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Skin Deep
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:: El Bosque Encantado :: Reinos
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Skin Deep
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Narrador- Mensajes : 36
Fecha de inscripción : 27/06/2012
Re: Skin Deep
Las tardes en el castillo oscuro se tornaban tediosas. Mientras esperaba a que el flujo temporal corriese a mi favor, mientras las piezas de aquel ajedrez que había preparado tantos años antes ,para que mis planes salieran según lo previsto, se colocasen en sus correspondientes lugares, yo permanecía impasible sentado a la vera de mi rueda para continuar trasformando paja en oro. Y es que no tenía otra cosa más que hacer salvo soportar los ataques de Shiobban o la Reina Malvada, como se hacía llamar. La que hacía tantos años se había convertido en mi aprendiza creía haber superado con creces a su maestro aunque eso estaba más lejos de la realidad de lo que ella pensaba. Podia aplastarla como a un caracol cuando a mi me diese la gana pero, por suerte, la impaciencia no era algo que me caracterizase. Y es que disponer de una vida eterna daba tiempo a templar los ánimos y a convertir toda aquella prontitud que sentía la juventud en una más que apacible espera.
Era una fría tarde de invierno cuando un rumor llegó a mis oídos: el reino al este del del rey George, gobernado por el rey Rudolf, había caído bajo dominio de los ogros, aquella sucia raza de descerebrados por culpa de la cual cais había perdido a mi hijo la primera vez. En otras circunstancias no me hubiese interesado participar en aquel conflicto ya que no había nada que me pudiese interesar en juego pero aquella era por si sola una simple razón para actuar. ¿Ofrecían oro? ¿Es que acaso no eran conscientes de que tenía el poder de convertir la paja en oro? ¿Se creían que hablaban con un simple hechicero de pacotilla? Yo era el oscuro, dominaba todos los campos de la magia incluyendo la alquimia y eso es lo que precisamente me hacía tan poderoso a la par que peligroso. Por eso nadie se atrevía a adentrarse en el interior d emi castillo a menos, por supuesto, que desease continuar con vida o tuviese que ofrecerme algún suculento trato que me hiciese olvidar por un segundo los deseos de terminar con su miserable vida.
Después de pasar largas horas reflexionando, cuando las primeras luces del ocaso comenzaron a caer, decidí teletransportarme entre aquel humo púrpura hasta el interior del castillo de aquel rey. Después de colocar mis ropajes, habiendo aparecido justo delante de las puertas de lo que debía ser la sala del trono, peté dos veces secamente pero con seguridad. Sin embargo, no esperé a que me invitasen a adentrarme ni me abriesen las puertas, utilicé de nuevo mi magia para aparecerme en el interior de la sala sentado en el mismismo trono mientras veía sus temerosos semblantes ante el ruído que habían escuchado en el exterior. Carraspeé para que se diesen cuenta de mi presencia, ya que todavía nadie parecía haberlo hecho. En el interior de aquellas cuatro paredes solo se hallaban una joven dama, que debía ser la princesa, acompañada por su padre, un hombre que por sus atuendos debía tratarse del consejero del rey, y 5 hombres que seguramente formasen parte de la guardia más cercana al monarca. - Creo que me habéis llamado - Me reí mientras juntaba los dedos de ambas manos, moviéndolos en abanico. Me fijé en como dos guardias hacian amago de apuntarme con sus espadas; hice una mueca de fastidio y sin dificultad alcé ambas manos, lanzándolos por los aires para que chocasen contra las paredes - Encima que he venido a ayudaros, ¿me tratáis así dearies? Había escuchado que vuestra hospitalidad no conocía limite, pero viendo que no soy bien recibido quizás debería irme por donde he venido - exclamé una risa gutural tras haber fingido molestia. Acto seguido, me levanté de mi asiento.
Era una fría tarde de invierno cuando un rumor llegó a mis oídos: el reino al este del del rey George, gobernado por el rey Rudolf, había caído bajo dominio de los ogros, aquella sucia raza de descerebrados por culpa de la cual cais había perdido a mi hijo la primera vez. En otras circunstancias no me hubiese interesado participar en aquel conflicto ya que no había nada que me pudiese interesar en juego pero aquella era por si sola una simple razón para actuar. ¿Ofrecían oro? ¿Es que acaso no eran conscientes de que tenía el poder de convertir la paja en oro? ¿Se creían que hablaban con un simple hechicero de pacotilla? Yo era el oscuro, dominaba todos los campos de la magia incluyendo la alquimia y eso es lo que precisamente me hacía tan poderoso a la par que peligroso. Por eso nadie se atrevía a adentrarse en el interior d emi castillo a menos, por supuesto, que desease continuar con vida o tuviese que ofrecerme algún suculento trato que me hiciese olvidar por un segundo los deseos de terminar con su miserable vida.
Después de pasar largas horas reflexionando, cuando las primeras luces del ocaso comenzaron a caer, decidí teletransportarme entre aquel humo púrpura hasta el interior del castillo de aquel rey. Después de colocar mis ropajes, habiendo aparecido justo delante de las puertas de lo que debía ser la sala del trono, peté dos veces secamente pero con seguridad. Sin embargo, no esperé a que me invitasen a adentrarme ni me abriesen las puertas, utilicé de nuevo mi magia para aparecerme en el interior de la sala sentado en el mismismo trono mientras veía sus temerosos semblantes ante el ruído que habían escuchado en el exterior. Carraspeé para que se diesen cuenta de mi presencia, ya que todavía nadie parecía haberlo hecho. En el interior de aquellas cuatro paredes solo se hallaban una joven dama, que debía ser la princesa, acompañada por su padre, un hombre que por sus atuendos debía tratarse del consejero del rey, y 5 hombres que seguramente formasen parte de la guardia más cercana al monarca. - Creo que me habéis llamado - Me reí mientras juntaba los dedos de ambas manos, moviéndolos en abanico. Me fijé en como dos guardias hacian amago de apuntarme con sus espadas; hice una mueca de fastidio y sin dificultad alcé ambas manos, lanzándolos por los aires para que chocasen contra las paredes - Encima que he venido a ayudaros, ¿me tratáis así dearies? Había escuchado que vuestra hospitalidad no conocía limite, pero viendo que no soy bien recibido quizás debería irme por donde he venido - exclamé una risa gutural tras haber fingido molestia. Acto seguido, me levanté de mi asiento.
Arthur S. Gold- Hechiceros/Magos
- Soy : Rumplestiltskin
Mensajes : 23
Empleo /Ocio : Dueño tienda de Antigüedades
Fecha de inscripción : 26/06/2012
Re: Skin Deep
Los ogros vinieron de un día para otro, sin que apenas pudiéramos esperárnoslo. Aún recordaba su rugido despertándome de un sueño medio, aquel día fue cuando más cerca estuvieron del castillo, después los soldados de padre consiguieron repelerlos y mantenerlos lejos de los grandes poblados del reino. Sí, y hoy en día aún continuábamos en guerra con los ogros, algo que le quitaba el sueño tanto a padre como a Joshua. Estaban desesperados, ya apenas los veía por los pasillos o en la cena ya que estaban demasiado ocupados planeando estrategias militares contra los terribles ogros. Aquella guerra parecía no tener fin y nosotros nos íbamos derrumbando poco a poco... Estábamos perdiendo las cosechas, a demasiados soldados, demasiado tiempo, ¿qué podíamos hacer contra este tipo de enemigo? Y tenía miedo por las ideas cada vez más oscuras que estaban rondando por la cabeza de padre... Se había concentrado en reinar de la mejor manera posible, en convertirse en el mejor rey desde que madre murió cuando yo era una niña, sin embargo los ogros le habían supuesto un problema demasiado grande.
Cuando me llamaron a la sala del trono, pensé en lo peor, desde luego. Nunca me habían hecho partícipe de sus ideas, cosa que en parte me molestaba pero no dejaba salir de mi boca. Allí de pie, se encontraba padre, junto con un puñado de soldados y Joshua... Este me recibió con una sonrisa algo triste y me tomó de la mano para que fuera con ellos. Estaba nerviosa, sin lugar a dudas, iban a contarme algo y temía... temía que al final las ideas oscuras de padre hubieran embaucado también a Joshua. Respiré profundamente y al fin me lo confesaron: habían llamado al Oscuro. Mi enfado fue terrible, agité los brazos y les exclamé cómo se les había ocurrido recurrir a semejante personaje, semejante monstruo. No les entendía, ¿acaso la magia oscura solucionaba algo? No, para nada. La magia existía sí, pero solamente sabía traer problemas y más problemas, esa era al menos mi postura. Ni padre ni Joshua pretendieron que yo entendiera la situación, simplemente que estuviera plenamente informada.
Repentinamente, escuchamos un ruido procedente del patio, de fuera de la sala del trono y padre mandó a dos guardias a que apostillaran la puerta. Como no, Joshua se colocó a mi lado en caso de que estuviea aterrada, pero mi enfado era muchísimo mayor que al temor, aún así dejé que se mantuviera a mi lado. Solo por si acaso. Escuchamos un carraspeo que nos obligó a girarnos y a encontrarnos con él... El Oscuro. Tal y como creía, la mayoría de historias que había oído sobre él eran ciertas... La mayoría claro, ya que en parte me esperaba que un monstruo mucho más horrible hiciera acto de presencia. Tenía demasiada forma humana. Incliné la cabeza estupefacta hacia un lado mientras que los guardias de la puerta regresaban a su actual posición rodeándonos a padre y a mí y sacando sus armas. Por supuesto, poco taró el Oscuro en emplear su también oscura magia para lanzarlos por los aires. Joshua me colocó detrás suya, sin embargo pude ver cómo el Oscuro se mostraba molesto por nuestra "hospitaliad" y que sería mejor marcharse. Padre dio dos pasos hacia él y dijo:
-No, disculpadnos, ha sido un grave error. Realmente necesitamos vuestra ayuda... La guerra con los ogros está durando demasiado tiempo y nuestros suministros no darán para más, y... entonces nuestra gente comenzará a morir sin que nosotros podamos hacer algo para impedirlo -le miré desde la espalda de Joshua sin apenas poder creérmelo-. Por favor, os ruego que nos ayudéis... Tenemos oro, tierras... Pedidnos lo que sea y se lo daremos -hice amago de hacer callar a padre, sin embargo mi prometido se giró y me mantuvo quieta con una simple mirada. En teoría ahora era una conversación de "hombres" y yo no podía intervenir.
Cuando me llamaron a la sala del trono, pensé en lo peor, desde luego. Nunca me habían hecho partícipe de sus ideas, cosa que en parte me molestaba pero no dejaba salir de mi boca. Allí de pie, se encontraba padre, junto con un puñado de soldados y Joshua... Este me recibió con una sonrisa algo triste y me tomó de la mano para que fuera con ellos. Estaba nerviosa, sin lugar a dudas, iban a contarme algo y temía... temía que al final las ideas oscuras de padre hubieran embaucado también a Joshua. Respiré profundamente y al fin me lo confesaron: habían llamado al Oscuro. Mi enfado fue terrible, agité los brazos y les exclamé cómo se les había ocurrido recurrir a semejante personaje, semejante monstruo. No les entendía, ¿acaso la magia oscura solucionaba algo? No, para nada. La magia existía sí, pero solamente sabía traer problemas y más problemas, esa era al menos mi postura. Ni padre ni Joshua pretendieron que yo entendiera la situación, simplemente que estuviera plenamente informada.
Repentinamente, escuchamos un ruido procedente del patio, de fuera de la sala del trono y padre mandó a dos guardias a que apostillaran la puerta. Como no, Joshua se colocó a mi lado en caso de que estuviea aterrada, pero mi enfado era muchísimo mayor que al temor, aún así dejé que se mantuviera a mi lado. Solo por si acaso. Escuchamos un carraspeo que nos obligó a girarnos y a encontrarnos con él... El Oscuro. Tal y como creía, la mayoría de historias que había oído sobre él eran ciertas... La mayoría claro, ya que en parte me esperaba que un monstruo mucho más horrible hiciera acto de presencia. Tenía demasiada forma humana. Incliné la cabeza estupefacta hacia un lado mientras que los guardias de la puerta regresaban a su actual posición rodeándonos a padre y a mí y sacando sus armas. Por supuesto, poco taró el Oscuro en emplear su también oscura magia para lanzarlos por los aires. Joshua me colocó detrás suya, sin embargo pude ver cómo el Oscuro se mostraba molesto por nuestra "hospitaliad" y que sería mejor marcharse. Padre dio dos pasos hacia él y dijo:
-No, disculpadnos, ha sido un grave error. Realmente necesitamos vuestra ayuda... La guerra con los ogros está durando demasiado tiempo y nuestros suministros no darán para más, y... entonces nuestra gente comenzará a morir sin que nosotros podamos hacer algo para impedirlo -le miré desde la espalda de Joshua sin apenas poder creérmelo-. Por favor, os ruego que nos ayudéis... Tenemos oro, tierras... Pedidnos lo que sea y se lo daremos -hice amago de hacer callar a padre, sin embargo mi prometido se giró y me mantuvo quieta con una simple mirada. En teoría ahora era una conversación de "hombres" y yo no podía intervenir.
Astrid M. Lundberg- Chicas de Storybrooke
- Soy : Rumple's Love
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