Una noche de verano cualquiera, te conocí. {Vick & Savannah & Libre}

Había quedado con una familia -mi amigo, su mujer y sus hijos- para tomar algo y, en vez de irnos a un bar, pensemos en pararnos a cenar en un restaurante que había en un bar. Me pareció perfecto y, aceptando la propuesta de mi amigo, me preparé para esa noche. Sabía que mi hermana no vendría por eso solo le dije que me iba de cena y que si pasaba algo que tendría mi móvil para llamarme.
Me puse una camisa azul, un chaleco negro y unos vaqueros oscuros y, con unos zapatos negros, salí de mi casa con mi cartera llena, mi móvil encendido y operativo. Cogí el coche y salí hasta el parque que estaba más o menos en el centro de StoryBrooke, a media hora de mi casa. En el coche fui pensando en lo que el día anterior me paso con esa chica.. Alegna. Fue extraño. Coincidí con ella, la conocí y ahora resultaba que era la chica que rescaté en un incendio. Era todo una coincidencia del destino.. pero me gustaba. Esa sonrisa que me puso cuando hablaba, esos ojos.. podía tener esperanzas con ella, lo sabía.


Estuve medio distraído el tiempo que llegué al parque y, cuando aparqué el coche detrás del parque, fui hacía el lugar donde quedé con mi amigo. No me hizo falta llamarle, pues se veían a los monos de sus hijos saltar por lo árboles y bancos. Tenía dos: un niño mayor de diez años y otro menor de siete. Eric y York. Eran unos niños realmenete adorables aunque algo traviesos cuando venían ala estación.
Fui con mi amigo, nos saludemos los tres -nos conocíamos entre los tres, pues trabajamos juntos- y fuimos hacía el restaurante de pizzas que acababan de abrir en el jardín. Los niños nos siguieron y fue Eric quien se subió a mi espalda, como si fuese un mono, donde yo, al tener alma de niño pequeño y al ser mi debilidad los infantes, le seguí el juego, corriendo por todo el parque con Eric a mi espalda y York detrás nuestra repitiendo la frase de: 'Yo también quiero'. Al final cogí a los dos niños y corrí hacía delante, haciéndole todo un recorrido a los niños. Uno estaba en mi espalda y otro entre mis brazos. Podía con los dos perfectamente, levantaba cosas más pesadas que estos niños delgados.
Los padres se reían mientras caminaban hasta el restaurante donde lleguemos nosotros tres agotados de tanto correr, nos sentemos en la mesa y agarré la carta. Fue Jonh, el padre de los niños, quien se sentó a mi derecha y su hijo Eric se sentó a mi izquierda. Los mayores, es decir, Jonh, su mujer y yo, fuimos lo que pedimos unas pizzas hawayanas a la camarera del restaurante y una pizza pequeña de jamón y queso para los niños.
Los niños salieron a jugar, de nuevo, por el parque y yo, en cambio, me quedé con Jonh y su mujer, como era claro que haría, hablando sobre el incidente que pasio hace tiempo.. donde conocí a Alegna.

Los paseos nocturnos me suponían un momento de absoluto relax y de encuentro con mis propios pensamientos. El resto del día estaba siempre tan ocupada que reparaba poco en todo los pensamientos que iba cruzando por mi cabeza. Había dicho a Rebecca que yo sacaría a Kuma a pasear aquella noche, así que fuertemente cogida con la correa, correteaba la pequeña Border Collie a escaso metro de mí. Me hacía gracia lo feliz que se la veía por poder salir a la calle y me juré a mí misma llevármela alguna vez más a dar una vuelta conmigo siempre que a Rebecca no le molestase.

Realmente no estaba vigilando por donde pasaba, es decir, simplemente necesitaba salir un rato, dar una vuelta, que me diese el aire y no estar encerrada toda la noche en casa de Rebecca, por mucho que pudiera estar leyendo un libro. Necesitaba eso, lo que estaba teniendo ahora mismo, un descanso mental. Desconectar de todo lo que me rodeaba durante el día. Olvidarme de mis problemas y mis preocupaciones, pero sobretodo olvidarme de lo mal que me sentía por Robert.

¿Por qué debería sentirme mal? ¿Por haberle dejado? Sabía perfectamente que había sido la mejor decisión que había tomado en mucho tiempo. Haberme quedado con él solo habría implicado más daños, hacerle más daño a él y en consecuencia a mí misma, por seguir metida en una relación que no hacía otra cosa que asfixiarme. Me hacía sentir de muchísimas maneras menos feliz. Eso no era el matrimonio. Eso no era el amor. Aquello había sido otra cosa distinta.

Recordaba a la perfección nuestros buenos momentos y tenía recuerdos muy felices de mi matrimonio con Robert, pero ahora no me parecían más que un mero espejismo. Esos recuerdos estaban allí, pero no eran para nada los recuerdos que guardaba en mi cabeza sobre mis últimos meses de convivencia con el que fuera mi marido. Suspiré ligeramente cansada y decidí que era momento de volver a casa justo cuando estaba caminando por el parque de Storybrooke. Me había alejado bastante de la zona residencial sin darme cuenta, pero no me importaba, el paseo de vuelta seguro que era igual de agradable que el de ida.

Estaba por darme la vuelta cuando distinguí la silueta de Vick entrando en el restaurante que había allí cerca, y si, la curiosidad me pudo y decidí caminar hasta donde estaba. Dejé a Kuma atada a un poste fuera del restaurante prometiéndole que no tardaría mucho y después entré. Eché un vistazo rápido al restaurante antes de localizar al bombero que estaba con otra familia de Storybrooke, por un momento estuve tentada de volver a darme la vuelta, coger a Kuma y volver a casa, no me gustaba interrumpir, pero algo dentro de mí me obligó a caminar hasta la mesa que ocupaban.

- Buenas noches, ¿interrumpo algo? - Estaba segura de que así era pero aún así no había podido evitarlo - Hace mucho tiempo que no te veía, Vick... Te he visto desde lejos y he pensado en pasarte a saludar – Una forma sencilla de dejar claro que mis intenciones nunca habían sido las de interrumpir aquella velada, porque tenía pinta de ser eso: una velada entre amigos.

La conversación estaba haciéndose más y más pesada. Marido y mujer discutían sobre algo que había sacado yo el tema. ¿Por qué habría empezado la conversación esa tan extraña, donde fue solo una pregunta? A veces prefería estar mudo y no hablar nunca, pues cada vez que lo hacía era para estropear más las cosas.. por lo menos si iba a cenar con parejas, porque siempre acababan discutiendo de que ellos no tenían algo que no tenía yo o que no hacía falta tener algo que yo tenía.. y de eso se hacían miles y miles de peleas. ¿Por qué siempre aceptaba ir a cenar con mis amigos?

Intentaba pasar de la pareja, tomando el plato de Spaguettis con tomate y albóndigas. La larga pasta estaba deliciosa, caliente y en su punto, con ese tomate suave y esas bolas de carne sabrosas y tiernas. Daba gusto comer ese plato y volver a repetir, aunque no lo haría por lo caro que valía. Mientras comía el pato de Spaguettis, lo acompañé con un trozo de pan.. vale, era raro acompañarlo con algo así, pero yo lo hice.
A penas estaba a mitad del plato, los dos seguían peleando. Me daban vergüenza ajena, me recordaban a mi padre y a mi madre.. ¿por qué ahora sentía tanto bochorno? Yo seguí a lo mio, comiendo el plato de pasta. Deseaba que todo esto acabase, que dejasen de pelear y que tuviésemos la fiesta en paz.. pero solo paso algo que, al menos, me hizo alejarme de ellos por un rato.
La voz de Savannah, la pastelera de la pastelería de la ciudad, sonó detrás de mi. Yo me levanté de mi mesa, obviamente, y fui a saludarla, con una amplia sonrisa.

- Savy, querida, ¡cuanto tiempo sin verte! -Le di dos besos en sus mejillas y le puse una mano en su hombro.- No, no interrumpes nada.. mejoras el ambiente, creo yo. -Dije con ironía, en un tono bajo para que solo me escuchase ella, y sonreí de lado. Miraba a la pareja, señalando el ambiente tan tenso que había, pero luego mire a Savannah y acaricie su hombro.- ¿Qué? ¿Qué tal la vida? Hace tiempo que no voy a verte por ahí, ¿eh?

No me sorprendió en absoluto que se levantase para darme dos besos, aunque noté las miradas durante unos segundos casi inexistentes de los componentes de la pareja con la comía, y digo unos segundos casi inexistentes porque prácticamente al momento volvieron a sumergerse en la discusión que se traían entre manos, que a saber como se había originado. Les señalé unos segundos con una de mis manos, abriendo la boca para decir algo al respecto como “¿qué les pasa?” pero al final volví a cerrar mi boca sin que ninguna palabra o pregunta saliera de la misma.

- Tampoco tanto, teniendo en cuenta que vivimos en un pueblo mas o menos pequeño. Alguna vez te he visto, pero no he tenido oportunidad de acercarme… - volví a mirar a la pareja unos segundos esbozando una tímida sonrisa a pesar de que ellos no me estaban mirando. Sentía que realmente aquella tampoco había sido la mejor oportunidad para acercarme, pero allí estaba y ahora quedaría horriblemente grosero irme sin más, aunque Kuma me estaba esperando fuera. “No, no interrumpes nada… mejoras el ambiente, creo yo” no pude evitar sonreír divertida ante aquellas palabras. ¿Acaso era muy difícil mejorar el ambiente que se respiraba allí?

¿Mi vida? No hacía falta que pensase demasiado para poder hacer un resumen de cómo iba mi vida – Va bien. Genial la verdad. Robert y yo nos hemos separado pero…, era lo mejor. – Sonreí brevemente mientras pensaba que aquella pareja que acompañaba a Vick debería hacer exactamente lo mismo. El caso es que mi propia experiencia aquellas discusiones no habían existido y aún así. – ¿Y la tuya como sigue? – Le pregunté mientras volvía a poner mi mirada otra vez sobre ellos, con los ojos ligeramente abiertos. Sí, se podría decir que empezaba a pensar que para ponerse a discutir en un lugar público, mejor podían quedarse en su casa y sacarse los trapos sucios en su intimidad

– ¿Te apetece…? – Me quedé mirando unos segundos su plato que estaba prácticamente vacío sobre la mesa - ¿… dar una vuelta? Tengo a Kuma fuera, la perrita de Rebecca. – Dije al tiempo que señalaba con mi cabeza hacia el exterior del restaurante – Y ya de paso nos ponemos al día… - Me encogí de hombros. Desde luego no tenía ganas de permanecer en un lugar con un ambiente tan cargado, un ambiente donde la tensión se podía cortar con un cuchillo.