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Journey to Wonderland
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Journey to Wonderland
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Última edición por Narrador el Lun Ene 28, 2013 12:07 am, editado 1 vez
Narrador- Mensajes : 36
Fecha de inscripción : 27/06/2012
Re: Journey to Wonderland
Una joven de rubios cabellos observaba con expresión aburrida el paisaje a través de la ventana del carruaje que la llevaba a ella y a su madre hacia la residencia de los Ascot, que las habían invitado a la fiesta que celebraban en sus inmensos jardines. Una celebración que ella ignoraba que en realidad se llevaba a cabo debido a que el hijo de Lord Ascot, Hamish Ascot, iba a proponerle matrimonio. Por eso mismo le preguntó a su madre por qué debían acudir y si no sería mejor dar media vuelta, ya que nadie las echaría en falta con la cantidad de comensales que debían de haber invitado los Ascot y porque ella aborrecía ese tipo de eventos. Por supuesto, su madre se negó rotundamente.
- Alicia ¿y tu corsé? – pregunta la madre levantándole después los bajos del vestido – No llevas medias –
- Es que no las soporto –
- No vas vestida con propiedad –
- ¿Quién decide qué es lo apropiado? – responde la muchacha indignada – Y si decidiera que lo apropiado es llevar un besugo en la cabeza, ¿te lo pondrías? Para mí un corsé es como un besugo –
Su madre la reprende escandalizada por sus disparatas ocurrencias, mientras que Alicia piensa que su difunto padre se hubiese echado a reír por su agudeza e imaginación. Después de aquello no volvieron a hablar durante el trayecto a la mansión de los Ascot con lo que Alicia siguió pensando en la pesadilla de la noche anterior que era la misma desde que tenía uso de razón.
Cuando llegaron a su destino ambas se apearon del carruaje y se dirigieron hacia los jardines para reunirse con sus anfitriones, los cuales les estaban esperando desde hacía horas. Habían llegado tarde y a Lady Ascot se la notaba descontenta por eso, pero antes te reprochárselo a la madre de Alicia, se dirigió a ésta última diciéndole que su hijo Hamish la esperaba en la pista de baile y que fuera con él. Sin decir nada la muchacha bajó los escalones y se encontró con el hijo de los Ascot en la pista.
Mientras bailaban Alicia comenzó a reír al imaginarse a las mujeres vestidas con pantalón y a los hombres con vestidos. Hamish le preguntó si acaso se estaba riendo con él, por lo que la muchacha le comentó lo que estaba pensando y éste le respondió que lo más apropiado sería que ocultara sus visiones y mantuviera la boca cerrada. Alicia no dijo más pero enseguida volvió a distraerse mirando al cielo con lo que tropezó con una de las otras parejas que bailaban.
- ¿En qué estás pensando? – inquirió molesto tras disculparse con la otra pareja.
- Pensaba en qué se sentirá al volar –
- ¿Por qué pierdes el tiempo en algo que es imposible? –
- ¿Y por qué no? Mi padre decía que pensaba en seis cosas imposibles antes del desayuno –
En ese momento Hamish la sacó fuera de la pista diciéndole que lo esperara en el cenador en exactamente diez minutos y se marchó. A Alicia no le dio tiempo de decir ni hacer nada, ya que a sus espaldas se acercaron las dos hermanas cotillas diciéndole que tenían que contarle un secreto a lo que Alicia respondió diciendo que si se lo contaban ya no sería un secreto. Las hermanas discutieron unos segundos sobre si decirlo o no, pero finalmente lo contaron al amenazarlas Alicia con contarle a la madre de éstas que se bañaban desnudas en el estanque de los Havershim. ¿El secreto? Que Hamish iba a pedirle la mano.
- ¡Era una sorpresa! – dijo la hermana de Alicia que justo apareció donde estaban y llevándosela lejos de esas dos.
Margaret le confesó que era un secreto que todo el mundo había guardado y que Hamish le pediría la mano en el cenador y que ella aceptaría. Alicia le respondió diciendo que no sabía si quería casarse con él, con lo que su hermana empezó a darle argumentos para que sí lo hiciera. La muchacha no sabía que pensar sobre todo aquello y entonces apareció Lady Ascot invitándola a pasear por el jardín a solas.
Lady Ascot empezó a contarle cosas sobre su hijo pero Alicia apenas la escuchaba pues había visto algo moverse entre los rosales. Al preguntarle a Lady Ascot si ella también lo había visto ésta lo negó y continuó informándola sobre los problemas digestivos de Hamish. Los rosales volvieron a moverse y de ellos salió corriendo un conejo. Al verlo la tercera vez, Alicia se disculpó ante Lady Ascot y salió corriendo en su búsqueda. La persecución la llevó a otra de las zonas de los jardines y el destino quiso que se encontrara a Lowell, el esposo de su hermana besándose con otra mujer.
- ¿Lowell? –
- ¡Alicia! Estábamos… - el hombre se acercó a ella mientras que la joven con la que estaba se marchaba por otro lado – Hattie es una vieja amiga –
- Ya veo que es una amiga íntima –
- Oye, no irás a decírselo a tu hermana ¿no? –
- No lo sé. Estoy confusa. Necesito tiempo para pensar –
- Piensa en Margaret. No volvería a confiar en mí. No querrás destruir su matrimonio, ¿verdad? – el hombre quiso acariciarle la cara pero Alicia se apartó.
- ¿Yo? No soy yo la que va haciendo cosas a sus espaldas –
Mientras decía esto comenzó a caminar hacia atrás topándose con Hamish, el cual le preguntó qué hacía todavía allí en lugar de estar en el cenador como él le había dicho antes.
- Alicia Kingsleigh –
- Hamish –
- ¿Qué quieres? – susurra molesto por la interrupción.
- Tienes una oruga en el hombro – dice señalándosela. Él comienza a manotear su hombro para quitársela - No le hagas daño – dice mientras toma a la oruga y la deja en un lugar seguro. Acto seguido regresa con Hamish y prosiguen con la proposición.
- Alicia Kingsleigh, ¿quieres ser mi esposa? –
- Pues, todo el mundo espera que lo sea y además, eres un lord. Mi belleza no es eterna y no quiero acabar como… – Alicia deja la frase en el aire posando momentáneamente sus ojos en tía Imogen. Luego vuelve a mirar a Hamish y mientras habla se aleja de él quedando de frente a los invitados - Pero es todo tan rápido que… Creo que… –
- Alicia ¿y tu corsé? – pregunta la madre levantándole después los bajos del vestido – No llevas medias –
- Es que no las soporto –
- No vas vestida con propiedad –
- ¿Quién decide qué es lo apropiado? – responde la muchacha indignada – Y si decidiera que lo apropiado es llevar un besugo en la cabeza, ¿te lo pondrías? Para mí un corsé es como un besugo –
Su madre la reprende escandalizada por sus disparatas ocurrencias, mientras que Alicia piensa que su difunto padre se hubiese echado a reír por su agudeza e imaginación. Después de aquello no volvieron a hablar durante el trayecto a la mansión de los Ascot con lo que Alicia siguió pensando en la pesadilla de la noche anterior que era la misma desde que tenía uso de razón.
Cuando llegaron a su destino ambas se apearon del carruaje y se dirigieron hacia los jardines para reunirse con sus anfitriones, los cuales les estaban esperando desde hacía horas. Habían llegado tarde y a Lady Ascot se la notaba descontenta por eso, pero antes te reprochárselo a la madre de Alicia, se dirigió a ésta última diciéndole que su hijo Hamish la esperaba en la pista de baile y que fuera con él. Sin decir nada la muchacha bajó los escalones y se encontró con el hijo de los Ascot en la pista.
Mientras bailaban Alicia comenzó a reír al imaginarse a las mujeres vestidas con pantalón y a los hombres con vestidos. Hamish le preguntó si acaso se estaba riendo con él, por lo que la muchacha le comentó lo que estaba pensando y éste le respondió que lo más apropiado sería que ocultara sus visiones y mantuviera la boca cerrada. Alicia no dijo más pero enseguida volvió a distraerse mirando al cielo con lo que tropezó con una de las otras parejas que bailaban.
- ¿En qué estás pensando? – inquirió molesto tras disculparse con la otra pareja.
- Pensaba en qué se sentirá al volar –
- ¿Por qué pierdes el tiempo en algo que es imposible? –
- ¿Y por qué no? Mi padre decía que pensaba en seis cosas imposibles antes del desayuno –
En ese momento Hamish la sacó fuera de la pista diciéndole que lo esperara en el cenador en exactamente diez minutos y se marchó. A Alicia no le dio tiempo de decir ni hacer nada, ya que a sus espaldas se acercaron las dos hermanas cotillas diciéndole que tenían que contarle un secreto a lo que Alicia respondió diciendo que si se lo contaban ya no sería un secreto. Las hermanas discutieron unos segundos sobre si decirlo o no, pero finalmente lo contaron al amenazarlas Alicia con contarle a la madre de éstas que se bañaban desnudas en el estanque de los Havershim. ¿El secreto? Que Hamish iba a pedirle la mano.
- ¡Era una sorpresa! – dijo la hermana de Alicia que justo apareció donde estaban y llevándosela lejos de esas dos.
Margaret le confesó que era un secreto que todo el mundo había guardado y que Hamish le pediría la mano en el cenador y que ella aceptaría. Alicia le respondió diciendo que no sabía si quería casarse con él, con lo que su hermana empezó a darle argumentos para que sí lo hiciera. La muchacha no sabía que pensar sobre todo aquello y entonces apareció Lady Ascot invitándola a pasear por el jardín a solas.
Lady Ascot empezó a contarle cosas sobre su hijo pero Alicia apenas la escuchaba pues había visto algo moverse entre los rosales. Al preguntarle a Lady Ascot si ella también lo había visto ésta lo negó y continuó informándola sobre los problemas digestivos de Hamish. Los rosales volvieron a moverse y de ellos salió corriendo un conejo. Al verlo la tercera vez, Alicia se disculpó ante Lady Ascot y salió corriendo en su búsqueda. La persecución la llevó a otra de las zonas de los jardines y el destino quiso que se encontrara a Lowell, el esposo de su hermana besándose con otra mujer.
- ¿Lowell? –
- ¡Alicia! Estábamos… - el hombre se acercó a ella mientras que la joven con la que estaba se marchaba por otro lado – Hattie es una vieja amiga –
- Ya veo que es una amiga íntima –
- Oye, no irás a decírselo a tu hermana ¿no? –
- No lo sé. Estoy confusa. Necesito tiempo para pensar –
- Piensa en Margaret. No volvería a confiar en mí. No querrás destruir su matrimonio, ¿verdad? – el hombre quiso acariciarle la cara pero Alicia se apartó.
- ¿Yo? No soy yo la que va haciendo cosas a sus espaldas –
Mientras decía esto comenzó a caminar hacia atrás topándose con Hamish, el cual le preguntó qué hacía todavía allí en lugar de estar en el cenador como él le había dicho antes.
***
Todo el mundo se había reunido ante el cenador para presenciar la pedida de mano de Hamish Ascot a Alicia Kingsleigh. El hijo de los Ascot se arrodilló ante la muchacha, la cual lo tomó de las manos.- Alicia Kingsleigh –
- Hamish –
- ¿Qué quieres? – susurra molesto por la interrupción.
- Tienes una oruga en el hombro – dice señalándosela. Él comienza a manotear su hombro para quitársela - No le hagas daño – dice mientras toma a la oruga y la deja en un lugar seguro. Acto seguido regresa con Hamish y prosiguen con la proposición.
- Alicia Kingsleigh, ¿quieres ser mi esposa? –
- Pues, todo el mundo espera que lo sea y además, eres un lord. Mi belleza no es eterna y no quiero acabar como… – Alicia deja la frase en el aire posando momentáneamente sus ojos en tía Imogen. Luego vuelve a mirar a Hamish y mientras habla se aleja de él quedando de frente a los invitados - Pero es todo tan rápido que… Creo que… –
Última edición por Michelle A. Evans el Vie Jul 20, 2012 7:18 am, editado 1 vez
Michelle A. Evans- Heroínas
- Soy : Alicia Kingsleigh
Mensajes : 69
Empleo /Ocio : Dueña del hostal y el restaurante Granny's
Localización : Storybrooke
Fecha de inscripción : 27/06/2012
Re: Journey to Wonderland
Los habitantes del submundo confiaban en mi, Niver McTwisp, para que trajera a Alicia de vuelta. Pero no a cualquiera sino a nuestra Alicia. La necesitábamos para poder deshacernos de todos nuestros temores y devolver al País de las Maravillas, como aquella pequeña niña de dorada cabellera había bautizado, todo su esplendor para así deshacernos de la malvada Reina Roja. Aquella mujer de gran cabeza que gobernaba mi mundo y el de todas las demás criaturas que allí vivían, necesitábamos aquella niña que tanto nos había ayudado años antes, debía volver.
Había subido al mundo de arriba, aquel donde encontraría a la que sería nuestra gran heroína, pero... ¿donde estaba? Allí habían muchísimas jóvenes llamadas como ella. Los años no cambiaban a los habitantes del submundo, pero sí a los habitantes de la superficie, eso significaba que la que había sido nuestra pequeña, ya no lo sería tanto. ¿Cuantos años habrían pasado? ¿Dos? ¿Tres...? ¡Siete años! Eso es, habían pasado nada más y nada menos que trece años, aquella jovencita alegre y curiosa ya se había convertido en toda una mujer ¿podría reconocerla? Sería complicado así que sólo me quedaba la esperanza de que ella me reconociera a mi y me siguiera hasta la madriguera.
Las semanas pasaban una tras otra y, de todas las Alicias que había encontrado, niguna era la verdadera, la nuestra, la que necesitaba. Había pasado por infinidad de peligros... Los animales me perseguían para comerme, en especial perros y gatos, ¡perros y gatos desnudos! Al igual que todos los demás animales de allí, pero que poca vergüenza, ¡que indecencia! ¿A caso nadie les había enseñado que debían vestirse para estar presentables? Madre mía, si es que yo había visto a todos los hombres, mujeres, niños, niñas, ancianos y ancianas vestidos, ¿por qué ellos no lo hacían? ¿Eran especiales? Pero aquello no era lo peor, no señor, también hacían sus cosas allí, en la calle, delante de todos ¡y la gente sin inmutarse! Por Dios, pero que mala educación que había por esos lugares, además, para colmo, ni un solo animal osó responder a mis preguntas cuando me perdí, ¿ni les habían enseñado educación? Aquello era indignante.
Pero, a pesar de todo por lo que había pasado, había encontrado a la verdadera Alicia ¡estaba segura! No sé como, ni porque pero lo sabía, era ella, aquella joven de vestido azul en medio de una gran fiesta, debía hacer que me viera... La vi bailar con un chico pelirrojo que no me gustaba nada, era demasiado estirado y no pegaba con aquella muchacha, para nada, no, no, no. Pero aquello no importaba, esperé hasta que estuvo paseando por los jardines, a solas con una señora mayor. Estaba a su lado escuchando la conversación, no por querer saber de que hablaban sino porque por la poca distancia me era imposible evitar escucharles, sonreí con el comentario de la joven de que siempre podía pintar las rosas de rojo, era ella, ¡no había duda! De pequeña había ayudado a la reina a pintar las rosas bancas. En el momento que creí oportuno salí corriendo, de tal modo que sólo ella me viera. Gritó, preguntó a aquella mujer, sí, me había visto. Corrí de nuevo hasta que vino detrás mío, me giraba de vez en cuando para cerciorarme de que venía pero la perdí.
¿Pero donde se había metido esa niña? Volví a buscarla, debía estar allí, entre todo aquel cúmulo de gente que había, corrí aquí y allá hasta que pude verla. No estaba entre toda aquella gente sino delante de ella, en el centro de un cenador con aquel joven pelirrojo con el que estaba antes. Suspiré. ¿Es que no podía seguirme y punto? ¿Por qué me hacía eso? ¿No me recordaba? Pero... Me había seguido, ¡había salido corriendo detrás mío! Saqué el reloj del bolsillo interior de mi chaleco, llegaba tarde, el tiempo se acababa, la necesitaba, debía venir conmigo. ¡Espera! ¿Qué había pasado? Alicia se había adelantado unos pasos para quedar en frente de todo aquel público, parecía asustada ¿qué tenía? Volví a mirar el reloj, la mire y se lo señalé. Es tarde, es tarde, recuérdame y ven, sabía que en el interior de su corazón sabía quien era. Vamos, debíamos ir a la madriguera, cuanto antes mejor.
Había subido al mundo de arriba, aquel donde encontraría a la que sería nuestra gran heroína, pero... ¿donde estaba? Allí habían muchísimas jóvenes llamadas como ella. Los años no cambiaban a los habitantes del submundo, pero sí a los habitantes de la superficie, eso significaba que la que había sido nuestra pequeña, ya no lo sería tanto. ¿Cuantos años habrían pasado? ¿Dos? ¿Tres...? ¡Siete años! Eso es, habían pasado nada más y nada menos que trece años, aquella jovencita alegre y curiosa ya se había convertido en toda una mujer ¿podría reconocerla? Sería complicado así que sólo me quedaba la esperanza de que ella me reconociera a mi y me siguiera hasta la madriguera.
Las semanas pasaban una tras otra y, de todas las Alicias que había encontrado, niguna era la verdadera, la nuestra, la que necesitaba. Había pasado por infinidad de peligros... Los animales me perseguían para comerme, en especial perros y gatos, ¡perros y gatos desnudos! Al igual que todos los demás animales de allí, pero que poca vergüenza, ¡que indecencia! ¿A caso nadie les había enseñado que debían vestirse para estar presentables? Madre mía, si es que yo había visto a todos los hombres, mujeres, niños, niñas, ancianos y ancianas vestidos, ¿por qué ellos no lo hacían? ¿Eran especiales? Pero aquello no era lo peor, no señor, también hacían sus cosas allí, en la calle, delante de todos ¡y la gente sin inmutarse! Por Dios, pero que mala educación que había por esos lugares, además, para colmo, ni un solo animal osó responder a mis preguntas cuando me perdí, ¿ni les habían enseñado educación? Aquello era indignante.
Pero, a pesar de todo por lo que había pasado, había encontrado a la verdadera Alicia ¡estaba segura! No sé como, ni porque pero lo sabía, era ella, aquella joven de vestido azul en medio de una gran fiesta, debía hacer que me viera... La vi bailar con un chico pelirrojo que no me gustaba nada, era demasiado estirado y no pegaba con aquella muchacha, para nada, no, no, no. Pero aquello no importaba, esperé hasta que estuvo paseando por los jardines, a solas con una señora mayor. Estaba a su lado escuchando la conversación, no por querer saber de que hablaban sino porque por la poca distancia me era imposible evitar escucharles, sonreí con el comentario de la joven de que siempre podía pintar las rosas de rojo, era ella, ¡no había duda! De pequeña había ayudado a la reina a pintar las rosas bancas. En el momento que creí oportuno salí corriendo, de tal modo que sólo ella me viera. Gritó, preguntó a aquella mujer, sí, me había visto. Corrí de nuevo hasta que vino detrás mío, me giraba de vez en cuando para cerciorarme de que venía pero la perdí.
¿Pero donde se había metido esa niña? Volví a buscarla, debía estar allí, entre todo aquel cúmulo de gente que había, corrí aquí y allá hasta que pude verla. No estaba entre toda aquella gente sino delante de ella, en el centro de un cenador con aquel joven pelirrojo con el que estaba antes. Suspiré. ¿Es que no podía seguirme y punto? ¿Por qué me hacía eso? ¿No me recordaba? Pero... Me había seguido, ¡había salido corriendo detrás mío! Saqué el reloj del bolsillo interior de mi chaleco, llegaba tarde, el tiempo se acababa, la necesitaba, debía venir conmigo. ¡Espera! ¿Qué había pasado? Alicia se había adelantado unos pasos para quedar en frente de todo aquel público, parecía asustada ¿qué tenía? Volví a mirar el reloj, la mire y se lo señalé. Es tarde, es tarde, recuérdame y ven, sabía que en el interior de su corazón sabía quien era. Vamos, debíamos ir a la madriguera, cuanto antes mejor.
Dana S. Viljanen- Fauna
- Soy : Conejo Blanco {Niver McTwisp}
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Empleo /Ocio : Dana: Relojera || Tallulah: Maga Ilusionista
Fecha de inscripción : 15/07/2012
Re: Journey to Wonderland
Todos estaban expectantes a las palabras de Alicia y ella no sabía qué decir porque como había mencionado hacía escasos segundos todo sucedió repentinamente y si no hubiese sido por las hermanas, cuando Hamish le propuso matrimonio se hubiese quedado sin habla. La joven sentía la mirada de todos los invitados sobre ella y entonces algo hizo que ladeara la cabeza y se encontrara nuevamente con él. El conejo blanco de ojos rosados y con chaleco volvía a estar allí y sacó un reloj de bolsillo.
– Necesito tiempo –
La muchacha bajó del cenador y comenzó a correr detrás del conejo blanco sin pararse a pensar en las consecuencias de sus actos, ni siquiera prestaba atención al murmullo que se había extendido entre los invitados ni escuchó a su madre llamarla histérica para que regresara. En esos momentos Alicia tan sólo pensaba en alcanzar al conejo blanco con chaleco. Corrió y corrió detrás de él, alejándose de la residencia de los Ascot e internándose en el bosque que había en la cercanía. Apartó las ramas de los árboles que se interponían en su camino con tal de no perder de vista a tan curioso animal y siguió corriendo hasta que lo vio saltar dentro de una madriguera.
Alicia se agachó al borde de la madriguera para ver en su interior y llamó al conejo. Como no veía nada se asomó un poco más y entonces la rama a la que estaba sujeta una de sus manos cedió y ella cayó en el agujero soltando un grito. La joven trató por todos los medios agarrarse a algo para detener la caída pero era inútil, además se dio cuenta de que aquello parecía un pozo sin fondo y que había varios objetos cotidianos como estanterías, sillas, mesas, incluso un armario. ¿Cómo era eso posible? Intentó agarrarse a lo que parecía una raíz pero ésta se le escurrió de las manos de forma que siguió cayendo y cayendo por aquel túnel infinito hasta que de pronto dio contra algo sólido.
Lejos de hacerse daño Alicia no sintió nada por la caída. Se puso en pie y observó que no se había hecho ningún rasguño. Luego miró a su alrededor y se encontró con que estaba en un extraño vestíbulo donde había numerosas puertas de distinto color y forma. Alicia se aproximó a ellas con cautela y paseó frente a ellas inspeccionándolas e intentado abrirlas sin éxito pues estaban cerradas. Aquel lugar le resultaba familiar, al igual que las puertas, pero era imposible que alguna vez hubiese estado allí. Entonces se fijó que además había un gran espejo. Alicia se puso frente a él mirándolo con curiosidad.
– ¿Cómo es posible que…? – Alicia alargó el brazo para tocar el espejo y soltó una exclamación cuando sus dedos lo atravesaron. Retiró la mano inmediatamente y lo miró asombrada. ¡Era como en su sueño! – Que extraño, ¿estaré soñando? – En caso de que así fuese pensó que debería hacer lo mismo que hacía en él. Así pues la joven Alicia dio un paso al frente y atravesó el espejo.
De pronto se vio inmersa en un lugar totalmente diferente al vestíbulo. A su alrededor se alzaba un inmenso jardín repleto de extrañas y exóticas flores además de grandes setas de todos los colores imaginables. Sin mirar atrás la joven comenzó a andar por aquel insólito lugar observándolo todo con gran curiosidad intentando desentrañar sus secretos.
– ¡Qué curioso, curiosísimo! – exclamó al contemplar lo que en un principio pensó que eran dos libélulas pero que en realidad eran una especie de dragoncillo y un caballito balancín con alas.
Continuó avanzando y pronto comenzó a escuchar unas voces. Éstas no parecían estar muy lejos de donde se encontraba por lo que prosiguió con su camino con la esperanza de encontrarse con aquellos que parecían estar discutiendo.
– Necesito tiempo –
La muchacha bajó del cenador y comenzó a correr detrás del conejo blanco sin pararse a pensar en las consecuencias de sus actos, ni siquiera prestaba atención al murmullo que se había extendido entre los invitados ni escuchó a su madre llamarla histérica para que regresara. En esos momentos Alicia tan sólo pensaba en alcanzar al conejo blanco con chaleco. Corrió y corrió detrás de él, alejándose de la residencia de los Ascot e internándose en el bosque que había en la cercanía. Apartó las ramas de los árboles que se interponían en su camino con tal de no perder de vista a tan curioso animal y siguió corriendo hasta que lo vio saltar dentro de una madriguera.
Alicia se agachó al borde de la madriguera para ver en su interior y llamó al conejo. Como no veía nada se asomó un poco más y entonces la rama a la que estaba sujeta una de sus manos cedió y ella cayó en el agujero soltando un grito. La joven trató por todos los medios agarrarse a algo para detener la caída pero era inútil, además se dio cuenta de que aquello parecía un pozo sin fondo y que había varios objetos cotidianos como estanterías, sillas, mesas, incluso un armario. ¿Cómo era eso posible? Intentó agarrarse a lo que parecía una raíz pero ésta se le escurrió de las manos de forma que siguió cayendo y cayendo por aquel túnel infinito hasta que de pronto dio contra algo sólido.
Lejos de hacerse daño Alicia no sintió nada por la caída. Se puso en pie y observó que no se había hecho ningún rasguño. Luego miró a su alrededor y se encontró con que estaba en un extraño vestíbulo donde había numerosas puertas de distinto color y forma. Alicia se aproximó a ellas con cautela y paseó frente a ellas inspeccionándolas e intentado abrirlas sin éxito pues estaban cerradas. Aquel lugar le resultaba familiar, al igual que las puertas, pero era imposible que alguna vez hubiese estado allí. Entonces se fijó que además había un gran espejo. Alicia se puso frente a él mirándolo con curiosidad.
– ¿Cómo es posible que…? – Alicia alargó el brazo para tocar el espejo y soltó una exclamación cuando sus dedos lo atravesaron. Retiró la mano inmediatamente y lo miró asombrada. ¡Era como en su sueño! – Que extraño, ¿estaré soñando? – En caso de que así fuese pensó que debería hacer lo mismo que hacía en él. Así pues la joven Alicia dio un paso al frente y atravesó el espejo.
De pronto se vio inmersa en un lugar totalmente diferente al vestíbulo. A su alrededor se alzaba un inmenso jardín repleto de extrañas y exóticas flores además de grandes setas de todos los colores imaginables. Sin mirar atrás la joven comenzó a andar por aquel insólito lugar observándolo todo con gran curiosidad intentando desentrañar sus secretos.
– ¡Qué curioso, curiosísimo! – exclamó al contemplar lo que en un principio pensó que eran dos libélulas pero que en realidad eran una especie de dragoncillo y un caballito balancín con alas.
Continuó avanzando y pronto comenzó a escuchar unas voces. Éstas no parecían estar muy lejos de donde se encontraba por lo que prosiguió con su camino con la esperanza de encontrarse con aquellos que parecían estar discutiendo.
Michelle A. Evans- Heroínas
- Soy : Alicia Kingsleigh
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Localización : Storybrooke
Fecha de inscripción : 27/06/2012
Re: Journey to Wonderland
¡Al fin! Después de que dijera delante de toda aquella gente que necesitaba tiempo salió corriendo detrás mío, sí, genial. Empecé a correr, girándome cada pocos segundos para ver si me seguía, no, no la había perdido así que me metí en la madriguera esperando que entrara ella detrás de mi. Una vez abajo del todo entré en el submundo y fui con los compañeros que me estaban esperando: Mallymkun; la lirona, Uilleam; el pájaro Dodo, Darryl y Marryl; las dos flores y Tweedledum y Tweedledee; dos hermanos bastante... curiosos. Corrí hacia ellos tan rápido como pude, llegaba tarde, hacía demasiado que me estaban esperando.
-¡La he encontrado! ¡He encontrado a Alicia!
Se sorprendieron ante mi llegada, pero sabía que estaban alegres, lo sabía, al fin podríamos derrocar a la Reina Roja y devolverle la corona a su hermana, a la Reina Blanca, aquella que traería la prosperidad a nuestro mundo y nos liberaría de toda la maldad que poseía su hermana mayor. Me quedé con mis compañeros y amigos esperando que Alicia llegara abajo del todo de la madriguera, porque me habría seguido ¿no? ¡Debía hacerlo! Esperamos hasta que la vimos aparecer por el espejo, parecía no reconocer el lugar ni acordarse de las criaturas que en este viven, las cuales en su mundo eran extrañas y curiosas. Miré a la Mallymkun.
-Ya podía acordarse de todo esto de la primera vez que vino...
-¡Has traído a una falsa Alicia!
-No, es ella, estoy convencida.
-¡Es una falsa Alicia!
-Dale una oportunidad.
Sí, así era, estaba totalmente convencida de que era ella, no había ninguna duda, algo en mi interior me lo decía. ¿Pero por qué parecía no recodar nada? Había estado allí, ¿es que los años habían hecho que nos olvidara? ¿Que olvidara aquel tiempo que estuvo con nosotros? Aquello me sentaba mal, ¿para que negarlo? Habían sido buenos tiempos aquellos ya quella joven de cabellos dorados no lo recordaba. Esperamos traquilamente hasta que llegara a nosotros, mientras ella observaba todo su alrededor aparentemente fascinada nosotros la observábamos a ella, cada uno con sus ideas sobre si era o no la verdadera Alicia. Al fin llegó ante nosotros, la vimos de cerca, era ella, algo crecida pero seguro que era la misma muchacha.
-¡Es la verdadera Alicia!
-No estoy convencida.
-Pues vaya gratitud. ¡Llevo semanas arriba, siguiendo a una Alicia tras otra! Casi me devoran otros animales, ¿te lo imaginas? Van por ahí desnudos y hacen sus... porquerías ¡en público! Tuve que cerrar los ojos...
-No se parece en nada...
-Eso es porque es una falsa Alicia.
-Uh, si fue puede que sea.
-Si no es, no es.
-Pero si lo fue, lo será.
-No lo es, ni modo.
Por si hay alguien que se lió y no sabe con que color habla cada personaje, dejaré cada vez una lista al final del post con los distintos personajes que han hablado.
Conejo Blanco
Mallymkun
Tweedledum
Tweedledee
Darryl
-¡La he encontrado! ¡He encontrado a Alicia!
Se sorprendieron ante mi llegada, pero sabía que estaban alegres, lo sabía, al fin podríamos derrocar a la Reina Roja y devolverle la corona a su hermana, a la Reina Blanca, aquella que traería la prosperidad a nuestro mundo y nos liberaría de toda la maldad que poseía su hermana mayor. Me quedé con mis compañeros y amigos esperando que Alicia llegara abajo del todo de la madriguera, porque me habría seguido ¿no? ¡Debía hacerlo! Esperamos hasta que la vimos aparecer por el espejo, parecía no reconocer el lugar ni acordarse de las criaturas que en este viven, las cuales en su mundo eran extrañas y curiosas. Miré a la Mallymkun.
-Ya podía acordarse de todo esto de la primera vez que vino...
-¡Has traído a una falsa Alicia!
-No, es ella, estoy convencida.
-¡Es una falsa Alicia!
-Dale una oportunidad.
Sí, así era, estaba totalmente convencida de que era ella, no había ninguna duda, algo en mi interior me lo decía. ¿Pero por qué parecía no recodar nada? Había estado allí, ¿es que los años habían hecho que nos olvidara? ¿Que olvidara aquel tiempo que estuvo con nosotros? Aquello me sentaba mal, ¿para que negarlo? Habían sido buenos tiempos aquellos ya quella joven de cabellos dorados no lo recordaba. Esperamos traquilamente hasta que llegara a nosotros, mientras ella observaba todo su alrededor aparentemente fascinada nosotros la observábamos a ella, cada uno con sus ideas sobre si era o no la verdadera Alicia. Al fin llegó ante nosotros, la vimos de cerca, era ella, algo crecida pero seguro que era la misma muchacha.
-¡Es la verdadera Alicia!
-No estoy convencida.
-Pues vaya gratitud. ¡Llevo semanas arriba, siguiendo a una Alicia tras otra! Casi me devoran otros animales, ¿te lo imaginas? Van por ahí desnudos y hacen sus... porquerías ¡en público! Tuve que cerrar los ojos...
-No se parece en nada...
-Eso es porque es una falsa Alicia.
-Uh, si fue puede que sea.
-Si no es, no es.
-Pero si lo fue, lo será.
-No lo es, ni modo.
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Por si hay alguien que se lió y no sabe con que color habla cada personaje, dejaré cada vez una lista al final del post con los distintos personajes que han hablado.
Conejo Blanco
Mallymkun
Tweedledum
Tweedledee
Darryl
Dana S. Viljanen- Fauna
- Soy : Conejo Blanco {Niver McTwisp}
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Re: Journey to Wonderland
A pesar de que se había propuesto encontrar a aquellas personas a las que escuchaba a lo lejos Alicia se distraía con facilidad y de vez en cuando se detenía a observar su entorno. La muchacha no salía de su asombro pues era todo tan peculiar y sorprendente que cualquier cosa que veía llamaba su atención hasta que luego volvía a prestar atención a las voces para ir a su encuentro. A medida que avanzaba las voces comenzaban a escucharse con más fuerza, lo cual significaba que iba por buen camino y que se estaba acercando. Cuando llegó donde estaban los propietarios de éstas se los quedó mirando confundida. Delante de ella estaba el conejo blanco al que había seguido hasta su madriguera y estaba acompañado por unos extraños gemelos, lo que parecía ser un pájaro dodo, una lirona y unas flores parlanchinas.
El tema sobre el que discutían confundió todavía más a la joven que no sabía quiénes eran ellos. La lirona la acusaba de ser una falsa Alicia y los otros decían que no se parecía en nada a Alicia, lo cual era un completo disparate si se tenía en cuenta que aquel era su sueño. La muchacha miraba a unos y otros mientras hablaban hasta que decidió intervenir.
- ¿Cómo voy a ser una falsa Alicia si este es mi sueño? - En cuanto soltó aquellas palabras le dirigieron miradas extrañadas como si hubiese dicho alguna locura - ¿Quiénes sois vosotros? -
- Soy Tweedledee y él Tweedledum –
- O por el contrario, yo soy Tweedledum y él Tweedledee -
- Consultemos a Absolem -
- ¡Exacto! Absolem sabrá quién es -
- Yo te escoltaré -
- ¡Eh! Eso es injusto -
De pronto Alicia se vio arrastrada por los gemelos que continuaban peleándose porque uno se había adelantado al otro para escoltarla y tiraban de ella de un lado a otro como si fuera de goma. La muchacha lejos de resistirse se dejó llevar hasta que el conejo blanco les dijo que ambos podían escoltarla y la soltaron, aunque la seguían bien de cerca. Alicia siguió al conejo blanco y a la lirona, que la conducían hacia Absolem quien quiera que fuese. Al principio no hizo pregunta alguna pues seguía absorta pensando en quiénes eran aquellos personajes con los que se acababa de cruzar, por qué decían que era una falsa Alicia y qué era ese extraño lugar al que había llegado a través del espejo del vestíbulo de las miles de puertas. Sin embargo, cuando ya casi llegaban a su destino la muchacha no pudo evitar que le entrara la curiosidad.
- ¿Quién es Absolem? -
- Es Absolem – respondieron los gemelos al unísono.
Después de largo rato en silencio, ya que Alicia no hizo ninguna pregunta más después de que la última hubiese quedado igualmente sin una respuesta clara, el camino llegó a su fin. Alicia observó el espeso humo que rodeaba el lugar y ocultaba a aquel que llamaban Absolem.
Tweedledum
Uilleam
Darryl
El tema sobre el que discutían confundió todavía más a la joven que no sabía quiénes eran ellos. La lirona la acusaba de ser una falsa Alicia y los otros decían que no se parecía en nada a Alicia, lo cual era un completo disparate si se tenía en cuenta que aquel era su sueño. La muchacha miraba a unos y otros mientras hablaban hasta que decidió intervenir.
- ¿Cómo voy a ser una falsa Alicia si este es mi sueño? - En cuanto soltó aquellas palabras le dirigieron miradas extrañadas como si hubiese dicho alguna locura - ¿Quiénes sois vosotros? -
- Soy Tweedledee y él Tweedledum –
- O por el contrario, yo soy Tweedledum y él Tweedledee -
- Consultemos a Absolem -
- ¡Exacto! Absolem sabrá quién es -
- Yo te escoltaré -
- ¡Eh! Eso es injusto -
De pronto Alicia se vio arrastrada por los gemelos que continuaban peleándose porque uno se había adelantado al otro para escoltarla y tiraban de ella de un lado a otro como si fuera de goma. La muchacha lejos de resistirse se dejó llevar hasta que el conejo blanco les dijo que ambos podían escoltarla y la soltaron, aunque la seguían bien de cerca. Alicia siguió al conejo blanco y a la lirona, que la conducían hacia Absolem quien quiera que fuese. Al principio no hizo pregunta alguna pues seguía absorta pensando en quiénes eran aquellos personajes con los que se acababa de cruzar, por qué decían que era una falsa Alicia y qué era ese extraño lugar al que había llegado a través del espejo del vestíbulo de las miles de puertas. Sin embargo, cuando ya casi llegaban a su destino la muchacha no pudo evitar que le entrara la curiosidad.
- ¿Quién es Absolem? -
- Es Absolem – respondieron los gemelos al unísono.
Después de largo rato en silencio, ya que Alicia no hizo ninguna pregunta más después de que la última hubiese quedado igualmente sin una respuesta clara, el camino llegó a su fin. Alicia observó el espeso humo que rodeaba el lugar y ocultaba a aquel que llamaban Absolem.
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Localización : Storybrooke
Fecha de inscripción : 27/06/2012
Re: Journey to Wonderland
Lo que ocultaba aquel humo era a una oruga de color azul que fumaba una pipa y la observaba entre la espesor del humo. – ¿Quién eres tú? – Le preguntó con voz profunda mientras le daba una calada a la pipa de la paz (?). La muchacha respondió “¿Absolem?” y él tranquilo alzó las cejas mirándola profundamente – Yo soy Absolem. La cuestión es, ¿quién eres tú? – A lo que ella respondió “Alicia”.
La miró sin fiarse demasiado – Ya veremos… - Musitó y cuando Alicia respondió que ella sabía como se llamaba no pudo evitar decirle – Deberías estúpida niña… - dándole una nueva calada a la pipa. Miró a los demás presentes antes de volver a hablar – Desenrrollad el Oráculo – Les pidió y todos obedecieron.
El Oráculo, era el compendio calendarico del submundo. Una especie de pergamino que se extendía y mostraba todo lo que iba a pasar. Incluido el día que estaban viviendo. Hablaba de todos y cada uno de los días desde el comienzo y el día que estaban viviendo era “El día festivoso durante la era de la Reina Roja”
El día Glorioso era el importante… Era el día en que Alicia mataba al Galimatazo. Una bestia parecida a un dragón que solo se podía matar con una espada, la espada vorpalina. La única espada capaz de matarlo. Y la única capaz de matarlo… Alicia.
“Esa no soy yo” respondió Alicia cuando le contaron todo aquello, alejándose del Oráculo y de ellos, que desesperado se volvieron a Absolem para preguntarle si era la verdadera Alicia.
- No… del todo – Respondió antes de que el espeso humo azul le envolviese desapareciendo de la vista de todos.
Discusiones. Todo eso llevo a discusiones entre ellos. Discusiones que no llevaron a ningún sitio y que terminaron en el momento en que una enorme bestia apareció: El magna presa, junto a las sotas de la Reina Roja, que comenzaron una persecución no sólo de los habitantes de El País de las Maravillas, también de Alicia que se encontraba con ellos.
Podéis rolear la huida del Magnapresa y las sotas de corazón
La miró sin fiarse demasiado – Ya veremos… - Musitó y cuando Alicia respondió que ella sabía como se llamaba no pudo evitar decirle – Deberías estúpida niña… - dándole una nueva calada a la pipa. Miró a los demás presentes antes de volver a hablar – Desenrrollad el Oráculo – Les pidió y todos obedecieron.
El Oráculo, era el compendio calendarico del submundo. Una especie de pergamino que se extendía y mostraba todo lo que iba a pasar. Incluido el día que estaban viviendo. Hablaba de todos y cada uno de los días desde el comienzo y el día que estaban viviendo era “El día festivoso durante la era de la Reina Roja”
El día Glorioso era el importante… Era el día en que Alicia mataba al Galimatazo. Una bestia parecida a un dragón que solo se podía matar con una espada, la espada vorpalina. La única espada capaz de matarlo. Y la única capaz de matarlo… Alicia.
“Esa no soy yo” respondió Alicia cuando le contaron todo aquello, alejándose del Oráculo y de ellos, que desesperado se volvieron a Absolem para preguntarle si era la verdadera Alicia.
- No… del todo – Respondió antes de que el espeso humo azul le envolviese desapareciendo de la vista de todos.
Discusiones. Todo eso llevo a discusiones entre ellos. Discusiones que no llevaron a ningún sitio y que terminaron en el momento en que una enorme bestia apareció: El magna presa, junto a las sotas de la Reina Roja, que comenzaron una persecución no sólo de los habitantes de El País de las Maravillas, también de Alicia que se encontraba con ellos.
Podéis rolear la huida del Magnapresa y las sotas de corazón
Narrador- Mensajes : 36
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Re: Journey to Wonderland
El espero humo que envolvía el lugar fue disolviéndose poco a poco para dejar a la vista una oruga de color azul que estaba posada sobre una enorme seta u hongo. Alicia no salía de su asombro pues la oruga llevaba un monóculo y además fumaba de una pipa de agua. El humo que los rodeaba y que la hizo toser varias veces provenía de ella. Absolem le preguntó quién era ella pero Alicia tan sólo pudo contestar “¿Absolem?” debido a su desconcierto al descubrir que aquel se suponía que sabría decirles si era una falsa Alicia, el sabio que todo sabía, era una oruga. El ser volvió a preguntarle quién era puesto que Absolem era él y ella no podía serlo también. La muchacha tras intentar ahuyentar el humo que despedía la oruga respondió que era Alicia sin embargo, Absolem no parecía demasiado convencido.
– ¿Qué quieres decir con eso? Yo sé quien soy –
Alicia no entendía el motivo que les llevaba a cuestionarla además del hecho de que todos sabían quién era uno mismo. ¿Cómo no iba a saber ella entonces que era Alicia? La muchacha enarcó una ceja al escuchar las siguientes palabras de Absolem acerca de un oráculo y desvió la mirada de la oruga para contemplar un pergamino que acababan de desenrollar. Era un pergamino antiguo y extraño, pues en él las imágenes tenían la capacidad de moverse, no eran estáticas. La joven se fijó en una ilustración en concreto, una en la que salían todos ellos reunidos alrededor del compendio calendárico del submundo y una niña.
– ¿Qué? ¿A quién mato? – preguntó aturdida cuando los gemelos regordetes le explicaron que debía matar al Galimatazo con la espada vorpalina y le enseñaban ese día en el oráculo. Alicia contempló la ilustración alarmada. Era imposible que la chica de la imagen fuese ella. Ella no mataba a nadie. No era posible – La chica del compendio, esa no soy yo – Y tras decir eso la joven se alejó asustada del oráculo, de la oruga y de todos. Al final resultó ser verdad que ella no era la Alicia que esperaban pues ella jamás blandiría una espada para matar a otro ser y aquellos seres que la habían conducido hasta Absolem (el conejo blanco, el pájaro dodo, las flores) comenzaron a discutir nuevamente sobre su identidad. Las flores la acusaron de intentar fingir ser su Alicia, la lirona no paraba de decir que ella lo supo desde el primer instante en que la vio y el resto la miraba con la decepción reflejada en sus rostros.
– Lo siento de verdad. Yo nunca pretendí ser la Alicia a la que buscabais – Y entonces todo cobró sentido para la joven. Lo que estaba viviendo era su sueño, nada de todo aquello era real. Sólo necesitaba darse un pellizco para despertar y que todos ellos desaparecieran. Cerró los ojos y se pellizcó en uno de los brazos pero al abrir los ojos los cinco seguían frente ella – Esto es raro. Normalmente con un pellizco es más que suficiente –
Pero no hubo tiempo para hacerse preguntas pues una bestia enorme apareció detrás de ella. Alicia se dio la vuelta en respuesta al estruendo causado por el cuadrúpedo y también por las exclamaciones de terror de aquellos que estaban con ella. Acompañaban a la bestia numerosas figuras como de metal que simulaban sotas. Desde luego su sueño se estaba haciendo de cada vez más extraño. Sin pensárselo dos veces Alicia echó a correr junto con los demás con la intención de huir de los recién llegados.
– ¿Qué es eso? – preguntó mirando un segundo hacia atrás. Jamás había visto un animal de ese tamaño descomunal y tan temible. Según dijo Tweedledee (o tal vez fue Tweedledum, pues ella no conseguía distinguirlos y dudaba que alguien pudiese) se trataba de un Magnapresa y Alicia se preguntó si siempre eran así de fieros o si había algún motivo por el que el animal y las sotas los persiguieran. Pero por muchas preguntas que se agolparan en su cabeza la muchacha no dejó de correr, ni siquiera cuando más sotas surgieron de entre la maleza. Llegó un momento que no sabía por dónde pisaba, simplemente corría lo más rápido que podía con tal de no ser alcanzaba. Giró a la izquierda, luego a la derecha, saltó por encima de una gruesa raíz para no tropezarse con ella y salteó las diversas setas que predominaban en el lugar, siempre avanzando. No obstante, el Magnapresa era mucho más veloz y en poco tiempo la alcanzaría. ¿Pero para qué correr si no era más que un sueño? Con ese pensamiento en su cabeza Alicia se detuvo en seco encarándose al animal. No temía que pudiera hacerle daño pues tan solo era un sueño y en los sueños no salías mal herido.
– No puede hacerme daño. No puede hacerme daño. No puede hacerme daño – se repetía una y otra vez observando que de cada vez el magnapresa estaba más cerca. La muchacha no se movió cuando el magnapresa se detuvo a escasos centímetros de ella y abría sus fauces embistiéndola con su aliento sino que permaneció allí plantada esperando que la pesadilla terminase, pero no terminaba puesto que ella no lograba despertar. El miedo la invadía por momentos y ya no sabía qué hacer. Entonces apareció la lirona, la cual se subió sobre la cabeza de la bestia y le arrancó un ojo con una mini espada ante la estupefacta mirada de Alicia. La joven salió del trance en el momento que el Magnapresa le dio un zarpazo, al querer llevarse la pata a la cuenca vacía donde segundos antes había estado su ojo, y salió corriendo nuevamente para alejarse de él. Llevaba ya varios metros de distancia del Magnapresa cuando los hermanos se unieron a ella siendo ellos tres (junto con la lirona) los únicos no apresados por aquellas cartas metálicas. Continuaron corriendo unos minutos más hasta que consiguieron salir del bosque y llegaron a un cruce.
– ¿Qué camino debemos tomar? – Gran error el de Alicia pues cada uno de los hermanos la tomó de un brazo tirando de ella para llevarla en una dirección, mas se detuvieron al escuchar el graznido de un pájaro. Los tres se giraron para ver qué sucedía y vieron como un pájaro se abalanzaba sobre ellos – ¡Agachaos! – Exclamó Alicia tirándose al suelo. Sin embargo, los gemelos no reaccionaron con suficiente rapidez y fueron capturados por las garras del ave. Se había quedado totalmente sola.
– ¿Qué quieres decir con eso? Yo sé quien soy –
Alicia no entendía el motivo que les llevaba a cuestionarla además del hecho de que todos sabían quién era uno mismo. ¿Cómo no iba a saber ella entonces que era Alicia? La muchacha enarcó una ceja al escuchar las siguientes palabras de Absolem acerca de un oráculo y desvió la mirada de la oruga para contemplar un pergamino que acababan de desenrollar. Era un pergamino antiguo y extraño, pues en él las imágenes tenían la capacidad de moverse, no eran estáticas. La joven se fijó en una ilustración en concreto, una en la que salían todos ellos reunidos alrededor del compendio calendárico del submundo y una niña.
– ¿Qué? ¿A quién mato? – preguntó aturdida cuando los gemelos regordetes le explicaron que debía matar al Galimatazo con la espada vorpalina y le enseñaban ese día en el oráculo. Alicia contempló la ilustración alarmada. Era imposible que la chica de la imagen fuese ella. Ella no mataba a nadie. No era posible – La chica del compendio, esa no soy yo – Y tras decir eso la joven se alejó asustada del oráculo, de la oruga y de todos. Al final resultó ser verdad que ella no era la Alicia que esperaban pues ella jamás blandiría una espada para matar a otro ser y aquellos seres que la habían conducido hasta Absolem (el conejo blanco, el pájaro dodo, las flores) comenzaron a discutir nuevamente sobre su identidad. Las flores la acusaron de intentar fingir ser su Alicia, la lirona no paraba de decir que ella lo supo desde el primer instante en que la vio y el resto la miraba con la decepción reflejada en sus rostros.
– Lo siento de verdad. Yo nunca pretendí ser la Alicia a la que buscabais – Y entonces todo cobró sentido para la joven. Lo que estaba viviendo era su sueño, nada de todo aquello era real. Sólo necesitaba darse un pellizco para despertar y que todos ellos desaparecieran. Cerró los ojos y se pellizcó en uno de los brazos pero al abrir los ojos los cinco seguían frente ella – Esto es raro. Normalmente con un pellizco es más que suficiente –
Pero no hubo tiempo para hacerse preguntas pues una bestia enorme apareció detrás de ella. Alicia se dio la vuelta en respuesta al estruendo causado por el cuadrúpedo y también por las exclamaciones de terror de aquellos que estaban con ella. Acompañaban a la bestia numerosas figuras como de metal que simulaban sotas. Desde luego su sueño se estaba haciendo de cada vez más extraño. Sin pensárselo dos veces Alicia echó a correr junto con los demás con la intención de huir de los recién llegados.
– ¿Qué es eso? – preguntó mirando un segundo hacia atrás. Jamás había visto un animal de ese tamaño descomunal y tan temible. Según dijo Tweedledee (o tal vez fue Tweedledum, pues ella no conseguía distinguirlos y dudaba que alguien pudiese) se trataba de un Magnapresa y Alicia se preguntó si siempre eran así de fieros o si había algún motivo por el que el animal y las sotas los persiguieran. Pero por muchas preguntas que se agolparan en su cabeza la muchacha no dejó de correr, ni siquiera cuando más sotas surgieron de entre la maleza. Llegó un momento que no sabía por dónde pisaba, simplemente corría lo más rápido que podía con tal de no ser alcanzaba. Giró a la izquierda, luego a la derecha, saltó por encima de una gruesa raíz para no tropezarse con ella y salteó las diversas setas que predominaban en el lugar, siempre avanzando. No obstante, el Magnapresa era mucho más veloz y en poco tiempo la alcanzaría. ¿Pero para qué correr si no era más que un sueño? Con ese pensamiento en su cabeza Alicia se detuvo en seco encarándose al animal. No temía que pudiera hacerle daño pues tan solo era un sueño y en los sueños no salías mal herido.
– No puede hacerme daño. No puede hacerme daño. No puede hacerme daño – se repetía una y otra vez observando que de cada vez el magnapresa estaba más cerca. La muchacha no se movió cuando el magnapresa se detuvo a escasos centímetros de ella y abría sus fauces embistiéndola con su aliento sino que permaneció allí plantada esperando que la pesadilla terminase, pero no terminaba puesto que ella no lograba despertar. El miedo la invadía por momentos y ya no sabía qué hacer. Entonces apareció la lirona, la cual se subió sobre la cabeza de la bestia y le arrancó un ojo con una mini espada ante la estupefacta mirada de Alicia. La joven salió del trance en el momento que el Magnapresa le dio un zarpazo, al querer llevarse la pata a la cuenca vacía donde segundos antes había estado su ojo, y salió corriendo nuevamente para alejarse de él. Llevaba ya varios metros de distancia del Magnapresa cuando los hermanos se unieron a ella siendo ellos tres (junto con la lirona) los únicos no apresados por aquellas cartas metálicas. Continuaron corriendo unos minutos más hasta que consiguieron salir del bosque y llegaron a un cruce.
– ¿Qué camino debemos tomar? – Gran error el de Alicia pues cada uno de los hermanos la tomó de un brazo tirando de ella para llevarla en una dirección, mas se detuvieron al escuchar el graznido de un pájaro. Los tres se giraron para ver qué sucedía y vieron como un pájaro se abalanzaba sobre ellos – ¡Agachaos! – Exclamó Alicia tirándose al suelo. Sin embargo, los gemelos no reaccionaron con suficiente rapidez y fueron capturados por las garras del ave. Se había quedado totalmente sola.
Michelle A. Evans- Heroínas
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