Is Our Destiny

La cesta que llevaba sujeta con una de las manos se bamboleaba hacia delante y hacía atrás a medida que ella iba avanzando por el bosque, saltando por encima de las raíces de los árboles que sobresalían de entre la tierra y algunos montículos de rocas. La cesta la había confeccionado ella misma, siempre le había gustado hacer todo tipo de manualidades, así que hacer una cesta donde transportar lo que iba encontrando en el bosque (y cazaba) no es que le hubiese supuesto ningún tipo de esfuerzo.

Un ruido a lo lejos le hizo volver el rostro y sujetarse la capa que le tapaba los cabellos oscuros y el rostro con una de las manos. La capa rozaba el suelo y era de color vino, de una tela muy suave y a la que ella le tenía un enorme cariño, por ese motivo pocas veces se la quitaba a pesar de ser especialmente llamativa. Escudriñó con los ojos el bosque durante unos minutos hasta que una bandada de pájaros que no logró identificar pasó volando por encima de las altas copas de los árboles que había a su alrededor.

Suspiró aliviada antes de seguir caminando. Por un momento había pensado que podía ser un lobo o quién sabe... ¡Algo peor! Un trol o algún animal del cual no conociese ni siquiera su mera existencia. Porque aunque hubiese paseado por el bosque desde que era pequeña y se hubiese introducido en él a pesar de las quejas de sus padres, eso no significaba que lo conociera todo sobre él. Ni siquiera ahora. Precisamente una de las ventajas que había tenido a la hora de internarse en el bosque, es que siempre había vivido cerca del mismo y que ya cuando era una niña pequeña el sentido de la aventura y la curiosidad la habían invitado a internarse en el mismo.

Les había dado un buen susto a sus padres en más de una ocasión.

Sonrió ante aquel recuerdo que la llenó de nostalgia e incluso hizo que sus pasos se ralentizaran ligeramente y no caminase tan rápido por el bosque. De vez en cuando se paraba cerca de algún arbusto que tuviese frutos comestibles y los cogía e introducía en la cesta, así como las bellotas que iba encontrándose. Aquella mañana había dejado el arco en casa porque no estaba en sus planes el cazar, aunque cada vez estaba más segura de que tendría que haberlo hecho. Introducirse en el bosque conllevaba ciertos riesgos, pero ella nunca había temido a nada.

No iba a empezar a temer a los animales de aquel lugar ahora.

Estaba agachada cogiendo unas bellotas que había avistado en el suelo cuando volvió a oír algo a su espalda. Se levantó presurosa con la capa ondeando a causa del movimiento y volvió a escudriñar a su alrededor. Creyó ver algo que se movía entre los árboles y los arbustos cercanos. Incluso creyó oír pasos y el crujir de hojas y ramas secas bajo esas pisadas.

Más bien estaba segura de todo lo anterior.

- ¿Quién anda ahí? – Preguntó alzando la voz a sabiendas de que la podrían oír aunque estuviesen a metros de ella. Fuera quien fuera tenía suerte de que no fuera armada porque no hubiese dudado en levantar el arco y apuntar a quien fuese que se acercaba a donde estaba ella.

Esos pasos... Cada vez estaban más cerca. ¿Respondería a la pregunta que había hecho?

La miró recelosa con sus ojos castaños durante unos minutos antes de dejar que su cuerpo se relajase y quitarse la capucha de la cabeza para así dejar a la vista no solo los cabellos que sobresalían por debajo de la capucha roja, sino también su rostro. Con que buscaba algo que comer... – Ya somos dos, entonces – Le respondió aunque en su tono de voz se notaba que aún no estaba del todo segura con ella.

Siempre le habían dicho “No te fíes de los extraños. No les hagas caso. Ni siquiera entables conversación con ellos. Haz lo que te han mandado y vuelve derechita a casa”. Bueno, de esas cosas ya había roto una... Se podría decir que al responderle le había dado conversación, ¿no? Vaya... Se hubiesen enfadado con ella seguro. Esbozó una sonrisa que pasó fugazmente por su rostro, lástima que nunca fueran a saber eso.

La volvió a observar mientras le mostraba las manzanas y las frutas silvestres que llevaba – Vaya... Se te da bien, por lo que veo – Le dijo indicándole con la cabeza y una mirada lo que llevaba en brazos. Después dio unos cuantos pasos hacia atrás para mostrar la cesta – Frutas silvestres y bellotas – Se encogió ligeramente de hombros. Así a simple vista podía hacerse una idea de la edad que tenía y estaba casi segura de que no llegaría a los veinte años. Observó el arco que llevaba a la espalda y lo siguió con la mirada, pero ella ya hacía unos cuantos minutos que se había relajado.

Quizá más de la cuenta y más que otras veces.

- ¿Son de paz? – Alzó ambas cejas con una sonrisa en el rostro – No te preocupes, nunca atacaría a una muchachita. No soy esa clase de persona. – Aunque estaba claro que las apariencias engañan, ella lo sabía mejor que nadie y aún así no pudo evitar sentir que podía fiarse de aquella personita que tenía frente a ella – ¿Seguro que solo has salido a buscar algo de comer? Se diría que llevas tu casa a espaldas – Comentó señalando lo que llevaba con ella. Al menos ella juraría que eso no era solo para salir de casa. – Si quieres puedo ayudarte... – Se encogió de hombros mientras volvía a tomar con sus manos la cesta que había dejado en el suelo.

La miro durante unos largos segundos. En cierto modo le recordaba a ella de pequeña. Aventurera. Atrevida. Sin miedo a lo que pudiera haber entre aquellos árboles – ¿Vives por aquí cerca? El bosque no es que sea un sitio muy seguro... – Volvió la mirada hacia la espesura del bosque que se extendía más allá de su vista – Hay peligros invisibles a nuestros ojos. Mantenlos bien abiertos y también el oído atento a cualquier sonido que te pueda parecer extraño.

Eran solo unos cuantos consejos de una persona experimentada en aquello de pasearse por el bosque, cazar y conseguir alimentos. Aunque ahora en su mente estaba buscar el arroyo para encontrar algo de agua. Se le había acabado la que llevaba en la cantimplora colgada en su cintura y no quería morirse de sed antes de llegar a casa. Siempre le gustaba llevar agua encima, consideraba que era de vital importancia.

- Por cierto... Me llamo Savannah. Un placer - Le sonrió cálidamente antes de acercarse hasta la muchacha para tenderle la mano – Tengo que ir a por agua al arroyo... Si quieres puedes acompañarme... – Así no iría sola y se aseguraría de que la muchacha llegará de una pieza a su casa o destino.

No era de esas personas que dejaban a merced de las criaturas del bosque a cualquier persona.

Por supuesto que se le daba bien, había crecido rodeada del bosque, sus criaturas y la vida que se llevaba allí. En parte era como si fuera su segunda casa. Le sonrió a la muchacha mientras quitaba unas cuantas ramas de un arbusto para abrirse camino más tarde. No quería que se le quedaran enganchadas en la ropa o algo parecido.

¡Ajá! ¡Lo sabía! Sabía que no estaba allí solo para coger comida y que estaba escondiendo algo. La cuestión era el qué, pero obviamente no le iba a preguntar así sin más qué era ese “algo” que estaba buscando… A lo mejor acababa descubriéndolo y a lo mejor no. Quién sabía… quizá acabasen viajando juntas fuera donde fuese aquella muchachita y acabase contándoselo. Asintió en respuesta a las gracias de la chica por haberle dado aquellos consejos. No es que fueran grandes consejos, eran más bien algo basado en la pura lógica, o al menos así lo veía ella. ¿Qué no era obvio que en el bosque había muchísimos peligros?

Solo había que pensar en que había Trolls paseándose por ahí y que podían asaltarte en el momento menos esperado. Ellos y los esbirros de la Reina Siobhan a los que ella por lo menos intentaba evitar y de los cuales se escondía si los oía llegar. No tenía muchas ganas de enfrentarse a ellos y tampoco a ella. Volvió a observar a la muchachita cuando esta se presento.

- Bonito nombre… - Sus labios se curvaron en una ligera sonrisa al tiempo que se apartaba un mechón de pelo oscuro de delante de los ojos - ¿Y tus padres? – Preguntó antes de hacerle un gesto con la mano y empezar a caminar por el bosque. Le extrañaba que una niña tan joven estuviera sola en el bosque. A ella la habían dejado pasearse por el bosque, si, pero siempre estaban su madre o su padre cerca para vigilarla y nunca la habían dejado alejarse demasiado de ellos. Se podría decir que le habían dado una libertad limitada, pero a ella le había bastado durante muchísimos años. Incluso en esos momentos mientras sus pies recorrían el bosque, sintió cierta nostalgia hacia esos momentos que ya nunca volvería a tener.

Se notaba por su forma de moverse entre los arbustos y los árboles que componían aquel bosque que conocía muy bien el lugar, incluso por la forma en que colocaba los pies sobre el terreno, como si supiera exactamente donde estaban las madrigueras y de ese modo su pie no quedase atrapado dentro de un agujero en la tierra del que luego podía llegar a ser complicado sacarlo.

- No queda muy lejos... – Soltó de repente después de llevar al menos veinte minutos hablando en silencio. No era mujer de muchas palabras, al menos en ese momento de su vida. No tenía mucho que contar y lo poco que tenía por contar se lo guardaba para ella misma, por el bien de todo aquel que la rodeaba. Tenerla cerca podía ser realmente peligroso. A sus oídos llegó el sonido del agua corriendo y supo que estaban cerca del río, ante el cual aparecieron unos pocos minutos más tardes.

Miró a ambos lados antes de deshacerse de la capa roja y dejarla caer al suelo entre los matorrales que crecían cerca del rio. Sus ropas se camuflaban perfectamente con su entorno y aún así antes de caminar hacia “campo abierto” miró a ambos lados un par de veces, escudriñando con sus ojos marrones la otra orilla del río por si veía algún movimiento. Dio unos cuantos pasos hasta llegar a la orilla poniéndose de rodillas justo al filo de la misma e introduciendo sus manos en el agua de modo que pudiera llevarse estas luego a los labios para tomar agua. Repitió la operación un par de veces antes de desatar la cantimplora de su cintura y llenarla de agua – No te preocupes... No está envenenada ni nada parecido. Suerte tenemos que a la Reina aún no se le haya ocurrido semejante cosa... - La miró unos segundos en silencio antes de lanzar una pregunta que no supo bien porque formuló -¿Tienes un lugar donde quedarte?

“Mis padres... Bueno, mi madre murió hará cuatro años y mi padre debería estar en casa.”

La morena bajó la mirada hacía el suelo. Sabía perfectamente lo que era pasar por ciertas etapas de tu vida sin madre. Lo sabía bien pues ella misma había perdido a su madre cuando era pequeña. Se quedó un tanto descolocada y no supo que decirle en un principio. ¿Podía contárselo? Volvió a levantar la mirada – Lo siento mucho, lo de tu madre – Dijo al final sonriéndole ligeramente mientras cerraba la cantimplora que llevaba y se la ataba a la cintura – Mi madre también murió cuando yo era pequeña… - Acabó diciendo mientras se alejaba de la orilla del arroyo y volvía a meterse en la espesura del bosque, pero sin alejarse demasiado, lo justo para camuflarse con el entorno, motivo por el cual no tomó la capa color vino que estaba en el suelo.

Sonrió divertida e incluso dejó escapar un espasmo de risa cuando Lydia dejó caer que era todo un detalle por parte de La Reina no tener aquel tipo de ideas – Cierto, aunque se le pasan otras muchas ideas por esa cabeza que tiene… y me parecen igual de crueles que envenenar el agua de sus gentes. – Se encogió ligeramente de hombros – De todos modos aquí estamos a salvo de ella – Había ocasiones en las que oía a alguno de sus guardias o algo pasar por el camino principal del bosque, pero allí, en la espesura del bosque, justo en su centro apenas se les veía. Era un lugar en el que te podías considerar “a salvo”. Lo único con lo que Savannah se topaba de vez en cuando era con animales, pero nada más… y a algunos incluso se atrevía a tocarles y acercarse a ellos. Era ya a esas alturas de su vida una más en aquel bosque. – ¿Qué tal es tu padre? ¿Tienes buena relación con él? – Le preguntó. Ella al menos había tenido una muy buena relación con su padre una vez que su madre bastó. En muchos sentidos ella era lo único que le había quedado a su padre. Siempre le había dicho que cuando la miraba era como si estuviese viendo a su madre debido al gran parecido físico que guardaba con su progenitora.

Desvió la mirada hacia ningún punto en concreto sintiendo como cierta nostalgia la había invadido y decidió sentarse en el suelo, para al menos descansar un poco las piernas antes de volver a casa. Miró a la jovencita mientras se pasaba sus manos por su largo cabello oscuro, enrollándolos incluso con su dedo índice distraídamente. Pudiera ser que siempre estuviera con todos los sentidos atenta a su alrededor, pero eso no quitaba que de vez en cuando se relajara aunque fuera solo un poco. Iba bien.

- Si quieres te puedes quedar conmigo, sin obligación a ello, ¡eh! – Dibujó una media sonrisa mientras tomaba con sus manos la capa color rojo vino y la sujetaba con fuerza entre sus manos acercándosela y sintiendo la suavidad de la tela debajo de sus dedos. Le fascinaba sentir aquel tacto bajo sus dedos y saber que había pertenecido a ella la hacía especial. Era de las pocas cosas que conservaba de su madre, después de todo – No vivo muy lejos de aquí… Pero tendremos que cazar algo antes para poder comer o… Hacernos una sopa con las hierbas comestibles que encontremos y los frutos – Se había acostumbrado rápido a comer la comida que le ofrecía el bosque e inventarse todo tipo de platos. – ¿Qué prefieres?

Se disculpa por lo de mamá tras bajar la mirada al suelo como si se arrepintiera de haber preguntado, sinceramente no debería sentir culpa, después de todo ella no sabía de mi vida y no lo hizo con mala intención, de eso estoy completamente segura, pero no la juzgo, me sentiría igual si yo hubiese preguntado, uno no puede evitar esos sentimientos.No puedo compartirle la verdad, pero almenos ahora mismo me siento enteramente aliviada de tener total certeza de la buena alma de la chica con la que me acompaño en el cruce.Saber lo de su madre me hizo sentirme identificada, no puedo decir a que punto, yo tenía por así decirlo dos "madres" y a ambas las había perdido, aunque una quizás tenía aún la capacidad para encontrarle, claro, que cuando lo hiciera habría mucho que preguntarle.



-Si bueno, ella esta un poco mal de su cabeza pero...supongo que no podría ser tan mala-

mejor debería callarme, que no vaya a pensar que quizás la estoy defendiendo y bueno, no es que la defienda, es que yo jamás me he puesto a conversar con ella al tu por tu y no soy de las que juzgo sin saber, aunque tampoco justifico sus estados de desvarió y sus ganas de hacer maldad por donde quiera que pisa.

La siguiente pregunta me tomo en desvarío, ¿que se supone que debía responderle?...mi pdre nunca había sido un mal hombre, es solo que era algo "especial"; quizás no apoyaba mucho mis locuras y mis ganas de investigar mi pasado, siempre se arrepentía de haberme dicho alguna vez la verdad de mi origen.

-el es un buen hombre, digamos que nos entendemos lo suficiente...es mi padre después de todo-

es una respuesta un poco fría, pero almenos no miente en ningún punto y me siento feliz de ello.La observe un minuto, a ella y a su mirada nublada ante el parafraseo de mi respuesta, no se si ella no tenga una buena relación o quizás exista algo malo, es solo que aveces, solo aveces, podría ser que entienda a las personas solo por sus gestos...es algo muy mio.

Me invita a quedarme con ella, si, en su casa, y mi sonrisa se dibuja sublime. De alguna manera me siento con menos peso por que tengo un problema menos que resolver por ahora.Asiento con rapidez y sin borrar mi sonrisa alusiva, ella toma su capa y yo le sigo con todo mi montón de cosas.

Habla de la cena, no me molesta ayudarle siempre y cuando no sea yo la que deba cocinar al fuego...a ese no puedo verlo ni en pintura y bueno, mis razones tengo.

-Cualquiera me viene bien, me adapto, así que tu decide, pues yo en verdad no tengo problema, te ayudare en cualquiera que elijas, juntas lo haremos más rápido-

Asiento pronta y acomedida, me siento mucho mas tranquila en este momento, aún cuando la emoción de encontrar a quien busco, sigue en mi pecho palpitante.

Se abstuvo de hacer algún tipo de comentario en relación a aquello que había dicho Lydia, mordiéndose la lengua para no soltar alguna burrada que pudiera dejarla en evidencia, a pesar de que todo el mundo en el reino sabía perfectamente de que pie cojeaba Siobhan Mills. Definitivamente, no era ningún secreto.

Sonrió ante la respuesta sobre su padre. Ella también se entendía con su padre, aunque más que “lo suficiente”, la relación de Savannah con su padre siempre había sido muy fuerte, eran como carne y uña, y cada día que pasaba desde su muerte ella le echaba de menos. Con su madre no le pasaba igual, pero claro, su madre murió cuando ella tenía apenas siete años así que guardaba pocos recuerdos sobre aquella mujer que tanto se parecía a ella y desde ese momento su relación con su padre se había estrechado y hecho mucho más fuerte. Se habían necesitado muchísimo el uno al otro.

Ella aún sentía que le necesitaba.

- Siempre está bien tener una buena relación con los padres… - Y ella sabía de lo que hablaba, puesto que al perder a su padre se había dado cuenta de lo importante que había sido tener aquella relación tan fuerte. La miró unos segundos estudiando su expresión y sus movimientos antes de esbozar una gran sonrisa y señalar hacia el interior del bosque, cogiendo antes la capa y echándosela nuevamente sobre los hombros. Nunca había sido chica de necesitar descansar largo rato así que rápidamente se puso en pie y emprendió el camino no sin antes volverse – Si necesitas descansar me lo dices… Es que, estoy demasiado acostumbrada ya a vivir por aquí – Y a recorrer distancias y andar durante horas. Sus piernas y sus pies, su cuerpo entero se había acostumbrado a todo aquello.

Al menos no estaba tratando con una tiquismiquis lo que la hizo sonreír ligeramente mientras se volvía a internar en el espesor del bosque, aunque tomando un camino muy diferente al que habían tomado para ir hasta el arroyo. – Puedes quedarte conmigo el tiempo que necesites… - Dijo al rato de estar caminando – Nunca viene mal tener un poco de compañía… - Y lo decía por ella misma. Volvió la mirada hacía atrás para sonreírle a la jovencita. Le parecía realmente valiente que se hubiese internado ella sola en el bosque para ir en busca de algo o alguien, aún no le había quedado demasiado clara aquella parte. Arrugó ligeramente la nariz antes mientras seguía caminando notando como empezaba a oscurecer y recordando que no tenía madera con la que encender hoguera alguna.

- Tendremos que recoger algo de madera. Conozco los árboles perfectos, los menos húmedos – Más alejados del arroyo obviamente – Y que nos irán de maravilla para poder tener una buena hoguera y hacer algo de comer – Era una suerte que hubiese “encontrado” utensilios de cocina durante su travesía. “Encontrado” porque no le iba a decir a la recién conocida que había robado las pocas pertenencias que tenía. Desde luego no estaba tan mal de la cabeza. En absoluto.

Caminaron durante unos minutos más hasta que llegaron a una zona de árboles que la propia Savannah señaló – Estos nos servirán, aunque tampoco necesitamos demasiado – Continúo diciendo mientras empezaba a coger las ramas secas del suelo. – ¿Cómo llevas lo de dormir en el bosque? – Porque por la noche era cuando las criaturas nocturnas vagaban por el lugar.