Quemaduras al corazón de la familia.[ Akeiyla ]

Por fin, tras una semana que se me hizo eterna, por fin me daban el alta. Las quemaduras del incendio me había causado muchísimo daño a el brazo izquierdo y parte del pecho. Ahora más o menos podría curarme lo que quedaba en casa gracias a las medicinas que me dieron. Para mi desgracia, no podía mover el brazo en una temporada, por suerte, yo era diestra. Quizás pudiese dibujar o pintar en un par de días. Ahora estaba esperando a mis padres para que me ayudasen a cambiarme para poder volver a casa. Cuando estaba empezando a dormirme, mi movil sonó.

``Cariño, estamos ocupados con el de los seguros, va a por ti la abuela. Te quiero. Mama.´´

-Genial,-Una sonrisa apareció en mi rostro, iluminándolo.- hacía mucho que no la veía.

¡Ay Dios mío! No podía creer que Alegna estuviera en el hospital, mi hija me había llamado diciendome que mi joven nieta estaba en el hospital y que ella no podía ir a buscarla. Debería ir yo, así además me ponía al día con ella cómo solíamos hacer, cerré el herbolario silbando a Sandy para que viniera a mi lado. Tenía que apresurarme, lo último que quería era que estuviera mucho rato esperando allí. Cerré la puerta con la llave y cogí del arnés a Sandy para que me guiara con tranquilidad pero sin pausa hasta el hospital.

Estaba nerviosa puesto que no sabía qué le había pasado exactamente. Así que estaba realmente preocupada. -Vamos Sandy, no quiero que la niña espere más. Dije intentando que Sandy me guiara más rápido. Pero la pobre no podía hacer más. Normalmente era positiva y sabía que se iba a curar. No había de qué preocuparse, pero era inevitable, si algo le pasara a mi niña yo no sabría qué hacer.

Al llegar al hospital entré hasta llegar a la recepción preguntando por ella. En cuanto me dijeron la planta y la habitación, tuve que pedirle que me acompañara alguien por que Sandy no sabía contar. Me llevaron hasta allí y abrí la puerta con una gran sonrisa. -¡Mi niña! ¿Cómo estás? Dije yendome hacia dónde provenía su olor ya que lo tenía bien retenido en mi mente y podía identificarla claramente. -¿Qué ha pasado? Pregunté ahora sí con un tono de voz algo más preocupado. -Tu madre no me ha contado nada. Dije encogiéndome de hombros mientras me acercaba a la cama.

-¡ABUELA!-En mi rostro no se veía tristeza ninguna, pues mi ``Abu'' estaba allí. Yo no era una nieta ejemplar, puesto que no solía ir a verla muy a menudo, pero la felicidad que me hacía cuando la veía era mucho mayor cuanto más tiempo pasaba sin estar a su lado. Le abracé con el brazo bueno mientras que una enfermera que había venido a ayudarme a cambiarme de ropa, doblaba mi camiseta sucia ya que las batas del hospital las odiaba.-Bueno...-Cogí mi mochila y me al coloqué en el hombro bueno.- Te voy explicando por el camino Abu...


Acaricié al animalito como pude y salí. Por las quemaduras tenía que mantener el brazo que parecía que estaba esperando un abrazo todo el rato. Cuando pudimos entrar en el ascensor y las puertas se cerraron, fue cuando me relajé.

-Bueno, resulta que entré a casa de papa y mama, para prepararles al cena, por que me dijeron que llegarían muy tarde y que si estaba cerca aprovechase. Ese día estaba resfriada, y como mama tiene cocina de gas pues...se lo dejó abierto y al ir a encenderlo pues me saltó. Se ha incendiado la casa entera y dos pisos más. Me tuvieron que sacar los bomberos....al menos me sacó uno bonbom.

Le abrecé como pude, con mucha fuerza. Su aroma era muy suave, como siempre, me encantaba. Otra cosa que me encantaba de mi Abu es que, como tenía un oído muy fino, podíamos decir cualquier cosa que nadie se enteraría. Además, ella siempre había sido mi gran pilar. Cuando nadie confiaba en mi...solo debía ir a ella para recibir las fuerzas necesarias.

-Abuela...en el incendio...se quemó el cuadro que...te tenía preparado... Era la foto que me enseñaste de joven, pero en cuadro y a color...la volveré a hacer. Lo hice para que se notasen tanto als marcas de pintura que si lo tocas, puedas saber más o menos las siluetas.-Le sonreí, feliz, aunque triste por todos los cuadros y cosas que perdí ese día.

Cuando sentí su abrazo hice lo mismo sin saber muy bien dónde tocar ya que no sabía dónde tenía daño y dónde no. Su voz era tan dulce que era inevitable sonreír cuando la esccuchaba. Hice que Sandy la siguiera para conducirnos hacia la salida. Aquella perra era maravillosamente inteligente, para que luego dijeran que los hombres éramos los animales dotados. ¡Venga ya! Es que nadie cree en ellos. Aunque no veía el hospital daba la impresion de ser un lugar frío, impoluto... no me daba buenas vibraciones.

Seguramente cuando hacía el tonto acabaría aquí alguno de esos días. En fin mejor no pensar en eso. Al parecer mi nieta nos había llevado al ascensor nuevamente para bajar. En cuanto las puertas se cerraron ella comenzó a hablar. Me quedé sorprendida con el relato. Negué con la cabeza suspirando, pobre niña. Acaricié su cabeza cuando me abrazó. No quería que se preocupara de nada y me sentía algo mal por que tuviera que pasar por esa situación. -No hay mal que por bien no venga, niña, piensa que al menos has conocido a un bombero guapo. Comencé a reirme para así animarla y sacarle al menos una sonrisa.

-Eres un regalo del cielo. Dije emocionada, no lo había podido rescatar pero aquel detalle era increíble. -No te preocupes que todo tiene solución. Pero si se ha quemado la casa... Torcí mis labios pensativa mientras soltaba un suspiro. -¿Por qué no vienes a vivir a casa? Le propuse con una sonrisa de oreja a oreja esperando que aquello le ayudara al menos.

-¿ De verdad lo dices abuela?-Dije,a legre mientras las puertas se abrian, dejando a la vista la sala principal.- Muchísimas gracias, te ayudaré en todo lo que pueda, te lo juro y...te prepararé las galletas y magdalenas como yo se ¿Vale? Muchas gracias de verdad Abu...-Le abracé como pude mientras di un bote a un lado ya que una mujer había pasado a mi lado y me había rozado el brazo, provocándome un dolor considerable.- Me ca...to...menea

Las palabras no salian del todo por la presencia de mi abuela que si no le habría dicho yo un par de cosas a esa señora. El perrito se puso a mi lado y solo suspiré. Sería mejor irnos, había pasado un par de semanas en ese sitio y estaba desesperada.

-Mejor será que nos vayamos abuela...Quiero perder de vista este sitio cuanto antes por favor, llevo semanas aquí metida. Y hace mucho que no estaba en tu casa abuela. En cuanto llegue... haré lo que me digas, no me vas a dejar vivir a cambio de nada.

-Claro pequeña! Dije sonriendo mostrando la alegría que me daba que se viniera a casa. Me encantaba la sola idea de pasar tiempo con mi preciosa nieta, me llenaba de alegría si cabía aún más. -Ay hija, no hace falta. No quiero que te tomes tantas molestias. Dije con cariño mientrasla abrazaba y notaba cómo daba un bote y la escuchaba quejarse. -¿Te he hecho daño? Dije preocupada por si con el abrazo le había provocado algún tipo de molestia.

Salimos del ascensor acto seguido para caminar hacia la salida. Sandy se alegraba de ver a mi nieta, tanto como yo. Lo cierto es que aquella perra quería a todo el mundo como yo lo hacía, era mi alma gemela perruna. Seguramente si yo fuera una perra sería como ella. Admiraba a mi bonita Sandy. -Vamos, no te preocupes, pronto estarás en casa tranquila. Bueno, he cambiado un poco los muebles de sitio, espero que la reconozcas. Me reí suavemente mientras salíamos del hospital. -Cariño, no te he orfecido mi casa por recibir algo a cambio. Negué con la cabeza manteniendo siempre aquella sonrisa. -No te preocupes, hasta que no te recuperes no vas a hacer nada. Dije ahora en un tono suave pero firme.

-Y cuéntame... quién es ese bombon-bero Dije poniendole aquel mote al bombero que la había salvado. Me alegraba que al menos hubieran llegado a tiempo y mi preciosa nieta estuviera bien, con algunas heridas, pero viva.