Otro día horrible, aunque las cosas mejoran (Phillip D. Growt)

Otro día de esos aburridos en los que prefería estar dentro de mi despacho, antes que permanecer un solo segundo mas por las deprimentes y patéticas calles de Storybrooke. Si fuera por mi, me hubiera largado hacía tiempo, pero mi vida tampoco estaba tan mal. Había conseguido un gran Casino, y mis dotes eran las mejores del lugar. Mi afición por los juegos era brillante.
Y sinceramente, ni siquiera sabía porque caminaba por las cutres calles para entrar en una cafetería tan... tan... es que no me salían las palabras, y seguro que era mejor así. Me senté en la barra, algo aburrido por los monótonos días del año. Prefería vivir en la Antártida, por lo menos allí podría picar hielo, que era mucho mas interesante que estar un solo segundo en ese lugar.
Tras pedir un café, apoyé mis codos encima de la barra, y me daba igual si era de mala educación. Estaba tan aburrido... que sin duda alguna, prefería estropear el día a un niño feliz, porque sus padres le malcriaron comprándole un nuevo globo grande de lo último y lo mas fashion que podía existir.
Me miré por un momento el tatuaje de los dos dados que se tendían sobre mi mano derecha. Aquellos Ojos de Serpientes... los odiaba, sin duda, por eso lo tatué en ese lugar. La cafetería estaba casi vacía, algo extremadamente alegre para mi, por suerte. No quería tener humanifobia... Ya era suficiente con dejar que gente desconocida tocará mi Casino.

Camino sin prisas por las calles del pueblo, apoyandome en mi baston. No es como si realmente me hiciera falta, pero me gustaba llevarlo. Es elegante, lujoso y realmente me da una imagen poderosa. Planeaba acercarme un día de estos a la casa de la alcaldesa para presentarle formalmente mis nuevas propuestas. Nunca me canso de decirle las cosas que me gustaría cambiar en este apestoso pueblo. Podría cambiarle hasta el nombre de paso, pero creo que eso sería ya demasiado tentar a la suerte. El pueblo calla y aguanta mientras puede, pero al final estallará. O lo hará si se cambian demasiadas cosas de golpe.
De pronto mis cejas se alzan al unisono cuando veo a alguien medianamente interesante en el pobre y mundano café de Granny's. Decido por una vez socializar un poco mas. Contactos de este tipo nunca se sabe cuando pueden venir bien, y menos cuando se trata de alguien que, lo quiera o no, termina siendo adinerado. Mi muy querido señor Heart...¿le importa si le acompaño? Me siento sin esperar contestación. Veo como la camarera se acerca ya con mi pedido. No vengo a menudo, pero cuando vengo pido siempre lo mismo, asi que saben que tienen que servirme. Una espléndida mañana, ¿no cree usted?

Sonreí de medio lado, mirandole de forma atenta. Siempre me había llamado la atención aquel muchacho. Parecía débil en aspecto pero era fuerte en mente. Sagaz y suspicaz, hiriente en cada uno de sus palabras, sin tener ni un solo tapujo a la hora de escupir pullas. No por nada le tenía cierto aprecio. El aprecio esta sobrevalorado, joven Heart... y las palabras son solo palabras, asi que seguiré saludandole de este modo si no le importa.
Dejo mi bastón adecuadamente apoyado en el borde de la mesa y dejo mi americana sobre el respaldo de la silla, no queriendo que se arrugue de ninguna de las formas. Odio a la mujer de la tintorería, asi que contra menos veces tenga que pisarla, mejor.
Me traen lo que había pedido y sonrío de forma amable a la camarera, aunque en el fondo la odie también. Cojo el cuchillo y lo limpio tres veces con uno de mis pañuelos antes de usarlo, repitiendo el mismo proceso con el tenedor. Lamento discrepar contigo muchacho. Hay mañanas mas espléndidas que otras, y hoy, siendo que usted y yo nos hemos encontrado, parece ser mucho mejor de lo que podía esperar cuando me he levantado. Lo dejo ahí en el aire, cogiendo mi taza de té y dandole un buen sorbo, rompiendo después uno de los sobres de azucar y removiendo bien el fondo de la taza. Digame señor Heart, ¿va bien el casino? Tengo entendido que cada día aumentan mas sus visitas... no debería estar de mal humor si sus negocios van bien. No soy yo una persona aficionada a los casinos, pero si a moverme entre gente adinerada. Quizá me pase un día de estos por allí.