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Una venta, una compra y un ladrón (Gary)
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Una venta, una compra y un ladrón (Gary)
Me fuí de casa dando un portazo. Estaba harta y cansada de mi madre y mis hermanas. No aguanta ni un segundo más encerrada en aquellas cuatro paredes que parecía que encogían a medida que la manecilla del reloj se movía.
Paré y miré en el bolso, tenía lo necesario, mi cartera, movil, llaves, uno de mis diseños, un precioso vestido verde pistacho con pedrería, y como no mi cuaderno y mi pluma, mis mejores aliados. Respire tranquila, y volví a retomar el paso. Me dirigía al centro comercial, me quería comprar unos zapatos preciosos, pero costaban un ojo de la cara, por ello había ahorrado durante 1 mes que suponían la venta de 3 diseños y un esfuerzo desmesurado, ya que su madre siempre le quitaba el dinero a escondidas, así que mantener el dinero a buen recaudo en casa era bastante complicado.
Llegué al fín al centro comercial. Primero debía ir a entregar aquel vestido verde, y a negociar un precio justo, ya que si no me merecía la pena la venta me lo quedaría. Entre en una de las tiendas, esperé que llegara la encargada, y comencé hablar con ella. Quería dar la imagen de una persona que sabe de moda per la verdad es que no tenía ni la menos idea. Como podía decir que las espaldas al descubierto no se llevaban. Me ofreció 100 dolares, ovbiamente no acepte aquella minucia por mi gran obra de arte. Ellos lo venderían a el doble o el triple y solo hacerlo me costo 50 dolares así que no acepte y salí de allí en cuanto me dijo el precio.
Fuí hasta una de las cafeterías y me pedí un café con un pastel de arandados. Había mucha gente y no tenía prisa así que me llevaría allí un buen rato. Cuando terminara de tomarme mi merecida merienda, iría a por mis zapatos y a otra de las tiendas, pero lo primero es lo primero y mi estomago rugía con tal solo oler el café.
Paré y miré en el bolso, tenía lo necesario, mi cartera, movil, llaves, uno de mis diseños, un precioso vestido verde pistacho con pedrería, y como no mi cuaderno y mi pluma, mis mejores aliados. Respire tranquila, y volví a retomar el paso. Me dirigía al centro comercial, me quería comprar unos zapatos preciosos, pero costaban un ojo de la cara, por ello había ahorrado durante 1 mes que suponían la venta de 3 diseños y un esfuerzo desmesurado, ya que su madre siempre le quitaba el dinero a escondidas, así que mantener el dinero a buen recaudo en casa era bastante complicado.
Llegué al fín al centro comercial. Primero debía ir a entregar aquel vestido verde, y a negociar un precio justo, ya que si no me merecía la pena la venta me lo quedaría. Entre en una de las tiendas, esperé que llegara la encargada, y comencé hablar con ella. Quería dar la imagen de una persona que sabe de moda per la verdad es que no tenía ni la menos idea. Como podía decir que las espaldas al descubierto no se llevaban. Me ofreció 100 dolares, ovbiamente no acepte aquella minucia por mi gran obra de arte. Ellos lo venderían a el doble o el triple y solo hacerlo me costo 50 dolares así que no acepte y salí de allí en cuanto me dijo el precio.
Fuí hasta una de las cafeterías y me pedí un café con un pastel de arandados. Había mucha gente y no tenía prisa así que me llevaría allí un buen rato. Cuando terminara de tomarme mi merecida merienda, iría a por mis zapatos y a otra de las tiendas, pero lo primero es lo primero y mi estomago rugía con tal solo oler el café.
Malvina V.DiDonato- Chicas de Storybrooke
- Soy : Guapa
Mensajes : 91
Empleo /Ocio : Aprendiz de diseñadora
Edad : 31
Localización : Storybrooke
Fecha de inscripción : 05/08/2012
Re: Una venta, una compra y un ladrón (Gary)
Aún recordaba la última vez que había pisado el centro comercial. La verdad es que no era uno de sus lugares favoritos, por la de gente que podría verlo allí si intentaba hurtar a cualquiera de los visitantes, y porque no era tan fácil como echar a correr a campo abierto o por las calles, las cuales no estaban limitadas por paredes, si no por muros que Gary podía saltar y esquivar con demasiada facilidad, era casi como un parque temático para él. Era obvio que uno no nacía con ese don... Aunque el muchacho no recordaba bien cuando fue que estuvo aprendiendo... En realidad sí se le antojaba como si ya hubiera nacido saltando muros y obstáculos.
Retomando lo anterior, sí, aún recordaba la última vez que había estado por ahí, y la jugada de intentar robar una cartera del bolsillo trasero de un pantalón no le había salido precisamente bien. Aquella vez decidió ir para dar un paseo, aunque era un tostón también ver tantas cosas -especialmente en las tiendas de electrónica- y que no pudiera comprarse nada, quedándose con el ansia de poder disfrutar de un buen videojuego o consola. Suspiró con las manos en los bolsillos, empezando a pensar que sería buena idea intentar entrar en una de las tiendas y llevarse algo a los bolsillos con disimulo. Debía tener en cuenta los detectores de cada local, y no sería tarea fácil burlar alguno de esos. En ese sentido la tecnología se lo ponía muy difícil a la gente como Gary.
Inspiró aire, dispuesto a hacer un intento en una de esas tiendas de videojuegos, pero por el camino vio algo más interesante. Vio a una chica que trataba de dialogar dentro de una de las tiendas con la encargada. No parecía muy contenta, pero a lo que no escapó de los oídos del joven, es que hablaban de dinero, y la mujer que parecía más molesta hacía referencia concretamente a un vestido que tenía entre manos, bastante brillante, y ya se sabía que las cosas brillantes a Gary no le pasaban nunca desapercibidas, y más si valían dinero.
Decidió esconderse tras las esquinas, sin perder esa chica de vista; debía hacerse con el bote, y es que que llevara las cosas en un bolso ayudaba y facilitaba la tarea. La siguió con mucho sigilo y cautela, era muy bueno en ese tema, todo lo mal que se le daba la escuela y las asignaturas, lo ganaba en espiar a la gente mejor que nadie. La mujer acabó por llevarlo a una cafetería. Gary se quedó tras una esquina observando, viendo cómo se sentaba en una de las mesas con su pedido. Desde luego el aroma a dulce y café camelaba bastante, incluso a él le apetecía sentarse allí, pero el bolso de la mujer atraía más su atención.
Miró a un lado y otro, y cuando vio que un par de clientes se marcharon y la barra quedó algo descuidada, Gary tomó la iniciativa y se dirigió a la cafetería, hasta llegar a la barra. Enseguida cogió una bandeja plateada que uno de los camareros dejó allí, y disimuladamente caminó en dirección a la mesa de la joven. Aclaró su garganta antes de hablarle:
- ¿Desea algo más? ... Esto... ¡Señorita! - pronunció de forma algo forzada, intentando aparentar un joven camarero. No es que su sudadera y sus tejanos ayudaran a hacerlo creíble, comparado con los demás que iban vestidos con un mínimo de un delantal, pero en un astuto movimiento "se le cayó" el bolígrafo, muy cerca de donde la chica tenía el bolso, y sin esperar más, Gary lo agarró y se hizo con el bolso, lanzando la bandeja, en la cual llevaba una taza de café, encima de las faldas de la joven. Por suerte para ésta, el líquido sólo estaba templado. Echó a correr como alma que lleva al diablo, con el bolso de aquella chica entre manos.
Retomando lo anterior, sí, aún recordaba la última vez que había estado por ahí, y la jugada de intentar robar una cartera del bolsillo trasero de un pantalón no le había salido precisamente bien. Aquella vez decidió ir para dar un paseo, aunque era un tostón también ver tantas cosas -especialmente en las tiendas de electrónica- y que no pudiera comprarse nada, quedándose con el ansia de poder disfrutar de un buen videojuego o consola. Suspiró con las manos en los bolsillos, empezando a pensar que sería buena idea intentar entrar en una de las tiendas y llevarse algo a los bolsillos con disimulo. Debía tener en cuenta los detectores de cada local, y no sería tarea fácil burlar alguno de esos. En ese sentido la tecnología se lo ponía muy difícil a la gente como Gary.
Inspiró aire, dispuesto a hacer un intento en una de esas tiendas de videojuegos, pero por el camino vio algo más interesante. Vio a una chica que trataba de dialogar dentro de una de las tiendas con la encargada. No parecía muy contenta, pero a lo que no escapó de los oídos del joven, es que hablaban de dinero, y la mujer que parecía más molesta hacía referencia concretamente a un vestido que tenía entre manos, bastante brillante, y ya se sabía que las cosas brillantes a Gary no le pasaban nunca desapercibidas, y más si valían dinero.
Decidió esconderse tras las esquinas, sin perder esa chica de vista; debía hacerse con el bote, y es que que llevara las cosas en un bolso ayudaba y facilitaba la tarea. La siguió con mucho sigilo y cautela, era muy bueno en ese tema, todo lo mal que se le daba la escuela y las asignaturas, lo ganaba en espiar a la gente mejor que nadie. La mujer acabó por llevarlo a una cafetería. Gary se quedó tras una esquina observando, viendo cómo se sentaba en una de las mesas con su pedido. Desde luego el aroma a dulce y café camelaba bastante, incluso a él le apetecía sentarse allí, pero el bolso de la mujer atraía más su atención.
Miró a un lado y otro, y cuando vio que un par de clientes se marcharon y la barra quedó algo descuidada, Gary tomó la iniciativa y se dirigió a la cafetería, hasta llegar a la barra. Enseguida cogió una bandeja plateada que uno de los camareros dejó allí, y disimuladamente caminó en dirección a la mesa de la joven. Aclaró su garganta antes de hablarle:
- ¿Desea algo más? ... Esto... ¡Señorita! - pronunció de forma algo forzada, intentando aparentar un joven camarero. No es que su sudadera y sus tejanos ayudaran a hacerlo creíble, comparado con los demás que iban vestidos con un mínimo de un delantal, pero en un astuto movimiento "se le cayó" el bolígrafo, muy cerca de donde la chica tenía el bolso, y sin esperar más, Gary lo agarró y se hizo con el bolso, lanzando la bandeja, en la cual llevaba una taza de café, encima de las faldas de la joven. Por suerte para ésta, el líquido sólo estaba templado. Echó a correr como alma que lleva al diablo, con el bolso de aquella chica entre manos.
Gary B. Roland- Fauna
- Soy : Meeko
Mensajes : 45
Empleo /Ocio : Robarte y gastarte bromas
Localización : Callejuelas de Storybrooke
Fecha de inscripción : 23/07/2012
Re: Una venta, una compra y un ladrón (Gary)
Se acercó un joven, algo desaliñado, hablaba con otro de los clientes. Le observaba descaradamente, parecía bastante joven y no tenía pintas de camarero, es más no iba vestido como ellos. Se le calló el bolígrafo, y fué entonces cuando se acerco hasta a mí. Lo miré disimuladamente. Entonces lanzó la bandeja haciendo que el café callera sobre mi falda, con suerte solo estaba templado. Cogió mi bolso de la silla. Y entonces encajaron todas las piezas era un ladronzuelo. Pero este pequeño no sabía c0n quien se había topado.
En el bolso llevaba todo, mi vestido, mi dinero, mis tarjetas, todo. Me levante rápidamente. Y corrí hasta el como un rayo. De pequeña también había robado algunas cosillas, mi vida no había sido sencilla y jamás me habían dado dinero, y aunque siempre trataba trabajar pera conseguirlo cuando tienes la edad del chico es dificil así que robar en unos grandes almacenes era ago que siempre estaba como opción.
Había dado clases de defensa personal hacía unos pocos meses, y las tecnicas las utilizaría con este chico, aunque el chico intentaba uir de mí , no lo conseguía cada vez que miraba a tras hay estaba yo. Cuando lego el momento me avalancé sobre el
Le aplaste y rodamos un poco. Conseguí ponerme arriba y le arranqué el bolso de las manos. El forcejeo no duro mucho, ya que lo conseguí inmobilizar. No estaba enfadada en realidad, comprendía que el chico hiciera esas cosas, yo misma las había hecho, pero aun así tenía que disimular.
-Da gracias de que no voy a llamar a la policia, pero eso sí dame el número de tus padres, y si no piensas darmelos llamare a seguridad, hay testigos de lo que hiciste ¿sabes?- Intenté no reir pero no lo conseguí una carcajada salió de mi boca sin que pudiera evitarlo .No valía para eso de dar broncas, además el chico parecía bastante asustado. Me puse de pié. Y le lancé mi mano para ayudar a que se levantara- venga arriba- dije mientras sonreía.-quizás con un pastel y una explicación te perdone-
Malvina V.DiDonato- Chicas de Storybrooke
- Soy : Guapa
Mensajes : 91
Empleo /Ocio : Aprendiz de diseñadora
Edad : 31
Localización : Storybrooke
Fecha de inscripción : 05/08/2012
Re: Una venta, una compra y un ladrón (Gary)
"Corre, Gary, maldita sea, ¡corre por tu vida! ¡Ya tienes el bolso, no dejes que te arruine los planes!... Hoy que he conseguido una buena recompensa, ¡no pienso dejarla escapar! Sólo tengo que buscar un muro que saltar..." pensaba para sí mismo mientras seguía a la carrera, jadeando debido a la velocidad que había alcanzado, esquivando a gente que se ponía por en medio. "¡Malditos! ¡Apartaos, que me va a pillar!" gritaba mentalmente, mirando de vez en cuando hacia atrás, comprobando que aquella chica lo seguía desde demasiado cerca. ¿Es que no tropezaba? Era una fémina, por los dioses, debía ser torpe, hasta entonces ninguna chica lo había ganado en agilidad. Y entonces, antes de que pudiera pensar nada más, notó como se le abalanzaba alguien desde sus espaldas, tirándolo al suelo y haciéndolo rodar unos metros junto a... ¿ella? Intentó deshacerse aunque no pudo hacer demasiado hasta que esa mujer le arrancó el bolso de las manos. ¡Casi lo tenía! Un poco más y hubiera sido suyo... Sentía tanta frustración por su cuerpo que no sabía si gritar, patalear, o llorar de impotencia. No, eso último no, que él no era un nena...
Miraba jadeante a aquella mujer, a los ojos, intentando recobrar el aliento. Gary no quería crecer, pero también odiaba que lo trataran como a un crío, que siempre lo relacionaran con sus padres, ¡y él que no quería saber nada con su progenitor! Que era con el que compartía hogar... La mayoría del tiempo pensaba en lo bien que estaría si él no existiera.
- ¡No tengo padres! - le espetó casi sin pensarlo. Por supuesto se iba a negar a darle el número de su padre. Si lo recordaba era de escucharlo cada vez que su padre venía a la escuela a hablar con la directora o a comisaría. Quizás Gary no era todavía del todo consciente en el estilo de vida en el que se estaba metiendo, y que él mismo se estaba cavando el hoyo oscuro en el que se podría hundir su vida entera.
En cuanto se vio libre de las manos de aquella mujer, se le pasó por la cabeza la típica idea de salir huyendo, pero no creía que fuera una buena idea dado que ella en ese momento tenía una mejor posición que Gary. Éste se incorporó con el ceño fruncido, intentando pensar en qué hacer, y miró la mano que le tendió la mujer. Estaba muy malhumorado, odiaba sobremanera que le estropearan los planes de aquel modo.
- Puedo solo - contestó levantándose del suelo con cautela. Miraba de reojo a su alrededor, viendo como había gente que lo miraba - Ellos sí que pueden llamar a seguridad... - comentó observando a esas personas de mala manera, pero... La verdad es que la proposición de la chica le atraía bastante. Aún así no llegaba a fiarse del todo, y eso se plasmaba en sus ojos, ahora dirigidos a ella. ¿Y si sólo era una trampa para llevarlo con la policía? - ¿Me vas a invitar a un pastel? ¿Sólo me vas a pedir una explicación? ¿Así, sin más? ¿No te enfadas? ¿No me vas a enviar con la bofia?... - preguntó entrecerrando sutilmente los ojos. El hecho de que ésta no pareciera enfadada y soltara unas carcajadas aún lo desconcertaba más. Lo normal era conseguir una reacción totalmente contraria a la que había visto en ella. Esperaba no haberse cruzado con una persona extraña... o loca...
Miraba jadeante a aquella mujer, a los ojos, intentando recobrar el aliento. Gary no quería crecer, pero también odiaba que lo trataran como a un crío, que siempre lo relacionaran con sus padres, ¡y él que no quería saber nada con su progenitor! Que era con el que compartía hogar... La mayoría del tiempo pensaba en lo bien que estaría si él no existiera.
- ¡No tengo padres! - le espetó casi sin pensarlo. Por supuesto se iba a negar a darle el número de su padre. Si lo recordaba era de escucharlo cada vez que su padre venía a la escuela a hablar con la directora o a comisaría. Quizás Gary no era todavía del todo consciente en el estilo de vida en el que se estaba metiendo, y que él mismo se estaba cavando el hoyo oscuro en el que se podría hundir su vida entera.
En cuanto se vio libre de las manos de aquella mujer, se le pasó por la cabeza la típica idea de salir huyendo, pero no creía que fuera una buena idea dado que ella en ese momento tenía una mejor posición que Gary. Éste se incorporó con el ceño fruncido, intentando pensar en qué hacer, y miró la mano que le tendió la mujer. Estaba muy malhumorado, odiaba sobremanera que le estropearan los planes de aquel modo.
- Puedo solo - contestó levantándose del suelo con cautela. Miraba de reojo a su alrededor, viendo como había gente que lo miraba - Ellos sí que pueden llamar a seguridad... - comentó observando a esas personas de mala manera, pero... La verdad es que la proposición de la chica le atraía bastante. Aún así no llegaba a fiarse del todo, y eso se plasmaba en sus ojos, ahora dirigidos a ella. ¿Y si sólo era una trampa para llevarlo con la policía? - ¿Me vas a invitar a un pastel? ¿Sólo me vas a pedir una explicación? ¿Así, sin más? ¿No te enfadas? ¿No me vas a enviar con la bofia?... - preguntó entrecerrando sutilmente los ojos. El hecho de que ésta no pareciera enfadada y soltara unas carcajadas aún lo desconcertaba más. Lo normal era conseguir una reacción totalmente contraria a la que había visto en ella. Esperaba no haberse cruzado con una persona extraña... o loca...
Gary B. Roland- Fauna
- Soy : Meeko
Mensajes : 45
Empleo /Ocio : Robarte y gastarte bromas
Localización : Callejuelas de Storybrooke
Fecha de inscripción : 23/07/2012
Re: Una venta, una compra y un ladrón (Gary)
Me limite a sonreir ante las preguntas que formulaba el pequeño ladronzuelo. Estaba bastantante nervioso. -No te dire nada, pero ven conmigo, tomemosno un café y hablemos más tranquilamente, ya me compensaras ese intento de "robo"-reí un poco recordando como había atrapado aquel pequeño ladronzuelo sin a penas ningún esfuerzo. Me puse en marcha hasta llegar a una de las pastelerias, me senté en una de la mesa, y espere a que el chico se sentara.
-Venga, ponte cómodo-le dije mientras daba golpecitos en su silla. Cogí la carta y la observe, el chico estaba desconcertado , era normal no todo el mundo reacciona de esta manera cuando le quieren robar, pero claro esta Malvina solo hay una. Uno de los camareros se acercó hasta nosotros y pregunto que deseabamos tomar.- Pongame un gofre con dos bolas de helado de chocolate blanco con miel, nata y sirope de chocolate, y para beber un batido de fresa- Mire al chico que no sabía muy bien que hacer o me dio esa impresión. -¿tu que quieres tomar?- le espete. -puedes pedir lo que quieras da igual el precio, podré pagarlo- Le sonreí mientras recordaba la escena y como me había avalanzado sobre el. Había tenido gracia toda aquella situación. - Si te llegas a escapar con mi bolso y pierdo esto- dije enseñandole mi pequeño diario de cuero negro y mi pluma- Podría haberte buscado, matado y enterrado sin que nadie se enterase, es mi psicologo por tatil el sabe todo lo que ronda mi cabeza- Termine señalando mi cabeza con el dedo.
-Venga, ponte cómodo-le dije mientras daba golpecitos en su silla. Cogí la carta y la observe, el chico estaba desconcertado , era normal no todo el mundo reacciona de esta manera cuando le quieren robar, pero claro esta Malvina solo hay una. Uno de los camareros se acercó hasta nosotros y pregunto que deseabamos tomar.- Pongame un gofre con dos bolas de helado de chocolate blanco con miel, nata y sirope de chocolate, y para beber un batido de fresa- Mire al chico que no sabía muy bien que hacer o me dio esa impresión. -¿tu que quieres tomar?- le espete. -puedes pedir lo que quieras da igual el precio, podré pagarlo- Le sonreí mientras recordaba la escena y como me había avalanzado sobre el. Había tenido gracia toda aquella situación. - Si te llegas a escapar con mi bolso y pierdo esto- dije enseñandole mi pequeño diario de cuero negro y mi pluma- Podría haberte buscado, matado y enterrado sin que nadie se enterase, es mi psicologo por tatil el sabe todo lo que ronda mi cabeza- Termine señalando mi cabeza con el dedo.
Malvina V.DiDonato- Chicas de Storybrooke
- Soy : Guapa
Mensajes : 91
Empleo /Ocio : Aprendiz de diseñadora
Edad : 31
Localización : Storybrooke
Fecha de inscripción : 05/08/2012
Re: Una venta, una compra y un ladrón (Gary)
Ni un pelo, ni un pelo se fiaba, y no se le pasaron por alto las palabras que le dijo la chica. ¿Qué le iba a compensar ese intento de hurto?... ¿De qué manera? Bueno, en principio había decidido seguirle la corriente a esa chica, luego ya veríamos qué haría. Gary no era un muchacho de fiar, no le importaría traicionar a la extraña si hacía falta, y sin remordimientos. Y así fue como, aprovechando la ocasión, Gary decidió seguir a la joven, calculando que al lugar donde se dirigían –ni más ni menos que a una pastelería- parecía estar en dirección contraria a donde pudieran haber agentes, o al menos no había moros en la costa.
Observó como la chica se acomodaba, y mirando a su alrededor, Gary acabó tomando asiento también. Era una situación un tanto bizarra, pues la verdad es que no recordaba haber estado así con ninguna joven anteriormente, pocas veces por no decir ninguna lo invitaban a tomar algo, más bien todos tenían ganas de cogerlo del pescuezo por deberles algo que les había robado el día anterior.
- Y-yo... Lo mismo que ella – respondió el muchacho. Entre que se imaginaba el banquete de dulces que les traerían en unos mintuos y las olores del lugar, la verdad es que poco tiempo le tardaron las tripas en despertar. Pocos caprichos como esos entraban en casa, gracias a su “Gran” Padre que se gastaba la mitad de las ganancias en juegos y alcohol. Por mucho que dijera que lo intentaba dejar, aún seguía enganchado a esos dos vicios. Ojalá se fuera al infierno, sí, eso deseaba Gary en secreto la mayoría del tiempo. - Si tienen gelatina también me gustaría una para mí... – ya que estaba tenía que aprovechar, ¿no?
Miró a la joven, intentando averiguar si sería alguien con dinero o una ciudadana de un estatus similar al resto en Storybrooke. La verdad es que se veía bastante cuidada, con un aspecto casi de revista y en cuanto a carácter bastante amable y simpática, aunque según cómo daba un poco de miedo, sobre todo cuando se refirió a lo que parecía una libreta con pluma, alegando que era como un diario para ella, que todo lo guardaba ahí, todo lo que rondaba su mente. Gary lo observaba con curiosidad, y lo primero que se le pasaba por la mente era la imagen de unos billetes metidos entre las páginas. Igual era una de esas ricachonas a las que se les perdían las monedas por el sofá y demás como quien pierde un trozo de papel.
- ¿Una libreta? – preguntó extrañado - ¿Tan importante es eso? Al fin y al cabo lo que tengas en tu mente se queda en tu mente, ¿no? A mí no me importaría perder los deberes de matemáticas aunque me hubiera tirado toda la noche realizándolos. Son sólo páginas escritas. A mí me interesa más la pasta y esas cosas; joyas, objetos valiosos... – comentaba cobrando la tranquilidad que antes había perdido al intentar robarle a esa extraña de la cuál aún no sabía ni su nombre – ¿Eres rica? Antes de intentar robarte te vi dialogando en una de las tiendas. Sé que tienes un vestido muy brillante guardado en el bolso – quizás exageraba, pero cualquier cosa que brillara un poco lo atraía sobremanera, por alguna curiosa razón. En ocasiones como esas es cuando se veía que Gary no tenía pudor a la hora de preguntar cosas que normalmente uno se quedaría calladas para sus adentros.
Se hizo un poco el silencio mientras esperaban a que viniera el camarero con todas las cosas. Gary se sentía un poco extraño por la situación; no recordaba haber tenido amigos (cosa que siempre afirmaba que no le hacían falta, él solo se las apañaba muy bien), ni sabía lo que era tener una hermana por ejemplo, y ni siquiera se acordaba de la figura materna si es que alguna vez había llegado a conocerla. ¿Sería algo parecido a aquello? No se refería al último caso de la madre, pero quizás la amistad era eso; charlar un rato y demás y... bah, tonterías. Él nunca sería un buen amigo, traicionaría a cualquiera que decidiera ayudarlo. Se hacía la idea de que todo el mundo lo odiaría, así que de verdad creía que era como uno de esos villanos de los cómics que leía. Nadie se iba a preocupar por Gary, así que Gary tampoco se preocuparía por el resto. Que se jodieran todos. Todos. Ser egoísta era la mejor opción en la vida.
- En serio, ¿Por qué haces todo esto? Cualquier otra persona me hubiera llevado con los agentes, por experiencia propia te lo digo. – comentó dirigiendo una sutil mirada al bolso de la chica.
Observó como la chica se acomodaba, y mirando a su alrededor, Gary acabó tomando asiento también. Era una situación un tanto bizarra, pues la verdad es que no recordaba haber estado así con ninguna joven anteriormente, pocas veces por no decir ninguna lo invitaban a tomar algo, más bien todos tenían ganas de cogerlo del pescuezo por deberles algo que les había robado el día anterior.
- Y-yo... Lo mismo que ella – respondió el muchacho. Entre que se imaginaba el banquete de dulces que les traerían en unos mintuos y las olores del lugar, la verdad es que poco tiempo le tardaron las tripas en despertar. Pocos caprichos como esos entraban en casa, gracias a su “Gran” Padre que se gastaba la mitad de las ganancias en juegos y alcohol. Por mucho que dijera que lo intentaba dejar, aún seguía enganchado a esos dos vicios. Ojalá se fuera al infierno, sí, eso deseaba Gary en secreto la mayoría del tiempo. - Si tienen gelatina también me gustaría una para mí... – ya que estaba tenía que aprovechar, ¿no?
Miró a la joven, intentando averiguar si sería alguien con dinero o una ciudadana de un estatus similar al resto en Storybrooke. La verdad es que se veía bastante cuidada, con un aspecto casi de revista y en cuanto a carácter bastante amable y simpática, aunque según cómo daba un poco de miedo, sobre todo cuando se refirió a lo que parecía una libreta con pluma, alegando que era como un diario para ella, que todo lo guardaba ahí, todo lo que rondaba su mente. Gary lo observaba con curiosidad, y lo primero que se le pasaba por la mente era la imagen de unos billetes metidos entre las páginas. Igual era una de esas ricachonas a las que se les perdían las monedas por el sofá y demás como quien pierde un trozo de papel.
- ¿Una libreta? – preguntó extrañado - ¿Tan importante es eso? Al fin y al cabo lo que tengas en tu mente se queda en tu mente, ¿no? A mí no me importaría perder los deberes de matemáticas aunque me hubiera tirado toda la noche realizándolos. Son sólo páginas escritas. A mí me interesa más la pasta y esas cosas; joyas, objetos valiosos... – comentaba cobrando la tranquilidad que antes había perdido al intentar robarle a esa extraña de la cuál aún no sabía ni su nombre – ¿Eres rica? Antes de intentar robarte te vi dialogando en una de las tiendas. Sé que tienes un vestido muy brillante guardado en el bolso – quizás exageraba, pero cualquier cosa que brillara un poco lo atraía sobremanera, por alguna curiosa razón. En ocasiones como esas es cuando se veía que Gary no tenía pudor a la hora de preguntar cosas que normalmente uno se quedaría calladas para sus adentros.
Se hizo un poco el silencio mientras esperaban a que viniera el camarero con todas las cosas. Gary se sentía un poco extraño por la situación; no recordaba haber tenido amigos (cosa que siempre afirmaba que no le hacían falta, él solo se las apañaba muy bien), ni sabía lo que era tener una hermana por ejemplo, y ni siquiera se acordaba de la figura materna si es que alguna vez había llegado a conocerla. ¿Sería algo parecido a aquello? No se refería al último caso de la madre, pero quizás la amistad era eso; charlar un rato y demás y... bah, tonterías. Él nunca sería un buen amigo, traicionaría a cualquiera que decidiera ayudarlo. Se hacía la idea de que todo el mundo lo odiaría, así que de verdad creía que era como uno de esos villanos de los cómics que leía. Nadie se iba a preocupar por Gary, así que Gary tampoco se preocuparía por el resto. Que se jodieran todos. Todos. Ser egoísta era la mejor opción en la vida.
- En serio, ¿Por qué haces todo esto? Cualquier otra persona me hubiera llevado con los agentes, por experiencia propia te lo digo. – comentó dirigiendo una sutil mirada al bolso de la chica.
Gary B. Roland- Fauna
- Soy : Meeko
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Localización : Callejuelas de Storybrooke
Fecha de inscripción : 23/07/2012
Re: Una venta, una compra y un ladrón (Gary)
-Pues pongale tambien gelatina- Le miro de nuevo. Me observa extrañado por aquella situación. La verdad el era un crío, y yo había pasado por todo aquello, había robado algunas chuches, y a veces ropa. Si mi madre no me daba dinero para nada y la ropa se te va quedando pequeña tienes un problema y esa es una solución, no la mejor pero lo es.
Escucho atenta su opinión sobre mi libreta y lo que escribo en ella. -Bueno piensa que es la vida ocurren cosas que te pueden arrebatar tus recuerdos tanto buenos como malos... yo lo escribo todo aquí- Le señalo mi libreta- Mi primer amor, mi primer beso...y hasta mi primer robo...Quizás son cosas insignificantes, pero son las que forman mi vida, y si algún dia me ocurriera algo, podre leerlas y acordarme de quien soy.. - Concluyo la explicacion con una sonrisa. -Por cierto mi nombre es Malvina, no me digas eso de Malvi ni Mal por que si lo haces...-Me acerco a el y empiezo a susurrar- Acabaras muy mal- Paso mi dedo por el cuello, pero luego me alejo de nuevo y pongo cara de niña buena.
-No no soy Rica... que más quisiera yo, diseño ropa y la vendo a las tiendad del centro comercial. Quería hacer un trato con una dependienta, con el vestido que viste ,pero no me parecía justo el dinero que pretendía darme por el, así que me fuí... Luego seguire intentandolo.- El camarero deja nuestro pedido en la mesa, La verdad es que era más de lo que podríamos comer, pero un día es un día y pensaba ponerme como una bolita.- Sera mejor que nos pongamos manos a la obra con esto - Empiezo con el gofre y lo mezclo con el helado.
No esta tranquilo y parece no fiarse de mi, asi que unicamente se me ocurre decirle la verdad. -Bueno todo esto es porque yo he pasado por lo que tu haces...Un día me pillarón...y la señora a la que le robe no me llevo a los agentes si no a su casa, me dio de merendar y me dijo que le hablara de mis problemas, y le explicara porque lo hacía...y bueno ella me ayudo más en una merienda que los agentes en comiseria.- Paro y bebo un poco de batido de fresa- No creas que hago esto para que te ocurra lo mismo...Pero hay otros caminos para conseguir dinero... es más yo te puedo dar un pequeño trabajo... No consjeguiras tanto como robando. Pero no sabes la satisfacción de que te paguen por un trabajo bien hecho.- Saco de mi mochila mi carpeta de dibujos de los diseños que hago y se los muestro- Quiero abrir una pequeña tienda de ropa aquí en el cetro comercial... y cuando alquile el local tu me puedes ayudar a montar todo...¿que te parece?- No esperaba que me dijera que sí, pero al menos quería que viera que alguien le tendía una mano... y que cuando estuviera preparado me tendría hay para poder ayudarlo-
Malvina V.DiDonato- Chicas de Storybrooke
- Soy : Guapa
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Localización : Storybrooke
Fecha de inscripción : 05/08/2012
Re: Una venta, una compra y un ladrón (Gary)
No, la verdad es que no le interesaba los temas amorosos a los que él llamaba “ñoños”, así que no podía evitar fruncir ligeramente el ceño cuando dijo que en el diario había escrito su ‘primer amor’, su ‘primer beso’... Pero, ¡ah! Hubo algo que hizo que se plasmara la sorpresa en su rostro. ¿Había dicho su primer robo? ¿Ella? ¡Si parecía demasiado delicada para ello! Además era una chica... Seguro que no duró mucho como ladrona, o igual robaba por gusto. No pudo evitar sentir curiosidad por ello; si aquella mujer, que se había identificado como Malvina, siguiera ejerciendo como ladrona, la vería como una rival y seguramente haría todo lo posible para fastidiarla, pero por el contrario, parecía que no era así y se le antojaba como una chica que había tenido experiencia en el ámbito y quería saber de sus “aventurillas”.
- ¿Estás insinuando por ejemplo... Tener un accidente o darte un golpe en la cabeza y que luego no te acuerdes de quién eres? No había pensado en eso – dijo sirviéndose el plato de gelatina y cogiendo una de las cucharas, pensando en esa clase de situaciones. Por suerte no lo había pasado en sus propias carnes (y eso que no eran pocos la de golpetazos que le habían o se había dado en la cabeza) ni lo había vivido de alguien cercano; sólo tenía a su padre y no es que le importara mucho a Gary que perdiera la cabeza de un golpe, la verdad. Igual y era una buena idea... No descartaría el probarlo con él. - Pero... Y si resulta... ¿Qué ni siquiera recuerdas que has sido tú quien ha escrito en ese diario? Imaginando que pierdes la memoria, por mucho que los demás insistieran en que es tu diario y que es tu propia letra la que hay plasmada en la hoja. Si no recuerdas ciertas cosas de tu vida, ¿por qué ibas a recordar que esos escritos son tuyos? – cierto, Gary le daba bastantes vueltas al asunto de vez en cuando. Era algo que no solía aplicarse cuando estaba en clase, pero sí normalmente en conversaciones que podían interesarles o de a dos, como era la ocasión.
Pero de repente se sintió intimidado cuando la chica se acercó a él advirtiéndole que no le pusiera motes raros después de que se presentara como Malvina. Gary abrió mucho los ojos y notó como su propia piel se estremecía bajo el gesto de su dedo rozando con su cuello. Se quedó tieso en ese momento. ¿Era eso una amenaza? A momentos parecía alguien normal con quien conversar, y al minuto siguiente daba bastante miedo. No estaba seguro con quién se había topado, aún.
- De... Acuerdo, Malvina – pronunció con precaución hasta que ésta se alejó de nuevo. Espera, ¿se estaba achantando por una chica? “¿Qué demonios crees que haces Gary? ¡Es una chica! ¡Una chica! No te puede llegar ni a la suela de los zapatos... Así que deja de encogerte como un maldito cobarde” pensó para sus adentros, irguiéndose de nuevo y acercándose a la mesa como antes, sin quitarle ojo a Malvina. Pinchó con la cuchara la gelatina, pero no apartaba la vista de ella. No acababa de fiarse del todo.
Escuchó las explicaciones de la mujer sobre su vestido y sus planes a la hora de venderlos, mientras se llevaba una cuchara bastante llena de gelatina temblorosa hasta su boca. ¡Cuánto hacía que no probaba una! Odiaba ya las sosas comidas de su padre, que no sabía ni cocinar. Se echaba en falta caprichos como ese de vez en cuando.
- O esa mujer te daba muy poco, o eres muy exigente – añadió el joven, mientras se llenaba otra cuchara de gelatina bajo su atenta mirada. - Aunque tampoco soy experto en regatear, lo mío es llevarme las cosas y punto, soy así de legal – por primera vez en aquella conversación, Gary se echó unas carcajadas. Se podía decir que en cierta manera robaba por necesidad, pero también se lo pasaba bien haciéndolo. Seguramente otro niño que fuera más tímido o retraído, se conformaría con su vida, pero él había decidido tomar el camino más divertido, el de faltar a clase y pasar la mayor parte del tiempo en la calle y siendo perseguido, en cierta manera le gustaba ser el centro de atención, aquél al que buscaban, demostrar que podía ser más listillo que el propio Sheriff.
‘Bueno todo esto es porque yo he pasado por lo que tú haces...’
Acabó de tragar y alzó la vista hacia Malvina en silencio, sorprendido ante esas palabras. No volvió a abrir la boca hasta que escuchó todo lo que tenía que decirle la joven de ojos claros. ¡Sabía que la habrían pillado alguna vez!... Aunque bueno, no era el más indicado para hablar. No es que la idea de explicar su propia historia le convenciera demasiado, Gary no era el tipo de persona que iba contando sus penas por ahí, y más de ese tipo... Ya bastante se burlaban en el colegio, porque habían cosas que ya no se podían disimular; como que sólo vivía con su padre, que no tenía una familia compacta como muchos de sus compañeros, que se metía en líos, faltaba mucho a clase... Todo podían ser excusas suficientes para que siempre hubiera los imbéciles de clase que se metieran con él. ¿Qué era lo siguiente? Liarse a ostias y acabar en el despacho de la directora. El pan de cada día. Pero lejos de eso, la conversación se desvió hasta algo que Gary no había previsto.
- ¿Para qué trabajar si se puede conseguir gratis? – su frase más concurrida. - Me parece de tontos perder todo un día haciendo algo que no te gusta o te cansa... Por mucho que te paguen. Además, me gusta robar – comentó aparentemente seguro. Dejó que pasaran unos largos segundos de silencio mientras jugueteaba con lo que le quedaba de gelatina y la cuchara, hasta que tímidamente se volvió a dirigir a Malvina - ¿Hay recompensa si te ayudo con la tienda?...
- ¿Estás insinuando por ejemplo... Tener un accidente o darte un golpe en la cabeza y que luego no te acuerdes de quién eres? No había pensado en eso – dijo sirviéndose el plato de gelatina y cogiendo una de las cucharas, pensando en esa clase de situaciones. Por suerte no lo había pasado en sus propias carnes (y eso que no eran pocos la de golpetazos que le habían o se había dado en la cabeza) ni lo había vivido de alguien cercano; sólo tenía a su padre y no es que le importara mucho a Gary que perdiera la cabeza de un golpe, la verdad. Igual y era una buena idea... No descartaría el probarlo con él. - Pero... Y si resulta... ¿Qué ni siquiera recuerdas que has sido tú quien ha escrito en ese diario? Imaginando que pierdes la memoria, por mucho que los demás insistieran en que es tu diario y que es tu propia letra la que hay plasmada en la hoja. Si no recuerdas ciertas cosas de tu vida, ¿por qué ibas a recordar que esos escritos son tuyos? – cierto, Gary le daba bastantes vueltas al asunto de vez en cuando. Era algo que no solía aplicarse cuando estaba en clase, pero sí normalmente en conversaciones que podían interesarles o de a dos, como era la ocasión.
Pero de repente se sintió intimidado cuando la chica se acercó a él advirtiéndole que no le pusiera motes raros después de que se presentara como Malvina. Gary abrió mucho los ojos y notó como su propia piel se estremecía bajo el gesto de su dedo rozando con su cuello. Se quedó tieso en ese momento. ¿Era eso una amenaza? A momentos parecía alguien normal con quien conversar, y al minuto siguiente daba bastante miedo. No estaba seguro con quién se había topado, aún.
- De... Acuerdo, Malvina – pronunció con precaución hasta que ésta se alejó de nuevo. Espera, ¿se estaba achantando por una chica? “¿Qué demonios crees que haces Gary? ¡Es una chica! ¡Una chica! No te puede llegar ni a la suela de los zapatos... Así que deja de encogerte como un maldito cobarde” pensó para sus adentros, irguiéndose de nuevo y acercándose a la mesa como antes, sin quitarle ojo a Malvina. Pinchó con la cuchara la gelatina, pero no apartaba la vista de ella. No acababa de fiarse del todo.
Escuchó las explicaciones de la mujer sobre su vestido y sus planes a la hora de venderlos, mientras se llevaba una cuchara bastante llena de gelatina temblorosa hasta su boca. ¡Cuánto hacía que no probaba una! Odiaba ya las sosas comidas de su padre, que no sabía ni cocinar. Se echaba en falta caprichos como ese de vez en cuando.
- O esa mujer te daba muy poco, o eres muy exigente – añadió el joven, mientras se llenaba otra cuchara de gelatina bajo su atenta mirada. - Aunque tampoco soy experto en regatear, lo mío es llevarme las cosas y punto, soy así de legal – por primera vez en aquella conversación, Gary se echó unas carcajadas. Se podía decir que en cierta manera robaba por necesidad, pero también se lo pasaba bien haciéndolo. Seguramente otro niño que fuera más tímido o retraído, se conformaría con su vida, pero él había decidido tomar el camino más divertido, el de faltar a clase y pasar la mayor parte del tiempo en la calle y siendo perseguido, en cierta manera le gustaba ser el centro de atención, aquél al que buscaban, demostrar que podía ser más listillo que el propio Sheriff.
‘Bueno todo esto es porque yo he pasado por lo que tú haces...’
Acabó de tragar y alzó la vista hacia Malvina en silencio, sorprendido ante esas palabras. No volvió a abrir la boca hasta que escuchó todo lo que tenía que decirle la joven de ojos claros. ¡Sabía que la habrían pillado alguna vez!... Aunque bueno, no era el más indicado para hablar. No es que la idea de explicar su propia historia le convenciera demasiado, Gary no era el tipo de persona que iba contando sus penas por ahí, y más de ese tipo... Ya bastante se burlaban en el colegio, porque habían cosas que ya no se podían disimular; como que sólo vivía con su padre, que no tenía una familia compacta como muchos de sus compañeros, que se metía en líos, faltaba mucho a clase... Todo podían ser excusas suficientes para que siempre hubiera los imbéciles de clase que se metieran con él. ¿Qué era lo siguiente? Liarse a ostias y acabar en el despacho de la directora. El pan de cada día. Pero lejos de eso, la conversación se desvió hasta algo que Gary no había previsto.
- ¿Para qué trabajar si se puede conseguir gratis? – su frase más concurrida. - Me parece de tontos perder todo un día haciendo algo que no te gusta o te cansa... Por mucho que te paguen. Además, me gusta robar – comentó aparentemente seguro. Dejó que pasaran unos largos segundos de silencio mientras jugueteaba con lo que le quedaba de gelatina y la cuchara, hasta que tímidamente se volvió a dirigir a Malvina - ¿Hay recompensa si te ayudo con la tienda?...
Gary B. Roland- Fauna
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