¿En qué creer ya? {Malcom}

Imaginaos la escena; una Iglesia, silencio absoluto, una mujer aguantándose la lagrimilla, algún hombre rezando por su amigo o Dios sabe a quien, el cura paseándose de un lado a otro vigilando que el decorado no se moviera ni un milímetro, unas abuelitas encendiendo velas por sus fallecidos... Y así hasta un sin fin de casos, hasta que de repente todos -o casi todos- se ven interrumpidos por un amago de risa que resonó e incluso hizo eco dentro de la Iglesia. Muchas miradas que podrían matar se dirigieron directamente a un sujeto, el cual carraspeó al percatarse de que habían demasiados ojos clavados en su nuca, incluso los del cura.

- Perdón, perdón... - intentó controlarse. Ese individuo era, ni más ni menos señores, que Malcolm Adam Lynch. Hasta en la Iglesia dando el cante - Es que si os fijáis se le ve el trasero a Cupido.... - afirmó intentando aguantarse la risa mientras señalaba el techo del edificio - Y también se le ve el... la... el... Bueno, eso...

¿Cuál es la siguiente escena? Pues bien, Malcolm saliendo por la puerta arrastrado por dos viejas indignadas, dispuestas a echarle la bronca en la misma entrada e incluso una de ellas lo había cogido por la oreja.

- ¡A-ay! ¡Ya vale! ¡Que soy demasiado mayor para...! - trató de explicarse mientras intentaba que la vieja le soltara de la oreja, sin mucho éxito.

- ¿Mayor? ¡Reírte así de los..! - pero la abuela se vio interrumpida por su compañera, alegando ésta última que no era el lugar más conveniente para la regañina, así que alejándolo un poco de la fachada, le soltaron una bronca que incluso Malcolm se sintió como si estuviera en un colegio, con una sarta de descalificativos tales como "sinvergüenza" o "Blasfemo" que le dejaron la cabeza hecha un bombo. Nunca mejor dicho, dio gracias a Dios cuando lo dejaron tranquilo y el silencio volvía a invadir sus oídos.

- ¡De verdad! Yo no sé que se habrán pensado, a mí lo que me hacía gracia era la flecha de Cupido... La del arco. Luego el pecador y la mente perturbada y perversa soy yo... - se quejó, murmurando mientras se sacudía sus extravagantes ropas para que se disiparan las arrugas que le habían dejado esas mujeres a las que lanzó una última mirada entornada. Miró a su alrededor, pensando qué podría hacer. No salía mucho de casa, así que quizás un paseíto no iría mal, despejarse la cabeza del trabajo. Del trabajo a casa y de casa al trabajo, pim pam. La placita invitaba a dar unos pasos dejando la mente en blanco. Se veía a gente por ahí, a pesar de ser temprano. Igual era el momento idóneo para gastar alguna broma. Empezó a rebuscar en sus bolsillos, a ver si encontraba algo útil, pero no.

Pero... Pareció encontrar una oportunidad. Un hombre se fue a sentar justamente al lado de una muchacha que estaba de buen ver -bueno, Malcolm no entendía mucho sobre eso de sentirse atraído, pero tenía ojos como todo el mundo-, estaba claro que ese hombre iba a lo que iba, incluso escuchó lo que le dijo a ésta. Sonrío de lado y sigilosamente se acercó hasta la parejita, tomando sin previo aviso la pluma que el tío tenía en la mano.

- Gracias, me irá bien para hacer algún complemento para mis diseños. Además, debería saber que los ángeles son unisex, así que no creo que tenga mucho futuro con uno de ellos. Debo añadir también que un "angelito" nunca llevaría un escote por el que se le viera todo el canal que bien podría pasar por ahí el río Nilo. A ver si nos tapamos un poco más señoritas, que esto ya parece la carnicería con tantas pechugas - dijo dirigiéndose primero al hombre y por último a la chica, que seguramente se le habría esfumado esa timidez y sonrisa que le habría logrado sonsacar el bombero hacía unos segundos - A todo esto, no interrumpo nada, ¿verdad? - preguntó, aunque eso realmente no le importaba, había venido precisamente a molestar - ¿Alguna vez habéis entendido eso de los "ángeles caídos"? Es decir, si son ángeles caídos como dicen... ¿Por qué siguen teniendo alas? En el infierno no necesitan, aunque sean de color negro. En fin. Ey, tú - dijo, mirando al chico - ¿Has probado alguna vez dibujar con la cabeza metida en una olla? Al parecer las ideas se quedan ahí retenidas y tienes una mayor inspiración para tus creaciones.

Sinceramente; no le prestó mucha atención a la chica cuando ésta se levantó indignada por la palabrería de Malcolm. Parecía que a éste realmente le importaba un comino lo que la gente pudiera pensar o si se podían ofender por sus palabras. Si por algo se caracterizaba, era por su ocasional sinceridad, quizás una sinceridad demasiado cruda.

Parecía que tanto uno como el otro se habían centrado entre ellos, dejando de lado a la compañía femenina. A Malcolm no le pasó desapercibidos esos gestos; por lo contrario de lo que en un principio pudo pensar, a ese hombre no le sentó tan mal la interrupción del joven. O eso o sabía disimular muy bien con sus carcajadas. En un acto reflejo, dio un par de pasos sutiles hacia atrás cuando el desconocido se levantó, respondiendo a las preguntas que Malcolm había dejado en el aire. Lo miró algo sorprendido; ¿Sal en la leche? ¿Le estaba tomando el pelo, sólo bromeaba, o le seguía la corriente como muchos del pueblo?

- Bueno, no te digo que no lo vaya a probar, pero tampoco creas que soy alguien que va al revés de la gente normal… O eso creo yo – respondió frunciendo el ceño, mirándolo de arriba abajo. Ese hombre tenía algo que le recordaba a alguien, pero no estaba seguro. Había tanta gente allí que le sonaba de algo, que ya ni perdía el tiempo en intentar recordar. Y como no, tenía que salir una referencia como la de “manicomio”. Pero iba a ignorarlo, una vez más - Sí, entiendo. La Tierra en realidad es como el mismísimo infierno, ¿no lo cree usted así? – afirmó con algo de misterio en su voz, mezclado con resentimiento, contrastando con la naturalidad con la que el desconocido hablaba – ¡Quién sabe! Igual sí lo es… - respondió correspondiendo a la ironía de éste, sonsacando una sonrisa ladeada y descreída. Ángeles caídos… ¿De verdad creía que podían existir? De ser verdad que esa clase de cosas y que Dios existía, ese Dios debía ser bastante despiadado y cruel, o simplemente se había olvidado de los terrestres… O simplemente los había castigado, por alguna remota razón. Malcolm no pudo evitar hacer un amago de risa, al ver que lo había reconocido como “el tipo que se rió de Cupido”, y sobretodo ver que aparentemente a él también le hacía gracia.

- Bueno, siempre suelen decir que los ángeles no tienen sexo, por lo cual no entiendo por qué en realidad siempre los dibujan con sus partes nobles – comentó al respecto. Fue entonces cuando se le iluminó la mente, mientras el otro se reía. Esos ojos, azules… Esa mirada, algunos gestos. Conocía demasiado bien a una persona del pueblo, y podía reconocer a cualquier persona que tuviera semejanza con ella - ¡Espera! Tú… ¿No serás pariente de Noah, verdad? – preguntó señalándolo y abriendo más los ojos. Estaba seguro que no se equivocaba, y si así era, tampoco le daría mucha importancia; al fin y al cabo era Malcolm, ese tío que se inventaba paranoias o que era capaz de mantener una conversación consigo mismo – Y, ¿A qué ha venido aquí? No sabía que de tener un hermano, éste se tomara su tiempo para ir a la Iglesia – preguntó extrañado. Sabía que Noah tenía algún que otro hermano, pero tampoco lo había llegado a conocer, pero al parecer era algo sobreprotector con ella. Realmente, pensándolo así, ese tipo no tenía pinta de ser muy exigente, la verdad, y desde luego no se aplicaba el cuento sobre sí mismo, pues bien que él ligaba lo que le daba la gana e iba con la compañía que se le antojara. Igual Noah sólo exageraba, no sería algo extraño; de los hermanos… siempre… Bueno, se solía discutir con ellos e incluso cogerles manía. Pero al fin y al cabo, los hermanos podían llegar a ser el mayor confidente que uno podía tener, y su ausencia era como perder una parte de ti.

- Me llamo Malcolm – se presentó, extendiéndole la mano. Era un gesto que muy pocas veces solía hacer, con lo cual se convertía en algo inédito. Pero quizás si era familia de Noah... Querría conocerlo más a fondo. De toda la gente que había en Storybrooke, y se tenía que topar precisamente con él. Ese día llevaba la muñeca y parte de la palma de la mano vendada, aunque eso ya era algo normal en Malcolm. Las muñecas se le abrían con facilidad, como era el caso, pero el resto de las veces también lo llevaba para inmovilizar la zona e evitar que se le abrieran más veces de lo debido. Pero estaba acostumbrado a ese tipo de dolencias –Quizás te suene mi nombre, soy conocido de… Noah…

- Bueno, por probar cosas nuevas... – afirmó Malcolm respecto al tema de la leche, con una sonrisa ladeada de esas típicas suyas. Era una de esas veces en las que se hacía un poco el tonto, pero entendía perfectamente todo lo que le estaba diciendo el, ahora sí confirmado, hermano mayor de Noah. Escuchó sus opiniones sobre la Tierra y el infierno, a ojos de Malcolm un tema interesante, aunque deprimente, pero lo tenía asumido. Para el joven ese pueblo ya era algo parecido al inframundo, no quería decir con eso que los habitantes fueran diablos, no al menos la gran parte ellos. Quién sabía si Malcolm era incluso uno de ellos, uno de esos que tenían el corazón más oscuro que las mismas tinieblas – ¿Tú crees? – preguntó de forma retórica, mirando momentáneamente el suelo mientras balanceaba un poco los pies hasta que volvió a erguirse y mirar al chico – Quizás lo único que cambie es que aquí no hay fuego. Respecto a lo de la hormiga... – entornó ligeramente los ojos, como si estuviera pensando. No iba a negar que le gustaba poner a prueba en muchas ocasiones a la persona con la que estaba hablando. Su propia reputación o que pensaran que le faltaba un tornillo le daba igual a esas alturas – ¿Y si te dijera que yo he conocido hormigas? Oh, y me refiero a haber hablado con ellas, así, como cuando saludas al vecino y tal. Supongo que les gustará saber que les tienes tanto aprecio – comentó haciendo algún que otro movimiento con la mano despreocupado.

Desde luego el hombre era más dicharachero de lo que Malcolm hubiera creído hasta entonces sin conocerlo. Parecía muy simpático, a pesar de que no dudaba de que le siguiera la corriente en muchas ocasiones. Pero bueno, no se veía mala persona, y dudaba que lo fuera si compartía hogar con Noah, la cual no le había hablado mal de su hermano, sólo sobre sus exigencias y demás por saber con quién andaba, tampoco algo fuera de lo común y Malcolm pudo comprobarlo más adelante en esta conversación.

- Igualmente – respondió Malcolm después de que se estrecharan la mano. Iba a decirle algo así como “El placer es mío”, pero la excesa amabilidad no iba con él. Sí, se podía decir que era algo así como alguien amargado, que había perdido la vergüenza o el interés. Éste le explicó las razones por las que andaba alrededor de la Iglesia, y entonces ya cobró más sentido. Le parecía extraño que los Stoner fueran tan creyentes. - Oh, lo siento. ¿Amigo de profesión quizás? – no, no podía llegar a ser tan retorcido como para preguntar cómo murió su amigo para que el dolor que seguramente sentiría Vick, o el sentimiento de remordimiento, se alargara, haciendo que sufriera más atormentándose por ello. ¿O tal vez sí? No, no podía caer tan bajo.

Posiblemente y para suerte de Vick, el tema se desvió hacia la relación entre su hermana y Malcolm. Se confirmó lo que Noah siempre le había dicho sobre él, el cierto control que quería tener sobre ella, sorprendiéndole incluso la pregunta sobre la edad. La de cosas que uno podía preguntarle, y lo primero que se le ocurría era qué cuántos años tenía. Malcolm no disimuló su rostro enarcando una ceja.

- ¿Le sorprendería si le dijera que tengo treinta?... – sonrió de nuevo, con esas maneras que no se sabe si planeaba algo clandestinamente o como si sus intenciones no fueran del todo inocentes. Volvió a mirar hacia al suelo, pateando sutilmente una piedrecita que había en el suelo con un amago de risa, y dio unos pasos alrededor de Vick - ¿No te fías de lo que tu hermana te cuenta?... ¿O acaso soy yo del que no te fías? – se detuvo para mirar a Vick a los ojos. Tras aquello, retomó sus pasos reflexivos, lentos - ¿Sabes? Sinceramente haces bien en desconfiar, hoy en día no sabes lo que te puedes encontrar por la calle... Se oyen rumores... – dejó aquello en el aire, mirando al horizonte por unos instantes. ¿Sabía Malcolm de lo que hablaba? Quizás sí, quizás no... Quién sabe lo que el joven tenía en esa mente suya tan extraña y peculiar. La verdad es que Noah había estado bastante rara en cuanto su actitud respecto a él, desde que la vio en la tienda de antigüedades mientras hablaba con Dana, y salió huyendo sin tan siquiera saludarlo. Fue extraño, desde entonces estaba esquiva, pero conociéndola, no sería raro que no se lo hubiera contado a nadie, ni siquiera a su hermano. Hasta entonces habían sido algo así como amigos, incluso habían gastado bromas a gente del pueblo. Suponía que para ojos ajenos seguían siendo compañeros, pero entre ellos algo se había ensombrecido, incluso roto... Tal vez era mejor así, puesto que ni siquiera él mismo, Malcolm, era totalmente consciente de lo que podía llegar hacer. Estaba seguro que podía llegar a ser tan retorcido e indescifrable como los dibujos que se lucían en lo alto de la cúpula de la Iglesia...

Vaya, en esa ocasión no le había seguido la corriente, quizás era debido a que sería demasiado evidente, cuando cualquier persona de Storybrooke vería con ojos extraños hablar con hormigas. La verdad es que hasta él mismo ya lo veía como algo propio de trastocados. La sonrisa de Vick se le contagió, dando a entender que efectivamente se había tratado de una simple y mera broma.

- En cierta manera son dignas de respetar, aunque se metan en tu casa sin previo aviso a robarte la comida mientras suben por las paredes y se cuelan por los huecos más insospechados – comentó respecto a ese tema.

Pero dejando aparte el reino animal, la conversación se tornó bastante interesante. Malcolm notó una expresión extraña, tal vez incrédula por parte del hombre cuando dijo que bien podría tener treinta años. No sabía si Vick se lo acababa de creer o no, pero el juego comenzaba y a Malcolm le encantaba especialmente liarle la cabeza a las personas con las que hablaba, por si no había quedado suficientemente claro, y más a alguien como él, dando en el punto que más le preocupaba: su hermana. La verdad es que al dejar aquello de los ‘rumores’ en el aire, había pensado en él mismo, en lo que podían llegar a decir las personas de Storybrooke, pero al parecer Vick lo había enfocado de otra manera: hacia Noah. Malcolm hizo un amago de risa, dando unos cuantos pasos hacia el frente y dándole la espalda momentáneamente al joven con el que estaba conversando. ¿Por qué a veces sentía la necesidad de fastidiar a cuantos viera a su alrededor que parecían tener una vida tranquila, o aparentemente estaban bien? Por ejemplo con su familia. Los Stoner parecían unidos, se protegían entre sí... Pero Noah, Noah siempre había sido su amiga. Él la veía como una chica algo vulnerable, y aunque daba la sensación que Malcolm muchas veces pasaba de ella, siempre la ayudaría cuando lo necesitara. ¿Iba ahora a inventarse rumores sobre ella? ¿Por qué?

En cierta manera entendía a su hermano, esa protección que ejercía sobre Noah. Seguramente no era su intención agobiarla, pero quería lo mejor para la chica, y si alguien le hacía daño, seguro lo pagaría caro. Y ese alguien no quería ser él mismo, Malcolm. Por eso pensaba que ese distanciamiento entre ambos no había sido del todo malo.
Se giró hacia él tras dar esos pasos reflexivos mirando al suelo.

- ¿Quieres mucho a tu hermana, verdad? – comentó, casi ignorando las últimas palabras de Vick. - Tengo entendido que la proteges bastante, yo también lo haría tal y como está el mundo. Hay mucho loco suelto, y más ahora, que están sucediendo cosas cuanto menos... peculiares, en Storybrooke – igual con esas palabras respondía la última pregunta que preocupado le había formulado Vick a Malcolm. – ¿Le apetece dar un paseo por la zona?... – le ofreció dispuesto a comenzar a avanzar, pues aunque siempre notara que las conversaciones con la gente eran ciertamente vacías, en aquella ocasión estaba entretenido. - ¿A usted no le han parecido extraños estos últimos días? Oh bueno... Lamentando lo de su amigo, claro – aunque Malcolm estaba más frío que el hielo diciendo eso, era como si le importara poco o menos los problemas ajenos, incluso los de sus amistades. Se llamaba ser hipócrita, cada vez estaba más convencido de que lo era, y un egoísta también.

Alzó la vista por unos instantes hacia la Iglesia que se alzaba ante ellos, concretamente la cruz, siempre tan majestuosa para el ser humano aunque fueran tan sólo dos palos cruzados y clavados en el suelo, que no era el caso. Era curioso que a pesar de no ser creyente, ese símbolo removía sensaciones dentro de uno, como si fuera mágico, místico y sobretodo, misterioso. Aún Malcolm no sabía el por qué, ya que podía ser como cualquier otro símbolo existente, pero aquél era especial, por mucho que él no tuviera fe en aquello que mucha de la gente creía.

- Es curioso – dijo, sin apartar la mirada de ahí - Dice que viene sólo por respeto a su amigo fallecido, que no es muy creyente. Pero al mismo tiempo... – bajó la mirada, ahora dirigida hacia Vick que seguramente estaría a su lado, quizás contemplando como él, o quizás no – ... piensa que allá donde esté, éste recibirá su gesto. Si de verdad creyera que está muerto y no es más que hueso y tierra, dudo que viniera aquí. Es su consciencia la que hace que piense que quizás aún pueda estar cerca de usted. En el fondo, por mucho que se quiera negar, siempre se necesita creer en que nunca llegará el día en que no sentiremos nada, ni presenciaremos nada, ni existiremos. En algún momento de nuestra vida, siempre acabaremos mirando una cruz de forma distinta, algún día dudaremos de si existe o no un Dios, ya sea antes o después. Si de verdad lo tuviéramos tan seguro de que no hay nada tras la muerte, el remordimiento no existiría, ni siquiera habrían cementerios, ni nos daría tanto respeto caminar entre las lápidas. Siempre mantenemos la esperanza de que un día esa persona fallecida pueda volver, ya sea de una manera o de otra.

Sí, parecía que le había entrado esa vena reflexiva que muchas veces tenía. Pero qué más daba ya lo que pudiera pensar Vick, daba igual lo que dijera Malcolm, él sólo tenía un claro objetivo en su mente, y lo demás, poco le importaba. Pero quién sabía si quizás la respuesta de ese hombre podía llegar a sorprenderlo.