En buenas manos - Ender

Últimamente me notaba más cansada, eso era debido a que en el trabajo me mataba a servir mesas y a limpiar. Muchas noches cuando se cerraba me quedaba hasta tarde para dejarlo todo como una patena. Tan brillante que podía ver mi perfecta cara reflejada en el suelo. Así es cómo me gustaba que estuviera todo. De hecho muchos días libres me los pasaba limpiando mi casa también. Tenía un problema con la limpieza y a veces no me dejaba vivir, pero disfrutaba con tenerlo todo bien limpio. Claro que así acababa que parecía que tuviera la espalda de una anciana de noventa años.

Aquel día en la cafetería me habían comentado de un masajista muy bueno. Decían que tenía unas manos prodigiosas y que te dejaba como nueva. "Eso tengo que comprobarlo" Pensé cuando me lo dijeron, por lo que le pregunté a quien me lo dijo si tenía una tarjeta para llamarle. Me dieron una por suerte pero la guardé en el bolsillo de mis shorts y ahí se quedó sin acordarme. Aquel día sólo tenía el turno de mañana así que me dirigí a casa a comer. Descansé un poco y volví a salir.

Al comenzar a caminar noté que el dolor en la espalda volvía. Rodé los ojos y entonces me vino a la mente lo del masajista de nuevo. ¿Sería verdad que me dejaría cómo nueva? Me acordé de él y comencé a rebuscar en los bolsillos de mi pantalón la tarjeta que me habían dado. Lo malo es que no llevaba el móvil ni nada. Había salido tal cual por lo que no podría llamarle para concertar una cita. Quizás si me presentaba en su casa podría atenderme. Necesitaba el masaje ya. Encontré la tarjeta y por suerte para mi y para mi espalda estaba anotada la dirección. -Genial! Y encima no estaba muy lejos de dónde yo me encontraba.

Giré un par de calles volviendo sobre mis pasos, y me encontraba en su calle. Ahora sólo me quedaba encontrar el número. Caminé algo más rápido hasta que la encontré. Sonreí de oreja a oreja y llamé al timbre esperando que me abriera. Rezaba al mismo tiempo por que tuviera un hueco para mí. Me coloqué bien la blusa que llevaba y luego el pelo pasando la mano desde mi flequillo hacia atrás. No sé por qué incluso me encontraba algo nerviosa y eso era raro en mí. Coloqué mis manos en los bolsillos traseros de mis shorts mientras esperaba.

Me encuentro en casa sin nada que hacer, tirado en el sofá. Acabo de comer lo primero que he encontrado en la nevera, un par de trozos de pan untados con tomate y aceite; un par de rodajas de salchichón, un taquito de queso y una lata de atún acompañados de un refresco de fresa. De hecho, los restos de esa comida aun estan sobre la mesita del sofá, pero no tengo intención alguna de levantarme a recogerlos. Ya los recogeré cuando me levante, o en su defecto, cuando recuerde que están ahí. No soy el rey del orden, lo admito, pero logro mantener la casa limpia.
Estoy casi cayendo a los brazos de Morfeo cuando el timbre me saca de mi ensoñación, haciendo que me estire en el sofá y abra los ojos, parpadeando confuso. ¿Se me ha pasado alguna cita? No, no lo creo. Todavía tengo pocas, asi que es fácil para mi concertarlas y también recordarlas. El timbre vuelve a sonar y dejo salir todo el aire, seguido a continuación de un largo bostezo, levantandome y caminando solo en tejanos hasta la puerta. Quizá sea el correo, tengo encargada una nueva máquina que debería llegar por estas fechas.
Me revuelvo el pelo con una mano mientras que con la otra abro la puerta, alzando las cejas al ver a una chica nada desagradable a la vista bajo el porche de mi casa. Ehm.... hola. ¿Te conozco? Frunzo el ceño, no sabiendo ni quien es ni que se supone que hace aqui. No me suena de nada, siendo sincero. Aunque una lucecita en mi cabeza color verde esperanza me hace pensar que quizá mi negocio haya ido corriendo boca a boca y venga por eso.

Me quedé con los labios entreabiertos al ver al chico que abría la puerta. Parpadeé un par de veces y tragué saliva volviendo en mí ante su pregunta. -Sí, sí... "¿Sí, sí, qué?" Dios... tonta, cagada, ahora debía pensar que era idiota. -Digo... no, pero yo a tí sí, bueno, no a tí fisicamente... "Y vaya físico" -Pero me han comentado que quizás podrías ayudarme... Suspiré sintiendome la persona más tonta del mundo. ¿Me iba a poner nerviosa ante un chico? Vale que hacía tiempo que ninguno me recibía así, pero... ¿Había perdido la práctica? Moví mi cabeza un un instinto de apartar mi pelo de la cara y me quedé mirandole a los ojos un poco atónita aún.

-Verás es que necesitaría un masaje. Miré el número de su puerta y el de la tarjeta. -Eres Ender Rush ¿no? Pregunté para cerciorarme de que él era el masajista y acto seguido como si de un movimiento reflejo se tratase dirigí mi mirada a sus manos. Las tenía bonitas, quizás si fuera él, vamos los datos no fallaban, pero a lo mejor podía ser algun familiar o algo así. Subí mi mirada de nuevo a sus ojos esperando que sí fuera él y que no hubiera quedado demasiado mal. Aunque con mi principio había quedado suficientemente ridícula.

-Bueno me dejaron la tarjeta en la cafetería comentandome que eras muy bueno con los masajes y... Entonces me di cuenta de la hora que era. -Oh, oh, perdona por la hora que es y eso, y sé que debería haberte llamado pero me dejé el móvil en casa al salir. Y bueno decidí presentarme personalmente. Ahora volví a dar por hecho que era él. ¿Qué narices me pasaba? ¿Por qué estaba tan torpe? Eso no era propio de mí. Tenía que tranquilizarme de alguna manera. Me quedé callada suspirando.

Alzo las cejas mirando a la chica. No parece saber ni lo que tiene intención de decir, pero espero paciente y la escucho, esbozando media sonrisa. Despego mi mano de la puerta y me relajo un poco, ya mas despierto. Si, soy Ender... anda pasa. No es que tenga muchas ganas de tener ahora una sesión asi improvisada, pero el trabajo es trabajo, y cuando se tiene tan poco nunca se puede desaprovechar una oportunidad. Además, la disponibilidad 24 horas siempre me puede hacer ganar puntos en el boca a boca. Me alegro de que te hayan pasado mi tarjeta, no te arrepentiras, ya verás. Cierro la puerta en cuanto entra en casa, cerrando las puertas corredizas que dan al salón, indicandole las escaleras para que suba. Sube por favor, tengo el despacho arriba. Quizá debería haberme organizado al revés, dejar mis dependencias personales arriba y todo lo del trabajo abajo, evitaría que todo el mundo pasara por mi casa.. pero en el fondo tampoco me importa tanto, las escaleras y el recibidor siempre las mantengo en orden.
No te preocupes por la hora, no tengo ninguna cita pronto asi que tenemos tiempo. La sigo escaleras arriba y le abro la puerta de la consulta, indicandole que se siente, haciendolo yo frente a ella. Has dicho que necesitas un masaje...¿has dado un mal gesto, tienes alguna lesión...? Saco una hoja con algunas preguntas y datos, tendiendosela por encima de la mesa junto con un bolígrafo. No es mas que información básica para hacerte la ficha.

Le miré atentamente cuando me ofreció pasar, no parecía tener muchas ganas de trabajar. Lo que me hizo replantearme aún todo mejor. -Oye, no parece que tengas muchas ganas... si eso dame cita y ya vuelvo otro día. Dije más seria y decidida que antes. Porque antes había parecido idiota. Aún así entré, pero yo seguía convencida de que no tenía ganas y que había sido un error presentarme de aquella manera en su casa. Una vez dentro le miré con una sonrisa mientras comentaba que no me iba a arrepentir. Quizás no, si me lo habían recomendado seguramente es por que era bueno, la gente sabía que podía ser algo exigente.

Cuando cerró la puerta miré su casa con curiosidad, no era reluciente, pero no estaba sucia. Me sentía cómoda, así que no habría ningún problema. Miré las escaleras y ascendí por ellas al piso de arriba. Era raro que no tuviera la zona de trabajo abajo, pero bueno cada cual con su negocio hacía lo que quería, así que no era quién para juzgarlo ni criticarlo. Al llegar arriba me paré espernado que me diera nuevas indicaciones. -Bueno, una vez más lo siento, te invitaré a un café en el Granny's por las molestias Sonreí amablemente. Entré a la consulta sentandome en una de las sillas. Le miré fijamente cuando se sentó delante mío, siempre con aquella leve sonrisa, como si no pudiera sonreír más, aunque lo hubiera hecho antes, pero había sido inconscientemente. Cuando era consciente no sonreía tanto.

-Trabajo, me tiro horas de pie, sirviendo, cuando cerramos el Granny's me quedo hasta tarde, y luego los días que tengo libre pues me dedico a limpiar mi casa... Vamos que no paro Reí suavemente negando con la cabeza, sabiendo que como todos me iba a tomar por una loca. Cogí la hoja y el boli y comencé a rellenar todos los datos que allí habían. Cuando terminé se lo tendí -Ya Dije como si hiciera falta decir algo. -Espero que con el masaje se vaya mi dolor... Comenté con algo de temor, lo único que no me podía pasar era que mi espalda se truncara.

Me quedo observandola atentamente en el tiempo que ella va rellenando los datos del formulario. No siempre es necesario rellenarlo, claro. Hay clientes que vienen una vez por un solo masaje y ya está, pero otros vienen continuamente y si lo hacen y tengo su ficha yo mismo puedo ir anotando que tipo de aceites o masajes les van mejor, o que problemas voy detectando para mejorar cada vez mas mi trato hacia ellos.
Me desempano un poco cuando me devuelve la hoja debidamente cumplimentada y sonrío, indicandole una celda abajo donde tiene que estampar su firma. En cuanto lo hace sonrío y le echo un vistazo rápido, sobretodo a los apartados de enfermedades, cicatrices y sobretodo al de alergias. Tuve un compañero que se topó con un cliente con alergia al aloe y justo fue a utilizar un unguento de esa planta con él. No volvió a verlo mas allá de los tribunales. Pobre chico.
Bien señorita Desmarais, si hace el favor de seguirme... Me levanto y echo a caminar por el pasillo con ella tras de mi, abriendole la puerta de la sala de masajes, quizá la parte mas limpia y ordenada de toda la casa. Tiene una bata detrás de la puerta por si quiere cubrirse con algo. No es que se pueda llamar precisamente bata, porque tiene toda la espalda y los hombros al descubierto, pero al menos entre que se tumba y se levanta no se le ve nada. La gente suele sentirse menos expuesta con eso puesto. Por favor, deshagase de toda prenda de cintura para arriba y cuando este lista tumbese boca abajo. Vuelvo en un minuto. Salgo de la sala, dejandole la intimidad necesaria para cambiarse con comodidad mientras aprovecho para bajar abajo y beberme un buen vaso de zumo, refrescandome.

sala de masajes:

Mientras iba rellenando aquel formulario le miraba de reojo. Se veía un chico muy mono la verdad. Pero hoy no había venido aquí a ligar, desde que conocí a Ed en la fiesta no se me iba el maldito casanova de la cabeza. No es que me gustara, o sintiera, yo no sentía nunca. Era simplemente que me daba curiosidad aquel tipo. Evidentemente que tuviera curiosidad, no significaba que no pudiera mirar al resto ni sentirme cuirosa por ellos. Debido a mi trabajo estaba segura de que lo vería a menudo, eso sí, si hacía un buen trabajo.

Me quedé mirandole cuando él se puso a revisar la ficha, no tenía ninguna enfermedad, ni ningún tipo de alergia ni nada por el estilo. -Por favor, llámame Sol. Dije sonriendo, quería tener plena confianza con el chico que me iba a tocar minutos después, no me gustaban mucho las formalidades, aunque yo las tuviera por respeto. Caminé detrás de él siguiendolo hacia la sala de masajes. Al entrar me quedé fascinada. -Guau... nada más entrar aquí ya se respira paz. Dije relajandome por momentos. Era un sitio muy cálido y muy limpio sobretodo, eso me gustaba. -Oh, no será necesario. Dije negando con la cabeza, no tenía ningún tipo de pudor por mucho que fuera un hombre. Asentí ante lo de quitarme la ropa aunque no pude evitar sonreír con cierta picardía.

Salió enseguida mientras yo ya comenzaba a quitarme la blusa. La dejé a un lado y luego me desabroché el sujetador dejando éste sobre la blusa. Me tumbé sobre la camilla como él me indicó esperando que no tardara mucho en volver. Cerré los ojos esperandolo y así podía relajarme aún más. La verdad es que necesitaba aquel masaje como el comer. Aunque por si acaso dije en voz algo alta -Ya estoy! Por si estaba detrás de la puerta o algo y podía oírme.

Entro por la puerta tras un segundo vaso de zumo cargando con una jarra con agua fresca y un par de vasos, dejandolos sobre una mesa auxiliar que tengo por ahí y nunca uso. No se porque demonios compraría dos, pero bueno, al menos logro sacarle un poco de utilidad a la segunda. Me acerco a la chica y le paso una mano por la espalda desnuda, notando su piel caliente. Siento con los dedos el tipo de piel, la hidratación y la complexión de la persona. Dependiendo de cada uno prefería utilizar aceites para pieles secas, geles para pieles medias y cremas para pieles grasas. Me decido esta vez por un gel efecto calor bastante efectivo y con un suave aroma a menta, poniendome la cantidad del tamaño de una nuez en las manos y frotandomelas. Bien Sol, relájate y disfruta. Te aseguro que mañana estarás tan recuperada que en la cafetería van a alucinar contigo. Sonrío, pensando que quizá debería pasar a tomarme un café. Hace mucho que no interacciono con la gente del pueblo mas allá de mi trabajo.
Empiezo pasando mis manos por sus hombros sin demasiada fuerza, bajandolas por sus omoplatos y sigo hasta su cintura, volviendo a subir, solo pringandole toda la espalda para que el efecto calor del gel empiece a actuar. Subo a sus hombros y empiezo a masajear sus cervicales con los dedos estirados, tensando y destensando su piel. Que no te de reparo dormirte si te entra sueño, ¿eh? Voy poco a poco localizando contracturas, apuntandomelas mentalmente para ir corrigiendolas después, cuando esté mas relajada y le duela menos.

Me sentía nerviosa e impaciente, nunca antes me habían dado un masaje y aunque no debía ser para tanto siempre sentías aquellos cosquilleos cuando no conocías algo. Al sentir su cálida mano por mi espalda pude notar cómo mi piel se erizaba por completo. Hacía mucho tiempo que no tenía contacto con nadie, no era nada sexual, simplemente que por mi forma de ser no dejaba que muchos me tocaran, ni tan si quiera en un abrazo. Por ello es que quizás mi piel era más sensible a las carícias. Pude notar el olor a menta, en otras circunstacias me podría haber molestado ya que no era especialmente de mi agrado, me molestaban normalmente los olores fuertes pero había conseguido relajarme gracias al ambiente. A eso cabe añadir que el olor era suave. Me reí un poco con su frase primera frase. -Vaya, hace mucho tiempo que un hombre no me dice eso. Bromeé mientras le miraba de reojo. -Entonces me parece genial No era por tirarme flores, pero como nunca paraba quieta y me quedaba hasta tarde siempre alucinaban.

Cerré los ojos relajándome en cuanto sentí sus manos pasar por mis hombros y espalda. Podía notar el efecto del calor del gel y del frotamiento suave que me provocaban sus manos. -Si hombre, y ¿si me da por roncar? Volví a bromear, yo nunca roncaba, al menos no me habían dicho que lo hiciera. -¿Y hace mucho que eres masajista? Pregunté con curiosidad, normalmente la vida de los demás no es que me importara demasiado, pero no me gustaba quedarme callada tampoco. A lo mejor eso le molestaba porque no lo dejaba concentrarse, pero si no hablaba me aburriría.

Río levemente, haciendo algo mas de presión con mis pulgares sobre una de las contracturas mas leves. Tan leve que ni siquiera notará una molesta al deshacerla. Si te da por roncar no tendría demasaido problema, no veas con la de roncadores que he compartido sueño... que pesadilla. Sin embargo si estas despierto... bueno, no es para tanto. Siempre puedes poner música. Subo a su cuello, intensificando algo mas el roce allí, volviendo a bajar por sus omoplatos simplemente paseando mis manos extendidas, tensando y destensando su piel. Frunzo el ceño cuando me pregunta por el tiempo que hace que soy masajista. Pues... desde siempre, supongo. No se, no lo recuerdo del todo. Siempre he dado masajes a la gente. Aunque admito que soy un poco loco. Si algun día quieres hacer deportes de riesgo, llamame. Soy monitor de casi todos los que se te puedan ocurrir.
Noto como poco a poco su cuerpo va relajandose y es entonces cuando subo a las contracturas bajo sus hombros, empezando a darle mas fuerte en algunas de ellas, deshaciendo los nudos. En el momento es doloroso, pero el alivio en cuanto desaparece el dolor es instantaneo. Además, el calor ayuda a que se deshagan con mas facilidad. Te molestará un poco esto... pero no te preocupes, se pasa rápido.

Notaba cómo él iba haciendo presión por mi cuerpo, dejando cada zona libre de nudos o contracturas cómo se solían llamar. -Ya pero me moriría de la vergüenza. Que yo sepa no ronco eh, no te vayas a creer ahora que lo hago. Dije preocupada por ello. El hecho de que una mujer roncara para mi era lo más anti-sexy del mundo. Era como si la mujer barbuda quisiese ligar contigo... No, si una chica dice que ronca ha perdido todo el encanto. Ningún hombre quiere una mujer que ronque, lo que desean es a alguien ideal, la chica perfecta. -No hombre, no te preocupes así estoy bien. Dije con simpleza y una sonrisa en mi cara. Suspiré con lo que hacían sus manos ya que el hecho de que me quitara el dolor me daba placer, y obviamente el placer salía a modo de suspiros por mi boca.

Me reí y resoplé después porque yo no era dada a hacer deportes de riesgo, quizás era más el prototipo de chica que mira más por cuidarse que por hacer deporte. -Uy no, eso no está hecho para mí. El único deporte de riesgo que práctico es la limpieza a fondo. Bromeé riendome de nuevo cerrando los ojos después, debido al relax. Apreté los ojos ahora por el dolor que me provocaba el hecho de que apretara más fuerte. No me quejé, no hice ningún otro gesto de dolor. -Ya lo noto ya Dije entreabriendo uno de mis ojos para mirarle. -Pero todo sea por mi espalda! Comenté suspirando cuando el dolor se pasaba. -¿Qué es lo más raro que te han pedido? Pregunté curiosa refiriendome a ambas cosas, tanto al masaje como a los deportes de riesgo.

Deberías probar alguna vez, es divertido y relaja bastante... osea no en el momento, pero con un buen chute de adrenalina en el cuerpo luego se ve todo mucho mas tranquilo.... Me encojo de hombros y continuo masajeando, dando con un nudo bastante feo que me va a costar un rato deshacer, asi que empiezo por simplemente repasarlo un poco y anoto mentalmente volver a él frecuentemente para ir deshaciendolo poco a poco. Quizá podrías encontrar agradable algo como las rutas de montaña en bicicleta, o la escalada... no es tanto como aparenta.
Me quedo parado ante su pregunta, aunque sin dejar de pasar mis manos por su espalda. ¿Lo mas raro? Esta pregunta, sin duda. Me ha hecho pensar y eso no es nada frecuente en mi. Río levemente, pero sigo divagando. Cosas raras, cosas raras...Bueno, un hombre intentó una vez que le dejara hacer paracaidismo sin paracaidas... como caida libre, vamos. Aunque sigo pensando que o bien no estaba en sus cabales o quería suicidarse y pensaba que yo era tonto... Vuelvo al nudo, notandolo ya mas deshecho, ejerciendo algo mas de presión. Y una chica me pidió una clase de hípica sin salir del granero, sin caballo y sin ningun tipo de referente a la hípica... creo que es la manera mas loca que han tenido nunca de ligar conmigo. Todavía me quedo medio shockeado al imaginar aquello, pero es que la chica me dió una descripción tan gráfica de lo que quería que acabé hasta hiperventilando.