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¡No son fantasias y voy a demostrarlo!
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Lucy A. Roberts
Rebecca K. Campbell
Paula A. Mills
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:: Alrededores :: Minas
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¡No son fantasias y voy a demostrarlo!
[Esto es un post de trama, sólo que en el mundo real. De momento sólo pueden postear aquellos que hayan recibido instrucciones para hacerlo]
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¿Había algo más terrible que el que le hubieran robado su libro de cuentos y no tener la más mínima pista acerca de quien lo había hecho? Por supuesto: el sentir que la tomaban por loca.
Que no la creyeran nunca la había molestado, incluso aquellos que le seguían el rollo sólo por pensar que todo eso que decía no eran más que las fantasías de una niña de ocho años. Pero lo de esa tarde había sido un golpe realmente bajo.
Sydney siempre la había tratado bien. No la creía, evidentemente, porque a fin de cuentas iba a las sesiones porque su madre le pagaba para que le quitara de la cabeza todas aquellas ideas de cuentos de hadas atrapados en la realidad, pero siempre había podido razonar con ella. Pero esa tarde por alguna razón había decidido hablar claro con la niña, explicándole que lo que le pasaba a ella se llamaba psicosis, que no podía diferenciar entre lo que era real y lo que no era real y que esa era razón suficiente para que pudieran encerrarla. A ella. En un manicomio.
Claro que se había marchado llorando de allí, pero el caso es que se había encontrado sin saber a quien acudir. Lucy tampoco la creía de verdad, igual que la mayoría... Y no la creerían hasta que encontrara algo material para enseñarles que ella tenía razón y que los que estaban equivocados y no querían ver la realidad eran ellos. Y el caso es que sabía exactamente donde encontrarlas.
El día anterior había habido aquel derrumbamiento en las minas que al parecer había en las afueras del pueblo, hecho que en sí no debía parecer nada del otro mundo... De no ser porque nadie parecía recordar que aquellas minas estaban ahí, aunque su madre aseguraba que eran muy viejas y llenas de túneles, y que iba a demolerlas para que no hubiera peligro. ¿La teoría de Paula? Que ahí debajo, Siobhan escondía alguna cosa que no quería que encontrara nadie, y que ahora que Lucy estaba en el pueblo y la maldición se estaba debilitando, el paso a las minas se había abierto, y que por eso su madre tenía tanta prisa en volver a cerrar el acceso.
Su mente no tardó ni dos segundos en activarse. Se frotó los rastros de lágrimas de sus mejillas y se dirigió, antes que nada, a su casa, de donde sacó una linterna. Y después de eso, a la panadería de Savannah. Si tenía que pasarse horas en las minas buscando pistas necesitaría alimento, y no quería cogerlo de casa para que su madre no notara que faltaba.
Las campanillas de la puerta alertaron a Rebecca, que al parecer era quien estaba al cargo de la panadería esa tarde, de la presencia de Paula, que sonrió automáticamente al verla. Becca le caía bien. Siempre le regalaba galletas de chocolate y parecía dispuesta a escuchar sus teorías de la Operación Cobra. Fue por eso que tal vez se le fue la lengua más de la cuenta, y terminó contándole lo que tenía planeado.
Lo bueno que tenía Rebecca es que nunca parecía demasiado escandalizada con ninguna de sus ideas descabelladas. Y en la mente de Paula el ofrecimiento de acompañarla después de haber intentado hacerle entender que podía ser peligroso no era más que una señal que la creía y quería ayudarla. Así que aceptó. En realidad, seguramente la pastelera sabía que por mucho que dijera no conseguiría que Paula cambiaría de idea, y de hecho, tenía razón.
De camino a las minas, Paula no paró de parlotear acerca de la maldición, y que no conseguirían romperla sin convencer a Lucy (y de paso a Sydney, para darle en las narices con las pruebas de que ella no tenia psicosis ni estaba loca). Y para convencerla necesitaban algo material. Algo que la hiciera creer en los cuentos de hadas y en todo lo demás. ¿La verdad? No tenía ni idea de lo que iban a encontrar, pero estaba convencida de que habría algo.
Encendió la linterna tan pronto como pasaron la entrada de las minas, porque estaba realmente oscuro, pero lo que no esperaba es que tan pronto pusieron un pie en el interior, un nuevo temblor lo removiera todo y la entrada quedara tapada por piedras y escombros. Con la linterna enfocó a Rebecca, y por la expresión de su rostro supo cuan mala idea pensaba que había sido todo aquello.
- No te preocupes, buscaremos rápido y encontraremos otra salida. – dijo con seguridad, como si se quedara encerrada en una mina medio derruida todos los días – Guarda cualquier cosa que no parezca una piedra o un trozo de metal viejo y oxidado. Nos servirá.
Y eso fue todo lo que dijo antes de empezar a andar hacía el interior de la mina. Seguramente no era del todo consciente del peligro que corrían, porque su mente estaba completamente obsesionada en encontrar una pista. La que fuera.
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¿Había algo más terrible que el que le hubieran robado su libro de cuentos y no tener la más mínima pista acerca de quien lo había hecho? Por supuesto: el sentir que la tomaban por loca.
Que no la creyeran nunca la había molestado, incluso aquellos que le seguían el rollo sólo por pensar que todo eso que decía no eran más que las fantasías de una niña de ocho años. Pero lo de esa tarde había sido un golpe realmente bajo.
Sydney siempre la había tratado bien. No la creía, evidentemente, porque a fin de cuentas iba a las sesiones porque su madre le pagaba para que le quitara de la cabeza todas aquellas ideas de cuentos de hadas atrapados en la realidad, pero siempre había podido razonar con ella. Pero esa tarde por alguna razón había decidido hablar claro con la niña, explicándole que lo que le pasaba a ella se llamaba psicosis, que no podía diferenciar entre lo que era real y lo que no era real y que esa era razón suficiente para que pudieran encerrarla. A ella. En un manicomio.
Claro que se había marchado llorando de allí, pero el caso es que se había encontrado sin saber a quien acudir. Lucy tampoco la creía de verdad, igual que la mayoría... Y no la creerían hasta que encontrara algo material para enseñarles que ella tenía razón y que los que estaban equivocados y no querían ver la realidad eran ellos. Y el caso es que sabía exactamente donde encontrarlas.
El día anterior había habido aquel derrumbamiento en las minas que al parecer había en las afueras del pueblo, hecho que en sí no debía parecer nada del otro mundo... De no ser porque nadie parecía recordar que aquellas minas estaban ahí, aunque su madre aseguraba que eran muy viejas y llenas de túneles, y que iba a demolerlas para que no hubiera peligro. ¿La teoría de Paula? Que ahí debajo, Siobhan escondía alguna cosa que no quería que encontrara nadie, y que ahora que Lucy estaba en el pueblo y la maldición se estaba debilitando, el paso a las minas se había abierto, y que por eso su madre tenía tanta prisa en volver a cerrar el acceso.
Su mente no tardó ni dos segundos en activarse. Se frotó los rastros de lágrimas de sus mejillas y se dirigió, antes que nada, a su casa, de donde sacó una linterna. Y después de eso, a la panadería de Savannah. Si tenía que pasarse horas en las minas buscando pistas necesitaría alimento, y no quería cogerlo de casa para que su madre no notara que faltaba.
Las campanillas de la puerta alertaron a Rebecca, que al parecer era quien estaba al cargo de la panadería esa tarde, de la presencia de Paula, que sonrió automáticamente al verla. Becca le caía bien. Siempre le regalaba galletas de chocolate y parecía dispuesta a escuchar sus teorías de la Operación Cobra. Fue por eso que tal vez se le fue la lengua más de la cuenta, y terminó contándole lo que tenía planeado.
Lo bueno que tenía Rebecca es que nunca parecía demasiado escandalizada con ninguna de sus ideas descabelladas. Y en la mente de Paula el ofrecimiento de acompañarla después de haber intentado hacerle entender que podía ser peligroso no era más que una señal que la creía y quería ayudarla. Así que aceptó. En realidad, seguramente la pastelera sabía que por mucho que dijera no conseguiría que Paula cambiaría de idea, y de hecho, tenía razón.
De camino a las minas, Paula no paró de parlotear acerca de la maldición, y que no conseguirían romperla sin convencer a Lucy (y de paso a Sydney, para darle en las narices con las pruebas de que ella no tenia psicosis ni estaba loca). Y para convencerla necesitaban algo material. Algo que la hiciera creer en los cuentos de hadas y en todo lo demás. ¿La verdad? No tenía ni idea de lo que iban a encontrar, pero estaba convencida de que habría algo.
Encendió la linterna tan pronto como pasaron la entrada de las minas, porque estaba realmente oscuro, pero lo que no esperaba es que tan pronto pusieron un pie en el interior, un nuevo temblor lo removiera todo y la entrada quedara tapada por piedras y escombros. Con la linterna enfocó a Rebecca, y por la expresión de su rostro supo cuan mala idea pensaba que había sido todo aquello.
- No te preocupes, buscaremos rápido y encontraremos otra salida. – dijo con seguridad, como si se quedara encerrada en una mina medio derruida todos los días – Guarda cualquier cosa que no parezca una piedra o un trozo de metal viejo y oxidado. Nos servirá.
Y eso fue todo lo que dijo antes de empezar a andar hacía el interior de la mina. Seguramente no era del todo consciente del peligro que corrían, porque su mente estaba completamente obsesionada en encontrar una pista. La que fuera.
Paula A. Mills- Heroínas
- Soy : La nieta de Blancanieves
Mensajes : 79
Fecha de inscripción : 22/06/2012
Re: ¡No son fantasias y voy a demostrarlo!
El día parecía cansino gracias a la preocupación en el aire por el derrumbamiento en las minas que al parecer había en las afueras del pueblo, cosa que había asustado a la mayoría. El sheriff había dejado muy en claro que no quería a nadie cerca de ahí debido al peligro de otro derrumbe. Rebecca no creía mucho en esas noticias y por el momento no le gustaba obedecer a Robert Monroe. .La panadería estaba solitaria, Savannah dormía como koala en la casa de Kate y esta había ido a trabajar unas pocas horas, sabiendo que no habrían muchas ventas. Tomaba un té de menta y mordisqueaba un pan de manzana-canela cuando las campanillas anunciaron la entrada alegre de Paula Mills, la hija de la alcaldesa. Inmediatamente Kate le había ofrecido un saludable desayuno que consistía en chocolate y un cuernito. La pequeña aceptó y comenzó a parlotear sobre su plan maestro. Por esa razón, Becca suspiró audiblemente al escuchar a la entusiasmada Paula.
Conoció a la divertida hija adoptiva de Siobahn en una venta de pasteles en la escuela primaria. Congeniaron inmediatamente y su relación se afianzó cuando la pequeña le confió, sin querer, el plan que estaba llevando a cabo con suma seriedad, un plan importante: la Operación Cobra. Al principio Rebecca simplemente sonrió y trató de creerle, al ver la perseverancia de la chica...realmente comenzó a cuestionar su entorno. Sobretodo por las lagunas mentales que le aquejaban ultimamente. Así que al escuchar el plan del día, Rebecca decidió acompañar a Paula, principalmente por su seguridad.
Emprendieron el camino de 30 minutos hacia las minas. Katherine escuchaba atentamente a la ojiverde con el ceño fruncido.Sopesaba las consecuencias de lo que estaba haciendo y pensaba sobre lo que Paula hablaba. ¿Maldición? ¿En un pueblito lejano como Storybrooke? ¿Todos son personajes de cuentos de hadas? No se rió por que una corazonada le decía que era asunto serio. Comenzó a a preguntarse cuál princesa seria...o si era un ser mágico. Resultaba divertido y bastante refrescante que una niña fuera tan necia ( en el buen sentido, obviamente) y tan decidida hiciera cosas fuera de lo común. La iba a ayudar no por compromiso,
La determinación de la señorita Mills era contagiosa, el espíritu aventurero de la veinteañera despertó. La actitud era todo, anudó su mochila la cual llevaba provisiones ( suficiente agua, 4 sandwiches y manzanas, vendas, etc) ya que mujer precavida valia por dos. Encendió su lámpara cuando se adentraron a interior de la mina. Katherine al sentir un temblor fuerte debajo de ella instintivamente se abalanzó sobre Paula, abrazándola con cuidado y protegiendose la cabeza. Polvo, confusión y un ligero temor estaban presentes. Sacudió su ropa al levantarse del suelo y ayudó a su enérgica acompañante.
- No te lastimaste, ¿verdad?- preguntó mientras verificaba que las dos estuvieran sanas. Le pareció increible que una niña le dijera que todo estaría bien y le sorprendió aun más que una chica de 23 le creyera. Suspiró y verificó su temor: la entrada habia sido bloqueada por unas inmensas piedras. Dió gracias a que esas rocas no las hubieran golpeado y enfocó su linterna.
Sonrió ligeramente y comenzó a caminar con sumo cuidado. - Al menos tenemos comida- murmuró feliz mientras esquivaba unas rocas grandes. Arrugó su nariz mientras escuchaba a Paula y mordió su labo inferior. - ¿Qué esperas encontrar aquí?- preguntó curiosa mientras apresuraban el paso y analizaba el camino para tratar de encontrar algo útil.
Conoció a la divertida hija adoptiva de Siobahn en una venta de pasteles en la escuela primaria. Congeniaron inmediatamente y su relación se afianzó cuando la pequeña le confió, sin querer, el plan que estaba llevando a cabo con suma seriedad, un plan importante: la Operación Cobra. Al principio Rebecca simplemente sonrió y trató de creerle, al ver la perseverancia de la chica...realmente comenzó a cuestionar su entorno. Sobretodo por las lagunas mentales que le aquejaban ultimamente. Así que al escuchar el plan del día, Rebecca decidió acompañar a Paula, principalmente por su seguridad.
Emprendieron el camino de 30 minutos hacia las minas. Katherine escuchaba atentamente a la ojiverde con el ceño fruncido.Sopesaba las consecuencias de lo que estaba haciendo y pensaba sobre lo que Paula hablaba. ¿Maldición? ¿En un pueblito lejano como Storybrooke? ¿Todos son personajes de cuentos de hadas? No se rió por que una corazonada le decía que era asunto serio. Comenzó a a preguntarse cuál princesa seria...o si era un ser mágico. Resultaba divertido y bastante refrescante que una niña fuera tan necia ( en el buen sentido, obviamente) y tan decidida hiciera cosas fuera de lo común. La iba a ayudar no por compromiso,
La determinación de la señorita Mills era contagiosa, el espíritu aventurero de la veinteañera despertó. La actitud era todo, anudó su mochila la cual llevaba provisiones ( suficiente agua, 4 sandwiches y manzanas, vendas, etc) ya que mujer precavida valia por dos. Encendió su lámpara cuando se adentraron a interior de la mina. Katherine al sentir un temblor fuerte debajo de ella instintivamente se abalanzó sobre Paula, abrazándola con cuidado y protegiendose la cabeza. Polvo, confusión y un ligero temor estaban presentes. Sacudió su ropa al levantarse del suelo y ayudó a su enérgica acompañante.
- No te lastimaste, ¿verdad?- preguntó mientras verificaba que las dos estuvieran sanas. Le pareció increible que una niña le dijera que todo estaría bien y le sorprendió aun más que una chica de 23 le creyera. Suspiró y verificó su temor: la entrada habia sido bloqueada por unas inmensas piedras. Dió gracias a que esas rocas no las hubieran golpeado y enfocó su linterna.
Sonrió ligeramente y comenzó a caminar con sumo cuidado. - Al menos tenemos comida- murmuró feliz mientras esquivaba unas rocas grandes. Arrugó su nariz mientras escuchaba a Paula y mordió su labo inferior. - ¿Qué esperas encontrar aquí?- preguntó curiosa mientras apresuraban el paso y analizaba el camino para tratar de encontrar algo útil.
Rebecca K. Campbell- Humanos
- Soy : Caperucita Roja
Mensajes : 199
Empleo /Ocio : Pastelera.
Fecha de inscripción : 25/06/2012
Re: ¡No son fantasias y voy a demostrarlo!
Desde aquella noche en la que Paula se había escapado y Siobhan la había descubierto, cada vez que quedaban lo hacían con más cuidado. No es que Lucy temiera a la alcaldesa, pero al fin y al cabo, Paula era su hija legalmente, por lo que Siobhan podía castigarla y esas cosas, y si eso pasaba, entonces si que no se verían en absoluto. Paula seguía adelante con aquello de la Operación Cobra e iba informando a Lucy sobre los progresos que hacía respecto a aquel quien es quien. Pero aquello, a ojos de Lucy, no era más que un juego infantil que, por alguna razón, la pequeña se había inventado. Había hablado en alguna ocasión con Sydney acerca de eso, aunque ni Siobhan ni Paula sabían nada sobre los encuentros ocasionales entre la psicóloga y ella, y lo mejor sería que siguiera siendo así. Al principio le había costado que Sydney accediera a hablar con ella sobre eso, pues se suponía que era algo que no debía difundir por ahí, pero Lucy había insistido tanto que al final la psicóloga había accedido a ello. A Lucy realmente le preocupaba aquello que rondaba la cabeza de Paula para creer en todos aquellos cuentos de niños, pero lo que más le preocupaba era lo que podía hacer al respecto -ya se había colado en el despacho de su madre una vez- y no quería que la pequeña se metiera en problemas o acabara haciéndose daño.
La última vez que se habían visto, Paula la había contado que su libro de cuentos había desaparecido, algo a lo que Lucy no le dio mucha importancia, pues estaba segura de que, al contrario de lo que ella pensaba, nadie se lo había robado, y que el libro estaría por algún rincón de su casa. Sabía que aquello no le había hecho mucha gracia a Paula, y se había ido algo enfurruñada. Por eso Lucy se encontraba ahora recorriendo la ciudad en busca de la pequeña, para decirle que la ayudaría a encontrar a quien fuera que hubiera robado su libro, ¿por qué aquella niñita conseguía que Lucy terminara siempre haciendo lo que decía? Hombre, todavía no había conseguido que creyera todo aquello de la maldición, pero por que aquello era algo que no cabía en la cabeza de la señorita Roberts, en cambio, para todo lo demás, aquella chiquilla tenía la capacidad de conseguir que, en algún momento, Lucy cediera.
La vio saliendo de la pastelería junto con una chica que, al parecer, trabajaba en el mismo establecimiento que ambas acababan de dejar. Iba a haberse acercado a saludar a Paula, pero la escuchó comenzar a parlotear acerca de la maldición y, por alguna razón, aquello no le dio muy buena espina, por lo que Lucy, como buena periodista que era, optó por seguirlas a una distancia prudencial, sin que se dieran cuenta, y comprobar si aquella era una de las misiones de aquella dichosa Operación Cobra; y viendo que se dirigían hacia las afueras del pueblo. No tardó en adivinar hacia donde se dirigían, pues hacía poco que se había despertado cierta "polémica" acerca del derrumbamiento de aquellas minas al que la alcaldesa quería proceder, por considerar aquel lugar un peligro para cualquiera que estuviese cerca. La bombilla no tardó en encendersele, ¡seguro que Paula creía que su madre ocultaba algo allí! Llevaba poco tiempo allí y ya tenía calada a la pequeña Paula, ¡será posible! Pero para cuando quiso intervenir, tanto Paula como su amiga estaban ya dentro de la mina. -¡Paula! - gritó con la esperanza de que la oyera y ambas salieran de allí, pero su voz quedó sepultada por las rocas que se desprendieron en la entrada, taponándola. - No, no, no. ¡Paula! ¡PAULA! - volvió a gritar acercándose a la entrada de la mina.
Decir que estaba muerta de pánico era poco, ¿pero como se le ocurría meterse ahí? ¿como se le ocurría a la chica que estaba con ella permitírselo? Intentó apartar las rocas de la entrada, pero era imposible, además, ella sola no podía hacer nada. Sacó su teléfono, le temblaban las manos, pero consiguió marcar el número de la oficina del Sheriff. Comunicando. Volvió a llamar, esta vez sin necesidad de marcar el número. - Venga, venga, venga. - murmuró impaciente mientras el tono sonaba; al segundo toque, una voz monótona y aburrida contestó, pero Lucy no le dio tiempo a acabar la frase siquiera. - ¡Ha habido un derrumbamiento en la vieja mina! Paula y otra chica están dentro, ¡tenéis que venir ya! - Lo bueno de que aquel pueblo fuera pequeño era que todo estaba relativamente cerca y que las autoridades no tardarían en llegar, sobre todo, tratándose de la hija de la alcaldesa. Entonces recordó que, en el bolsillo interior de la chaqueta, llevaba uno de los walkies que había comprado para Paula y para ella, para que pudieran estar en contacto constantemente y así, la niña pudiera ponerla al día sobre las últimas noticias de la Operación Cobra. Sacó el walkie y rezó por que Paula llevara el otro encima; pulsó el botón para hablar y cruzó los dedos. -¿Paula? ¿Estás ahí?
La última vez que se habían visto, Paula la había contado que su libro de cuentos había desaparecido, algo a lo que Lucy no le dio mucha importancia, pues estaba segura de que, al contrario de lo que ella pensaba, nadie se lo había robado, y que el libro estaría por algún rincón de su casa. Sabía que aquello no le había hecho mucha gracia a Paula, y se había ido algo enfurruñada. Por eso Lucy se encontraba ahora recorriendo la ciudad en busca de la pequeña, para decirle que la ayudaría a encontrar a quien fuera que hubiera robado su libro, ¿por qué aquella niñita conseguía que Lucy terminara siempre haciendo lo que decía? Hombre, todavía no había conseguido que creyera todo aquello de la maldición, pero por que aquello era algo que no cabía en la cabeza de la señorita Roberts, en cambio, para todo lo demás, aquella chiquilla tenía la capacidad de conseguir que, en algún momento, Lucy cediera.
La vio saliendo de la pastelería junto con una chica que, al parecer, trabajaba en el mismo establecimiento que ambas acababan de dejar. Iba a haberse acercado a saludar a Paula, pero la escuchó comenzar a parlotear acerca de la maldición y, por alguna razón, aquello no le dio muy buena espina, por lo que Lucy, como buena periodista que era, optó por seguirlas a una distancia prudencial, sin que se dieran cuenta, y comprobar si aquella era una de las misiones de aquella dichosa Operación Cobra; y viendo que se dirigían hacia las afueras del pueblo. No tardó en adivinar hacia donde se dirigían, pues hacía poco que se había despertado cierta "polémica" acerca del derrumbamiento de aquellas minas al que la alcaldesa quería proceder, por considerar aquel lugar un peligro para cualquiera que estuviese cerca. La bombilla no tardó en encendersele, ¡seguro que Paula creía que su madre ocultaba algo allí! Llevaba poco tiempo allí y ya tenía calada a la pequeña Paula, ¡será posible! Pero para cuando quiso intervenir, tanto Paula como su amiga estaban ya dentro de la mina. -¡Paula! - gritó con la esperanza de que la oyera y ambas salieran de allí, pero su voz quedó sepultada por las rocas que se desprendieron en la entrada, taponándola. - No, no, no. ¡Paula! ¡PAULA! - volvió a gritar acercándose a la entrada de la mina.
Decir que estaba muerta de pánico era poco, ¿pero como se le ocurría meterse ahí? ¿como se le ocurría a la chica que estaba con ella permitírselo? Intentó apartar las rocas de la entrada, pero era imposible, además, ella sola no podía hacer nada. Sacó su teléfono, le temblaban las manos, pero consiguió marcar el número de la oficina del Sheriff. Comunicando. Volvió a llamar, esta vez sin necesidad de marcar el número. - Venga, venga, venga. - murmuró impaciente mientras el tono sonaba; al segundo toque, una voz monótona y aburrida contestó, pero Lucy no le dio tiempo a acabar la frase siquiera. - ¡Ha habido un derrumbamiento en la vieja mina! Paula y otra chica están dentro, ¡tenéis que venir ya! - Lo bueno de que aquel pueblo fuera pequeño era que todo estaba relativamente cerca y que las autoridades no tardarían en llegar, sobre todo, tratándose de la hija de la alcaldesa. Entonces recordó que, en el bolsillo interior de la chaqueta, llevaba uno de los walkies que había comprado para Paula y para ella, para que pudieran estar en contacto constantemente y así, la niña pudiera ponerla al día sobre las últimas noticias de la Operación Cobra. Sacó el walkie y rezó por que Paula llevara el otro encima; pulsó el botón para hablar y cruzó los dedos. -¿Paula? ¿Estás ahí?
Re: ¡No son fantasias y voy a demostrarlo!
- Estoy bien. - le aseguró a Becca una vez todo a su alrededor dejó de temblar. La verdad es que en su mente, el que las rocas que se habían desplomado sobre la entrada hubieran podido dañarlas de alguna manera. No, a su forma de ver aquella pequeña expedición en busca de pruebas no conllevaba ningún riesgo especial.
Pero la siguiente pregunta era más dificil de responder. ¿Que estaban buscando? En realidad no estaba segura respecto a eso. ¿Un zapato de cristal? ¿Un carruaje-calabaza? ¿Un cesto de manzanas envenenadas? ¿Una capa roja con capucha? No creía que tuviera la suerte de dar con algo tan obvio, pero si que ahí debajo habría alguna cosa, y lo reconocería en cuanto lo viera.
- Tengo que convencer a Lucy de que la maldición es real, sino nunca llegará a romperla. Lo que pasa es que le cuesta creerlo y si le traigo alguna prueba material... Le será más fácil. – le explicó a Rebecca. No le dio más detalles que eso porque en realidad la chica era de las que se había molestado en escuchar la historia completa cuando Paula la contaba – Así que cuando veas cualquier cosa que no debería estar en una vieja mina abandonada donde no entra nadie...
Sin decir mucho más, rebuscó en la mochila hasta dar con otra linterna y pasársela a Rebecca, antes de apuntar la suya propia hasta el suelo. Se mordió el labio al tiempo que pensaba si hablarle de lo sucedido con Sydney aquella tarde era una buena idea. Al final acabó por decidir que debía contárselo a alguien, para que supieran que tipo de persona era la psicóloga.
- Y también necesito pruebas para que la gente del pueblo deje de pensar que estoy loca... Hoy Sydney... Me ha dicho que lo que me pasa se llama psicosis... Y que si sigo así me van a encerrar por loca. – la voz le tembló ligeramente al recordar eso, pero se aseguró de no llorar. No lo haría otra vez – Cuando encuentre una prueba le daré con ella en sus narices, y veremos quien tiene psicosis.
Muchas veces le habían dicho que en ocasiones su forma de hablar no era la de una niña de ocho años. Pero se pasaba tanto tiempo rodeada de gente mayor que ella que no era extraño que acabara hablando en cierta forma como ellos. Las malas palabras y ciertas expresiones eran aprendidas de ellos.
Habría empezado a andar, adentrándose en las minas cuando una voz que salía de su mochila le llamó la atención. Miró a Rebecca con ambas cejas levantadas antes de acordarse de que ahí llevaba su walkie, el que Lucy le había dado para poder comunicarse. Con una sonrisa lo sacó y pulsó el botón para responder.
- ¡Hola Lucy! ¿Podemos hablar más tarde? Estoy en una misión para la Operación Cobra. – en otras circunstancias no le habría importado para nada hablar con su madre, sino más bien todo lo contrario, pero no podría concentrarse buscando lo que fuera que tuviera que buscar si estaba hablando a través de su walkie. A fin de cuentas ¿como iba ella a saber que Lucy había visto como se metía en la mina y como las rocas se derrumbaban? - No estoy sola, estoy con alguien mayor. – acabó por agregar, porque sabía de la manía que tenía Lucy en no dejarla hacer nada que pudiera ser peligroso a sus ojos, por su cuenta.
Pero la siguiente pregunta era más dificil de responder. ¿Que estaban buscando? En realidad no estaba segura respecto a eso. ¿Un zapato de cristal? ¿Un carruaje-calabaza? ¿Un cesto de manzanas envenenadas? ¿Una capa roja con capucha? No creía que tuviera la suerte de dar con algo tan obvio, pero si que ahí debajo habría alguna cosa, y lo reconocería en cuanto lo viera.
- Tengo que convencer a Lucy de que la maldición es real, sino nunca llegará a romperla. Lo que pasa es que le cuesta creerlo y si le traigo alguna prueba material... Le será más fácil. – le explicó a Rebecca. No le dio más detalles que eso porque en realidad la chica era de las que se había molestado en escuchar la historia completa cuando Paula la contaba – Así que cuando veas cualquier cosa que no debería estar en una vieja mina abandonada donde no entra nadie...
Sin decir mucho más, rebuscó en la mochila hasta dar con otra linterna y pasársela a Rebecca, antes de apuntar la suya propia hasta el suelo. Se mordió el labio al tiempo que pensaba si hablarle de lo sucedido con Sydney aquella tarde era una buena idea. Al final acabó por decidir que debía contárselo a alguien, para que supieran que tipo de persona era la psicóloga.
- Y también necesito pruebas para que la gente del pueblo deje de pensar que estoy loca... Hoy Sydney... Me ha dicho que lo que me pasa se llama psicosis... Y que si sigo así me van a encerrar por loca. – la voz le tembló ligeramente al recordar eso, pero se aseguró de no llorar. No lo haría otra vez – Cuando encuentre una prueba le daré con ella en sus narices, y veremos quien tiene psicosis.
Muchas veces le habían dicho que en ocasiones su forma de hablar no era la de una niña de ocho años. Pero se pasaba tanto tiempo rodeada de gente mayor que ella que no era extraño que acabara hablando en cierta forma como ellos. Las malas palabras y ciertas expresiones eran aprendidas de ellos.
Habría empezado a andar, adentrándose en las minas cuando una voz que salía de su mochila le llamó la atención. Miró a Rebecca con ambas cejas levantadas antes de acordarse de que ahí llevaba su walkie, el que Lucy le había dado para poder comunicarse. Con una sonrisa lo sacó y pulsó el botón para responder.
- ¡Hola Lucy! ¿Podemos hablar más tarde? Estoy en una misión para la Operación Cobra. – en otras circunstancias no le habría importado para nada hablar con su madre, sino más bien todo lo contrario, pero no podría concentrarse buscando lo que fuera que tuviera que buscar si estaba hablando a través de su walkie. A fin de cuentas ¿como iba ella a saber que Lucy había visto como se metía en la mina y como las rocas se derrumbaban? - No estoy sola, estoy con alguien mayor. – acabó por agregar, porque sabía de la manía que tenía Lucy en no dejarla hacer nada que pudiera ser peligroso a sus ojos, por su cuenta.
Paula A. Mills- Heroínas
- Soy : La nieta de Blancanieves
Mensajes : 79
Fecha de inscripción : 22/06/2012
Re: ¡No son fantasias y voy a demostrarlo!
La seriedad con la que hablaba Paula hizo pensar a Rebecca, quien escuchó atentamente el relato de su acompañante para después suspirar con aire dubitativo. Creencias propias de la infancia, pensaban la mayoría. Kate no estaba tan segura de eso. - Yo ya creo- dijo sinceramente mientras esquivaba unas piedras grandotas. La verdad era que en lo personal, Rebecca dudaba de ella misma y de sus recuerdos que cada vez eran más confusos. Parecían que se perdían en la inmensidad de su oscura mente, parecía que ella misma estaba en un letargo espantoso. Bosque, bruma, aullidos, confusión y mucha agua aparecían en sus sueños. Y la teoría de la niña de 8 años al principio sonaba descabellada pero...no tan ilógica. Parecía ser completamente natural. Por eso y por la intuición femenina, Katherine comenzaba a creer.
- Si, tengo los ojos bien abiertos para mirar mejor- comentó divertida citando a un cuanto infantil. Antes de que pudiera enumerar las cosas habituales y no habituales en una mina abandonada, Paula siguió la conversación, la cual se tornó preocupante y tensa. Era bastante alarmante que planearan encerrar a la pobre. ¿Donde estaba la alcaldesa? ¿Qué opinaba? La mala vibra que despedía esa alta figura pública se incrementaba.
La de ojos verdes carraspeó. - ¿Es en serio, Paula?- preguntó atónita. Sabía que ni un niño bromeraría con un asunto así pero debia escucharlo. Pasó una mano por el cabello castaño claro de la pequeña y le sonrió tratando de animarla un poco. Eso de pensar que una niña tan alegre y lista tuviera psicosis era bastante extremista. - No creo que estes loca ni que tengas pscicosis ni nada por el estilo- comentó segura de si mismas mientras acomodaba algunos mechones del cabello de Paula. - Estas mas sana que...una zanahoria- musitó riendo un poco al no encontrar otra comparación. Ayudó a la pequeña a escalar unas montañas de rocas y le sonrió dulcemente. - Tranquila, encontraremos lo que tengamos que encontrar para hacer creer a todos- afirmó con una repentina seguridad.
Ambas compartieron una mirada al sentir que algo vibraba. El bendito walkie-tookie de Paula sonaba desesperado en el bolsillo de la niña. Becca arrugó la nariz, concentrada, intentando localizar y recordar a la dueña de la voz alarmada que regañaba a Paula. La rápida conversación entre madre e hija dejó a Katherine un poco aliviada, al menos sabían en donde estaban. Y si, cuidaría a la niña ojiverde ya que era su deber. Sonrió abiertamente al escuchar "Operación Cobra" sintiendose importante. - ¿Qué pasará si Lucy no llega a creer?- preguntó curiosa mientras seguían caminando dentro de la oscura mina, con la iluminación única de sus lámparas.
- Si, tengo los ojos bien abiertos para mirar mejor- comentó divertida citando a un cuanto infantil. Antes de que pudiera enumerar las cosas habituales y no habituales en una mina abandonada, Paula siguió la conversación, la cual se tornó preocupante y tensa. Era bastante alarmante que planearan encerrar a la pobre. ¿Donde estaba la alcaldesa? ¿Qué opinaba? La mala vibra que despedía esa alta figura pública se incrementaba.
La de ojos verdes carraspeó. - ¿Es en serio, Paula?- preguntó atónita. Sabía que ni un niño bromeraría con un asunto así pero debia escucharlo. Pasó una mano por el cabello castaño claro de la pequeña y le sonrió tratando de animarla un poco. Eso de pensar que una niña tan alegre y lista tuviera psicosis era bastante extremista. - No creo que estes loca ni que tengas pscicosis ni nada por el estilo- comentó segura de si mismas mientras acomodaba algunos mechones del cabello de Paula. - Estas mas sana que...una zanahoria- musitó riendo un poco al no encontrar otra comparación. Ayudó a la pequeña a escalar unas montañas de rocas y le sonrió dulcemente. - Tranquila, encontraremos lo que tengamos que encontrar para hacer creer a todos- afirmó con una repentina seguridad.
Ambas compartieron una mirada al sentir que algo vibraba. El bendito walkie-tookie de Paula sonaba desesperado en el bolsillo de la niña. Becca arrugó la nariz, concentrada, intentando localizar y recordar a la dueña de la voz alarmada que regañaba a Paula. La rápida conversación entre madre e hija dejó a Katherine un poco aliviada, al menos sabían en donde estaban. Y si, cuidaría a la niña ojiverde ya que era su deber. Sonrió abiertamente al escuchar "Operación Cobra" sintiendose importante. - ¿Qué pasará si Lucy no llega a creer?- preguntó curiosa mientras seguían caminando dentro de la oscura mina, con la iluminación única de sus lámparas.
Rebecca K. Campbell- Humanos
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Re: ¡No son fantasias y voy a demostrarlo!
En este tipo de situaciones, la mente siempre te juega malas pasadas. Durante unos segundos -que se le hicieron eternos- Lucy había pensado lo peor. Es increíble la de como la lógica y el sentido común se ven aplastados por el terror en menos de unas décimas de segundos. Lucy tenía suerte de haber sabido siempre mantener la cabeza fría y así poder pensar con claridad, pero en aquel momento, le estaba costando bastante, al fin y al cabo, se trataba de Paula. Cundo llamó a la policía, su tono de voz sonó urgente, por lo que esperaba que no tardaran mucho en aparecer. Estaba nerviosa, impaciente y preocupada, necesitaba saber que Paula estaba bien, y que serían capaces de sacarla de aquella mina sana y salva, y a poder ser de una pieza. Ni si quiera había sopesado la idea de avisar a Siobhan, además, tampoco tenía su número y, siendo la alcaldesa, no tardaría en enterarse de lo sucedido.
Mientras sujetaba el walkie-talkie, mantenía los dedos cruzados; Lucy no era religiosa ni nada por el estilo, aunque solía respetar las creencias religiosas de la gente, pero en aquel momento habría rezado a todas las deidades posibles con tal de que Paula estuviera bien. Apretaba el aparato con tanta fuerza que los nudillos de la mano derecha -que era con la que sujetaba el walkie- se habían vuelto blancos. Nunca pensó que escuchar la voz de una niña a través de un walkie fuera nunca a suponerle tal alivio. Paula hablaba con tranquilidad, como si que la entrada -y salida- de la mina se hubiera derrumbado no fuera realmente un problema. Claro que ella no sabía que Lucy las había seguido y había visto como las rocas se desprendían cubriendo la entrada nada más entrar ellas. -¡NO! No, no podemos hablar luego. - tenía que mantener el contacto con ellas, por lo que prefería que Paula y ella siguieran hablando hasta que llegara la policía. Escuchar que estaba con alguien mayor no la llamó la atención en absoluto, pues sabía perfectamente con quién estaba, aunque desconociera la identidad de la chica. Lucy respiró hondo, para serenarse, mientras pensaba que decirle a Paula. Al final, optó por la verdad. - Sé donde estás, y sé lo que acaba de pasar. La policía viene de camino para sacaros de ahí. ¿Me puedes pasar con ese alguien mayor? -.
Le iba a cantar las cuarenta, pero no ahora, en aquel momento lo importante era que ambas salieran de allí, de una pieza. No entendía como una persona adulta, que se suponía que ya tenía dos dedos de frente, aceptaba ir con una niña a unas minas en ruinas, minas que no eran seguras y cuyos pasadizos podían ceder ante el peso de la tierra y ser inundados por ella. Una cosa era seguirla un poco el juego con aquello de la Operación Cobra, incluso darla alguna idea sobre quien podía ser quien, pero aquello ya se pasaba de la raya. Esperó a que Paula le pasase el walkie a la chica que estaba con ella mientras miraba impaciente a su alrededor, ¿por qué narices estaba tardando tanto la policía? - Escúchame bien, - dijo en cuanto la chica se puso al walkie-talkie - no dejes que Paula se meta al interior de la mina, es peligroso, tenéis que resguardaros donde podáis, quien sabe si habrá otro derrumbamiento. - dijo en un tono que no admitía réplica alguna; entonces, le pidió que volviera a pasarla con Paula. - Está misión de la Operación Cobra queda cancelada Paula.
Sabía que aquello enfadaría a Paula, al fin y al cabo, era ella la que estaba al mando de la operación, pero esa chiquilla parecía incapaz de ver los peligros que acarreaban sus disparatadas ideas. Y no hacía falta decir que Lucy no se lo perdonaría en la vida si a aquella niña le pasara algo. Estaba agachada frente a la pared que se había formado en la entrada de la mina, sopesando la posibilidad de abrir un camino apartando las piedras de la entrada, pero era demasiado gruesa y alta como para que Lucy pudiera abrir nada, y existía el riesgo de que provocara otro derrumbamiento. Odiaba esperar sin poder hacer nada.
Mientras sujetaba el walkie-talkie, mantenía los dedos cruzados; Lucy no era religiosa ni nada por el estilo, aunque solía respetar las creencias religiosas de la gente, pero en aquel momento habría rezado a todas las deidades posibles con tal de que Paula estuviera bien. Apretaba el aparato con tanta fuerza que los nudillos de la mano derecha -que era con la que sujetaba el walkie- se habían vuelto blancos. Nunca pensó que escuchar la voz de una niña a través de un walkie fuera nunca a suponerle tal alivio. Paula hablaba con tranquilidad, como si que la entrada -y salida- de la mina se hubiera derrumbado no fuera realmente un problema. Claro que ella no sabía que Lucy las había seguido y había visto como las rocas se desprendían cubriendo la entrada nada más entrar ellas. -¡NO! No, no podemos hablar luego. - tenía que mantener el contacto con ellas, por lo que prefería que Paula y ella siguieran hablando hasta que llegara la policía. Escuchar que estaba con alguien mayor no la llamó la atención en absoluto, pues sabía perfectamente con quién estaba, aunque desconociera la identidad de la chica. Lucy respiró hondo, para serenarse, mientras pensaba que decirle a Paula. Al final, optó por la verdad. - Sé donde estás, y sé lo que acaba de pasar. La policía viene de camino para sacaros de ahí. ¿Me puedes pasar con ese alguien mayor? -.
Le iba a cantar las cuarenta, pero no ahora, en aquel momento lo importante era que ambas salieran de allí, de una pieza. No entendía como una persona adulta, que se suponía que ya tenía dos dedos de frente, aceptaba ir con una niña a unas minas en ruinas, minas que no eran seguras y cuyos pasadizos podían ceder ante el peso de la tierra y ser inundados por ella. Una cosa era seguirla un poco el juego con aquello de la Operación Cobra, incluso darla alguna idea sobre quien podía ser quien, pero aquello ya se pasaba de la raya. Esperó a que Paula le pasase el walkie a la chica que estaba con ella mientras miraba impaciente a su alrededor, ¿por qué narices estaba tardando tanto la policía? - Escúchame bien, - dijo en cuanto la chica se puso al walkie-talkie - no dejes que Paula se meta al interior de la mina, es peligroso, tenéis que resguardaros donde podáis, quien sabe si habrá otro derrumbamiento. - dijo en un tono que no admitía réplica alguna; entonces, le pidió que volviera a pasarla con Paula. - Está misión de la Operación Cobra queda cancelada Paula.
Sabía que aquello enfadaría a Paula, al fin y al cabo, era ella la que estaba al mando de la operación, pero esa chiquilla parecía incapaz de ver los peligros que acarreaban sus disparatadas ideas. Y no hacía falta decir que Lucy no se lo perdonaría en la vida si a aquella niña le pasara algo. Estaba agachada frente a la pared que se había formado en la entrada de la mina, sopesando la posibilidad de abrir un camino apartando las piedras de la entrada, pero era demasiado gruesa y alta como para que Lucy pudiera abrir nada, y existía el riesgo de que provocara otro derrumbamiento. Odiaba esperar sin poder hacer nada.
Re: ¡No son fantasias y voy a demostrarlo!
Se sentía bien sentirse creída, sobretodo después de lo sucedido con Sydney aquella tarde. Y el que Rebecca no le estuviera gritando o mirándola como la miraban todos cuando creían que sus fantasías habían ido demasiado lejos era señal de que si que la creía. Quizás no completamente pero si lo suficiente para ayudarla a buscar ahí debajo lo que fuera que tuvieran que encontrar sin preocuparse de momento por el hecho de que la salida ya no servía y tendrían que buscar otra.
Claro que la que no parecía estar exactamente de acuerdo con aquello era Lucy, que le decía por el walkie que sabía de su pequeña excursión a las minas, cosa que hizo que arrugara la nariz. Genial, seguro que ya habría avisado a Siobhan... Ahí iba otro castigo.
- ¡Pero es que todavía no he encontrado nada! No puedo salir... - intentó quejarse aunque sabía que no serviria de nada. Y resignada del todo le pasó el walkie a Rebecca tal y como le pedía Lucy que hiciera - Es Lucy, quiere hablar contigo. - acabó con desgana.
Esperó cruzada de brazos a que Lucy le soltara el rollo a Rebecca que la manteniera a salvo y toooodo lo demás. La verdad es que aquel comportamiento tan sobreprotector, como si fuera una pobre niña desvalida le desagradaba más que cualquier otra cosa en el mundo, por eso cuando Becca volvió a pasarle el walkie se sentía furiosa contra Lucy.
- ¡Claro que no queda cancelada! - y eso fue todo lo que dijo antes de apagar el walkie. Si iba a estar castigada, iba a estarlo con razón, después de haber encontrado una super prueba de que la maldición era real, que serviría para que Lucy finalmente creyera que todo aquello eran más que fantasías fruto de su imaginación.
Se giró para mirar a Becca con la decisión pintada en su rostro. Porque Sydney podía pensar que estaba loca, Lucy que era una cría con demasiada imaginación, pero Rebecca si la creía y iba a ayudarla... ¿no?
- Vienen a sacarnos. Tenemos que darnos prisa para encontrar las pruebas... Porque si Lucy no llega a creer... No se romperá la maldición y todos seguiréis sin recordar vuestras vidas anteriores. Y no tendréis finales felices.
Enfocó con la linterna el suelo de la mina. Por el momento sólo veía piedras, polvo y restos de madera. Cosas que no desentonaban para nada con el lugar en el que se encontraban. Nada que le sirviera, pero no pensaba rendirse. De un modo u otro sabía que si esta vez lo hacía no sólo perdería la oportunidad de que Lucy le creyera sino, tal vez, incluso la oportunidad que pudieran llegar a romper la maldición.
Y por unos instantes deseó que Liam estuviera ahí. No es que no le gustara la ayuda de Rebecca, al contrario, se lo agradecía y cuando todo eso acabara iría a la panadería a darle una bolsa llena de caramelos... Pero Liam la creía y de algún modo siempre sabía lo que se tenía que hacer... Como si supiera mucho más de la maldición de lo que sabía ella misma.
Fue entonces cuando lo vio. Era un trozo grueso de cristal irregular, adornado con un metal extraño que adornaba su superficie. Supo al instante que debía ser algo, y se agachó para recogerlo.
- ¡Mira Becca! Creo que tengo algo. - dijo mientras se lo mostraba.
El caso era que creía haberlo visto en alguna parte, seguramente en su libro de cuentos. El mismo libro de cuentos que había desaparecido y que ahora no podía consultar. Aún así después de enseñárselo a su amiga no dudó en guardarlo en la mochila, con cuidado para que no se rompiera. Ya averiguaria más tarde como lo hacía para identificar qué había encontrado exactamente. Y animada por aquel descubrimiento, hechó a andar adentrándose un poco más en la mina.
Claro que la que no parecía estar exactamente de acuerdo con aquello era Lucy, que le decía por el walkie que sabía de su pequeña excursión a las minas, cosa que hizo que arrugara la nariz. Genial, seguro que ya habría avisado a Siobhan... Ahí iba otro castigo.
- ¡Pero es que todavía no he encontrado nada! No puedo salir... - intentó quejarse aunque sabía que no serviria de nada. Y resignada del todo le pasó el walkie a Rebecca tal y como le pedía Lucy que hiciera - Es Lucy, quiere hablar contigo. - acabó con desgana.
Esperó cruzada de brazos a que Lucy le soltara el rollo a Rebecca que la manteniera a salvo y toooodo lo demás. La verdad es que aquel comportamiento tan sobreprotector, como si fuera una pobre niña desvalida le desagradaba más que cualquier otra cosa en el mundo, por eso cuando Becca volvió a pasarle el walkie se sentía furiosa contra Lucy.
- ¡Claro que no queda cancelada! - y eso fue todo lo que dijo antes de apagar el walkie. Si iba a estar castigada, iba a estarlo con razón, después de haber encontrado una super prueba de que la maldición era real, que serviría para que Lucy finalmente creyera que todo aquello eran más que fantasías fruto de su imaginación.
Se giró para mirar a Becca con la decisión pintada en su rostro. Porque Sydney podía pensar que estaba loca, Lucy que era una cría con demasiada imaginación, pero Rebecca si la creía y iba a ayudarla... ¿no?
- Vienen a sacarnos. Tenemos que darnos prisa para encontrar las pruebas... Porque si Lucy no llega a creer... No se romperá la maldición y todos seguiréis sin recordar vuestras vidas anteriores. Y no tendréis finales felices.
Enfocó con la linterna el suelo de la mina. Por el momento sólo veía piedras, polvo y restos de madera. Cosas que no desentonaban para nada con el lugar en el que se encontraban. Nada que le sirviera, pero no pensaba rendirse. De un modo u otro sabía que si esta vez lo hacía no sólo perdería la oportunidad de que Lucy le creyera sino, tal vez, incluso la oportunidad que pudieran llegar a romper la maldición.
Y por unos instantes deseó que Liam estuviera ahí. No es que no le gustara la ayuda de Rebecca, al contrario, se lo agradecía y cuando todo eso acabara iría a la panadería a darle una bolsa llena de caramelos... Pero Liam la creía y de algún modo siempre sabía lo que se tenía que hacer... Como si supiera mucho más de la maldición de lo que sabía ella misma.
Fue entonces cuando lo vio. Era un trozo grueso de cristal irregular, adornado con un metal extraño que adornaba su superficie. Supo al instante que debía ser algo, y se agachó para recogerlo.
- ¡Mira Becca! Creo que tengo algo. - dijo mientras se lo mostraba.
El caso era que creía haberlo visto en alguna parte, seguramente en su libro de cuentos. El mismo libro de cuentos que había desaparecido y que ahora no podía consultar. Aún así después de enseñárselo a su amiga no dudó en guardarlo en la mochila, con cuidado para que no se rompiera. Ya averiguaria más tarde como lo hacía para identificar qué había encontrado exactamente. Y animada por aquel descubrimiento, hechó a andar adentrándose un poco más en la mina.
Paula A. Mills- Heroínas
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Fecha de inscripción : 22/06/2012
Re: ¡No son fantasias y voy a demostrarlo!
Por un momento se sintió irresponsable. Tenía 23 años y le había creído a una niña de 8 años para adentrarse a unas peligrosas minas derrumbadas. Dejó esos pensamientos pesimistas a un lado, concentrándose en la misión por la cual estaban ahí las dos ojiverdes sedientas de aventura. El sonido característico del walkie-talkie sonó y Paula contestó. Vaya insistencia, pensó Katherine mientras escuchaba a la enojada chica.
Becca asintió poniendo su oreja al lado de la bocina del aparato. Rodó sus ojos en silencio scuchando la voz de la asustada Lucy. Parecía que se creía la jefa y realmente la jefa de la operación Cobra era Paula Mills. . - Más adentro no podemos estar. Es una misión de la operación Cobra y estoy con ella, no le pasará nada. - respondió en voz dura alzando sus cejas. Era la verdad. Además estaba ahí para cuidar a la pequeña Paula. Campbell la habia conocido desde bebé (?) y la seguiría a donde tuviera que ir. No podría dejarla sola. Sonrió abiertamente a la rubia, guiñandole un ojo- - Vaya determinación Paula- comentó alegre mientras la seguía con cautela. Esa muchachita tendría una capacidad para ser líder impresionante, Operación Cobra era el inicio.
Creía en la maldición. De eso se dió cuenta en medio de la oscuridad y el polvo. Sonrió tristemente al escuchar a la señorita mills decir semejantes cosas. Suspiró, gruñendo por lo bajo. - Mi final feliz acabó hace mucho tiempo- murmuró apuntando con su linterna hacia una pared de rocas que estaban a escasos metros. Sonó tan desilusionada pero así se había sentido desde hace meses. Todo se veia bastante normal teniendo en cuenta que era una mina abandonada. Sentia, además, que no estaba siendo de mucha ayuda para la paciente Paula.
Inspeccionaba uos retazos de madera cuando la voz de la niña interrumpió el silencio. Enfocó la luz de su linterna hacia las manos de la chica y frunció el ceño mientras pasaba sus dedos sobre aquel pedazo de cristal irregular. Arrugó la nariz, alzando el pedazo. - Seguramente fue parte de un espejo o una vasija - atinó a decir mientras volvia a darselo para que lo guardara. Siguió a Paula con cuidado y le tomó la mano ya que comenzaba a temblar de nuevo. - Diantres- murmuró mientras cubría a la pequeña con su cuerpo.
- por cierto- comenzó Becca mientras ponía una mano sobre la cabeza de Paula- ¿Dónde perdiste tu libro de cuentos? - preguntó curiosa mientras trataba de recordar en donde habia visto ese bonito y antiguo libro de cuentos que servia como base para la importante misión en la que estaban sumergidas.
Becca asintió poniendo su oreja al lado de la bocina del aparato. Rodó sus ojos en silencio scuchando la voz de la asustada Lucy. Parecía que se creía la jefa y realmente la jefa de la operación Cobra era Paula Mills. . - Más adentro no podemos estar. Es una misión de la operación Cobra y estoy con ella, no le pasará nada. - respondió en voz dura alzando sus cejas. Era la verdad. Además estaba ahí para cuidar a la pequeña Paula. Campbell la habia conocido desde bebé (?) y la seguiría a donde tuviera que ir. No podría dejarla sola. Sonrió abiertamente a la rubia, guiñandole un ojo- - Vaya determinación Paula- comentó alegre mientras la seguía con cautela. Esa muchachita tendría una capacidad para ser líder impresionante, Operación Cobra era el inicio.
Creía en la maldición. De eso se dió cuenta en medio de la oscuridad y el polvo. Sonrió tristemente al escuchar a la señorita mills decir semejantes cosas. Suspiró, gruñendo por lo bajo. - Mi final feliz acabó hace mucho tiempo- murmuró apuntando con su linterna hacia una pared de rocas que estaban a escasos metros. Sonó tan desilusionada pero así se había sentido desde hace meses. Todo se veia bastante normal teniendo en cuenta que era una mina abandonada. Sentia, además, que no estaba siendo de mucha ayuda para la paciente Paula.
Inspeccionaba uos retazos de madera cuando la voz de la niña interrumpió el silencio. Enfocó la luz de su linterna hacia las manos de la chica y frunció el ceño mientras pasaba sus dedos sobre aquel pedazo de cristal irregular. Arrugó la nariz, alzando el pedazo. - Seguramente fue parte de un espejo o una vasija - atinó a decir mientras volvia a darselo para que lo guardara. Siguió a Paula con cuidado y le tomó la mano ya que comenzaba a temblar de nuevo. - Diantres- murmuró mientras cubría a la pequeña con su cuerpo.
- por cierto- comenzó Becca mientras ponía una mano sobre la cabeza de Paula- ¿Dónde perdiste tu libro de cuentos? - preguntó curiosa mientras trataba de recordar en donde habia visto ese bonito y antiguo libro de cuentos que servia como base para la importante misión en la que estaban sumergidas.
Rebecca K. Campbell- Humanos
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Fecha de inscripción : 25/06/2012
Re: ¡No son fantasias y voy a demostrarlo!
¿No había dejado suficientemente claro que era peligroso acercarse a las minas? ¿Por qué nadie le hacía caso al sheriff? ¡Se suponía que era la autoridad! La llamada de Lucy le había enojado en exceso; porque recibir una llamada de una mujer histérica porque su hija no legal se ha metido en unas minas en peligro de derrumbamiento cuando estaba expresamente prohibido entrar… no era la mejor manera de pasar la tarde.
La verdad era que estaba bastante aburrido pasando informes y recibiendo y haciendo llamadas de protocolo, el asunto de las minas lo había dejado para más adelante; total, se suponía que le harían caso y nadie intentaría entrar. Pues se equivocaba.
Después de que Lucy colgara, sin siquiera darle tiempo a decirle que ya iban, marcó enseguida el número de los bomberos. Estaba claro que ese asunto a ellos les quedaba grande, necesitaban ayuda de expertos.
- Buenas tardes. – Saludó formal a la mujer que respondió a su llamada. – Ha habido un derrumbamiento en las minas de Storybrooke con dos personas atrapadas dentro, una de ellas es una niña. – Lo soltó rápidamente antes de que empezaran ese juego de cambios de operador que tanto le disgustaban. – Ahora mismo salgo hacia allí, les espero. – Y colgó tan rápido como había colgado Lucy.
Cogió su chaqueta y salió de la comisaria sin importarle si alguien le seguía. Fue en coche, podía haber ido andando, pues las minas no estaban lejos, pero no había tiempo que perder. Apenas tardó 5 minutos en llegar.
- ¡Lucy! – Gritó mientras salía del coche sin molestarse en cerrar la puerta. - ¡No toques nada! – Corrió hacia ella temiendo que estuviera intentando abrir un agujero en la pared derrumbada, eso solo traería más problemas. – Los bomberos están en camino, acabo de llamarles.
Dio un rápido vistazo alrededor para buscar posibles entradas o túneles, pero no vio ninguno. Tampoco vió sitios que estuvieran en peligro de un nuevo derrumbamiento. Parecía que todo había quedado tranquilo después de sepultar a dos personas.
- Nos tenemos que alejar, y no dejemos que nadie se acerque. – De momento ni una persona estaba allí, pero era un pueblo pequeño y las noticias corrían rápido, no le extrañaría que empezaran a llegar los cotillas en poco tiempo. Se fijó en el walkie de Lucy. - ¿Sabes algo de las de allío dentro? Diles que no se muevan y que no intenten abrir caminos... Que no toquen nada.
La verdad era que estaba bastante aburrido pasando informes y recibiendo y haciendo llamadas de protocolo, el asunto de las minas lo había dejado para más adelante; total, se suponía que le harían caso y nadie intentaría entrar. Pues se equivocaba.
Después de que Lucy colgara, sin siquiera darle tiempo a decirle que ya iban, marcó enseguida el número de los bomberos. Estaba claro que ese asunto a ellos les quedaba grande, necesitaban ayuda de expertos.
- Buenas tardes. – Saludó formal a la mujer que respondió a su llamada. – Ha habido un derrumbamiento en las minas de Storybrooke con dos personas atrapadas dentro, una de ellas es una niña. – Lo soltó rápidamente antes de que empezaran ese juego de cambios de operador que tanto le disgustaban. – Ahora mismo salgo hacia allí, les espero. – Y colgó tan rápido como había colgado Lucy.
Cogió su chaqueta y salió de la comisaria sin importarle si alguien le seguía. Fue en coche, podía haber ido andando, pues las minas no estaban lejos, pero no había tiempo que perder. Apenas tardó 5 minutos en llegar.
- ¡Lucy! – Gritó mientras salía del coche sin molestarse en cerrar la puerta. - ¡No toques nada! – Corrió hacia ella temiendo que estuviera intentando abrir un agujero en la pared derrumbada, eso solo traería más problemas. – Los bomberos están en camino, acabo de llamarles.
Dio un rápido vistazo alrededor para buscar posibles entradas o túneles, pero no vio ninguno. Tampoco vió sitios que estuvieran en peligro de un nuevo derrumbamiento. Parecía que todo había quedado tranquilo después de sepultar a dos personas.
- Nos tenemos que alejar, y no dejemos que nadie se acerque. – De momento ni una persona estaba allí, pero era un pueblo pequeño y las noticias corrían rápido, no le extrañaría que empezaran a llegar los cotillas en poco tiempo. Se fijó en el walkie de Lucy. - ¿Sabes algo de las de allío dentro? Diles que no se muevan y que no intenten abrir caminos... Que no toquen nada.
Robert T. Monroe- Humanos
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Re: ¡No son fantasias y voy a demostrarlo!
[A partir de aquí puede postear quien quiera. A fin de cuentas un derrumbamiento de las minas con dos personas atrapadas dentro es el tipo de situación que haría que todo el pueblo fuera a reunirse fuera de las minas viendo como trabaja la policia y los bomberos *-*]
Sonrió orgullosa de que Rebecca tampoco prestara atención a las órdenes que Lucy intentaba darles por el walkie, porque sin duda había escogido a una buena acompañante para esa parte tan delicada de la Operación Cobra. No cualquiera la habría acompañado hasta esas minas.
Negó con la cabeza cuando ella le aseguró que su final feliz había terminado. Según Paula aquello era un sentimiento común entre los habitantes de Storybrooke. Las cosas solían salirles mal, no por mala suerte, sino por la maldición.
- ¡No, no lo entiendes! Tu final feliz volverá en cuanto rompamos la maldición. Ya lo verás. – le dijo con una sonrisa al tiempo que le guiñaba un ojo.
Iba a replicarle que aquello no era ningún espejo ni ninguna vasija cuando la mina volvió a temblar de nuevo. Se encogió unos instantes antes de que todo volviera a quedar en calma. Seguramente en ese preciso instante fue la primera vez que la pequeña tuvo noción real del peligro en el que podrían estar si llegaba a derrumbarse alguna parte más de la mina con ellas ahí debajo.
- Lo miraremos mejor cuando estemos fuera. – dijo refiriendose al trozo de cristal - Deberiamos buscar una salida, y como la que tenemos a nuestras espaldas quedó tapada... Supongo que sólo podemos ir hacía delante.
Enfocó su linterna en la única dirección que les quedaba, justo enfrente. Fue entonces cuando oyó algo. ¿Eran voces? Parecía que venían desde arriba así que fuera lo que fuera debía haber una comunicación con la superficie.
- ¿Lo oyes? ¡Son voces! ¡Vamos! ¡Seguro que hay una salida! – le dijo a Rebecca y tomándola de la mano empezó a tirar de ella.
De repente tenía prisa para salir de ahí. Si se oían voces quería decir que Lucy había avisado a más gente. La polícia. Tal vez los bomberos... Y seguro que a su madre. Aquel pensamiento la hizo arrugar la nariz. Tenía la ligera sensación de que un nuevo castigo volvía a cernirse sobre ella cuando apenas había salido del anterior, por haberse escapado de casa para ir a ver a Lucy en plena noche...
Siguió la dirección en la que se escuchaban las voces. Y aquello bastó para que llegaran a aquella especie de ascensor. No se veía luz, pero ahí las voces se oían más fuertes. Paula miró a Becca con expresión interrogante.
- ¿Crees que por aquí podemos encontrar una salida?
Sonrió orgullosa de que Rebecca tampoco prestara atención a las órdenes que Lucy intentaba darles por el walkie, porque sin duda había escogido a una buena acompañante para esa parte tan delicada de la Operación Cobra. No cualquiera la habría acompañado hasta esas minas.
Negó con la cabeza cuando ella le aseguró que su final feliz había terminado. Según Paula aquello era un sentimiento común entre los habitantes de Storybrooke. Las cosas solían salirles mal, no por mala suerte, sino por la maldición.
- ¡No, no lo entiendes! Tu final feliz volverá en cuanto rompamos la maldición. Ya lo verás. – le dijo con una sonrisa al tiempo que le guiñaba un ojo.
Iba a replicarle que aquello no era ningún espejo ni ninguna vasija cuando la mina volvió a temblar de nuevo. Se encogió unos instantes antes de que todo volviera a quedar en calma. Seguramente en ese preciso instante fue la primera vez que la pequeña tuvo noción real del peligro en el que podrían estar si llegaba a derrumbarse alguna parte más de la mina con ellas ahí debajo.
- Lo miraremos mejor cuando estemos fuera. – dijo refiriendose al trozo de cristal - Deberiamos buscar una salida, y como la que tenemos a nuestras espaldas quedó tapada... Supongo que sólo podemos ir hacía delante.
Enfocó su linterna en la única dirección que les quedaba, justo enfrente. Fue entonces cuando oyó algo. ¿Eran voces? Parecía que venían desde arriba así que fuera lo que fuera debía haber una comunicación con la superficie.
- ¿Lo oyes? ¡Son voces! ¡Vamos! ¡Seguro que hay una salida! – le dijo a Rebecca y tomándola de la mano empezó a tirar de ella.
De repente tenía prisa para salir de ahí. Si se oían voces quería decir que Lucy había avisado a más gente. La polícia. Tal vez los bomberos... Y seguro que a su madre. Aquel pensamiento la hizo arrugar la nariz. Tenía la ligera sensación de que un nuevo castigo volvía a cernirse sobre ella cuando apenas había salido del anterior, por haberse escapado de casa para ir a ver a Lucy en plena noche...
Siguió la dirección en la que se escuchaban las voces. Y aquello bastó para que llegaran a aquella especie de ascensor. No se veía luz, pero ahí las voces se oían más fuertes. Paula miró a Becca con expresión interrogante.
- ¿Crees que por aquí podemos encontrar una salida?
Paula A. Mills- Heroínas
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Re: ¡No son fantasias y voy a demostrarlo!
Estaba en la estación de bomberos trabajando como cada día, preguntándome qué podía hacer para pasar más tiempo con Alex, últimamente sentía que pasaba poco tiempo con él y quería estar a su lado sobre todo ahora que todo era más reciente. No quería que se sintiera mal aunque fuera inevitable pero al menos quería hacerselo más llevadero.
El día estaba siendo realmente tranquilo, no habíamos recibido ninguna llamada ni aviso de ningún tipo y aunque que pasara eso no era nada bueno, me aburría soberanamente cuando no pasaba nada. Al parecer mi aburrimiento se iba a acabar cuando recibimos la llamada de Robert, el sheriff. Por lo que en cuanto sonó lo cogió la que solía atender las llamadas. Enseguida dió la señal de alarma por lo que me tiré con mis compañeros por las barras, me encantaba tirarme por allí, aunque sonara infantil era divertido. Corrimos a ponernos los trajes ya preparados. Subimos al camión de bomberos. Como copiloto me encargué de recibir las indicaciones de la radio e informarme de lo sucedido. Al parecer había habido un corrimiento en las minas y habían dos personas atrapadas, una de ellas una niña... Dios... eso hacía que me estremeciera.
No tardamos mucho en llegar haciendo clara evidencia por la sirena del vehículo. Bajé corriendo casi dando un salto con el camión parando. Al bajar me acerqué al Sheriff para saber la situación. -Hola Robert, ¿qué ha pasado? Dije mirandole primero a él y luego a ella. -¿Es usted la madre? Pregunté por tener más datos para que me lo explicaran todo con exactitud y saber qué hacer. Mientras dejaba que Robert y la chica que había allí me explicaran con exactitud la situación miré alrededor viendo que la entrada estaba totalmente cubierta.
Observé que de momento no había mucho tumulto de gente aunque estaban llegando curiosos al lugar. Me volví a girar a ambos -De momento deberíamos acordonar la zona, que nadie se acerque, ahora empiezan a llegar curiosos y sería demasiado peligroso que alguien se aproximara. Me quedé algo pensativo observando que la chica tenía un walkie, quizás teníamos contacto con el interior. -¿Me permite? Dije señalando el walkie para que me lo dejara. -Así podré mantenerme en contacto con las personas que hay dentro. Volví a mirar la entrada dandome cuenta directamente que por allí no había manera de entrar. -Voy a investigar alguna manera de entrar. O ¿sabéis de alguna otra entrada? Pregunté esperando que me contestaran antes de girarme acercándome a la entrada.
El día estaba siendo realmente tranquilo, no habíamos recibido ninguna llamada ni aviso de ningún tipo y aunque que pasara eso no era nada bueno, me aburría soberanamente cuando no pasaba nada. Al parecer mi aburrimiento se iba a acabar cuando recibimos la llamada de Robert, el sheriff. Por lo que en cuanto sonó lo cogió la que solía atender las llamadas. Enseguida dió la señal de alarma por lo que me tiré con mis compañeros por las barras, me encantaba tirarme por allí, aunque sonara infantil era divertido. Corrimos a ponernos los trajes ya preparados. Subimos al camión de bomberos. Como copiloto me encargué de recibir las indicaciones de la radio e informarme de lo sucedido. Al parecer había habido un corrimiento en las minas y habían dos personas atrapadas, una de ellas una niña... Dios... eso hacía que me estremeciera.
No tardamos mucho en llegar haciendo clara evidencia por la sirena del vehículo. Bajé corriendo casi dando un salto con el camión parando. Al bajar me acerqué al Sheriff para saber la situación. -Hola Robert, ¿qué ha pasado? Dije mirandole primero a él y luego a ella. -¿Es usted la madre? Pregunté por tener más datos para que me lo explicaran todo con exactitud y saber qué hacer. Mientras dejaba que Robert y la chica que había allí me explicaran con exactitud la situación miré alrededor viendo que la entrada estaba totalmente cubierta.
Observé que de momento no había mucho tumulto de gente aunque estaban llegando curiosos al lugar. Me volví a girar a ambos -De momento deberíamos acordonar la zona, que nadie se acerque, ahora empiezan a llegar curiosos y sería demasiado peligroso que alguien se aproximara. Me quedé algo pensativo observando que la chica tenía un walkie, quizás teníamos contacto con el interior. -¿Me permite? Dije señalando el walkie para que me lo dejara. -Así podré mantenerme en contacto con las personas que hay dentro. Volví a mirar la entrada dandome cuenta directamente que por allí no había manera de entrar. -Voy a investigar alguna manera de entrar. O ¿sabéis de alguna otra entrada? Pregunté esperando que me contestaran antes de girarme acercándome a la entrada.
Zackery C. Westcott- Fauna
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Re: ¡No son fantasias y voy a demostrarlo!
En aquel momento se alegraba de ser del tipo de persona que sabe controlar sus emociones en situaciones adversas, pues si no, en aquel momento estaría teniendo una crisis nerviosa. Aun así estaba enfadada, pero no con Paula, pues al fin y al cabo, era una niña que no tenía consciencia alguna del peligro; estaba enfadada con la supuesta "adulta" que acompañaba a Paula, por poner en peligro tanto su vida como la de la pequeña, ¿en que cabeza cabía aquello? Iba a replicarle a aquella chica, pero antes de que pudiera hacerlo la había vuelto a pasar con Paula, que al escuchar que Lucy decía que la operación quedaba cancelada apagó el walkie, enfadada.
En aquel momento no sabía qué hacer y mantenía la mirada fija en la entrada de la mina, por donde en aquel momento era imposible tanto entrar como salir. De repente, un grito la sacó de sus cavilaciones, ¡por fin había llegado la policía! Se giró para ver como el sheriff se acercaba hacía a ella corriendo y escuchó lo que le decía sobre los bomberos. - No hay modo de que puedan salir por aquí. - dijo en un tono que no denotaba ni por asomo lo preocupada que estaba.
Asintió con la cabeza y se incorporó para alejarse de la entrada. -Están bien, aunque Paula está empeñada en entrar más adentro, y la chica que está con ella no parece tener ni dos dedos de frente. - dijo poniendo los ojos en blanco, mientras apretaba el walkie en su mano. - Cuando les he dicho que no se moviesen Paula a apagado su walkie, así que ya no hay forma de contactar con ellas. - ¿Por qué tenía que ser aquella niña tan cabezota? ¿Que demonios era lo que quería demostrar con aquello? Era imposible que su madre ocultara algo allí dentro y que quisiera derruirlas por eso, ¡estaba más que claro que aquellas minas eran un peligro!
Los bomberos no tardaron mucho más en llegar, algo que agradeció, y poco a poco aquello se fue llenando de gente del pueblo ansiosos por saber lo ocurrido. Uno de los bomberos se acercó a ellos y, tras saludar a Robert se dirigió a ella. -S.. No, su madre es la alcaldesa, la señora Mills. - dijo de carrerilla. No sabía cuanta gente sabía que ella era la madre biológica de Paula, pero ante la ley, Siobhan era su madre, y ella ni tenía ni quería hacer nada para interponerse en eso.
Cuando el bombero le pidió el walkie no dudó en tendérselo - Paula a apagado el suyo, pero quien sabe, igual le de por volver a encenderlo. - dijo encogiéndose levemente de hombros. No quería ni pensar en la que se armaría cuando Siobhan apareciera, aunque puede que ella conociera alguna otra entrada a la mina, y seguro que era la mejor en mantener a la gente alejada de las minas, pues podía ser peligroso. Negó con la cabeza cuando les preguntó si conocían alguna otra entrada. Pero tenía que haber otra entrada, cuando construyeron la mina tuvieron que haber pensado en ello, ¿no? Nadie hace una mina con una sola abertura de entrada y salida, pues nunca se sabe cuando puede haber un derrumbamiento. La cuestión era, ¿donde estaría esa segunda entrada?
En aquel momento no sabía qué hacer y mantenía la mirada fija en la entrada de la mina, por donde en aquel momento era imposible tanto entrar como salir. De repente, un grito la sacó de sus cavilaciones, ¡por fin había llegado la policía! Se giró para ver como el sheriff se acercaba hacía a ella corriendo y escuchó lo que le decía sobre los bomberos. - No hay modo de que puedan salir por aquí. - dijo en un tono que no denotaba ni por asomo lo preocupada que estaba.
Asintió con la cabeza y se incorporó para alejarse de la entrada. -Están bien, aunque Paula está empeñada en entrar más adentro, y la chica que está con ella no parece tener ni dos dedos de frente. - dijo poniendo los ojos en blanco, mientras apretaba el walkie en su mano. - Cuando les he dicho que no se moviesen Paula a apagado su walkie, así que ya no hay forma de contactar con ellas. - ¿Por qué tenía que ser aquella niña tan cabezota? ¿Que demonios era lo que quería demostrar con aquello? Era imposible que su madre ocultara algo allí dentro y que quisiera derruirlas por eso, ¡estaba más que claro que aquellas minas eran un peligro!
Los bomberos no tardaron mucho más en llegar, algo que agradeció, y poco a poco aquello se fue llenando de gente del pueblo ansiosos por saber lo ocurrido. Uno de los bomberos se acercó a ellos y, tras saludar a Robert se dirigió a ella. -S.. No, su madre es la alcaldesa, la señora Mills. - dijo de carrerilla. No sabía cuanta gente sabía que ella era la madre biológica de Paula, pero ante la ley, Siobhan era su madre, y ella ni tenía ni quería hacer nada para interponerse en eso.
Cuando el bombero le pidió el walkie no dudó en tendérselo - Paula a apagado el suyo, pero quien sabe, igual le de por volver a encenderlo. - dijo encogiéndose levemente de hombros. No quería ni pensar en la que se armaría cuando Siobhan apareciera, aunque puede que ella conociera alguna otra entrada a la mina, y seguro que era la mejor en mantener a la gente alejada de las minas, pues podía ser peligroso. Negó con la cabeza cuando les preguntó si conocían alguna otra entrada. Pero tenía que haber otra entrada, cuando construyeron la mina tuvieron que haber pensado en ello, ¿no? Nadie hace una mina con una sola abertura de entrada y salida, pues nunca se sabe cuando puede haber un derrumbamiento. La cuestión era, ¿donde estaría esa segunda entrada?
Re: ¡No son fantasias y voy a demostrarlo!
Estaba soberanamente aburrida mirando al teléfono. Si no pasaba nada pronto, me daría un derrame cerebral o algo peor,no soportaba estar quieta tanto tiempo. Cuando sonó el teléfono casi no me lo podía creer. Contesté con la máxima amabilidad posible intentando asimilar lo que me contaban, y luego fui corriendo a avisar a los demás compañeros.
El sheriff había llamado para advertirnos de que había dos jóvenes atrapados en la mina, por lo tanto nos pusimos todos en movimiento lo más rápido posible. Todos se subieron al camión pero cuando yo intenté entrar, ocurrió lo de siempre, como era nueva y tenía menos experiencia, siempre acababa siendo la chica de los recados. Resultaba que la entrada principal de la mina había quedado bloqueada, y que había que encontrar un mapa de los túneles para poder estudiar un plan para bajar ahí abajo, así que no dudaron ni un segundo en colgarme el marrón a mi, que caballeroso por su parte.
Tardé un tiempo en encontrar el dichoso plano de las narices, y cuando lo tuve, tuve que coger mi propio coche para llegar hasta allí. No solo habíamos llegado nosotros, sino que prácticamente todo el pueblo había venido. Me preguntaba si se hubiese concentrado tanta gente de no ser porque la hija de la alcaldesa se hallaba atrapada dentro. Interrumpí mis pensamientos cuando ví a uno de mis compañeros si se podía llamar así, hablando con el Sheriff, así que me acerqué y le dí el plano.
-Lo he cogido tan rápido como he podido.. -suspiré- espero que este estúpido periodo de prueba valga para algo, porque sirvo para más que coger el teléfono y hacer de criada, gracias–dije y me marché a intentar ayudar para que la gente no cruzara la zona acordonada-.
El sheriff había llamado para advertirnos de que había dos jóvenes atrapados en la mina, por lo tanto nos pusimos todos en movimiento lo más rápido posible. Todos se subieron al camión pero cuando yo intenté entrar, ocurrió lo de siempre, como era nueva y tenía menos experiencia, siempre acababa siendo la chica de los recados. Resultaba que la entrada principal de la mina había quedado bloqueada, y que había que encontrar un mapa de los túneles para poder estudiar un plan para bajar ahí abajo, así que no dudaron ni un segundo en colgarme el marrón a mi, que caballeroso por su parte.
Tardé un tiempo en encontrar el dichoso plano de las narices, y cuando lo tuve, tuve que coger mi propio coche para llegar hasta allí. No solo habíamos llegado nosotros, sino que prácticamente todo el pueblo había venido. Me preguntaba si se hubiese concentrado tanta gente de no ser porque la hija de la alcaldesa se hallaba atrapada dentro. Interrumpí mis pensamientos cuando ví a uno de mis compañeros si se podía llamar así, hablando con el Sheriff, así que me acerqué y le dí el plano.
-Lo he cogido tan rápido como he podido.. -suspiré- espero que este estúpido periodo de prueba valga para algo, porque sirvo para más que coger el teléfono y hacer de criada, gracias–dije y me marché a intentar ayudar para que la gente no cruzara la zona acordonada-.
Vanessa E. Donovan- Chicas de Storybrooke
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Re: ¡No son fantasias y voy a demostrarlo!
Rió ligeramente, negando con la cabeza y suspirando. - No creo que vuelva, para ser sincera, Además, ¿que pasaría si en mi cuento no estoy destinada a tener nadie a quien amar?- preguntó más para si que para Paula, la pequeña no podía tener noción acerca de lo doloroso e injusto que eran las relaciones interpersonales. El suelo comenzó a moverse de manera trepidatria de nuevo, Rebecca siguiendo su instinto protegió a Paula con su cuerpo. Pocos minutos después, no había ningún movimiento. Aliviada, inhaló suavemente aire para relajarse y no caer en pánico.
Escuchó a Mills y opinó lo mismo que ella. Tenían que seguir hacia adelante si quieran encontrar su salvación. Todo lugar tiene una entrada y una salida, el problema recaía en la posibilidad de que la entrada fuera la salida al mismo tiempo. Torció sus labios y comenzó a andar, dejando a Paula detrás de ella por seguridad. Andaron durante unos 10 minutos hasta que Paula afinó su oido y jaló de la mano de la morena, quien trató de escuchar con atención. Tenían que enfocarse en la operación y dejar de pensar de manera pesimista. La curiosidad de saber qué era ese pedazo de cristal comenzó a nacer en su interior. No podía esperar, quería descifrar ese acertijo. Escuchó con atención, no haciendo ningún ruido al respirar y conteniendo todos sus músculos. Como un león cuando caza.
Efectivamente, se escuchaba un ligero murmullo de voces sobre de ellas. Era lógico, pensando que estaban debajo de las calles de Storybrooke. Seguramente todos estaban en la entrada de la minas, algunas personas ayudando, otras de mirones. Ya podía ver el rostro del Sheriff al ver a Becca, podía escuchar los gritos de Lucy y hasta podía imaginar la mirada llena de odio de la alcaldesa. Sacudió su cabeza alejando las imagenes mentales y enfocó su linterna hacia el ascensor y arrugó la nariz, avanzando hacia él. Verificó que estuviera en buen estado y que aguantara tanto el peso de ella como el de una niña. Se subió a él de un brinco y estando sentada, extendió su mano hacia la ojiverde. - Anda, sube. Si no hay salida a los lados, la salida debe estar arriba, ¿no?- indicó con una sonrisa dibujada por la esperanza.
Una vez sentadas, Campbell sacó la botella de agua de su mochila y se la dió a Paula para que tomara un poco. Ambas estaban exhaustas y preocupadas. Abrazó sus piernas, besó la cabeza de Paula en un gesto maternal y cariñoso. Suspiró. - Saldremos de aquí, estoy segura- comentó mientras le sonreía a la pequeña, quien se veía preocupada por lo que venía: enfrentarse a sus madres. La alcaldesa daria el grito en el cielo, Lucy seguramente estaba ya enfadada con Rebecca por estar ahí. pero la ojiverde no se arrepentía de nada. Comenzaba a creer.
Escuchó a Mills y opinó lo mismo que ella. Tenían que seguir hacia adelante si quieran encontrar su salvación. Todo lugar tiene una entrada y una salida, el problema recaía en la posibilidad de que la entrada fuera la salida al mismo tiempo. Torció sus labios y comenzó a andar, dejando a Paula detrás de ella por seguridad. Andaron durante unos 10 minutos hasta que Paula afinó su oido y jaló de la mano de la morena, quien trató de escuchar con atención. Tenían que enfocarse en la operación y dejar de pensar de manera pesimista. La curiosidad de saber qué era ese pedazo de cristal comenzó a nacer en su interior. No podía esperar, quería descifrar ese acertijo. Escuchó con atención, no haciendo ningún ruido al respirar y conteniendo todos sus músculos. Como un león cuando caza.
Efectivamente, se escuchaba un ligero murmullo de voces sobre de ellas. Era lógico, pensando que estaban debajo de las calles de Storybrooke. Seguramente todos estaban en la entrada de la minas, algunas personas ayudando, otras de mirones. Ya podía ver el rostro del Sheriff al ver a Becca, podía escuchar los gritos de Lucy y hasta podía imaginar la mirada llena de odio de la alcaldesa. Sacudió su cabeza alejando las imagenes mentales y enfocó su linterna hacia el ascensor y arrugó la nariz, avanzando hacia él. Verificó que estuviera en buen estado y que aguantara tanto el peso de ella como el de una niña. Se subió a él de un brinco y estando sentada, extendió su mano hacia la ojiverde. - Anda, sube. Si no hay salida a los lados, la salida debe estar arriba, ¿no?- indicó con una sonrisa dibujada por la esperanza.
Una vez sentadas, Campbell sacó la botella de agua de su mochila y se la dió a Paula para que tomara un poco. Ambas estaban exhaustas y preocupadas. Abrazó sus piernas, besó la cabeza de Paula en un gesto maternal y cariñoso. Suspiró. - Saldremos de aquí, estoy segura- comentó mientras le sonreía a la pequeña, quien se veía preocupada por lo que venía: enfrentarse a sus madres. La alcaldesa daria el grito en el cielo, Lucy seguramente estaba ya enfadada con Rebecca por estar ahí. pero la ojiverde no se arrepentía de nada. Comenzaba a creer.
Rebecca K. Campbell- Humanos
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Re: ¡No son fantasias y voy a demostrarlo!
Me encontraba repasando cierto papeleo del ayuntamiento cuando me avisaron. Tomé el teléfono distraídamente mientras no apartaba mis ojos azules de las letras y números que colmaban aquellos documentos, al menos hasta que oí que me decían que mi hija había acabado atrapada dentro de las minas junto a Rebecca Campbell. Durante un efímero momento me alivio en cierto modo el hecho de que al menos no estuviese sola y otra adulta la acompañara, pero ese alivio paso a la histeria casi de inmediato.
Obviamente, me olvidé por completo de los papeles al instante.
Tomé el abrigo y el bolso, poniéndome lo primero de camino al coche con el que conduje lo más deprisa que pude hasta donde se encontraban las minas. Hacía mucho tiempo ya que me había planteado destruir aquellas minas o cerrarlas de forma segura y completa, para evitar accidentes de este tipo y que descubrieran lo que se escondía allí abajo, al parecer, Paula había sido más lista que yo y se había adelantado a mis planes a largo plazo.
Lo que me preguntaba mientras conducía de camino a las minas, apretando el volante con fuerza entre mis manos, era si Lucy Roberts también estaría allí, cuando el Sheriff Monroe me había dicho que había quedado atrapada con otra persona, inmediatamente me vino el nombre de Lucy a la cabeza, por eso me sorprendí bastante al oír que había sido Rebecca precisamente la otra víctima. Aún así tenía la corazonada, intuía que Lucy no andaría lejos de allí, posiblemente incluso estuviera allí.
Aparqué al final de la carretera cerca de las minas. Enseguida pude advertir que tanto la policía como los bomberos ya se encontraban en el lugar, bueno, al menos ambos cuerpos de la seguridad pública eran eficientes. Caminé con paso rápido hasta llegar a donde se encontraba la mayor parte de las personas, divisando ya a lo lejos la cabellera castaña de Lucy. Me hirvió la sangre en aquel momento, pero era más importante el bienestar de mi hija. – ¿Dónde está mi hija? ¿Está bien? – Pregunté atropelladamente al tiempo que llegaba hasta su altura. No pude evitar fulminas con mi mirada a Lucy. ¿Cómo era que siempre estaba en todos los sitios donde estaba mi hija? – Señorita Roberts… ¿qué hace usted aquí? – Le pregunté, porque válgame que ya era casualidad que estuviese allí precisamente cuando su hija se quedaba atrapada. Aquel tipo de coincidencias no me gustaban en absoluto, hasta el punto de que iba a plantearme seriamente mantenerla alejada de mi hija. Prohibirle que la viese.
Poco importaba que ella la hubiese llevado nueve meses en su vientre. Ella la había dejado abandonada y había sido yo la que me había encargado de la pequeña durante esos años, la que la había educado y a la que ahora le estaba dando la espalda y diciendo cosas horribles (“eres la bruja malvada”) después de todo lo que había hecho por ella, todo porque había encontrado a su madre biológica.
Maldito libro de cuentos y maldito el día en que Sebastian Jones lo había puesto en manos de la pequeña.
- ¿Han buscado otras entradas? ¿Quizá algún elevador secundario? – Había oído hablar de ellos, sabía que existían, pero por mucho que aquellas minas fueran de mi territorio, no las conocía. Lo único que sabía de ellas era que deseaba hacerlas desaparecer.
Obviamente, me olvidé por completo de los papeles al instante.
Tomé el abrigo y el bolso, poniéndome lo primero de camino al coche con el que conduje lo más deprisa que pude hasta donde se encontraban las minas. Hacía mucho tiempo ya que me había planteado destruir aquellas minas o cerrarlas de forma segura y completa, para evitar accidentes de este tipo y que descubrieran lo que se escondía allí abajo, al parecer, Paula había sido más lista que yo y se había adelantado a mis planes a largo plazo.
Lo que me preguntaba mientras conducía de camino a las minas, apretando el volante con fuerza entre mis manos, era si Lucy Roberts también estaría allí, cuando el Sheriff Monroe me había dicho que había quedado atrapada con otra persona, inmediatamente me vino el nombre de Lucy a la cabeza, por eso me sorprendí bastante al oír que había sido Rebecca precisamente la otra víctima. Aún así tenía la corazonada, intuía que Lucy no andaría lejos de allí, posiblemente incluso estuviera allí.
Aparqué al final de la carretera cerca de las minas. Enseguida pude advertir que tanto la policía como los bomberos ya se encontraban en el lugar, bueno, al menos ambos cuerpos de la seguridad pública eran eficientes. Caminé con paso rápido hasta llegar a donde se encontraba la mayor parte de las personas, divisando ya a lo lejos la cabellera castaña de Lucy. Me hirvió la sangre en aquel momento, pero era más importante el bienestar de mi hija. – ¿Dónde está mi hija? ¿Está bien? – Pregunté atropelladamente al tiempo que llegaba hasta su altura. No pude evitar fulminas con mi mirada a Lucy. ¿Cómo era que siempre estaba en todos los sitios donde estaba mi hija? – Señorita Roberts… ¿qué hace usted aquí? – Le pregunté, porque válgame que ya era casualidad que estuviese allí precisamente cuando su hija se quedaba atrapada. Aquel tipo de coincidencias no me gustaban en absoluto, hasta el punto de que iba a plantearme seriamente mantenerla alejada de mi hija. Prohibirle que la viese.
Poco importaba que ella la hubiese llevado nueve meses en su vientre. Ella la había dejado abandonada y había sido yo la que me había encargado de la pequeña durante esos años, la que la había educado y a la que ahora le estaba dando la espalda y diciendo cosas horribles (“eres la bruja malvada”) después de todo lo que había hecho por ella, todo porque había encontrado a su madre biológica.
Maldito libro de cuentos y maldito el día en que Sebastian Jones lo había puesto en manos de la pequeña.
- ¿Han buscado otras entradas? ¿Quizá algún elevador secundario? – Había oído hablar de ellos, sabía que existían, pero por mucho que aquellas minas fueran de mi territorio, no las conocía. Lo único que sabía de ellas era que deseaba hacerlas desaparecer.
Siobhan R. Mills- Reina
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Re: ¡No son fantasias y voy a demostrarlo!
Se alegró como nunca antes lo habían hecho cuando vio llegar al camión de bomberos y como estos empezaban a saltar al suelo. Por fin. Se había sentido demasiado solo y sin saber qué hacer, porque no se atrevía a dar un movimiento en falso y que las minas se derrumbaran todavía más con Rebecca y Paula dentro; esperaba que los bomberos sabrían que hacer.
- Ha pasado que Paula y Rebecca han entrado a las minas y estas se han derrumbado. Eso es todo. – El primero que había llegado hasta él era Zackery. Había sonado seco, era consciente de ello. Pero Robert habría preferido remarcar que habían dejado claro que nadie debía acercarse, pero sabía que no era un buen momento para enfadarse y que él estaba especialmente susceptible esos días.
Se encogió de hombros ante la pregunta de si había otra salida dando a entender que no tenía ni idea. La verdad era que hasta hacia un par de semanas, que era cuando le habían avisado del peligro, que Robert no sabía ni donde estaba la entrada a esas minas.
Sin hacer demasiado caso a los curiosos empezó a colocar la cinta de “no pasar” alrededor de la entrada, luego la colocó en los lugares que le habían dicho que eran más peligrosos; sabía que tendría que haberla colocado tan pronto le dijeron que había peligro de derrumbamiento, pero había creído que con una cinta en la entrada y avisando a los ciudadanos, sería suficiente para que no se acercaran.
Se alegró de la llegada de la chica, porque ya no sabía demasiado que hacer. Tomó el plano que le tendía la rubia con una sonrisa y lo abrió sobre el capó del coche; quizás así esclarecerían si había alguna otra salida o algún conducto de ventilación, un elevador o cualquier espacio descubierto que pudieran usar para sacarlas de allí. Estaba intentando orientarse sobre el mapa cuando llegó la alcaldesa.
- Sabemos que estaba bien hace un momento porque se comunicaba por walkie con Lucy, pero ahora lo ha desconectado. – Habló directamente con Siobhan, estaba preocupada por su hija y no le interesarían los rodeos ni salutaciones en ese momento. Luego señaló el mapa. – Estamos en ello señora Mills. – Siguió unas líneas con el dedo y se quedó mirando a un punto determinado. – Según esto allí tendría que haber un conducto de ventilación. ¿Servirá? – Señaló el mapa mostrándoselo a Zackery.
- Ha pasado que Paula y Rebecca han entrado a las minas y estas se han derrumbado. Eso es todo. – El primero que había llegado hasta él era Zackery. Había sonado seco, era consciente de ello. Pero Robert habría preferido remarcar que habían dejado claro que nadie debía acercarse, pero sabía que no era un buen momento para enfadarse y que él estaba especialmente susceptible esos días.
Se encogió de hombros ante la pregunta de si había otra salida dando a entender que no tenía ni idea. La verdad era que hasta hacia un par de semanas, que era cuando le habían avisado del peligro, que Robert no sabía ni donde estaba la entrada a esas minas.
Sin hacer demasiado caso a los curiosos empezó a colocar la cinta de “no pasar” alrededor de la entrada, luego la colocó en los lugares que le habían dicho que eran más peligrosos; sabía que tendría que haberla colocado tan pronto le dijeron que había peligro de derrumbamiento, pero había creído que con una cinta en la entrada y avisando a los ciudadanos, sería suficiente para que no se acercaran.
Se alegró de la llegada de la chica, porque ya no sabía demasiado que hacer. Tomó el plano que le tendía la rubia con una sonrisa y lo abrió sobre el capó del coche; quizás así esclarecerían si había alguna otra salida o algún conducto de ventilación, un elevador o cualquier espacio descubierto que pudieran usar para sacarlas de allí. Estaba intentando orientarse sobre el mapa cuando llegó la alcaldesa.
- Sabemos que estaba bien hace un momento porque se comunicaba por walkie con Lucy, pero ahora lo ha desconectado. – Habló directamente con Siobhan, estaba preocupada por su hija y no le interesarían los rodeos ni salutaciones en ese momento. Luego señaló el mapa. – Estamos en ello señora Mills. – Siguió unas líneas con el dedo y se quedó mirando a un punto determinado. – Según esto allí tendría que haber un conducto de ventilación. ¿Servirá? – Señaló el mapa mostrándoselo a Zackery.
Robert T. Monroe- Humanos
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Re: ¡No son fantasias y voy a demostrarlo!
Lucy no sabía muy bien qué hacer en aquel momento y se sentía completamente inútil. Además, aunque la llegada de la policía y los bomberos la habían tranquilizado en un primer momento, ahora, al darse cuenta de que ellos sabían poco más que ella, algo que disipó por completo la tranquilidad inicial. De vez en cuando miraba de soslayo el walke, ahora en manos de aquel bombero, esperando que, por un casual, a Paula se le pasara el enfado, lo encendiera y les hablara a través de aquel cacharro, aunque algo le decía que eso no iba a pasar. En cierto modo se sentía responsable de aquello, pues Paula hacía todo aquello con tal de encontrar alguna evidencia que la hicieran creer en la maldición, por lo que si ella le hubiera hecho creer a Paula que creía en la maldición, puede que hubieran podido evitar aquello.
Mientras Robert precintaba la zona para evitar que nadie se acercara a las minas, Lucy, en vez de situarse fuera de la zona acordonada se quedó donde estaba, sabía que por lo pronto no estaba sirviendo de mucha ayuda, pero quería ayudar en todo lo posible y, si se situaba junto con el resto de habitantes del pueblo, fuera de la zona acordonada, no podría hacer nada para ayudar.
Llegó una chica, a la que no conocía de nada, con unos cuantos papeles en las manos, que Lucy no distinguió hasta que el sheriff los desplegó sobre el capó del coche, ¡era un plano de la mina! Se las apañó para poder mirar el plano sin molestar al sheriff, tratando de entenderlo y de buscar salidas alternativas a la que se acababa de derrumbar. Estaba tan concentrada en los planos que no se percató de que la alcaldesa había llegado hasta que escuchó su voz bastante próxima a donde estaba ella.
Al escucharla Lucy alzó la vista, pero prefirió no abrir la boca y se alegró de que fuera el sheriff el que le explicara la situación a Siobhan, pero luego la alcaldesa se dirigió directamente a ella, por lo que Lucy no tuvo más remedio que contestar. -Estoy intentando ayudar, señora Mills. - dijo como única respuesta, pues no pensaba que aquel fuera el mejor momento para explicarle como había llegado hasta allí ni que Paula se había adentrado en las minas en busca de alguna prueba sobre la maldición que, supuestamente, ella -Siobhan- había creado.
Cuando escuchó que el sheriff había encontrado un conducto de ventilación desvió toda su atención a la conversación entre el Robert y el bombero, no sabía como eran los conductos de ventilación en las minas, pero supuso que lo suficientemente anchos como para que tanto Paula como la chica que estaba con ella pasaran y pudieran salir.
Mientras Robert precintaba la zona para evitar que nadie se acercara a las minas, Lucy, en vez de situarse fuera de la zona acordonada se quedó donde estaba, sabía que por lo pronto no estaba sirviendo de mucha ayuda, pero quería ayudar en todo lo posible y, si se situaba junto con el resto de habitantes del pueblo, fuera de la zona acordonada, no podría hacer nada para ayudar.
Llegó una chica, a la que no conocía de nada, con unos cuantos papeles en las manos, que Lucy no distinguió hasta que el sheriff los desplegó sobre el capó del coche, ¡era un plano de la mina! Se las apañó para poder mirar el plano sin molestar al sheriff, tratando de entenderlo y de buscar salidas alternativas a la que se acababa de derrumbar. Estaba tan concentrada en los planos que no se percató de que la alcaldesa había llegado hasta que escuchó su voz bastante próxima a donde estaba ella.
Al escucharla Lucy alzó la vista, pero prefirió no abrir la boca y se alegró de que fuera el sheriff el que le explicara la situación a Siobhan, pero luego la alcaldesa se dirigió directamente a ella, por lo que Lucy no tuvo más remedio que contestar. -Estoy intentando ayudar, señora Mills. - dijo como única respuesta, pues no pensaba que aquel fuera el mejor momento para explicarle como había llegado hasta allí ni que Paula se había adentrado en las minas en busca de alguna prueba sobre la maldición que, supuestamente, ella -Siobhan- había creado.
Cuando escuchó que el sheriff había encontrado un conducto de ventilación desvió toda su atención a la conversación entre el Robert y el bombero, no sabía como eran los conductos de ventilación en las minas, pero supuso que lo suficientemente anchos como para que tanto Paula como la chica que estaba con ella pasaran y pudieran salir.
Re: ¡No son fantasias y voy a demostrarlo!
Miré a aquella chica mientras me contestaba y asentía. -¿Han avisado a la señora Mills? Era su madre y como madre debía saber lo que le estaba pasando a su hija. Si a mi Alex le pasara algo y no me dijeran nada montaría en cólera. Aunque lo que estaba preguntando se hubiera hecho, porque no dudaba de la competencia de Robert, tenía que preguntarlo por si acaso. Tomé el walkie cuando ella me lo cedió escuchando que lo había apagado. -Exacto, quizás lo enciendan de nuevo. Asentí con una sonrisa esperanzadora, la esperanza era lo último que se perdía. Ninguno de los dos sabía si había otra entrada por allí lo que provocó que quisiera ir a buscar la entrada como un loco.
Mientras hablaba con Robert y la chica que había allí apareció Vanessa con los planos. Sabía que no estaba contenta con su trabajo, pero yo no marcaba el período de prueba. También había tenido que pasar por ese período y tampoco me había gustado. Antes de que se fuera le sonreí. -Gracias, no sé qué haríamos sin ti. Dije viendo como se alejaba a ayudar que la gente no pasara.
Me fui con Robert hacia el capó del coche para mirar el plano. Mientras permanecía concentrado en encontrar una entrada diferente a la principal llegó la señora Mills. Robert se dispuso a responder a todas sus preguntas mientras ambos mirábamos de encontrar aquella maldita entrada. Cuando Robert me enseñó la zona dónde podría estar la entrada en el mapa lo cogí rápidamente alzandolo en el aire hacia la entrada de las minas para ubicarme. -Vanessa! Grité para que se acercara a mí. -Vamos a buscar esta entrada. Entonces miré a la señora Mills, y a la señorita Roberts. -Ustedes deberían esperar aquí. Dije yendome a la entrada principal de la mina esperando que Vanessa me siguiera. -Bueno, pues según el plano.... Dije mirandolo nuevamente. -La entrada está a la derecha. Dije caminando hacia esa zona lentamente para no perderme detalle por si acaso.
Mientras hablaba con Robert y la chica que había allí apareció Vanessa con los planos. Sabía que no estaba contenta con su trabajo, pero yo no marcaba el período de prueba. También había tenido que pasar por ese período y tampoco me había gustado. Antes de que se fuera le sonreí. -Gracias, no sé qué haríamos sin ti. Dije viendo como se alejaba a ayudar que la gente no pasara.
Me fui con Robert hacia el capó del coche para mirar el plano. Mientras permanecía concentrado en encontrar una entrada diferente a la principal llegó la señora Mills. Robert se dispuso a responder a todas sus preguntas mientras ambos mirábamos de encontrar aquella maldita entrada. Cuando Robert me enseñó la zona dónde podría estar la entrada en el mapa lo cogí rápidamente alzandolo en el aire hacia la entrada de las minas para ubicarme. -Vanessa! Grité para que se acercara a mí. -Vamos a buscar esta entrada. Entonces miré a la señora Mills, y a la señorita Roberts. -Ustedes deberían esperar aquí. Dije yendome a la entrada principal de la mina esperando que Vanessa me siguiera. -Bueno, pues según el plano.... Dije mirandolo nuevamente. -La entrada está a la derecha. Dije caminando hacia esa zona lentamente para no perderme detalle por si acaso.
Zackery C. Westcott- Fauna
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Re: ¡No son fantasias y voy a demostrarlo!
Mis ojos azules acabaron poniéndose sobre Robert que era el único allí que me estaba diciendo algo sobre mi hija. El único que se había molestado en informarme sobre su estado. – ¿Desconectado? ¿Por qué? - ¿Por qué habían desconectado el walkie si era la única forma de saber que MI hija seguía bien? Por un momento me entraron ganas de gritar y mandarlos a todos a la mierda, pero no, debía contenerme y mantener la calma, ser aquella mujer de hielo que todo el mundo conocía y no sacar mi parte más vulnerable y sensible. – ¿Cómo han llegado allí abajo? – Porque sabía perfectamente que también estaba Rebecca y mí máxima prioridad en esos momentos era Paula, no iba a olvidar a la muchacha, menos siendo que era la alcaldesa y se suponía que me preocupaba de todos los habitantes del lugar.
Respiré hondo al tiempo que mis ojos iban a aquellos tan oscuros que poseía Lucy y pensar que la pequeña Paula había salido con ojos claros me hizo sonreír, puesto que casi parecía que fuesen más madre e hija entre ellas, que Lucy y Paula. De todos modos eso no iba a quitar que los genes los tenía de aquella mujer y no eran míos. – Entiendo… - Respondí con sencillez a las palabras de aquella metomentodo. Me preguntaba cómo había llegado hasta allí, como se había enterado incluso antes que yo, que la madre de la niña, que la alcaldesa de Storybrooke de lo que había pasado allí. Eso me hizo “odiarla” un poco más y que mi rencor hacia ella aumentase ligeramente. De todos modos tarde o temprano acabaría sabiendo como se había enterado de aquello y como había llegado incluso antes que yo. Siempre acababa enterándome de todo, que no dudaran de ello ni un solo segundo.
Mis orbes azules se desviaron hasta el mapa que Robert y Zackery estaban revisando, siguiendo con la mirada las mismas líneas de las que ellos estaban hablando. Conductos de ventilación. Estaban hablando de conductos de ventilación. Me hice una imagen mental de Paula y Rebecca, pensando en aquellos conductos de los que hablaban y en si ellas dos podrían traspasarlos. A juzgar por la constitución de las chicas, estaba segura de que podrían sin problema alguno.
¿Qué? ¡Ni hablar! – Es mi hija la que está ahí abajo y quiero ayudar – Respondí a las palabras de Zackery y siguiéndole poco después mientras el joven bombero caminaba hacia donde según el mapa estaba el conducto de la ventilación. Casi enseguida lo vi, allí estaba oculto tras la maleza. – ¡Ahí está! – Dije señalándolo al tiempo que me acercaba hasta el lugar. Ahora solo quedaba comunicarse con ellas y decirles que fueran hasta allí – ¿Podemos decirles que vayan hasta este punto para poder sacarlas? – Pregunté mirando a Vanessa y Zackery. Tenían que sacarlas por allí antes de que las minas se derrumbasen del todo, aquel tipo de sitios no era conocido por ser seguro al cien por cien nunca.
Además, de que también quedaba decidir quien bajaba hasta ahí abajo, cosa que estaba más que dispuesta a hacer, después de todo la vida de mi hija estaba en juego y aunque mucha gente no lo creyese, ni ella misma, la quería y haría lo que fuera por ella. Del mismo modo en que lo hubiese hecho por mi propia hija, por Emma.
Respiré hondo al tiempo que mis ojos iban a aquellos tan oscuros que poseía Lucy y pensar que la pequeña Paula había salido con ojos claros me hizo sonreír, puesto que casi parecía que fuesen más madre e hija entre ellas, que Lucy y Paula. De todos modos eso no iba a quitar que los genes los tenía de aquella mujer y no eran míos. – Entiendo… - Respondí con sencillez a las palabras de aquella metomentodo. Me preguntaba cómo había llegado hasta allí, como se había enterado incluso antes que yo, que la madre de la niña, que la alcaldesa de Storybrooke de lo que había pasado allí. Eso me hizo “odiarla” un poco más y que mi rencor hacia ella aumentase ligeramente. De todos modos tarde o temprano acabaría sabiendo como se había enterado de aquello y como había llegado incluso antes que yo. Siempre acababa enterándome de todo, que no dudaran de ello ni un solo segundo.
Mis orbes azules se desviaron hasta el mapa que Robert y Zackery estaban revisando, siguiendo con la mirada las mismas líneas de las que ellos estaban hablando. Conductos de ventilación. Estaban hablando de conductos de ventilación. Me hice una imagen mental de Paula y Rebecca, pensando en aquellos conductos de los que hablaban y en si ellas dos podrían traspasarlos. A juzgar por la constitución de las chicas, estaba segura de que podrían sin problema alguno.
¿Qué? ¡Ni hablar! – Es mi hija la que está ahí abajo y quiero ayudar – Respondí a las palabras de Zackery y siguiéndole poco después mientras el joven bombero caminaba hacia donde según el mapa estaba el conducto de la ventilación. Casi enseguida lo vi, allí estaba oculto tras la maleza. – ¡Ahí está! – Dije señalándolo al tiempo que me acercaba hasta el lugar. Ahora solo quedaba comunicarse con ellas y decirles que fueran hasta allí – ¿Podemos decirles que vayan hasta este punto para poder sacarlas? – Pregunté mirando a Vanessa y Zackery. Tenían que sacarlas por allí antes de que las minas se derrumbasen del todo, aquel tipo de sitios no era conocido por ser seguro al cien por cien nunca.
Además, de que también quedaba decidir quien bajaba hasta ahí abajo, cosa que estaba más que dispuesta a hacer, después de todo la vida de mi hija estaba en juego y aunque mucha gente no lo creyese, ni ella misma, la quería y haría lo que fuera por ella. Del mismo modo en que lo hubiese hecho por mi propia hija, por Emma.
Siobhan R. Mills- Reina
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Re: ¡No son fantasias y voy a demostrarlo!
En aquel momento Siobhan debía estar que echaba humo, aunque procurase mostrarse serena y calmada, ¿pero que madre no estaría de los nervios en aquella situación? Incluso Lucy estaba volviéndose loca, aunque cada vez sentía más normal aquella preocupación hacia Paula; aquella pequeña diablilla se había colado en su corazón de una forma tan rápida que ni si quiera se había dado cuenta, y no tenía ni idea de como comportarse o que decisiones tomar. Lo único que sabía era que no quería defraudarla, y que no se iría de aquel pueblo hasta que estuviera del todo segura de que estaba bien allí, y hasta ahora todo le apuntaba lo contrario. Que estuviera emperrada en que su madre era la Reina Malvada era una cosa, pero que además estuviera dispuesta a cualquier cosa para demostrarlo... Además, la alcaldesa no parecía ser una buena persona, al menos no con ella, y debía asegurarse de que no fuera realmente así con todo. Y ahora estaba atrapada en una mina por querer demostrarle la existencia de una maldición que la malvada reina había creado, todo porque Lucy era incapaz de creer la palabra de la niña; no porque no confiara en ella, sino porque todo aquello no le parecía más que una invención sacada de un libro de cuentos. Aun así, no podía evitar culparse, pues si al menos la hubiera hecho creer que sí la creía, aquello no estaría ocurriendo.
Por el tono que la alcaldesa usaba al hablar con el Sheriff sabía que estaba bastante molesta además de preocupada, seguramente por el hecho de que Lucy estuviera allí antes de que ella se hubiera enterado siquiera. Cuando se dirigió a ella y la miró fijamente la joven Roberts sostuvo su mirada firmente, sin titubear ni un segundo; aquella mujer no la intimidaba, y aunque sabía que ella era la que mandaba en aquel pueblo, Lucy no la temía en absoluto. Pero en aquel momento había una fuerza mayor que las unía y que era más importante que las discusiones que pudieran tener: Paula. Ambas se preocupaban por ella y eran capaces de dejar sus diferencias a un lado para que la pequeña y su acompañante salieran sanas y salvo de aquella aventura; por muy enfadada que estuviera Lucy con aquella muchacha que había permitido que Paula corriera tal peligro, no quería que le pasara nada. La alcaldesa la ignoró y comenzó a mirar el mapa, tratando, al igual que Lucy, de dar con alguna salida alternativa. Al parecer había unos conductos de ventilación por los que ambas podrían deslizarse con facilidad y salir perfectamente. Lucy miraba de mala manera el mapa, pues habiendo tres cabezas sobre este era imposible vislumbrar nada, pero se las apañó para poder distinguir las líneas que habían referencia a los conductos de ventilación.
En cuanto el bombero se puso en busca de aquel conducto -que podía ser perfectamente la única salida viable- las dijo que lo mejor era que ellas se quedaran allí, algo que ninguna de las dos pensaba hacer, y que la alcaldesa expuso en voz alta, dejando claro que dijera lo que dijera no iba a servirle de nada. Lucy, en cambio, optó por ignorar las palabras del bombero y dirigirse hacia donde el mapa decía que estaba el conducto de ventilación. Fue la alcaldesa la que encontró la entrada y, tan pronto como lo anunció, Lucy se acercó a ella, agachándose junto a la entrada del conducto. - Como no hayan encendido el walkie, no sé como podríamos contactar con ellas... - dijo contestando a la pregunta de la alcaldesa, aunque esta no se hubiera dirigido a ella en ningún momento. No pensaba permitir que la excluyeran, al fin y al cabo, ella estaba igual de preocupada por Paula y su amiga como lo podía estar la alcaldesa, e iba a hacer lo que fuera necesario para sacarlas de ahí. - Alguien tiene que bajar... - comentó mirando a los policías y bomberos, que, obviamente, no cabían por aquel conducto tan estrecho, por lo que era imposible que ellos bajaran. Eso solo les dejaba una opción: tenía que ser una de ellas la que bajara.
Antes de darle tiempo a la alcaldesa a ofrecerse, o a los oficiales dar alguna otra opción, Lucy se incorporó y se dirigió al bombero. - Yo bajo. No sé si tenéis algún equipo especial para esto, sino me basta con una cuerda. - dijo decidida, y quizás con un tono autoritario que no tenía derecho a usar, pero no había tiempo que perder. Miró a la alcaldesa, que la miraba de tal forma que denotaba que no estaba para nada de acuerdo con eso y que no la dejaría hacerlo. - Sabe que es mejor que baje yo, señora Mills, usted tiene todo un pueblo que depende de usted.
Por el tono que la alcaldesa usaba al hablar con el Sheriff sabía que estaba bastante molesta además de preocupada, seguramente por el hecho de que Lucy estuviera allí antes de que ella se hubiera enterado siquiera. Cuando se dirigió a ella y la miró fijamente la joven Roberts sostuvo su mirada firmente, sin titubear ni un segundo; aquella mujer no la intimidaba, y aunque sabía que ella era la que mandaba en aquel pueblo, Lucy no la temía en absoluto. Pero en aquel momento había una fuerza mayor que las unía y que era más importante que las discusiones que pudieran tener: Paula. Ambas se preocupaban por ella y eran capaces de dejar sus diferencias a un lado para que la pequeña y su acompañante salieran sanas y salvo de aquella aventura; por muy enfadada que estuviera Lucy con aquella muchacha que había permitido que Paula corriera tal peligro, no quería que le pasara nada. La alcaldesa la ignoró y comenzó a mirar el mapa, tratando, al igual que Lucy, de dar con alguna salida alternativa. Al parecer había unos conductos de ventilación por los que ambas podrían deslizarse con facilidad y salir perfectamente. Lucy miraba de mala manera el mapa, pues habiendo tres cabezas sobre este era imposible vislumbrar nada, pero se las apañó para poder distinguir las líneas que habían referencia a los conductos de ventilación.
En cuanto el bombero se puso en busca de aquel conducto -que podía ser perfectamente la única salida viable- las dijo que lo mejor era que ellas se quedaran allí, algo que ninguna de las dos pensaba hacer, y que la alcaldesa expuso en voz alta, dejando claro que dijera lo que dijera no iba a servirle de nada. Lucy, en cambio, optó por ignorar las palabras del bombero y dirigirse hacia donde el mapa decía que estaba el conducto de ventilación. Fue la alcaldesa la que encontró la entrada y, tan pronto como lo anunció, Lucy se acercó a ella, agachándose junto a la entrada del conducto. - Como no hayan encendido el walkie, no sé como podríamos contactar con ellas... - dijo contestando a la pregunta de la alcaldesa, aunque esta no se hubiera dirigido a ella en ningún momento. No pensaba permitir que la excluyeran, al fin y al cabo, ella estaba igual de preocupada por Paula y su amiga como lo podía estar la alcaldesa, e iba a hacer lo que fuera necesario para sacarlas de ahí. - Alguien tiene que bajar... - comentó mirando a los policías y bomberos, que, obviamente, no cabían por aquel conducto tan estrecho, por lo que era imposible que ellos bajaran. Eso solo les dejaba una opción: tenía que ser una de ellas la que bajara.
Antes de darle tiempo a la alcaldesa a ofrecerse, o a los oficiales dar alguna otra opción, Lucy se incorporó y se dirigió al bombero. - Yo bajo. No sé si tenéis algún equipo especial para esto, sino me basta con una cuerda. - dijo decidida, y quizás con un tono autoritario que no tenía derecho a usar, pero no había tiempo que perder. Miró a la alcaldesa, que la miraba de tal forma que denotaba que no estaba para nada de acuerdo con eso y que no la dejaría hacerlo. - Sabe que es mejor que baje yo, señora Mills, usted tiene todo un pueblo que depende de usted.
Re: ¡No son fantasias y voy a demostrarlo!
Esto iba a costar más de lo debido puesto que aunque les dijera que se apartaran que había peligro ambas nos iban a seguir. En fin, no me apetecía discutir en absoluto pero tampoco me apetecía buscarme un problema con el cuerpo de bomberos por no proceder como debía. -Señora alcaldesa, entiendo que es su hija, pero debemos seguir el protocolo. Dije mientras caminaba con ella a mi espalda dirigiendome hacia la zona dónde se encontraba la supuesto conducto de ventilación de las minas. La alcaldesa me estaba poniendo nervioso, podía entenderla, podía tener toda la paciencia del munod, pero si no nos dejaba proceder con nuestra faena me vería obligado a sacarla de allí yo mismo. La respetaba, pero mi trabajo era más importante, aunque mi cara mostrase la molestia enseguida cambio a una expresión de alivio cuando la mujer encontró el conducto. -Intentaré comunicarme con ellas, esperemos que lo tengan encendido. Les comuniqué a ambas a la vez que las miraba de manera alternativa. Encendí mi walkie con la esperanza de que contestaran al otro lado aunque no sabía cómo las íbamos a guiar hacia allí si ellas no tenían con qué orientarse allí abajo. -¿Paula? ¿Rebecca? ¿Me recibís? Soy Zack uno de los bomberos, si me oís necesitamos que os quedéis dónde estáis, pero necesito que mé digáis el camino que habéis recorrido. Ahora quedaba esperar que me hubieran recibido y me contestaran lo antes posible, si no quien bajara allí tendría que buscarlas y guiarlas hacia el conducto.
Me encontraba entre las dos mujeres frotandome las sienes. conducto. Sabía a qué se refería con que alguien tenía que bajar por que nosotros éramos corpulentos como para bajar pro el estrecho conducto. Antes de que pudieramos decir nada Lucy se ofreció a bajar así que asentí sin más dilación. Necesitábamos emprender aquel rescate lo antes posible. Miré a la señora Mills asintiendo ante las palabras de Lucy. -La señorita Roberts tiene razón. Dije separandome de las mujeres encaminandome con decisión hacia el camión de bomberos para acercarlo a la zona de ventilación. Allí disponíamos de todo lo necesario para bajar a la señorita Roberts. Tomé uno de los arneses y me acerqué a ella. -Señorita Roberts, tendrá que ponerse el arnés Dije preparando todo lo del camión para enganchar una cuerda a la cadena que luego tiraría de ella para subirlos. Llevé el otro cabo de la cuerda a uno de los enganches del arnés cuando la joven se lo colocó. -¿Lista? Dije tendiendole el mapa y el talkie. -El mapa para que se guíe por debajo, y bueno intente en todo momento ponerse en contacto con ellas. Suspiré, no estaba muy conforme con dejar que una ciudadana bajara a la mina pero aún así no había otra cosa qué hacer. -Suerte Dije esperando que se colocara para bajarla poniendo en acción todo el mecanismo que haría que bajara. Miré a la señora Mills y sonreí -Todo saldrá bien Dije para darle aquella confianza que cuando estabas preocupado se te perdía bastante.
Me encontraba entre las dos mujeres frotandome las sienes. conducto. Sabía a qué se refería con que alguien tenía que bajar por que nosotros éramos corpulentos como para bajar pro el estrecho conducto. Antes de que pudieramos decir nada Lucy se ofreció a bajar así que asentí sin más dilación. Necesitábamos emprender aquel rescate lo antes posible. Miré a la señora Mills asintiendo ante las palabras de Lucy. -La señorita Roberts tiene razón. Dije separandome de las mujeres encaminandome con decisión hacia el camión de bomberos para acercarlo a la zona de ventilación. Allí disponíamos de todo lo necesario para bajar a la señorita Roberts. Tomé uno de los arneses y me acerqué a ella. -Señorita Roberts, tendrá que ponerse el arnés Dije preparando todo lo del camión para enganchar una cuerda a la cadena que luego tiraría de ella para subirlos. Llevé el otro cabo de la cuerda a uno de los enganches del arnés cuando la joven se lo colocó. -¿Lista? Dije tendiendole el mapa y el talkie. -El mapa para que se guíe por debajo, y bueno intente en todo momento ponerse en contacto con ellas. Suspiré, no estaba muy conforme con dejar que una ciudadana bajara a la mina pero aún así no había otra cosa qué hacer. -Suerte Dije esperando que se colocara para bajarla poniendo en acción todo el mecanismo que haría que bajara. Miré a la señora Mills y sonreí -Todo saldrá bien Dije para darle aquella confianza que cuando estabas preocupado se te perdía bastante.
Zackery C. Westcott- Fauna
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Re: ¡No son fantasias y voy a demostrarlo!
Pues parecía que si que les serviría esa salida de aire; cuando la vio en el mapa no sabía si podría ser útil o sería demasiado peligroso, pero si los bomberos decían que se podía bien… ellos eran los especialistas. El grupo que se había reunido avanzó hacia el lugar, aunque Zack había pedido a la alcaldesa y a la madre de Paula que se quedaran en el sitio, estaba claro que no le iban a hacer mucho caso.
- Tranquilizase señora Mills. – Era imposible que se tranquilizara con su hija encerrada sin salida en una mina que se derrumbaba. - No, no podemos comunicar. El walkie esta desconectado. – Estaba ya cansado de la histeria de la gente, aunque era lógico y lo entendía; pero responder a todas las preguntas no hacía más que retrasar el labor tanto de sus hombres como de los bomberos.
Estaba casi convencido que la niña no respondería, pero aún así no dijo nada cuando el bombero lo intentó. Aunque Zackery habló por el walkie, no hubo una respuesta, al menos no inmediata. El waklie del otro lado debía seguir desconectado… maldita Paula, no le bastaba con meterse en una mina en derrumbamiento, sino que tenía que meter también a otra chica con ella y además, cuando iban a sacarlas, se enfadaba y desconectaba la única manera que tenían de comunicarse con ellas.
Se agachó junto al conducto y descubrió que, tal como esperaba, era bastante pequeño. Zack también debía de haberse dado cuenta de que se necesitaba a alguien bastante pequeño de constitución. Asintió ante la afirmación de Zackery; eso ya era competencia de los bomberos, pero Robert todavía podía ayudar.
Llamó a uno de sus ayudantes que estaba controlando a la gente del pueblo que se había congregado para mirar. El chico llegó corriendo y Robert le pidió su walkie, que inmediatamente pasó a Lucy que ya se estaba colocando el arnés, y también le pasó una linterna.
- Bien Lucy, intenta contactar con ellas pero también mantennos a nosotros informados. Sé que es incomodo llevar tantos walkies pero… con dos perdidas allí abajo ya tenemos suficiente. – Le apretó el hombro dándole apoyo. – Que tengas suerte. – Se levantó para que los demás le oyeran. - ¡Bien! ¡Vamos a bajarla ya!
No sabía si la gente de Storybrooke estaría cuchicheando o criticándoles por dejar que una ciudadana “normal” bajara sola a esas minas, pero no le importaba. La prioridad era sacarlas de allí dentro antes de que quedaran sepultadas y, después de todo, Lucy se había ofrecido voluntaria; si uno de ellos hubiera cabido no habría sido necesario pero…
Todavía de pie vio como Lucy Roberts empezaba a descender bien sujeta por el arnés y poco a poco fue desapareciendo de la vista de los presentes. Esperaba que tuviera suerte y les encontrara.
- Tranquilizase señora Mills. – Era imposible que se tranquilizara con su hija encerrada sin salida en una mina que se derrumbaba. - No, no podemos comunicar. El walkie esta desconectado. – Estaba ya cansado de la histeria de la gente, aunque era lógico y lo entendía; pero responder a todas las preguntas no hacía más que retrasar el labor tanto de sus hombres como de los bomberos.
Estaba casi convencido que la niña no respondería, pero aún así no dijo nada cuando el bombero lo intentó. Aunque Zackery habló por el walkie, no hubo una respuesta, al menos no inmediata. El waklie del otro lado debía seguir desconectado… maldita Paula, no le bastaba con meterse en una mina en derrumbamiento, sino que tenía que meter también a otra chica con ella y además, cuando iban a sacarlas, se enfadaba y desconectaba la única manera que tenían de comunicarse con ellas.
Se agachó junto al conducto y descubrió que, tal como esperaba, era bastante pequeño. Zack también debía de haberse dado cuenta de que se necesitaba a alguien bastante pequeño de constitución. Asintió ante la afirmación de Zackery; eso ya era competencia de los bomberos, pero Robert todavía podía ayudar.
Llamó a uno de sus ayudantes que estaba controlando a la gente del pueblo que se había congregado para mirar. El chico llegó corriendo y Robert le pidió su walkie, que inmediatamente pasó a Lucy que ya se estaba colocando el arnés, y también le pasó una linterna.
- Bien Lucy, intenta contactar con ellas pero también mantennos a nosotros informados. Sé que es incomodo llevar tantos walkies pero… con dos perdidas allí abajo ya tenemos suficiente. – Le apretó el hombro dándole apoyo. – Que tengas suerte. – Se levantó para que los demás le oyeran. - ¡Bien! ¡Vamos a bajarla ya!
No sabía si la gente de Storybrooke estaría cuchicheando o criticándoles por dejar que una ciudadana “normal” bajara sola a esas minas, pero no le importaba. La prioridad era sacarlas de allí dentro antes de que quedaran sepultadas y, después de todo, Lucy se había ofrecido voluntaria; si uno de ellos hubiera cabido no habría sido necesario pero…
Todavía de pie vio como Lucy Roberts empezaba a descender bien sujeta por el arnés y poco a poco fue desapareciendo de la vista de los presentes. Esperaba que tuviera suerte y les encontrara.
Robert T. Monroe- Humanos
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Fecha de inscripción : 26/06/2012
Re: ¡No son fantasias y voy a demostrarlo!
A medida que pasaba el rato ahí debajo, en la infantil mente de Paula empezaba a formarse la idea que quizás todo aquello había estado mal desde un principio. Era una imprudencia que no sólo la ponía en peligro a ella le garantizaba un más que seguro castigo, sino que además había metido en líos a Rebecca, y quizás incluso la ponía en la lista de personas a las que había que aplastar que estaba convencida que su madre tenía en alguna parte.
Subió con Rebecca a aquel extraño ascensor, y tras dar un par de vueltas y comprobar que no había forma de hacerlo subir, se sentó en el suelo junto a ella, aceptando la botella de agua que ella le tendía. Dio un sorbo, que fue todo lo que su estómago encogido estaba dispuesto a aceptar. Arrugó la nariz antes de mirar a Rebecca, al oírla decir que no se preocupara, que saldrían de ahí.
Volvió a sacar aquel trozo extraño de cristal que habían encontrado y lo miró fijamente, intentando descubrir si por eso había valido la pena correr todo el riesgo que estaba claro que habían corrido y que evidentemente todavía estaban corriendo. Lucy no se daría por satisfecha con aquello para empezar a creer ciegamente en todo lo que ella quería que creyese... ¿verdad?
- Lo siento, es mi culpa que estemos aquí atrapadas... No debiste venir. Mi madre estará cabreadísima. - y a pesar de estar hablando de Siobhan, también pensó en Lucy. No solo había apagado su walkie cuando ella había hablado de cancelar la misión, sino que le había gritado. Cerró los ojos con fuerza, deseando no haberlo fastidiado todo con ella por tonta.
Volvió a sacar su walkie de la mochila, mirando con interrogación a Rebecca, como preguntándole si realmente creía que encenderlo de nuevo y someterse a los gritos de Lucy eran una buena idea. Al final un nuevo crujido amenazador de las rocas a su alrededor hizo que se decidiera.
- ¿Sabes? Voy a sacárnos de aquí. Te lo debo. - apretó el botón de encendido y se lo acercó al rostro. - ¿Lucy? ¿Estás ahí?
Subió con Rebecca a aquel extraño ascensor, y tras dar un par de vueltas y comprobar que no había forma de hacerlo subir, se sentó en el suelo junto a ella, aceptando la botella de agua que ella le tendía. Dio un sorbo, que fue todo lo que su estómago encogido estaba dispuesto a aceptar. Arrugó la nariz antes de mirar a Rebecca, al oírla decir que no se preocupara, que saldrían de ahí.
Volvió a sacar aquel trozo extraño de cristal que habían encontrado y lo miró fijamente, intentando descubrir si por eso había valido la pena correr todo el riesgo que estaba claro que habían corrido y que evidentemente todavía estaban corriendo. Lucy no se daría por satisfecha con aquello para empezar a creer ciegamente en todo lo que ella quería que creyese... ¿verdad?
- Lo siento, es mi culpa que estemos aquí atrapadas... No debiste venir. Mi madre estará cabreadísima. - y a pesar de estar hablando de Siobhan, también pensó en Lucy. No solo había apagado su walkie cuando ella había hablado de cancelar la misión, sino que le había gritado. Cerró los ojos con fuerza, deseando no haberlo fastidiado todo con ella por tonta.
Volvió a sacar su walkie de la mochila, mirando con interrogación a Rebecca, como preguntándole si realmente creía que encenderlo de nuevo y someterse a los gritos de Lucy eran una buena idea. Al final un nuevo crujido amenazador de las rocas a su alrededor hizo que se decidiera.
- ¿Sabes? Voy a sacárnos de aquí. Te lo debo. - apretó el botón de encendido y se lo acercó al rostro. - ¿Lucy? ¿Estás ahí?
Paula A. Mills- Heroínas
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Re: ¡No son fantasias y voy a demostrarlo!
Rebecca abrazaba a Paula con ternura. Sentía la respiración acompasada de la chica. Suspiró sin hacer mucho ruido, mientras sus pensamientos iban y venían. No quería morir ahí. Mejor dicho: no quería que la niña que estaba junto a ella muriera. Al menos la pelinegra ya había vivido numerosas experiencias, había sido feliz, conocido tantas personas...había amado. Sabía que le faltaban dos tercios de su vida pero al menos ya tenía 23 años de estar en el mundo. Pero Paula...tan pequeña, tan decidida, tan llena de voluntad e inteligencia...debían salir de ese hoyo.
- Sé controlar a madres enojadas - musitó Rebecca sin perder su habitual alegría. Sólo que, al salir de esas minas, se enfrentaría a su madre biológica, la aguerrida y exceptica Lucy Roberts, y a la madre adoptiva, la temible alcaldesa Siobahn, esa mujer alta y rubia que hacía temblar a todos.
Se había metido un GRAN lío. A decir verdad, no le importaba. Le pasó la botella de agua a Paula para que tomara un poco. Sostuvo la mirada color miel de la pequeña y la ojiverde asintió. Tenían que reestablecer contacto con el exterior, hacerles saber que estaba bien...por ahora. Las minas crujían por debajo y por encima de ellas. Era cuestión de tiempo para que se derrumbaran por completo.
Se acercó más a Paula para escuchar mejor los gritos de Lucy. - No me debes nada, Paula. - aclaró y le abrazó con fuerza. - Vamos a salir aquí, yo lo sé. Pásame el walkie, yo hablaré con Lucy- pidió con una sonrisa mientras sentía el plástico del walkie en su mano.
- Sé controlar a madres enojadas - musitó Rebecca sin perder su habitual alegría. Sólo que, al salir de esas minas, se enfrentaría a su madre biológica, la aguerrida y exceptica Lucy Roberts, y a la madre adoptiva, la temible alcaldesa Siobahn, esa mujer alta y rubia que hacía temblar a todos.
Se había metido un GRAN lío. A decir verdad, no le importaba. Le pasó la botella de agua a Paula para que tomara un poco. Sostuvo la mirada color miel de la pequeña y la ojiverde asintió. Tenían que reestablecer contacto con el exterior, hacerles saber que estaba bien...por ahora. Las minas crujían por debajo y por encima de ellas. Era cuestión de tiempo para que se derrumbaran por completo.
Se acercó más a Paula para escuchar mejor los gritos de Lucy. - No me debes nada, Paula. - aclaró y le abrazó con fuerza. - Vamos a salir aquí, yo lo sé. Pásame el walkie, yo hablaré con Lucy- pidió con una sonrisa mientras sentía el plástico del walkie en su mano.
Rebecca K. Campbell- Humanos
- Soy : Caperucita Roja
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Fecha de inscripción : 25/06/2012
Re: ¡No son fantasias y voy a demostrarlo!
El protocolo, el protocolo. En aquellos momentos lo que más odiaba era el protocolo en aquel tipo de casos. Tuve que hacer un esfuerzo sobrenatural y controlarme, para no mostrar en mi apacible pero preocupado rostro, la rabia que empezaba a comerme por dentro. ¡Que se dejasen de protocolos ya! Lo único que yo quería era que sacaran a MI hija de ahí abajo. Perfecto, era perfecto. – ¿Lo han apagado? – No pude evitar preguntarlo. No creía que Rebecca tuviese tan poca cabeza como para apagarlo, más bien se me antojaba que había sido idea de Paula. Paula y sus ideas. Perfecto. Simplemente era perfecto. Lo que no me esperaba era que Campbell tuviera tan poca cabeza. ¡Era la adulta ahí abajo por el amor de Dios!
En efecto alguien tendría que bajar por el conducto que llevaba hasta el interior de las minas y antes de que siquiera pudiera asimilar esa información propiamente dicho, Lucy ya se estaba ofreciendo. La miré con una mezcla de dureza e incredulidad en mi rostro. Tenía ganas de quejarme, incluso oponerme a la idea de que fuera la madre biológica de Paula la que bajase por aquel conducto a buscar a la pequeña, pero su argumento fue literalmente, aplastante. No podía contradecirla, porque yo sabía mejor que nadie en ese momento que Lucy Roberts estaba en lo cierto. – Tienes razón. Dependen todos de mí. - ¿Sumisa? No, simplemente le estaba dando la razón porque no tenía ningún motivo para llevarle la encontraría. Es más, si me paraba a pensarlo detenidamente, llevarle la contraria conllevaría a ponerme en evidencia y no podía permitirme una mala imagen delante de gente del pueblo porque se me hubiese cruzado ella.
Asentí levemente a las palabras de Wescott antes de seguirle con la mirada mientras se dirigía con decisión hasta el camión de los bomberos, volviendo poco después con un arnés que la joven Roberts tuvo que ponerse. Yo me limite a hacer de espectadora, aunque por dentro estuviese deseando ser yo la que estuviera en el lugar de Lucy en ese momento… Había algo que no podía soportar, por mucha razón que tuviese la mujer al decir que todo Storybrooke dependía de mí (era verdad, después de todo) y era el hecho de que toda la gloria y el heroísmo se lo iba a llevar Lucy. Ella iba a ser la que “arriesgaba” su vida para sacar a Paula y Rebecca de ahí abajo y eso, eso si que me enfermaba.
Desde luego era igual que su madre… Siempre llevándose los méritos siendo una don nadie. Puedo asegurar, que de haber podido habría puesto alguna mueca de desagrado, pero me era imposible dibujar en mi rostro aquellas expresiones sin exponerme, así que estaba, de pie, viendo como preparaban a Lucy para bajar, sin poder hacer nada, tragándome todo lo que pensaba. Bueno, ya se lo haría pagar de alguna manera, desde luego.
Eso sí, no podía quejarme de la profesionalidad de los míos en ese momento y una sonrisa llena de orgullo por mis aldeanos asomó en mi rostro cuando vi a Robert dispuesto a bajarla… En otras circunstancias, hubiese deseado que se quedase ahí abajo y que la mina se derrumbase cuando ella pusiera un pie dentro, pero estando Paula también ahí abajo, me tenía que aguantar y esperar a que volvieran al exterior las tres sanas y salvas… La observé mientras desaparecía por el hueco del conducto, pero al contrario que Zackery y Robert, yo no le dije nada, ni siquiera “suerte”.
En efecto alguien tendría que bajar por el conducto que llevaba hasta el interior de las minas y antes de que siquiera pudiera asimilar esa información propiamente dicho, Lucy ya se estaba ofreciendo. La miré con una mezcla de dureza e incredulidad en mi rostro. Tenía ganas de quejarme, incluso oponerme a la idea de que fuera la madre biológica de Paula la que bajase por aquel conducto a buscar a la pequeña, pero su argumento fue literalmente, aplastante. No podía contradecirla, porque yo sabía mejor que nadie en ese momento que Lucy Roberts estaba en lo cierto. – Tienes razón. Dependen todos de mí. - ¿Sumisa? No, simplemente le estaba dando la razón porque no tenía ningún motivo para llevarle la encontraría. Es más, si me paraba a pensarlo detenidamente, llevarle la contraria conllevaría a ponerme en evidencia y no podía permitirme una mala imagen delante de gente del pueblo porque se me hubiese cruzado ella.
Asentí levemente a las palabras de Wescott antes de seguirle con la mirada mientras se dirigía con decisión hasta el camión de los bomberos, volviendo poco después con un arnés que la joven Roberts tuvo que ponerse. Yo me limite a hacer de espectadora, aunque por dentro estuviese deseando ser yo la que estuviera en el lugar de Lucy en ese momento… Había algo que no podía soportar, por mucha razón que tuviese la mujer al decir que todo Storybrooke dependía de mí (era verdad, después de todo) y era el hecho de que toda la gloria y el heroísmo se lo iba a llevar Lucy. Ella iba a ser la que “arriesgaba” su vida para sacar a Paula y Rebecca de ahí abajo y eso, eso si que me enfermaba.
Desde luego era igual que su madre… Siempre llevándose los méritos siendo una don nadie. Puedo asegurar, que de haber podido habría puesto alguna mueca de desagrado, pero me era imposible dibujar en mi rostro aquellas expresiones sin exponerme, así que estaba, de pie, viendo como preparaban a Lucy para bajar, sin poder hacer nada, tragándome todo lo que pensaba. Bueno, ya se lo haría pagar de alguna manera, desde luego.
Eso sí, no podía quejarme de la profesionalidad de los míos en ese momento y una sonrisa llena de orgullo por mis aldeanos asomó en mi rostro cuando vi a Robert dispuesto a bajarla… En otras circunstancias, hubiese deseado que se quedase ahí abajo y que la mina se derrumbase cuando ella pusiera un pie dentro, pero estando Paula también ahí abajo, me tenía que aguantar y esperar a que volvieran al exterior las tres sanas y salvas… La observé mientras desaparecía por el hueco del conducto, pero al contrario que Zackery y Robert, yo no le dije nada, ni siquiera “suerte”.
Siobhan R. Mills- Reina
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