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Mulan's Decision
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Mulan's Decision
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Narrador- Mensajes : 36
Fecha de inscripción : 27/06/2012
Re: Mulan's Decision
El último suspiro que exhaló hizo que ella elevara la mirada enfrentándola a esos ojos que la miraban con crueldad y alzaban la espada para darle también el golpe mortal. Reaccionó a tiempo para esquivar el golpe y clavarle su espalda a aquel desgraciado. Dejó que la rabia la invadiera por completo y la canalizó contra aquel ejercito que había ido a destruir su pueblo y todo lo que había en él. Al final acabaron con ellos a pesar de las múltiples bajas que hubo en su bando. Habían vuelto a vencer a Siobhan Mills, pero ella había perdido una parte importante de su vida y quedó destrozada.
No pudo celebrar esa victoria, no como había celebrado la gran victoria contra sus enemigos cuando solo tenía dieciocho años. A pesar de la prohibición que tenían en su pueblo las mujeres de formar parte del ejército, ella había robado la armadura a su padre, se había cortado los cabellos y había engañado durante todo el tiempo de instrucción a su general y al resto de sus compañeros. Para su mala suerte, durante una batalla fue herida de gravedad y descubrieron su secreto.
La condena era... la muerte, sin embargo por algún motivo su capitán la perdonó y la dejó abandonada en pleno invierno en el Bosque. Iban a celebrar la victoria contra su enemigo sin saber que estos no habían sido vencidos y les tendían una trampa en la ciudad. Ella fue la que con su ingenio y con ayuda de sus compañeros más fieles logró vencer de una vez por todas a aquel ejército que quería hacerse con las tierras de los suyos.
Ella había llevado el honor a la familia Fa. Ante ella se habían arrodillado todos y a partir de ese momento fue conocida en todas las tierras dominadas por los orientales. A partir de ahí todo parecía haber ido cuesta arriba en la vida de la joven. Había iniciado una relación con el general Chang y estaban prometidos cuando el ejercito oscuro de la Reina comenzó a invadir sus tierras.
Contaba con veinte años prácticamente recién cumplidos cuando en la última batalla uno de los soldados oscuros de aquella despiadada mujer le arrebató la vida a Shang...
Fue la única batalla que no pudo celebrar. La única celebración que nadie llevo a cabo. Todo el pueblo se vistió de luto y ella sintió que un agujero oscuro crecía en su interior. Le habían arrebatado lo que más amaba en el mundo. Así sin más, con una certera estocada. Durante mucho tiempo no volvió a luchar, ni tan siquiera se veía capaz de acercarse a una espada o un arco y se convirtió en lo que tenían que convertirse todas las mujeres de su cultura. En una buena futura esposa.
Al cumplir veintiún años se quitó el anillo que él le había colocado en el dedo el día que se prometieron y lo guardo en una cajita que dejó en el Mausoleo del bosque de la familia Li. El dolor había menguado al igual que los sentimientos que había tenido alguna vez en su corazón. Había aprendido a seguir adelante.
Acababa de cumplir veinticuatro años. No se lo podía creer. – Parece mentira que hayan pasado cuatro años casi desde que se fue, ¿verdad? – Preguntó mientras caminaba con el cubo que estaba dispuesta a llenar de agua vacío. Esos últimos días había empezado a tener ideas... Había escuchado que la Reina había empezado con una tiranía que parecía no tener límites y por algún motivo tenía la certeza de que ella podía hacer algo , podía mover una ficha. Le estaba dando vueltas a una idea, arriesgada quizás... Pero esos riesgos, esa necesidad, esa impulsividad y ese actuar sin pensar eran parte de ella, ¿no? Si había podido formar un ejército con solo diecinueve años (aunque había tenido su ayuda) ¿Qué le impedía hacer lo mismo ahora?
No pudo celebrar esa victoria, no como había celebrado la gran victoria contra sus enemigos cuando solo tenía dieciocho años. A pesar de la prohibición que tenían en su pueblo las mujeres de formar parte del ejército, ella había robado la armadura a su padre, se había cortado los cabellos y había engañado durante todo el tiempo de instrucción a su general y al resto de sus compañeros. Para su mala suerte, durante una batalla fue herida de gravedad y descubrieron su secreto.
La condena era... la muerte, sin embargo por algún motivo su capitán la perdonó y la dejó abandonada en pleno invierno en el Bosque. Iban a celebrar la victoria contra su enemigo sin saber que estos no habían sido vencidos y les tendían una trampa en la ciudad. Ella fue la que con su ingenio y con ayuda de sus compañeros más fieles logró vencer de una vez por todas a aquel ejército que quería hacerse con las tierras de los suyos.
Ella había llevado el honor a la familia Fa. Ante ella se habían arrodillado todos y a partir de ese momento fue conocida en todas las tierras dominadas por los orientales. A partir de ahí todo parecía haber ido cuesta arriba en la vida de la joven. Había iniciado una relación con el general Chang y estaban prometidos cuando el ejercito oscuro de la Reina comenzó a invadir sus tierras.
Contaba con veinte años prácticamente recién cumplidos cuando en la última batalla uno de los soldados oscuros de aquella despiadada mujer le arrebató la vida a Shang...
Fue la única batalla que no pudo celebrar. La única celebración que nadie llevo a cabo. Todo el pueblo se vistió de luto y ella sintió que un agujero oscuro crecía en su interior. Le habían arrebatado lo que más amaba en el mundo. Así sin más, con una certera estocada. Durante mucho tiempo no volvió a luchar, ni tan siquiera se veía capaz de acercarse a una espada o un arco y se convirtió en lo que tenían que convertirse todas las mujeres de su cultura. En una buena futura esposa.
Al cumplir veintiún años se quitó el anillo que él le había colocado en el dedo el día que se prometieron y lo guardo en una cajita que dejó en el Mausoleo del bosque de la familia Li. El dolor había menguado al igual que los sentimientos que había tenido alguna vez en su corazón. Había aprendido a seguir adelante.
Acababa de cumplir veinticuatro años. No se lo podía creer. – Parece mentira que hayan pasado cuatro años casi desde que se fue, ¿verdad? – Preguntó mientras caminaba con el cubo que estaba dispuesta a llenar de agua vacío. Esos últimos días había empezado a tener ideas... Había escuchado que la Reina había empezado con una tiranía que parecía no tener límites y por algún motivo tenía la certeza de que ella podía hacer algo , podía mover una ficha. Le estaba dando vueltas a una idea, arriesgada quizás... Pero esos riesgos, esa necesidad, esa impulsividad y ese actuar sin pensar eran parte de ella, ¿no? Si había podido formar un ejército con solo diecinueve años (aunque había tenido su ayuda) ¿Qué le impedía hacer lo mismo ahora?
Sydney J. Watson- Heroínas
- Soy : Mulan
Mensajes : 251
Empleo /Ocio : Psicóloga de baja
Localización : Storybrooke
Fecha de inscripción : 28/06/2012
Re: Mulan's Decision
Cualquier deuda con la familia Fa que hubiera tenido en el pasado, había quedado saldada. La primera batalla en la que participaron y tuvo la misión de proteger a Mulan, no iba a ser la última; pero era difícil superar la incertidumbre que había sentido en aquella, en la que por un momento, pensaba que iba a volver a fracasar, que iban a volver a matar a un miembro de la honorable familia Fa. Pero por suerte, todo había salido mejor de lo previsto, y volvió a ser aceptado por los ancestros, aunque nunca se quitaría de encima alguna que otra mirada recelosa por parte de ellos.
Pero la vida había golpeado duro a Mulan con el fallecimiento, o mejor dicho asesinato, de Chang. Un golpe fatídico, en el cual no se separó nunca como fiel compañero de la fuerte mujer que era Fa Mulan. Quería consolarla, y le recordaba a aquel episodio en el que abandonaron a la pobre chiquilla sin nada más que al grillo con suerte, a Mushu, por supuesto, y a su vaca como compañía, pero eso no la detuvo, ni mucho menos. Y no creía que esa vez fuera diferente; por suerte Mulan parecía volver a estar más animada, a pesar de que no todo a su alrededor era de un color de rosa, precisamente. Más bien parecía que la Reina quería pintarlo todo más negro que su propia capa.
- Sin lugar a dudas... Desde que me despertaron puedo asegurar que el tiempo pasa muy rápido - afirmó caminando al lado de Mulan sin demasiada prisa. Aún guardaba el Gong con el que intentó despertar al Gran Dragón de piedra (con consecuencias nefastas) en alguna parte de la casa - Es increíble que, aún y con el tiempo que ha pasado, me sigues sorprendiendo como el primer día. A pesar de un golpe tan duro, has levantado la cabeza y ahí sigues; con tu casa, con tu vida, con tu ñoño-cubo... - miró de refilón el cubo que llevaba su protegida en una de sus manos - Superando la pérdida día tras día como la heroína que ya has demostrado ser durante todo este tiempo. No puedo parar de decir: ¡Mi pequeñina ya es toda una mujer!... Espera, llevo como séis años diciendo lo mismo ¿no?
Mulan seguramente debía de estar cansada ya de que nunca hubiera silencio a su alrededor, no al menos mientras tuviera a Mushu rondando a su lado. Ni con una guerra de hombres brutos era capaz de cerrar el morro bigotudo que tenía. Bueno, al menos había aprendido la lección y no volvería a jugar con cañones, la última vez que estuvo haciendo el idiota con el grillo, los enemigos casi los decapitan... como mínimo. Aquello no era un ejército, ¡era una maldita legión de troles! Y otra cosa tenía clara después de eso; no volvería a morder el trasero de un hombre.
- Grillo con suerte, estás demasiado callado. ¿Es porque aún hay rayos de sol? Pronto podrás deleitarnos con alguna balada "grillal", o mejor, un poco de rock no irá mal. Presiento que pronto será de noche - dijo dirigiéndose al bichillo momentáneamente que andaba con ellos, o bueno, saltaba. Luego miró hacia arriba, para apreciar mejor el rostro de la joven. Que el Sol se estaba poniendo no era lo único que Mushu presentía. - ¿Mulan? ¿Por qué te has referido a lo que ocurrió con él justamente ahora? - preguntó con suspicacia. Ya uno no podía fiarse de lo que se cocía en mente de aquella mujer. ¡Ay, mujer! Aún tenía que acostumbrarse a verla como tal.
- ¡Esta noche cocino yo! Dos huevos fritos con arroz y bacon, como en los viejos tiempos. - oh, quizás no tenía que haber dicho eso. Intentó rectificar - Bueno, es que es lo que mejor sé cocinar... ¡Y está muy bueno!
Pero la vida había golpeado duro a Mulan con el fallecimiento, o mejor dicho asesinato, de Chang. Un golpe fatídico, en el cual no se separó nunca como fiel compañero de la fuerte mujer que era Fa Mulan. Quería consolarla, y le recordaba a aquel episodio en el que abandonaron a la pobre chiquilla sin nada más que al grillo con suerte, a Mushu, por supuesto, y a su vaca como compañía, pero eso no la detuvo, ni mucho menos. Y no creía que esa vez fuera diferente; por suerte Mulan parecía volver a estar más animada, a pesar de que no todo a su alrededor era de un color de rosa, precisamente. Más bien parecía que la Reina quería pintarlo todo más negro que su propia capa.
- Sin lugar a dudas... Desde que me despertaron puedo asegurar que el tiempo pasa muy rápido - afirmó caminando al lado de Mulan sin demasiada prisa. Aún guardaba el Gong con el que intentó despertar al Gran Dragón de piedra (con consecuencias nefastas) en alguna parte de la casa - Es increíble que, aún y con el tiempo que ha pasado, me sigues sorprendiendo como el primer día. A pesar de un golpe tan duro, has levantado la cabeza y ahí sigues; con tu casa, con tu vida, con tu ñoño-cubo... - miró de refilón el cubo que llevaba su protegida en una de sus manos - Superando la pérdida día tras día como la heroína que ya has demostrado ser durante todo este tiempo. No puedo parar de decir: ¡Mi pequeñina ya es toda una mujer!... Espera, llevo como séis años diciendo lo mismo ¿no?
Mulan seguramente debía de estar cansada ya de que nunca hubiera silencio a su alrededor, no al menos mientras tuviera a Mushu rondando a su lado. Ni con una guerra de hombres brutos era capaz de cerrar el morro bigotudo que tenía. Bueno, al menos había aprendido la lección y no volvería a jugar con cañones, la última vez que estuvo haciendo el idiota con el grillo, los enemigos casi los decapitan... como mínimo. Aquello no era un ejército, ¡era una maldita legión de troles! Y otra cosa tenía clara después de eso; no volvería a morder el trasero de un hombre.
- Grillo con suerte, estás demasiado callado. ¿Es porque aún hay rayos de sol? Pronto podrás deleitarnos con alguna balada "grillal", o mejor, un poco de rock no irá mal. Presiento que pronto será de noche - dijo dirigiéndose al bichillo momentáneamente que andaba con ellos, o bueno, saltaba. Luego miró hacia arriba, para apreciar mejor el rostro de la joven. Que el Sol se estaba poniendo no era lo único que Mushu presentía. - ¿Mulan? ¿Por qué te has referido a lo que ocurrió con él justamente ahora? - preguntó con suspicacia. Ya uno no podía fiarse de lo que se cocía en mente de aquella mujer. ¡Ay, mujer! Aún tenía que acostumbrarse a verla como tal.
- ¡Esta noche cocino yo! Dos huevos fritos con arroz y bacon, como en los viejos tiempos. - oh, quizás no tenía que haber dicho eso. Intentó rectificar - Bueno, es que es lo que mejor sé cocinar... ¡Y está muy bueno!
Keith J. Dylan- Seres Mágicos
- Soy : Mushu
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Re: Mulan's Decision
Muchas veces se preguntaba cómo sería eso de estar dormido durante tantos años y que luego de repente un día te despertasen y para nada más y nada menos que proteger y guiar a una loca de tu familia que había decidido hacerse pasar por hombre y enlistarse en la guerra en el lugar que le tocaba a su padre. Ella por su parte no podía estar más que agradecida de que hubiese sido precisamente Mushu el encargado de protegerla, puesto que seis años después se podía decir que tenía una amistad especial con el dragón, todo esto sin olvidar al Grillo de la Suerte y a Khan por supuesto.
La joven dejó el cubo sobre el borde del pozo de piedra antes de tomar la cuerda y empezar a tirar de ella. Notó la mirada de Mushu sobre ella pero intentó ignorarla. Ni siquiera le había contestado a su pregunta, se estaba tomando su tiempo. – Porque dentro de unos cuantos días hará cuatro años de eso. ¿Puedes creer que no consigo olvidar ese día? – Ni siquiera creía que llegase el día en que pudiese olvidar semejante episodio de su vida. Y sí, seguía con su vida… - No me queda otra opción, ¿no crees? No otra que no sea seguir adelante. Él no hubiese querido que me rindiese. – Le miró unos segundos y esbozó una ligera sonrisa justo cuando el cubo empezó a asomar. Alargó el brazo para cogerlo y pasar el agua al que ella había llevado consigo – Ya no soy la que era… - Negó con la cabeza. Así al menos lo sentía ella, aunque en los últimos días aquella fuerza dormida en su interior parecía haber empezado a despertar otra vez. – Sí, llevas diciendo lo mismo desde hace seis años – En su rostro apareció una nueva sonrisa más grande que la anterior. Volvió a asir el cubo dispuesta a volver a casa. Su abuela y sus padres la esperaban y sin embargo…
Volvió la mirada hacia atrás un segundo. El sol había empezado a perderse en el horizonte y sus rayos bañaban todo de una luz anaranjada solo empalidecida por las negras nubes que había por encima de su cabeza. Alzó la mirada un segundo al cielo justo antes de que un rayo cruzará el cielo en la distancia.
- Tengo la sensación de que debería hacer algo e intentar pararle los pies a la Reina... – Murmuró dando unos cuantos pasos en dirección a su casa mientras notaba como sus dos acompañantes la seguían – ¿Es acaso una locura siquiera pensarlo? – Bajó la mirada hasta Mushu. Nunca había querido ir a por aquella mujer en busca de venganza, para vengar su muerte. No se consideraba ese tipo de personas. El asunto que ahora le hacía sentir que ella podía cambiar algo era mucho más grande. No implicaba solo la muerte de él, implicaba otras tantas – Necesito volver a sentirlo...
Adrenalina. Poder. Miedo. El riesgo y la muerte pisándote los talones. Mulan había aprendido que no había droga como la adrenalina y el miedo. Te permitían hacer cosas que en un estado normal no conseguías hacer. Te daban ideas descabelladas pero que funcionaban... y si no solo tenía que recordar la avalancha que ella misma había provocado y que acabo con su enemigo (o la mayor parte de ellos) y casi con su vida y la del general.
El problema radicaba en su familia. Desde lo acontecido no la habían dejado llevar a cabo según qué tipo de actividades y habían intentado alejarla de la vida que llevaba para reconducirla a la que siempre debía de haber tenido. – ¿Tú qué piensas? – Le preguntó a su amigo y es que aunque fuera una cabezota y al final siempre acabara haciendo lo que ella quisiera, siempre le gustaba saber qué opinaba el resto, pero sobretodo que opinaban aquellos que la habían acompañado en las batallas.
La joven dejó el cubo sobre el borde del pozo de piedra antes de tomar la cuerda y empezar a tirar de ella. Notó la mirada de Mushu sobre ella pero intentó ignorarla. Ni siquiera le había contestado a su pregunta, se estaba tomando su tiempo. – Porque dentro de unos cuantos días hará cuatro años de eso. ¿Puedes creer que no consigo olvidar ese día? – Ni siquiera creía que llegase el día en que pudiese olvidar semejante episodio de su vida. Y sí, seguía con su vida… - No me queda otra opción, ¿no crees? No otra que no sea seguir adelante. Él no hubiese querido que me rindiese. – Le miró unos segundos y esbozó una ligera sonrisa justo cuando el cubo empezó a asomar. Alargó el brazo para cogerlo y pasar el agua al que ella había llevado consigo – Ya no soy la que era… - Negó con la cabeza. Así al menos lo sentía ella, aunque en los últimos días aquella fuerza dormida en su interior parecía haber empezado a despertar otra vez. – Sí, llevas diciendo lo mismo desde hace seis años – En su rostro apareció una nueva sonrisa más grande que la anterior. Volvió a asir el cubo dispuesta a volver a casa. Su abuela y sus padres la esperaban y sin embargo…
Volvió la mirada hacia atrás un segundo. El sol había empezado a perderse en el horizonte y sus rayos bañaban todo de una luz anaranjada solo empalidecida por las negras nubes que había por encima de su cabeza. Alzó la mirada un segundo al cielo justo antes de que un rayo cruzará el cielo en la distancia.
- Tengo la sensación de que debería hacer algo e intentar pararle los pies a la Reina... – Murmuró dando unos cuantos pasos en dirección a su casa mientras notaba como sus dos acompañantes la seguían – ¿Es acaso una locura siquiera pensarlo? – Bajó la mirada hasta Mushu. Nunca había querido ir a por aquella mujer en busca de venganza, para vengar su muerte. No se consideraba ese tipo de personas. El asunto que ahora le hacía sentir que ella podía cambiar algo era mucho más grande. No implicaba solo la muerte de él, implicaba otras tantas – Necesito volver a sentirlo...
Adrenalina. Poder. Miedo. El riesgo y la muerte pisándote los talones. Mulan había aprendido que no había droga como la adrenalina y el miedo. Te permitían hacer cosas que en un estado normal no conseguías hacer. Te daban ideas descabelladas pero que funcionaban... y si no solo tenía que recordar la avalancha que ella misma había provocado y que acabo con su enemigo (o la mayor parte de ellos) y casi con su vida y la del general.
El problema radicaba en su familia. Desde lo acontecido no la habían dejado llevar a cabo según qué tipo de actividades y habían intentado alejarla de la vida que llevaba para reconducirla a la que siempre debía de haber tenido. – ¿Tú qué piensas? – Le preguntó a su amigo y es que aunque fuera una cabezota y al final siempre acabara haciendo lo que ella quisiera, siempre le gustaba saber qué opinaba el resto, pero sobretodo que opinaban aquellos que la habían acompañado en las batallas.
Sydney J. Watson- Heroínas
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Fecha de inscripción : 28/06/2012
Re: Mulan's Decision
Era gratificante ver esas sonrisas que Mulan le dedicaba, aún hablando del tema del fallecido general Chang. Eso sólo hacía que volver a recordar el espíritu fuerte que se refugiaba dentro de su ser. Pero aquella muchacha tenía un "algo" imparable, y Mushu estaba temiendo, un temor que se iba acrecentando a medida que iban pasando los segundos y los minutos. Mulan estaba muy pendiente del paisaje, incluso dirigió una mirada en dirección a casa. El pensamiento del pequeño dragonzuelo se hacía bastante evidente, pues sus expresiones solían ser tan transparentes como su mente.
- Sí, la vida sigue... Menos la del Gran Dragón de Piedra - bromeó susurrando eso último por si acaso alguno de los ancestros se enteraban... Vale que el monumento quedó destrozado, pero igual y se pensaban que todavía "seguía con vida". Estuvo apunto de preguntarle el por qué "no era la misma de antes". ¿A qué se refería exactamente? Ni tuvo tiempo de decir nada más que Mulan prácticamente respondió y resolvió sus dudas.
- ¡¿Qué?! - exclamó incrédulo, subiendo en un rápido movimiento cual serpiente hasta el muro de piedra que rodeaba el pozo, de manera que estuviera más a la altura de Mulan - ¿Estás de broma?... Vale, creo que la respuesta a esa pregunta es más que evidente - murmuró eso último prácticamente para sí mismo. Bajó con la misma velocidad del muro para seguir los pasos de Mulan, que se dirigía aparentemente hacia su casa. Se podían oír sus uñas golpeando con la piedra, produciendo un peculiar sonido que desapareció al caminar por la tierra del bosque - ¡Mulan! ¡Sobrevivimos a dos batallas! Eres una guerrera de élite, eso es innegable, pero... ¿No crees que has corrido demasiados riesgos ya a estas alturas? ¡Vas a matar a tu familia a base de infartos! - comentó intentando ir al ritmo de la joven, teniendo que hacer sprints de vez en cuando para alcanzarla, sus pasos eran relativamente pequeños comparados con los de ella y su vaca. Aunque le sacaba ventaja al grillo...
- ¡ES una locura! - afirmó rotundamente y con total seguridad. - ¿Por qué decides pasar este riesgo una vez más? ¿Es por Chang? Él no querría ver que arriesgas tu vida en un campo de batalla, y más cuando en la última estuviste a punto de perder la vida... Bueno, en la otra también pero... - se detuvo un momento ante la pregunta de Mulan. Le pilló por sorpresa todo aquello, desde luego. No había intuido que volvía a tener pensamientos de formar parte de una batalla por tercera vez... - ¿Que qué pienso? ¿De verdad me estás preguntando que qué pienso? - su respuesta parecía ser obvia, y se hizo el silencio por unos segundos antes de afirmar lo que parecía evidente, o no - Agg.... Bueeeno.... ¡Está bien! ¡Vamos a patearles el trasero! (mientras no se lo laven con amoniaco, perfecto) - acabó por decir, más animado y decidido. - Pero sepas que voy a tener que despertar a todos los ancestros para que te protejan en la medida que puedan... En esta batalla vamos a necesitar sus rezos más que nunca, y dudo que les haga mucha gracia - dijo alzando un... ¿dedo? en modo de advertencia - Pero con alguien como yo protegiéndote... ¡qué más se puede pedir? - se peinó las orejas hacia atrás en señal de orgullo - Creo que tendré remordimientos por esto... - se murmuró a sí mismo, pensando en cómo estaba alentando, una vez más, a su pequeña Mulan. Si su familia lo supiera o se enterara de ello, Mushu sin duda sería la cena de esa misma noche "Mushu a la carta; con algas, con arroz, con salsa de soja, frito y rebozado... A la parrilla". Miró al grillo con complicidad, aunque ninguno tenía tanta voz y tanto voto como él mismo - Esta vez daré todo de mí, no permitiré que nada malo te suceda. Creo que lo he hecho bien hasta ahora... Para lo poco que cobro... ¡Ey! ¡Tendré que buscar el gong! - comentó mientras seguían caminando lentamente.
- Sí, la vida sigue... Menos la del Gran Dragón de Piedra - bromeó susurrando eso último por si acaso alguno de los ancestros se enteraban... Vale que el monumento quedó destrozado, pero igual y se pensaban que todavía "seguía con vida". Estuvo apunto de preguntarle el por qué "no era la misma de antes". ¿A qué se refería exactamente? Ni tuvo tiempo de decir nada más que Mulan prácticamente respondió y resolvió sus dudas.
- ¡¿Qué?! - exclamó incrédulo, subiendo en un rápido movimiento cual serpiente hasta el muro de piedra que rodeaba el pozo, de manera que estuviera más a la altura de Mulan - ¿Estás de broma?... Vale, creo que la respuesta a esa pregunta es más que evidente - murmuró eso último prácticamente para sí mismo. Bajó con la misma velocidad del muro para seguir los pasos de Mulan, que se dirigía aparentemente hacia su casa. Se podían oír sus uñas golpeando con la piedra, produciendo un peculiar sonido que desapareció al caminar por la tierra del bosque - ¡Mulan! ¡Sobrevivimos a dos batallas! Eres una guerrera de élite, eso es innegable, pero... ¿No crees que has corrido demasiados riesgos ya a estas alturas? ¡Vas a matar a tu familia a base de infartos! - comentó intentando ir al ritmo de la joven, teniendo que hacer sprints de vez en cuando para alcanzarla, sus pasos eran relativamente pequeños comparados con los de ella y su vaca. Aunque le sacaba ventaja al grillo...
- ¡ES una locura! - afirmó rotundamente y con total seguridad. - ¿Por qué decides pasar este riesgo una vez más? ¿Es por Chang? Él no querría ver que arriesgas tu vida en un campo de batalla, y más cuando en la última estuviste a punto de perder la vida... Bueno, en la otra también pero... - se detuvo un momento ante la pregunta de Mulan. Le pilló por sorpresa todo aquello, desde luego. No había intuido que volvía a tener pensamientos de formar parte de una batalla por tercera vez... - ¿Que qué pienso? ¿De verdad me estás preguntando que qué pienso? - su respuesta parecía ser obvia, y se hizo el silencio por unos segundos antes de afirmar lo que parecía evidente, o no - Agg.... Bueeeno.... ¡Está bien! ¡Vamos a patearles el trasero! (mientras no se lo laven con amoniaco, perfecto) - acabó por decir, más animado y decidido. - Pero sepas que voy a tener que despertar a todos los ancestros para que te protejan en la medida que puedan... En esta batalla vamos a necesitar sus rezos más que nunca, y dudo que les haga mucha gracia - dijo alzando un... ¿dedo? en modo de advertencia - Pero con alguien como yo protegiéndote... ¡qué más se puede pedir? - se peinó las orejas hacia atrás en señal de orgullo - Creo que tendré remordimientos por esto... - se murmuró a sí mismo, pensando en cómo estaba alentando, una vez más, a su pequeña Mulan. Si su familia lo supiera o se enterara de ello, Mushu sin duda sería la cena de esa misma noche "Mushu a la carta; con algas, con arroz, con salsa de soja, frito y rebozado... A la parrilla". Miró al grillo con complicidad, aunque ninguno tenía tanta voz y tanto voto como él mismo - Esta vez daré todo de mí, no permitiré que nada malo te suceda. Creo que lo he hecho bien hasta ahora... Para lo poco que cobro... ¡Ey! ¡Tendré que buscar el gong! - comentó mientras seguían caminando lentamente.
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Fecha de inscripción : 13/07/2012
Re: Mulan's Decision
¿Qué si estaba bromeando? ¿La veía con cara de bromear? Siguió caminando tranquilamente mientras Mushu hablaba de lo mucho que había hecho. Había, en pasado porque después de la muerte de Shang ella había dejado de ocuparse de todas aquellas cosas. Hasta hacia unas pocas semanas no había sentido la necesidad de volver a librar batalla alguna. Lo veía totalmente innecesario, por las mismas razones que le estaba diciendo ahora Mushu, provocarles un infarto a su familia y el hecho de que ya había corrido demasiados riesgos, pero ahora sentía esa imperiosa necesidad de hacerlo y no podía seguir ignorándola más tiempo.
- ¡No! ¡Por supuesto que no! – Se defendió la joven mientras paraba bruscamente. Sintió como agua caía al suelo desde el interior del cubo, pero en ese momento ni le importó – Él querría que hiciera aquello que siento que tengo que hacer – Dijo con total seguridad. Una seguridad que no creía poseer realmente y ni siquiera sabía de donde había surgido. – Claro que te estoy preguntando lo que piensas, sino me habría ahorrado la pregunta – Contestó con cierto sarcasmo antes de que su rostro se iluminase y sonriese ante la respuesta afirmativa de Mushu – No esperaba menos de ti…
Era cierto.
- Nada. Contigo siempre estaré a salvo. Bueno, con vosotros – Añadió echándole una mirada al grillo antes de reemprender el camino de vuelta a casa – ¿Para qué quieres el gong? - ¿Para armar una fiesta o algo? Lo que le faltaba es que se pusiera a anunciar a los cuatro vientos que Fa Mulan había decidido volver a la batalla, pero no creía que fuese tan zoquete como para hacer eso. Al menos eso esperaba.
A los pocos minutos ya estaban de vuelta en la casa. El Grillo se metió entre los pliegues de su kimono antes de que ella cruzara la puerta. Supuso que Mushu iría al templo donde estaban los ancestros, al mismo templo al que se acercó ella antes de irse a cenar. La decisión estaba tomada y ella estaba dispuesta a llevarla a cabo, les gustase a ellos o no. El olor a incienso la envolvió al tiempo que hacía una ligera inclinación hacia delante con ambas manos juntas. Pudo incluso notar como la larga cabellera caía hacia delante tapándole el rostro al hacer aquel gesto.
La cena de aquella noche le recordó en cierto sentido a la de el día que decidió salvar la vida de su padre alistándose ella en el ejercito y haciéndose pasar por un soldado. Le miró de reojo desde su posición mientras tomaba el arroz con los palillos para llevárselos a la boca. La diferencia entre ambos días radicaba en como habían ido los acontecimientos. Mulan recordaba con cierta amargura su visita a la Casamentera, como en primer lugar había llegado tarde para asearse y vestirse, y como después todo fue de mal en peor. ¡Todo por querer evitar que se tragase al grillo! “Eres una desgracia. Puede que parezcas una novia… pero no darás honor a tu familia nunca” le había gritado haciéndola sentir la peor chica de todo el poblado.
Ese día era desde luego el que lo había cambiado todo. Recordaba las palabras de su padre, aquella que le sacaron una sonrisa “Las más tardías acaban siendo las flores más hermosas” todo para animarla, para no hacerla sentir tan mal, pero ese momento se oscureció cuando llegó el emisario imperial informando de que los hunos habían invadido sus tierras y un hombre de cada familia tendría que ir a luchar.
El corazón se le había parado y de sus labios salió un murmullo… un “no” cuando vio a su padre entregar el bastón a su madre y a pesar de su cogerá ir a coger su orden de alistamiento… Y ella tan impulsiva, tan descarada, tan maleducada como siempre se interpuso entre ambos. Nunca olvidaría como aquel desgraciado había aconsejado a su padre a que vigilará que su hija no soltara la lengua delante de un hombro. Encontraba tan absurdas todas aquellas normas… Pero más dolía oír decir a tu padre “no me deshonres más, Mulan”.
La cena de aquella noche había sido parecida a la que estaba viviendo. Todos callados. Todo en silencio. Como si realmente supieran que algo iba a pasar, que algo no iba bien. “Es injusto” había dicho ella aquella vez, sorprendiendo a todos los presentes – Alguien debería plantarle cara… - Murmuró aquella vez. Las respuestas de su familia fueron muy diferentes a años atrás. Aquella vez no hubo sorpresa, simplemente hubo asentimientos silencioso que la hicieron pensar que no era buena idea hablar del tema. Hubiese deseado poder decirles algo, que iba a ir ella misma a plantarle cara, que iba a buscar a gente que quisiera unirse a ella para luchar contra la reina. Iba a recorrer cada reino. Pero no dijo nada porque sabía cual iba a ser la respuesta.
Lo mejor era huir. Como aquella vez.
Un rayo atravesó el cielo seguido de un trueno que resonó en toda la casa. Estaba sentada en posición de flor de loto, con la mirada puesta en las ventanas a través de las cuales veía la lluvia caer. Lluvia, justo como aquel día. Se preguntó internamente si todo aquello era cosa del destino. En sus manos sujetaba la misma peineta que dejó en el cuarto de sus padres aquella noche cuando decidió alistarse al ejercito para salvarle a él la vida. Acarició la flor de la peineta antes de levantarse de súbito de la cama y dirigirse al armario. Tomó unos cuantos kimonos además de ropa cómoda y los metió en una bolsa de lona, además de otras pertenencias que quería llevarse consigo.
Cruzó con total sigilo los pasillos hasta llegar a la habitación donde su padre guardaba la armadura. Abrió el armario pero se limitó a coger la espada y el arco con el carcaj que se colgó casi de inmediato al hombro. Observó la espada unos segundos, pues era la misma con la que sin vacilar se había cortado los cabellos años atrás. Volvió a cruzar la casa dirigiéndose esta vez al cuarto de sus padres, donde volvió a dejar la peineta sobre la mesa que tenían antes de observarles por última vez.
Volvería. Estaba segura de ello. Igual que las otras veces.
- ¿Listo Mushu? – Le preguntó cuando lo vio llegar hasta las puertas que daban al patio de la casa de la familia Fa. Montó a Khan sujetando las riendas con fuerzas, mientras grillo se colocaba entre las orejas del animal, cosa que al caballo realmente no es que le hiciera mucha gracia.
Y no iba a decir que esperaba que su familia no se preocupara por ella. Sabía que lo harían.
- ¡No! ¡Por supuesto que no! – Se defendió la joven mientras paraba bruscamente. Sintió como agua caía al suelo desde el interior del cubo, pero en ese momento ni le importó – Él querría que hiciera aquello que siento que tengo que hacer – Dijo con total seguridad. Una seguridad que no creía poseer realmente y ni siquiera sabía de donde había surgido. – Claro que te estoy preguntando lo que piensas, sino me habría ahorrado la pregunta – Contestó con cierto sarcasmo antes de que su rostro se iluminase y sonriese ante la respuesta afirmativa de Mushu – No esperaba menos de ti…
Era cierto.
- Nada. Contigo siempre estaré a salvo. Bueno, con vosotros – Añadió echándole una mirada al grillo antes de reemprender el camino de vuelta a casa – ¿Para qué quieres el gong? - ¿Para armar una fiesta o algo? Lo que le faltaba es que se pusiera a anunciar a los cuatro vientos que Fa Mulan había decidido volver a la batalla, pero no creía que fuese tan zoquete como para hacer eso. Al menos eso esperaba.
A los pocos minutos ya estaban de vuelta en la casa. El Grillo se metió entre los pliegues de su kimono antes de que ella cruzara la puerta. Supuso que Mushu iría al templo donde estaban los ancestros, al mismo templo al que se acercó ella antes de irse a cenar. La decisión estaba tomada y ella estaba dispuesta a llevarla a cabo, les gustase a ellos o no. El olor a incienso la envolvió al tiempo que hacía una ligera inclinación hacia delante con ambas manos juntas. Pudo incluso notar como la larga cabellera caía hacia delante tapándole el rostro al hacer aquel gesto.
La cena de aquella noche le recordó en cierto sentido a la de el día que decidió salvar la vida de su padre alistándose ella en el ejercito y haciéndose pasar por un soldado. Le miró de reojo desde su posición mientras tomaba el arroz con los palillos para llevárselos a la boca. La diferencia entre ambos días radicaba en como habían ido los acontecimientos. Mulan recordaba con cierta amargura su visita a la Casamentera, como en primer lugar había llegado tarde para asearse y vestirse, y como después todo fue de mal en peor. ¡Todo por querer evitar que se tragase al grillo! “Eres una desgracia. Puede que parezcas una novia… pero no darás honor a tu familia nunca” le había gritado haciéndola sentir la peor chica de todo el poblado.
Ese día era desde luego el que lo había cambiado todo. Recordaba las palabras de su padre, aquella que le sacaron una sonrisa “Las más tardías acaban siendo las flores más hermosas” todo para animarla, para no hacerla sentir tan mal, pero ese momento se oscureció cuando llegó el emisario imperial informando de que los hunos habían invadido sus tierras y un hombre de cada familia tendría que ir a luchar.
El corazón se le había parado y de sus labios salió un murmullo… un “no” cuando vio a su padre entregar el bastón a su madre y a pesar de su cogerá ir a coger su orden de alistamiento… Y ella tan impulsiva, tan descarada, tan maleducada como siempre se interpuso entre ambos. Nunca olvidaría como aquel desgraciado había aconsejado a su padre a que vigilará que su hija no soltara la lengua delante de un hombro. Encontraba tan absurdas todas aquellas normas… Pero más dolía oír decir a tu padre “no me deshonres más, Mulan”.
La cena de aquella noche había sido parecida a la que estaba viviendo. Todos callados. Todo en silencio. Como si realmente supieran que algo iba a pasar, que algo no iba bien. “Es injusto” había dicho ella aquella vez, sorprendiendo a todos los presentes – Alguien debería plantarle cara… - Murmuró aquella vez. Las respuestas de su familia fueron muy diferentes a años atrás. Aquella vez no hubo sorpresa, simplemente hubo asentimientos silencioso que la hicieron pensar que no era buena idea hablar del tema. Hubiese deseado poder decirles algo, que iba a ir ella misma a plantarle cara, que iba a buscar a gente que quisiera unirse a ella para luchar contra la reina. Iba a recorrer cada reino. Pero no dijo nada porque sabía cual iba a ser la respuesta.
Lo mejor era huir. Como aquella vez.
Un rayo atravesó el cielo seguido de un trueno que resonó en toda la casa. Estaba sentada en posición de flor de loto, con la mirada puesta en las ventanas a través de las cuales veía la lluvia caer. Lluvia, justo como aquel día. Se preguntó internamente si todo aquello era cosa del destino. En sus manos sujetaba la misma peineta que dejó en el cuarto de sus padres aquella noche cuando decidió alistarse al ejercito para salvarle a él la vida. Acarició la flor de la peineta antes de levantarse de súbito de la cama y dirigirse al armario. Tomó unos cuantos kimonos además de ropa cómoda y los metió en una bolsa de lona, además de otras pertenencias que quería llevarse consigo.
Cruzó con total sigilo los pasillos hasta llegar a la habitación donde su padre guardaba la armadura. Abrió el armario pero se limitó a coger la espada y el arco con el carcaj que se colgó casi de inmediato al hombro. Observó la espada unos segundos, pues era la misma con la que sin vacilar se había cortado los cabellos años atrás. Volvió a cruzar la casa dirigiéndose esta vez al cuarto de sus padres, donde volvió a dejar la peineta sobre la mesa que tenían antes de observarles por última vez.
Volvería. Estaba segura de ello. Igual que las otras veces.
- ¿Listo Mushu? – Le preguntó cuando lo vio llegar hasta las puertas que daban al patio de la casa de la familia Fa. Montó a Khan sujetando las riendas con fuerzas, mientras grillo se colocaba entre las orejas del animal, cosa que al caballo realmente no es que le hiciera mucha gracia.
Y no iba a decir que esperaba que su familia no se preocupara por ella. Sabía que lo harían.
Sydney J. Watson- Heroínas
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Re: Mulan's Decision
Y sus caminos se separaron momentáneamente. Mientras Mulan iría a cenar con su família, Mushu trataría de mantener una razonable conversación con los ancestros. Realmente no sabía cual de las dos misiones era la peor. El dragón consiguió ascender como guardián desde que salieron victoriosos de su primera batalla, y ahora un aura de respeto se alzaba sobre él... Pero conociendo como eran los espíritus de la familia Fa, dudaba que fueran a escucharlo demasiado, aunque haría todo lo posible para hacerse oír, ¡que para algo serviría llevar dos batallas a las espaldas con Mulan intacta gracias a él, ¿no?!
A saltitos iba subiendo unas escaleras algo mohosas que llevaban al pequeño templete a unos metros lejos de la casa, hasta llegar cerca de las lápidas. Realmente ahí es dónde él pasaba la mayor parte de su tiempo, pero esa visita cobraba un ambiente algo más... "especial". Dio un paso... Dos... Pasó el umbral de la entrada... Y de repente un humo blanco comenzó a florecer de cada una de las lápidas después de que las inscripciones en éstas se iluminaran. Era como una especie de humo blanco, brillante, mágico y místico. Pero Mushu no se esperaba verlo tan pronto, cosa que hizo que en un acto reflejo agachara las orejas y parte de su cuerpo.
- ¡Te lo dije! ¡A la rama de tu família! - exclamó un anciano dirigiéndose a una mujer también de mayor edad. Los ancestros habían despertado sin que tan siquiera Mushu necesitara tocar el gong. ¿Acaso ya lo sabían? El dragonzuelo no podía evitar que se le pasara por la cabeza que, tanto hablar de honor y honra, cuando en realidad eran todos una panda de ancianos y marujas con ansias de cotilleos y con las orejas fantasmales bien puestas, atentos a todo lo que sucedía para no aburrirse en las reuniones "familiares", como aquella. Era la ocasión perfecta, y aunque parecía un campo de batalla cuando se ponían a discutir, Mushu estaba convencido que en el fondo les encantaba que hubiera chicha de la que morder.
- ¡Oh, bueno! Ganó dos batallas, y se suele decir que a la tercera va la vencida - contestó una abuela con mucha calma.
- Mientras no le corten la cabeza... No es una experiencia demasiado agradable - contestó uno de los ancestros, a los que Mushu trató de proteger una vez sin demasiado éxito, a la vista estaba: ese hombre aguantaba su propia cabeza con uno de los brazos. No pudo evitar una mueca al acordarse detalladamente de como fue el día de la decapitación.
- Pero si hacemos un recuento, ésta no sería la tercera batalla en la que participa la familia Fa, con lo cual tu estadística de "a la tercera va la vencida" no tendría sent... - un zapatazo en la cabeza silenció al hombre barbudo que intentaba explicarse mientras hacía cuentas con su peculiar aparato antiguo de recuento chino. La responsable de ese zapatazo intervino:
- ¡Estoy harta de tus cuentas inexactas!
- Sigo diciendo que tendría que haberse dedicado a la acupuntura, como todos los de mi familia - añadió otra mujer de unos cincuenta años de edad.
- ¡Pues bien que celebraste las victorias! - la acusó un cuarto hombre.
- ¡Habló el que parecía un borracho! - respondió una anciana desde el fondo del santuario. Éste trató de defenderse de las acusaciones.
- ¿Es que no puedo bailar como me venga en gana? No me va a venir usted enseñándome como se bailaba en la época de los dinosaurios
De repente un montón de murmullos se amontonaron unos encima de otros, discusiones que al final no parecían tener ni pies ni cabeza y ni siquiera se entendía nada visto desde fuera. Mushu seguía observando con los ojos entornados la escena. ¡Nunca cambiarían! Ni siquiera se habían percatado de su presencia. ¿Tantos resquicios habían quedado en la familia Fa? Al fin una voz se alzó por encima de las otras.
- ¡SILENCIO!... Tenemos visita, señores... - el ancestro mayor que había hablado, clavó sus ojos en Mushu, seguido por los demás espíritus que con los ojos bien abiertos ahora esperaban respuesta del dragón guardián.
- Em... esto... Creo que lo que venía a anunciar ya no es nuevo ni os pilla por sorpresa... - comentó algo achantado por tantas miradas puestas en él. - Igual aprovecharé para guardar el gong...
El silencio continuó, y todos siguieron con los ojos al dragón, pendientes de cada gesto de éste, que se dirigió a un rincón en el fondo del santuario y volvió caminando hasta la entrada. Lo único que se oían eran sus uñas rascando el suelo al caminar.
- Rezad... creo que esta vez necesitaremos más suerte que nunca... aunque siendo yo su guardián tenemos altas posibilidades de...
- ¡EH! ¡Aún no me has pedido disculpas por llamarme calva! - gritó una de las ancianas, ignorando a Mushu y las discusiones volvieron a atropellarse unas con otras. El Ancestro Mayor se quedó entre ellos, masajeándose las sienes.
Mushu abandonó el lugar algo frustrado, bajando de nuevo las escaleras y murmurando:
- Ya veo lo mucho que van a rezar por nosotros... ¿Dónde está el grillo cuando se le necesita? - en ese momento, parándose en mitad de las escaleras, miró en dirección a la casa. ¿Cómo le habría ido a Mulan? ¿Habría conseguido hablar con sus padres? No sabía por qué tenía una ligera intuición de que nada nuevo sucedió, y no tardó en confirmarlo.
- Sí, y mejor no preguntes nada. - contestó a la pregunta de la joven una vez se reunió con ella en el portón principal de la casa. Ésta no tardó en subirse a la vaca, casi al mismo tiempo que el grillo, y Mushu no iba a ser menos, así que de un salto, agarrándose a la cola y luego reptando, llegó a lomos de Khan. - Por cierto, ¿cómo ha ido en la cena? - preguntó al fin, seguro que no tardarían en poner rumbo a la batalla. Que por cierto, Mushu no recordaba que Mulan tuviera un ejército a su cargo, no al menos hasta el momento - ¿Qué es lo que se ha estado cociendo en tu cabecita loca?
A saltitos iba subiendo unas escaleras algo mohosas que llevaban al pequeño templete a unos metros lejos de la casa, hasta llegar cerca de las lápidas. Realmente ahí es dónde él pasaba la mayor parte de su tiempo, pero esa visita cobraba un ambiente algo más... "especial". Dio un paso... Dos... Pasó el umbral de la entrada... Y de repente un humo blanco comenzó a florecer de cada una de las lápidas después de que las inscripciones en éstas se iluminaran. Era como una especie de humo blanco, brillante, mágico y místico. Pero Mushu no se esperaba verlo tan pronto, cosa que hizo que en un acto reflejo agachara las orejas y parte de su cuerpo.
- ¡Te lo dije! ¡A la rama de tu família! - exclamó un anciano dirigiéndose a una mujer también de mayor edad. Los ancestros habían despertado sin que tan siquiera Mushu necesitara tocar el gong. ¿Acaso ya lo sabían? El dragonzuelo no podía evitar que se le pasara por la cabeza que, tanto hablar de honor y honra, cuando en realidad eran todos una panda de ancianos y marujas con ansias de cotilleos y con las orejas fantasmales bien puestas, atentos a todo lo que sucedía para no aburrirse en las reuniones "familiares", como aquella. Era la ocasión perfecta, y aunque parecía un campo de batalla cuando se ponían a discutir, Mushu estaba convencido que en el fondo les encantaba que hubiera chicha de la que morder.
- ¡Oh, bueno! Ganó dos batallas, y se suele decir que a la tercera va la vencida - contestó una abuela con mucha calma.
- Mientras no le corten la cabeza... No es una experiencia demasiado agradable - contestó uno de los ancestros, a los que Mushu trató de proteger una vez sin demasiado éxito, a la vista estaba: ese hombre aguantaba su propia cabeza con uno de los brazos. No pudo evitar una mueca al acordarse detalladamente de como fue el día de la decapitación.
- Pero si hacemos un recuento, ésta no sería la tercera batalla en la que participa la familia Fa, con lo cual tu estadística de "a la tercera va la vencida" no tendría sent... - un zapatazo en la cabeza silenció al hombre barbudo que intentaba explicarse mientras hacía cuentas con su peculiar aparato antiguo de recuento chino. La responsable de ese zapatazo intervino:
- ¡Estoy harta de tus cuentas inexactas!
- Sigo diciendo que tendría que haberse dedicado a la acupuntura, como todos los de mi familia - añadió otra mujer de unos cincuenta años de edad.
- ¡Pues bien que celebraste las victorias! - la acusó un cuarto hombre.
- ¡Habló el que parecía un borracho! - respondió una anciana desde el fondo del santuario. Éste trató de defenderse de las acusaciones.
- ¿Es que no puedo bailar como me venga en gana? No me va a venir usted enseñándome como se bailaba en la época de los dinosaurios
De repente un montón de murmullos se amontonaron unos encima de otros, discusiones que al final no parecían tener ni pies ni cabeza y ni siquiera se entendía nada visto desde fuera. Mushu seguía observando con los ojos entornados la escena. ¡Nunca cambiarían! Ni siquiera se habían percatado de su presencia. ¿Tantos resquicios habían quedado en la familia Fa? Al fin una voz se alzó por encima de las otras.
- ¡SILENCIO!... Tenemos visita, señores... - el ancestro mayor que había hablado, clavó sus ojos en Mushu, seguido por los demás espíritus que con los ojos bien abiertos ahora esperaban respuesta del dragón guardián.
- Em... esto... Creo que lo que venía a anunciar ya no es nuevo ni os pilla por sorpresa... - comentó algo achantado por tantas miradas puestas en él. - Igual aprovecharé para guardar el gong...
El silencio continuó, y todos siguieron con los ojos al dragón, pendientes de cada gesto de éste, que se dirigió a un rincón en el fondo del santuario y volvió caminando hasta la entrada. Lo único que se oían eran sus uñas rascando el suelo al caminar.
- Rezad... creo que esta vez necesitaremos más suerte que nunca... aunque siendo yo su guardián tenemos altas posibilidades de...
- ¡EH! ¡Aún no me has pedido disculpas por llamarme calva! - gritó una de las ancianas, ignorando a Mushu y las discusiones volvieron a atropellarse unas con otras. El Ancestro Mayor se quedó entre ellos, masajeándose las sienes.
Mushu abandonó el lugar algo frustrado, bajando de nuevo las escaleras y murmurando:
- Ya veo lo mucho que van a rezar por nosotros... ¿Dónde está el grillo cuando se le necesita? - en ese momento, parándose en mitad de las escaleras, miró en dirección a la casa. ¿Cómo le habría ido a Mulan? ¿Habría conseguido hablar con sus padres? No sabía por qué tenía una ligera intuición de que nada nuevo sucedió, y no tardó en confirmarlo.
- Sí, y mejor no preguntes nada. - contestó a la pregunta de la joven una vez se reunió con ella en el portón principal de la casa. Ésta no tardó en subirse a la vaca, casi al mismo tiempo que el grillo, y Mushu no iba a ser menos, así que de un salto, agarrándose a la cola y luego reptando, llegó a lomos de Khan. - Por cierto, ¿cómo ha ido en la cena? - preguntó al fin, seguro que no tardarían en poner rumbo a la batalla. Que por cierto, Mushu no recordaba que Mulan tuviera un ejército a su cargo, no al menos hasta el momento - ¿Qué es lo que se ha estado cociendo en tu cabecita loca?
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Re: Mulan's Decision
No iba a preguntar. Ni siquiera se lo había planteado. Esperó a que tanto Mushu como Cri-Kee estuvieran encima de Khan, que con los años se había acostumbrado a la presencia de los compañeros inseparables de la mujer y aunque oyó la pregunta de Mushu la ignoró. Volvió la mirada hacía su casa por última vez, esperando volver alguna vez… Más tarde o más temprano, antes de asir con fuerza las riendas de Khan e instalarle a empezar a galopar, alejándose en pocos minutos de su casa.
Solo cuando estaban bastante alejados hizo que aminorase el paso hasta el trote. Fue entonces cuando se permitió responder a las preguntas que le había hecho Mushu – No les he dicho nada. No he sido capaz, pero lo sabrán…, lo intuirán cuando vean que no estoy – Respondió sin apartar la vista del camino por el que iban, aunque estaba pensando que quizá a pesar de todo lo mejor sería internarse dentro del bosque, los caminos con la Reina siendo la manda más no era lo más aconsejable, siempre podías encontrarte con parte de su ejército y normalmente no eran encuentros agradables. – Khan… - Le susurró al caballo al tiempo que señalaba hacia el interior del bosque y el animal pareció entenderla pues se dirigió hacia allí. – Pues…, he pensado que no sería mala idea viajar por todos los reinos y buscar a gente que piense como yo, que quiera acabar con todo esto, con ella… Y no es solo por venganza, también es por justicia – Porque para ella las cosas justas estaban por encima de todo. Le sonrió a Mushu volviéndose hacía él – Lo conseguiremos. Estamos juntos en esto… Hasta el final, ¿cierto? – Le guiñó un ojo a su guardián, aunque ella a esas alturas le consideraba más un amigo que simplemente un guardián y volvió la mirada al frente mientras se internaban en el bosque.
Varias batallas le habían dado diferentes lecciones a Mulan: como sobrevivir en el bosque, como buscar los alimentos y había tenido que aprender a acampar en el mismo, por eso mismo una de las cosas indispensables que se había llevado consigo además de mudas, eran dos cantimploras para tener siempre agua, provisiones para unos cuantos días (por si no encontraba nada) y una tienda de campaña.
- Pues… Según este mapa el primer reino no debería estar muy lejos. Una semana de camino como mucho – Dijo al cuarto día consultando el mapa mientras Mushu estaba haciendo ella que sabía que con Khan que se quejaba de vez en cuando. Nunca cambiarían y ella no creía que se fueran a llevar nunca bien a pesar de que Khan había acabado tolerando mínimamente a Mushu. – Así que… necesitaremos encontrar agua. – Siguió diciendo mientras escudriñaba el mapa, aunque sabía que siguiendo el rastro de la tierra húmeda podría encontrar igual. Le quedaba una cantimplora llena de las dos, pero prefería prevenir que curar. Había aprendido quizá demasiado en aquellos años, incluso a moverse con agilidad dentro del kimono femenino, como hacía en aquellos momentos.
Levantó la mirada marrón del mapa para buscar a Mushu sin encontrarlo enseguida pero si que oyó un ruido extraño cerca que la hizo ponerse alerta. Buscó con las manos el arco y tomó una flecha entre sus manos. Se levantó con calma y sin hacer ruido y empezó a caminar hacia el lugar de donde creía había oído aquel sonido. Volvió a oírlo. Era como un crujido y pensó que quizá se trataba de algún animal salvaje, incluso podía tratarse de un lobo. Tensó la cuerda manteniendo sujeta la flecha con fuerza mientras seguía caminando sin hacer ruido alguno.
Volvió a oír algo y sabía que provenía de detrás del matorral que tenía justo enfrente y decidió que bastaba de tonterías y fuera lo que fuera lo tomaría por sorpresa. Arco en alto y cuerda perfectamente tensada, completamente lista para disparar. Lo que no esperaba era encontrarse al otro lado lo que se encontró. De milagro no disparó la flecha de la sorpresa. Mantuvo el arco en posición de tiro unos segundos, posiblemente eternos, antes de destensar la cuerda y bajar el arco sin poder apartar la mirada de lo que tenía justo delante de ella.
- No os voy a hacer nada, lo juro – Y como para demostrar que estaba hablando en serio, lanzó el arco y la flecha hacia delante de modo que quedó justo en el centro – No os haré daño. – No apartó la mirada, ni tan siquiera un segundo y aunque en su cabeza rondaba una pregunta que moría por decir en voz alta, creyó que lo más oportuno era esperar su reacción.
Después de todo, no todos los días sale una mujer de súbito en medio del bosque, vestida con kimono y que te apunta con una flecha con una decisión en los ojos que puede dar incluso miedo.
Solo cuando estaban bastante alejados hizo que aminorase el paso hasta el trote. Fue entonces cuando se permitió responder a las preguntas que le había hecho Mushu – No les he dicho nada. No he sido capaz, pero lo sabrán…, lo intuirán cuando vean que no estoy – Respondió sin apartar la vista del camino por el que iban, aunque estaba pensando que quizá a pesar de todo lo mejor sería internarse dentro del bosque, los caminos con la Reina siendo la manda más no era lo más aconsejable, siempre podías encontrarte con parte de su ejército y normalmente no eran encuentros agradables. – Khan… - Le susurró al caballo al tiempo que señalaba hacia el interior del bosque y el animal pareció entenderla pues se dirigió hacia allí. – Pues…, he pensado que no sería mala idea viajar por todos los reinos y buscar a gente que piense como yo, que quiera acabar con todo esto, con ella… Y no es solo por venganza, también es por justicia – Porque para ella las cosas justas estaban por encima de todo. Le sonrió a Mushu volviéndose hacía él – Lo conseguiremos. Estamos juntos en esto… Hasta el final, ¿cierto? – Le guiñó un ojo a su guardián, aunque ella a esas alturas le consideraba más un amigo que simplemente un guardián y volvió la mirada al frente mientras se internaban en el bosque.
Varias batallas le habían dado diferentes lecciones a Mulan: como sobrevivir en el bosque, como buscar los alimentos y había tenido que aprender a acampar en el mismo, por eso mismo una de las cosas indispensables que se había llevado consigo además de mudas, eran dos cantimploras para tener siempre agua, provisiones para unos cuantos días (por si no encontraba nada) y una tienda de campaña.
- Pues… Según este mapa el primer reino no debería estar muy lejos. Una semana de camino como mucho – Dijo al cuarto día consultando el mapa mientras Mushu estaba haciendo ella que sabía que con Khan que se quejaba de vez en cuando. Nunca cambiarían y ella no creía que se fueran a llevar nunca bien a pesar de que Khan había acabado tolerando mínimamente a Mushu. – Así que… necesitaremos encontrar agua. – Siguió diciendo mientras escudriñaba el mapa, aunque sabía que siguiendo el rastro de la tierra húmeda podría encontrar igual. Le quedaba una cantimplora llena de las dos, pero prefería prevenir que curar. Había aprendido quizá demasiado en aquellos años, incluso a moverse con agilidad dentro del kimono femenino, como hacía en aquellos momentos.
Levantó la mirada marrón del mapa para buscar a Mushu sin encontrarlo enseguida pero si que oyó un ruido extraño cerca que la hizo ponerse alerta. Buscó con las manos el arco y tomó una flecha entre sus manos. Se levantó con calma y sin hacer ruido y empezó a caminar hacia el lugar de donde creía había oído aquel sonido. Volvió a oírlo. Era como un crujido y pensó que quizá se trataba de algún animal salvaje, incluso podía tratarse de un lobo. Tensó la cuerda manteniendo sujeta la flecha con fuerza mientras seguía caminando sin hacer ruido alguno.
Volvió a oír algo y sabía que provenía de detrás del matorral que tenía justo enfrente y decidió que bastaba de tonterías y fuera lo que fuera lo tomaría por sorpresa. Arco en alto y cuerda perfectamente tensada, completamente lista para disparar. Lo que no esperaba era encontrarse al otro lado lo que se encontró. De milagro no disparó la flecha de la sorpresa. Mantuvo el arco en posición de tiro unos segundos, posiblemente eternos, antes de destensar la cuerda y bajar el arco sin poder apartar la mirada de lo que tenía justo delante de ella.
- No os voy a hacer nada, lo juro – Y como para demostrar que estaba hablando en serio, lanzó el arco y la flecha hacia delante de modo que quedó justo en el centro – No os haré daño. – No apartó la mirada, ni tan siquiera un segundo y aunque en su cabeza rondaba una pregunta que moría por decir en voz alta, creyó que lo más oportuno era esperar su reacción.
Después de todo, no todos los días sale una mujer de súbito en medio del bosque, vestida con kimono y que te apunta con una flecha con una decisión en los ojos que puede dar incluso miedo.
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Re: Mulan's Decision
Habían tenido que cazar una ardilla para poder comer aquel día. Desde que la Reina los había abandonado a su suerte después de poner en peligro su vida con tal de conseguir una maldita bolsa negra cuyo contenido desconocían por completo, habían estado deambulando por el bosque, intentando encontrar al menos el camino a casa. Hansel creía que podía conseguirlo con la brújula de su padre. El joven había creído que quizás lo más lógico sería ir a la pequeña cabaña, manteniendo esperanzas en que él había acudido allí tras horas de esperas en el lugar de encuentro. Pero por algún extraño motivo, a Hansel le era imposible encontrar el camino a casa, ni siquiera con la ayuda de la brújula. Se sentía impotente viendo como su hermana se comía la mitad de la ardilla, viendo como las llamas de la hoguera que habían conseguido encender bailaban frente a sus ojos...
¿Por qué les había ocurrido aquello?
Claro, por Hansel, porque Hansel había aceptado aquel maldito trato con aquella maldita bruja. Los había engañado y bien, y se había prometido a sí mismo no volver a fiarse de nadie más, no fiarse de la magia. Había aprendido que la magia era poderosa y peligrosa al mismo tiempo, manipuladora también. Suspiró intensamente, porque se encontraba cansado, incluso más que aquella mañana que lo habían despertado para ir al bosque a recoger leña. Tras lo ocurrido con la Reina, Hansel le había pedido a Gretel que le diera la brújula y en aquellos instantes no dejaba de toquetearlo, de inspeccionarlo, esperando que este le diera una respuesta: el camino hasta su padre. ¿Qué es lo que podían hacer en el bosque sin su padre? Hansel tenía la sensación de que seguía vivo, quizás en peligro, pero vivo, por ese mismo motivo tenían que ir en su búsqueda.
-Gretel... Padre sigue vivo, estoy seguro. Tiene que estar en este bosque, tiene que estarlo... Y creo que necesita nuestra ayuda -ya había decidido que no era el momento indicado para mentir a su hermana, darle falsas esperanzas. Había que afrontar la realidad y su hermana era lo suficiente mayor como para entenderlo y superarlo.
Poco tiempo después, apagaron el fuego y abandonaron aquel mini campamento para continuar andando. ¿Hacia dónde? Más o menos donde indicaba la brújula, al norte. Hansel sabía que era imposible poder perderse más y por eso simplemente seguía aquella pequeña norma. Con una mano llevaba la brújula y con la otra cogía suavemente la mano de su hermana pequeña. Ya habían perdido a su padre y no iba a permitir que los separasen a ellos dos. Se permitió entonces recordar la cara de la mujer ciega, del aspecto de la casita de dulces y su estómago rugió con fuerza. Rugió con tanta fuerza que aquello le desconcertó por completo, haciendo que tropezase con un tronco mal colocado y cayendo justo encima de un matorral. Hansel se quejó un poco del dolor, pero enseguida se puso de pie para ver como una mujer de extrañas vestimentas les apuntaba con un arco a su hermana y a él.
Se llevó una mano a la cabeza debido al dolor, miró a su hermana y después miró a aquella extraña. ¿Quién era? Del bosque no era, por supuesto. Era de algún lugar lejano tal y como informaban sus ropas, su caballo, su grillo y su... ¿dragón? Estaba un poco lejos por lo que no podía saberlo a ciencia cierta. Frunció el ceño al escuchar las palabras de la mujer, claramente, Hansel no se encontraba en su mejor estado de ánimo, puesto que Gretel y él habían tenido que sobrevivir a condiciones bastante duras. Observó como tiraba el arco entre ella y ellos. Miró el arco, la miró a ella y después a Gretel. Ya se habían fiado de una persona antes que no fuera su padre y habían acabado siendo abandonas. ¿Se arriesgaría Hansel a cometer el mismo error?
-¿No nos vas a hacer daño? Tu aspecto dice todo lo contrario... ¿Q-Quién eres y qué haces aquí? ¿Un soldado de la Reina acaso? -dio dos pasos, cada vez estaba más cerca del arco. Tenía nociones básicas de cómo se utilizaba, pero dudaba de tener una buena puntería. Se puso en posición defensiva y respiró tranquilamente. Hansel y Gretel habían estado durmiendo a la intemperie durante días, seguramente llevarían un aspecto penoso, estaban hambrientos, incluso algo sedientos, quizás necesitasen nueva compañía, pero ahora lo que importaba era salvar la vida de aquella desconocida.
¿Por qué les había ocurrido aquello?
Claro, por Hansel, porque Hansel había aceptado aquel maldito trato con aquella maldita bruja. Los había engañado y bien, y se había prometido a sí mismo no volver a fiarse de nadie más, no fiarse de la magia. Había aprendido que la magia era poderosa y peligrosa al mismo tiempo, manipuladora también. Suspiró intensamente, porque se encontraba cansado, incluso más que aquella mañana que lo habían despertado para ir al bosque a recoger leña. Tras lo ocurrido con la Reina, Hansel le había pedido a Gretel que le diera la brújula y en aquellos instantes no dejaba de toquetearlo, de inspeccionarlo, esperando que este le diera una respuesta: el camino hasta su padre. ¿Qué es lo que podían hacer en el bosque sin su padre? Hansel tenía la sensación de que seguía vivo, quizás en peligro, pero vivo, por ese mismo motivo tenían que ir en su búsqueda.
-Gretel... Padre sigue vivo, estoy seguro. Tiene que estar en este bosque, tiene que estarlo... Y creo que necesita nuestra ayuda -ya había decidido que no era el momento indicado para mentir a su hermana, darle falsas esperanzas. Había que afrontar la realidad y su hermana era lo suficiente mayor como para entenderlo y superarlo.
Poco tiempo después, apagaron el fuego y abandonaron aquel mini campamento para continuar andando. ¿Hacia dónde? Más o menos donde indicaba la brújula, al norte. Hansel sabía que era imposible poder perderse más y por eso simplemente seguía aquella pequeña norma. Con una mano llevaba la brújula y con la otra cogía suavemente la mano de su hermana pequeña. Ya habían perdido a su padre y no iba a permitir que los separasen a ellos dos. Se permitió entonces recordar la cara de la mujer ciega, del aspecto de la casita de dulces y su estómago rugió con fuerza. Rugió con tanta fuerza que aquello le desconcertó por completo, haciendo que tropezase con un tronco mal colocado y cayendo justo encima de un matorral. Hansel se quejó un poco del dolor, pero enseguida se puso de pie para ver como una mujer de extrañas vestimentas les apuntaba con un arco a su hermana y a él.
Se llevó una mano a la cabeza debido al dolor, miró a su hermana y después miró a aquella extraña. ¿Quién era? Del bosque no era, por supuesto. Era de algún lugar lejano tal y como informaban sus ropas, su caballo, su grillo y su... ¿dragón? Estaba un poco lejos por lo que no podía saberlo a ciencia cierta. Frunció el ceño al escuchar las palabras de la mujer, claramente, Hansel no se encontraba en su mejor estado de ánimo, puesto que Gretel y él habían tenido que sobrevivir a condiciones bastante duras. Observó como tiraba el arco entre ella y ellos. Miró el arco, la miró a ella y después a Gretel. Ya se habían fiado de una persona antes que no fuera su padre y habían acabado siendo abandonas. ¿Se arriesgaría Hansel a cometer el mismo error?
-¿No nos vas a hacer daño? Tu aspecto dice todo lo contrario... ¿Q-Quién eres y qué haces aquí? ¿Un soldado de la Reina acaso? -dio dos pasos, cada vez estaba más cerca del arco. Tenía nociones básicas de cómo se utilizaba, pero dudaba de tener una buena puntería. Se puso en posición defensiva y respiró tranquilamente. Hansel y Gretel habían estado durmiendo a la intemperie durante días, seguramente llevarían un aspecto penoso, estaban hambrientos, incluso algo sedientos, quizás necesitasen nueva compañía, pero ahora lo que importaba era salvar la vida de aquella desconocida.
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Re: Mulan's Decision
En la comida de aquel día había algo de carne, no mucha dado que procedía de una ardilla que habíamos podido cazar y debíamos compartirla Hansel y yo, aún así era de agradecer dado que en días anteriores sólo habíamos podido comer frutas silvestres que encontramos por el bosque y alguna que otra manzana. Desde que aquella mujer rubia, la reina, nos dejó solos y a nuestra suerte en el bosque sin más ayuda que la brújula que nos había dado padre, habíamos estado comiendo y sobreviviendo como podíamos, siempre buscando nuestra casa con la esperanza de encontrar allí a nuestro padre, o al menos, poder partir desde allí en su búsqueda ya teniendo comida, refugio y armas para poder cazar.
Suspiré mientras comía mi parte de ardilla, no sabía que decir y tampoco podía poner malas caras, mi hermano me había cuidado y estaba haciendo todo lo posible para que estuviera bien dentro de la situación en la que nos encontrábamos, estaba claro que no le iba a culpar de nada. Le miré de reojo, habría jurado sin miedo a equivocarme que se recriminaba por el hecho de haber aceptado aquel trato, pero yo sabía que él no tenía la culpa, lo había aceptado por nuestro bien, el nuestro y el de padre, si había salido mal no debía culparse por ello, no podía saber lo que nos haría esa mujer, ¡era imposible! Seguía mirándole cuando escuché que me hablaba, levanté la cabeza para mirarle verle directamente mientras escuchaba.
-Creo que una parte de mi ya lo sabía... -dije entristecida como respuesta a las últimas palabras de mi hermano, realmente en alguna parte de mi cabeza había una voz que me decía que padre estaba en peligro y nos necesitaba, yo la ignoraba intentando pensar que no era real, que simplemente nos estaba buscando, como nosotros a él. -Gracias por ser sincero conmigo, Hansel. - Dibujé una media sonrisa en mi rostro y me acerqué a él para abrazarle, no quería que se sintiera mal aunque, desgraciadamente, no sabía que hacer para lograr eso, sólo sabía que debía estar a su lado apoándole y cuidándole todo lo que pudiera y más, en aquellos momentos solamente nos teníamos el uno al otro.
Me quedé mirando el fuego que momentos antes nos había cocinado aquella ardilla que habíamos comido, eso fue hasta que lo apagamos para seguir andando. Tomé la mano de Hansel para no perderle ni separarme de él, iba a estar a su lado pasara lo que pasara, eso lo tenía decidido. Caminábamos en silencio, pues yo no sabía que decir y él parecía pensativo, pero de pronto escuché un rugido, no de ningún animal salvaje sino provinente del estómago de mi hermano. Si tenía hambre podía habérmelo dicho y le daba parte de mi ardilla, él era el mayor y el que más hacía por la supervivencia de los dos, lo mínimo era que si tenía hambre comiera.
No me dio tiempo de decirle ni preguntarle nada, pues tropezó y cayó en un matorral, yo fui con él al momento. -¡Hansel! ¿Te encuentras bien? - le miré preocupada, aunque aquella sensación se disipó en cuanto vi que se levantó y que una mujer castaña y de extraños ropajes aparecía de detrás de aquel mismo matorral donde había caído mi hermano apuntándonos directamente con un arco a punto de disparar. Al ver aquello no pude evitar soltar un pequeño grito mezcla de miedo y sorpresa, no es que esperaba encontrarme con una situación similar a esa, sinceramente.
Miré el arco y escuché sus palabras, parecía decir la verdad pero no la creía, la mujer rubia que nos había engañado también parecía decir la verdad y estábamos allí por su culpa. La miraba desconfiada tomando, de nuevo, la mano de Hansel, no era por miedo o para sentirme protegida como había sido días atrás sino para supiera que estaba allí, a su lado, y que estábamos juntos en aquello. -¡Futuro amado, sálvame! Si eres un soldado de la reina puedes marcharte por donde has venido, ¡no queremos nada de ella! - Dije sin tapujos esperando que aqueñña mujer nos hiciera caso y se fuera. Después de aquello me fijé en que venía compañada, pero no de más personas sino de un caballo, un grillo y lo que parecía ser un pequeño dragón, la mire de reojo, aquello cada vez me parecía más extraño.
Suspiré mientras comía mi parte de ardilla, no sabía que decir y tampoco podía poner malas caras, mi hermano me había cuidado y estaba haciendo todo lo posible para que estuviera bien dentro de la situación en la que nos encontrábamos, estaba claro que no le iba a culpar de nada. Le miré de reojo, habría jurado sin miedo a equivocarme que se recriminaba por el hecho de haber aceptado aquel trato, pero yo sabía que él no tenía la culpa, lo había aceptado por nuestro bien, el nuestro y el de padre, si había salido mal no debía culparse por ello, no podía saber lo que nos haría esa mujer, ¡era imposible! Seguía mirándole cuando escuché que me hablaba, levanté la cabeza para mirarle verle directamente mientras escuchaba.
-Creo que una parte de mi ya lo sabía... -dije entristecida como respuesta a las últimas palabras de mi hermano, realmente en alguna parte de mi cabeza había una voz que me decía que padre estaba en peligro y nos necesitaba, yo la ignoraba intentando pensar que no era real, que simplemente nos estaba buscando, como nosotros a él. -Gracias por ser sincero conmigo, Hansel. - Dibujé una media sonrisa en mi rostro y me acerqué a él para abrazarle, no quería que se sintiera mal aunque, desgraciadamente, no sabía que hacer para lograr eso, sólo sabía que debía estar a su lado apoándole y cuidándole todo lo que pudiera y más, en aquellos momentos solamente nos teníamos el uno al otro.
Me quedé mirando el fuego que momentos antes nos había cocinado aquella ardilla que habíamos comido, eso fue hasta que lo apagamos para seguir andando. Tomé la mano de Hansel para no perderle ni separarme de él, iba a estar a su lado pasara lo que pasara, eso lo tenía decidido. Caminábamos en silencio, pues yo no sabía que decir y él parecía pensativo, pero de pronto escuché un rugido, no de ningún animal salvaje sino provinente del estómago de mi hermano. Si tenía hambre podía habérmelo dicho y le daba parte de mi ardilla, él era el mayor y el que más hacía por la supervivencia de los dos, lo mínimo era que si tenía hambre comiera.
No me dio tiempo de decirle ni preguntarle nada, pues tropezó y cayó en un matorral, yo fui con él al momento. -¡Hansel! ¿Te encuentras bien? - le miré preocupada, aunque aquella sensación se disipó en cuanto vi que se levantó y que una mujer castaña y de extraños ropajes aparecía de detrás de aquel mismo matorral donde había caído mi hermano apuntándonos directamente con un arco a punto de disparar. Al ver aquello no pude evitar soltar un pequeño grito mezcla de miedo y sorpresa, no es que esperaba encontrarme con una situación similar a esa, sinceramente.
Miré el arco y escuché sus palabras, parecía decir la verdad pero no la creía, la mujer rubia que nos había engañado también parecía decir la verdad y estábamos allí por su culpa. La miraba desconfiada tomando, de nuevo, la mano de Hansel, no era por miedo o para sentirme protegida como había sido días atrás sino para supiera que estaba allí, a su lado, y que estábamos juntos en aquello. -
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Re: Mulan's Decision
El chico era listo. Se dio cuenta de lo que parecía pretender y es que mientras le hablaba se acercaba hasta el arco que ella había dejado justo en medio. Le miró a esos ojos azules que tenía y antes de que hiciera algún movimiento más volvió a hacerse con el arco y la flecha, que lanzó hacia atrás de manera que ahora quedaba tras ella – No creo que te convenga hacer tonterías… Alguien puede salir lastimado.- Le dijo y quizá sonó incluso brusca cosa que intento corregir – Lo siento. No todos los días me encuentro con dos jóvenes que parecen perdidos… - Volvió a mirarlos fijando esta vez la mirada en la niña. Los mismos ojos azules, pero al contrario que muchos ojos de ese color, los de aquellos hermanos (o intuía que eran hermanos) eran cálidos, no transmitían frialdad alguna.
Lo que le hacia gracia era que dijeran aquellas cosas sobre sus ropajes y su “alianza” con Siobhan Mills. Esbozó una sonrisa, para nada macabra o siniestra, más bien todo lo contrario, cálido e incluso divertida – ¿Yo? ¿Soldado de la Reina? Preferiría morir mil veces a formar parte de cualquier cosa relacionada con esa persona… - Se limitó a decir sin moverse del sitio y mirando sus ropas. Las comparó con la de los hermanos y sí, se notaba demasiado que no provenían del mismo sitio – Soy de las tierras orientales. ¿Os han hablado vuestros padres de ellas? Allí es normal vestir así… - Tan normal que no creía ir cómoda con un vestido como el que llevaba la niña. – Me llamo Fa Mulan, llamadme Mulan simplemente… - Les sonrió antes de volver la mirada hacia atrás, pues había notado que estaban mirando más allá de ella.
Por supuesto. Habían aparecido justo detrás de ella.
Solo entonces se atrevió acercarse hasta ellos, que por muchos pasos que dieran hacia atrás acabarían dándose contra el árbol en todo caso, y ella lo sabía. Después de todo no iban a quitarle el ojo de encima, ¿no? Cuando ya estaba a una distancia más normal, se atrevió a sacar de entre los ropajes una de las dos cantimploras que llevaba encima, tendiéndosela al chico – Toma – Le dijo sencillamente sin apartar la mirada del muchacho y por un momento pudo jurar que se podía perder en aquellos ojos azules que poseía. – Dale un poco también a tu hermana… - Volvió entonces la mirada hasta la muchacha.
Fuera lo que fuese lo que les había pasado, no tenía pinta de que se hubieran internado en el bosque porque se les antojara, del mismo modo que no parecía planeado a juzgar por las ropas que llevaban. Tenían suerte de que ella llevase mudas de sobra.
- Mushu… - Se giró hacia el dragón que seguro que pensaba que estaba loca por hablarles a dos… ¿huérfanos? Daba toda la impresión de que era así, porque sino… ¿dónde estaba el padre? – ¿Por qué no traes las galletas? Seguro que estáis muertos de hambre… - Siguió diciendo mientras volvía a mirarlos – No os hará daño. Es un dragón pacífico… - Ni siquiera es que echara demasiado fuego por la boca (el justo para encender el cañón hacia años y ahora las hogueras), pero obviamente no iba a decir eso delante suya o se podía incluso ofender. – ¿Qué hacéis solos en el bosque?
Sí, al final se atrevió a formular la pregunta que le había rondado por la cabeza desde que los había visto delante de sus ojos.
Lo que le hacia gracia era que dijeran aquellas cosas sobre sus ropajes y su “alianza” con Siobhan Mills. Esbozó una sonrisa, para nada macabra o siniestra, más bien todo lo contrario, cálido e incluso divertida – ¿Yo? ¿Soldado de la Reina? Preferiría morir mil veces a formar parte de cualquier cosa relacionada con esa persona… - Se limitó a decir sin moverse del sitio y mirando sus ropas. Las comparó con la de los hermanos y sí, se notaba demasiado que no provenían del mismo sitio – Soy de las tierras orientales. ¿Os han hablado vuestros padres de ellas? Allí es normal vestir así… - Tan normal que no creía ir cómoda con un vestido como el que llevaba la niña. – Me llamo Fa Mulan, llamadme Mulan simplemente… - Les sonrió antes de volver la mirada hacia atrás, pues había notado que estaban mirando más allá de ella.
Por supuesto. Habían aparecido justo detrás de ella.
Solo entonces se atrevió acercarse hasta ellos, que por muchos pasos que dieran hacia atrás acabarían dándose contra el árbol en todo caso, y ella lo sabía. Después de todo no iban a quitarle el ojo de encima, ¿no? Cuando ya estaba a una distancia más normal, se atrevió a sacar de entre los ropajes una de las dos cantimploras que llevaba encima, tendiéndosela al chico – Toma – Le dijo sencillamente sin apartar la mirada del muchacho y por un momento pudo jurar que se podía perder en aquellos ojos azules que poseía. – Dale un poco también a tu hermana… - Volvió entonces la mirada hasta la muchacha.
Fuera lo que fuese lo que les había pasado, no tenía pinta de que se hubieran internado en el bosque porque se les antojara, del mismo modo que no parecía planeado a juzgar por las ropas que llevaban. Tenían suerte de que ella llevase mudas de sobra.
- Mushu… - Se giró hacia el dragón que seguro que pensaba que estaba loca por hablarles a dos… ¿huérfanos? Daba toda la impresión de que era así, porque sino… ¿dónde estaba el padre? – ¿Por qué no traes las galletas? Seguro que estáis muertos de hambre… - Siguió diciendo mientras volvía a mirarlos – No os hará daño. Es un dragón pacífico… - Ni siquiera es que echara demasiado fuego por la boca (el justo para encender el cañón hacia años y ahora las hogueras), pero obviamente no iba a decir eso delante suya o se podía incluso ofender. – ¿Qué hacéis solos en el bosque?
Sí, al final se atrevió a formular la pregunta que le había rondado por la cabeza desde que los había visto delante de sus ojos.
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Re: Mulan's Decision
Hansel fulminó con la mirada a aquella mujer tan extraña, tan exótica, puesto que ella se interpuso entre el arco y él. ¿Es que acaso él no iba a tener derecho a defenderse? El joven le dio un apretón en la mano a Gretel para agradecerle que le diera esa confianza aun cuando había cometido tantos errores. Sonrió burlonamente a la mujer, parecía que hablase en serio, pero los dos hermanos habían pasado por muchas cosas.
-¿Cuándo dices alguien, te refieres a ella y a mí? Porque no pienso dejar que mi hermana salga lastimada con todo esto... -miró a ambos lados, el bosque, el bosque siempre parecía igual y aunque tuvieran aquella brújula seguían perdidos. ¡Maldita bruja!-. Pues... podría decirte que sabemos perfectamente adonde vamos, pero te estaría mintiendo -dijo con voz seria, ya no podía fiarse de nadie, pero lo que tampoco iba a decir era que no estaban perdidos. Era sincero, demasiado quizás. Cuando la desconocida al fin respondió a las palabras más importantes, Hansel pudo al fin respirar tranquilo, suspirar. Entonces aquella mujer no sería tan peligrosa como la reina, pero ni Hansel ni Gretel podían bajar la guardia. Entonces se presentó como Fa Mulán, procedente de las tierras orientales. Hansel asintió varias veces, dando a entender que lo había entendido-. Padre nos habló de esas tierras, cuentos más bien. Yo soy Hansel y ella Gretel...
Cuando ella dio un paso, en un acto reflejo, Hansel dio uno atrás llevándose a su hermana con él. Protección, era lo que necesitaban. Aún llevaban con ellos el recuerdo de la reina y de la mujer ciega que casi se los come, no podían fiarse de cualquiera y menos aún porque les dijera su nombre. Pero al ver que de sus ropajes sacaba una cantimplora y que se la tendía a los dos hermanas, comprendió que era una buena persona y que estaba siendo un estúpido por desconfiar tanto. No quería mostrar desesperación al beber, pero habían encontrado solamente un pequeño riachuelo durante aquellos días y sus propias cantimploras estaban vacías. No dudó en abrirla y beber un corto sorbo, para después tendérsela a su hermana, a ella le haría más falta que a él. Miró a la mujer de ojos rasgados (era increíble que fuera la tercera mujer en toda su vida que veía) y dijo con un tono de voz más amable:
-Gracias -entonces observó como Mulán le hablaba a un dragón pequeño... ¿En serio? ¿Estaba seguro de que no estaba delirando? Cuando les ofreció las galletas asintió, y después obviamente, Mulán formuló la pregunta más importante. Hansel miró a su hermana y comprendió que podían contárselo a aquella desconocida, después de todo los iba a alimentar como era debido después de días intentando buscarse la vida-. Vivimos en el bosque, no aquí, sino en una casa, con nuestro padre y hace varios días salimos a buscar leña, y quedmaos con nuestro padre en un lugar de encuentro, pero al final del día no apareció. Entonces... apreció esa mujer, la Reina -de nuevo miró a su hermana-. Nos engañó, nos dijo que si la ayudábamos nos llevaría hasta nuestro padre y tras casi ser comidos y conseguir una bolsa negra para ella, nos abandonó... aquí. Llevamos días y días demabulando, y no somos capaces de encontrar nuestra casa siquiera -respiró profundamente, intentando aguantar la angustia que sentía. Lo único que les quedaba de su padre era aquella brújula.
-¿Cuándo dices alguien, te refieres a ella y a mí? Porque no pienso dejar que mi hermana salga lastimada con todo esto... -miró a ambos lados, el bosque, el bosque siempre parecía igual y aunque tuvieran aquella brújula seguían perdidos. ¡Maldita bruja!-. Pues... podría decirte que sabemos perfectamente adonde vamos, pero te estaría mintiendo -dijo con voz seria, ya no podía fiarse de nadie, pero lo que tampoco iba a decir era que no estaban perdidos. Era sincero, demasiado quizás. Cuando la desconocida al fin respondió a las palabras más importantes, Hansel pudo al fin respirar tranquilo, suspirar. Entonces aquella mujer no sería tan peligrosa como la reina, pero ni Hansel ni Gretel podían bajar la guardia. Entonces se presentó como Fa Mulán, procedente de las tierras orientales. Hansel asintió varias veces, dando a entender que lo había entendido-. Padre nos habló de esas tierras, cuentos más bien. Yo soy Hansel y ella Gretel...
Cuando ella dio un paso, en un acto reflejo, Hansel dio uno atrás llevándose a su hermana con él. Protección, era lo que necesitaban. Aún llevaban con ellos el recuerdo de la reina y de la mujer ciega que casi se los come, no podían fiarse de cualquiera y menos aún porque les dijera su nombre. Pero al ver que de sus ropajes sacaba una cantimplora y que se la tendía a los dos hermanas, comprendió que era una buena persona y que estaba siendo un estúpido por desconfiar tanto. No quería mostrar desesperación al beber, pero habían encontrado solamente un pequeño riachuelo durante aquellos días y sus propias cantimploras estaban vacías. No dudó en abrirla y beber un corto sorbo, para después tendérsela a su hermana, a ella le haría más falta que a él. Miró a la mujer de ojos rasgados (era increíble que fuera la tercera mujer en toda su vida que veía) y dijo con un tono de voz más amable:
-Gracias -entonces observó como Mulán le hablaba a un dragón pequeño... ¿En serio? ¿Estaba seguro de que no estaba delirando? Cuando les ofreció las galletas asintió, y después obviamente, Mulán formuló la pregunta más importante. Hansel miró a su hermana y comprendió que podían contárselo a aquella desconocida, después de todo los iba a alimentar como era debido después de días intentando buscarse la vida-. Vivimos en el bosque, no aquí, sino en una casa, con nuestro padre y hace varios días salimos a buscar leña, y quedmaos con nuestro padre en un lugar de encuentro, pero al final del día no apareció. Entonces... apreció esa mujer, la Reina -de nuevo miró a su hermana-. Nos engañó, nos dijo que si la ayudábamos nos llevaría hasta nuestro padre y tras casi ser comidos y conseguir una bolsa negra para ella, nos abandonó... aquí. Llevamos días y días demabulando, y no somos capaces de encontrar nuestra casa siquiera -respiró profundamente, intentando aguantar la angustia que sentía. Lo único que les quedaba de su padre era aquella brújula.
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Re: Mulan's Decision
Al sentir el apretón de Hansel sonreí levemente, pero al instante me puse seria ya que no quería que aquella mujer me tomara por una blanda, una niña o por lo que fuera, además, aquella situación no era para ir relajándose dado que hacía unos instantes podrían habernos matado. Volví la mirada al arco, al mismo al que lentamente se acercaba mi hermano, pero la mujer lo tomó y o lanzó a sus espaldas, ¿qué pretendía? Escuché sus palabras y, sin poder evitarlo respondí, como si hubiera sido un acto reflejo. -¿Lastimado? Eso lo dirás por nosotros, ¿no es cierto? - Mi voz sonaba seria, e incluso algo brusca, después del encuentro con la reina había aprendido a que el miedo no me ayudaría en nada por lo que debía ser fuerte y valiente.
Me giré a mi hermano mientras hablaba, si creía conveniente confesar la verdad, que estábamos perdidos, no diría nada, él era el mayor y sabía lo que hacía. Suspiré un poco más aliviada cuando aquella mujer dijo que no era soldado de la reina, a pesar de ello no iba a confiar en ella, no aún, me mantendría en mi posición hasta descubrir que realmente era buena y no nos haría nada. Escuché que nos contaba que provenía de las tierras orientales y que allí era normal vestir de ese modo. Repasé con la mirada su ropa, no tenía pinta de ser muy cómodo que digamos, posiblemente yo no aguantaría ni dos minutos con eso. -Cuentos... - Repetí con algo de nostálgia recordando como padre nos los contaba, muchas noches al lado de la chimenea, los tres juntos explicando historias. Como me gustaría volver a esos tiempos...
Al igual que Hansel di un paso atrás cuando aquella tal... Mulan, se acercó a nosotros, pude ver como nos ofrecía una cantimplora la cual yo no iba a aceptar, pero mi hermano sí lo hizo y bebió de ella antes de dármela a mi. La cogí con ambas manos observándola sin fiarme demasiado, ¿y si aquel agua tenía algo? Quité el tapón e hice ver que bebía agua, más lo único que hice fue humedecerme los labios por tapar para que no saliera aquel líquido trasparente. Sí, debía reconocer que estaba sedienta y que parecía buena persona aquella oriental, pero la reina también había parecido buena persona y, por su culpa, nos encontrábamos perdidos Hansel y yo en medio del bosque son la sola ayuda de una brújula.
Mushu, al parecer aquel era el nombre del dragoncito rojo. No le hacía caso a aquella mujer pero el dragón llamaba mi atención, tal vez fuera porque nunca había visto uno o porque me los había imaginado bastante más grandes y feroces, entonces, al encontrarme con él se me hacía incluso tierno y abrazable. Le seguí con la mirada mientras se acercaba y nos traía aquellas galletas. -Gracias... - Dije casi como un susurro cuando Hansel ya las tuvo en la mano, no prestaba atención a las galletas, mis ojos seguían en aquel dragón al cual, sin poder evitarlo, le abracé antes de que pudiera alejarse.
No tardé más de unos segundos en soltarle pensando que podría haberle molestado, bajé la mirada avergonzada. -Perdone, señor dragón... - Me había puesto nerviosa y no recordaba el nombre cuando quise decirlo, aún que de haberlo recordado no lo habría llamado de tal modo ya que me parecía como de tenerle mucha confianza y, realmente, acababa de conocerle, si a eso podía llamársele así.
Me giré a mi hermano mientras hablaba, si creía conveniente confesar la verdad, que estábamos perdidos, no diría nada, él era el mayor y sabía lo que hacía. Suspiré un poco más aliviada cuando aquella mujer dijo que no era soldado de la reina, a pesar de ello no iba a confiar en ella, no aún, me mantendría en mi posición hasta descubrir que realmente era buena y no nos haría nada. Escuché que nos contaba que provenía de las tierras orientales y que allí era normal vestir de ese modo. Repasé con la mirada su ropa, no tenía pinta de ser muy cómodo que digamos, posiblemente yo no aguantaría ni dos minutos con eso. -Cuentos... - Repetí con algo de nostálgia recordando como padre nos los contaba, muchas noches al lado de la chimenea, los tres juntos explicando historias. Como me gustaría volver a esos tiempos...
Al igual que Hansel di un paso atrás cuando aquella tal... Mulan, se acercó a nosotros, pude ver como nos ofrecía una cantimplora la cual yo no iba a aceptar, pero mi hermano sí lo hizo y bebió de ella antes de dármela a mi. La cogí con ambas manos observándola sin fiarme demasiado, ¿y si aquel agua tenía algo? Quité el tapón e hice ver que bebía agua, más lo único que hice fue humedecerme los labios por tapar para que no saliera aquel líquido trasparente. Sí, debía reconocer que estaba sedienta y que parecía buena persona aquella oriental, pero la reina también había parecido buena persona y, por su culpa, nos encontrábamos perdidos Hansel y yo en medio del bosque son la sola ayuda de una brújula.
Mushu, al parecer aquel era el nombre del dragoncito rojo. No le hacía caso a aquella mujer pero el dragón llamaba mi atención, tal vez fuera porque nunca había visto uno o porque me los había imaginado bastante más grandes y feroces, entonces, al encontrarme con él se me hacía incluso tierno y abrazable. Le seguí con la mirada mientras se acercaba y nos traía aquellas galletas. -Gracias... - Dije casi como un susurro cuando Hansel ya las tuvo en la mano, no prestaba atención a las galletas, mis ojos seguían en aquel dragón al cual, sin poder evitarlo, le abracé antes de que pudiera alejarse.
No tardé más de unos segundos en soltarle pensando que podría haberle molestado, bajé la mirada avergonzada. -Perdone, señor dragón... - Me había puesto nerviosa y no recordaba el nombre cuando quise decirlo, aún que de haberlo recordado no lo habría llamado de tal modo ya que me parecía como de tenerle mucha confianza y, realmente, acababa de conocerle, si a eso podía llamársele así.
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Re: Mulan's Decision
- Tenía la ligera intuición de que no les habías comentado nada... Si no, creo que no estarías ahora mismo montando a lomos de la vaca, no al menos con tanta "tranquilidad". Algún día a tu familia le dará un jamacuco - afirmó el dragón, oyendo como Khan se quejaba cada vez que lo llamaba "vaca", aunque suponía que el caballo ya se habría acostumbrado a ello, en ocasiones Mushu podía resultar bastante tozudo. Sentó al grillo justo a su lado, como solía ser, y no le pasó desapercibida la sonrisa que le dedicó Mulan al decir que estaban juntos en ello; y realmente así era, nunca la dejaría luchar sola. Le devolvió el guiño - ¡Vamos a devolverle el color a estas Tierras! Yeah
El viaje no se le antojaba especialmente desagradable, más bien al contrario. Sabían lo que necesitaban para el viaje e iban bien equipados, además de que no podían estar en mejor compañía... Exceptuando sus roces con Khan. Se sentó junto a Mulan una vez acamparon, observando el mapa mientras devoraba alguna de las galletas que habían traído para el viaje. Ya solían decir que dos cabezas piensan mejor que una ¿no? Bueno en ocasiones, porque en aquella Mushu apareció y desapareció misteriosamente de su lado, sólo delatado por el quejido de Khan, y es que ¿Qué podía hacer cuando no tenía un hilo dental ni un cepillo de dientes para limpiarse? Pues usar un pelo de la cola de la vaca, por supuesto.
- Tranquila, ¡QUIETA VESI! - le exclamó a Khan al ver que se enfadaba, pero para suerte del dragón, Mulan se levantó en ese momento, de una forma bastante cauta y haciéndose con el arco y las flechas, distrayendo al caballo en su posible ataque hacia el dragón. ¿Había visto algo? Tanto el caballo, como el grillo y el dragón, miraron y escucharon atentamente la escena. Mushu caminó siguiéndola desde cierta distancia en la que podría presenciar lo que ocurría; por lo pronto parecía que dos jóvenes se habían acercado demasiado, pero no estaban armados ni tenían intención de atacar. De hecho, a ojos de Mushu y seguramente de Mulan, tenían pinta de haberlo pasado bastante mal, tenían un aspecto algo demacrado. Fue un momento de tensión, incluso Mushu estaba preparado por si tenía que entrar en acción, pero la situación se desenvolvió de forma bastante civilizada bajo la atenta mirada de Mushu, que tenía el ceño fruncido, y de hecho pegó un bote al no esperar que lo llamara para hacerle traer...
- ¿QUÉ? ¿LAS GALLETAS? ¿Por qué las galletas?... - se quejó, habiéndose hecho a la idea que no tendría que compartirlas nada más que con Mulan y como mucho con el grillo. - ¡Oh! ¡Está bien!... Ahora vengo... - añadió instantes después, con resignación mientras agachaba las orejas e iba con muy pocas ganas a coger las galletas que andaban cerca de la tienda de campaña, no tardó en volver con la caja para ofrecerle a los nuevos acompañantes - No cojáis demasiadas y esas cosas, que os saldrán caries... - murmuraba prácticamente para sí mismo, hasta que percibió como las miradas de esos jóvenes se clavaban incrédulas en él. Se llevó una mano a su supuesta cintura y abrió la boca algo malhumorado mientras seguía ejerciendo de "camarero" - ¿Qué? ¿Es que nunca antes habíais visto a un dragón? Estos humanos... - refunfuñó, dispuesto a acomodarse entre ellos de forma disimulada, dejando que fuera Mulan la que les preguntara, aunque ya sabían que no les tenían mucha simpatía a la reina y que prácticamente habían sido abandonados a su suerte.
Pero justo iba a dejar la caja de galletas en medio de ellos cuando la más pequeña de los dos hermanos lo abrazó, pillándolo por sorpresa. Ese gesto hizo que olvidara por completo el asunto de la comida, y se quedara parado. ¿Pasaban de mirarlo raro a que lo abrazaran? Al menos aquella jovencita. Igual tendría que haberle devuelto el gesto, pero se quedó tan sorprendido que ni reaccionó. Al menos le gustó aquello de "Señor Dragón".
- Bueno, ya que soy un Señor Dragón... Dejo que comáis las que queráis - seguramente recibiera una regañina escueta por parte de Mulan, así que se apresuró a dejar al abasto las galletas y sentarse al lado de su protegida, sin dejar de mirar a esa jovencita que lo había abrazado, no iba a negar que le encantó notar su calor. Ahora tenía curiosidad sobre ellos, y qué es lo que se le ocurriría hacer a Mulan. Porque sí, porque la conocía y tenía la intuición de que una idea en su cerebrito volvía a surgir como lo hacían las flores de cerezo en primavera...
El viaje no se le antojaba especialmente desagradable, más bien al contrario. Sabían lo que necesitaban para el viaje e iban bien equipados, además de que no podían estar en mejor compañía... Exceptuando sus roces con Khan. Se sentó junto a Mulan una vez acamparon, observando el mapa mientras devoraba alguna de las galletas que habían traído para el viaje. Ya solían decir que dos cabezas piensan mejor que una ¿no? Bueno en ocasiones, porque en aquella Mushu apareció y desapareció misteriosamente de su lado, sólo delatado por el quejido de Khan, y es que ¿Qué podía hacer cuando no tenía un hilo dental ni un cepillo de dientes para limpiarse? Pues usar un pelo de la cola de la vaca, por supuesto.
- Tranquila, ¡QUIETA VESI! - le exclamó a Khan al ver que se enfadaba, pero para suerte del dragón, Mulan se levantó en ese momento, de una forma bastante cauta y haciéndose con el arco y las flechas, distrayendo al caballo en su posible ataque hacia el dragón. ¿Había visto algo? Tanto el caballo, como el grillo y el dragón, miraron y escucharon atentamente la escena. Mushu caminó siguiéndola desde cierta distancia en la que podría presenciar lo que ocurría; por lo pronto parecía que dos jóvenes se habían acercado demasiado, pero no estaban armados ni tenían intención de atacar. De hecho, a ojos de Mushu y seguramente de Mulan, tenían pinta de haberlo pasado bastante mal, tenían un aspecto algo demacrado. Fue un momento de tensión, incluso Mushu estaba preparado por si tenía que entrar en acción, pero la situación se desenvolvió de forma bastante civilizada bajo la atenta mirada de Mushu, que tenía el ceño fruncido, y de hecho pegó un bote al no esperar que lo llamara para hacerle traer...
- ¿QUÉ? ¿LAS GALLETAS? ¿Por qué las galletas?... - se quejó, habiéndose hecho a la idea que no tendría que compartirlas nada más que con Mulan y como mucho con el grillo. - ¡Oh! ¡Está bien!... Ahora vengo... - añadió instantes después, con resignación mientras agachaba las orejas e iba con muy pocas ganas a coger las galletas que andaban cerca de la tienda de campaña, no tardó en volver con la caja para ofrecerle a los nuevos acompañantes - No cojáis demasiadas y esas cosas, que os saldrán caries... - murmuraba prácticamente para sí mismo, hasta que percibió como las miradas de esos jóvenes se clavaban incrédulas en él. Se llevó una mano a su supuesta cintura y abrió la boca algo malhumorado mientras seguía ejerciendo de "camarero" - ¿Qué? ¿Es que nunca antes habíais visto a un dragón? Estos humanos... - refunfuñó, dispuesto a acomodarse entre ellos de forma disimulada, dejando que fuera Mulan la que les preguntara, aunque ya sabían que no les tenían mucha simpatía a la reina y que prácticamente habían sido abandonados a su suerte.
Pero justo iba a dejar la caja de galletas en medio de ellos cuando la más pequeña de los dos hermanos lo abrazó, pillándolo por sorpresa. Ese gesto hizo que olvidara por completo el asunto de la comida, y se quedara parado. ¿Pasaban de mirarlo raro a que lo abrazaran? Al menos aquella jovencita. Igual tendría que haberle devuelto el gesto, pero se quedó tan sorprendido que ni reaccionó. Al menos le gustó aquello de "Señor Dragón".
- Bueno, ya que soy un Señor Dragón... Dejo que comáis las que queráis - seguramente recibiera una regañina escueta por parte de Mulan, así que se apresuró a dejar al abasto las galletas y sentarse al lado de su protegida, sin dejar de mirar a esa jovencita que lo había abrazado, no iba a negar que le encantó notar su calor. Ahora tenía curiosidad sobre ellos, y qué es lo que se le ocurriría hacer a Mulan. Porque sí, porque la conocía y tenía la intuición de que una idea en su cerebrito volvía a surgir como lo hacían las flores de cerezo en primavera...
Keith J. Dylan- Seres Mágicos
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Re: Mulan's Decision
Se incorporó ligeramente mientras los hermanos se pasaban la cantimplora – No hay de que – Les respondió mientras se sacudía ligeramente el kimono con las manos aunque eso duró poco porque enseguida volvió la mirada hacia Mushu cuando le oyó gritar – ¡Mushu! ¡No seas egoísta! – Entrecerró los ojos mirando al dragón – ¿No ves que las necesitan más que tú y yo misma? – Le reprendió justo en el momento en que se alejaba para ir a buscarlas obviamente. La joven volvió a poner la mirada en el chico que le estaba contestando a la pregunta que ella misma le había hecho hacia unos momentos. Suponía que vivían en una casa, pero no dijo nada, no se atrevió a interrumpirle, simplemente le escuchó.
Se preguntó inmediatamente que habría impedido al padre de aquellos dos jovencitos a dejarlos abandonados a su suerte en el bosque y no acudir al punto de encuentro con sus hijos. Frunció el entrecejo ante aquellas palabras pero volvió a prestar atención cuando mencionó a la Reina, debía de ser Siobhan, no podía ser otra. Cerró una de las manos, apretando ligeramente el puño. Aquella mujer despertaba la rabia dentro de ella de una manera que nadie había conseguido antes. Claro que, nadie le había arrebatado lo que esa bruja le había arrebatado.
- Típico de esa mujer aprovecharse de la gente… Hay cosas que no cambian – Dijo sin poder evitar que hubiese cierto rencor en su voz – ¿Sabes que había en la bolsa? – Aunque supuso que no habría tenido la suficiente curiosidad como para mirar dentro, pero ella si que sentía curiosidad por saber que había dentro. Tenía que ser algo realmente importante si la Reina les había pedido a dos jóvenes que se lo recuperarán por ella. – Podéis quedaros con nosotros, sin problemas… - Les dedicó una cálida sonrisa a los hermanos justo cuando llegaba Mushu con las galletas.
- ¡Mushu! – Volvió a reprenderle la joven – No en todas las culturas existen los dragones, que además hablen y no intenten comerse a la gente, deberías saberlo – Le dijo ante las preguntas que hizo a los hermanos, mirándole unos segundos antes de volver a posar la mirada en Hansel y Gretel. – Mushu es… mi guardián. En mi cultura veneramos a los fallecidos, a nuestros antepasados y les pedimos protección. Sobretodo cuando algún familiar tiene que ir a la guerra o hacer un viaje muy largo… Desde hace algunos años mis ancestros eligieron a Mushu como mi protector, se podría decir que…, es un ser mágico y por eso habla…
Se encogió ligeramente de hombros y no pudo evitar sonreír ante el abrazo que la chica le proporcionó a Mushu y las posteriores palabras del mismo – Si es que en el fondo es hasta encantador… - Volvió a mirar a los hermanos y esperó unos minutos para que comieran con tranquilidad antes de volver a hablar – Creo que no sería mala idea que os cambiaríais… Creo que mi ropa os puede servir – Volvió a sonreír unos segundos – No te preocupes, tengo ropa que te valdrá a ti también y para nada femenina – Le dijo al muchacho por si acaso, y además permaneció seria para que no se pensara que le estaba tomado el pelo o quién sabe qué.
Hizo que Khan se acercara, sacando de la bolsa dos ropas, uno para Hansel y otro para Gretel. A él se lo tendió con una ligera sonrisa – Prometo no mirar, se lo que es estar rodeado de gente del sexo opuesto y sentirse expuesto, así que no te preocupes. – Como para olvidar aquel baño imprudente la primera vez que se alisto al ejército, y se metieron en el lago, Yao, Chien Po y Ling. Inolvidable. Menos mal que Mushu había tenido sus agallas y la había sacado del apuro, aunque también fuera casualidad que jurara que no quería ver a otro hombre desnudo en su vida y medio campamento pasara justo en ese momento por delante de sus narices.
Luego miró a la muchacha – Ven y dejamos intimidad a tu hermano y así te ayudo. Mushu te quedas y le ayudas si lo necesita, ¿vale? – Se ofreció, dándose cuenta de la mirada que se intercambiaban los hermanos antes de que la muchacha se alejara con ella del lugar, aunque tampoco demasiado. – ¿Quieres que te ayude a quitarte la ropa o…? – La miró con cautela, algo le decía que no confiaba demasiado en ella, aunque tampoco la culparía por ello.
Se preguntó inmediatamente que habría impedido al padre de aquellos dos jovencitos a dejarlos abandonados a su suerte en el bosque y no acudir al punto de encuentro con sus hijos. Frunció el entrecejo ante aquellas palabras pero volvió a prestar atención cuando mencionó a la Reina, debía de ser Siobhan, no podía ser otra. Cerró una de las manos, apretando ligeramente el puño. Aquella mujer despertaba la rabia dentro de ella de una manera que nadie había conseguido antes. Claro que, nadie le había arrebatado lo que esa bruja le había arrebatado.
- Típico de esa mujer aprovecharse de la gente… Hay cosas que no cambian – Dijo sin poder evitar que hubiese cierto rencor en su voz – ¿Sabes que había en la bolsa? – Aunque supuso que no habría tenido la suficiente curiosidad como para mirar dentro, pero ella si que sentía curiosidad por saber que había dentro. Tenía que ser algo realmente importante si la Reina les había pedido a dos jóvenes que se lo recuperarán por ella. – Podéis quedaros con nosotros, sin problemas… - Les dedicó una cálida sonrisa a los hermanos justo cuando llegaba Mushu con las galletas.
- ¡Mushu! – Volvió a reprenderle la joven – No en todas las culturas existen los dragones, que además hablen y no intenten comerse a la gente, deberías saberlo – Le dijo ante las preguntas que hizo a los hermanos, mirándole unos segundos antes de volver a posar la mirada en Hansel y Gretel. – Mushu es… mi guardián. En mi cultura veneramos a los fallecidos, a nuestros antepasados y les pedimos protección. Sobretodo cuando algún familiar tiene que ir a la guerra o hacer un viaje muy largo… Desde hace algunos años mis ancestros eligieron a Mushu como mi protector, se podría decir que…, es un ser mágico y por eso habla…
Se encogió ligeramente de hombros y no pudo evitar sonreír ante el abrazo que la chica le proporcionó a Mushu y las posteriores palabras del mismo – Si es que en el fondo es hasta encantador… - Volvió a mirar a los hermanos y esperó unos minutos para que comieran con tranquilidad antes de volver a hablar – Creo que no sería mala idea que os cambiaríais… Creo que mi ropa os puede servir – Volvió a sonreír unos segundos – No te preocupes, tengo ropa que te valdrá a ti también y para nada femenina – Le dijo al muchacho por si acaso, y además permaneció seria para que no se pensara que le estaba tomado el pelo o quién sabe qué.
Hizo que Khan se acercara, sacando de la bolsa dos ropas, uno para Hansel y otro para Gretel. A él se lo tendió con una ligera sonrisa – Prometo no mirar, se lo que es estar rodeado de gente del sexo opuesto y sentirse expuesto, así que no te preocupes. – Como para olvidar aquel baño imprudente la primera vez que se alisto al ejército, y se metieron en el lago, Yao, Chien Po y Ling. Inolvidable. Menos mal que Mushu había tenido sus agallas y la había sacado del apuro, aunque también fuera casualidad que jurara que no quería ver a otro hombre desnudo en su vida y medio campamento pasara justo en ese momento por delante de sus narices.
Luego miró a la muchacha – Ven y dejamos intimidad a tu hermano y así te ayudo. Mushu te quedas y le ayudas si lo necesita, ¿vale? – Se ofreció, dándose cuenta de la mirada que se intercambiaban los hermanos antes de que la muchacha se alejara con ella del lugar, aunque tampoco demasiado. – ¿Quieres que te ayude a quitarte la ropa o…? – La miró con cautela, algo le decía que no confiaba demasiado en ella, aunque tampoco la culparía por ello.
Sydney J. Watson- Heroínas
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Re: Mulan's Decision
Hansel se mostró bastante sorprendido cuando su hermana se acercó al dragón parlanchín y lo abrazó. Después de volvió a plantear la acción y ya no le pareció tan extraña. Su hermana siempre había sido una muchacha alegre y cariñosa, y le gustaba profesar ese amor que sentía hacia el mundo. Estaba agradecida con el dragón, por eso le había abrazo. No había necesidad de darle más vueltas. Sin embargo, Hansel se puso tenso cuando el dragón les recriminó el no haber visto a nadie de su especie. Por supuesto que no. Los dos hermanos habían crecido en el bosque, alejados de toda posible civilización, con la única compañía de su padre (antes de su madre, que falleció hace ya mucho tiempo). Sí que era cierto que conocían todo tipo de criaturas, animales que habitaban el bosque, pero Hansel podía jurar no haber visto nunca a un dragón (se había imaginado su aspecto en los cuentos de su padre) y menos que tuviera la habilidad de articular palabras. Entonces Mulán saltó para regañarle al tal Mushu (el dragón tenía nombre y todo). Le dedicó una mirada a su hermana, después a Mushu, y por último a Mulán.
-Pues no, siento mucho no haber visto nunca un dragón -respondió con un tono entre gracioso y molesto ante el reproche de Mushu, para después callarse ya que Mulán les estaba explicando a los dos hermanos que el dragón era su guardián. ¿Mushu era como las hadas? Hansel recordaba los cuentos y normalmente aparecían hadas que ayudaban a los humanos, que les concedían deseos o que simplemente los protegían. Sin lugar a dudas, aquellos dos seres tan extraños no estaban mintiendo cuando decían que venían de tierras muy lejanas y sin embargo, incluso la Reina había llegado hasta allí-. ¿Allí también existe la magia? -preguntó curioso Hansel, porque uno de los rasgos que definían al joven era su curiosidad y sus ganas de explorar, su hermana lo sabía muy bien.
Cogió un par de galletas más y mientras masticaba, Mulán sugirió que deberían cambiarse de ropa, lo que hizo que Hansel se mirase a sí mismo. Sí, desde que la Reina los había abandonado en el bosque habían estado llevando la misma ropa. Parecía desgastada, estaba muy sucia e incluso olía raro. Arrugó la nariz cuando dijo que les iba a prestar ropa, Hansel no pensaba llevar vestimenta femenina, aunque tuviera que estar un mes con su ropa harapienta. Entonces le informó de que también tendría ropa para él, lo que le extrañó aún más. ¿Desde cuándo una mujer que viajaba por el bosque llevaba ropa de hombre? Se le antojaba sospechoso y extraño. Se quedó parado y sin saber muy bien qué hacer, hasta que hizo acto de presencia el caballo de Mulán y de las bolsas que llevaba, sacara ropajes. Mulán les estaba ofreciendo ropa, comida y agua, mucho más de lo que habían tenido durante aquellos días de completa soledad. La mujer le dijo que no iba a mirarle mientras se cambiaba, un comentario que le pareció muy extraño al joven y lo único que pudo hacer fue asentir a modo de respuesta.
Gretel se iría con la mujer, mientras que el dragón parlanchín se quedaría con Hansel para ayudarles a vestirse. ¿Desde cuándo necesitaban ayuda? Se quedó mirándolas mientras se alejaban, para después inspeccionar la ropa que le había dado Mulán. No se lo podía creer. ¿Cómo se ponía eso? La verdad es que tendría que haberlo supuesto habiendo visto los extraño ropajes de la mujer. Se quitó los zapatos, y poco a poco con las intrucciones Mushu fue poniéndose aquella extraña ropa. Lo más curioso es que era cómoda, le venía grande pero eso a Hansel no le suponía un mayor problema. Respiró profundamente y decidió sincerarse con aquella criatura mágica:
-Gracias por vuestra ayuda... Ha sido una suerte habernos encontrado con vosotros, porque yo realmente... No sé qué podría haber sido de mi hermana o de mí... -me pasé la mano por el pelo enmarañado-. Sois unas buenas personas.
-Pues no, siento mucho no haber visto nunca un dragón -respondió con un tono entre gracioso y molesto ante el reproche de Mushu, para después callarse ya que Mulán les estaba explicando a los dos hermanos que el dragón era su guardián. ¿Mushu era como las hadas? Hansel recordaba los cuentos y normalmente aparecían hadas que ayudaban a los humanos, que les concedían deseos o que simplemente los protegían. Sin lugar a dudas, aquellos dos seres tan extraños no estaban mintiendo cuando decían que venían de tierras muy lejanas y sin embargo, incluso la Reina había llegado hasta allí-. ¿Allí también existe la magia? -preguntó curioso Hansel, porque uno de los rasgos que definían al joven era su curiosidad y sus ganas de explorar, su hermana lo sabía muy bien.
Cogió un par de galletas más y mientras masticaba, Mulán sugirió que deberían cambiarse de ropa, lo que hizo que Hansel se mirase a sí mismo. Sí, desde que la Reina los había abandonado en el bosque habían estado llevando la misma ropa. Parecía desgastada, estaba muy sucia e incluso olía raro. Arrugó la nariz cuando dijo que les iba a prestar ropa, Hansel no pensaba llevar vestimenta femenina, aunque tuviera que estar un mes con su ropa harapienta. Entonces le informó de que también tendría ropa para él, lo que le extrañó aún más. ¿Desde cuándo una mujer que viajaba por el bosque llevaba ropa de hombre? Se le antojaba sospechoso y extraño. Se quedó parado y sin saber muy bien qué hacer, hasta que hizo acto de presencia el caballo de Mulán y de las bolsas que llevaba, sacara ropajes. Mulán les estaba ofreciendo ropa, comida y agua, mucho más de lo que habían tenido durante aquellos días de completa soledad. La mujer le dijo que no iba a mirarle mientras se cambiaba, un comentario que le pareció muy extraño al joven y lo único que pudo hacer fue asentir a modo de respuesta.
Gretel se iría con la mujer, mientras que el dragón parlanchín se quedaría con Hansel para ayudarles a vestirse. ¿Desde cuándo necesitaban ayuda? Se quedó mirándolas mientras se alejaban, para después inspeccionar la ropa que le había dado Mulán. No se lo podía creer. ¿Cómo se ponía eso? La verdad es que tendría que haberlo supuesto habiendo visto los extraño ropajes de la mujer. Se quitó los zapatos, y poco a poco con las intrucciones Mushu fue poniéndose aquella extraña ropa. Lo más curioso es que era cómoda, le venía grande pero eso a Hansel no le suponía un mayor problema. Respiró profundamente y decidió sincerarse con aquella criatura mágica:
-Gracias por vuestra ayuda... Ha sido una suerte habernos encontrado con vosotros, porque yo realmente... No sé qué podría haber sido de mi hermana o de mí... -me pasé la mano por el pelo enmarañado-. Sois unas buenas personas.
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Re: Mulan's Decision
Cuando aquella mujer le pidió al dragón que nos trajera las galletas, a él pareció no hacerle mucha gracia, tal vez porque no confiaba o por el simple hecho de que era su comida y no quería compartirla, era algo fácil de comprender, al menos a mi forma de verlo. Mulan, según dijo que se llamaba le reprochó el que se hubiera quejado y la miré unos instantes molesta, se estaba preocupando por nosotros pero seguía sin poder confiar en ella, sin embargo, seguí con la mirada al pequeño dragón cuando fue a buscar las galletas, aparentemente resignado, y seguí observándole atentamente cuando se acercó a nosotros para ofrecérnoslas, la verdad es que me sorprendía muchísimo ver a un dragón tan pequeño y que hablara, aquello no me lo habría imaginado ni en mis sueños más fantasiosos. Durante todo ese rato había estado ignorando las conversación que mantenían Hansel y aquella mujer, seguiría a mi hermano donde fuera e hiciera lo que hiciera, por eso no me metería en cualquier cosa que dijera en esa conversación, aunque no me agradara. Mi atención estaba completamente centrada en el dragón, Mushu parecía llamarse, y ante su pregunta no pude evitar reírme, pero, para no ofenderle oculté la risa haciendo ver qe acababa de venirme un ataque de tos que no duró más que unos pocos segundos. -Lo siento - me disculpé agachando un poco la cabeza aún mirando a aquel dragón tan curioso.
Por primera vez desde que la habíamos visto, hice caso a las palabras de la pelinegra de buen agrado y con atención, aunque estaba claro que eso era debido a que hablaba sobre Mushu. Me parecía curioso, mucho, aquello de que fuera su protector, aquello hizo que me planteara el no hacerle desprecios a las cosas que nos ofrecía, aunque seguía sin poder confiar en ella. De todos modos, no entendía porque aquel dragón me daba más confianza, tal vez era porque me hacía gracia verle tan pequeño y hablador después de haberme imaginado a los dragones gigantescos y no demasiado amigables, que digamos. Miré a mi hermano con una sonrisa divertida cuando preguntó si allí también existía la magia, me gustaba ver como su curiosidad le obligaba a hacer esa clase de preguntas aunque, a mi parecer, si en el lugar de donde provenían habían ancestros en forma de dragón parlanchín, la magia sí existía.
Una vez le abracé me quedé parada, tal y como él parecía haberse quedado instantes antes, ignoraba las galletas que había dejado para nosotros y sus palabras ofreciéndonos las que quisiéramos gracias a que le había llamado "Señor Dragón", también las de Mulan diciendo que, en el fondo, era hasta encantador.. Mi vista estaba perdida y mi mente divagaba sobre el porque lo había hecho, si le habría molestado y cosas por el estilo, no es que no me hubiera agradado abrazarle y que me arrepintiera, no, ese no era el caso, sólo que no entendía porque había tenido aquel impulso de abrazarle. Con todo aquello me había olvidado hasta del hambre que tenía por lo que no comí ninguna galleta.
Sacudí levemente la cabeza cuando se rompió el silencio con la voz de la mujer pelinegra volviendo a la realidad. ¿Cambiarnos? ¿Ropa? ME miré a mi misma, tal y como vi que hacía mi hermano, después de todo nos parecíamos en muchas cosas. Nuestras ropas estaban sucias, e incluso algo rotas y desgastadas, por no hablar de el olor... La verdad es que, por mucho que me desagradara la idea, debía aceptar la ropa que nos ofrecía, pero el hecho de que llevara ropa de hombre sin haber ninguno que la acompañara hizo que desconfiara más de ella por simple sospecha, era muy extraño aquello. -Sí, será mejor... - Respondí y asentí levemente cuando me dijo que dejáramos intimidad a Hansel, yo le miré antes de alejarme del lugar, él confiaba en aquella mujer, no había ningún tipo de duda.
Una vez alejadas del lugar para poder cambiarme, Mulan formuló una pregunta que no me agradó demasiado ¿es que creía que era una niña pequeña que no podía desvestirme sola? Si tuviera dos o tres años aún se entendería, pero no era el caso, a mi parecer estaba ya bastante crecidita como para necesitar ayuda para quitarme la ropa. -Puedo yo sola, gracias. - Dije en un tono un poco seco mientras empezaba por quitarme los zapatos y después el vestido, quedando solamente en ropa interior. Después cogí al ropa que me ofrecía con un poco de desgana, me gustaba mi vestido, era cómodo, y si me ofrecía algo como lo que ella llevaba... Suspiré mientras inspeccionaba la ropa dándole un poco la espalda, lo que ella llevaba parecía un vestido, sin embargo, lo que me había dado era una bata muy rara, de las caras al parecer, pues la tela con la que estaba hecha era seda. Me la puse como si fuera una bata normal y corriente, pero quedaba abierta, como es obvio, y las mangas... eran más anchas de lo normal, dudaba que pudiera acostumbrarme a ello. Miré a ambos lados buscando algo con que mantener cerrada la bata, pero no encontré nada, entonces la miré y me fijé en que llevaba una cinta en la cintura tal vez sí llevaba lo mismo que me había dado. -¿Podrías darme esta... cinta que tu llevas, por favor? -Pregunté dudando de que fuera eso lo que llevaba, tal vez tenía otro nombre o vete tu a saber, era muy extraña aquella mujer.
Por primera vez desde que la habíamos visto, hice caso a las palabras de la pelinegra de buen agrado y con atención, aunque estaba claro que eso era debido a que hablaba sobre Mushu. Me parecía curioso, mucho, aquello de que fuera su protector, aquello hizo que me planteara el no hacerle desprecios a las cosas que nos ofrecía, aunque seguía sin poder confiar en ella. De todos modos, no entendía porque aquel dragón me daba más confianza, tal vez era porque me hacía gracia verle tan pequeño y hablador después de haberme imaginado a los dragones gigantescos y no demasiado amigables, que digamos. Miré a mi hermano con una sonrisa divertida cuando preguntó si allí también existía la magia, me gustaba ver como su curiosidad le obligaba a hacer esa clase de preguntas aunque, a mi parecer, si en el lugar de donde provenían habían ancestros en forma de dragón parlanchín, la magia sí existía.
Una vez le abracé me quedé parada, tal y como él parecía haberse quedado instantes antes, ignoraba las galletas que había dejado para nosotros y sus palabras ofreciéndonos las que quisiéramos gracias a que le había llamado "Señor Dragón", también las de Mulan diciendo que, en el fondo, era hasta encantador.. Mi vista estaba perdida y mi mente divagaba sobre el porque lo había hecho, si le habría molestado y cosas por el estilo, no es que no me hubiera agradado abrazarle y que me arrepintiera, no, ese no era el caso, sólo que no entendía porque había tenido aquel impulso de abrazarle. Con todo aquello me había olvidado hasta del hambre que tenía por lo que no comí ninguna galleta.
Sacudí levemente la cabeza cuando se rompió el silencio con la voz de la mujer pelinegra volviendo a la realidad. ¿Cambiarnos? ¿Ropa? ME miré a mi misma, tal y como vi que hacía mi hermano, después de todo nos parecíamos en muchas cosas. Nuestras ropas estaban sucias, e incluso algo rotas y desgastadas, por no hablar de el olor... La verdad es que, por mucho que me desagradara la idea, debía aceptar la ropa que nos ofrecía, pero el hecho de que llevara ropa de hombre sin haber ninguno que la acompañara hizo que desconfiara más de ella por simple sospecha, era muy extraño aquello. -Sí, será mejor... - Respondí y asentí levemente cuando me dijo que dejáramos intimidad a Hansel, yo le miré antes de alejarme del lugar, él confiaba en aquella mujer, no había ningún tipo de duda.
Una vez alejadas del lugar para poder cambiarme, Mulan formuló una pregunta que no me agradó demasiado ¿es que creía que era una niña pequeña que no podía desvestirme sola? Si tuviera dos o tres años aún se entendería, pero no era el caso, a mi parecer estaba ya bastante crecidita como para necesitar ayuda para quitarme la ropa. -Puedo yo sola, gracias. - Dije en un tono un poco seco mientras empezaba por quitarme los zapatos y después el vestido, quedando solamente en ropa interior. Después cogí al ropa que me ofrecía con un poco de desgana, me gustaba mi vestido, era cómodo, y si me ofrecía algo como lo que ella llevaba... Suspiré mientras inspeccionaba la ropa dándole un poco la espalda, lo que ella llevaba parecía un vestido, sin embargo, lo que me había dado era una bata muy rara, de las caras al parecer, pues la tela con la que estaba hecha era seda. Me la puse como si fuera una bata normal y corriente, pero quedaba abierta, como es obvio, y las mangas... eran más anchas de lo normal, dudaba que pudiera acostumbrarme a ello. Miré a ambos lados buscando algo con que mantener cerrada la bata, pero no encontré nada, entonces la miré y me fijé en que llevaba una cinta en la cintura tal vez sí llevaba lo mismo que me había dado. -¿Podrías darme esta... cinta que tu llevas, por favor? -Pregunté dudando de que fuera eso lo que llevaba, tal vez tenía otro nombre o vete tu a saber, era muy extraña aquella mujer.
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Re: Mulan's Decision
Le sacó la lengua a Mulan, de igual manera que cuando le llamó lagarto la primera vez que se conocieron. ¿Hasta encantador? ¿Cómo que HASTA encantador? ¡Era encantador, a secas! O incluso se podía añadir un "muy" en esa frase. Miraba de vez en cuando a la fémina de la pareja, aquella que lo había abrazado prácticamente en un impulso. Parecía que Mushu captaba su atención, tal vez era verdad que ni se habrían imaginado que pudiera existir un Dragón como él... Mientras fuera un asombro en el sentido positivo y no un "nunca nos hubiéramos imaginado un ser tan peculiarmente... ridículo". Nah, eso no podía ser... ¡Por favor! ¡Estábamos hablando de Mushu, que le daba mil vueltas al Gran Dragón de Piedra cuando éste último estaba en sus años mozos!
- Bah, no importa; un abrazo se agradece de vez en cuando - respondió a la chica cuando ésta se disculpó, haciendo un gesto despreocupado con la mano. -Bueno, muchacho; ¡La magia no tiene límites ni fronteras! Todo está en tener fe - y si no que se lo dijeran a la familia Fa. De no haber sido por las plegarias de su padre y su abuela, y la cultura en la que había crecido su pequeñina (como aún solía llamarla él), proteger a Mulan hubiera sido todavía más complicado.
Mulan propuso de ir a cambiarse. a Mushu no le pareció mala idea al ver cómo iban vestidos aquellos chicos, y echó una última mirada a la más joven de los hermanos, como si por unos segundos se hubiera quedado alelado, le parecía ciertamente peculiar. Luego despertó de su ensoñación, sacudiendo ligeramente la cabeza y guió al otro muchacho hacia un rincón para poder vestirle en condiciones. Era curioso: siempre acababa haciendo de chacha, ya fuera de una generación u otra, pero era algo que no le desagradaba. Observó como Hansel se vestía, estando delante de él. Se llevó los dedos a la boca, mientras reflexionaba, hasta que decidió hablar:
- No, no... Así no... Será mejor que te ayude antes de que te conviertas en una momia mal enrollada - comentó - Ponte esa solapa hacia tu izquierda, y la otra cruzada, bien.
Le iba dando instrucciones al muchacho desde el suelo, dejando la ropa sucia y haraposa en un rincón. Ahora iba tomando mejor aspecto con diferencia... Le entró nostalgia por unos segundos... ¡Y pensar que antaño era él quien tenía que enseñarle a Mulan a cómo vestirse como un chico! Cómo pasaba el tiempo... Todos creciendo a su alrededor y Mushu como el primer día. Aunque en realidad sí había madurado con el resto; la experiencia te hacía ver las cosas de otra manera, quisieras o no, a pesar de que, bueno, su carácter siempre sería su carácter.
Una vez tenía la base puesta, Mushu se apresuró a reptar por las espaldas de Hansel, para acabar de colocarle el cinturón, algún complemento más y plancharle con las zarpas las arrugas excesivas, que era lo que quizás costaba más de hacer. De mientras oyó al muchacho, sorprendiéndose de sus sinceras palabras. ¡Con lo desconfiado que parecían haber sido! Se los veía inocentes y desamparados; después de todo sólo eran un par de muchachos a los que el destino no parecía haberles sonreído, no del todo, hasta que se toparon con Mulan.
- Oh, bueno... No hay de qué - respondió con un simpático orgullo característico en él, mientras sacaba pecho estando sobre el hombro derecho de Hansel - Quizás llegue a ser algo recíproco... Aunque al parecer habéis tenido muy mala suerte con esa Reina, ¿me equivoco? Me pregunto si merece tal título... - reflexionó en voz alta mientras se rascaba tranquilamente el pecho con una de sus zarpas y perdía su mirada por unos momentos al suelo, frunciendo el ceño. - A veces es mejor no echar la vista atrás si no te quieres volver loco; lo importante es que ya estáis a salvo - seguidamente le susurró con una sonrisa sincera - Aún no sabes de qué es capaz esta mujer... Mulan.
- Bah, no importa; un abrazo se agradece de vez en cuando - respondió a la chica cuando ésta se disculpó, haciendo un gesto despreocupado con la mano. -Bueno, muchacho; ¡La magia no tiene límites ni fronteras! Todo está en tener fe - y si no que se lo dijeran a la familia Fa. De no haber sido por las plegarias de su padre y su abuela, y la cultura en la que había crecido su pequeñina (como aún solía llamarla él), proteger a Mulan hubiera sido todavía más complicado.
Mulan propuso de ir a cambiarse. a Mushu no le pareció mala idea al ver cómo iban vestidos aquellos chicos, y echó una última mirada a la más joven de los hermanos, como si por unos segundos se hubiera quedado alelado, le parecía ciertamente peculiar. Luego despertó de su ensoñación, sacudiendo ligeramente la cabeza y guió al otro muchacho hacia un rincón para poder vestirle en condiciones. Era curioso: siempre acababa haciendo de chacha, ya fuera de una generación u otra, pero era algo que no le desagradaba. Observó como Hansel se vestía, estando delante de él. Se llevó los dedos a la boca, mientras reflexionaba, hasta que decidió hablar:
- No, no... Así no... Será mejor que te ayude antes de que te conviertas en una momia mal enrollada - comentó - Ponte esa solapa hacia tu izquierda, y la otra cruzada, bien.
Le iba dando instrucciones al muchacho desde el suelo, dejando la ropa sucia y haraposa en un rincón. Ahora iba tomando mejor aspecto con diferencia... Le entró nostalgia por unos segundos... ¡Y pensar que antaño era él quien tenía que enseñarle a Mulan a cómo vestirse como un chico! Cómo pasaba el tiempo... Todos creciendo a su alrededor y Mushu como el primer día. Aunque en realidad sí había madurado con el resto; la experiencia te hacía ver las cosas de otra manera, quisieras o no, a pesar de que, bueno, su carácter siempre sería su carácter.
Una vez tenía la base puesta, Mushu se apresuró a reptar por las espaldas de Hansel, para acabar de colocarle el cinturón, algún complemento más y plancharle con las zarpas las arrugas excesivas, que era lo que quizás costaba más de hacer. De mientras oyó al muchacho, sorprendiéndose de sus sinceras palabras. ¡Con lo desconfiado que parecían haber sido! Se los veía inocentes y desamparados; después de todo sólo eran un par de muchachos a los que el destino no parecía haberles sonreído, no del todo, hasta que se toparon con Mulan.
- Oh, bueno... No hay de qué - respondió con un simpático orgullo característico en él, mientras sacaba pecho estando sobre el hombro derecho de Hansel - Quizás llegue a ser algo recíproco... Aunque al parecer habéis tenido muy mala suerte con esa Reina, ¿me equivoco? Me pregunto si merece tal título... - reflexionó en voz alta mientras se rascaba tranquilamente el pecho con una de sus zarpas y perdía su mirada por unos momentos al suelo, frunciendo el ceño. - A veces es mejor no echar la vista atrás si no te quieres volver loco; lo importante es que ya estáis a salvo - seguidamente le susurró con una sonrisa sincera - Aún no sabes de qué es capaz esta mujer... Mulan.
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Re: Mulan's Decision
Mulan frunció ligeramente el ceño y arrugó la nariz ante aquel tono seco que usó la chica con ella. Era muy diferente la forma en como se dirigía ella a como se dirigía su hermano hacia ella. Le sorprendía bastante, puesto que él parecía muy confiado y ella en cambio parecía que desconfiaba totalmente de ella. - Vale, tranquila. Te dejo todo a ti – Le respondió con una media sonrisa mientras se apartaba ligeramente de ella y la observaba ponérselo. La verdad que parecía bastante espabilada y le sorprendió que supiera ponerse la ropa, para alguien que nunca había visto ese tipo de ropajes realmente no tenía que ser fácil. Tanto fue así que cuando le anunció que necesitaba la cinta tuvo que virar la mirada hacia ella.
Sí, se había quedado perdida en sus pensamientos y sus recuerdos. Le sonrió otra vez antes de sacar la cinta, pasársela por la cintura y atarsela – Eres una chica muy lista y también muy guapa – Le dijo sonriendo afablemente. ¿Acaso creía que iba a conseguir que le hablara con el mismo tono seco con el que se había dirigido ella? En absoluto. Mulan había vivido demasiadas cosas, algunas de ellas duras, otras horriblemente demoledoras y aunque le había costado seguir adelante, ahí estaba dispuesta a dar incluso su vida por una causa que creía justa. Una niña que desconfiaba de ella y le hablaba con aquel tono no iba a aplacarla de ninguna manera, ni tampoco iba a conseguir que ella fuera a tratarla de la misma manera.
Se movió con cuidado y curiosamente ni siquiera se oían sus pisadas sobre la tierra, era una habilidad que había aprendido después de tantas batallas y que agradecía enormemente. Había pasado de ser la muchacha torpe que se alistaba al ejército para salvar a su padre y no sabía hacer nada a derechas, a convertirse en la primera del ejército, ser la que tenía aquellas ideas descabelladas pero a la par brillantes que llevaron al triunfo a su pueblo. Se sentía orgullosa de todo aquello.
¿De lo qué soy capaz? - Preguntó la joven que había llegado justo para oír las últimas palabras de Mushu. - Eso ha sonado un tanto... - Raro. Casi parecía que le estuviese advirtiendo de ella o algo. De camino hasta donde se encontraban Hansel y Mushu, que se había apostado sobre el hombro del joven, recuperó el arco que había dejado en el suelo momentos antes y el carcaj de flechas, metiendo la que no había usado en su interior. - Sí te estas refiriendo al hecho de hacerme pasar por hombre y alistarme en el ejército, engañando incluso al general..., todo para salvar a mi padre y devolver el honor a mi familia... Sí, soy capaz de muchas cosas – Sonrió abiertamente mirando al dragón antes de compartir una mirada con el muchacho. Se había quedado mirando el arco y el carcaj mientras decía aquellas palabras, instrumentos que en ese momento tendió a Hansel – Lo vas a necesitar... ¿Sabes manejarlo? - Le preguntó mientras esperaba que el chico lo cogiera – No te preocupes... Yo no era capaz de sostener la flecha en el arco – Aún recordaba como Mushu le había clavado una manzana en la flecha durante una de las “pruebas” que les puso Shang durante el entrenamiento... Todo por ayudarla.
Su mirada se ensombreció ligeramente al recordar aquello pero casi de inmediato volvió a ser la de antes. Seguía costándole recordar según que acontecimientos de su vida sin que se notara en su rostro que le dolían aquellos recuerdos... Eran recuerdos que la aliviaban y le hacían daño al mismo tiempo. Algo contradictorio pero no por ello menos cierto.
Levantó sus ojos unos segundos hacia el cielo para darse cuenta de que había empezado a oscurecer – Mushu... ¿Te parece un buen lugar para pasar la noche? - Le preguntó al dragón antes de volver la mirada a la niña que parecía confiar más en Mushu que en ella, y se había dado cuenta. Era bastante perspicaz – Si queréis podéis ayudarle... Yo iré a ver si encuentro algo para cenar... os irá bien. Eso y descansar.
Sí, se había quedado perdida en sus pensamientos y sus recuerdos. Le sonrió otra vez antes de sacar la cinta, pasársela por la cintura y atarsela – Eres una chica muy lista y también muy guapa – Le dijo sonriendo afablemente. ¿Acaso creía que iba a conseguir que le hablara con el mismo tono seco con el que se había dirigido ella? En absoluto. Mulan había vivido demasiadas cosas, algunas de ellas duras, otras horriblemente demoledoras y aunque le había costado seguir adelante, ahí estaba dispuesta a dar incluso su vida por una causa que creía justa. Una niña que desconfiaba de ella y le hablaba con aquel tono no iba a aplacarla de ninguna manera, ni tampoco iba a conseguir que ella fuera a tratarla de la misma manera.
Se movió con cuidado y curiosamente ni siquiera se oían sus pisadas sobre la tierra, era una habilidad que había aprendido después de tantas batallas y que agradecía enormemente. Había pasado de ser la muchacha torpe que se alistaba al ejército para salvar a su padre y no sabía hacer nada a derechas, a convertirse en la primera del ejército, ser la que tenía aquellas ideas descabelladas pero a la par brillantes que llevaron al triunfo a su pueblo. Se sentía orgullosa de todo aquello.
¿De lo qué soy capaz? - Preguntó la joven que había llegado justo para oír las últimas palabras de Mushu. - Eso ha sonado un tanto... - Raro. Casi parecía que le estuviese advirtiendo de ella o algo. De camino hasta donde se encontraban Hansel y Mushu, que se había apostado sobre el hombro del joven, recuperó el arco que había dejado en el suelo momentos antes y el carcaj de flechas, metiendo la que no había usado en su interior. - Sí te estas refiriendo al hecho de hacerme pasar por hombre y alistarme en el ejército, engañando incluso al general..., todo para salvar a mi padre y devolver el honor a mi familia... Sí, soy capaz de muchas cosas – Sonrió abiertamente mirando al dragón antes de compartir una mirada con el muchacho. Se había quedado mirando el arco y el carcaj mientras decía aquellas palabras, instrumentos que en ese momento tendió a Hansel – Lo vas a necesitar... ¿Sabes manejarlo? - Le preguntó mientras esperaba que el chico lo cogiera – No te preocupes... Yo no era capaz de sostener la flecha en el arco – Aún recordaba como Mushu le había clavado una manzana en la flecha durante una de las “pruebas” que les puso Shang durante el entrenamiento... Todo por ayudarla.
Su mirada se ensombreció ligeramente al recordar aquello pero casi de inmediato volvió a ser la de antes. Seguía costándole recordar según que acontecimientos de su vida sin que se notara en su rostro que le dolían aquellos recuerdos... Eran recuerdos que la aliviaban y le hacían daño al mismo tiempo. Algo contradictorio pero no por ello menos cierto.
Levantó sus ojos unos segundos hacia el cielo para darse cuenta de que había empezado a oscurecer – Mushu... ¿Te parece un buen lugar para pasar la noche? - Le preguntó al dragón antes de volver la mirada a la niña que parecía confiar más en Mushu que en ella, y se había dado cuenta. Era bastante perspicaz – Si queréis podéis ayudarle... Yo iré a ver si encuentro algo para cenar... os irá bien. Eso y descansar.
Sydney J. Watson- Heroínas
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Re: Mulan's Decision
El joven Hansel había sido muy sincero con sus palabras de agradecimiento al dragón mágico, y sonrió abiertamente cuando este le respondió. Dejó que Mushu estuviera en su hombro, con una confianza hacia la criatura que dudaba pocos minutos antes pudiera cogerle. Alzó una ceja bastante irónico cuando mencionó a la Reina, en aquellos momentos Hansel no era capaz de bromear o de sonreír, el trauma persistía. El olor a dulce, las escenas en aquella casita, el rostro de la bruja ciega, la jaula en la que habían estado encerrados y la sonrisa malvada de la Reina cuando los había abandonado. Aquello no había sido mala suerte, había sido una desgracia completa... Los pensamientos de Hansel estaban esparcidos, divididos, demabulando por su mente, pero lo más importante era ir en busca de su padre, saber qué había sido de él por mucho que lo hubieran estado buscando por aquellos lares.
-Sí... En ningún momento tendría que haber aceptado esa oferta, pero... nuestro padre no estaba. Tengo la corazonada de que la Reina tiene algo que ver con su desaparición, pero... Ni Gretel ni yo conocemos estas tierras. Estamos perdidos -explicó Hansel con una sonrisa bastante triste. El joven entendió de las palabras de Mushu que no debía pensar en el pasado, o acabaría por volverse loco, ¿acaso no lo debería estar ya por lo que había pasado? Aquellos dos desconocidos... sabía que podría llegar a confiar en ellos, pero eran tan extravagantes, tan lejanos a lo que estaban acostumbrados. Aún así, ¿no le había dicho Hansel a su hermana días atrás que él deseaba viajar, conocer el mundo? Esa era una buena oportunidad-. ¿De qué es capaz? -se atrevió a preguntarle al dragón con su curiosidad del pasado.
Entonces giró la cabeza al ver a Mulán de nuevo con ellos, exactamente estaba respondiendo a su pregunta. ¿Pasarse por un hombre? ¿Alistarse en el ejército? ¿Qué era exactamente un ejército? ¿Salvar el honor de su familia? El mundo del que provenía era de lo más extraño, diferente al de Hansel y Gretel. Alzó la mirada para ver a lo lejos que su hermana todavía se estaba preparando con aquellos ropajes, pero pudo observar un poco (no los colores llamativos ya que no los diferenciaba) cómo le quedaba y sonrió abiertamente. En esos instantes en el que regresó a la conversación, la mujer de ojos rasgados le estaba tendiendo ese mismo arco que había lanzado anteriormente al suelo. Se lo estaba ofreciendo y así hizo Hansel, lo cogió bastante seguro y se quedó inspeccionándolo con la mirada.
-Somos hijos de un leñador, solamente sé utilizar un hacha -explicó Hansel algo neutro. Por supuesto el hacha lo habían mantenido lejos de su hermana, no por considerarla frágil sino porque ella se encargaba de otras tareas. A lo mejor lo que la mujer le estaba queriendo decir era que le iba a enseñar a utilizarlo. ¿Un arma para cazar, asesinar? Sí, puede que fuera lo que necesitara Hansel en esos momentos. Un arma con el que proteger a su hermana. Asintió varias veces al notar él también que se había hecho de noche-. Claro... Le ayudaremos y... gracias -dijo de nuevo mientras se rascaba la nuca algo incómodo. ¿Qué les habría podido pasar si no se hubieran encontrado con ellos? Le dedicó una mirada a su hermana y sonrió ampliamente. Al menos ella parecía estar bien...
-Sí... En ningún momento tendría que haber aceptado esa oferta, pero... nuestro padre no estaba. Tengo la corazonada de que la Reina tiene algo que ver con su desaparición, pero... Ni Gretel ni yo conocemos estas tierras. Estamos perdidos -explicó Hansel con una sonrisa bastante triste. El joven entendió de las palabras de Mushu que no debía pensar en el pasado, o acabaría por volverse loco, ¿acaso no lo debería estar ya por lo que había pasado? Aquellos dos desconocidos... sabía que podría llegar a confiar en ellos, pero eran tan extravagantes, tan lejanos a lo que estaban acostumbrados. Aún así, ¿no le había dicho Hansel a su hermana días atrás que él deseaba viajar, conocer el mundo? Esa era una buena oportunidad-. ¿De qué es capaz? -se atrevió a preguntarle al dragón con su curiosidad del pasado.
Entonces giró la cabeza al ver a Mulán de nuevo con ellos, exactamente estaba respondiendo a su pregunta. ¿Pasarse por un hombre? ¿Alistarse en el ejército? ¿Qué era exactamente un ejército? ¿Salvar el honor de su familia? El mundo del que provenía era de lo más extraño, diferente al de Hansel y Gretel. Alzó la mirada para ver a lo lejos que su hermana todavía se estaba preparando con aquellos ropajes, pero pudo observar un poco (no los colores llamativos ya que no los diferenciaba) cómo le quedaba y sonrió abiertamente. En esos instantes en el que regresó a la conversación, la mujer de ojos rasgados le estaba tendiendo ese mismo arco que había lanzado anteriormente al suelo. Se lo estaba ofreciendo y así hizo Hansel, lo cogió bastante seguro y se quedó inspeccionándolo con la mirada.
-Somos hijos de un leñador, solamente sé utilizar un hacha -explicó Hansel algo neutro. Por supuesto el hacha lo habían mantenido lejos de su hermana, no por considerarla frágil sino porque ella se encargaba de otras tareas. A lo mejor lo que la mujer le estaba queriendo decir era que le iba a enseñar a utilizarlo. ¿Un arma para cazar, asesinar? Sí, puede que fuera lo que necesitara Hansel en esos momentos. Un arma con el que proteger a su hermana. Asintió varias veces al notar él también que se había hecho de noche-. Claro... Le ayudaremos y... gracias -dijo de nuevo mientras se rascaba la nuca algo incómodo. ¿Qué les habría podido pasar si no se hubieran encontrado con ellos? Le dedicó una mirada a su hermana y sonrió ampliamente. Al menos ella parecía estar bien...
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Re: Mulan's Decision
- No te preocupes, encontraremos a tu padre – le sonrió al muchacho, al cual le dio unas palmaditas en la nuca para darle ánimos. Estaba seguro de ello y quería trasmitírselo a Hansel. Quizás era debido a que Mushu veía el conflicto desde un punto de vista más lejano, tal vez por eso su tono de voz era más seguro y calmado.
A Mushu no le dio tiempo a responderle al joven, Mulan los interrumpió. Ahá, así que espiándolos mientras conversaban… ¡Y siempre tan oportuna como de costumbre! Ella no pudo describirlo mejor, era justo la imagen que el dragón tenía en la cabeza. ¿Le parecía poco que una mujer, MUJER, se aventurará a alistarse al ejército a riesgo de que la descubrieran –algo no muy difícil–, abandonando sin tan siquiera despedirse de su familia sin saber si sería la última vez que la viera e irse a la guerra? Eso no lo hacía cualquiera, Mushu era la primera vez que presenciaba algo semejante, hasta entonces ninguna mujer se había atrevido a desobedecer las leyes de aquella manera.
- Lo que te decía: ¡De lo que es capaz! – recalcó, antes de que Mulan le cediera un arco y un carcaj lleno de flechas a Hansel. Mushu observó atentamente desde el hombro del muchacho, al cual parecía no importarle que el dragón se mantuviera ahí. - Puedo dar fe de ello. Aprenderás rápido, ella no tardó mucho… - afirmó, recordando también la de veces que le había ayudado a la jovencita haciendo alguna que otra trampa en los entrenamientos, aunque por desgracia, el general los pillaba la mayoría de veces. El general… Debía ser la razón por la que la sonrisa se borraba del rostro de Mulan en cuestión de segundos para luego volver a estar como antes. No, el dragón la conocía demasiado bien para que se le escaparan esa clase de detalles o se le pasaran por alto. Normal, aún debía tener aquellos desgraciados acontecimientos demasiado presentes en su mente. Una de las muertes le había afectado directamente. Mushu también le había cogido cariño a Shang, pero no era lo mismo que la relación que ellos dos mantenían. Un dramático episodio en sus vidas, desde luego.
La voz del muchacho interrumpió sus pensamientos. Éste se hizo con el carcaj y el arco, pero aún seguía dubitativo. Era curioso, pero Mushu ya se emocionaba con tan sólo tener la idea de que iba a volver a instruir. Era algo que en el fondo le motivaba. Si conseguía hacer de aquellos dos jovenzuelos un par de guerreros, se ganaría aún más el respeto por parte de los Ancestros… Aunque… Ya tenía sus dudas. Parecía que su actitud hacia el dragón era prácticamente la misma que cuando llegó de la primera guerra con Mulan.
- ¡Un hacha! Como si fuera poco… - comentó en un amago de risa. Vamos, que como se te escapara de las manos o se despegara el palo de la pieza de metal, podías decir adiós. Con un poco de suerte sobrevivías - Comparado con eso el carcaj y el arco debe ser como coger una pluma.
Tras decir aquello y escuchar las palabras de su compañera de guerras, el dragón se deslizó hasta tocar de pies a tierra. La hermana de Hansel, Gretel, también se había reunido con ellos. El dragón miró a su alrededor, piso un poco el suelo y se tocó los bigotes como si estuviera reflexionando.
- Me parece un buen lugar sí… Hemos estado en peores. Grillo hablará con sus compatriotas para mantenerlos un poco callados, ¿verdad? – preguntó mirando al bicho, antes de caminar hacia el lugar más plano, que era ni más ni menos que alrededor de la hoguera – ¿No te iría bien practicar un rato con el arco, a ver si pillas algún animalejo?... – dijo mirando a Hansel y a Mulan, aunque tal vez, como decía ésta, era mejor que descansaran. - Oh bueno… Quizás no es tan buena idea, no vaya a ser que falles el tiro y en vez de conejo tengamos Mulan a la brasa – añadió antes de dirigirle una mirada a Gretel - Sígueme, las telas están en las alforjas de la vaca – dijo señalando a Khan – Aunque aún no me quedó claro si era una vaca o una oveja. Bueno, no importa – comentó dirigiéndose al caballo, respondiendo éste con un relincho que hizo que el dragón se frenara en sus pasos – Em… Cógelas tú, creo que le caes mejor. Yo iré preparando el esqueleto de las tiendas – afirmó con una enorme sonrisa fingida, disimulando su pequeño conflicto personal con el caballo. Pero en cuanto ésta empezara a rebuscar en las alforjas, Mushu se daría la vuelta para observarla con curiosidad. Parecía más tímida que su hermano, pero tenía un “algo” que le hacía gracia.
A Mushu no le dio tiempo a responderle al joven, Mulan los interrumpió. Ahá, así que espiándolos mientras conversaban… ¡Y siempre tan oportuna como de costumbre! Ella no pudo describirlo mejor, era justo la imagen que el dragón tenía en la cabeza. ¿Le parecía poco que una mujer, MUJER, se aventurará a alistarse al ejército a riesgo de que la descubrieran –algo no muy difícil–, abandonando sin tan siquiera despedirse de su familia sin saber si sería la última vez que la viera e irse a la guerra? Eso no lo hacía cualquiera, Mushu era la primera vez que presenciaba algo semejante, hasta entonces ninguna mujer se había atrevido a desobedecer las leyes de aquella manera.
- Lo que te decía: ¡De lo que es capaz! – recalcó, antes de que Mulan le cediera un arco y un carcaj lleno de flechas a Hansel. Mushu observó atentamente desde el hombro del muchacho, al cual parecía no importarle que el dragón se mantuviera ahí. - Puedo dar fe de ello. Aprenderás rápido, ella no tardó mucho… - afirmó, recordando también la de veces que le había ayudado a la jovencita haciendo alguna que otra trampa en los entrenamientos, aunque por desgracia, el general los pillaba la mayoría de veces. El general… Debía ser la razón por la que la sonrisa se borraba del rostro de Mulan en cuestión de segundos para luego volver a estar como antes. No, el dragón la conocía demasiado bien para que se le escaparan esa clase de detalles o se le pasaran por alto. Normal, aún debía tener aquellos desgraciados acontecimientos demasiado presentes en su mente. Una de las muertes le había afectado directamente. Mushu también le había cogido cariño a Shang, pero no era lo mismo que la relación que ellos dos mantenían. Un dramático episodio en sus vidas, desde luego.
La voz del muchacho interrumpió sus pensamientos. Éste se hizo con el carcaj y el arco, pero aún seguía dubitativo. Era curioso, pero Mushu ya se emocionaba con tan sólo tener la idea de que iba a volver a instruir. Era algo que en el fondo le motivaba. Si conseguía hacer de aquellos dos jovenzuelos un par de guerreros, se ganaría aún más el respeto por parte de los Ancestros… Aunque… Ya tenía sus dudas. Parecía que su actitud hacia el dragón era prácticamente la misma que cuando llegó de la primera guerra con Mulan.
- ¡Un hacha! Como si fuera poco… - comentó en un amago de risa. Vamos, que como se te escapara de las manos o se despegara el palo de la pieza de metal, podías decir adiós. Con un poco de suerte sobrevivías - Comparado con eso el carcaj y el arco debe ser como coger una pluma.
Tras decir aquello y escuchar las palabras de su compañera de guerras, el dragón se deslizó hasta tocar de pies a tierra. La hermana de Hansel, Gretel, también se había reunido con ellos. El dragón miró a su alrededor, piso un poco el suelo y se tocó los bigotes como si estuviera reflexionando.
- Me parece un buen lugar sí… Hemos estado en peores. Grillo hablará con sus compatriotas para mantenerlos un poco callados, ¿verdad? – preguntó mirando al bicho, antes de caminar hacia el lugar más plano, que era ni más ni menos que alrededor de la hoguera – ¿No te iría bien practicar un rato con el arco, a ver si pillas algún animalejo?... – dijo mirando a Hansel y a Mulan, aunque tal vez, como decía ésta, era mejor que descansaran. - Oh bueno… Quizás no es tan buena idea, no vaya a ser que falles el tiro y en vez de conejo tengamos Mulan a la brasa – añadió antes de dirigirle una mirada a Gretel - Sígueme, las telas están en las alforjas de la vaca – dijo señalando a Khan – Aunque aún no me quedó claro si era una vaca o una oveja. Bueno, no importa – comentó dirigiéndose al caballo, respondiendo éste con un relincho que hizo que el dragón se frenara en sus pasos – Em… Cógelas tú, creo que le caes mejor. Yo iré preparando el esqueleto de las tiendas – afirmó con una enorme sonrisa fingida, disimulando su pequeño conflicto personal con el caballo. Pero en cuanto ésta empezara a rebuscar en las alforjas, Mushu se daría la vuelta para observarla con curiosidad. Parecía más tímida que su hermano, pero tenía un “algo” que le hacía gracia.
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Re: Mulan's Decision
Bueno, tanto como que no tardó mucho. Dibujo una mueca entre burlona y seria en su rostro, porque le había costado. Hasta que no había llegado a lo alto de aquel poste sufriendo durante horas no había sido reconocida como una buena guerrera, o mejor dicho, no había sido reconocido como un buen guerrero, no hay que olvidar que por aquel entonces la consideraban un hombre.
Yo soy hija de una familia de campesinos – Respondió al comentario del chico con una pequeña sonrisa y encogiéndose de hombros. Con eso solo quería decir que cualquiera podía llegar alto si se lo proponía y era constante con aquello que deseaba. En su caso la había llevado hasta allí el deseo de salvar a su padre y más tarde su propio honor y el de su familia. ¿Ahora? Quería creer que solo era por justicia, pero sabía que también algo personal en todo aquello que hacía. Era normal después de todo. - Pero tiene razón, se aprende rápido – A ella simplemente le había costado porque siempre había gozado de una torpeza natural (y sabía que no era heredada), sino, que le preguntaran a la Casamentera de su pueblo. Tuvo que aguantarse una carcajada al recordar la que se había leído aquella mañana por culpa del grillo en casa de aquella mujer. Vale, en aquellos momentos se había sentido humillada, había sentido que deshonraba a todas las generaciones de la familia Fa, pero si ahora se paraba a recordar aquello tenía que admitir que estaba entre los momentos más graciosos de su vida. - Además... ¿tienes idea del daño que puede hacer una simple hacha? - Solo tenía que imaginarse que si talaba árboles con ella, se podían cortar muchas otras cosas.
Miró con cara de reproche a Mushu cuando dejó caer que habían estado en lugares peores. Sí, lo habían estado pero siempre intentaban acomodarlo de la mejor manera posible. Al menos no estaban solos con una cesta de castañas que ni eran capaces de calentar porque el fuego se apagaba. - Pues a mi no me molestan los grillos – Comentó y lo hizo solo por molestar un poco a aquel dragón quejica que tenía por Guardián. Escuchó la propuesta del dragón y asintió en silencio, por ella no había problema. Los demás no le suponían cargas. Ella misma había pasado por el aprendizaje partiendo de cero, así que. Se acercó hasta Khan y tomó la funda de la espalda que se colgó a la espalda y un pequeño cuchillo de entre las alforjas del animal que se metió en el cinturón, además de una bolsa de tela. Más valía prevenir que curar, nunca se sabía cuando te iba a salir algún Troll, criatura o incluso guardias reales.
Ven. No te separes demasiado de mí – Le advirtió. Lo que le faltaba ahora era que uno de los hermanos se perdiera y para colmo él y que luego la señorita agría le echara a ella la culpa, porque aquella cara de desconfianza y como la miraba Mulan no lo olvidaba fácilmente. Hasta llegó a preguntarse si es que acaso estaba en aquellos días del mes. Se internó en el bosque olvidando casi al momento aquellas ideas que habían pasado por su cabeza, oía los pasos de Hansel detrás de ella y es que obviamente no era tan sigiloso como lo había llegado a ser ella con el paso de los años, como todo era cuestión de práctica. Llevaban cerca de diez minutos andando cuando los ojos marrones de la muchacha distinguieron algo entre los matorrales. Se quedó quieta al momento haciendo un gesto con la mano al chico para que se acercara. Cuando estuvo lo suficientemente cerca señaló hacia un punto determinado donde había un conejo de color marrón.
Señaló el arco y se colocó detrás del muchacho acercando su cuerpo al de él, para luego tomar con una de las manos el arco, esperó a que el muchacho la imitase aunque sin quitar la mano de donde la tenía de modo que los dos sujetaban el arco. - Ahora tomamos una flecha... - Antes de que pudiera hacer nada, tomó una de las flechas del carcaj y la colocó en el arco – La colocamos así y ponemos la parte trasera contra la cuerda... - A medida que iba hablando hacía lo que decía hasta tener la flecha colocada – Sujeta la parte trasera de la cuerda y la flecha – Dijo cediéndole la flecha y cuerda, pero poniendo luego su propia mano sobre la de él – Y ahora... se tensa la cuerda. Obviamente cuanto más tensada este con más velocidad saldrá disparada – Aunque era algo obvio había preferido decirlo, que nunca estaba de más. - Tienes que estar seguro de que vas a darle antes de soltar la flecha, porque... solo tendremos una oportunidad. La paciencia en estos casos es una virtud, el ser silencioso también, pero tampoco se ha de esperar demasiado o se puede ir. Sé que es mucho por asimilar, pero... - Se encogió ligeramente de hombros – Para apuntar y lanzar mejor, separa un poco las piernas, incluso puedes adelantar una de las dos si crees que te irá mejor – Siguió diciendo sin aligerar la tensión de la cuerda ni un ápice – Apuntas y cuando estés seguro, suelta – Soltó la cuerda y esperó obviamente que él hiciera lo mismo. A los pocos segundos la flecha estaba clavada en el conejo.
Sonrió satisfecha y se separó del muchacho – No te rindas si a la primera no te funciona, no es tan fácil como parece – Al menos ella no le presionaba o le hacía sentir mal como habían hecho con ella. Caminó hasta el animal sacándole la flecha antes de meterlo en el saco que había traído con ella desde el “campamento”. Siguió caminando unos segundos antes divisar otro animalillo. Sabía que con el que tenían ahora les bastaba, pero..., miró unos segundos a Hansel – Prueba solo..., aunque si necesitas ayuda no dudes en pedírmela – Le dijo en un susurro para no espantar al animal mientras se acercaba hasta él. Al menos sabía que no estaba solo.
Yo soy hija de una familia de campesinos – Respondió al comentario del chico con una pequeña sonrisa y encogiéndose de hombros. Con eso solo quería decir que cualquiera podía llegar alto si se lo proponía y era constante con aquello que deseaba. En su caso la había llevado hasta allí el deseo de salvar a su padre y más tarde su propio honor y el de su familia. ¿Ahora? Quería creer que solo era por justicia, pero sabía que también algo personal en todo aquello que hacía. Era normal después de todo. - Pero tiene razón, se aprende rápido – A ella simplemente le había costado porque siempre había gozado de una torpeza natural (y sabía que no era heredada), sino, que le preguntaran a la Casamentera de su pueblo. Tuvo que aguantarse una carcajada al recordar la que se había leído aquella mañana por culpa del grillo en casa de aquella mujer. Vale, en aquellos momentos se había sentido humillada, había sentido que deshonraba a todas las generaciones de la familia Fa, pero si ahora se paraba a recordar aquello tenía que admitir que estaba entre los momentos más graciosos de su vida. - Además... ¿tienes idea del daño que puede hacer una simple hacha? - Solo tenía que imaginarse que si talaba árboles con ella, se podían cortar muchas otras cosas.
Miró con cara de reproche a Mushu cuando dejó caer que habían estado en lugares peores. Sí, lo habían estado pero siempre intentaban acomodarlo de la mejor manera posible. Al menos no estaban solos con una cesta de castañas que ni eran capaces de calentar porque el fuego se apagaba. - Pues a mi no me molestan los grillos – Comentó y lo hizo solo por molestar un poco a aquel dragón quejica que tenía por Guardián. Escuchó la propuesta del dragón y asintió en silencio, por ella no había problema. Los demás no le suponían cargas. Ella misma había pasado por el aprendizaje partiendo de cero, así que. Se acercó hasta Khan y tomó la funda de la espalda que se colgó a la espalda y un pequeño cuchillo de entre las alforjas del animal que se metió en el cinturón, además de una bolsa de tela. Más valía prevenir que curar, nunca se sabía cuando te iba a salir algún Troll, criatura o incluso guardias reales.
Ven. No te separes demasiado de mí – Le advirtió. Lo que le faltaba ahora era que uno de los hermanos se perdiera y para colmo él y que luego la señorita agría le echara a ella la culpa, porque aquella cara de desconfianza y como la miraba Mulan no lo olvidaba fácilmente. Hasta llegó a preguntarse si es que acaso estaba en aquellos días del mes. Se internó en el bosque olvidando casi al momento aquellas ideas que habían pasado por su cabeza, oía los pasos de Hansel detrás de ella y es que obviamente no era tan sigiloso como lo había llegado a ser ella con el paso de los años, como todo era cuestión de práctica. Llevaban cerca de diez minutos andando cuando los ojos marrones de la muchacha distinguieron algo entre los matorrales. Se quedó quieta al momento haciendo un gesto con la mano al chico para que se acercara. Cuando estuvo lo suficientemente cerca señaló hacia un punto determinado donde había un conejo de color marrón.
Señaló el arco y se colocó detrás del muchacho acercando su cuerpo al de él, para luego tomar con una de las manos el arco, esperó a que el muchacho la imitase aunque sin quitar la mano de donde la tenía de modo que los dos sujetaban el arco. - Ahora tomamos una flecha... - Antes de que pudiera hacer nada, tomó una de las flechas del carcaj y la colocó en el arco – La colocamos así y ponemos la parte trasera contra la cuerda... - A medida que iba hablando hacía lo que decía hasta tener la flecha colocada – Sujeta la parte trasera de la cuerda y la flecha – Dijo cediéndole la flecha y cuerda, pero poniendo luego su propia mano sobre la de él – Y ahora... se tensa la cuerda. Obviamente cuanto más tensada este con más velocidad saldrá disparada – Aunque era algo obvio había preferido decirlo, que nunca estaba de más. - Tienes que estar seguro de que vas a darle antes de soltar la flecha, porque... solo tendremos una oportunidad. La paciencia en estos casos es una virtud, el ser silencioso también, pero tampoco se ha de esperar demasiado o se puede ir. Sé que es mucho por asimilar, pero... - Se encogió ligeramente de hombros – Para apuntar y lanzar mejor, separa un poco las piernas, incluso puedes adelantar una de las dos si crees que te irá mejor – Siguió diciendo sin aligerar la tensión de la cuerda ni un ápice – Apuntas y cuando estés seguro, suelta – Soltó la cuerda y esperó obviamente que él hiciera lo mismo. A los pocos segundos la flecha estaba clavada en el conejo.
Sonrió satisfecha y se separó del muchacho – No te rindas si a la primera no te funciona, no es tan fácil como parece – Al menos ella no le presionaba o le hacía sentir mal como habían hecho con ella. Caminó hasta el animal sacándole la flecha antes de meterlo en el saco que había traído con ella desde el “campamento”. Siguió caminando unos segundos antes divisar otro animalillo. Sabía que con el que tenían ahora les bastaba, pero..., miró unos segundos a Hansel – Prueba solo..., aunque si necesitas ayuda no dudes en pedírmela – Le dijo en un susurro para no espantar al animal mientras se acercaba hasta él. Al menos sabía que no estaba solo.
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Re: Mulan's Decision
Hansel obvió las palabras de Mushu ante la aclaración de que el joven sabía utilizar el hacha. Cuando su madre falleció debido a una enfermedad del bosque, el padre de los dos hermanos se percató de lo desprotegidos que podían estar si él también se marchaba. Por eso mismo, aunque Hansel fuera un crío cuando su esposa murió, le enseñó el "arte" del leñador. Recordaba perfectamente lo pesada que le resultaba el hacha de su madre, como las primeras veces intentaba golpear el tronco de un árbol y en vez de eso, daba vueltas sobre sí mismo y acababa cayendo de culo. Habían sido momentos felices en los que eran una pequeña familia.
¿Y qué había quedado de todo aquello? Nada.
La desaparición de su padre, la aparición de la Reina, el encuentro con una bruja ciega y un encuentro demasiado próximo a la muerte para unos jóvenes como Hansel y Gretel. Parecía mentira que hacía unos días, los dos hermanos hubieran conversado sobre las tierras exóticas, sobre las tierras lejanas. ¡Ahora estaban hablando con una mujer de ojos rasgados y con un dragón! El muchacho le dedicó una mirada a su hermana mientras dejaba que Mushu hablase sobre un supuesto grillo o algo parecido, o se ponían a hablar sobre un campamento. Él hacía tiempo que había dejado de escuchar, le resultaba muy fácil desconectar y sumergirse en su propio mundo. Regresó de una manera bastante abrupta y solamente captó que iba a entrenar con ese mismo arco que portaba entre sus manos.
Asintió varias veces a Mulán para darle a entender que la había escuchado a la perfección, ¿pero iban a ir de verdad a practicar con el arco y la flecha? ¡Todo le estaba pareciendo tan precipitado! Aún así siguió los pasos de Mulán, ¿iba a perderse de nuevo en el bosque? Hansel se creía muy capaz de hacerlo otra vez, por lo que se alejó muy poco de Mulán, simplemente manteniendo una distancia prudencial para no afectar a su espacio vital. Podría decirse que estaba incómodo, pero para nada. Había crecido en el bosque junto a su hermana, conocía sus secretos y sus peligros, ¿qué más le podía pasar? Había perdido a su padre y lo último que le faltaba sería separarse de su hermana también (tal y como estaba sucediendo). No le había hecho mucha gracia haberse tenido que separar de su hermana, pero confiaba de una manera bastante extraña e inmediata en Mushu, por lo que decidió dejarlo estar.
Repentinamente, un movimiento y apareció un pequeño y "dulce" conejito. Mulán captó la atención del joven y agarró el arco, al igual que él, explicándole todos los pasos que debía seguir. Hansel intentó memorizarlos a la perfección, pero sabía que al igual que el aprendizaje del hacha, le iba a costar más de lo mismo. Aunque si se podía decir, Hansel tenía buena puntaría lanzando, ¿sería igual con un arco? Seguridad y paciencia... La mujer de ojos rasgados le pedía demasiado a Hansel, quien seguía desorientado en un lugar así, sin saber dónde iba a poder acabar. Entonces, la flecha alcanzó una velocidad impresionante hasta clavarse en el pequeño cuerpo del conejo y Hansel se quedó allí, de pie, observando cómo era metido en un saco por la mujer. De nuevo, volvió a tragar saliva, algo nervioso, pero emocionado por aprender para poder manejar bien el arco.
Y otra vez, un nuevo animalillo pareció acercarse. Ya había matado a unos cuantos como él un día atrás con tal de alimentar a su hermana, pero el tener el arco entre sus manos le ponía muy nervioso. Finalmente, dejó salir el aire por su boca, cerró un ojo enfocando al pequeño animal sin querer reconocer la especie, estiró la cuerda y cuando se sintió preparado, soltó la cuerda. Como era normal, la flecha no alcanzó al animal, pero para sorpresa de Hansel, la flecha se clavó en el árbol de al lado del animal, por lo que fuerza no le faltaba al joven muchacho. Suspiró, para nada decepcionado, sino cansado y miró a la mujer.
-Creo que estaré más inspirado mañana... Ahora mismo solamente veo cosas del mismo color... -cuando normalmente eran dos o un poco más. Estaba cansado y sabía que en cualquier momento las piernas dejarían de sostenerle el cuerpo.
¿Y qué había quedado de todo aquello? Nada.
La desaparición de su padre, la aparición de la Reina, el encuentro con una bruja ciega y un encuentro demasiado próximo a la muerte para unos jóvenes como Hansel y Gretel. Parecía mentira que hacía unos días, los dos hermanos hubieran conversado sobre las tierras exóticas, sobre las tierras lejanas. ¡Ahora estaban hablando con una mujer de ojos rasgados y con un dragón! El muchacho le dedicó una mirada a su hermana mientras dejaba que Mushu hablase sobre un supuesto grillo o algo parecido, o se ponían a hablar sobre un campamento. Él hacía tiempo que había dejado de escuchar, le resultaba muy fácil desconectar y sumergirse en su propio mundo. Regresó de una manera bastante abrupta y solamente captó que iba a entrenar con ese mismo arco que portaba entre sus manos.
Asintió varias veces a Mulán para darle a entender que la había escuchado a la perfección, ¿pero iban a ir de verdad a practicar con el arco y la flecha? ¡Todo le estaba pareciendo tan precipitado! Aún así siguió los pasos de Mulán, ¿iba a perderse de nuevo en el bosque? Hansel se creía muy capaz de hacerlo otra vez, por lo que se alejó muy poco de Mulán, simplemente manteniendo una distancia prudencial para no afectar a su espacio vital. Podría decirse que estaba incómodo, pero para nada. Había crecido en el bosque junto a su hermana, conocía sus secretos y sus peligros, ¿qué más le podía pasar? Había perdido a su padre y lo último que le faltaba sería separarse de su hermana también (tal y como estaba sucediendo). No le había hecho mucha gracia haberse tenido que separar de su hermana, pero confiaba de una manera bastante extraña e inmediata en Mushu, por lo que decidió dejarlo estar.
Repentinamente, un movimiento y apareció un pequeño y "dulce" conejito. Mulán captó la atención del joven y agarró el arco, al igual que él, explicándole todos los pasos que debía seguir. Hansel intentó memorizarlos a la perfección, pero sabía que al igual que el aprendizaje del hacha, le iba a costar más de lo mismo. Aunque si se podía decir, Hansel tenía buena puntaría lanzando, ¿sería igual con un arco? Seguridad y paciencia... La mujer de ojos rasgados le pedía demasiado a Hansel, quien seguía desorientado en un lugar así, sin saber dónde iba a poder acabar. Entonces, la flecha alcanzó una velocidad impresionante hasta clavarse en el pequeño cuerpo del conejo y Hansel se quedó allí, de pie, observando cómo era metido en un saco por la mujer. De nuevo, volvió a tragar saliva, algo nervioso, pero emocionado por aprender para poder manejar bien el arco.
Y otra vez, un nuevo animalillo pareció acercarse. Ya había matado a unos cuantos como él un día atrás con tal de alimentar a su hermana, pero el tener el arco entre sus manos le ponía muy nervioso. Finalmente, dejó salir el aire por su boca, cerró un ojo enfocando al pequeño animal sin querer reconocer la especie, estiró la cuerda y cuando se sintió preparado, soltó la cuerda. Como era normal, la flecha no alcanzó al animal, pero para sorpresa de Hansel, la flecha se clavó en el árbol de al lado del animal, por lo que fuerza no le faltaba al joven muchacho. Suspiró, para nada decepcionado, sino cansado y miró a la mujer.
-Creo que estaré más inspirado mañana... Ahora mismo solamente veo cosas del mismo color... -cuando normalmente eran dos o un poco más. Estaba cansado y sabía que en cualquier momento las piernas dejarían de sostenerle el cuerpo.
Everett N. O'Connor- Humanos
- Soy : Hansel
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Re: Mulan's Decision
- ¿Así que habéis estado en lugares peores? – Peores que un bosque frío, oscuro y hostil, a merced de las inclemencias del tiempo o de la fauna salvaje… Bueno pues, entonces tendría material para buenas historias. Se mordió un poco la lengua, volviendo a una pose más antisocial al darse cuenta de que compartía conversación con Mulan y su recién proclamado cazador hermano. No fue hasta que esos dos se fueron y siguió al dragón que notó como se relajaba un poco. Toda la tensión acumulada en esos últimos días seguía pesándole, formando un grueso nudo en su garganta. Aunque los acontecimientos recientes estaban consiguiendo al menos que se distrajese de sus tragedias, por así decirlo. No todos los días te encontrabas con una mujer de las tierras orientales y su dragón protector.
La promesa de pasar la noche a cubierto y calentita era demasiado buena para ignorarla. Siguiendo a Mushu se acercó al caballo – probablemente en oriente aquello fuera una vaca, pero se parecía sospechosamente a un caballo – para dar un respingo ante el relincho del animal. Inmediatamente miró al dragón cuando tuvo la generosidad de dejar en sus manos la tarea de recoger la tela. No es que el caballo la intimidara… bueno sí, probablemente podía mandarla de vuelta a su casa de una patada y quizá hasta mordiera.
Suspiró, no quería parecer una cobarde delante de Mushu – ni de nadie – y probablemente el caballo estuviera amaestrado… ¿No? Lo descubrió más temprano que tarde, no tuvo ningún problema para coger las telas de las alforjas, lo que le hizo pensar que quizá al caballo no le sentara muy bien que lo llamaran vaca. Era probable ¿No? Si un dragón en miniatura podía hablar con un grillo, ¿Por qué no iba a poder entenderlos un caballo?
¿Dónde está el esqueleto? – Preguntó al volver junto al dragón. – El de las tiendas, quiero decir. – Se aclaró. Si el dragón se había pasado el tiempo mirándola, y no es que ella lo hubiera notado, iba a tener que ponerse al día con lo de montar las tiendas, porque ella no tenía ni idea de cómo se hacía, y parecía más difícil que ponerse bien una bata oriental.
Dejando un momento de lado los aspectos técnicos de su construcción, se tomó un momento para observar al dragón bigotudo mientras sujetaba aquellas telas.
- Entonces… - Empezó a preguntar, aunque se atragantó un poco con las palabras, y tras abrir y cerrar la boca un par de veces, volvió a empezar. – Entonces… ¿Vamos a estar juntos de momento? – No sabía por qué pero la idea la reconfortaba, aunque todavía no tuviera motivos sinceros para confiar en ellos, tampoco los tenía para desconfiar en realidad, pero la reina ya había demostrado como una persona que a priori parece de fiar podía ocultar muy bien eso de ser una arpía retorcida. Era difícil pensar en alguien que no fuera Hansel como una persona fiable.
La promesa de pasar la noche a cubierto y calentita era demasiado buena para ignorarla. Siguiendo a Mushu se acercó al caballo – probablemente en oriente aquello fuera una vaca, pero se parecía sospechosamente a un caballo – para dar un respingo ante el relincho del animal. Inmediatamente miró al dragón cuando tuvo la generosidad de dejar en sus manos la tarea de recoger la tela. No es que el caballo la intimidara… bueno sí, probablemente podía mandarla de vuelta a su casa de una patada y quizá hasta mordiera.
Suspiró, no quería parecer una cobarde delante de Mushu – ni de nadie – y probablemente el caballo estuviera amaestrado… ¿No? Lo descubrió más temprano que tarde, no tuvo ningún problema para coger las telas de las alforjas, lo que le hizo pensar que quizá al caballo no le sentara muy bien que lo llamaran vaca. Era probable ¿No? Si un dragón en miniatura podía hablar con un grillo, ¿Por qué no iba a poder entenderlos un caballo?
¿Dónde está el esqueleto? – Preguntó al volver junto al dragón. – El de las tiendas, quiero decir. – Se aclaró. Si el dragón se había pasado el tiempo mirándola, y no es que ella lo hubiera notado, iba a tener que ponerse al día con lo de montar las tiendas, porque ella no tenía ni idea de cómo se hacía, y parecía más difícil que ponerse bien una bata oriental.
Dejando un momento de lado los aspectos técnicos de su construcción, se tomó un momento para observar al dragón bigotudo mientras sujetaba aquellas telas.
- Entonces… - Empezó a preguntar, aunque se atragantó un poco con las palabras, y tras abrir y cerrar la boca un par de veces, volvió a empezar. – Entonces… ¿Vamos a estar juntos de momento? – No sabía por qué pero la idea la reconfortaba, aunque todavía no tuviera motivos sinceros para confiar en ellos, tampoco los tenía para desconfiar en realidad, pero la reina ya había demostrado como una persona que a priori parece de fiar podía ocultar muy bien eso de ser una arpía retorcida. Era difícil pensar en alguien que no fuera Hansel como una persona fiable.
Noah M. Stoner- Humanos
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Re: Mulan's Decision
Arqueó una ceja ante el último comentario de Mulan antes de marcharse a cazar junto al muchacho llamado Hansel. Decidió no comentar nada al respecto, al parecer hasta se había acostumbrado a dormir con los grillos gritando a su alrededor, otra señal más de cómo había pasado el tiempo. Se le hacía curiosamente extraño eso de no ir junto a Mulan, ejerciendo siempre como su guardián, pero sabía cuidar de ella misma, estaba seguro. Dudaba que estando en compañía de Hansel, ésta decidiera alejarse demasiado del lugar de acampada.
De mientras él se había quedado en compañía de aquella peculiar niña, la hermana del muchacho y llamada Gretel. Tras lanzarle una última mirada a espaldas de ésta, se dispuso a ir a buscar los tubos con la que se aguantaría la tienda de campaña. La muchacha al parecer se las apañó bien con el caballo, pues en menos que canta un grillo, ya la tenía detrás de él. Apenas le había dado tiempo ir a buscar los famosos esqueletos. Se dio la vuelta para mirarla de una forma curiosa, como si al dragón le sorprendiera la actitud tan dispuesta de la jovencita.
- Los… tubos están dentro de aquella bolsa. Quédate un momento aquí, ahora vuelvo – le indicó, mientras Mushu se dirigía hacia una bolsa que había en medio del claro, donde antes Mulan había estado consultando un mapa. De ahí dentro sacó unos cuantos palos bien pulidos de madera, huecos por dentro, que bien encajados harían lo suficiente para poder sostener en pié la tienda de campaña. Llegó de nuevo hacia Gretel y los dejó caer al suelo - Aquí mismo será un buen sitio donde poder construir la base, ¿no te parece? – comentó dibujando mentalmente una circunferencia en el suelo mientras se manoseaba los bigotes, que daban la sensación de que nunca estaban quietos, como si tuvieran vida propia. – ¿Sabes cómo hacerlo? No me vas a decir que no habéis acampado nunca, ¿verdad? – preguntó alzando las cejas como si no pudiera creérselo. Cogió dos palos, los cuales encajó uno con otro por los extremos, haciendo un ángulo de noventa grados – Es así de simple. Luego quizás podríamos reforzarlo con cuerdas, pero de momento aguantaran. Será mejor que empecemos ya antes de que nos pille la noche.
Mushu se había puesto manos a la obra, esperando que la muchacha siguiera sus pasos. Por unos momentos se hizo un silencio un poco inquietante, al menos eso le pareció al Dragón, hasta que Gretel lo rompió con una pregunta. Mushu interrumpió su trabajo para mirarla momentáneamente, antes de encajar otro de los tubos en la estructura.
- Eso parece, que voy a tener que cocinar para cuatro. Ya verás, seguro que te gustan mis gachas matutinas – comentó lanzándose flores a sí mismo, convencido de que la cocina podía ser lo suyo. Bueno, en realidad creía poder hacer de todo, al fin de cuentas, no era como un ser mágico cualquiera: era un guardián, y como tal debía estar bien preparado para todo. La verdad es que no había oído hablar a Gretel tanto como a su hermano desde que se habían encontrado, quizás era vergonzosa o tímida, o simplemente era la protegida de su hermano por ser la más pequeña de los dos, o eso parecía. - Eso significa que compartiremos una tienda los cuatro juntos… Suerte que soy un dragón que viene en tamaño portátil. Eso fue justo lo que le dije a Mulan el día en que la conocí personalmente. – que recuerdos, fue una etapa demasiado intensa como para olvidarla tan fácilmente - Supongo que te tendrás que acostumbrar a clavarte piedrecitas de vez en cuando al darte la vuelta mientras duermes… Eso si tienes el suficiente espacio. – continuó con aquel puzle de palos de madera y tal, consiguiendo al menos tener el rectángulo que formaba la base que iba en el suelo. Miró a Gretel – Veo que tu hermano te protege mucho, sois como uña y carne. - miró por un momento a una de las esquinas del rectángulo del suelo, dándose cuenta de la presencia de Grillo, que les estaba ayudando, atando con las cuerdecillas las esquinas de la base. - Oh, te presento a un Grillo con suerte – bromeó. Quizás hablando un poco –bueno, quien decía un poco decía montarse monólogos de vez en cuando, siendo como era Mushu- Gretel se sentiría más cómoda y en confianza. Por lo pronto a Mushu le hacía gracia, era extraño. Tal vez es que le recordaba un poco a Mulan en sus inicios, o algo semejante… ¡Quién sabe!
De mientras él se había quedado en compañía de aquella peculiar niña, la hermana del muchacho y llamada Gretel. Tras lanzarle una última mirada a espaldas de ésta, se dispuso a ir a buscar los tubos con la que se aguantaría la tienda de campaña. La muchacha al parecer se las apañó bien con el caballo, pues en menos que canta un grillo, ya la tenía detrás de él. Apenas le había dado tiempo ir a buscar los famosos esqueletos. Se dio la vuelta para mirarla de una forma curiosa, como si al dragón le sorprendiera la actitud tan dispuesta de la jovencita.
- Los… tubos están dentro de aquella bolsa. Quédate un momento aquí, ahora vuelvo – le indicó, mientras Mushu se dirigía hacia una bolsa que había en medio del claro, donde antes Mulan había estado consultando un mapa. De ahí dentro sacó unos cuantos palos bien pulidos de madera, huecos por dentro, que bien encajados harían lo suficiente para poder sostener en pié la tienda de campaña. Llegó de nuevo hacia Gretel y los dejó caer al suelo - Aquí mismo será un buen sitio donde poder construir la base, ¿no te parece? – comentó dibujando mentalmente una circunferencia en el suelo mientras se manoseaba los bigotes, que daban la sensación de que nunca estaban quietos, como si tuvieran vida propia. – ¿Sabes cómo hacerlo? No me vas a decir que no habéis acampado nunca, ¿verdad? – preguntó alzando las cejas como si no pudiera creérselo. Cogió dos palos, los cuales encajó uno con otro por los extremos, haciendo un ángulo de noventa grados – Es así de simple. Luego quizás podríamos reforzarlo con cuerdas, pero de momento aguantaran. Será mejor que empecemos ya antes de que nos pille la noche.
Mushu se había puesto manos a la obra, esperando que la muchacha siguiera sus pasos. Por unos momentos se hizo un silencio un poco inquietante, al menos eso le pareció al Dragón, hasta que Gretel lo rompió con una pregunta. Mushu interrumpió su trabajo para mirarla momentáneamente, antes de encajar otro de los tubos en la estructura.
- Eso parece, que voy a tener que cocinar para cuatro. Ya verás, seguro que te gustan mis gachas matutinas – comentó lanzándose flores a sí mismo, convencido de que la cocina podía ser lo suyo. Bueno, en realidad creía poder hacer de todo, al fin de cuentas, no era como un ser mágico cualquiera: era un guardián, y como tal debía estar bien preparado para todo. La verdad es que no había oído hablar a Gretel tanto como a su hermano desde que se habían encontrado, quizás era vergonzosa o tímida, o simplemente era la protegida de su hermano por ser la más pequeña de los dos, o eso parecía. - Eso significa que compartiremos una tienda los cuatro juntos… Suerte que soy un dragón que viene en tamaño portátil. Eso fue justo lo que le dije a Mulan el día en que la conocí personalmente. – que recuerdos, fue una etapa demasiado intensa como para olvidarla tan fácilmente - Supongo que te tendrás que acostumbrar a clavarte piedrecitas de vez en cuando al darte la vuelta mientras duermes… Eso si tienes el suficiente espacio. – continuó con aquel puzle de palos de madera y tal, consiguiendo al menos tener el rectángulo que formaba la base que iba en el suelo. Miró a Gretel – Veo que tu hermano te protege mucho, sois como uña y carne. - miró por un momento a una de las esquinas del rectángulo del suelo, dándose cuenta de la presencia de Grillo, que les estaba ayudando, atando con las cuerdecillas las esquinas de la base. - Oh, te presento a un Grillo con suerte – bromeó. Quizás hablando un poco –bueno, quien decía un poco decía montarse monólogos de vez en cuando, siendo como era Mushu- Gretel se sentiría más cómoda y en confianza. Por lo pronto a Mushu le hacía gracia, era extraño. Tal vez es que le recordaba un poco a Mulan en sus inicios, o algo semejante… ¡Quién sabe!
Keith J. Dylan- Seres Mágicos
- Soy : Mushu
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