Almorzando sola...o quizás no [Azula McDonal]

Ya estaba lista para ir almorzar, acababa de dejar a Byron -el niño que cuidaba- en su casa con su hermana por lo que aún le quedaban unas horas para poder almorzar, hasta que fuera la hora de volver a la casa para quedarse con el chico. Como siempre no podía irse a su piso ya que quedaba en la otra punta de la ciudad, era mucho más sencillo comer en Granny´s, además el rechazo que le tenía a la cocina hacía que tampoco tuviera muchas ganas de ir a su casa, donde ella mima tendría que prender el horno y todas esas cosas.

Antes de entrar al local abrió su cartera, si bien comía mucho afuera, no tenía demasiado dinero, así que no pudo evitar pensar que ese sería un almuerzo muy pobre. Con al cabeza en el alto entro, se sentó en una mesa cerca de una chica que se le hacía familiar, claro que, toda la gente de Storybrooke se le hacía familiar, en un lugar como aquel habías visto a todos al menos una vez. Vio como la chica pedía y se le hizo agua la boca. Bufó, ella tendría que conformarse con una ensalada porque no tenía dinero para pagar otra cosa.

Antes de que le trajeran su triste orden se levantó para ir al baño, pasando justo delante de la chica con la comida sabrosa. Sin querer, o eso quiso pensar, golpeo la mesa, con tanta mala suerte que las cosas terminaron encima suyo. Con restos de hamburguesa, llena de chocolate y papas se largo a reír — ¡Lamento eso! —se disculpó pasado el momento —. Creo que mis pies no tienen ganas de hacerme caso hoy ¡malos pies! —regañó como si estuviera hablando con un perro o algo por el estilo.

Ni siquiera intento secar el chocolate, ya no valía la pena, su buso ya estaba completamente manchado y había absorbido el líquido. Bufó, era el más nuevo que poseía y ya lo había manchado, eso era algo normal en su vida, siempre sus ropas terminaban arruinadas por distintas razones, cosa que siempre la ponía de los nervios porque no es como si ella pudiera ir comprando ropa como si nada. Le rogó al cielo que por favor saliera, aunque lo dudaba ¿no decía que el chocolate no salía? Ella ya había comprobado que era cierto más de una vez pero, aún así, podía desear que esta saliera, que algo no fuera a pasar, no significaba que no pudiera imaginarlo.

Se quitó las papas fritas de encima y tuvo una sensación de lastima, toda esa comida desperdiciada porque no tenía control en sus pies. No tuvo demasiado tiempo para lamentarse por eso ya que una duda la sobresalto ¿y si la niña le pedía que le comprara las cosas de nuevo? ¿Qué iba hacer? Por más que normalmente no tenía vergüenza, le parecía bastante patético admitir que se había gastado su último dinero en una ensalada. La conversación paso por su mente, no le gusto, ya imaginaba como terminarían las cosas si ella decía eso, esa desconocida la miraría con la lastima y eso era algo que Azula odiaba con todo su ser. Nunca hacía caso a la mirada de los demás, no le interesaba, solo había una que le afectaba y era esa, lo peor es que últimamente la recibía seguido.

Le gusto que la niña se riera con ella de la situación, eso significaba que no le había enojado. Sonrió al ver que estaba ayudándola a limpiarse - Sí, no pasa nada, aunque creo que esto no saldrá ¡que mala pata! ¡Era un nuevo! -comentó como si nada. Se dio cuenta que varios las observaban así que elevo un poco la voz- Esto ha sido todo por hoy vecinos, mañana a la misma hora en el mismo lugar -trato de bromear mientras se ponía de pie. Al hacerlo la mayoría de las cosas cayeron al piso, solo tuvo que sacar aquella que se le habían quedado pegadas en la ropa o adheridas al cabello.

Miro el enchastre que había dejado en el suelo y levantó la vista a la camarera que la miraba de una forma para nada amigable. Azula hizo una mueca y volvió a la muchacha a la que había dejado sin almuerzo —Gracias —acepto las servilletas, aunque sabía que no servirían de mucho—. ¿Lo lamentas? ¡Niña! Si han sido mis pies los que vinieron fallados —sonrió de medio lado—. ¡Venga! La que lo lamenta soy yo, te has quedado sin almuerzo, si quieres te doy mi ensalada. Claro que, no se compara con una hamburguesa —señalo el plato que había en su mesa— si te hablo con sinceridad, tu comida era mil veces mejor —acepto dándole cierta mirada de desprecio a su compra. 

Sonrió al escuchar a la chica, ya le caía bien, se estaba portando muy amable con la situación y esto a Azula le parecía un gesto grandisimo, casi sentía que le debía o iba a deberle una a ese muchacha desconocida que no dejaba de resultarle familiar. Miro a la chica he hizo un gesto de desinterés ante el comentario de su ropa - Eso espero pero bueno, ya esta hecho así que nada sirve lamentarse por este pobre abrigo nuevo, ya vendrán otros que espero no arruinar -comentó como si nada, diciendo las últimas palabras, tal vez, un poco para si misma, como regañándose por la situación en general—. En realidad creo que la que salió peor parada fue la camarera —susurró para que solo ella la oyera.

Al parecer no fue la única en notar la mirada asesina de la empleada que, poco a poco se iba acercando al lugar del conflicto. Agradeció que preguntara por sentarse en otro mesa, no solo porque no quería que la regañaran, si no también porque no tendría que almorzar sola, podría entretenerse un rato antes de tener que ir a cuidar a Byron — Perfecto —aceptó. Siguió a la chica hasta la mesa que señalaba, no sin antes coger su ensalada, esa que debía comer tuviera o no tuviera ganas.

Con nula delicadeza se deshizo de su buso, ahora si bien estaba sucia, no se veía tan mal, su remera estaba empapada en el centro pero al ser negras apenas podías notar alguna diferencia. El jean era tema aparte pero, dentro de todo, estaba bien, bastante, teniendo en cuenta que acababa de caerle un menú completo encima. Miro sus converse negras que ahora tenían machas rojas y marrones, debía admitir que no se veían tan mal como cualquiera creería, de hecho se veían más divertidas y alocadas, por supuesto, también estaban muy incomodas porque la media se le pegaba al zapato y sus pies se mojaban — ¿Cuán mal me veo? —preguntó poniendo cara de loca.

Sentada frente a la chica volvió a mirarla con atención, se le hacía familiar pero ¿de dónde? Azula no era buena recordando a decir verdad pero, la persona que la acompañaba no parecía de aquellas fáciles de olvidar, por lo que no le pasaba por la mente que en verdad la conociera. Tal vez es por vivir en un pueblo pequeño, uno siente que conoce a todo el mundo razono. Aún así no pudo evitar hacer la pregunta típica — ¿No conocemos de algún lado? —frunció ligeramente el entrecejo tratando de recordar.