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Cuac, cuac (+18)(Evelynn)
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:: Storybrooke :: Urbanización :: Stratford House
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Cuac, cuac (+18)(Evelynn)
Ahí estaba, apoyado contra un árbol, con los brazos cruzados y una caja de cartón aguardando junto a sus pies. Miraba la casa de la joven desde la acera de enfrente, esperando, aguardando tranquilamente. Habían pasado unos cuantos días desde el encontronazo entre ambos en la cafetería del hostal y tal como James había pensado, la venganza era un plato frío. Y nunca perdonaba una venganza, no importaba quién fuera, tenía que llevarse su merecido. El ridículo que había sentido, la vergüenza, la humillación, la rabia… eran sensaciones que tenía muy presentes y que afloraban de nuevo cuando recordaba el incidente. Miró al cielo, apretando los dientes y con los ojos entrecerrados, observando el tono anaranjado que iba cobrando el cielo a medida que el sol se ocultaba. Un molesto sonido salió de la caja de cartón, a lo que respondió dándole una patada con muy mala uva.
Lo había pasado fatal atrapando a los estúpidos bichos, ganándose miradas de incomprensión de algunos transeúntes y palabras no muy bonitas de señoras y señores que les tiraban pan a las estúpidas bestias que había metidas en la caja. Como si los patos fueran de ellos, claro. Ese era el problema, que los estúpidos vejestorios se creían los dueños de todo lo que pisaban, de todo lugar que frecuentaban y de todo ser vivo que los rodeara. Se creían que podían gobernar a diestro y siniestro por haber vivido más años. ¿De verdad? Y por eso había salido de mal humor del jodido parque, por los inútiles que había en él y porque al final había acabado cayéndose al estanque. Había tenido que nadar entre mierda de pato y pan asquerosamente húmedo. Pero lo que contaba era que al final había acabado logrando su propósito.
Cuando salió del estanque recordó el encontronazo con la rubia, porque había acabado con la ropa asquerosa, también. Había una mancha en su camiseta favorita, la que la idiota había manchado, que se resistía a salir. Lo mismo en los pantalones. Había probado de todo para deshacerse de las manchas, pero nada daba resultado y había acabado enfadado con el mundo y con la jodida lavadora, los jabones y consigo mismo. Pero si tenía algo claro era que no pensaba pagar una jodida lavandería, así que había metido la ropa en una bolsa y la había traído consigo. Que la joven le compensara por todo, por supuesto. Porque además pensaba cenar de gratis hoy. Se separó del árbol y se colocó bien su chaleco y su corbata, se sacudió sus pantalones negros y su abrigo y recogió la bolsa con una mano y la caja de cartón con ambas. Los putos patos se movían dentro de ella y tuvo ganas de tirar la caja al suelo, pegarle patadas y por último pisotearla, pero se contuvo. No podía echarlo a perder todo.
Cruzó la carretera y tocó la puerta, esperando tranquilamente. ¿Que cómo había descubierto dónde vivía? Fácil, la había seguido. Primero había recurrido a sus métodos habituales para conseguir información, pero no había conseguido nada cuando había dicho el nombre de la chica, salvo libros. Lo cual quería decir o que la estúpida escribía, lo cual tenía sentido por lo leído en su libreta (muy interesante, desde luego, puesto que se había reído mucho), o que le había dado un nombre cualquiera. Para joder. Para molestarlo a él. Poco importaba ahora, los patos eran lo primero. Siguió aguardando a que le abriera la puerta, con la caja entre las manos.
Lo había pasado fatal atrapando a los estúpidos bichos, ganándose miradas de incomprensión de algunos transeúntes y palabras no muy bonitas de señoras y señores que les tiraban pan a las estúpidas bestias que había metidas en la caja. Como si los patos fueran de ellos, claro. Ese era el problema, que los estúpidos vejestorios se creían los dueños de todo lo que pisaban, de todo lugar que frecuentaban y de todo ser vivo que los rodeara. Se creían que podían gobernar a diestro y siniestro por haber vivido más años. ¿De verdad? Y por eso había salido de mal humor del jodido parque, por los inútiles que había en él y porque al final había acabado cayéndose al estanque. Había tenido que nadar entre mierda de pato y pan asquerosamente húmedo. Pero lo que contaba era que al final había acabado logrando su propósito.
Cuando salió del estanque recordó el encontronazo con la rubia, porque había acabado con la ropa asquerosa, también. Había una mancha en su camiseta favorita, la que la idiota había manchado, que se resistía a salir. Lo mismo en los pantalones. Había probado de todo para deshacerse de las manchas, pero nada daba resultado y había acabado enfadado con el mundo y con la jodida lavadora, los jabones y consigo mismo. Pero si tenía algo claro era que no pensaba pagar una jodida lavandería, así que había metido la ropa en una bolsa y la había traído consigo. Que la joven le compensara por todo, por supuesto. Porque además pensaba cenar de gratis hoy. Se separó del árbol y se colocó bien su chaleco y su corbata, se sacudió sus pantalones negros y su abrigo y recogió la bolsa con una mano y la caja de cartón con ambas. Los putos patos se movían dentro de ella y tuvo ganas de tirar la caja al suelo, pegarle patadas y por último pisotearla, pero se contuvo. No podía echarlo a perder todo.
Cruzó la carretera y tocó la puerta, esperando tranquilamente. ¿Que cómo había descubierto dónde vivía? Fácil, la había seguido. Primero había recurrido a sus métodos habituales para conseguir información, pero no había conseguido nada cuando había dicho el nombre de la chica, salvo libros. Lo cual quería decir o que la estúpida escribía, lo cual tenía sentido por lo leído en su libreta (muy interesante, desde luego, puesto que se había reído mucho), o que le había dado un nombre cualquiera. Para joder. Para molestarlo a él. Poco importaba ahora, los patos eran lo primero. Siguió aguardando a que le abriera la puerta, con la caja entre las manos.
James H. Downey- Villanos
- Soy : Hades
Mensajes : 105
Empleo /Ocio : Médico Forense
Localización : El Inframundo
Fecha de inscripción : 26/07/2012
Re: Cuac, cuac (+18)(Evelynn)
Tiro la libreta al otro extremo del comedor junto con un grito de frustracion, pasandome una mano por el pelo, apartandomelo de la cara, molesta, enfadada. Me dejo hundir unos segundos en los blanditos cojines del sofá, con las piernas encogidas contra mi pecho, cerrando los ojos.
¿Cuándo se me ha ido tanto la inspiración? Si es cierto que a veces me bloqueo y paso un par o tres dias a lo sumo con la cabeza en blanco, del mismo color que las páginas de la libreta, pero estos dias no he conseguido escribir nada. Lo último fue lo que el idiota de forense de pacotilla me robó, que aún estoy esperando a que me lo devuelva. Cosa que sé que no hará jamás, pero bueno..
Acabo por incorporarme al cabo de unos minutos, estirandome como un gato, haciendo crujir toda la columna, quedándome despues con una sensación de cosquilleo extraño en la espalda. Me acerco al equipo de música, cambiando de disco y poniendo una canción un poco más intensa subiendo el volumen hasta que los bajos de la canción hacen vibrar casi los cristales de las ventanas. Camino en dirección a la cocina, sirviendome un buen vaso de cocacola fria y volviendo al comedor, ordenando un poco la mesilla de café que está frente al sofa, que parece estar a punto de sucumbir bajo el peso de las toneladas de libros que soporta. Voy colocandolos uno por uno en la estantería cuando llaman al timbre. Estiro la cabeza un poco a ver si llego a ver quien es a traves de la ventana, pero entre las persianas y el mal angulo desde donde estoy no veo absolutamente nada, así que dejo el vaso en la mesa y me dirijo a abrir.
Sin duda será Caleb, porque viene muchas veces a estas horas, cuando sale del trabajo, y se acomoda en mi sofa cuan largo es a ver una peli de zombis, que por cierto aun tengo los dvds por devolver, con palomitas y bebida y uans pizzas haciendose en el horno. Pero se me hace raro que no haya llamado antes, porque es lo que suele hacer, me llama o lo llamo yo, aunque alguna que otra se ha presentado de sorpresa tambien. Ni siquiera me cambio de ropa ni busco mis zapatos. Caleb me ha visto con peor ropa que unos tejanos rotos por las rodillas y una camiseta básica.
Abro a puerta con una frase en la boca dispuesta a saludar a uno de mis mejores amigos cuando abro los ojos como platos ante el hombre que tengo delante. Tan pelirrojo como la otra vez, con la misma sonrisa falsa en los labios, pero ataviado esta vez con un traje que, dios mio, le sienta mortal. Tengo que tragar saliva casi de la impresión, contemplandolo de arriba a abajo, alzando las cejas al ver una caja bajo uno de sus brazos y una bolsa anudada en la otra mano. ¿Cómo narices me ha encontrado? ¿Cómo ha podido dar con mi dirección? ¡Si no podía hacer nada con ese nombre que le dí!
-Vaya... Sr Downey... menuda sorpresa. No tenía ni idea de que sabía donde vivo... ¿Ha estado espiandome o siguiendome, acaso? pregunto con la cabeza ladeada, con la cadera apoyada en el quicio de la puerta, a medio abrir, sin la intención de dejarle pasar adentro. Tengo que hablar un poco alto, porque la música incluso desde aqu se escucha fuerte.
¿Cuándo se me ha ido tanto la inspiración? Si es cierto que a veces me bloqueo y paso un par o tres dias a lo sumo con la cabeza en blanco, del mismo color que las páginas de la libreta, pero estos dias no he conseguido escribir nada. Lo último fue lo que el idiota de forense de pacotilla me robó, que aún estoy esperando a que me lo devuelva. Cosa que sé que no hará jamás, pero bueno..
Acabo por incorporarme al cabo de unos minutos, estirandome como un gato, haciendo crujir toda la columna, quedándome despues con una sensación de cosquilleo extraño en la espalda. Me acerco al equipo de música, cambiando de disco y poniendo una canción un poco más intensa subiendo el volumen hasta que los bajos de la canción hacen vibrar casi los cristales de las ventanas. Camino en dirección a la cocina, sirviendome un buen vaso de cocacola fria y volviendo al comedor, ordenando un poco la mesilla de café que está frente al sofa, que parece estar a punto de sucumbir bajo el peso de las toneladas de libros que soporta. Voy colocandolos uno por uno en la estantería cuando llaman al timbre. Estiro la cabeza un poco a ver si llego a ver quien es a traves de la ventana, pero entre las persianas y el mal angulo desde donde estoy no veo absolutamente nada, así que dejo el vaso en la mesa y me dirijo a abrir.
Sin duda será Caleb, porque viene muchas veces a estas horas, cuando sale del trabajo, y se acomoda en mi sofa cuan largo es a ver una peli de zombis, que por cierto aun tengo los dvds por devolver, con palomitas y bebida y uans pizzas haciendose en el horno. Pero se me hace raro que no haya llamado antes, porque es lo que suele hacer, me llama o lo llamo yo, aunque alguna que otra se ha presentado de sorpresa tambien. Ni siquiera me cambio de ropa ni busco mis zapatos. Caleb me ha visto con peor ropa que unos tejanos rotos por las rodillas y una camiseta básica.
Abro a puerta con una frase en la boca dispuesta a saludar a uno de mis mejores amigos cuando abro los ojos como platos ante el hombre que tengo delante. Tan pelirrojo como la otra vez, con la misma sonrisa falsa en los labios, pero ataviado esta vez con un traje que, dios mio, le sienta mortal. Tengo que tragar saliva casi de la impresión, contemplandolo de arriba a abajo, alzando las cejas al ver una caja bajo uno de sus brazos y una bolsa anudada en la otra mano. ¿Cómo narices me ha encontrado? ¿Cómo ha podido dar con mi dirección? ¡Si no podía hacer nada con ese nombre que le dí!
-Vaya... Sr Downey... menuda sorpresa. No tenía ni idea de que sabía donde vivo... ¿Ha estado espiandome o siguiendome, acaso? pregunto con la cabeza ladeada, con la cadera apoyada en el quicio de la puerta, a medio abrir, sin la intención de dejarle pasar adentro. Tengo que hablar un poco alto, porque la música incluso desde aqu se escucha fuerte.
Evelynn Stratford- Chicas de Storybrooke
- Soy : Una persona sin final feliz
Mensajes : 224
Empleo /Ocio : Escritora anónima
Edad : 33
Localización : Cualquier sitio de Storybrooke
Fecha de inscripción : 10/08/2012
Re: Cuac, cuac (+18)(Evelynn)
La espera se hace más amena con la música que suena de fondo, llegando desde el interior de la casa y una sonrisa se forma en su rostro. Que suene justo esa canción resulta estimulante, ridículo pero gracioso. Ah, que buena canción había escogido la joven para recibirlo sin siquiera saberlo. Le molesta tener que esperar, pero piensa en que se verá recompensado más tarde y se aguanta, sacando la poca paciencia que tiene para no echar la puerta abajo, abrir la caja y soltar a los jodidos bichos dentro de la casa. Sabe que la chica está sola en su casa porque lo tiene todo planeado, porque no puede haber error. Como siempre, es muy cuidadoso a la hora de llevar a cabo sus planes, aunque luego acaben resultando un total fracaso por su propia culpa. No, no. No era su culpa, no lo era. ¡Siempre eran los demás! Y punto.
Se entretiene mirando la calle, hasta que la puerta se abre tras él, por lo que se da la vuelta y sonríe con la mayor falsedad que encuentra, aunque sabe que ella es consciente de que no es sincero. Aún así es tal la frecuencia con la que hace tal acción, que resulta un gesto monótono que incluso llega a salirle solo. Pero no se molesta en retirarlo, simplemente lo mantiene, aunque poco a poco se va mezclando con una sonrisa de satisfacción. Casi puede sentir como la barrita de orgullo sube con rapidez ante las miradas que le lanza la chica. No dice nada, no abre la boca, pero no hace falta porque se lo dice todo con sus expresiones, con su sorpresa y con esa mirada.
-Sí, eso mismo, porque no tengo mejores cosas que hacer- le espeta sincero, aunque por el tono de su voz podría interpretarse como una ironía. Pretende confundir y cree lograrlo-. Vas a hacer que me sonroje si sigues mirándome así-. Ahora es su turno de mirarla a ella y alza una ceja mientras niega con la cabeza. Es eso lo que le muestra a ella, un gesto desconforme, aunque en realidad no sea exactamente lo que piensa en esos momento. Parece que no tiene intención de dejarlo pasar y eso le divierte. Se acerca a ella, empuja la puerta y se mete dentro de la casa, sin invitación, sin nada. Una vez dentro se da la vuelta y le coloca la caja en las manos, casi empujándola-. Un regalo.
Se entretiene mirando la calle, hasta que la puerta se abre tras él, por lo que se da la vuelta y sonríe con la mayor falsedad que encuentra, aunque sabe que ella es consciente de que no es sincero. Aún así es tal la frecuencia con la que hace tal acción, que resulta un gesto monótono que incluso llega a salirle solo. Pero no se molesta en retirarlo, simplemente lo mantiene, aunque poco a poco se va mezclando con una sonrisa de satisfacción. Casi puede sentir como la barrita de orgullo sube con rapidez ante las miradas que le lanza la chica. No dice nada, no abre la boca, pero no hace falta porque se lo dice todo con sus expresiones, con su sorpresa y con esa mirada.
-Sí, eso mismo, porque no tengo mejores cosas que hacer- le espeta sincero, aunque por el tono de su voz podría interpretarse como una ironía. Pretende confundir y cree lograrlo-. Vas a hacer que me sonroje si sigues mirándome así-. Ahora es su turno de mirarla a ella y alza una ceja mientras niega con la cabeza. Es eso lo que le muestra a ella, un gesto desconforme, aunque en realidad no sea exactamente lo que piensa en esos momento. Parece que no tiene intención de dejarlo pasar y eso le divierte. Se acerca a ella, empuja la puerta y se mete dentro de la casa, sin invitación, sin nada. Una vez dentro se da la vuelta y le coloca la caja en las manos, casi empujándola-. Un regalo.
James H. Downey- Villanos
- Soy : Hades
Mensajes : 105
Empleo /Ocio : Médico Forense
Localización : El Inframundo
Fecha de inscripción : 26/07/2012
Re: Cuac, cuac (+18)(Evelynn)
Analizo unos segundos largos su sonrisa, su expresión, fría y falsa, exáctamente igual a la otra vez. Trato de descrifrar a traves de sus ojos qué es lo que trama, porque estoy completamente segura de que está aquí por su venganza. Tal vez se haya creido que soy tonta, o algo, pero sé, tras escuchar sus amenazas el otro día, que en cualquier momento en que yo baje la guardia me la jugará. Sin duda, se que está aquí por eso, para vengarse de su orgullo herido, para recuperar la reputación que perdió frente a mi, y frente a medio pueblo en la terraza de la cafetería.
Le dedico una de esas sonrisas que sé que tanto le molestan en el fondo, aunque no quiera reconocerlo.
-Apuesto a que no.. Que yo sepa por las esquelas del periodico no se ha muerto nadie últimamente, así que debe de haber tenido mucho tiempo libre para averiguar donde vivo... respondo, porque aunque lo suelte como con ironía, sé que es lo que ha hecho, a mi no me engaña... Rio ante su siguiente comentario, volviendo a repasarlo de nuevo con la mirada. -Sí, ya el día que tu te sonrojes el infierno se congelará... añado mientras alza las cejas mirándome y negando con la cabeza. ¿Qué? antes de que pueda añadir nada más se acerca a mi, y lejos de echarme para atras, me planto aún más, pero el me empuja como si fuera una mosca casi, con un gesto de lo más insignificante y alzo las cejas cuando entra en casa sin invitación ni nada.
-Nada eh... como si estuvieras en tu casa.. digo con ironía y cierro la puerta. -Veo que pese a tu infinito tiempo libre no te has molestado en aprender algunos modales básicos... le espeto justo antes de que me coloque la en las manos, empujandola contra mi alegando que es un regalo. ¿Un regalo? Eso sí que me descoloca... Sin duda sé que es parte de su venganza. Pero alguien como él no es capaz de arruinarme el día, ni la tarde, ni la noche. Pocas cosas me molestan y estoy segura de que no es capaz de molestarme, así que con una amplia sonrisa, abro la caja.
Craso error. No debería haber confiado tanto en mi, o en él. Desde luego, no pensaba que fuera capaz de esto, ni de averiguarlo.¡. Dejo caer la tapa al suelo, con los ojos como platos y notando como se me va la sangre del cuerpo, paralizandome por unos segundos, como si estuviera atada con cuerdas, observando los patos que hay dentro. Con sus plumas, con sus picos que parecen cabezas de perro, con sus garras. Hay patos, en la caja, que alzan la cabeza hacia mí en cuanto abro la caja. La dejo caer con sorpresa contra el suelo, acompañada con un grito de terror que se superpone por encima de la intensa música, y cuando la caja se estampa contra el suelo, los patos salen volando, extendiendo las alas, cloqueando, lanzandose contra mi. Vuelvo a gritar, completamente aterrada, echándome para atras cuando uno de los patos se lanza contra mi, pegando la espalda a la pared, sintiendome acorralada por los patos, por James, por la pared.
-¡¡¡¡Llevatelos!!!!¡¡¡Llevatelos, por favor, por lo que más quieras!!! grito desesperada cuando se acercan más. Lo he intentado, de verdad que lo he intentado. He ido al parque, tratando de relajarme y acercarme a menos de cinco metros de los patos, pero me superan. El terror hacia esos infernales animales es superior a todas mis fuerzas, a mi voluntad, no puedo con ellos. Respiro agitadamente, deslizandome por la pared. ¿Porqué los malditos animales huelen el miedo?¡¡Los animales siempre van a las personas que les temen!! ¡¡Maldito James, maldita la hora en que le abrí la puerta!
Le dedico una de esas sonrisas que sé que tanto le molestan en el fondo, aunque no quiera reconocerlo.
-Apuesto a que no.. Que yo sepa por las esquelas del periodico no se ha muerto nadie últimamente, así que debe de haber tenido mucho tiempo libre para averiguar donde vivo... respondo, porque aunque lo suelte como con ironía, sé que es lo que ha hecho, a mi no me engaña... Rio ante su siguiente comentario, volviendo a repasarlo de nuevo con la mirada. -Sí, ya el día que tu te sonrojes el infierno se congelará... añado mientras alza las cejas mirándome y negando con la cabeza. ¿Qué? antes de que pueda añadir nada más se acerca a mi, y lejos de echarme para atras, me planto aún más, pero el me empuja como si fuera una mosca casi, con un gesto de lo más insignificante y alzo las cejas cuando entra en casa sin invitación ni nada.
-Nada eh... como si estuvieras en tu casa.. digo con ironía y cierro la puerta. -Veo que pese a tu infinito tiempo libre no te has molestado en aprender algunos modales básicos... le espeto justo antes de que me coloque la en las manos, empujandola contra mi alegando que es un regalo. ¿Un regalo? Eso sí que me descoloca... Sin duda sé que es parte de su venganza. Pero alguien como él no es capaz de arruinarme el día, ni la tarde, ni la noche. Pocas cosas me molestan y estoy segura de que no es capaz de molestarme, así que con una amplia sonrisa, abro la caja.
Craso error. No debería haber confiado tanto en mi, o en él. Desde luego, no pensaba que fuera capaz de esto, ni de averiguarlo.¡. Dejo caer la tapa al suelo, con los ojos como platos y notando como se me va la sangre del cuerpo, paralizandome por unos segundos, como si estuviera atada con cuerdas, observando los patos que hay dentro. Con sus plumas, con sus picos que parecen cabezas de perro, con sus garras. Hay patos, en la caja, que alzan la cabeza hacia mí en cuanto abro la caja. La dejo caer con sorpresa contra el suelo, acompañada con un grito de terror que se superpone por encima de la intensa música, y cuando la caja se estampa contra el suelo, los patos salen volando, extendiendo las alas, cloqueando, lanzandose contra mi. Vuelvo a gritar, completamente aterrada, echándome para atras cuando uno de los patos se lanza contra mi, pegando la espalda a la pared, sintiendome acorralada por los patos, por James, por la pared.
-¡¡¡¡Llevatelos!!!!¡¡¡Llevatelos, por favor, por lo que más quieras!!! grito desesperada cuando se acercan más. Lo he intentado, de verdad que lo he intentado. He ido al parque, tratando de relajarme y acercarme a menos de cinco metros de los patos, pero me superan. El terror hacia esos infernales animales es superior a todas mis fuerzas, a mi voluntad, no puedo con ellos. Respiro agitadamente, deslizandome por la pared. ¿Porqué los malditos animales huelen el miedo?¡¡Los animales siempre van a las personas que les temen!! ¡¡Maldito James, maldita la hora en que le abrí la puerta!
Evelynn Stratford- Chicas de Storybrooke
- Soy : Una persona sin final feliz
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Empleo /Ocio : Escritora anónima
Edad : 33
Localización : Cualquier sitio de Storybrooke
Fecha de inscripción : 10/08/2012
Re: Cuac, cuac (+18)(Evelynn)
En un lugar como Storybrooke, tan pequeño en el que todos los habitantes se conocen y están muy unidos, ya sea para bien o para mal, el periódico no vale para nada. ¿Por qué? Las noticias corren de boca en boca y antes de tener el periódico entre las manos, ya sabes más de la mitad de las cosas. Es un gasto de papel inútil que bien podrían ahorrarse. Más valdría ir pregonando las noticias con un megáfono por todo el pueblo. Con los secretos igual. ¿Por qué? Porque en este pueblo no hay secretos. Pero no porque todos sean unos santos, porque no tengan nada que ocultar, sino porque no son capaces de guardarlos. Los pasan de boca a oreja rogando un estúpido "no se lo digas a nadie" que parece que lo que hace es incentivar a que sean contado. Él único al final que acaba desconociendo que el secreto lo sabe todo el mundo es la persona a la que más le interesa que ese secreto permanezca oculto. Obviamente, las muertes van más rápido que los secretos. Una hora después de un fallecimiento ya lo sabe todo el pueblo, es así.
-¿No es triste? Tengo trabajo pero no tengo. Quizás ahí resida que sea tan amargado, ¿no crees?-. Dice irónico. No se considera a sí mismo un amargado, hace lo que hace porque quiere, porque es así, no hay justificación posible. Y aún hay gente que busca significado, un significado oculto a sus acciones, a sus palabras, a todo lo que hace o deja de hacer. No añade ningún comentario más, simplemente se entretiene mirando a todas partes, analizando la vivienda de la chica. Sin disimulo, sin nada. Incluso se anima a toquetear algunas cosas mientras escucha la puerta cerrarse. ¿Por qué tendría que pedir él invitación para entrar cuando su mera presencia ante todos es un regalo? Más bien debería de darle las gracias por alegrar su vida con su estancia.
Deja caer la bolsa con su ropa al suelo y se cruza de brazos, apoyándose en la pared para mirar, aguardando con los ojos entrecerrados y calculadores a que abra la caja. Ruega para que la abra delante de él, para que se atreva abrirla sin sospechar nada. Espera que la abra de una sola vez, que no se atreva a mirar antes porque todo sería menos impactante. Después de escuchar su reacción la vez que le nombró los patos, supo que hacía bien metiéndolos en su plan de venganza. Sonríe con maldad cuando la caja cae al suelo, pero no se mueve. Sus gritos lo animan a sonreír más ampliamente, joder ha dado justamente en el clavo. Por una vez le sale todo perfectamente, sin ningún incidente. Porque podría haber tropezado con el escalón, con el propio piso y la caja podría habérsele caído. Y la sorpresa a la mierda. Pero no, ahí estaba. Y todo estaba saliendo mejor que en sus propios sueños. Pese a sus ruegos no se mueve, continúa sonriendo, no puede parar de hacerlo por mucho que quiera. Joder, esto es jodidamente divertido, lo disfruta como la mejor de las comidas. Lo adora.
-¿Por qué? Son un regalo. No seas maleducada, ten modales. Los regalos no se devuelven. Apechuga con ellos, ahora son tuyos-. suelta una risotada, emocionado. Se acerca incluso por detrás de un pato rezagado y da palmadas para que corra junto a los demás, a por ella.
-¿No es triste? Tengo trabajo pero no tengo. Quizás ahí resida que sea tan amargado, ¿no crees?-. Dice irónico. No se considera a sí mismo un amargado, hace lo que hace porque quiere, porque es así, no hay justificación posible. Y aún hay gente que busca significado, un significado oculto a sus acciones, a sus palabras, a todo lo que hace o deja de hacer. No añade ningún comentario más, simplemente se entretiene mirando a todas partes, analizando la vivienda de la chica. Sin disimulo, sin nada. Incluso se anima a toquetear algunas cosas mientras escucha la puerta cerrarse. ¿Por qué tendría que pedir él invitación para entrar cuando su mera presencia ante todos es un regalo? Más bien debería de darle las gracias por alegrar su vida con su estancia.
Deja caer la bolsa con su ropa al suelo y se cruza de brazos, apoyándose en la pared para mirar, aguardando con los ojos entrecerrados y calculadores a que abra la caja. Ruega para que la abra delante de él, para que se atreva abrirla sin sospechar nada. Espera que la abra de una sola vez, que no se atreva a mirar antes porque todo sería menos impactante. Después de escuchar su reacción la vez que le nombró los patos, supo que hacía bien metiéndolos en su plan de venganza. Sonríe con maldad cuando la caja cae al suelo, pero no se mueve. Sus gritos lo animan a sonreír más ampliamente, joder ha dado justamente en el clavo. Por una vez le sale todo perfectamente, sin ningún incidente. Porque podría haber tropezado con el escalón, con el propio piso y la caja podría habérsele caído. Y la sorpresa a la mierda. Pero no, ahí estaba. Y todo estaba saliendo mejor que en sus propios sueños. Pese a sus ruegos no se mueve, continúa sonriendo, no puede parar de hacerlo por mucho que quiera. Joder, esto es jodidamente divertido, lo disfruta como la mejor de las comidas. Lo adora.
-¿Por qué? Son un regalo. No seas maleducada, ten modales. Los regalos no se devuelven. Apechuga con ellos, ahora son tuyos-. suelta una risotada, emocionado. Se acerca incluso por detrás de un pato rezagado y da palmadas para que corra junto a los demás, a por ella.
James H. Downey- Villanos
- Soy : Hades
Mensajes : 105
Empleo /Ocio : Médico Forense
Localización : El Inframundo
Fecha de inscripción : 26/07/2012
Re: Cuac, cuac (+18)(Evelynn)
Cubro mi rostro con mis brazos cuando los patos se abalanzan contra mi, con la espalda pegada a la pared, acorralada en mi propia casa por unos patos. Unos patos que ha traido consigo el desgraciado de James. Aunque ahora, él es justamente en quien menos pienso, aunque le veo sonreir ampliamente, sonreir de satisfacción, de orgullo al verme humillada de tal manera.
No voy a pedirle, ni a suplicarle que se los lleve, porque no lo va a hacer y eso solo logrará aumentar su satisfacción personal, aunque eso es lo que menos me importa ahora. Uno de los patos rezagados se abalanza por el aire, asustado por las palmadas de James y echo a correr por el salón, tropezandome con la mesa de los libros, sin importarme que se caigan por el suelo, que me caiga yo tambien y que me lleve la mesilla por delante. Casi puedo oir resonar su risa malévola en mi cabeza mientras la música hace retumbar los cristales de las venanas y los libros del suelo. Aparto los libros que estan en mi camino a manotazos, pegandoles patadas a los patos que se me acercan, notando como sus horrendos y amarillentos picos me picotean en las piernas. Chillo completamente aterrada, no por el dolor, porque no duele, me he hecho peores cosas. Chillo porque me dá verdadero asco, repulsión y pavor que un pato me toque, me arañe, o me roce siquiera con sus plumas.
Pero parece que mis gritos de histeria lo único que hacen es alentar todavía más a los patos, haciendo que todos se reunan a mi alrededor, pisoteando los libros con esas patas que parecen de goma, asquerosas y... aggh.. horribles. Vuelvo a cubrirme la cabeza con los brazos, notando como si empezara a faltarme el aire. La última vez que me sentí así fue con los patos, otra vez, en el parque, el día que conocí a Khai y me salvó de ellos. Pero aqui no hay salvador dispuesto a patear patos, solo estoy yo. Agarro desesperada un libro del suelo, aferrandolo con fuerza con ambas manos y cuando uno de los patos se acerca, le doy con fuerza en la cabeza, pero solo consigo que empiece a cloquear desesperado, batiendo las alas, soltando alguna que otra pluma. Y la desesperación del pato encima parece animar a los otros, que empiezan a imitarles.
Y mientras, yo noto como si una mano invisible y fuerte me apretase en torno al cuello, impidiendome respirar bien. La última vez que me sentí así la cosa acabó en un hospital, recetandome unas pastillas que calmasen mi ansiedad, pero como no he vuelto a sufrir un ataque así, no he necesitado tomarlas más para calmarme. Hasta ahora. Y vete a saber donde estan las puñeteras pastillitas de las narices.
Golpeo al pato de nuevo con el libro cuando intenta acercarse, echándome hacia atras, arrastrandome hasta llegar a refugiarme detras del sofa, tratando de calmarme por dentro, pero el graznido de los patos que se impone por encima de la música me hace sentir como si estuviera metida dentro de una pelicula de terror, aunque para mi, esto es lo que estoy viviendo ahora. Trato de hacer llegar el aire a mis pulmones, respirando entrecortadamente, pero pronto empiezo a notar como la visión se me oscurece y la cabeza me da vueltas. Apoyo la nuca en el sofa, mirando el techo blanco como se torna más oscuro, hasta que la luz se apaga.
No voy a pedirle, ni a suplicarle que se los lleve, porque no lo va a hacer y eso solo logrará aumentar su satisfacción personal, aunque eso es lo que menos me importa ahora. Uno de los patos rezagados se abalanza por el aire, asustado por las palmadas de James y echo a correr por el salón, tropezandome con la mesa de los libros, sin importarme que se caigan por el suelo, que me caiga yo tambien y que me lleve la mesilla por delante. Casi puedo oir resonar su risa malévola en mi cabeza mientras la música hace retumbar los cristales de las venanas y los libros del suelo. Aparto los libros que estan en mi camino a manotazos, pegandoles patadas a los patos que se me acercan, notando como sus horrendos y amarillentos picos me picotean en las piernas. Chillo completamente aterrada, no por el dolor, porque no duele, me he hecho peores cosas. Chillo porque me dá verdadero asco, repulsión y pavor que un pato me toque, me arañe, o me roce siquiera con sus plumas.
Pero parece que mis gritos de histeria lo único que hacen es alentar todavía más a los patos, haciendo que todos se reunan a mi alrededor, pisoteando los libros con esas patas que parecen de goma, asquerosas y... aggh.. horribles. Vuelvo a cubrirme la cabeza con los brazos, notando como si empezara a faltarme el aire. La última vez que me sentí así fue con los patos, otra vez, en el parque, el día que conocí a Khai y me salvó de ellos. Pero aqui no hay salvador dispuesto a patear patos, solo estoy yo. Agarro desesperada un libro del suelo, aferrandolo con fuerza con ambas manos y cuando uno de los patos se acerca, le doy con fuerza en la cabeza, pero solo consigo que empiece a cloquear desesperado, batiendo las alas, soltando alguna que otra pluma. Y la desesperación del pato encima parece animar a los otros, que empiezan a imitarles.
Y mientras, yo noto como si una mano invisible y fuerte me apretase en torno al cuello, impidiendome respirar bien. La última vez que me sentí así la cosa acabó en un hospital, recetandome unas pastillas que calmasen mi ansiedad, pero como no he vuelto a sufrir un ataque así, no he necesitado tomarlas más para calmarme. Hasta ahora. Y vete a saber donde estan las puñeteras pastillitas de las narices.
Golpeo al pato de nuevo con el libro cuando intenta acercarse, echándome hacia atras, arrastrandome hasta llegar a refugiarme detras del sofa, tratando de calmarme por dentro, pero el graznido de los patos que se impone por encima de la música me hace sentir como si estuviera metida dentro de una pelicula de terror, aunque para mi, esto es lo que estoy viviendo ahora. Trato de hacer llegar el aire a mis pulmones, respirando entrecortadamente, pero pronto empiezo a notar como la visión se me oscurece y la cabeza me da vueltas. Apoyo la nuca en el sofa, mirando el techo blanco como se torna más oscuro, hasta que la luz se apaga.
Evelynn Stratford- Chicas de Storybrooke
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Re: Cuac, cuac (+18)(Evelynn)
Está disfrutando mucho con esto, muchísimo. Le encanta ver el terror en los ojos de la rubia, le encanta también sus gritos desesperados. Y todo por unos simples patos. Joder, si todas sus venganzas fueran así de efectivas y nada complicadas de hacer, a pesar de haber acabado metido en el estanque para lograr atrapar a los estúpidos bichos, su vida sería mucho más feliz. O no, pero tendría mejor humor y su ego acabaría por las nubes. ¿Y entonces qué? Que sus venganzas serían peores. Puede que llegara a salírsele de las manos, pero qué más daba. La sigue a ella y a los patos a una distancia bastante por detrás, y se queda apoyado en la pared del salón, sin inmutarse cuando tropieza y cae al suelo. Está cruzado de brazos, sonriendo complacido con todo lo que ve. Lo único que le molesta en esos momentos es la música, que le impide escuchar mejor los gritos, pero sabe que apagando el aparato de música solo atraerá la atención de vecinos y algún que otro transeúnte y eso no le conviene si quiere seguir con la "fiesta".
Le parece increíble como una persona que había parecido tan confiada frente a él, tan fuerte y altanera se encuentra ahora aterrada por unos simples patos, unos animaluchos fáciles de controlar. No sabía si empezar a llamarse a sí mismo "el encantador de patos" frente a la joven sólo para torturarla y recordarle este momento. Porque si, joder, pensaba recordarle cuando menos se lo esperaba este aterrador momento para ella, momento de diversión para él. Aplaude levemente cuando golpea a uno de los animales con un libro, admira que aún tenga fuerzas para ese tipo de cosas. Se oculta tras el sofá y la pierde de vista. Joder, ¿se había acabado ya la fiesta? Además ya no se escuchaban sus gritos de pánico. ¿De verdad? ¿Ya? Pues que aburrido, le había sabido a poco. Puede que a partir de ahora se animara a tener un pato de mascota, para echárselo de vez en cuando, cuando la viera por la calle. También la joven podría vengarse de él entrando a su casa o algo por el estilo, así que estaría bien tener un "guardián" para cuando él no estuviera. Joder, un pato guardián, que patético. Para eso que se comprara un perro, que además las putas aves lo llenaban todo de plumas y encima apestaban.
Avanza entre los patos sin miedo, apartándolos con leves empujones hasta encontrar a la rubia en el suelo, con los ojos cerrados. Suspira y se agacha junto a ella, comprobando que está inconsciente. No se siente culpable, más bien se siente aún mejor al saber que ha logrado que la joven se sienta así. Tampoco está preocupado, pero es una molestia que por algo así se gane una demanda o no sabe que mierda. La coge en brazos y la acuesta sobre el sofá. Después se entretiene durante unos minutos que se hacen eternos atrapando a todos los patos, metiéndolos dentro de la caja. Encuentra la cocina por sí solo, coge un vaso de agua y lo lleva hasta el salón. Moja sus dedos y los sacude mojando la cada de la joven. Como el resultado parece ser lento, se cansa y suspirando le echa por encima el vaso entero. Lo deja sobre la mesa y coge de la caja uno de los patos, llevándose un picotazo por el camino y se lo pone en la cara, para que al abrir los ojos lo primero que vea sea al jodido pato.
Le parece increíble como una persona que había parecido tan confiada frente a él, tan fuerte y altanera se encuentra ahora aterrada por unos simples patos, unos animaluchos fáciles de controlar. No sabía si empezar a llamarse a sí mismo "el encantador de patos" frente a la joven sólo para torturarla y recordarle este momento. Porque si, joder, pensaba recordarle cuando menos se lo esperaba este aterrador momento para ella, momento de diversión para él. Aplaude levemente cuando golpea a uno de los animales con un libro, admira que aún tenga fuerzas para ese tipo de cosas. Se oculta tras el sofá y la pierde de vista. Joder, ¿se había acabado ya la fiesta? Además ya no se escuchaban sus gritos de pánico. ¿De verdad? ¿Ya? Pues que aburrido, le había sabido a poco. Puede que a partir de ahora se animara a tener un pato de mascota, para echárselo de vez en cuando, cuando la viera por la calle. También la joven podría vengarse de él entrando a su casa o algo por el estilo, así que estaría bien tener un "guardián" para cuando él no estuviera. Joder, un pato guardián, que patético. Para eso que se comprara un perro, que además las putas aves lo llenaban todo de plumas y encima apestaban.
Avanza entre los patos sin miedo, apartándolos con leves empujones hasta encontrar a la rubia en el suelo, con los ojos cerrados. Suspira y se agacha junto a ella, comprobando que está inconsciente. No se siente culpable, más bien se siente aún mejor al saber que ha logrado que la joven se sienta así. Tampoco está preocupado, pero es una molestia que por algo así se gane una demanda o no sabe que mierda. La coge en brazos y la acuesta sobre el sofá. Después se entretiene durante unos minutos que se hacen eternos atrapando a todos los patos, metiéndolos dentro de la caja. Encuentra la cocina por sí solo, coge un vaso de agua y lo lleva hasta el salón. Moja sus dedos y los sacude mojando la cada de la joven. Como el resultado parece ser lento, se cansa y suspirando le echa por encima el vaso entero. Lo deja sobre la mesa y coge de la caja uno de los patos, llevándose un picotazo por el camino y se lo pone en la cara, para que al abrir los ojos lo primero que vea sea al jodido pato.
James H. Downey- Villanos
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Re: Cuac, cuac (+18)(Evelynn)
Pese a toda la oscuridad que me rodea, puedo seguir escuchando la música fuerte, pero por encima de la música, el cloqueo de los infernales animales, y la risa cruel de James.
De hecho, la oscuridad no es solo oscuridad, es como una de esas peliculas de niebla oscura con imagenes borrosas, y en mi cabeza aparecen las imágenes nítidas de los patos, volando de aquí para allá por el comedor de mi casa, y el rostro de James, regodeandose por haber encontrado con qué dañarme, con qué humillarme. Bueno.. al menos mi humillación n ha sido una humillación pública como la suya...
Casi puedo oler el olor asqueroso de los patos.. Es I-N-S-O-P-O-R-T-A-B-L-E.. Eso, el cloqueo de los patos, la risa de James... Juro que pienso matarlo.. lo mataré, le abriré la cabeza y bailaré la macarena sobre su cuerpo sin vida... De esta no sale...
Arrugo la nariz y la frente cuando noto algo frio, unas gotas de agua me supongo, mojarme la cara y la ladeo, intentando que no me moje, hasta que de golpe y porrazo, sin esperarmelo, una enorme cantidad de agua case sobre mi cara, haciendo que me despierte de un sobresalto. Y de nuevo allí, frente a mi cara, a menos de un palmo, hay un asqueroso pato. Quiero gritarle que le odio, que le odio con todas mis fuerzas, que le voy a matar, y que es un jodido cabrón, pero eso seria darle toda la ventaja.. y aunque hoy estoy muerta de miedo, algo de orgullo me queda todavía, y aunque haya patos en mi cada, y frente a mi cara.. es hora de recuperar mi orgullo, y mi dignidad, la poca que me queda hoy.
Aparto al bicho de un manotazo, que sale volando de sus manos y aprieto la mandibula con fuerza, temiendo por unos momentos rompere los dientes de la fuerza con la que aprito y contemplo su sonrisa, esa sonrisa que me saca ahora mismo de mis casillas, y antes de que pueda controlarme, antes de que pueda pensar en mis propios actos, llevo mi mano con fuerza a su mejilla, de tal forma que el bofetón resuena casi por encima de la música. Le doy con tal fuerza que me pica la mano.
Le miro con furia, aguantandome las lágrimas, porquetodavía me cuesta respirar y sin decirle nada me levanto, pegándole una patada a un pato que hay cerca de nosotros, evitando que se acerque más ami y me pongo a rebuscar como una loca por lo cajones de la estanteria en busca del madito potecito naranja. Odio estar asi, odio no poder respirar, odio los patos, y ahora mismo, odio a James, pero por encima de todo, me odio a mi misma por haber confiado en él.
De hecho, la oscuridad no es solo oscuridad, es como una de esas peliculas de niebla oscura con imagenes borrosas, y en mi cabeza aparecen las imágenes nítidas de los patos, volando de aquí para allá por el comedor de mi casa, y el rostro de James, regodeandose por haber encontrado con qué dañarme, con qué humillarme. Bueno.. al menos mi humillación n ha sido una humillación pública como la suya...
Casi puedo oler el olor asqueroso de los patos.. Es I-N-S-O-P-O-R-T-A-B-L-E.. Eso, el cloqueo de los patos, la risa de James... Juro que pienso matarlo.. lo mataré, le abriré la cabeza y bailaré la macarena sobre su cuerpo sin vida... De esta no sale...
Arrugo la nariz y la frente cuando noto algo frio, unas gotas de agua me supongo, mojarme la cara y la ladeo, intentando que no me moje, hasta que de golpe y porrazo, sin esperarmelo, una enorme cantidad de agua case sobre mi cara, haciendo que me despierte de un sobresalto. Y de nuevo allí, frente a mi cara, a menos de un palmo, hay un asqueroso pato. Quiero gritarle que le odio, que le odio con todas mis fuerzas, que le voy a matar, y que es un jodido cabrón, pero eso seria darle toda la ventaja.. y aunque hoy estoy muerta de miedo, algo de orgullo me queda todavía, y aunque haya patos en mi cada, y frente a mi cara.. es hora de recuperar mi orgullo, y mi dignidad, la poca que me queda hoy.
Aparto al bicho de un manotazo, que sale volando de sus manos y aprieto la mandibula con fuerza, temiendo por unos momentos rompere los dientes de la fuerza con la que aprito y contemplo su sonrisa, esa sonrisa que me saca ahora mismo de mis casillas, y antes de que pueda controlarme, antes de que pueda pensar en mis propios actos, llevo mi mano con fuerza a su mejilla, de tal forma que el bofetón resuena casi por encima de la música. Le doy con tal fuerza que me pica la mano.
Le miro con furia, aguantandome las lágrimas, porquetodavía me cuesta respirar y sin decirle nada me levanto, pegándole una patada a un pato que hay cerca de nosotros, evitando que se acerque más ami y me pongo a rebuscar como una loca por lo cajones de la estanteria en busca del madito potecito naranja. Odio estar asi, odio no poder respirar, odio los patos, y ahora mismo, odio a James, pero por encima de todo, me odio a mi misma por haber confiado en él.
Evelynn Stratford- Chicas de Storybrooke
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Re: Cuac, cuac (+18)(Evelynn)
Al fin abre los ojos y se contiene para no soltar un "ya era hora". Prefiere torturarla con el pato que tiene entre las manos, pero sorprendentemente le da un manotazo y el pato sale volando. Pobre animal, como si tuviera la culpa de algo, cuando es ella la que los teme a ellos, la que les da patadas y los golpea. Y después espera que los jodidos bichos la traten con amor. Claro que sí. Se deleita al volver a mirarla y comprobar que está enfadada, muy enfadada. ¿Que si siente miedo? No, nada. ¿Por qué debería sentir miedo él por una niña enfadada y asustada? Sin embargo, sabe que al igual que los animales, las personas cuando se ven acorraladas son más peligrosas que nunca, sin embargo no está preparado para lo que viene a continuación. El manotazo hace que su cabeza se gire hacia un lado, con la boca entreabierta. No sabe que con ese gesto lo único que hace es declarar aún más la guerra, no sabe que el contacto físico está prohibido, que si algo detesta en este puto mundo es que le toquen y mucho más si es para golpearle. Aprieta los dientes con un mosqueo que podría sentirse incluso en la plaza del pueblo. Siente la sangre hervir, tanto que en lugar del líquido rojo parece que lleva lava en sus venas. La mira con verdadero odio, pocas veces se ha sentido así y la puñetera niña ha logrado sacarlo verdaderamente de sus casillas.
No es el primer golpe que recibe, por supuesto que no. Se ha llevado muchos antes, pero los otros se los esperaba y este definitivamente no. Sabía que la chica era de armas tomar, desde el primer momento que abrió la boca en la cafetería lo supo y más tarde al seguir hablando, discutiendo, con ella, lo confirmó. Pero no esperaba tanto. ¿Qué es lo que le ocurre a James cuando alguien le hace frente así? Que sus ganas de destruir todo a su paso aumentan. No de matar gente, no. De destruir cosas. Y por ahí va a empezar. Coge el primer libro de la mesa, lo abre por la mitad y empieza a arrancar páginas, una tras otra sin detenerse hasta que deja el libro irreconocible. Acto seguido coge otro y hace lo mismo. El suelo empieza a llenarse de hojas de papel, que se amontonan junto a las plumas de los patos. Cuando siente que quiere parar, el dolor en su mejilla, el ardor, le recuerda qué ha pasado y sus ganas se renuevan. Sabe que si no destruye cosas materiales acaba por destruirla a ella.
Sigue con algunos cd's de las estanterías, partiéndolos por la mitad para luego dejarlos caer al suelo. Divisa la televisión en el lugar, camina hacia ella con paso decidido y le da una patada, haciendo que caiga al suelo. El sonido que hace es enorme un "chaf" en su interior le indica que está rota y que será imposible repararla, sobre todo porque la pantalla se ha quebrado. Se detiene entonces y se echa el pelo para atrás, está sudando. Luego la mira, la reta con la mirada y la cabeza bien alta. Porque nadie juega con James Howard Downey. Nadie.
No es el primer golpe que recibe, por supuesto que no. Se ha llevado muchos antes, pero los otros se los esperaba y este definitivamente no. Sabía que la chica era de armas tomar, desde el primer momento que abrió la boca en la cafetería lo supo y más tarde al seguir hablando, discutiendo, con ella, lo confirmó. Pero no esperaba tanto. ¿Qué es lo que le ocurre a James cuando alguien le hace frente así? Que sus ganas de destruir todo a su paso aumentan. No de matar gente, no. De destruir cosas. Y por ahí va a empezar. Coge el primer libro de la mesa, lo abre por la mitad y empieza a arrancar páginas, una tras otra sin detenerse hasta que deja el libro irreconocible. Acto seguido coge otro y hace lo mismo. El suelo empieza a llenarse de hojas de papel, que se amontonan junto a las plumas de los patos. Cuando siente que quiere parar, el dolor en su mejilla, el ardor, le recuerda qué ha pasado y sus ganas se renuevan. Sabe que si no destruye cosas materiales acaba por destruirla a ella.
Sigue con algunos cd's de las estanterías, partiéndolos por la mitad para luego dejarlos caer al suelo. Divisa la televisión en el lugar, camina hacia ella con paso decidido y le da una patada, haciendo que caiga al suelo. El sonido que hace es enorme un "chaf" en su interior le indica que está rota y que será imposible repararla, sobre todo porque la pantalla se ha quebrado. Se detiene entonces y se echa el pelo para atrás, está sudando. Luego la mira, la reta con la mirada y la cabeza bien alta. Porque nadie juega con James Howard Downey. Nadie.
James H. Downey- Villanos
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Re: Cuac, cuac (+18)(Evelynn)
Tiro las cosas del cajón al suelo, volcandolo de lado hasta que todo el contenido cae al suelo y me agacho, rebuscando entre todos los adornos, libretitas, boligrafos y demás porquería que ahora me parece ridículamente inutil hasta que doy con el pequeño botecito de plástico de color naranja algo transparente. Lo abro a la desesperada mientras oigo el cloqueo de los patos por el salón y dejo caer en la palma extendida de la mano unas cuantas pastillas, metiendomelas de golpe en la boca, una, dos, tres, no sé cuantas en realidad, he ido tan a la implsiva que no me he parado a pensar en realidad cuantas eran necesarias.
Trago las pastillas, tratando de calmarme, dejándo el bote en la estantería, girandome para mirar a James aún con los latidos en mi pecho latiendo a mil por segundo. Pero si yo estoy roja de la rabia y de la ira, él lo está más. Le había visto ponerse rojo en la cafetería, pero ni de lejos tanto como lo estña ahora. De hecho, ahora, llego a pensar que su piel va a acabar ardiendo de tan rojo que está. Seguro que si le toco la mejilla me quemo la piel. Sé que le he cabreado, sé que no he debido hacerlo, y sé que con esto me he ganado su odio para siempre... pero ha-traido-patos!!!!
Le veo tomar entre sus manos uno de los libros de la mesa, abriendolo por la mitad como si fuera a leerlo, que por un microsegundo es lo que pienso, pero acto seguido, agarra un par de páginas y las arranca sin más, pero no para, no se detiene, sigue arrancando páginas y páginas del libro bajo mi mirada, vidriosa y casi llorosa por el dolor de ver como un libro es descuartizado de una manera tan brutal. Nunca, nuca jamás en mi vida he roto un libro, porque los valoro, y los cuido como si fueran mi vida. No arrugo las páginas, ni las arranco, ni escribo en ellas, ni doblo las esquinas de las tapas... Todos los libros que hay en mi casa estan perfectamente conservados, con sus páginas y sus cubiertas en perfecto estado.
Y ahí está James, con el libro entre las manos, arrancando hoja por hoja hasta que solo quedan las tapas duras de pasta de la cubierta y el suelo a su alrededor está cubierto de las páginas mutiladas. Cuando veo que alarga su mano y coje el segundo, quiero gritarle que pare, quiero suplicarle que deje de destrozarme los libros, porque para mí son importantes.. y el lo sabe, por eso los está destrozando, porque él ataca a tus miedos, o a las cosas que te importan.
Contemplo, de rodillas en el suelo junto a la pequeña mesilla, de forma impotente como James destroza el segundo libro sin contemplaciones, con la ira grabada en su rostro enrojecido.
-James.. susurro su nombre en un intento desesperado de decirle que pare. No me importa pedirselo, quiero que pare, quiero que deje mis libros, quiero que deje de destrozar mis mundos a los que huyo cuando el mundo es una mierda y todo está mal. Por suerte, no sé si es porque le he llamado o qué pero se aparta de los libros y dirige su furia destructiva hacia los cd's de música de las estanterias, partiendolos por la mitad en sus manos como si no fueran más que simples hojas, tirando los cds al suelo. Y tambien me da rabia, porque son todos originales y cuestan una pasta, pero me sabe menos mal que me rompa los cds a que me rompa los libros. Me pongo en pie, ayudandome de la mesilla para levantarme, porque me tiemblan un poco las rodillas todavía. El pato que me ha despertado se ha perdido por uno de los pasillos que lleva a las habitaciones, y los otros, no tengo ni idea de donde estan, y sinceramente, mejor para mi.
Escucho un crujido y levanto la vista justo para ver como una de sus largas piernas le pega una patada a mi televisor, tirandolo al suelo cubierto de cds, plumas de pato y hojas arrigadas, observando la gran raja que se ha quedado en medio de la pantalla. Aprieto la mandibula y cierro los puños con fuerza, contemplando como se gira. Lo veo casi a cámara lenta, como en una de esas estúpidas peliculas romanticas ñoñas y cursis que tanto odio. Se lleva la mano al pelo, echandoselo para atras con los ojos cerrados, aspirando una bocanada de aire mientras el sudor por el esfuerzo destructivo resbala por su frente.
Si esto fuera una película, yo me habría quedado congelada ante esa escena, semejánte visión... Y aunque no sea una pelicula, lamentablemente tengo que reconocer que ha sido así. Me quedo clavada en el sitio, con la boca completamente seca, contemplando como sus ojos se clavan en los mios, esos ojos azules, frios, perversos y provocadores me incitan a que vuelva a acercarme, a que vuelva a abofetearle. Cruzo el espacio que nos separa en apenas dos zancadas y llevo mis manosa su cuello de la camisa, cerrandolas allí y empujandole contra la estantería con todas las fuerzas que mi debil y asustado cuerpo me permiten, notando como su cuerpo choca contra la estantería y del golpe tira varios libros y algún que otro cd. Quiero gritarle, quiero decirle que le odio, que es el ser más idiota con el que me he ido a topar, porque todo eso es cierto... pero tambien son ciertas otras cosas que me averguenzo un poco de sentir.
-No sabes con quien te estas metiendo James... Ten en cuenta que vas a pagar muy caro todo esto... le digo completamente seria. Creo que nunca en mi vida me he puesto tan seria como estoy ahora, de puntillas, tratando de estar a su altura, de tener los ojos frente a los suyos. -Vas a pagar cada céntimo.. de lo que has destrozado, de la tele, de los discos de música, de los libros.. ¡¡DE MI PROPIA SALUD!! acabo gritandolo y pegándo mis pulos más al cuello de su camisa, en un intento de zarandearlo, golpeandole de nuevo contra la estantería.¡¡NO TE HACES NI UNA PUÑETERA IDEA DE TODO LO QUE VAS A PAGARME!! aunque lo intente, no puedo calmarme. De nuevo, mi respiración se vuelve a agitar por el enfado. La rabia fluye dentro de mí. Quiero hacerle daño, pero a la vez tenerle tan cerca me produce otro tipo de sensaciones. Sensaciones diferentes al odio, muy cercanas a él. -Eres un cabrón, James.. un amargado de la vida que solo disfruta haciendo daño a los demás, molestandolos.. viendolos sufrir... le espeto con rabia, con frustracion, con los dientes apretados, son soltarle, de puntillas, apresandole contra la estanteria. Y lo peor es que eso me gusta... Clavo mi mirada en sus ojos, dirigiendole una de sus mismas miradas asesinas, y cuando quiero darme cuenta de lo que hago, o más importante todavía, el porqué lo hago, me pongo aún más de puntillas y busco sus labios, besándolos con toda la rabia contenida, con la misma furia con la que él rompía mis libros, con ganas de morderselos y arrancarselos si hace falta.
Trago las pastillas, tratando de calmarme, dejándo el bote en la estantería, girandome para mirar a James aún con los latidos en mi pecho latiendo a mil por segundo. Pero si yo estoy roja de la rabia y de la ira, él lo está más. Le había visto ponerse rojo en la cafetería, pero ni de lejos tanto como lo estña ahora. De hecho, ahora, llego a pensar que su piel va a acabar ardiendo de tan rojo que está. Seguro que si le toco la mejilla me quemo la piel. Sé que le he cabreado, sé que no he debido hacerlo, y sé que con esto me he ganado su odio para siempre... pero ha-traido-patos!!!!
Le veo tomar entre sus manos uno de los libros de la mesa, abriendolo por la mitad como si fuera a leerlo, que por un microsegundo es lo que pienso, pero acto seguido, agarra un par de páginas y las arranca sin más, pero no para, no se detiene, sigue arrancando páginas y páginas del libro bajo mi mirada, vidriosa y casi llorosa por el dolor de ver como un libro es descuartizado de una manera tan brutal. Nunca, nuca jamás en mi vida he roto un libro, porque los valoro, y los cuido como si fueran mi vida. No arrugo las páginas, ni las arranco, ni escribo en ellas, ni doblo las esquinas de las tapas... Todos los libros que hay en mi casa estan perfectamente conservados, con sus páginas y sus cubiertas en perfecto estado.
Y ahí está James, con el libro entre las manos, arrancando hoja por hoja hasta que solo quedan las tapas duras de pasta de la cubierta y el suelo a su alrededor está cubierto de las páginas mutiladas. Cuando veo que alarga su mano y coje el segundo, quiero gritarle que pare, quiero suplicarle que deje de destrozarme los libros, porque para mí son importantes.. y el lo sabe, por eso los está destrozando, porque él ataca a tus miedos, o a las cosas que te importan.
Contemplo, de rodillas en el suelo junto a la pequeña mesilla, de forma impotente como James destroza el segundo libro sin contemplaciones, con la ira grabada en su rostro enrojecido.
-James.. susurro su nombre en un intento desesperado de decirle que pare. No me importa pedirselo, quiero que pare, quiero que deje mis libros, quiero que deje de destrozar mis mundos a los que huyo cuando el mundo es una mierda y todo está mal. Por suerte, no sé si es porque le he llamado o qué pero se aparta de los libros y dirige su furia destructiva hacia los cd's de música de las estanterias, partiendolos por la mitad en sus manos como si no fueran más que simples hojas, tirando los cds al suelo. Y tambien me da rabia, porque son todos originales y cuestan una pasta, pero me sabe menos mal que me rompa los cds a que me rompa los libros. Me pongo en pie, ayudandome de la mesilla para levantarme, porque me tiemblan un poco las rodillas todavía. El pato que me ha despertado se ha perdido por uno de los pasillos que lleva a las habitaciones, y los otros, no tengo ni idea de donde estan, y sinceramente, mejor para mi.
Escucho un crujido y levanto la vista justo para ver como una de sus largas piernas le pega una patada a mi televisor, tirandolo al suelo cubierto de cds, plumas de pato y hojas arrigadas, observando la gran raja que se ha quedado en medio de la pantalla. Aprieto la mandibula y cierro los puños con fuerza, contemplando como se gira. Lo veo casi a cámara lenta, como en una de esas estúpidas peliculas romanticas ñoñas y cursis que tanto odio. Se lleva la mano al pelo, echandoselo para atras con los ojos cerrados, aspirando una bocanada de aire mientras el sudor por el esfuerzo destructivo resbala por su frente.
Si esto fuera una película, yo me habría quedado congelada ante esa escena, semejánte visión... Y aunque no sea una pelicula, lamentablemente tengo que reconocer que ha sido así. Me quedo clavada en el sitio, con la boca completamente seca, contemplando como sus ojos se clavan en los mios, esos ojos azules, frios, perversos y provocadores me incitan a que vuelva a acercarme, a que vuelva a abofetearle. Cruzo el espacio que nos separa en apenas dos zancadas y llevo mis manosa su cuello de la camisa, cerrandolas allí y empujandole contra la estantería con todas las fuerzas que mi debil y asustado cuerpo me permiten, notando como su cuerpo choca contra la estantería y del golpe tira varios libros y algún que otro cd. Quiero gritarle, quiero decirle que le odio, que es el ser más idiota con el que me he ido a topar, porque todo eso es cierto... pero tambien son ciertas otras cosas que me averguenzo un poco de sentir.
-No sabes con quien te estas metiendo James... Ten en cuenta que vas a pagar muy caro todo esto... le digo completamente seria. Creo que nunca en mi vida me he puesto tan seria como estoy ahora, de puntillas, tratando de estar a su altura, de tener los ojos frente a los suyos. -Vas a pagar cada céntimo.. de lo que has destrozado, de la tele, de los discos de música, de los libros.. ¡¡DE MI PROPIA SALUD!! acabo gritandolo y pegándo mis pulos más al cuello de su camisa, en un intento de zarandearlo, golpeandole de nuevo contra la estantería.¡¡NO TE HACES NI UNA PUÑETERA IDEA DE TODO LO QUE VAS A PAGARME!! aunque lo intente, no puedo calmarme. De nuevo, mi respiración se vuelve a agitar por el enfado. La rabia fluye dentro de mí. Quiero hacerle daño, pero a la vez tenerle tan cerca me produce otro tipo de sensaciones. Sensaciones diferentes al odio, muy cercanas a él. -Eres un cabrón, James.. un amargado de la vida que solo disfruta haciendo daño a los demás, molestandolos.. viendolos sufrir... le espeto con rabia, con frustracion, con los dientes apretados, son soltarle, de puntillas, apresandole contra la estanteria. Y lo peor es que eso me gusta... Clavo mi mirada en sus ojos, dirigiendole una de sus mismas miradas asesinas, y cuando quiero darme cuenta de lo que hago, o más importante todavía, el porqué lo hago, me pongo aún más de puntillas y busco sus labios, besándolos con toda la rabia contenida, con la misma furia con la que él rompía mis libros, con ganas de morderselos y arrancarselos si hace falta.
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Re: Cuac, cuac (+18)(Evelynn)
No pasan desapercibidas las reacciones ante sus movimientos de la rubia. Sabe que cada página que ha arrancado de los libros le ha dolido, que cada cd destruido le ha molestado y que el golpe a la televisión ha sido la gota que ha colmado el vaso. Se siente muy enfadado, demasiado molesto como para hablar y soltar uno de sus mordaces comentarios, pero aún así satisfecho. También está cansado y suda no solo por tanto movimiento, sino también porque siente calor, porque la sangre le hierve terriblemente y se cree incluso capaz de asesinar. Pero le gusta, le encanta. Nunca había llevado algo tan lejos y se siente tan bien consigo mismo que sería incluso capaz de casarse consigno mismo en el caso de que pudiera. Se ama, se adora. Puede que los únicos buenos sentimientos que sienta hacia otra persona sea hacia sí mismo, porque al mirar a la loca de los patos lo único que siente es una renovada ira y deseos de estrangular. Incluso se le pasa por la cabeza agarrar otro jodido pato y golpearla con él hasta acabar con la vida del animal. Y con la de ella si tiene suerte.
Su cabeza no baja ni un ápice, mantiene su posición orgullosa mientras s acerca. Y por los dioses ruega que no se atreva a volver a tocarle la cara, porque firmará su sentencia de muerte. Porque preferirá vivir con un puto pato, casarse con el animal antes que soportar lo que James prepararía para ella. ¿Los patos comerían carne humana? Siempre podría obligarlos, que más daba. O encontrar una granja de cerdos que esos sí que comían de todo, incluida la carne. Sí, ya estaba pensando en proporcionarle una muerte dolorosa y en la desaparición del cadáver. No sabía si era capaz de llegar tan lejos y puede que no quisiera averiguarlo, así que más le valía a la rubia mantener las manos lejos de su rostro. Porque no sabía como reaccionaría al final. Todo era posible y ni el propio James era capaz de adivinar sus movimientos. Deja los brazos caídos, se deja arrastrar por ella, deja que lo estampe contra la estantería, pero no aparta sus ojos levemente más oscuros de los de ella. Si hubiera permanecido callada, lo habría hecho enfadar más, pero su reacción y sus palabras hacen que sonría verdaderamente complacido. Le encanta esto, lo adora.
-Yo aquí solo soy una víctima, querida-. Sigue sonriendo, continúa y su sonrisa cada vez se hace más y más amplia. Sería incapaz de explicar con palabras cuanto adora esto. Ha logrado en tan poco tiempo echar abajo la imagen calmada de ella y está más que satisfecho. Su ego está por las nubes. Ve inútil negarle lo que habla, así que sigue igual de quieto con esa sonrisa cruel y satisfecha.
Es lo último que se espera de ella, sus ojos se abren levemente con sorpresa hasta que se deja llevar responde de igual modo que ella. Puede que sea por la rabia o simplemente porque esto le encanta, porque le atrae una situación así. No le importa. Sabe que lo mejor es empujarla con fuerza, apartarla de él reírse en su cara por actuar así. Lo sabe y aún así no lo hace. En lugar de agarrarla por los hombros para apartarla, se agacha levemente sin romper el contacto entre sus labios y coloca sus manos justo bajo su trasero, levantándola del suelo, obligándola a que rodee su cintura con sus piernas y gira las tornas. Es ahora ella la que está contra la estantería mientras las manos de James se dedican explorar por encima de la ropa. Rompe el beso, pero aún así deja su rostro muy cerca del de ella, respirando por la boca muy agitado.
Su cabeza no baja ni un ápice, mantiene su posición orgullosa mientras s acerca. Y por los dioses ruega que no se atreva a volver a tocarle la cara, porque firmará su sentencia de muerte. Porque preferirá vivir con un puto pato, casarse con el animal antes que soportar lo que James prepararía para ella. ¿Los patos comerían carne humana? Siempre podría obligarlos, que más daba. O encontrar una granja de cerdos que esos sí que comían de todo, incluida la carne. Sí, ya estaba pensando en proporcionarle una muerte dolorosa y en la desaparición del cadáver. No sabía si era capaz de llegar tan lejos y puede que no quisiera averiguarlo, así que más le valía a la rubia mantener las manos lejos de su rostro. Porque no sabía como reaccionaría al final. Todo era posible y ni el propio James era capaz de adivinar sus movimientos. Deja los brazos caídos, se deja arrastrar por ella, deja que lo estampe contra la estantería, pero no aparta sus ojos levemente más oscuros de los de ella. Si hubiera permanecido callada, lo habría hecho enfadar más, pero su reacción y sus palabras hacen que sonría verdaderamente complacido. Le encanta esto, lo adora.
-Yo aquí solo soy una víctima, querida-. Sigue sonriendo, continúa y su sonrisa cada vez se hace más y más amplia. Sería incapaz de explicar con palabras cuanto adora esto. Ha logrado en tan poco tiempo echar abajo la imagen calmada de ella y está más que satisfecho. Su ego está por las nubes. Ve inútil negarle lo que habla, así que sigue igual de quieto con esa sonrisa cruel y satisfecha.
Es lo último que se espera de ella, sus ojos se abren levemente con sorpresa hasta que se deja llevar responde de igual modo que ella. Puede que sea por la rabia o simplemente porque esto le encanta, porque le atrae una situación así. No le importa. Sabe que lo mejor es empujarla con fuerza, apartarla de él reírse en su cara por actuar así. Lo sabe y aún así no lo hace. En lugar de agarrarla por los hombros para apartarla, se agacha levemente sin romper el contacto entre sus labios y coloca sus manos justo bajo su trasero, levantándola del suelo, obligándola a que rodee su cintura con sus piernas y gira las tornas. Es ahora ella la que está contra la estantería mientras las manos de James se dedican explorar por encima de la ropa. Rompe el beso, pero aún así deja su rostro muy cerca del de ella, respirando por la boca muy agitado.
James H. Downey- Villanos
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Re: Cuac, cuac (+18)(Evelynn)
Sé que todo lo que le he dicho, todo lo que le he gritado, ha servido para aumentar todavía más su ego, su orgullo, su satisfacción por haberme hecho enfadar, por hamberme hecho rabiar como nadie ha sido capaz de hacerme rabiar en la vida,
Porque sí, lo reconozco, de todas las personas con las que me he cruzado, peleado, discutido y llevado la contraria, ninguna me ha llegado a enfadar ni cabrear tanto como lo hace James. ¿Quizás sea esa la razón por la que me atrae tanto? No lo sé.. pero el caso es que aunque suene masoquista, o como sea, me encanta esta situación. Adoro llevarle la contraria, mosquearle, hacerle rabiar, ver esas venas de su cuello que palpitan... Me encanta, porque sé, de algún modo, por lo que me dijo en la cafetería, que nadie es capaz de hacerle enfadar así. Y eso me gusta. Y tambien me gusta encontrarme por fin con una persona que me hace enfadar, que en parte, me da miedo, porque aunque nunca en la vida lo reconozca en voz alta, me he asustado. James me ha asustado con esa actitud destructiva de hace apenas unos minutos, porque por un momento he pensado que de verdad podría estar loco.
Pero ahora mismo, en este mismo instante, todo eso me importa una absoluta mierda. No pienso en los patos, que a saber donde andan, me da igual que esten en casa. que picoteen mi sofá, o que se suban a mi cama. En este mismo instante no me importan, por raro que suene, los libros destrozados, las hojas esparcidas por mi salón, o los cds rotos... Creo que por un momento, ni siquiera me importa la tele rota. No. Ahora solo tengo algo en la cabeza, alguien, más bien: James. Por un momento, mientras deboro sus labios con ansias, por mi mente cruza el fugaz pensamiento de que me va a rechazar, de que me empujará y se reirá de mí en mi cara, con esa risa cruel suya. Pero cuando noto que sus labios empiezan a responder al beso con las mismas ansias y la misma fuera, no puedo contenerme un leve jadeo de sorpresa que queda ahogado por sus labios. Siento sus manos fuertes y enormes por la parte más baja de mi espalda, hasta que me agarra contra él y me levanta contra su cuerpo, y lo único que puedo hacer ante eso es elevar las piernas y aferrarme a su cintura con ellas, notando como me pega de un golpe a la estanteria. El juego ha cambiado. Ahora el es el cazador y yo su presa. Y tengo que reconocer que me encanta estar apresada por él. Separa sus labios de los mios, con su rostro muy cerca del mio, tanto que su frente casi está pegada a la mia y su nariz me hace cosquillas. Puedo sentir su aliento completamente agitado contra mi boca, en la cual perdura todavía el sabor de sus labios. Joder... Va a volverme loca si sigue mirandome de esa manera tan intimidatoria.
Noto mi cuerpo casi temblar pegado al suyo, pero no tiemblo de miedo precisamente. No. Ahora mismo, en este momento, James lo que menos me da es miedo. Suelto las manos que seguían aferradas al cuello de su camisa, notando como sus manos ascienden de manera lenta por mi cuerpo pero sin detenerse, haciendo que se me erice el vello de la nuca. Reconozco que tenia ganas de besarle, que sus provocaciones y sus burlas habían despertado en mí un interes casi doloroso por su persona. Desde luego, soy una masoquista... pero, hablando en claro, me la suda. Deja sus manos quietas sobre mi camiseta, pero en un punto especifico y sonrio para mis adentros, ladeando la cabeza hasta volver a acercarme a esos adictivos labios a la vez que llevo una de mis manos a su nuca, enredando mis dedos en su pelo rizado sin cuidado, sin importarme mucho hacerle daño. Él me hace daño, se me clavan los libros y las cubiertas de los discos en la espalda, y la presión de su cuerpo casi me impide respirar, o es la excitación, ya ni lo sé, pero quiero besarle de nuevo, volver a sentir ese sabor en mi boca.
Mientras enredo una mano en su pelo dejo que la otra baje por su torso, permitiendome deleitarme en su jodidda y perfecta anatomía. Si es que el tío encima está hecho para la provocación y el deseo, para intimidar y ser deseado a la vez. Maldita sea... Yo no quería caer en esto. Maldita sea.. me importa una mierda.. Arqueo mi espalda y mi pecho contra su cuerpo y contra sus manos, elevandome un poco sobre su rostro, haciendo con un simple gesto de la mano que tengo en su nuca, que eleve la cabeza hacia mi, y contemplo unos segundos sus ojos antes de bajar la cabeza y pasar de sus labios a su cuello, saboreando su aroma varonil mezclado con el sudor del esfuerzo.
Porque sí, lo reconozco, de todas las personas con las que me he cruzado, peleado, discutido y llevado la contraria, ninguna me ha llegado a enfadar ni cabrear tanto como lo hace James. ¿Quizás sea esa la razón por la que me atrae tanto? No lo sé.. pero el caso es que aunque suene masoquista, o como sea, me encanta esta situación. Adoro llevarle la contraria, mosquearle, hacerle rabiar, ver esas venas de su cuello que palpitan... Me encanta, porque sé, de algún modo, por lo que me dijo en la cafetería, que nadie es capaz de hacerle enfadar así. Y eso me gusta. Y tambien me gusta encontrarme por fin con una persona que me hace enfadar, que en parte, me da miedo, porque aunque nunca en la vida lo reconozca en voz alta, me he asustado. James me ha asustado con esa actitud destructiva de hace apenas unos minutos, porque por un momento he pensado que de verdad podría estar loco.
Pero ahora mismo, en este mismo instante, todo eso me importa una absoluta mierda. No pienso en los patos, que a saber donde andan, me da igual que esten en casa. que picoteen mi sofá, o que se suban a mi cama. En este mismo instante no me importan, por raro que suene, los libros destrozados, las hojas esparcidas por mi salón, o los cds rotos... Creo que por un momento, ni siquiera me importa la tele rota. No. Ahora solo tengo algo en la cabeza, alguien, más bien: James. Por un momento, mientras deboro sus labios con ansias, por mi mente cruza el fugaz pensamiento de que me va a rechazar, de que me empujará y se reirá de mí en mi cara, con esa risa cruel suya. Pero cuando noto que sus labios empiezan a responder al beso con las mismas ansias y la misma fuera, no puedo contenerme un leve jadeo de sorpresa que queda ahogado por sus labios. Siento sus manos fuertes y enormes por la parte más baja de mi espalda, hasta que me agarra contra él y me levanta contra su cuerpo, y lo único que puedo hacer ante eso es elevar las piernas y aferrarme a su cintura con ellas, notando como me pega de un golpe a la estanteria. El juego ha cambiado. Ahora el es el cazador y yo su presa. Y tengo que reconocer que me encanta estar apresada por él. Separa sus labios de los mios, con su rostro muy cerca del mio, tanto que su frente casi está pegada a la mia y su nariz me hace cosquillas. Puedo sentir su aliento completamente agitado contra mi boca, en la cual perdura todavía el sabor de sus labios. Joder... Va a volverme loca si sigue mirandome de esa manera tan intimidatoria.
Noto mi cuerpo casi temblar pegado al suyo, pero no tiemblo de miedo precisamente. No. Ahora mismo, en este momento, James lo que menos me da es miedo. Suelto las manos que seguían aferradas al cuello de su camisa, notando como sus manos ascienden de manera lenta por mi cuerpo pero sin detenerse, haciendo que se me erice el vello de la nuca. Reconozco que tenia ganas de besarle, que sus provocaciones y sus burlas habían despertado en mí un interes casi doloroso por su persona. Desde luego, soy una masoquista... pero, hablando en claro, me la suda. Deja sus manos quietas sobre mi camiseta, pero en un punto especifico y sonrio para mis adentros, ladeando la cabeza hasta volver a acercarme a esos adictivos labios a la vez que llevo una de mis manos a su nuca, enredando mis dedos en su pelo rizado sin cuidado, sin importarme mucho hacerle daño. Él me hace daño, se me clavan los libros y las cubiertas de los discos en la espalda, y la presión de su cuerpo casi me impide respirar, o es la excitación, ya ni lo sé, pero quiero besarle de nuevo, volver a sentir ese sabor en mi boca.
Mientras enredo una mano en su pelo dejo que la otra baje por su torso, permitiendome deleitarme en su jodidda y perfecta anatomía. Si es que el tío encima está hecho para la provocación y el deseo, para intimidar y ser deseado a la vez. Maldita sea... Yo no quería caer en esto. Maldita sea.. me importa una mierda.. Arqueo mi espalda y mi pecho contra su cuerpo y contra sus manos, elevandome un poco sobre su rostro, haciendo con un simple gesto de la mano que tengo en su nuca, que eleve la cabeza hacia mi, y contemplo unos segundos sus ojos antes de bajar la cabeza y pasar de sus labios a su cuello, saboreando su aroma varonil mezclado con el sudor del esfuerzo.
Evelynn Stratford- Chicas de Storybrooke
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Re: Cuac, cuac (+18)(Evelynn)
Si le hubieran preguntado qué esperaba viniendo a su casa, hubiera contestado de todo menos esto. Estaba claro que la chica le atraía por la forma en la que se enfrentaba a él, por como le plantaba cara sin temerle, con ese atrevimiento y esa altanería que solía él frente a los demás. Si había topado con alguien capaz de sacarlo de sus casillas hasta límites insospechados y eso, para qué engañarse, le encantaba. Todo se volvía muy aburrido cuando nadie le hacía frente, cuando todos acababan insultándolo o llorando pero lejos de él. Sólo dos personas habían logrado sacarlo tan al límite de sus casillas, aunque no lograba recordar de quienes se trataban motivo para preocuparse puesto que él jamás olvidaba el rostro de una de sus venganzas, y ahora ella era la tercera. Sabía que acabaría volviendo a cabrearse y que sus ganas de matarla revivirían. Era como una balanza, algunos días estando arriba, venciendo y sintiéndose superior y otros días estaría el abajo y ella arriba, molestándolo y haciéndolo cabrear. Tenía por seguro que ella no se rendiría y reclamaría venganza por sus libros, por sus cd's por los patos que había metido en su casa sabiendo el temor que les tenía, aunque todo había salido incluso mejor de lo que lo planeaba, y eso, de nuevo, volvía a encantarle y a entusiasmarle. Podrían incluso brillarle los ojos de emoción por la tormenta que se avecinaba. Por el momento disfrutaría del presente, que para que mentir tenía una pinta estupenda.
Desconfía. Por un momento desconfía de que se trate de uno de sus planes, una forma de devolvérselo. Pero la ve tan entregada, casi desesperada que la idea desaparece con la misma rapidez que aparece cuando sus labios vuelven a por los de él. La recibe gustoso, con una media sonrisa de triunfo. Decide que sus manos han estado demasiado tiempo quietas en un mismo lugar, aunque no le incomoda, pero prefiere seguir explorando y recorrer todo su cuerpo porque con lo que tiene no es bastante. James siempre ha sido un hombre que no se conforma con poco en todos los aspectos de su vida. Suelta un suspiro puesto que su rostro en su cuello le provoca una mezcla de sensaciones desde placer hasta cosquillas. No lo aguanta más, odia a la tela por interponerse entre los cuerpos de ambos, la odia a ella por tentarlo así y se odia a sí mismo y a los putos patos. Chasque la lengua y aparta sus manos para llevarlas hasta el borde de la camiseta y sacársela. La deja caer al suelo y mira su piel desnuda sin disimulo, más bien tratando de intimidarla con su mirada. Se humedece los labios con la lengua porque le gusta lo que ve clavando su mirada azul levemente oscurecida por la excitación en la de ella. Está dispuesto a llegar hasta el final, porque es lo que quiere, pero le frena que ella lo quiera también. No es que sea un jodido violador, joder no, pero le está dando lo que quiere. Muerde su labio inferior y tira de él cuando sus manos se han asentado ya en sus gluteos, apretándoselos y apretándola a su vez contra su cuerpo porque quiere que lo sienta a él y la necesidad que tiene de prácticamente fundirse con ella.
Nota un tirón en el pantalón y un molesto sonido. Sabe que es uno de esos putos animales, que viene a molestar. Levanta la pierna sin dejar de atender a la rubia y la sacude para quitarse al animal de encima, pero el capullo le agarra el pantalón y no planea soltárselo. Al final acaba pisando mal en un libro que había en el suelo. Pierde el equilibrio irremediablemente y cae al suelo de espaldas, entre plumas, hojas de libros y cd's y obviamente se lleva a la chica consigo. Le duelen mucho la espalda y el culo y está muy molesto. Piensa acabar con todos los putos patos del mundo por esto, su venganza será terrible, putos bichos de mierda. Los detesta ahora más que nada.
Desconfía. Por un momento desconfía de que se trate de uno de sus planes, una forma de devolvérselo. Pero la ve tan entregada, casi desesperada que la idea desaparece con la misma rapidez que aparece cuando sus labios vuelven a por los de él. La recibe gustoso, con una media sonrisa de triunfo. Decide que sus manos han estado demasiado tiempo quietas en un mismo lugar, aunque no le incomoda, pero prefiere seguir explorando y recorrer todo su cuerpo porque con lo que tiene no es bastante. James siempre ha sido un hombre que no se conforma con poco en todos los aspectos de su vida. Suelta un suspiro puesto que su rostro en su cuello le provoca una mezcla de sensaciones desde placer hasta cosquillas. No lo aguanta más, odia a la tela por interponerse entre los cuerpos de ambos, la odia a ella por tentarlo así y se odia a sí mismo y a los putos patos. Chasque la lengua y aparta sus manos para llevarlas hasta el borde de la camiseta y sacársela. La deja caer al suelo y mira su piel desnuda sin disimulo, más bien tratando de intimidarla con su mirada. Se humedece los labios con la lengua porque le gusta lo que ve clavando su mirada azul levemente oscurecida por la excitación en la de ella. Está dispuesto a llegar hasta el final, porque es lo que quiere, pero le frena que ella lo quiera también. No es que sea un jodido violador, joder no, pero le está dando lo que quiere. Muerde su labio inferior y tira de él cuando sus manos se han asentado ya en sus gluteos, apretándoselos y apretándola a su vez contra su cuerpo porque quiere que lo sienta a él y la necesidad que tiene de prácticamente fundirse con ella.
Nota un tirón en el pantalón y un molesto sonido. Sabe que es uno de esos putos animales, que viene a molestar. Levanta la pierna sin dejar de atender a la rubia y la sacude para quitarse al animal de encima, pero el capullo le agarra el pantalón y no planea soltárselo. Al final acaba pisando mal en un libro que había en el suelo. Pierde el equilibrio irremediablemente y cae al suelo de espaldas, entre plumas, hojas de libros y cd's y obviamente se lleva a la chica consigo. Le duelen mucho la espalda y el culo y está muy molesto. Piensa acabar con todos los putos patos del mundo por esto, su venganza será terrible, putos bichos de mierda. Los detesta ahora más que nada.
James H. Downey- Villanos
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Re: Cuac, cuac (+18)(Evelynn)
No puedo evitarlo, aunque quisiera, que no quiero en realidad, tampoco quiero dejar de hacerlo. ¿Porqué? No lo sé.. supongo que el hecho de encontrarme a alguien tan diferente, pero al la vez, tan parecido a mí en segun qué aspectos... Me gusta y me molesta a la vez, pero es más lo que me gusta que lo que me molesta... Sé que ahora mismo, esto le confunde. Casi puedo imaginar lo que está pensando, que esto es raro, porque lo es, sin duda alguna. Y puede que en su cabeza se piense que esto es un plan, una venganza por lo de los patos, los libros, los discos y la tele... Nada más lejos de la realidad. Hago esto porque quiero. Le beso porque quiero, porque me gusta, y joder, porque me excita la persona que es por completo, con su caracter, su forma de ser, su físico. Todo en él llama mi atención. Maldita sea... No está bien ¿Porqué no está bien? ¡Al carajo lo que está bien y lo que no!
Relamo su cuello lentamente, entreteniendome en la nuez, sorbiendola entre mis labios mientras noto como sus manos vuelven al ataque, a deslizarse por todo mi cuerpo, creandome un placentero escalofrio que recorre toda mi columna y acaba muriendo en los dedos de las manos, enredados en su pelo, encantada con el tacto de sus ricitos. Cabrón.... Deberías estar prohibido.. Y si estuviera prohibido, todacía me gustaría más... Noto sus manos bajar por mi vientre hasta el borde de la camiseta y la eleva por mi cuerpo, con lo que elevo los brazos hacia arriba, dejándo que me la saque, sin importarme poco o nada donde acabe la camiseta. Solo quiero pegarme a él, sentir el calor de su cuerpo contra el mio, besar sus labios, saborear el sabor de su boca. Rodeo su cuello con mis brazos, atacando sus labios de nuevo mientras mi pelo nos tapa a amabos en una cortina rubia. Pego mi frente a la suya, contemplando sus ojos azules, ahora más oscurecidos. Creo que es la primera vez que puedo ver en ellos una sensación diferente a la rabia y al odio. Y eso me hace sentir rara por dentro. Al menos sé que no todo en él es rabia, odio y destrucción. Clavo mis ojos unos segundos en sus labios, observando como se los repasa con la lengua en un gesto que se me hace lo más erótico del mundo y sonrio de medio lado, soltando una leve risita antes de volver a buscar sus besos, sonriendo cuando tironea de mis labios. También está deseando esto. Y me gusta que lo desee... Me gusta saber que me desea... Me hace sentir... ¿superior? Aunque por esa misma regla, el tambien debe de sentirse así, porque sin duda no puedo ocultar lo que le deseo.
Suelto un jadeo incontenible contra sus labios cuando sus manos me agarran con fuerza del trasero, pegándome a su cintura de modo que puedo notar todo su cuerpo contra el mio. Y todo es todo.
Vaya con el forense.. va a resultar que al final sí estaba equivocada respecto a la regla... Rio para mis adentros, arqueandome contra su cuerpo. Joder, si el tiene ganas, no se puede imaginar las que tengo yo...
Casi no me doy cuenta de como pasa, pero sé que uno de los jodidos bichos con plumas tiene la culpa de que al final acabemos los dos en el suelo, tirados sobre lo que eran mis libros. James queda tirado en el suelo bocarriba, y yo sentada sobre su abdomen, reclinada sobre su pecho, con la frente pega a su clavicula, hasta que me incorporo, con las manos en su abdomen. No me importa que me vea así, con unos tejanos y un simple y sencillo sujetador negro. Es más, quiero que me vea así, y con menos ropa tampoco me importa. Me estiro hasta llegar a su boca, muerta de ganas por volver a saborear esos labios y sin cortarme un pelo ni dos, dejo que mis dedos vayan entreteniendose en desabrochar los botones de su chaleco, y cuando los acabo de desabrochar, tiro de su camisa, quitandosela del borde del pantalón y desabrochandosela tambien, sin dejar de besarle ni un solo segundo, entretenida en sus labios, en su cuello el cual tampoco dejo desatendido. Paso mis manos por su abdomen y su pecho, deleitandome en el calor de su piel. Mira tú, por una vez creo que el calor me gusta más que el frio... Repaso su yugular con los labios, llegando hasta su oido y pegándole un leve y juguetón mordisquito, elevando la cabeza cuando oido un cloqueo cerca, mirando al pato con mala cara. -Jodidos bichos... Se me escapa entre dientes, volviendo a deleitarme con sus labios.
Relamo su cuello lentamente, entreteniendome en la nuez, sorbiendola entre mis labios mientras noto como sus manos vuelven al ataque, a deslizarse por todo mi cuerpo, creandome un placentero escalofrio que recorre toda mi columna y acaba muriendo en los dedos de las manos, enredados en su pelo, encantada con el tacto de sus ricitos. Cabrón.... Deberías estar prohibido.. Y si estuviera prohibido, todacía me gustaría más... Noto sus manos bajar por mi vientre hasta el borde de la camiseta y la eleva por mi cuerpo, con lo que elevo los brazos hacia arriba, dejándo que me la saque, sin importarme poco o nada donde acabe la camiseta. Solo quiero pegarme a él, sentir el calor de su cuerpo contra el mio, besar sus labios, saborear el sabor de su boca. Rodeo su cuello con mis brazos, atacando sus labios de nuevo mientras mi pelo nos tapa a amabos en una cortina rubia. Pego mi frente a la suya, contemplando sus ojos azules, ahora más oscurecidos. Creo que es la primera vez que puedo ver en ellos una sensación diferente a la rabia y al odio. Y eso me hace sentir rara por dentro. Al menos sé que no todo en él es rabia, odio y destrucción. Clavo mis ojos unos segundos en sus labios, observando como se los repasa con la lengua en un gesto que se me hace lo más erótico del mundo y sonrio de medio lado, soltando una leve risita antes de volver a buscar sus besos, sonriendo cuando tironea de mis labios. También está deseando esto. Y me gusta que lo desee... Me gusta saber que me desea... Me hace sentir... ¿superior? Aunque por esa misma regla, el tambien debe de sentirse así, porque sin duda no puedo ocultar lo que le deseo.
Suelto un jadeo incontenible contra sus labios cuando sus manos me agarran con fuerza del trasero, pegándome a su cintura de modo que puedo notar todo su cuerpo contra el mio. Y todo es todo.
Vaya con el forense.. va a resultar que al final sí estaba equivocada respecto a la regla... Rio para mis adentros, arqueandome contra su cuerpo. Joder, si el tiene ganas, no se puede imaginar las que tengo yo...
Casi no me doy cuenta de como pasa, pero sé que uno de los jodidos bichos con plumas tiene la culpa de que al final acabemos los dos en el suelo, tirados sobre lo que eran mis libros. James queda tirado en el suelo bocarriba, y yo sentada sobre su abdomen, reclinada sobre su pecho, con la frente pega a su clavicula, hasta que me incorporo, con las manos en su abdomen. No me importa que me vea así, con unos tejanos y un simple y sencillo sujetador negro. Es más, quiero que me vea así, y con menos ropa tampoco me importa. Me estiro hasta llegar a su boca, muerta de ganas por volver a saborear esos labios y sin cortarme un pelo ni dos, dejo que mis dedos vayan entreteniendose en desabrochar los botones de su chaleco, y cuando los acabo de desabrochar, tiro de su camisa, quitandosela del borde del pantalón y desabrochandosela tambien, sin dejar de besarle ni un solo segundo, entretenida en sus labios, en su cuello el cual tampoco dejo desatendido. Paso mis manos por su abdomen y su pecho, deleitandome en el calor de su piel. Mira tú, por una vez creo que el calor me gusta más que el frio... Repaso su yugular con los labios, llegando hasta su oido y pegándole un leve y juguetón mordisquito, elevando la cabeza cuando oido un cloqueo cerca, mirando al pato con mala cara. -Jodidos bichos... Se me escapa entre dientes, volviendo a deleitarme con sus labios.
Evelynn Stratford- Chicas de Storybrooke
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Re: Cuac, cuac (+18)(Evelynn)
Con la caída ha dejado caer los brazos a los lados, apartándolos del cuerpo de ella. Siente que su cuerpo vuelve a arder, pero es un calor diferente al que siente por estar en una situación como esta con la rubia, sino de ira. Una renovada ira que le han provocado los putos animales. Y con la ira vuelve la venganza, vuelve el recuerdo de por qué está en su casa, la venganza y, sobre todo, el golpe que le dio. No lo olvidaría jamás, de eso estaba seguro. No olvidaba cosas más insignificantes, así que obviamente un golpe en su mejilla lo recordaría durante toda su vida y no desaprovecharía ninguna oportunidad para recordárselo a ella, recordárselo a sí mismo y buscar más venganza. Porque incluso lo de los patos le parece poco en comparación. Se recuerda a sí mismo que basta ya de eso, porque lo está volviendo loco y al final acabará cayendo por completo y no quiere darle esa satisfacción. ¿Pero realmente puede redimirse ahora? La tiene encima de él, sin camiseta, dispuesta a todo. Ya lo ha cazado, ya lo ha pillado y puede regodearse de ello. ¿Por qué no aprovecharse hasta el final? La idea de seguir adelante cobra fuerza cuando de nuevos sus labios están contra los ajenos otra vez y sus manos se mueven solas, una acaricia su muslo por encima del pantalón, mientras que la otra acaricia la piel desnuda de su espalda.
Nota como no pierde el tiempo, tratando de quitarle también su ropa. Su respiración a vuelto a acelerarse y su pecho asciende y desciende más bruscamente. Cierra los ojos, aprieta los dientes y deja escapar un leve suspiro que deja claro que le gusta lo que hace. Suelta una risa ronca, por una vez ambos están de acuerdo en algo, en que odian los patos. Aunque si se detiene a pensarlo, gracias a uno de los jodidos bichos han acabado en el suelo. Y le gusta la idea de tener a la rubia sobre él, tratando de ¿dominarlo? Nadie antes había osado tratar de hacer algo así con él. Pero está cansado, no le gusta que traten de demostrarle que es inferior. Le gustaba más esa pose dominante de la que había disfrutado teniéndola contra la estantería. Así que apretándola contra sí, gira dejándola a ella ahora contra el suelo. Se queda de rodillas, entre sus piernas y no le quita la mirada de encima mientras se desprende totalmente del chaleco y la camisa, que se unen a la multitud de objetos que adornan el suelo. Apoya los antebrazos en el suelo y besa y muerde su estómago, descendiendo lentamente hasta que se topa con los pantalones. Se los desabrocha y se echa hacia atrás para quitárselos, tirándolos después sin importarle donde caigan. Tras mirarla detenidamente, vuelve a besas sus labios mientras las caricias de sus manos acaban en sus piernas. Siempre le han encantado las piernas más que cualquier otra parte del cuerpo, por lo que no tarda en volver a romper el beso para agarrar una de sus piernas y pasar sus labios en apenas un roce por ella, pero cuando llega a la parte interior de su muslo, pasa del roce a pequeñas mordidas que da sin dejar de mirarla. Tiene su mirada clavada en la de ella.
Nota como no pierde el tiempo, tratando de quitarle también su ropa. Su respiración a vuelto a acelerarse y su pecho asciende y desciende más bruscamente. Cierra los ojos, aprieta los dientes y deja escapar un leve suspiro que deja claro que le gusta lo que hace. Suelta una risa ronca, por una vez ambos están de acuerdo en algo, en que odian los patos. Aunque si se detiene a pensarlo, gracias a uno de los jodidos bichos han acabado en el suelo. Y le gusta la idea de tener a la rubia sobre él, tratando de ¿dominarlo? Nadie antes había osado tratar de hacer algo así con él. Pero está cansado, no le gusta que traten de demostrarle que es inferior. Le gustaba más esa pose dominante de la que había disfrutado teniéndola contra la estantería. Así que apretándola contra sí, gira dejándola a ella ahora contra el suelo. Se queda de rodillas, entre sus piernas y no le quita la mirada de encima mientras se desprende totalmente del chaleco y la camisa, que se unen a la multitud de objetos que adornan el suelo. Apoya los antebrazos en el suelo y besa y muerde su estómago, descendiendo lentamente hasta que se topa con los pantalones. Se los desabrocha y se echa hacia atrás para quitárselos, tirándolos después sin importarle donde caigan. Tras mirarla detenidamente, vuelve a besas sus labios mientras las caricias de sus manos acaban en sus piernas. Siempre le han encantado las piernas más que cualquier otra parte del cuerpo, por lo que no tarda en volver a romper el beso para agarrar una de sus piernas y pasar sus labios en apenas un roce por ella, pero cuando llega a la parte interior de su muslo, pasa del roce a pequeñas mordidas que da sin dejar de mirarla. Tiene su mirada clavada en la de ella.
James H. Downey- Villanos
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Re: Cuac, cuac (+18)(Evelynn)
Vuelvo a besar sus labios intensamente, correspondiendo a sus besos con las mismas ganas, la misma furia y la misma pasión mientras en mi cabeza hay una confrontación de pensamientos de lo más liosa. ¿Porqué? No lo sé.. Quizas porque he estado pocas veces en una situación así, sintiendome deseada, y se me hace de lo más raro que un tipo como James... o más bien dicho, que James me desee. Porque por mucho que luego trate de negarlo, o todo lo que quiera, lo hace. Podría haber parado esto con un simple empujón, apartarse de mi y reirse por mi intento de... ¿Seducción? Yo no sé seducir a la gente...
Pero no lo ha hecho. No solo no me ha apartado, sino que también me ha respondido, y puedo notar por su pecho pegado al mío, que su corazón late tan desesperadamente como el mío, por las ganas, por la rabia, por lo que sea. Pero lo quiere.
Mi cuerpo se arquea instintivamente contra la mano que acaricia mi espalda, de una forma suave a la par que erótica, haciendo que un escalofrío de placer recorra de nuevo mi cuerpo.
Escucho su risa ronca cuando digo lo de los patos y no puedo evitar que a mis labios asome una sonrisa. Creo que no había escuchado una risa suya sincera. No. Todas las que soltó en la cafetería eran risas amargas y falsas, y las de hoy, risas de satisfacción por la venganza... Pero es diferente a soltar una risa sincera, no suenan igual. Y reconozco que me gusta el sonido de esa risa ronca. De nuevo busco sus labios, besandolos, y cuando quiero darme cuenta, sus largos brazos me han rodeado y soy yo la que está bajo su cuerpo. Otra vez apresada en sus redes, bajo su cuerpo. Le gusta dominar, sin duda... y a mi no me importa que me domine... quiero que lo haga.
Mi respiración desaparece casi por completo al observale quitarse el chaleco desabrochado y luego la camisa, de una forma tán erótica que ni en una mismisima película X hubieran logrado conseguir imitar el efecto que produce en mi cuerpo. Observo su ropa caer en el suelo y me quedo en blanco unos segundos, contemplando a James como si le hubieran ralentizado y todo pasase a cámara lenta. Se inclina contra mí y por un momento veo que va a volver a besarme, pero se desvía de mi boca, y cuando sus labios rozan la piel de mi vientre, dando un beso y luego algún que otro mordisco, no puedo evitar que se me escape un jadeo que trato de tapar con el dorso de la mano.
Le dejo que se deshaga de mis pantalones con un gesto sencillo y rápido, y los tejanos van a parar a otro lado del destrozado salón. No quiero pensar en el salón ni en las cosas rotas. Ahora mismo eso ha pasado a un plano de menor importancia. Se detiene unos segundos, mirandome y me vuelve a besar, pasando sus manos en una caricia de lo más intensa por mis piernas que me hace estremecer. Enredo mi lengua con la suya dentro del beso hasta que se separa, y tengo que morderme la lengua para no suplicarle que deje de besarme. Pero lo que hace a continuación me deja todavía más descolocada, y es la gota que colma el vaso, es la chispa que enciende por completo mi cuerpo. Trago saliva, con la vista clavada en su mirada, pues lo hace por provocar, para encenderme, mientras esos provocativos labios y esa cruel sonrisa se pasean por una de mis piernas, hasta que al llegar a la cara interna del muslo, ese roce se transforma en mordidas que me arrancan leves jadeos, haciendo que casi no pueda aguantarle ni la mirada.
De nuevo vuelvo a temblar, mordiendome el labio y cierro las manos en torno a unos papeles del suelo, agarrandolos y arrugandolos, tragandome un gemido de placer. Abro los ojos, con la respiración de lo más agitada. Apoyo los antebrazos a mi espalda, incorporandome un poco, casi temblando por sus actos y busco incorporarme un poco bajo su atenta y gélida mirada, hasta que apoyo las manos a mi espalda y llego hasta su rostro, dedicándole una leve sonrisa. No hacen falta palabras. Por una vez he conseguido callarle, y él ha conseguido callarme a mi. Me gusta cuando me apresa como ahora, pero a mi también me gusta atacar, saber que suspira cuando le beso, asi que le empujo con suavidad para atras, separandole de mi y tirandole de espaldas sobre lo que distingo como mi camiseta mientras repto a lo largo de su cuerpo, aprovechandole para sacarle los zapatos y de paso los calcetines. Odio ir con calcetines, son calurosos, y salvo en este tipo de situaciones odio el calor.. Joder, si hasta son la clase de zapatos que le sientan bien...Maldito seas, tú, tu provocativa ropa y tus zapatos... Me estiro sobre su cuerpo, dándole un beso sencillo en los labios para bajar por su barbilla y poco a poco por su cuello, entreteniendome un rato allí mientras mis manos desabrochan sus cinturón para librarme de una de las últimas prendas que le quedan por quitarse. Bajo mis besos por su pecho, deleitandome en el sabor de su piel mientras tiro para abajo de sus pantalones, besando su abdomen marcado hasta que se los quito y le miro con una sonrisita, provocándole del mismo modo que él me provoca a mi. Paso mis manos abiertas por todo su torso, desde casi su ropa interior hasta su pecho y sus hombros, estirandome hasta sentarme un poco más abajo de su abdomen, directamente sobre sus boxers negos. Cabrón.. que bien te sientan.. mordiendome el labio inferior al sentir lo que hay allí abajo. Repaso el camino que han hecho mis manos con los labios de nuevo, hasta su oido mientras tengo las manos ocupadas en repasar sus brazos, musculosos y largos hasta llegar a sus manos, esas manos que se me hacen tan arrebatadoramente sexys, de largos dedos y venas marcadas y suelto un suspiro contra su oido cuando me quedo pegada a su cuerpo. -Creia que tus venganzas eran frias... Pero veo que esta es de puro fuego.. susurro a su oido. Caigo entonces en la cuenta de que en ningun momento me ha llamado por mi nombre, porque está claro que no lo ha averiguado, y que no se traga que me llame Lyndsay, así que tras besar su yugular y darle un pequeño mordisco, añado en apenas un susurro contra su oido. -Me llamo Evelynn...[/b] aunque sé que es otro error por mi parte, porque con eso tiene acceso a todo lo que quiera sobre mí.. pero joder.. que tenga acceso a lo que quiera, no me importa.
Pero no lo ha hecho. No solo no me ha apartado, sino que también me ha respondido, y puedo notar por su pecho pegado al mío, que su corazón late tan desesperadamente como el mío, por las ganas, por la rabia, por lo que sea. Pero lo quiere.
Mi cuerpo se arquea instintivamente contra la mano que acaricia mi espalda, de una forma suave a la par que erótica, haciendo que un escalofrío de placer recorra de nuevo mi cuerpo.
Escucho su risa ronca cuando digo lo de los patos y no puedo evitar que a mis labios asome una sonrisa. Creo que no había escuchado una risa suya sincera. No. Todas las que soltó en la cafetería eran risas amargas y falsas, y las de hoy, risas de satisfacción por la venganza... Pero es diferente a soltar una risa sincera, no suenan igual. Y reconozco que me gusta el sonido de esa risa ronca. De nuevo busco sus labios, besandolos, y cuando quiero darme cuenta, sus largos brazos me han rodeado y soy yo la que está bajo su cuerpo. Otra vez apresada en sus redes, bajo su cuerpo. Le gusta dominar, sin duda... y a mi no me importa que me domine... quiero que lo haga.
Mi respiración desaparece casi por completo al observale quitarse el chaleco desabrochado y luego la camisa, de una forma tán erótica que ni en una mismisima película X hubieran logrado conseguir imitar el efecto que produce en mi cuerpo. Observo su ropa caer en el suelo y me quedo en blanco unos segundos, contemplando a James como si le hubieran ralentizado y todo pasase a cámara lenta. Se inclina contra mí y por un momento veo que va a volver a besarme, pero se desvía de mi boca, y cuando sus labios rozan la piel de mi vientre, dando un beso y luego algún que otro mordisco, no puedo evitar que se me escape un jadeo que trato de tapar con el dorso de la mano.
Le dejo que se deshaga de mis pantalones con un gesto sencillo y rápido, y los tejanos van a parar a otro lado del destrozado salón. No quiero pensar en el salón ni en las cosas rotas. Ahora mismo eso ha pasado a un plano de menor importancia. Se detiene unos segundos, mirandome y me vuelve a besar, pasando sus manos en una caricia de lo más intensa por mis piernas que me hace estremecer. Enredo mi lengua con la suya dentro del beso hasta que se separa, y tengo que morderme la lengua para no suplicarle que deje de besarme. Pero lo que hace a continuación me deja todavía más descolocada, y es la gota que colma el vaso, es la chispa que enciende por completo mi cuerpo. Trago saliva, con la vista clavada en su mirada, pues lo hace por provocar, para encenderme, mientras esos provocativos labios y esa cruel sonrisa se pasean por una de mis piernas, hasta que al llegar a la cara interna del muslo, ese roce se transforma en mordidas que me arrancan leves jadeos, haciendo que casi no pueda aguantarle ni la mirada.
De nuevo vuelvo a temblar, mordiendome el labio y cierro las manos en torno a unos papeles del suelo, agarrandolos y arrugandolos, tragandome un gemido de placer. Abro los ojos, con la respiración de lo más agitada. Apoyo los antebrazos a mi espalda, incorporandome un poco, casi temblando por sus actos y busco incorporarme un poco bajo su atenta y gélida mirada, hasta que apoyo las manos a mi espalda y llego hasta su rostro, dedicándole una leve sonrisa. No hacen falta palabras. Por una vez he conseguido callarle, y él ha conseguido callarme a mi. Me gusta cuando me apresa como ahora, pero a mi también me gusta atacar, saber que suspira cuando le beso, asi que le empujo con suavidad para atras, separandole de mi y tirandole de espaldas sobre lo que distingo como mi camiseta mientras repto a lo largo de su cuerpo, aprovechandole para sacarle los zapatos y de paso los calcetines. Odio ir con calcetines, son calurosos, y salvo en este tipo de situaciones odio el calor.. Joder, si hasta son la clase de zapatos que le sientan bien...Maldito seas, tú, tu provocativa ropa y tus zapatos... Me estiro sobre su cuerpo, dándole un beso sencillo en los labios para bajar por su barbilla y poco a poco por su cuello, entreteniendome un rato allí mientras mis manos desabrochan sus cinturón para librarme de una de las últimas prendas que le quedan por quitarse. Bajo mis besos por su pecho, deleitandome en el sabor de su piel mientras tiro para abajo de sus pantalones, besando su abdomen marcado hasta que se los quito y le miro con una sonrisita, provocándole del mismo modo que él me provoca a mi. Paso mis manos abiertas por todo su torso, desde casi su ropa interior hasta su pecho y sus hombros, estirandome hasta sentarme un poco más abajo de su abdomen, directamente sobre sus boxers negos. Cabrón.. que bien te sientan.. mordiendome el labio inferior al sentir lo que hay allí abajo. Repaso el camino que han hecho mis manos con los labios de nuevo, hasta su oido mientras tengo las manos ocupadas en repasar sus brazos, musculosos y largos hasta llegar a sus manos, esas manos que se me hacen tan arrebatadoramente sexys, de largos dedos y venas marcadas y suelto un suspiro contra su oido cuando me quedo pegada a su cuerpo. -Creia que tus venganzas eran frias... Pero veo que esta es de puro fuego.. susurro a su oido. Caigo entonces en la cuenta de que en ningun momento me ha llamado por mi nombre, porque está claro que no lo ha averiguado, y que no se traga que me llame Lyndsay, así que tras besar su yugular y darle un pequeño mordisco, añado en apenas un susurro contra su oido. -Me llamo Evelynn...[/b] aunque sé que es otro error por mi parte, porque con eso tiene acceso a todo lo que quiera sobre mí.. pero joder.. que tenga acceso a lo que quiera, no me importa.
Evelynn Stratford- Chicas de Storybrooke
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Re: Cuac, cuac (+18)(Evelynn)
Sonríe con arrogancia mientras sigue torturándola con las caricias que le proporciona con sus dientes y sus labio sobre su piel. No aparta la mirada de su cara, porque quiere que se sienta avergonzada oír reaccionar así, quiere observarla y no perderse detalle alguno, porque si algo logran hacer las muecas que hacen es provocarle una inmensa satisfacción que alimenta su ego. No es que ella lo empuje, es que él se deja caer. Es él el que le permite que las tornas se cambien, no ella. Aunque si quiere creerlo así a él no le importa mientras él sepa la verdad. Pero en el fondo ella tiene que saberlo. Está claro que si James no quisiera eso, o más correctamente: no le permitiera eso, con un poco de resistencia le bastaría, después de todo la diferencia de fuerza entre ambos dictaba un claro ganador. Así se deja caer contra el suelo y se deja hacer, aguardando, curioso. Deja las manos reposando tranquilamente contra el suelo, aguardando a su "presa". Cierra los ojos un momento y suelta aire por la nariz, claro gesto de que le gusta lo que está haciendo en su cuello, su pecho. Le devuelve una mirada con una ceja arqueada y una casi imperceptible sonrisa cuando sus pantalones finalmente desaparecen entre el desorden. Y por el momento no le importa. Se siente venerado como un dios, notando como se lo come con la mirada, como se esfuerza con tocar cada rincón de su cuerpo. Así si merecía la pena. Joder, se merecía eso y mucho más, era James, era mejor que todos y merecía lo mejor.
Se mantiene serio con sus palabras. Lo cierto es que él abarcaba todo tipo de venganzas, y cada una de ellas dependía de la persona a la que fuera destinada. Estaba claro que esto no había sido calificado por él exactamente como una venganza. Una venganza sería apartarse ahora y dejarla con las ganas, pero eso suponía quedarse él también con las ganas y para nada quería eso. Ya era demasiado tarde para parar todo aquello. El aire caliente que sale de la boca de ella choca contra su oreja y llega a hacerle cosquillas que erizan su piel, aun así no lo muestra, permanece inmutable. Vuelve a sonreír, triunfal. Había acertado, en realidad sólo había acertado a medias, en que aquel nombre era falso. Después de todo, no era estúpido. Pero mira que toparse con otra Evelynn, aunque hubiera un matiz muy pequeño entre sus nombres. Evelyn era el nombre de la que había sido su mujer, aquella con la que se había casado no sabía ni por qué. Y ahora volvía a "caer". Por lo menos una era castaña y la otra rubia, gran diferencia.
Pone sus manos en sus muslos desnudos y la mueve en un gesto sencillo, un leve movimiento, sobre él, haciendo que sus cuerpos entren en contacto, en una especie de fricción. Y suelta un jadeo. Las manos ascienden lentamente por su espalda, llegando entonces hasta su ropa interior, que retira con facilidad, deslizándola por sus brazos y luego lanzándola lejos, para que no pueda recuperarla o por lo menos tarde bastante en hacerlo. Como si se la come un pato. La mira, satisfecho mientras le humedece los labios. Entonces tira de ella hacia abajo colocando la mano en su nuca y vuelve a tomar sus labios. Sus manos siguen su recorrido ahora por la piel que acaba de descubrir, rozando con la punta de sus dedos los lugares más delicados y sensibles.
Se mantiene serio con sus palabras. Lo cierto es que él abarcaba todo tipo de venganzas, y cada una de ellas dependía de la persona a la que fuera destinada. Estaba claro que esto no había sido calificado por él exactamente como una venganza. Una venganza sería apartarse ahora y dejarla con las ganas, pero eso suponía quedarse él también con las ganas y para nada quería eso. Ya era demasiado tarde para parar todo aquello. El aire caliente que sale de la boca de ella choca contra su oreja y llega a hacerle cosquillas que erizan su piel, aun así no lo muestra, permanece inmutable. Vuelve a sonreír, triunfal. Había acertado, en realidad sólo había acertado a medias, en que aquel nombre era falso. Después de todo, no era estúpido. Pero mira que toparse con otra Evelynn, aunque hubiera un matiz muy pequeño entre sus nombres. Evelyn era el nombre de la que había sido su mujer, aquella con la que se había casado no sabía ni por qué. Y ahora volvía a "caer". Por lo menos una era castaña y la otra rubia, gran diferencia.
Pone sus manos en sus muslos desnudos y la mueve en un gesto sencillo, un leve movimiento, sobre él, haciendo que sus cuerpos entren en contacto, en una especie de fricción. Y suelta un jadeo. Las manos ascienden lentamente por su espalda, llegando entonces hasta su ropa interior, que retira con facilidad, deslizándola por sus brazos y luego lanzándola lejos, para que no pueda recuperarla o por lo menos tarde bastante en hacerlo. Como si se la come un pato. La mira, satisfecho mientras le humedece los labios. Entonces tira de ella hacia abajo colocando la mano en su nuca y vuelve a tomar sus labios. Sus manos siguen su recorrido ahora por la piel que acaba de descubrir, rozando con la punta de sus dedos los lugares más delicados y sensibles.
James H. Downey- Villanos
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Re: Cuac, cuac (+18)(Evelynn)
Se queda serio unos segundos tras comfesarle mi nombre, pero al cabo de unos segundos, esa sonrisa caracteristica suya vuelve a adornar su rostro de una forma que casi me asusta. Pero no, no me asusta. En realidad, tengo que confesar que me gusta esa sonrisa mala que pone. Me gusta tambien saber que le pongo los pelos de punta como ahora, haciendo que se le ponga la piel de gallina. Aprovecho y beso su cuello y la base de este, su clavícula y uno de sus hombros. Noto sus manos en mis muslos y me mueve contra él, haciendo que nos rocemos por completo, y tal y como estamos ahora mismo, eso hace que que mi piel aumente todavía de temperatura, más de lo que ya ha aumentado con esta situación. Puedo sentir entre mis piernas todo lo que hay debajo, el calor que desprende, y suelto u jadeo que queda ahogado por sus labios.
Vuelvo a estremecerme cuando sus manos amplias recorren mi espalda, repasando con los dedos la curva de mi columna, haciendo que me arquee involuntariamente contra esa caricia, deseando más de esas. La parte de arriba de mi ropa interior desaparece con facilidad mientras su lengua repasa mis labios, y antes de que pueda pegarme más a su cuerpo, es él quien con una mano en mi nuca, me empuja hacia abajo buscando mis labios de una forma casi brusca, a la cual respondo encantada, arqueandome sorprendida cuando sus manos se pasean por mi pecho desnudo, rozando y acariciando ciertos puntos que me hacen temblar. Muerdo su labio inferior, succionandolo entre los mios y tironeando de él un poco, sin fuerza, observando la expresión lasciva de su rostro. Tiene tantas ganas como yo, y sé que en el fondo, aunque probablemente se lo plantee, no va a parar. No a estas alturas. Pese a que no quiero hacerlo, me separo de sus labios, incorporandome, quedando sentada de nuevo sobre él, con el pelo cayendo por mis hombros y tapandome ligeramente el pecho, aunque no me importa, ni me averguenza, estar prácticamente desnuda ante sus ojos. Estamos exáctamente iguales ahora mismo. Curvo mis labios en una sonrisa, observandole desde arriba, con la piel algo perlada todavía de sudor y me inclino a besarle de nuevo unos segundos, atrayendole hacia mí de forma que acabe incorporandose tambien, quedando sentado en el suelo.
Vuelvo a separarme unos segundos de sus labios, contemplando su rostro de cerca, cada recoveco de ese rostro malvado, perdiendome unos largos segundos en esa mirada azul hielo, que ahora es de todo menos fría. Repaso con un dedo la linea de su nariz, pasando delicadamente las yemas de los dedos por sus pomulos marcados, por sus sienes, pasandoselas por el pelo humedo y rizado, enredando mis dedos en ellos. No sé que me pasa con James en realidad. Dentro de mi siento un odio increible por la forma en que se comporta, por como actua... pero de otro modo tambien me fascina, porque es de lo más diferente. Y mierda, reconozco que físicamente tambien me atraen. Esos ojos hipnóticos, ese pelo cobrizo, esa barbita que se deja... Sus brazos largos y finos, pero tambien fuertes. Sus manos, enormes, alargadas, acostumbradas el trabajo. Es como si alguien hubiera cogido todas las partes que me parecen perfectas de diferentes hombres y las hubiera juntado en uno y me lo hubiera puesto delante. Muerdo mi labio inferior mientras le contemplo y me inclino a besarle de nuevo con renovadas ansias, moviendo mi cadera sobre la suya, volviendo a rozar nuestros cuerpos, y pese a que hay tela que impiden el contacto de piel con piel, el roce se hace la mar de excitante. Quiero sentirlo directamente contra mi, contra mi piel.
Acabo por echarme hacia atras, recostandome de nuevo contra el suelo, atrayendole hacia mi con mis manos en su nuca sin separarme de su boca y vuelvo a sentir todo su peso sobre mi cuerpo, y me encanta tenerlo tan pegado a mi.
Dejo que mis manos vayan resbalando por su espalda, por sus omoplatos anchos y sus costados, repasando una y otra vez su bajaespalda, hasta que mis dedos rozan la tela de su última prenda y me decido a colarlos bajo ella, acariciando directamente su cadera, llegando a pasar mis manos por su trasero, atrayendole hacia mi mientras me arqueo contra él, con la cabeza dándome vueltas de las ganas, de la necesidad que siento por él. Tiro un poco de la tela hacia abajo, tratando de deslizarla por sus piernas, aunque desde aqui no llego a bajarla del todo.
Vuelvo a estremecerme cuando sus manos amplias recorren mi espalda, repasando con los dedos la curva de mi columna, haciendo que me arquee involuntariamente contra esa caricia, deseando más de esas. La parte de arriba de mi ropa interior desaparece con facilidad mientras su lengua repasa mis labios, y antes de que pueda pegarme más a su cuerpo, es él quien con una mano en mi nuca, me empuja hacia abajo buscando mis labios de una forma casi brusca, a la cual respondo encantada, arqueandome sorprendida cuando sus manos se pasean por mi pecho desnudo, rozando y acariciando ciertos puntos que me hacen temblar. Muerdo su labio inferior, succionandolo entre los mios y tironeando de él un poco, sin fuerza, observando la expresión lasciva de su rostro. Tiene tantas ganas como yo, y sé que en el fondo, aunque probablemente se lo plantee, no va a parar. No a estas alturas. Pese a que no quiero hacerlo, me separo de sus labios, incorporandome, quedando sentada de nuevo sobre él, con el pelo cayendo por mis hombros y tapandome ligeramente el pecho, aunque no me importa, ni me averguenza, estar prácticamente desnuda ante sus ojos. Estamos exáctamente iguales ahora mismo. Curvo mis labios en una sonrisa, observandole desde arriba, con la piel algo perlada todavía de sudor y me inclino a besarle de nuevo unos segundos, atrayendole hacia mí de forma que acabe incorporandose tambien, quedando sentado en el suelo.
Vuelvo a separarme unos segundos de sus labios, contemplando su rostro de cerca, cada recoveco de ese rostro malvado, perdiendome unos largos segundos en esa mirada azul hielo, que ahora es de todo menos fría. Repaso con un dedo la linea de su nariz, pasando delicadamente las yemas de los dedos por sus pomulos marcados, por sus sienes, pasandoselas por el pelo humedo y rizado, enredando mis dedos en ellos. No sé que me pasa con James en realidad. Dentro de mi siento un odio increible por la forma en que se comporta, por como actua... pero de otro modo tambien me fascina, porque es de lo más diferente. Y mierda, reconozco que físicamente tambien me atraen. Esos ojos hipnóticos, ese pelo cobrizo, esa barbita que se deja... Sus brazos largos y finos, pero tambien fuertes. Sus manos, enormes, alargadas, acostumbradas el trabajo. Es como si alguien hubiera cogido todas las partes que me parecen perfectas de diferentes hombres y las hubiera juntado en uno y me lo hubiera puesto delante. Muerdo mi labio inferior mientras le contemplo y me inclino a besarle de nuevo con renovadas ansias, moviendo mi cadera sobre la suya, volviendo a rozar nuestros cuerpos, y pese a que hay tela que impiden el contacto de piel con piel, el roce se hace la mar de excitante. Quiero sentirlo directamente contra mi, contra mi piel.
Acabo por echarme hacia atras, recostandome de nuevo contra el suelo, atrayendole hacia mi con mis manos en su nuca sin separarme de su boca y vuelvo a sentir todo su peso sobre mi cuerpo, y me encanta tenerlo tan pegado a mi.
Dejo que mis manos vayan resbalando por su espalda, por sus omoplatos anchos y sus costados, repasando una y otra vez su bajaespalda, hasta que mis dedos rozan la tela de su última prenda y me decido a colarlos bajo ella, acariciando directamente su cadera, llegando a pasar mis manos por su trasero, atrayendole hacia mi mientras me arqueo contra él, con la cabeza dándome vueltas de las ganas, de la necesidad que siento por él. Tiro un poco de la tela hacia abajo, tratando de deslizarla por sus piernas, aunque desde aqui no llego a bajarla del todo.
Evelynn Stratford- Chicas de Storybrooke
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Re: Cuac, cuac (+18)(Evelynn)
Le atrae la brusquedad con la que lo trata, esa pasión y esas ganas que muestra. A medida que su autocontrol cae, su ego sube, haciendo que le importe un pimiento quedar mal y que ella encuentre un motivo para reírse de él. ¿Peor qué motivo va a encontrar? No hay más salvo que ha sido capaz de engatusarlo, peor eso también es porque él ha querido, por supuesto. O de eso trataba de convencerse. Deja de respirar unos segundos cuanto la tiene sentada sobre él, en cuyo momento le parece una de las mujeres más bellas que ha visto. Recupera la compostura y se humedece los labios con una sonrisa. Está sonriendo demasiado y eso le pasará facturas, pero es por el momento de debilidad, lo sabe. Luego volverá a ser el capullo de siempre. Incluso él necesitaba a veces algún tipo de respiro y lo había encontrado. Se deja simplemente llevar hasta estar también sentado, con ella sobre él, momento que aprovecha para pasar sus labios por su clavícula suavemente y sus manos por sus piernas. Las adora.
Le devuelve la mirada, con la que muestra más de lo que debería, ya que su común frialdad ha sido levemente apartada. El azul de sus ojos ya no pertenece al hielo, mas bien son fuego. Un fuego raro, especial, azul. Intenta trasmitirle ese calor e impaciencia y lo logra. Se queda quieto, dejando que lo toque aunque ese contacto se le hace incómodo. Un jadeo se pierde contra los labios de ella cuando sus cuerpos se tocan de ese modo e instintivamente lleva sus manos hasta sus caderas, apretándola más contra si, apartando sus labios de los de ella para volver a jadear. La sigue hasta el suelo, colocándose suavemente sobre ella para no aplastarla, apoyando los antebrazos en el suelo. Apoya su frente contra la de ella, con la boca entreabierta y respirando agitadamente por el contacto y se atreve solo entonces a alzar una de sus manos y apartar de su cara algunos mechones rubios.
Había estado esperando a que ella diera el primer paso, a saber que no se apartaría para no quedar en ridículo, no de nuevo. Aunque no hubiera gente mirando, aunque solo estuviera ella no soportaría volver a quedar mal. Y menos con patos mirando, que luego pasaría por el parque y sus horrorosos "cuacs" parecerían risas dentro de su cabeza. Baja lentamente por su cuerpo hasta uno de sus pechos, ahora lamiendo y mordiendo suavemente con su boca, jugueteando, a la par que sus manos se aventuran dentro de la última prenda que le queda, dándole una leve caricia para luego tirar de la prenda hacia abajo, con brusquedad, ya desesperado. Se coloca entre sus piernas y su mirada busca la de ella antes de introducirse lentamente, torturándola y desesperándola.
Le devuelve la mirada, con la que muestra más de lo que debería, ya que su común frialdad ha sido levemente apartada. El azul de sus ojos ya no pertenece al hielo, mas bien son fuego. Un fuego raro, especial, azul. Intenta trasmitirle ese calor e impaciencia y lo logra. Se queda quieto, dejando que lo toque aunque ese contacto se le hace incómodo. Un jadeo se pierde contra los labios de ella cuando sus cuerpos se tocan de ese modo e instintivamente lleva sus manos hasta sus caderas, apretándola más contra si, apartando sus labios de los de ella para volver a jadear. La sigue hasta el suelo, colocándose suavemente sobre ella para no aplastarla, apoyando los antebrazos en el suelo. Apoya su frente contra la de ella, con la boca entreabierta y respirando agitadamente por el contacto y se atreve solo entonces a alzar una de sus manos y apartar de su cara algunos mechones rubios.
Había estado esperando a que ella diera el primer paso, a saber que no se apartaría para no quedar en ridículo, no de nuevo. Aunque no hubiera gente mirando, aunque solo estuviera ella no soportaría volver a quedar mal. Y menos con patos mirando, que luego pasaría por el parque y sus horrorosos "cuacs" parecerían risas dentro de su cabeza. Baja lentamente por su cuerpo hasta uno de sus pechos, ahora lamiendo y mordiendo suavemente con su boca, jugueteando, a la par que sus manos se aventuran dentro de la última prenda que le queda, dándole una leve caricia para luego tirar de la prenda hacia abajo, con brusquedad, ya desesperado. Se coloca entre sus piernas y su mirada busca la de ella antes de introducirse lentamente, torturándola y desesperándola.
James H. Downey- Villanos
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Re: Cuac, cuac (+18)(Evelynn)
La habitación da vueltas alrededor nuestro, sin parar, de aquí para allá. O es mi cabeza, no lo sé. En este momento he perdido la poca cordura que me quedaba. Clavo la vista en sus ojos azules, que desprenden una calidez ahora de lo más extraña. Una calidez desconocida pero que he de reconocer que me gusta. Le devuelvo una sonrisa al contemplar como sus labios tambien se curvan en una media sonrisa y me muerdo el labio por dentro cuando me aparta un mechón de pelo que me taba la cara, gesto que se me hace de lo más completamente tierno por su parte. Supongo que incluso él, la persona más fria del mundo es capaz de mostrar algo de dulzura en un momento como este. Suspiro al contemplar como baja un poco por mi cuerpo, con sus labios pegados a mi piel de una forma lenta y tortuosa hasta que su boca llega a atrapar uno de mis pechos.
Suelto un jadeo que no me puedo contener, arqueando mi cuerpo de forma involuntaria. No soy yo la que controla, es mi cuerpo, las ganas de sentirle contra mi, de besar esa boca, de saborearle, de comtemplar esos ojos, de acariciar su cuerpo, de sentir su respiración y su aliento contra mis labios y de tenerlo completamente contra mí. Sus manos se deslizan por mi cuerpo creando pequeños escalofrios que me hacen desearlo aún más. Incorporo la cabeza, volviendo a mirarle directamente a los ojos mientras desliza por mis piernas la última de mis prendas, deshaciendose de ella con facilidad y quedo desnuda bajo su cuerpo, bajo su mirada de deseo. Vuelvo a sonreir aún más. No me he sentido así de encendida por nadie. Supongo que nadie ha sido capaz de despertar el fuego de mi interior de la manera que lo ha hecho él. Tal vez es su fuego, que me contagia, o tal vez el hecho de que le "odie" de la manera que le odio, que no le odio en realidad. Es un.. amor odio.
Le noto pegarse totalmente a mi entre mis piernas, hundiendose por completo en mi cuerpo, lento, disrutando del momento, con sus ojos fijos en los mios, sin apartarlos, sin parpadear siquiera, como si no quisiera perderse la reacción que me provoca.. No puedo evitar abrir la boca y dejar salir un jadeo profundo, contoneando mi cuerpo bajo el suyo, arqueando mi cintura y mi vientre contra su cuerpo. Llevo una mano a su nuca, enredando mis dedos en su pelo y atrayendole contra mis labios. No me habría esperado que ocurriera esto al verle en la puerta de mi casa. Esperaba insultos ocultos bajo frases ingeniosas y despectivas, que me exigiera algo por lo del otro día, porque le pega eso de ir exigiendo... Pero ni por asomo habría esperado que acabasemos así, aunque no niego que esto es mucho mejor que picarse mutuamente. Decido dejar de lado todos esos pensamientos, apartarlos de mi cabeza y centrarme en James. Todo lo demás alrededor, los patos, la tele, los libros, todo, ha desaparecido por el momento. Muevo mis labios contra los suyos en un beso apasionado, entrelazando nuestras lenguas, saboreando su sabor, moviendome lentamente contra su cuerpo, ahogando en sus labios los gemidos que me provoca. Bajo mis labios por su mandibula, recorriendo la linea de su mandibula hasta su oido, atrapando su lóbulo, relamiendolo y dándole leves mordisquitos, repasando sus costados con mis manos, envolviendo su espalda con mis brazos haciendo que nuestros cuerpos se peguen todavía mas. Enrosco mis piernas en su cadera, siguiendo sus movimientos lentos y abro los ojos, contemplando su rostro acalorado con la frente perlada de sudor y sonrio de medio lado, volviendo a buscar sus labios con ganas. Me da igual que despues de esto se burle de mi, lo use como metodo de ataque contra mi persona... Eso lo dejo para despues, ahora quiero disfrutar de James al máximo, quiero que se detenga el tiempo en este momento, pero el tiempo corre deprisa, y ya es noche cerrada fuera de casa. La música del disco se apaga, indicandome que el cd ha terminado de reproducirse en el tiempo que James y yo llevamos en el suelo, moviendonos al unisono, sin despegar nuestros cuerpos ni nuestros labios. Su movimientos, sus besos y sus caricias me hacen llegar al climax entre sus brazos, echando la cabeza hacia atras a la vez que todo mi cuerpo se contrae bajo el suyo, con un grito de placer que lleva su nombre y resuena en el salón de la casa.
Suelto un jadeo que no me puedo contener, arqueando mi cuerpo de forma involuntaria. No soy yo la que controla, es mi cuerpo, las ganas de sentirle contra mi, de besar esa boca, de saborearle, de comtemplar esos ojos, de acariciar su cuerpo, de sentir su respiración y su aliento contra mis labios y de tenerlo completamente contra mí. Sus manos se deslizan por mi cuerpo creando pequeños escalofrios que me hacen desearlo aún más. Incorporo la cabeza, volviendo a mirarle directamente a los ojos mientras desliza por mis piernas la última de mis prendas, deshaciendose de ella con facilidad y quedo desnuda bajo su cuerpo, bajo su mirada de deseo. Vuelvo a sonreir aún más. No me he sentido así de encendida por nadie. Supongo que nadie ha sido capaz de despertar el fuego de mi interior de la manera que lo ha hecho él. Tal vez es su fuego, que me contagia, o tal vez el hecho de que le "odie" de la manera que le odio, que no le odio en realidad. Es un.. amor odio.
Le noto pegarse totalmente a mi entre mis piernas, hundiendose por completo en mi cuerpo, lento, disrutando del momento, con sus ojos fijos en los mios, sin apartarlos, sin parpadear siquiera, como si no quisiera perderse la reacción que me provoca.. No puedo evitar abrir la boca y dejar salir un jadeo profundo, contoneando mi cuerpo bajo el suyo, arqueando mi cintura y mi vientre contra su cuerpo. Llevo una mano a su nuca, enredando mis dedos en su pelo y atrayendole contra mis labios. No me habría esperado que ocurriera esto al verle en la puerta de mi casa. Esperaba insultos ocultos bajo frases ingeniosas y despectivas, que me exigiera algo por lo del otro día, porque le pega eso de ir exigiendo... Pero ni por asomo habría esperado que acabasemos así, aunque no niego que esto es mucho mejor que picarse mutuamente. Decido dejar de lado todos esos pensamientos, apartarlos de mi cabeza y centrarme en James. Todo lo demás alrededor, los patos, la tele, los libros, todo, ha desaparecido por el momento. Muevo mis labios contra los suyos en un beso apasionado, entrelazando nuestras lenguas, saboreando su sabor, moviendome lentamente contra su cuerpo, ahogando en sus labios los gemidos que me provoca. Bajo mis labios por su mandibula, recorriendo la linea de su mandibula hasta su oido, atrapando su lóbulo, relamiendolo y dándole leves mordisquitos, repasando sus costados con mis manos, envolviendo su espalda con mis brazos haciendo que nuestros cuerpos se peguen todavía mas. Enrosco mis piernas en su cadera, siguiendo sus movimientos lentos y abro los ojos, contemplando su rostro acalorado con la frente perlada de sudor y sonrio de medio lado, volviendo a buscar sus labios con ganas. Me da igual que despues de esto se burle de mi, lo use como metodo de ataque contra mi persona... Eso lo dejo para despues, ahora quiero disfrutar de James al máximo, quiero que se detenga el tiempo en este momento, pero el tiempo corre deprisa, y ya es noche cerrada fuera de casa. La música del disco se apaga, indicandome que el cd ha terminado de reproducirse en el tiempo que James y yo llevamos en el suelo, moviendonos al unisono, sin despegar nuestros cuerpos ni nuestros labios. Su movimientos, sus besos y sus caricias me hacen llegar al climax entre sus brazos, echando la cabeza hacia atras a la vez que todo mi cuerpo se contrae bajo el suyo, con un grito de placer que lleva su nombre y resuena en el salón de la casa.
Evelynn Stratford- Chicas de Storybrooke
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Re: Cuac, cuac (+18)(Evelynn)
Su respiración se acelera, comenzando a respirar por la boca. Se siente poderoso, sin duda y no pierde detalle, tratando de recordar las acciones de Evelynn, también sus muecas. Eso, sin duda, le traerá muchas risas más tarde. Se resiste un poco cuando tira de él hacia ella, para besarlo, pero finalmente accede, formando una pequeña sonrisa. La tiene en sus manos, nunca mejor dicho, y le deja claro que él manda y que todo lo que ella hace con él es porque él deja que así sea. No puede evitar regodearse de algo así incluso en un momento así. Su orgullo es demasiado fuerte. Sigue moviéndose mientras el beso se alarga y lo agradece, porque sus gemidos, más silenciosos y controlados, se pierden entre sus bocas junto a los de ella.
Su mano derecha asciende y desciende por su pierna, masajeando, disfrutando del tacto de su piel. Sin embargo, no quiere llegar a aborrecer esa parte de su cuerpo de tanto tocarla, así que sube muy lentamente por sus muslos, pasando por su cadera hasta envolver su pecho, que acaricia y masajea. Los sonidos que salen de su boca, esos jadeos reprimidos, se hacen ahora más audibles por la desaparición de sus labios, que descienden hasta su oreja, provocándole un cosquilleo, haciendo que sus hombros tiemblen ligeramente. Sus movimientos se hacen cada vez más rápidos, muestra de que va perdiendo cada vez más el poco control y la poca paciencia que tiene. Aún así saca "fuerzas" para soltar un gruñido molesto cuando le sonríe, como si se riera ya de él. Lo detesta y piensa en apartarse y dejarlo así, pero no puede. Vuelve a resistirse en el beso, dejando sus labios inmóviles unos instantes, pero luego cae y finalmente se une a ella, dejándose finalmente llevar y dedicándose única y exclusivamente a proporcionar placer a ambos, sobre todo a sí mismo como persona egoísta que es.
Está exhausto, se deja caer sobre el cuerpo de ella, apoyando su cabeza en su hombro unos instantes, hasta que logre recuperar el aliento. Ríe silenciosamente, aunque su cuerpo se tiembla levemente contra el que tiene bajo él, recordando el grito de Evelynn. De su nombre. Él también ha dicho su nombre, pero en un susurro apenas audible. Nunca lo habría soltado, pero simplemente en el momento se ha dejado llevar y no ha podido controlarlo (aunque por lo menos no lo ha gritado). Confía en que ella no lo haya escuchado. Y si es así, lo negará hasta el fin de los días. Finalmente, cuando su respiración se ha calmado, se aparta de ella y se pone en pie y se sube los calzoncillos para luego buscar su ropa. Encuentra primero sus pantalones y se los pone mientras la mira a ella, aún en el suelo. No se ríe, tampoco sonríe. Simplemente la mira, serio.
Su mano derecha asciende y desciende por su pierna, masajeando, disfrutando del tacto de su piel. Sin embargo, no quiere llegar a aborrecer esa parte de su cuerpo de tanto tocarla, así que sube muy lentamente por sus muslos, pasando por su cadera hasta envolver su pecho, que acaricia y masajea. Los sonidos que salen de su boca, esos jadeos reprimidos, se hacen ahora más audibles por la desaparición de sus labios, que descienden hasta su oreja, provocándole un cosquilleo, haciendo que sus hombros tiemblen ligeramente. Sus movimientos se hacen cada vez más rápidos, muestra de que va perdiendo cada vez más el poco control y la poca paciencia que tiene. Aún así saca "fuerzas" para soltar un gruñido molesto cuando le sonríe, como si se riera ya de él. Lo detesta y piensa en apartarse y dejarlo así, pero no puede. Vuelve a resistirse en el beso, dejando sus labios inmóviles unos instantes, pero luego cae y finalmente se une a ella, dejándose finalmente llevar y dedicándose única y exclusivamente a proporcionar placer a ambos, sobre todo a sí mismo como persona egoísta que es.
Está exhausto, se deja caer sobre el cuerpo de ella, apoyando su cabeza en su hombro unos instantes, hasta que logre recuperar el aliento. Ríe silenciosamente, aunque su cuerpo se tiembla levemente contra el que tiene bajo él, recordando el grito de Evelynn. De su nombre. Él también ha dicho su nombre, pero en un susurro apenas audible. Nunca lo habría soltado, pero simplemente en el momento se ha dejado llevar y no ha podido controlarlo (aunque por lo menos no lo ha gritado). Confía en que ella no lo haya escuchado. Y si es así, lo negará hasta el fin de los días. Finalmente, cuando su respiración se ha calmado, se aparta de ella y se pone en pie y se sube los calzoncillos para luego buscar su ropa. Encuentra primero sus pantalones y se los pone mientras la mira a ella, aún en el suelo. No se ríe, tampoco sonríe. Simplemente la mira, serio.
James H. Downey- Villanos
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Re: Cuac, cuac (+18)(Evelynn)
Sus caricias me provocan escalofrios que recorren todo mi cuerpo sin control. Ya no queda ni una gota de cordura en mi cuerpo, absolutamente nada a lo que aferrarme. Ni siquiera esa pequeña vocecita interior que todos tenemos como conciencia que nos dice si algo está bien o esá mal. Ni siquiera eso. Esa vocecita tambien está disfrutando de James en este mismo momento, disfrutando de sus besos, de sus caricas, de sus movimientos torturadores, a veces lentos y a veces rápidos. Se que luego voy a tener que pagar caro por este arrebato de pasión. Y no me refiero a pagar los libros, los cd's, la tele... sino pagarlo ante James. Porque sé que esto no quedará así. Por mucho que estemos haciendo esto, estoy segura de que no va a olvidar el bofetón con el que le he cruzado la cara, ni yo pienso olvidar a los patos, ni mi salón. Pero ahora, estamos de acuerdo con algo, en una pequeña tregua.
La piel de mis muslos se eriza bajo las yemas de sus dedos, deleitandome con las caricias de esas manos fuertes que poco a poco ascienden en una linea invisble hasta mi pecho. Allí donde sus dedos me tocan, parece que mi piel arde ante su contacto, como si hubiera dejado un rastro del más puro fuego. Y me gusta esa sensación, me gusta saber que James no está hecho de hielo como pensaba. No. En eso me había equivocado por completo. Lo que muestra a los demás, pese a que diga lo contrario, no es su yo autentico. Mucho ser el hombre de hielo, el de las venganzas frias y heladas... pero bajo toda esa capa de hielo he descubierto un fuego infernal. Y pese a no gustarme el calor, me gusta el fuego que desprenden sus ojos al mirarme en este mismo momento.
Y es justo en ese momento, en el momento final, despues de gritar su nombre arqueandome contra él, que siento su aliento en mi cuerpo, pornerme la piel de gallina, pero junto a ese aliento, una palabra. Un nombre más bien. Dicho en un susurro, pero un susurro que he llegado a oir por lo cerca que estan sus labios de mi oido. Un nombre. Evelynn. Cierro los ojos, notando como se deja caer unos segundos sobre mi cuerpo, aspirando por la boca, recuperando el aliento perdido, las fuerzas. Noto mi cuerpo dolorido unos segundos bajo el suyo cuando se incorpora y se queda de pie, poniendose los calzoncillos y luego esos pantalones que le hacen el efecto de piernas interminables. Suspiro para mis adentros y me icorporo, y entonces, acabada la pasión y el fuego, mientras él reconstruye esa sólida coraza de hielo, a mi me sobreviene la verguenza. Nunca en mi vida he dejado entrar un chico en mi casa y que haya pasado esto. Si es cierto que he hecho esto con un par de chicos, pero no soy muy experta en las artes "del amor" por asi decirlo de alguna manera. Me hubiera gustado que se quedara unos minutos aunque fueran allí, tumbado. No necesitaba que me mirase si quiera. Solo quería seguir sintiendo su piel contra la mia unos segundos. Habria sido perfecto, una historia ¿de cuento? Pero yo no quiero un maldito cuento de hadas ni de princesas donde todo es bonito y perfecto. La vida en realidad, no es bonita y perfecta. La vida es cruel, pero lo mejor es pensar que siempre mejorará. Así que nada de quedarse junto a mi, solo se levanta y mi cuerpo grita en silencio que por favor no se separe. Aparto la mirada de su cuerpo mientras busca su ropa y me echo por encima lo primero que mis manos pillan. Paso las manos por las mangas de su camisa y me la abotono, levantandome despues hasta dar con la parte baja de mi ropa interior, poniendomela de igual modo. Al menos, la camisa es larga y me llega casi hasta la mitad del muslo. Trago saliva unos segundos, permaneciendo inmovil allí y me giro, dando cuatro pasos por encima de las cosas rotas y metiendome en el baño, sin siquiera cerrar la puerta. Abro el grifo del agua y hago un pequeño cuenco con las manos, hundiendo la cara en ella, tratando de que el agua helada calme los ultimos vestigios del fuego que me ha contagiado. Maldito James... maldito él y su... erotismo. Maldita yo por dejarme llevar.. Me reprocho una y otra vez a mi misma. Casi puedo sentir todavía el roce de su cuerpo contra el mio... Pero eso es algo que no volverá a pasar. Por su parte y por la mia. ¿Tan claro lo tienes? Niego con la cabeza, negándole a mis propios pensamientos todo eso. No quiero caer en los "encantos" de James de nuevo...
Vuelvo al salón tras unos segundos, con la cara menos enrojecida y el pelo algo humedo y me cruzo de brazos en el quicio de la puerta, apoyando el costado y la cadera mientras le miro fijamente. -Esto no se va a quedar así, James.. le digo, tratando de sonar con toda la naturalidad del mundo. Yo no pienso dejar que esto se quede así. Pienso exigir una compensación por su parte por lo de hoy, ya que el hecho de que sea muy bueno en la cama no me compensa el ataque de ansiedad, ni los libros ni la tele. No señor. Hoy ha despertado mi autentica furia.
La piel de mis muslos se eriza bajo las yemas de sus dedos, deleitandome con las caricias de esas manos fuertes que poco a poco ascienden en una linea invisble hasta mi pecho. Allí donde sus dedos me tocan, parece que mi piel arde ante su contacto, como si hubiera dejado un rastro del más puro fuego. Y me gusta esa sensación, me gusta saber que James no está hecho de hielo como pensaba. No. En eso me había equivocado por completo. Lo que muestra a los demás, pese a que diga lo contrario, no es su yo autentico. Mucho ser el hombre de hielo, el de las venganzas frias y heladas... pero bajo toda esa capa de hielo he descubierto un fuego infernal. Y pese a no gustarme el calor, me gusta el fuego que desprenden sus ojos al mirarme en este mismo momento.
Y es justo en ese momento, en el momento final, despues de gritar su nombre arqueandome contra él, que siento su aliento en mi cuerpo, pornerme la piel de gallina, pero junto a ese aliento, una palabra. Un nombre más bien. Dicho en un susurro, pero un susurro que he llegado a oir por lo cerca que estan sus labios de mi oido. Un nombre. Evelynn. Cierro los ojos, notando como se deja caer unos segundos sobre mi cuerpo, aspirando por la boca, recuperando el aliento perdido, las fuerzas. Noto mi cuerpo dolorido unos segundos bajo el suyo cuando se incorpora y se queda de pie, poniendose los calzoncillos y luego esos pantalones que le hacen el efecto de piernas interminables. Suspiro para mis adentros y me icorporo, y entonces, acabada la pasión y el fuego, mientras él reconstruye esa sólida coraza de hielo, a mi me sobreviene la verguenza. Nunca en mi vida he dejado entrar un chico en mi casa y que haya pasado esto. Si es cierto que he hecho esto con un par de chicos, pero no soy muy experta en las artes "del amor" por asi decirlo de alguna manera. Me hubiera gustado que se quedara unos minutos aunque fueran allí, tumbado. No necesitaba que me mirase si quiera. Solo quería seguir sintiendo su piel contra la mia unos segundos. Habria sido perfecto, una historia ¿de cuento? Pero yo no quiero un maldito cuento de hadas ni de princesas donde todo es bonito y perfecto. La vida en realidad, no es bonita y perfecta. La vida es cruel, pero lo mejor es pensar que siempre mejorará. Así que nada de quedarse junto a mi, solo se levanta y mi cuerpo grita en silencio que por favor no se separe. Aparto la mirada de su cuerpo mientras busca su ropa y me echo por encima lo primero que mis manos pillan. Paso las manos por las mangas de su camisa y me la abotono, levantandome despues hasta dar con la parte baja de mi ropa interior, poniendomela de igual modo. Al menos, la camisa es larga y me llega casi hasta la mitad del muslo. Trago saliva unos segundos, permaneciendo inmovil allí y me giro, dando cuatro pasos por encima de las cosas rotas y metiendome en el baño, sin siquiera cerrar la puerta. Abro el grifo del agua y hago un pequeño cuenco con las manos, hundiendo la cara en ella, tratando de que el agua helada calme los ultimos vestigios del fuego que me ha contagiado. Maldito James... maldito él y su... erotismo. Maldita yo por dejarme llevar.. Me reprocho una y otra vez a mi misma. Casi puedo sentir todavía el roce de su cuerpo contra el mio... Pero eso es algo que no volverá a pasar. Por su parte y por la mia. ¿Tan claro lo tienes? Niego con la cabeza, negándole a mis propios pensamientos todo eso. No quiero caer en los "encantos" de James de nuevo...
Vuelvo al salón tras unos segundos, con la cara menos enrojecida y el pelo algo humedo y me cruzo de brazos en el quicio de la puerta, apoyando el costado y la cadera mientras le miro fijamente. -Esto no se va a quedar así, James.. le digo, tratando de sonar con toda la naturalidad del mundo. Yo no pienso dejar que esto se quede así. Pienso exigir una compensación por su parte por lo de hoy, ya que el hecho de que sea muy bueno en la cama no me compensa el ataque de ansiedad, ni los libros ni la tele. No señor. Hoy ha despertado mi autentica furia.
Evelynn Stratford- Chicas de Storybrooke
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Re: Cuac, cuac (+18)(Evelynn)
Ahora es cuando vienen los arrepentimientos. Lo menos que quiere ahora es que ella se crea cosas que no son, también se siente estúpido y enfadado consigo mismo por haber fallado, en parte, en su venganza. Había ido a su casa para molestar, para buscar venganza y hacerla sufrir y al final había acabado haciendo que disfrutara, porque era obvio que lo había hecho. Encima le había dado un "regalo" después de que le golpeara la cara. Oh, no, por supuesto que no olvidaría eso jamás. Necesitaba fumar, relajarse y pensar porque aún estaba algo agitado. Quería volver a la comodidad de su casa, leer algo, distraerse. Se subió la cremallera y luego volvió a mirarla, alzando la ceja al verla con su camisa. ¿Qué confianzas eran esas? Qué manía tenía la rubia con hacerle cosas a sus camisas, ya fuera echarles café y carne por encima o ponérselas. Por lo menos esta vez la camisa seguía impecable, aunque algo arrugada.
Se marcha y piensa que es su oportunidad para largarse de allí y pensar mejor las cosas para cuando volvieran a encontrarse. Que obviamente lo haría, pues era un pueblo pequeño donde todo el mundo se conocía. No dudaba en que en poco tiempo casi todos los idiotas sabrían qué había pasado entre ellos. Porque como siempre pensaba, no eran capaces de dejar escapar un cotilleo. Y los "amoríos" en Storybrooke eran un tema que interesaba bastante. Pero de una cosa estaba seguro, si se enteraban terceras personas, no sería gracias a él. Después de todo, ¿a quién se lo iba a contar si ni siquiera tenía amigos? No se lamentaba por ello, los consideraba innecesarios, sanguijuelas que únicamente se mantenían a su lado para conseguir cosas, por puro interés. No los necesitaba, ni ahora ni nunca.
Busca entre el desorden que él mismo causó su chaleco, no le molesta dejar atrás su camisa porque puede recuperarla en otro momento. Busca también sus calcetines y sus zapatos, dando con estos últimos pero no con los primeros. No tiene tiempo para ponérselos, así que se le pasa por la cabeza simplemente salir así, pero antes de poder decidir nada, la tiene de nuevo allí, mirándolo. Sabe a qué se refiere y no es a lo que acaba de pasar, sino a su cabreo, a su ataque de ira que acabó con su salón. Bueno, es un buen momento para empezar a molestar, ¿no? Busca en el bolsillo de su pantalón su cartera, la abre y se queda mirándola, contando los billetes que hay en ella. Saca unos cuantos y se los deja en la mesa.
-Tu tarifa es cara -hace referencia claramente a que es prostituta y le paga por el sexo-. Pero no pienso pagar nada por todo esto -abre las manos, señalando todo el salón- Tú lo buscaste y me importa una mierda si lo que encontraste no te gustó-. Pasa por su lado, directo a la puerta, con los zapatos en la mano y el chaleco en otra.
Se marcha y piensa que es su oportunidad para largarse de allí y pensar mejor las cosas para cuando volvieran a encontrarse. Que obviamente lo haría, pues era un pueblo pequeño donde todo el mundo se conocía. No dudaba en que en poco tiempo casi todos los idiotas sabrían qué había pasado entre ellos. Porque como siempre pensaba, no eran capaces de dejar escapar un cotilleo. Y los "amoríos" en Storybrooke eran un tema que interesaba bastante. Pero de una cosa estaba seguro, si se enteraban terceras personas, no sería gracias a él. Después de todo, ¿a quién se lo iba a contar si ni siquiera tenía amigos? No se lamentaba por ello, los consideraba innecesarios, sanguijuelas que únicamente se mantenían a su lado para conseguir cosas, por puro interés. No los necesitaba, ni ahora ni nunca.
Busca entre el desorden que él mismo causó su chaleco, no le molesta dejar atrás su camisa porque puede recuperarla en otro momento. Busca también sus calcetines y sus zapatos, dando con estos últimos pero no con los primeros. No tiene tiempo para ponérselos, así que se le pasa por la cabeza simplemente salir así, pero antes de poder decidir nada, la tiene de nuevo allí, mirándolo. Sabe a qué se refiere y no es a lo que acaba de pasar, sino a su cabreo, a su ataque de ira que acabó con su salón. Bueno, es un buen momento para empezar a molestar, ¿no? Busca en el bolsillo de su pantalón su cartera, la abre y se queda mirándola, contando los billetes que hay en ella. Saca unos cuantos y se los deja en la mesa.
-Tu tarifa es cara -hace referencia claramente a que es prostituta y le paga por el sexo-. Pero no pienso pagar nada por todo esto -abre las manos, señalando todo el salón- Tú lo buscaste y me importa una mierda si lo que encontraste no te gustó-. Pasa por su lado, directo a la puerta, con los zapatos en la mano y el chaleco en otra.
James H. Downey- Villanos
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Re: Cuac, cuac (+18)(Evelynn)
Le observo recoger sus cosas y sonrio, dando un par de pasos hasta quedarme cerca suyo sin perderme ningún detalle de sus movimientos.
Rebusca algo en uno de los bolsillos de los pantalones y por unos segundos, mi tonta cabeza cree que me va a devolver la libreta que me robó en la cafetería, pero no es eso. Saca una cartera y alzo las cejas mientras que él se pone a contar unos cuantos billetes que finalmente deja en la mesa, alegando que mis precios son caros.
Suelto una risita automática, que se convierte en una carcajada y me acerco a la mesa. Sé lo que quiere hacer. Quiere volver a molestarme, quiere verme enfadada y quiere que pierda los papeles de nuevo. Pero no lo voy a volver a hacer. Ya le he dado suficiente satisfacción hoy, en todos los sentidos. Me he dejado vencer con su estúpido regalo de los patos, y me he dejado llevar pos la atracción magnética que ejerce sobre mí. Pero se acabó. No voy a dejar que de nuevo el se ponga por encoma de mi con esa actitud. ¿Me molesta que me trate como si fuera una prostituta? Sí, y mucho, pero sé que lo que quiere es que me enrabiete, y eso es lo último que voy a hacer.
Lejos de enfadarme, le muestro la mejor de mis sonrisas, tratando de parecer a la vez inocente y seductora y cojo los billetes, recostandome en el sofá, con las piernas cayendo por el borde del reposabrazos mientras voy contando tranquilamente el dinero y muevo un poco las piernas en el aire en actitud divertida, inocente.
-Pues que sepas que te he hecho la oferta especial de la casa solo por ser amigo.. A los demás suelo cobrarles más...Pero bueno, supongo que tu oficio no da para mucho más diero, visto que no se muere nadie..me encojo de hombros mientras sigo contando los billetes y finalmente los suelto encima de la mesa, ladeando la cabeza para mirarle, con la mejilla casi pegada al asiento del sofá. -La próxima ve que quieras disfrutar de mis servicios te cobraré el doble... Aunque no sé si aceptarte como cliente, eres un poco reprimido.. comento tranquilamente, como si estuviera de lo más habituada a hacer este tipo de cosas. Nada más lejos de la realidad, pero si se lo cree... mejor que mejor. No conseguirá molestarme con eso. Me incorporo, apoyando los antebrazos y me giro colocando las piernas de nuevo en el suelo levantandome del sofa y agachandome a recoger un par de hojas completamente destrozadas del suelo, leyendo los fragmentos de las lineas que se rompen dejándolas caer. -Menudo desastre... ¡Has destrozado mi ordenado desorden! Yo que lo tenia todo perfectamente desordenado... En fin. No pienso arreglarlo... Oh.. te dejas esto.. me agacho a recoger la bolsa de plástico que se ha dejado en el suelo y decido deshacer el nudo, curiosa por ver que contiene. Sonrio de medio lado al ver la ropa de la cafeterñia, con algunas manchas todavía. -¿Pretendes dejarla aquí y que te la lave? Por mi no hay problema, si quieres le saco las manchas, pero no volveras a verla.. Me sienta bien la ropa masculina. -Añado tan tranquila, sacando la camisa de la bolsa, curioseando un poco.
Elevo la mirada, clavandola en sus ojos, que de nuevo se han tornado tan frios y azules como antes y vuelvo a dedicarle una de esas sonrisas que sé que le sacan de quicio, una sonrisa tranquila de que estña todo bien. -En realidad si me ha gustado lo que he encontrado.. y creo que a tí, por la manera en que jadeabas, tambien te ha gustado, podrás negarlo todo lo que quieras... pero yo ya te he calado, James.. amplio todavía más la sonrisa, sincera y algo maligna tal vez. Ya no es capaz de engañarme.
Rebusca algo en uno de los bolsillos de los pantalones y por unos segundos, mi tonta cabeza cree que me va a devolver la libreta que me robó en la cafetería, pero no es eso. Saca una cartera y alzo las cejas mientras que él se pone a contar unos cuantos billetes que finalmente deja en la mesa, alegando que mis precios son caros.
Suelto una risita automática, que se convierte en una carcajada y me acerco a la mesa. Sé lo que quiere hacer. Quiere volver a molestarme, quiere verme enfadada y quiere que pierda los papeles de nuevo. Pero no lo voy a volver a hacer. Ya le he dado suficiente satisfacción hoy, en todos los sentidos. Me he dejado vencer con su estúpido regalo de los patos, y me he dejado llevar pos la atracción magnética que ejerce sobre mí. Pero se acabó. No voy a dejar que de nuevo el se ponga por encoma de mi con esa actitud. ¿Me molesta que me trate como si fuera una prostituta? Sí, y mucho, pero sé que lo que quiere es que me enrabiete, y eso es lo último que voy a hacer.
Lejos de enfadarme, le muestro la mejor de mis sonrisas, tratando de parecer a la vez inocente y seductora y cojo los billetes, recostandome en el sofá, con las piernas cayendo por el borde del reposabrazos mientras voy contando tranquilamente el dinero y muevo un poco las piernas en el aire en actitud divertida, inocente.
-Pues que sepas que te he hecho la oferta especial de la casa solo por ser amigo.. A los demás suelo cobrarles más...Pero bueno, supongo que tu oficio no da para mucho más diero, visto que no se muere nadie..me encojo de hombros mientras sigo contando los billetes y finalmente los suelto encima de la mesa, ladeando la cabeza para mirarle, con la mejilla casi pegada al asiento del sofá. -La próxima ve que quieras disfrutar de mis servicios te cobraré el doble... Aunque no sé si aceptarte como cliente, eres un poco reprimido.. comento tranquilamente, como si estuviera de lo más habituada a hacer este tipo de cosas. Nada más lejos de la realidad, pero si se lo cree... mejor que mejor. No conseguirá molestarme con eso. Me incorporo, apoyando los antebrazos y me giro colocando las piernas de nuevo en el suelo levantandome del sofa y agachandome a recoger un par de hojas completamente destrozadas del suelo, leyendo los fragmentos de las lineas que se rompen dejándolas caer. -Menudo desastre... ¡Has destrozado mi ordenado desorden! Yo que lo tenia todo perfectamente desordenado... En fin. No pienso arreglarlo... Oh.. te dejas esto.. me agacho a recoger la bolsa de plástico que se ha dejado en el suelo y decido deshacer el nudo, curiosa por ver que contiene. Sonrio de medio lado al ver la ropa de la cafeterñia, con algunas manchas todavía. -¿Pretendes dejarla aquí y que te la lave? Por mi no hay problema, si quieres le saco las manchas, pero no volveras a verla.. Me sienta bien la ropa masculina. -Añado tan tranquila, sacando la camisa de la bolsa, curioseando un poco.
Elevo la mirada, clavandola en sus ojos, que de nuevo se han tornado tan frios y azules como antes y vuelvo a dedicarle una de esas sonrisas que sé que le sacan de quicio, una sonrisa tranquila de que estña todo bien. -En realidad si me ha gustado lo que he encontrado.. y creo que a tí, por la manera en que jadeabas, tambien te ha gustado, podrás negarlo todo lo que quieras... pero yo ya te he calado, James.. amplio todavía más la sonrisa, sincera y algo maligna tal vez. Ya no es capaz de engañarme.
Evelynn Stratford- Chicas de Storybrooke
- Soy : Una persona sin final feliz
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Re: Cuac, cuac (+18)(Evelynn)
No le engaña, sabe que la ha molestado tratándola de ese modo, dejándole los billetes sobre la mesa y tratándola como una cualquiera, pero que se esfuerce por esconder esa molestia le gusta aún más. Sonríe para sí mismo, porque aunque no muestre su enfado, a él no es capaz de engañarlo. Sabe dónde dar para que duela y ahora mucho más. Con su actitud llega a pensar que realmente Evelynn se dedica al negocio, porque con esa actitud lo único que logra es darle asco. Pero no lo dice, sino que la mira con una ceja alzada. El comentario sobre su trabajo no le duele, lleva tanto tiempo sin un triste cadáver que se ha acabado acostumbrando, además de que cobra sin hacer nada, por hacer el vago. En realidad su trabajo es de lo más conveniente, aunque teme perder práctica con el bisturí y extraña escuchar el sonido de las costillas al cortarlas con la herramienta para tener mayor acceso a los órganos.
-¿La próxima vez? ¿Tus servicios? Antes prefiero tirarme a la alcaldesa que repetir. La ideología de natillas danone de "repetimos" no es algo que me agrade-. Responde calmado. Y en cierto modo era cierto. Con la única mujer que había compartido su cama más de una vez había sido con su ex mujer, con Evelyn. Y ella se había dedicado a compartir cama con medio pueblo. Por lo menos sacaba beneficios económicos de la relación y por eso se había mantenido al margen durante un tiempo, admitiendo que se tirara al capullo de Benjamin. Pero tampoco era cuestión de quedar por más tonto frente a la gentuza del pueblo, por eso había tenido que detenerlo y finalmente se había separado. Aún la veía por el pueblo y solo podía mirarla con el más sincero odio que podía experimentar. ¿Cómo esperaba la gente que James volviera a fiarse de las mujeres si solo trataba con verdaderas brujas? Sólo quería jugar.
Se detiene cuando le dice que se deja algo y se da la vuelta con un suspiro molesto y poniendo los ojos en blanco. Observa tranquilamente como curiosea la bolsa. Por supuesto que se la va a dejar, que la limpie y la deje brillando. No quiere volver a encontrar una sola mancha en la tela y por supuesto que quiere recupararla. Y sabe que lo hará como sea. Los intentos de amenazan le resultan divertidos, más que las patéticas comedias románticas. Le queda bien la ropa masculina, eso no puede negárselo, pero tampoco tiene por qué saber que piensa igual.
-He tenido polvos mejores. Con tetas más grandes, caras más bonitas. No lo haces mal, pero necesitas mejorar. Con la práctica se consigue la perfección, el problema es que no tienes con quien hacerlo. Plantéate realmente dedicarte a la prostitución, pero te recomiendo que elijas una esquina cerca de gente ciega, a ver si tienes suerte-. Volvió a darse la vuelta, abriendo la puerta. Pero antes de salir, se detuvo-. Se me olvidaba, será mejor que te des una vuelta por la farmacia -y se echó a reír con crueldad. Cerró la puerta tras de sí y volvió a casa.
-¿La próxima vez? ¿Tus servicios? Antes prefiero tirarme a la alcaldesa que repetir. La ideología de natillas danone de "repetimos" no es algo que me agrade-. Responde calmado. Y en cierto modo era cierto. Con la única mujer que había compartido su cama más de una vez había sido con su ex mujer, con Evelyn. Y ella se había dedicado a compartir cama con medio pueblo. Por lo menos sacaba beneficios económicos de la relación y por eso se había mantenido al margen durante un tiempo, admitiendo que se tirara al capullo de Benjamin. Pero tampoco era cuestión de quedar por más tonto frente a la gentuza del pueblo, por eso había tenido que detenerlo y finalmente se había separado. Aún la veía por el pueblo y solo podía mirarla con el más sincero odio que podía experimentar. ¿Cómo esperaba la gente que James volviera a fiarse de las mujeres si solo trataba con verdaderas brujas? Sólo quería jugar.
Se detiene cuando le dice que se deja algo y se da la vuelta con un suspiro molesto y poniendo los ojos en blanco. Observa tranquilamente como curiosea la bolsa. Por supuesto que se la va a dejar, que la limpie y la deje brillando. No quiere volver a encontrar una sola mancha en la tela y por supuesto que quiere recupararla. Y sabe que lo hará como sea. Los intentos de amenazan le resultan divertidos, más que las patéticas comedias románticas. Le queda bien la ropa masculina, eso no puede negárselo, pero tampoco tiene por qué saber que piensa igual.
-He tenido polvos mejores. Con tetas más grandes, caras más bonitas. No lo haces mal, pero necesitas mejorar. Con la práctica se consigue la perfección, el problema es que no tienes con quien hacerlo. Plantéate realmente dedicarte a la prostitución, pero te recomiendo que elijas una esquina cerca de gente ciega, a ver si tienes suerte-. Volvió a darse la vuelta, abriendo la puerta. Pero antes de salir, se detuvo-. Se me olvidaba, será mejor que te des una vuelta por la farmacia -y se echó a reír con crueldad. Cerró la puerta tras de sí y volvió a casa.
James H. Downey- Villanos
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