No busco exactamente un juguete, pero me valdría [Libre]

Aún no sé qué quiero para esa estantería, por lo que miro varias tiendas de decoración, pero nada me convence...
De momento me llevo un par de velas grandes, para las noches en las que necesite descansar y relajarme.
Caminando por el centro comercial, me paro frente a una juguetería, no estaba muy segura de que quisiera un trasto, pero ¿por qué no?
Entre los juegos de construcción, encuentro una maqueta de un barco pirata antiguo, mi duda es... ¿sabré montarla?

Spoiler:

¿Conoces esa sensación de levantarte una mañana, mirar un punto en tu habitación y sentir que le falta algo? Algo decorativo, un objeto que le de vida, color y alegría. Eso me pasa justo a mí en este momento en que me he quedado sentada a los pies de la cama con las manos apoyadas sobre el edredón mirando un punto fijo de mi habitación que está un tanto desierto. Niego con la cabeza lentamente antes de levantarme y dirigirme a la cómoda donde solo hay un jarrón con unas flores perfectamente cuidadas. Me quedo mirándolas unos minutos antes de salir de la habitación. Entro en la habitación de Vincent que me mira con sus enormes ojos azules antes de acercarse hasta mí, parece intuir que nos vamos de paseo y en efecto así es. Le tomó en brazos antes de dirigirme a la entrada de la casa y tomar mi bolso.

Estoy tan decidida a comprar algo que pegué allí que me dirijo a la zona comercial por excelencia de Storybrooke casi sin darme cuenta. Ni siquiera me he parado en todo el camino a fijarme en detalles para muchos insignificantes, pero muy importantes para mí. Como por ejemplo que hayan cambiado la pintura de una fachada o de lugar algún contenedor. Alguna señal de tráfico desaparecido. Para todos los demás pueden ser cambios sin importancia o que simplemente pasan desapercibidos, pero para mí privilegiada memoria todo aquello no suele pasar desapercibido a no ser que como esta mañana en concreto no me fije demasiado en todo aquello.

Cuando pongo un pie dentro del centro comercial, me permito frenar mi paso que ha sido un poco acelerado hasta ese preciso momento y me dedico a mirar los escaparates hasta llegar a la tienda de juguetes donde la figura de una de las habitantes de Storybrooke llama mi atención. Parece mirar algo con curiosidad, duda… seguro que con un montón de preguntas y respuestas formándose dentro de su cabeza.

Gabriella Lunia. La recuerdo prácticamente enseguida y aunque dudo unos segundos quedándome a las puertas al final decido acercarme, sobretodo porque Vincent parece haber visto algo que capta su atención casi al momento, percatándome de lo que ella está mirando es un barco pirata, una de aquellas maquetas para montar en casa. – No sabes si vas a ser capaz de montarla, ¿no? – Pregunto casi sin darme cuenta antes de esbozarle una sonrisa a la muchacha de oscurísimos cabellos. Casi la envidio, pues ni siquiera el castaño que luzco ahora es natural y aunque amo mi cabello rubio un color como el posee ella es hermoso. – Lo siento. Mala educación. Sutton. – Añado casi al momento tendiéndole una mano y sujetando al niño con la otra, esperando a que acepte. – En realidad parece más difícil de lo que es. – Y obviamente me refiero a la maqueta y su construcción.

Le doy varias vueltas a la maqueta, buscando alguna señal que me dijera "¡Soy fácil! ¡Llévame contigo!" como si fuese una puta barata de bar, pero sigue sin convencerme.
Entonces una jóven de pelo rubio con un crío colgando de la mano se acerca a mí para decir lo que yo estaba pensando, acto seguido me tiende la mano y se presenta como Sutton.
-Gabriella-contesté estrechándosela con una sonrisa-Aunque suele ser más fácil Gaby.-
Volví la mirada a la maqueta mientras comentaba que en realidad es más sencillo de lo que parece.
-Bueno...-comenté-Soy algo manazas para estas cosas, así que no estoy muy convencida... Sería muy interesante encontrar alguna ya montada aunque fuese de segunda mano-
Dejé la maqueta en su sitio y me giré hacia mi acompañante para sonreír.

Vincent se remueve ligeramente entre mis brazos al tiempo que extiende una de sus manitas hacia una dirección en concreta. – ¡Mamá! ¿Puedo ir a mirar? – Me pregunta clavando sus ojos en mí y con esa sonrisita tan inocente que tiene. Me lo pienso unos pocos segundos antes de agacharme y dejarle de pie justo delante de mí.

- Claro que puedes, pero no te alejes mucho, ¿vale? – Asiente con determinación y acto seguido sale corriendo. Le sigo con la mirada hasta que se para y vuelvo a centrar parte de mi atención en la joven de cabellos negros que acaba de presentarse como Gabriella. – Sí, es más sencillo. – Afirmo y enseguida caigo en la cuenta de que al contrario que con la jovencita, a mí es un poco complicado acortarme el nombre a no ser que me llamen “Su”. Arrugó la nariz ante el solo pensamiento de que puedan llegar a llamarme así mientras que ella vuelve a mirar la maqueta.

- Es cuestión de ponerse. – Me encojo de hombros. Teniendo un niño en casa la imaginación y la creatividad es algo que he ido desarrollando con el paso de los años. – Yo también siempre me consideré bastante manazas… - Añado antes de echar un vistazo hacia donde está Vincent. Por muy buen niño que sea, sé perfectamente que un mínimo descuido puede hacer que le pierda y entonces el pánico… No, mejor tenerle en todo momento un ojo encima.

La sonrisa que se dibuja en el rostro de Gaby hace que en la mía también aparezca una más bien leve. Ligera cuanto menos. Me llevo una de las manos al cabello castaño jugueteando unos segundos con los mechones, una manía que tengo desde que tengo uso de razón. – Siempre podrías buscar una que ya esté construida. No tiene porque ser de segunda mano. – Existían cosas de aquella simplemente de exposición, ¿verdad? – Y siempre puedes intentar montarlo tú aunque sea por la “diversión” que conlleva. – Al menos a mí siempre se me antojaba divertido proponerme retos que en un principio pensaba que no sería capaz de superar.

Miré a Sutton con una falsa sonrisa en el rostro mientras le daba permiso a su niño para ir a mirar algo, para seguir hablando sobre la maqueta que no compraría, al menos no ahora.
-¿Es tu hijo?-pregunté.
En realidad tampoco me importa mucho, pero debo ser amable, o nadie querrá a una cantante borde y antipática para una actuación, y nunca se sabe con quién puedes encontrarte.
[OFF: Perdona por tardar, estas fiestas no me dan un respiro y encima me minan la inspiración...]

Mis ojos viran hacia donde está Vincent que se ha acercado a una estantería donde hay peluches y parece rebuscar algo. No le quito ojo de encima porque temo que vaya a desaparecer tras una esquina y se pierda. Así son los niños pequeños, los pierdes un segundo de vista y puede ser el fin de un buen día. El problema ahora mismo es tener que tener visión para dos cosas, Gabriella y el pequeño Vincent que sigue rebuscando entre los peluches. Me pregunto que estará buscando con tantas ganas pero antes de poder hacer nada más la persona que tengo justo enfrente me hace una pregunta que me deja ligeramente descolocada.

Alzo una ceja de forma instintiva, sí, una señal de que me pregunto cómo narices me pregunta eso. “¿No se nota acaso que es hijo mío?” estoy a punto de decir, pues casi todos los habitantes del pueblo que nos han visto juntos no han dejado de decir lo mucho que nos parecemos. Supongo que en algo también se parecerá a su padre y durante una milésima de segundo me encuentro rezando interiormente por que cuando le responda a aquella pregunta tan directa que me ha hecho no empiece a preguntarme por el padre. No, porque de eso es de lo que tengo menos ganas de hablar cuando se refiere a Vincent y a mí misma.

- Sí, es mi hijo. – Le respondo dejando de vigilar durante unos momentos al niño y poniendo mis ojos claros en ella. No es una pregunta que me suelan hacer muy a menudo, posiblemente porque la gente ya deduce que es mi hijo. Eso o porque Vincent me llama diciéndome “mamá”. Suspiro ligeramente y vuelvo a buscar con mis ojos azules al pequeño aunque realmente no hace falta porque justo en este momento noto que algo tira de mi vestido haciendo que baje la mirada hacia abajo encontrándome con los ojos azules de Vincent. - ¿Qué pasa cariño?

- ¡Me gusta este! – Dice con un tono de voz ligeramente chillón que consigue arrancarme una sonrisa al tiempo que mis ojos ven el conejo blanco de peluche que lleva en una de las manos. – Le podemos comprar un chaleco y un reloj y será el Conejo Blanco. – Sonrío. ¿Cómo no voy a hacerlo? Casi cada cosa por mínima que sea que me dice consigue sacarme una sonrisa de forma automática.

- Es precioso….y,…. Me parece una excelente hacerle un chaleco y conseguirle un reloj. Es más… en casa creo que tenemos uno de bolsillo como el del cuento – Su rostro se ilumina con una enorme sonrisa y sus ojos cobran un brillo especial. Desde luego hacerle feliz es bastante más fácil de lo que puede parecer en un primer momento.

- ¿Tú conoces el cuento de Alicia? – Pregunta el pequeño directamente a Gabriella con una pequeña sonrisa haciendo que mi propia mirada también vaya hasta la de la mujer. Sí, Vincent siempre es tan directo, pero también estoy casi segura que es cosa de la edad. Después de todo, no es más que un niño.

Por lo visto, ella es aún más sarcástica que yo, y con la ceja arqueada me contesta que efectivamente es su hijo. Era de esperar... Son clavaditos el uno al otro, pero casi no me había dado tiempo a fijarme, y si me hubiese dado tiempo no lo habría hecho, esas cosas... Se me dan fatal.
-Qué mono es...-dije sonriendo.
El niño vuelve corriendo a nosotras con un peluche de un conejito blanco en la mano, y suplica que se lo compre y le pongan un chaleco y un reloj. Creo que a alguien le gusta mucho Alicia en el País de las Maravillas.
-Sí, claro que lo conozco-contesto mirando al pequeñín-Soy súper fan del Sombrerero Loco.
Me rí tímidamente, la verdad es que me encanta el personaje del Sombrerero Loco, es que la gente que se lo pasa bien sí o sí me encanta.
-Pero a la que admiro de verdad es a la Reina de Corazones-añado-Qué mala uva tiene esa mujer.
Volví a reirme una vez más.

“Que mono es” No es la primera vez que oigo a alguien decirme eso, es más prácticamente me lo dicen a diario. El niño siempre ha sido objeto de halagos y buenas palabras, supongo que porque además de ser “mono” también es un niño realmente bueno. Obediente, educado y con esa alegría que desde luego, parece haber heredado de mí, porque sino, no sé de donde la habrá sacado. – Eso me dice todo el mundo. – Le digo mientras mis ojos siguen vigilando a Vincent y cada uno de sus movimientos. En ese momento ni siquiera me importa que la joven morena de ojos azules se lo vaya a tomar a mal, como si no le estuviera haciendo caso o algo parecido.

Sí, Vincent siempre ha sentido una especial curiosidad por el cuento de Alicia en el País de las Maravillas y sus personajes, cosa que la verdad, no me ha preocupado nunca en exceso. Es un cuento más y puedo entender perfectamente que prefiera ese que no cualquiera donde es la princesa la protagonista y hay alguna bruja malvada que le frustra la vida como en La Bella Durmiente, Blancanieves o Cenicienta. Entiendo que prefiera este cuento, aunque todos sus personajes puedan parecer chiflados, pero como en cada cuento hay mensajes ocultos.

- ¿El Sombrerero Loco? A mi también me gusta mucho – Exclama Vincent dando incluso un par de saltitos emocionado. – ¿Y la Liebre de Marzo? Siempre están juntos… o casi siempre. – Asiente con la cabeza con una pequeña sonrisa en su rostro mientras se aferra al conejo blanco de peluche que se ha traído consigo hace unos minutos. Luego se vuelve hacia mí con la sonrisa aún dibujada – ¿Puedo quedármelo?

- Claro, Vincent… y le pondremos un bonito chaleco y un reloj. – Añado nuevamente reiterando mis anteriores palabras. No me importa concederle el capricho de comprarle el conejo. Después de todo trabajo para que él sea feliz y darle todo lo que necesita. – Así que ten cuidado y no lo pierdas, ¡eh! – Le guiño un ojo con una sonrisa divertida en el rostro al tiempo que Gabriella vuelve a hacer un comentario con respecto al famoso libro del que habla mi hijo y me sorprende.

- ¿La Reina de Corazones? – El pequeño alza las cejas con sorpresa al tiempo que niega con la cabeza para luego fruncir el ceño – Ella es mala… Quería hacerle daño a Alicia. – Asiente – Y tenía castigados al Sombrerero y a la Liebre. A mí no me cae bien – Por algún motivo a mí ese personaje tampoco me ha despertado nunca una gran simpatía. Es extraño cuanto menos y en parte me alegro de que a Vincent tampoco le caiga demasiado bien.

- Sí, tener tanta mala uva como tú has dicho, tampoco es bueno. – Apunto casi al momento mirándola directamente unos segundos. Después camino medio metro hasta donde esta la cajera con su afable sonrisa y decido pagar el conejo que Vincent ha cogido de una de las estanterías, extendiéndole un billete después de señalarle el peluche que el pequeño lleva en brazos. – ¿Al final que has pensado hacer con…? – Señalo con el dedo índice la maqueta que la joven había estado observando antes mientras Vincent se acerca hasta donde estoy y espero a que la joven cajera me de el cambio y el ticket.

Continuo sonriendo mientras escucho al pequeño hablar sobre el cuento. En efecto, la Reina de Corazones es mala, malísima, pero a mí siempre me habían gustado las brujas desquiciadas y las reinas amargadas, si son así es porque algo les han hecho antes de que apareciese el cuento, y nadie quiere contarnos su historia.
Acompaño al Sutton y a su niño mientras pagan el peluche y toman el recibo.
Después ella me pregunta que qué voy a hacer con la maqueta.
-¡Oh!-reacciono, ya que aún estaba pensando en Alicia en el País de las Maravillas-Eh... Creo que prefiero esperar. Buscaré una tienda de segunda mano o un anticuario on-line.
Me encojo de hombros.
-Estoy tan tiesa, que no tengo ni para intentar montar ese barco... Acabo de terminar mis estudios y aún busco trabajo...- añado.

La morena parece estar perdida en su propio mundo, puesto que hasta el momento en que se ha decidido a contestarme, a la cajera le ha dado tiempo de cobrarme, devolverme el cambio y darme el ticket. Le dedico una sonrisa a la muchacha antes de volver a bajar la mirada a Vincent unos segundos que aferra contra sí el peluche con fuerza y con una ligera sonrisa adornando su rostro. Son esos momentos, que en su mayoría son fugaces, los que realmente cuentan, cuando ves en la otra persona una felicidad casi plena. Solo entonces parece que la chica vaya a contestarme, quizá al final se perdió realmente en el País de las Maravillas o algo. – Entiendo… Sí, a lo mejor no es realmente mala idea, ¿sabes? – Esbozo una nueva sonrisa en el preciso instante en que Vincent se acerca hasta donde estoy yo. En un gesto totalmente inconsciente le tiendo la mano para que me la agarre, cosa que hace y además con bastante fuerza, quizá más de la necesaria.

Mi mirada azulada se clava en el pequeño que incluso se esconde ligeramente tras mis piernas mirando de soslayo a Gabriella. Intuyo, quizá me equivoco, que no le ha hecho demasiada gracia la simpatía que ha mostrado la morena con respecto a la Reina de Corazones. Sí, Vincent tiene la extraña afición de relacionar de alguna manera a la gente del pueblo con los personajes, y que simpaticen con esa reina en particular es algo que a mi pequeño desde luego no le gusta. Yo por mi parte no intento cambiar su opinión ni su punto de vista, no me gusta intervenir en libre albedrío del pequeño a no ser que lo vea realmente necesario o se este yendo a un extremo demasiado…., peligroso.

¿Tiesa en el sentido de dinero o de que esta muy cansada? La miro con curiosidad mientras notó como Vincent sigue detrás de mis piernas. – Oh… suena interesante, al menos la primera parte. – Hice unos pocos gestos con mis manos acompañando aquellas palabras – La parte en la que mencionas que has terminado tus estudios, no la de que aún buscas trabajo – Decido especificar para que no haya ningún malentendido entre nosotras. De todos modos la segunda parte de su frase, en la que dice que aún está buscando trabajo, realmente no me sorprende, no del todo. Encontrar trabajo no es tan fácil. – Puede que te lleve un tiempo encontrar algo decente… o simplemente un trabajo.

Termino por decir mientras salgo de la tienda con Vincent aún agarrado de mi mano y caminando cerca de mí, prácticamente pegado. Se ha quedado mudo de pronto, pero bueno, puede que o este metido en sus pensamientos de niño o simplemente esté cansado. – ¿Qué has estudiado? – Pregunto luego con cierta curiosidad. Me ha despertado curiosidad. Simplemente es un dato más sobre ella que quizá incluso pueda permitirle ayudarla, quien sabe. El caso es que realmente no sé si será capaz de compartir esa información conmigo, aunque… ¿No es algo tan personal tampoco, no?

Miro inquieta al pequeño que se esconde tras las piernas de su madre... ¿Qué habré dicho que tan poco le ha gustado? No me gusta caerle mal a la gente, no me conviene, pero me da igual si a los niños les gusto o no...
Sutton interrumpe mis pensamientos, preguntándome qué había estudiado.
-Historia de la música-contesto amablemente-No es que tenga muchas salidas, pero tenía que tener contentos a mis padres, yo lo que en realidad quiero es ser cantante de rock.
La típica historia triste de una chica con un sueño frustrado...

Sí, definitivamente la presencia de esa muchacha hace que Vincent se sienta ligera incómodo. Intento recordar que otro motivo podría ser el que le llevase a actuar de esa manera, pero lo único que se me ocurre es simplemente que ese comentario sobre el personaje de ’Alicia en el País de las Maravillas’ al pequeño no le ha hecho ninguna gracia. No obstante decido poner mi mirada en la morena aún sintiendo a Vincent fuertemente amarrado a mis piernas.

- ¡Vaya! Historia de la música. Deduzco entonces que debes de ser una apasionada de la música – Y mi deducción no es lo que se dice errónea cuando la muchacha añade aquella última frase asegurando que lo que realmente desea es ser cantante de rock. – Oh…, lo malo es que para eso hay que tener un timbre de voz bastante particular – Vamos, si no voy muy errada, tampoco es que sea doña entendida en todo este asunto, vamos.

Me quedo unos segundos callada mientras repaso los lugares de Storybrooke. No, no quiero quedar como una inepta delante de esa muchacha – ¿Has probado buscar trabajo como cantante en alguno de los locales de Storybrooke? A lo mejor funciona… - Vamos, es tan solo una idea, tampoco le estoy diciendo o obligándola a llevarla a la práctica ni mucho menos. Simplemente lo he dejado caer – No sé. A veces se empieza en sitios pequeños y puedes llegar a ser alguien grande…

Vamos al menos eso pensaba yo, y era bien cierto que siempre empezabas por abajo y escalabas posiciones hasta llegar a los más alto, porque era lógico, era la ley de la naturaleza… de la misma manera que nunca empezabas a construir la casa por el tejado, ¿no?