All the life in the rain {Libre}

Desde el principio del día, la propia Juliet se había dado cuenta de cómo transcurriría al ver entrar unos leves rayos de luz a través de los cristales. Para ser las horas que debían, la claridad era demasiado escasa, lo que propulsó su interés en saber qué estaba ocurriendo en el exterior y lo que hizo que se diera cuenta de que el cielo, por el día de hoy, estaba totalmente nublado. Veía una capa gris inhundando lo que antes era un azul claro cuyo final era inexacto. Dejó escapar un suspiro cargado de todas las emociones que el propio sentimiento de que los días lluviosos ya estaban a las puertas de ser vistos nuevamente, sin ser todos ellos totalmente negativos o totalmente positivos, incluso sentimientos neutros podrían sacarse de ese pequeño aliento. Parpadeó unas cuantas veces más, alejándose del marco de la ventana para dirigirse directamente a la habitación y tomar un abrigo con el suficiente grosor como para mantenerla lejos del frío que ella misma suponía que hacía tras los muros de su hogar. El día, tal y como se le mostró segundos antes, no era para quedarse precisamente encerrado viendo las horas pasar como pájaros emigrando hacia un lugar más caluroso para pasar el invierno; así que tomó apresuradamente la decisión de salir fuera, independientemente de si las gotas caían sobre sí misma durante el paseo que se propuso dar.

No dudó dos segundos más, cogió las llaves de la casa y salió de ella cerrando la puerta después de abandonar la estancia. Se aseguró que estaba el cerrojo echado y que sólamente forcejeándola con mucho interés podría abrirse, aunque si eso sucedía sería otra historia para ver. Comenzó a andar, totalmente consciente de que no llevaba más que su vestimenta para mantenerse alejada de toda lluvia que pueda sorprenderla, ni siquiera se molestó en coger un paraguas para protegerse de un casi seguro empapamiento por culpa de este fenómeno que tan encandilada podría dejarla. No recordaba cuando fue la última vez que vio llover, cuando fue la última vez que sintió las gotas sobre su piel, erizando cada uno de los cabellos al contacto de esa temperatura en contraste con la suya propia. De vez en cuando, durante su caminata que sabía que no acabaría con su orientación, visualizaba el cielo por si daba indicios de que comenzarían a caer gotas con una tímida sonrisa de entre sus labios. En el fondo, estaba esperando que ese momento llegase, quería recordar lo que se sentía estar bajo una situación de este modo, haciéndose la sorprendida sin llegar a maldecir lo que era natural.

Pasó un largo rato hasta que decidió pararse frente a la fachada de la iglesia de Story Brooke, ese pueblo en el que vivía desde que su memoria alcanzaba, en el que tantas cosas podían suceder pero a la vez nada nuevo ocurría. Fue en el momento en el que sintió algo sobre su rostro, sabiendo perfectamente lo que era. Aprovechó para inhalar todo el aire que pudiera, el cual se tornaba poco a poco más húmedo con un olor más gustoso para su sentido del olfato, acercándose más al edificio que se presentaba ante ella. Dio un rápido vistazo a su alrededor, sin llegar a visualizar a nadie, dando por hecho que estaría sola durante unos minutos más y se quedó bajo esas nubes grises sin ningún techo cubriéndola, sintiendo cada gota de lluvia que se precipitaba hacia su figura.

- Tanto tiempo sin recordar esto... - murmuró para sí, cerrando los ojos sin percibir cómo alguien hacía acto de presencia no muy lejos de ella. Quizás llegó a escucharlo, más no le dio ninguna importancia, porque de todos es sabido que los animales viven entre los ciudadanos de este pueblo.

Hoy es uno de esos días donde quiero volver a casa sin más y luego morirme. Pero no literalmente, sino tirarme en la cama a descansar lo que queda de semana. Para mi desgracia no va a ser así, es Lunes, la semana acaba de empezar y yo ya estoy como si hubiera sido Lunes diez días seguidos. Aquella mañana habíamos salido con mis alumnos de excursión, más que nada porque necesitaba salir de aquel aula de clases un rato antes de vovlerme loco. Demasiadas preguntas, demasiadas cosas a la vez y vamos a ser sinceros, no tenía ninguna cosa preparada para darles clase hoy así que amorticé ese despiste con una visita a la iglesia.

¿Por qué a la iglesia? porque ha sido decorada desde hace creo miles de siglos por un tío super famoso que sé que conozco pero ahora mismo he olvidado el nombre. Esa misma mañana se han dejado la mitad de las cosas aquí y no nos hemos dado cuenta hasta volver, así que me he visto obligado a regresar para buscarlas. Diez jerseys, unas veinte sombrillas, un peluche, dos tazos de noseque bicho de pokemon que no pienso ni buscar y solo volverán a casa si me los encuentro por casualidad y tres fiambreras con la comida de la media mañana. En fin... lo que más se ha quedado es precisamente lo que ahora más les hace falta porque no para de llover, parar, volver a llover.

Cuando entro suelto un suspiro, venía en una especie de carrera para intentar gestionar todas las pérdidas lo más rápido posible. No quiero perder mi tiempo quedándome aquí todo el día, quiero volver a casa y morir cómo ya vengo pensando desde el momento en el que abandoné la cama esa misma mañana. El suspiro suena por toda la iglesia probablemente por lo vacía que está. Esta mañana retumbaba en las paredes las voces de los niños y el hecho de volver hace que parezca repentinamente demasiado ruidoso incluso cuando solo estoy yo. Una voz me hace levantar la cabeza de la lista en la puerta y mirar hacia la dueña de la misma, ahogo una leve risa y chisto. - ¿Día libre? - No se me ocurre otro motivo por el que quiera estar allí. Me muero un poco de envidia, yo quiero un día libre también. - No es un bonito lugar para venir a gastarlo -

Lo primero que hizo después de estar unos minutos disfrutando de la lluvia y dejándose empapar totalmente por ésta, estremeciéndose con cada gota explorando su piel hasta finalmente volverse uno con sus prendas o caer al suelo para dejar paso a otra de sus compañeras, decidió entrar por fin a la iglesia. Sabía perfectamente los problemas que podría acarrear esta pequeña escapada para disfrutar del día, pero nunca antes su mente había estado tan vacía como lo estaba ahora mismo. Relajación, una sensación que trasmitía este fenómeno atmosférico desde que ella tiene uso de razón.

Después de un rato disfrutando de ese fenómeno que con tantas ganas esperaba, decidió entrar en la iglesia hasta que desapareciera o se viera con las fuerzas necesarias de soportar todo el frío que conllevaba encontrarse bajo la lluvia, siendo cada vez más mojada por ésta. Respiró hondo todo el aire húmedo que poblaba el edificio, visualizando a una sola persona que se encontraba allí. Se sorprendió, sin saber si era por el hecho de estar casi sola allí o porque nadie se encontraba rezando al Cristo crucificado que se levantaba ante los bancos en el altar mayor.

- Podría decirse que sí... ¿trabajo? - Preguntó al verlo cargado con cosas que no eran propias de un hombre de su edad, dejando salir una sonrisa de entre sus labios -. Es un bonito lugar si lo ves desde el punto de vista artístico, pues todo arte tiene belleza. Pero si lo vemos desde el punto de vista religioso, no lo es, ya que no soy practicante ni tan siquiera sé si realmente creo en un dios - dejó salir sus pensamientos sin ningún esfuerzo, dirigiéndose con tranquilidad hacia su posición intentando que los escalofríos que se producían por todos esos cambios de temperatura en su cuerpo fueran notables. Conforme se acercaba más a su posición, pudo visualizar mejor el rostro del joven, bastante apuesto cabía decir pero que se le hacía conocido... como todas las personas de Story Brooke, siempre cruzabas miradas con ellas sin ser realmente un amigo o alguien con quien compartir unas palabras -. Me figuro que ejerces un oficio relacionado con niños... - deduje por las pocas cosas que se encontraban junto a él, propias de personas de menor edad que ambos.