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Mensaje por Charlie J. Hudson Mar Mar 26, 2013 10:34 am

Había decidido que ya era hora de terminar con la larga enseñanza sobre la supervivencia que le había impartido a Blancanieves, porque ya era bastante lo que sabía que podía sobrevivir perfectamente en un lugar como lo era el Bosque encantado. Gracias a James, había aprendido a defenderse, a buscarse su propia comida y de seguir día a día con vida en aquel sitio; así que el cazador pensaba que ya había llegado su hora de marcharse, de dejar que ella siguiera con su vida y de que él siguiera con la suya. Caminó unos cuantos pasos hacia adelante, volteándose al mismo tiempo en el que daba el último paso; quería ver la cara de la doncella de la que se había hecho amigo, con la que había compartido muchos cosas en el tiempo que habían estado vagando a sus anchas por muchos lugares del frondoso bosque y a la cual le había cogido mucho aprecio. Se despidió levemente con la mano, dedicándole unas cuantas palabras de cariño y con las esperanza de que algún día se volvieran a ver. Y se volvió a girar para seguir andando, emprendiendo el camino que le llevaría hasta su familia.

Su plan para que los lobos dieran con él, resultó con éxito y tras esperar varios días, sus peludos amigos, hicieron honor de su presencia. Ese momento había ocurrido cuando James estaba con Snow, a los pocos días de que empezara su enseñanza de supervivencia; puesto que el cazador había sido tan astuto llevando a la doncella a los sitios lejanos donde él había estado visitando desde que se había dedicado a vivir en un lugar como el bosque, aquel lugar en donde los lobos solían estar. Desde ese momento, James no había perdido de vista a su manada y cuando le tocó el momento de marcharse, silbó fuerte para que los animales salieran de su escondrijo y caminaran a el lado del cazador. Quería asegurarse de que lo seguían e irían a donde él fuera y de que fuera lo más lejos posible para que Siobhan no pudiera dar con ellos, ni por supuesto con él.

Caminó poniendo mucha atención por donde pisaba, a todos los ruidos que podía oír y a todo lo que sus ojos veían, no quería tener que toparse con algún que otro lacayo de la reina, puesto que podrían dar la alarma y que ella supiera que estaba divagando de un sitio a otro del bosque. No le gustaba enfrentarse a aquella mujer, ni mucho menos que por sus trucos o misiones sufriera el daño su familia, así que quería evitar todo lo que llevara o tuviera que ver con ella.

Exactamente no supo cuanto tiempo estuvo andando, puesto que tampoco es que tuviera ningún artilugio para medir el tiempo, pero por el resplandor del sol; debería de llevar caminando unas cuantas horas. Decidió que era mejor tomarse un pequeño descanso para después volver a continuar, así que buscó con su mirada un sitio donde poder sentarse a descansar las piernas mientras que comía. Encontró un tronco caído y no dudó de sentarse, sacando de la bandolera que portaba unos frutos que había recogido por el bosque unos dos días atrás. Y compartió su alimento con el lobo de pelaje blanco, mientras que los otros estaban inspeccionando el lugar o siguiendo el camino que tan perfectamente se sabían.
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Mensaje por Rebecca K. Campbell Miér Mar 27, 2013 1:17 pm

La mañana brillaba cálidamente. Red solía pasear a esas horas para distraerse y sentirse libre por unas horas. Se despertaba cuando aún la luna estaba en el cielo. Dejaba listo el desayuno y limpia la casa para poder emprender una caminata la cual se prolongaba hasta las diez de la mañana. Después, regresaba al pueblo para comprar las cosas que hacían falta en la casa y ayudaba a su abuelita en lo necesario. Si le era posible, se escapaba un ratito para ver a Peter. Esa era su vida, su tranquila y apacible rutina.

Llevaba un ligero vestido de algodón, color crema, unas botas altas y cómodas. Su capa escarlata adornaba su cuerpo, realzando la blancura de su piel y lo negro de su cabello. Peinó su cabello con una trenza dejando algunos mechones hacia atrás. Caminó, adentrándose en el bosque, sin temor. Iba tarareando una melodía inventada sin prestarle mucha atención a su entorno, confiada en la quietud de los árboles.

Las tardes con su abuela estaban llenas de gritos, gruñidos y resoplidos. Últimamente chocaban mucho. Red sabias que su abuela era especial, la quería mucho ya que ella la había criado desde que su madre falleció...pero era inevitable rodar los ojos ante cada orden que le dictaba. Aunado a eso, no le dejaba ver ni en pintura a Peter a pesar de tantos años de conocerlo. Oh, y no quería pensar lo que opinaría de darle refugio a Snow, su nueva amiga que encontró perdida por el bosque...en fin, su vida se llenaba de mentiras piadosas. Sólo no quería preocupar demás a su abuela ni ser regañada. ¿Era tan difícil pedir paz?

Después de caminar bastante, sintió la necesidad de beber agua. Poniendo todo su empeño, trató de localizar un arroyo. Guiándose por el sonido del agua, dió con uno que desembocaba en una bella laguna cristalina en medio de un grupo de altos robles. Sonriendo al descubrir ese hermoso tesoro, buscó la sombra de un gran árbol, donde dejó su capa colgando de una rama y sus botas debajo de esta.
Sin pensarlo dos veces, corrió hacia la masa de agua que yacía apacible en el suelo. El contacto con el agua fresca le hizo dar un respingo pero no le impidió mojarse. El agua le llegaba hasta las rodillas, su vestido flotaba en la transparente agua.

Se agachó para poder mojar su rostro. Por eso mismo no notó el leve aullido de los lobos que, buscando agua también, detectaron su dulce aroma. Tampoco sabía que un cazador estaba por ver su silueta blanca. No sabía nada, no tenía ni la más minima idea de que su vida podría cambiar 360 grados.


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Mensaje por Charlie J. Hudson Miér Abr 10, 2013 3:36 am

No se imaginaba para nada que su vida iba a cambiar tanto, ni mucho menos que cambiara de la forma en la que había cambiado; Tiempo atrás, James no se hubiera imaginado el tener que verse con la reina junto con su ejército y tener que cumplir una misión, como tampoco se hubiera imaginado el tener que matar a una persona inocente ni mucho menos salir ileso de la situación tan peligrosa que conllevaba no hacer lo que Siobhan ordenaba. Y ya sin contar lo de que hubiera tenido que huir de su propio hogar – aunque literalmente estuvieran en una parte lejos del bosque – y que tuviera que poner a salvo a su familia. A cualquiera que se lo contara iba a sonar a locura y es que no era para menos, eran muchas cosas fuera de lugar en tan poco tiempo; pero a pesar de todo, James seguía ahí y no iba a huir por muchas cosas que le pasaran.

Fijó su vista en el lobo blanco que también lo miraba y le acercó lo que estaba comiendo para que se lo comiera; la verdad es que poco le importaba si él no probara ni un bocado, porque sabía valerse por sí mismo y al final siempre encontraría cualquier cosa que se pueda comer. Acarició la cabeza del animal cuando vio que se terminó de comer lo que le quedaba y sonrió, le hacía sentirse tan bien la presencia de su manada que no podía explicar con palabras lo que era aquella sensación. – Buen chico, pero tendrás que esperar si quieres más; Quedan pocos recursos y habrá que ir a buscar más. No quiero que comamos todo porque si no en el camino nos podremos morir de hambre. – Le habló al animal como si de una persona se tratase, pero es que no hacía falta decir que entre él y los lobos – sobre todo con el de pelaje blanco – había una conexión especial y se entendían solamente con un gesto.

Se levantó del tronco en el que estaba sentado mientras que se sacudía las manos en su pantalón y echó una ligera ojeada para ver donde se encontraban los demás animales. Silbó varias veces para que volvieran hasta donde estaba él y tras esperar varios minutos, seguía sin haber rastro de ellos; eso hizo que James se sobresaltara un poco y empezó a caminar dando varias zancadas largas. Aquello podía significar algo malo y el pensar en aquella dichosa reina le hizo enfurecer algo más de lo que ya estaba. Los buscó con la mirada por cada parte del lugar hasta que de repente oyó varios aullidos, únicos a todos los de su especie; pues James los sabría reconocer hasta estando borracho, porque su sentido del oído lo desarrollaba aún más en ese estado. Ando dirigiéndose a donde parecía prevenir los aullidos y tras varias zancadas, dio con ellos. Los animales habían estado buscando una fuente de agua y se habían encontrado con un pequeño riachuelo de agua cristalina, lo que estaba haciendo disfrutar a los lobos. Y no fue eso lo único que vio, si no que también había una muchacha de cabellos negros como el carbón, parecidos a los de Snow; que estaba dándose un pequeño baño en el riachuelo.

- Buen día para darse un baño, ¿verdad mademoiselle? – Cuando ésta se giró para ver quien se trataba el que le estaba hablando, James dejó ver una de sus sonrisas socarronas. Se acercó hasta la orilla del riachuelo y juntó las palmas de sus manos para coger agua y llevársela hacia la cara; pegaba mucho el sol ese día y tanto andar le causaba constante sed al cazador.
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Mensaje por Rebecca K. Campbell Lun Abr 15, 2013 3:07 pm

Red suspiró a medida que el agua frìa refrescaba su cuerpo. Eran pocos los momentos que podía pasar así, a solas y tranquila, por lo que debía aprovecharlo. Asegurándose que no estuviera nadie alrededor, lo cuál era bastante improbable debido a la lejanía del riachuelo y su difícil ubicación, decidió desvestirse. Siguió vigilando entre los árboles y poco a poco deslizó su ligero vestido fuera de ella, junto con su ropa interior.

Su piel era blanca y con el sol adquiría una tonalidad brillante, como si tuviera diamantina esparcida en sus extremidades. Siguió el riachuelo hasta que llegó a una parte donde la profundidad incrementaba hasta taparle sus hombros. Cabe decir que la chica no era muy alta, era más bien pequeña en estatura. Nadó un poco, agitando sus piernas y sumergiéndose repetidas veces. Estaba pasando un rato agradable, sin preocupaciones.

Al menos eso pensaba. Cuando sacó su cabeza después de aguantar la respiración un minuto y medio, lo primero que vió fue a un chico acercarse. Abrió sus ojos y se volteó tratando de pensar en algo. No se le ocurrió nada más que seguir anclada al agua para que el muchacho no viera que estaba desnuda. ¿Cómo abía llegado hasta ahí? No era común se lugar y no quedaba de paso. Aunado a eso, un bello lobo blanco caminaba a su lado. Lo observó sin decir pío hasta que él la saludó, esbozando una sonrisa que provocó que Red se pusiera más nerviosa de lo que ya estaba.

Bloqueó la voz de abuela que parecía su conciencia. Ahogó la mirada de Peter en el agua y despejó su mente, tratando de pensar en qué hacer para el extraño no la viera como Dios la trajo al mundo. Resopló levemente controlándose y observando detenidamente al chico.

Arqueó sus cejas y con una voz muy natural, contestó el saludo. - Es un día caluroso. Este río es como un oasis - murmuró lo suficientemente alto para que la escuchara y, sin decir nada, observó al muchacho que tranquilamente cogía agua en sus manos para refrescarse. Sostuvo la mirada del lobo que la escuadriñaba con atención. Red dió unos pasos hacia trás, apenas tocando el suelo del río.


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Mensaje por Charlie J. Hudson Dom Abr 28, 2013 1:18 am

- Viene bien un poco de agua para refrescarse en un día como éste, hace mucho calor y no es bueno andar deshidratado por aquí; puedes acabar muerto en cuestión de segundos sin agua y sin alimento. - Le decía mientras que se volvió a erguir después de que se echara agua en la cara. Bajó la mirada hasta dar con el lobo de pelaje blanco que lo seguía mientras James caminaba de un lado a otro de donde se encontraba. Sacó la pequeña cantimplora que llevaba con él en su bandolera y la acercó hasta el riachuelo, llenándola así obteniendo agua para el largo camino que aun le quedaba. Cuando ya la tuvo lo suficientemente llena la guardó de nuevo en donde la había sacado y miró detenidamente a la muchacha. No sabía porque no podía apartar la mirada desde el primer momento que la había visto, quizás sus cabellos negros como el carbón era lo que le llamaba la atención; eran tan iguales a los de Snow que junto con su piel pálida de ese color blanco como un diamante, le hacía recordar a su buena amiga y eso en cierto modo le daba paz y tranquilidad.

Caminó hasta unos arbustos que habían a un lado de donde ellos estaban y antes de dejar la bandolera que portaba en su hombro; vio a un lado lo que parecía ser ropa tirada en el suelo. Cogió en sus manos una de las prendas, lo que se suponía que era un vestido y lo olió; pudiendo comprobar que era de la morena, pues otra muchacha no había por ese lugar. Metió toda la ropa que había tirada en la bandolera - menos la capa y las botas - y la dejó escondida entre una cavidad que había en un árbol, para que no la pudiera ver ella. Después cogió la capa y la puso en el mismo sitio que había dejado la bandolera, aunque algo más escondida que ésta. Todo eso lo hizo disimuladamente sin que la muchacha de cabellos negros se diera cuenta, mientras seguía disfrutando de su baño.

Estaba claro que James iba a disfrutar de la broma y aunque a ella seguramente no le haría ninguna gracia, pero no tenía la culpa él de que ella pensara que aquel sitio pudiera ser nudista y que se hubiera desnudado. Volvió a caminar cerca de ella, observándola cada movimiento que hacía y hizo un gesto con la mano para que el lobo blanco se acercara. Lo acarició mientras que no quitaba la vista de ella.

- Creo que éste no es el mejor lugar para hacer nudismo, y por lo que veo tendréis que comprar otra ropa; mis lobos disfrutan jugando y haciendo añicos las prendas de ropa. Lo siento mucho. - Dijo riéndose divertido mientras que miraba con mirada cómplice a los lobos que estaban vagando por donde había estado la ropa de ella. - Las insolaciones son malas, como sigáis estando al sol os va a dar una y la verdad que no soy doctor para curaros; y ni si quiera está cerca un doctor por aquí. Debéis de salir, o ¿queréis poneros enferma? - Le insistía a modo de provocación para que no tuviera más remedio a salir y que él se riera de su broma más de lo que ya hacía. - No tenéis más remedio que salir, más tarde o temprano; pero al final tendréis que hacerlo. Puedo ofreceros mi capa para que podáis taparos cuando salgáis del agua. - Le dijo mientras que se la quitaba de uno de los hombros.
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Mensaje por Rebecca K. Campbell Lun Abr 29, 2013 1:25 pm

Sostuvo su mirada durante todo el rato. Observó sin decir nada hasta que él habló, comentando sobre el clima. Frunció el ceño algo extrañada y encogió sus hombros. - Gracias el cielo que estamos cerca de un cuerpo de agua al igual que de árboles frutales - comentó mirando los árboles a su alrededor. Sabía reconocer las bondades de cada uno gracias a sus interminables horas leyendo libros sobre botánica y paseos en el bosque.

Antes de que pudiera agregar algo, notó que el muchacho caminaba hacia su ropa. Reprimió las ganas de levantarse y arráncarsela de las manos, sobretodo cuanto comenzó a olerla como si fuera un exquisito vino. Chapoteó con su mano libre, frunciendo el ceño y suspiró. - ¡Deja ahí! ¡No es tuyo! - gritó con voz dura mientras observaba con impotencia cómo la llevaba detrás de un árbol. - ¿Qué haces? ¡Detente! - pidió mientras suspiraba enormemente. Podía ver la felicidad de la travesura en la mirada castaña del joven. Red rodó sus ojos, mordió su labio inferior y gruñó por lo bajo.

La indignación apareció en su rostro. ¿Nudismo? Rió sarcásticamente. - ¿Qué? Es un reino libre y por aquí nadie pasa. Las probabilidades son bajas. Que tú hayas estado, casualmente, por aquí, no te da derecho a llevarte mi ropa.
-comentó hablando más rápido de lo normal sin mover los brazos para evitar que el agua dejara ver sus encantos. Escuchó lo siguiente. Tenía razón. Si se quedaba ahí, terminaría desmayándose por el sol que estaba en su esplendor, iluminando todo lo que tenían debajo de él. Debatiéndose internamente, sopesó la oferta del joven. Red no solía desconfiar de los extraños, así que echó su cabeza hacia atrás, lanzando algunas maldiciones.

¿Por qué le pasaba eso a ella? ¿Qué había hecho? Suspiró nuevamente mientras se acercaba a la orilla. Colocó su cabello sobre su pecho, gracias al cielo lo tenía lo suficientemente largo como para tapar su pecho. Avanzó hasta que el agua le llegara por debajo del ombligo. Cruzó sus brazos con delicadeza, arqueando una ceja, tomando el control de la situación. - Acepto. Dame la capa, si eres tan amable. Y cierra los ojos. - comentó mientras extendía una mano hacia la dirección del muchacho.

Sólo el cielo sabía que pasaba por la sucia mente de él. Sostuvo su mirada en todo momento, atenta a las acciones de él como las del lobo blanco que se le había quedado mirando. Sus mejillas estaba coloradas y su corazón latía a mil, la pena recorría cada poro de su piel. Necesitaba su ropa ya. Mínimo esa capa. Ya. Demasiada vergüenza en una chica tan pequeña acabaría por hacerla explotar.
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Mensaje por Charlie J. Hudson Jue Mayo 02, 2013 10:52 am

- Sí, las probabilidades de que alguien encuentre este lugar son bajas; pero para alguien experto y que se conoce sitios como éste, no es nada imposible que acabe viniendo. Alguien como yo. - En ese aspecto, James contaba con una ventaja; ya que era escaso el porcentaje de gente que pudiera encontrar un sitio tan alejado como lo era esa parte del bosque en la que estaban. Aunque con el paso del tiempo e intentando sobrevivir hasta el último momento, quien quisiera intentarlo lo conseguiría; hasta los lacayos de la reina podrían llegar hasta allí si quisieran, si se empeñaran en seguir adelante y no rendirse de primeras.

Observó como la muchacha que tenía frente a él iba saliendo poco a poco del agua, tapando uno de sus pechos con su largo pelo y llegando hasta el nivel donde el agua le llegaba un poco más abajo del ombligo. Arqueó también una ceja después de que viera a ella hacerlo y sonrió con una sonrisa socarrona dibujada en su cara.

- Os ha faltado un por favor, después de que dijerais que os dé la capa. Pero por ésta vez os lo dejo pasar. - Dijo mientras que se quitó la capa de su otro hombro y se la ofrecía a ella, aunque antes de que ella la pudiera tener en sus manos; James tiró de la mano que ella le había ofrecido, atrayéndola así hacia él y mientras que cerraba los ojos, acomodó la capa a su menudo cuerpo; tapando así todo lo que ahora sólo podría verse con un poco de imaginación. Aunque él no tuviera del todo los ojos cerrados y estaba mirando por el rabillo del ojo; eran gajes del oficio. Debía reconocer que la muchacha no estaba nada mal y que lo que había podido ver, de un cierto modo le había gustado; así que aparte de pasárselo bien gastándole aquella broma de la ropa, también se lo estaba pasando bien contemplándola.

Apartó la mirada del cuerpo de ella ahora cubierto por la capa, para mirar hacia en la dirección de donde acababa de escuchar unos ruidos y unos cuantos arbustos moverse. Quizás solo se trataban de pequeños animalillos que estuvieran vagando de un lado a otro del bosque, o sólo se trataba del suave viento que corría por el lugar; pero aparte de poner en guardia a James, también lo habían hecho sus compañeros peludos. No tardó mucho tiempo en saberse qué era el causante de aquellos ruidos y en unos minutos tenían delante de ellos a tres lacayos de la reina, apuntándolos con sus espadas - aunque más bien apuntaban más hacia James-.

- ¿No se os ha enseñado a que hay que tener unos modales delante de una señorita? - Dijo mientras que se interpuso entre ella y uno de los lacayos que se había adelantado hasta donde la muchacha estaba. - La señorita no tiene culpa de nada, así que tenéis que arreglad las cosas conmigo. - Alargó la mano hacia detrás, apoyándola en el torso de ella, a modo de protección. - No os preocupéis, tengo todo controlado y sé lo que tengo que hacer delante de los perros de la reina. Pero prefiero que vos os alejéis, seguid a mi lobo blanco; él os guiará hasta un lugar seguro. - Le dijo a ella en un susurro bajo para que sólo ella pudiera oír lo que el cazador decía. Miró al lobo blanco durante unos segundos y asintió levemente con la cabeza mientras que al mismo tiempo pronunciaba la palabra "casa" con los labios, aunque lo decía sin que el sonido saliera de su boca; solamente gesticulando la palabra.

Agarró a el lacayo entre el que se había interpuesto por uno de sus hombros, haciéndole que se cayera al suelo y le cogió el brazo tirándoselo hacia atrás; seguro que ese no lo iba a mover más y cogiendo una piedra que había cerca de él, le dio en la cabeza. Dejándolo así KO en el suelo. Se dio la vuelta y cogió al otro que se le había echado casi encima y lo estampó contra uno de los árboles con fuerza y le clavó su daga justo donde estaba el corazón; otro que iba a salir llevándose el premio de la muerte. Empuñó su daga dirigiéndola hacia el tercer lacayo, que optó por salir corriendo al ver el panorama. Miró hacia todos lados para comprobar que se habían ido y que no había ninguno más por alrededor, tras comprobar que no, cogió las cosas que había dejado en el árbol y caminó hacia delante.

No se dio cuenta de si la muchacha de negros cabellos se había marchado hacia donde él le había dicho con ayuda del lobo, ni tampoco si se había quedado escondida detrás de algún matorral. Así que caminó en dirección al sitio donde le había dicho y tras llegar se sentó de nuevo en un tronco caído, enterrando su cabeza en sus manos y dejando salir un largo suspiro. A veces le costaba mucho el llevar aquella vida que llevaba y eso le había costado intentar abandonar muchas veces, pero siempre había encontrado el motivo o la razón para seguir adelante; y no era más que otro que su familia.
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