Apologize [Grace E. Sullivan]

Espero que no te importe que maneje un poco a tu pj, Grace ._. Sino, avísame y edito.
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16:00 pm || Nublado

Llevaba varios días sin haber escuchado nada acerca de Grace. Notaba como la situación se descontrolaba, se desmoronaba más y más cada día que pasaba. Las palabras de ánimo se iban sucediendo una tras otra cada vez que iba a la compra, acompañadas por miradas de compasión. No me gustaba aquella situación aunque sabía que no lo hacían por mal sino todo lo contrario. De todas formas, mi mente seguía yendo en dirección contraria y pensaba en Grace y como debía estarlo llevando. Entre las palabras de consuelo había escuchado también reproches hacia su actuación pese a que yo pedía categóricamente que dijesen nada sobre ella, que eran asuntos privados. La gente se limitaba a observarme extrañada, pero no añadía nada más. Suponía que pensarían que era idiota, pero la opinión d elos demás hacia mi persona hacía tiempo que había dejado de importarme. Al menos la de aquellos que no eran lo suficientemente cercanos a mí. Por las habladurías había conocido la noticia de que se había mudado con Lucas mientras no pasaba la tempestad, por lo que sabía que se hallaba en buenas manos. Aquello me tranquilizaba ya que al menos sabía que estaba a salvo.

Por todo aquello, me sorprendió haber recibido un mensaje de Grace en el que decía que quería quedar conmigo para hablar. Había esperado aquel mensaje con ansias para poder aclarar las cosas, todo lo que había ocurrido. Pero me había hecho la promesa de esperar a que ella diese el primer paso para darle el espacio que necesitase. Tampoco consideraba productivo que la forzase, era una decisión que ella tenía que tomar porque ambos sabíamos que no sería ni fácil ni bonito, y en aquel momento ella era la que estaba en un estado más frágil. yo le había respondido que aceptaba la oferta y que sería mejor que nos encontrásemos en el bosque para evitar encontrarnos con gente a la que no le interesaba ni lo más mínimo nuestras vidas privadas.

Tomé el coche y me dirigí hacia nuestro punto de encuentro, la entrada de aquel paraje para no perder tiempo buscándonos el uno al otro. Sería contraproducente. No podía negar que aquel encuentro me hacía rememorar momentos desagradables que había intentado apartar de mi mente aunque sin demasiado éxito. Pero aquello hacía que se agudizasen demasiado. Además de que, pese a no ser demasiado habitual en mí, me encontraba algo ansioso e inquieto por no decir nervioso. Al llegar, aparqué mi coche a un lado y decidí esperar dentro hasta verla aparecer. Pese a que al menos no llovía, simplemente estaba nublado, si que había una brisa helada que azotaba al pueblo y que tenía la certeza que se intensificaría al abandonar el vehículo. Por suerte había traído una chaqueta polar para no añadirle a todo aquello acabar con un resfriado, sobre todo tras haber tomado la resolución de volver a trabajar en unos días. Esperaba que aquello hiciese que me evadiese de mis problemas.

Un torbellino de pensamientos se arremolinaba en mi cabeza mientras intentaba darle sentido a todo aquello que había ocurrido las últimas semanas mientras esperaba por Grace. Era increíble como podían cambiar las cosas en cuestión de minutos con una serie de malas situaciones: pasar de, quizás no en el culmen, pero sí más o menos felices a llevar una vida completamente alejado de aquello. Si bien era cierto que no se podía considerar que nuestra relación fuese viento en popa sino más bien todo lo contrario, tampoco era del todo infeliz. Puede que nuestros sentimientos ya no fuesen los que habían sido en su día pero, dese luego, seguíamos conservando aquel cariño que siempre nos habíamos profesado… como amigos.

Encontraba un poco difusos mis recuerdos, llegados a ese punto, de cómo Grace y yo nos habíamos conocido y como había comenzado todo; la verdad es que aquello sonaba extraño ya que supuestamente ese tipo de cosas en concreto, al ser importantes, creía que jamás las olvidaría aunque parecía estar equivocado en mis especulaciones. Si a aquello le añadíamos que cada vez que intentaba pensar y esforzarme por traer a mi mente alguna imagen concisa de mi pasado, fuese lo que fuese, era como si fuese incapaz de lograrlo. Llegaba a frustrarme aquello ya que no lograba explicarme como podía recurrir con tanta nitidez a otras partes de mi memoria, como por ejemplo mis conocimientos médicos, pero no hallaba la forma de abrir aquel pasaje a mis recuerdos.

Con la mirada fija en el reloj, no me percaté de cómo la tímida sombra de Grace se aproximaba hacia el coche. Sí, sombra era una metáfora de la propia joven, ya que se la notaba muy demacrada y parecía haber perdido una cantidad considerable de peso. Abrí la puerta para salir del coche y me acerqué a paso firme hacia ella. Me notaba nervioso y algo taquicárdico por aquella incómoda situación. Tuve que obligarme a sus pirar lenta y profundamente para recuperar el control sobre mi ritmo cardíaco y serenarme. Antes de que pudiese si quiera saludarla me preguntó cómo estaba. Bajé la vista, incapaz de mantener contacto visual con ella y abrí los labios para responderle sin éxito. Parecía como si la voz me hubiese abandonado. Carraspeé suavemente y volví a intentarlo, forzando para que las palabras fluyesen – Pues… Creo que sabes la respuesta a esa pregunta – Ladeé ligeramente la cabeza mientras escogía con cuidado las siguientes palabras – Siendo sinceros, no se podría decir que estoy bien. De hecho, se podría decir que simplemente… estoy. – Y así era, pese a que mi cuerpo estuviese allí mi mente estaba a miles de kilómetros intentando todavía tratar de asimilar y comprender todo lo que había ocurrido en aquellas semanas.

Noté como le costaba hablar aunque lo comprendía perfectamente puesto que me ocurría el mismo problema. Sus palabras me cogieron de sorpresa ya que no me había esperado que los rumores se hubieses expandido tan rápido, hasta que él se había encargado de defenderla. No pude evitar arquear las cejas y alzar un poco la vista para ver su rostro mientras pronunciaba aquello. Suspiré mientras negaba con la cabeza – No tienes que agradecerme nada, lo hice porque así lo sentía y porque así lo pienso. Eso son problemas que solo nos incluyen a los dos y que a nadie más le interesan. Tienen que respetar nuestra privacidad y más en una situación como esta, esto es entre tu y yo. No lo dije por compasión, sino porque es como debe hacerse. – Aquello era entre Grace y yo y nadie tenía porque meter sus narices ni opinar al respecto, y mucho menos delante suya ni hacerla sentir más miserable de lo que ya se sentía. – Sé que lo sientes y sé que lo dices de verdad Grace…

Me quedé en silencio nuevamente. Realmente no me había dado cuenta de que aquel encuentro se llevaría acabo hasta que no llegamos a aquel punto. Y ahora, no sabía qué decir ni cómo sentirse al respecto tras aquellos hechos. Todo se había complicado tanto…. – No puedes echarte a ti toda la culpa porque ambos sabíamos que esto hacía mucho que no estaba funcionando y ninguno de los dos tuvo el valor suficiente para tomar las riendas y decir: hasta aquí. – hice una breve pausa para tragar la saliva que se me había acumulado en la boca – Por ello la culpa es de los dos, así que de la misma forma debería pedirte disculpas por ello – Alcé mi vista fugazmente a sus ojos con una firmeza renovada. La convicción con la que pronunciaba todo aquello me transmitía una nueva fuerza que me proporcionaba algo más de seguridad – Sin embargo, hay algo que… no te puedo perdonas, al menos por el momento. El hecho de que me ocultases aquello y que me tuviese que enterar por otro sitio… Al menos creía que nos seguíamos manteniéndonos el respeto y me has hecho sentir como un estúpido y, desde luego, traicionado. Me importa una mierda lo que opine el resto del pueblo sobre mi, pero me duele que no me lo hayas contado sobre todo porque podríamos habernos ahorrado muchos disgustos – Al igual que antes se me había acumulado saliva, ahora sentía la boca muy seca. Intenté ensalivar un poco para no seguir con aquella molesta sensación pero parecía que no era capaz. El corazón volvía a habérseme descontrolado tras aquellas palabras y sentí cómo me ponía algo de malhumor, pero si había algo que odiaba eran las mentiras y la traición.

Me esforcé por recordar por unos segundos, viendo el aspecto actual de Grace, como la había visto el último día que había pasado en el hospital. Aquel semblante que denotaba la terrible pérdida que habíamos sufrido, todavía permanecía intacto. Podía observar unas marcadas ojeras en su rostro acompañadas por el aspecto vidrioso de sus ojos. El rostro parecía haberse consumido, como si no hubiese tomado ningún tipo de sustento durante unos días. Era comprensible y no se le podía exigir que aceptase tan rápido la pérdida. Yo también había notado como había adelgazado algunos kilos, pero la falta de apetito me apremiaba demasiado y superaba el esfuerzo que ponía al intentar ingerir alimentos. Era como si tuviese un permanente nudo en el estómago que no me daba ningún tipo de tregua, solo cuando gracias a unas benzodiazepinas que tomaba antes de ir a la cama para intentar dormir, al cabo de un rato comenzaba a ejercer su acción y lograba que todo mi alrededor se difuminase hasta que al día siguiente me despertaba una nueva pesadilla.

Las palabras de Grace no me sorprendieron ni un ápice. Tampoco le diría que eran incorrectas ya que estaba completamente de acuerdo. Aquello había sido un problema de los dos que no logramos solventar como adultos, sino más bien todo lo contrario. Por un momento dejamos de recordar lo que era el verdadero significado del matrimonio, de la sinceridad con uno mismo y con el otro que se esperaba entre los enamorados. No fuimos capaces de ver todo aquello y, al final, no nos reportó nada más que una terrible pérdida. No supe responderle a aquello mas que quedándome en un lúgubre silencio. No me sentía con demasiadas fuerzas todavía; pese a que no acostumbraba a exteriorizar todo aquel tema, la conversación que había tenido con Savannah aquel día en mi casa había logrado que parte de aquel dolor aflorase y, por unos instantes, me había sentido algo mejor. Aunque aquel agujero negro seguía presente en mi interior. Y ahora mismo no sentía prudente volver a dejar salir todo aquello que tenía almacenado en mi interior.

Mantuve la mirada fija en el horizonte, sin mirar a nada en concreto pero con la vista firme, mientras ella explicaba los motivos de aquella traición que había, como quien dice, sido el gatillo que precipitó todo aquello. Suspiré cuando mi mente pareció volver de las nubes y mi mirada bajaba hacia el suelo - Supongo que debería creerte, ahora no hay motivos por los que deberías mentirme. Sin embargo, no te puedo decir ahora mismo que te perdono porque realmente no lo siento así. Necesito... un tiempo para aclarar todo y para poder decírtelo de forma sincera. Después de ver a que llevan las mentiras y fingir sentir algo que no sientes, no sería correcto hacerlo otra vez. - Eso era algo que habíamos aprendido de la peor forma y de manera exagerada.

Pude observar como la rubia se abrigaba más y fue cuando me di cuanta del frío que hacía. Una suave brisa aunque helada soplaba, alborotando mi flequillo. El cielo amenazaba con una lluvia inesperada aunque, por suerte, nos encontrábamos próximos a los coches y esperaba que la copa de los árboles también pudiese resguardarnos del tiempo. Seguramente en el pueblo, al no tener la defensa de los árboles, el viento soplase con mayor intensidad. La miré extrañado cuando clavó su mirada en mi y por unos instantes noté como si estuviese indagando en mi interior o simplemente pensativa. Sus siguientes palabras, al principio me molestaron. después de todo lo que había ocurrido me parecía inverosímil que me dijese todo aquello de que no recordaba haberme amado. La miré con dureza y con frialdad, aunque ese gesto pronto fue sustituido por otro de extrañeza. Mi mente, como tentada por lo que había dicho, intentó explorar en sus confines todo lo que había dicho Grace sin tener éxito. Momentos trascendentales como el primer beso, la primera cita, la boda o, sin ir más lejos, el día que le había dicho que estaba embarazada le parecían demasiado lejanos y difuminados. - Todavía no sé si lo definiría como extraño. Podría ser por el shock de todo lo ocurrido pero... no me parece cuadrar con el típico caso de amnesia ya que sino sería con la memoria a corto plazo, no a largo - Reflexioné unos segundos en silencio. Parecía como si nuestra vida hubiese estado predeterminada, como si no nos fuese propia. Era como si se hubiesen construído los cimientos de ésta sin que estuviésemos involucrados. Intentaba buscar una respuesta razonable a aquella aunque no hallaba nada que lo explicase - Creo... que deberíamos hablar con Sidney, porque esto ya no es normal - Sentencié, aunque si intentaba sonar firme mi tono no había sido demasiado efectivo. La extrañeza que sentía parecía haber nublado mi autodeterminación - Sé a lo que te refieres. Yo también te tengo cariño.. como a un amigo. Supongo que no fuimos capaces de enfrentarnos al momento en el que dejamos de comportarnos como un matrimonio para simplemente ser buenos amigos. Pero ahora es tarde para lamentarnos por eso. - Y no me refería a la infidelidad, sino a la pérdida de nuestra hija.

- No espero que me perdones... No merezco que lo hagas ni ahora ni en un tiempo. Ni siquiera sé como has querido verme hoy, o como estuviste conmigo durante todo el tiempo en el hospital.

Y aquello era algo que creía de verdad, a pesar de que sonaba como parte de un discurso victimista que alguna mujer en su lugar usaría para que las represalias del que estaba a punto de convertirse en su ex-marido no fueran tan duras. Pero ella no era así, no seria nunca lo suficientemente cínica para hacer aquello, y menos después de todo por lo que habían pasado. A pesar de todo, como ya le había dicho, quería a William, y le dolía la forma en la que se habían dado las cosas. Ni siquiera sabía que habría hecho ella de haberse encontrado en la situación a la inversa.

Alzó ambas cejas cuando a través de sus palabras le quedó claro que no era ella la única que no recordaba con claridad los detalles pasados de su relación. Aquellos momentos en los que se suponía que había nacido el amor y por los que habían decidido que casarse y compartir el resto de sus vidas era una buena idea. ¿Que significaba todo aquello? Alzó la mirada para fijarla una vez más en los ojos de William, intentando aferrarse a su explicación de la amnesia por shock, pero ni él con sus conocimientos médicos ni ella, que aunque no era médico estaba demasiado familiarizada con todo aquello terminaron por creerlo.

- Hace un par de semanas que voy dos veces por semana a la consulta de Sydney. Tengo cita con ella en un par de días. Podrías venir... Quiero decir, a mi no me importaria compartir mi sesión... – a pesar de que sentía que últimamente estaba haciendo algún progreso, hablar de sus sentimientos por la pérdida de su hija, por la pérdida de William y por todo lo sucedido le seguían siendo muy complicado, y por eso iba a aferrarse a cualquier oportunidad de desviar el tema a otros asuntos. - ¿Crees que nos pasa algo malo? Médicamente malo, quiero decir...

Aquello era algo que la había estado preocupando. No podía dejar de pensar que aquellas pérdidas de memoria junto a todos los problemas en el parto quizás tuvieran que ver con algún problema más serio que les hubiera pasado por alto a los médicos mientras había estado ingresada. A fin de cuentas, nadie le había hecho un TAC, sólo una ecografía para comprobar el estado de su matriz después de todo, antes de decidirse a darle el alta. Los análisis también habían salido bien, pero había visto demasiados casos extraños de cáncer y otras cosas como para estar completamente tranquila al respecto. Lo único que le ofrecía cierto consuelo es que William se sintiera igual que ella. ¿Dos personas con enfermedades graves y los mismos síntomas, mostrándolos al mismo tiempo? Extraño.

- Ah, antes que se me olvide, tienes que decirme que día te va bien que pase a recoger mis cosas de casa... Te devolveré la llave. Y supongo que deberiamos preparar los papeles de... bueno... del divorcio. – a pesar de todo, le costaba decir aquella palabra, como si una pequeña e inconsciente parte de ella se estuviera debatiendo contra su cordura y le dijera que todavía podía ser feliz con él, sin amor, pero feliz. Y todo aquello se asemejaba cada vez más a una locura sin sentido.

Tampoco estaba segura sobre el volver a casa. Era algo a lo que no se había enfrentado. Había sido Lucas quién había ido a buscar las cosas que tenía con ella en su casa, pero le faltaban más de la mitad y sentía que ya no podía posponerlo más, aunque la sóla idea de vislumbrar la puerta tras la cual sabía que estaba la habitación que tenía que haber sido para su pequeña hacía que todo su cuerpo se echara a temblar.