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So maybe we should start all over again {Grace}
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:: Storybrooke :: Urbanización :: Mansón Gilbert
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So maybe we should start all over again {Grace}
Cuando abrí los ojos en mi cama apenas pasaban de las tres de la mañana. No estoy seguro de si he llegado a dormir media hora o como mucho un poco más, porque he tardado en dormirme con la cabeza hecha un cacao mental más de una hora. Hago una leve mueca mientras miro hacia el sofá que hay al lado de mi cama, mi madre lo metió ahí porque estaba harto de que me pasara la vida leyendo en el suelo, intenté sacarlo pero cada vez que volvía de trabajar el estúpido sofá estaba ahí. Al final tuve que adaptarme al cambio, y no ha estado del todo tan mal aunque lo uso más de ropero que de sofá.
Sobre la tela rugosa y azul descansan al menos las camisas desde tres días atrás, aunque lo que más lleva encima son los jersey que me pongo una vez y luego para no repetir cambio por otros pero no están completamente sucios como para ser mandados a lavar. Suelto un gemido en cuanto me doy cuenta de que he vuelto a empezar a pensar y escondo mi cara contra la almohada abrazándola hasta estriparla, cosa que no sirve de mucho. En cuanto empiezo a ahogarme retiro me acomodo nuevamente esta vez con la vista puesta en el cabecero de la cama con la cabeza llena de imágenes sobre todo lo que pudo haber sido y no fue porque soy un competo idiota.
Me levanto de la cama del todo poniéndome lo primero que encuentro lidiando un poco con el equilibrio que no está del todo bien acomodado esa noche precisamente saliendo de mi habitación con las llaves en las manos y bajando las escaleras casi de dos en dos, algunas de modo más voluntario que otras. Cuando llego al pasillo la puerta de entrada se abre dando paso a mi madre que viene más abrigada que si fuera el invierno más cruel del mundo. - ¿A donde vas así de borracho? - Por un momento me siento sorprendido de que lo haya sabido, huelo mi ropa por inercia y un poco mi aliento donde sí se nota el olor a alcohol pero no suficiente como para que ella lo haya olfateado desde donde está. Sus ojos ruedan y su mano señala hacia mi escritorio donde está mi botella de whisky a medio consumir, la botella de bourbon vacía y la que estaba bebiendo Benjamín. - Una de esas no es mía - En cuanto aquellas palabras salen de mi boca me doy cuenta de que aclararlo es una tontería porque dos botellas solo para mi sigue siendo mucho.
Suelto un suspiro y agarro el jersey del perchero para ponérmelo encima pasando por su lado sin dar más explicaciones. - Al menos peínate que pareces un gañan. Y aléjate de esa chica, no quiero más rumores sobre ti rondando por ahí - Tres pasos después de que cierro la puerta detrás de mi me detengo en seco. ¿Ha dicho alejate de esa chica?. Me giro para mirar hacia la puerta durante varios minutos. Estaba convencido de que no lo sabía y lo que resulta es que ni siquiera quiere hablar del tema. Chasco la lengua y lo dejo correr, supongo que últimamente hay cosas de las que ni siquiera quiere hablar conmigo, nuestra relación es cada vez más difícil desde que papá está en el hospital.
Avanzo por las calles con las manos dentro de los bolsillos sintiendo que el suelo resbala en ocasiones y en un par de ellas a punto de caerme. El frío va llegando, las madrugadas son casi invierno y ha llovido bastante. Por el suelo puedo encontrar algunos charcos de agua acumulada que de haber sido otra época del año ya se habrían evaporado. En cuanto llego al centro de la ciudad me quedo repentinamente sin rumbo. Mientras pensaba en salir a buscar a alguien que supiera donde vive Grace no se me pasó por la cabeza la hora. Son las tres de la mañana pasadas por mucho, y es domingo, mañana todo el mundo madruga. Me relamo los labios dispuesto a devolverme y como por arte de magia la imagen de Lucas se me viene a la cabeza. ¿Trabajar? Él no sabe lo que es trabajar, debe estar despierto todavía.
Redirijo mi rumbo hacia su casa y toco el timbre con la punta de la manga del jersey no muy dispuesto a sacar las manos de éste por el frío que hace, alejándome un poco de la puerta con tal de caminar y conseguir coger algo de calor que el estar estático me roba.
Sobre la tela rugosa y azul descansan al menos las camisas desde tres días atrás, aunque lo que más lleva encima son los jersey que me pongo una vez y luego para no repetir cambio por otros pero no están completamente sucios como para ser mandados a lavar. Suelto un gemido en cuanto me doy cuenta de que he vuelto a empezar a pensar y escondo mi cara contra la almohada abrazándola hasta estriparla, cosa que no sirve de mucho. En cuanto empiezo a ahogarme retiro me acomodo nuevamente esta vez con la vista puesta en el cabecero de la cama con la cabeza llena de imágenes sobre todo lo que pudo haber sido y no fue porque soy un competo idiota.
Me levanto de la cama del todo poniéndome lo primero que encuentro lidiando un poco con el equilibrio que no está del todo bien acomodado esa noche precisamente saliendo de mi habitación con las llaves en las manos y bajando las escaleras casi de dos en dos, algunas de modo más voluntario que otras. Cuando llego al pasillo la puerta de entrada se abre dando paso a mi madre que viene más abrigada que si fuera el invierno más cruel del mundo. - ¿A donde vas así de borracho? - Por un momento me siento sorprendido de que lo haya sabido, huelo mi ropa por inercia y un poco mi aliento donde sí se nota el olor a alcohol pero no suficiente como para que ella lo haya olfateado desde donde está. Sus ojos ruedan y su mano señala hacia mi escritorio donde está mi botella de whisky a medio consumir, la botella de bourbon vacía y la que estaba bebiendo Benjamín. - Una de esas no es mía - En cuanto aquellas palabras salen de mi boca me doy cuenta de que aclararlo es una tontería porque dos botellas solo para mi sigue siendo mucho.
Suelto un suspiro y agarro el jersey del perchero para ponérmelo encima pasando por su lado sin dar más explicaciones. - Al menos peínate que pareces un gañan. Y aléjate de esa chica, no quiero más rumores sobre ti rondando por ahí - Tres pasos después de que cierro la puerta detrás de mi me detengo en seco. ¿Ha dicho alejate de esa chica?. Me giro para mirar hacia la puerta durante varios minutos. Estaba convencido de que no lo sabía y lo que resulta es que ni siquiera quiere hablar del tema. Chasco la lengua y lo dejo correr, supongo que últimamente hay cosas de las que ni siquiera quiere hablar conmigo, nuestra relación es cada vez más difícil desde que papá está en el hospital.
Avanzo por las calles con las manos dentro de los bolsillos sintiendo que el suelo resbala en ocasiones y en un par de ellas a punto de caerme. El frío va llegando, las madrugadas son casi invierno y ha llovido bastante. Por el suelo puedo encontrar algunos charcos de agua acumulada que de haber sido otra época del año ya se habrían evaporado. En cuanto llego al centro de la ciudad me quedo repentinamente sin rumbo. Mientras pensaba en salir a buscar a alguien que supiera donde vive Grace no se me pasó por la cabeza la hora. Son las tres de la mañana pasadas por mucho, y es domingo, mañana todo el mundo madruga. Me relamo los labios dispuesto a devolverme y como por arte de magia la imagen de Lucas se me viene a la cabeza. ¿Trabajar? Él no sabe lo que es trabajar, debe estar despierto todavía.
Redirijo mi rumbo hacia su casa y toco el timbre con la punta de la manga del jersey no muy dispuesto a sacar las manos de éste por el frío que hace, alejándome un poco de la puerta con tal de caminar y conseguir coger algo de calor que el estar estático me roba.
Sebastian J. Jones- Realeza
- Soy : Príncipe Philip / Profesor
Mensajes : 171
Empleo /Ocio : Profesor
Edad : 36
Fecha de inscripción : 29/06/2012
Re: So maybe we should start all over again {Grace}
Grace se incorporó en la cama acompañando ese movimiento con un grito ahogado. Al darse cuenta de que no había sido nada más que otra de esas pesadillas que parecían perseguirla sin tregua noche tras noche, y una vez más agradeció que la Lucas viviera en esa mansión medio vacía de tal modo que toda el ala sur de la enorme casa había quedado exclusivamente para su uso. No quería preocuparlo más de la cuenta con aquellas pesadillas que le interrumpían constantemente el sueño. Ya suficiente había hecho por ella...
Cuando por fin tuvo el pulso regularizado y la respiración más acompasada, se levantó de la cama, notando al instante un escalofrío, ya que la temperatura en Storybrooke se empezaba en bajar por las noches. El caso es que sabía de otras noches que una vez se despertaba de uno de aquellos sueños perturbadores, ya no tenía forma de volver a conciliar el sueño, motivo por el que se paseaba constantemente con aquellas ojeras oscuras debajo de los ojos. Se perdía en esos pensamientos en los que le costaba diferencial lo real y lo no real entre aquellos sueños en que ese duende grotesco le reclamaba a su hija como parte de un trato, y la dolorosa realidad en la que en verdad no tenía a su niña con ella... Y esos recuerdos dolorosos se entrelazaban con aquello que le había hecho pasar a William, y la visión de Sebastian alejándose de ella en aquella playa.
Hacía días que ya no lloraba. Era como si sus ojos se hubieran secado, y en realidad no le hubiera sorprendido que fuera así, pues seguramente había vertido las lágrimas de toda una vida. Tomó su bata, que había dejado cuidadosamente colgada detrás de la puerta y salió de la habitación en dirección a la cocina. Sabía que ese día no se encontraría con nadie porque Lucas había salido con Phoebe, y le había avisado que volvería tarde.
Una vez en la cocina, sus manos parecieron tomar vida propia movidas por la costumbre de hacerlo prácticamente todas las noches a pesar de saber que no servía de nada. El caso es que algunas semanas atrás le había comprado a Ambrose aquellas hierbas que en teoría deberían ayudarla a volver a coger el sueño... Pero que en realidad no servían para nada.
Pero lo que si salió completamente de la rutina que conformaba sus noches fue que justo cuando había puesto el agua a hervir sonó el timbre.
Giró la vista hacía la puerta como si así pudiera adivinar quien era, y comprobó la hora en el reloj que había en la pared de la cocina. Casi las tres y media de la madrugada... ¿Quien estaría llamando? Su primer instinto fue ignorar aquella llamada y fingir que no había nadie en casa, o si había alguien que estaba dormido y no había oído nada, pero el pensar que tal vez podría ser Lucas que se había olvidado las llaves o algo así.
Al final decidió acercarse a la puerta y mirar por la mirilla. Y al hacerlo su corazón dio un vuelco, porque ahí, justo al otro lado, estaba Sebastian. El mismo en el que intentaba no pensar, porque le había dejado bastante claro que no iban a estar juntos. Por un momento pensó que estaba allí por ella, que había cambiado de idea, pero luego se recordó que técnicamente no sabía que estaba allí, y dado que eran amigos con Lucas, seguramente hubiera llegado buscándole a él. Además, ¿que iba a querer de ella que no hacía más que hacer daño a todos a su alrededor?
Se cerró un poco mejor la bata alrededor de su cintura antes de abrir la puerta, rogando para no ver una expresión horrorizada en su rostro una vez descubriera quién le había abierto la puerta.
- Ho... Hola... Lucas, no está. Ha salido con Phoebe. – dijo hablando deprisa, sin dejarle que realmente le dijera el porqué estaba ahí, y rogando que el débil temblor de su voz no denotara lo nerviosa que estaba, sobretodo después del regusto amargo que le había dejado su último encuentro. O sus últimos encuentros – ¿Puedo ayudarte yo en algo? – terminó por preguntar, aunque en realidad ya conocía la respuesta. Se lo había dejado muy claro días atrás. Tan claro que mirarle, ahora que sabía que jamás podría tenerle, le resultaba demasiado doloroso.
Cuando por fin tuvo el pulso regularizado y la respiración más acompasada, se levantó de la cama, notando al instante un escalofrío, ya que la temperatura en Storybrooke se empezaba en bajar por las noches. El caso es que sabía de otras noches que una vez se despertaba de uno de aquellos sueños perturbadores, ya no tenía forma de volver a conciliar el sueño, motivo por el que se paseaba constantemente con aquellas ojeras oscuras debajo de los ojos. Se perdía en esos pensamientos en los que le costaba diferencial lo real y lo no real entre aquellos sueños en que ese duende grotesco le reclamaba a su hija como parte de un trato, y la dolorosa realidad en la que en verdad no tenía a su niña con ella... Y esos recuerdos dolorosos se entrelazaban con aquello que le había hecho pasar a William, y la visión de Sebastian alejándose de ella en aquella playa.
Hacía días que ya no lloraba. Era como si sus ojos se hubieran secado, y en realidad no le hubiera sorprendido que fuera así, pues seguramente había vertido las lágrimas de toda una vida. Tomó su bata, que había dejado cuidadosamente colgada detrás de la puerta y salió de la habitación en dirección a la cocina. Sabía que ese día no se encontraría con nadie porque Lucas había salido con Phoebe, y le había avisado que volvería tarde.
Una vez en la cocina, sus manos parecieron tomar vida propia movidas por la costumbre de hacerlo prácticamente todas las noches a pesar de saber que no servía de nada. El caso es que algunas semanas atrás le había comprado a Ambrose aquellas hierbas que en teoría deberían ayudarla a volver a coger el sueño... Pero que en realidad no servían para nada.
Pero lo que si salió completamente de la rutina que conformaba sus noches fue que justo cuando había puesto el agua a hervir sonó el timbre.
Giró la vista hacía la puerta como si así pudiera adivinar quien era, y comprobó la hora en el reloj que había en la pared de la cocina. Casi las tres y media de la madrugada... ¿Quien estaría llamando? Su primer instinto fue ignorar aquella llamada y fingir que no había nadie en casa, o si había alguien que estaba dormido y no había oído nada, pero el pensar que tal vez podría ser Lucas que se había olvidado las llaves o algo así.
Al final decidió acercarse a la puerta y mirar por la mirilla. Y al hacerlo su corazón dio un vuelco, porque ahí, justo al otro lado, estaba Sebastian. El mismo en el que intentaba no pensar, porque le había dejado bastante claro que no iban a estar juntos. Por un momento pensó que estaba allí por ella, que había cambiado de idea, pero luego se recordó que técnicamente no sabía que estaba allí, y dado que eran amigos con Lucas, seguramente hubiera llegado buscándole a él. Además, ¿que iba a querer de ella que no hacía más que hacer daño a todos a su alrededor?
Se cerró un poco mejor la bata alrededor de su cintura antes de abrir la puerta, rogando para no ver una expresión horrorizada en su rostro una vez descubriera quién le había abierto la puerta.
- Ho... Hola... Lucas, no está. Ha salido con Phoebe. – dijo hablando deprisa, sin dejarle que realmente le dijera el porqué estaba ahí, y rogando que el débil temblor de su voz no denotara lo nerviosa que estaba, sobretodo después del regusto amargo que le había dejado su último encuentro. O sus últimos encuentros – ¿Puedo ayudarte yo en algo? – terminó por preguntar, aunque en realidad ya conocía la respuesta. Se lo había dejado muy claro días atrás. Tan claro que mirarle, ahora que sabía que jamás podría tenerle, le resultaba demasiado doloroso.
Grace E. Sullivan- Realeza
- Soy : Princesa Aurora
Mensajes : 253
Empleo /Ocio : Enfermera
Fecha de inscripción : 04/06/2012
Re: So maybe we should start all over again {Grace}
Llega un momento en que no tengo nada mas en la cabeza que el estarme congelando en el exterior, tal vez cuando me salí de casa al girarme para mirar la puerta debería haber aprovechado el momento y regresado a por un jersey mas grande. No pensé en realidad que fuera a hacerme falta porque no pensaba tardar demasiado. Suelo el aire y prácticamente parece humo saliendo de mi boca, me pongo de espaldas a la puerta con las manos sobre mi boca respirando el aliento sobre ellas en un intento de que el poco calor que sale de mis adentros sirva para expandir al menos a las extremidades.
En cuanto suena la puerta me giro esperando encontrarme al rubio que he vendo a buscar, sin embargo me quedo con la boca abierta a punto de preguntar directamente lo que he venido a saber cuando la respuesta la tengo delante. - Grace - Sueno tan rematadamente incrédulo que ni siquiera sé si es que se me ha quebrado la voz o apenas ha salido hecha un susurro y me veo incapaz de seguir cuerdo con mi vista sobre ella así que la desvío. Escucho su respuesta y tardo un poco en procesarla, claro tiene prisa, son las tres de la mañana, yo la he despertado y soy un jodido cabrón. - Siento haberte despertado, venía buscando a... - Hago un gesto con mi mano cuando tardíamente me percato de que eso es algo de lo que ella ya se ha dado cuenta. Venía buscando a Lucas.
Niego casi de inmediato ante su ofrecimiento que ni siquiera proceso antes de descartar, volviendo a tirar de las mangas de mi jersey para cubrir las manos por completo y resguardarlas del frío viento que cruza aquella casa convenientemente. - Tenía que hablar contigo - Empiezo a mover mis manos al hablar en un intento de que al hacerlo se calienten suficiente para que deje de temblar y mi temperatura pare de descender. - Aunque no así... no ahora - Suelto un quejido golpeándome la frente un par de veces con el empalme de la muñeca obligándome a pensar y no pensar al mismo tiempo completamente confuso.
Si no pienso digo gilipolleces, y si pienso termino recordando cosas en las que no vale la pena pensar. Después de todo este tiempo intentando hablar con ella para explicarme alzo mi vista para mirarla en condiciones sintiendo el molesto vaivén de mi pecho y viendo como mi propia respiración se transforma en vapor en cuanto sale de mis labios. Sin embargo todo eso deja de importarme cuando veo sus ojos, lo primero en lo que siempre me he fijado de ella, opacados por completo. - ¿Te encuentras bien? - Supongo que no, ha perdido a su hija, ha perdido su casa, ha perdido a su marido, y yo la he dejado tirada en la playa cuando más me necesitaba.
Trago saliva con dificultad porque la idea de pensar que esas ojeras en parte es porque le importa que me haya ido, de una manera me hacen sentir bien. Bien y mal al mismo tiempo, con una sensación bipolar extraña a flor de piel.
En cuanto suena la puerta me giro esperando encontrarme al rubio que he vendo a buscar, sin embargo me quedo con la boca abierta a punto de preguntar directamente lo que he venido a saber cuando la respuesta la tengo delante. - Grace - Sueno tan rematadamente incrédulo que ni siquiera sé si es que se me ha quebrado la voz o apenas ha salido hecha un susurro y me veo incapaz de seguir cuerdo con mi vista sobre ella así que la desvío. Escucho su respuesta y tardo un poco en procesarla, claro tiene prisa, son las tres de la mañana, yo la he despertado y soy un jodido cabrón. - Siento haberte despertado, venía buscando a... - Hago un gesto con mi mano cuando tardíamente me percato de que eso es algo de lo que ella ya se ha dado cuenta. Venía buscando a Lucas.
Niego casi de inmediato ante su ofrecimiento que ni siquiera proceso antes de descartar, volviendo a tirar de las mangas de mi jersey para cubrir las manos por completo y resguardarlas del frío viento que cruza aquella casa convenientemente. - Tenía que hablar contigo - Empiezo a mover mis manos al hablar en un intento de que al hacerlo se calienten suficiente para que deje de temblar y mi temperatura pare de descender. - Aunque no así... no ahora - Suelto un quejido golpeándome la frente un par de veces con el empalme de la muñeca obligándome a pensar y no pensar al mismo tiempo completamente confuso.
Si no pienso digo gilipolleces, y si pienso termino recordando cosas en las que no vale la pena pensar. Después de todo este tiempo intentando hablar con ella para explicarme alzo mi vista para mirarla en condiciones sintiendo el molesto vaivén de mi pecho y viendo como mi propia respiración se transforma en vapor en cuanto sale de mis labios. Sin embargo todo eso deja de importarme cuando veo sus ojos, lo primero en lo que siempre me he fijado de ella, opacados por completo. - ¿Te encuentras bien? - Supongo que no, ha perdido a su hija, ha perdido su casa, ha perdido a su marido, y yo la he dejado tirada en la playa cuando más me necesitaba.
Trago saliva con dificultad porque la idea de pensar que esas ojeras en parte es porque le importa que me haya ido, de una manera me hacen sentir bien. Bien y mal al mismo tiempo, con una sensación bipolar extraña a flor de piel.
Sebastian J. Jones- Realeza
- Soy : Príncipe Philip / Profesor
Mensajes : 171
Empleo /Ocio : Profesor
Edad : 36
Fecha de inscripción : 29/06/2012
Re: So maybe we should start all over again {Grace}
- No te preocupes, no estaba dormida. – dijo sin querer entrar demasiado en detalles. Porque, ¿que iba a decirle? ¿Que sus remordimientos eran tantos que se le aparecían en forma de pesadillas constantemente, cosa que hacía que durmiera una media de tres o cuatro horas diarias? Sebastian le había dejado bastante claro que no quería tener nada que ver con nada referente a ella.
Precisamente por eso, lo que menos esperaba en el mundo fue que él le dijera que quería hablar con ella. Su expresión de sorpresa dejaba claro que no esperaba verla ahí, así que seguramente si andaba en busca de Lucas... ¿para preguntarle donde podía encontrarla? ¿A las tres de la mañana?
No podía negar que le intrigaba y le daba miedo a la vez de lo que pudiera querer hablar Sebastian con ella. A decir verdad no creía que nunca volvieran a cruzar más que saludos de cortesía si se encontraban por el pueblo, sin embargo ahí estaba... Y su pregunta de como estaba la tomó con la guardia completamente baja, aún cuando en los últimos días le habían hecho miles de veces aquella pregunta.
- Estoy bien. – dijo de forma automática, casi de inmediato después de la pregunta, tal y como se había acostumbrado a hacer en las últimas semanas. Sabía que nadie creía aquella respuesta, porque sólo había que ver su aspecto, pero ella continuaba diciendo exactamente lo mismo.
No quería dejarse llevar por la esperanza de que tal vez había cambiado de idea, o que la había echado de menos hasta el punto de darse cuenta que se había equivocado. Si se aferraba a aquella creencia y luego no era así sería como volver a perderle de nuevo, y su estado anímico estaba en un equilibrio tan frágil que no estaba segura de poder aceptarlo.
Un escalofrío la devolvió a la realidad del recibidor de casa de Lucas. Hacía frío y ella en su duda había estado manteniendo a Sebastian en el umbral de la puerta, y fijándose por el vapor que salía con cada respiración suya, no lo estaba pasando exactamente bien.
- Entra. Vas a congelarte. – dijo haciéndose a un lado para que él pudiera pasar, y cerrando la puerta tras de él, quedando por fin a salvo del viento helado que soplaba esa noche en Storybrooke – Estaba preparándome una infusión. ¿Quieres tomar algo caliente?
Sacó el agua del fuego, que ya estaba hirviendo y sirvió un poco en una taza, antes de poner la bolsita de hierbas que en teoría tenían que permitirle que en un rato pudiera conseguir conciliar el sueño. Luego volvió a mirar a Sebastian y le pareció la situación más extraña del mundo, ellos dos, a las tres de la mañana, en la cocina de Lucas, pero de algún modo se alegraba de tenerlo ahí. Casi no le encontraba sentido a lo mucho que lo había echado de menos, porque después de todo nunca había podido tenerlo en su vida, siempre habían tenido un impedimento u otro... Y de nuevo intentó apartar su mente de aquellos pensamientos, porque no sabía porque quería hablar con ella.
- Ninguno de los dos parece poder dormir, así que aunque no sea la situación que tu querías... Podemos hablar ahora. – porque fuera lo que fuera, sentía que la duda de saber si quería hablar de algo bueno o algo malo era mucho peor que cualquier cosa que él pudiera decirle. Además, nada podía ser peor de como estaban ahora...
Precisamente por eso, lo que menos esperaba en el mundo fue que él le dijera que quería hablar con ella. Su expresión de sorpresa dejaba claro que no esperaba verla ahí, así que seguramente si andaba en busca de Lucas... ¿para preguntarle donde podía encontrarla? ¿A las tres de la mañana?
No podía negar que le intrigaba y le daba miedo a la vez de lo que pudiera querer hablar Sebastian con ella. A decir verdad no creía que nunca volvieran a cruzar más que saludos de cortesía si se encontraban por el pueblo, sin embargo ahí estaba... Y su pregunta de como estaba la tomó con la guardia completamente baja, aún cuando en los últimos días le habían hecho miles de veces aquella pregunta.
- Estoy bien. – dijo de forma automática, casi de inmediato después de la pregunta, tal y como se había acostumbrado a hacer en las últimas semanas. Sabía que nadie creía aquella respuesta, porque sólo había que ver su aspecto, pero ella continuaba diciendo exactamente lo mismo.
No quería dejarse llevar por la esperanza de que tal vez había cambiado de idea, o que la había echado de menos hasta el punto de darse cuenta que se había equivocado. Si se aferraba a aquella creencia y luego no era así sería como volver a perderle de nuevo, y su estado anímico estaba en un equilibrio tan frágil que no estaba segura de poder aceptarlo.
Un escalofrío la devolvió a la realidad del recibidor de casa de Lucas. Hacía frío y ella en su duda había estado manteniendo a Sebastian en el umbral de la puerta, y fijándose por el vapor que salía con cada respiración suya, no lo estaba pasando exactamente bien.
- Entra. Vas a congelarte. – dijo haciéndose a un lado para que él pudiera pasar, y cerrando la puerta tras de él, quedando por fin a salvo del viento helado que soplaba esa noche en Storybrooke – Estaba preparándome una infusión. ¿Quieres tomar algo caliente?
Sacó el agua del fuego, que ya estaba hirviendo y sirvió un poco en una taza, antes de poner la bolsita de hierbas que en teoría tenían que permitirle que en un rato pudiera conseguir conciliar el sueño. Luego volvió a mirar a Sebastian y le pareció la situación más extraña del mundo, ellos dos, a las tres de la mañana, en la cocina de Lucas, pero de algún modo se alegraba de tenerlo ahí. Casi no le encontraba sentido a lo mucho que lo había echado de menos, porque después de todo nunca había podido tenerlo en su vida, siempre habían tenido un impedimento u otro... Y de nuevo intentó apartar su mente de aquellos pensamientos, porque no sabía porque quería hablar con ella.
- Ninguno de los dos parece poder dormir, así que aunque no sea la situación que tu querías... Podemos hablar ahora. – porque fuera lo que fuera, sentía que la duda de saber si quería hablar de algo bueno o algo malo era mucho peor que cualquier cosa que él pudiera decirle. Además, nada podía ser peor de como estaban ahora...
Grace E. Sullivan- Realeza
- Soy : Princesa Aurora
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Fecha de inscripción : 04/06/2012
Re: So maybe we should start all over again {Grace}
Se me pasan varias ideas por la cabeza de los porque no está durmiendo a esta hora y solo se me ocurre la misma por la que vine a ver a Lucas, mañana no trabaja. No se exactamente cuanto tiempo ha pasado desde su parto así que no sé en realidad si ya ha tenido que volver a trabajar. No se si preguntarle, ni siquiera sé porqué sigo plantado en su puerta cuando ya sé lo que he venido a saber. Su estoy bien no me suena bien en absoluto sin embargo ni siquiera la miro, simplemente sigo ignorando lo obvio y decido no ahondar más en el problema. Sea cual fuera el motivo que le haya llevado a mentirme sobre cómo está ahora mismo no tengo derecho a pedirle explicación ninguna.
La miro cuando me ofrece entrar a la casa y estoy por desechar la idea pero un viento me recuerda el frío que hace y me hace arrepentirme. Entro detrás y todavía con las mangas del jersey estiradas al máximo para que también cubran mis manos, cosa que a pesar de mis intentos no está funcionando demasiado ni siquiera incluso con lo caliente que está el interior de aquella mansión. - Así que vives con Lucas - Comento con un tono de quien no quiere la cosa, oyéndome a mi mismo con un rintintin extraño que ruego que pase desapercibido.
Acepto la infusión porque ahora mismo aceptaría veneno si está caliente, siguiéndole a la cocina y relajando mis manos conforme el tiempo pasa y mi cuerpo deja de tiritar. Echo un vistazo hacia la tetera que tiene sobre le fogón y apoyo mi hombro contra el alfeizar de la puerta cruzándome de brazos. - No, no es... no se supone que... es que no lo entiendes...a snqkmslda - Empiezo una frase coherente pero conforme avanzo se va volviendo a trozos sin darme cuenta si estoy pensando lo que digo o estoy soltándolo sin más sin percatarme de que la mitad de las frases se me están quedando a medias. Al final termino chistando refunfuñando por lo bajo llegando a la conclusión de que debería callarme.
Niego para confirmar todo lo que he dicho antes sin mirarla. - ¿Te importa si eso caliente que me ofreces es un café? - Sé que son las tres de la mañana y nadie en su sano juicio pediría un café pero yo lo necesito. Me paso la mano por uno de los brazos en una leve caricia repetitiva antes de animarme a mirarla desde que he entrado a la cocina. - En realidad lo que quiero... lo que intento... lo que debía... - Vuelvo a entrar en esa encrucijada de hablar y no hablar porque pienso y no pienso al mismo tiempo. Intento pensar lo que digo pero luego me acuerdo de que no debo y me quedo totalmente en blanco llegando al final a tal punto de confusión que empiezo a reírme.
Me pongo las manos a las mejillas dándole la espalda un momento intentando razonar al menos un poco incluso con todo el alcohol que llevo encima. Me doy un par de golpes y suspiro antes de volver a girarme hacia ella. Mi mirada se pasea por su cuerpo por inercia, desde la cabeza hasta los pies y luego de abajo a arriba, la bata de dormir, las cómodas chanclas que se usan para estar por casa, su cabello... si no fuera porque conozco a Lucas lo suficiente podría hacerme una idea equivocada de que hace aquí exactamente. - No puedo hablar contigo ahora - Me decanto al final por decirle la verdad, por ser honesto al menos en ésto ya que me he pasado las últimas semanas mintiéndole y mintiéndome a mi mismo. - Probablemente porque no me creerías lo que quiero decirte -
La miro cuando me ofrece entrar a la casa y estoy por desechar la idea pero un viento me recuerda el frío que hace y me hace arrepentirme. Entro detrás y todavía con las mangas del jersey estiradas al máximo para que también cubran mis manos, cosa que a pesar de mis intentos no está funcionando demasiado ni siquiera incluso con lo caliente que está el interior de aquella mansión. - Así que vives con Lucas - Comento con un tono de quien no quiere la cosa, oyéndome a mi mismo con un rintintin extraño que ruego que pase desapercibido.
Acepto la infusión porque ahora mismo aceptaría veneno si está caliente, siguiéndole a la cocina y relajando mis manos conforme el tiempo pasa y mi cuerpo deja de tiritar. Echo un vistazo hacia la tetera que tiene sobre le fogón y apoyo mi hombro contra el alfeizar de la puerta cruzándome de brazos. - No, no es... no se supone que... es que no lo entiendes...a snqkmslda - Empiezo una frase coherente pero conforme avanzo se va volviendo a trozos sin darme cuenta si estoy pensando lo que digo o estoy soltándolo sin más sin percatarme de que la mitad de las frases se me están quedando a medias. Al final termino chistando refunfuñando por lo bajo llegando a la conclusión de que debería callarme.
Niego para confirmar todo lo que he dicho antes sin mirarla. - ¿Te importa si eso caliente que me ofreces es un café? - Sé que son las tres de la mañana y nadie en su sano juicio pediría un café pero yo lo necesito. Me paso la mano por uno de los brazos en una leve caricia repetitiva antes de animarme a mirarla desde que he entrado a la cocina. - En realidad lo que quiero... lo que intento... lo que debía... - Vuelvo a entrar en esa encrucijada de hablar y no hablar porque pienso y no pienso al mismo tiempo. Intento pensar lo que digo pero luego me acuerdo de que no debo y me quedo totalmente en blanco llegando al final a tal punto de confusión que empiezo a reírme.
Me pongo las manos a las mejillas dándole la espalda un momento intentando razonar al menos un poco incluso con todo el alcohol que llevo encima. Me doy un par de golpes y suspiro antes de volver a girarme hacia ella. Mi mirada se pasea por su cuerpo por inercia, desde la cabeza hasta los pies y luego de abajo a arriba, la bata de dormir, las cómodas chanclas que se usan para estar por casa, su cabello... si no fuera porque conozco a Lucas lo suficiente podría hacerme una idea equivocada de que hace aquí exactamente. - No puedo hablar contigo ahora - Me decanto al final por decirle la verdad, por ser honesto al menos en ésto ya que me he pasado las últimas semanas mintiéndole y mintiéndome a mi mismo. - Probablemente porque no me creerías lo que quiero decirte -
Sebastian J. Jones- Realeza
- Soy : Príncipe Philip / Profesor
Mensajes : 171
Empleo /Ocio : Profesor
Edad : 36
Fecha de inscripción : 29/06/2012
Re: So maybe we should start all over again {Grace}
Se apoyó en el mármol de la cocina para mirar a Sebastian, pensando por enésima vez lo extraña que le parecía aquella situación, mientras a su espalda la modernísima cafetera automática de Lucas empezaba a calentarse. Ni siquiera se había detenido a pensar lo extraño que le parecía que Sebastian le pidiera café a aquellas horas. A decir verdad últimamente nada le parecía demasiado extraño, simplemente porque su vida ya había alcanzado el nivel máximo de cosas que extrañamente nunca habría podido siquiera llegar a imaginar.
- Vivo con Lucas, si... Es una de las pocas personas en el pueblo que parecen dispuestas a no juzgarme... Aunque esta casa es tan absurdamente grande que casi parece que vivamos en casas separadas. – hizo una pausa, sin intenciones de agregar nada más, pero de algún modo sintió que debía continuar explicándose. Como si en realidad le debiera aquellas explicaciones de porque estaba ahí – En casa... Estaba la habitación que tenía preparada para ella... Y no habría podido enfrentarme a eso. Además tampoco hubiera sido cómodo para William tenerme allí.
Semanas atrás no habría podido decir aquella frase sin llorar, pero una vez más se sintió como si ya no le quedaran lágrimas en los ojos. De hecho se sentía vacía como una cáscara de nuez, insensible al dolor, a la alegría, o a cualquier otro sentimiento. De algún modo y casi sin quererlo había creado una especie de protección contra todo lo que le había hecho daño en las últimas semanas, el dolor, el amor, la pérdida de aquellos que había creído que estaría ahí para tener un futuro juntos...
Llenó una taza con café y la dejó encima de la mesa de la cocina, y ella misma trajo su infusión, que sopló varias veces antes de dar un sorbo, que le hizo arrugar la nariz. No sólo aquellas hierbas no servían de nada, sino que tenían un sabor horrible. Ni siquiera sabía porqué continuaba bebiéndolas noche tras noche.
Mientras él intentaba decirle sin mucho éxito seguramente el porqué estaba buscándola para hablar, Grace aprovechó para examinarlo con la vista, de un modo que había pensado que no volvería a poder hacer. Las cicatrices de la pelea con William habían curado del todo, y apenas eran perceptibles más allá de una fina línea en su mejilla. A parte de eso parecía estar como siempre, cosa que era muchísimo más de lo que ella podía decir. Por unos instantes se preguntó si él llevaba tan bien como parecía lo de las habladurías y las miradas críticas a donde quiera que fuera... Pero evidentemente fue una pregunta que se guardó para ella.
- ¿Que te hace pensar que te creeré menos ahora que en cualquier otra ocasión que tu elijas para hablar de esto? ¿Porqué habrás bebido menos?
Claro que no le había pasado desapercibido el olor a alcohol que desprendía su aliento, pero aún así no lo culpaba y su tono no había sido de reproche, ni mucho menos. Ella habría hecho exactamente lo mismo de no ser porque las pastillas que tomaba no podía mezclarse con el alcohol, aunque la idea de cometer alguna estupidez como aquella había llegado a cruzar por su mente en los momentos en los que se había sentido el ser más despreciable del planeta. Pero a decir verdad echaba de menos aquella mezcla extraña de evasión de la realidad y claridad de pensamientos que ofrecían aquel tipo de bebidas.
- Porque curiosamente creo que beber te hace pensar con una claridad sorprendente... Y decir las cosas que de otro modo no te atreverías a decir. – se mordió el labio inferior sintiendo como la necesidad de saber que era aquello que Sebastian tenía que decirle crecía a cada instante que pasaba en aquella cocina con él – Adelante, me siento dispuesta a creer cualquier cosa. – además, se sentía tan bien estando con él a pesar de todo lo que había sucedido, que necesitaba alargar ese momento todo lo que pudiera, aunque fuera escuchando como terminaba aquella conversación que habían iniciado días atrás en la playa.
- Vivo con Lucas, si... Es una de las pocas personas en el pueblo que parecen dispuestas a no juzgarme... Aunque esta casa es tan absurdamente grande que casi parece que vivamos en casas separadas. – hizo una pausa, sin intenciones de agregar nada más, pero de algún modo sintió que debía continuar explicándose. Como si en realidad le debiera aquellas explicaciones de porque estaba ahí – En casa... Estaba la habitación que tenía preparada para ella... Y no habría podido enfrentarme a eso. Además tampoco hubiera sido cómodo para William tenerme allí.
Semanas atrás no habría podido decir aquella frase sin llorar, pero una vez más se sintió como si ya no le quedaran lágrimas en los ojos. De hecho se sentía vacía como una cáscara de nuez, insensible al dolor, a la alegría, o a cualquier otro sentimiento. De algún modo y casi sin quererlo había creado una especie de protección contra todo lo que le había hecho daño en las últimas semanas, el dolor, el amor, la pérdida de aquellos que había creído que estaría ahí para tener un futuro juntos...
Llenó una taza con café y la dejó encima de la mesa de la cocina, y ella misma trajo su infusión, que sopló varias veces antes de dar un sorbo, que le hizo arrugar la nariz. No sólo aquellas hierbas no servían de nada, sino que tenían un sabor horrible. Ni siquiera sabía porqué continuaba bebiéndolas noche tras noche.
Mientras él intentaba decirle sin mucho éxito seguramente el porqué estaba buscándola para hablar, Grace aprovechó para examinarlo con la vista, de un modo que había pensado que no volvería a poder hacer. Las cicatrices de la pelea con William habían curado del todo, y apenas eran perceptibles más allá de una fina línea en su mejilla. A parte de eso parecía estar como siempre, cosa que era muchísimo más de lo que ella podía decir. Por unos instantes se preguntó si él llevaba tan bien como parecía lo de las habladurías y las miradas críticas a donde quiera que fuera... Pero evidentemente fue una pregunta que se guardó para ella.
- ¿Que te hace pensar que te creeré menos ahora que en cualquier otra ocasión que tu elijas para hablar de esto? ¿Porqué habrás bebido menos?
Claro que no le había pasado desapercibido el olor a alcohol que desprendía su aliento, pero aún así no lo culpaba y su tono no había sido de reproche, ni mucho menos. Ella habría hecho exactamente lo mismo de no ser porque las pastillas que tomaba no podía mezclarse con el alcohol, aunque la idea de cometer alguna estupidez como aquella había llegado a cruzar por su mente en los momentos en los que se había sentido el ser más despreciable del planeta. Pero a decir verdad echaba de menos aquella mezcla extraña de evasión de la realidad y claridad de pensamientos que ofrecían aquel tipo de bebidas.
- Porque curiosamente creo que beber te hace pensar con una claridad sorprendente... Y decir las cosas que de otro modo no te atreverías a decir. – se mordió el labio inferior sintiendo como la necesidad de saber que era aquello que Sebastian tenía que decirle crecía a cada instante que pasaba en aquella cocina con él – Adelante, me siento dispuesta a creer cualquier cosa. – además, se sentía tan bien estando con él a pesar de todo lo que había sucedido, que necesitaba alargar ese momento todo lo que pudiera, aunque fuera escuchando como terminaba aquella conversación que habían iniciado días atrás en la playa.
Grace E. Sullivan- Realeza
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Re: So maybe we should start all over again {Grace}
La noche con Phoebe había ido bien, si, aunque no había acabado tan bien como Lucas quería que acabaran sus citas. Su novia se iba soltando poco a poco, pero faltaba ese poco que la ayudara a perder su timidez del todo y conseguir la noche que tanto deseaba Lucas. Nunca diría eso en voz alta, porque sonaba mal; cualquiera se pensaría que solo quería a Phoebe para acostarse con ella, y eso no era verdad, la quería a ella.
No sabía porque se dedicaba a pensar en esas cosas a las cuatro de la madrugada, en plena calle, con el frio que hacía. Lo que tendría que hacer es acelerar para llegar cuanto antes a casa, no andar tranquilamente mirando al suelo con la cabeza en cualquier lado. Nunca le había pasado eso… pero a decir verdad, cuando volvía a esas horas de la noche acostumbraba a ser bastante contento o directamente borracho.
Rebuscó las llaves en el bolsillo cuando apenas le quedaban veinte metros para la puerta, pero ver luces le sorprendió. La luz pertenecía a la parte de casa que ahora mismo ocupaba Grace. Desde que había perdido a su hija no había vuelto a ser la Grace que conocía de toda la vida, con la que una vez había salido, y todo el tema de William y Sebastian no la estaba ayudando para nada.
Sabía que Grace muchas veces se despertaba por la noche, aunque ella nunca comentaba nada, era fácil entender el porqué. Lucas no podía entender lo que la chica estaba pasando en esos momentos, nunca se había encontrado en una situación parecida, así que lo único que pudo ofrecerle fue su amistad y un sitio donde vivir, porque era imposible que se quedara en su casa.
La verdad era que le tenía preocupado, siempre que la veía llevaba ojeras y se notaba que no estaba bien. Decidió ir a ver si necesitaba algo aunque estaba bastante cansado y tenía ganas de ir a dormir, pero lo primero era lo primero, y Grace era lo primero.
Entró en casa y se fue hacia la cocina donde había visto las luces. Era mejor entrar por la casa que aparecer por una ventana o la puerta que daba al exterior, la chica se podría haber llevado un susto importante al ver una cabeza aparecer de la oscuridad. Se movió silenciosamente y sin abrir las luces para no molestar a sus padres… o más bien para que sus padres no le molestaran a él con preguntas sobre donde había estado, con quien y esas cosas. Todavía no les había hablado de su relación con Phoebe, prefería esperar a que se afianzara y a asegurarse que no reaccionarían mal pensando en que su hijo salía con la “hija de la borracha del pueblo”.
La puerta estaba entreabierta y se podían escuchar voces. ¿Pero quién había allí metido? ¿Habrían entrado a robar? Agarró el primer jarrón que encontró por si tenía que dar algún golpe mortal. Pero lo dejó inmediatamente al ver de quien trataba.
Levantó las cejas extrañado de ver a Sebastian allí, tomando café tranquilamente a las cuatro de la mañana con una chica a la que había destrizado en el momento más inoportuno. Los dos eran amigos suyos, pero esos días se decantaba más por apoyar a Grace que era la que más lo necesitaba; Sebastian podía vivir con sus remordimientos una temporadita más, así aprendería.
En el fondo estaba un poco molesto con el chico, por haber dañado a una de las personas más importantes de su vida. Pe viéndoles los dos en la cocina era imposible pensar en otra cosa que no fuera que eran tontos por no estar juntos. Se veía a la legua que era lo que los dos necesitaban, pero los dos se hacían las cosas complicadas. Quizás ese momento representaba más de lo que parecía a simple vista… eso esperaba Lucas.
No quería romperles la atmosfera, mañana les preguntaría a los dos por separado a ver que le contaban. Cerró la puerta sigilosamente y se fue sonriendo hacia su habitación.
No sabía porque se dedicaba a pensar en esas cosas a las cuatro de la madrugada, en plena calle, con el frio que hacía. Lo que tendría que hacer es acelerar para llegar cuanto antes a casa, no andar tranquilamente mirando al suelo con la cabeza en cualquier lado. Nunca le había pasado eso… pero a decir verdad, cuando volvía a esas horas de la noche acostumbraba a ser bastante contento o directamente borracho.
Rebuscó las llaves en el bolsillo cuando apenas le quedaban veinte metros para la puerta, pero ver luces le sorprendió. La luz pertenecía a la parte de casa que ahora mismo ocupaba Grace. Desde que había perdido a su hija no había vuelto a ser la Grace que conocía de toda la vida, con la que una vez había salido, y todo el tema de William y Sebastian no la estaba ayudando para nada.
Sabía que Grace muchas veces se despertaba por la noche, aunque ella nunca comentaba nada, era fácil entender el porqué. Lucas no podía entender lo que la chica estaba pasando en esos momentos, nunca se había encontrado en una situación parecida, así que lo único que pudo ofrecerle fue su amistad y un sitio donde vivir, porque era imposible que se quedara en su casa.
La verdad era que le tenía preocupado, siempre que la veía llevaba ojeras y se notaba que no estaba bien. Decidió ir a ver si necesitaba algo aunque estaba bastante cansado y tenía ganas de ir a dormir, pero lo primero era lo primero, y Grace era lo primero.
Entró en casa y se fue hacia la cocina donde había visto las luces. Era mejor entrar por la casa que aparecer por una ventana o la puerta que daba al exterior, la chica se podría haber llevado un susto importante al ver una cabeza aparecer de la oscuridad. Se movió silenciosamente y sin abrir las luces para no molestar a sus padres… o más bien para que sus padres no le molestaran a él con preguntas sobre donde había estado, con quien y esas cosas. Todavía no les había hablado de su relación con Phoebe, prefería esperar a que se afianzara y a asegurarse que no reaccionarían mal pensando en que su hijo salía con la “hija de la borracha del pueblo”.
La puerta estaba entreabierta y se podían escuchar voces. ¿Pero quién había allí metido? ¿Habrían entrado a robar? Agarró el primer jarrón que encontró por si tenía que dar algún golpe mortal. Pero lo dejó inmediatamente al ver de quien trataba.
Levantó las cejas extrañado de ver a Sebastian allí, tomando café tranquilamente a las cuatro de la mañana con una chica a la que había destrizado en el momento más inoportuno. Los dos eran amigos suyos, pero esos días se decantaba más por apoyar a Grace que era la que más lo necesitaba; Sebastian podía vivir con sus remordimientos una temporadita más, así aprendería.
En el fondo estaba un poco molesto con el chico, por haber dañado a una de las personas más importantes de su vida. Pe viéndoles los dos en la cocina era imposible pensar en otra cosa que no fuera que eran tontos por no estar juntos. Se veía a la legua que era lo que los dos necesitaban, pero los dos se hacían las cosas complicadas. Quizás ese momento representaba más de lo que parecía a simple vista… eso esperaba Lucas.
No quería romperles la atmosfera, mañana les preguntaría a los dos por separado a ver que le contaban. Cerró la puerta sigilosamente y se fue sonriendo hacia su habitación.
Aparición estelar y ya no molesto más xD
Lucas R. Gilbert- Realeza
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Re: So maybe we should start all over again {Grace}
Susurro un gracias cuando me tiende el café bajando la vista mientras escucho los motivos por los que vive con Lucas. Lo cierto es que si me hubiera encontrado en una situación cómo la suya probablemente habría acabado aquí también, o en la casa de Benjamín arrepintiéndome de cada segundo de mi existencia. Al final me animo a entrar un poco más en la cocina para tomar asiento en la mesa junto a ella con la vista perdida en el líquido marrón de la taza que ni siquiera he probado. - Lo siento... muchísimo - Aquella culpabilidad que me llevó a decir en aquella playa regresa. La he dejado sin amigos, sin casa, sin hija, sin marido... no es que a mi me esté yendo, lo que se dice fenomenal, pero soy maestro y el vacío de mi mente se compensa con mis alumnos cada vez que voy a clase.
Y ahí estoy otra vez, armándome ese tipo de películas que debería ignorar, fingiendo que es lo mejor para ella cuando en realidad ni siquiera lo sé. Benjamín tiene toda la razón, debería empezar a preguntarle lo que quiere antes que tener la arbitrariedad de decidirlo por mi mismo. Doy un sorbo al café tras asegurarme de que no está demasiado caliente, que lo está pero con el frío que aún tengo en el cuerpo apenas se nota. Cuando suena la puerta me despisto, incapaz de tener ni si quiera un solo ápice de concentración. Para cuando mi mirada se planta sobre Lucas su cuerpo ya está desapareciendo entre las paredes probablemente escaleras arriba. Es la voz de Grace nuevamente la que me trae de vuelta a la cocina.
Me giro hacia ella un tanto sorprendido, del mismo modo que me sorprendió que mi madre viese lo obvio, llevándome una mano cerca de los labios para suspirar sobre ella e intentar detectar ese olor a alcohol que para todo el mundo es más que evidente, si embargo para mi es más fuerte el olor del café. - ¿Tanto se me nota? - Habría soltado un joder porque dentro de mi aparente sano juicio creía que podría perfectamente pasar desapercibido el hecho de que me he tomado casi dos botellas de alcohol yo solito y que el único motivo por el que al parecer no estoy soltando incoherencias es porque estoy acostumbrado a beber mucho más que eso.
Le pego otro sorbo al café, esta vez con algo más de lentitud mientras la veo hacer aquella mueca. Bajo mi vista hacia su taza y luego la subo hacia ella. - ¿Necesitas eso para dormir? - Las reconozco fácilmente por dos motivos, es el tipo de hierbas que usa mi madre en sus bebidas todas las noches, y segundo porque incluso yo he recurrido a ellas en mis más desesperados días de insomnio. Hago un gesto con mi mano señalando hacia la estantería antes de levantarme yo y empezar la búsqueda por todos los cajones haciéndome con un poco de miel, de limón y de azúcar espolvoreado. - Cuando era pequeño mi madre siempre hacía de esto, para las meriendas, para la cena, para antes de dormir - Tengo aquellos recuerdos tan nítidos que los siento también más reales que yo mismo. Mezclo esas tres cosas convenientemente sobre su té jugando al final con el azúcar espolvoreado haciendo un gesto de nuevo. - Pruébalo ahora -
Me veo incapaz de mirarla mientras lo hace, sentado junto a ella y girado de frente con los antebrazos sobre las piernas meditando sus últimas palabras. Beber te hace pensar con más claridad, a veces tengo la sensación de que beber solo me confunde. - Bueno, hay un mito que dice que los niños y los borrachos dicen siempre la verdad. - Pero no soy mucho de creer en mitos o tendría que creer en cosas que el mundo real no pasan cómo en los fantasmas, en las sirenas, en el monstruo del lago ness o en los finales felices.
Pongo mi vista sobre ella cuando dice que se creería cualquier cosa que le dijera en este instante ahogando una risa en un suspiro. - El pecesito de colores que tenemos de mascota en clase se me ha muerto tres veces, he tenido que ir a comprar uno nuevo antes de que llegaran los niños - Encierro mi dedo índice con una de las manos, a modo de conteo. - El motivo por el que le leo a mi padre en el hospital es porque él lo hacía cuando yo era pequeño - Encierro mi dedo índice y anular esta vez. - A veces me resulta frustrante que los niños no entiendan lo que quiero decirles. - En éste punto tres de mis dedo de la mano izquierda ya están apresados en la derecha. Bajo la vista a éstos cómo si repentinamente tuvieran más interés que cualquier otra cosa de ésta habitación. - Y por último... te necesito tanto que la sola idea de perderte me resulta tan... - No hay palabras suficientes para describir ese grado de desesperación que la idea me provoca. - Te quiero - Corto la frase, ya no importa. - Y lamento haberme convertido en el idiota de la playa que te dejó ir -
Y ahí estoy otra vez, armándome ese tipo de películas que debería ignorar, fingiendo que es lo mejor para ella cuando en realidad ni siquiera lo sé. Benjamín tiene toda la razón, debería empezar a preguntarle lo que quiere antes que tener la arbitrariedad de decidirlo por mi mismo. Doy un sorbo al café tras asegurarme de que no está demasiado caliente, que lo está pero con el frío que aún tengo en el cuerpo apenas se nota. Cuando suena la puerta me despisto, incapaz de tener ni si quiera un solo ápice de concentración. Para cuando mi mirada se planta sobre Lucas su cuerpo ya está desapareciendo entre las paredes probablemente escaleras arriba. Es la voz de Grace nuevamente la que me trae de vuelta a la cocina.
Me giro hacia ella un tanto sorprendido, del mismo modo que me sorprendió que mi madre viese lo obvio, llevándome una mano cerca de los labios para suspirar sobre ella e intentar detectar ese olor a alcohol que para todo el mundo es más que evidente, si embargo para mi es más fuerte el olor del café. - ¿Tanto se me nota? - Habría soltado un joder porque dentro de mi aparente sano juicio creía que podría perfectamente pasar desapercibido el hecho de que me he tomado casi dos botellas de alcohol yo solito y que el único motivo por el que al parecer no estoy soltando incoherencias es porque estoy acostumbrado a beber mucho más que eso.
Le pego otro sorbo al café, esta vez con algo más de lentitud mientras la veo hacer aquella mueca. Bajo mi vista hacia su taza y luego la subo hacia ella. - ¿Necesitas eso para dormir? - Las reconozco fácilmente por dos motivos, es el tipo de hierbas que usa mi madre en sus bebidas todas las noches, y segundo porque incluso yo he recurrido a ellas en mis más desesperados días de insomnio. Hago un gesto con mi mano señalando hacia la estantería antes de levantarme yo y empezar la búsqueda por todos los cajones haciéndome con un poco de miel, de limón y de azúcar espolvoreado. - Cuando era pequeño mi madre siempre hacía de esto, para las meriendas, para la cena, para antes de dormir - Tengo aquellos recuerdos tan nítidos que los siento también más reales que yo mismo. Mezclo esas tres cosas convenientemente sobre su té jugando al final con el azúcar espolvoreado haciendo un gesto de nuevo. - Pruébalo ahora -
Me veo incapaz de mirarla mientras lo hace, sentado junto a ella y girado de frente con los antebrazos sobre las piernas meditando sus últimas palabras. Beber te hace pensar con más claridad, a veces tengo la sensación de que beber solo me confunde. - Bueno, hay un mito que dice que los niños y los borrachos dicen siempre la verdad. - Pero no soy mucho de creer en mitos o tendría que creer en cosas que el mundo real no pasan cómo en los fantasmas, en las sirenas, en el monstruo del lago ness o en los finales felices.
Pongo mi vista sobre ella cuando dice que se creería cualquier cosa que le dijera en este instante ahogando una risa en un suspiro. - El pecesito de colores que tenemos de mascota en clase se me ha muerto tres veces, he tenido que ir a comprar uno nuevo antes de que llegaran los niños - Encierro mi dedo índice con una de las manos, a modo de conteo. - El motivo por el que le leo a mi padre en el hospital es porque él lo hacía cuando yo era pequeño - Encierro mi dedo índice y anular esta vez. - A veces me resulta frustrante que los niños no entiendan lo que quiero decirles. - En éste punto tres de mis dedo de la mano izquierda ya están apresados en la derecha. Bajo la vista a éstos cómo si repentinamente tuvieran más interés que cualquier otra cosa de ésta habitación. - Y por último... te necesito tanto que la sola idea de perderte me resulta tan... - No hay palabras suficientes para describir ese grado de desesperación que la idea me provoca. - Te quiero - Corto la frase, ya no importa. - Y lamento haberme convertido en el idiota de la playa que te dejó ir -
Sebastian J. Jones- Realeza
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Re: So maybe we should start all over again {Grace}
- Esto es más bien mi último intento para dormir, pero en realidad nada me funciona demasiado bien... – le reconoció, por mucho que se había propuesto no molestarlo con sus problemas de insomnio y, en realidad, con ninguno de los demás. Sin embargo lo dejó hacer mientras le echaba algo de miel, limón y azúcar. Después de eso volvió a levantar la taza para tomar otro sorbo, y aunque obviamente no se iba a convertir en su bebida favorita, al menos esa vez no hizo que arrugara la nariz y hasta sus labios se curvaron en un amago de sonrisa, cosa que tenía la sensación que hacía semanas que no sucedía.
El pensamiento de que seguramente él sería capaz de endulzar cualquier cosa amarga en su vida se escapó antes de que tuviera tiempo a controlarlo. Porque después de todo, por mucho que él estuviera ahí, seguramente nada cambiaría el hecho de lo sucedido en la playa. Quizás se disculpara por las formas, pero las decisiones... Seguramente aquello no cambiaría.
- Mucho mejor. – reconoció – Al menos ahora ya no es algo imbebible, sólo inútil como remedio para dormir.
Y cualquiera que hubiera tratado con ella esas últimas semanas, que en realidad era poca gente, podía decir que un amago de broma ya era mucho. Muchisimo. Y una vez más comprobó hasta que punto necesitaba a Sebastian, y como si él estaba cerca se sentía capaz de superar todo aquello. Y por eso mismo el pensar en un futuro sin él dolía tanto, a pesar de intentar mantenerse insensible a todo.
Ladeó ligeramente la cabeza porque por unos instantes no supo de que estaba hablando él, hasta que se dio cuenta que le estaba confesando cosas que probablemente no había confesado a nadie más, y fue entonces cuando aquella frase cayó como si nada, en medio de aquellas confesiones, y ella sintió como si el estómago se le encogiera.
”Te quiero.”, aquellas dos palabras fueron las que más veces resonaron en su cabeza después de todo, y fue como si aquella parte de ella que llevaba dormida las últimas semanas despertara de repente. Sebastian la quería, la necesitaba, y creía que era idiota por haberla dejado marchar. Aquello que nunca había pensado que oiría, aquello que había esperado... La primera cosa que le hacía sentir algo que no fuera desdicha desde hacía semanas.
Levantó la mirada para fijarla en la de él, todavía sin estar del todo segura de las consecuencias de aquellas palabras. En su interior había una mezcla realmente extraña de esperanza, felicidad y temor. ¿Que si después de todo, aunque la necesitara y la quisiera había decidido que preferia la tranquilidad de vivir sin las consecuencias que el estar juntos pudieran acarrear. sobretodo a corto plazo? No podía culparle... Si algo había aprendido los últimos días es que vivir con las habladurías a sus espaldas no era sencillo... Y no era algo que apeteciera alargar en el tiempo.
- ¿Eso quiere decir que... has cambiado de idea? ¿Vamos a...? – medio preguntó casi con temor, porque realmente no estaba segura de estar preparara para cualquier respuesta a esa pregunta.
El pensamiento de que seguramente él sería capaz de endulzar cualquier cosa amarga en su vida se escapó antes de que tuviera tiempo a controlarlo. Porque después de todo, por mucho que él estuviera ahí, seguramente nada cambiaría el hecho de lo sucedido en la playa. Quizás se disculpara por las formas, pero las decisiones... Seguramente aquello no cambiaría.
- Mucho mejor. – reconoció – Al menos ahora ya no es algo imbebible, sólo inútil como remedio para dormir.
Y cualquiera que hubiera tratado con ella esas últimas semanas, que en realidad era poca gente, podía decir que un amago de broma ya era mucho. Muchisimo. Y una vez más comprobó hasta que punto necesitaba a Sebastian, y como si él estaba cerca se sentía capaz de superar todo aquello. Y por eso mismo el pensar en un futuro sin él dolía tanto, a pesar de intentar mantenerse insensible a todo.
Ladeó ligeramente la cabeza porque por unos instantes no supo de que estaba hablando él, hasta que se dio cuenta que le estaba confesando cosas que probablemente no había confesado a nadie más, y fue entonces cuando aquella frase cayó como si nada, en medio de aquellas confesiones, y ella sintió como si el estómago se le encogiera.
”Te quiero.”, aquellas dos palabras fueron las que más veces resonaron en su cabeza después de todo, y fue como si aquella parte de ella que llevaba dormida las últimas semanas despertara de repente. Sebastian la quería, la necesitaba, y creía que era idiota por haberla dejado marchar. Aquello que nunca había pensado que oiría, aquello que había esperado... La primera cosa que le hacía sentir algo que no fuera desdicha desde hacía semanas.
Levantó la mirada para fijarla en la de él, todavía sin estar del todo segura de las consecuencias de aquellas palabras. En su interior había una mezcla realmente extraña de esperanza, felicidad y temor. ¿Que si después de todo, aunque la necesitara y la quisiera había decidido que preferia la tranquilidad de vivir sin las consecuencias que el estar juntos pudieran acarrear. sobretodo a corto plazo? No podía culparle... Si algo había aprendido los últimos días es que vivir con las habladurías a sus espaldas no era sencillo... Y no era algo que apeteciera alargar en el tiempo.
- ¿Eso quiere decir que... has cambiado de idea? ¿Vamos a...? – medio preguntó casi con temor, porque realmente no estaba segura de estar preparara para cualquier respuesta a esa pregunta.
Grace E. Sullivan- Realeza
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Re: So maybe we should start all over again {Grace}
Cuando levanta su vista hacia mi y no deja de mirarme, repentinamente me siento incapaz de devolverle la mirada. Dejo la taza sobre la mesa, pongo mi codo sobre ésta y luego me paso la mano por la nuca teniendo la excusa perfecta para dejar de mirarla. Dejo gacha la cabeza mientras sus palabras a medias resuenan sobre mi cabeza, cosas como intentarlo, como haber cambiado de idea, me hacen sentir extraño. Me encojo de hombros y asiento. - Era mi idea - En realidad ni siquiera sé que idea tenía exactamente sobre cómo se iba a tomar lo que le he dicho.
Suspiro un momento en medio de la confusión pensando que no le hace tanta gracia como yo creía que le haría, después de todo fui un imbécil, un idiota, y la lastimé sin fundamento ninguno, solo por un deseo egoísta que no tenía nada que ver con lo que ella quería sino con lo que yo quería hacer y encima tuve el descaro de decir que era lo mejor para ambos. La entenderé si no me perdona, la entenderé si me manda a la mierda. - Pero no voy a... presionar en ninguna... de ninguna forma yo... - De pronto la elocuencia que suelo tener cuando estoy borracho e incluso cuando no lo estoy desaparece.
Aguanto la respiración un momento prefiriendo eso a seguir soltando tonterías sin sentido. Cierro los ojos y tras acomodar mi mente en claro doy un último sorbo al café y levanto la mirada hacia ella procurando ser amable, esforzándome en ello muchísimo más de lo que estoy acostumbrado. - Sé lo que hice, sé lo que te hice, y sé que un lo siento no va a arregarlo todo - Lamentablemente en el mundo real no existe magia como esa, ni siquiera en el mundo de la magia existe algo para eliminar heridas sentimentales. El olvido total quizá pero yo no quiero que se olvide de mi, ni siquiera si me odia suficiente para no querer volver a verme. - Yo venía a ver a Lucas, era la única persona que se me ocurrió que estaría despierta a esta hora - Empiezo a dar explicaciones sin que me las pida. - Sé que sois amigos, sé que podría saber donde estabas pero no esperaba dar contigo hoy. Iba a... averiguarlo, a volver a la cama, a pensarlo mañana... a invitarte a cenar - Tenía tantas ideas en la cabeza y al final no hice ninguna de ellas. - Sé que un café y un asqueroso té de hierbas no es precisamente el mejor ambiente para decirte algo así -
Suspiro un momento en medio de la confusión pensando que no le hace tanta gracia como yo creía que le haría, después de todo fui un imbécil, un idiota, y la lastimé sin fundamento ninguno, solo por un deseo egoísta que no tenía nada que ver con lo que ella quería sino con lo que yo quería hacer y encima tuve el descaro de decir que era lo mejor para ambos. La entenderé si no me perdona, la entenderé si me manda a la mierda. - Pero no voy a... presionar en ninguna... de ninguna forma yo... - De pronto la elocuencia que suelo tener cuando estoy borracho e incluso cuando no lo estoy desaparece.
Aguanto la respiración un momento prefiriendo eso a seguir soltando tonterías sin sentido. Cierro los ojos y tras acomodar mi mente en claro doy un último sorbo al café y levanto la mirada hacia ella procurando ser amable, esforzándome en ello muchísimo más de lo que estoy acostumbrado. - Sé lo que hice, sé lo que te hice, y sé que un lo siento no va a arregarlo todo - Lamentablemente en el mundo real no existe magia como esa, ni siquiera en el mundo de la magia existe algo para eliminar heridas sentimentales. El olvido total quizá pero yo no quiero que se olvide de mi, ni siquiera si me odia suficiente para no querer volver a verme. - Yo venía a ver a Lucas, era la única persona que se me ocurrió que estaría despierta a esta hora - Empiezo a dar explicaciones sin que me las pida. - Sé que sois amigos, sé que podría saber donde estabas pero no esperaba dar contigo hoy. Iba a... averiguarlo, a volver a la cama, a pensarlo mañana... a invitarte a cenar - Tenía tantas ideas en la cabeza y al final no hice ninguna de ellas. - Sé que un café y un asqueroso té de hierbas no es precisamente el mejor ambiente para decirte algo así -
Sebastian J. Jones- Realeza
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Re: So maybe we should start all over again {Grace}
Poco a poco notó como se iba relajando, a medida que notaba como podía dejar de estar permanentemente a la defensiva. Por primera vez en semanas había alguien que no estaba haciendo nada que la hiriera, sino todo lo contrario, y se dejó llevar con los ojos cerrados por la aquella sensación. Su sonrisa se hizo más pronunciada, y dejó definitivamente a un lado la coraza que con tanto cuidado había estado construyendo para evitar sentir nada, que hasta el momento había sido su opción más atractiva. Y por primera vez desde que habían empezado a pasar más tiempo juntos en el hospital, pudo dejarse llevar y hacer exactamente lo que quería, sin importar las consecuencias. Y por eso precisamente estiró su mano derecha para agarrarlo del jersey, tirar de él hacía delante y aprovechar la cercanía que aquello le proporcionaba para besarle. Un beso en condiciones, sin interrupciones, sin remordimientos, sin obstáculos.
De algún modo no tenían buen historial de besos a sus espaldas. Su casi-beso en el hospital, había hecho que ella firmara la baja, intentando huir de todo aquello que sentía, y que además alguien que todavía no sabía, hiciera una serie de fotos que serían las que más tarde recibiría William y las que desatarían el desastre. Y su único beso había venido seguido casi al instante de los gritos de Willow, los golpes de William, el polícia y su pistola de descargas y... el inicio de su parto. Sin embargo no quería pensar en eso, sino que prefería concentrarse en aquella nueva sensación. Un extraña nostalgia por ese sentimiento de plenitud y felicidad, como si ya lo hubiera experimentado y su mente lo hubiera olvidado, pero no su cuerpo. El tipo de sentimiento que se suponía que debía haber tenido por William, pero que simplemente no estaba ahí.
Se separó unos centímetros de él, lo suficiente para tomar un poco de aire, mientras sentía que no podía parar de sonreír, y que tampoco quería alejarse demasiado.
- Un beso y no ha habido ninguna catástrofe. Es toda una novedad. ¿Crees que deberíamos seguir tentando la suerte?
De repente se sentía ligera, como si se hubiera quitado una losa realmente pesada de encima, y tal vez así fuera. Claro que aquello no arreglaba todos sus problemas... No le devolvería a su hija, ni haría las cosas mejores con William o la mayoría de los habitantes de Storybrooke, pero a pesar de todo, ellos también merecían algo de felicidad. Y ella creía que podrían conseguirla, a pesar de los malos recuerdos que siempre llevarían en sus mentes.
- Invítame a cenar mañana, o cuando sea. Aunque lo de improvisar no ha salido tan mal. – fue todo lo que dijo antes de darle otro beso, un tanto más corto que el anterior. Pero era una novedad demasiado buena para dejarlo. Y por unos instantes pareció como si besarle fuera lo más natural del mundo, algo que hubiera hecho montones de veces en el pasado, cosa que no tenía el más mínimo sentido, porque evidentemente las circunstancias habían hecho que así fuera.
Claro que había cosas de las que tenían que hablar, porque seguramente debían pensar en demasiada gente antes de empezar a pasear de la mano como si nada por las calles de Storybrooke. Y ella misma seguía teniendo demasiados fantasmas, con sus sueños, sus noches en vela, y aquellos sentimientos que la habían llevado hasta la consulta de Sydney porque creía tener un transtorno de doble personalidad o algo más grave. Pero al menos ahora tenía un motivo para intentar encontrarse mejor y volver a ser la de siempre.
- Si no llevara semanas sin soñar cosas bonitas, pensaría que lo estoy soñando... No sabes las veces que había llegado a imaginar esto. – quería preguntarle porqué había cambiado de idea, o qué pasaba con todas aquellas razones que le habían llevado a dejarla en la playa, pero no quería echar a perder el momento. Ya habían tenido demasiados momentos desaprovechados.
De algún modo no tenían buen historial de besos a sus espaldas. Su casi-beso en el hospital, había hecho que ella firmara la baja, intentando huir de todo aquello que sentía, y que además alguien que todavía no sabía, hiciera una serie de fotos que serían las que más tarde recibiría William y las que desatarían el desastre. Y su único beso había venido seguido casi al instante de los gritos de Willow, los golpes de William, el polícia y su pistola de descargas y... el inicio de su parto. Sin embargo no quería pensar en eso, sino que prefería concentrarse en aquella nueva sensación. Un extraña nostalgia por ese sentimiento de plenitud y felicidad, como si ya lo hubiera experimentado y su mente lo hubiera olvidado, pero no su cuerpo. El tipo de sentimiento que se suponía que debía haber tenido por William, pero que simplemente no estaba ahí.
Se separó unos centímetros de él, lo suficiente para tomar un poco de aire, mientras sentía que no podía parar de sonreír, y que tampoco quería alejarse demasiado.
- Un beso y no ha habido ninguna catástrofe. Es toda una novedad. ¿Crees que deberíamos seguir tentando la suerte?
De repente se sentía ligera, como si se hubiera quitado una losa realmente pesada de encima, y tal vez así fuera. Claro que aquello no arreglaba todos sus problemas... No le devolvería a su hija, ni haría las cosas mejores con William o la mayoría de los habitantes de Storybrooke, pero a pesar de todo, ellos también merecían algo de felicidad. Y ella creía que podrían conseguirla, a pesar de los malos recuerdos que siempre llevarían en sus mentes.
- Invítame a cenar mañana, o cuando sea. Aunque lo de improvisar no ha salido tan mal. – fue todo lo que dijo antes de darle otro beso, un tanto más corto que el anterior. Pero era una novedad demasiado buena para dejarlo. Y por unos instantes pareció como si besarle fuera lo más natural del mundo, algo que hubiera hecho montones de veces en el pasado, cosa que no tenía el más mínimo sentido, porque evidentemente las circunstancias habían hecho que así fuera.
Claro que había cosas de las que tenían que hablar, porque seguramente debían pensar en demasiada gente antes de empezar a pasear de la mano como si nada por las calles de Storybrooke. Y ella misma seguía teniendo demasiados fantasmas, con sus sueños, sus noches en vela, y aquellos sentimientos que la habían llevado hasta la consulta de Sydney porque creía tener un transtorno de doble personalidad o algo más grave. Pero al menos ahora tenía un motivo para intentar encontrarse mejor y volver a ser la de siempre.
- Si no llevara semanas sin soñar cosas bonitas, pensaría que lo estoy soñando... No sabes las veces que había llegado a imaginar esto. – quería preguntarle porqué había cambiado de idea, o qué pasaba con todas aquellas razones que le habían llevado a dejarla en la playa, pero no quería echar a perder el momento. Ya habían tenido demasiados momentos desaprovechados.
Grace E. Sullivan- Realeza
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Re: So maybe we should start all over again {Grace}
Su beso me interrumpe a medias de todos los desvaríos que le estoy soltando. Mis labios le responden como si aquello fuera tan natural como respirar. Llevo una de mis manos a su mejilla acariciando la piel con el pulgar hasta llegar a su cuello, todo con gran lentitud, mientras por primera vez en mucho tiempo me siento completo. Ya no se trata de aquellos besos por accidente en el hospital, ni de los cargados de culpabilidad del parque, ya no hay gente de por medio, ni sentimientos contradictorios ni nada de eso. Todo se ha esfumado aquella tarde que llena de malos recuerdos también nos ha dado ésto.
Me quedo con los ojos cerrados suspendido en donde me deja cuando se separa de mi, abriéndolos en el momento en el que escucho su voz. Ahogo una risa ante su comentario ladeando un poco la cabeza. - A lo mejor - Vuelvo a acercar mis labios a los suyos para besarla de un modo fugaz, rozando luego mis labios contra su piel y sin creerme si quiera aquel momento. Hasta hace tres segundos creía que iba a mandarme a la mierda y en cuanto ha roto esa barrera que he puesto entre los dos inconscientemente es cómo si me hubiera metido un brusco chute de alivio.
Pongo mi sien contra la suya pasando mis labios por su mejilla dejando besos esporádicos en ella y asintiendo. - Te invitaré a cenar el resto de mi vida - Otra risa se me escapa a sabiendas de que mañana cuando recupere esa consciencia moral de no andar soltando gilipolleces a lo loco, me voy a querer morir. Me separo de ella lo justo para pasar mi mano por su rostro apartando un mechón de cabello sabiendo lo que se siente en cuanto aquellas palabras salen de sus labios. Chasco la lengua y me encojo de hombros un poco. - Puede que si, puede que siga en mi cama con el plan de querer buscarte mañana - Mi pulgar se resbala por la comisura de sus labios, delineándolos después de un lado a otro mientras mi mirada sigue cada movimiento. - Pero da igual. Porque si no es hoy, será mañana. -
Me relamo los labios soltando un suspiro de repente algo tocado. - Suponiendo que tu yo real no me odie - Murmuro por lo bajo del mismo modo que una persona que está narrando un secreto inconfesable. Enlazo una de mis manos a la suyas atrayéndola hacia mis labios para depositar sobre su dorso y dedos un par de besos, algunos más largos que otros donde me limito a dejar mis labios sobre su piel una considerable cantidad de tiempo. - ¿Quieres cenar maña... ¿esta noche conmigo? - Me corrijo cuando una mirada se me escapa al reloj y pasan casi de las cuatro y media. - Es lunes... - Exclamo con algo de fastidio. - Pero da lo mismo -
Me quedo con los ojos cerrados suspendido en donde me deja cuando se separa de mi, abriéndolos en el momento en el que escucho su voz. Ahogo una risa ante su comentario ladeando un poco la cabeza. - A lo mejor - Vuelvo a acercar mis labios a los suyos para besarla de un modo fugaz, rozando luego mis labios contra su piel y sin creerme si quiera aquel momento. Hasta hace tres segundos creía que iba a mandarme a la mierda y en cuanto ha roto esa barrera que he puesto entre los dos inconscientemente es cómo si me hubiera metido un brusco chute de alivio.
Pongo mi sien contra la suya pasando mis labios por su mejilla dejando besos esporádicos en ella y asintiendo. - Te invitaré a cenar el resto de mi vida - Otra risa se me escapa a sabiendas de que mañana cuando recupere esa consciencia moral de no andar soltando gilipolleces a lo loco, me voy a querer morir. Me separo de ella lo justo para pasar mi mano por su rostro apartando un mechón de cabello sabiendo lo que se siente en cuanto aquellas palabras salen de sus labios. Chasco la lengua y me encojo de hombros un poco. - Puede que si, puede que siga en mi cama con el plan de querer buscarte mañana - Mi pulgar se resbala por la comisura de sus labios, delineándolos después de un lado a otro mientras mi mirada sigue cada movimiento. - Pero da igual. Porque si no es hoy, será mañana. -
Me relamo los labios soltando un suspiro de repente algo tocado. - Suponiendo que tu yo real no me odie - Murmuro por lo bajo del mismo modo que una persona que está narrando un secreto inconfesable. Enlazo una de mis manos a la suyas atrayéndola hacia mis labios para depositar sobre su dorso y dedos un par de besos, algunos más largos que otros donde me limito a dejar mis labios sobre su piel una considerable cantidad de tiempo. - ¿Quieres cenar maña... ¿esta noche conmigo? - Me corrijo cuando una mirada se me escapa al reloj y pasan casi de las cuatro y media. - Es lunes... - Exclamo con algo de fastidio. - Pero da lo mismo -
Sebastian J. Jones- Realeza
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Re: So maybe we should start all over again {Grace}
Sentir sus besos y el modo como sus dedos recorrían su piel se le hacía lo más natural del mundo, y al mismo tiempo le producía un anhelo extraño, como si fuera algo que hubiera echado de menos enfermamente, cosa que no tenía ningún sentido porque era la primera vez que podían estar ahí sin consecuencias, sin reproches, sin tener que sentirse mal.
Ella misma empezó a recorrerle el rostro con la yema de los dedos, empezando por la leve cicatriz de su mejilla, apenas nada más que una leve línea más pálida, para luego continuar delimitando la forma de su barbilla, sus labios su nariz... Aquel rostro que sentía que ya conocía de memoria.
- Pues si despiertas en tu cama y esto acaba por ser un sueño, necesitas saber que mi yo real no te odia. Nunca podría odiarte... – la verdad es que sentía que últimamente no conocía demasiado a su yo real, porque la persona que ella había creído ser había resultado no tener nada que ver con la que era en aquellos momentos. Aún así había varias cosas de las que estaba completamente segura, y aquella era una de ellas – Tal vez te parezca una locura, porque en realidad no nos conocemos tanto... Pero te quiero más de lo que he querido a nadie nunca. Así que cuando despiertes asegúrate de venir directo a buscarme. Bésame apenas te abra la puerta. No va a importarme.
Y para dar más fuerza a sus palabras lo volvió a besar. Sentía que nunca se cansaría de hacerlo. Podría haberse quedado ahí para siempre, tan cerca de él que casi podía oír los latidos de su corazón. Sus labios se curvaron en una nueva sonrisa ante su invitación. Claro que cenaría con él. Le importaba poco que fuera lunes, martes o domingo, a cualquier hora, en cualquier momento. Hubiera cenado con él a la hora del desayuno sin que le importara lo más mínimo. Que últimamente apenas tuviera apetito para nada parecía haberse borrado de su mente.
- Claro que sí. Cenaré contigo hoy, mañana y todos los días que quieras.
Era consciente de como sonaba todo lo que decía. Eran cosas que nunca se habría imaginado diciendo pero que ahora salían sin pensar. De hecho no le importaba decirlas porque era exactamente como se sentía.
- Sólo que... Quiero pedirte algo. ¿Podemos ser discretos con esto de momento? No sólo por las habladurías que se volverían insoportables, sino por William... Ya le he hecho demasiado daño, y no creo que verme contigo sea lo que necesite ahora mismo. Él se ha portado muy bien conmigo a pesar de todo y yo siento que... Se lo debo.
Apoyó la frente contra la de Sebastian, moviendo ligeramente la cabeza para que sus narices se rozaran en una caricia curiosa. Sabía que hablar de William en esos momentos no era lo mejor, pero esperaba que él entendiera sus razones. Habían sido muchos años de matrimonio, casi media vida, que era imposible borrar sin más.
- ¿No tienes que estar en el colegio como en cuatro horas? – le preguntó al final, fijándose ella misma en el reloj, sin embargo no hizo ningún intento de separarse de él. Lo había echado tanto de menos, por imposible que pareciera echar de menos algo que en realidad nunca había tenido, que se resistía a dejarle ir.
Ella misma empezó a recorrerle el rostro con la yema de los dedos, empezando por la leve cicatriz de su mejilla, apenas nada más que una leve línea más pálida, para luego continuar delimitando la forma de su barbilla, sus labios su nariz... Aquel rostro que sentía que ya conocía de memoria.
- Pues si despiertas en tu cama y esto acaba por ser un sueño, necesitas saber que mi yo real no te odia. Nunca podría odiarte... – la verdad es que sentía que últimamente no conocía demasiado a su yo real, porque la persona que ella había creído ser había resultado no tener nada que ver con la que era en aquellos momentos. Aún así había varias cosas de las que estaba completamente segura, y aquella era una de ellas – Tal vez te parezca una locura, porque en realidad no nos conocemos tanto... Pero te quiero más de lo que he querido a nadie nunca. Así que cuando despiertes asegúrate de venir directo a buscarme. Bésame apenas te abra la puerta. No va a importarme.
Y para dar más fuerza a sus palabras lo volvió a besar. Sentía que nunca se cansaría de hacerlo. Podría haberse quedado ahí para siempre, tan cerca de él que casi podía oír los latidos de su corazón. Sus labios se curvaron en una nueva sonrisa ante su invitación. Claro que cenaría con él. Le importaba poco que fuera lunes, martes o domingo, a cualquier hora, en cualquier momento. Hubiera cenado con él a la hora del desayuno sin que le importara lo más mínimo. Que últimamente apenas tuviera apetito para nada parecía haberse borrado de su mente.
- Claro que sí. Cenaré contigo hoy, mañana y todos los días que quieras.
Era consciente de como sonaba todo lo que decía. Eran cosas que nunca se habría imaginado diciendo pero que ahora salían sin pensar. De hecho no le importaba decirlas porque era exactamente como se sentía.
- Sólo que... Quiero pedirte algo. ¿Podemos ser discretos con esto de momento? No sólo por las habladurías que se volverían insoportables, sino por William... Ya le he hecho demasiado daño, y no creo que verme contigo sea lo que necesite ahora mismo. Él se ha portado muy bien conmigo a pesar de todo y yo siento que... Se lo debo.
Apoyó la frente contra la de Sebastian, moviendo ligeramente la cabeza para que sus narices se rozaran en una caricia curiosa. Sabía que hablar de William en esos momentos no era lo mejor, pero esperaba que él entendiera sus razones. Habían sido muchos años de matrimonio, casi media vida, que era imposible borrar sin más.
- ¿No tienes que estar en el colegio como en cuatro horas? – le preguntó al final, fijándose ella misma en el reloj, sin embargo no hizo ningún intento de separarse de él. Lo había echado tanto de menos, por imposible que pareciera echar de menos algo que en realidad nunca había tenido, que se resistía a dejarle ir.
Grace E. Sullivan- Realeza
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Re: So maybe we should start all over again {Grace}
Cada una de sus caricias, cada uno de sus gestos, de sus sonrisas, de sus suspiros e incluso de sus palabras me hace estremecerme, podría congelar ese momento para siempre porque pase lo que pase después de ésta noche no será igual. Ahogo una risa cuando me sigue el juego de que aquello pueda ser un sueño y aunque a ratos no estoy seguro ni siquiera de mi mismo procuro mantener mi mente lo más clara posible porque entre más se confunda todo más difícil me será recordarlo después. Quiero tener éste momento en mi cabeza el resto de mi vida. - Eso da igual. ¿No pasa así en los cuentos? - Una media sonrisa se me escapa mientras mi mirada se posa sobre sus labios un momento y tras ésto sobre sus ojos. - Un día un príncipe ve a una princesa, al otro pierde su zapato, al otro la busca, al otro se casan. - Levanto mis dedos, cuatro exactamente. - Creo que hemos estado haciéndolo mal. Te has saltado lo de perder el zapato - Acerco mis labios a ella bajando la voz hasta convertirla en un susurro, soltando una leve risa al hablar.
Le devuelvo el beso en cuanto sus labios vuelven a los míos reaccionando por inercia, sin tener que pensarlo, sin tener que meditarlo a consciencia, mi cuerpo responde casi de modo automático cuando se trata de ella. Aquellas palabras que nunca debí decir pero dije, aquellas caricias, aquellas peticiones, aquellos suspiros, aquellas veces que estuve a punto de besarla pero luché para evitar la estupidez más grande que podía cometer. Todas esas cosas jamás las pensé, he descubierto que de alguna forma me he vuelto adicto a ella y voy a tener que empezar a controlarme o no seré ni siquiera capaz de irme de esa casa otra vez.
Esbozo una leve sonrisa cuando acepta mi petición de comer juntos esa noche, pegando mi frente a la suya con los ojos cerrados y con su respiración entrecruzándose con la mía por la cercanía. Asiento débilmente a su siguiente petición y sin pensarlo si quiera lo entiendo, si yo estuviese en su lugar a diferencia de él yo no la habría perdido... pero si lo hubiera hecho lo pasaría terriblemente mal viendo como rehace su vida sin mi y además es feliz. Llevo su mano enlazada a la mía hacia mis labios antes de mirarla sonriendo sutilmente. - Entonces tendré que enseñarte a colarte en mi casa sin que te vean - Susurro porque no me hace falta ninguna levantar la voz dado lo cerca que estamos, pasando mi pulgar por el dorso de su mano una y otra vez.
Dejo un par de besos en su mejilla y tras soltar una leve queja que resulta casi infantil me separo de ella suficiente como para poder dejar caer mi cabeza. - Sí. Y no he terminado de corregir las tonterías de los exámenes que hice el viernes. - El solo pensar en los papeles desordenados de mi escritorio esperando ser corregidos incluso aunque se merecen todos un suspenso por no saber las respuestas de las tres tonterías que he preguntado. De pronto suelto una leve risa, esa típica que se le escapa a una persona que ha escuchado un chiste pero lo entiende tarde cuándo algunas de las respuestas de esos exámenes se me vienen a la mente. - Va a ser un Lunes muuuuuy largo - Levanto mi rostro suficiente como para que mis labios queden sobre la piel entre su cuello y su hombro, dejando ahí un beso largo antes de alejarme, robarle un beso de los labios bastante fugaz y separarme del todo. - ¿Hoy trabajas? - Repentinamente me siento culpable por no dejarla dormir.
Le devuelvo el beso en cuanto sus labios vuelven a los míos reaccionando por inercia, sin tener que pensarlo, sin tener que meditarlo a consciencia, mi cuerpo responde casi de modo automático cuando se trata de ella. Aquellas palabras que nunca debí decir pero dije, aquellas caricias, aquellas peticiones, aquellos suspiros, aquellas veces que estuve a punto de besarla pero luché para evitar la estupidez más grande que podía cometer. Todas esas cosas jamás las pensé, he descubierto que de alguna forma me he vuelto adicto a ella y voy a tener que empezar a controlarme o no seré ni siquiera capaz de irme de esa casa otra vez.
Esbozo una leve sonrisa cuando acepta mi petición de comer juntos esa noche, pegando mi frente a la suya con los ojos cerrados y con su respiración entrecruzándose con la mía por la cercanía. Asiento débilmente a su siguiente petición y sin pensarlo si quiera lo entiendo, si yo estuviese en su lugar a diferencia de él yo no la habría perdido... pero si lo hubiera hecho lo pasaría terriblemente mal viendo como rehace su vida sin mi y además es feliz. Llevo su mano enlazada a la mía hacia mis labios antes de mirarla sonriendo sutilmente. - Entonces tendré que enseñarte a colarte en mi casa sin que te vean - Susurro porque no me hace falta ninguna levantar la voz dado lo cerca que estamos, pasando mi pulgar por el dorso de su mano una y otra vez.
Dejo un par de besos en su mejilla y tras soltar una leve queja que resulta casi infantil me separo de ella suficiente como para poder dejar caer mi cabeza. - Sí. Y no he terminado de corregir las tonterías de los exámenes que hice el viernes. - El solo pensar en los papeles desordenados de mi escritorio esperando ser corregidos incluso aunque se merecen todos un suspenso por no saber las respuestas de las tres tonterías que he preguntado. De pronto suelto una leve risa, esa típica que se le escapa a una persona que ha escuchado un chiste pero lo entiende tarde cuándo algunas de las respuestas de esos exámenes se me vienen a la mente. - Va a ser un Lunes muuuuuy largo - Levanto mi rostro suficiente como para que mis labios queden sobre la piel entre su cuello y su hombro, dejando ahí un beso largo antes de alejarme, robarle un beso de los labios bastante fugaz y separarme del todo. - ¿Hoy trabajas? - Repentinamente me siento culpable por no dejarla dormir.
Sebastian J. Jones- Realeza
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Re: So maybe we should start all over again {Grace}
Se rió ante su comentario de los cuentos de hadas, y que habían estado haciéndolo mal, y entonces se dio cuenta del tiempo que llevaba sin reír. Reír de verdad. Hasta el punto que hasta su propia risa le era extraña. De algún modo la opresión que había tenido en el pecho, como una losa, parecía haberse vuelto ligera hasta casi desaparecer, y eso sólo se debía a él.
- ¿Cenicienta, eh? Creo haber oído que en las teorías de Paula, era Phoebe. Eso nos deja a nosotros sin opción de perder el zapato. Tenemos que elegir otra cosa... ¿Que cuento te gusta? Descartamos la Bella Durmiente, porque está claro que no somos mucho de dormir...
Y de pronto se sentía de nuevo ella misma, después de muchísimos días sin saber exactamente quien era, sin reconocerse a si misma o a sus sentimientos, todo parecía volver a la normalidad. Claro que había una pequeña parte de ella que siempre lloraría por su pequeña, pero todo el mundo tenía razón, la vida continuaba, y ahí frente a ella tenía su oportunidad. Y entonces, aprovechando aquella cercanía que mantenían, como si ninguno de los dos fuera capaz de alejarse demasiado del otro le susurró un “Gracias”, y aunque no agregó nada más, era un gracias por muchas cosas: por haberle devuelto la felicidad, las ganas de continuar adelante, el haberle dado un motivo y sentido a los muchos días que tenía por delante, por entender su delicada situación con William y sobretodo por haber hecho que recordara exactamente lo que se debía sentir cuando se estaba enamorado.
- Apruébalos a todos. Son sólo niños. – le dijo negando suavemente con la cabeza, sin pensar que tal vez aquello no fuera la mejor idea, porque se suponía que Sebastian estaba para que aprendieran, y no para que recibieran un aprobado general si no lo merecían, pero en esos momentos todos los demás problemas le parecían casi insignificantes en comparación a como se sentía.
Pero su sonrisa se apagó un poco en cuanto él le preguntó si trabajaba. Evidentemente, si todo hubiera ido como se suponía que tenía que ir ya debería hacer semanas que estaria trabajando. Pero las medicaciones que habían tenido que darle para intentar que pudiera dormir por las noches, los antidepresivos y los estimulantes del apetito la dejaban lo suficientemente débil y mareada como para que su baja se estuviera alargando más de la cuenta, así que si le reconocía su situación, debería explicarle la realidad de su situación, las pesadillas y todo lo demás. Y no quería asustarle.
- No... De hecho estoy de baja todavía. Los médicos opinan que... No estoy preparada para cuidar de otras personas. – emocionalmente frágil, o algo parecido, le habían dicho. Y no consideraban que estuviera preparada para volver a la vida de enfermera, para los momentos duros, y sobretodo para la pérdida de pacientes. - Pero no hablemos de eso ahora. Necesitas dormir porque no quiero ser la responsable que tus alumnos crean que eres un muerto viviente. Ven.
Se levantó de su asiento y tiró de él aprovechando que seguían con una mano entrelazada, de un modo que parecía que nunca volverían a separarse. Porque a pesar de que sabía que debía dormir, porque tenía que trabajar, porque la vida continuaba más allá de esas cuatro paredes por mucho que ella quisiera detener el tiempo en ese instante y que todo lo demás dejara de importar, y que sólo quedaran ellos dos en el mundo.
Y lo guió hasta su habitación. No pretendía nada. Al menos no esa noche, porque ya tendrían oportunidad para todo. Él necesitaba dormir y ella de repente volvía a sentir sueño, como si después de semanas tomándolas, aquellas hierbas se hubieran decidido a funcionar.
- No pretendo aprovecharme de ti. Hoy no, por lo menos. Debes dormir, pero como no quiero dejarte ir... – dijo esta vez con una sonrisa tímida, esperando a ver que opinaba él de todo eso.
- ¿Cenicienta, eh? Creo haber oído que en las teorías de Paula, era Phoebe. Eso nos deja a nosotros sin opción de perder el zapato. Tenemos que elegir otra cosa... ¿Que cuento te gusta? Descartamos la Bella Durmiente, porque está claro que no somos mucho de dormir...
Y de pronto se sentía de nuevo ella misma, después de muchísimos días sin saber exactamente quien era, sin reconocerse a si misma o a sus sentimientos, todo parecía volver a la normalidad. Claro que había una pequeña parte de ella que siempre lloraría por su pequeña, pero todo el mundo tenía razón, la vida continuaba, y ahí frente a ella tenía su oportunidad. Y entonces, aprovechando aquella cercanía que mantenían, como si ninguno de los dos fuera capaz de alejarse demasiado del otro le susurró un “Gracias”, y aunque no agregó nada más, era un gracias por muchas cosas: por haberle devuelto la felicidad, las ganas de continuar adelante, el haberle dado un motivo y sentido a los muchos días que tenía por delante, por entender su delicada situación con William y sobretodo por haber hecho que recordara exactamente lo que se debía sentir cuando se estaba enamorado.
- Apruébalos a todos. Son sólo niños. – le dijo negando suavemente con la cabeza, sin pensar que tal vez aquello no fuera la mejor idea, porque se suponía que Sebastian estaba para que aprendieran, y no para que recibieran un aprobado general si no lo merecían, pero en esos momentos todos los demás problemas le parecían casi insignificantes en comparación a como se sentía.
Pero su sonrisa se apagó un poco en cuanto él le preguntó si trabajaba. Evidentemente, si todo hubiera ido como se suponía que tenía que ir ya debería hacer semanas que estaria trabajando. Pero las medicaciones que habían tenido que darle para intentar que pudiera dormir por las noches, los antidepresivos y los estimulantes del apetito la dejaban lo suficientemente débil y mareada como para que su baja se estuviera alargando más de la cuenta, así que si le reconocía su situación, debería explicarle la realidad de su situación, las pesadillas y todo lo demás. Y no quería asustarle.
- No... De hecho estoy de baja todavía. Los médicos opinan que... No estoy preparada para cuidar de otras personas. – emocionalmente frágil, o algo parecido, le habían dicho. Y no consideraban que estuviera preparada para volver a la vida de enfermera, para los momentos duros, y sobretodo para la pérdida de pacientes. - Pero no hablemos de eso ahora. Necesitas dormir porque no quiero ser la responsable que tus alumnos crean que eres un muerto viviente. Ven.
Se levantó de su asiento y tiró de él aprovechando que seguían con una mano entrelazada, de un modo que parecía que nunca volverían a separarse. Porque a pesar de que sabía que debía dormir, porque tenía que trabajar, porque la vida continuaba más allá de esas cuatro paredes por mucho que ella quisiera detener el tiempo en ese instante y que todo lo demás dejara de importar, y que sólo quedaran ellos dos en el mundo.
Y lo guió hasta su habitación. No pretendía nada. Al menos no esa noche, porque ya tendrían oportunidad para todo. Él necesitaba dormir y ella de repente volvía a sentir sueño, como si después de semanas tomándolas, aquellas hierbas se hubieran decidido a funcionar.
- No pretendo aprovecharme de ti. Hoy no, por lo menos. Debes dormir, pero como no quiero dejarte ir... – dijo esta vez con una sonrisa tímida, esperando a ver que opinaba él de todo eso.
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Re: So maybe we should start all over again {Grace}
Chasco la lengua cuando menciona el cuento de la bella durmiente ahogando tras esto un suspiro extraño que oculta una risa. - Pues yo no estaría tan seguro porque según Paula, Aurora es mi esposa - Me lo recuerda cuando tiene oportunidad, por pequeña que sea, incluso en los exámenes que les pongo a veces haciendo preguntas sobre la vida de personajes ficticios que a estas alturas del curso ya todo el mundo debería saberse de memoria.
Paso mi mano por su mejilla para intentar consolarla cuando dice que los médicos no consideran que esté lista para cuidar de nadie. Yo quiero decirle que confío en ella y no conozco a nadie que pueda cuidar de nadie mejor que ella, pero al final decido callarme al escucharla pedirme que dejemos el tema a parte. Bajo la vista al suelo cuando me sugiere quedarme y dejo que mi frente quede apoyada contra su hombro. - No lo se - Quiero quedarme por culpa de esa parte irracional dentro de mi que siempre pega gritos y me impulsa a acercarme cuando debería a alejarme; pero también hay un sentido común con los mismos pulmones que el anterior que intenta sobreponerse sobre todas las cosas. - ¿Que excusa vamos a poner cuando salga mañana de éste sitio? - Storybrooke madruga, la costumbre probablemente. A las 7am no hay demasiada gente que siga bajo las sábanas.
El hecho de que me diga que no quiere dejarme ir me hace ahogar una risa. Levanto mis labios rozándolos por su cuello, luego por su mejilla y depositando un beso sobre sus labios. - Vale, ya pensaremos mañana que hacer - Susurro porque por la cercanía no hace falta ni siquiera que levante la voz.
La veo levantarse y me dejo arrastrar cuando su mano enlazada a la mía tira de mi. Cuando nos tumbamos sobre su cama nos quedamos abrazados susurrando tonterías un rato hasta que terminamos cayendo dormidos cerca del amanecer con mis brazos alrededor de su cuerpo protegiéndola de todas las cosas malas que puedan pasarse por sus sueños.
Paso mi mano por su mejilla para intentar consolarla cuando dice que los médicos no consideran que esté lista para cuidar de nadie. Yo quiero decirle que confío en ella y no conozco a nadie que pueda cuidar de nadie mejor que ella, pero al final decido callarme al escucharla pedirme que dejemos el tema a parte. Bajo la vista al suelo cuando me sugiere quedarme y dejo que mi frente quede apoyada contra su hombro. - No lo se - Quiero quedarme por culpa de esa parte irracional dentro de mi que siempre pega gritos y me impulsa a acercarme cuando debería a alejarme; pero también hay un sentido común con los mismos pulmones que el anterior que intenta sobreponerse sobre todas las cosas. - ¿Que excusa vamos a poner cuando salga mañana de éste sitio? - Storybrooke madruga, la costumbre probablemente. A las 7am no hay demasiada gente que siga bajo las sábanas.
El hecho de que me diga que no quiere dejarme ir me hace ahogar una risa. Levanto mis labios rozándolos por su cuello, luego por su mejilla y depositando un beso sobre sus labios. - Vale, ya pensaremos mañana que hacer - Susurro porque por la cercanía no hace falta ni siquiera que levante la voz.
La veo levantarse y me dejo arrastrar cuando su mano enlazada a la mía tira de mi. Cuando nos tumbamos sobre su cama nos quedamos abrazados susurrando tonterías un rato hasta que terminamos cayendo dormidos cerca del amanecer con mis brazos alrededor de su cuerpo protegiéndola de todas las cosas malas que puedan pasarse por sus sueños.
Sebastian J. Jones- Realeza
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