I'll stand by you [ Grace ]

Willow la había llamado unos minutos después. Rebecca estaba en su casa, lavando su ropa y haciendo el quehacer, andaba de higareña mientras escuchaba una canción en el stereo. Kuma estaba junto a ella, jugando con su pelota de goma. Sonó el timbre de su celular y contestó alegre. El tono triste de la rubia predijo lo peor. Katherine se quedó muda. No podía creer lo que estaba escuchando. Titubeó, se despidió y colgó con la negación en su alma. Los ojos castaños de su perrita parecían adivinar lo que estaba pasando. Rebecca la abrazó fuertemente mientras meneaba su cabeza. - No es posible - murmuró en voz baja. Se levantó, se cambió de ropa por una más cómoda y recogió su cabello en una coleta alta. Pausó el ciclo de lavado y salió como rayo hacia la calle. No tomó su bibicleta ya que se tardaría más y sus sentidos estaban sumidos en sun sopor muy extraño.

Cogió el primer taxi que vió. Sus ojos estaban abnegados en lágrimas que se resistían a salir. -Al hospital- indicó en un tono sumamente maduro y serio, sorprendiendose ella misma. Fueron los 10 minutos más largos de su vida. Se la pasó pensando, realmente creía que era una broma...pero nadie jugaría con algo tan delicado. podría haber sio error médico. Suspiró, regulando su respiración. Pagó sin esperar el cambio y bajó rápidamente a la recepción. La conocían muy bien ya que solía ir a visitar a grace, por lo que no le negaron la entrada. Si lo hubieran hecho, seguramente se habría pasado de largo.

Corrió esquivando algunas enfermeras y doctores, algunas mesitas de medicamentos y otras cosas. Quería llegar más rápido. Tocó la puerta tres veces y no recibió respuesta. Verificó que el número fuera correcto y abrió la puerta, mordiendosu labio. Observó a su amiga. Avanzó unos pasos hasta quedar junto a la cama y le apretó la mano con fuerza. no estaba sola. la abrazó fuertemente cuando las lágrimas de la rubia volvían a aflorar. No había notado si alguien más estaba en el cuarto, en ese momento sólo quería estar con ella.

Ni siquiera fue consciente del momento en que Willow se había ido de la habitación. Tampoco quería pensar en el hecho de que William no hubiera llegado todavía a verla, seguramente demasiado horrorizado con todo lo sucedido como para afrontarla. Ella misma hubiera huído de sus propios pensamientos y de su cuerpo de haber sabido como hacerlo.

Había llorado en silencio durante muchísimo rato, sintiendo que no podía hacer nada más, ni pensar en lo que haría, ni donde iría ni en como conseguiría superar aquello y seguir con su vida, si es que eso era posible... Sólo lloró, completamente rota por el dolor, mientras pasaba una y otra vez sus manos por su barriga, donde hasta hacía unas horas su pequeña había estado a salvo de todo...

En ese estado en el que se encontraba no se dio cuenta que Rebecca entraba en la habitación hasta que la estuvo abrazando, y aún cuando quiso devolverle el gesto se quedó inerte, simplemente dejando que su morena amiga la rodeara con los brazos, sintiéndose más vacía y sola que nunca.

No sabía como ella se había enterado tan pronto de lo sucedido. A menudo solía decirle que quería ser la primera en llegar a felicitarla cuando el bebé naciera, y irónicamente era casi la primera en llegar para intentar ofrecerle consuelo. El destino definitivamente era cruel.

No supo que decir. ¿Que se decía en estas ocasiones? ¿"Gracias por venir"? No había nada que se oyera más fuera de lugar... Poco a poco, el llanto que se había ido volviendo silencioso en los últimos minutos volvió a incrementarse y sus hombros a sacudirse, mientras escondía la cara entre el pelo de su amiga.

- Lo he hecho todo mal... Todo... - fue el único balbuceo que salió de sus labios, mientras se aferraba a Rebecca.

Definitivamente ese era el peor día de su vida.

En efecto, el cuato estaba sin un alma adentro. Literal, ya que sólo estaba una llorosa Grace acurrucada en la tosca cama hospitalaria. Tenía cosas conectadas ( suero, vitaminas y algo para medir los latidos) dándole un aspecto antinatural, frío. Dejó que capoyara la cabeza en su hombro mientras becca alzaba sus cejas y examinaba el ambiente. Suspiró, abrazando fuertemente a su amiga. Se conocían desde muy pequeñas. O al menos eso alcanzaba a vislumbrar entre los borrosos recuerdos de su infancia.

Apretó con sumo cuidado la mano libre de ella. La miró con dulzura y calidez a la vez que apartaba unos mechones rubios de su frente. Su mirada expresaba más que palabras, las cuales sobraban en una situación tan delicada. Tuvo la ligera sensación que era de las poqcas personas que sabían la trágica noticia. Willow lo sabía, ella le había informado que fuera al hospital. Pero...¿William donde estaba? ¿Qué había pasado? ¿Cómo rompió fuente y cuál fue el diagnóstico? preguntas frías y directas que podían ser contestadas en otro momento más adecuado.

Torció su boca mientras besaba la frente de Grace,un gesto dulce y comprensivo.Y luego habló en tono quebradizo. Lo que le decía le rompió el corazón, la esperanza y la creencia de un Dios en un mundo tan cruel. Las lágrimas brotaron de los ojos verdáceos de Katherine. - No hiciste nada mal- murmuró con los labios pegados en la cabeza de Grace. Había vuelto a abrazarla. Negó con la cabeza. Simplemente parecía que todo estaba en contra de la pobre Grace. Pero, sea lo que sea, perder a un hijo era un precio altísimo...nadie debía de sufrir eso. Ni siquiera lo había conocido...Enjugó las lágrimas de ambas con la manga de su chamarra. - Desahogate- susurró más quedito con temor a meter la pata.

Tenía la sensación de que Rebecca no la juzgaría. Que estaba ahí simplemente para apoyarla y no dejarla sola en momentos como ese, y de algún modo eso la relajó.
Pasó unos instantes intentando controlar sus lágrimas, aferrada a Rebecca antes de reprenderse a si misma que su amiga había venido a estar con ella, no a abrazar a alguien que no podía hacer otra cosa que llorar.

Se separó un poco de ella y con el dorso de la mano intentó secarse las lágrimas que quedaban en sus mejillas. Le dedicó una sonrisa triste antes de alargar su mano derecha sobre las sábanas de la cama para tomar la de la morena.

- Gracias por estar aquí... No creo que quede mucha gente que quiera estar alrededor de mi cuando se sepa... En fin, todo. - dijo casi en un susurro.

Claro que Rebecca no sabía nada más que el final de la historia, en el que por parto prematuro su bebé había muerto. Ese pensamiento encogió un poco más su maltrecho corazón, pero se las arregló para no seguir llorando. Y seguramente le debía una explicación. De hecho, la necesidad de explicar su versión de los hechos a una de sus amigas se volvió casi insoportable y antes de darse cuenta de lo que hacía las palabras salían de entre sus labios sin que pudiera ponerlas en orden antes en su mente.

- Hacía meses que las cosas con Will no... No iban bien. Y en teoria estábamos intentando arreglar las cosas... Sólo que creo que ninguno de los dos le ponía todo el empeño que se necesitaba... Él empezó a trabajar mucho, a irse muy pronto a trabajar y yo... Yo empecé a sentirme atraída por otra persona.

Era la segunda vez que lo confesaba en voz alta a alguien. La primera vez había sido con Willow y su amiga se había escandalizado bastante, hasta el punto que las dos habían terminado llorando. Si ahora ella volvía a tener lágrimas asomando en sus ojos no era precisamente por eso sino por la pérdida de su pequeña.

- No... No pasó nada. No almenos hasta esta tarde. Y aún así sólo fue un beso... Pero William lo descubrió. Nos gritamos muchas barbaridades. Yo... Yo me puse de parto...

El parto fue prematuro y el bebé murió. Esa última parte era incapaz de decirlo en voz alta. Inconscientemente apretó un poco la mano de Rebecca que tenía entre las suyas, esperando no ver en su rostro la misma expresión de decepción que había visto en la cara de Willow.

- Así que en realidad... Si hice todo mal. - acabó susurrando, imaginando que ese era el momento en que volvía a quedarse sola...

Acomodó su cuerpo en la cama de hospital, se quitó las balerinas con sus pies y subió sus piernas después de asegurarse que no molestaba a Grace. Tomó su mano y la acarició con dulzura mientras escuchaba lo que tenía de decir.

Para ser sinceros, becca no sehabia dado cuenta del mal momento que atravesaba el matrimonio Sullivan. Era cierto que había notado cierta apatía y tristeza en los ojos, acciones y palabras de Grace pero nunca se imaginó todo lo que estaba detrás. Sintió un vuelco en el corazón. ¿Porqué todo tenía que ser tan complicado? Ella y sus interninables sentimientos hacia Charlie, Savannah y sus ganas de huir y ser libre, lejos de Robert y ahora con lo de Grace...si existía un Dios, seguramente las habia abandonado.

La suave sonrisa de becca se interpretó como un "no te preocupes, aqui estoy". Escuchó con suma atención, frunciendo ligeramente el ceño como cuando suele concentrarse en algo. Le gustaba alguien más. Su cerebro comenzó a hacer memoria, tratando de pensar quien sería ese chico...y a su mente vino la bonita y contagiosa sonrisa de Sebastian, el maestro que regularmente iba al hospital pr su padre. Abrió su boca, titubeando un poco. - Sebastian- susurró con voz dudosa mientras suspiraba un poco, negando con la cabeza ya que grace parecía echarse a llorar de nuevo. Katherine no se escandalizó, solo sonrió débilmente y apretó la mano de su amiga. - ¿Tú y él tuvieron...? preguntó mordiendo su labio. Asintió ante la negativa de su amiga. Al escuchar lo siguiente, abrió sus ojos. - ¿Te hizo algo William? ¿Còmo lo descubrió?- y antes de que pudiera preguntar algo más, su voz se quebró al escuchar y deducir lo que le seguía.

parto prematuro. Muerte del bebé. Eso se lo decían sus precarios conocimiento sobre medicina y apretó más fuerte la mano de Grace
Su rostro no reflejaba decepción. Sus ojos tenían un suave brillo de coraje e impotencia. Y de repente sintió un cariño especial por su amiga. Negó con su cabeza, chasqueando ligeramente la lengua. - no hiciste nada mal- susurró mientras le sonreía. - No fue tu culpa. - comentó con sinceridad y cariño mientras le pasaba un pañuelo. Arrugó la nariz ligeramente mientras jugaba con el borde de la sábana. - ¿Cómo te sientes? ¿Quien ha venido?- preguntó esperando no ser inoportuna y le volvió a abrazar.

Rebecca nunca podría hacerse una idea de lo agradecida que le estaba por su visita pero sobretodo por su comprensión. No hubo gritos, ni caras de desagrado ni absolutamente nada más que aquellas muestras de soporte que tanto necesitaba en aquellos momentos, porque evidentemente tenía más que suficiente con sus propios demonios, aquellos que repetían en su mente una y otra y otra vez que todo había sido culpa suya. Y nadie podría hacerla cambiar de opinión al respecto.

Aún así, el corazón le dio un vuelco cuando la morena mencionó a Sebastian. ¿Como lo sabía? ¿A caso habían sido tan obvios que ya lo sabía todo el pueblo? Ella que creía que lo había disimulado tan bien que ni el propio Sebastian se habría dado cuenta de que sentía algo especial por él...

- Pero... ¿Como sabes que hablo de Sebastian? - preguntó con la voz todavía temblorosa.

Negó con la cabeza cuando Rebecca dejó a medias la pregunta acerca de si ellos dos habían hecho alguna cosa, incapaz de hablar. Porque aquello era la peor parte. Vale que no se había protado bien y que se había permitido sentir cosas que no debía por otra persona que no era su marido, pero todas aquellas fotos que William había recibido de no se sabía quien no mostraban más que dos personas hablando. Quizás demasiado cerca, si. Pero sólo hablando. Y así había sido hasta esa misma tarde...

- Al parecer alguien le envió unas fotos... Fotos de nosotros dos en el hospital... Yo... Nosotros sólo hablábamos... Yo le hacía compañía porque se pasaba un montón de horas sólo con su padre. Pero había una nota insinuándole que... No sé que barbaridades.

Claro que no creía ser inocente. Cualquier cosa que le sucediera a ella se lo había marecido, pero era cierto que aquellas fotos no demostraban nada. Absolutamente nada. Porque antes de que firmara la baja nunca había sucedido nada. Había estado a punto, sí. Pero no había pasado. Si sólo pudiera llegar a saber quien había tenido el poco corazón de manipular todo aquello....

- Me siento... Cansada. - y la persona más desdichada del mundo, pero aquello no hacía falta que lo dijera en voz alta para que Rebecca lo supusiera - Pues... Willow ha estado aquí. Pero ella... Ella si está enfadada conmigo por lo sucedido... Y William también ha pasado un momento pero evidentemente tampoco quiere estar demasiado aquí... - ¿y quien lo culpaba? ¿Quien podía culpar a nadie? Ni siquiera sabía porque Rebecca seguía estando ahí.

Rebecca sonrió dea manera de disculpa la ver cómo se conmocionaba Grace. Suspiró y rodó sus ojos en tono de "tonta yo" y dejó escapar el aire de sus pulmones. - Tengo buen olfato para detectar cosas así. - respondió con un ligero tono de alegría que esperaba no hirirera a su amiga. Algo irónico ese don que poseía ya que ella no se daba cuenta de nada si le pasaba a ella misma. - No fueron obvios ni nada...simplemente una corazonada me lo indicó. Pero...- murmuró para después soprenderse ante la razón por la cual William se enteró. Abrió sus ojos, tosió un poco y frunció el ceño con gravedad al enterarse de esa acción sucia y vil. No conocía a nadie que fuera capaz de hacer semajante cosa. primero, a nadie la constaba lo de Grace y Sebastian. Segundo, estaba arruinando un matrimonio y dándole un final trágico y doloroso. Tercero, las consecuencias no se sabían cuales eran ni como afectarían el curso de la campirana Storybrooke.

- ¿Es en serio? ¿Quién es capaz de hacer eso?- preguntó mortificada y afectada mientras se acomodaba frente a Grace, dejando sus piernas estiradas sobre el espacio libre en la cama. Estiró sus brazos hasta llegar a la mesita que tenía al lado, agarrando una botella de agua y fruta, la cuál debía haberse comido la paciente desde hace tiempo. Le extendió la botella de agua y con un gesto le indicó que bebiera. Agarró su bolsa color palo de rosa y buscó más pañuelos y sacó su propia botella de agua, no quería poner en riesgo con sus bichos la salud de la rubia. Bebió de un trago un cuarto de litro y suspiró, dejando que el agua recorriera su tráquea y estómago.

Meneó su cabeza el escuchar quienes la habían visitado. Willow era muy explosiva y enérgetica, eran amigas pero no tan cercanas por lo que la reacción de ella no le sorprendió a Becca. Y quería creer que William estaba demasiado confundido y prefería dejar tranquila a Grace. No quería pensar que había huido o algo por el estilo. Entre esas vacilaciones, le pasó la fruta a la rubia con mirada vacía. - Debes de comer algo, corazón - comentó con un tono amable y cuidadoso. Volteó a ver la habitación y suspiró. - ¿Qué han dicho los doctores?- preguntó mientras apretaba la mano de su amiga ojiverde y sonreía al ver que estaba comiendo trocitos de papaya.

Se encogió de hombros cuando Becca le preguntó quien creía capaz de una cosa así. Que ella supiera no había tenido ninguna disputa con nadie para que planeara una venganza similar, ni para ella ni para William... Y Grace, que siempre pensaba bien de todo el mundo, no creía que en Storybrooke hubiera nadie con tanta maldad. Evidentemente se equivocaba y lo había terminado por descubrir de la manera más cruel.

Casi sin pensarlo tomó el agua que le tendía Rebecca para beber un trago. Llevaba tanto tiempo en esa cama, con la mirada perdida en la pared pintada de amarillo pálido que tenía justo delante que se había olvidado de comer y de beber, y para ese entonces tenía los labios completamente secos.

Le fue un poco más difícil con la fruta. Apenas eran unos trozos pero su estómago se aceptaba en aceptar nada, y lo sentía como si tuviera un nudo que se apretara cada vez más. Aún así quería hacerlo por Rebecca, porque tal vez fuera una de las pocas personas que después de conocer toda la historia continuarían a si lado sin mirarla con horror.

- Es que... No tengo mucha hambre Becca... - aún así cogió un par de trozos de papaya y los masticó lentamente, casi sin apreciar el sabor dulzón de la fruta y, en realidad, no pensaba comer nada más allá de ese par de trozos. - Los doctores dicen que pronto podré irme. Que yo... Yo estoy bien.

Sin embargo dudaba mucho que una persona que estuviera bien pudiera sentirse como se sentía ella. Físicamente podía estar recuperándose bien de la operación, pero psicologicamente estaba destrozada y no creía que hubiera solución para eso.
Porque además había varias cosas que todavía estaba por venir. Tendría que marcharse de casa, deberían empezar con los trámites de divorcio porque ya no tenía ningún sentido continuar casada con William. Y la habitación... Aquella habitación que tenía preparada para su bebé... No tendría el valor de meterse a desmontarla como si nada hubiera pasado...

- No tengo ni idea de como voy a superar todo esto... - acabó con un hilillo de voz.

Becca asintió mordiendose su labio inferior, tratando de comprender la situación de Grace. Ella tenía hambre pero se le habia quitado al ver a su pobre amiga. Acomodó sus piernas para poder bajarse de la cama y comenzó a deambular por el cuarto descalza. Observó con cuidado la pulcra habitación que debería estar llena de personas felices, de regalos y de vida. Frunció el ceño suavemente mientras escuchaba a su amiga y por un momento se asustó, preocupandose visiblemente. - Los doctores siempre dicen cosas...pero nunca se ponen en los zapatos de uno - murmuró frunciendo aún más el ceño mientras suspiraba.

- ¿Tienes a donde ir? No dejaré que vayas al hostal, señorita. Ve a mi casa - ofreció con una sonrisa cálida mientras hacía tintinear las llaves de su dulce hogar. Creía poco probable que William permitiera a Grace seguir viviendo ahi, además sería sumamente incómodo y por el tono de su amiga, prefería evitar hablar con él.

Su mirada se entristeció ligeramente y la melancolía apareció en su smeblante. Suspiró apretando la mano de Grace, sosteniendo su mirada: dos pares de ojos claros parecían hablarse. Becca sonrió, una sonrisa amorosa. - Tal vez no sepamos como - comenzó a decir mientras se recargaba junto a su rubia amiga - pero no estas sola. Y podrás salir de esto. No será facil pero...- habló y su voz se le quebró en un el último momento. Le dolía que las cosas pasaran. Cosas tan duras e injustas como esa. Parpadeó con la esperanza de no llorar mientras apretaba de nuevo la mano de la rubia de ojos tristes.