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Mensaje por Sydney J. Watson Sáb Sep 08, 2012 1:31 pm

¿Oyes eso? Es el sonido de la batalla que se está librando, la que se libra justo donde yo me encuentro. Se está llevando a cabo justo delante de mis ojos que se mueven de un lado a otro sin pararse a mirar demasiado en una persona en concreto. Sus gritos me dan fuerza, me invitan a caminar hacia delante, como si fuese totalmente autónoma.

Todos los gritos se agolpan en mi cabeza y no me dejan distinguirlos. Le buscó con mi mirada, con preocupación y ansiedad. Siento el corazón golpearme fuerte en la cabeza, casi como si en vez de mi pecho estuviese allí dentro, latiendo contra mis sienes. Oigo el filo de una espada acercarse hasta mí pero antes de que incluso de me toque yo ya le he dado una estocada por debajo del pecho. Veo el carmín correr por sus ropas, su rabia en su voz y no se me ocurre otra cosa que levantar la espalda y clavarse con fuerza hasta que veo que en sus ojos no hay vida alguna.

He sesgado una vida a cambio de la mía propia. Vuelvo a hacerlo. Una y otra vez contra aquellos soldados que han osado intentar imponer la autoridad de la Reina, de Siobhan Mills. No, jamás les dejaré hacer tal cosa. Notó algo que me quema en el abdomen y cuando bajo la mirada me encuentro con mi propia sangre manchándome, cayendo sobre el suelo gota a gota. Levanto la mirada encontrándome con el desgraciado que me ha hecho eso y vuelvo a quitar una vida.

Lo veo. Lo veo y casi se me escapa la espada de entre las manos. Corro esquivando a los hombres que siguen luchando y que encuentro a mi paso hasta que llego hasta él. Siento las piernas temblar y las palabras atoradas en algún punto de mi garganta. Mis manos se están manchando de sangre. Mía. Suya. De los dos. Ni siquiera soy capaz de gritar o producir sonido alguno, aunque mis mejillas se estén llenando de lágrimas…

Silencio.

Silencio sepulcral.

Oigo el viento, un viento cargado de lamentos... Un viento que no llena ese silencio, sino que incluso lo hace más denso. Una extraña niebla se eleva ante mis ojos que entrecierro para poder ver mejor. Doy un paso adentrándome en aquella niebla, que envuelve mi cuerpo por completo y durante unos segundos no permite que vea nada. Ni lo que hay delante, a los lados, ni tan siquiera lo que he dejado atrás.

Una serie de sonidos llenan el silencio, pero en lugar de ser algo que pudiera suponer un alivio es todo lo contrario. Se me erizan los pelos de la nuca y su piel se pone de gallina. Gritos, pasos de gente corriendo, golpes, disparos, cristales rompiéndose. Todos aquellos sonidos empiezan a llenar mi cabeza, haciendo que me lleve ambas manos a la misma mientras me dejo caer de rodillas al suelo incapaz de sostenerme en pie. Cierro los ojos con fuerza intentando alejar todo aquello de mi cabeza, de su mente, de su persona. Oigo llantos a lo lejos, gente llamar a gritos a otras personas, gritos de horror, de terror... Incluso oigo latidos de corazón y respiraciones. Al principio son numerosas... al final van disminuyendo hasta que solo oye los latidos de un corazón. Un corazón que para y una persona que deja de respirar.

El silencio vuelve a invadirlo todo y abro los ojos lentamente.


Todo fue un sueño. Un sueño demasiado real que hizo que me levantase justo en ese punto alterada. Noté la oscuridad a mi alrededor, las lágrimas corriendo por mi rostro, el extraño dolor en mi abdomen y peor aún aquel dolor en el pecho que hizo que me llevase una de las manos al mismo. ¿Por qué lo sentía con tanta intensidad?

Por algún motivo y con un miedo irracional metido en el cuerpo bajé la mirada hasta mis manos y lo que vi en ellas me hizo abrir los ojos por la sorpresa y ahogar un grito al tiempo que me levantaba de la cama y empezaba a caminar a oscuras con una mezcla de llanto, gritos… Tropecé con algo que me hizo caer al suelo causando cierto ruido. Ni siquiera era realmente consciente de donde estaba, solo podía ver mis manos ensangrentadas.


Última edición por Sydney J. Watson el Jue Sep 13, 2012 8:58 am, editado 1 vez
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Mensaje por Everett N. O'Connor Dom Sep 09, 2012 3:45 am

Everett tenía la costumbre (no tanta como para caer en la rutina, pero costumbre al fin y al cabo) de levantarse bastante temprano: entre las cinco y las seis de la mañana. Esa costumbre pertenecía a los días de trabajo, entresemana... Los fines de semana aprovechaba para recuperar horas de sueño perdidas y también para inspeccionar su propio subconsciente. Últimamente, desde que los sueños con el bosque se habían visto incrementados, se había informado por Internet para comprender el significado de los sueños.

Dependiendo el tipo de sueño que tenía el bosque, podía informarte de distintas cosas. Si por ejemplo, Everett soñaba con un bosque precioso y lleno de plantas, era igual a éxito en los negocios y una gran suma de dinero le seguiriría. Pero ese no era su caso. Tampoco era su caso de que viera seres extraños en el bosque, que conllevaba que sus esfuerzos le conducirían a un camino sin salida. No. Él se perdía en un bosque que le era tremendamente familiar, pero que aún así se perdía. Su significado era el peor de todos: perdida de amigos, seres queridos y discusiones inútiles. Mal augurio por todas partes. Aún así, aunque supiera esa información, Everett no se encontraba desanimado.

Eran las cinco y diez de la madrugada, y el profesor había decidido dejar a Sydney dormir un poco más ya que ella no tenía un horario tan estricto como el suyo. Estricto porque más que nada debía salir pronto de su casa, ya que siempre se perdía en el pueblo y perdía a su vez el preciado tiempo, un tiempo que siempre le faltaba. Cuando era pequeño siempre se había preguntado por el tiempo, quería estudiarlo, ver cómo funcionaba, comprenderlo al máximo. Por eso, cuando creció intentó hacer un trabajo sobre él, pero le resultó imposible. De todas maneras ahora estaba bien: alegre, feliz con su trabajo y con su vida, quitando los problemas que le habían estado persiguiendo a él y a sus amigos.

Matthew había tenido turno nocturno en la oficina de bomberos por lo que Sydney y Everett habían pasado la noche solos. Así pues, aprovechando, bajó las escaleras en silencio, en dirección a la cocina para prepararse el desayuno y también el de Sydney. Después de todo últimamente había aprendido un par de trucos para preparar algunos dulces muy graciosos. Sin embargo se decantó por algo sencillo. Sacó un bol y se echó unos cuantos cereales y se llenó un vaso con zumo de manzana, llevó su pequeño desayuno (desde el retraso de su nómina ni Matthew ni Everett habían podido hacer compras muy grandes) hasta la mesa del salón y se sentó en el sofá para tomarse el desayuno tranquilo. Encendió la radio y colocó la frecuencia de un programa que le gustaba mucho.

Cuando iba por la mitad de los cereales, escuchó un ruido proveniente del piso de arriba para después percatarse de que había alguien llorando y medio gritando. No parecía ser Sydney, nunca se había comportado así. ¿Un fantasma tal vez? Quizás fuera ese fantasma del que tanto teorizaba Everett: el fantasma encerrado en la alfombra de su casa, con la que siempre se tropezba Matthew. Se levantó de golpe, dejando caer el bol de cereales y subió corriendo hasta su habitación. Lo que se encontró no se lo esperaba en absoluto. Era Sydney, completamente destrozada, en el suelo. Encendió la luz de su habitación y se arrodilló para ayudarla a levantarse.

-Sydney, ¿qué ha pasado? ¿Es que ha entrado un fantasma al cuarto? -intentaba darle un poco al humor al asunto, que parecía bastante serio.
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Mensaje por Sydney J. Watson Lun Sep 10, 2012 12:25 pm

¿Yo matando? ¿De verdad había matado a alguien? ¿Le había hecho daño a alguien? Porque estaba claro que aquella sangre era de alguien.

“La flor mas hermosa del mundo” esa frase se metió entre mis pensamientos al tiempo que intentaba ordenar lo que acababa de pasarme. Podía sentir aún el peso de la espada en mi mano, el dolor de aquella estocada y en mis oídos los ecos de aquellos gritos. Sentía incluso un zumbido extraño invadiéndome la cabeza, como si se estuviera metiendo por todos lados. Escuché algo caer al suelo a gran distancia de donde estaba e incluso pude oír como alguien se acercaba.

Escuché la voz y aunque entendí lo que me decía no lo comprendía. Rehuí del contacto apartándome, y de repente noté como tocaba alguna pared y me permití quedarme ligeramente recostada contra ella, con la respiración aún agitada, el pánico invadiéndoma y los ojos anegados en lágrimas. - ¿Sydney? ¿Me has llamado Sydney? - Logré balbucear entre las lágrimas, pero en ningún momento levanté la mirada para tener un contacto visual. Era como si estuviese totalmente ida y de haber sido yo misma la que veía aquello, habría llegado a la conclusión de que la intensidad de lo soñado, unido al pánico me acababan de dejar en un estado de shock que incluía una clara confusión sobre mi propia identidad y su entorno. Algo pasajero, pero no por ello menos impactante - ¿Y tu quién eres? - Me atreví a preguntar. Mantenía las manos lejos de mi cuerpo, como si de alguna manera repeliera el contacto con las mismas. A mis ojos seguían manchadas de sangre.

- Sangre..., están llenas de sangre y los gritos no se van de mi cabeza, no se quieren ir... - Murmuré hablando para mi misma como si se hubiese olvidado por completo de que había alguien más conmigo en la habitación. Por la cabeza me estaba pasando constantemente la misma pregunta: de quien era aquella sangre que manchaba mis manos. Aunque obviamente mis manos estaban perfectamente limpias.

En un momento determinado volví a notar otra presencia conmigo e incluso como parecía acercarse. En un movimiento totalmente instintivo e inconsciente me moví por la pared alejándome – ¡No te me acerques! ¡No me toques! - Grité ligeramente fuera de sí como si realmente fuese una de aquellas personas que necesitaban de un manicomio. - ¿Por qué te me acercas? ¿Tu también quieres.... hacerme daño? - Nada más lejos de la realidad. Había recordado aquel maldito dolor que me había invadido y recordé perfectamente que no era la primera vez que lo sentía. En realidad no era la primera vez que me levantaba con la sensación de haber perdido algo y un sudor frío recorriéndome el cuerpo, pero si que era la primera vez que todo aquello me había afectado más allá y que no era consciente de nada, como si todavía estuviera metida en aquel mal sueño.

Y si tan solo alguna vez le hubiese contado que era lo que mi subconsciente me hacia ver durante aquellas pesadillas, quizá ahora le fuera más fácil ayudarme y no habría que ir dando palos de ciego.

Levanté la mirada por primera vez buscando el rostro de aquella persona contra la que en cierto modo me “defendía” y a la que le había pedido a gritos que ni se acercara a mí, encontrándome con los ojos azules de Everett. Tenía los ojos ligeramente vidriosos a causa de todo aquello que me estaba pasando e incluso se podría decir que un tanto ausentes, como si yo realmente no estuviera allí.


Última edición por Sydney J. Watson el Jue Sep 13, 2012 9:07 am, editado 1 vez
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Mensaje por Everett N. O'Connor Jue Sep 13, 2012 1:17 am

El profesor de ciencias no era una persona que llegara a preocuparse al cien por cien, una parte de él estaba escandalizada, triste, y otra en su mundo. Habían excepciones como todo, como aquellos días en que sus sueños (porque él no los consideraba pesadillas) le confundían junto lo ocurrido con Willow. Aquello le había destrozado por completo y quién sabe qué le podría haber ocurrido si no hubiera acudido a la casa de Sydney. Y ahora ella estaba... ¿cómo se le podía definir a una persona que no reconocía a alguien cercano, que huía de él y de ella misma incluso?

Podría, quería tomárselo todo como una broma, pero al ver la reacción de Sydney ante su pregunta, no pudo evitar arquear las cejas y dar unos pasos al interior de su habitación. Solamente la había dejado sola media hora como mucho... ¿Qué había ocurrido esa media hora como para que ella acabara así? Everett no lo entendía, le resultaba algo inexplicable. Por supuesto, pensó en un principio que el poltergeist que no paraba de hacerle la vida imposible a Matt la había tomado ahora con Sydney, pero nada le daba muestras de que aquello fuera un caso paranormal. ¿Entonces de qué se trataba? Everett como científico que era, necesitaba descubrirlo, conocer los motivos, el por qué y las consecuencias de ello. Pero no sabía por dónde comenzar y además le resultaba imposible pensar de manera lógica cuando podía ver claramente que Sydney estaba sufriendo. ¿Sufriendo de qué?

No pudo evitar sentirse algo dolido cuando no le reconoció, cuando le preguntó por él. ¿Quién era? Everett podría haber dado muchas respuestas a esa pregunta que tan filosófica se le antojaba, pero claramente sabía en qué sentido Sydney la realizaba. No sabía quién era él, había perdido completamente la cabeza. ¿La cabeza? ¿Sus sueños? Sabía que ella se levantaba con la sensación de muerte, de sangre, de haberle hecho daño a alguien, ¿pero cómo iba a poder una psicóloga hacerle daño a alguien? En la mente del joven no cabía semejante posibilidad y por eso mismo al igual que el significado del bosque, había intentado buscar el significado de los sueños de ella (algo poco científico cabe añadir). Y todo eran malos augurios, malas noticias, ¿recuerdos reprimidos? Para nada.

Dio un par de pasos en cuanto la escuchó hablar de sangre, no había sangre en ningún lado, de eso estaba el profesor completamente seguro, cosa que le hacía creer con más fuerza que Sydney había perdido la cabeza. Parecía traumatizada por algo que había visto, presenciado, vivido. Everett no dejaba de formularse preguntas, una y otra vez, millones si se podía decir. No entendía nada de lo que estaba pasando y lo único que quería el joven era ayudar a Sydney, a una de las personas que más apreciaba en Storybrooke. ¿Por qué todos estaban sufriendo de aquel modo? Parecía asustada, como si se creyera de verdad que Everett pretendía hacerle daño cuando era todo lo contrario. Intentó calmarla con las manos, con pasos lentos hasta que se arrodilló para mirarla fijamente. ¿Cuánto tiempo se lo había estado ocultando? ¿Cómo podía él mantener la calma en un momento así?

-Sydney... Tranquílizate, ¿vale? Estás aquí, en mi casa, sin sangre, sin gritos... Estamos aquí, tú y yo, no hay nadie más -con cuidado posó ambas manos sobre sus hombros. Estaba deshecho por verla así. La abrazó con fuerza, sin intención de hacerle daño para después levantarla del suelo poco a poco-. Respira Syd... -fue lo único que le salió de la boca, porque realmente, no sabía qué decir ni cómo comportarse. Era ella la persona cuerda de la pareja.
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Mensaje por Sydney J. Watson Dom Sep 16, 2012 12:12 pm

Había habido días en que me sentía rota por dentro, pero no era capaz de admitirlo, del mismo modo que tampoco quería admitir que deseaba desaparecer, huir, esconderme porque algo dentro de mí me decía que había algo que echaba de menos y no estaba allí, pero, ¿qué? De alguna manera aquel sentimiento había disminuido hasta casi desaparecer, pero de la misma manera aquellos extraños sueños volvían a despertarlo y me volvía a levantar con aquella sensación de pérdida y esos recuerdos borrosos en mi cabeza.

Pero nunca me había levantado perdida hasta aquella mañana, tan perdida que no sabía muy bien como encontrarme a mí misma. Mi cabeza estaba llena de sonidos difusos que no me permitían concentrarme y mis ojos veían cosas que no estaban ahí y me hacían creer con una increíble fuerza que realmente estaban ahí. El miedo, el pánico y el recuerdo tan vívido de lo que acababa de mostrarme mi subconsciente me hacía alejarme de la única persona que en ese momento podía y quería ayudarme, como si repeliese su contacto.

Era algo trágico. Yo sabía perfectamente que a veces cuando pasabas por un trauma, bloqueabas ese recuerdo en un rincón de tu mente, dejándolo bajo capas y capas de recuerdos preciosos. Recuerdos que mantenían alejado aquel que tanto temías y te paralizaba. Como todo alguna vez volvía a salir a flote y ahora me estaba dando cuenta de que era eso precisamente lo que me estaba pasando, ese recuerdo estaba emergiendo dentro de mi cabeza, siendo los sueños el “instrumento” a través del cual intentaba mandármelos. Me mandaba el recuerdo de él, de cómo le había perdido, pero sobretodo de lo mucho que le había amado.

Incluso el anillo que colgaba de mi cuello estaba empezando a adquirir otro significado en mi cabeza.

Noté como se acercaba hasta mí con pasos calmados y haciendo gestos con las manos para... ¿no asustarme? Fuese como fuese, consiguió que aquella vez no le repeliese, no huyese de él y simplemente me quedase donde estaba, sintiendo como se arrodillaba frente a mí. Mis ojos se quedaron mirando los suyos, tan azules como el mar y en un momento determinado sonreí.

El contacto de sus manos en mis hombros pareció despertarme del letargo. Fue algo mágico, como si de repente pasara de sentir soledad y pérdida a sentir todo lo contrario, pero recordando perfectamente lo que había vivido hasta ese momento, hecho que hizo que en el momento en que me abrazó rompiese a llorar de nuevo mientras mis propios brazos rodeaban su cuerpo.

No hay sangre, no hay gritos... No hay nada. Sólo él y yo, nada más, pero esa visión de la sangre manchando su cuerpo sigue en mi cabeza, viéndolo ahora con una nitidez que da incluso miedo.

Tranquilízate y respira. Respira Sydney.

Lo hice, respiré profundamente un par de veces aunque eso no consiguió que las lágrimas dejaran de brotar de mis ojos cayendo después en su ropa. Me aferré a él con fuerza, no con la intención de hacerle daño, sino simplemente porque no quería que me dejase caer. - No sé que me pasa... - Susurré manteniendo aquella posición. Sentía mis piernas débiles y ligeras como si de soltarme fuera a perder el equilibrio y caerme – Me estoy volviendo loca, esos recuerdos me están volviendo loca. - Posiblemente por esa razón mi mente los había bloqueado, para no acabar loca, para no hundirme a mí misma en lo más hondo, para sobrevivir. La sensación de pérdida disminuía gracias a él y en ese momento estaba más segura que nunca antes, además de que empezaba a entender lo que eso significaba y que quizás...

Seguía teniendo la respiración ligeramente acelerada como el pulso y sentía el corazón desbocado. La adrenalina corriéndome por el cuerpo. La misma que me había recorrido en aquel sueño, en aquella batalla, en aquella guerra... Las lágrimas saliendo de mis ojos de la misma manera que lo habían hecho en aquel mal sueño tan real, pero que de alguna manera había cobrado un sentido dentro de mi.

Quizá había llegado el momento de contarle que era exactamente lo que soñaba ahora que recordaba, ahora que todo aquello había adquirido un nuevo sentido. Nunca había sido de ocultar cosas a la gente que quería y él no iba a ser la excepción, desde luego. Lo extraño es que había algo en todo aquello que no terminaba de encajar, una sensación extraña, pero decidí ignorarla. No quería volverme loca de verdad.

Me separé de él – Gracias por... - Miré a mi alrededor unos segundos antes de peinarme el pelo hacia atrás con una de las manos. ¿De verdad necesitaba decir con palabras “gracias por haberme ayudado”? Volví a respirar hondo una vez más, estaba visiblemente más tranquila aunque seguía sintiendo un ligero temblor en todo el cuerpo. - Eve, hay algo que necesito contarte..., pero... ¿podemos hacerlo mientras desayunamos o algo? - Atrasar el momento lo máximo posible. Eso y que con una taza de café o algo entre las manos quizá me sintiera más valiente al tener que contar aquello. - Lo que sea estará bien, creo que me vendrá bien comer algo.– Añadí en el último momento. Sabía perfectamente que andaban escasos de recursos económicos y no me había ofrecido a ayudarles, porque conocía perfectamente a Everett.
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Mensaje por Everett N. O'Connor Mar Sep 18, 2012 5:34 am

Parecía estar tranquilizándose, algo que a su vez, tranquilizaba bastante a Everett. Parecía haber vuelto en sí, a la que era en un principio, pero una Sydney asustada. ¿Principio o final? Todo era demasiado relativo y por eso mismo, respondió con la misma fuerza al abrazo de Sydney, notando a su vez, debido a la cercanía de ambos, las lágrimas caer sobre él. Como aquella vez que había ido a su casa porque Everett realmente necesitaba la ayuda de Sydney, ahora era ella quien necesitaba su ayuda, pero, ¿cómo podía ayudarla? Pasó una mano por la parte de atrás de su cabeza, peinando sus cabellos negros y lisos, que tan familiares le habían resultado siempre.

¿Recuerdos? ¿En qué momento de su vida había presenciado Sydney violencia, violencia más sangre? No lo entendía. Aunque él tampoco entendía sus sueños, los cuales no auguraban nada bueno. Tampoco significaa nada bueno ese sentimiento de haber perdido a alguien, esa necesidad de buscarla y estrecharla entre sus brazos, porque realmente la necesitaba a su lado. Levantó a Sydney con él y le limpió con los pulgares las lágrimas para después tomar su rostro y besarla ligeramente en los labios. Sonrió abiertamente, rascándose la mejilla y dijo:

-No hay de qué. Sabes que estoy aquí, al menos una parte de mí, que es la que importa -no sabía exactamente qué significaba esa frase, pero le había salido natural, con tanto sentido... que después lo perdió por completo. Le tomó de la mano cuando dijo que tenía algo que contarle, ¿temía por su relación?, ¿o en sí por esos recuerdos tan escabrosos? Fuera lo que fuera, él se mantendría a su lado y así permanecería hasta que el mundo acabase-. Claro, estaba desayunando yo, aunque tendré que limpiar un poco el salón... Creo que lo he dejado hecho un desastre -como el resto de la casa- pero vamos, te preparé cualquier cosa que quieras, me las sé ingeniar muy bien en la cocina -la tomó de la mano y la condujo hasta las escaleras, para llegar finalmente a la cocina. ¿Cómo podía cambiar tan rápido de actitud el profesor de ciencias? Estaba preocupado, pero si veía a Sydney tan bien repentinamente, tenía que pensar que había mejorado. La dejó al lado de la silla y se dirigió hacia los estantes, buscando los cereales-. ¿Café? ¿Zumo?
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Mensaje por Sydney J. Watson Vie Sep 21, 2012 11:35 am

Ahora sabía a que venía tanta fuerza, tanta decisión, había sido de una forma inconsciente. Su asesinato me había convertido en quién era en esos momentos. Había pasado de ser una persona dependiente a ser una joven independiente, hasta tal punto no necesitaba estar todo el día y todos los días encima de Everett para saber que me quería y que si le necesitaba estaría allí. En eso nos parecíamos mucho, ambos amábamos nuestra independencia. Él lo entendía y yo lo entendía. Me gustaba valerme por mí misma, me gustaba practicar mis aficiones con mis amigos. No todo tenía que girar a su alrededor.

Había aprendido la lección porque cuando él murió me había encontrado sola en el mundo.

Después de eso había estado dando tumbos en cuanto a las relaciones sentimentales se refiere y aunque sentí una extraña conexión con Everett la había estado ignorando como si repeliendo aquello pudiera seguir adelante. Como si no quisiera volver a caer. Lo extraño era que daba incluso la sensación de que todo aquello ya había pasado antes, de que ya habíamos tenido aquello, pero eso era una locura, ¿no? Dejé que me secara las lágrimas y no pude evitar sonreír en aquel momento. Era un gesto que parecía demasiado cliché quizá, pero a mí en ese momento me llenó. Del mismo modo que me llenó aquel beso. Con Everett cada momento, cada gesto por insignificante que fuera se tornaba especial y único, cosa que no me había pasado antes desde entonces. Todo me indicaba que había encontrado a "esa" persona.

- Con eso me basta y me sobra, con saber que estás aquí y que no te irás nunca... - ¿Sería capaz de soportar otra pérdida de tal calibre? Prefería no plantearme y menos aún sufrirlo. Le dediqué una pequeña sonrisa porque tal y como estaba mi cabeza en esos momentos no fui capaz de mucho más.

Dos hombres + Casa = Desastre. Ni siquiera era algo que me sorprendiera demasiado y después de todo los conocía a los dos lo suficiente y había pasado allí noches, por lo que no, no era una gran sorpresa. En mi estado normal quizá hubiese soltado incluso una ironía. Ahora solo pensaba en como contar algo que ni tan siquiera yo recordaba bien, pues entre aquellos recuerdos claros seguía habiendo una neblina que ocultaba algunos, como si los que tuviese no fueran del todo ciertos, como si hubieran sido manipulados.

- Café, necesito reactivar mi cabeza – Bromeé ligeramente, como si aquella sacudida no lo hubiese hecho ya. Me senté en la silla y me dediqué a seguirle con la mirada. Me pasé una de las manos por el cabello peinándolo con mis dedos nerviosa. Que pudiera parecer que de repente estaba bien no significaba que lo estuviera, después de todo siempre se me había dado bien ocultar ciertas cosas, era algo que hacia incluso inconscientemente, ya fuese porque no deseaba que se supiera o porque no quería preocupar a la gente que estaba a mi alrededor. - ¿Sabes? Creo que eres la mejor persona que conozco, la más buena. – Ni siquiera recordaba haberle visto enfadado alguna vez, lo cual no dejaba de ser curioso. – Envidio tu tranquilidad... - Esbocé una media sonrisa. Aquello era un halago en toda regla, cualquiera en la situación en la que se había visto Everett se habría puesto de los nervios y hubiese sido peor no solo para él, sino también para mí misma. Esas cosas después de todo se transmiten a la otra persona y él había conseguido transmitirme parte de la tranquilidad que tenía.

Cuando me puso la taza delante le sonreí, una sonrisa mucho más abierta que la que le había dedicado momentos antes. Eso sí tardé cerca de un minuto en volver a hablar, me dediqué a darle unas cuantas vueltas con la cuchara al café, poner mis manos alrededor de la taza y sentir el calor llegar a las palmas de las mismas antes de volver a buscar sus ojos azules. - ¿Alguna vez has sentido que ya has vivido todo esto conmigo? A veces tengo la sensación de tener Deja vús en mi cabeza, pero no sé si yo o... - Me concentré unos segundos en mi propios sentimientos, en aquellos recuerdos en mi pasado y caí en la cuenta de algo - Nunca me has contado... ¿recuerdas tu pasado? Yo lo tengo medio oculto tras una neblina, es como si solo pudiera acceder a un puñado de datos y los otros hubiesen desaparecido, es extraño.

De alguna manera estaba intentando retrasar el momento de contarle aquello que hasta yo misma había acababa de recordar, porque a una parte de mí le daba miedo como fuera a reaccionar ante ello, pero también necesitaba saber si era la única que parecía olvidar su pasado. ¿Cuánta gente en Storybrooke hablaba de ello?


Última edición por Sydney J. Watson el Miér Sep 26, 2012 10:36 am, editado 1 vez
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Mensaje por Everett N. O'Connor Miér Sep 26, 2012 8:02 am

"Café, café, café..." Everett tarareaba una especie de melodía extraña en su mente mientras preparaba la bebida para Sydney. Echaba el agua caliente en la taza, después dos cucharadas de café molido y lo removió bien para dejarlo en frente de Sydney a la vez que él ambién tomaba asiento. Sonrió abiertamente ante aquel halago. En realidad no le gustaba recibir ese tipo de palabras en referencia a su actitud, ya que realmente él era así, no se esforzaba por permanecer alegre, simplemente le salía desde su interior. Lo que a él le gustaba era el reconocimiento por su trabajo, por los experimentos e inventos que preparaba. Suspiró con fuerza, ¿tranquilidad? En ese aspecto sí que tenía que poner algo de su parte, sobre todo cuando tenía que tratar con unos determinados alumnos o adultos que quizás sí que le sacasen realmente de las casillas. Recordaba también perfectamente la serenidad que guardó cuando Michelle sufrió aquel ataque alérgico durante una cena que habían preparado en Caja de Cartón. Tanto Matthew como Sydney estaban al borde del colapso, y el feliz de Everett tuvo que pasar a ser el serio de Everett.

Se levantó entonces ya que repentinamente le había entrado bastante sed y se sacó un vaso para echar en él un poco de zumo de manzana, uno de sus favoritos. Regresó al sitio y tomó un largo sorbo mientras Sydney hablaba, comentaba en voz alta lo que pensaba. Se quedó bastante confuso, entrecerrando los ojos mirándola para comprobar que estaba hablando en serio. Sí, estaba hablando en serio. ¿Dèja vús?

Él realmente ya no sabía en qué podía creer o dejar de creer, simplemente sabía con certeza que amaba el bosque, un bosque hermoso, frondoso y que siempre había estado en compañía de otra persona que no era Sydney. Tenía sensaciones, como si la conociera de antes, pero realmente la conocía de bastante tiempo, al igual que todos sus amigos más cercanos. Tomó otro sorbo, replanteándose sus palabras, e incluso su pregunta que le sonó ilógica en un principio. ¡Por supuesto que recordaba su pasado! ¿Quién no iba a recordarlo acaso? Sonaba a locura, aunque bueno, la locura en Everett era algo bastante normal. Entonces, intentó recordar momentos concretos de su vida, parecían difuminados y solamente recordaba... objetos, invenciones suyas, pensamientos, todo muy por encima. Incluso le sonaba lejano cuando comenzó sus prácticas para ser profesor. Aún así no iba a mostrar dudas, no iba a hacer comentarios al respecto.

-Claro que recuerdo mi pasado. Te puedo hacer un resumen: niño huérfano, orfanato, sin familia, beca por buenas notas en ciencias, trabajo y comienzo de una "vida normal" -soltó con un tono bromista, aunque básicamente esa era la vida que creía haber vivido. No recordaba a sus padres, ni ningún hermano que tuviera, tampoco recordaba los motivos por los cuales había sido "abandonado". Simplemente... había sido así siempre-. Intento no pensar mucho en lo que quedó atrás. La física dictamina que solamente podemos viajar hacia delante, nunca hacia atrás, ¿no te dice eso algo? -sonrió, esperando que ella contase, explicase el por qué pensaba todo aquello. Sin lugar a dudas, Everett pensaba con certeza que Sydney le quería contar algo, no sabía el qué, pero estaba relacionado con todo lo que estaba pasando.
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Mensaje por Sydney J. Watson Vie Sep 28, 2012 10:59 am

Era la primera vez que me decía de forma directa que era huérfano, era algo que ya me había podido suponer, pero hasta ese momento no había tenido la certeza absoluta – Yo me considero afortunada por haber tenido a unos padres que velasen por mí…, y a mi abuela – Solté una ligera risa. Mi abuela siempre había sido con diferencia la “enrollada” de la familia. – Pero dice mucho de ti como persona que hayas llegado hasta tan lejos, porque desde luego tu camino ha sido más tortuoso que el mío. – Debería estar orgulloso de sí mismo y posiblemente si sus padres habían fallecido y por eso había quedado huérfano ellos también lo estarían, pero ese fue pensamiento que me guardé para mí misma.

En mi rostro apareció una media sonrisa. Everett siempre tan científico y yo en cambio… Estaba bien eso de buscarle la lógica a todo, sí, pero yo había llegado a la conclusión de que había cosas que se nos escapaban y así como también escapaban de la lógica.

- Es obvio que no podemos viajar hacia atrás… - ¿Cambiaría algo de mi propio pasado? ¿Algún arrepentimiento? Posiblemente, aunque sabía que cambiase lo que cambiase acabaría en aquel momento. Había cosas que no se podían cambiar – Pero no creo que sea sano dejarlo todo atrás. Después de todo es nuestro propio pasado lo que nos hace ser quienes somos. Todas nuestras experiencias, los buenos momentos, los malos recuerdos… - Me llevé la taza a los labios para darle un sorbo al café que me había llevado Everett. Estaba intentando ordenar las piezas en mi cabeza para que todo lo que quería transmitir con palabras tuviese sentido.

- Es… - Me quedé a medias, no sabía cómo explicar bien lo que estaba pasando por mi cabeza – Imagínate por un segundo que hubieses nacido en una familia como la de los Gilbert. ¿Acaso serías la misma persona? ¿Estarías aquí ahora mismo? Hay posibilidades de que te hubieses desviado en el camino y no fueras lo que ellos querían, pero…, hay más posibilidades de que hubieses acabado siendo una persona muy diferente. A eso me refiero…, es triste no recordar exactamente que experiencias te han llevado hasta este momento… Lo siento, me estoy poniendo filosófica – Dije al tiempo que levantaba la mirada y le sonreía brevemente. Acaricié la taza suavemente con ambas manos.

- Esos sueños que tengo…, ¿recuerdas que dije que me despertaba con la sensación de haber perdido algo importante? – Se me encogió el corazón solo pensar que ahora sabía exactamente que había perdido. – Primero pensé… - Hice una pausa – No sé que pensé que quizá simplemente significaba algo, pero no sabía qué. Hoy…, por algún motivo he recordado y… está relacionado con los sueños en cierto modo, es como si los sueños hubiesen querido hacerme recordar – Me llevé una de las manos a la nuca dándome cuenta de que el collar no estaba y que debía habérmelo quitado inconscientemente. Suspiré. Ahora mismo todo aquello me parecía una bomba de relojería y a pesar de ser consciente de que había pasado por un shock postraumático no entendía como podía haberme olvidado de algo así. Por Dios era mi… - Eve, estuve prometida – Le sostuve la mirada unos segundos antes de bajarla, demasiado asustada por lo que pudiera ver en ellos – Y lo olvidé… ¿cómo se olvida algo así? ¿Cómo olvidas que…? – Tuve que hacer una pausa porque empezaba a notar que se me venía el mundo encima.

Por supuesto que se podía “olvidar” si el trauma había sido demasiado grande – Aún veo su sangre en mis manos… Es la sangre de mis sueños. La que veía esta mañana.
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