En busca del regalo perfecto [Libre]

Examine con ojo crítico un jarrón de porcelana china que tenia en la mano pero lo deje en su lugar dudando. Jamas había sido bueno en eso de buscar regalos de cumpleaños, lastimosamente era una de esas cosas que mas difíciles se me hacían. Usualmente no debía preocuparme por ello, no tenia a nadie a quien darle regalos por lo que no tenia porque entrar en aquel ridículo tipo de búsquedas pero lastimosamente esos días de paz espiritual habían quedado atrás.
Suspire frustrado mienta sentía como se me aproximaba una migraña. No estaba capacitado para perder mi tiempo en busca de algún cachivache que probablemente fueran a olvidar, no era el tipo de cosas en las que yo era bueno. Debería estar en casa haciendo los planos para ese nuevo proyecto en Londres o terminando de leer la carta de mi abogado o...haciendo cualquier cosa mejor que buscar un regalo.
Pero no podía seguir atrasandolo mas, su cumpleaños eran dentro de unas pocas semanas y sabia que si no empezaba a buscar de una buena vez nunca tendría nada. Y como si no fuera ya suficientemente difícil a penas y la conocía y no tenia ni una remota idea de lo que a ella podría gustarle. "Estoy perdiendo el tiempo" me queje mientras volvía a examinar la tienda de antigüedades como esperando que alguna maldita señal llegara a bajar del cielo por obra y gracia divina.

No le gustaba lo que le habían mandado a hacer a la tienda de Antigüedades, pero su abuela había sido tan insistente que... ¿en realidad podía contradecirla?

La economía en casa iba mal. No recordaba un tiempo en el que pudiera decir lo contrario con toda seguridad, pero por lo menos cierta estabilidad si tenían. Sin embargo desde hacía un par de semanas la situación doméstica se había puesto aún más tensa, y Phoebe trataba ante todo de hacer cuanto pudiera por aligerar las cargas de su madre y su abuela nunca llegando a quejarse ni a reprocharles nada.

Phoebe era esa clase de persona que no dejaba de sonreír sin importar cuan difíciles fueran las cosas. Que siempre tenía un gesto bonito para los demás y una mirada dulce en el rostro. Nunca endurecía la expresión, nunca fruncía el ceño. Pero tras que la campanilla en la puerta de la tienda anunciara su entrada, se podía distinguir a distancia que algo la angustiaba.

La habían mandado a ver si acaso el Señor Gold estaría interesado en uno de los camafeos de su abuela, a preguntar cuanto dinero estaría dispuesto a ofrecer si acaso el broche le gustaba. Pero a ella le sabía horrible tener que recurrid a eso, a que su abuela tuviera que vender sus posesiones de valor sentimental, a cambio de unos cuantos dólares más. Es decir, podrían apañárselas, ¿verdad? Siempre lo hacían. Tal vez si doblaba turno, o trataba de preparar algo para vender. Que las galletas que ella horneaba no eran tan buenas tal vez como las de la pastelería de Savannah Monroe, pero igual...

- ¿Hola? - Llamó con voz tímida al acercarse al mostrador, mirando una vez más a la pieza de joyería que llevaba envuelta en un pañuelo entre las manos. No obstante, al retroceder un par de pasos cuando no veía a nadie, chocaba con otra persona. El golpe había sido leve, una nada en realidad, pero de igual manera a ella le mortificaba la grosería del gesto. - ¡Ay! Perdón perdón perdón, fue mi culpa... -

Sentí un leve golpe en la espalda y me volví para mirar a una chica rubia mirándome avergonzada. Mi usual reacción habría sido fruncir el ceño e irme pero ella lucia tímida y a demás sus ojos me recordaron a Ariadna, tenia esa dulzura que jamas dirigía a mi pero que aun así me dejaba conmovido. Y por si no fuera poco admitía que debería dejar de actuar como un ogro la mayor parte del tiempo, mi hermana no hacia mas que lanzarmelo en cara a cada segundo.

-Esta bien, también ha sido mi culpa-respondí dirigiéndole una media sonrisa. De repente se me ocurrió una idea extraña. Aparentemente yo no seria capaz de encontrar un regalo para Ariadna por mi mismo me pregunte si acaso aquella chica podría ayudarme. La había visto antes por el pueblo aunque jamas había hablado con ella, aun así me acordaba de su nombre por mi antigua adicción a la serie Friends, claro que no lo admitiría nunca.
-Phoebe, ¿cierto?, perdona que te interrumpa pero creo que necesito ayuda con algo-eso de pedir ayuda no era lo mio y dude un segundo no muy seguro de como continuar.