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Date Night [Lucas *-*]
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Date Night [Lucas *-*]
No podia creer que al fin estuviera pasando. No importaba las horas que transcurrieran el cosquilleo nervioso que sentía en su vientre de solo pensar que iba a salir en una cita con Lucas no se desvanecía, ni tampoco disminuía ni aunque fuera un poquito. ¿De dónde había sacado el valor para aceptar salir con él? No tenía idea, pero al fin lo había hecho y por alguna razón que le costaba un poco explicar ya no sentía tanto miedo. Sería seguramente el que el chico había dejado también sus cartas sobre la mesa, dejándole muy en claro que ella le gustaba en serio a pesar todas sus excentricidades y su timidez. Y si aún y con todas las cosas que ella le había confesado, como que nunca había besado a nadie, ni siquiera tenido una cita, él seguía queriendo invitarla a salir, pues bueno…
Había llamado esa misma noche a Kara para contarle, porque parte de ella seguía convencida que tenía que haber sido todo un sueño, demasiado bueno para ser verdad. Pero haber recibido la llama de Ludas pidiéndole que quedaran al día siguiente en la plaza, junto a la fuente, a las 6, había sido toda la confirmación necesaria para convencerse que, en efecto, iban a salir juntos, ¡al fin!
No había comentado en su casa nada al respecto, porque no quería que intentaran intervenir en nada. A su madre, porque iba a tenerla encima todo el día “animándola” a ver que tanto podía sacar de provecho de esa situación. Y aunque su abuela estaría contentísima de que Phoebe al fin se mostrara interesada un poco en el romance y se decidiera a vivir su juventud en vez de pasarla trabajando todo el día, quería esperar a ver cómo iban las cosas entre ellos. Tenía un poco de miedo aún, no a que Lucas no fuera sincero ni nada de eso, sino de meter ella misma la pata hasta lo más hondo y que ya no quisiera volverla a ver. Pero él mismo se lo había dicho, no tenía que ser otra cosa más que ella misma cuando salieran juntos, y tenía fe que con eso bastaría.
Nada de escotes profundísimos, tacones de vértigo y maquillaje dramático. El vestido que había escogido era alegre y bonito pero sencillo, así como sus zapatillas de bailarina , el cardigan para protegerse de la brisa cuando oscureciera , el tinte de rosa en sus labios y la manera en que las ondas de su cabellera rubia le caían por los hombros. Puntual llegó a la plaza principal del pueblo y se acercó a la fuente, manteniendo bien sujeto su pequeño bolso entre las manos.
Phoebe sonreía como pocas veces, apenas siendo capaz de contener la ilusión. Llevaba tanto tiempo enamorada de Lucas en secreto… Tenía demasiados sentimientos encontrados, aunque por sobre todos ellos prevalecía aquel buen presentimiento que le decía que dejara de preocuparse, que mientras se relajara todo iría bien. Y aunque Phoebe no era una persona muy soñadora ni que creyera en los cuentos de hadas, sacó una moneda de su bolso y la besó antes de lanzarla a la fuente. Tal vez un poco de magia no le vendría mal ahora…
Había llamado esa misma noche a Kara para contarle, porque parte de ella seguía convencida que tenía que haber sido todo un sueño, demasiado bueno para ser verdad. Pero haber recibido la llama de Ludas pidiéndole que quedaran al día siguiente en la plaza, junto a la fuente, a las 6, había sido toda la confirmación necesaria para convencerse que, en efecto, iban a salir juntos, ¡al fin!
No había comentado en su casa nada al respecto, porque no quería que intentaran intervenir en nada. A su madre, porque iba a tenerla encima todo el día “animándola” a ver que tanto podía sacar de provecho de esa situación. Y aunque su abuela estaría contentísima de que Phoebe al fin se mostrara interesada un poco en el romance y se decidiera a vivir su juventud en vez de pasarla trabajando todo el día, quería esperar a ver cómo iban las cosas entre ellos. Tenía un poco de miedo aún, no a que Lucas no fuera sincero ni nada de eso, sino de meter ella misma la pata hasta lo más hondo y que ya no quisiera volverla a ver. Pero él mismo se lo había dicho, no tenía que ser otra cosa más que ella misma cuando salieran juntos, y tenía fe que con eso bastaría.
Nada de escotes profundísimos, tacones de vértigo y maquillaje dramático. El vestido que había escogido era alegre y bonito pero sencillo, así como sus zapatillas de bailarina , el cardigan para protegerse de la brisa cuando oscureciera , el tinte de rosa en sus labios y la manera en que las ondas de su cabellera rubia le caían por los hombros. Puntual llegó a la plaza principal del pueblo y se acercó a la fuente, manteniendo bien sujeto su pequeño bolso entre las manos.
Phoebe sonreía como pocas veces, apenas siendo capaz de contener la ilusión. Llevaba tanto tiempo enamorada de Lucas en secreto… Tenía demasiados sentimientos encontrados, aunque por sobre todos ellos prevalecía aquel buen presentimiento que le decía que dejara de preocuparse, que mientras se relajara todo iría bien. Y aunque Phoebe no era una persona muy soñadora ni que creyera en los cuentos de hadas, sacó una moneda de su bolso y la besó antes de lanzarla a la fuente. Tal vez un poco de magia no le vendría mal ahora…
Phoebe E. Montgomery- Realeza
- Soy : Ella (Cenicienta)
Mensajes : 72
Empleo /Ocio : Empleada en el hostal
Fecha de inscripción : 07/07/2012
Re: Date Night [Lucas *-*]
De la emoción que sentía no se había atrevido a contarle a nadie sobre su cita con Phoebe; le parecía que cuando lo dijera en voz alta todo se convertiría en un sueño y despertaría en su habitación, sin cita, sin Phoebe y sin el número de la chica. Además, si se lo decía a Benjamín se reiría de él, y Yelena le llenaría la cabeza de esperanzas y posibilidades y luego seguramente se desilusionaría… todo lo contrario que haría Eve, y Caleb… mejor dejar a Caleb por caso perdido. Lo que sí que tenía claro que haría era contarle toda la cita a Yelena al día siguiente, tanto si iba bien como si iba mal era la mejor para ambos casos.
Hacía ya rato que había salido de la ducha y se había vestido, no quería llegar tarde. Además, era tradición que la que llegara tarde era la chica; pues bien, para asegurarse de seguir la tradición pretendía llegar un cuarto de hora antes y empezar la cita con buen pie.
Como siempre que iba a Granny’s a “encontrarse” con Phoebe, o más bien dicho como últimamente había optado por hacer, llevaba unos vaqueros y un jersey granate, con el pelo revuelto. Para rematar el look que él llamaba “de persona corriente” se había calzado unas converse negras.
Miró el reloj, todavía tenía tiempo. Habían quedado a las 6 y no eran más de las 5. Dio un último retoque a su pelo y salió de casa tranquilamente, quería dar un paseo a ver si se relajaba un poco, porque si… aunque pareciera increíble Lucas, que había salido ya con varias chicas, estaba nervioso por tener una cita con la tímida Phoebe. Si empezaba así tan solo salir a la calle cuando llegara allí estaría que no podría ni andar.
A medida que se acercaba al sitio de encuentro empezó a darle vueltas al coco; ¿y si lo que le pasaba con Phoebe era simplemente que como nadie había conseguido nada con ella él se obsesionó con ser mejor? Que simplemente fuera un capricho, un reto para probarse… Al pensar en esa posibilidad y en lo mal que se sentiría Phoebe notó un pinchazo en el pecho; lo que tenía claro era que no quería que ella saliera herida, y eso quería decir que le importaba de verdad, ¿o no?
Sin darse cuenta se había pasado de largo la plaza de Storybrooke, y apenas quedaban 5 minutos para las 6, así que tuvo que aligerar el paso y, cuando por fin divisó la fuente, Phoebe ya había llegado. Le habría gustado observarla un rato desde la distancia, ver si se ponía nerviosa, o si le buscaba con la mirada, pero tenía demasiadas ganas de estar con ella.
– Hola – No sabía bien qué decir y optó por lo tradicional. - ¿Hace mucho que has llegado?
Tampoco sabía qué hacer; le daba dos besos, saludaba con la mano… ¿unas palmaditas en la espalda? “Venga Lucas, tranquilízate un poco” Respiró hondo y sonrió. Acto seguido le besó la frente a modo de saludo.
Hacía ya rato que había salido de la ducha y se había vestido, no quería llegar tarde. Además, era tradición que la que llegara tarde era la chica; pues bien, para asegurarse de seguir la tradición pretendía llegar un cuarto de hora antes y empezar la cita con buen pie.
Como siempre que iba a Granny’s a “encontrarse” con Phoebe, o más bien dicho como últimamente había optado por hacer, llevaba unos vaqueros y un jersey granate, con el pelo revuelto. Para rematar el look que él llamaba “de persona corriente” se había calzado unas converse negras.
Miró el reloj, todavía tenía tiempo. Habían quedado a las 6 y no eran más de las 5. Dio un último retoque a su pelo y salió de casa tranquilamente, quería dar un paseo a ver si se relajaba un poco, porque si… aunque pareciera increíble Lucas, que había salido ya con varias chicas, estaba nervioso por tener una cita con la tímida Phoebe. Si empezaba así tan solo salir a la calle cuando llegara allí estaría que no podría ni andar.
A medida que se acercaba al sitio de encuentro empezó a darle vueltas al coco; ¿y si lo que le pasaba con Phoebe era simplemente que como nadie había conseguido nada con ella él se obsesionó con ser mejor? Que simplemente fuera un capricho, un reto para probarse… Al pensar en esa posibilidad y en lo mal que se sentiría Phoebe notó un pinchazo en el pecho; lo que tenía claro era que no quería que ella saliera herida, y eso quería decir que le importaba de verdad, ¿o no?
Sin darse cuenta se había pasado de largo la plaza de Storybrooke, y apenas quedaban 5 minutos para las 6, así que tuvo que aligerar el paso y, cuando por fin divisó la fuente, Phoebe ya había llegado. Le habría gustado observarla un rato desde la distancia, ver si se ponía nerviosa, o si le buscaba con la mirada, pero tenía demasiadas ganas de estar con ella.
– Hola – No sabía bien qué decir y optó por lo tradicional. - ¿Hace mucho que has llegado?
Tampoco sabía qué hacer; le daba dos besos, saludaba con la mano… ¿unas palmaditas en la espalda? “Venga Lucas, tranquilízate un poco” Respiró hondo y sonrió. Acto seguido le besó la frente a modo de saludo.
Lucas R. Gilbert- Realeza
- Soy : Príncipe Thomas / Asquerosamente rico
Mensajes : 156
Fecha de inscripción : 26/06/2012
Re: Date Night [Lucas *-*]
¿Qué cosa había deseado? Suerte, tan sencillo como eso. No era que le tuviera demasiada confianza a sus skills sociales como para creer que que todo iba a irle de maravilla. Esperaba que no hubiera más silencios incómodos ni mucho menos, pero con su timidez nunca se podía asegurar nada. Lo que si era cierto era que, después de haber hablado tan sincera con Lucas, se sentía mucho más tranquila y cómoda, como si le hubieran quitado un tremendo peso de los hombros, y eso se reflejaba en la expresión de su rostro.
Veía varias monedas en el fondo de la fuente, que seguro habían pertenecido a personas como ella que se acercaban a pedir un poco de buena fortuna. Seguro que cada una de esas monedas llevaba tras de sí una historia interesante. Para ella, por lo menos, Storybrooke era un buen lugar para vivir. Claro que sentía curiosidad de ver otros lugares, pero no sentía la misma necesidad de viajar y descubrir que había escuchado en tantos otros. Con todo y sus problemas ella era feliz ahí, y le parecía que la mayoría de la gente también lo era. No podía quejarse realmente de gran cosa - y aún si pudiera, Phoebe nunca se quejaba de nada.
Miró de soslayo su reloj de pulsera. No quería dar cancha a sus nervios a que se apoderaran de ella, pero le costaba. Calma, se decía, que aún era temprano y no tenía ningún motivo para preocuparse, ¿verdad? Pero vamos, que era la primera vez que hacía algo así, no tenía idea de si acaso habría llegado demasiado temprano.
Resultaba que no tenía por qué inquietarse porque pronto Lucas se acercaba. - ¡Hola! - Respondió con un poco más de efusividad que la que pretendía, todo causa de su nerviosismo, y dibujando una sonrisa en sus labios negó con la cabeza cuando le preguntaba si tenía mucho esperando. Abrió los ojos bien grandes cuando le besó la frente, y al mismo tiempo que su sonrisa se volvió más amplia sus mejillas se encendieron tenuemente. En respuesta ella le besó la mejilla de aquella misma forma dulce que había hecho en Granny's cuando se decidió a aceptar su invitación.
- No te preocupes, tengo poco de haber llegado. ¿Cómo estás? Bueno, ya sé que te vi ayer, no ha pasado mucho tiempo, pero ya sabes. - Ahí iba de nuevo su torpeza, aunque destacaba mucho que ya no le hablaba en susurros casi inaudibles ni que agachaba la mirada asustada. Se sentía mucho más cómoda con él, como si todo fuera más natural. Incluso se reía, ya sin sentir vergüenza, y le miró a los ojos un segundo antes peinarse las puntas de la rubia cabellera con los dedos como solía hacer cuando estaba nerviosa.
- ¿Y a dónde vamos a ir? La verdad tengo mucha curiosidad. - Le volvió a sonreír. Le había preocupado el no ir lo suficiente arreglada, pero al verlo llegar tan sencillo - tan de "persona corriente" diría él - eso había desaparecido. Y de nuevo, eso le hacía sentirse más en confianza. ¡Qué iba a hacer ella en lugares carísimos donde tendría ni idea de cómo comportarse! - Hasta pedí permiso en el trabajo para llegar tarde mañana... y mira que costó convencer a Granny, el negocio va como nunca. Tenemos dos huéspedes al mismo tiempo. - ¡Oh! ¡Si hasta bromeaba con él ya!
Veía varias monedas en el fondo de la fuente, que seguro habían pertenecido a personas como ella que se acercaban a pedir un poco de buena fortuna. Seguro que cada una de esas monedas llevaba tras de sí una historia interesante. Para ella, por lo menos, Storybrooke era un buen lugar para vivir. Claro que sentía curiosidad de ver otros lugares, pero no sentía la misma necesidad de viajar y descubrir que había escuchado en tantos otros. Con todo y sus problemas ella era feliz ahí, y le parecía que la mayoría de la gente también lo era. No podía quejarse realmente de gran cosa - y aún si pudiera, Phoebe nunca se quejaba de nada.
Miró de soslayo su reloj de pulsera. No quería dar cancha a sus nervios a que se apoderaran de ella, pero le costaba. Calma, se decía, que aún era temprano y no tenía ningún motivo para preocuparse, ¿verdad? Pero vamos, que era la primera vez que hacía algo así, no tenía idea de si acaso habría llegado demasiado temprano.
Resultaba que no tenía por qué inquietarse porque pronto Lucas se acercaba. - ¡Hola! - Respondió con un poco más de efusividad que la que pretendía, todo causa de su nerviosismo, y dibujando una sonrisa en sus labios negó con la cabeza cuando le preguntaba si tenía mucho esperando. Abrió los ojos bien grandes cuando le besó la frente, y al mismo tiempo que su sonrisa se volvió más amplia sus mejillas se encendieron tenuemente. En respuesta ella le besó la mejilla de aquella misma forma dulce que había hecho en Granny's cuando se decidió a aceptar su invitación.
- No te preocupes, tengo poco de haber llegado. ¿Cómo estás? Bueno, ya sé que te vi ayer, no ha pasado mucho tiempo, pero ya sabes. - Ahí iba de nuevo su torpeza, aunque destacaba mucho que ya no le hablaba en susurros casi inaudibles ni que agachaba la mirada asustada. Se sentía mucho más cómoda con él, como si todo fuera más natural. Incluso se reía, ya sin sentir vergüenza, y le miró a los ojos un segundo antes peinarse las puntas de la rubia cabellera con los dedos como solía hacer cuando estaba nerviosa.
- ¿Y a dónde vamos a ir? La verdad tengo mucha curiosidad. - Le volvió a sonreír. Le había preocupado el no ir lo suficiente arreglada, pero al verlo llegar tan sencillo - tan de "persona corriente" diría él - eso había desaparecido. Y de nuevo, eso le hacía sentirse más en confianza. ¡Qué iba a hacer ella en lugares carísimos donde tendría ni idea de cómo comportarse! - Hasta pedí permiso en el trabajo para llegar tarde mañana... y mira que costó convencer a Granny, el negocio va como nunca. Tenemos dos huéspedes al mismo tiempo. - ¡Oh! ¡Si hasta bromeaba con él ya!
Phoebe E. Montgomery- Realeza
- Soy : Ella (Cenicienta)
Mensajes : 72
Empleo /Ocio : Empleada en el hostal
Fecha de inscripción : 07/07/2012
Re: Date Night [Lucas *-*]
Un cálido sentimiento le recorrió al volver a notar sus labios en la mejilla, y tuvo unas ganas locas de abrazarla en ese momento, pero se contuvo. Ya había hecho un gran paso consiguiendo su cita, no quería meter la pata demasiado rápido y que todo se fuera al traste por seguir sus prontos.
- Para la próxima vez, lo tradicional de las citas es que la chica llegue tarde. – Bromeó y luego se rió discretamente por la pregunta de Phoebe. En su nerviosismo no había pensado que seguramente ella estaría igual, después de todo, según se decía por el pueblo no había salido con nadie.
Se fijó en cómo empezó a tocarse las puntas del pelo, ya la había visto hacerlo unas cuantas veces en sus frustrados intentos de conquista; y justo en ese momento acababa de descubrir que lo hacía cuando estaba nerviosa. Le cogió tranquilamente la mano con la que se peinaba y entrelazó los dedos con los de ella sonriendo orgulloso de su descubierta.
– Pues la verdad, hay algo que ha cambiado de ayer a hoy, y eso me gusta. – La miró significativamente esperando que entendiera que se refería al hecho que había aceptado salir con él.
De repente se sintió estúpido. No había pensado nada. Se había emocionado tanto por haber quedado con ella que no pensó en qué podían hacer… ¿Qué se hacía en las primeras citas? Con Grace había ido al cine, con Yelena fueron a ver unos fuegos artificiales que hacían para no recordaba que celebración, y con Felle no había habido primera cita, un buen día decidieron que estaban saliendo.
Podría haber improvisado una cena fácilmente, pero no quería, Phoebe era especial. Y como un flash el lugar perfecto le vino a la cabeza, además, poco faltaba para que se pusiera el sol. Era perfecto, ni que lo hubiera planeado habría salido mejor.
- Ya lo verás, es una sorpresa. – No quiso decirle que no tenía nada pensado hasta hacia un par de segundos, su orgullo no se lo permitía. – Tú solo sígueme.
Empezó a andar para salir de la plaza, tenían que andar un poco, hasta casi llegar a las últimas casas del pueblo. Se dio cuenta que todavía tenían las manos cogidas, la miró a los ojos interrogándola.
- ¿En serio? ¿2 huéspedes? – Era raro que tanta gente hubiera decidido visitar Storybrooke de golpe, generalmente nadie lo hacía. – No vais a dar abasto, no sé cómo te dejaron entrar más tarde. – Sonrió. – Espero que tanto trabajo no nos impida vernos. – Soltó como quien no quiere la cosa.
- Para la próxima vez, lo tradicional de las citas es que la chica llegue tarde. – Bromeó y luego se rió discretamente por la pregunta de Phoebe. En su nerviosismo no había pensado que seguramente ella estaría igual, después de todo, según se decía por el pueblo no había salido con nadie.
Se fijó en cómo empezó a tocarse las puntas del pelo, ya la había visto hacerlo unas cuantas veces en sus frustrados intentos de conquista; y justo en ese momento acababa de descubrir que lo hacía cuando estaba nerviosa. Le cogió tranquilamente la mano con la que se peinaba y entrelazó los dedos con los de ella sonriendo orgulloso de su descubierta.
– Pues la verdad, hay algo que ha cambiado de ayer a hoy, y eso me gusta. – La miró significativamente esperando que entendiera que se refería al hecho que había aceptado salir con él.
De repente se sintió estúpido. No había pensado nada. Se había emocionado tanto por haber quedado con ella que no pensó en qué podían hacer… ¿Qué se hacía en las primeras citas? Con Grace había ido al cine, con Yelena fueron a ver unos fuegos artificiales que hacían para no recordaba que celebración, y con Felle no había habido primera cita, un buen día decidieron que estaban saliendo.
Podría haber improvisado una cena fácilmente, pero no quería, Phoebe era especial. Y como un flash el lugar perfecto le vino a la cabeza, además, poco faltaba para que se pusiera el sol. Era perfecto, ni que lo hubiera planeado habría salido mejor.
- Ya lo verás, es una sorpresa. – No quiso decirle que no tenía nada pensado hasta hacia un par de segundos, su orgullo no se lo permitía. – Tú solo sígueme.
Empezó a andar para salir de la plaza, tenían que andar un poco, hasta casi llegar a las últimas casas del pueblo. Se dio cuenta que todavía tenían las manos cogidas, la miró a los ojos interrogándola.
- ¿En serio? ¿2 huéspedes? – Era raro que tanta gente hubiera decidido visitar Storybrooke de golpe, generalmente nadie lo hacía. – No vais a dar abasto, no sé cómo te dejaron entrar más tarde. – Sonrió. – Espero que tanto trabajo no nos impida vernos. – Soltó como quien no quiere la cosa.
Lucas R. Gilbert- Realeza
- Soy : Príncipe Thomas / Asquerosamente rico
Mensajes : 156
Fecha de inscripción : 26/06/2012
Re: Date Night [Lucas *-*]
Oh, vaya, ¿es decir que había alguna clase de protocolo para las citas del que Phoebe no estaba enterada? Rio discretamente puesto que la idea de que aquello fuera verdad le parecía graciosa. – ¿Quieres decir que la próxima vez tengo que dejarte esperando solo? – La verdad es que a ella no gustaba llegar nunca tarde a ninguna parte. Desde niña siempre había sido así, manía suya de estar siempre al tanto del reloj y es que el llegar retrasada a cualquier parte siempre conseguía ponerla de nervios. Nunca salía sin reloj a ningún lado…
Y entonces se dio cuenta de que ya hablaban de una “próxima vez”. La sonrisa que se dibujó en sus labios habría sido suficiente como para iluminar toda una habitación a media noche.
Lo siguiente que pasó también consiguió alterarla aunque no precisamente de mala manera. No era consciente de sus propios tics y creía haber leído en algún lado que nadie lo era, por lo menos hasta que alguien más te lo hacía notar. De cualquier forma aún y si hubiera llegado alguien por sorpresa gritándole que acababa de ganarse la lotería no habría escuchado ni una sola palabra, porque todos sus sentidos estaban centrados en Lucas y la manera en que sus manos se entrelazaban. Sus mejillas se ruborizaron inmediatamente y sintió su pecho invadido por una calidez que estaba descubriendo sólo se presentaba cuando estaba cerca de él. Le solía pasar cuando Lucas le sonreía a lo lejos, pero ahora que estaban así, frente a frente y tomados de la mano, notaba aquel calor con muchísima más intensidad que antes.
- A mi también… – La sonrisa afloró en su rostro al encontrarse con su mirada. Ni qué decir que nunca se había sentido tan ilusionada y llena de emoción como ahora. No quería adelantarse a nada pues parte de ella seguía inquieta con la posibilidad de que tras conocerla un poco más Lucas decidiera que después de todo no le gustaba tanto. No obstante, mostrándose quizá más soñadora de lo que era usual a ella, estaba decidida a arriesgarse y ver qué era lo que podía pasar. Lucas le gustaba y muchísimo, tenía enamorada en secreto de él casi sin poder recordar desde cuando exactamente, y sí, si las cosas salían mal iba a dolerle muchísimo, pero la otra posibilidad es que si funcionara y creía que solo por eso, por muy poquita que fuera esa probabilidad, valía la pena dejar el miedo atrás y aventurarse.
- ¿Eh? ¡Ni una pista! Que malo. – Echó a reír siguiéndole la broma, obviamente, sin sospechar que el plan para ellos acababa de ocurrírsele. Y siendo sinceros, probablemente cualquier cosa que se le hubiera ocurrido a Lucas habría estado bien con ella, pues siendo esa su primera cita no sabía exactamente qué esperar. Así que le siguió a través de la plaza y por las calles del pueblo. Andar no le molestaba, estaba acostumbrada. No tenía coche después de todo y aunque tenía su bicicleta casi siempre andaba a pie.
A ella no le había pasado desapercibido el que aún iban tomados de la mano. Hubo un momento de duda en el que se preguntó que iría a decir la gente de verla andar así con Lucas, porque estaba segura que más de uno iría a tener ideas horribles sobre que sólo había aceptado salir con él para sacarle de dinero y eso era completamente alejado de la realidad. Si tuviera incluso más dinero o fuera más bien de orígenes humildes como ella misma, seguiría conteniendo la respiración cada vez que le sonriera.
Estar segura de eso le hacía sentir extrañamente valiente. Que pensaran lo que quisieran, ella estaba feliz, y no dejaba de mirar sus manos unidas como si fuera el suceso más fascinante de todos. Nunca había caminado así junto a nadie pero tenía que admitir que lo sentía de lo más natural. Hubo incluso un momento en el que se atrevió a acariciarle el dorso de la mano con su pulgar, sonriendo en silencio con su pequeña “travesura”.
- Ajá, Lucy que tiene unas semanas aquí y Liam, es enfermero. No creo que Michelle y yo hayamos tenido tanto trabajo en mucho tiempo, ¿pero sabes? Está bien. Creo que hasta nos volvemos un poco locas en la cocina por darles gusto. Lo malo es que hace unos días tuvimos un incidente muy feo… – Desafortunadamente no todo iba bien. El asunto aquel de James Downey entrando al hostal de noche y haciendo destrozos en la habitación de Liam era algo que a Phoebe le provocaba escalofríos de recordar. Estaban mortificadas por el mal rato que Seely había pasado, indignadas y humilladas por lo que el forense había hecho, pero ella por lo menos además de todo sentía miedo.
- Bueno, por un día que no llegue a preparar el desayuno el Hostal no se viene abajo. Es lo que tiene ser buena empleada, ¿ves? Te dan permisos cuando los pides. – Y aunque lo decía en broma hasta orgullosa se le veía. A Phoebe le gustaba hacer bien todo lo que hacía, fuera hornear galletas para los huéspedes o dejar las sábanas más brillantes que cuando eran nuevas. ¿Pero que si el trabajo iba a impedirles verse más? ¿Lo decía en serio?
- ¡No! ¡Para nada! – Soltó llena de alegría. Apretó un poquito más su mano y volvió a besar su mejilla, animándose incluso a apoyar un poco la cabeza en el hombro de Lucas mientras caminaban. En verdad que se sentía casi soñando…
Y entonces se dio cuenta de que ya hablaban de una “próxima vez”. La sonrisa que se dibujó en sus labios habría sido suficiente como para iluminar toda una habitación a media noche.
Lo siguiente que pasó también consiguió alterarla aunque no precisamente de mala manera. No era consciente de sus propios tics y creía haber leído en algún lado que nadie lo era, por lo menos hasta que alguien más te lo hacía notar. De cualquier forma aún y si hubiera llegado alguien por sorpresa gritándole que acababa de ganarse la lotería no habría escuchado ni una sola palabra, porque todos sus sentidos estaban centrados en Lucas y la manera en que sus manos se entrelazaban. Sus mejillas se ruborizaron inmediatamente y sintió su pecho invadido por una calidez que estaba descubriendo sólo se presentaba cuando estaba cerca de él. Le solía pasar cuando Lucas le sonreía a lo lejos, pero ahora que estaban así, frente a frente y tomados de la mano, notaba aquel calor con muchísima más intensidad que antes.
- A mi también… – La sonrisa afloró en su rostro al encontrarse con su mirada. Ni qué decir que nunca se había sentido tan ilusionada y llena de emoción como ahora. No quería adelantarse a nada pues parte de ella seguía inquieta con la posibilidad de que tras conocerla un poco más Lucas decidiera que después de todo no le gustaba tanto. No obstante, mostrándose quizá más soñadora de lo que era usual a ella, estaba decidida a arriesgarse y ver qué era lo que podía pasar. Lucas le gustaba y muchísimo, tenía enamorada en secreto de él casi sin poder recordar desde cuando exactamente, y sí, si las cosas salían mal iba a dolerle muchísimo, pero la otra posibilidad es que si funcionara y creía que solo por eso, por muy poquita que fuera esa probabilidad, valía la pena dejar el miedo atrás y aventurarse.
- ¿Eh? ¡Ni una pista! Que malo. – Echó a reír siguiéndole la broma, obviamente, sin sospechar que el plan para ellos acababa de ocurrírsele. Y siendo sinceros, probablemente cualquier cosa que se le hubiera ocurrido a Lucas habría estado bien con ella, pues siendo esa su primera cita no sabía exactamente qué esperar. Así que le siguió a través de la plaza y por las calles del pueblo. Andar no le molestaba, estaba acostumbrada. No tenía coche después de todo y aunque tenía su bicicleta casi siempre andaba a pie.
A ella no le había pasado desapercibido el que aún iban tomados de la mano. Hubo un momento de duda en el que se preguntó que iría a decir la gente de verla andar así con Lucas, porque estaba segura que más de uno iría a tener ideas horribles sobre que sólo había aceptado salir con él para sacarle de dinero y eso era completamente alejado de la realidad. Si tuviera incluso más dinero o fuera más bien de orígenes humildes como ella misma, seguiría conteniendo la respiración cada vez que le sonriera.
Estar segura de eso le hacía sentir extrañamente valiente. Que pensaran lo que quisieran, ella estaba feliz, y no dejaba de mirar sus manos unidas como si fuera el suceso más fascinante de todos. Nunca había caminado así junto a nadie pero tenía que admitir que lo sentía de lo más natural. Hubo incluso un momento en el que se atrevió a acariciarle el dorso de la mano con su pulgar, sonriendo en silencio con su pequeña “travesura”.
- Ajá, Lucy que tiene unas semanas aquí y Liam, es enfermero. No creo que Michelle y yo hayamos tenido tanto trabajo en mucho tiempo, ¿pero sabes? Está bien. Creo que hasta nos volvemos un poco locas en la cocina por darles gusto. Lo malo es que hace unos días tuvimos un incidente muy feo… – Desafortunadamente no todo iba bien. El asunto aquel de James Downey entrando al hostal de noche y haciendo destrozos en la habitación de Liam era algo que a Phoebe le provocaba escalofríos de recordar. Estaban mortificadas por el mal rato que Seely había pasado, indignadas y humilladas por lo que el forense había hecho, pero ella por lo menos además de todo sentía miedo.
- Bueno, por un día que no llegue a preparar el desayuno el Hostal no se viene abajo. Es lo que tiene ser buena empleada, ¿ves? Te dan permisos cuando los pides. – Y aunque lo decía en broma hasta orgullosa se le veía. A Phoebe le gustaba hacer bien todo lo que hacía, fuera hornear galletas para los huéspedes o dejar las sábanas más brillantes que cuando eran nuevas. ¿Pero que si el trabajo iba a impedirles verse más? ¿Lo decía en serio?
- ¡No! ¡Para nada! – Soltó llena de alegría. Apretó un poquito más su mano y volvió a besar su mejilla, animándose incluso a apoyar un poco la cabeza en el hombro de Lucas mientras caminaban. En verdad que se sentía casi soñando…
Phoebe E. Montgomery- Realeza
- Soy : Ella (Cenicienta)
Mensajes : 72
Empleo /Ocio : Empleada en el hostal
Fecha de inscripción : 07/07/2012
Re: Date Night [Lucas *-*]
La siguió guiando por las calles, no era difícil, todo recto. Se dio cuenta que a los ojos de los demás se debían ver como cualquier otra pareja; paseando cogidos de la mano y hablando y riendo tranquilamente. Era una sensación agradable imaginar lo que los demás pudieran pensar de ellos, seguro que pensaban que quedaban muy bien juntos; al menos eso era lo que pensaba él.
- ¿Un incidente feo? ¿Te pasó algo? ¿Estás bien? – La miró con ojos de preocupación. No le importaba nada lo que fuera que hubiera pasado en el hostal, lo que hicieran los demás le traía sin cuidado en ese momento, le importaba que le hubiera podido pasar algo malo a Phoebe. Suponía que no había sido nada que le afectara a ella, al fin y al cabo estaba allí al lado enterita, pero por un momento sintió una necesidad muy grande de protegerla.
De nuevo sintió la calidez de los labios de Phoebe sobre su mejilla y sonrió, podía acostumbrarse a esa sensación, de hecho, quería acostumbrarse. Cuando notó como ella apoyaba su cabeza en su hombro, no pudo más que soltarle la mano y pasarle el brazo por los hombros… era una sensación tan agradable…
- Un día me has de preparar el desayuno. – Le giñó un ojo divertido suponiendo su reacción. Lógicamente no le iba a decir que lo que quería era que le preparara el desayuno después de pasar una noche juntos, eso habría sido demasiado para Phoebe en la primera cita.
Sin darse cuenta ya habían llegado al edificio que estaba buscando, era uno de los más altos de Storybrooke, cosa que tampoco representaba un rascacielos; suficientes pisos para ver el pueblo entero, pero no demasiados como para no poder subir andando. Se trataba de un edificio en el que su familia almacenaba cosas, nunca se interesaba tanto como para saber qué ni durante cuánto tiempo, no siquiera si eran cosas suyas o se usaban como trasteros por alquiler. Como recordaba la puerta no estaba cerrada con llave, la empujó para abrirla y la sujetó para que pasara Phoebe.
Una vez dentro del edificio pasó él delante para subir las escaleras e ir encendiendo las luces. Las escaleras eran estrechas y no había ni baranda ni ventanas, así que la luz eléctrica era necesaria para no resbalarse. Seguro que Phoebe estaba pensando que estaba un poco loco por llevarla a ése edificio, esperaba que no estuviera pensando mal.
-No te preocupes, luego mejora.
Al llegar al último piso había una puerta de nuevo, esta estaba cerrada, pero de pequeño había aprendido a forzarla; así que haciendo un poco de palanca allí, y un empujoncito por el otro lado, finalmente se abrió con un crujido dejando entrar la luz del día.
- Las damas primero. – Hizo una leve reverencia y alargó el brazo para indicarle que debía pasar.
Él la siguió de cerca. Desde lo alto de ése edificio se veía casi todo el pueblo de Storybrooke, y recordaba que las puestas de sol ahí arriba eran preciosas.
- ¿Un incidente feo? ¿Te pasó algo? ¿Estás bien? – La miró con ojos de preocupación. No le importaba nada lo que fuera que hubiera pasado en el hostal, lo que hicieran los demás le traía sin cuidado en ese momento, le importaba que le hubiera podido pasar algo malo a Phoebe. Suponía que no había sido nada que le afectara a ella, al fin y al cabo estaba allí al lado enterita, pero por un momento sintió una necesidad muy grande de protegerla.
De nuevo sintió la calidez de los labios de Phoebe sobre su mejilla y sonrió, podía acostumbrarse a esa sensación, de hecho, quería acostumbrarse. Cuando notó como ella apoyaba su cabeza en su hombro, no pudo más que soltarle la mano y pasarle el brazo por los hombros… era una sensación tan agradable…
- Un día me has de preparar el desayuno. – Le giñó un ojo divertido suponiendo su reacción. Lógicamente no le iba a decir que lo que quería era que le preparara el desayuno después de pasar una noche juntos, eso habría sido demasiado para Phoebe en la primera cita.
Sin darse cuenta ya habían llegado al edificio que estaba buscando, era uno de los más altos de Storybrooke, cosa que tampoco representaba un rascacielos; suficientes pisos para ver el pueblo entero, pero no demasiados como para no poder subir andando. Se trataba de un edificio en el que su familia almacenaba cosas, nunca se interesaba tanto como para saber qué ni durante cuánto tiempo, no siquiera si eran cosas suyas o se usaban como trasteros por alquiler. Como recordaba la puerta no estaba cerrada con llave, la empujó para abrirla y la sujetó para que pasara Phoebe.
Una vez dentro del edificio pasó él delante para subir las escaleras e ir encendiendo las luces. Las escaleras eran estrechas y no había ni baranda ni ventanas, así que la luz eléctrica era necesaria para no resbalarse. Seguro que Phoebe estaba pensando que estaba un poco loco por llevarla a ése edificio, esperaba que no estuviera pensando mal.
-No te preocupes, luego mejora.
Al llegar al último piso había una puerta de nuevo, esta estaba cerrada, pero de pequeño había aprendido a forzarla; así que haciendo un poco de palanca allí, y un empujoncito por el otro lado, finalmente se abrió con un crujido dejando entrar la luz del día.
- Las damas primero. – Hizo una leve reverencia y alargó el brazo para indicarle que debía pasar.
Él la siguió de cerca. Desde lo alto de ése edificio se veía casi todo el pueblo de Storybrooke, y recordaba que las puestas de sol ahí arriba eran preciosas.
Lucas R. Gilbert- Realeza
- Soy : Príncipe Thomas / Asquerosamente rico
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Fecha de inscripción : 26/06/2012
Re: Date Night [Lucas *-*]
- No, a mi no… ¿Si conoces al Doctor Downey, el forense? Se metió hace unas noches al hostal a hacer destrozos en el cuarto de Liam. No sabemos por qué ni como. Estamos bien pero muy desconcertadas. La verdad ese hombre me asusta. – Y con más razón ahora. Todavía no sabían cómo era que se había colado y sólo por estar más seguras Michelle había mandado cambiar cerraduras en las puertas. Con que paciencia lo había tomado el enfermero, porque aún y con todas las atenciones que le estaban dando y el exentarlo de pagar la habitación una semana, por lo menos Phoebe estaba segura de que si hubiera sido ella no podría ni dormir.
No obstante, por mucho que el Doctor le intimidara, en cuanto Lucas le abrazaba ella se sentía protegida y a salvo, como si nada malo pudiera ni siquiera pasarle cerca si estaba con él, ¿tenía sentido? Debería de tenerlo. Nada que pudiera hacerla sentir tan bien podía ser incorrecto o equivocado. Se acercó un poco más a él e incluso suspiró mientras alzaba un poco la mirada para poder verlo bien. El solo pensar en estar cerca de Lucas había bastado para tenerla muerta de miedo, pero ahora sentía todo tan natural… desde las líneas de su perfil al calor de su cuerpo, incluso podría jurar que el aroma a su colonia se le hacía familiar, lo que era una locura porque nunca había estado tan cerca de él como para apreciarlo a tanto detalle.
Que va, obviamente no había captado nada oculto en el comentario del desayuno. No es que Phoebe fuera una criatura tan refugiada en su propio mundo que ni siquiera hubiera escuchado hablar de sexo. No lo había experimentado porque creía que eso debía ocurrir solamente con alguien especial y por ser lo más íntimo que podías compartir con otra persona. Pero además en lo inocente – y bien, algo ingenua – que era aquello de captar dobles sentidos se le daba fatal. La mitad de los chistes tenían que explicárselos para poder entenderlos. Pues puedes pasarte por el Hostal a la hora del desayuno cuando quieras. No es por presumir pero mi pastel de nata es una de esas cosas que se tienen que probar. – Por eso rio un poco al decir aquello sin sospechar la intención verdadera. De saberla claro que se habría sonrojado hasta las raíces del rubio cabello y habría balbuceado algo llena de nervios.
Le siguió por donde él la llevaba. Había pasado por aquel edificio decenas de veces pero nunca se había detenido a preguntarse que era ni tampoco sabía que le pertenecía a los Gilbert. A primera vista pues, sí, era bastante extraño, pero confiaba en Lucas y con él se sentía segura, así que en verdad no tuvo nunca miedo de nada. Cuando estuvieron dentro ella iba caminando lento, registrando con la mirada cada uno de los objetos que estaban allí guardados; muebles realmente imponentes, alguno que otro archivero y pinturas que parecía más altas de lo que ella era. Todo aquello le tenía fascinada.
Subió con mucho cuidado las escaleras, riendo un poco cuando le prometía que arriba era más bonito. Había mucho polvo, era cierto, pero no le hubiera molestado detenerse a observar alguno de aquellos cuadros que a pesar de todo tan bonitos se veían. Phoebe no perdía aún esa capacidad para maravillarse con las cosas, aún las que parecían ser más pequeñas y sencillas, cuanto más con los objetos que ahí había.
- ¿Este edificio es tuyo? – Preguntó llena de curiosidad puesto que Lucas se movía por ahí como si hubiera estado miles de veces en ese lugar, si hasta se sabía las mañas para poder abrir las puertas trabadas y definitivamente no creía que fuera la clase de persona que se metía a ningún lado con tanta familiaridad así como si nada.
Riendo suavemente hizo también una reverencia cual princesa y avanzó cuando le daba el paso. Se cubrió los ojos con el brazo por un segundo al salir al techo, pero tan solo le fue necesario avanzar un poco para poder entender. Desde ahí la vista del pueblo era preciosa, y por la hora que era el sol ya comenzaba a meterse en el horizonte formado por decenas de copas de árboles. – ¡Qué bonito! – Exclamó llena de emoción y entonces lo abrazó…
- Tiene que ser la mejor vista de todo Storybrooke. – Sonrió ampliamente al mirar hacia la panorámica, pero al fijar su vista de nuevo en Lucas sintió que todo a su alrededor se detenía. Siempre le había parecido el chico más atractivo de todo el pueblo, pero la manera en que su corazón vibraba solo por tenerlo cerca de ella era mucho más que eso. Se detuvo quizá más de lo debido en sus labios mientras se preguntaba cómo se sentiría el besarlo... y dándose cuenta de ello agachó la mirada, con sus mejillas ya sonrojadas, aunque con una sonrisa bien dibujada en sus labios.
- ¿Y es tradicional en la primera cita que la chica le diga al chico lo mucho que le gusta? – Preguntó alzando un poco el rostro, con algo de timidez pero sin perder la sonrisa. Se lo había dicho en Granny’s, pero aquella debía ser la primera vez que podía decirlo así, de frente, y sentir que se petrificaba de miedo…
No obstante, por mucho que el Doctor le intimidara, en cuanto Lucas le abrazaba ella se sentía protegida y a salvo, como si nada malo pudiera ni siquiera pasarle cerca si estaba con él, ¿tenía sentido? Debería de tenerlo. Nada que pudiera hacerla sentir tan bien podía ser incorrecto o equivocado. Se acercó un poco más a él e incluso suspiró mientras alzaba un poco la mirada para poder verlo bien. El solo pensar en estar cerca de Lucas había bastado para tenerla muerta de miedo, pero ahora sentía todo tan natural… desde las líneas de su perfil al calor de su cuerpo, incluso podría jurar que el aroma a su colonia se le hacía familiar, lo que era una locura porque nunca había estado tan cerca de él como para apreciarlo a tanto detalle.
Que va, obviamente no había captado nada oculto en el comentario del desayuno. No es que Phoebe fuera una criatura tan refugiada en su propio mundo que ni siquiera hubiera escuchado hablar de sexo. No lo había experimentado porque creía que eso debía ocurrir solamente con alguien especial y por ser lo más íntimo que podías compartir con otra persona. Pero además en lo inocente – y bien, algo ingenua – que era aquello de captar dobles sentidos se le daba fatal. La mitad de los chistes tenían que explicárselos para poder entenderlos. Pues puedes pasarte por el Hostal a la hora del desayuno cuando quieras. No es por presumir pero mi pastel de nata es una de esas cosas que se tienen que probar. – Por eso rio un poco al decir aquello sin sospechar la intención verdadera. De saberla claro que se habría sonrojado hasta las raíces del rubio cabello y habría balbuceado algo llena de nervios.
Le siguió por donde él la llevaba. Había pasado por aquel edificio decenas de veces pero nunca se había detenido a preguntarse que era ni tampoco sabía que le pertenecía a los Gilbert. A primera vista pues, sí, era bastante extraño, pero confiaba en Lucas y con él se sentía segura, así que en verdad no tuvo nunca miedo de nada. Cuando estuvieron dentro ella iba caminando lento, registrando con la mirada cada uno de los objetos que estaban allí guardados; muebles realmente imponentes, alguno que otro archivero y pinturas que parecía más altas de lo que ella era. Todo aquello le tenía fascinada.
Subió con mucho cuidado las escaleras, riendo un poco cuando le prometía que arriba era más bonito. Había mucho polvo, era cierto, pero no le hubiera molestado detenerse a observar alguno de aquellos cuadros que a pesar de todo tan bonitos se veían. Phoebe no perdía aún esa capacidad para maravillarse con las cosas, aún las que parecían ser más pequeñas y sencillas, cuanto más con los objetos que ahí había.
- ¿Este edificio es tuyo? – Preguntó llena de curiosidad puesto que Lucas se movía por ahí como si hubiera estado miles de veces en ese lugar, si hasta se sabía las mañas para poder abrir las puertas trabadas y definitivamente no creía que fuera la clase de persona que se metía a ningún lado con tanta familiaridad así como si nada.
Riendo suavemente hizo también una reverencia cual princesa y avanzó cuando le daba el paso. Se cubrió los ojos con el brazo por un segundo al salir al techo, pero tan solo le fue necesario avanzar un poco para poder entender. Desde ahí la vista del pueblo era preciosa, y por la hora que era el sol ya comenzaba a meterse en el horizonte formado por decenas de copas de árboles. – ¡Qué bonito! – Exclamó llena de emoción y entonces lo abrazó…
- Tiene que ser la mejor vista de todo Storybrooke. – Sonrió ampliamente al mirar hacia la panorámica, pero al fijar su vista de nuevo en Lucas sintió que todo a su alrededor se detenía. Siempre le había parecido el chico más atractivo de todo el pueblo, pero la manera en que su corazón vibraba solo por tenerlo cerca de ella era mucho más que eso. Se detuvo quizá más de lo debido en sus labios mientras se preguntaba cómo se sentiría el besarlo... y dándose cuenta de ello agachó la mirada, con sus mejillas ya sonrojadas, aunque con una sonrisa bien dibujada en sus labios.
- ¿Y es tradicional en la primera cita que la chica le diga al chico lo mucho que le gusta? – Preguntó alzando un poco el rostro, con algo de timidez pero sin perder la sonrisa. Se lo había dicho en Granny’s, pero aquella debía ser la primera vez que podía decirlo así, de frente, y sentir que se petrificaba de miedo…
Phoebe E. Montgomery- Realeza
- Soy : Ella (Cenicienta)
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Empleo /Ocio : Empleada en el hostal
Fecha de inscripción : 07/07/2012
Re: Date Night [Lucas *-*]
Conocía al doctor Downey. Bueno, no le conocía, pero había oído hablar de él y sabía que a no todo el mundo le caía bien; tenía pinta de ser una persona un poco rara o, al menos, exentico. Por lo que se veía, parecía que también era un poco violento.
- Pues si te asusta, no te acerques. – Para él era simple: si algo le desagradaba, lo dejaba correr sin molestarse demasiado. – Y si eso no funciona, siempre puedes venir a mí.
La miró sonriendo como si acabara de hacer un comentario gracioso, Lucas no era especialmente bueno expresando sus sentimientos, pero lo que acababa de decir era verdad. Quería protegerla y que ella se sintiera protegida con él, que le necesitara en los malos momentos y también en los buenos. Lo que deseaba era que ella quisiera estar con él igual que él quería estar con ella.
Intentó que no se notara demasiado la vergüenza que acababa de pasar después de decir eso, se acababa de dar cuenta que parecía sacado de una película de ésas de las tardes de domingo. Para su suerte, liberó la momentánea tensión al darse cuenta que Phoebe no había cogido el doble sentido de su proposición, y se alegró, seguro que habría salido huyendo rápidamente… y podría haber pensado que Lucas solo estaba interesado en el sexo; que en parte así era, pero por otra parte era Phoebe.
- Pues aunque no lo creas, el pastel de nata es mi favorito. – Se sorprendió al escuchar que su sabor favorito era la especialidad de ella. – Pero no se lo digas a nadie, he de mantener mi reputación. – Desde que una vez cuando eran pequeños Evelyn le dijo que parecía una chica comiendo con tanto gusto ése pastel, Lucas intentaba controlarse. - ¿Tendré precio especial?
Mientras subían por las escaleras tuvo que pararse en más de una ocasión para esperar a Phoebe, que se encantaba con cualquiera de las cosas que veía. Lucas ni se fijaba en ellas, lo único que le preocupaba era que la chica no se cayera mientras contemplaba lo que para él solo eran restos viejos y polvorientos.
- Mío no, es de mi familia. Aunque no sé bien para qué lo usan exactamente. Ni siquiera sé si todavía lo usan para algo. – Se encogió de hombros para restar importancia al tema. – ¿A que es genial? Venía aquí cuando… - Sus palabras quedaron en el aire al sentir los brazos de ella en contacto con su cuerpo; la rodeó él también contento. – Era de las mejores que encontré, pero contigo se ha convertido en la mejor.
Sabia lo estúpido que sonaba lo que acababa de decir, ¿Phoebe le volvía estúpido? “El amor nos vuelve estúpidos” recordó que alguien le había dicho una vez… ¿entonces eso era amor? ¿Era posible que se hubiera enamorado de Phoebe? La miró y vio como se sonrojaba, la atrajo más a él.
- Podría aceptarse. – Susurró. Repasó su sonrisa con la punta de los dedos, veía sus labios como los más deseables del mundo. Se agachó para acercarse un poco más a ellos. – Pero sólo si a él se le permite besarla.
Estaban a escasos centímetros, y la intención de Lucas era esperar a que le diera permiso, no acelerar las cosas. Pero el ambiente del sol cayendo, los dos abrazados en el tejado, el calor del cuerpo de Phoebe, su respiración rozándole… Todo junto hizo que no pudiera esperar una respuesta y acortara la distancia que les separaba.
La besó suavemente, como si le diera miedo que se rompiera, aunque lo que en realidad le daba miedo era que ella fuera suficientemente tímida como para empujarle y luego salir huyendo. Fue un beso corto y tímido, pero para Lucas el mejor de su vida.
- Pues si te asusta, no te acerques. – Para él era simple: si algo le desagradaba, lo dejaba correr sin molestarse demasiado. – Y si eso no funciona, siempre puedes venir a mí.
La miró sonriendo como si acabara de hacer un comentario gracioso, Lucas no era especialmente bueno expresando sus sentimientos, pero lo que acababa de decir era verdad. Quería protegerla y que ella se sintiera protegida con él, que le necesitara en los malos momentos y también en los buenos. Lo que deseaba era que ella quisiera estar con él igual que él quería estar con ella.
Intentó que no se notara demasiado la vergüenza que acababa de pasar después de decir eso, se acababa de dar cuenta que parecía sacado de una película de ésas de las tardes de domingo. Para su suerte, liberó la momentánea tensión al darse cuenta que Phoebe no había cogido el doble sentido de su proposición, y se alegró, seguro que habría salido huyendo rápidamente… y podría haber pensado que Lucas solo estaba interesado en el sexo; que en parte así era, pero por otra parte era Phoebe.
- Pues aunque no lo creas, el pastel de nata es mi favorito. – Se sorprendió al escuchar que su sabor favorito era la especialidad de ella. – Pero no se lo digas a nadie, he de mantener mi reputación. – Desde que una vez cuando eran pequeños Evelyn le dijo que parecía una chica comiendo con tanto gusto ése pastel, Lucas intentaba controlarse. - ¿Tendré precio especial?
Mientras subían por las escaleras tuvo que pararse en más de una ocasión para esperar a Phoebe, que se encantaba con cualquiera de las cosas que veía. Lucas ni se fijaba en ellas, lo único que le preocupaba era que la chica no se cayera mientras contemplaba lo que para él solo eran restos viejos y polvorientos.
- Mío no, es de mi familia. Aunque no sé bien para qué lo usan exactamente. Ni siquiera sé si todavía lo usan para algo. – Se encogió de hombros para restar importancia al tema. – ¿A que es genial? Venía aquí cuando… - Sus palabras quedaron en el aire al sentir los brazos de ella en contacto con su cuerpo; la rodeó él también contento. – Era de las mejores que encontré, pero contigo se ha convertido en la mejor.
Sabia lo estúpido que sonaba lo que acababa de decir, ¿Phoebe le volvía estúpido? “El amor nos vuelve estúpidos” recordó que alguien le había dicho una vez… ¿entonces eso era amor? ¿Era posible que se hubiera enamorado de Phoebe? La miró y vio como se sonrojaba, la atrajo más a él.
- Podría aceptarse. – Susurró. Repasó su sonrisa con la punta de los dedos, veía sus labios como los más deseables del mundo. Se agachó para acercarse un poco más a ellos. – Pero sólo si a él se le permite besarla.
Estaban a escasos centímetros, y la intención de Lucas era esperar a que le diera permiso, no acelerar las cosas. Pero el ambiente del sol cayendo, los dos abrazados en el tejado, el calor del cuerpo de Phoebe, su respiración rozándole… Todo junto hizo que no pudiera esperar una respuesta y acortara la distancia que les separaba.
La besó suavemente, como si le diera miedo que se rompiera, aunque lo que en realidad le daba miedo era que ella fuera suficientemente tímida como para empujarle y luego salir huyendo. Fue un beso corto y tímido, pero para Lucas el mejor de su vida.
Lucas R. Gilbert- Realeza
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Re: Date Night [Lucas *-*]
Estaba completamente de acuerdo con eso que Lucas decía. Para ella esa tenía que ser la vista más bonita de Storybrooke, no solo por lo bien que se apreciaba la manera en que el cielo iba pintándose de naranja y violeta, sino porque lo estaba viendo todo en compañía de él. Si era sincera aquella puesta de sol le gustaba diez veces más que el haber ido a cenar a cualquier otro lado. Ella era una persona sencilla que se emocionaba con esa clase de detalles, pequeñitos, pero con mucho significado.
El sentirse envuelta entre sus brazos sintió una pequeña punzada de dolor en su pecho… no porque Lucas le estuviera lastimando, nada más alejado de la realidad que eso, pero rodeada del su calor una extraña nostalgia que no había sentido nunca antes se extendía por su pecho. No había conocido lo reconfortante de su abrazo hasta ese momento pero se sentía como, si de alguna manera, lo hubiera hecho antes y lo extrañara demasiado.
No quería separarse de él – nunca, de hecho. No sabía qué pensaría él si acaso le dijera todas esas cosas, porque esa era la primera vez que salían juntos , la vez que más habían conversado sin que la timidez que más que hacerle bien le perjudicaba no arruinara las cosas. Solo sabía que no podía ni siquiera recordar con exactitud cuánto tiempo llevaba enamorada de él en silencio, escuchando a sus amigas tratar de convencerla de animarle a que se atreviera a acercarse a hablar con él. Y es que entre sus brazos se sentía segura y confiada de que no había nada que pudiera salir mal. Era como… como sentirse completa al fin…
Sonrió porque le decía que su declaración no era del todo alocada y quedaba bien en lo que se esperaba de una primera cita, pero al sentir como delineaba con la punta de sus dedos la sonrisa que llevaba ella en el rostro cerró los ojos y entreabrió un poco los labios con suavidad. Aquella caricia había sido muy gentil pero había bastado para provocar en ella un delicioso escalofrío que recorrió toda su espalda. Se encontró preguntándose por un fugaz momento el si acaso sus labios serían igual de suaves o si sus dedos le harían estremecer también de esa manera si acariciaba su cuello o su espalda. Para cuando abrió sus ojos azules, Lucas ya le pedía permiso para besarla.
Antes de poder responder nada – tenía su permiso para besarla esa vez y todas las que quisiera, porque nada deseaba ella con más fuerza que el besarlo – Lucas acababa con aquella distancia que existía entre ellos. Contuvo el aliente e incluso adelantó el rostro un poco para poder encontrarse con sus labios. Y aquel beso, su primer beso, era sin duda la sensación más increíble que había experimentado. Sentía que volaba, y aunque el beso había sido corto entrelazó su mano con la de él, porque si acaso en verdad resultaba que comenzaba a elevarse en el aire no quería dejarlo atrás. No podría volver a huir ni a esconderse, no ahora. Quería estar con él. Lo quería a él.
No volvió a abrir los ojos hasta que notó que apartaba sus labios. La sonrisa en su rostro era inconfundible, la de alguien que se sabe profundamente enamorada. Y al mirarlo a los ojos y convencerse de que eso en realidad acababa de pasar y no estaba soñando. – La verdad es que estoy loca por ti. – Fue ella quien susurró esa vez y llevó la mano hacia la mejilla de Lucas, acariciándola con toda la ternura que era capaz de transmitir. Buscó sus labios decidida a abandonar cualquier miedo de que era con él con quien quería estar. Rozó sus labios con timidez al principio, pero estaba descubriendo que el besarlo era algo tan natural que dejaría a su cuerpo seguir su instinto, mientras ella prestaba atención a esos pequeños detalles como la manera en que le rodeaba la cintura cuando con toda calma tras detenerse solo por un segundo para recuperar el aliento un suspiro había conseguido escapársele de los labios.
Pudo sentir como la correa –ya vieja y gastada – de su reloj se soltaba cuando le envolvía el cuello con los brazos. Escuchó el pequeño reloj golpear con el suelo (¿o el techo?) pero no le importó. Si se había roto con el impacto o seguía marcando segundos y minutos era insignificante, porque para ella el tiempo acababa de detenerse: no iba a escapar a ningún lado.
- Ahora es cuando me siento tonta por no haberte dicho que sí antes... - Tuvo que admitir también en voz baja, ya no por timidez sino por aquella atmósfera de intimidad que se había creado a su alrededor. Echó un vistazo a sus pies y, efectivamente se había roto. Pero cuando comparaba ese pequeñísimo detalle con el descansar la cabeza en el hombro de Lucas y observar el atardecer abrazada a él, nada podía ser más perfecto que ese momento.
El sentirse envuelta entre sus brazos sintió una pequeña punzada de dolor en su pecho… no porque Lucas le estuviera lastimando, nada más alejado de la realidad que eso, pero rodeada del su calor una extraña nostalgia que no había sentido nunca antes se extendía por su pecho. No había conocido lo reconfortante de su abrazo hasta ese momento pero se sentía como, si de alguna manera, lo hubiera hecho antes y lo extrañara demasiado.
No quería separarse de él – nunca, de hecho. No sabía qué pensaría él si acaso le dijera todas esas cosas, porque esa era la primera vez que salían juntos , la vez que más habían conversado sin que la timidez que más que hacerle bien le perjudicaba no arruinara las cosas. Solo sabía que no podía ni siquiera recordar con exactitud cuánto tiempo llevaba enamorada de él en silencio, escuchando a sus amigas tratar de convencerla de animarle a que se atreviera a acercarse a hablar con él. Y es que entre sus brazos se sentía segura y confiada de que no había nada que pudiera salir mal. Era como… como sentirse completa al fin…
Sonrió porque le decía que su declaración no era del todo alocada y quedaba bien en lo que se esperaba de una primera cita, pero al sentir como delineaba con la punta de sus dedos la sonrisa que llevaba ella en el rostro cerró los ojos y entreabrió un poco los labios con suavidad. Aquella caricia había sido muy gentil pero había bastado para provocar en ella un delicioso escalofrío que recorrió toda su espalda. Se encontró preguntándose por un fugaz momento el si acaso sus labios serían igual de suaves o si sus dedos le harían estremecer también de esa manera si acariciaba su cuello o su espalda. Para cuando abrió sus ojos azules, Lucas ya le pedía permiso para besarla.
Antes de poder responder nada – tenía su permiso para besarla esa vez y todas las que quisiera, porque nada deseaba ella con más fuerza que el besarlo – Lucas acababa con aquella distancia que existía entre ellos. Contuvo el aliente e incluso adelantó el rostro un poco para poder encontrarse con sus labios. Y aquel beso, su primer beso, era sin duda la sensación más increíble que había experimentado. Sentía que volaba, y aunque el beso había sido corto entrelazó su mano con la de él, porque si acaso en verdad resultaba que comenzaba a elevarse en el aire no quería dejarlo atrás. No podría volver a huir ni a esconderse, no ahora. Quería estar con él. Lo quería a él.
No volvió a abrir los ojos hasta que notó que apartaba sus labios. La sonrisa en su rostro era inconfundible, la de alguien que se sabe profundamente enamorada. Y al mirarlo a los ojos y convencerse de que eso en realidad acababa de pasar y no estaba soñando. – La verdad es que estoy loca por ti. – Fue ella quien susurró esa vez y llevó la mano hacia la mejilla de Lucas, acariciándola con toda la ternura que era capaz de transmitir. Buscó sus labios decidida a abandonar cualquier miedo de que era con él con quien quería estar. Rozó sus labios con timidez al principio, pero estaba descubriendo que el besarlo era algo tan natural que dejaría a su cuerpo seguir su instinto, mientras ella prestaba atención a esos pequeños detalles como la manera en que le rodeaba la cintura cuando con toda calma tras detenerse solo por un segundo para recuperar el aliento un suspiro había conseguido escapársele de los labios.
Pudo sentir como la correa –ya vieja y gastada – de su reloj se soltaba cuando le envolvía el cuello con los brazos. Escuchó el pequeño reloj golpear con el suelo (¿o el techo?) pero no le importó. Si se había roto con el impacto o seguía marcando segundos y minutos era insignificante, porque para ella el tiempo acababa de detenerse: no iba a escapar a ningún lado.
- Ahora es cuando me siento tonta por no haberte dicho que sí antes... - Tuvo que admitir también en voz baja, ya no por timidez sino por aquella atmósfera de intimidad que se había creado a su alrededor. Echó un vistazo a sus pies y, efectivamente se había roto. Pero cuando comparaba ese pequeñísimo detalle con el descansar la cabeza en el hombro de Lucas y observar el atardecer abrazada a él, nada podía ser más perfecto que ese momento.
Phoebe E. Montgomery- Realeza
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Re: Date Night [Lucas *-*]
Aunque pareciera extraño, cuando la besó fue como si el contacto con sus labios fuera algo que llevara esperando toda la vida y a la vez como si ya lo hubiera vivido también; como un anhelo y un recuerdo que no sabía de dónde habían salido, pero que se habían instalado rápidamente. Porque suponía que si hubiera besado a Phoebe en un pasado se acordaría, llevaba obsesionado con ella desde hacía tiempo. La sensación se acrecentó al entrelazar las manos; encajaban perfectamente.
También él sonrió una vez se separaron; parecían un par de tontos embobados el uno con el otro, pero ahí arriba no les veía nadie, y aunque les viesen, le habría dado igual mientras Phoebe fuera la otra tonta. Su sonrisa se amplió todavía más cuando ella habló, Lucas quería decir algo, de verdad que quería, pero no se veía capaz, algo dentro de él le decía que no debía encariñarse demasiado, que Phoebe desaparecería en unos segundos como por arte de magia.
Disfrutó de la caricia y todavía disfrutó más al ver como ella se dejaba llevar, cada vez se parecía menos a la chica tímida que le había dado calabazas incontables veces y Lucas se alegró de no haberse dado por vencido. Cerró los ojos sintiendo de nuevo el contacto de sus labios, dejándola a ella vencer su timidez, sintiendo como poco a poco la intensidad del beso iba subiendo. Seguía con un brazo alrededor de su cintura, y subió la otra mano para acariciarle la piel de la mejilla; era tan suave… Y de nuevo esa extraña sensación.
Un pequeño tirón en el pelo del reloj que caía hizo que desapareciera y le hizo reír un poco. Tenían que mejorar esos pequeños detalles técnicos, pero un mechón menos de pelo no le importaba si podía tener a Phoebe con él.
- Bueno, al menos uno de los dos siguió insistiendo. – Sentía su aliento contra el cuello. Lucas descansó la cabeza sobre la de Phoebe, encajaban perfectamente el uno en los brazos del otro, cada centímetro del cuerpo estaba colocado exactamente donde tenía que estar. Las manos de Lucas se entrelazaron en la espalda de ella, descansando, pero a la vez reteniéndola junto a él.
Sentía que podía quedarse así eternamente, viendo el sol bajar ahora ya rápidamente y bañando el cielo de tonos rojizos, con Phoebe abrazada a él. No creía necesitar nada más, con todo el dinero que tenía y la de cosas que podía conseguir con él jamás había sentido algo tan suyo como ése momento.
Pero era Lucas, tenía que hacer ése momento más suyo todavía. Cuando decidió que cada célula de su cuerpo había memorizado sonrió para sus adentros. Deshizo delicadamente el abrazo y se alejó un metro de ella.
- ¿Cómo de loca? – Sonrió y se alejó un par de metros más de ella.
Se acercó al borde del edificio y subió arriba, no había baranda pero lo había hecho tantas veces que no le daba ni pizca de miedo. Tranquilamente se sentó en el borde dejando que los pies le colgaran al vacio, le gustaba esa sensación. Miró a Phoebe como si fuera un niño que acababa de hacer una travesura y alargó la mano pidiéndole que se uniera a él; aunque el gesto que hizo, en otra época habría sido igual que el necesario para pedir un baile.
También él sonrió una vez se separaron; parecían un par de tontos embobados el uno con el otro, pero ahí arriba no les veía nadie, y aunque les viesen, le habría dado igual mientras Phoebe fuera la otra tonta. Su sonrisa se amplió todavía más cuando ella habló, Lucas quería decir algo, de verdad que quería, pero no se veía capaz, algo dentro de él le decía que no debía encariñarse demasiado, que Phoebe desaparecería en unos segundos como por arte de magia.
Disfrutó de la caricia y todavía disfrutó más al ver como ella se dejaba llevar, cada vez se parecía menos a la chica tímida que le había dado calabazas incontables veces y Lucas se alegró de no haberse dado por vencido. Cerró los ojos sintiendo de nuevo el contacto de sus labios, dejándola a ella vencer su timidez, sintiendo como poco a poco la intensidad del beso iba subiendo. Seguía con un brazo alrededor de su cintura, y subió la otra mano para acariciarle la piel de la mejilla; era tan suave… Y de nuevo esa extraña sensación.
Un pequeño tirón en el pelo del reloj que caía hizo que desapareciera y le hizo reír un poco. Tenían que mejorar esos pequeños detalles técnicos, pero un mechón menos de pelo no le importaba si podía tener a Phoebe con él.
- Bueno, al menos uno de los dos siguió insistiendo. – Sentía su aliento contra el cuello. Lucas descansó la cabeza sobre la de Phoebe, encajaban perfectamente el uno en los brazos del otro, cada centímetro del cuerpo estaba colocado exactamente donde tenía que estar. Las manos de Lucas se entrelazaron en la espalda de ella, descansando, pero a la vez reteniéndola junto a él.
Sentía que podía quedarse así eternamente, viendo el sol bajar ahora ya rápidamente y bañando el cielo de tonos rojizos, con Phoebe abrazada a él. No creía necesitar nada más, con todo el dinero que tenía y la de cosas que podía conseguir con él jamás había sentido algo tan suyo como ése momento.
Pero era Lucas, tenía que hacer ése momento más suyo todavía. Cuando decidió que cada célula de su cuerpo había memorizado sonrió para sus adentros. Deshizo delicadamente el abrazo y se alejó un metro de ella.
- ¿Cómo de loca? – Sonrió y se alejó un par de metros más de ella.
Se acercó al borde del edificio y subió arriba, no había baranda pero lo había hecho tantas veces que no le daba ni pizca de miedo. Tranquilamente se sentó en el borde dejando que los pies le colgaran al vacio, le gustaba esa sensación. Miró a Phoebe como si fuera un niño que acababa de hacer una travesura y alargó la mano pidiéndole que se uniera a él; aunque el gesto que hizo, en otra época habría sido igual que el necesario para pedir un baile.
Lucas R. Gilbert- Realeza
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Re: Date Night [Lucas *-*]
- Ay, perdón. - Atinó a decir apenas sintió el tironcillo en el cabello de Lucas, riéndose un poco por su torpeza. El reloj era ya viejo pero no tenía muy en cuenta el que se hubiera roto al zafarse y caer. Podía olvidarse del tiempo por una tarde, que las manecillas se detuvieran o los minutos se le fueran como agua entre los dedos era lo mismo, lo único que quería era estar con él.
En eso tenía razón, había que agradecer que Lucas fuera tan perseverante (o tal vez testarudo, porque había que admitir que muy fácil no se lo había puesto) o de lo contrario nada de eso estaría pasando. Y tan sólo por poder estar viviendo ese momento, que de haber permanecido dentro de esa zona de confort en donde se sentía segura jamás estaría experimentado, sentía que era el momento de salir de su burbuja de una vez por todas. No cambiar quien era, porque no podía hacer eso, pretender ser como otra persona, tenía que se fiel a sí misma ante todo, esa Phoebe que con todo y los problemas que cargaba a él le gustaba. Ahora tenía la mejor prueba de todas de que esa timidez que llevaba a cuestas no hacía otra cosa más que hacerle daño, ¡cuánto tiempo había desperdiciado! Claro que todas sus amigas que le habían dicho que debía dejar de tener miedo tenían razón, pero a veces se necesitaba experimentar las cosas por cuenta propia para abrir los ojos.
Sonrió dulcemente al sentir el peso de la cabeza de Lucas en su frente y no pudo contener tampoco los deseos de acariciarle el rostro, de pasar los dedos de forma tierna por su mejilla y su cabello. ¿Era eso normal? ¿Sentirse tan cómoda con su cercanía, que todo le fuera tan natural cuando hacía apenas unos instantes le habían besado por primera vez? Tal vez eso que sentía por él era mucho más intenso y misterioso de lo que hubiera imaginado cuando llegó temprano hasta la fuente de la plaza.
- ¿Qué tan loca? - La pregunta le hizo gracia, más por la manera tan secretiva en que se movía. Sin perder aquella sonrisa de perdidamente enamorada en el rostro le observó curiosa hasta que se sentó al borde del edificio. Ah, claro, que ahora entendía el por qué de la locura.
- Creo que... lo suficiente de loca como para seguirte. - Le respondió riendo. Se acercó entonces y le tomó de la mano para apoyarse en él, subir y sentarse al borde también con muchísimo cuidado. No tenía miedo. Si estaba con él no tenía miedo, aunque eso no evitó que al sentir sus piernas colgando y mirar hacia abajo el estómago le diera un pequeño vuelvo. Era una sensación graciosa.
Ya quedaban apenas los últimos rayos de sol antes de que este se ocultara por completo en el horizonte. Aún faltaba algo de tiempo para que oscureciera pero al voltear a mirarlo tuvo el pensamiento de que no le importaría quedarse ahí toda la noche. - Yo también tengo un lugar favorito, ¿sabes? - Comentó con la mirada fija en la puesta de sol. - ¿Los rosales que tienen plantados en el parque? Si tuviera un jardín lo suficientemente grande lo llenaría todo de rosas amarillas... pero creo que esto ahora mismo le ganan y por mucho. - Volvió a apoyarse sobre su hombro, columpiando las piernas lentamente.
Aquello le parecía mágico. Esa era una tarde que nunca iba a olvidar, de eso estaba segura. Curiosamente fue de esa manera, descansando la cabeza sobre el hombro de Lucas y disfrutando de aquella preciosa vista del pueblo que se prestaba atención a la torre en la Plaza. El reloj se movía. ¿Desde cuándo? Si acaso alguien lo había comentado por el pueblo ella ni enterada estaba, era lo que tenía trabajar todo el día.
- Curioso, pensé que estaba roto. - Tampoco era que importara demasiado, un reloj era simplemente eso, un reloj. - Dicen que si miras atentamente una puesta de sol y ves como el último de los rayos desaparece hasta al final, puedes pedir un deseo y se te cumple... - ¿Qué desearía ella? No lo sabía. Había pedido un deseo a la fuente antes de encontrarse con él y le parecía que, a pesar de su inexistente experiencia con las cita, esa no podía ir de mejor manera. Era perfecta. No había nada más en ese momento que pudiera desear con tanto fervor como ver la sonrisa en el rostro del chico.
En eso tenía razón, había que agradecer que Lucas fuera tan perseverante (o tal vez testarudo, porque había que admitir que muy fácil no se lo había puesto) o de lo contrario nada de eso estaría pasando. Y tan sólo por poder estar viviendo ese momento, que de haber permanecido dentro de esa zona de confort en donde se sentía segura jamás estaría experimentado, sentía que era el momento de salir de su burbuja de una vez por todas. No cambiar quien era, porque no podía hacer eso, pretender ser como otra persona, tenía que se fiel a sí misma ante todo, esa Phoebe que con todo y los problemas que cargaba a él le gustaba. Ahora tenía la mejor prueba de todas de que esa timidez que llevaba a cuestas no hacía otra cosa más que hacerle daño, ¡cuánto tiempo había desperdiciado! Claro que todas sus amigas que le habían dicho que debía dejar de tener miedo tenían razón, pero a veces se necesitaba experimentar las cosas por cuenta propia para abrir los ojos.
Sonrió dulcemente al sentir el peso de la cabeza de Lucas en su frente y no pudo contener tampoco los deseos de acariciarle el rostro, de pasar los dedos de forma tierna por su mejilla y su cabello. ¿Era eso normal? ¿Sentirse tan cómoda con su cercanía, que todo le fuera tan natural cuando hacía apenas unos instantes le habían besado por primera vez? Tal vez eso que sentía por él era mucho más intenso y misterioso de lo que hubiera imaginado cuando llegó temprano hasta la fuente de la plaza.
- ¿Qué tan loca? - La pregunta le hizo gracia, más por la manera tan secretiva en que se movía. Sin perder aquella sonrisa de perdidamente enamorada en el rostro le observó curiosa hasta que se sentó al borde del edificio. Ah, claro, que ahora entendía el por qué de la locura.
- Creo que... lo suficiente de loca como para seguirte. - Le respondió riendo. Se acercó entonces y le tomó de la mano para apoyarse en él, subir y sentarse al borde también con muchísimo cuidado. No tenía miedo. Si estaba con él no tenía miedo, aunque eso no evitó que al sentir sus piernas colgando y mirar hacia abajo el estómago le diera un pequeño vuelvo. Era una sensación graciosa.
Ya quedaban apenas los últimos rayos de sol antes de que este se ocultara por completo en el horizonte. Aún faltaba algo de tiempo para que oscureciera pero al voltear a mirarlo tuvo el pensamiento de que no le importaría quedarse ahí toda la noche. - Yo también tengo un lugar favorito, ¿sabes? - Comentó con la mirada fija en la puesta de sol. - ¿Los rosales que tienen plantados en el parque? Si tuviera un jardín lo suficientemente grande lo llenaría todo de rosas amarillas... pero creo que esto ahora mismo le ganan y por mucho. - Volvió a apoyarse sobre su hombro, columpiando las piernas lentamente.
Aquello le parecía mágico. Esa era una tarde que nunca iba a olvidar, de eso estaba segura. Curiosamente fue de esa manera, descansando la cabeza sobre el hombro de Lucas y disfrutando de aquella preciosa vista del pueblo que se prestaba atención a la torre en la Plaza. El reloj se movía. ¿Desde cuándo? Si acaso alguien lo había comentado por el pueblo ella ni enterada estaba, era lo que tenía trabajar todo el día.
- Curioso, pensé que estaba roto. - Tampoco era que importara demasiado, un reloj era simplemente eso, un reloj. - Dicen que si miras atentamente una puesta de sol y ves como el último de los rayos desaparece hasta al final, puedes pedir un deseo y se te cumple... - ¿Qué desearía ella? No lo sabía. Había pedido un deseo a la fuente antes de encontrarse con él y le parecía que, a pesar de su inexistente experiencia con las cita, esa no podía ir de mejor manera. Era perfecta. No había nada más en ese momento que pudiera desear con tanto fervor como ver la sonrisa en el rostro del chico.
Phoebe E. Montgomery- Realeza
- Soy : Ella (Cenicienta)
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Fecha de inscripción : 07/07/2012
Re: Date Night [Lucas *-*]
Había subido allí cientos de veces cuando era pequeño, incluso se había sentado en el borde con las piernas colgando igual que en ese momento. Pero nunca había subido con nadie, ni siquiera había dicho que iba a allí a nadie; porque ese lugar era suyo, era donde acudía cuando estaba enfadado, o deprimido, o cuando quería saltar de alegría sin que le miraran por la calle como si fuera un loco de remate.
La verdad no sabía cómo se le había ocurrido llevarla a aquel lugar, no tenía nada de glamuroso y estaba lleno de polvo y cosas viejas, pero había querido compartir algo muy suyo con ella. Y parecía que había sido la mejor idea de toda su vida; sin ni siquiera haberla planeado esa parecía que era la mejor cita que jamás había tenido.
- ¿Y cuál es? – Volvió a rodear sus hombros con el brazo y se dedicó a jugar con sus bucles rubios mientras la escuchaba. Tenía el pelo muy suave. - ¿Y porque amarillas? ¿No son más bonitas las blancas o las rojas? – Era un poco extraño, la verdad. Siempre que Lucas había regalado una rosa había cogido la que tuviera el color rojo más subido y bonito de todas.
Él estaba convencido que de haber estado en un jardín de rosas amarillas, o en los rosales del parque mismos con Phoebe, ni que fuera a la hora más calurosa del día, o bajo una tormenta, habría sido el momento más perfecto de todos. Aunque si lo pensaba un poco, era mejor no decirlo porque podía parecer un poco loco con esas cosas; quizás Benjamin tenía razón y estaba un poco obsesionado con ella.
- ¿eh? – La curiosidad de Phoebe le ayudó a salir de sus cavilaciones. - ¿El que estaba roto? ¿Tu reloj? No… Siento decirte que se ha roto al caer, ni mi mechón le ha podido salvar. – Bromeó a la vez que se pasaba la mano por donde había notado el tirón; lógicamente como ya no le dolía no recordaba exactamente donde había sido.
Se fijó en que apenas quedaban unos débiles rayitos de sol en el horizonte. Si quería desear algo tenía que ser rápido; pero lo que había deseado últimamente habría sido que Phoebe aceptara salir con él alguna vez, y eso ya se le había cumplido. Además, estaban en la cita más perfecta de la historia de las citas. Y para completarlo ya se habían besado. No podía desear nada más para una primera cita con la chica tímida que le gustaba.
- Pues habrá que desear algo, aprovechemos. – Cerró los ojos fuertemente como si estuviera deseando algo con todas sus fuerzas y entonces lo dijo en voz alta.- Deseo que Phoebe sea mi novia.- Justo después de decirlo abrió los ojos para ver cómo los últimos rayos de luz desaparecían y se la quedó mirando fijamente esperando y deseando que dijera que sí.
La verdad no sabía cómo se le había ocurrido llevarla a aquel lugar, no tenía nada de glamuroso y estaba lleno de polvo y cosas viejas, pero había querido compartir algo muy suyo con ella. Y parecía que había sido la mejor idea de toda su vida; sin ni siquiera haberla planeado esa parecía que era la mejor cita que jamás había tenido.
- ¿Y cuál es? – Volvió a rodear sus hombros con el brazo y se dedicó a jugar con sus bucles rubios mientras la escuchaba. Tenía el pelo muy suave. - ¿Y porque amarillas? ¿No son más bonitas las blancas o las rojas? – Era un poco extraño, la verdad. Siempre que Lucas había regalado una rosa había cogido la que tuviera el color rojo más subido y bonito de todas.
Él estaba convencido que de haber estado en un jardín de rosas amarillas, o en los rosales del parque mismos con Phoebe, ni que fuera a la hora más calurosa del día, o bajo una tormenta, habría sido el momento más perfecto de todos. Aunque si lo pensaba un poco, era mejor no decirlo porque podía parecer un poco loco con esas cosas; quizás Benjamin tenía razón y estaba un poco obsesionado con ella.
- ¿eh? – La curiosidad de Phoebe le ayudó a salir de sus cavilaciones. - ¿El que estaba roto? ¿Tu reloj? No… Siento decirte que se ha roto al caer, ni mi mechón le ha podido salvar. – Bromeó a la vez que se pasaba la mano por donde había notado el tirón; lógicamente como ya no le dolía no recordaba exactamente donde había sido.
Se fijó en que apenas quedaban unos débiles rayitos de sol en el horizonte. Si quería desear algo tenía que ser rápido; pero lo que había deseado últimamente habría sido que Phoebe aceptara salir con él alguna vez, y eso ya se le había cumplido. Además, estaban en la cita más perfecta de la historia de las citas. Y para completarlo ya se habían besado. No podía desear nada más para una primera cita con la chica tímida que le gustaba.
- Pues habrá que desear algo, aprovechemos. – Cerró los ojos fuertemente como si estuviera deseando algo con todas sus fuerzas y entonces lo dijo en voz alta.- Deseo que Phoebe sea mi novia.- Justo después de decirlo abrió los ojos para ver cómo los últimos rayos de luz desaparecían y se la quedó mirando fijamente esperando y deseando que dijera que sí.
Lucas R. Gilbert- Realeza
- Soy : Príncipe Thomas / Asquerosamente rico
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Re: Date Night [Lucas *-*]
- No es que las rojas o las blancas sean más bonitas, es que las amarillas son... pues distintas. - Diferentes, como ella misma lo era. Rió muy bajito, cerrando suavemente los ojos al sentir como le pasaba los dedos entre los mechones rubios. Aquella tenía que ser una de las cosas que más le relajaban, que le tocaran el cabello así, pero que fuera justo Lucas quien lo hiciera le daba un toque especial y le gustaba sentirse así. Ya de manera natural buscaba acomodarse mejor en su abrazo y tenía que decir que no recordaba haberse sentido así de cómoda con nadie más.
-Además se me hacen como más alegres. - Volvió a reír consciente de que bien podía sonar un poco extraño pero así era. Cuando pensaba en esas flores de inmediato pensaba en sol y sonrisas, incluso de una manera más fuerte que si acaso pensara en girasoles. Y Phoebe que trataba de mantenerse optimista y sonriente por más duras que fueran las cosas se sentía algo identificada con ese sentimiento. Además, de una manera muy simplista, eran flores y no sabía ella de una sola flor que no fuera bonita. Así que cuando las cosas le iban mal o simplemente necesitaba de un momento de calma no era raro verla por el parque.
- No, no el mío. Ese ya definitivamente ya pasó a mejor vida. - Hasta gracioso se le hacía, aunque también le hacía sentirse un poco perezosa, pues ahora tendría que hacerse tiempo de ir al centro comercial a buscar tan solo un reloj. - El de la Torre, ¿lo ves? Pues eso, ya marca la hora, pensé que estaba descompuesto. - No era muy relevante, sólo un detalle que le había llamado la atención. Ni siquiera lo señalaba en condiciones porque estaba demasiado bien de esa forma.
Por supuesto, hablar sobre flores y relojes era solo una manera de estar así de cerca de Lucas mientras la puesta de sol llegaba a su punto más importante. Cómo le hubiera gustado llevar una cámara con ella para poder tomarle una fotografía a esa puesta de sol, pues debía ser una de las más bonitas, sino la más impactante, de todas las que había visto.
A ella en realidad no se le ocurría de manera concreta nada que pudiera desear. Si creyera en magia imaginaba que su deseo del día ya se había gastado cuando le pidió a la fuente que aquella cita fuera bien y a decir verdad todo iba tan de maravilla que tal vez hasta podría empezar a creer un poquito.
No obstante se sentía muy curiosa a lo que Lucas iría a pedir que se veía más que dispuesto a seguir el juego. Encontraba el gesto tierno incluso. Cualquier idea que pudiera haber tenido alguna vez sobre él como alguien inalcanzable y la locura que sería el ellos dos juntos parecía una tontería lejana cuando lo veía tan concentrado pensando en algo que pedir; el chico que podía tenerlo todo también tenía sueños para cumplir.
Lo que Phoebe no había esperado era que deseara tenerla justo a ella. Cuando lo escuchó volteó inmediatamene hacia él, apenas alcanzando a ver como se metía el último rayo. La sonrisa en sus labios no tardó en aparecer aunque las palabras no llegaron a ella en ese instante. Lo miró llena de ilusión en sus ojos, sabiéndose enamorada de pies a cabeza, y feliz como nunca colocó una mano sobre su pecho para besarlo. El mundo para ella acababa de detenerse, o mejor dicho, de transformarse en los labios de Lucas y el calor de su cuerpo. Sentía que nunca tendría suficiente de sus labios.
- Eso es trampa, es imposible ir en contra de ese tipo de magia. - Le susurró bajito y en complicidad, como si fuera un secreto que debiera quedar solo entre ellos dos. Pero por si su beso no lo dejaba en claro, ni aquella sonrisa en sus labios no la manera en que acariciaba su mejilla, Phoebe moría por decirlo en voz alta. Mantenía el rostro a apenas centímetros del de él, canto que podía sentir con toda claridad el calor de su aliento cosquilleándole la piel. - Sí, claro que sí, seré tu novia... - No podía pensar en nada que le hiciera más feliz. Y la mejor manera que se le ocurría para celebrarlo era volviéndolo a besar.
Así lo hizo, entregandose en ese beso y colocando su corazón en las manos de Lucas. No tenía miedo ya a absolutamente nada porque había algo enraizado muy profundo en ella que le decía que así era como las cosas debían ser. Pensar de esa manera era increíble y le parecía que volvía todo incluso más maravilloso.
Justo entonces sentía como uno de sus zapatos de bailarina resbalaba de sus pies y sucumbía a la gravedad, cayendo. Aquello tan inesperado fue lo único que hubiera conseguido apartarla de Lucas y separándose de él apenas lo estrictamente necesario alzó un poco los pies para que ambos pudieran verlos, uno aún vestido y el otro descalzo, y echó a reír abiertamente. - ¿Ves? Consigues que las chicas pierdan hasta los zapatos cuando las besas, novio. - ¡Y lo bien que se sentía llamarlo así! Su anhelo secreto se cumplía y nada más que eso le importaba, aún si tenía que ir descalza por todo el pueblo, no iba a separarse de él nunca.
-Además se me hacen como más alegres. - Volvió a reír consciente de que bien podía sonar un poco extraño pero así era. Cuando pensaba en esas flores de inmediato pensaba en sol y sonrisas, incluso de una manera más fuerte que si acaso pensara en girasoles. Y Phoebe que trataba de mantenerse optimista y sonriente por más duras que fueran las cosas se sentía algo identificada con ese sentimiento. Además, de una manera muy simplista, eran flores y no sabía ella de una sola flor que no fuera bonita. Así que cuando las cosas le iban mal o simplemente necesitaba de un momento de calma no era raro verla por el parque.
- No, no el mío. Ese ya definitivamente ya pasó a mejor vida. - Hasta gracioso se le hacía, aunque también le hacía sentirse un poco perezosa, pues ahora tendría que hacerse tiempo de ir al centro comercial a buscar tan solo un reloj. - El de la Torre, ¿lo ves? Pues eso, ya marca la hora, pensé que estaba descompuesto. - No era muy relevante, sólo un detalle que le había llamado la atención. Ni siquiera lo señalaba en condiciones porque estaba demasiado bien de esa forma.
Por supuesto, hablar sobre flores y relojes era solo una manera de estar así de cerca de Lucas mientras la puesta de sol llegaba a su punto más importante. Cómo le hubiera gustado llevar una cámara con ella para poder tomarle una fotografía a esa puesta de sol, pues debía ser una de las más bonitas, sino la más impactante, de todas las que había visto.
A ella en realidad no se le ocurría de manera concreta nada que pudiera desear. Si creyera en magia imaginaba que su deseo del día ya se había gastado cuando le pidió a la fuente que aquella cita fuera bien y a decir verdad todo iba tan de maravilla que tal vez hasta podría empezar a creer un poquito.
No obstante se sentía muy curiosa a lo que Lucas iría a pedir que se veía más que dispuesto a seguir el juego. Encontraba el gesto tierno incluso. Cualquier idea que pudiera haber tenido alguna vez sobre él como alguien inalcanzable y la locura que sería el ellos dos juntos parecía una tontería lejana cuando lo veía tan concentrado pensando en algo que pedir; el chico que podía tenerlo todo también tenía sueños para cumplir.
Lo que Phoebe no había esperado era que deseara tenerla justo a ella. Cuando lo escuchó volteó inmediatamene hacia él, apenas alcanzando a ver como se metía el último rayo. La sonrisa en sus labios no tardó en aparecer aunque las palabras no llegaron a ella en ese instante. Lo miró llena de ilusión en sus ojos, sabiéndose enamorada de pies a cabeza, y feliz como nunca colocó una mano sobre su pecho para besarlo. El mundo para ella acababa de detenerse, o mejor dicho, de transformarse en los labios de Lucas y el calor de su cuerpo. Sentía que nunca tendría suficiente de sus labios.
- Eso es trampa, es imposible ir en contra de ese tipo de magia. - Le susurró bajito y en complicidad, como si fuera un secreto que debiera quedar solo entre ellos dos. Pero por si su beso no lo dejaba en claro, ni aquella sonrisa en sus labios no la manera en que acariciaba su mejilla, Phoebe moría por decirlo en voz alta. Mantenía el rostro a apenas centímetros del de él, canto que podía sentir con toda claridad el calor de su aliento cosquilleándole la piel. - Sí, claro que sí, seré tu novia... - No podía pensar en nada que le hiciera más feliz. Y la mejor manera que se le ocurría para celebrarlo era volviéndolo a besar.
Así lo hizo, entregandose en ese beso y colocando su corazón en las manos de Lucas. No tenía miedo ya a absolutamente nada porque había algo enraizado muy profundo en ella que le decía que así era como las cosas debían ser. Pensar de esa manera era increíble y le parecía que volvía todo incluso más maravilloso.
Justo entonces sentía como uno de sus zapatos de bailarina resbalaba de sus pies y sucumbía a la gravedad, cayendo. Aquello tan inesperado fue lo único que hubiera conseguido apartarla de Lucas y separándose de él apenas lo estrictamente necesario alzó un poco los pies para que ambos pudieran verlos, uno aún vestido y el otro descalzo, y echó a reír abiertamente. - ¿Ves? Consigues que las chicas pierdan hasta los zapatos cuando las besas, novio. - ¡Y lo bien que se sentía llamarlo así! Su anhelo secreto se cumplía y nada más que eso le importaba, aún si tenía que ir descalza por todo el pueblo, no iba a separarse de él nunca.
Phoebe E. Montgomery- Realeza
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Re: Date Night [Lucas *-*]
Se guardó esa información para una ocasión donde le fuera útil; acuérdate de las rosas amarillas, Lucas. Era verdad que el amarillo era un color bastante más alegre aunque era bastante raro para una rosa, él seguía viendo más bonitas las rosas rojas de toda la vida, pero Phoebe era Phoebe.
- Pues tienes razón.- La verdad ni se había dado cuenta que el reloj estaba en marcha de nuevo, llevaba tanto tiempo parado que ya ni se molestaba en mirarlo… total, no servía para nada. – Lo habrán arreglado. – Le quitó importancia enseguida.
En ese momento había cosas más importantes que si el reloj estaba roto o en funcionamiento; cosas como el peso de la cabeza de Phoebe, la suavidad de su pelo, o sentir el cosquilleo de su respiración sobre el cuello… ¿De verdad era él mismo? ¿Era el mismo Lucas que se emborrachaba con Ben, que competía con Caleb, que se creía el rey del mundo por tener dinero? Suspiró, quizás eso era amor verdadero, como decía Paula, y se decía que el amor cambia a las personas.
Apenas le dio tiempo a sonreír que ya volvían a besarse. Bueno, aunque no le había dicho que sí directamente podía interpretar esa reacción como afirmativa. Se recolocó para poder besar y rodear a Phoebe con los dos brazos, atraerla más hacia él, era como si no fuera a tener nunca suficiente; un anhelo de querer tenerla más cerca y protegerla.
“Sí, claro que sí, seré tu novia... “ No necesitaba nada más, con eso ya se consideraba la persona más feliz de la tierra. Por fin lo había conseguido, estaba saliendo con Phoebe después de… ni recordaba el tiempo que hacía. Podría haber gritado lo mucho que le gustaba la chica, o lo feliz que era, pero no podía, era incapaz de apartar sus labios de los de ella.
Se quedó mirando los pies de Phoebe, pero sin apartarse demasiado de ella. Le vino a la cabeza una frase que le había dicho el día anterior en la cafetería mientras hablaban “y no me lo termino de creer, porque esas cosas nunca me pasan a mí y es todo tan, tan…como de Cenicienta y el Príncipe” y una gran sonrisa se le dibujó en la cara, había tenido una idea de lo más rara; aunque esperaba que Phoebe lo viera más como un gesto bonito que como raro.
-Espérame aquí. – Dijo sonriendo mientras se levantaba del borde y abandonaba, muy a su pesar, el contacto con ella. Cuando ya estaba casi en la puerta de la terraza volvió a paso ligero hacia Phoebe y le dio un breve beso. – Ahora vuelvo, novia. – ¡Qué bien sonaba eso!
Bajó las escaleras corriendo casi saltando de cuatro en cuatro, en más de una ocasión estuvo a punto de caer y partirse la crisma, pero en apenas dos minutos ya estaba en la calle buscando el zapato en todas direcciones. Miró hacia arriba y saludó a su ya novia con la mano. Siguió buscando la bailarina hasta que la encontró un par de metros más allá. Con el zapato ya en la mano volvió a subir las escaleras de dos en dos hasta que llegó arriba casi sin aliento.
- Bien. – Se acercó a ella sonriendo con el zapato en las manos, se agachó enfrente suyo y esperó a que Phoebe se girara hacia él. Entonces le tomó el pié descalzo y deslizó suavemente el zapato en él. – Te encontré. – Como era de esperar, encajaba perfectamente, igual que en el cuento de la Cenicienta.
De verdad Lucas, Phoebe te cambia. Fué lo que pensó en ese momento.
- Pues tienes razón.- La verdad ni se había dado cuenta que el reloj estaba en marcha de nuevo, llevaba tanto tiempo parado que ya ni se molestaba en mirarlo… total, no servía para nada. – Lo habrán arreglado. – Le quitó importancia enseguida.
En ese momento había cosas más importantes que si el reloj estaba roto o en funcionamiento; cosas como el peso de la cabeza de Phoebe, la suavidad de su pelo, o sentir el cosquilleo de su respiración sobre el cuello… ¿De verdad era él mismo? ¿Era el mismo Lucas que se emborrachaba con Ben, que competía con Caleb, que se creía el rey del mundo por tener dinero? Suspiró, quizás eso era amor verdadero, como decía Paula, y se decía que el amor cambia a las personas.
Apenas le dio tiempo a sonreír que ya volvían a besarse. Bueno, aunque no le había dicho que sí directamente podía interpretar esa reacción como afirmativa. Se recolocó para poder besar y rodear a Phoebe con los dos brazos, atraerla más hacia él, era como si no fuera a tener nunca suficiente; un anhelo de querer tenerla más cerca y protegerla.
“Sí, claro que sí, seré tu novia... “ No necesitaba nada más, con eso ya se consideraba la persona más feliz de la tierra. Por fin lo había conseguido, estaba saliendo con Phoebe después de… ni recordaba el tiempo que hacía. Podría haber gritado lo mucho que le gustaba la chica, o lo feliz que era, pero no podía, era incapaz de apartar sus labios de los de ella.
Se quedó mirando los pies de Phoebe, pero sin apartarse demasiado de ella. Le vino a la cabeza una frase que le había dicho el día anterior en la cafetería mientras hablaban “y no me lo termino de creer, porque esas cosas nunca me pasan a mí y es todo tan, tan…como de Cenicienta y el Príncipe” y una gran sonrisa se le dibujó en la cara, había tenido una idea de lo más rara; aunque esperaba que Phoebe lo viera más como un gesto bonito que como raro.
-Espérame aquí. – Dijo sonriendo mientras se levantaba del borde y abandonaba, muy a su pesar, el contacto con ella. Cuando ya estaba casi en la puerta de la terraza volvió a paso ligero hacia Phoebe y le dio un breve beso. – Ahora vuelvo, novia. – ¡Qué bien sonaba eso!
Bajó las escaleras corriendo casi saltando de cuatro en cuatro, en más de una ocasión estuvo a punto de caer y partirse la crisma, pero en apenas dos minutos ya estaba en la calle buscando el zapato en todas direcciones. Miró hacia arriba y saludó a su ya novia con la mano. Siguió buscando la bailarina hasta que la encontró un par de metros más allá. Con el zapato ya en la mano volvió a subir las escaleras de dos en dos hasta que llegó arriba casi sin aliento.
- Bien. – Se acercó a ella sonriendo con el zapato en las manos, se agachó enfrente suyo y esperó a que Phoebe se girara hacia él. Entonces le tomó el pié descalzo y deslizó suavemente el zapato en él. – Te encontré. – Como era de esperar, encajaba perfectamente, igual que en el cuento de la Cenicienta.
De verdad Lucas, Phoebe te cambia. Fué lo que pensó en ese momento.
Lucas R. Gilbert- Realeza
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Re: Date Night [Lucas *-*]
- ¿Cómo? – Fue lo primero que dijo en voz bajito y algo distraído, pues aún se sentía como soñando, cuando Lucas le decía que le esperara. Le miró algo extrañada sin entender bien pero con aún así con una sonrisa divertida en los labios mientras se alejaba –no por mucho tiempo, porque ya venía de regreso buscando un último beso, seguro para que lo acompañara en el viaje que haría, ¿hacia dónde? No lo sabía, lo único que tenía en claro era que el corazón le había dado un salto de alegría dentro del pecho al escucharlo llamarla su novia.
Se quedó aún con la sonrisa en los labios mientras él bajaba y hasta alcanzó a escuchar como bajaba las escaleras de aluminio, aunque pronto todo sonido se volvía lejano y dejó de escuchar nada. Ella se quedó sentada en la orilla meciendo sus piernas y contemplando el paisaje. Se sentía feliz como nunca, sin duda aquella había sido la mejor tarde que había tenido en muchísimo tiempo y, si se atrevía a decirlo, la mejor en su vida.
Cuando vio a Lucas allá abajo se inclinó hacia adelante un poco – sin soltarse de la orilla, por supuesto. Le sonrió ampliamente y le saludó con la mano, entendiendo entonces que estaba buscando su zapato. Le daba algo de vergüenza pero prefería reírse de su torpeza que comenzar a acomplejarse como siempre hacía. Porque honestamente, ¿quién más perdía un zapato de aquella manera? Sin duda sería una historia divertida para contar, y de hecho lo primero que iba a hacer cuando regresara a su casa –que esperaba fuera muy muy tarde porque no quería que esa cita terminara – sería llamar a Kara y luego a Michelle y luego a Sydney para contarles, que esa alegría no podría contenerla por mucho tiempo como secreto. Seguro que su abuela se lo notaría en la mirada apenas poner un pie dentro en la sala de estar. Y tanto que le decía que tenía que salir más, disfrutar y vivir su juventud… le preocupaba también lo que su madre pudiera decir o hacer cuando se enterara… pero opinara lo que opinara, no iba a escucharla.
Ya cuando lo escuchó regresar, porque así como el aluminio de las escaleras había retumbado cuando bajó lo hacía ahora que subía, Phoebe giró, con mucho cuidado eso sí, para poder mirarlo de frente cuando se acercaba con su zapato de vuelta. – Oh, ¡mi caballero en brillante armadura! – Le dijo bromista y estiró un poco la mano para tomar su zapato, Lucas se agachaba para calzarle el mismo el zapato.
Le parecía tierno. Obviamente entendía la referencia al cuento y lo encontraba dulce. Claro, en la vida real no había hadas madrinas iban a resolverle la vida con un par de palabras mágicas, pero eso solo significaba que en ella recaía el hacer que eso con Lucas funcionara o no. Nada de dejarlo a la suerte o en manos de alguien más, ella tenía que tomar las riendas de lo que quería en su vida.
- ¿Y estuviste buscándome mucho tiempo? – Preguntó siguiendo con la fantasía. No obstante, al momento en que le calzaba la bailarina sintió el tacto del zapato frío, vidrio en vez del plástico forrado en tela del que estaba hecha la suela. Parpadeó un poco sorprendida y al mirar a Lucas tuvo la extraña sensación de haber vivido eso antes ya… justo un zapato perdido, justo ese pie, justo con él. No tenía recuerdos concretos ni mucho menos, solo eso, una sensación.
- Tengo cosquillas. – Le dijo en medio de una risita desechando aquellos pensamientos tan extraños. Lucas había sido tan importante para ella por tanto tiempo – obsesión, dirían alguna de sus amigas – que probablemente hasta lo había soñado alguna vez como si en realidad fuera el Príncipe rescatando a la desdichada Cenicienta.
En un gesto espontáneo acortó la distancia entre ellos y le besó rápidamente. Esa sonrisa de enamorada total que llevaba en el rostro no iba a desaparecer en días. – Si tú me enseñaste un secreto de Storybrooke, ¿me dejas que yo te enseñe otro? No es tan bonito pero en Granny’s lo tenemos catalogado como joya turística. – Reía, porque vamos, Storybrooke como imán de turistas era difícil de creer, aunque ya con dos visitantes al mismo tiempo estaban rompiendo record. Tal vez hasta folleto introductorio deberían de hacer para tener a la mano en el Hostal, ¡que si llegaba un tercero ya sería cosa de magia!
Se quedó aún con la sonrisa en los labios mientras él bajaba y hasta alcanzó a escuchar como bajaba las escaleras de aluminio, aunque pronto todo sonido se volvía lejano y dejó de escuchar nada. Ella se quedó sentada en la orilla meciendo sus piernas y contemplando el paisaje. Se sentía feliz como nunca, sin duda aquella había sido la mejor tarde que había tenido en muchísimo tiempo y, si se atrevía a decirlo, la mejor en su vida.
Cuando vio a Lucas allá abajo se inclinó hacia adelante un poco – sin soltarse de la orilla, por supuesto. Le sonrió ampliamente y le saludó con la mano, entendiendo entonces que estaba buscando su zapato. Le daba algo de vergüenza pero prefería reírse de su torpeza que comenzar a acomplejarse como siempre hacía. Porque honestamente, ¿quién más perdía un zapato de aquella manera? Sin duda sería una historia divertida para contar, y de hecho lo primero que iba a hacer cuando regresara a su casa –que esperaba fuera muy muy tarde porque no quería que esa cita terminara – sería llamar a Kara y luego a Michelle y luego a Sydney para contarles, que esa alegría no podría contenerla por mucho tiempo como secreto. Seguro que su abuela se lo notaría en la mirada apenas poner un pie dentro en la sala de estar. Y tanto que le decía que tenía que salir más, disfrutar y vivir su juventud… le preocupaba también lo que su madre pudiera decir o hacer cuando se enterara… pero opinara lo que opinara, no iba a escucharla.
Ya cuando lo escuchó regresar, porque así como el aluminio de las escaleras había retumbado cuando bajó lo hacía ahora que subía, Phoebe giró, con mucho cuidado eso sí, para poder mirarlo de frente cuando se acercaba con su zapato de vuelta. – Oh, ¡mi caballero en brillante armadura! – Le dijo bromista y estiró un poco la mano para tomar su zapato, Lucas se agachaba para calzarle el mismo el zapato.
Le parecía tierno. Obviamente entendía la referencia al cuento y lo encontraba dulce. Claro, en la vida real no había hadas madrinas iban a resolverle la vida con un par de palabras mágicas, pero eso solo significaba que en ella recaía el hacer que eso con Lucas funcionara o no. Nada de dejarlo a la suerte o en manos de alguien más, ella tenía que tomar las riendas de lo que quería en su vida.
- ¿Y estuviste buscándome mucho tiempo? – Preguntó siguiendo con la fantasía. No obstante, al momento en que le calzaba la bailarina sintió el tacto del zapato frío, vidrio en vez del plástico forrado en tela del que estaba hecha la suela. Parpadeó un poco sorprendida y al mirar a Lucas tuvo la extraña sensación de haber vivido eso antes ya… justo un zapato perdido, justo ese pie, justo con él. No tenía recuerdos concretos ni mucho menos, solo eso, una sensación.
- Tengo cosquillas. – Le dijo en medio de una risita desechando aquellos pensamientos tan extraños. Lucas había sido tan importante para ella por tanto tiempo – obsesión, dirían alguna de sus amigas – que probablemente hasta lo había soñado alguna vez como si en realidad fuera el Príncipe rescatando a la desdichada Cenicienta.
En un gesto espontáneo acortó la distancia entre ellos y le besó rápidamente. Esa sonrisa de enamorada total que llevaba en el rostro no iba a desaparecer en días. – Si tú me enseñaste un secreto de Storybrooke, ¿me dejas que yo te enseñe otro? No es tan bonito pero en Granny’s lo tenemos catalogado como joya turística. – Reía, porque vamos, Storybrooke como imán de turistas era difícil de creer, aunque ya con dos visitantes al mismo tiempo estaban rompiendo record. Tal vez hasta folleto introductorio deberían de hacer para tener a la mano en el Hostal, ¡que si llegaba un tercero ya sería cosa de magia!
Phoebe E. Montgomery- Realeza
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Re: Date Night [Lucas *-*]
- No, te encontré rápido… pero eres difícil de convencer. – Se rió. Ya ella sabría a qué se refería; aunque ahora ya no le importaba demasiado… se dice que el fin justifica los medios, y si tuvo que insistir bastantes veces para conseguir salir con Phoebe pues consideraba que había merecido la pena.
Y de nuevo volvió esa extraña sensación que no paraba de tener durante el rato que habían estado juntos. En verdad era raro que le pareciera que ya había vivido todo aquello si jamás había salido con Phoebe; lo podría haber soñado, si, pero no le parecía que eso fueran recuerdos de un sueño.
- Oye Phoebe… - No respondió con entusiasmo al beso porque le rondaban ideas por la cabeza. – Sé que es raro, pero ya he tenido un par de dejà vu esta tarde… ¿No te habré molestado algún día cuando estuviera yo… poco consciente? – No sabía bien como preguntarlo, pero le preocupaba un poco que alguna noche de borrachera y, seguramente cumpliendo algún reto, hubiese ido a “solucionar” su obsesión; y que Phoebe no se atreviera a decirle nada.
Volvió a sentarse a su lado, pero ahora sin los pies colgando, total, ya no había sol ni colores rojizos por ver y con tan solo tener a Phoebe al lado tenía suficiente. Empezó a acariciarle distraídamente el brazo, ni siquiera se estaba dando cuenta de que lo estaba haciendo, se había quedado embobado con su sonrisa; la había visto sonreír mil veces, pero siempre era mirando al suelo, o escondiendo la cara… ahora sonreía ampliamente. Le apartó uno de los mechones de la cara.
- Estas muy bonita cuando sonríes. – Él también sonrió a su vez y volvió a abrazarla. – Phoebe, no sé qué haces pero me estás haciendo descubrir un lado de mí que no conocía. – Le besó la frente con ternura.
Por lo general Lucas era bastante más rápido y directo en sus relaciones; sabía lo que quería y a por ello iba. Aunque también había que tener en cuenta que nunca le había costado tanto quedar con una chica como le había costado con ella y también había que reconocer que nunca había sentido algo tan fuerte por ninguna.
- ¿Un secreto? ¿Cuál? – Se le iluminó la cara como si fuera un niño, le gustaban mucho los secretos. - ¿Qué es? ¿En Granny’s? – Sabía que turismo no había, precisamente por eso todo el mundo conocía a Liam, el recién llegado y a Lucy… aunque a ella también se la había nombrado Paula por su operación cobra. - ¿Y cuando me lo enseñarás?
Y de nuevo volvió esa extraña sensación que no paraba de tener durante el rato que habían estado juntos. En verdad era raro que le pareciera que ya había vivido todo aquello si jamás había salido con Phoebe; lo podría haber soñado, si, pero no le parecía que eso fueran recuerdos de un sueño.
- Oye Phoebe… - No respondió con entusiasmo al beso porque le rondaban ideas por la cabeza. – Sé que es raro, pero ya he tenido un par de dejà vu esta tarde… ¿No te habré molestado algún día cuando estuviera yo… poco consciente? – No sabía bien como preguntarlo, pero le preocupaba un poco que alguna noche de borrachera y, seguramente cumpliendo algún reto, hubiese ido a “solucionar” su obsesión; y que Phoebe no se atreviera a decirle nada.
Volvió a sentarse a su lado, pero ahora sin los pies colgando, total, ya no había sol ni colores rojizos por ver y con tan solo tener a Phoebe al lado tenía suficiente. Empezó a acariciarle distraídamente el brazo, ni siquiera se estaba dando cuenta de que lo estaba haciendo, se había quedado embobado con su sonrisa; la había visto sonreír mil veces, pero siempre era mirando al suelo, o escondiendo la cara… ahora sonreía ampliamente. Le apartó uno de los mechones de la cara.
- Estas muy bonita cuando sonríes. – Él también sonrió a su vez y volvió a abrazarla. – Phoebe, no sé qué haces pero me estás haciendo descubrir un lado de mí que no conocía. – Le besó la frente con ternura.
Por lo general Lucas era bastante más rápido y directo en sus relaciones; sabía lo que quería y a por ello iba. Aunque también había que tener en cuenta que nunca le había costado tanto quedar con una chica como le había costado con ella y también había que reconocer que nunca había sentido algo tan fuerte por ninguna.
- ¿Un secreto? ¿Cuál? – Se le iluminó la cara como si fuera un niño, le gustaban mucho los secretos. - ¿Qué es? ¿En Granny’s? – Sabía que turismo no había, precisamente por eso todo el mundo conocía a Liam, el recién llegado y a Lucy… aunque a ella también se la había nombrado Paula por su operación cobra. - ¿Y cuando me lo enseñarás?
Lucas R. Gilbert- Realeza
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Re: Date Night [Lucas *-*]
Se rió junto con él pues no había manera de negarlo. Sí, había sido muy difícil convencerla a perder el miedo y sobreponerse a sus inseguridades, pero se alegraba como nunca de que todo al final hubiera salido bien, de que hubiera insistido hasta hacerla entender que no tenía por qué tener miedo y que Lucas la quería tanto como para pedirle que fuera su novia en la primera cita, así de interesado estaba en ella. Que había sido una tonta por sabotearse ella sola, pero quizá así era como las cosas tenían que ser. Tal vez, como le había dicho, si hubiera aceptado al primer acercamiento dando de saltos de alegría entonces sí que habría creído que iba detrás de su dinero. No quería ni imaginarse algo así.
El no querer imaginarse escenarios en los que las cosas entre ellos se torcieran de esa manera nada tenía que ver con aquella sensación que le decía que, de alguna manera, todo eso que estaba viviendo con Lucas ya lo había vivido antes y justo con él. No tenía sentido, porque "antes" no tenía el valor ni siquiera para acercársele e iba a esconderse a la bodega o detrás del mostrador cada que él pasaba por Granny's. Y aún así esa sensación persistía.
- ¿Tú también? - Preguntó sorprendida, abriendo los ojos bien grandes. Deja vú, esa era la palabra que buscaba. Instintivamente miró sus pies, o más concretamente, el pie que Lucas acababa de calzarle. Aún sentía aquel cosquilleo tan curioso en la piel. - ¿Poco consciente? Dices... ¿de fiesta y así? - Tomado, venga. Obviamente Phoebe tenía problemas personales con lo que al alcohol se refería, pero en fin. Alguna vez había visto a Lucas pasar por las calles en compañía de sus amigos cuando ella salía tarde del trabajo por doblar turno en la cafetería o tenía que salir a hacer algún recado, pero nunca se le había acercado y mucho menos para "molestarla", y por eso mismo negó con la cabeza a lo que le preguntaba. - No, nunca. Pero he soñado contigo varias veces y algunas personas dicen que eso de los sueños compartidos no es tan raro. - Aquella era una respuesta muy inocente e infantil, muy propia de Phoebe, vamos, ¿pero qué otra cosa podía ser?
Lo que la detuvo de seguir sacando conclusiones fue la caricia en su brazo, que inmediatamente le hizo sonreír. Esa sonrisa se volvió incluso más expresiva cuando le decía lo bonita que le parecía y recibiendo sus caricias se amoldaba pefectamente a su abrazo. - ¿Sabes? Lo mismo podría decir de tí... - Porque a su lado se sentía más segura y confiada, con una fortaleza que no reconocía en sí misma. Como si estuviera completa de una parte que no se había dado cuenta ni siquiera que le hacía falta.
- No, en Granny's no, aunque ya te dije que voy a prepararte el desayuno un día. - Claro, ella lo decía en un sentido muy inocente. Si se detuviera a meditarlo un poco y ponerle algo de picardía a sus ideas tal vez entendería lo que Lucas le había querido decir con aquel comentario, y sí, se habría sonrojado hasta las orejas, ¿pero ofenderse o salir huyendo? No, eso no...
- Pues si quieres vamos ahora mismo. Yo seré tu guía ahora, ¿qué te parece? - Se puso en pie y lo tomó de la mano, dándole un pequeño tironcito para que la siguiera. Bajaría los escalones con mucho cuidado, eso sí. No quería volver a perder un zapato. - Como se ve que te gustan los secretos te dejo que me preguntes cualquier cosa y te respondo cien por ciento la verdad. - Le dijo con tono juguetón aunque lo decía en serio. Quería conocerlo más, todo lo que tuviera que ver con él, que le gustaba y qué no, cuales eran sus sueños, qué lo molestaba, y por supuesto, ella estaba dispuesta a abrirse con él también. A donde iban no quedaba muy lejos así que tendrían tiempo para un par de preguntas o dos en ese juego improvisado.
El no querer imaginarse escenarios en los que las cosas entre ellos se torcieran de esa manera nada tenía que ver con aquella sensación que le decía que, de alguna manera, todo eso que estaba viviendo con Lucas ya lo había vivido antes y justo con él. No tenía sentido, porque "antes" no tenía el valor ni siquiera para acercársele e iba a esconderse a la bodega o detrás del mostrador cada que él pasaba por Granny's. Y aún así esa sensación persistía.
- ¿Tú también? - Preguntó sorprendida, abriendo los ojos bien grandes. Deja vú, esa era la palabra que buscaba. Instintivamente miró sus pies, o más concretamente, el pie que Lucas acababa de calzarle. Aún sentía aquel cosquilleo tan curioso en la piel. - ¿Poco consciente? Dices... ¿de fiesta y así? - Tomado, venga. Obviamente Phoebe tenía problemas personales con lo que al alcohol se refería, pero en fin. Alguna vez había visto a Lucas pasar por las calles en compañía de sus amigos cuando ella salía tarde del trabajo por doblar turno en la cafetería o tenía que salir a hacer algún recado, pero nunca se le había acercado y mucho menos para "molestarla", y por eso mismo negó con la cabeza a lo que le preguntaba. - No, nunca. Pero he soñado contigo varias veces y algunas personas dicen que eso de los sueños compartidos no es tan raro. - Aquella era una respuesta muy inocente e infantil, muy propia de Phoebe, vamos, ¿pero qué otra cosa podía ser?
Lo que la detuvo de seguir sacando conclusiones fue la caricia en su brazo, que inmediatamente le hizo sonreír. Esa sonrisa se volvió incluso más expresiva cuando le decía lo bonita que le parecía y recibiendo sus caricias se amoldaba pefectamente a su abrazo. - ¿Sabes? Lo mismo podría decir de tí... - Porque a su lado se sentía más segura y confiada, con una fortaleza que no reconocía en sí misma. Como si estuviera completa de una parte que no se había dado cuenta ni siquiera que le hacía falta.
- No, en Granny's no, aunque ya te dije que voy a prepararte el desayuno un día. - Claro, ella lo decía en un sentido muy inocente. Si se detuviera a meditarlo un poco y ponerle algo de picardía a sus ideas tal vez entendería lo que Lucas le había querido decir con aquel comentario, y sí, se habría sonrojado hasta las orejas, ¿pero ofenderse o salir huyendo? No, eso no...
- Pues si quieres vamos ahora mismo. Yo seré tu guía ahora, ¿qué te parece? - Se puso en pie y lo tomó de la mano, dándole un pequeño tironcito para que la siguiera. Bajaría los escalones con mucho cuidado, eso sí. No quería volver a perder un zapato. - Como se ve que te gustan los secretos te dejo que me preguntes cualquier cosa y te respondo cien por ciento la verdad. - Le dijo con tono juguetón aunque lo decía en serio. Quería conocerlo más, todo lo que tuviera que ver con él, que le gustaba y qué no, cuales eran sus sueños, qué lo molestaba, y por supuesto, ella estaba dispuesta a abrirse con él también. A donde iban no quedaba muy lejos así que tendrían tiempo para un par de preguntas o dos en ese juego improvisado.
Phoebe E. Montgomery- Realeza
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Re: Date Night [Lucas *-*]
Bien, parecía que él no era el único con sensaciones extrañas. No sabía si eso era buena o mala señal; podía ser que realmente fuera como él pensara y hubiera tenido un pequeño problema con el alcohol, o que fuera el destino que les estuviera diciendo que estaba hechos el uno para el otro… Sonrió pensando que también podían ser recuerdos de sus personajes del cuento donde pertenecieran.
Se relajó bastante cuando ella negó la primera de las opciones. Si hubiera sido eso habría tenido un problema, porque no sabría como disculparse por algo que no recordaba haber hecho, pero se podía quedar tranquilo pensando que aún bebido podía mantener suficiente la conciencia como para recordar quién era Phoebe.
- ¿Has soñado conmigo? – Le gustaría saber cómo eran esos sueños – ¿Y qué hacíamos? - Sonrió pícaramente. Claro que Lucas había soñado con Phoebe, bastantes veces, había imaginado prácticamente de todo; aunque dudaba que ella hubiera soñado lo mismo que él. Cuando se dio cuenta de que seguramente los sueños de Phoebe eran bastante más inocentes que los suyos volvió a avergonzarse un poco. – Puede que sea eso. – Concedió no muy convencido, dudaba que sus sueños fueran compartidos, sino no le miraría de la misma manera.
Volvió a sentirse un poco mal con la mención del desayuno. Lucas no podía evitar hacer ese tipo de comentarios, no lo hacía con mala intención, pero sí con segundas, y estaba claro que Phoebe ni los entendía, ni sabía por dónde iban. Asintió, pensaba presentarse un día bien temprano para comer la famosa tarta de nata en compañía de su novia.
La siguió por las escaleras ya intrigado con qué le iba a enseñar; no era que Lucas fuera curioso, lo que pasaba es que le gustaba saberlo todo. Cuando llegaron a la calle volvió a pasarle el brazo por los hombros, le resultaba más cómodo que darle la mano.
- ¿Sabes que tienes la altura perfecta? – Se acercó para decirlo como si fuera un secreto. - ¿En serio puedo preguntar lo que sea? – No sabía si se refería a cosas sobre el “secreto” o a cosas más personales… Se quedó un rato pensativo mientras avanzaban hacia donde Phoebe guiaba. – Antes que yo, ¿Cuantos han pasado por tu cabeza? – Sonrió divertido. Lucas tenía su ego, era consciente de ello, pero también sabía que con 23 años alguien más le habría gustado a Phoebe, y tenía curiosidad por saber qué tipo de chicos eran.
En realidad se moría de ganas de preguntar sobre su familia, sabía quién era su madre y que su abuela estaba bastante enferma, pero no sabía nada de su padre. – ¿Sabes algo de tu padre? – La miró con cara de preocupación porque no sabía si iba a enfadarse, deprimirse, o cual iba a ser su reacción. – No tienes porqué contarme nada, Phoebs. – Se apresuró a añadir sonriendo por si le había sentado mal la pregunta.
Se relajó bastante cuando ella negó la primera de las opciones. Si hubiera sido eso habría tenido un problema, porque no sabría como disculparse por algo que no recordaba haber hecho, pero se podía quedar tranquilo pensando que aún bebido podía mantener suficiente la conciencia como para recordar quién era Phoebe.
- ¿Has soñado conmigo? – Le gustaría saber cómo eran esos sueños – ¿Y qué hacíamos? - Sonrió pícaramente. Claro que Lucas había soñado con Phoebe, bastantes veces, había imaginado prácticamente de todo; aunque dudaba que ella hubiera soñado lo mismo que él. Cuando se dio cuenta de que seguramente los sueños de Phoebe eran bastante más inocentes que los suyos volvió a avergonzarse un poco. – Puede que sea eso. – Concedió no muy convencido, dudaba que sus sueños fueran compartidos, sino no le miraría de la misma manera.
Volvió a sentirse un poco mal con la mención del desayuno. Lucas no podía evitar hacer ese tipo de comentarios, no lo hacía con mala intención, pero sí con segundas, y estaba claro que Phoebe ni los entendía, ni sabía por dónde iban. Asintió, pensaba presentarse un día bien temprano para comer la famosa tarta de nata en compañía de su novia.
La siguió por las escaleras ya intrigado con qué le iba a enseñar; no era que Lucas fuera curioso, lo que pasaba es que le gustaba saberlo todo. Cuando llegaron a la calle volvió a pasarle el brazo por los hombros, le resultaba más cómodo que darle la mano.
- ¿Sabes que tienes la altura perfecta? – Se acercó para decirlo como si fuera un secreto. - ¿En serio puedo preguntar lo que sea? – No sabía si se refería a cosas sobre el “secreto” o a cosas más personales… Se quedó un rato pensativo mientras avanzaban hacia donde Phoebe guiaba. – Antes que yo, ¿Cuantos han pasado por tu cabeza? – Sonrió divertido. Lucas tenía su ego, era consciente de ello, pero también sabía que con 23 años alguien más le habría gustado a Phoebe, y tenía curiosidad por saber qué tipo de chicos eran.
En realidad se moría de ganas de preguntar sobre su familia, sabía quién era su madre y que su abuela estaba bastante enferma, pero no sabía nada de su padre. – ¿Sabes algo de tu padre? – La miró con cara de preocupación porque no sabía si iba a enfadarse, deprimirse, o cual iba a ser su reacción. – No tienes porqué contarme nada, Phoebs. – Se apresuró a añadir sonriendo por si le había sentado mal la pregunta.
Lucas R. Gilbert- Realeza
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Re: Date Night [Lucas *-*]
- Pues claro. - Rió porque le parecía de lo más natural que, si llevaba obsesionada con Lucas ya tanto tiempo que ni recordaba bien con exactitud cuando se había enamorado, pues no era difícil imaginar que en más de una vez había aparecido en sus sueños. - Pues... ¡cosas de sueños! Ya sabes. Yo por lo menos no puedo quedarme dormida viendo la televisión porque luego empiezo a soñar con lo último que vi en pantalla y queda todo raro. Creo que una vez salvábamos Storybrooke de una invasión alienígena... - Se le quedó una sonrisita boba , entre divertida y avergonzada por la tontería. Cuando menos interesante había sido. ¡Y entretenido! Eso ni dudarlo.
- ... o que salía contigo, cosas así... - A veces los soñaba paseando por un jardín impresionante. Esos sueños eran los que más le gustaban porque, a diferencia de las misiones interestelares para preservar la paz mundial, esos no le dejaban con la sensación de saber que era todo un sueño. Aquellas veces en la que los imaginaba a los dos a solas, de una manera muy distinta a la que estaban ahora, lo sentía todo tan vívido y real que más que sueños parecían recuerdos.
Mentiría si dijera que nunca había soñado con Lucas de aquella manera. Podía ser muy inocente en cuanto a sus acciones y lo que pensaba sobre los demás y no entender chistes con doble sentido, pero no era de piedra. Nunca lo comentaba con nadie obviamente, ni siquiera con Kara o Sydney, pero más de una vez le había pasado y los días que eso pasaba no había manera de quitarle el sonrojo en horas. Esos días solían coincidir con aquellos en los que más vehementemente se escondía de él porque no soportaba la vergüenza de verlo a la cara después de soñarse haciendo cosas con él. De tan solo recordarlo ya las mejillas se le habían vuelto a ruborizar y fiel a su tic nervioso se pasó los dedos por la punta del cabello. La risa nerviosa le acababa de ganar.
Se acercó más a él cuando le pasó el brazo por los hombros cuando salían del edificio, sonriendo por la complicidad con la que le susurraba. Curioso que hacía poco más de 24 horas imaginarse así, a esa cercanía de él, le hubiera parecido una locura y ahora no quería separarse ni un centímetro. - Si, lo que sea. - Le respondió y echó a reír cuando la primera pregunta llegó. ¿Que cuántos chicos antes que él le habían gustado? No muchos, no era muy enamoradiza en el sentido de que fuera por la vida fijándose en todo el mundo. - Bueno, hubo un chico en el colegio pero nunca pasó nada. Se llama Brian, era del equipo de fútbol entonces. Y tuve un crush con el Sheriff un tiempo, pero por favor no le digas a nadie, qué vergüenza. - Se cubrió el rostro con una mano como si en verdad estuviera mortificada por eso de que le hubiera llamado la atención un hombre casado pero la verdad era que apenas y aguantaba la risa. Y es que Robert Monroe siempre había sido muy bueno con ella a pesar de todos los problemas que la otra Montgomery "conocida" en el pueblo le daba. De cualquier manera eso había sido algo muy platónico y el enamoramiento no le duró mucho.
La segunda pregunta, mucho más seria, le vino a sorprender un poco. No demasiado, porque en algún momento iba a llegar, aunque no la esperaba en ese momento. Verlo tan preocupado le pareció tierno y ella se apresuró en besarle la mejilla para tranquilizarlo. - Está bien, no pasa nada. - Le aseguró. No era su tema favorito de conversación, obviamente, pero tampoco se deprimía por hablarlo. Ya no, por lo menos. - Se que debe ser rubio y de ojos claros porque ni mi mamá ni mi abuela tienen los ojos azules y de algún lado los debí sacar. Y... pues poco más. - Torció ligeramente los labios. Si a veces, cuando se miraba al espejo, no veía nada de su madre reflejado en ella. Ni la forma de los ojos o la boca ni la nariz ni siquiera las orejas. Tampoco el tono de piel o el tipo de cabello. Entonces deducía que debía parecerse mucho a su padre, porque de otra manera costaba creer que compartía sangre con quien le había traído al mundo.
- Y es raro, quiero decir. En algún lado de Storybrooke tiene que estar y debe saber que existo porque aquí todo el mundo se entera de todo. - Se rascó un poco la nuca al decirlo. Vaya que el chisme parecía ser el pasatiempo de predilección local. - Pero si en 23 años nunca me ha buscado... bueno, esa es decisión suya. Y trato de que eso no me defina. Aunque tal vez sí lo conocí de muy pequeñita y no recuerdo bien. A veces sueño con un hombre que creo que es él. - Rubio también, de sonrisa gentil. No lo que uno esperaría de un padre desobligado. En fin.
Iban acercándose a la zona comercial del pueblo siguiendo el rumbo que Phoebe marcaba. A pesar de lo delicado del tema no se le veía que sus ánimos hubieran decaído ni un poco. Así era ella, optimista y tal vez hasta más fuerte de lo que se daba crédito. Pero ahora que Lucas había sacado el tema sentía que en realidad tenía que preguntar. Así que volteó a mirarlo y algo dubitativa se mordió los labios. - ¿Crees que tu familia diga algo por que esté contigo? - Porque por muy buena chica que pudiera ser, los escándalos de su madre pasaban de boca en boca con muchísima velocidad. Lo dicho, el chisme era el deporte predilecto. Y lo que pudieran pensar los Gilbert de ella le preocupaba y mucho. No quería que fueran a llevarse una idea equivocada de que estaba con Lucas sólo por interés.
- ...porque la verdad es que te querría de la misma manera y seguiría soñando contigo aún si estuvieras tan en bancarrota como yo. - Y aunque iba en tono de broma era la más sincera de las verdades, una que sellaba con un nuevo beso en su mejilla.
- ... o que salía contigo, cosas así... - A veces los soñaba paseando por un jardín impresionante. Esos sueños eran los que más le gustaban porque, a diferencia de las misiones interestelares para preservar la paz mundial, esos no le dejaban con la sensación de saber que era todo un sueño. Aquellas veces en la que los imaginaba a los dos a solas, de una manera muy distinta a la que estaban ahora, lo sentía todo tan vívido y real que más que sueños parecían recuerdos.
Mentiría si dijera que nunca había soñado con Lucas de aquella manera. Podía ser muy inocente en cuanto a sus acciones y lo que pensaba sobre los demás y no entender chistes con doble sentido, pero no era de piedra. Nunca lo comentaba con nadie obviamente, ni siquiera con Kara o Sydney, pero más de una vez le había pasado y los días que eso pasaba no había manera de quitarle el sonrojo en horas. Esos días solían coincidir con aquellos en los que más vehementemente se escondía de él porque no soportaba la vergüenza de verlo a la cara después de soñarse haciendo cosas con él. De tan solo recordarlo ya las mejillas se le habían vuelto a ruborizar y fiel a su tic nervioso se pasó los dedos por la punta del cabello. La risa nerviosa le acababa de ganar.
Se acercó más a él cuando le pasó el brazo por los hombros cuando salían del edificio, sonriendo por la complicidad con la que le susurraba. Curioso que hacía poco más de 24 horas imaginarse así, a esa cercanía de él, le hubiera parecido una locura y ahora no quería separarse ni un centímetro. - Si, lo que sea. - Le respondió y echó a reír cuando la primera pregunta llegó. ¿Que cuántos chicos antes que él le habían gustado? No muchos, no era muy enamoradiza en el sentido de que fuera por la vida fijándose en todo el mundo. - Bueno, hubo un chico en el colegio pero nunca pasó nada. Se llama Brian, era del equipo de fútbol entonces. Y tuve un crush con el Sheriff un tiempo, pero por favor no le digas a nadie, qué vergüenza. - Se cubrió el rostro con una mano como si en verdad estuviera mortificada por eso de que le hubiera llamado la atención un hombre casado pero la verdad era que apenas y aguantaba la risa. Y es que Robert Monroe siempre había sido muy bueno con ella a pesar de todos los problemas que la otra Montgomery "conocida" en el pueblo le daba. De cualquier manera eso había sido algo muy platónico y el enamoramiento no le duró mucho.
La segunda pregunta, mucho más seria, le vino a sorprender un poco. No demasiado, porque en algún momento iba a llegar, aunque no la esperaba en ese momento. Verlo tan preocupado le pareció tierno y ella se apresuró en besarle la mejilla para tranquilizarlo. - Está bien, no pasa nada. - Le aseguró. No era su tema favorito de conversación, obviamente, pero tampoco se deprimía por hablarlo. Ya no, por lo menos. - Se que debe ser rubio y de ojos claros porque ni mi mamá ni mi abuela tienen los ojos azules y de algún lado los debí sacar. Y... pues poco más. - Torció ligeramente los labios. Si a veces, cuando se miraba al espejo, no veía nada de su madre reflejado en ella. Ni la forma de los ojos o la boca ni la nariz ni siquiera las orejas. Tampoco el tono de piel o el tipo de cabello. Entonces deducía que debía parecerse mucho a su padre, porque de otra manera costaba creer que compartía sangre con quien le había traído al mundo.
- Y es raro, quiero decir. En algún lado de Storybrooke tiene que estar y debe saber que existo porque aquí todo el mundo se entera de todo. - Se rascó un poco la nuca al decirlo. Vaya que el chisme parecía ser el pasatiempo de predilección local. - Pero si en 23 años nunca me ha buscado... bueno, esa es decisión suya. Y trato de que eso no me defina. Aunque tal vez sí lo conocí de muy pequeñita y no recuerdo bien. A veces sueño con un hombre que creo que es él. - Rubio también, de sonrisa gentil. No lo que uno esperaría de un padre desobligado. En fin.
Iban acercándose a la zona comercial del pueblo siguiendo el rumbo que Phoebe marcaba. A pesar de lo delicado del tema no se le veía que sus ánimos hubieran decaído ni un poco. Así era ella, optimista y tal vez hasta más fuerte de lo que se daba crédito. Pero ahora que Lucas había sacado el tema sentía que en realidad tenía que preguntar. Así que volteó a mirarlo y algo dubitativa se mordió los labios. - ¿Crees que tu familia diga algo por que esté contigo? - Porque por muy buena chica que pudiera ser, los escándalos de su madre pasaban de boca en boca con muchísima velocidad. Lo dicho, el chisme era el deporte predilecto. Y lo que pudieran pensar los Gilbert de ella le preocupaba y mucho. No quería que fueran a llevarse una idea equivocada de que estaba con Lucas sólo por interés.
- ...porque la verdad es que te querría de la misma manera y seguiría soñando contigo aún si estuvieras tan en bancarrota como yo. - Y aunque iba en tono de broma era la más sincera de las verdades, una que sellaba con un nuevo beso en su mejilla.
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Re: Date Night [Lucas *-*]
- Prefiero el segundo sueño.- Dijo sinceramente. Si los sueños eran lo que más deseabas… No habría estado mal enfrentarse a las fuerzas alienígenas en compañía de Phoebe, pero seguro que no habrían durado ni dos segundos. Prefería mil veces que soñara con una tranquila cita, aunque no habrían estado mal otros sueños más sugerentes.
De nuevo se fijó en que se acariciaba las puntas; estaba nerviosa, ahora ya lo había aprendido. ¿Nerviosa por hablar de que sueños tenia? ¿O más bien nerviosa por no hablar de otros sueños que tenía? Sonrió con suficiencia, después de todo iba a resultar que Phoebe no era tan inocente como parecía al principio. La habría molestado un poco con el tema si no fuera por la risa nerviosa que siguió al tick; le dio ternura y obvió sus deducciones. Aunque ahora se sentía un poco mejor sabiendo que no era el único de los dos que pensaba indecencias con el otro. Y que tampoco quedaban tan lejanas en la realidad… esperaba.
- Que típico, Phoebe. – Levantó las cejas con incredulidad. – Todas las chicas se enamoran en algún momento de alguien del equipo de turno. – Y eso a Lucas le fastidiaba porque nunca había pertenecido a ningún equipo, se le daba mejor en solitario. Pero de nuevo la chica volvió a sorprenderle con lo del Sheriff. - ¡Eso ya me gusta más! Aunque sinceramente, tiene cara de mala leche.
Pues vaya, estaba visto que no conocía a Phoebe; Lucas jamás habría pensado que se pudiera enamorar como cualquier quinceañera de un ídolo de la escuela, o de un hombre casado y mayor que ella. Era divertido descubrir cosas nuevas de la gente. Y le gustaba que su chica le contara cosas que no sabía nadie más.
No sabía cómo le habían pasado por la mente dos preguntas tan diferentes, aunque las dos eran personales; pero la primera era más por cotillear y la segunda era un tema más peliagudo, aunque pareció que no le había importado que le preguntara sobre su padre. Bien, todavía no había metido la pata.
- Es verdad. – En ese pueblo todos sabían de todos y nadie se iba ni llegaba nunca, siempre había las mismas personas por la calle; excepto Lucy y Liam claro, todo Storybrooke se había enterado de su llegada, porque las novedades no pasaban inadvertidas. - ¿Y no se te hace raro pensar que cualquier hombre rubio podría ser tu padre? – Él no podría vivir sin saber quién era uno de sus progenitores. - ¿Te gustaría saber quién es? Aunque no se pueda recuperar el tiempo perdido o aunque no quieras ni tenerle cerca… ¿no tienes curiosidad?
Sería horrible ir andando por la calle y fijarte en si la persona que tienes delante comparte algún rasgo contigo, sin llegar a saber si también compartes su sangre o es solo una casualidad. Tal como era Lucas, no habría parado hasta descubrir quién era, aunque quizás luego no habría hecho nada al respecto.
- ¿No podría ser que no supiera que existes? – Se le ocurrió de repente, pero luego se sintió tonto, seguro que Phoebe ya había pensado en eso. Decidió bromear un poco. – Pues suponiendo que ha de ser rubio y con ojos azules… ¡podríamos ser hermanos! – Se rió y la estrujó un poco.
Aunque ahora ya paseaban por calles un poco más concurridas que las anteriores Lucas no se estaba fijando en la gente, para él era como si todavía estuvieran en la azotea del viejo edificio, ellos dos solos sin cotillas alrededor. Pero seguro que a nadie con quien se cruzaba le pasaba por alto el hecho de que andaban juntos y agarrados. Sonrió ante la idea. No le molestaba para nada que todo Storybrooke se enterara que estaba saliendo con Phoebe, incluso le alegraba.
- Supongo que no… - Respondió no muy convencido. Como a sus padres siempre les gustaban las chicas con las que salía no se había ni planteado que la madre de ella pudiera ser un problema. – Mis padres son buena gente y no se meten mucho en mi vida. – Estaba orgulloso de que sus padres confiaran en él suficiente como para dejarle tomar sus propias decisiones.
Sonrió después del comentario. No era justo. Esas cosas se decían en sitios más tranquilos, no en la zona comercial. Quería besarla en ese mismo momento, pero no un simple beso en los labios, besarla de verdad; y no podía hacer eso en mitad de la zona más poblada de Storybrooke. El suave roce su los labios de Phoebe contra su mejilla no ayudó a disminuir esa sensación. Ahora estaba incomodo.
- No hagas eso. – Le pidió. – Si dices cosas así tengo ganas de tirarme sobre ti, y me cuesta controlarme. – Suspiró.
Y atención porque 20 días más tarde hago mi reaparición en nuestra cita! XD
De nuevo se fijó en que se acariciaba las puntas; estaba nerviosa, ahora ya lo había aprendido. ¿Nerviosa por hablar de que sueños tenia? ¿O más bien nerviosa por no hablar de otros sueños que tenía? Sonrió con suficiencia, después de todo iba a resultar que Phoebe no era tan inocente como parecía al principio. La habría molestado un poco con el tema si no fuera por la risa nerviosa que siguió al tick; le dio ternura y obvió sus deducciones. Aunque ahora se sentía un poco mejor sabiendo que no era el único de los dos que pensaba indecencias con el otro. Y que tampoco quedaban tan lejanas en la realidad… esperaba.
- Que típico, Phoebe. – Levantó las cejas con incredulidad. – Todas las chicas se enamoran en algún momento de alguien del equipo de turno. – Y eso a Lucas le fastidiaba porque nunca había pertenecido a ningún equipo, se le daba mejor en solitario. Pero de nuevo la chica volvió a sorprenderle con lo del Sheriff. - ¡Eso ya me gusta más! Aunque sinceramente, tiene cara de mala leche.
Pues vaya, estaba visto que no conocía a Phoebe; Lucas jamás habría pensado que se pudiera enamorar como cualquier quinceañera de un ídolo de la escuela, o de un hombre casado y mayor que ella. Era divertido descubrir cosas nuevas de la gente. Y le gustaba que su chica le contara cosas que no sabía nadie más.
No sabía cómo le habían pasado por la mente dos preguntas tan diferentes, aunque las dos eran personales; pero la primera era más por cotillear y la segunda era un tema más peliagudo, aunque pareció que no le había importado que le preguntara sobre su padre. Bien, todavía no había metido la pata.
- Es verdad. – En ese pueblo todos sabían de todos y nadie se iba ni llegaba nunca, siempre había las mismas personas por la calle; excepto Lucy y Liam claro, todo Storybrooke se había enterado de su llegada, porque las novedades no pasaban inadvertidas. - ¿Y no se te hace raro pensar que cualquier hombre rubio podría ser tu padre? – Él no podría vivir sin saber quién era uno de sus progenitores. - ¿Te gustaría saber quién es? Aunque no se pueda recuperar el tiempo perdido o aunque no quieras ni tenerle cerca… ¿no tienes curiosidad?
Sería horrible ir andando por la calle y fijarte en si la persona que tienes delante comparte algún rasgo contigo, sin llegar a saber si también compartes su sangre o es solo una casualidad. Tal como era Lucas, no habría parado hasta descubrir quién era, aunque quizás luego no habría hecho nada al respecto.
- ¿No podría ser que no supiera que existes? – Se le ocurrió de repente, pero luego se sintió tonto, seguro que Phoebe ya había pensado en eso. Decidió bromear un poco. – Pues suponiendo que ha de ser rubio y con ojos azules… ¡podríamos ser hermanos! – Se rió y la estrujó un poco.
Aunque ahora ya paseaban por calles un poco más concurridas que las anteriores Lucas no se estaba fijando en la gente, para él era como si todavía estuvieran en la azotea del viejo edificio, ellos dos solos sin cotillas alrededor. Pero seguro que a nadie con quien se cruzaba le pasaba por alto el hecho de que andaban juntos y agarrados. Sonrió ante la idea. No le molestaba para nada que todo Storybrooke se enterara que estaba saliendo con Phoebe, incluso le alegraba.
- Supongo que no… - Respondió no muy convencido. Como a sus padres siempre les gustaban las chicas con las que salía no se había ni planteado que la madre de ella pudiera ser un problema. – Mis padres son buena gente y no se meten mucho en mi vida. – Estaba orgulloso de que sus padres confiaran en él suficiente como para dejarle tomar sus propias decisiones.
Sonrió después del comentario. No era justo. Esas cosas se decían en sitios más tranquilos, no en la zona comercial. Quería besarla en ese mismo momento, pero no un simple beso en los labios, besarla de verdad; y no podía hacer eso en mitad de la zona más poblada de Storybrooke. El suave roce su los labios de Phoebe contra su mejilla no ayudó a disminuir esa sensación. Ahora estaba incomodo.
- No hagas eso. – Le pidió. – Si dices cosas así tengo ganas de tirarme sobre ti, y me cuesta controlarme. – Suspiró.
Y atención porque 20 días más tarde hago mi reaparición en nuestra cita! XD
Lucas R. Gilbert- Realeza
- Soy : Príncipe Thomas / Asquerosamente rico
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Fecha de inscripción : 26/06/2012
Re: Date Night [Lucas *-*]
- Ay, vamos, si en algún momento todos los chicos suspiran por las animadoras también. – Le respondió entre risas cuando comenzaba a picarla con lo de su enamoramiento adolescente del futbolista, había sido una bobería, claro, pero tampoco iba a negarlo. En comparación, cuando se mostraba mucho más interesado en aquel crush que tuvo con el Sheriff echó a reír con más ganas, sintiendo que el rostro entero se le ponía rojo por la vergüenza. – ¿Y por qué te gusta más? ¡Y no tiene cara de mala leche! A ver, me vas a decir que tu nunca nunca nunca jamás de los jamases llegaste a mirar con ojitos de amor a… ¡no sé, tu profesora guapa de matemáticas o algo así! – Se lo tomaba todo a chiste, porque era una persona muy risueña y la verdad que estando con Lucas sentía que no había nada que la pudiera incomodar. Además, no era que hubiera comenzado a mandarle cartitas de amor al Sheriff Monroe o se le hubiera insinuado indecentemente ni cualquier otra cosa. Un enamoramiento inocentito, platónico y a la distancia. Nunca había soñado con él, por ejemplo, como hacía con Lucas. Ni salvando al mundo, ni teniendo citas, ni haciendo otras cosas.
Sin embargo comenzar a hablar de su padre no era motivo de broma en lo absoluto. Tomó algo de aire porque entre tanta risa había perdido el aliento y negó suavemente con la cabeza, antes de pasarse los dedos por el cabello para apartárselo del rostro. Claro que sentía curiosidad de saber quién sería su padre, pero tenía asumido ya que era una respuesta que no iba a tener. Su madre no quería dársela (y a veces hasta sentía que ni siquiera lo sabía) y a ella le hacía daño, por eso trataba de hacer su vida sin importarle que aquello no se fuera a resolver nunca.
- Si… la verdad es que cuando era más niña si me afectaba bastante, pero tampoco puedo ir por todo el pueblo preguntándole a todos los hombres rubios que veía si habían tenido algo que ver con mi mamá hacía 15 años. A veces siento que si me gustaría conocerlo… aunque sea saber quién es, no importa que nunca tengamos ninguna clase de relación, pero otros días me parece que si nunca se ha interesado en mí tal vez es para mejor. – Se encogió un poco de hombros. No lo iba a decir en voz alta, pero había ocasiones en las que sentía que enterarse que estaba fuera del pueblo o que tal vez había fallecido le darían mayor tranquilidad; saber que nunca lo iba a encontrar en comparación a preguntarse si cada hombre con el que veía un parecido, por más pequeño que fuera, podría ser él. – ¡No! ¡Ser hermanos sería una tragedia! ¡No te podría besar! – Pero aunque plantearse siquiera eso en broma sería una verdadera catástrofe no podía dejar de reír. Lucas tenía ese efecto en ella, como si estando con él nada pudiera lastimarla o hacerle daño de ninguna manera.
Por eso le preocupaba lo que los Gilbert pudieran opinar al respecto, no quería que el estar con ella pudiera traerle ninguna clase de problemas. Y no dudaba que sus padres fueran buenas personas (si Lucas lo era, ellos no podían ser muy distintos), pero lo admitía, tenía sus inseguridades como todo el mundo. Le sonrió. Si estaba convencido de que no había nada de lo que preocuparse, entonces ella le creía.
Era muy sincera cuando le decía que no le importaba cuánto dinero tenía y que para ella sería el mismo Lucas aunque no tuviera un solo centavo. Phoebe nunca había tenido dinero y por eso le constaba que no lo necesitaba para ser feliz, lo que verdaderamente importaba era el cariño de las personas. Lo que no había anticipado era la respuesta que le daría, una que tratándose de ella hizo que sus mejillas se encendieran y detuviera sus pisadas. – ¿Pero qué dices? - Una risita nerviosa se le escapó.
- No creo que… eso sea tan malo… – Le respondió en un susurro, pero aún con aquella sonrisa entre tímida y nerviosa en los labios cuando desviaba un poco la mirada, notando sus mejillas arder.
Y ya hasta acababa de olvidar que era lo que le quería enseñar en primer lugar.
Sin embargo comenzar a hablar de su padre no era motivo de broma en lo absoluto. Tomó algo de aire porque entre tanta risa había perdido el aliento y negó suavemente con la cabeza, antes de pasarse los dedos por el cabello para apartárselo del rostro. Claro que sentía curiosidad de saber quién sería su padre, pero tenía asumido ya que era una respuesta que no iba a tener. Su madre no quería dársela (y a veces hasta sentía que ni siquiera lo sabía) y a ella le hacía daño, por eso trataba de hacer su vida sin importarle que aquello no se fuera a resolver nunca.
- Si… la verdad es que cuando era más niña si me afectaba bastante, pero tampoco puedo ir por todo el pueblo preguntándole a todos los hombres rubios que veía si habían tenido algo que ver con mi mamá hacía 15 años. A veces siento que si me gustaría conocerlo… aunque sea saber quién es, no importa que nunca tengamos ninguna clase de relación, pero otros días me parece que si nunca se ha interesado en mí tal vez es para mejor. – Se encogió un poco de hombros. No lo iba a decir en voz alta, pero había ocasiones en las que sentía que enterarse que estaba fuera del pueblo o que tal vez había fallecido le darían mayor tranquilidad; saber que nunca lo iba a encontrar en comparación a preguntarse si cada hombre con el que veía un parecido, por más pequeño que fuera, podría ser él. – ¡No! ¡Ser hermanos sería una tragedia! ¡No te podría besar! – Pero aunque plantearse siquiera eso en broma sería una verdadera catástrofe no podía dejar de reír. Lucas tenía ese efecto en ella, como si estando con él nada pudiera lastimarla o hacerle daño de ninguna manera.
Por eso le preocupaba lo que los Gilbert pudieran opinar al respecto, no quería que el estar con ella pudiera traerle ninguna clase de problemas. Y no dudaba que sus padres fueran buenas personas (si Lucas lo era, ellos no podían ser muy distintos), pero lo admitía, tenía sus inseguridades como todo el mundo. Le sonrió. Si estaba convencido de que no había nada de lo que preocuparse, entonces ella le creía.
Era muy sincera cuando le decía que no le importaba cuánto dinero tenía y que para ella sería el mismo Lucas aunque no tuviera un solo centavo. Phoebe nunca había tenido dinero y por eso le constaba que no lo necesitaba para ser feliz, lo que verdaderamente importaba era el cariño de las personas. Lo que no había anticipado era la respuesta que le daría, una que tratándose de ella hizo que sus mejillas se encendieran y detuviera sus pisadas. – ¿Pero qué dices? - Una risita nerviosa se le escapó.
- No creo que… eso sea tan malo… – Le respondió en un susurro, pero aún con aquella sonrisa entre tímida y nerviosa en los labios cuando desviaba un poco la mirada, notando sus mejillas arder.
Y ya hasta acababa de olvidar que era lo que le quería enseñar en primer lugar.
Phoebe E. Montgomery- Realeza
- Soy : Ella (Cenicienta)
Mensajes : 72
Empleo /Ocio : Empleada en el hostal
Fecha de inscripción : 07/07/2012
Re: Date Night [Lucas *-*]
- Pues porque es divertido… Siempre oigo “cuando iba al instituto estaba enamoradiiiiiiiisima del capitán del equipo de futbol”. – Puso voz aguda y pestañeó varias veces como si fuera una chica. – Pero jamás me habían dicho nada del Sheriff. Eso quiere decir que eres una chica mala por fijarte en un hombre casado… - Hizo cejitas varias veces para molestarla. – Matemáticas no, la de historia. – Corrigió a Phoebe como si fuera la cosa más normal del mundo. – Y no nos quedamos solo en ojitos de amor… - Lo dejó en el aire para ver cuál era su reacción, aunque no pudo aguantar la risa mucho tiempo.
Era extraño como podían estar besándose, riéndose o hablando de temas más serios con apenas minutos de diferencia; por la confianza que se tenían parecía que llevaban toda la vida juntos, no que esa fuera su primera cita y que apenas se conocían de vista y de algunas pequeñas conversaciones fugaces.
Asintió mientras las escuchaba hablar sobre su padre. Phoebe tenía razón, después de más de 20 años ausente, aunque reapareciera en su vida nunca podría llegar a ser su padre; ella ya había crecido sin él. Quizás era mejor no conocerle… Pero vivir en la incertidumbre no era una de las opciones de Lucas, él habría removido el pueblo entero y después habría extendido su búsqueda hasta dar con él, aunque solo fuera para saber que era de él, si estaba vivo, a que se dedicaba, como le había ido la vida… Aunque claro, eso era Lucas, que lo veía desde un punto de vista externo, por mucho que lo intentara nunca sabría que se siente en una situación así.
[color=darkred]- Poder podrías. Solo que quizás estaría un poco mal visto. – Sonrió de lado a modo de desafío. [color=darkred] – Pero a mí me daría igual. – Aunque pensaba eso, seguramente la realidad habría sido otra. Por suerte, no tenían que descubrirlo.
Se paró en seco y se giró al notar un tirón en el brazo. Phoebe se había parado y sus mejillas estaban sonrosadas. Sonrió. En los últimos minutos había parecido que la timidez de la chica había desaparecido, pero le alegraba saber que seguía estando allí; era una de las cosas que más le gustaban de ella, que la hacía verse tan dulce.
- Lo sería. - Le acarició la mejilla con el pulgar y le dio un rápido beso en los labios.
Y con eso acabó de confirmar su sensación de que no tendría suficiente con ese beso. Quería más, necesitaba más, y ese no era un buen momento ni un buen lugar. No entendía porque le pasaba eso… otras veces había sentido esa fuerte necesidad, pero era algo puramente físico; con Phoebe era diferente, era como si sintiera que tenerla era lo que se suponía que tenía que hacer, como si fuera su destino. Fuera lo que fuera y por la razón que fuera, lo que tenía claro era que esa sensación no podía aguantarse mucho rato.
- Mejor sigamos andando. – Dijo un poco resignado. Estaban en medio de la calle, no era momento para dejar relucir sus instintos más básicos. – Algún día que estemos solos ya verás lo malo que hubiera sido… - Volvió a sonreír de lado, suponía que Phoebe habría entendido por donde iba.
Era extraño como podían estar besándose, riéndose o hablando de temas más serios con apenas minutos de diferencia; por la confianza que se tenían parecía que llevaban toda la vida juntos, no que esa fuera su primera cita y que apenas se conocían de vista y de algunas pequeñas conversaciones fugaces.
Asintió mientras las escuchaba hablar sobre su padre. Phoebe tenía razón, después de más de 20 años ausente, aunque reapareciera en su vida nunca podría llegar a ser su padre; ella ya había crecido sin él. Quizás era mejor no conocerle… Pero vivir en la incertidumbre no era una de las opciones de Lucas, él habría removido el pueblo entero y después habría extendido su búsqueda hasta dar con él, aunque solo fuera para saber que era de él, si estaba vivo, a que se dedicaba, como le había ido la vida… Aunque claro, eso era Lucas, que lo veía desde un punto de vista externo, por mucho que lo intentara nunca sabría que se siente en una situación así.
[color=darkred]- Poder podrías. Solo que quizás estaría un poco mal visto. – Sonrió de lado a modo de desafío. [color=darkred] – Pero a mí me daría igual. – Aunque pensaba eso, seguramente la realidad habría sido otra. Por suerte, no tenían que descubrirlo.
Se paró en seco y se giró al notar un tirón en el brazo. Phoebe se había parado y sus mejillas estaban sonrosadas. Sonrió. En los últimos minutos había parecido que la timidez de la chica había desaparecido, pero le alegraba saber que seguía estando allí; era una de las cosas que más le gustaban de ella, que la hacía verse tan dulce.
- Lo sería. - Le acarició la mejilla con el pulgar y le dio un rápido beso en los labios.
Y con eso acabó de confirmar su sensación de que no tendría suficiente con ese beso. Quería más, necesitaba más, y ese no era un buen momento ni un buen lugar. No entendía porque le pasaba eso… otras veces había sentido esa fuerte necesidad, pero era algo puramente físico; con Phoebe era diferente, era como si sintiera que tenerla era lo que se suponía que tenía que hacer, como si fuera su destino. Fuera lo que fuera y por la razón que fuera, lo que tenía claro era que esa sensación no podía aguantarse mucho rato.
- Mejor sigamos andando. – Dijo un poco resignado. Estaban en medio de la calle, no era momento para dejar relucir sus instintos más básicos. – Algún día que estemos solos ya verás lo malo que hubiera sido… - Volvió a sonreír de lado, suponía que Phoebe habría entendido por donde iba.
Lucas R. Gilbert- Realeza
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