Mala hierba nunca muere. (Priv)

Su cara ya era conocida por la comisaría de Story Brooke, ese pueblucho en el que estaba obligada a vivir porque hasta ella misma admitía que mudarse a otro lugar era tedioso, por muchas veces que se le pasara por la cabeza el hacerlo de verdad. Conocer a nuevas personas, adoptar nuevas costumbres y seguir el ritmo del día a día en un lugar nuevo, no era algo que para nada quisiera ella. Sí, aquí la rutina era algo que iba al orden del día, pero siempre estaba Indiana para dar la guinda del pastel, hacer algo que sacase de sus casillas al tiempo por haber destrozado el ciclo que todos los días debía volver a trazar por sus entrometimientos. Tantas habían sido las veces desde que tenía memoria que ni siquiera tenía la cuenta en mente, llegó hasta un momento en el que dejó de preguntarse cuál sería el límite porque hasta ahora no lo había visto. Eso era algo perjudicial para el resto, algo beneficioso para sí misma, porque daba cabida a infinidad de ideas la cual más alocada que la anterior y más dañina por hacer.

"¿Cuál es el motivo por el que has sido arrestada?" esa era una pregunta que ya nadie le hacía a ella directamente, quizá hablaban de ello a sus espaldas con otras personas para comentarlo y, seguramente, decir los insultos más horribles hacia su persona. A cualquiera le sentaría eso mal, pero ella sólo pensaba que así daban importancia a cada uno de sus gestos y al menos gastarían tiempo en recordar su existencia a las demás personas sin quererlo. Pasar desapercibida, le daba igual hacerlo como no, porque su prioridad era sentirse satisfecha con cada una de sus acciones dentro de Story Brooke. Ni siquiera se preocupaba en si, en realidad, era conocida o si todas esas personas que corrían la voz de sus fechorías sabían siquiera su nombre. No era necesario. En este pueblo, con saber el físico, la fama viene después.

Como otras muchas veces, se encontraba dentro de la celda sin arrepentirse por un momento de todo lo que había hecho anteriormente. Recordaba cada una de sus palabras, cada gesto, cada respuesta por parte de su contrincante y como todo acabó así. La otra persona quedó en libertad, por un simple hecho: Indiana siempre es la culpable. Ya lo daban por hecho, pero no le molestaba, no por el momento. Hasta que viera su vida amenazada de muerte, el resto era tan diminuto como una hormiga para Indiana. Tomó asiento en la cama que había preparada para los reclusos por días, una cama que la acompañaría durante todo el tiempo que estuviera allí encerrada hasta dar con un castigo a su mala conducta y sus acciones. Esbozó una media sonrisa, era difícil sorprender al resto con nuevos problemas en el pueblo, pero era una artista en encontrar una manera distinta aunque fuera por un simple detalle de hacer que el hecho estuviera en boca de todos. Los retos era algo que le encantaba y si la vida se los ponía en uno de los motivos por los que la diversión siempre estaba presente en ella, las cosas iban redondas. Estiró los brazos hacia arriba, desperezándose, para dejar salir un bostezo. El madrugar nunca estaba de su lado, siempre acababa cansada por el resto del día, aunque ese cansancio había desaparecido momentos antes con la pelea que ella misma ocasionó con la mínima razón para hacer explotar a la otra persona. Lástima que no prosiguiera aquí, hubiera sido un show digo de recordar.

- Tardaba en llegar alguien - Comentó con desagrado, aparentemente a la nada, pero había descubierto una sombra que le era muy familiar. Hacía un pequeño rato que el sonido titilante de unos pasos cercanos al propio edificio le martilleaba la cabeza con lejanía. Había permanecido durante un buen rato totalment en silencio, así que sus sentidos se agudizaron sin quererlo, y el sonido del ambiente era más perceptible.

Era raro que le llamaran de comisaría; Lucas nunca se metía en problemas demasiado serios como para acabar con problemas legales, o si ese era el caso, no había ningún problema que no se pudiera olvidar con un poco de dinero de por medio. Por eso iba repasando mentalmente su semana mientras andaba de camino a la comisaría. Esa semana ni siquiera había salido de noche, últimamente se estaba comportando bastante entre su relación con Phoebe y el tener a Grace en casa que, aunque ella no le había pedido nada, sentía que como más tiempo estuviera en casa por si ella le necesitaba, mejor.

Cuando llegó todavía seguía dándole vueltas al tema, cada vez más preocupado. Aunque al entrar y ver la cara de aburrimiento del sheriff supo que la cosa no iba con él. ¿Y entonces para que le había llamado?

Le saludó e inmediatamente preguntó la razón de su visita. Robert sonrió y le explicó que ya no sabía qué hacer con la chica más problemática del pueblo, parecía que ya habían intentado casi todo para que ella dejara sus costumbres pero nada había funcionado; y como había visto más de una vez a Lucas y Indiana juntos, había pensado que quizás él podría ayudar en algo.

- Es decir. – Suspiró Lucas. – Que me pasas el marrón. – Rodó los ojos con cansancio.

Él no era psicólogo, ¿Por qué no llamaban a Sydney? Era verdad que Lucas conseguía lo que quería y sabía cómo manipular a la gente para su interés, pero Indiana era imposible de controlar ni de convencer de otra cosa que no fuera su propia idea. Si que pasaban tiempo juntos, pero la mayoría de las veces discutiendo.

Se encogió de hombros ante el “Toda tuya” del sheriff y entró en la zona donde encerraban a la gente. Indiana estaba allí, tranquilamente y, para variar, no parecía arrepentirse de nada. Esa era de las cosas que le gustaban de la personalidad de la chica, que se mantenía firme y no se molestaba por lo que los demás pensaran. Aunque a veces eso mismo podía resultar irritante cuando no tenía razón.

- También me alegro de verte. – Respondió al saludo de Indiana. – Me han llamado como tu niñera… A ver, ¿Qué has hecho esta vez? – Levantó las cejas pidiendo una explicación.