Una larga noche por delante [Liam]

Me masajeo las sienes tras soltar el enésimo bostezo de la noche. Normalmente no me ocupaba de los niños por la noche cuando estaban en el hospital. Suficientes niños había por atender en el orfanato y yo sé que aqui los cuidan bien. Pero no es lo mismo cualquier otro niño que el pequeño Mike. Este es el pequeño protegido de Vick, y como mi mejor amigo que es no puedo dejar al niño en la estacada, y menos cuando con esos ojillos tiernos que sabe poner me ha pedido que me quede. Que asco les tengo a estos horribles sillones de hospital. Este niño y su ternura y cara de inocencia fingida, porque en realidad es un completo trasto. Una vez mas, ha vuelto a hacerse daño escapandose del orfanato. No es que quiera huir de allí, claro que no... pero le gusta salir a jugar fuera, saltarse las normas... y luego vuelve como si nada, normalmente acompañado de Vick que es el que suele encontrarlo siempre si es que tiene el turno libre. Y a veces incluso aunque no lo tenga. Creo que a veces el niño incluso ha ido a buscarlo al parque. Le paso una mano por el pelo de forma cariñosa al pequeño que me dedica una leve sonrisa. Por lo menos esta vez solo ha sido un cruce de ligamentos, en unos meses estará como nuevo. La ultima vez consiguió romperse una costilla. Voy a ir a por un café, ¿vale cielo? Le doy un beso en la frente y le acaricio la mejilla. ¿Quieres que mire a ver si puedo conseguirte un chocolate? Le habían administrado calmantes a primera hora de la tarde, pero ahora ya bien entrada la noche el efecto estaba mas que olvidado y le estaba costando dormir. No se si podría conseguirlo, pero en cuanto el niño asiente me voy a ver si por casualidad la cafetería sigue abierta. En el centro por norma no les damos nada mas después de cenar, pero cuando a algun niño le cuesta coinciliar el sueño tenemos ya bien aprendido que el chocolate siempre ayuda.
Llego a la cafetería y suspiro al darme cuenta de que, tal y como esperaba, esta ya cerrada. Me acerco a la máquina de café, aunque sé que de poco servirá tomarse algo de allí. Son muy aguados, aunque para el precio que tienen tampoco es de sorprender. Suspiro y saco un cafe con leche para mi y un chocolate para Mike, volviendo para la habitación procurando no derramar ni una gota al mismo tiempo que evito quemarme las yemas de los dedos. Pero cual es mi sorpresa cuando, al llegar a la habitación, ya hay alguien allí acompañando al pequeño.

El caso del libro estaba completamente cerrado. Editado con mi historia, perfectamente maquetado, ya estaba todo preparado para ser devuelto a su dueña. Así pues, había dedicado mis tardes a pasear por Storybrooke, a ser vigilado por muchos ojos, con la mochila colgada sobre el hombro esperando ver a Paula. Justo un día coincidimos en el parque, pero claro, yo me escondí y dejé el libro metido en una bolsa de plástico dentro de una papelera, justo cuando ella iba a tirar el papel de un helado que se estaba tomando. Su sonrisa, su cara de alegría... Nunca podría borrar de mi mente una alegría como aquella. Se notaba que le tenía aprecio al libro y yo lo agradecía bastante. Ahora tocaba que ellas supieran de mí, tanto Paula como Lucy, que conocieran lo que pasó mi padre, lo que pasó Pepito y sobre todo, aquella terrible experiencia con la ballena.

Esa misma noche, me tocó (como no) guardia en el hospital. Tras pasar por la consulta y ayudar al médico de guardia, me dediqué a pasar por las distintas plantas del pequeño y modesto hospital de Storybrooke. Pequeño, demasiado pequeño quizás... Últimamente tanto médicos como enfermeros habían estado hablando, quizás de más, de un compañero suyo. El doctor Sullivan, o más bien para mí, el príncipe James. Yo había estado ajeno a todo el asunto de su esposa o que sé yo, simplemente me habían contado mis compañeras más cotillas que había perdido a su hija (hecho del que ya sospechaba hace tiempo) y que por eso mismo había pillado la baja, al igual que su mujer, una de las enfermeras. Pues bien, decían esas malas lenguas viperinas que había enloquecido por completo, que acusaba a su mujer de la perdida de su hija, de haber destrozado su matrimonio y que además la estaba acosando. No quise hacer caso a esos rumores, porque eran simples rumores, y porque yo en verdad no quería pensar de ese modo del que había sido (y en cierto modo seguía siendo) el príncipe James.

Tenía la costumbre de acabar pasando el resto de la noche en la zona de pediatría, donde reunían a todos los niños más o menos estables. Cuando entré llevando el libro de Moby Dick entre las manos (curioso) y vi que todos los niños estaban despiertos menos uno, que parecía estar esperando a alguien. Lo reconocí enseguida, por supuesto.

-Hey Mike, ¿qué haces despierto? ¿Estabas con compañía esta noche? -el niño no pudo abrir apenas la boca ya que enseguida la respuesta apareció detrás de mí. Una muchacha más joven que yo, con un vaso de café entre las manos, algo humeante-. Tú debes ser la tutora de Mike... Un placer... Soy Liam -me presenté cordialmente tendiéndole una mano a forma de saludo-. Debo recomendarte que el café de las máquinas da asco...

Hago equilibrios por toda la habitación para no derramar ni una sola gota y dejo ambos vasitos sobre la mesilla. Sé que no vale para nada, pero la cafetería estaba ya cerrada. Le aparto el pelo de la frente al pequeño y le doy un beso sobre esta, sonriendo mientras continuo la caricia en su mejilla. Espera que se enfrie un poco, ¿vale? Sino te quemarás la lengua.
Me giro hacia el enfermero, estrechando la mano que me tiende, sonriendole con amabilidad. Me llamo Nora, soy la directora del orfanato. Mike en realidad esta tutelado por el estado, como todos los niños de allí. Pero se podría decir que si, me hago cargo de él. Le arropo bien para que no pase frio, ganandome una de esas sonrisas que tanto me gustan. ¿Ocurre algo? Han dicho que solo le hacía falta reposo... ¿A que santo venía un enfermero ahora? Que yo sepa no tenían que hacerle nada mas, y menos a estas horas de la noche. Solo espero que no haya pasado nada, Mike tiende a ser impulsivo y pese a que se hace daño, se ha bajado de la cama mas de una vez y caminado por ahí o dando saltitos. Es imposible este niño, hay que tenerle siempre un ojo puesto encima.
Voy tocando de tanto en tanto los vasos, esperando a que se enfrien un poco, pues veo que Mike no deja de mirarlos esperando impaciente por su chocolate. Saco de mi bolso un cubo de rubbik y se lo tiendo. Le encantan ese tipo de puzzles y al menos lo entretendrá hasta que se enfrie el chocolate.

Me sorprendió bastante que una muchacha tan joven fuera directora del orfanato, aunque claro, en Storybrooke nada era lo que parecía. No reconocía su rostro, no me sonaba de nada (de pequeño tuve la oportunidad de conocer a bastante gente, pero no a toda la población del otro mundo), pero tampoco decidí comerme mucho la cabeza. Después de todo, llevaba más tiempo en este mundo sin magia que en el otro, había sido adaptarme al mundo de la tecnología, de la medicina y otros más mundos que sustituían a la magia. Me resultaba sencillo separar mis dos identidades. Incluso ya me sonaba extraño escuchar en mi cabeza mi verdadero nombre, y ahora pensaba en mí como Liam, y no como Pinocho.

-Es un placer conocerla entonces, Mike es un buen niño, algo activo pero es bueno en los niños de su edad -comenté mientras le guiñaba un ojo a Mike. La voz de Nora sonó bastante preocupada debido a mi presencia en la sala. Había veces que no me paraba a pensar de lo que mi presencia podía significar, después de todo no era un cuenta-cuentos, sino un enfermero, un enfermero que tenía que cuidar a los pacientes. Miré a Mike y después a Nora y acabé sonriendo levantando las manos y negando con la cabeza-. ¡Oh no! Para nada, para nada... Se está recuperando de la manera esperada. Simplemente los turnos nocturnos suelen ser un poco aburridos y me gusta subir a esta planta a leerles un cuento a los niños que siguen despiertos... Normalmente los primeros días los pasan algo intranquilos porque no están acostumbrados al ambiente... -me encogí de hombros intentando que no pensara nada raro (la verdad es que siendo forastero y que todos fueran de un pueblo, ayudaba muy poco). Entendía bastante bien a aquellos niños que se encontraban desplazados de su casa, así me había sentido los primeros diez años aquí, hasta que al final tuve que llamar a este lugar mi hogar. Y realmente, siempre había estado descolocado, mudándome constantemente, sin echar "raíces"-. Su trabajo debe ser puramente vocacional, ayudar a los niños de esa manera... -sí, yo había acabado en muchísimos orfanatos, pero nunca había encontrado uno en el que los responsables fueran gente amable, simplemente gente que querían las ayudas del Estado.

Y aún me seguía preguntando por qué había cogido Moby Dick. Odiaba a las ballenas.

Asentí ante sus palabras, cogiendole una mano al niño y haciendole caricias en esta por costumbre. No me hable de lo activo que puede llegar a ser... me trae loca. Sonrío apartandole el pelo de la frente al niño, que sonríe porque le encanta traernos de cabeza a todos. Merlín, hay que ver lo tal para cual que son con Vick, si hasta podría ser su hijo biologico que a nadie le extrañaría. La verdad es que en el orfanato tenemos de todo, hay una niña que excepto para las clases y para comer, apenas se mueve, todo el día pegada a los puzzles. Se podrían repartir un poco la energía a partes iguales. Sonrío, bromeando sobre el tema. No es que me incomode, cada niño es como es y siempre los hay mas traviesos y mas paraditos.
Me quedé mas tranquila ante sus palabras, dandole un beso en la sien a Mike, pasandole el vasito con chocolate que ya no estaba tan caliente. Al menos no se quemaría la lengua. Lo ayudé a incorporarse un poco para que no se lo tirara todo por encima y volví mi vista al enfermero. Es un gran gesto por su parte... a mi me gusta hacerlo en el orfanato cuando me sobra algo de tiempo... pero últimamente eso no pasa nunca. Nos vendría bien gente como usted. Vigilaba al niño por el rabillo del ojo, procurando que no se manchara. Me levanté a mi bolso a por un paquete de pañuelos, dejandole uno sobre la mesilla para que se limpiara al terminar. Si, bueno... desde siempre me han gustado los niños, y creo que ellos no tienen culpa alguna de estar en la situación que están. Cuanto menos si tienen que estar en un lugar como ese, que estén lo mejor posible. Me gusta verlos contentos.
Me fijé en el libro que llevaba con él. No era precisamente una historia corta, pero suponia que había niños que, por desgracia, tenían que pasar largas temporadas en aquel hospital. La sola idea me daba mas pena incluso mas pena que los que nadie adoptaba en el orfanato.

-¿Con puzzles, en serio? A mí simplemente me aburrían de pequeño, me resultaban demasiado sencillos, prefería los juegos de construcción, de creación... Quizás debería haberme dedicado a la arquitectura -solté así repentinamente. Se podía decir que no me gustaba hablar de mí y de mi vida pasada con la gente de Storybrooke, más que nada porque sabía adónde se dirigían exactamente, a los rumores, a los cotilleos. Sin embargo Nora se había comportado de manera amigable conmigo de momento, y no me había asaltado con ninguna pregunta absurda (como esa niña que no paraba de perseguirme en cuanto me veía por la calle)-. Es como una madre para todos ellos, ¿verdad?

Sonreí abiertamente cuando observé que besaba al pequeño Mike en la sien, un gesto cariñoso y que hacía que recordase a mi padre, quien había sido la última persona que me había tratado de esa manera. Era muy triste que tu padre, el que te había dado la vida y había luchado por ti, ahora no te recordase y todo por culpa de la reina Siobhan. Me hervía la sangre no haber podido tener una vida normal.

-¿Cuántos voluntarios tenéis en el hospital? Es simple curiosidad, ya que aquí en el hospital tenemos jóvenes que pasan sus ratos libres cuidando y velando de los enfermos -le gustaban los niños, se le notaba que los apreciaba y en cierto sentido me sentí más tranquilo al ver que no todas las personas habían pedido el rumbo por culpa de la cabeza. Pensé en ciertos conocidos del otro mundo, intentando imaginármelos con aspecto humano en este mundo. ¿Habrían acabado siendo niños también?-. A mí también me gustan los niños, creo que al final me decanté por la enfermería por ese mismo motivo... ¿Y cuántos niños tenéis actualmente en el orfanato? Espero que no muchos... -me había atrevido a preguntar y la verdad es que me temía la respuesta, ¿cuántos habían sido separados de sus familias?

Hay niños para todo. Los puzzles desarrollan el intelecto y la capacidad de organizar formas espaciales, además de la memoria visual y la concentración. Antes se usaban mucho pero ahora los niños ven un ordenador y van de cabeza a por él, aunque tengan que pelearse entre veinte. Frunzo un poco el ceño al acordarme del viejo ordenador del centro. Siempre crea alguna disputa. Mike se rie, supongo que acordandose de lo mismo pero desde el punto contrario de vista.
Alzo la mirada hacia el hombre, encogiendome de hombros. No se exactamente cuantos tenemos ahora, pero cada día son menos. Trabajadoras fijas hay ocho, sin contar cocineras o asistentas, pero voluntarios... bueno, van y vienen. A algunos les hace gracia probar y cuando ven que no es todo jugar y divertirse no vuelven a aparecer jamás. Aunque hay gente realmente constante. Ahora estamos intentando crear un programa nuevo, se trata de hermanos mayores. Gente a la que se le adjudicará un niño concreto y podrá llevarselo durante una tarde o una mañana a hacer cosas diferentes a las que podemos hacer allí. El tipo de cosas en las que puedes controlar a un niño pero no a diez, ya sabe, como llevarlos a un parque de atracciones o a hacer escalada. Aunque lo mismo daría sacarlos al parque a volar una cometa y comer un helado. La cuestión es que puedan sentir lo que es estar en familia, no como allí que estan siempre rodeados de un monton de chicos. La verdad es que entre los voluntarios ocasionales ya habíamos tenido varios adjuntos al programa, aunque todavía no se ha puesto en marcha. Primero necesitamos una buena lista de "hermanos" a los que adjudicar niños. La gracia de asignar siempre al mismo niño es buscar la máxima compatibilidad... y la primera salida puede ser mas extraña pero a la quinta el niño conocerá al adulto y el adulto al niño... no es lo mismo que si los fueramos variando constantemente. Le acariciaba el pelo a Mike de forma distraida, viendo como poco a poco iba cayendo en la inconsciencia. Le estaba costando mucho dormir en el hospital, por eso me alegraba de verlo caer en los brazos de Morfeo. Bajo al instante la voz, empezando a hablar de forma mas suave, casi en susurros. Cuarenta y siete, actualmente. Algunos estan en proceso de adopción, pero muy pocos en realidad. Los bebés salen enseguida, pero los niños... bueno, a la gente le cuesta mas, porque ya tienen su educación y su carácter y eso es dificil de cambiar. De hecho, no había cosa que odiase mas que la gente que adoptaba a un niño y acababa devolviendolo, por eso eramos cada vez mas exigentes con las familias y la compatibilidad con los niños.

Escuché atentamente las respuestas de Nora a mis preguntas. Tenían menos trabajadores fijos, los voluntarios eran algo más inestables, más difícil de contar al parecer. Asentía y asentía, enarcando las cejas cuando comentó lo de los voluntarios que al final acababan abandonado tras comprometerse (yo mismo había conocido a gente así para mi desgracia). Entonces, comenzó a contar algo realmente interesante... Programa de hermanos mayores. De algo había oído en otros orfanatos, pero al final nunca se hacía porque no se le hacía la suficiente publicidad y porque también los jóvenes nunca han querido tener muchas responsabilidades u obligaciones. La verdad es que siempre me había parecido un proyecto interesante, pero... yo nunca me había visto capaz de participar y menos ahora que mi vida era casi nocturna. Además, ¿cómo iba a ser capaz de cuidar a alguien, si no lo hice cuando me lo dijeron? Cada vez que veía a Lucy era un recordatorio de mi error, de mi fallo, de no haber impedido que se la llevasen.

-Sí... Sé perfectamente de lo que hablas -sonreí abiertamente. Era capaz de empatizar con la situación de los huérfanos desde luego, ya que aunque yo no lo fuera en plena disposición, en ese mundo lo había sido-. Máxima compatibilidad... Suena muy bien -y mi mente divagó, recordando ciertas partes de mi otra vida. Y el dolor aumentaba. Siempre aumentaba. Observé que el pequeño se quedó durmiendo y me golpeé el hombro con el libro de Moby Dick-. Me parece que se van a quedar sin historia... Creo que están todos durmiendo. Creo que lo mejor será hablar en el pasillo -señalé la puerta con la cabeza. Después de todo a mí al menos una de las cosas que más rabia me daba era que me observasen mientras que dormía-. Son muchos niños... Cuarenta y siete... -y todos ellos del mundo de los cuentos, separados de sus verdaderas familias. Todo por el maldito hechizo que parecía ser irrompible-. ¿Y puedo saber cómo es que acabaste dedicándote plenamente al orfanato? -vale sí, no era una pregunta muy acertada, ya que me soltaría la mentira que tiene como recuerdos, pero aún así había comenzado a interesarme sus vidas implantas, para así comprender como habían podido soportar estar allí durante veintiséis años.

Le sigo hasta el pasillo, dejando mi bolso con mis cosas dentro, colgando del respaldo de la silla donde me siento para hacer compañía a Mike. Antes de salir bajo la persiana de la ventana y dejo la puerta ajustada para que no le moleste la luz del pasillo, que se queda toda la noche encendida. A mi me molesta bastante la luz de los fluorescentes, y mas a la hora de dormir.
Pues si... son muchos, pero nos apañamos bastante bien. Los mas mayores nos ayudan con los mas pequeños. Supongo que estar en un orfanato también los ayuda a ser mas responsables... aunque también les roba mucha infancia. Intentamos dejarles que sean niños el máximo tiempo posible, pero un niño carente de todas las cosas que puede tener un niño normal siempre será mucho menos niño... Ya sabes, el cariño individualizado que puede recibir un niño que vive solo con sus padres no es el mismo que yo puedo darles a todos por mucho que quiera dedicarmes a ellos. Nunca sería lo mismo. Igual que los juguetes, la atención, la ayuda, la ropa, la comida... nunca es suficiente para suplir lo que una familia puede dar. Me encojo de hombros, algo derrotada. Siempre me pasa igual cuando me paro a pensar que por muchos esfuerzos que hagamos nunca parece ser suficiente. Y lo peor es que aqui en Storybrooke no parece haber demasiada gente dispuesta a adoptar. Es como si todo ell mundo tuviese la vida paralizada... y ni para detrás ni para delante. Ahi, siempre en las mismas.
Alzo la mirada hacia él cuando me pregunta por la dedicación al orfanato. La verdad es que hacía mucho de eso. Al menos que yo recordara. Tengo una hermana adoptada. No recuerdo exactamente el momento en el que llegó a casa. Siempre me han dicho que tras nacer yo mi madre no pudo tener mas hijos... pero eso no implicaba que no quisieran mas. Asi que adoptaran a mi hermana. Y para mi siempre fue algo muy especial tenerla conmigo... asi que supongo que por eso quise ayudar a que tanto adoptados como adoptantes tuvieran facilidades y ayudas para encontrar la familia que les hiciera felices a ambas partes. Además de que me encantan los niños, solo quiero lo mejor para ellos. Por eso me fastidia tanto ver que muchas veces no lo consigo ni de lejos. Me quedo observando al pequeño Mike a través de las rendijas de la cortina, viendo su pecho subir y bajar lentamente.