – Siempre creí que la gente como usted tenían más educación –Sopesé al tiempo que le miraba. Una cosa es que no tuviera ya mi espada contra él, otra muy diferente es que fuera a bajar la guardia. Era tonta, pero no tanto, desde luego. – No, en realidad me quitó cosas…- Cosas. Casi al instante me dije a mí misma que era una forma bastante cruel de decir que aquella mujer de cabellos rubios y fríos ojos azules me había arrebatado a mi prometido, pero no quería dar a conocer demasiados datos de mi vida personal, al menos por el momento.

Bueno eso de que supiera lo que Hansel y yo habíamos estado diciendo, porque nos había estado siguiendo por el bosque mientras hablábamos del medallón, tampoco era tan descabellado. – Entiendo… - Musité al tiempo que pasaba una de las manos por mi cabello unos segundos antes de volver a enfundar la espada. – ¿Malefica? – Alcé ambas cejas entre incredulidad y sorpresa. Por supuesto, mi simple rostro demostraba que no tenía ni la más remota idea de, de quién me estaba hablando. – Vaya, pensaba que el único problema que teníamos era a Siobhan. – Añadí. Sí… había sido un poco “ingenua” con ese pensamiento. Por supuesto que Siobhan no era la única bruja que pululaba por ahí a sus anchas. Mire el medallón unos segundos antes de volver a poner mis ojos oscuros en el joven. – ¿Qué te parece… esto? Podemos hacer un trato. Te ayudo a encontrar a esa persona, pero yo guardo el medallón. Solo lo necesitas para eso, ¿no? – Le pregunté alzando una ceja unos segundos. Sí solo necesitaba el medallón para eso… - Además, soy buena guerrera y si esa Malefica es tan dura como Siobhan, creo que… necesitarás ayuda, sin ánimos de ofender – Porque yo sabía muy bien como funcionaba aquello del orgullo masculino.
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Mensaje por Sebastian J. Jones Sáb Feb 16, 2013 3:29 am

En cuando el chico se mueve para alejarse de nosotros mi mirada lo sigue en un acto reflejo, cómo si estuviese esperando a que regresara de golpe para arremeter contra mi con alguna especie de aliado que tuviese escondido en la lejanía. Al escuchar la voz de la chica a mi lado nuevamente descarto esa idea, primero porque parece estúpida y segundo porque para abatirme allí mismo no necesitan ayuda, menos estando como estoy. - Dejémoslo en que estoy algo desesperado - A veces me he llegado a plantear sino sería mucho más fácil simplemente dejarme morir.

No puedo evitar fruncir el ceño con algo de desconfianza cuando admite estar de acuerdo conmigo, de todas maneras no me centro mucho en los motivos por los cuales me daría la razón porque se me ocurren muchos bastante válidos ahora mismo. - ¿Qué te crees que sabes tú sobre mi exactamente? - Aquella respuesta fue un acto a la defensiva, cómo si una parte de mi no pudiera evitar retarla porque momentáneamente ha sonado cómo mi madre. Apoyo mi hombro contra el árbol con aspecto algo cansado al escucharle hablar sobre los motivos que le lleva a ella a odiar a Siobhan que, curiosamente, son los mismos por los que maléfica me trae de cabeza. - Malefica - Corroboro al oírla dudar y repetir el nombre que había dado momentos antes. - Vosotros, tal vez sí. En lo que a mi respecta, no tengo problemas demasiado graves con Siobhan... todavía - Añado la última palabra pasados varios segundos al terminar la frase. Todo el mundo sabe que si Siobhan quiere algo, lo conseguirá, incluso si está en el reino del que provengo y que domina otra bruja tan peligrosa como ella.

En cuanto trae el trato a colación alzo mi mentón con un poco de orgullo y también desconfianza. No la conozco, no me conoce, y si no hubieran sido mayoría probablemente ahora estaríamos dispuestos a matarnos. - ¿Por qué quieres ayudarme? - Tan pronto como esa palabra sale de mis labios me doy cuenta de que tal vez no se trata de ayudarme, sino de que también necesita el medallón para algo. - ¿Para qué quieres el medallón? - Dudo un poco en cuanto dice con tal confianza que lo único para lo que lo necesito es para encontrar a Aurora y no puedo evitar hacer un gesto que demuestra mi propio desconcierto. - No exactamente - Estoy reacio a decir cualquier cosa más pero en cuanto menciona su ayuda, no para encontrarla sino para acabar con maléfica ya no me siento tan desconfiado. Chasco la lengua cuando intenta no ofenderme al ofrecerme su ayuda y suspiro negando. - ¿Qué pedirás a cambio de ese favor? -
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Mensaje por Sydney J. Watson Dom Feb 17, 2013 11:23 am

Y allí era cuando entraba la famosa frase de “situaciones desesperadas precisan de medidas desesperadas”, porque si estaba dispuesto a arriesgar su vida con aquel medallón, si realmente debía de estar muy desesperado como para llegar a esos extremos. Yo también lo hubiese hecho, la diferencia radicaba en que yo ni siquiera había tenido la oportunidad de intentar tomar alguna medida para salvarle la vida. No, a mí me lo habían quitado de un plumazo, en un abrir y cerrar de ojos sin darme siquiera opción a hacer algo. O a lo mejor estaba desesperado…, pero se estaba intentando vengar de algo. No podía saberlo con seguridad. – Muy desesperado, por lo que intuyo. – Le dije mientras apoyaba mi espalda en el tronco de un árbol cercano y me cruzaba de brazos, aunque sin quitarle el ojo de encima.

- No sé, pensaba que la realeza… - Le mire de arriba abajo durante un lapso de tiempo, dando a entender que es demasiado obvio su status dentro de la sociedad solo por sus ropajes aunque sus modales dejen un poco (por no decir bastante) que desear. – Era más protocolaria. Tenía otros… modales. – Hago un gesto desenfadado con una de las manos. Noté perfectamente que me hacia aquella pregunta con una actitud defensiva.

Así que… ¿No tenía aún problemas con Siobhan? Bueno, en ese caso acabaría teniéndolos, de eso podía estar seguro. Completa y totalmente seguro. Yo estaba casi al cien por cien segura de que todos y cada uno de los habitantes del mundo acabarían de alguna manera tocados por aquella bruja que solo traía tristeza y desgracia a las vidas ajenas como si tratara de un veneno que se propagaba lentamente entre los árboles, el aire y la propia tierra, afectando a todas y cada una de las personas. ¿Qué por qué quería ayudarle? Bueno… - No sé, tengo la sensación de que no te vendría mal un poco de ayuda. – Respondo aunque él casi de inmediato parece haber asociado mi ayuda con el medallón. Negué con la cabeza con una seguridad casi aplastante. – No lo quiero para nada. Simplemente es peligroso y conozco su poder. No quiero que caiga en malas manos – Me limité a decir. Era la verdad. La pura verdad, no quería que aquel poderoso y a la vez peligroso objeto cayese en las manos equivocadas y aquel espectro acabase succionando más almas.

¿Pedir algo a cambio? ¿Me veía con cara de querer pedir algo a cambio de ese favor? Me gustaba luchar, me gustaba ayudar a la gente, me gustaba hacer lo correcto y en ese momento mi corazón me estaba diciendo que lo correcto era ayudar a aquel joven príncipe. Es lo que era, ¿no? – No tengo porque pedirte nada a cambio – Me encogí de hombros, yo lo veía más obvio que él al parecer. Al final decidí que ya iba siendo hora de presentarse así que extendí una de mis manos hacia él – Fa Mulan.
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Mensaje por Sebastian J. Jones Jue Feb 21, 2013 11:58 pm

Hago un leve gesto intentando buscar como refutar lo de mi desesperación pero a parte de que es algo que prácticamente ha salido de mis labios también lo determinan todo lo que llevo haciendo los últimos veinte minutos, y más antes de encontrarme con ella. - Es importante para mi. Hacer esto - Suelto un suspiro inclinando mi cabeza levemente hacia el suelo con un gesto bastante cansado y sintiendo de golpe todo el peso de los movimientos y heridas acumuladas de los últimos días. Sin embargo me mantengo firme, cómo buenamente puedo, esbozando media sonrisa casi sardónica mientras le echo una mirada de reojo ante el comentario sobre la realeza. - Modales que se utilizan con otra gente de la realeza, no con cualquiera - Suelto como mofa antes de mover mi mano en un ademán bastante elegante. - Pero si está tan necesitada de modales, puedo hacer una excepción -

Pasarte la vida entre cunas de oro te hace ser un tanto caprichoso, si bien no todo el mundo acaba de esa manera conmigo sí pasó. Hijo único, futuro rey de toda una nación y capaz de obtener caprichos impensables con solo tronar los dedos. - Generalmente estoy acostumbrado a que me den lo que quiero tener, es una real decepción salir fuera de mi reino y encontrarme con que no muchos están dispuestos a satisfacerme los caprichos - La mayor parte de las pocas cosas que he conseguido en mi búsqueda han sido obtenidas por las malas, algo de lo que no me siento muy orgulloso y no pretendo comentar más de lo necesario.

Me permito un momento para pensar en la poca ayuda que intenta ofrecerme y no suena mal del todo. Está claro que voy dando tumbos sin rumbo y estoy tan cerca de encontrar a Aurora cómo de que me salga mágicamente un cuerno en la cabeza. - Puede que más de un poco, si soy sincero - Alzo mi cabeza para mirarla, por primera vez de un modo que no es ni medio odiándola por todo lo que ha pasado antes ni a la defensiva. - Nunca he tenido que hacer algo como ésto. Es como dar tumbos y tumbos... - Solo espero que a ella se le de mejor buscar cosas que a mi porque la situación ya me resulta desesperante.

Admito sus palabras sobre el medallón y también sus intenciones con un movimiento de mi cabeza, de todas maneras sansón no soporta esa cosa y a mi me alivia no tener un succiona almas dentro del bolsillo. Que me diga que no quiere nada a cambio me desconcierta un poco, aunque ciertamente no debería ser así pero el hecho de que los últimos meses me haya pasado el día haciendo trato con ladrones es lo que causa que aquel gesto prácticamente de caridad se sienta para mi fuera de lugar. - Gracias Fa Mulan - Exclamo cuando se presenta tardando en extender mi mano hacia ella para estrecharla con firmeza. - Phillip - Me presento de vuelta.

Guardo el arma en su funda rompiendo tras ésto parte de mis ropajes para hacer un torniquete en el flechazo de la pierna y evitar así que la sangre haga lo que quiera. - ¿A donde os dirigíais vosotros? - Recuerdo que antes de que todo ésto se liara un poco, iban comentando algo que apenas consigo recordar de un modo muy vago. - Tal vez podamos hacer dos cosas a la vez. Ojo por ojo - Por supuesto me refiero a su amabilidad siendo recompensada por la mía.
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Mensaje por Sydney J. Watson Lun Mar 11, 2013 7:24 am

Al menos estoy segura al cien por cien de que hay una motivación que le impulsa a hacer lo que está haciendo, y una buena y bastante importante o al menos eso juzgo por sus palabras y por la forma de decirlo. Sí, el lenguaje corporal puede decirnos muchas más cosas que el lenguaje verbal aunque no seamos del todo consciente de ello. – Entiendo… - Sí, todos hemos tenido algo que hacer que es importante, como cuando me enlisté en el ejercito pasándome por un hombre para salvar la vida de mi padre. Lo que me deja bastante patidifusa es lo siguiente que me dice. ¿Sólo tienen modales con aquellos que son de la realeza? ¿En serio? ¿Pero a qué clase de reino pertenece este muchacho? Intento no mostrar en mi expresión sorpresa, manteniéndome seria en todo momento sin mostrar nada de nada. – Creía que lo de modales iba hacia todas las personas. - ¿Qué sino el pueblo no les tomaría en serio? Vamos, pensaba yo. Quizá el problema es que yo me había criado en una sociedad donde los modales, fuera con quien fuera eran algo bastante importante. Muchísimo.

Bueno, perfecto, pues que haga una excepción. Esbocé una leve sonrisa mientras le seguía escuchando… ¡Oh! Así que era un niño mimado y posiblemente malcriado. – Bueno…, el problema es que ahora no estamos en su reino y…, por desgracia el mundo real es duro. Muy duro y… no se consiguen las cosas solo pidiéndolas – Y menos aún exigiéndolas, pero de alguna manera supuse que el joven había intuido aquello. Además, el mismo ha dicho que no está acostumbrado a que no le den sus caprichos de príncipe (posiblemente) – Te acostumbrarás. – Le respondí con sinceridad, porque si… tanto a la vida cómoda como a la no tan cómoda te acababas acostumbrando con el paso del tiempo.

Vaya, así que estamos en la fase de ser completamente sinceros conmigo. – Bueno… toda la ayuda es poca en ocasiones, eso dicen. – Menté mientras ladeaba ligeramente el rostro. Había notado que ya no estaba tan a la defensiva como anteriormente, lo que a mi modo de ver era una buena señal. Una muy buena señal. – Sí…, recuerdo esa sensación. – La recordaba perfectamente de cuando había quebrantado las leyes de mi pueblo para luchar en una guerra donde las mujeres no podíamos participar. Nunca había hecho el ejercicio físico que tuve que hacer durante las semanas de preparación y hubo momentos en los que incluso me dije a mi misma que tenía que dimitir y volver a casa aunque eso llevase la deshonra a la familia Fa. Suerte que no lo hice. – Es como ir dando palos de ciego.

Bueno, al menos acaba diciéndome su nombre. Hice un movimiento de cabeza, inclinándola suavemente – Es un placer, Phillip. – Y es que aunque las cosas parecen haber tomado otro camino, parecen haberse encauzado en una dirección más positiva. Al menos más positiva que hace unos momentos. – Si lo deseas puedo ayudarte con eso… - Señalé brevemente la pierna ensangrentada a causa de la flecha de Hansel antes de elevar la mirada otra vez – La Reina Siobhan tiene al padre de los chicos bajo su custodia… Estamos buscándole, aunque… me importa más mantenerlos a salvo y alejados de esa mujer, quién sabe lo que les haría…

No, no estoy para nada dispuesta a dejar que Siobhan les haga más daño del que les ha hecho ya quitándoles a su padre. – ¿Y… qué se llevó esa tal Maléfica que es tan importante para… alguien como tu? – Porque si tenía que arriesgar mi vida, necesitaba saber el por qué y para qué.
Sydney J. Watson
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