+ ¿Abrirás la puerta? | Grace E. Sullivan.

¿Abrirás la puerta?

| 14:13 pm | Residencia Sullivan | 31 ºC | Grace E. Sullivan |

La mañana -al igual que muchos otros días en nuestra vida- había pasado sin apenas darse cuenta. De puerta en puerta, de casa en casa, el joven iba llamando a todos y cada uno de los portales de la ciudad esperando un alumno. Era incapaz de creer que en todo el lugar no hubiera aun encontrado un solo chaval que quisiera aprender de sus dotes musicales. Más que la tristeza de su frustración, aun más despiadado era el pensamiento de lo que se avecinaría. Mr. Gold le arrebataría a él y a las monjas de Storybrooke la casa de acogida. Una vez más, otro mes se encontraban con dificultades para sobrellevar la cuantiosa suma de dinero que el jefe de la tienda de antigüedades pedía a cambio. Aquella ocasión había decidido participar, así que había recorrido todo Storybrooke poniendo a disposición de todos, menores y adultos su sabiduría con el violín, el piano, o la flauta para conseguir al menos un mes de techo. Aunque al fin y al cabo, no sería la primera y última vez en su vida que dormiría en la calle.

Cuando se acercaban las horas más calurosas del día, llegó a las urbanizaciones centrales de la ciudad, aquellas periféricas al reloj de la torre. Las vallas y jardines daban un claro ejemplo de posiciones si no adineradas de estabilidad económica en las familias residentes.

Una gota de sudor cayó por su sien. No recordaba un día como aquel desde hacía, quién sabe cuántos años. No era común el calor en Storybrooke, sin embargo en las estaciones frías a veces los quitanieves tenían que ponerse en marcha y era un momento único para conseguir un dinero extra. Ahora, no había nieve y un vaso de agua sería una bendición, aunque quizá sonaría demasiado inapropiado.

No. Tenía muy claro que su misión sería llamar, preguntar y así proseguir sin descanso hasta dar con la dirección adecuada. Incluso si eso conllevaba no pegar bocado hasta el anochecer. Caminó a un ritmo rápido hasta la puerta de la casa más próxima, tocó el timbre dos veces casi seguidas, y esperó mientras decidían abrir la puerta remangándose las mangas de la camiseta. Solo él elegiría un día como aquel para ir con peso innecesario encima. Pasó la mirada detenidamente por el porche de la entrada y sobretodo se fijó en el nombre, al parecer del o los residentes. Sencillas pero a la vez elegantes las letras del apellido "Sullivan" se extendían a lo largo del marco de la puerta. Con un poco de suerte su búsqueda abría finalizado.