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Todo empezó por un paraguas amarillo //David Rumsfeld -
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Todo empezó por un paraguas amarillo //David Rumsfeld -
Ya era la tercera vez en el día que se acomodaba en el sofá de su piso, comenzaba aburrirse de estar allí tirada y eso, que no hacer nada era una de sus actividades favoritas, pero ese día no parecía resultar nada. Pero tampoco tenía demasiadas opciones, afuera llovía demasiado y digamos que Storybrooke no tenía actividades interesantes que no involucraran estar al aire libre. Bufó al mirar por la ventana, la tormenta parecía ponerse cada vez más fuerte, además el viento que entraba por la pequeña abertura indicaba que afuera hacía frío. Eso no le agradaba para nada, no creía poder aguantar mucho más tirada allí, necesitaba hacer algo, aunque claro, ganarse una neumonia no estaba entre sus planes tampoco. Negó para si misma con la cabeza y encendió la televisión deseando que echaran algo bueno pero lo único aceptable era una capítulo de Los Simpsons que ya había visto quinentas veces.
No pasaron ni cinco segundos de haber encendido la tele que otro bufido se le escapó y antes de poder pensarlo bien estaba poniéndose su saco para salir a la intemperie. Al abrir la puerta dejo que el agua la mojara un poco y abrió su paraguas amarillo, ese que tanto le gustaba pero que no combinaba con nada y ese día no era la excepción, su saco rojo y sus botas azules no iban con ese objeto amarillo chillón, pero no le importaba, esas cosas jamás le interesaban.
Caminó sin prisa alguna, pisando todos los charcos como si fuera una niña, iba de charco en charco como una rana y cada vez que estaba apunto de perder el equilibrio una risa musical escapaba por sus labios. Fue en uno de sus chapoteos cuando lo vio, en el centro de la plaza, casi pidiéndole que vaya el árbol más grande de todos. A Azula siempre le gustaron las alturas, trepar era una de sus actividades favoritas, aún con diecinueve años no se cansa de hacerlo.
Se acercó casi corriendo al lugar. Subió una rama, luego otra y otra, hasta llegar a una bastante larga en la cual se podía acomodar y, además, estaba protegida de la lluvia. Apoyó el paraguas en el borde y, con tanta mala suerte, que este se resbalo. Azula escuchó un grito que la hizo mirar hacía abajo. Reprimio la risa al ver que el objeto amarillo había dado en la cabeza de un caminante — Lo siento —se disculpó desde lo alto sin atreverse a bajar.
No pasaron ni cinco segundos de haber encendido la tele que otro bufido se le escapó y antes de poder pensarlo bien estaba poniéndose su saco para salir a la intemperie. Al abrir la puerta dejo que el agua la mojara un poco y abrió su paraguas amarillo, ese que tanto le gustaba pero que no combinaba con nada y ese día no era la excepción, su saco rojo y sus botas azules no iban con ese objeto amarillo chillón, pero no le importaba, esas cosas jamás le interesaban.
Caminó sin prisa alguna, pisando todos los charcos como si fuera una niña, iba de charco en charco como una rana y cada vez que estaba apunto de perder el equilibrio una risa musical escapaba por sus labios. Fue en uno de sus chapoteos cuando lo vio, en el centro de la plaza, casi pidiéndole que vaya el árbol más grande de todos. A Azula siempre le gustaron las alturas, trepar era una de sus actividades favoritas, aún con diecinueve años no se cansa de hacerlo.
Se acercó casi corriendo al lugar. Subió una rama, luego otra y otra, hasta llegar a una bastante larga en la cual se podía acomodar y, además, estaba protegida de la lluvia. Apoyó el paraguas en el borde y, con tanta mala suerte, que este se resbalo. Azula escuchó un grito que la hizo mirar hacía abajo. Reprimio la risa al ver que el objeto amarillo había dado en la cabeza de un caminante — Lo siento —se disculpó desde lo alto sin atreverse a bajar.
Azula L. McDonald- Chicas de Storybrooke
- Soy : Lalalala / Niñera y estudiante
Mensajes : 69
Fecha de inscripción : 27/06/2012
Re: Todo empezó por un paraguas amarillo //David Rumsfeld -
Sentado en la cafetería de la cuidad tomando un café caliente con las facturas recién salidas del horno. Una merienda bastante placentera luego de una mañana complicada. El día ya había comenzado mal. Al trabajo llego tarde, se había dejado unos papeles muy importantes en casa y para empeorar las cosas el bar de su tío estaba en su peor momento financiero. Muchos gastos, poco ingreso. Y sentirse aburrido era cosa de todos los días. Aquí en esta ciudad todo parecía ser constante, como si el mismo dia se repitiera una y otra vez.
Pero todos esos pensamientos se fueron al olvido cuando se relajo en la banca del bar. Al fin un respiro pensó cuando su merienda había sido aniquilada gracias al hambre que tenia. Ya ni esos gustos podía darse a si mismo, el tiempo era poco y las actividades muchas. David se dispuso a partir cuando noto la fuerte lluvia que se desataba en las afueras del bar. Sin paraguas ni un saco que lo cubriera, llegaría empapado a su casa y con mucho frio. Lo último que faltaba era que cayera en cama enfermo. Lo que mas odiaba.
Sin perder el tiempo con la típica escusa ‘’Ya se detendra’’ Tomo valor y salio disparado en dirección a su casa. Ni un alma rondaba por las calles de la cuidad, todos se había resguardado del agua y los taxis que pasaban estaban todos ocupados. Que mala suerte pensó pero ya no importaba, se encontraba mojado asique no valia la pena buscar un taxi que lo acercara a su casa.
Otro hecho curioso fue que paso por debajo de un árbol y la cosa mas extraña golpeo su cabeza. Se quejo a la vez que se sorprendió al identificar el objeto: Un paraguas – Que rayos…- Levanto la cabeza sin poder terminar su frase. Ahora entendía. La joven había dejado caer su paraguas, ese era el motivo del porque ese objeto se encontraba en el árbol –Espero que no haya sido apropósito - Bromeo sonriente. Tomo el paraguas e intento regresarlo a su dueña.
Pero todos esos pensamientos se fueron al olvido cuando se relajo en la banca del bar. Al fin un respiro pensó cuando su merienda había sido aniquilada gracias al hambre que tenia. Ya ni esos gustos podía darse a si mismo, el tiempo era poco y las actividades muchas. David se dispuso a partir cuando noto la fuerte lluvia que se desataba en las afueras del bar. Sin paraguas ni un saco que lo cubriera, llegaría empapado a su casa y con mucho frio. Lo último que faltaba era que cayera en cama enfermo. Lo que mas odiaba.
Sin perder el tiempo con la típica escusa ‘’Ya se detendra’’ Tomo valor y salio disparado en dirección a su casa. Ni un alma rondaba por las calles de la cuidad, todos se había resguardado del agua y los taxis que pasaban estaban todos ocupados. Que mala suerte pensó pero ya no importaba, se encontraba mojado asique no valia la pena buscar un taxi que lo acercara a su casa.
Otro hecho curioso fue que paso por debajo de un árbol y la cosa mas extraña golpeo su cabeza. Se quejo a la vez que se sorprendió al identificar el objeto: Un paraguas – Que rayos…- Levanto la cabeza sin poder terminar su frase. Ahora entendía. La joven había dejado caer su paraguas, ese era el motivo del porque ese objeto se encontraba en el árbol –Espero que no haya sido apropósito - Bromeo sonriente. Tomo el paraguas e intento regresarlo a su dueña.
David Rumsfeld- Chicos de Storybrooke
- Soy : No tengo cuento / Estudiante
Mensajes : 10
Fecha de inscripción : 27/06/2012
Re: Todo empezó por un paraguas amarillo //David Rumsfeld -
Agradeció que al menos hubiera caído sobre alguien amigable, otra persona tal vez le armaba una bronca y hasta la acusaba de haberla golpeado apropósito. Al notar que sería imposible llegar al paraguas hizo lo obvio. Aterrizó una una delicadeza increíble sobre la tierra, eran unos cuantos metros pero lo hizo como si hubiera saltado, apenas un pequeño escalón, por supuesto no todo era perfecto sus botas estaban embarradas y podía sentir el agua entrando por ellas. Se encogió de hombros y tomó su pertenencia para cubrirse con ella. Miró al muchacho, el no llevaba nada que lo cubriera y estaba mojadisimo en un gesto amable Azula le tendió el paraguas - Lo necesitas más que yo, estás bastante mojado ¿verdad? No es bonito estar enfermo -dijo con una sonrisa mientras se ponía la capucha de su saco.
Comenzó a caminar deseando que el hombre la siguiera, a diferencia de a muchos a Azula no le habían enseñado a no hablar con extraños, o más bien a ella nunca le había importado tomar ese consejo que solía darle su madre. Además sentía curiosidad, poca gente iba a dar paseos bajo la lluvia, de hecho Azula creía que era la única chiflada que en casos como esos no optaba por un taxi o, directamente, esperar un poco para salir - No quiero sonar entrometida pero, ¿qué haces aquí? Es decir, sin paraguas y con esta lluvia, una plaza no parece un lugar recomendable -comentó. La verdad es que le daba curiosidad, aunque bueno ella era curiosa por naturaleza, por lo que siempre se le presentaban preguntas.
Podía sentir el descenso de la temperatura al mojarse, si bien el gorro cubría su cabeza no impedía que el resto de su cuerpo se mojara, no quería resfriarse pero tampoco quería sacarle el paraguas al chico. Un pequeño temblor la cubrió pero no hizo caso. Relájate, no te enfermaras ¿cuántas veces anduviste así y no te paso nada? se tranquilizo mentalmente además si te resfrías puedes exagerar y no ir a cuidar a los Robinson mañana Con ese pensamiento de floja surcando su mente, volvió a ponerse tan sonriente como siempre y a notar, que una vez que pasaba la impresión del frío mojarse la lluvia no tan desagradable, casi que tenía ganas de volver a saltar entre el barro como cuando era pequeña.
Comenzó a caminar deseando que el hombre la siguiera, a diferencia de a muchos a Azula no le habían enseñado a no hablar con extraños, o más bien a ella nunca le había importado tomar ese consejo que solía darle su madre. Además sentía curiosidad, poca gente iba a dar paseos bajo la lluvia, de hecho Azula creía que era la única chiflada que en casos como esos no optaba por un taxi o, directamente, esperar un poco para salir - No quiero sonar entrometida pero, ¿qué haces aquí? Es decir, sin paraguas y con esta lluvia, una plaza no parece un lugar recomendable -comentó. La verdad es que le daba curiosidad, aunque bueno ella era curiosa por naturaleza, por lo que siempre se le presentaban preguntas.
Podía sentir el descenso de la temperatura al mojarse, si bien el gorro cubría su cabeza no impedía que el resto de su cuerpo se mojara, no quería resfriarse pero tampoco quería sacarle el paraguas al chico. Un pequeño temblor la cubrió pero no hizo caso. Relájate, no te enfermaras ¿cuántas veces anduviste así y no te paso nada? se tranquilizo mentalmente además si te resfrías puedes exagerar y no ir a cuidar a los Robinson mañana Con ese pensamiento de floja surcando su mente, volvió a ponerse tan sonriente como siempre y a notar, que una vez que pasaba la impresión del frío mojarse la lluvia no tan desagradable, casi que tenía ganas de volver a saltar entre el barro como cuando era pequeña.
Azula L. McDonald- Chicas de Storybrooke
- Soy : Lalalala / Niñera y estudiante
Mensajes : 69
Fecha de inscripción : 27/06/2012
Re: Todo empezó por un paraguas amarillo //David Rumsfeld -
David que perplejo al ver como la joven había descendido para reclamar su pertenencia. Tal como lo hubiera hecho un felino. Seguro y con cierta delicadeza que daba de que hablar. Como un hombre de buenos modales, extendió el brazo devolviendo el objeto de un color llamativo que resaltaba en ese día grisáceo por la lluvia y por la ausencia del sol. Lo próximo que el joven Rumsfeld presencio lo dejo mas sorprendido –Oh de verdad no hace…- Quedo en silencio viendo que eran en vano terminar de hablar –Eres muy amable pero creo que podre sobrevivir, aparte –Remarco imponiendo una pequeña pausa, separando la siguiente oración- Estoy muy mojado como dices, dudo que tu paraguas tengo que cubrir algo. De verdad no vale la pena - Dijo. Intento regresar el paragua a su genuina dueña pero esta se hallaba unos pasos mas adelante ya con una capucha que cubría sus cabellos.
La culpa consumió al joven moreno. Aquella amable extraña estaba sufriendo las consecuencias por su bondad. Meneo la cabeza alejando ese extraño sentimiento. ¿Pena hacia un extraño? Ni siquiera la conocía como para decir ‘’Pobre joven’’ pero si debía remarcar su buen gesto, eso había sumado varios puntos, los necesarios para que el moreno se interesara –Creo que alguien terminara mas mojado y tendrá mas posibilidades de enfermar- Murmuro a las espaldas de la joven desconocida. El paraguas ya no solo cubría a David sino que también a la joven y todo gracias a la cercanía de ambos. Era la única manera que ambos tuvieran ganancias de la situación.
-Pues estaba en la cafetería tomando algo cuando al salir me tope con la lluvia. Mi casa esta dentro de todo cerca asique me pareció buena idea caminar hasta ella- Le conto con toda la confianza del mundo. Tampoco había sido la gran historia, era algo muy común que salio suceder a menudo. Gente distraída que al salir a su exterior se enteraba de las cosas. Asi era la vida de David, como si viviera encerrado en si, y al regresar se topara con algunos cambios en su entorno –Soy sincero y pensándolo bien no fue una de mis ideas mas brillantes. Termine todo mojado y si no regreso pronto comenzare a sentir el frio- Otra verdad inquebrantable. Su ropa mojada estaba helada, y el calor de su cuerpo sucumbía al frio lentamente.
-Tengo una pregunta para ti. En realidad varias pero empiezo por la que mas llamo mi atención ¿Qué hacías en el árbol? –No pude retener una sonrisa. El recuerdo de la situación le había causado cierta gracia. Parecía un encuentro de película, de sos que solo sucedían en la mente de algún brillante escritor.
La culpa consumió al joven moreno. Aquella amable extraña estaba sufriendo las consecuencias por su bondad. Meneo la cabeza alejando ese extraño sentimiento. ¿Pena hacia un extraño? Ni siquiera la conocía como para decir ‘’Pobre joven’’ pero si debía remarcar su buen gesto, eso había sumado varios puntos, los necesarios para que el moreno se interesara –Creo que alguien terminara mas mojado y tendrá mas posibilidades de enfermar- Murmuro a las espaldas de la joven desconocida. El paraguas ya no solo cubría a David sino que también a la joven y todo gracias a la cercanía de ambos. Era la única manera que ambos tuvieran ganancias de la situación.
-Pues estaba en la cafetería tomando algo cuando al salir me tope con la lluvia. Mi casa esta dentro de todo cerca asique me pareció buena idea caminar hasta ella- Le conto con toda la confianza del mundo. Tampoco había sido la gran historia, era algo muy común que salio suceder a menudo. Gente distraída que al salir a su exterior se enteraba de las cosas. Asi era la vida de David, como si viviera encerrado en si, y al regresar se topara con algunos cambios en su entorno –Soy sincero y pensándolo bien no fue una de mis ideas mas brillantes. Termine todo mojado y si no regreso pronto comenzare a sentir el frio- Otra verdad inquebrantable. Su ropa mojada estaba helada, y el calor de su cuerpo sucumbía al frio lentamente.
-Tengo una pregunta para ti. En realidad varias pero empiezo por la que mas llamo mi atención ¿Qué hacías en el árbol? –No pude retener una sonrisa. El recuerdo de la situación le había causado cierta gracia. Parecía un encuentro de película, de sos que solo sucedían en la mente de algún brillante escritor.
David Rumsfeld- Chicos de Storybrooke
- Soy : No tengo cuento / Estudiante
Mensajes : 10
Fecha de inscripción : 27/06/2012
Re: Todo empezó por un paraguas amarillo //David Rumsfeld -
El chico se acercó lo suficiente como para que ambos quedaran debajo del paraguas, iba a ser bastante incomodo morverse si pensaba quedarse así, por lo que sin hacer caso a las palabras del chico se alejo unos pasos. Lo miró sonriente, con esa sonrisa blanca, grande y llamativa que la chica poseía — No te preocupes, en serio —hizo una pausa y alzó la cabeza logrando que la lluvia la mojará — Además, no esta tan mal una vez que te acostumbras al estar mojado y frío. Después de todo, ¿no es por eso que esta la lluvia, para mojarnos? —se encogió de hombros. Había leído algo sobre eso en algún lado, o bueno, algo parecido, no estaba demasiado segura si era sobre por qué existía la lluvia pero, estaba segura de que se trataba de esta. Además lo que dijo fue con total sinceridad, si bien tenía bastante frío, no estaba mal cuando te acostumbrabas.
Al escuchar la explicación volvió a encogerse de hombros, cosas normales que le pasaban a la gente normal, solo a ella se le ocurría que los días de tormenta eran buenos para trepar a los árboles — Entiendo —murmuró con simpleza—. Aunque podrías haber cogido un taxi, claro que ya no hace falta, si tu casa queda cerca puedo acompañarte, con la condición de que me devuelvas el paraguas una vez que estés bajo techo —sonrió—. Pues no, no fue muy brillante pero, a todo el mundo le pasa además gracias a eso conseguí alguien con quien hablar. Okey, eso me hizo sonar como una solitaria —dijo con esa capacidad de decir lo que pensaba que tenía, porque, debía que admitir que por más frío que tuviera hablar con un extraño era varias veces mejor que quedarse tirada en su cama mirando una interminable maratón de Los Simpsons o, si tenía suerte, de Dr. House
¿Varias preguntas? Eso si que era extraño, a Azula no le gustaba demasiado que le hicieran preguntas, era ella quien las hacía, además pocas veces las respondía, solo cuando era demasiado básicas como la que el chico acababa de hacer — Siempre me gusto trepar a los árboles —respondió como si fuera lo más normal del mundo ver chicas de su edad subiendo a las ramas como si fuera una cría—. Además justo en esa rama estaba protegida de la lluvia, aunque no de los rayos —hizo una pausa—, ya sabes, lo que dicen cuando ahí tormenta "¡no te pares debajo de los árboles porque pueden incendiarse!" Sí me preguntas yo nunca vi que eso pasara. Claro que tampoco vi taantas cosas, llevó desde siempre en Storybrooke... —empezó a desvariar como siempre hacía en las conversaciones, cosa que, más de una vez, podía ser considerada bastante molesta.
Al escuchar la explicación volvió a encogerse de hombros, cosas normales que le pasaban a la gente normal, solo a ella se le ocurría que los días de tormenta eran buenos para trepar a los árboles — Entiendo —murmuró con simpleza—. Aunque podrías haber cogido un taxi, claro que ya no hace falta, si tu casa queda cerca puedo acompañarte, con la condición de que me devuelvas el paraguas una vez que estés bajo techo —sonrió—. Pues no, no fue muy brillante pero, a todo el mundo le pasa además gracias a eso conseguí alguien con quien hablar. Okey, eso me hizo sonar como una solitaria —dijo con esa capacidad de decir lo que pensaba que tenía, porque, debía que admitir que por más frío que tuviera hablar con un extraño era varias veces mejor que quedarse tirada en su cama mirando una interminable maratón de Los Simpsons o, si tenía suerte, de Dr. House
¿Varias preguntas? Eso si que era extraño, a Azula no le gustaba demasiado que le hicieran preguntas, era ella quien las hacía, además pocas veces las respondía, solo cuando era demasiado básicas como la que el chico acababa de hacer — Siempre me gusto trepar a los árboles —respondió como si fuera lo más normal del mundo ver chicas de su edad subiendo a las ramas como si fuera una cría—. Además justo en esa rama estaba protegida de la lluvia, aunque no de los rayos —hizo una pausa—, ya sabes, lo que dicen cuando ahí tormenta "¡no te pares debajo de los árboles porque pueden incendiarse!" Sí me preguntas yo nunca vi que eso pasara. Claro que tampoco vi taantas cosas, llevó desde siempre en Storybrooke... —empezó a desvariar como siempre hacía en las conversaciones, cosa que, más de una vez, podía ser considerada bastante molesta.
Azula L. McDonald- Chicas de Storybrooke
- Soy : Lalalala / Niñera y estudiante
Mensajes : 69
Fecha de inscripción : 27/06/2012
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