It could have been worse.

Aquel día había comenzado como cualquier otro. Se había despertado pronto para pasarse por los establecimientos en los que se vendía comida en el pueblo a mendigar algo para desayunar, pero esta vez no hubo suerte, por lo que se quedó sin nada que meterse en el cuerpo. Hacía días que a penas comía nada, y, aunque su cuerpo se había a acostumbrado a subsistir con poco, aquello era demasiado poco hasta para ella. En el año y medio que llevaba fuera del orfanato había adelgazado considerablemente -y eso que siempre había sido una chica delgadita- y si alguno de sus niños del orfanato la vieran en aquel momento, seguramente se quedarían a cuadros. Aunque claro, ella no lo notaba tanto, pues había ido adelgazando poco a poco, aunque sí que lo notaba en la ropa.

Durante las primeras horas comenzó a sentirse mal, pero no le dio la menor importancia, últimamente los dolores de estómago eran algo tan habitual que se había acostumbrado a ellos y no les daba importancia. Pero durante la tercera hora la cosa empeoró. Estaba sentada en su sitio habitual tratando de prestar atención al profesor, que les estaba explicando algo de pedagogía, cuando la vista comenzó a nublársele. Entonces, todo se le volvió negro y escuchó un golpe, y ya no sintió nada más. No se enteró del alboroto que se montó en la clase, ni de que el golpe que había oído había sido su cabeza contra el pupitre. Tampoco escuchó a las ambulancias ni a los médicos que la cogieron y la transportaron al hospital. Tenía ficha médica, sí, pero no había estado ingresada en el hospital en su vida, ni si quiera había acudido a curarse ningún esguince ni nada por el estilo, pues nunca le había hecho falta, y en aquellos momentos, era un lujo que no se podía permitir, pues no tenía dinero para comer, iba a tenerlo para pagar una habitación de hospital.

Cuando abrió los ojos estaba algo más que desorientada, por un momento habría jurado que estaba en un bosque, hablando con algún tipo de insecto. Pero cuando por fin enfocó la vista se dio cuenta que estaba en una habitación del hospital y las ideas empezaron a aclararse en su cabeza. Recorrió la habitación con la mirada, algo mareada todavía, y vio a alguien a quien hacia demasiado que no veía, aunque el trabajara en aquel mismo hospital, donde ella iba de voluntaria. Por un momento se preguntó qué hacia él allí, pues no había manera de que se hubiera enterado tan rápido, pero luego recordó que hacía tiempo que Mike era su contacto en caso de accidente y, seguramente, le habrían llamado de inmediato.

Al abrir los ojos se sintió perdida y desorientada, no tenía ni idea de donde estaba y le dolía todo el cuerpo. Durante el tiempo que había estado inconsciente había soñado algo bastante extraño. Estaba en un bosque, hablando con varias personas de aquel pueblo y alguna que otra criatura acerca de magia y de una maldición; lo más raro de todo era que todo aquello le había parecido normal y, lo primero que había pensado al abrir los ojos había sido por qué no seguía en el bosque. Luego, su cabeza se fue aclarando, aunque le dolía horrores y fue enfocando la vista hasta encontrarse a Mike frente a ella. Se intentó incorporar un poco en la cama, algo que le costó bastante, y al notar la mano de su amigo sobre la suya la apretó un poco, o al menos lo intentó.

Asintió con la cabeza levemente y, cuando fue a hablar para decirle que estaba bien, notó la garganta y la boca tan secas que no fue capaz de proferir sonido alguno. Aceptó la botella sin dudar un segundo y la llevo a sus labios, bebiendo despacio. Le sonrió agradecida y se dispuso a contestarle, aunque su voz sonó más débil de lo que hubiera querido, por lo que le quitó bastante credibilidad a sus palabras. - Estoy bien. - No recordaba cómo había llegado hasta allí, ni sabía donde estaba.

Le costó un poco darse cuenta de que estaba en el hospital y, en cuanto eso ocurrió, abrió mucho los ojos entre asustada y sorprendida. ¿Cómo había acabado en el hospital? Lo último que recordaba, a parte de aquel sueño, era lo acontecido el día anterior; aquella mañana era una gran laguna para ella en aquel momento. Inmediatamente trató de incorporarse de todo y levantarse de la cama, dispuesta a irse de allí, ¡no podía pagar una habitación en el hospital! Pero sus fuerzas le fallaron y por poco acaba en el suelo. - ¿Que-que hago en el hospital? - le preguntó, incapaz de recordar lo que había pasado, o incluso de imaginarse qué podía haber hecho que ella acabara allí - Tengo que salir de aquí.... - esto último lo dijo más para sí misma que para que Mike la escuchara.

Solo de pensar lo que costaba una habitación de hospital se ponía más mala de lo que ya estaba. Además, no podía estar tan mal como para tener que quedarse en cama, ¿no? Sí, se sentía débil, pero no estaba tan mal, no podía estar tan mal. Además, peor estaría si tenía que sumarle una deuda al hospital a la que ya le debía al ayuntamiento. Aunque, en el fondo sabía que, aunque no estuviera tan mal, Mike no iba a dejar que se fuera.

Que mi amiga le dijese "estoy bien", con aquella voz que podría pasar por cualquier cosa menos por eso hizo que frunciese casi imperceptiblemente el ceño. Quizás estaba demasiado mareada como para recordar el hecho de que ahora mismo era médico y, que en ese tipo de cosas, solía cazar a los paciente.s Tanto como a los que fingían estar mejor de lo que estaban como a los que decían estar peor de lo que en realidad su estado general rebelaba. Suspire notoramienta mientras negaba suavemente con la cabeza y agarraba una de sus manos con un inusual cuidado que solo dedicaba a mis pacientes más frágiles. Pero es que Megan no era solo una paciente, era mi amiga. - No, Megan. No lo estás, no pretendas hacerte la fuerte ahora porque no te reportará ningún beneficio - dije con un tono de voz suave que, aún así, dejaba entre ver que le estaba lanzando una reprimenda. No es que fuese mi devoción reñirle en aquel momento, pero era importante que se tomase las cosas con calma.

Reconocía la expresión de Megan perfectamente: parecía desorientada. Había visto aquella misma expresión en pacientes ancianos que, una vez los ingresaban, parecían demenciarse y no entender todo lo que ocurría a su alrededor. Lo de Megan, en cambio, seguramente se debiese a su bajo estado de nutrición y al desmayo que había experimentado. Me mordí el labio inferior al recordar como la había visto en urgencias y comencé a sentir un enorme sentido de la culpabilidad. Sí, la había buscado cuando había salido del orfanato pero parecía que no había sido lo suficiente. Al menos, no para protegerla y aquello era la prueba. Debería haberse esforzado más para no permitir que aquello llegase hasta aquel punto, pero ahora.. a lo hecho pecho, como decía la frase hecha. Internamente me prometí no volver a permitir que le ocurriese aquello, ahora que la había encontrado. Me rompía el corazón verla en aquella situación.

Cuando volvió a hablar, tomé aire para explicarle lo que le había ocurrido, aunque me corto con lo siguiente que dijo. tuve que agarrarla para que no cayese sobre el suelo y volver a dejarla con cuidado sobre el colchón de la cama. Le lancé una mirada iracunda por la reacción que había tenido - Tu no te vas a marchar a ninguna parte Megan, y no me obligues a pedir que te aten a la cama porque créeme, sería capaz de hacerlo - dije con el mismo tono autoritario que solía utilizar con los pacientes más problemáticos para que me hiciesen caso - aunque tenga que quedarme día y noche despierto a los pies de tu cama, hasta que yo no te de el alta no pondrás un pie fuera del hospital. - Sentencié finalmente con un tono más suave y cariñoso, con un deje de preocupación.

A pesar de que el médico que la había visto en urgencias había sugerido como diagnóstico etiológico una posible anorexia, a mi no me acababa de cuadrar en el cuadro clínico de esta. Su aspecto desdeñoso y, sobre todo, por como la conocía, sabía que debía tener un motivo oculto. De pronto, una luz se encendió en mi mente y recordé que no tenía seguro médico. Por un momento iba a preguntarle en donde vivía, aunque quizás hubiese sido una pregunta incómoda que decidí que era mejor que nos ahorrásemos por el momento. Sabía que aquella reacción por no estar en el hospital era desmedida y, involuntariamente, cogí una de sus manos para observar sus dedos. No, definitivamente aquellos no eran los dedos de una anoréxica. Dejé con cuidado de nuevo la mano sobre el colchón y le di un suave beso en la frente. - Y como es mi deseo que te quedes, me temo que yo tendré que correr los gastos. Solo faltaría que tuvieras que gastar dinero por un capricho mío - acaricié con suavidad su mejilla - Y es mejor que no me lo discutas, porque créeme cuando te digo que cuando se me mete algo entre ceja y ceja siempre me salgo con la mía. Así que no malgastes energías discutiéndomelo. Es una mala costumbre que tengo.

Pudo comprobar lo poco convincente que sonó aquel estoy bien cuando la expresión de la cara de Mike se crispó. No se sentía bien, eso estaba más que claro; se sentía débil y le dolía la cabeza. Pero Megan nunca se quejaba de aquellas cosas, es más, siempre les restaba importancia, aunque, en aquel caso, era imposible que consiguiera convencer a su amigo de que se encontraba bien y que no requería de atenciones médicas, sobre todo cuando ella desconocía la razón por la que estaba allí. Al escuchar el reproche de su amigo, Megan no pudo evitar poner los ojos en blanco mientras tragaba saliva con bastante dificultad. - Está bien, pero sigo sin creer que esté tan mal... - dijo en un tono de voz apenas audible, aunque con lo seca que notaba la garganta en aquel momento no le extrañó en absoluto.

Su cabeza parecía comenzar a aclararse un poco y, aunque sentía que la estaban martilleando internamente, por fin se había ubicado en el hospital. Aun así, no podía apartar la imagen de aquel bosque de su mente, pues, por alguna extraña razón, lo sentía familiar, como si lo hubiera recorrido miles de veces a lo largo de su vida, pero era imposible, pues el bosque que rodeaba Storybrooke no tenía nada que ver con el de su sueño. Pero en aquel momento no se sentía con fuerzas ni con ganas de darle vueltas a aquello, ya pensaría el significado de aquel sueño cuando se encontrara en condiciones. Aunque cabía la posibilidad que no fuera más que eso, un sueño, pero algo la decía lo contrario.

Su intento por levantarse e irse de allí había fallado estrepitosamente, y además casi se daba de bruces contra el suelo, pero Mike fue lo suficientemente rápido como para agarrarla y evitar que se cayera. Cuando alzó la cabeza para mirarle tenía los ojos vidriosos, parte por el dolor de cabeza, parte porque sabía que no podía permitirse el estar allí, algo que su amigo no parecía entender. Por otra parte, hacía tanto tiempo que no dormía sobre una cama, y se estaba tan calentito bajo las sábanas que Megan estaba haciendo un esfuerzo sobrehumano por no rendirse ante la comodidad que sentía en aquel momento y quedarse allí hasta que se hubiera recuperado. Fue a replicarle cuando le dijo que ella no iba a irse de allí hasta que se recuperara del todo, pero sabía que no iba a servirle para nada.

Una suave sonrisa apareció en sus labios, hasta aquel momento no se había dado cuenta de lo mucho que le había echado de menos, y se reprendió a si misma porque hubieran cortado el contacto en cuanto ella salió del orfanato. Aunque, se haber seguido en contacto, habría tenido que mentirle sobre su residencia o se habría empeñado en hacerse cargo de ella, y Megan se habría sentido como si fuera una carga. Cerró los ojos cuando Mike la besó en la frente y no los abrió hasta que su amigo terminó de hablar; se sentía aliviada por no tener que pagar la habitación, pero a la vez preocupada porque él fuera a pagar todos los gastos que ella causara mientras estuviera allí. - Esta bien, pero te devolveré el dinero en cuanto pueda... - aventuró, aun sabiendo que él se negaría, y que ella sería incapaz de reunir aquel dinero. Aun así, no pudo evitar decirlo, al fin y al cabo, era ella la que estaba enferma -o lo que quiera que fuese-, por lo que no era justo que el pagara.

Sabía que estaba siendo cabezota e irracional, al fin y al cabo, si estaba allí era porque necesitaba atención médica, y siendo Mike médico, sabría él mejor que ella si necesitaba estar en el hospital o no. Pero lo único que ocupaba su mente era el dineral que supondría pasar una noche allí, ¡y ya no hablemos de unas cuantas! Además, estaba segura de que había gente en el hospital que requería atención médica antes que ella, y ella no hacía más que estorbar allí. Aunque mientras Mike estuviera allí con ella -y algo le decía que no iba a apartarse de su lado hasta que estuviera completamente recuperada- recibiría toda la atención médica que requiriese y más, pues seguramente mandaría que la hicieran todo tipo de pruebas, incluso aquellas que realmente no necesitaba que le realizaran, para asegurarse de que ella estaba realmente bien. También sabía que no le serviría de nada insistirle en que estaba bien y no era necesaria tanta atención, pues él no la haría ni caso.

Su cabeza en aquel momento solo pensaba en una cosa: salir de allí. Pero tras el primer intento, que resultó en fracaso, se dio cuenta de que estaba demasiado débil como para mantenerse en pie, y decidió que sería mejor esperar al día siguiente para irse de allí, aunque eso significase tener que pagar una noche en el hospital. Pero había otra cosa que la preocupaba en aquel momento, y era que sabía que Christian se preocuparía si ella no aparecía en el parque al anochecer, como hacía siempre. Por desgracia no tenía forma de avisarle, y no se sentía preparada para informar a Mike sobre todo lo acontecido desde que ella abandonó el orfanato, aunque sabía que tarde o temprano terminaría contándoselo.

Por alguna razón no quería contarle todo lo acontecido desde la última vez que se vieron; no porque no confiara en él, pues Mike era -y siempre sería- la persona en la que más confiaba, sino porque sentía aquello tan extraño todavía que no se sabía si relatar aquello como una etapa pasada de su vida, o si, por el contrario, aquello no era más que un paréntesis y tuviera que contar eso como si de su día a día se tratase. Además, dudaba que, si él se enteraba de como había estado viviendo hasta el momento, la fuera a dejar marchar así como así. Y se olía que le volvería a a pasar como con la amiga con la que pasó su primer año de adulta, solo que Mike no la dejaría irse de su casa sin asegurarse antes de que Megan estaría realmente bien, y no le bastaría con que la rubia lo dijera.

No pudo evitar reír cuando comentó que como siguiera insistiendo en devolverle el dinero tendría que llamar a la psiquiatra para que la examinara; aunque ella había entendido a la perfección a la primera que él tenía pensado ocuparse de todos los gastos, pero a ella la hacía sentirse como si se estuviera aprovechando de su amabilidad, razón por la que siempre que alguien la ayudaba con algo les decía que se lo devolvería en cuanto pudiera. Pero reírse no la hizo nada bien, pues en seguida comenzó a toser, sintiendo como le picaba la garganta. Al rato cesó la tos, y Megan apretó levemente -aunque ella pretendía apretar con fuerza- la mano de Mike que sujetaba la suya. La expresión de su cara se tornó confusa al escuchar lo que la había pasado - ¿Un coma hipoqué? - conocía lo justo y necesario sobre biología, aquello que te enseñaban en el colegio, y como nunca la había pasado nada parecido, no tenía ni idea de qué podía significar aquel término.

Estaba haciendo todo lo posible para disimular lo débil que se sentía, pero no estaba dando resultado alguno; si ya era difícil engañar a alguien que se preocupa por ti respecto a tu salud, si ese alguien era médico aquello era prácticamente imposible. Pero no iba a dejar de intentarlo, pues no quería que Mike se sintiera peor de lo que ya estaba, y ya había cedido en que fuera él el que corriera con los gastos -aunque ella encontraría la manera de devolvérselo, aunque no fuera precisamente devolviéndole el dinero, ya que él nunca lo aceptaría.

Le había echado muchísimo de menos, y sabía que podía haber acudido en cualquier momento a él y haberle pedido ayuda; pero no quería ser una carga ni molestar a nadie -como se sentía ahora- y había preferido intentar apañárselas ella sola. No es que fuera soberbia y estuviera segura de que no necesitaba a nadie, era solo que no la gustaba molestar a los demás; sabía que si le decía eso a Mike, él la diría que no molestaba en absoluto, pero Megan no pensaba lo mismo. Le sonrió levemente, intentando, de nuevo, hacerle ver que no se encontraba tan mal como él creía.

Megan se había quedado a cuadros en cuanto escuchó el término que Mike había utilizado para describir lo que le pasaba, más que nada porque no había entendido lo que tenía. Ella le miraba curiosa, pues no recordaba realmente lo ocurrido aquella mañana, aunque por lo mucho que le dolía la cabeza había supuesto que se había dado un buen golpe, por lo que seguramente se había desmayado, pero una no se desmaya así como así, ¿no? La expresión en el rostro de su amigo la avisó de que no se avecinaba nada bueno, y que no había sido un simple desmayo. Escuchó atentamente las palabras de Mike, sin interrumpirle en ningún momento y entendiendo a la perfección lo que le había pasado; no la extrañó tampoco, pues llevaba unos cuantos días comiendo realmente poco y aquella mañana sí que no había comido absolutamente nada, pero no era la primera vez que le pasaba aquello y nunca antes se había desmayado. Frunció levemente el ceño al oírle decir que querían haberla llevado a la planta de psiquiatría, y no pudo evitar sentirse realmente mal cuando Mike apartó la vista, como queriendo apartar un recuerdo doloroso de su mente. Cuando finalmente dijo que los médicos creyeron que ella era anoréxica todo encajó; era perfectamente comprensible que pensaran que estaba anoréxica, al fin y al cabo, estaba extremadamente delgada, aun así, no pudo evitar aclara aquello, ¡con lo que le gustaba a ella comer! Si tuviera dinero se pasaría el día comiendo, sin duda. - No soy anoréxica... - realmente no le importaba que los médicos lo pensaran, pero no quería que Mike lo hiciera, sobre todo cuando no era cierto.

Ver a su amigo así la hacía sentirse peor que cualquier cosa, pues ya no era solo que ella estuviera mal, sino que él lo estaba pasando mal al verla así, y aquello la dejaba realmente echa polvo. Quería decirle lo mucho que lo sentía y convencerlo de que no era culpa suya en absoluto, pues sabía que él se sentía culpable de lo ocurrido, aunque no lo fuera. Pero antes de que ella dijera nada él empezó a hablar y al escuchar que los servicios sociales habían interferido la entró el pánico - Pe-pero soy mayor de edad, no tendrían porqué intervenir... - lo dijo en un tono bajo, casi inaudible, y Mike continuó hablando. Al parecer, él ya había estado hablando con ellos y le habían explicado la situación en la que ella se encontraba desde hace más de un año. Aquello no la sentó demasiado bien, pues era ella la que debía contarle aquello, aunque con un poco de suerte solo le habrían contado que no tenía a nadie -aunque eso no fuera del todo cierto- y no que llevaba viviendo en un parque durante un año, que tenía una deuda enorme con el ayuntamiento y que no tenía trabajo, por lo que no tenía ingresos.Escuchó todo sin interrumpirle ni un momento. Sabía que tenía razón, que lo mejor que podía hacer era ir a casa con él, por lo menos hasta que se repusiera y pudiera permitirse alquilar aunque fuera una habitación en Granny's y tener algo que llevarse a la boca todos los días. - Mike, yo... ya sabes que no me gusta molestar, y sí, sé que vas a decir que no es molestia, pero tampoco me gusta estar de gorra en los sitios... - dijo en un tono de voz bajo -aunque era lo más alto que podía hablar en aquel momento- y le hizo una seña para que no dijera nada al respecto. - Pero lo pensaré, y en caso de que acepte, vamos a tener que negociar. - Estaba claro que, si aceptaba, Megan no iba a estar viviendo con su amigo de gorra, eso lo tenía más que claro, aunque sabía que Mike no la dejaría hacer nada en la casa ni pagarle nada, por eso tendrían que negociar.