Agujeros que te cabrean [Sutton N. Faraday]

Jueves, 10:30

Odio cuando el destino se ponía en mi contra, realmente lo odiaba, llevaba una vida rutinaria para evitar cosas como estas, imprevistos que me la arruinaran del todo, imprevistos que me hacían enfadar enormemente, pero con quien iba a enfadarme esta vez? Conmigo por no haber sido previsor e/o ir distraído? Con mi perro por interponerse delante cuando iba a pasar? Con el árbol por crecer en ese lugar? O simplemente con la probabilidad, causante de todo? De lo que estaba seguro era de que estaría unos días de baja y sin poder moverme mucho, una lesión así no se recuperaba en un momento...

Todo empezó esa misma mañana. Parecía que empezaba como un día tranquilo, lo pájaros cantaban poco gracias a Dios y el cielo estaba parcialmente nublado, si lloviera seria el día perfecto. Hoy no tenia que ir a trabajar pero aun así, siguiendo mi rutina semanal me levante a la misma hora a la que salia el Sol, sobre las siete, desayune y me fui a correr por el bosque.

Por alguna extraña razón correr por el bosque me reconfortaba, me hacia relucir mis instintos primarios y me hacia descargar adrenalina, por eso me gustaba salir. Pero había un inconveniente, esa noche había sido especialmente húmeda, los arboles estaban empapados debido al subclima del bosque de coníferas que existía en esa zona. Y así fue como, en un paso en falso, mi perro se cruzó por delante, mi pie rozó una raíz con musgo y resbalo de tal manera que me caí hacia atrás atravesándome el gemelo con una raíz que sobresalía. Por suerte no me toco el hueso y la raíz no era muy ancha por que sino no creo que hubiera podido salir de ahí sin desangrarme.

Tuve la “suerte” que no había corrido mucho desde mi casa así que me armé de valor y haciendo uso de mis incipientes habilidades de supervivencia, me quite la camiseta y la enrolle en la herida lo mas fuerte que pude para hacerme un torniquete, después cogí un palo a modo de bastón para no tener que apoyar la pierna y me fui lentamente hasta mi casa. Una vez allí llamé a una ambulancia que vino en poco tiempo y me llevo al hospital del pueblo.

Y aquí estaba, sentado en la camilla de la consulta de la enfermera esperando a que viniera con la pierna agujereada y con un cabreo injustificado con el mundo.

Jueves y turno de mañana. Estoy bastante espabilada por la sencilla razón de que acabo de entrar hace apenas dos horas a trabajar. Sí, por suerte para mí hoy no he tenido que hacer turno de noche ni doble turno, así que aunque para los demás esté igual de contenta que todos los días, realmente por dentro estoy mucho más contenta que otros días. Aún así es obvio que siempre voy con esa sonrisa que me caracteriza plasmada en el rostro, no importa que haga sol, llueve o truene, o me haya levantado con el pie izquierdo, es algo que en mi rostro nunca falla. Me sale de forma totalmente inconsciente, que le vamos a hacer.

- No te olvides de venir mañana – Le digo al señor Austen al tiempo que me acercó con él hasta la puerta de la consulta para abrírsela y que así pueda salir. Me vuelve a dar las gracias y no puedo evitar sonreír con esa naturalidad que poseo. – No hay de que, para eso estoy aquí – Es lo único que le digo antes de que me devuelva la sonrisa y se empiece a alejar caminando. Así es trabajar en urgencias es un no parar. Acabas de entrar en tu turno y puedes estar segura que antes de dos minutos tendrás un paciente que atender. Aquella mañana sin ir más lejos no me había puesto la bata que ya me habían avisado de un paciente que debía ir a atender.

De la misma manera que en ese momento se me acerca uno de los médicos y me indica que ha entrado un paciente que se había atravesado el gemelo con una raíz. Tuerzo el gesto inconscientemente solo de imaginarme el dolor antes de asentir y tomar entre mis manos el informe que me tiende el médico al que echo un vistazo mientras camino hasta la consulta que me ha indicado el doctor. Levanto la mirada justo antes de abrir la puerta y encontrarme con el paciente al que saludo con una sonrisa. Por sus vestimentas deduzco casi al momento que ha salido a correr y ha tenido el accidente durante el trayecto y que por suerte para mí han sido los médicos los que le han sacado lo que pudiera haber quedado de raíz dentro de su cuerpo.

- Buenos días… - Saludo en primer lugar acompañando mi sonrisa con aquellas palabras al tiempo que me acerco hasta él y dejo el informe sobre la mesa. Tomo el taburete con una de mis manos sentándome encima y haciendo rodar sus ruedas con ayuda de mis piernas hasta quedar justo al lado de la camilla y el chico. – Ya me han contado que tuviste un pequeño accidente… - A juzgar por su rostro soy más que consciente de que no se encuentra de muy buen humor.

Echo hacia atrás parte de mis cabellos ahora castaños oscuro, pues he decidido dejar el rubio atrás una temporada al tiempo que mis ojos azules examinan la herida. Eso sí, antes de hacer movimiento alguno más me pongo los guantes. Nunca se me ocurriría hacer aquel tipo de “intervenciones” sin ponerme uno de esos antes. – Veo que los médicos ya han quitado la raíz y tal… - Le miro unos segundos antes de volver a sonreír, es algo que me sale de forma tan natural que a veces ni soy consciente. Al menos puedo asegurar que a mí me han ahorrado trabajo. – ¿Qué te ha pasado exactamente? Quiero decir… ¿cómo has llegado a esto? – Pregunto con amabilidad mirándole antes de hacer rodar el taburete de vuelta a donde están todas las cosas necesarias y tomar unas gasas y el antiséptico para proceder a la limpieza de la herida.

Mientras esperaba lo que me pareció una eternidad con esa venda provisional que me habían puesto los médicos que me atendieron de urgencias me entretuve jugando a una aplicación de mi móvil, era algo infantil pero me entretenía en momentos como ese que no tenia nada mas que hacer y así me olvidaba del terrible dolor. Aunque este estaba siendo calmado aparentemente por unos analgésicos suministrados hacia unos minutos que me habían dormido del todo la pierna.

En pocos minutos apareció la enfermera, una chica joven de pelo castaño oscuro y bastante guapa, aunque no fuera de mi gusto tenia que reconocer que tenia unos bonitos ojos. Le sonreí amablemente aunque al rato volví a mi agria expresión de enfado:-Si, claro, buenos días...- Dije en un tono explicitamente sarcástico:-tuve mala suerte- Si es que a eso se le podía llamar “pequeño accidente”, pequeño accidente es si te cortas con algo o si te caes de culo no si te apuñala un árbol. Mire hacia otro lado aun enfadado para después volver a mirarla.

La chica se pone sus guantes y empieza a examinar mi herida de la que ya no brotaba sangre pero que estaba bastante sucia de tierra y sangre seca. La miré solo por curiosidad y no pude evitar sentir fascinación por alguna extraña razón. Pensé que ahora podría ir presumiendo de herida de guerra en vez del tatuaje que tenia previsto hacerme en el mismo gemelo, tal vez así ligaría mas...de lo que ya lo hago por supuesto.-Iba por el bosque y un árbol intento atracarme le dije que no, saco una raíz suya y me la clavó- Le dije en el mismo tono que me había caracterizado hasta ahora, no podía evitar volverme sarcástico cuando estaba enfadado o molesto sino solo podía descargar mi ira rompiendo cosas y no creo que debiera.

Nada más entrar aunque me encuentro con aquella amable sonrisa, parece que mis palabras provocan una reacción totalmente diferente a la esperada. Vale, posiblemente no fuese su mejor mañana pero yo había sido educada, ¿no? Tampoco hacía falta contestarme de una forma tan ruda y tan poco… - Lo sé. Malos días, ¿mejor? – Pregunto con un ligero toque divertido en la voz aunque casi de inmediato recuerdo como se ha comportado antes y decido corregirme – Lo siento. Solo quería relajar un poco el ambiente… - Añado mordiéndome ligeramente el labio inferior. De pronto me he puesto nerviosa. – Sí, la verdad es que… tuviste bastante mala suerte – Sigo diciendo mientras mis ojos examinan la herida en la pierna.

Entretanto me he puesto los guantes y vuelto hasta el armario donde tenemos todas las cosas necesarias cogiendo unas gasas, unas pinzas (por si acaso) y el antiséptico. Sacó la gasa de la bolsa donde están metidas y la mojo con el antiséptico que tengo en la otra mano – Esto puede que escueza un poco – Le digo antes de apoyar una de mis manos en la pierna cerca de la herida para poder verla mejor y tener un cierto apoyo. – Ya veo ya…, pues debía de tener bastante mal genio ese árbol para clavarte la raíz de esta manera… - Comento al tiempo que levanto ligeramente la mirada unos segundos hacia él antes de proceder a limpiar la herida con el antiséptico, lo hago con movimientos suaves y sin apretar demasiado, consciente de que duele, aunque por lo que tengo entendido le han dado unos analgésicos para calmar el dolor. Aún así quien sabe…

Lo que tengo por seguro es que no puedo dejar eso al aire así como está y menos en un sitio tan propenso a la infección.

De todos modos vuelvo a levantar la vista. Acabo de recordar un detalle que me ha resultado curioso. Su nombre y apellido. Este movimiento hace que el de mi mano sobre la herida se detenga. Desde luego no soy de esas personas que no prestan atención a lo que hacen, más bien todo lo contrario. – Tienes un apellido un tanto peculiar… Wolfboze. – Sobretodo si separas “Wolf” de “boze” cosa que hace que sonría – ¿No tendrás familiares lobo, no? – Bromeo antes de volver a poner la mirada en mi trabajo. Y estoy casi segura al cien por cien de que esa “broma” no le va a gustar demasiado, teniendo en cuenta el carácter agrio y porque no, poco social que me ha mostrado hasta el momento.

La chica parecía bastante profesional para ser tan joven, o al menos se la veía joven, en resumen, sabia lo que hacia y eso era admirable en una persona, es mas, odiaba a la gente que era poco profesional, si de mi dependiera los despediría, no hace falta llenar el mundo de inútiles. Otra cosa en la que me fije era su amabilidad, normalmente cuando yo estaba enfurruñado hacia que el mundo lo estuviese conmigo lo cual me gustaba por que por alguna extraña razón me gustaba ver enfadados a los demás aunque no me consideraba una mala persona, no es algo que buscara precisamente; pero ella se comporto de forma educada y siguió siendo amable por lo que me hizo sentir como un idiota, debió pensar que le estaba echando las culpas o algo por el estilo: -Lo..lo siento, he tenido un mal día, no me gustaría fastidiartelo a ti también de buena mañana-Dije con algo de vergüenza, no estaba acostumbrado a disculparme.

La seguí con la mirada mientras iba a buscar algunas cosas y aproveche para darle otro vistazo a como estaba curando mi herida, era algo bizarro pero me encantaba el gore y lo que tenia en la pierna ahora mismo se podía considerar de película de clase B, solo le faltaba el sirope de maíz coloreado saliendome a borbotones. Reí un poco cuando bromeo sobre mi ironía: -Es un barrio algo peligroso...-Dije siguiendo con la misma broma.

Mire hacia los lados aburrido mientras esperaba a que acabara de curarme la herida. Entonces me pregunto sobre mi apellido, la gente hacia suposiciones algo raras sobre mi apellido e incluso bromeaban con mi apellido en mi trabajo llamandome “el wolffe con piel de cordero” o chorradas por el estilo, a decir verdad mientras me pagaran mis honorarios yo defendería hasta el mismísimo diablo:-No, se que es alemán, creo que mi familia huyó de Munich antes de la 2a guerra mundial...aunque no soy judío...creo-Suspire, por alguna razón que escapaba de mi comprensión, mis recuerdos eran algo borrosos por lo que no recordaba muy bien a mi abuelo diciéndomelo.-De todas formas, mi madre era una inmigrante escocesa-Sin saber como me había encontrado explicándole toda mi genealogía a esa desconocida, tal vez su amabilidad fue un incentivo para continuar una conversación que de por si hubiera encontrado poco satisfactoria.-¿Como te llamas tu?-

Niego con la cabeza ante sus palabras. Las encuentro totalmente comprensibles, más allá de la forma de ser de cada persona, yo nunca dejo que las cosas malas de mi vida personal afecten a mi trabajo. Esa sonrisa y esa amabilidad que irradia de mí cada día con tanta naturalidad es algo que hago para no mezclar ambos ámbitos. Además siento que siendo de esta manera ayudo más a los demás que si estuviera enfocando todo mi mal humor y mis problemas durante mis horas de trabajo. – No te preocupes. Has tenido un mal día y salta a la vista. – Digo mientras vuelvo mis ojos azules nuevamente a la herida unos segundos. – Es difícil fastidiarme el día y…, en cierto modo hay gente peor, mucho peor que tú. – No quiero que le sirvan de consuelo esas palabras, pero es simplemente la verdad. En mí día a día en el hospital veo y trato con gente con mucho peor carácter que el que me está mostrando él en estos momentos.

Aquella sutil risa hace que me sorprenda para bien alzando ligeramente una de las cejas al tiempo que vuelvo la mirada hacia él ligeramente sorprendida, no obstante la frase que sale de sus labios consigue que a mí también se me escape una risita por lo bajo. – Ya veo ya. Yo que pensaba que Storybrooke carecía de barrios peligrosos como esos que se ven en todas las películas. Al parecer estaba equivocada. – Bromeo. Por supuesto. Siempre he sido muy risueña, alegre y el encontrarme con alguien totalmente opuesto a mi forma de ser no ha conseguido nunca eso cambie en mí. Posiblemente me digan que siempre estoy demasiado alegre o que debería ser más realista, pero aunque la gente no se lo crea, muy a pesar de mi alegría tengo los pies perfectamente atados a la tierra.

Vuelvo de nuevo la mirada a lo que estoy haciendo mientras responde a la pregunta que le he hecho, dándole los últimos toques con la gasa a la herida, para luego dejar una nueva y limpia sobre la misma dispuesta a tapársela con esparadrapo y luego vendársela. Sin embargo hay algo que dice que hace que levante la mirada, lo miro extrañada por ese detalle de “aunque no soy judío”. – No tendría nada de malo que fueses judío. – Comento sin pararme apenas a pensar que puede ser, es muy posible que el joven que tengo delante de mí tenga ciertos prejuicios hacia la gente de aquella raza. – Yo no sé de donde eran mis padres, tampoco los recuerdo. – Me encojo ligeramente de hombros sintiéndome extraña ante ese hecho. Lo recuerdo todo. Absolutamente to-do y sin embargo ese recuerdo escapa de mi mente. Una frustración que a día de hoy aún no consigo resolver… Escapa de mi comprensión, pero con el paso de los años he decidido no buscarle lógica alguna a ese hecho y dejarlo simplemente como algo que desconozco totalmente.

Decido no seguir pensando en eso y me dirijo unos segundos a donde están todas las vendas antes de coger la apropiada para hacer ese tipo de vendaje y volver a acercarme al joven que me hace una pregunta que vuelve a conseguir que sonría. – Sutton. Sutton Faraday. – Respondo al tiempo que empiezo a hacerle el vendaje en el pie. Es lo mejor dado el hecho de que es una zona bastante más propensa a una infección.

-Te debe de gustar mucho tu trabajo-Alcancé a decir con una sonrisa, no podía decir lo mismo de mi, a decir verdad me había metido a estudiar derecho por “obligación familiar”, mi padre era fiscal y mi abuelo juez pero a mi siempre me había gustado el negocio de la diversión, aun me costaba pasarme las noches estudiando leyes en vez de salir de fiesta como el resto de gente, claro que había noches pero eran escasas. –Lo mejor es tomárselo con calma supongo, aunque no soy quien para decir- Solté una risilla al pensar en mi actitud de hacia unos minutos, parecía que ella me había calmado como si fuera una bestia amansada y eso me hacia sentir extraño.

Me alce de hombros:-Eso será por que no has paseado por los suburbios, y yo que pensaba que vivía en un buen barrio- De hecho creo que vivía en el mejor de Storybrooke, ventajas de formar parte del ayuntamiento supongo aunque a veces no me gustaba tener una casa tan grande para mis mascotas y yo.

Mi herida ya estaba desinfectada, engasada y ahora la estaba vendando del todo, se me había pasado muy rápido el tiempo, en parte gracias a ella en parte por los sedantes que me habían dado. La chica me miro sorprendida, como si me reprochara el comentario, entendí a que se refería: -No..no, no soy antisemita, lo decía por que la mayoría de inmigrantes eran judíos, mi familia no- No tenia ningún tipo de prejuicio racial, me había acostado con un negro en una ocasión incluso, además con tal de que me pagaran yo representaba a cualquiera.

¿Gustarme? Mis ojos pasean unos segundos por el rostro del chico y me fijo en su sonrisa que hace que se me contagié casi inmediatamente. – Vocación, para esto hay que tener vocación. – No miento, hay que tenerla. Realmente te tiene que gustar, tienes que servir para ello. Tienes que tener estómago, ser en ocasiones sensibles, empatizar… No llevarte el trabajo a casa, no implicarte demasiado con los pacientes. Esa era posiblemente la parte más complicada de mi trabajo, sobretodo teniendo la cabeza que tengo. Aún así soy lo suficientemente capaz como para separar mi vida laboral y todo lo que implica de mi vida en casa. A excepción de una persona: Malcolm.

Me quedo unos segundos pensativa mientras sigo haciendo mi trabajo pero sin atender realmente a las palabras de Bergen. Las oigo, mi mente las analiza, se me escapa una risa. – Desde luego… debería tomarse las cosas con más calma. – Llego a decir, pero mi mente se ha ido a unos recuerdos en concretos. A los recuerdos que implican a Malcolm, desde la primera vez que lo atendí cada vez que viene al hospital quiere que sea yo y solo yo la que lo atienda. Me halaga. Me halagó al principio y sigue haciéndolo pero con él crucé el límite, la línea que yo misma había trazado entre mí misma y los pacientes. Me había implicado emocionalmente, siempre me sentía protegida aunque sonase extraño cuando él estaba al lado, como si con el simple hecho de que estuviese en la misma habitación que yo no me fuera a pasar nada.

Una tontería. Una soberana estupidez, pero no podía evitar sentirlo.

- Será eso. – Sonrío unos segundos al tiempo que aseguro la venda. – Supongo que incluso en los pueblos más tranquilos hay mala hierba, ¿no? – Le miro unos segundos mientras sigo haciendo mi trabajo. Mi mente ha dejado de viajar hasta los recuerdos nítidos que incluyen al dependiente de la tienda de antigüedades aunque sé que voy a acudir a ellos nuevamente ese día. Como si fuera una necesidad de mi propia mente. – ¿De qué trabaja usted? – Pregunto de súbito con curiosidad. En realidad quiero quitarme de la mente a Malcolm que ha vuelto a entrar en ella y parece no salir.

Alzo la mirada hacia él y sonrió con suavidad. – Lo siento. No quise acusarle de ser antisemita o algo parecido… - Por un momento sentí que me había entendido mal o algo. Empiezo a recoger las cosas que me había traído conmigo, tirando la gasa sucia a la papelera de metal seguida de los guantes que me quito con rapidez. Práctica, todo se ha reducido a eso. Aún recuerdo lo torpe que era la primera vez que intentaba enguantarme uno de aquellos guantes de látex. – Aunque es cierto que la mayoría de ellos eran judíos como bien ha dicho… De todos modos, personalmente nunca me ha gustado marginar a nadie en la sociedad solo por ser diferente.

¡Oh mierda! ¿Por qué diantres he dicho eso? Ahí vuelve a estar, en mi cabeza. Es la única persona de Storybrooke (además de Gold algunas personas) de la que rehuye la gente, como si realmente tuviese algo extraña, como si no fuera normal. Solo por ser diferente. – La gente acostumbra a hacerlo y no es… No lo veo bien. – Me encojo de hombros antes de sentarme sobre el taburete y llevarme las manos a las rodillas. Me las froto durante unos segundos como si estuviese pensando en algo antes de volver los ojos azules al joven. – Bueno, ya está. Al menos no ha sido nada demasiado grave y sin solución. – Vuelvo a sonreírle aunque en mi cabeza estén martilleando muchos pensamientos diferentes y recuerdos. – Tendrá que volver dentro de una semana para que le quitemos los puntos y el vendaje y estará como nuevo. – Es lo último que digo sin borrar la sonrisa del rostro en ningún momento.

Miro al techo distraído un momento y me giro rápidamente hacia ella al oír su respuesta:-Si, eso dicen de la medicina, yo soy abogado y ya te digo yo que cualquier mono al que le paguen una buena cantidad defenderá a cualquiera…aunque después haya gente como yo con un don para eso que cobran mas por hacer el mismo trabajo- Conteste respondiéndole a su pregunta sobre mi profesión y sonriendo orgulloso de mi mismo, yo era el mejor en lo que hacia y lo que hacia era defender a la gente a costa de derrocar a otra gente, simple.

Pensar en mi trabajo me hizo recordar que me tendrían que dar la baja lo cual significaba que no volvería a trabajar en un buen tiempo y que me aburriría en mi casa todo el día, creo que me volveré loco. La miré: -Me temo que eso no esta en mi naturaleza- Sonreí de lado, tenia razón, me crecía bajo presión y siempre iba con el tiempo organizado, ¿Qué haría las siguientes semanas?

-No, no creo que haya que marginar a nadie, a mi modo de ver solo hay que juzgar a la gente por sus actos no por su origen, procedencia o raza y que cada uno los justifique a su manera, todos somos libres de hacer lo que queramos- La chica se aparta de mi y me mira a la cara diciéndome que tendría que volver en unas semanas, le sonrío:-Por supuesto, espero verte pronto otra vez-Me levanté de la camilla a la pata coja por todo el vendaje de mi pierna, con la tontería no había tenido tiempo ni de cambiarme y aun iba con la ropa deportiva ensangrentada y sucia.-¿Tienes unas muletas o algo?-

Puedo notar el orgullo en su voz como en algún trozo de sus palabras se cuela de una forma casi venenosa y es que en cierto modo no entiendo realmente lo que acababa de decir, osea, lo he entendido perfectamente pero no comprendo cómo alguien con un poco de moral y ética puede defender a cualquier tipo de persona. Yo, sé desde ya que sería incapaz. ¿Defender a alguien que a todas luces parece el culpable? Desde luego que no. Luego tendría demasiados remordimientos de conciencia que desde luego no me convenían en lo absoluto. – ¿De verdad crees eso? – No puedo evitar preguntar mientras las cuestiones morales y éticas que van ligadas al asunto siguen viajando por mi cabeza de manera imparable. Una vez más llego a la conclusión de que yo no sería capaz de semejante cosa.

Sonrío cuando dice que no está en su naturaleza y asiento en silencio con sus siguientes palabras. – Sí, pero es fácil decirlo pero difícil hacerlo. Quiero decir…, la propia sociedad te empuja a marginar a la gente, porque… si te enfrentas a ellos puede ser peor y a veces el miedo a todas las consecuencias pueden más que aquello que tú consideras correcto.- Me encojo de hombros, todos los temas que implican opiniones personales siempre son los más difíciles de tratar y todo aquello de la marginación también. Es realmente complicado.

- ¿Pronto? – No puedo evitar soltar una carcajada pues verme a mí en el noventa por ciento de los casos implica pisar aquel hospital cosa que a mucha gente desde luego que no le hace la menor gracia. Ladeo ligeramente el rostro. – Casi se podría decir que tienes ganas de volver a pisar el hospital – Soy capaz de decir bromeando mientras sigo recogiendo las cosas y tirando los residuos en el recipiente indicado. Justo en ese momento hace una pregunta que hace que me vuelva ligeramente azorada. – ¡Lo siento! Se me había olvidado completamente… Por supuesto. Ahora vengo. – Alcanzo a decir antes de salir de la consulta y acudir presta hasta donde guardamos las sillas y las muletas, tomando unas. ¡Y yo que había estado a punto de dejarle ir así sin más! ¡Menudo desastre! – Aquí tienes – Le digo colocándoselas correctamente al muchacho cuando vuelvo a entrar en la consulta. – De todos modos, yo me pondría guantes o algo, pueden causar magulladuras y rozaduras en la palma de las manos y los dedos. – Añado casi de inmediato como consejo antes de apuntar algo en el historial del joven con un boli que llevo en el bolsillo de la bata – En administración te darán hora para venir a la enfermera. – Que por supuesto podía o no ser yo. – Tómatelo con calma y cuídate… - Una sonrisa curva mis labios en ese preciso instante al mismo tiempo que cierro el historial del joven.

-Creo que todos somos humanos y todo el mundo tiene un precio y yo desgraciadamente o por suerte no lo tengo muy alto- Sonreí, no estaba orgulloso de ello pero no creía en Dios ni el diablo ni en la otra vida, mi creencia era que mientras viviese haría lo que me apetecería y si eso supone dejar mis valores morales a parte para beneficiarme pues adelante, en este mundo no se iba a ningún sitio con principios.
-Se que no todo el mundo comparte esa visión pero yo también respeto otras formas de pensar-

Camino un poco por la habitación saltando a pata coja de forma un poco cómica hasta llegar, me apoyé en el respaldo de una silla mientras esperaba pacientemente a que ella me trajera unas muletas para poder irme a casa.

Cuando volvió y me las entrego me apoyé en ellas e intente acostumbrarme un poco a su movimiento, después la miré y sonreí: -Tarde o temprano me tocara volver, espero que sea mas pronto que tarde- Mire hacia otro lado y rápidamente volví a mirarla:-Cuando vuelva podríamos tomar un café, al menos estaré mas presentable-Mire mis ropas sucias y medio ensangrentadas. –Gracias por todo y ya nos veremos!-Sonreí ampliamente y salí de la consulta con paso torpe apoyándome en mis nuevas muletas.