Shhh... Estamos en una biblioteca. [Libre]

La noche anterior apenas había dormido un par de horas, se había pasado la noche en la pequeña salita de su apartamento, con miles de papeles esparcidos por ahí, tanto en la mesa como en el suelo. Hacia las seis de la mañana sentía que la cabeza le iba a estallar, literalmente, así que decidió irse a la cama; no duró mucho. Cuatro horas más tarde, a eso de las diez, ya estaba en pie de nuevo. Un café bien cargado y vuelta al trabajo. ¿En qué trabajaba? Realmente no era algo ni remotamente parecido a lo que había soñado mientras estudiaba; pues aunque no hubiera sido elección suya estudiar derecho, sí que se había imaginado ejerciendo de abogada en casos complejos. El caso en el que trabajaba ahora, sin embargo, no era más que algo relacionado con unos pagos no recibidos; tampoco es que le resultara del todo fácil, pues necesitaba documentarse mucho y buscar y rebuscar entre archivos, pero aquello requería más bien de tiempo más que de cabeza. Pero no podía pedir mucho más, en un pueblo como Storybrooke nunca pasaba nada, y aunque había pensado en más de una ocasión el irse de allí y buscarse un trabajo en la Gran Manzana, todo se había quedado en su cabeza.

Necesitaba buscar alguna cosa más en los archivos del pueblo, y no había mejor lugar en el que buscar que la biblioteca. Desde que había empezado la carrera, la biblioteca era básicamente su segunda casa; si no estaba en su apartamento, había un noventa y nueve por ciento de posibilidades de que estuviera en la biblioteca, el otro uno por ciento le pertenecía a Granny’s. Fue a la biblioteca después de comer, sobre las tres-cuatro de la tarde, que era cuando había menos gente allí, por lo que podía estar más tranquila y seguro que nadie la molestaría. Saludó a la bibliotecaria, que ya la conocía más que de sobra, y se dirigió a la donde se encontraban los archivos viejos del pueblo. Pero antes de llegar a esa sección se paró en la de cuentos infantiles al pasar por ella. Hacía tanto que no se paraba a leer una buena historia… Recorrió los libros con la mirada y esta se detuvo en su preferido de cuando era pequeña, ”El mago de Oz”. Se acuclilló para cogerlo y acarició la tapa con cuidado, como si tuviera miedo de romperlo o algo; ella tenía su propia copia en casa, que estaba completamente desgastado por la de veces que se lo había leído, pero hacía mucho tiempo que no lo sacaba de la estantería. Lo abrió por una página al azar, leyendo unos pocos párrafos.