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Mensaje por Savannah L. Hastings Miér Sep 19, 2012 9:28 am

En un pueblo tan pequeño como Storybrooke (o relativamente pequeño) las noticias tanto buenas como malas se extendían con una velocidad que a veces daba vértigo y lo mismo pasaba con los rumores... Aquella vez no era un rumor lo que había corrido. Recordaba estar en el supermercado y oír como un corrillo de ancianitas (¿Quién sino?) hablaba de los Sullivan, en un movimiento totalmente inconsciente y muy típico, di unos cuantos pasos hacía atrás hasta estar más cerca de ellas y poder oír perfectamente lo que estaban diciendo.

Me sorprendió, ¿por qué he de mentir al respecto? ¿Grace siendo infiel a William? Para mí era algo inconcebible y tuve que pararme a pensar bastante al respecto. Sobra decir que al principio ni siquiera me había creído aquellos cuchicheos entre mayores, pero cuando más gente empezó a decirlo acabe “obligada” a creerlo. ¿Por qué se iban a inventar todos aquello? Eso y que ninguno de los dos había ido a desmentirlo. Luego estaba la noticia del bebé de Grace, de eso se había enterado prácticamente al día siguiente de que pasara, pues era de aquellas noticias que se sabían quisieras o no, a no ser que vivieras realmente en las nubes.

Me había planteado más de una vez ir a ver a Grace, para preguntarle cómo lo llevabam pero...¿Cómo lo iba a llevar? ¡Mal obvio! Aquello era como si le preguntarás a una persona a la que acaban de mutilarle alguna parte del cuerpo como se encuentra. ¡Pues mal! ¿Cómo se iba a encontrar sino? Eran de aquellas preguntas que se hacen sin pensar y que resultan ser crueles. Crueles a más no poder. Por eso había ido retrasando el momento de ir a visitar a mi amiga, pero el hecho de enterarme de “aquello” hizo que se lo replantease, cambiando incluso el objetivo de la visita. Ya no era una visita para ir a ver a Grace por lo del bebé, no, las tornas habían cambiado y era una visita a William para saber cómo lo llevaba. Todo en general.

Era simplemente que no entendía como Grace había podido hacerle algo así a alguien como William, que parecía siempre tan atento. Al menos conmigo, lo había sido. Quizá de esa atención había nacido aquella confusión y ese sentir que pertenecíamos de alguna manera el uno al otro. Fuera como fuera me sentía en la obligación, era como si algo invisible me empujara y yo era incapaz de oponer resistencia. No había nada de malo en ello, ¿no? Solo iba a visitar a un buen amigo que además de haber perdido a su bebé recién nacido sin haberlo podido conocer, había descubierto que su mujer le había sido infiel. No sabía ni siquiera como me enfrentaría a Grace, porque... ¡Es que simplemente no lo entendía! ¡No me entraba en la cabeza! Ni siquiera yo, con lo mal que lo había pasado con Robert me había planteado jamás eso.

Ni siquiera me planteaba ahora mismo empezar otra relación.

Había pensado mil maneras de presentarme en su casa, incluso con alguna excusa estúpida por la que me había dirigido hasta allí, pero, ¿en serio necesitaba una excusa? En realidad me bastaban los motivos antes nombrados, pero sentía que haciendo aquello estaba infringiendo alguna ley o algo. ¿Estaba haciéndolo? Se me acabó el tiempo de preguntas mentales porque para cuando quise darme cuenta estaba en el portal de los Sullivan.

Me llevó otros eternos segundos levantar la mano y llevar mis dedos hasta el timbre, pulsándolo. Hasta mis oídos llegó el clásico sonido que sigue a esa acción. Los nervios empezaron a revolotear dentro de mí, aunque en realidad ni siquiera sabía por qué estaba nerviosa... ¡Sólo iba a ver a un amigo que lo estaba pasando mal!

Solo eso.

Me lo repetí en la cabeza una y otra vez mientras esperaba ahí fuera plantada, rezando y rogando incluso por que no fuese Grace la que abría la puerta, porque no creía tener la fuerza para enfrentarme a ella, ni para ser una persona amable y comprensible. No después de eso.
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Mensaje por William A. Sullivan Miér Sep 19, 2012 1:55 pm

Hacía ya algunos días de todo lo que había acontecido. Grace había estado ingresada desde aquel momento por el débil estado en el que se hallaba y al ser yo médico en el hospital habían tomado todo tipo de precauciones extras que considerasen oportunas para procurarle los mejores cuidados que podían dársele. Yo, por otra parte, había pasado la mayor parte del tiempo a su lado en el hospital. Podía haber visto miradas de compasión en los ojos y, pese a que sabía que no era con mala voluntad, odiaba ese tipo de situaciones: Hacían que recordase más a aquella niña, a lo que podría llegar a haber sido. Pero ahora... jamás lo sabría. ella estaba muerta y con ella se había marchado gran parte de Grace y, para que engañarnos, mía también.

Sin embargo, yo perduraba manteniendo aquella pose fría, intentando que no dejase ver que me afectaba y comportándome de esa forma. Parecía como si no tuviese sentimientos y, los que conservaba, los utilizase para cuidar de la rubia. Lo hacía, evidentemente, por Grace. ella era lo que menos necesitaba en aquel momento y aunque pensase que no se merecía ningún tipo de ayuda por mi parte, algo en mi interior no me dejaba abandonarla a su suerte. Estaba sufriendo mucho y eso me hería sobremanera. Jamás le perdonaría aquello, pero después de tantos años juntos, de todos los lazos que habían creado tanto en los buenos como en los malos momentos... eran más fuertes que aquello, y más en ese momento. Podía sentir en la mirada de algunos de los visitantes también la sorpresa por verme allí cuidando a Grace. Yo me limitaba a fruncir suavemente el ceño y dejarlo correr. Parecía que la noticia se había propagado más rápido de lo que yo hubiese deseado por la ciudad. Yo al contrario, había estado completamente ausente de todo el mundo, sin enterarme de nada de lo que había ocurrido por la ciudad todos estos días. El haber cogido una baja en el trabajo por asuntos personales había logrado que, al reducir el contacto con mis pacientes, toda la información que obtenía de ellos desapareciese.

Los únicos momentos que tenía libre, que aprovechaba para venir a casa eran para ducharme y descansar un poco ya que cuando me quedaba por las noches con Grace no solía dormir, sino que me quedaba despierto toda la noche velando que todo marchase bien. Y por el día, tampoco es que tuviese demasiado tiempo. Lo bueno es que me había acostumbrado a dormir 3-4 horas como mucho; lo malo, las ojeras que portaba todo el día.

Me hallaba tumbado en la cama, intentando conciliar el sueño aunque sin ningún tipo de éxito. Eso también me había ocurrido alguno de los días. Pese a que me había decantado a tomar unas benzodiacepinas para lograr conciliarlo mejor, para intentar estar más tranquilo, parecían no sentir demasiado efecto. La cabeza no dejaba de darme vueltas y el dolor interno que sentía, la soledad, el sufrimiento, no eran tampoco adecuados para lograrlo. "Quizás debería aumentar la dosis..." Pensé para mí. O eso, o visitar a Sydney un día y soltar todo aquello que guardaba. Necesitaba explotar de alguna forma, aún no lo había hecho desde aquel día y sentía como poco a poco me mataba por dentro. Pero la obligación de mantenerme fuerte para lograr que Grace mejorase antes, merecía aquel sacrificio.

Después de haber estado una hora escasa dando vueltas en mi cama, decidí no alargar aquello y tomarme una merecida ducha relajante. Cuando salí de hacerlo y me vestí con la ropa que había cogido de la habitación, me miré en el espejo para peinarme un poco, intentando impedir que me cogiese formas extrañas al secarse. Al verme reflejado fui consciente de mis grandes ojeras y recordé que no me afeitaba desde hacía un par de días. Aunque en aquel momento las ganas eran nulas.

Bajé las escaleras del piso superior para dirigirme hacia la cocina y prepararme un café bien cargado, mi principal fuente de energía aquellos días. Recordaba todas las veces que obligaba a Grace a comer aunque fuese un poco y me imaginaba su cara si se enterase que yo comía bastante menos con ella. Por suerte ella no podía acompañarme a la cafetería para cerciorarse de que lo hacía, así que ese sería un secreto que no le rebelaría. Pese a ello, temía que la hosquedad de mis mejillas que parecían empezar a resentirse por la falta de alimento llegasen a delatarme. Tenía que admitir que tenía un aspecto un poco desaliñado, lejos de lo pulcro que me mostraba a la hora de trabajar. Pero en aquel momento, me era más bien igual.

Una vez hube encendido la cafetera, escuché el timbre de la puerta. Fruncí el ceño, sorprendido. No me esperaba a nadie en casa. Creía que Willow estaba en aquel momento con Grace, sino recordaba mal. Y no me daba cuenta de nadie más que pudiese ir a visitarme. Dudé por un par de segundos si abrir la puerta, pero al final, por las dudas de si era algo importante me dirigí hacia ella. Al abrir la puerta, me fijé en el rostro de Savannah. Mi expresión mostró aún más sorpresa, ya que no contaba con verla allí. Me quedé unos segundos pasmado, sin saber bien como reaccionar. Sacudí la cabeza, como devolviéndome a la realidad. - Hola... ¿ha pasado algo? - Fue lo primero que se me pasó por la cabeza. Antes de que pudiese decir nada, me eché a un lado de la puerta - Por favor, perdona mi educación. No sé en que tengo la cabeza estos días - Más bien, sí que lo sabía. Precisamente es como si no la tuviese pegada al cuello. - Pasa adentro si quieres, no te quedes en el marco de la puerta. Estaba haciendo un poco de café a ver si lograba espabilar un poco - Intenté esbozar una sonrisa, pero simplemente se quedó en eso: un intento.

No me esperaba para nada aquella visita, sino que más bien acostumbraba a verla en su panadería. Sitio por el que hacía días que no pasaba. Quizás aquel fuese el motivo de la visita, que se hubiese preocupado por mi. Ojalá las cosas fueran más sencillas, no entendía porque había pasado todo aquello: carecía completamente de sentido. Y la presencia de Savannah... Simplemente cuando ella se hallaba cerca se sentía más vulnerable... ERa una sensación que no podía explicar. Como si no pudiese ocultarle nada, como si ella me conociese de toda la vida.
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Mensaje por Savannah L. Hastings Vie Sep 21, 2012 12:43 pm

Justo en el momento en que oí como se abría la puerta, tiré ligeramente de la manga del jersey hacia abajo intentando ocultar los cardenales que tenía debido a la fuerza con la que me había agarrado Robert (sabía que sin querer) para que no me fuera de casa. No quería que la gente sacara conclusiones erróneas, puesto que nunca me había puesto la mano encima, quizá hasta ese momento y tampoco había sido para tanto, ¿no?

Un William bastante desmejorado y quizá un poco desorientado me abrió la puerta. Sonreí ligeramente entre una mezcla de alegría por ver que al menos seguía vivo y verle, y un poco de vergüenza quizás, por haberme presentado allí sin avisar – No, no, en absoluto – Vale, mentía. Habían pasado cosas... ¿o acaso yo misma había olvidado que me había ido de casa? Ese dato perdía importancia frente lo que le había pasado a William, desde luego. No creía ni siquiera que fuese bonito restregarle esa noticia cuando él lo estaba pasando tan malo.

Le miré unos segundos manteniendo la sonrisa antes de entrar en la casa que tan bien conocía soltando incluso un amago de risa ante sus últimas palabras – No te preocupes, es normal. ¿Te importa si te acompaño? - Le pregunté mientras le seguía hasta la cocina. De camino hasta allí volví a mirarme las manos. Me había quitado la alianza en casa de Rebecca, la misma noche que había llegado y la había guardado en el fondo del cajón, dejándome solamente aquel otro anillo que poseía desde que tenía memoria y el cual me gustaba girar entre mis dedos de vez en cuando.

Había notado casi en el momento lo que le costaba sonreír. Me dolía ver a la gente en aquellas situaciones porque en mi humilde opinión, nadie se merece sufrir de la manera en que estaban sufriendo Grace y William. Yo misma había sufrido mucho los últimos años y no quería ni deseaba que nadie pasara por lo que había pasado yo. Era simplemente... horrible, pero desde luego que no se podía comparar a lo que habían pasado ellos. En absoluto.

Espere paciente sentándome en la mesa de la cocina a que me diera la taza de café – Gracias... - Curioso que normalmente era yo la que hacia aquello cosa que me hizo sonreír de forma fugaz. Una pena que William no conociera mi costumbre de la canela con el café, pero..., eran detalles menores que en ese momento carecían de importancia. Desde luego había cosas más importantes que aquello, que aquella manía que había ido teniendo durante el paso de los años. Me había quedado sin saber como afrontar aquella situación o como decir todo lo que sentía y pensaba dentro de mí. Todas las frases y palabras me parecían tan típicas que era lo último que deseaba soltar, pero también que era lo único que podía decirle.

- Me..., me enteré de lo que pasó con Grace y de lo del bebé... - La pérdida se abrió paso dentro de mí, como si realmente hubiese perdido algo muy importante. Era algo que había sentido en alguna que otra ocasión, pero no sabía que lo originaba y acababa restándole siempre importancia. Levanté la mirada del oscuro café por primera vez desde que había empezado a hablar buscando sus ojos castaños – No sabes cuanto lamento todo lo que ha pasado. Todo. - Hice énfasis en el todo para que se diera cuenta de que me refería a todo, tanto a lo de la infidelidad como lo del bebé, claro que lo primero me parecía algo imperdonable por parte de Grace. Me pregunté incluso si ese era el motivo por el que iba cada mañana a la pastelería, pero me pareció demasiado violento preguntarlo así que mantuve la boca cerrada – Hubiese deseado venir antes, pero mi vida está un poco patas arriba – No podía explicar de otra manera el haber tardado, alguna explicación tenía que dar, ¿no? Aunque no especificara en ningún momento. - Lo siento muchísimo... - Me llevé una mano a mis largos cabellos oscuros antes de decidirme y llevarme la taza a los labios para darle un sorbo al café – Quiero que sepas que me tienes para lo que necesites. Lo digo en serio. - La seriedad en mis palabras dejaba claro la contundencia con que decía aquello. Lo decía en serio, sobretodo ahora que no tenía a Robert encima todo el día, o quizás le tenía encima, pero había dejado de preocuparme. - ¿Cómo lo llevas? - Pregunta retórica pero necesaria en esos momentos.
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Mensaje por William A. Sullivan Sáb Sep 22, 2012 5:17 am

Escuchar como resonaban aquellas primeras palabras de Savannah en su mente, hizo que la pregunta antes formulada le pareciese muy estúpida y descortés. "No todo el mundo necesita una razón de peso para visitar a otra, imbécil" Pensé y bajé un poco la vista hacia el suelo mientras lo hacia. A veces solía meter la pata con cosas así, inconscientemente. No quería sonar irrespetuoso ni mucho menos, pero a pesar de haber recibido toda su vida aquella educación para ser perfectamente educado y caballeroso era como si no hubiese arraigado de todo en su forma de ser y, en ocasiones, le ocurrieran cosas como aquella.

Pude ver una sonrisa en sus labios y, en cierta parte, una parte de mi se tranquilizó sin saber muy bien el motivo. el que ella hiciese ese gesto me daba a entender que no todo estaba mal, y eso me alegraba. Cuando se ofreció a acompañarme, yo asentí sin pensármelo dos veces - Claro, el café está haciéndose ahora mismo. Pasa por favor.- dije como respuesta a su pregunta. Una vez hubo entrado, cerré la puerta tras de si y caminé hacia la cocina, sintiéndola a ella detrás mía. Cuando llegamos, le ofrecí una silla amablemente para que tomase asiento y me dirigí hacia la vitrocerámica para apagarla. Cogí dos tazas, un cartón de leche desnatada y el azucarero, colocándolos sobre la mesa, y después nos serví a ambos el café. - Mandame parar cuando quieras - Dije mientras empezaba a verter el contenido de la cafetera. Grace había comprado una cafetera eléctrica, pero yo siempre había preferido el sabor de las de toda la vida pese a que la otra fuese más cómoda.

Tras echarnos a ambos el café, acabé de llenar la taza con leche y me eché dos cucharaditas de azúcar. El sabor solo de aquel líquido me parecía demasiado amargo para mi paladar. Me senté en una silla junto a ella y, mientras la miraba fijamente le di el primer sorbo. cuando escuché que me decía gracias, negué suavemente con la cabeza mientras volvía a colocar la taza sobre la mesa. - No tienes que agradecérmelo, gracias a ti por la visita - En ese momento, mi mente voló intentando buscar la explicación a aquello aunque no le hacia falta ser demasiado avispado como para olérselo. Seguramente se habría enterado de lo del bebé. Savannah era una muy buena amiga, eso no podía discutirlo. Me dolía que no se hubiese enterado a través de mi pero en aquellos días mi contacto con otras personas se había visto francamente deteriorado. No había otra cosa en mi cabeza más que aquel incidente que hacía que se me olvidase el resto, que perdiesen importancia. Sé que no era lo correcto, pero aunque intentase evitarlo era una situación que me superaba.

Como habían anunciado mis pensamientos, Savannah comenzó a decirme que lo sentía. En ese momento sentí como un cubo de agua fría cayendo sobre mi cabeza. Era una sensación que me había estado acosando a lo largo de aquellos días. Por lo que pude leer entre líneas, parecía que también sabía lo de Grace y Sebastian. Aquello supuso otro golpe más. Seguramente a esas alturas todo el pueblo lo sabría y, en cierta parte, hubiese preferido que se mantuviese como un secreto. Él había procurado no decírselo a nadie, más que nada para protegerla a ella misma. Evidentemente el no la había perdonado, pero no estaba en una posición como para aguantar los reproches en las miradas de los ciudadanos de aquel pequeño pueblo. Suspiré ante sus palabras y bajé mi vista, clavándola en la taza de café. A diferencia de algunas personas, sabía que las palabras de Savannah eran sinceras, así lo sentía al menos en mi interior. Noté como mi labio temblaba, me notaba demasiado sobrepasado por todo lo que estaba ocurriendo y que en cualquier momento me iba a derrumbar. Pero lo que menos quería es que ella cargase con todo aquello. Él era de los que cargaba con los problemas de los demás, no de los que dejaba que otros hiciesen lo mismo. hice un esfuerzo para detenerlo, cerrando fuerte los ojos y alcé mi vista hacia ella, aparentemente normal.

- Gracias, de verdad. No te preocupes, es suficiente que estés aquí ahora... Significa mucho para mí, en serio. - Asentí lentamente con la cabeza, reafirmando mis palabras. Ciertamente, así era. Aquel gesto que había tenido conmigo no lo iba a olvidar. Me reí ante su pregunta de cómo lo llevaba, aunque no precisamente de felicidad. Era más bien una risa cargada de tristeza y frustración - No... no lo sé - volví a separar mi mirada de la suya. Sino, sabía que en cualquier momento unas lágrimas harían su aparición y entonces no podría detenerme. - Grace está algo mejor. No demasiado después del duro golpe que ha tenido que sufrir... Pero pronto le darán el alta y podrá venir a casa. Supongo que alargaré un poco más mi baja para poder cuidarla mientras no consiga salir un poco más de ese abismo en el que se ha sumido. - Sabía que me había preguntado por mi, pero incapaz de hablar con ella sobre aquello. Sino, sabía que me derrumbaría por completo y era una imagen que prefería no imaginarme. Sabía que algunas personas me criticarían o hablarían de mi a mis espaldas por dejarla volver a casa después de lo que había hecho, pero en ese momento no me importaba lo más mínimo. Después de tantos años no podía dejarla en la estocada sin más, aún creyendo que a Sebastian no le importaría lo más mínimo cuidarla. En cierta parte aquello me enfurencia, pero en el sentido de habérmelo ocultado. Si todo hubiese ocurrido a sabiendas de lo que pasaba, estaba seguro de que no habría acabado así. Pero ya era demasiado tarde, ¿no?

Como si un resorte se activase en mi cabeza, volví a mirarla nuevamente, extrañado por algo que me había dicho - ¿Tu vida patas arriba? ¿Qué ha ocurrido? - pregunté ahora preocupado por ella. Estaba demasiado inmerso en aquella burbuja de autocompasión que no había sido capaz de preocuparme por mis amigos. Y quizás ellos también estuviesen pasando por algo de lo que no tenía constancia. - ¿Estás bien, no? - Veía algo diferente en ella, pero no llegaba a averiguar el qué. Una parte de mi también quería cambiar el rumbo de la conversación, para no seguir hablando de aquello. Como un acto reflejo, un impulso sin pensarlo bien, agarré con cuidado la mano que ella tenía libre. Aquel contacto me hacía sentir mucho mejor, como si alejase mis problemas y sin tan si quiera darme cuenta de lo que hacía.
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Mensaje por Savannah L. Hastings Sáb Sep 22, 2012 11:06 am

“Mándame parar cuando quieras” le sonreí levemente ante esas palabras, haciéndole un gesto con la mano para indicarle cuando parar antes de echarle unas cuantas cucharillas de azúcar. Como extrañaba la canela en ese momento, todo fuera dicho, pero no quería ser una persona quisquillosa – No es nada, no me cuesta nada venir, lo hago encantada – Por supuesto que sí, aunque también era cierto que hubiese preferido que el motivo para ir hasta casa de los Sullivan fuera otro muy diferente que aquellas nada buenas noticias que había tenido de ellos en los últimos días, en la última semana.

Escuchar de sus propios labios que el hecho de que yo estuviera para él, le era suficiente y significaba mucho para mí, me reconforto de una manera impresionante. Sentí un agradable calor recorrer cada una de las partes de mi cuerpo y cada poro de mi piel y una sonrisa sincera asomó en mis labios sin temor a ser mostrada y sin ningún intento por ser escondida, más bien todo lo contrario y ni siquiera me provocaba vergüenza o temor hacerlo. Aquellas palabras me habían hecho sentir tan bien que necesitaba que él lo supiera e imaginé que una sonrisa dedicada totalmente a él sería más que suficiente para mostrar lo mucho que me habían llegado unas palabras tan simples pero con un significado tan grande.

Se me hizo curioso que desviará mi pregunta hacia Grace y no pude evitar fruncir levemente el ceño y arrugar la nariz durante una fracción de segundo. Aún así escuché cada una de las palabras de William y me contuve por no levantarme y darle un abrazo, porque una parte de mí me decía que eso era precisamente lo que necesitaba en esos momentos. Un abrazo de una amistad, de una persona cercana, de alguien que se preocupara de verdad por él. - Es normal que se encuentre así, es algo difícil de superar. Yo no sé si sería capaz de sobrellevarlo y dejarlo atrás nunca – Después de todo era una vida que habías albergado en tu vientre durante nueve meses y ni siquiera habías podido conocer. No habías podido verle la cara, ni le habías podido poner un nombre, lo que se me antojaba triste y también cruel por parte de la naturaleza. Cuando pasaban aquellas cosas siempre me preguntaba qué sentido tenían, porque para mí desde luego no tenían sentido alguno.

En ese momento me pregunté donde se habría metido Sebastian, si acaso habría dado la cara o se había escondido en su casa. Si de verdad tanto quería a Grace, en mi opinión habría ido a verla alguna que otra vez, aunque fuera en aquellos momentos en los que sabía seguro que William no estaba, pero no era algo que fuese a preguntarle a él directamente, no cuando había sido aquel hombre una de las causas del lío cerca del parque de la urbanización. Sí, eso también había llegado a mis oídos a pesar de no considerarme una persona chismosa. Iba a abrir la boca para reiterarme en mi pregunta porque cabezota lo era un rato, pero sus palabras me interrumpieron.

¿Y ahora? Ahora solo me quedaba contarle la verdad. Me pasé la mano con la muñeca sana por el cabello y dejé escapar un suspiro de entre mis labios antes de enfrentarme con su mirada – Me he ido de casa. He dejado a Robert. Yo... - Sentía que necesitaba justificarme aunque sonase del todo estúpido, algo dentro de mí sentía que debía hacerlo, debía explicarme – Yo, no podía seguir viviendo una mentira y un infierno. Me estaba asfixiando. Es horrible sentir... sentir que alguien te está vigilando las veinticuatro horas del día, que vigila cada uno de tus pasos, con quién comes, con quien te ves... Sentía que tenía que ponerle fin. Hablé sobre el tema con Everett y entonces lo vi del todo claro y..., aún así me costó una semana decidirme. - Una semana eterna a decir verdad – Un día simplemente me decidí, cogí las maletas, dejé a Dina con Everett y cuando llegó a casa le dije que me iba, que no lo aguantaba más y me fui a casa de Rebecca. Llevo allí desde entonces y.... bueno el cambio se ha notado. No es mi casa, no son mis cosas, pero bueno... me adapto rápido – Le sonreí ligeramente y me sentí aliviada. Libre, como si por haber dicho todo aquello me hubiese quitado un enorme peso de encima y así era. Hasta ese momento no había sido consciente de lo liberador que puede llegar a ser contar algo así, de la satisfacción que te da decirlo: “Si, he sido capaz de dar ese paso que debí dar hacer mucho tiempo”. - Así que..., se podría decir que estoy más que solo bien – Y por primera vez en aquel cortó tiempo mi rostro se iluminó con una sonrisa que ni siquiera el contacto de la mano de William me borró.

Aquel simple contacto me hizo sentirme más viva, como si con ese simple contacto todo adquiriese un nuevo sentido, algo totalmente nuevo pero positivo a la vez. Ni siquiera me di cuenta que la mano que me había agarrado era aquella que presentaba las marcas del agarre de Robert una semana atrás. - ¿Y tú? ¿Estás bien? - Porque después de todo era él, el que me importaba en ese momento, su bienestar. En un acto reflejo y como si fuera lo más normal del mundo entre nosotros le dí un suave apretón con la mano.
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Mensaje por William A. Sullivan Sáb Sep 22, 2012 2:24 pm

La sinceridad que rezumaban de las palabras de Savannah eran como un alivio que transfería algo de paz a mi atormentada alma, al igual que su sonrisa. Si bien con otras personas podría dudar de la veracidad de aquello, de ella no tenía dudas. De la misma forma que cuando iba a la pastelería era porque a mi me apetecía. Su presencia lograba sosegarme y alcanzar un estado de plenitud que otras pocas cosas lograban. Si todo fuese un rompecabezas, estaba casi seguro de que nosotros seríamos dos de las piezas de aquel puzzle que encajaban a la perfección. Teníamos como aquella... conexión mística, por decirlo de alguna forma, con la que no necesitábamos transmitir demasiadas palabras para saber lo que le ocurría al otro. Al principio había pensado que simplemente debía tratarse a la gran amistad que nos unía aunque después habían empezado a surgir dudas. El enfriamiento de la relación con Grace, nuestro distanciamiento... Y la presencia de Savannah que me atraía como el canto de una sirena. Sin embargo, jamás había dado pie ni había mostrado intenciones ni muestras de aquello; ante todo, por respeto a mi mujer y porque una parte de mi deseaba que nuestro matrimonio funcionase y, desde luego, también por Savannah y su marido. No era de las típicas personas que se inmiscuía en el matrimonio de los demás.

Me sorprendía, francamente, el hecho de estar en aquel momento tomando café con ella. Esos días había rehuido de la compañía de todo el mundo que no fuese Grace con la que verdaderamente pasaba casi todas las horas. Me había vuelto un tanto huraño desde aquel día, más seco. No había sido a propósito sino era más bien algo inherente a mi. Era algo que definitivamente no podía controlar. Podía notar en Grace el sufrimiento compartido que teníamos y como cada visita en el hospital nos recordaba aquel doloroso suceso. Quizás simplemente se tratase de un mecanismo de autodefensa para evitarnos aquellos recuerdos. ¿Actuaba de forma sobreprotectora con ella? Sí, de eso no cabía duda. Pero pese a todo o que había sucedido verla sufrir me hacía daño a mi también, y aunque no lo hiciese era algo que no podía tolerar.

Escuché sus palabras atentamente, como reflexionándolas. - ¿Sabes? Al principio... pensé que Grace no lo soportaría. Pero la conozco. Sé que es una chica fuerte.... Fue algo muy doloroso, pero saldrá adelante. - hice una corta pausa para tragar saliva - Con el tiempo. - Después dirigí mi mirada hacia Savannah - Y sé también que tras esa dulzura e inocencia hay una joven fuerte y poderosa que podría superar cualquier adversidad - Dije refiriéndome a Savannah. Era como si ya hubiese visto alguna vez aquella faceta, pero no recordaba cuándo ni dónde. Simplemente que estaba en ella. Siempre había notado en ella algo que se me hacía extrañamente familiar, una sensación de lo más inexplicable porque sí, conocía a Savannah desde... Espera, un segundo. ¿Desde cuándo la conocía? Lo cierto es que no lograba recordar desde cuando ni como lo había hecho. Lo más seguro es que fuera desde muy pequeños y por ello su memoria le jugaba aquella mala pasada. Después de todo, era casi imposible acordarse de todo, ¿no?

Pese a todo lo que me rodeaba, me había logrado fijar en que ella estaba diferente, como si algo hubiese cambiado aunque no lograse saber qué era exactamente. Físicamente la veía igual, así que seguramente se debiese a un cambio en su comportamiento. Una parte de mi empezaba a pensar en que eran imaginaciones mías aunque inspiraba como una sensación de alegría y paz que, pese a ser frecuente en ella, en ocasiones si se había notado algo forzado. Su trabajo requería ese tipo de sacrificios al estar cara al público, yo mismo lo sabía bien y por ello era tan bueno analizando ese tipo de cosas. Muchas veces me había preguntado el motivo aunque me había figurado que se debía a alguna situación en casa: seguramente discusiones o algo por el estilo. aunque jamás se me había ocurrido preguntarle para no colocarla en una situación incómoda.

Cuando me dijo que había dejado a Robert no pude evitar mostrar una mueca se asombro. Iba a preguntarle como estaba ella, pero continuó hablando sin necesidad y no quise interrumpirla. Desde luego, había sido una decisión complicada. Romper un matrimonio no era ninguna tontería, sino que me lo dijesen a mí ya que futuramente Grace y yo nos encontraríamos en la misma situación. Escuché cada una de sus palabras y, por primera vez, mi mente eliminó el resto de las cosas. Aquello era importante para ella y no quería perderme el más mínimo detalle. Parecía que había sido una decisión bien premeditada, bien planteada y que no tenía vuelta de hoja. Pensar las cosas en frío en esas situaciones era lo mejor y no hacerlas en caliente. Sino podía llevar a uno a arrepentimientos. Aunque ella parecía estar mucho mejor y eso, solo eso, era lo que importaba. - Pues si tu estás así, es lo que importa. No se puede mantener algo cuando ya no funciona... Simplemente hace daño a los implicados y a las personas que hay alrededor - Dije recordando momentáneamente mi relación con Grace: "Si hubiésemos tomado las medidas oportunas antes.. Nada de esto habría ocurrido". Pensé, aunque ya era tarde para aquello. - Si necesitas cualquier cosa, siempre podrás acudir también a mí. Lo que sea, me da igual - "Esté en mi mano o no" Pensé nuevamente en mi interior. Ella era una persona ejemplar que se merecía lo mejor y en parte me daba rabia que hubiera tenido que pasar por aquel infierno. Le di un apretón cariñoso a su mano, aumentando el significado de aquello que le había dicho porque realmente lo sentía así. No era de los que hablaban por el placer de hacerlo.

Parecía que mi táctica de desviar la conversación no había surtido demasiado efecto y volví a preguntarme por mi estado. Aquel apretón hizo que emitiese una débil sonrisa seguida de un profundo suspiro. - Yo.... - La verdad es que ni sabía por donde empezar. Desde aquel arranque de sinceridad por parte de la morena no quería ser descortés y volver a desviar el tema. - No es algo de lo que me guste hablar. Tengo... miedo. Miedo de que si lo digo todo lo que llevo dentro me consuma. Miedo de que si lo digo en voz alta... Se cumpla, y que deje de ser un mal sueño - Sí, después d elo que acababa de decir podía diagnosticarme a mi mismo de shock postraumático. El no admitir las cosas, no poder ni saber exteriorizarlo, el creer que es una fantasía. Bajé mi vista nuevamente hacia el café y con mi mano libre me despeiné el flequillo que todavía seguía algo húmedo tras la ducha que me había dado. Me quedé unos segundos en silencio, notando como poco a poco los ojos se me llenaban de lágrimas y seguramente adquirían una coloración rojiza.

- Yo... no sé que pensar, no sé que hacer.. no sé nada - Me sentía muy frustrado por aquello; definitivamente jamás me había sentido de aquella forma. Solté con cuidado la mano de Savannah y me levanté de mi asiento, dirigiéndome a la ventana de la cocina y apoyando frente a ella mis manos, apoyándome y mirando hacia al exterior. Un par de lágrimas habían ya hecho su aparición y discurrían por mi mejilla. - Jamás me había sentido tan impotente, tan... vacío. Me siento lejos de todo el mundo como si se hubiese creado un muro a mi alrededor para aislarme. No quiero derrumbarme porque tengo miedo de que si lo hago, después no poder detenerlo. Y alguien tiene que ser el fuerte por todo el mundo. Esto... siento que me quema por dentro, estoy furioso, herido y decepcionado. Y a la vez roto... - Me quedé en silencio unos minutos. El "grifo" parecía haberse abierto y mis ojos no dejaban de llorar, intentando hacer el mínimo ruído posible. Busqué a ciegas el rollo de papel de cocina que se hallaba sobre la encimera para coger un pedazo y limpiarme las mejillas. - Traicionado por Grace, aunque no puedo reclamarle nada... No sé comportó bien, pero ambos sabíamos que este matrimonio no funcionaba y ninguno fue lo suficientemente fuerte como para reconocerlo. No actúo de la mejor forma pero sé que era inevitable. Y pese a que quiero decirle un par de cosas, ahora no puedo hacerlo. No después de lo ocurrido. Después de tantos años, pese a lo que hizo no puedo hacer eso... No sé si me entiendes - Volví a quedarme en silencio, tragando saliva y respirando profundamente intentando tranquilizar aquel brote de lágrimas que se había iniciado - Te envidio por tu fortaleza, Savannah. Ojalá uno de los dos hubiese tomado la misma resolución que tu hiciste. - Chasqué la lengua, ahora un poco enfadado conmigo mismo por mi debilidad. Si tan solo...- Y lo de nuestra niña... no soy ni capaz de sentir dolor, es como si me hubiesen arrancado el corazón. Y yo.. no sé que hacer, porque a la vez duele tanto... - Mi llanto se intensificó un poco y me maldije por lo bajo por aquello. Había dicho que no quería cargarla con todo aquello y al final lo había hecho. Ahora mismo me sentía completamente inútil. Me volví a secar los ojos y me soné la nariz, eliminando la mucosidad que se había formado por mis lloros y dificultaba mi respiración. Me giré hacia ella, colocando mis dedos ante mis ojos mientras los mantenía cerrados para que no viese la rojez. aunque seguramente mi nariz y mis mejillas tuviesen esa tonalidad rojiza también. - Yo... lo siento, acabas de romper con tu marido y aquí contándote mis penas. - Solté una leve risa con un origen más que nervioso, desde luego.
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Mensaje por Savannah L. Hastings Miér Sep 26, 2012 11:34 am

A veces las mujeres dábamos esa impresión, la de poseer una debilidad emocional que no teníamos. Era como si tras nuestra frágil apariencia ellos creyeran que también se escondía un alma y un espíritu frágil, demostrándoles en situaciones como la que estaba pasando Grace en esos momentos que era todo lo contrario. Éramos fuertes. Podíamos llegar a ser más fuertes incluso de lo que nosotras mismas creíamos. Podíamos superar adversidades y seguir adelante, mover página, seguir caminando y haciendo el camino que nos marcaba nuestro destino. - Lo conseguirá, ya lo verás... - Sonreí tímidamente tras aquellas palabras – Le llevará tiempo, pero al final lo superará – Aunque no iba a olvidarlo jamás, de eso estaba completamente segura, de hallarme yo en la situación de Grace no lo habría podido olvidar. Las palabras que realmente me llegaron y calaron hondo fueron las siguientes, sentí que estaba hablando de mí. ¿Era eso posible? ¿O me lo estaba imaginando solo en mi cabeza? Quería creer que me lo estaba diciendo a mí, motivo por el que sonreí brevemente tras aquellas palabras. Me halagaba que dijese aquello.

Noté el asombro en su rostro cuando le comuniqué lo de Robert algo que una parte de mí esperaba y otra no tanto. Había muchísima gente en el pueblo a la cual no le sorprendía en absoluto el hecho de que hubiese decidido dejar a Robert. Era algo “normal”, algo que se veía venir desde hacia largo tiempo, no era algo que debiera sorprender a muchos. - Eso díselo a él, que no parecía entenderlo. Me llegó a suplicar que no me fuera, me hizo sentirme culpable... - Respiré hondo durante unos segundos – Llegó a acusarme de serle infiel... - ¿Yo? ¿En serio? Incluso ahora que había pasado una semana, una larga semana, cuando me paraba a pensar en aquella acusación en particular no lograba entender como Robert podía haber llegado a semejante conclusión. ¡Era de locos! - Necesito un amigo, pero... Eso ya lo tengo, ¿verdad? - Sonreí. Lo tenía y sabía que siempre lo había tenido, por muchas sensaciones extrañas que tuviese cuando estaba a mi alrededor, cuando estaba cerca de mí. Sensaciones que hacían que sonreír fuese un gesto totalmente natural e inconsciente para mí, algo fácil. Sencillo. - Te lo agradezco, en serio. Es muy amable por tu parte con todo lo que estás pasando... - Que no era poco, en absoluto.

No, no le había funcionado aquella táctica para desviar la conversación, era bastante difícil conseguirlo conmigo, pues siempre volvía al inicio, a la primera pregunta que había hecho, sobretodo en casos como aquel en que de verdad deseaba la respuesta. Quería saber si podría hacer algo para hacerle sentir mejor. Quizá necesitaba saber que se había desahogado con alguien y se había sacado todo aquello de dentro. Aquella espina clavada en alguna parte de su ser.

- Entiendo... - Entendía perfectamente que no quisiera hablar de ello. A mí, en su lugar también me costaría. No era algo fácil ni sencillo, pero si que era verdad que a veces era lo mejor que se podía hacer. - Quizá te consuma precisamente si no lo sacas... y deje de ser un mal sueño y pase a ser algo que con el tiempo podrás superar – Le dije con voz calmada mientras de forma casi inconsciente acariciaba su mano. - Date tiempo. No puedes decidir las cosas así sin más, sobretodo después de lo que has pasado. Necesitas asimilarlo y eso lleva tiempo, Will. - Le acorté el nombre casi sin pararme a pensar en que lo estaba haciendo, simplemente lo hice. Yo había necesitado muchísimo tiempo para darme cuenta de que debía dejar a Robert, no había sido hasta que había hablado con Everett aquella tarde en el aula que me había dado cuenta de que era lo mejor que podía hacer y no fue hasta que estuve en casa de Rebecca noches atrás que me sentí libre. Me sentía tan ligera que incluso podría haber volado de ser eso posible.

Yo conocía la impotencia, esa sensación de sentirte vacía, quizá por motivos y circunstancias muy diferentes a las de William, pero era una sensación que había experimentado en carne propia. Ni siquiera lo veía como algo tan extraño, no después de lo ocurrido. Removí el café ligeramente distraída, mi mente, mi yo completo estaba pendiente de cada palabra que salía de los labios de William y mi mirada marrón clavada en él a pesar de ser incapaz de encontrar sus ojos puesto que me daba la espalda. Se me encogía el corazón a cada palabra que decía e incluso creía notar el dolor y la emoción en sus palabras, de alguna manera me lo estaba transmitiendo y llegué a notar como mis propios ojos se anegaban en lágrimas. - Eso no justifica sus acciones... - Murmuré no muy segura de porque sentía esa rabia hacia mi amiga cuando pensaba en aquello que le había hecho a William.

William era tan..., tan diferente a Robert, que no lograba entrarme en la cabeza que hubiese sido tan rastrera (en esos momentos no encontraba otra palabra) como para haberle hecho eso. Él era comprensivo, no le hubiese echado en cara nada de haberlo hablado, no le habría puesto trabas, no la hubiese acusado de ver a otro hombre, no la habría agarrado de la muñeca como había hecho Robert conmigo. William no era de ese tipo de personas y aún así ella le había hecho eso. Negué con la cabeza a pesar de que él no podía verme. ¿Fuerte? ¿Yo? Tampoco era tan fuerte... Me había derrumbado en la cocina cuando le estaba diciendo a Robert mi decisión – Necesité las sabias palabras de Everett para decidirme, para quitarme la venda de los ojos. No fue cosa mía. Él fue mi salvavidas – Y aún no estaba segura de como agradecérselo. Era muy fácil hacer feliz al profesor y aún así... Sentía que le debía mi vida. En esos momentos lo sentía así. - Aún tengo que agradecérselo – Sonreí tímidamente. De súbito me estaba viendo invadida por muchos sentimientos, demasiados, contradictorios y que a la vez se unían entre ellos. Era algo extraño.

Su niña. Aquello definitivamente había sido la peor parte de todo aquello, había sido algo cruel por parte de Dios, si es que existía... Me sentía impotente viéndole allí sufrir en silencio, intentando disimular las lágrimas que caían por sus mejillas... Había llegado a ese punto en que el llanto simplemente se había intensificado de tal manera que era imposible ocultarlo y el tema de la pequeña había conseguido que incluso por mis mejillas corrieran unas pocas lágrimas que ni siquiera me molesté por secar. Era triste. Era algo trágico y si a mí me dolía, me dolía verle de aquella manera y pensar en el simple hecho de sufrir una pérdida así, no quería ni imaginarme lo que le estaría doliendo a él.

Tenía la certeza que de saberlo me habría roto por dentro. Me habría desecho en pedazos. Él no necesitaba piezas de una Savannah, no. En esos momentos necesitaba a Savannah. Me necesitaba a mí de forma completa.

- No lo sientas... Yo... - Me llevé una mano a los ojos intentando secar las lágrimas que seguían brotando de ellos, deteniendo el flujo al menos por el momento – Hace tiempo que debí hacerlo. No era bueno para nadie... y yo estoy bien. Además... - Me levanté con cuidado de la silla y me acerqué hasta él con cuidado haciendo que se girara para mirarme. Nunca pensé que ver a alguien tan mal pudiera romperme de esa manera por dentro. Casi fui capaz de escuchar el sonido de algo rompiéndose en mi interior. - Necesitabas desahogarte con alguien..., no es bueno guardarse esas cosas para uno tanto tiempo – Dudé entre si tomarle una de las dos manos y apretarla cariñosamente entre la mía, pero al final hice algo que no imagine hacer nunca. Acorte la distancia entre ambos y rodee su cuerpo entre mis brazos, estrechándole con fuerza contra mí y dejando que las lágrimas volviesen a rodar por mis mejillas. - No voy a dejar que te hundes, ¿me oyes? Si hace falta que te mantendré a flote a la fuerza – Intenté bromear aunque mi voz se quebraba por culpa de las lágrimas. - Perdí a mi marido hace mucho tiempo... No estoy dispuesta a perder a ninguno de mis amigos.

Ya bastaba de pérdidas.
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Mensaje por William A. Sullivan Sáb Sep 29, 2012 12:08 pm

Las palabras que había dicho sobre Grace hicieron que emitiese una breve sonrisa. Si, yo también pensaba como ella. Lo conseguiría. Estaba claro que sería algo que la dejaría marcada para siempre, de eso no tenía ningún tipo de duda. Pero eso no significaba que llegado el momento no fuera a sobreponerse. Entendía perfectamente lo que decía sobre lo que le llevaría tiempo. De hecho, lo entendía principalmente porque yo me sentía de la misma forma. Al menos, pretendía autocontrolarme en que aquello era cierto pese a que a veces dudaba de que fuese capaz de sobreponerme a la pérdida. Había sido tan inesperado, tan súbito que me hallaba completamente perdido. - Gracias - dije con completa sinceridad. Agradecía sus palabras sin lugar a dudas. Pese a que no pudiese llegar a imaginar el dolor que sentíamos, seguramente tuviese razón. O al menos, eso quería creer. - Seguramente tengas razón.

Escuché con sorpresa sus palabras. Pese a que sabían que estaban pasando por unos malos momentos, pensé que se debían a las típicas discusiones entre parejas. Había escuchado muchos rumores, sobre todo en el hospital, de que Robert era demasiado celoso con Savannah. Pero como yo jamás había visto aquello, no me lo había terminado de creer. Jamás le había preguntado a ella directamente por si lo consideraba una falta de educación, y tampoco tenía por costumbre creerme ese tipo de rumores.- A veces, en momentos desesperados se actúa de forma extraña - Dije recordando como había comportado con Sebastian, el puñetazo que le había propinado y la ira que había sentido. Estaba seguro que en aquel momento, sino me llegasen a detener, habría continuado aquella pelea hasta el final. Bajé levemente mi vista, clavándola en la mesa avergonzándome de aquello. Ojalá hubiese una forma de volver a atrás y cambiar las cosas pero aquello era imposible. - Supongo que hizo lo primero que se le ocurrió para intentar que no lo dejases. No lo estoy excusando, ojo. Simplemente, intento entenderlo. - No podía compararse una situación con la otra, pero no iba a juzgarlo por aquello. Lo juzgaba por haberle hecho daño a mi amiga, eso era lo que me parecía mal. - Y no bromeo, los amigos estás tanto en las buenas como en las malas. No quiero que te olvides de ello. Siempre haré lo que esté en mi mano para ayudarte - Le aseguré con una mirada sin ni una pizca de duda acerca de mis palabras. Cuando decía las cosas, las decía muy en serio. No solía llevarme por la ira, al menos no la mayoría de las veces; era muy reflexivo por lo que cuando decía algo era plenamente consciente de ello.

Escuché sus palabras y sabía que, en el fondo, tenía razón. Reprimir aquello que sentía y me desolaba no único que conseguiría es que me comiese por dentro y terminase por destruir mi cordura. Pero aquello era tan doloroso, que temía hablar sobre aquello. Temía que me pudiese causar un dolor mayor de el que ya sentía. Sabía que me lo decía por propio bien, de ello no me cabía la menor duda. Savannah siempre había sido una buena amiga, siempre había sabido que podía contar con ella cuando lo necesitase. Y creía que ella pensaba lo mismo de mí. Cerré los ojos unos segundos, tratando de organizar las ideas en mi cabeza aunque giraban de una forma tan voraginosa que no era capaz de ello. Y, de pronto, como quien enciende una bombilla, algo se encendió en mi interior y no pude soportarlo más. Todos mis pensamientos, mis sentimientos, aquello que había estado ocultando durante días, simplemente salieron disparadas incapaz de retenerlos. Sabía que una vez que comenzase, no podría detenerme y así había sido. Saqué todo lo que me atormentaba, todo mi dolor que se podía palpar en el tono de mi voz y en mis llantos, que pese a intentar que fuesen silenciosos, sabía que ella podría imaginarse que lloraba sin consuelo posible. Mis miedos se exteriorizaron: mi mente me decía que parase, me sentía indefenso como un niño pequeño que se pierde del refugio de sus padres. Pero ahora ya no podía detenerme.

Escuché sus palabras sobre Grace y, pese a saber que eran ciertas no pude responderle. Tampoco decirle que no hablase mal de ella porque sabía que no lo hacía para hacerme daño. Quería hablarle, responderle y salir en favor de ella pero era incapaz. Ella sola se lo había buscado y ahora no había marcha atrás. No sería tan estúpido para respaldarla más porque, aunque quisiera, no me salían las palabras. - Solo te pido una cosa.. Savannah. Sé que no lo harás, pero por si acaso. - Dije tras haber captado el tono en el que lo había soltado - Pese a todo lo que hizo, no la juzgues por lo que me hizo a mi. También eres amiga suya, y eso es entre ella y yo. Va a necesitar todos los amigo que pueda y no sé si todo el mundo estará dispuesta a tenderle una mano. Ha sufrido mucho... prométeme que no la juzgaras y que la ayudarás, aunque sea un poco. - más que una petición había sonado como un ruego. La miré fijamente a los ojos con, lágrimas discurriendo por las mejillas todavía. Me sentía un estúpido, pero era incapaz de detenerlas como si no tuviese pleno control de mi cuerpo. - Lo que me hizo, fue a mi. Y no es justo que otra gente la juzgue por ello. Es buena amiga, y creo que sabes que tengo razón. - No quería que por mis palabras, Savannah se posicionase. Sabía que mucha gente le daría la espalda por todo lo acontecido y no quería que se quedase sola: necesitaba contar con alguien. Porque sino, entonces no saldría adelante.

Negué con la cabeza mientras ella se restaba importancia - No le quites valor a como obraste.También tuve personas que me aconsejaron que lo mejor era que terminásemos con aquello, que no íbamos a nada... Y yo me hice oídos sordos. Ambos intentábamos pelear por algo que tiempo atrás se habíamos terminado y ninguno tuvo el suficiente valor como para tomar la decisión. - Suspiré profundamente, intentando recuperar algo de autocontrol sobre mi. Sino, temía que me empezase a dar un ataque de ansiedad por la emoción y profundidad de la conversación que manteníamos, por el daño que causaba - Willow intentó advertirme y yo preferí mirar hacia otro lado, autoconvenciéndome que no estaba todo perdido. En cambio tu te enfrentaste a tus miedos y supiste ver que era lo correcto. No lo menosprecies porque, como ves, no todo el mundo es capaz. Eres mi ejemplo a seguir por haber hecho aquello que yo fui incapaz - Sentencié. No sabía si sería capaz de ver la verdad de mis palabras pero yo estaba completamente seguro de ella.

Ante sus palabras, y a sentir sus brazos alrededor mía simplemente fui capaz de devolverle aquel abrazo y perderme en él. Me pegué con fuerza a ella y entonces mis lágrimas dieron aún más rienda suelta. Estaba destrozado, había intentado ocultarlo pero había sido inútil. Me sentía frágil y me odiaba por ello. Jamás me había sentido de aquella forma, jamás no había sabido como actuar ni que hacer. Aquella situación me desbordaba por completo. Me quedé en silencio unos minutos en aquella postura sin saber bien que decir. Poco a poco noté como el llanto iba aumentando y mis pulmones podían llenarse con más facilidad de oxígeno. Por un momento había pensado que me acabaría ahogando con tanta lágrima. Acaricié su espalda cariñosamente en gesto de agradecimiento por todo aquello y me giré rápidamente para que no viese mi rostro y coger más papel de cocina para secarme la cara y, nuevamente, sonarme los mocos. Me volví para mirarla fijamente a los ojos - Gracias... por todo, en serio - Me quedé unos segundos con la mirada fija en aquellos preciosos ojos. Mi corazón latía de forma acelerada, sintiendo su respiración sobre mi rosotro. Me sentía un poco mejor, aunque evidentemente aquel vacío seguía donde estaba. Sin embargo había algo más que no lograba discernir. el contacto con Savannah comenzaba a ponerme nervioso. BUM BUM BUM. Notaba palpitaciones en el pecho, cosa que hacía que me pusiese todavía más nervioso.

Involuntariamente pasé mi mano para colocarle un mechón de pelo tras la oreja de forma dulce. Me acerqué a su rostro y le di un suave y largo beso en la mejilla. Por un segundo, había creído que mi cabeza me estaba jugando una mala pasada y la besaría en los labios. No se de donde había salido aquel impulso pero por suerte había sido capaz de controlarlo. Cuando me aparté, me fijé que en donde me había apoyado estaba empapada y le ofrecí el rollo de papel de cocina. - Lo siento, creo que te he mojado un poco - Dije para romper aquel incómodo silencio que se había instaurado de pronto en la cocina y me reí suavemente. Había sido una risa sincera. Aquello me había hecho sentir mejor.
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Mensaje por Savannah L. Hastings Miér Oct 03, 2012 10:56 am

Sí, yo misma sabía que a veces en momentos desesperados podíamos llegar a hacer locuras de muchos tipos, pero Robert… Bueno, Robert era Robert. En los últimos años (¿Años?) siempre había actuado de aquella manera tan descabellada y al mismo tiempo espeluznante. A veces me había llegado a dar miedo de verdad, aunque no era algo que fuese diciendo por allí ni mucho menos, lo último que deseaba era que la gente pensara que era una mujer débil y frágil. Aunque claro, él también se estaba refiriendo a lo que había pasado con Sebastian, pero… ¿acaso era tan raro que hubiese sacado su lado violento? Después de todo, el joven profesor había estado tonteando con su mujer. El caso de Grace era muy diferente al mío, al menos desde mi punto de vista. Yo nunca le había dado pie a Robert para que pensara que le estaba siendo infiel o que podía serlo, pero…, Grace, lo de Grace había sido muy diferente. No tenía ni idea de cómo se había enterado William del tonteo que se traía con Sebastian, pero estaba claro que aquella tarde no había llegado al parque donde todo estaba pasando por casualidad. La parte curiosa de mí deseaba saberlo, pero al final me refrené lo suficiente como para no abrir la boca, no quería meter el dedo más en la herida.

- No sé – Mis palabras no fueron más que un leve susurro. Podría haber hecho las cosas de otra manera y no de aquella manera tan forzada. Volví a frotarme la muñeca “lesionada” en un acto totalmente inconsciente antes de virar la mirada a cualquier sitio que no fuera él, como que sentía que no podía mentirle ni intentar esconderle cosas y ese simple sentimiento me frustraba más de lo que mucha gente se pudiera llegar a imaginar, quizá sencillamente porque no entendía realmente porque había aparecido así de la nada y no lograba entenderlo del todo. Era extraño. – Te lo agradezco, en serio…, aunque ya sabía que podía contar contigo – Una suave sonrisa apareció en mi rostro. Era algo que había deducido ya hacía algún tiempo, que William era de aquellas personas con las que podría contar.

Su petición me dejó helada, sobretodo la contundencia con la que parecía asumir que no lo haría. ¿Tan transparente había sido con respecto a las acciones de Grace y lo que opinaba de ellas? Vaya… esa realmente no había sido para nada mi intención, me gustaría ser más disimulada con mis pensamientos, pero visto lo visto, éxito desde luego no es lo que tengo al respecto. De todos modos no puedo evitar que mis expresiones faciales delaten mis sentimientos ante semejante petición, pues casi en el momento arrugo bastante molesta la nariz y tengo que contener algún que otro gesto de absoluta molestia. – ¿Qué pasa si me importas lo suficiente como para que me molestase incluso a mí? – No tengo ni idea de donde han salido aquellas palabras, simplemente han salido, así sin más, sin poder evitarlo. Ha sido algo tan extraño como esa sensación de no poder ocultarle absolutamente nada. Noté sus ojos en mí y no pude evitar bajar la mirada. – No puedo prometerte eso. Lo siento Will…, simplemente no puedo. Sé que lo está pasando mal y entiendo que me pidas algo así, pero…, no sé. Va contra mis principios lo que ella ha hecho y no sé si sería capaz de poder estar en una misma habitación con ella sin recriminárselo…, y eso a la larga dolería más, ¿no crees? - ¿O era mejor que le dijeran a la cara que pensaban de ella que era una cualquiera? – Creo que tendrá que pasar un tiempo antes de que me vea capaz de intentar ayudarle – Dije finalmente después de haberme parado a reflexionarlo más detenidamente durante unos pocos segundos.

Que no le quitase valor. Sonreí un tanto cohibida. Sabía perfectamente que había tenido que hacer acopio de cierto valor para hacer aquello, un valor que ni siquiera creí tener hasta aquella noche en la que me decidí finalmente, y realmente no fui consciente del valor que tenía dentro de mí hasta que lo estaba llevando a cabo, hasta el mismo momento en que me estaba enfrentando directamente a él. En el momento en que salí de casa. – A veces no es fácil darse cuenta. A mí me ha costó darme cuenta y necesite un leve empujón para dar el paso… - Aunque por lo que me estaba contando William, Willow lo había intentado con él sin resultado alguno. – A lo mejor simplemente estabas demasiado empeñado en arreglarlo, tampoco es malo, simplemente querías hacer lo que en ese momento creías que era lo correcto.- Me sentí halagada cuando dijo que era su ejemplo a seguir por la manera en que había obrado porque realmente nunca pensé que pudiera llegar a ser un ejemplo que seguir para nadie, pero por mucho que pudiera decir al respecto mis labios permanecieron sellados y lo único que alcance a hacer fue fundirme en aquel abrazo.

Ni siquiera el silencio que nos envolvió me suponía molestia alguna, más bien todo lo contrario, era un silencio para nada incómodo, se me antojaba agradable y “cómodo” por calificarlo de alguna manera. Noté como poco a poco parecía calmarse cosa que me calmaba incluso a mí o al menos me tuvo lo suficientemente calmada hasta que noté como se me quedaba mirando fijamente. En ese preciso instante noté que el pulso se me disparaba y me iba a mil por ahora, no estoy exagerando en absoluto. En el momento en que noté su mano sobre mis cabellos y rozando mi rostro, mi corazón empezó a latir desbocado dentro de mí pecho. Si no recuerdo mal era la primera vez que estábamos tan cerca desde que nos conocíamos, o al menos que permanecíamos tan cerca el uno del otro. Temía, de verdad temía que de un momento a otro fuésemos a cometer alguna estupidez que no pudiera resolverse o de la que pudiéramos arrepentirnos, pero no… Todo aquello, toda aquella extraña situación acabo con un beso en mi mejilla. Un contacto que consiguió que una extraña sensación de vértigo y mareo me invadiera por completo. Era lo más raro que había sentido en mucho tiempo…

¿Había sentido aquello alguna vez con Robert? Me mantuve quieta en mi posición sin saber muy bien qué hacer o decir. Me había quedado prácticamente helada y sin embargo no podía apartar la mirada de él, por un momento había creído que… Posiblemente hubiesen sido solo imaginaciones mías. Mías y de mi loca cabeza que parecía estar en otro sitio. Quizá metida en algún tipo de comedia romántica de aquellas que siempre terminaban bien. Espera un momento… ¿por qué estaba pasando todo eso por mi cabeza? Demasiada confusión. – ¿Qué? – Pregunté ligeramente desorientada – ¡Oh! No pasa nada… Después de todo solo es agua – La risa que se escapó de entre los labios de William se me contagió con facilidad aunque intenté cortarla en el menor tiempo posible. De todos modos me había alegrado ver que aún podía sonreír y reír. – Parece que te encuentras mejor…, quizás no deberías exigirte tanto a ti mismo y cuidarte un poco más…, ¿cómo pretendes cuidar de alguien en el estado en el que te encuentras? Primero deberías cuidarte un poco a ti mismo, ¿no crees? – Alcancé a preguntarle mientras volvía a la mesa y tomaba la taza entre mis manos para darle un sorbo, aunque esta vez en lugar de sentarme me apoyé ligeramente en la mesa.

Y sí, me había alejado de él para no acabar haciendo alguna tontería por culpa de algún estúpido impulso.
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Mensaje por William A. Sullivan Vie Oct 12, 2012 12:44 pm

Savannah no parecía del todo convencida de mis palabras. Parecía que algo hacia que estuviese recelosa; seguramente había cosas que no me había contado pero tampoco quería inmiscuirme más, seguir preguntando por aquello. Yo estaría abierto a escuchar todo lo que quisiera decirme sin forzarla a ello. No era de ese tipo de personas y ella lo sabía. Cuando estuviera dispuesta a compartirlo, si es que en algún momento lo estaba, yo la escucharía sin problemas. Aquello no me molestaba, al contrario. Entendía que todo el mundo tenía sus secretos y nadie tenía la autoridad ni el derecho de exigir que alguien los compartiese. Aunque no fuese capaz de explicarlo con palabras, ella se había convertido en alguien importante para mi. Un fuerte apoyo por el que le estaba muy agradecido. Por ello yo estaría para ella siempre sin ningún tipo de duda. - Eso espero, porque desde luego tengo la misma opinión de ti. - En aquellos momentos ella necesitaba apoyos y, aunque no estuviese en mis mejores momentos quería brindárselos. Me frustraba aquello porque sino hubiese sucedido nada, ahora mismo podría estar centrándose en ella, buscando las palabras adecuadas y los consejos certeros. Pero la sombra de todo lo que había acontecido nublaba mi mente y no permitía que me centrase en nada. Aquel había sido uno de los motivos por el que me había decidido a pedir la baja, ya que no consideraba que estuviese en plenas capacidades para ejercer de manera adecuada y responsable.

Pese a haber considerado mi petición algo lógico después de haber averiguado sus intenciones por los gestos que se dibujaban en su rostro, su respuesta me pilló por sorpresa. Tenía que decir que no le costaba ni lo más mínimo leerla, en el sentido de que muchas veces sentía que sabía lo que estaba pensando solo con mirarla a los ojos. Era una extraña sensación de conexión que ya no me acordaba desde cuando se había comenzado a manifestar. Era como si la conociese de toda la vida. Lejos de haberme enfadado por aquella reacción, en el fondo hizo que na chispa de alegría apareciese en mi interior. El que me hubiese dicho de aquella forma las palabras "que me importas lo suficiente como para que me moleste incluso a mí" tuvo un efecto que ni yo mismo habría sido capaz de anticipar. Relajé el gesto de mi rostro y ladeé la cabeza emitiendo un sonoro suspiro - No te enfades... No lo decía con esa intención, no quería molestarte - Me quedé en silencio mientras escuchaba como proseguía su discurso. Me crucé de brazos sopesando todo lo que me había dicho y acabé negando con mi cabeza - Entonces... digámoslo de otra forma. ¿Podrías no ser demasiado dura con ella? Sabes como es Storybrooke. Es un pueblo pequeño. Las noticias como te habrás dado cuenta vuelan a la velocidad de la luz y cobran mucha importancia. Seguramente habra mucha gente que la juzgará cruelmente y que la mirarán con un aire de pena mientras que, a la vez, la estarán juzgando por sus actos. Por eso me limito a pedirte que no seas muy dura, ¿es eso mucho pedir? - No lo decía en un tono borde, como exigiéndole que lo hiciera. Sino más bien era una especie de ruego. Ambos habíamos sufrido mucho y no quería que aquello se encarnizase más. La pérdida del bebé ya había sido demasiado doloroso. - Ella está completamente desolada y, sinceramente, me preocupa que podría llegar a hacer después de lo ocurrido si aún por encima se siente tan sola y aislada. Solo te pido que, si yo he sido capaz de dejar eso a un lado por el momento, tu lo intentes también aunque no seas ahora mismo su amiga. Por lo menos que no tenga otra mirada reprochadora que la persia por el pueblo - Había clavado mi mirada en la suya y había hablado de forma pausada, escogiendo con cuidado mis palabras. Quería que se diese cuenta de que, en el shock en el que se hallaba, aquella situación provocaría que se desbordase más. Y antes de hacer algo de lo que luego pudiese arrepentirse, en cierto modo era mejor mantenerse al margen.

En el fondo me hacía gracia aquella manía que tenía de sacarse mérito. No se daba cuenta del valor y la fuerza de determinación que había mostrado al tomar aquella decisión. No todo el mundo era capaz de ello y, de hecho, yo era un claro ejemplo de aquello. Además, no parecía concebir lo importante que podía llegar a resultar para otras personas. Yo mismo le había confiado todo lo que había guardado en mi interior y que había deseado que nadie supiese aunque, finalmente lo había liberado delante suya. Ahora, tras hacerlo, no me arrepentía sino que lejos de sentirme peor había logrado arrojar un haz de luz, había conseguido que me sintiese un poco mejor y, aquello, era todo un logro. Hablar de lo ocurrido con Savannah, abriéndome como si fuese un libro no me había hecho sentir extraño sino todo lo contrario, como si fuese lo que tendría que haber hecho desde el principio. A veces aquel sentimiento de familiaridad que tenía cerca suya hacía que por mi mente divagasen muchas cosas cómo los motivos de aquello. Sí creía en la conexión especial de algunas personas pero jamás tan fuerte. Era como simplemente la conociese de mucho más. - Tú hiciste lo correcto, yo no. en el fondo creo que me asustaba tomar aquella decisión, de qué ocurriría después. También pensaba en nuestra hija pero... hasta ahora no me di cuenta de que precisamente por eso, sino funcionaba, deberíamos habernos alejado para darnos una mejor oportunidad a ambos y que ella hubiese sido feliz. - Al terminar la frase me quedé en silencio. Aquello jamás lo sabríamos. Ahora ya no importaba.

Decir que aquel momento en el que, por un segundo parecía que le ib a dar un beso en los labios, era incómodo era quedarse cortos. Al menos para mí. Una parte de mi me había detenido en el último instante y, tras hacerlo, todo mi cuerpo parecía protestar por la decisión que finalmente había aceptado. Sentía completamente cad fibra nerviosa de mi cuerpo activada después de aquel acercamiento. Mi respiración parecía haberse alterado aunque era casi imperceptible ya que intentaba mantenerla normal. Aquella broma había sido simplemente una manera de evasión para intentar alejar aquella idea de mi cabeza aunque parecía no estar causando el efecto que estaba deseando. El haberla sentido tan cerca, su respiración, su fragancia que me había embargado hasta lo más profundo de mi ser. Cerré unos segundos los ojos y respiré profundamente tratando recuperar el control de mi ser. La observé mientras se alejaba de mi, cosa que me causó sentimientos enfrentados. Por una parte, lo agradecía ya que hacía que me tranquilizase aunque por otra sentía una necesidad imperiosa de ir tras ella y terminar lo que había empezado. Por unos segundos simplemente habíamos existido ella y yo y, regresar a aquella oscura realidad, no me parecía una opción tan reconfortante como la visión de paz que había experimentado.

Su voz me sonaba lejana porque yo estaba ausente en mis propios pensamientos. Con un esfuerzo intenté centrarme para recuperar el hilo e la conversación - Creo que no puedo negar que soy muy exigente conmigo mismo... Pero no es algo que pueda controlar. En el trabajo que desempeño hay vidas que dependen y eso hace que aprendas a aceptar cargar con más responsabilidades de una forma diferente.- Me encogí de hombros - Debes acostumbrarte a apartar tus problemas y centrarte solo en los demás ya que no puedes permitirte el lujo de equivocarte por lo que no puedes estar pensando en otras cosas - Siguiendo su ejemplo, me acerqué a la mesa para coger mi taza de café y beber un largo trago. - Además, aunque sean cosas diferentes tu también estás pasando por algo importante... y has venido hasta aquí preocupándote por mi.
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Mensaje por Savannah L. Hastings Dom Oct 14, 2012 11:19 am

Negué con la cabeza suavemente esbozando una media sonrisa. ¿Enfadarme? Para nada estaba enfadada o me sentía molesta al respecto – No estoy molesta, en serio. – No veía necesidad de molestarme, en cambio, si él se hubiese molestado conmigo por ser tan fría y dura con Grace, aún y cuando no estaba delante de nosotros. Es decir, totalmente ausente. Nunca me había gustado ser de aquella manera y hablar mal sobre alguien que no estaba en la habitación, pero…, sobre Grace era diferente. Muchísima gente en Storybrooke estaría pensando y diciendo lo que yo decía e incluso cosas peores, aunque todo eso no significaba que no me sintiera mal en cierto modo. Bastante mal.

- Siempre puedo intentarlo, pero, no te prometo nada. - ¿Cómo iba a poder prometerle algo como aquello? Ni siquiera sabía como iba realmente a reaccionar en el momento en que me encontrase con Grace en su casa. Era como algo… No sabría cómo explicarlo, pero si que sabía que mi reacción no iba a ser ni de lejos positiva. ¿Cómo serlo después de lo qué Grace había hecho? Y sinceramente, me daba exactamente igual que tuviese mil excusas y razones para hacer lo que hizo. Las cosas simplemente no se hacían de aquella manera. Lo había hecho mal y eso nada lo iba a cambiar, ni siquiera un puñado de excusas. – Tampoco puedes culpar a esa gente de juzgarla y tratarla como lo harán…, pero bueno, intentaré no ser tan dura con ello – Aunque primero iba a intentar no cruzarme ni tan siquiera con ella, porque no quería ver ni mi propia reacción. Quizá cuando las cosas se calmaran y pasara un tiempo podría enfrentarme a la situación y a Grace, pero… ¿ahora? Desde luego en el momento en que me encontraba sabía que no iba a ser capaz de mirarle a la cara y esbozar una falsa sonrisa.

- Lo sé, lo sé. Realmente no hace falta que me lo repitas. – Soné quizá un poco brusca, pero ya me había quedado más que claro que estaba mal, aunque vamos, no creía que tuviese la cobardía necesaria de quitarse la vida y no ser fuerte y luchar por seguir adelante. – Todo eso ya lo sé, pero nada cambiara lo que ahora mismo siento hacia ella – Y odiaba sentir tanta negatividad hacia una persona que hasta hacia poco consideraba mi amiga. ¿Seguía siendo mi amiga? Realmente ni yo misma lo sabía…

Me encogí de hombros ante sus siguientes palabras – A lo mejor sencillamente son diferentes puntos de vista, de ver la situación y para ti en ese momento era lo correcto. – Era lo único que se me ocurría decirle, porque realmente todos en situaciones parecidas creíamos estar haciendo lo correcto cuando tomábamos una decisión al respecto. El caso es que una vez resuelto y visto las consecuencias de nuestra decisión podíamos darnos cuenta de que realmente no había sido la decisión correcta. – Tampoco te puedes echar toda la culpa a ti. Ella también podría haber dado el paso y no lo hizo. – Vamos así lo veía yo al menos desde mi humilde punto de vista que parecía ser todo lo contrario al de William, o a lo mejor simplemente se debía al hecho de que yo lo estaba viendo desde fuera y por lo tanto con otros ojos.

Desde luego los momentos en que habíamos estado tan cerca el uno del otro, me había hecho sentir algo extraño. Algo que no sería capaz de describir con simples palabras como si algo dentro de mí se hubiese activado y en cuanto me separé de él hasta llegar a la mesa se hubiese vuelto a apagar. Era mágico y aterrador a partes iguales. No sabía muy bien como reaccionar a todo aquello, al hecho de ser capaz de notar su presencia tan cerca de mí y que me pusiera ligera nerviosa, casi como si me fuera a marear. Algo que no me había pasado ni siquiera en presencia de Robert. Me hacia hacerme preguntas estúpidas y totalmente ilógicas…, aunque todo aquello lo había sentido durante meses, de una forma latente, cada mañana cuando iba a la pastelería. Había sido casi como si no pudiese evitar sonreír cuando estaba en su presencia. El problema es que ahora lo había sentido con más fuerza que todas aquellas veces anteriores, por eso dí gracias a mi fuerza de voluntad por apartarme de él y llevarme hasta la mesa donde ahora me encontraba ligeramente apoyada.

Eso sí, estaba intentando ignorar los sentimientos enfrentados que habían nacido dentro de mí a raíz de aquella simple y sencilla acción. Le di un sorbo al café intentando de esa manera sacarme todo aquello de mi cabeza, mi mente, mi cuerpo y… ¿mi corazón? – Si, bueno, supongo que tu ves todo eso de las responsabilidades de una forma muy diferente a como yo lo veo…, por lo que tú dices. El trabajo, pero sigo pensando que no tienes que culparte. – Le sonreí ligeramente desde mi posición volviéndome a él antes de negar otra vez con la cabeza – No se puede comparar… Lo mío no es tan… - ¿Dramático? ¿Duro? Tenía su parte de cada una de esas cosas, pero desde luego no del mismo nivel que el problema de los Sullivan – No le quites importancia a tu problema frente al mío. Para mí ha sido una liberación, un renacimiento…. Para ti y para Grace ha significado un hundimiento, pero al menos voy a intentar sacarte del agujero antes de que te metas del todo. – No sabía de donde habían salido aquellas palabras, pero si que sabía que eran completa y totalmente sinceras.
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Mensaje por William A. Sullivan Miér Oct 24, 2012 11:09 am

Escuchar de sus propios labios que no se había molestado me había aliviado de una forma que para nada resultaba normal. Aquello me había sorprendido y no estaba muy seguro de qué forma. Sí, Savannah era muy buena amiga mía y, desde luego, jamás me había gustado que ningún amigo se enfadase conmigo ni se molestase tan si quiera. Pero la sensación que había sentido de tranquilidad y el nerviosismo anterior que lo había acompañado antes de que las pronunciase era lo que me habían dejado un poco descolocado. A veces me sorprendía a mi mismo al pensar en el efecto que aquella joven podía llegar a ejercer sobre mi persona, alejándose de lo que otras personas habían logrado en cualquier momento de sus vidas. Cuando le decía que estaría ahí siempre que lo necesitase, muchas personas lo decían de forma metafórica, pero en cambio yo creía al 100 % en aquellas palabras y estaba seguro de que, en caso de tener que escoger entre ella y cualquier otra persona, acabaría alzándose victoriosa. No alcanzaba a encontrar una respuesta plausible a aquella pregunta que ya tantas veces me había realizado, cómo era posible que me afectase de una forma tan desmesurada; o, más bien, sí había llegado a una pero mi mente se había esforzado demasiado en alejarla de mis pensamientos ante la imposibilidad de que algo llegase a ocurrir a causa de las circunstancias. Yo estaba con Grace, ella estaba con Robert aunque ahora todo aquello había cambiado…. Aquel remolino de pensamientos y sensaciones que siempre me había esforzado por mantener encerradas parecían desatarse con una fuerza propia de la fuerza de un huracán, entrando en conflicto con todo por lo que estaba pasando. Una marea de pensamientos inconexos que lo único que causaban era que mi confusión aumentase.

No acababa de entender, la verdad, por qué la gente se empeñaba en darle más importancia de la que yo mismo le daba. Y entiéndase importancia por aumentar la necesidad de comportarse mal con Grace. Todo el mundo cometía errores en su vida y, con aquel comportamiento no quería decir que no fuese a haber repercusiones de mi parte hacia ella por todo lo que había pasado. Pero simplemente no me parecía el momento adecuado. Ella había experimentado una pérdida muy dolorosa, de hecho, ambos. Y en aquellos momentos no me sentía con las fuerzas necesarias como para discutir con ella; estaba destrozada, la conocía y en el fondo sabía que debía estar destrozada, despertando en mi sentimientos de compasión. No era del tipo de personas que se encarnizaban con las personas y, menos aún, cuando pasaban por cosas así – Gracias Savannah, no te preocupes por ellos… Intentaré que por lo menos no sea tan evidente, al menos hablando con ellos – Me encogí de hombros sintiéndome completamente inútil. Era de esas veces en las que sabías que pese a todo lo que intentases, la gente seguiría haciendo lo que le viniese en gana. Y teniendo en cuenta que era mi vida y la de mi “mujer”, aquello me exasperaba. – Y no los culpo, pero solo pido que sepan medir sus acciones. La perdida de un bebé ya es lo suficientemente doloroso como para que aún por encima se te vengan más cosas encima. Créeme, sé de lo que hablo – Mis últimas palabras habían estado cargadas de amargura. Aquello sí que no se podría cambiar, no había marcha atrás.

Savannah parecía reticente a escuchar mis palabras así que solamente veía un camino plausible: la resignación. Fijé mi mirada en la suya y alcé mi mano a la altura de las suyas, extendiéndola – Entonces te propongo un trato, ¿dejamos a un lado el tema de Grace? Porque viendo que no vamos a llegar a buen puerto por nuestra discordancia de opiniones… creo que sería lo más acertado – Suspiré suavemente mientras esperaba a escuchar sus palabras en respuesta, con la mano firme. Lo que menos quería en aquel momento es que ella se enfadase conmigo, más después de toda la conversación que habíamos tenido y de lo que significaba para mí que estuviese a mi lado.

Sus siguientes palabras si me hicieron reflexionar y ver algo de luz en aquello. Quizás si tuviese razón en aquello, después de todo ambos éramos pareja y pese a que yo no hubiese dicho nada, ella si podría haberlo hecho. Al fin y al cabo ella podría haberme contado lo de Sebastian y poner fin a nuestra relación sin tener que llegar hasta aquel punto – En eso no te quitaré la razón… Después de todo ella parecía tenerlo claro, podría haberle puesto punto y final sin tener que llegar a tales extremos. Grace no es de las míticas personas que son… infieles a la primera de cambio. Ambos éramos conscientes de que esto no funcionaba y ella tampoco fue capaz de dar el paso – Bajé mi vista mientras respiraba con fuerza, volviendo a revivir en mi mente aquellos momentos, aquel beso. Si era completamente sincero, pese a que seguía doliéndome no lo hacia con la misma intensidad y gran parte de la furia de aquel día se había borrado. De todas formas, aquello no significaba que en su momento no le fuese a pedir explicaciones. Sino como marido por lo destrozada que estaba la relación, como amigo.

Le di otro sorbo a mi café lentamente mientras no dejaba de observarla. Aunque intentase apartar mi vista de ella una fuerza que parecía ajena a mi se resistía a permitírmelo. Lo que decía parecía perderse en mi interior mientras mis sentidos se esforzaban en concentrarme en ella. Por un momento, todo lo demás pareció desaparecer: Grace, el bebé, la cocina… En un acto egoísta, decidí dejarme llevar por aquel torrente de sentimientos que parecían haber despertado de aquel letargo. Con una decisión férrea dejé la taza sobre la mesa y, sin ser muy consciente de cómo volvía a estar frente a ella.. Di un paso al frente para juntarnos nuevamente, sentí como todos los músculos de mi cuerpo se tensaban, como los nervios se apoderaban de mi como si fuese un adolescente de 16 años. Sentía una incomodidad en el estómago mientras mis brazos, que parecían actuar solos como si fuese una simple marioneta, rodeaban la cintura de Savannah haciendo que nuestros cuerpos se pegasen más. Sin darle demasiado tiempo a reaccionar mis labios se acercaron a los suyos, fundiéndose en un tierno beso. El contacto electrificó cada fibra de mi organismo y tuve la sensación de conocerlos como si fuesen los míos propios, como si no fuese una situación extraña sino de lo más normal. Poco a poco fue perdiendo aquel matiz dulce dejando que se desatase la pasión, volviéndose más intenso. Cuando por fin aparté mi boca para respirar, ya que hasta me costaba respirar por la nariz, fijé mi mirada en la suya sin moverme buscando un mínimo de aprobación en su mirada. Ahora mismo solo existíamos ella y yo y todo mi ser deseaba continuar con aquel beso.
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Mensaje por Savannah L. Hastings Lun Oct 29, 2012 12:32 pm

Era una situación complicada. Complicada y peliaguda. Para mí, en esos momentos era como andar sobre una cuerda intentando mantener el equilibrio para no caer al vacío. Un movimiento en falso y podía ser mi perdición. Poner un pie donde no debía podía llevarme al desastre más absoluto. En aquel momento poner la palabra equivocada en mi boca podía tener sus consecuencias, por eso meditaba bastante antes de hablar. Antes de que cualquier cosa saliera de ella. Por eso decidí quedarme callada ante las explicaciones de William. Por supuesto podía imaginarme cuanto dolía aunque no hubiese pasado por ello, claro que bien sabía yo que una cosa era imaginarlo y otra realmente muy distinta pasar por ello.

Ese trato me parecía perfecto dado la situación y el ambiente – Me parece bien… - Y no dejé ver en mi voz el alivio que sentía por el simple hecho de haber cambiado el rumbo de toda aquella conversación y que se alejara de Grace y todo lo que ella implicaba, que era mucho en cierto modo. Prefería centrarme en otras cosas, además del hecho de que el dolor y todo lo que ahora sentía William llegaría un momento en que desaparecía. Hablar de ello solo era una forma de hurgar en la herida y no dejar que esta sanara. Le sonreí débilmente escondiendo la sonrisa tras la taza que volví a llevarme a los labios sin apartar mis ojos marrones de él ni un segundo.

Me hizo sentir levemente satisfecha el hecho de que me diese la razón sobre lo que había dicho de Grace y Sebastian, y es que ella perfectamente podría haberle dicho algo. No veía a William de aquellas personas que viendo que su pareja era infeliz y deseaba estar con otra persona no la dejase o se pusiera violento. No, eso iba conmigo. Mis ojos se movieron unos segundos hasta una de mis muñecas, pero seguía perfectamente tapada. – Las cosas se hicieron de forma incorrecta, simplemente. – No valía poner excusas, esa era la realidad. Se podrían haber hecho las cosas de muchísimas maneras pero había elegido el mal camino.

Yo simplemente había sentido un día que había acabado con Robert. Algo dentro de mí me lo decía. Me decía y me repetía constantemente que lo habíamos perdido todo, que el “amor” que se suponía que alguna vez había existido entre nosotros dos se había ido, se había esfumado, para siempre. El problema había residido en que había intentando ignorar aquello, había intentado ignorar a mi propio corazón hasta que aquella conversación con el profesor de ciencias en el colegio parecía habérmelo aclarado todo. De alguna manera le había abierto la puerta a todo aquello que sentía y lo había dejado salir.

Lo habíamos intentando, pero el “amor” era muy débil y había acabado perdiéndome a mí misma en el camino, de manera que una día cuando me levanté ya ni siquiera sabía quién era aquella que me miraba desde el espejo. Había intentado con tantas fuerzas que lo mío con Robert funcionara, que no me había dado cuenta de que me estaba perdiendo en un bosque de sentimientos y emociones encontrados.

Ahora incluso me preguntaba si alguna vez había existido amor entre nosotros. Ese amor que se palpa en el ambiente, que entras en una habitación y sabes que está ahí. Esa clase de amor que con cruzar una mirada te hace sonreír de una forma especial y te hace sentirte completa, llena… Te hace sentir como nada en el mundo antes te ha hecho sentir.

Como me estaba sintiendo ahora mismo cuando nuestras miradas se cruzaron y una lenta sonrisa se dibujo en mis labios…

¡A eso me refería!

Antes de ser realmente consciente tenía a William justo frente a mí. Era la vez que más cerca estábamos en todo aquel tiempo que nos conocíamos. Desde la distancia a la que nos encontrábamos ahora era capaz de ver incluso la más mínima imperfección que pudiera poseer así como perderme en aquellos ojos que poseía y que hicieron que una fina curva se dibujase en mis labios apenas imperceptible. Ni siquiera fui del todo consciente de cómo sus brazos rodeaban mi cintura haciendo que nos juntásemos más. Era como si no fuera consciente de nada de lo que ocurría a nuestro alrededor. Sentía su respiración y la mía como si fueran casi al unísono. Ni siquiera recordaba bien donde me encontraba. Todo había dejado de tener sentido e importancia. Lo único real en aquellos momentos era William y su cercanía.

El contacto de nuestros labios consiguió que todo a nuestro alrededor parara definitivamente. Ni siquiera el más mísero sonido llegaría hasta mis oídos. Una explosión de calor pareció inundar todo mi cuerpo empezando por el corazón y terminando en las puntas de mis dedos, dejando a su paso una sensación de vértigo agradable. Era como si una parte de mi hubiese estado esperando aquello durante mucho, muchísimo tiempo. Como si algo muy en mi interior hubiese despertado de un largo letargo con aquel beso. No deseaba terminar aquel contacto, ni separarme y no dude ni un mísero segundo en devolverle el beso, ni siquiera cuando pasó a tener un matiz más pasional. Incluso aquella separación más que necesaria para recuperar el aliento se me antojo dolorosa… Le miré con los ojos brillando de una forma que hacía mucho tiempo que no hacían antes de posar ambas manos en las mejillas de William. No sabía que me estaba llevando a hacer eso, impulsos, el corazón, porque mi cabeza me decía constantemente que debía marcharme. Marcharme ya. El corazón gano la partida una vez más y es que con una sonrisa en los labios estos se acercaron hasta los dos de William, besándole con la misma pasión que me había brindado él antes, como si fuera la última vez que fuera a hacer aquello, al tiempo que pasaba mis brazos alrededor de su cuello, como si quisiera acercarle aún más a mí o cerciorarme de que efectivamente estaba allí y todo eso no era una simple mala jugada de mi mente.
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Mensaje por William A. Sullivan Sáb Nov 10, 2012 4:30 am

Parecía que por fin habíamos llegado a un "acuerdo" entre ambos para que ninguno se molestase con el otro. Por mi parte, claro que comprendía a Savannah y cómo se sentía con respecto a Grace. Si yo hubiese estado en su situación, seguramente mi comportamiento hubiese sido el mismo que el suyo aunque intentase remediarlo. En aquellas ocasiones era imposible no posicionarse, para bien o para mal, de un lado. Una vez hecho, aunque fuese de modo incosciente y pese a lo que la otra persona te dijese, hasta que tu mismo no pensases que merecía otra segunda oportunidad, no cederías. Engañarse a uno mismo esforzándote en sentir algo que no te es propio no era bueno para nadie, esa era una lección que había aprendido de la peor forma.

La conversación que habíamos mantenido ella y yo había logrado que, al menos, me sintiese algo mejor. Haber encerrado todos aquellos sentimientos durante aquel tiempo no había hecho otra cosa más que hundirme y amargarme más de lo que ya estaba. Pero no había logrado hablar con alguien adecuado hasta aquel momento. Sentía que entre nosotros no hacían falta tanto las palabras, sino que con una simple mirada era capaz de comprenderme. Quizás tuviese parte que ver el que ella estuviese pasando por "algo" parecido con Robert. Y, con algo parecido, me refería a problemas de pareja. Por lo que me había dicho lo suyo, al menos, no había implicado tanto drama como en mi caso con Grace. Aunque tenía la extraña sensación de que había algo que no me había contado. Aquello me molestaba bajo el punto de vista de que yo me había abierto completamente con ella, sin embargo no la forzaría a que me dijese más de lo que ella considerase necesario, al menos hasta que no estuviese preparada. Me había mostrado que ella estaría a mi lado sin importar las circunstancias y eso era algo que sentía recíprocamente hacia ella.

Asentí despacio ante lo que había dicho, desviando la mirada. "De forma incorrecta" no había mejor forma para expresarlo. Estaba seguro de que Grace se había sentido como yo: atrapado en una relación que no evolucionaba y que nos estaba asfixiando. Sin embargo, por esforzarnos en hacer lo correcto ninguno de los dos pudo ver que aquello simplemente nos llevaba irremediablemente ante el desastre. Supongo que, el que estuviese embarazada, también había sido un punto importante para esforzarnos en que funcionase. Aunque no lo habíamos intentado lo suficiente y aquello solo había logrado causarnos más daño mutuamente. A veces no se trataba tanto de esforzarse en que funcionase, sino más bien en darse cuenta del error y dejarlo ir. Una relación no creía que fuese algo así, sino que ambas personas deberían dejar fluir sus sentimientos y asentar las bases para una sana convivencia en donde la sinceridad y la comprensión fueran dos de los más importantes pilares que la sostuviesen. Es decir, todo lo contrario a lo que Grace y yo habíamos tenido. Lo que yo sentía por Grace en aquellos últimos momentos de nuestra relación había sido mucho más semejante a una relación de buenos amigos que a otra cosa, en la que el cariño mutuo que nos profesábamos después de tantos años juntos había conseguido que nos mantuviésemos a flote. Pero aquella situación era insostenible, y estaba claro que tarde o temprano aquello se vería demasiado dañado y acabaría rompiéndose, como había sido el caso.

Agobiarse, después de todo lo ocurrido, pensando en como nos podríamos haber comportado para evitar llegar aquel punto me parecía una estupidez. Ahora deberíamos cargar con las consecuencias e intentar pasar página lo antes posible. Por más doloroso que se nos presentase el futuro, no podíamos permanecer viviendo de recuerdos dolorosos que no nos permitiese seguir adelante. Cada vez que me acordaba de aquella dulce niña sentía como si un puñal me desgarrase del todo y es que, lo que más me dolía de aquella situación, es que se hubiese cobrado una víctima inocente que no era culpable de los problemas de sus padres. Tuve que esforzarme por no volver a derramar una lágrima más, ya que ahora que había logrado controlarme no quería volver a empezar a llorar. Además, dudaba que me quedasen más lágrimas que pudiesen ser derramadas.

Quizás, lo que me resultase más extraño de todo aquello, era la tensión que se podía palpar en el ambiente entre Savannah y yo. Mentiría si dijese que jamás me había sentido atraído por ella, desde luego, porque uno d elos motivos de que hubiese pasado todos los días por su pastelería no era otro más que verla. Sin embargo, siempre había intentado mantenerme a una distancia prudencial e ella para no cometer ninguna tontería. La atracción que sentía irremediablemente hacia ella, que parecía arrastrarme hacia su lado como si fuésemos los dos polos opuestos de un imán, las dos partes de un mismo elemento que se necesitasen sin control. Había logrado mantenerlo a raya mientras estaba con Grace y ella estaba con Robert, pero al desaparecer la única cosa que nos mantenía separados, la fuerza de la atracción había regresado más poderosa que nunca. Parecía como si los hilos de nuestro sino se entretejieran entre ambos llevándonos inevitablemente a estar juntos.

Yo había dado el primer paso, hacía un rato, al casi besarla sin haberme dado cuenta. Aunque había logrado superar la primera tentación, aquel gesto había supuesto que se abriera una puerta oculta en mi interior que parecía que irrevocablemente nos acabaría llevando a lo que ocurriría después. Por el lenguaje corporal, había visto como Savannah se había puesto nerviosa con nuestro anterior contacto, pero que no lo había rechazado del todo. Podía ver en sus ojos que ella también deseaba que aquello pasara y, aunque no consideraba que aquel era un buen momento, finalmente no pude resistir la tentación y me acabé fundiendo con ella en un agradable beso.

El contacto de nuestros labios supuse que se encendiera en mi un interruptor que hacía tiempo que había desaparecido. Pese a que jamás nos habíamos besado, sus labios me parecieron extrañamente familiares pero no por ello el beso perdió intensidad, sino que más bien fue todo lo contrario. Era como si hubiesen estado demasiado tiempo separados, esperando aquel momento, y ahora que se habían vuelto a encontrar no deseaban separarse. Sentí la necesidad de hacer que ella se aproximase más a mi, como si de pronto la idea de que se separase y se marchase se volviera demasiado dolorosa. Cuando comenzamos a notar que nos estábamos quedando sin aire y nos vimos obligados a separarnos unos milímetros, miré a sus ojos que brillaban con una luz especial. Pude ver la misma mirada de mi parte reflejada. Por un momento pensé que se separaría, aunque la tenía completamente abrazada, sin embargo al ver coo se dibujaba su sonrisa pude adivinar que ella pensaba lo mismo. Sentí como me rodeaba con sus brazos mientras nos fundíamos en un nuevo beso que volvió a dejarme sin respiración y a sumirme en una felicidad absoluta en la que solo existíamos ella y yo. El mundo exterior se había difuminado por completo y ella era el único faro que alumbraba mi camino.

Sentía como mi corazón estaba al borde de desbocarse y tuve que volver a separarme para poder volver a tomar aire. Sentía que mis mejillas ardían, como si me hubiese puesto colorado y una extraña sensación en el estómago. Nervios, quizás, por hallarnos en aquella situación. giré mi rostro para encontrarme con uno de sus brazos, el cual comencé a besar tiernamente hasta que, ayudado con mi mano, le dí un beso en el dorso de la mano. Notaba que cada contacto con nuestra piel era electrificante y que me reportaba una plena sensación de paz interior. Acaricié con suavidad su mano mientras la observaba, hasta que algo me sacó de pronto de aquel sueño idílico y me arrastró a la árida realidad. - ¿Qué... qué es esto? - Pregunté cambiando por completo la expresión de mi rostro. En su muñeca pude ver perfectamente unos moretones que parecían tener la forma de dedos, como si alguien la hubiese agarrado con fuerza. No parecían ser muy recientes y mi mente no pudo evitar volar hasta la imagen de Robert. Aunque no, quizás estaba haciendo demasiadas suposiciones precipitadas. Quería escuchar la respuesta de la boca de ella.
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Mensaje por Savannah L. Hastings Lun Nov 12, 2012 11:35 am

Era de esos momentos en que deseas que el tiempo se detenga. Se detenga para siempre en ese preciso instante. Eternamente. No te importa nada más. Te olvidas de todo. Lo demás deja de existir. Es raro, mágico, inquietante, agradable, espeluznante y maravilloso a la vez. Es algo que no puedes explicar con palabras. Es algo que hace que sientas como si flotases. Es lo mejor que en muchas ocasiones te puede pasar. Es algo totalmente único.

Me percaté, de que además parecía que era la primera vez que realmente me sentía de aquella manera, como si todas las veces que había estado de aquella manera con Robert durante nuestro matrimonio hubiesen sido una mentira, como si realmente ni siquiera hubieran existido. De alguna manera recuerdos que deberían estar en mi mente y perdurar de por vida se habían difuminado hasta el punto de que incluso parecía que hubiesen desaparecido, como si realmente nunca hubiesen existido. Este hecho me descolocaba totalmente.

¿Lo peor? Lo peor era que de repente aquel beso con William parecía haberse convertido en lo más real que había vivido en todos aquellos años, como si de repente todo lo vivido antes hubiese sido irreal e incluso artificial. Era lo más raro que podría haberme pasado y desde luego era algo que aunque quisiera no iba a lograr entender. ¿Cómo de repente a raíz de un beso esa situación parecía más real que todo lo demás? ¿Acaso era posible? ¿O era algo que simplemente quería hacerme creer la mente en ese momento? De lo que estaba completamente segura era de que no podía dejar de sonreír, era algo que me estaba saliendo de una forma totalmente natural, sin pararme a pensar en que lo estaba haciendo. Simplemente lo hacia.

Sonrisa que desapareció en cuanto aquella pregunta salió de labios de William y desvié mis ojos azules hacia la mano que me sujetaba. Enseguida vi a qué se refería (no había que ser demasiado lista para ello) y me aparté de él quedando nuevamente separados. Movimiento que por alguna razón se me antojo incluso doloroso, pero necesario. Me llevé la otra mano a la manga de la ropa tirando de ella hacia debajo de manera que aquellas marcas quedasen ocultas. Ni siquiera fui capaz de levantar mis ojos marrones y buscar los de William. – No es nada. – Vale, quizá en aquello estaba mintiendo un poco. Era obvio que era “algo” pero me estaba refiriendo más bien a que no era algo que tuviese que preocuparle demasiado. No era tan grave. – Quiero decir, que no es para tanto. No es nada grave. – Sonreí ligeramente. En realidad Robert nunca me había hecho nada malo, quizá me había hecho sentir miedo e intimidada, pero eran aquellos celos que le encendían lo que lo causaban. Yo estaba segura, sabía, que en el fondo era una buena persona. – Simplemente me agarro con más fuerza de la necesaria, pero estoy bien. – Por no decir que estaba mejor que nunca. Me sentía mejor que nunca.

Lo que menos deseaba ahora era que William arremetiese contra Robert o algo. De la misma manera en que él me pedía que respetase a Grace yo podía pedirle lo mismo en relación a Robert, ¿no?

- Cuando le dije que me iba no se lo esperaba. – Me quería. Él me quería de verdad y eso había hecho que estuviese ciego en relación a las cosas que pasaban entre nosotros, que nos estábamos alejando, que por un montón de circunstancias inesperadas habíamos acabado siendo unos extraños, al menos él había acabado siendo un extraño para mí. – Nunca me ha hecho nada, así que no se lo he tenido en cuenta – Añadí en un hilillo de voz totalmente incapaz de levantar la mirada.

Pensar que hacia un minuto me sentía feliz y ahora parecía haberme estrellado de súbito contra el suelo y la horrible realidad.
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Mensaje por William A. Sullivan Miér Nov 21, 2012 12:53 pm

Aquel momento era simplemente mágico, no había nada que pudiese expresarlo de una mejor forma. Todo lo que había nuestro alrededor simplemente se podía decir que había desaparecido, había dejado de existir, o es que nosotros lanzábamos una luz tan poderosa que cegaba a todo lo demás y hacía que resaltásemos por encima de todo. No deseaba que el contacto con sus labios llegase a extinguirse en ningún momento; de hecho, la simple idea de separarme de ellos se me antojaba dolorosa. Sentía la imperiosa necesidad de sentir su contacto, su piel rozando la mía. Era una sensación nueva que jamás había experimentado y que jamás me había hecho sentir más vivo, como si una parte de mi me hubiese sido arrancada y la acabase de encontrar; el gozo de haber logrado esa proeza parecía recorrer cada fibra de mi piel con una calidez suave y atrayente que me sumía en uno de los mayores placeres y sentimientos que había sentido jamás.

Sí, no podía negar que siempre había sentido una atracción especial por la morena porque me estaría engañando a mi mismo; pero si podía afirmar con rotundidad que jamás habría esperado que sucediese aquello. Es más, si ahora mismo me despertase bañado en sudor entre las sábanas de mi cama no me sorprendería lo más mínimo. No obstante, aquel momento se sentía demasiado real, no era tan difuso e impeceptible como un sueño. El latido rápido y potente de mi corazón, mi resiración agitada, sentir la suya acariciando mi rostro como si se tratase de una brisa marina, aunque cálida y más agradable. El contacto de nuestros labios, húmedo, tierno pero a la vez electrificante. Era lo más real que había sentido en demasiado tiempo. Todo lo que me había atormentado hasta aquel momento se difuminaba como algo demasiado lejano para poder recordarlo, en aquel momento solo existíamos nosotros dos.

Pero entonces, tan pronto como vino aquel momento mágico se desvaneció. La felicidad que había reflejado mi rostro segundos atrás parecía difuminarse por momentos hasta no mostrar ni la más ligera sombra de aquello. Su separación fue dolorosa, aunque por el momento en la mente de William solo cruzaban preguntas acerca de aquellos sospechosos moretones Por más que su mente había estado al 100% ocupada por Savannah, en aquellos momentos todo se le volvía a agolpar con fuerza inusitada sob el sobreañadido de las lesiones. La observé receloso, esperando una respuesta convincente. La miré fijamente y pude observar como rehuía mi mirada, aunque aquello no fue ningún impedimento sino que más bien encendió más las brasas. Fruncí el ceño mientras me cruzaba de brazos. Cuando mencionó que no era nada, tuve que esforzarme por no responderle alguna estupidez de la que me arrepentiría. Por suerte, ella fue más rápida que yo respondiendo. Suspiré profundamente, intentando recuperar el autocontrol sobre mi mismo. Aquello me estaba afectando de una forma que ni yo mismo me habría imaginado. Si, puede que fuese mi amiga y no tolerase que se comportasen mal con ellas, pero el odio que estaba sintiendo en aquellos momentos rebasaba los límites de lo normal, como si hubiese algo más. - Savannah, soy médico. Sé valorar lesiones, sobre todo de este tipo porque nos enseñaron a ello. Eso no se hace así como así, para eso tienes que hacer fuerza.. Mucha. ¿Fue Robert, no? - Al pronunciar aquel nombre me hirvió la sangre. Si ahora mismo estuviese delante, estaba seguro que le habría dado un fuerte puñetazo. Intentaba relajarme, respirando lentamente pero no estaba dando resultado.

Aquellas palabras parecían confirmar mi hipótesis; la agarré por cuidado con mis ambas manos con delicadeza, para que me mirase fijamente. Para ello también había flexionado ligeramente mis rodillas para facilitar aquello quedándome a la misma altura - ¿Por qué no me lo habías dicho? Y cómo... - ...se lo permitiste. No, aquello era imperdonable. Cuanto más lo pensaba más furioso me ponía. Aquel sentimiento parecía no tener fin. La continué mirando fijamente mientras escuchaba todo lo que tenía que decir, a lo que acabé negando con la cabeza - Esas cosas no se pueden justificar, Savannah. Eso fue violencia, violencia de genero. No.. ¿cómo se atreve a hacerte eso a ti? ¿A ti? - aquellas preguntas no eran dirigidas a ella, sino más bien las había lanzado al aire. No buscaba respuesta con ellas porque no creía que la hubiese - Eso... no puede quedar así. ¿no se lo has dicho a nadie?
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Mensaje por Savannah L. Hastings Miér Nov 28, 2012 10:26 am

Todo lo que sube baja. Siempre. Lo acababa de comprobar por mí misma y la verdad es que estar en un momento tocando prácticamente las nubes y el cielo con las puntas de los dedos para luego caer inevitablemente a una velocidad aún mayor hacia abajo, no era nada agradable. Era como caerse de bruces directamente contra el suelo.

Por supuesto era más que consciente de que William era médico, que sabía valorar aquel tipo de lesiones, que era más difícil engañarle en aquel tipo de cosas. Cuando mencionó la fuerza que se necesitaba para hacer aquello no pude evitar cerrar los ojos durante unos largos segundos con fuerza. Era fácil deducir quién había sido, quién había sido capaz de agarrarme con aquella fuerza y provocarme aquellas marcas. Volví a llevarme la otra mano a la muñeca, frotándola suavemente por encima de la ropa. – Quería impedir que me fuera de casa. Eso es todo. - En ningún momento me había hecho más daño que aquel que era tan visible ahora a simple vista. Nunca, jamás, me había puesto la mano encima. Quizá no era algo que se pudiera justificar pero en parte entendía que aquella noche hubiese perdido el control. Era algo que le había pillado totalmente desprevenido cosa que yo misma había comprobado con las palabras que me había dicho aquella noche. Estaba tan ciego, tan metido en su mundo donde estaba perfecto que ni siquiera se había dado cuenta de que poco a poco me había ido separando de él hasta llegar al punto en el que nos habíamos encontrado aquella noche. Hasta el punto de que yo había decidido dar el paso de una vez por todas e irme de casa.

Noté como sus manos agarraban las mías y aunque lo intenté evitar acabé viendo sus ojos a la misma altura que la mía sin poder rehuir de ellos y su mirada. – No te lo conté porque no es algo a lo que haya dado importancia. – ¿Por qué iba a darle más importancia de la necesaria a un hecho aislado? Simplemente se había descontrolado, tampoco era plan ahora de poner el grito en el cielo por aquello. Sabía de sobras que jamás me volvería a hacer algo así, que ahora si se enterase de aquellas marcas alrededor de mi muñeca se sentiría culpable, muy culpable, de la misma manera que sabía que toda aquella situación acabaría bien. Algo en el fondo de mi ser me decía que incluso acabaríamos teniendo una relación cordial y podríamos quedar como amigos. Del mismo modo podía hacerme una ligera idea de cómo terminaba aquella segunda pregunta que había quedado en el aire. Simplemente era algo que había ocurrido, ni lo había previsto ni había podido impedirlo. Además sabía de sobras que iba a ser la única vez que algo así ocurriera.

- ¿Violencia de género? ¿Estás hablando en serio? – Le pregunté aunque en cuanto hice la pregunta supe que la respuesta era que si estaba hablando completamente en serio. De todos modos desde mi punto de vista personal, William estaba exagerando un poco por no decir demasiado. ¿Violencia de género a eso? ¿A algo que ni siquiera había sido intencionadamente? – No seas tan exagerado… No fue nada. Estoy perfectamente bien. - ¿Tenía que repetirlo más veces? ¿O era algo que decía tanto para convencerme incluso a mí misma? No sé… todo aquello se estaba volviendo tan bizarro. La situación en general.

- ¿Por qué debería decírselo a alguien? – Otra vez sentía esa sensación extraña y certera al mismo tiempo de que me estaba repitiendo como una tonta, que estaba diciendo lo mismo una y otra vez como si estuviera metida en un círculo, en un bucle. – La única que lo sabe es Rebecca, porque fue a buscarme aquella noche y estoy viviendo con ella… Es que no veo la necesidad. No quiero buscarme más problemas ni meterle a él en ningún tipo de aprieto. Nunca me ha hecho nada, nunca me ha pegado… No sería justo.

Lo que menos deseaba en esos momentos era hacerle sufrir más. Bastante mal sabía que lo estaba pasando con todo aquello como para añadirle más porque su fuerza se saliera de su control en aquel momento.
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Mensaje por William A. Sullivan Sáb Dic 08, 2012 10:39 am

"Eso es todo" Sus palabras resonaron en mi mente, propagándose como si hubiese eco en el interior de mi mente. Por mi cabeza no podía pasar ningún tipo de situación a la que podría llegar hasta aquel punto, el hacer pasar por aquella experiencia tan desagradable a alguien a la que supuestamente había amado. Mi mente regresó entonces a los dolorosos recuerdos de Grace y Sebastian, que pese a los gritos hacia ella no había mostrado hostilidad. Había otras muchas formas de demostrar enfado o dolor sin necesidad de llegar a una actitud tan destructiva. Al menos, eso era lo que yo pensaba. - Eso no es excusa, Savannah. Si tu querías irte no podía retenerte dentro contra tu voluntad. Ess algo muy egoísta y fuera de lugar. - Había hablado con frialdad y con la certeza de que mis palabras eran completamente ciertas. Creía en ellas al 100%, no era de los que hablaban por hablar ni mucho menos, y que Robert hubiese tenido aquel gesto con ella me molestaba y mucho. De hecho, eso era decir poco, sentía unos ápices de ira recorrer cada poro de mi piel deseando explotar pese a estar intentando conservar las formas ante todo.

Ladeé la cabeza ante sus palabras y suspiré. No creía que aquel fuese el motivo, sino por el contrario defenderlo. Como todas las mujeres que pasaban por la misma situación. Que había sido la primera vez, me lo creía. Que quizás fuese un hecho aislado, que no se volviese a repetir... no era algo tan descabellado. Que si se volvía a repetir yo intervendría: eso era un hecho seguro. - ¿estás segura que ese es el verdadero motivo? ¿Que no le diste importancia? - no quería forzarla a hablar pero realmente me sentía mal por aquellos hematomas que le había visto. La miré con preocupación a los ojos. no solía ser una persona curiosa, pero aquello rebasaba la línea de la farándula; era algo mucho más serio que simplemente las conversaciones entre gente de instituto sobre quién se lió con quién.

Seguía con el rostro impertérrito, mostrándole que no estaba bromeando. Quizás ella no fuese consciente de aquello, pero por cosas menos importantes si estuviese en el trabajo me obligarían a denunciarlo a las autoridades. Al menos, así lo decía la ley. Simplemente la menor sospecha debería llevarse por el terreno judicial para no cometer errores ni imprudencia - Deámosle la vuelta a la tortilla, entonces. - me quedé pensativo unos segundos - Imagínate que estamos en la situación opuesta, y llego a tu casa después de haber estado con Grace y me ves unos moretones.. ¿Tú que pensarías? - Me crucé de brazos, esperando aquella respuesta que ansiaba escuchar si lograba ponerse en la situación contraria. Estaba casi seguro que quizás tomase un color diferente, o quizás la negación fuese demasiado fuerte como para permitírselo. Aunque después de ver como actuaba por lo de Grace, que desde mi punto de vista era "menos" grave, debería de admitirlo ¿no? - Me preocupo por ti, Savannah. Eres...- De mis labios iba a salir la palabra "amiga", pero después de todo lo ocurrido no sabía que decir, estaba demasiado confuso - Eres una de las personas más importantes de mi vida, y me duele que te hagan daño - Logré rectificar. No sabía con seguridad que había significado lo de antes, pero lo que estaba claro es que era algo fuerte y que ambos lo habíamos sentido.

Después de escucharla, aunque era un tema serio, no pude evitar soltar unas carcajadas. Me resultaba irónico como habíamos invertido los papeles en unos minutos, u horas.. había perdido la noción del tiempo que Savannah había estado en mi casa. Alcé mi mano hacia su rostro y se lo acaricié al tiempo que relajaba mis facciones - ¿Ves a lo qué me refería antes? ¿Ahora entiendes lo que decía de Grace? - Me acerqué uns pasos más hacia ella hasta que nos separaron escasos milímetros y la rodeé por la cintura con mis brazos, fundiéndome en un abrazo con la morena - Me enfurece que te hubiese hecho eso.. No puedo evitarlo, creo que tu mejor que nadie me deberías comprender. No te voy a negar que por un momento sentí la necesidad de ir a junto de Robert y darle un puñetazo. No soporto la simple idea de que alguien te haga sufrir.. - le di un beso en la frente, cariñosamente mientras mis manos acariciaban con ternura su espalda. No sabía de dónde estaba saliendo todo aquello, solo que necesitaba hacerlo - Pero supongo que eso te enfadaría, ¿me equivoco?
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Mensaje por Savannah L. Hastings Vie Dic 14, 2012 2:44 am

Y dale con que no era excusa. Vale, podía ser egoísta y estar fuera de lugar pero en alguna parte de mí misma entendía perfectamente la reacción de Robert. Había sido inesperado, sin previo aviso y posiblemente un gran golpe para él que no se lo esperaba, porque hasta ese momento parecía que hubiese llevado una venda delante de los ojos que había desaparecido en el preciso momento en que yo le había dicho que no aguantaba más y que me iba de casa. Yo lo entendía. – No lo estoy usando de excusa. Estoy exponiendo los motivos. – Fue lo único que le dije en ese momento a William.- Por supuesto que es el verdadero motivo. Ni le de importancia en su momento ni le doy importancia ahora. Es más, estoy completamente segura de que en un futuro podremos ser amigos. – Me encojo de hombros con tranquilidad. Es algo que pienso con absoluta certeza. No veo motivo alguno para no mantener una relación amistosa aunque sea con Robert.

No entendía porque estaba haciendo una montaña de un grano de arena. Yo no veía que fuese para tanto desde luego y en cierto modo empezaba a molestarme todo aquello. A molestarme de una manera que realmente no sabía cómo explicar. Quería huir de allí, alejarme, quería dejar de hablar de aquel tema porque no me hacia ningún bien, porque necesitaba olvidarlo, no quería abrir heridas recientes y ahondar en aquello iba a hacerlo, aunque bien mirado posiblemente él hubiese sentido lo mismo con lo de Grace que habíamos estado hablando. El caso era que…, lo veía diferente. Lo mío había sido un hecho aislado, algo que había pasado fruto de la situación y las circunstancias que lo habían rodeado. No iba a tener consecuencias ni a corto ni a largo plazo, al contrario de lo que había hecho Grace que había tenido sus consecuencias. Nefastas encima.

¿La vuelta a la tortilla? – No…, no quiero intentar cambiar los papeles. Además es una muñeca, ni que fuese en todo el cuerpo. ¡Por Dios! Los maltratadores saben perfectamente donde golpear para que nadie sospeche precisamente de que maltrata a su mujer. – Sí, había leído bastante del tema y sabía perfectamente como actuaban esas personas. Los moratones que yo tenía estaban en las muñecas y habían sido fruto de la presión ejercida en esta. Suspiré cansada. Realmente estaba un poco cansada de todo el tema que involucraba a nuestras parejas, exes o lo que fueran en ese preciso instante. Era capaz de provocarme dolor de cabeza.

Entendía que le doliese que me hicieran daño, pero… ahora mismo necesitaba ¿espacio? No sé. Volvía a sentir aquella sensación de asfixia y cuando se acercó hasta mí rodeándome con sus brazos hice aquel gesto impulsivo de apartarme, quizá con más brusquedad de la que era necesaria en aquel momento. – No. – Dije con sencillez mientras me alejaba unos cuantos pasos de él. – No quiero oírlo, ¿vale? – Le mire seriamente antes de darme la vuelta y caminar de vuelta hasta la entrada cogiendo antes mis cosas, por supuesto. – Creo que me voy a ir a casa. Sí, eso será lo mejor. – Porque no quería que volviese a pasar aquello no quería volver a sentirme arrastrada hacia él de aquella manera, porque todo aquello no estaba bien. – Sigues estando casado con Grace y yo… - Yo simplemente necesitaba… -Necesito tiempo para mí misma. No creo que… sea bueno para ninguno de los dos estar cerca. No quiero pensar por qué me molesta lo de Grace, ni si a ti te molestaría si fuese a la inversa… Necesito olvidarlo. – Necesitaba resolver aquel remolino que tenía en la cabeza, que casi parecía un huracán que estuviese arrasando con todo, incluyendo mis propios sentimientos. – Necesito pensar, necesito poner orden y aclarar qué eres para mí, pero no así… Espero que lo entiendas. Hay que hacer las cosas bien, William.

Desde luego habiendo ido hasta su casa había dado un paso bastante grande pero que aún así había acabado confundiendo aún más lo que sentía por él o creía sentir y eso era precisamente lo que necesitaba aclarar y entender.
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Mensaje por William A. Sullivan Mar Dic 25, 2012 12:12 pm

Parecía que Savannah no iba a ceder ni un milímetro y yo si pude ver los paralelismos entre ambos, protegiendo a los que habían sido nuestras exparejas. En cierto modo no podía negar que me molestaba aquella actitud tan recelosa por parte de la morena. al fin y al cabo, hacía unos minutos había insistido para que me abriese pero en cambio ahora ella era lo que se cerraba en banda. Sí, no podía reclamarle nada porque había sido mi decisión pero tampoco podía evitar que aquel sentimiento comenzase a aflorar. Desvié la mirada porque lo que decía me parecía absolutamente absurdo. ¿Ser amigos después de aquello? ¿es que estaba loco? Sinceramente, en aquel momento no me apetecía discutir más con ella así que simplemente lo dejé correr. Me dolía la cabeza por toda la tensión que se me había acumulado. En aquellos momentos me apetecía más que nunca encerrarme en mi habitación, completamente a oscuras, e intentar descansar. Seguramente todo el cansancio acumulado de los días pasados estaba empezado a pasarme factura y lo que la joven me decía no ayudaba en absoluto.

Notaba que era ella la que estaba sacando las cosas de quicio, simplemente me había preocupado por ella y parecía que estaba fuera de sus casillas. Me llevé la diestra a la cwabeza, acariciando mi cabello que ya se había secado por completo tras la ducha, por lo que recuperó su posición inicial cuando la aparté. El martilleo de mi cabeza iba en aumento como si tuviese que ver con ella. Estaba demasiado confuso, no pensaba con claridad y no me estaba ayudando lo más mínimo. La magia que parecía haber surgido entre los dos apenas unos minutos antes se había desvanecido por completo y y parecía que me había dado un duro golpe contra un gran muro de realidad. Precisamente los brazos eran una de las zonas maltratadas con más asiduidad ya que las mujeres, en consecuencia de estos, solían vestir prendas largas para ocultarlos con ellas. - ¿Sino crees que ha sido nada malo por qué te has estado esforzando en ocultarlo? - dije eludiendo a que había estado preocupándose todo el rato por mantener las mangas bajadas. aquel simple hecho demostraba que le daba algún valor, sino le hubiese dado lo mismo mostrarlos y no se pondría tan nerviosa. Casi al momento de formular aquella pregunta, me arrepentí porque estaba demasiado cansado como para seguir disintiendo con ella. Lo único que realmente quería era subir a mi cuarto y descansar. Suspiré imperceptiblemente, intentando que esa recarga de aire puro en mis pulmones supusiese un alivio para mi cansancio y lograse alejar la tensión que en ese momento sentía que nos rodeaba.

El gesto de apartarse supuso, no iba a mentir, un duro golpe. Di las gracias porque se hubiese dado la vuelta y no viera la perplejidad que se había dibujado en mi semblante. Me quedé muy quieto sin saber bien cómo reaccionar ante aquella nueva dosis de realidad. Tragué saliva intentando mantener la calma porque de pronto me volvieron a asaltar todos los nervios de atrás de cuando había estado hablando sobre Grace. La necesidad de estar solo en aquel momento se volvió más imperiosa que nunca. Asentí tontamente, más que nada porque no podía verme. - Claro, es más que entendible - Estaba completamente distraído, y casi podría decir que hablaba más para mi que para ella. - Cuídate, Savannah. - dije débil y secamente mientras que, siguiendo su ejemplo, me giraba y daba unos pasos hacia atrás. Sentía como mi corazón latía con fuerza sin entender bien el significado. Comencé a arrastrar mis pies hacia las escaleras como un alma en pena, sin tan si quiera ver si Savannah se había marchado. Llegué hasta mi habitación y me encerré, tirándome sobre mi mullido colchón seguidamente. Odiaba aquella confusión aunque sabía que había algo más detrás que no alcanzaba a vislumbrar. No había entendido la reacción de la morena aunque tampoco la mía propia cuando nos habíamos besado, dejándonos llevar. Había sido un error, de eso estaba seguro, porque al contrario de ayudar lo único que había conseguido era empeorar las cosas.
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