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Al mal tiempo...mala cara (Libre)
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Al mal tiempo...mala cara (Libre)
¿En qué se había acabado por convertir su estupendo día? Todo había empezado bien, saliendo de casa con las pilas cargadas y dispuesto a comerse el mundo, como cada día. Aunque la mayoría de las veces, nada más despertarse con esos enormes ánimos, acababa tropezando con cualquier cosa nada más salir de la cama y ahí se acababa su paz interior y sus ganas de hacer algún bien por la humanidad. Pero este nuevo día había comenzado diferente. No se había llevado ningún golpe, había llegado intacto al hospital y con sorpresa se había encontrado con algo de trabajo. ¡Al fin un cadaver que manosear y con el que charlar y contarle sus preocupaciones! Era algo raro, sí, pero así era él. Pocos amigos tenía en los que confiara tanto como para contarles las cosas que le preocupaban, así que los cadáveres le gustaban porque sabía que no iban a contarle nada de lo que oyeran a los demás. Porque no podían, claro. Además, tampoco tenía que escuchar réplicas idiotas. Simplemente hablaba y hablaba hasta que se le secaba la boca.
Total, que su buen humor se palpaba. Sonreía de un lado a otro, sin poder evitarlo. Y entonces todo tuvo que caer en picado. Su buen humor acabó aplastado, tirado en una papelera en cuanto puso un pie fuera del hospital y comenzó a llover. Levantó el brazo y maldijo mirando al cielo. Estúpidas nubes. Odiaba la lluvia, odiaba el agua. Y odiaba empaparse su perfecta ropa. Y no tenía paraguas. Echó un vistazo a las personas que lo rodeaban. A su lado, resguardado de la lluvia dormitaba un señor en silla de ruedas, con un paraguas al lado. Esa era la de él. Se acercó lentamente hasta que se hizo con el paraguas y luego huyó por patas, como si nada hubiera pasado. Bueno, la lluvia no debía estropear su día, por lo menos tenía un paraguas para cubrirse.
Más relajado daba vueltas por la plaza, silbando una melodía alegre. Sin embargo, el sonido se cortó cuando una ráfaga de viento azotó el paraguas y acabó llevándoselo ante la mirada descolocada de James. Ahora sí que se estaba empapando. Para colmo, justo pasó a su lado un coche a toda velocidad, pasando sobre un charco que lo salpicó y lo bañó de arriba abajo. Se quedó parado unos instantes mientras su cara se volvía roja del enfado y la vergüenza. Pisoteó entonces el suelo con fuerza.
-¿Algo más? ¡Estúpido tiempo! ¡Estúpidos todos!- maldijo.
Total, que su buen humor se palpaba. Sonreía de un lado a otro, sin poder evitarlo. Y entonces todo tuvo que caer en picado. Su buen humor acabó aplastado, tirado en una papelera en cuanto puso un pie fuera del hospital y comenzó a llover. Levantó el brazo y maldijo mirando al cielo. Estúpidas nubes. Odiaba la lluvia, odiaba el agua. Y odiaba empaparse su perfecta ropa. Y no tenía paraguas. Echó un vistazo a las personas que lo rodeaban. A su lado, resguardado de la lluvia dormitaba un señor en silla de ruedas, con un paraguas al lado. Esa era la de él. Se acercó lentamente hasta que se hizo con el paraguas y luego huyó por patas, como si nada hubiera pasado. Bueno, la lluvia no debía estropear su día, por lo menos tenía un paraguas para cubrirse.
Más relajado daba vueltas por la plaza, silbando una melodía alegre. Sin embargo, el sonido se cortó cuando una ráfaga de viento azotó el paraguas y acabó llevándoselo ante la mirada descolocada de James. Ahora sí que se estaba empapando. Para colmo, justo pasó a su lado un coche a toda velocidad, pasando sobre un charco que lo salpicó y lo bañó de arriba abajo. Se quedó parado unos instantes mientras su cara se volvía roja del enfado y la vergüenza. Pisoteó entonces el suelo con fuerza.
-¿Algo más? ¡Estúpido tiempo! ¡Estúpidos todos!- maldijo.
James H. Downey- Villanos
- Soy : Hades
Mensajes : 105
Empleo /Ocio : Médico Forense
Localización : El Inframundo
Fecha de inscripción : 26/07/2012
Re: Al mal tiempo...mala cara (Libre)
Era inexplicable, raro y cuanto menos, distinto. Pero así era. Un día como aquél, gris, lluvioso, y triste, hacía que su tristeza disminuyera. En su lugar, notaba en su interior una pequeña llama de euforia que intentaba reavivarse a sí misma. Pero eso era una de las muchas curiosidades de Leo. Ante todo, el prefería estar triste. Era más fácil seguir adelante, y no tenía que tratar de mantener su felicidad por encima de todo para que no la dañaran, que lo harían, como siempre se le hace a las personas felices.
Por una razón u otra, aquél "feliz" día, acabé tirado en aquél banco, bajo un paraguas y una chaqueta negra de cuero que me servía de impermeable para evitar el chaparrón que mojaba a todo Storybrooke... Inconscientemente necesité sacar la armónica del bolsillo de mi chaqueta y llevándomela a los labios, entoné una bonita canción, unas tristes notas que rodearan y entristecieran el ambiente de quien pasaba por la plaza. Yo y mi mal gusto.
Por delante, no tuve otra visión que el resto de la, por mi considerada, pequeña plaza, donde sus habitantes corrían intentando esquivar a la fría lluvia entre saltos.
A unas, me pareció ver una figura conocida solo de vista. Me sonaba de que formara parte del hospital, pero no eran detalles en los que mi mente pusiera mucha atención. Era una figura alta y delgada, bajo un paraguas, y su expresión no era precisamente la de alguien feliz. Lo seguí con la mirada mientras seguía entonando y todo sucedió bajo una pequeña nota que se fue de tono.
Sería el viento o el descuido del hombre, que el paraguas emprendió el vuelo por sí mismo, dejando a aquél pobre alma bajo una lluvia intensa. No fue mala su fortuna que cuando quiso darse cuenta, un coche pasó por su lado y lo empapó entero.
Mi primer impulso fue levantarme y correr a ayudarlo. Una vez a su lado, comencé a hablar, empezando con un tono de preocupación y acabando la frase con algo de sorpresa.
-¿Está usted...
-¿Algo más? ¡Estúpido tiempo! ¡Estúpidos todos!
-...bien?-terminé.
Sus palabras me habían sentado como un cubo de agua helada en mi interior. Había sonado casi como un niño pequeño... Pero no era tan pequeño. Casi me costó un poco darle cobijo debajo del paraguas para ver si estaba bien. Como mi razón siempre decía, preocuparme por nada es una tontería.
Por una razón u otra, aquél "feliz" día, acabé tirado en aquél banco, bajo un paraguas y una chaqueta negra de cuero que me servía de impermeable para evitar el chaparrón que mojaba a todo Storybrooke... Inconscientemente necesité sacar la armónica del bolsillo de mi chaqueta y llevándomela a los labios, entoné una bonita canción, unas tristes notas que rodearan y entristecieran el ambiente de quien pasaba por la plaza. Yo y mi mal gusto.
Por delante, no tuve otra visión que el resto de la, por mi considerada, pequeña plaza, donde sus habitantes corrían intentando esquivar a la fría lluvia entre saltos.
A unas, me pareció ver una figura conocida solo de vista. Me sonaba de que formara parte del hospital, pero no eran detalles en los que mi mente pusiera mucha atención. Era una figura alta y delgada, bajo un paraguas, y su expresión no era precisamente la de alguien feliz. Lo seguí con la mirada mientras seguía entonando y todo sucedió bajo una pequeña nota que se fue de tono.
Sería el viento o el descuido del hombre, que el paraguas emprendió el vuelo por sí mismo, dejando a aquél pobre alma bajo una lluvia intensa. No fue mala su fortuna que cuando quiso darse cuenta, un coche pasó por su lado y lo empapó entero.
Mi primer impulso fue levantarme y correr a ayudarlo. Una vez a su lado, comencé a hablar, empezando con un tono de preocupación y acabando la frase con algo de sorpresa.
-¿Está usted...
-¿Algo más? ¡Estúpido tiempo! ¡Estúpidos todos!
-...bien?-terminé.
Sus palabras me habían sentado como un cubo de agua helada en mi interior. Había sonado casi como un niño pequeño... Pero no era tan pequeño. Casi me costó un poco darle cobijo debajo del paraguas para ver si estaba bien. Como mi razón siempre decía, preocuparme por nada es una tontería.
Leo A. Dáscolli- Chicos de Storybrooke
- Soy : No lo sé ni yo
Mensajes : 54
Empleo /Ocio : Universitario
Edad : 32
Fecha de inscripción : 28/07/2012
Re: Al mal tiempo...mala cara (Libre)
Su ropa, su pelo, su cara completamente empapados. Le disgustaba el agua, a no ser que esta fuera caliente (prácticamente hirviendo) y en su bañera. Lo que no le hacía nada de gracia era estar empapado por la incompetencia y la mente estúpida de todos los demás. El jodido coche, el jodido conductor del coche se había librado de que se quedara con su rostro, porque no podía con semejante vergüenza que le había hecho pasar. Ese desgraciado, o desgraciada, iba en coche un día de lluvia y aún así iba a toda velocidad, pasando cerca de los transeuntes. ¿Es que no se preocupaba por los demás, por aquellos que tenían que tragarse toda la lluvia de camino a casa? Que ganas de estrangularlos a todos ellos.
Miraba en la dirección en la que el vehículo había desaparecido, con los puños apretados y los ojos entrecerrados cuando las gotas de lluvia dejaron de caer directamente contra él. La voz a sus espaldas le invitó a darse la vuelta y así lo hizo. Bueno, odiaba la lluvia tanto como para dar las gracias a una persona que lo salvara de ella, sin embargo estaba demasiado alterado y enfadado como para pronunciar unas palabras de gratitud. Se sentía molesto con todos (incluso con él mismo) por algo de lo que nadie tenía la culpa. Pero para James era siempre así: todos los demás tenían la culpa de lo que le pasaba. Y esta vez no iba a ser distinto.
-¡¿Tengo pinta de estar bien?! ¡¿Eh?! ¡¿Estás ciego o eres idiota?! -soltó agitado, moviendo en exceso las manos. Cerró la boca de golpe entonces e inspiró profundamente por la nariz, soltando luego el aire poco a poco. Se pasó una mano por el pelo mojado, echándoselo hacia atrás con los ojos cerrados. Soltó un último suspiro y miró al joven que lo había ayudado -Bueno, bien, vale, estoy tranquilo-. Volvió a hablar agitando las manos, para luego volver a echarse el pelo hacia atrás, más relajado. Tampoco es que el joven tuviera la culpa. Había ido a ayudarlo y aún así había recibido de gratis unas palabras para nada amables-. Gracias -dijo secamente.
Miraba en la dirección en la que el vehículo había desaparecido, con los puños apretados y los ojos entrecerrados cuando las gotas de lluvia dejaron de caer directamente contra él. La voz a sus espaldas le invitó a darse la vuelta y así lo hizo. Bueno, odiaba la lluvia tanto como para dar las gracias a una persona que lo salvara de ella, sin embargo estaba demasiado alterado y enfadado como para pronunciar unas palabras de gratitud. Se sentía molesto con todos (incluso con él mismo) por algo de lo que nadie tenía la culpa. Pero para James era siempre así: todos los demás tenían la culpa de lo que le pasaba. Y esta vez no iba a ser distinto.
-¡¿Tengo pinta de estar bien?! ¡¿Eh?! ¡¿Estás ciego o eres idiota?! -soltó agitado, moviendo en exceso las manos. Cerró la boca de golpe entonces e inspiró profundamente por la nariz, soltando luego el aire poco a poco. Se pasó una mano por el pelo mojado, echándoselo hacia atrás con los ojos cerrados. Soltó un último suspiro y miró al joven que lo había ayudado -Bueno, bien, vale, estoy tranquilo-. Volvió a hablar agitando las manos, para luego volver a echarse el pelo hacia atrás, más relajado. Tampoco es que el joven tuviera la culpa. Había ido a ayudarlo y aún así había recibido de gratis unas palabras para nada amables-. Gracias -dijo secamente.
James H. Downey- Villanos
- Soy : Hades
Mensajes : 105
Empleo /Ocio : Médico Forense
Localización : El Inframundo
Fecha de inscripción : 26/07/2012
Re: Al mal tiempo...mala cara (Libre)
Mi cara, un poema. Los ojos se me abrieron, las cejas se alzaron, la boca se curvó en una triste cara de mimo y escuché, palabra por palabra, lo que me dedicó aquél transeúnte definitivamente para nada simpático.
Mi cuerpo debió reclinarse sobre la planta de los pies hacía atrás, preocupado de que me soltara algún golpe y me hiciera temblar. La verdad, no estaba muy preparado para todo aquello, me había pillado desapercibido.
-Eh...-fue lo único que mi boca pudo pronunciar. Estaba un tanto abrumado cuando, tras tratar de secarse el pelo, me miro con otros ojos, dejando a un lado lo que parecía odio. Mi cara fue transmutando de la sorpresa al sarcasmo. La boca se abría a cada letra que comentaba sobre que estaba tranquilo.-Esto, de nada, señor... eh... -me faltó un pelo para llamarle Sr. Borde, pero decidí retener un poco las emociones negativas y hacer gala de mi por lo general, autismo personal.-Tengo si quiere... una sudadera en mi mochila...-no me imaginaba a aquél tipo tan "elegante" con una de mis sudaderas anchas como las solía llevar. Y menos con su simpatía.
Tras eso, guardé mi armónica en la chaqueta y rebusqué en mi mochila la vieja sudadera... naranja chillón. Lo cierto, y no era para menos, es que era una de las más feas que tenía. Bueno, tendría que aguantarse.
Miré hacía los lados y localicé uno de los bares o restaurante, el Granny´s... dónde aquella chica tan mona y "fresca" era camarera. Bueno, eso mejor que nada.
-¿Quieres ir al baño de allí... a... cambiarte?-dije tendiendole la sudadera. Por dentro retuve una risotada con algo de malicia, lo cierto es que si tenía esos prontos, de alguna forma tenía que venirse abajo.
Mi cuerpo debió reclinarse sobre la planta de los pies hacía atrás, preocupado de que me soltara algún golpe y me hiciera temblar. La verdad, no estaba muy preparado para todo aquello, me había pillado desapercibido.
-Eh...-fue lo único que mi boca pudo pronunciar. Estaba un tanto abrumado cuando, tras tratar de secarse el pelo, me miro con otros ojos, dejando a un lado lo que parecía odio. Mi cara fue transmutando de la sorpresa al sarcasmo. La boca se abría a cada letra que comentaba sobre que estaba tranquilo.-Esto, de nada, señor... eh... -me faltó un pelo para llamarle Sr. Borde, pero decidí retener un poco las emociones negativas y hacer gala de mi por lo general, autismo personal.-Tengo si quiere... una sudadera en mi mochila...-no me imaginaba a aquél tipo tan "elegante" con una de mis sudaderas anchas como las solía llevar. Y menos con su simpatía.
Tras eso, guardé mi armónica en la chaqueta y rebusqué en mi mochila la vieja sudadera... naranja chillón. Lo cierto, y no era para menos, es que era una de las más feas que tenía. Bueno, tendría que aguantarse.
Miré hacía los lados y localicé uno de los bares o restaurante, el Granny´s... dónde aquella chica tan mona y "fresca" era camarera. Bueno, eso mejor que nada.
-¿Quieres ir al baño de allí... a... cambiarte?-dije tendiendole la sudadera. Por dentro retuve una risotada con algo de malicia, lo cierto es que si tenía esos prontos, de alguna forma tenía que venirse abajo.
Leo A. Dáscolli- Chicos de Storybrooke
- Soy : No lo sé ni yo
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Fecha de inscripción : 28/07/2012
Re: Al mal tiempo...mala cara (Libre)
¿A qué venían esas caras? Era él el ofendido y el que estaba empapado por la incompetencia de los demás. Ni de coñá se iba a disculpar, ¡faltaría más! Él tampoco había pedido ayuda, principalmente porque no la necesitaba. Aunque tenía que admitir que tener a gente inferior cerca de él a la que obligar a hacer lo que quisiera era interesante y divertido. Como a algunas de las enfermeras del hospital, cuando lo obligaban a subir a algunas consultas más que nada por la falta de cadáveres que revisar (por lo que su trabajo era prácticamente inexistente y el había estudiado precisamente para eso, no para reconocer perdonas vivas y aguantar sus quejidos). Bufó molesto. Estúpidos y débiles todos. Pero en efecto, lo mejor de todo era molestar a las enfermeras, obligarlas a hacer trabajos inútiles y cosas sin sentido. Por lo menos se divertía cual niño pequeño.
Se llevó una mano hasta la barbilla, frotándosela con los ojos entrecerrados mientras seguía mirando al joven frente a él. Le sonaba de algo, pero no conseguía recordar de qué. ¿Lo había amenazado alguna vez? ¿Quizás se habría vengado antes de él? ¿Le había gastado una broma? Puede que lo hubiera visto teniendo algo que le gustara y lo hubiera envidiado por ello. Se carcajeó irónicamente cuando mencionó la sudadero. ¿Un hombre tan elegante como él con sudadera? Por muy bien que le quedara todo tipo de ropa, dejando el ego a un lado, las sudaderas no le entusiasmaban lo más mínimo. Y cuando vio el color de la prenda, se llevó una mano a la frente, golpeándoselo. Era una broma, ¿no? Ni de coñá se pondría eso.
-Estás de coñá, ¿no? Jamás me pondré eso. Por dios, que soy un caballero y tengo estilo. Antes prefiero seguir empapado-. Entonces estornudó con fuerza. Joder, encima acabaría enfermándose como un estúpido. No le quedaba más remedio, debía quitarse la ropa mojada. Cogió la sudadero de mal humor, arrebatándosela de la mano con un gesto molesto. Encima tendría que moverse y cambiarse. ¡Que se moviera el Hostal hasta él y no al contrario! Soltó un gruñido molesto y se colocó la sudadera entre las piernas para tener las manos libres. Se quitó la americana y se la dio al joven sin darle oportunidad a que la dejara caer. Que aguantara la prenda empapada como un hombre. Desabrochó después los botones de la camisa que llevaba puesta y se la quitó, dándosela también al joven. Se puso la sudadera naranja con una mueca de horror por el color y lo pequeña que le quedaba de mangas. Estiró los brazos-. Gracias. Aunque ya podrías haberte cogido tú esto y darme lo que llevas puesto tú. Esta cosa -señaló la sudadera- es horrible.
Se llevó una mano hasta la barbilla, frotándosela con los ojos entrecerrados mientras seguía mirando al joven frente a él. Le sonaba de algo, pero no conseguía recordar de qué. ¿Lo había amenazado alguna vez? ¿Quizás se habría vengado antes de él? ¿Le había gastado una broma? Puede que lo hubiera visto teniendo algo que le gustara y lo hubiera envidiado por ello. Se carcajeó irónicamente cuando mencionó la sudadero. ¿Un hombre tan elegante como él con sudadera? Por muy bien que le quedara todo tipo de ropa, dejando el ego a un lado, las sudaderas no le entusiasmaban lo más mínimo. Y cuando vio el color de la prenda, se llevó una mano a la frente, golpeándoselo. Era una broma, ¿no? Ni de coñá se pondría eso.
-Estás de coñá, ¿no? Jamás me pondré eso. Por dios, que soy un caballero y tengo estilo. Antes prefiero seguir empapado-. Entonces estornudó con fuerza. Joder, encima acabaría enfermándose como un estúpido. No le quedaba más remedio, debía quitarse la ropa mojada. Cogió la sudadero de mal humor, arrebatándosela de la mano con un gesto molesto. Encima tendría que moverse y cambiarse. ¡Que se moviera el Hostal hasta él y no al contrario! Soltó un gruñido molesto y se colocó la sudadera entre las piernas para tener las manos libres. Se quitó la americana y se la dio al joven sin darle oportunidad a que la dejara caer. Que aguantara la prenda empapada como un hombre. Desabrochó después los botones de la camisa que llevaba puesta y se la quitó, dándosela también al joven. Se puso la sudadera naranja con una mueca de horror por el color y lo pequeña que le quedaba de mangas. Estiró los brazos-. Gracias. Aunque ya podrías haberte cogido tú esto y darme lo que llevas puesto tú. Esta cosa -señaló la sudadera- es horrible.
James H. Downey- Villanos
- Soy : Hades
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Re: Al mal tiempo...mala cara (Libre)
Tenía muchas cosas claras. Aquél hombre, simpático poco. Y por lo visto, tampoco es que yo fuera una de esas personas que le cayera en gracia. Me miró con despectivamente y no sabía si con desprecio y acabó por tomar la sudadera. Lo miré antes de recibir un buen escalofrío por parte de la humedad de la chaqueta que me lanzó y dejé que cayera sobre mis manos, poniendo cara de circunstancia. ¿Aquél hombre iba buscando que lo odiaran o me lo parecía a mi?
Miré mi ropa cuando me dio las gracias no sin antes quejarse. ¿Perdona? Llevaba otra sudadera casi igual en estilo a la que le había pasado. Esta era un poco más oscura, de un verde caqui... pero incluso llegaba a parecerme más fea que la naranja. Mientras el efecto de la música huía lentamente de mi cabeza, lo miré.
-Lo siento... lo llevaba por si acaso.-Mi impasibilidad, mi indiferencia ante todo volvía a hundirme en una insensibilidad total. Vi que aún seguía algo mojado.
-Deberías entrar...-volví a señalarle el Granny´s. Además, cada vez la fuerza de la lluvía se volvía más atosigante. Acabariamos ahogados a ese ritmo. Yo decididamente iba a entrar y tomarme algo. Prefería mantenerme seco y esperar a que amainase antes de morir ahogado o resfriado en un banco de la plaza. El problema sería aquél tipo. Si no se decidida a largarse o a moverse al menos, mi poca descortesía impedirían que me moviera del lugar para dejarlo a la intemperie.
Miré mi ropa cuando me dio las gracias no sin antes quejarse. ¿Perdona? Llevaba otra sudadera casi igual en estilo a la que le había pasado. Esta era un poco más oscura, de un verde caqui... pero incluso llegaba a parecerme más fea que la naranja. Mientras el efecto de la música huía lentamente de mi cabeza, lo miré.
-Lo siento... lo llevaba por si acaso.-Mi impasibilidad, mi indiferencia ante todo volvía a hundirme en una insensibilidad total. Vi que aún seguía algo mojado.
-Deberías entrar...-volví a señalarle el Granny´s. Además, cada vez la fuerza de la lluvía se volvía más atosigante. Acabariamos ahogados a ese ritmo. Yo decididamente iba a entrar y tomarme algo. Prefería mantenerme seco y esperar a que amainase antes de morir ahogado o resfriado en un banco de la plaza. El problema sería aquél tipo. Si no se decidida a largarse o a moverse al menos, mi poca descortesía impedirían que me moviera del lugar para dejarlo a la intemperie.
Leo A. Dáscolli- Chicos de Storybrooke
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Fecha de inscripción : 28/07/2012
Re: Al mal tiempo...mala cara (Libre)
Miró su reflejo en uno de los escaparates, sintiéndose ridículo por las pintas que llevaba. No es que vistiera siempre con elegantes trajes con corbata, eso era únicamente cuando iba a trabajar o para situaciones especiales. Solía optar más bien por ropa elegante, pero a la par que sencilla. Con su porte no le hacía falta vestir ropa cara para aparentar ser el caballero que era. No quería que volvieran a reírse de él, no después del día tan fantástico que estaba teniendo hasta que había empezado a llover. Apartó la mirada de su perfecto cuerpo para volver a mirar al joven cuando habló. Bien que hacía en disculparse, porque tenía la culpa del ridículo que estaba haciendo. Finalmente, optó por aceptar la idea del otro. Si algo le apetecía aún menos que que le vieran con las pintas que traía, era quedarse allí parado hasta volver a empaparse.
-En efecto, debería -respondió. Recordó entonces que no se había presentado al joven, y este tampoco a él. Así que haciendo gala de su caballerosidad, puso una mano tras su espalda y se inclinó levemente, haciendo una reverencia cómica y, sobre todo, un acto burlón hacia el otro-. James Downey, encantado-. Volvió a ponerse recto, sonriendo con altanería-. Pero para ti, el Señor Downey.
Y dicho eso, recogió su ropa de las manos del joven, colocándoselas bajo el brazo. Agarró el paraguas que sujetaba la persona que a pesar de su cara de mala uva se había acercado para ayudarlo, y se lo arrebató de las manos, cubriendo después únicamente su largo y delgado cuerpo. Inmediatamente se puso en marcha, caminando a zancadas en dirección al hostal para aguardar a que pasara la lluvia y poder volver a casa.
-En efecto, debería -respondió. Recordó entonces que no se había presentado al joven, y este tampoco a él. Así que haciendo gala de su caballerosidad, puso una mano tras su espalda y se inclinó levemente, haciendo una reverencia cómica y, sobre todo, un acto burlón hacia el otro-. James Downey, encantado-. Volvió a ponerse recto, sonriendo con altanería-. Pero para ti, el Señor Downey.
Y dicho eso, recogió su ropa de las manos del joven, colocándoselas bajo el brazo. Agarró el paraguas que sujetaba la persona que a pesar de su cara de mala uva se había acercado para ayudarlo, y se lo arrebató de las manos, cubriendo después únicamente su largo y delgado cuerpo. Inmediatamente se puso en marcha, caminando a zancadas en dirección al hostal para aguardar a que pasara la lluvia y poder volver a casa.
James H. Downey- Villanos
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