Dreamy

El deber de un hada era mantener el mundo activo y ayudar a la Madre Naturaleza a realizar los cambios necesarios para que cada cosa siga su curso. Claramente, esa no era la única función de un hada, ella misma, por ejemplo, era un hada madrina y su función, además de la anteriormente mencionada y alguna otra que se ha quedado sin mencionar, era ayudar a todo aquel que pidiera un deseo a las estrellas. Puede que el deseo no estuviera en manos del hada, pues, aunque la magia podía conseguir casi cualquier cosas, tenía sus reglas, y su precio. Aun así, ella siempre intentaba solucionar el problema que tuviera aquel que la hubiera llamado, aunque no siempre fuera precisamente de la forma que el susodicho hubiera pensado; pero si lo que le proponía el hada le convencía, ella se lo concedía. Además, siempre intentaba mantener un ojo puesto en aquellos a los que había ayudado, para asegurarse de que todo les seguía funcionando bien; como en el caso de Pepito Grillo, con quien seguía en contacto, y Geppetto, al que visitaba de vez en cuando para asegurarse de que todo les fuera bien a Pinocho y a él.

Pero en aquel momento no se encontraba allí como hada madrina, había acudido allí al encuentro de otra hada, un hada a la que tenía que enseñar como funcionaba todo para ellas. Debían ir a recoger el suministro del año de polvo de hadas a las minas de las que este se extraía; aquel era un trabajo muy importante, pues no había forma de conseguir más polvo de hadas hasta el año siguiente, y mejor no pensar en lo que sucedería si carecieran de polvo de hadas durante un año. Para recogerlo tenían que bajar a las minas, donde trabajaban los enanitos, y recogerlo; el polvo de hadas se extraía de una especie de mineral muy especial que solo aparecía en esas cuevas y los enanitos eran los encargados, desde que nacían, en recolectar dicho mineral y convertirlo en polvo.

Esperaba la llegada del hada Nova sentada sobre una nube, observando el mundo a sus pies y pensando en toda aquella gente a la que había ayudado en algún momento, a la que no había podido ayudar y a la que tendría que ayudar en el futuro. Le gustaba ayudar a la gente, por eso, cuando se convirtió en Hada Madrina se alegró muchísimo, pero de eso hacía ya mucho tiempo, pues aunque pareciera bastante joven había vivido bastante. Tamborileaba sus dedos contra su pierna con nerviosismo, Nova llegaba tarde, para variar. Aquella pequeña hada era un desastre, nunca había conocido a un hada tan torpe como ella; pero había que admitir que la chica se esforzaba, y ella trataba de ayudarla en todo lo que podía, pero había veces que simplemente podía con ella, sobre todo cuando se trataba de temas importantes como aquel, y realmente esperaba que no pasara nada mientras trasladaban el polvo de hada.

Al rato de estar allí esperando, un hada se sentó a su lado. - Llegas tarde. - dijo ladeando la cabeza levemente para mirarla. No estaba enfadada con ella, hacia falta bastante más para que ella se enfadara, pero Nova tenía que entender que, para temas importantes como aquel no se podían andar con demoras ni cosas como aquellas, cuando antes transportaran el polvo de hadas a donde debían, mejor.

Ella era una de las hadas más antiguas que existían en aquel mundo, y llevaba siendo hada madrina desde hace mucho tiempo. Pero, como todas, ella también había empezado siendo una novata, y entendía las ganas que podía tener Nova de convertirse en hada madrina, pero no estaba preparada, y ser un hada madrina requería una gran responsabilidad y no podías permitirte tener ningún fallo, pues eso podría salirles muy caro a aquellos a los que tratabas de ayudar. Teniendo en cuenta lo despistada y torpe que era Nova, no tenía muy seguro si conseguiría aquello que tanto ansiaba, aunque quería confiar en que, algún día, Nova sería una gran hada madrina, pero en aquel momento era incapaz de imaginárselo.

Tenía una gran paciencia, aquello era cierto, y por lo general, no le importaba esperar, a no ser que tuviera otras cosas que hacer, o repetir algo de lo que había dicho una y otra vez hasta que el receptor del mensaje lo entendiera, pero en lo que se refería al polvo de hadas, toda precaución era poca, y sabía que cuanto antes hicieran el traslado, mejor. Pero no podía hacerlo hasta que Nova llegara y, por lo visto, se estaba tomando su tiempo. Aunque claro, ella no sabía que lo que iban a hacer ese día era tan importante, pero eso tampoco la excusaba, pues el Hada Azul la repetía cada día que debía ser puntual. A pesar de aquello, no podía evitar sentir cierto cariño hacia aquella hada llena de ilusiones, a la que debía enseñar todo aquello que una necesitaba saber para ser una buena hada; puede que fuera algo torpe, sí, pero siempre se esforzaba al máximo y era muy entusiasta, cualidades que poca gente poseía.

Ladeo la cabeza para mirarla al tiempo que el hada sonreía levemente, algo que hizo que la expresión del rostro de Blue se suavizara. - Eso espero, ya sabes que la puntualidad es importante, unos pocos segundos pueden marcar al diferencia entre el éxito y el fracaso. - no lo dijo en tono de reproche ni enfadada, sino como una profesora que explica algo a un niño esperando que lo entienda y lo recuerde. Sonrió levemente cuando Nova le preguntó cuál era la lección que les tocaba, alegrándose por el interés que su alumna mostraba. - ¿Qué sabes del polvo de hada, Nova? - toda hada sabía por lo menos algo acerca del polvo de hada, pero las más novatas desconocían, por ejemplo, de dónde venía este, y había otras que, aunque conocían su función, ignoraban por completo la importancia de este para el funcionamiento del mundo. Claramente, si nadie se lo contaba era imposible que lo supieran, por eso las hadas más veteranas siempre ayudaban a las nuevas a entender cual era su función y como funcionaba realmente el mundo.

Sabía que igual era demasiado estricta con el hada, pero era algo que creía que debía ser, sobre todo cuando el objetivo de Nova era ser una hada madrina. Sonrió levemente al ver como recitaba la última parte de la frase a la vez que ella, aunque era normal que se la supiera, al fin y al cabo se la había repetido tantas veces que, incluso aunque no le hubiera prestado atención, la habría memorizado. Y seguiría repitiéndola las cosas hasta que se aburriera, sobre todo sabiendo que tenía resultado, aunque hubiera ocasiones en las que no aplicara lo que Blue le decía. - Exacto, pero no te lo digo para que lo repitas como un lorito, sino para que lo apliques. Pero bueno, dejémonos de cháchara y empecemos. - tras decir aquello, Blue le preguntó acerca del polvo de hadas. Aquello era algo que todo hada debía conocer, desde su función hasta el enorme valor que tenía.

Ella sabía que para que comprendiera la gran importancia de aquello, lo mejor era empezar por el principio, es decir, que viera de dónde surgía el polvo de hada y el trabajo que llevaba fabricarlo, además, así podría aprovechar para transportarlo, pues ya tenían preparado el polvo del que dispondrían para trabajar durante aquel año. Los enanos trabajaban durante todo el año en la mina para poder proporcionarles a las hadas aquel material con el que ellas trabajaban para que todo funcionase como debía. La labor de los enanos era crucial, sin ellos no habría polvo de hadas, por lo que la cooperación entre ellas y los enanos era de vital importancia.

- Eso es lo básico, sí, pero también has de saber que no es fácil de conseguir, por lo que no debemos malgastarlo. - explicó, aunque también lo dijo a modo de advertencia, recordándola que debían tener cuidado a la hora de usarlo. El polvo de hadas no era algo que pudiera usarse sin ton ni son, y, al igual que la magia, había que usarlo con un equilibrio. Sonrío levemente, segura de que a Nova le encantaría su excursión a las minas, y sabía que cuanto antes viera el proceso de creación, antes entendería cuan importante todo aquello era, y contestaría a la pregunta que le había formulado momentos atrás comprendiendo su significado, y no por repetir lo que había oído decir a otras hadas.

- Será mejor que nos pongamos en marcha. - dijo mientras se levantaba, emprendiendo el vuelo. Pero antes de comenzar su camino se giró hacia ella. - Pero antes, mejor que te informe un poco, por si acaso. Primero, ¿tienes alguna idea de a dónde vamos? - la dejó un rstito para que contestara, pero no tardó en explicárselo ella, tras eso le preguntó alguna otra cosa, pero finalmente le proporcionó toda la información ella misma, desde como se fabricaba hasta la labor de los hombres que lo hacían posible. Comenzaron su viaje a las minas, que les llevaría un buen rato; Blue iba en cabeza, pues Nova no sabía como llegar a las minas y ella debía guiarla. Esperaba que Nova hubiera entendido lo que debía hacer, aunque ella estaría allí para supervisarla, claro.

Fue un viaje sin accidentes, algo que sorprendió a Blue pero que agradeció. Le hizo una seña con la cabeza h ambas descendieron hacia las minas, adentrándose en ellas. - ¿Recuerdas lo que debes hacer? - le preguntó para asegurarse de que había comprendido a la perfección lo que momentos atrás le había explicado.

Había pasado ya un año desde que eclosionara el huevo y desde ese día Soñador no había hecho más que adentrarse por los túneles de las minas junto a sus siete hermanos para convertir los diamantes que allí yacían en polvo. Pero no un polvo cualquiera, sino en polvo de hada, una sustancia extremadamente importante ya que era la que potenciaba el mundo. Por tanto, los enanos podían jactarse de tener un rol importante en el equilibro del mundo mágico puesto que sin su trabajo de picar diamantes las hadas no conseguirían su suministro anual de polvo mágico y no podrían llevar a cabo su papel. Sin embargo, Soñador aspiraba a algo más que pasarse día tras día en las minas a pesar de lo importante que era su trabajo, lo cual había hecho que fuera el blanco de muchas burlas por pensar que un enano pudiese hacer algo más aparte de trabajar en las minas, ya que ninguno de los muchos enanos con los que convivía pensaba en algo más que no fuera picar los diamantes. Y a cada día que transcurría Soñador se sentía cada vez más diferente a sus congéneres. Pero esto no venía de nuevo pues ya desde su nacimiento fue distinto a los demás y se dio cuenta de ello cuando preguntó por aquella hermosa chica a la que había visto momentos antes de eclosionar. Habían pasado varios meses desde aquella visión pero Soñador lo recordaba a la perfección.

En uno de los muchos recovecos que conformaban la mina donde trabajaban los enanos se encontraba una especie de zona incubadora, un lugar donde se hallaban numerosos huevos que esperaban que les llegara el momento de romper el cascarón. Uno de ellos comenzó a agitarse antes de tiempo sorprendiendo al enano encargado de supervisarlos, pues todavía le quedaba un par de días para eclosionar, y al responsable de que todos los enanos llevaran a cabo su trabajo. Ambos se preguntaron qué prisas podía tener aquel huevo en romper el cascarón y es que lo que ellos no sabían era que un hada torpe había dejado caer un poco de polvo de hadas del saco que cargaba y que justo esa pequeña porción de polvo mágico había ido a parar sobre aquel huevo en cuestión haciendo que prendiera antes de hora.

En el momento que el polvo de hadas se esparció sobre el cascarón su interior dejó de ser frío y oscuro pasando a estar más cálido e iluminado, o al menos esa era la percepción del enanito que había en su interior tras haber visto el bello rostro de una joven que por obvias razones no conocía: poseía una larga cabellera oscura y unos preciosos ojos almendrados; su rostro denotaba dulzura y se podía decir incluso que tenía un toque angelical. Cuando abrió los ojos lo primero que hizo fue mirar a su alrededor en busca de la chica pero al darse cuenta de que no se hallaba allí y que él se encontraba confinado, comenzó a dar golpes al cascarón hasta resquebrajarlo y formar un hueco lo suficientemente grande como para poder salir. A pesar de que el mundo que se abría ante de sus ojos lo encontraba fascinante, lo primero que preguntó cuando se percató de aquellos dos seres que lo observaban fue por la chica pero la respuesta que creía que obtendría le decepcionó. Un sueño, sólo había sido un sueño.

– Soñador – Al no obtener respuesta Sabio volvió a llamarle la atención – ¡¡Soñador!! – Esta vez su hermano despertó de su ensoñación y se volvió hacia la voz cantante del grupo. Sabio era aquel al que todos acudían cuando tenían alguna clase de problema, no por nada había obtenido ese nombre – ¿Otra vez soñando despierto? –

– Eso parece. Y ya sabes, debo hacer honor a mi nombre ¿no crees? – respondió él sonriente volviendo a la tarea de trabajar los diamantes.

Siempre se le había hecho curioso el que los enanos recibieran su nombre al coger la pica que les ayudaría en su trabajo y que reflejara su personalidad. Sabía que era cosa de la magia, pero era un tema complicado que solo unos pocos lograrían llegar a comprender del todo, como por ejemplo las hadas. Sabía que éstas hacían grandes cosas con la magia, que ayudaban a todo aquel que lo necesitase e incluso tenían la capacidad de conceder deseos. En su primer año de vida todavía no había tenido ocasión de conocer a ningún hada, pero esperaba que llegase el día en que pudiese conocer a una para preguntarle acerca de su sueño y muy posiblemente hacerle saber su deseo de ver a la chica, con la ilusión de que quizás le fuera concedido.

Había transcurrido ya un buen rato desde que bajaran a las minas para llevar a cabo el trabajo que se les había encomendado nada más nacer, pero todavía les quedaba mucho por hacer. Un hada acudiría a las minas de los enanos en breves para recoger el suministro anual de polvo mágico y a ellos les quedaba todavía algunos diamantes que trabajar para alcanzar la cantidad necesaria de aquella sustancia mágica tan importante para el funcionamiento del mundo, aunque esto era algo totalmente desconocido para Soñador. De haber sabido que un hada los visitaría y recorrería alguno de los túneles y galerías de los de su especie, él no habría sido capaz de concentrarse en su trabajo – cosa que ya en días normales a veces tampoco hacía – pues ardería en deseos de conocerla y poder formularle todas esas preguntas sin respuesta que se agolpaban en su mente.

En un momento dado Feliz comenzó a silbar y todos los demás se unieron a él. Bueno, todos excepto uno, Gruñón. Gruñón siempre parecía estar de malhumor y pocas veces les seguía el juego a sus hermanos cuando bromeaban sobre alguna cosa, más bien se cruzaba de brazos refunfuñando cosas ininteligibles. En ocasiones podía parecer como que el resto de enanos le estorbaban y no quisiera tener que ver nada con ellos, pero sus hermanos sabían que a pesar de su mal carácter y sus palabras Gruñón los apreciaba, a su manera pero lo hacía y eso era lo importante. Por ese motivo ninguno se tomaba muy enserio la ira que usualmente recaía sobre ellos. Feliz incluso le tomaba el pelo para sacarlo todavía más de quicio, cosa que Sabio le había aconsejado no hacer muy a menudo, pero que él continuaba haciendo. Sin embargo, el día transcurrió sin ningún tipo de incidente entre los hermanos. De momento. Continuaron picando los diamantes todos a una – como si estuvieran sincronizados – sin dejar de silbar hasta que un estornudo y un grito iracundo inundó la galería, ahogando la melodía y dejando el túnel en completo silencio. Todos se volvieron para ver qué había pasado y se encontraron con un Gruñón con la cara roja por la ira que fulminaba con la mirada a un pobre Mocoso que no sabía dónde meterse.

– Lo siento, no era mi inten…ten…ten… ¡A-a-a-achís! – Mocoso se vio interrumpido por un nuevo estornudo que volvió a recaer en Gruñón, el cual cada vez montaba más en cólera – ¡Aléjate de mí! Como vuelvas a estornudarme en la cara te las verás conmigo – Espetó el afectado dándole la espalda a su hermano, al que le regresaban las ganas de estornudar. El pobre intentaba por todos los medios acabar con los estornudos pero éstos no parecían querer abandonarlo y pocas eran las veces en las que era capaz de pronunciar una frase completa y sin interrupciones. Al tercer estornudo a Gruñón se le acabó la poca paciencia que le quedaba y volvió a enfrentarse al enano profiriendo unos gritos que se escucharían hasta en el túnel más alejado. Sabio, que al igual que el resto se había quedado parado, fue el primero en reaccionar y separar a sus hermanos, mientras que Feliz estalló en carcajadas y felicitaba a Mocoso por su gran trabajo haciendo rabiar a Gruñón. Los demás, incluido Soñador, siguieron observando cómo el líder intentaba calmar los ánimos hasta que mandó a uno de ellos a llevarse los diamantes. Como ninguno daba muestras de querer perderse el espectáculo, al final fue Soñador el que cogió la carretilla con todos los fragmentos de diamante que habían conseguido extraer y abandonó el túnel en el que se encontraban. Soñador se alegró de que Sabio hubiese encomendado una tarea que le permitía dejar atrás los gritos de Gruñón, pues no le gustaba nada cuando su hermano se ponía de aquel modo y es que a veces incluso le daba dolor de cabeza escucharlo gritar a los cuatro vientos. Se le escapó un suspiro cuando por fin dejó de escuchar las voces de los enanos a los que había dejado atrás. A veces parecían una panda de locos. Eran tan diferentes… aunque quizás fuese precisamente eso lo que los unía.

En el momento en que llegó junto a un mecanismo constituido de cintas transportadoras, Soñador dejó de pensar en su familia y se centró en su trabajo. Tomó una pala que había en el lugar y comenzó a poner el contenido de la carretilla sobre una cinta que dirigiría los fragmentos hacia su destino, una máquina que se encargaría de fragmentar los trozos de diamantes hasta convertirlos en polvo. Se quedó mirando cómo la cinta transportaba lo que pronto sería polvo de hada y cuando desapareció de su vista dio la vuelta para coger la carretilla y volver junto a los suyos; sin embargo alguien gritó pidiendo ayuda. Soñador salió corriendo para ir en auxilio de la persona que seguía gritando seguramente esperando que alguien fuese a su encuentro. Cuando llegó al lugar de donde procedían los gritos vio que alguien luchaba por cerrar la válvula, la cual parecía haberse quedado atascada. Soñador agarró el manillar de la válvula y la cerró. Después de aquello desvió su mirada hacia la joven y el sueño regresó, como si fuera una ola que pasara sobre su cabeza. Ojos marrones, pelo castaño. Lo recordaba. Era ella y ahora la tenía justo delante.

– Eres tú. Eres real – dijo aún sin creerse que realmente estuviese viendo a la chica de sus sueños – Tú eres la chica que apareció en mis sueños poco antes de romper el cascarón el año pasado. Sé que eres tú – Sonaba a locura pero él estaba seguro de que no se equivocaba. Veía su rostro en su sueño con toda claridad.

Como era de esperar el hada se sorprendió por lo que acababa de decir Soñador y no era para menos, ya que aquella era la primera vez que se encontraban. Él esperaba no haberla asustado con sus palabras aunque lo entendería porque no era muy normal ver en sueños a alguien a quien no se conocía. Si estuviese en su lugar también pensaría que no estaba en sus cabales.

– No exactamente… – comenzó a decir pero calló intentando encontrar las palabras adecuadas, aunque no había forma de explicarle lo sucedido sin que pareciera una locura. El hada mientras tanto reía y negaba ser aquella que apareció en sus sueños antes de eclosionar diciendo que debía de estar equivocado pero Soñador sabía que no se equivocaba y que esa hada que tenía delante era la misma con la que soñó – No me equivoco. Te recordaría en cualquier parte, eres difícil de olvidar – respondió bajando la vista al decir las últimas palabras. Era cierto que sería capaz de olvidarla y confundirla con otra, pues tan sólo la había visto una vez desde que naciera, había pasado prácticamente un año y la había recordado con gran facilidad – Desde que nací me pregunté si tan sólo serías un sueño como afirmaban los demás enanos o si de verdad existirías y… ¡Existes! –

Soñador se preguntó si las hadas podían leer la mente y al escucharlo habían decidido cumplir su deseo, porque hacía unas horas volvió a pensar en ella y en la posibilidad de conocer a un hada que pudiese despejar sus dudas y… voilà, apareció el hada y la chica, pues la joven de sus sueños resultó ser un hada. No estaba seguro de que las hadas poseyeran tal capacidad pero había sido mucha casualidad que justo él pensara en ello y ocurriese y, en caso de que así fuera ¿sería ella capaz de leer sus pensamientos? Se quedó un poco parado ante esa posibilidad porque en aquellos momentos sólo ella ocupaba su mente. Por esa misma razón no se dio cuenta de que Nova había dejado apoyado el saco que contenía el polvo de hadas en el montacargas y no fue hasta que ella gritó que se percató de ello.

Al principio, debido al sobresalto, se quedó mirando cómo el saco se elevaba en el montacargas y era transportado por la cinta, pero en cuanto se le pasó el shock inicial y supo a dónde conducía esa cinta su cerebro empezó a idear una forma de alcanzar el saco y evitar que el polvo de hadas quedara reducido a nada. Soñador miró a su alrededor y divisó un montón de cajas que podían servirle como escalera. Sin detenerse a pensarlo corrió hasta ellas y las subió tan aprisa como pudo para luego trepar por el soporte de la maquinaria. El saco no quedaba muy lejos de él pero era incapaz de alcanzarlo y pronto caería en la caldera de los deshechos por lo que usó la pica, que había llevado en la mano todo este tiempo, para enganchar el saco.

– ¡Lo tengo! – exclamó esbozando una sonrisa al conseguir con éxito recuperar el polvo de hadas. Tras esto bajó de allí arriba con ayuda de una cuerda y se acercó al hada para entregarle el saco – Aquí lo tienes, sano y salvo. Hemos tenido mucha suerte – Desde luego habría sido horrible perder aquel saco lleno de polvo de hada, la sustancia más poderosa de toda la tierra.