Sunny day, lovely flower.

Un día soleado, Rebecca estaba en la pastelería decorando el local. Tenía ganas de hacer algo productivo y el día le inyectaba energía.El diseño actual era como bistro parisino, manteles de cuadros, lámparas altas y sillas de fierro. La pizarra que servía para poner el menú con tizas de colores decía un llamativo "¡Bienvenido!" en francés, abajo de ese amigable título estaban escritos los postres del día. Frunció el ceño mientras buscaba ideas en internet hasta que recordó tomar su pastilla para la alergia...y ahí se le prendió el foco. ¡Flores! ¡Eso era! Perfectas para darle un aire primaveral a su local, imagino rápidamente cómo luciría con manteles de colores brillantes y con flores por doquier.No le importó que las abejas pudieran venir a visitarla, simplemente si no la picaban no le pasaría nada. Avisó a Savannah que saldría de compras, que era una sorpresa y salió sonriente en su bicicleta, pedaleando fuerte.

El aire despeinaba su cabello azabache, parecía no importarle al juzgar su sonrisa. Pasó al supermercado por algunos ingredientes que hacían falta, de ahí se dirigió a un local donde vendían blancos (cosas para el hogar) donde compró los dichosos manteles en color verde y naranja, compró unos flores altos de vidrio. Pedaleó hacia su último destino: la florería de una de sus amigas, Caroline. El camino fue corto gracias al ritmo que la ojiverde llevaba. Estacionó su bici y bajó con una gran sonrisa, tocó la puerta y entró educadamente. El dulce aroma de las flores y el ambiente le hizo suspirar.

-¿Caroline?- preguntó curiosa al no verla por ningún lado. Se quedó parada, analizando el entorno con su mirada.

Esa mañana en especial había tenido que ir a la floristería exageradamente pronto ya que, por fin y gracias a Dios, iba a recibir los encargos de violetas, rosas, lirios y claveles que había pedido hacía ya dos semanas y que se habían retrasado. Por esa razón llevaba días retrasando el pedido que la Señora Hale había hecho la semana pasada, pero por fin podía hacer el arreglo que me había encargado. Cuando llegué, Max, el hombre de mediana edad, no muy alto, algo gordinflón y con bigote que siempre me traía las flores ya estaba ahí.

-¿Qué hay, Max?- le dije con una amplia sonrisa.-¿Cómo sigue Nora del dolor de espalda?-pregunté con interés por su esposa. Max había sido el repartidor desde que yo tenía uso de razón y su familia y mis padres habían forjado una muy buena relación a lo largo de los años, por lo que los veía como dos integrantes más de la familia. Max me ayudó a meter y organizarlo todo en la tienda y se quedó un rato charlando conmigo mientras yo comenzaba el arreglo floral, que tenía que entregar sin falta hoy mismo, en la trastienda. Cuando por fin lo terminé me eché hacia atrás para poder verlo.-Perfecto.-sonreí orgullosa.- La Señora Hale se olvidará del retraso y de su enfado en cuanto lo vea.-me dije a mí misma aún con una amplia sonrisa presidiendo mi rostro.

Oí la campanita que me indicaba que alguien había abierto la puerta de la tienda. ''¿Caroline?'' Reconocía perfectamente aquella voz, Rebecca, una de mis amigas que junto a Savannah, otra buena amiga, trabajaba en la pastelería de Storybrooke, un lugar mágico y muy dulce, donde podías encontrar los mejores pasteles del mundo. Salí corriendo de la trastienda y llegué al local, donde la luz cegó por un momento mis ojos, abrazando en seguida a Rebecca. La floristería era un lugar muy luminoso gracias a los cristales que dejaban ver el escaparate e interior de la tienda, incluso la puerta era del mismo material que junto con los cientos de olores y colores diferentes que se mezclaban te trasportaban a otro lugar..-Becca, ¿qué te trae por aquí?-dije sonriendo en un tono amistoso.

Katherine giró sobre si misma para quedar de frente de donde provenía esa voz. Sonrió abiertamente y avanzó con los brazos extendidos para abrazar a caroline fuertemente. Al parecer, la pelinegra estaba en la trastienda arreglando algunos pedidos sobre flores. Becca le sonrió abiertamente y se separó de su amistoso abrazo. - ¿Cómo estás?- preguntó ladeando la cabeza sin borrar su sonrisa. La mirada de la pastelera comenzó a notar la gran cantidad de luz que entraba por las ventanas. Avanzó por el local con un paso curioso, tocando con sumo cuidado algunos floreros y flores mientras respiraba profundamente el refrescante aroma.

Sostuvo su mirada, la cual brillaba de un modo especial como cuando estaba muy a gusto en un lugar. Aclaró su garganta, ajustó su bolso en s hombro y suspiró amablemente. - Vengo a comprar unas flores para decorar la pastelería - comentó simpática mientras seguía viendo flores vistosas y coloridas sin saber muy bien sus nombres o de donde venían. Vio unas orquídeas pero desisitió al recordar que eran caras y muy frágiles, no servían para un uso rudo en una panadería. - Tu sabes, darle un poco más de vida - aclaró con un ademán de manos mientras indicaba los colores que le gustaban, agarró una florecita color rosa - Está muy bonita- murmuró mientras avanzaba hacia otro estante, donde se veían los bambús.

Dirigió su mirada hacia los bonsais, esos árboles enanos objeto de fascinación de muchos. Luego avanzó hacia el lugar donde estaban unos hermosos girasoles y sonrió. - Todo es tan colorido y bonito- musitó contenta mientras volvía al lugar donde estaba desde un inicio, junto a Caroline, quien la miraba con una expresión divertida.

¿Yo? Muy bien, bueno, exceptuando el hecho de que ahora mismo estaba terminando uno de los encargos que recibí hace dos semanas y que no he podido realizar hasta esta misma mañana.-la frustración se podía notar en mi tono de voz.-No se que le habrá pasado a Max, el repartidor, esta vez, solo se que tengo algún que otro cliente bastante enfadado.-dije mirando el teléfono con algo de miedo, retrasando lo inevitable, la llamada a la señora Hale, la que había contactado conmigo varios de los últimos días.-¿Y tú? Hace como... ¿siglos? que no nos vemos.-dije ahora sonriente.-¿Cómo va todo?-pregunté con interés al haber estado desentendida de todo lo que le había podido pasar durante tanto tiempo.

No pude evitar sonreír al oír lo que estaba haciendo allí. No solo recibía la visita de una buena amiga con la que pasaría un buen rato en su compañía sino que además contribuía al negocio. Que mis flores estuvieran en la pastelería/panadería de mis amigas, Rebecca y Savannah, era un lugar muy frecuentado por todos los golosos y no golosos de Storybrooke lo que podía de servir como publicidad. Aunque. pensándolo bien, siendo la única floristería de todo el pueblo y teniendo una buena clientela. ¿para qué quería publicidad? Bueno... nunca venía mal.-Espero que si hacen algún cumplido o preguntar por las flores los enviéis directos.-dije divertida con el tono más empresarial que pude hacer.-¿Vida?.-dije alzando los brazos y dando una vuelta sobre mi misma.- Has venido al sitio indicado.-era uno de los sitios que más energía y vida me transmitía, algo contradictorio ya que las flores ya no la poseían pero con solo los olores, los colores, la luz... Creaban una atmósfera mágica lo que me hacía ir contenta a trabajar.

Rebecca andaba dando vuelta a la tienda algo ensimismada observándolo todo con fascinación, algo que me hizo cierta gracia al comparar su actitud casi con la de un zombie, uno muy guapo, atractivo y bueno, por supuesto.
-Sí, sí que lo es.-dije orgullosa al observar mi local todo cristal, luz y color.-Bueno, ¿y tienes ya alguna idea?-le pregunté caminando hacia el mostrador.-Por cierto, por el dinero no te preocupes, precio de amigo. ¿Qué se siente al ser VIP en una floristería?-dije entre risas bromeando.

Escuchó y abrió sus ojos, algo apenada al escuchar lo del encargo. - Oh, si soy inoportuna puedo retirarme- comentó amablemente mientras asentía con su rostro.- Entiendo perfectamente, siempre hay retrasos y problemas de ese tipo. Te comprendo- rió levemente mientras recordaba los pormenores de poseer un negocio, los pros y contras y generalmente los pros ganaban, a pesar de lidiar con clientes enojados.

Katherine respondió con una sonrisa abierta, asintiendo mientras mordía su labio inferior. Le dió la razón a Caroline. - Asi es...con esto del trabajo y lo que pasa en el día a día, es difícil vernos, no?- coincidió mientras hacía un suave puchero. Estiró sus brazos enfrente de su cuerpo y bostezó animadamente mientras avanzaba unos pasitos hacia el mostrador. Becca rió, arrugando la nariz como solía hacerlo y aclaró su voz, tratando de que saliera como una mujer de negocios. - por supuesto, en pocos días Storybrooke estará plagado de tus bellas flores- explicó con voz de negocios mientras le guiñaba un ojo, dudando si los empresarios cerraban tratos de esa manera.

Sonrió de nuevo y asintio energicamente mientras daba una sencilla vuelta de ballet sobre un pie. - Sí, tengo una idea pero me gustaría que me ayudaras y dieras tu opinión - comentó acercándose a Caroline mientras ambas avanzaban hacia un estante donde reposaban gruesos libros sobre flores y demás.Rió ligeramente encogiendo sus hombros con mirada ensoñadora, dándole toda la razón a su amiga. - La vida aquí es rebozante - murmuró mientras se recargaba en una pared y cogía un libro, esperando no molestar a Carol. Sonrió abiertamente y volvió a reír, mordiendo suavemente su labio inferior. - Ay, me siento halagada - contestó con total sinceridad entre risas ligeras que se difuminaban con la de ojos cafés, mientras las dos compartían un agradable momento.