Aire Fresco [Simone]

Correspondía decir que Simone había tenido que lidiar con su buena dosis de culpabilidad, todo debido al beso que el energúmeno conocido como Caleb T. Benetton le había robado en la playa hacía cosa de varios, varios ayeres. O ni tantos, cosa de algunas semanas, pero la cosa era que para ella el suceso se sentía muy lejano; lejano en cuanto a cronologías se trataba, porque de alguna u otra manera algo siempre ocurría que se las arreglaba para volver a traerle a la cabeza el suceso.

Pero había decidido que ya, suficiente, no más de autoflagelarse a sí misma y sentirse como la infiel más infiel de todas. No podía negar que en aquel beso algo le había gustado, porque si no hubiera sido así, pues entonces no se habría sentido culpable en un principio. Pero a fin de cuentas y la prueba más irrefutable de su inocencia era que ella no había iniciado ese contacto. No sólo eso, si no que no le había vuelto a dar pie a Caleb a cometer alguna barrabasada de esas otra vez. Por que ella. Tenía. Novio.

Lo seguía sosteniendo, Radd le gustaba, demasiado. Tenía que ser la persona más dulce y sincera de todo Storybroke, con todo y el gusto que tenía por cigarrillos hechos de hieras de dudosa legalidad (que ella aún se negaba ni siquiera a tener cerca). Tenían muchísimas, tantísimas cosas en común. Y además tenía que decir que a su parecer tenía que ser uno de los chicos más atractivos de todo el pueblo. Más que Lucas Gilbert o Benjamin Hawthorne. Sería su actitud despreocupada. Sería su aspecto tan exótico. O sería que no había manera de poner resistencia a sus ojitos de niño inocente en combinación con el pecho que parecía esculpido a mano y ocultaba bajo la camisa.

Sí, Simone era una chica afortunada. Para alguien que había antepuesto siempre sus estudios y luego su carrera a todo lo demás, no podía quejarse en lo absoluto. Sentía que estaba en un momento de su vida en la que disfrutar de lo que la misma tenía para ofrecerle, más allá de sus metas profesionales, era algo que necesitaba. El ligerísimo inconveniente era que, en ese aspecto, había una asincronía con ella y Radd. El chico acababa de comenzar como estudiante de medicina, y bueno...

Ella trataba de hacer valer aquel dicho tan popular que decía que más que la cantidad de tiempo dedicado a algo o alguien, lo que valía era la calidad. Pero no era sencillo. Claro está, nunca había sido alguien dada a evitar los retos. Tenía toda la intención de hacer funcionar lo suyo con Radd y si eso implicaba pasar a estar escalones abajo en la escala de prioridades de su novio por una temporada... una muy larga temporada que incluiría años de estudio, más residencias y prácticas... pues bueno...

No había llamado a Caleb precisamente para lloriquearle de lo mal que lo estaban pasando Radd y ella, pero sí para desconectar un poco. No se sentía actuando con deshonestidad, porque después de la autotortura en cuanto a lo del beso robado, había comenzado a ver que aquello había servido para liberar tensiones que pudieran acarrear problemas más adelante. Así que con Caleb Benetton duro a la Friendzone. ¿Que si eran amigos ahora? Bueno, algo así. No la clase de amigos como en los que Simone sentía podía confiar para cosas serias. O importantes. O serias e importantes al mismo tiempo. Pero para hacer reír...

Oh vamos, todos tenemos un amigo payaso. Además que con él había que irse a dosis pequeñas. Se podían llevar bien a ratos pequeños. Pero cuando comenzaba a pasarse de idiota, Simone perdía muy rápido la paciencia. Uno de esos casos era, como no, cuando se ponía a jadear como perro en celo al ver una minifalda pasar. Eso era algo que no soportaba, es decir, ¿hola? ¿Algo de respeto, por favor?

Estaba convencida de que lo que el Señorito necesitaba era una buena influencia, para variar. A ver si así se volvía alguien de provecho, porque honestamente, ¿qué tan satisfactorio puede resultar ese estilo de vida que él llevaba? Vivir sólo para el momento podía sonar bien en eso, el momento, pero a la larga todo sonaba tan... hueco.

Una buena influencia, claro, reprendía por comportamientos inaceptables. En este caso, un manazo en la cabeza del muchacho cuando al acercarse lo sorprendía con sus miraditas lascivas a diestra y siniestra. - Cierra la boca, ¿quieres? Vas a hacer que se resbale con el charco de tus babás, grosero... - Le espetó con una ceja enarcada y los ojos en blanco cuando se sentaba en la mesa junto a él. Lo de Caleb era desconsideración crónica. ¿Lo de ella?

Definitivamente no eran celos.

Por supuesto que todo aquello que mirara con lujuria tenía un precio y aquello era un manotazo un tanto pesado de Simone hacia él. Se llevó de esa forma sus manos hacia el lugar del impacto como si le hubiera dado con un martillo en vez de un simple manotazo -Aunque podía casi oler de por medio de que la chica en más de una ocasión hubiera deseado tener un martillo en frente para poder plasmarlo en su cabeza y se podía, repetidas veces- pero aún así conservaba una sonrisita socarrona y bastante divertida, de hecho mientras miraba a la morenaza; era como ese dicho de que si dolía, era porque se estaba haciendo bien. De alguna manera, ese pequeño manotazo que conllevaba a una expresión de enojo y que por más que no lo quisiera admitir, estaba llena de celos, era esa dulce recompensa por la cual se alimentaba y era su boleto a repetir esas idioteces una y otra vez sin parar.

- Pero si se resbala, yo podré atraparla heroicamente con mis brazos y crear un momento entre nosotros - Respondió una vez escuchado eso cuando la chica se sentó por fin de frente a él - ¡Oh Vamos!, ¿Dónde quedó tu lado romántico? - Aunque bueno, pensándolo de cierta forma, resbalarse por un charco de babas, para ser rescatado por la misma persona que creó ese charco no tenía ni un pelo de romántico, sin embargo, era gracioso como él y todo lo que salía de su boca, por lo que tampoco se tomó demasiada importancia en el asunto - Bien... - Dijo mientras agarraba el menú que tenía en la mesa y le daba una ojeada, cosa que no había hecho en todo el rato que tenía ahí - ... ¡Oh! Pie de Calabaza... Hmmm eso me suena sacado de Harry Potter - Comentó distraidamente mientras la mesonera que estaba detrás de él suspiraba exasperada mientras se daba una palmada en la cara y luego musitaba algo que una vez bajadas sus manos, aunque no lo dijo en voz alta se pudo leer claramente en sus labios "Otro idiota más que dice eso" - Hmmm... será... una... ¿Selva Negra? Sí... eso, una torta selva negra... ¡Mesonera! Quiero una selva negra... ¿Qué quieres Simone? - Le preguntó acercándose un poco a ella para mirarla y luego se volvió dirigir a la mesonera - ¡Ah y dos café especial de la casa! - Tras eso le devolvió el menú para que la chica trajera sus órdenes - Uff, me dijeron que los cafés de aquí son buenísimos, así que no te puedes perder de la experiencia de probarlos - Terminó justificando el hecho de que había pedido un café con ella sin consultárselo.

Se echó para atrás de manera despreocupada mientras ponía las manos en la nuca
- Así que cuéntame qué ha sido de tu vida - Una frase bastante cliché en estos días, pero por algo se iniciaba el tema de conversación y tal vez por lo que ella quería hacer durante el resto del día, ya que como era algo común de que Caleb tuviera prácticamente casi todo el día en ocio a excepción de las mañanas donde "trabajaba".

Todo en su expresión leía un muy escéptico tienes que estar bromeando cuando el chico comenzaba a describir lo que según sus cánones era una romántica - y babosa - escena. Luego se recordó a sí misma quien era su interlocutor y quedó claro que, sí, claro que bromeaba, porque Caleb no era la clase de chico que se tomaba nada en serio. O cuando menos esta vez si que esperaba que estuviera tomándoselo todo a juego, porque si acaso su maniobra del rescate triunfal del charco de fluidos corporales le llegaba a funcionar en serio para ligar, ella se rapaba la cabeza, así tal cual. Musitó exasperada algo entre dientes, y negando con la cabeza volteó el rostro hacia otro lado, lejos de sus sonrisitas burlonas y, también, de su mirada inquisitiva. Esa que estaba convencida de que lo que a ella le aquejaban eran celos, cosa que no era cierta, y si no lo era se trataba porque ella así lo decía, ¡o qué! ¡Quién conoce mejor lo que siente que ella misma!

No fue hasta que lo notó bajarse de humos un poco que tomó ella su menú para dar un repasón a la extensa carta de pastelillos y postres. Más de uno sonaba de lo más apetitoso, y al escuchar lo del pie de calabaza apenas y alzó la mirada un poco por sobre el menú y se sonrió, no por el chiste, sino por la reacción más que harta de la mesera. ¿Cuantas veces al día no le tocaría escuchar el mismo comentario? Si es que era un niño. Un enorme niñote baboso y lujurioso... por raro que esa imagen pudiera parecer. Ugh, escalofrío.

- Pues yo quiero... - Cualquier cosa además de un café, aparentemente. Primero miró a Caleb con los labios fruncidos, luego terminó por suspirar resignada y dirigiéndole a la mesera una miradita de entendimiento de esas que decían "perdónelo, pobrecito, está malito de su cabecita" le tendió el menú hacia ella. - Yo quiero las tartaletas de ganache de chocolate oscuro, por favor. - Que si bien Caleb hacía su pedido casi a gritos, Simone se mantenía siempre cortés.

Hasta ahora la impresión que le quedaba de la cafetería era bastante buena. No muy grande, pero acogedora, como la mayoría de los negocios en Storybrooke. Pero lo más importante de todo es que era un lugar muy sano e inocente. Nada que ver con fiestas escandalosas en la playa de las que no salía nada bueno. ¿Un lugar como este? Pues venga, que de aquí si podía volverse cliente asidua. Debería de quedar con sus amigas algún día, aunque de seguro el decirles que había dado con él por medio de Benetton sería algo, cuando menos, muy extraño de explicar.

¿Volver con Radd alguna vez? Pues bueno... si se hacían de tiempo como para ello...

Lo miró cuando le preguntaba qué había de nuevo con ella. Se encogió de hombros. ¿Qué iba a decir? Mucho trabajo, mucho estrés, pero era todo por algo que amaba hacer. Muchas obligaciones, pero así era su estilo de vida. Muchas dudas con respecto a Radd, pero obviamente nada de eso iba a discutirlo con él. Porque no se lo tomaba en serio, porque no se podía hablar de nada relevante con él y porque...

- Lo de siempre, trabajo, novio, ya sabes. Me temo que mi día a día no es tan interesante como te lo quieres imaginar. - Mientras hablaba había cogido una servilleta que comenzó a desdoblar con parsimonía hasta tener bien extendido frente a ella un cuadrado de papel de buen tamaño. ¿Qué hizo con él? Pues acercarse a Caleb y ponérselo de babero al chico como si fuera lo más natural del mundo.

- Ahí, mucho mejor. Así nadie corre riesgo de partirse la cabeza por resbalones contigo. - Y eso lo decía con toda la mala intención del mundo y miradita acusadora porque venía acercándose una pelirroja de escote obsceno. Si ya lo veía venir...

Ya cada uno había dicho que quería de comer en ese momento, cuando la mesonera se había llevado ambos menúes, él simplemente volvió a tamborilear la mesa con sus dedos como un simple acto entusiasta y de esa forma le dirigía la mirada a Simone quien muy habladora como siempre contaba con sumo detalle lo que había hecho desde la última vez que se vieron, que no fue hace tanto... aunque mejor lo dejaban así ya que de vez en cuando Caleb perdía la noción del tiempo. Pero todavía peor era que no podía contrarrestar la respuesta de la chica con una anécdota todavía mejor porque la verdad es que no había hecho la mayor cosa, aparte de empezar a encenderle la mecha fiestera a la gente de Storybrooke con más fiestas, ya que en general eran bastante aburridos y eso no le agradaba.

- Pues, no sé, me imaginaba más un episodio de Grey's Anatomy pero con animales en uno de tus días - Se encogió de hombros a la final - Algo así como que tuviste que internar de emergencia a una perrita que estaba a punto de dar a luz a 6 cachorros, pero de pronto le empezó a dar una taquicardia y hacerle una cesárea de emergencia. Luego a las horas de operación, tuvo a 5 cachorros con éxito pero uno no respondía así que le hiciste una breve terapia de shock y cuando perdías las esperanzas, resucitaba de la nada el cachorro, para concluir que salvaste a una familia de perros y a pesar de lo muy satisfecha que estabas en la operación... tu vida amorosa estaba decayendo... - Carraspeó luego de hablar muy seguido sobre la situación imaginaria que sin querer en la parte de la situación amorosa tocó un poco con la realidad -... No es que yo vea Grey's Anatomy todos los días a las 8:00 pm - Dijo desviando el tema, porque la verdad era que sí veía la susodicha serie, solo porque después de eso pasaban House y como le encantaba la serie del doctor amargado, que en parte sentía que era para entrar en calor antes de cualquier caso loquísimo en House.

Tras eso, Simone le puso la servilleta en forma de babero para que nadie se resbalara según ella. Caleb le sonrió y nada más por puro vicio de molestarla se sacó dicho papel y se secó de una manera muy brusca la cara, para luego lanzarla a un lado y nada más por pura suerte encestó en la papelera.

- Eso fue ¡Asombroso!- Se maravilló del movimiento y luego volvió a girarse donde Simone, que la verdad a pesar de todas las asperezas que tenían entre ambos si apreciaba la presencia de la chica aún cuando solo estuvieran tomando un simple café, que por cierto, hablando de eso, la mesonera había traído a la mesa los postres y los dos café que habían pedido, por lo que él tomó de la asa de la taza y la levantó - Un brindis... - Con café no se brinda - ... porque nadie se ha caído todavía en mi charco de babas y por tener siempre una chica que vele por la seguridad ajena - Sí, unos motivos bastante alocados por la cual hacer un brindis pero con Caleb era diversión las 24 horas del día así que comentarios como esos no se hacían esperar, ¿Algún día llegaría el día en la que él tendría que actuar de manera seria? posiblemente, aunque estaba muy seguro e iba muy en serio con lo que le gustaba la chica; bastardo afortunado el novio de la morena porque él la quería también a su lado más que una simple "compañera".