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Mensaje por Lucas R. Gilbert Jue Jul 12, 2012 2:48 am

¿Cuánto tiempo llevaba intentando que Phoebe le hiciera caso? Pues ni se acordaba casi. Había intentado de todo con ella; ser amable, ser simpático, ser tímido, ser pasota, ser arrogante… pero nada parecía funcionar con ella. Ahora estaba en la fase de ser insistente; y, como con las demás estrategias, no parecía funcionarle demasiado bien. Ése día volvería a intentarlo.

Se había puesto ropa normal, unos tejanos y una camiseta, para no llamar la atención y que la chica le viera “normal”, no como una persona a la que temer, que era como parecía verle. No se molestó tampoco en peinarse, así se veía más desarreglado y común; le gustaba como se veía así. Cogió la cartera y se fue de su casa en dirección al Granny’s.

Phoebe casi siempre estaba trabajando, la verdad era que creía que trabajaba demasiado. Siempre que pasaba por delante de Granny’s (que fue una de esas veces que supo de la existencia de la chica que ahora no podía quitarse de la cabeza), entraba para tomar algo (desde que la había visto había empezado a aumentar el número de visitas que hacía al local), o incluso sus amigos le comentaban que allí estaba ella a todas horas. Pero precisamente por eso, a él le era bastante fácil encontrarse “casualmente” con ella.

La distancia a recorrer no era precisamente corta, pero iba pensando en tonterías y ni se enteró de que ya había llegado. Pasó de largo sin darse cuenta y dio la vuelta a la manzana para no parecer estúpido. La segunda vez que pasó por delante empujó la puerta, buscó una mesa sin fijarse en la presencia de Phoebs y se sentó tranquilamente como si el hecho de que él estuviera allí fuera la más normal del mundo.

Buscó a Phoebe y, como era de esperar, allí estaba ella. Se la quedó mirando hasta que esta le vio y él le dedicó su mejor sonrisa.
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Mensaje por Phoebe E. Montgomery Jue Jul 12, 2012 3:30 am

Era cierto, trabajaba demasiado, pero era lo que había y a ella no le correspondía quejarse por ello, si gracias debería dar por tener empleo (aunque siendo francos no era que los índices de despidos en Storybrooke fueran muy altos, pero el principio era el mismo). Si a ella le preguntaran dónde se veía en algunos años, pues esperaba que en una posición similar a la de Granny, ¡dos negocios propios! No mucha gente en el pueblo podía decir eso, tal vez el Señor Gold, tal vez los Gilbert… aunque tan solo pensar en aquel apellido le bastaba para iluminarle las mejillas de una forma que no podía evitar, no importaba lo mucho que se insistiera que no debía hacerlo porque lo único que hacía era predisponerse a la catástrofe.

Siendo tanto el hostal como la cafetería de la misma dueña no era raro que le vieran en ambos lados, si a fin de cuentas su Jefa era la misma persona. A veces había que llevar y traer recados, alguna herramienta para hacer una reparación de esas exprés o llevar dinero de un local a otro para cambiar billetes por monedas. Otras veces, cuando el negocio en el hostal no iba muy bien le enviaban a ayudar a la Cafetería. Había pensado incluso en pedir un cambio definitivo, puesto que meseras siempre hacían falta en un lugar tan popular, y en comparación no mucha gente llegaba pidiendo un cuarto en el qué pasar la noche. No faltaba nunca la pareja indiscreta que pretendía tratar al Hostal como un motelillo de paso y ella no se sentía cómoda con eso. Si el último “cliente” en todas las de la ley que recordaba haber tenido era nada más y nada menos que Lucy Roberts, uno de los nuevos objetos de rumores en el pueblo.

Ese día era uno en los que le habían mandado a echar una mano a la cafetería y ella obedecía la orden sin protestar, siempre con aquella sonrisa gentil y alegre en los labios. Fue hasta allá en su bicicleta azul, la aparcó en la raca frente a la cafetería y la amarró con su candado antes de entrar, ponerse uno de los delantales, y empezar a hacer lo que hubiera que hacer: barrer el piso, limpiar las mesas, lavar los platos, tomar pedidos, siempre amable y nunca dando una sola muestra de cansancio o de fastidio.

Eso cambio hasta que Lucas entró a la cafetería. Escuchó que alguien llegaba, pero ella había estado ocupada hasta entonces contando dinero en la caja registradora. Al alzar el rostro para recibir al recién llegado con una sonrisa amable fue que se encontró con la mirada de Lucas y como era de esperarse su reacción fue inmediata: el corazón latiéndole a todo galope, el cosquilleo en la boca de su estómago, el tinte carmesí que se extendía por sus mejillas.

Por puro nerviosismo tiró al suelo algunas de las monedas que contaba, sintiéndose tonta y torpe y molesta consigo misma. Se ocultó tras el mostrador más de lo necesario en recoger el desastre porque necesitaba tranquilizarse. ¡No era posible que una sola persona consiguiera ponerla de esa manera! Y claro que no podía ir a esconderse a la cocina a ver en qué ayudaba y hacerse la que no lo había visto cuando era más que obvio que sí.

Se llevó una mano al pecho tratando de calmar los latidos desbocados de su corazón y suspiró. Valor Phoebe, valor, que lo único que tenía que hacer era tomarle el pedido. Se puso en pie entonces, cogió su libretita y fue hacia la mesa del chico. – Buenos días Lucas. – Le dijo con tono dulce a pesar de que su volumen era bajo, y es que si le hablaba así entonces tenía menos probabilidades de que la lengua se le trabara a causa de las mariposas que inquietas revoloteaban en su interior. – Te.. ahhh, ¿te tomo el pedido ya? – Ni siquiera podía sostenerle la mirada por mucho tiempo sin sentir que el rostro se le encendía…
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Mensaje por Lucas R. Gilbert Jue Jul 12, 2012 9:49 am

Si le hubiera pasado eso a cualquier otra persona, Lucas se habría reído con ganas; no con crueldad, sino porque la situación era graciosa. Pero con ella no. En ella, gestos así se veían encantadores. Levantó las cejas y sonrió distraídamente siguiéndola con la mirada hasta que Phoebe se ocultó detrás del mostrador.

Se quedó un rato mirando detrás de la barra, primero medio encandilado y después extrañado. No se tardaba tanto en recoger un par de cosas que habían caído. Miró a la calle al pasársele una idea por la cabeza y le tranquilizó notablemente ver la bicicleta azul que la chica siempre usaba para ir de un sitio a otro; ya se había pensado que había salido sin ser vista por la puerta de atrás y había huido discretamente. No sería de extrañar, viendo las reacciones que tenía cuando él aparecía en escena.

Suspiró. ¿Por qué siempre que Phoebe estaba cerca acababa suspirando? Fácil, era bastante frustrante. ¿Y porque él seguía insistiendo? Pues seguía sin encontrar una respuesta a esa pregunta. Al principio había creído que se trataba de un reto personal, pues nadie había conseguido conquistarla, y aunque entendía perfectamente a todos los que se habían dado por vencidos, por alguna extraña razón él no era capaz de dejarlo. Sentía una curiosidad demasiado grande como para dejarla pasar.


- Buenas Phoebe – Imitó su voz de manera que pareciera un susurro. Con el tono de voz de la rubia casi ni podía oírla.

Se la veía nerviosa. Phoebe era una chica tímida, eso no se le escapaba a nadie, pero sólo con él parecía que se ponía más nerviosa que con el resto del mundo. Entre hablar bajito y la duda que traslucía en su voz se notaba claramente el nerviosismo. Lucas tuvo que aprovecharse de eso, no podía resistirse.

- ¿Qué me ofreces? – Con el tono que lo dijo podía fácilmente malinterpretarse, pero esa era precisamente su intención, para ponerla un poco más nerviosa si era posible. – Es broma, tranquila. Un café con hielo, por favor.
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Mensaje por Phoebe E. Montgomery Jue Jul 12, 2012 10:56 am

Trató de reprimir una tímida sonrisa cuando la saludaba sin lograr muy bien su cometido. Phoebe no sabía mentir, era transparente como el cristal. Y no podía culparlo por sentirse tan frustrado si a pesar de dar todas las señales inequívocas de que no le era indiferente, nunca aceptaba ninguna de sus invitaciones para salir. Nunca un “sí”, ni un “tal vez”, mucho menos un “déjame pensarlo”. Siempre era un “no puedo”, un “estaré trabajando”, un “muchas gracias, pero…”

Eran excusas a causa del miedo que le daba. No creía de sí misma el ser tan bonita o tan interesante como para que él le dedicara ni un poquito de su atención, mucho más si se comparaba con las chicas con las que había salido. Así que no se explicaba el porqué insistía tanto en intentarlo con ella. No creía que fuera una mala persona. Sabía que muchos decían que era un niño malcriado y consentido tan sólo por ser hijo de quienes eran y tener más dinero del que alguien pudiera necesitar, pero que afirmaran tales cosas sobre él sin conocerlo le parecía una grosería. Sería la misma situación que el que dijeran de ella que era alguna perdida sin moral por ser hija de quien era. Era por eso que ni le cruzaba por la mente que aquello pudiera ser una especie de broma o de apuesta que la tuviera como ella, la chica más ingenua de todo Storybrooke, como blanco.

Aunque si no era eso, ¿entonces qué? Por que no importaba el motivo por el cual seguía encontrándoselo en todos lados, todo en su interior se revolucionaba, y no creía ser una persona tan frívola como para dejarse encandilar sólo porque tuviera dinero o fuera guapo. Si fuera de ese tipo de chicas su historial amoroso no estaría en números rojos. Había algo más y no podía definirlo, simplemente no podía…

- Pues… yo… – No supo qué responderle, y es que si con su broma pretendía ponerla nerviosa vaya que lo había logrado. ¿Qué podía ofrecerle? ¿Iba con doble sentido? – Hay… ah… pay de cerezas recién salido del horno y… – Cuando le aseguraba que solo jugaba con ella dejó escapar un pequeño suspiro de alivio y al darse cuenta de ello por poco y se oculta el rostro tras de la libretita que llevaba. Se pasó los dedos por los mechones rubios acomodándoselos tras la oreja y asintió anotando la orden, como si en realidad fuera muy fácil de olvidarse de un café con hielo, pero no confiaba en sí misma ni su memoria ni su autocontrol si él estaba cerca.

- ¿Sería sólo eso? – Preguntó. Dile algo Phoebe. ¡Dile algo! ¡Cualquier cosa! Lo que fuera para no caer en aquel horrible silencio cuando su timidez le ganaba. Entreabrió los labios…

Y no, nada salía.

Vaya cosas…
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Mensaje por Lucas R. Gilbert Vie Jul 13, 2012 3:32 am

- Solo eso… - repitió distraídamente jugando con la cucharita del azucarero del centro de la mesa.

Al darse cuenta que Phoebe seguía allí de pie, a su lado, la volvió a mirar esperanzado; ¿sería por fin el día que tanto había esperado? ¿Cruzarían más palabras que las habituales? ¿Conseguiría por fin que la chica saliera con él? Se quedó callado porque ella parecía querer decir algo, aunque ninguna palabra salía de su boca.

Siguió un largo e incomodo silencio, que solo interrumpían los pocos clientes que había en la cafetería. Lucas estaba intentando descubrir hasta donde llegaba la timidez de Phoebe, si conseguiría articular lo que parecía que quería decir, o si saldría corriendo a preparar su pedido.

- ¿Ese pastel de cereza que has dicho te gusta? – Decidió romper ese momento incomodo que no parecía tener fin. Sería más fácil para Phoebe. – También me apetece uno. – Sonrió. – Muchas gracias.

Esperó pacientemente que llegara su pedido y, mientras lo hacía, comprobaba que realmente había poca gente ese día y que no parecían entrar demasiados clientes nuevos; además, había suficiente personal para atender a los que ya estaban y a los que pudieran llegar. Bien, así no podría poner excusas.

Cuando ella volvió se la quedó mirando pensativo; ¿Cómo podía plantearlo para que ella aceptara? Tampoco era nada fuera de lo común, pero con Phoebe podía esperarse cualquier cosa, aunque lo más esperable era que dijera cualquier excusa y se librara de él, como acostumbraba a hacer.

- Una última cosa. – Decidió que lo mejor sería ir al grano. – Podrías sentarte conmigo. – Dejó pasar un breve momento y, antes de que ella pudiera decir nada se apresuró a añadir señalando las otras mesas - No puedes decirme que hay mucho trabajo.


Última edición por Lucas R. Gilbert el Vie Jul 13, 2012 7:38 am, editado 1 vez
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Mensaje por Phoebe E. Montgomery Vie Jul 13, 2012 4:58 am

Phoebe se odiaba a sí misma en momentos así, en los que ni siquiera podía articular la más insignificante de las tonterías para decir porque al instante en que sentía su cercanía, ella se quedaba sin voz. ¡Qué tan triste podía ser una persona! Si era tan sólo un chico como los otros, no iba a morderla, y Lucas nunca la había tratado mal como para temerle, aunque claro, no era precisamente temor lo que le provocaba. Si ese fuera el caso, seguramente su manera de desenvolverse frente a él sería mucho menos compleja. Uno se esconde y evita a alguien que le atemoriza, ¿pero cómo se ignoran los caprichos del corazón que se anteponen a lo que la razón dicta?

Avergonzada asintió cuando le preguntaba si el pay de cereza le gustaba a ella. Con un poco más de valor habría podido valerse de eso y las habilidades culinarias de Mordekhai para iniciar algo de plática que rompiera con el silencio que le tenía hasta tensando los dedos de los pies por lo pesado que se sentía. Lo único que pudo hacer fue apuntar, intentar sonreír y luego dar la media vuelta para traer la orden. ¡Qué horror! ¡Qué vergüenza! Seguro que Lucas debía pensar que era la chica más rara de todo el pueblo. Por lo menos estando encerrada en el Hostal nada de eso pasaba nunca.

Se inclinó en la barra de la ventanilla a través de la cual pasaban los pedidos, dando la espalda hacia los clientes y obviamente a Lucas también. Suspiró en silencio, se dio un par de golpecitos en la frente para tratar de recuperar la compostura y cuando finalmente le daban el pedido lo tomó en la charola, con la espalda bien derecha y al cabeza tan en alto como pudiera. ¡Vamos Phoebe! ¡Era sólo entregarle su pastel y su café!

Volvió a sonreírle cuando le llevaba las cosas tratando por todos los medios de mantener a raya a las mariposas en su estómago. Justo se iba ya cuando Lucas le hacía un último pedido, pero aunque ella ya tenía la libretita lista para ordenar lo que el chico quería no era nada que pudiera pedirle al cocinero. ¿Qué se sentara con él? Antes de poder dar cualquier excusa se le adelantaba anticipando bien lo que iría a responderle, y aquello la tomaba a ella con la guardia baja.

- Bueno, yo… es que… – Musitó en un hilo de voz, mirando a todos lados donde pudiera menos hacia él. Se llevó una mano a la nuca y entonces sus ojos se encontraron los de Lucas, haciéndola sentir de nuevo que todo alrededor se detenía a pesar de saber que eso no estaba bien.

Asintió. ¿Sería que al fin reuniría el valor? Se mojó los labios y se sentó entonces en la silla que estaba frente a él. Llevaba toda la melena rubia suelta ya adornada tan sólo por un listón de colores, y este caí completa por encima de uno de sus hombros. Mordiéndose un instante los labios atrapó uno de los mechones entre sus dedos ensortijándoselo sin ser muy consciente de lo que hacía, pero si sabiendo que mejor concentrarse en otra cosa que no fuera lo mucho que le turbaba tenerlo tan cerca o de nuevo iría a quedar muy mal. – Y… ¿cómo va todo? - ¡Eso Phoebe! ¡Eso! ¡No era tan difícil! ¡Tú puedes!
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Mensaje por Lucas R. Gilbert Vie Jul 13, 2012 11:00 pm

Se sintió aliviado cuando Phoebe se sentó enfrente suyo. No pudo más que sonreír de felicidad. Seguramente era la vez que más había conseguido con ella, al menos no se había negado con cualquier excusa como acostumbraba.

Probó un poco del pastel que le había traído con una cuchara. La verdad era que estaba tremendamente bueno y se notaba que era recién hecho; le sorprendió porque no acostumbraba a gustarle lo que servían en Granny's, sólo iba para encontrar a Phoebe. Aunque sí que le gustó, le pasó el plato a la chica.

- Puedes comerlo. Es demasiado dulce para mí. - Imaginaba que no lo engulliría a la velocidad de la luz, otro pretexto para que pudieran hablar al menos un rato. - Bueno, no me puedo quejar. - Empezó. - He conseguido que hables conmigo y, ¡todavía más! Te has sentado conmigo. - Lo dijo bromeando como si fuera el mayor logro de su vida.

Agitó la cucharilla del café para que el hielo se fundiera un poco y enfriara el líquido marronoso. El café de Granny's era una de las cosas que menos le gustaba del lugar, pero hacía unos días había descubierto que si se lo tomaba de un trago el sabor no se notaba; y por éso últimamente lo pedía con hielo, para no abrasarse la garganta.

- ¿Te puedo preguntar algo directamente? - No se esperó demasiado a que contestara por si le decía que no. - ¿Porque me evitas siempre? - Lo soltó de golpe. Esa pregunta le estaba carcomiendo desde hacía tiempo, seguramente desde que la conocía y, aunque seguramente ese no era el momento adecuado para preguntar, consideró que seria bueno saberlo. Si simplemente le odiaba, o no le soportaba bien, intentaría olvidarse de ella, pero esperaba que no fuera eso.
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Mensaje por Phoebe E. Montgomery Sáb Jul 14, 2012 1:37 am

- Se supone que el pastel de cerezas sea dulce. - Comentó junto con una pequeña risita cuando describía lo que le parecía, y mejor que Mordekhai siguiera en la cocina haciendo lo suyo sin escuchar que ya veía que desarrollaba oído supersónico en ese instante con tal de ir a defender su pastel de las críticas, sobre todo si la lengua viperina era de Lucas (que no era el caso que el chico hubiera dicho que era una asquerosidad de pay, pero sabía muy bien que entre ellos dos no había un trato muy cordial).

No se esperaba que la invitara a comerlo ella, ni tampoco imaginaba que fuera un truco para lograrla retener ahí por un poco más de tiempo. Muy astuto por parte de Lucas, que Phoebe en su inocencia e ingenuidad no anticipaba nada de eso. Le miró a él y luego al pastel. Se suponía que estaba trabajando y no le pagaban a sentarse a comer con los clientes, mucho menos esos que la hacían suspirar cuando nadie la veía. Si su jefa la veía la iba a reñir mal...

Por otro lado, pues... si con eso lo hacía feliz...

- No digas eso... - Se encogió un poco y negó suavemente con la cabeza al narrar él la hazaña que era que al fin consiguiera que le dirigiera más de tres palabras y hasta se sentara con él. Y de nuevo el sonrojo que la delataba teñía sus mejillas y su corazón latía fuera de control. Sintió incluso que las palmas de las manos le empezaban a sudar un poco, lo que le mortificaba más que nada porque era de lo más vergonzoso, pero trató de disimularlo al acomodarse el delantal antes de tomar el tenedor y cortar un trocito de pastel.

Con lo que vino después casi se ahoga. Sus ojos se abrieron al instante presa de la sorpresa y se llevó por reflejo una mano a los labio tratando de convencer a su cerebro que había que masticar y tragar ese pedacito de pastel antes morir por asfixia o peor, abrir la boca. ¿Que por qué lo ignoraba? ¡Qué clase de pregunta era esa! ¡Por qué se lo ponía tan difícil!

¿Lo peor de todo? Phoebe no sabía mentir. - Es que yo... - Comenzó en aquel hilo de voz tan diminuto, evitando mirarlo a la cara a toda costa mientras nerviosa jugaba con los pinchos del tenedor y el pastel. - ... yo... no soy tan interesante ni bonita y... realmente no entiendo que me ves. - Aquello lo dijo en un susurro todavía más bajo, pues no quería que nadie lo escuchara más que él. Y es que ahora, aparte de seguro parecerle la chica más rara de todo Storybrooke también creería que era la más patética y de peor autoestima. Pero esa era la verdad. No entendía porqué estaba enamorada de él como lo estaba, ni tampoco por qué él insistía por más que le daba negativas. Y era contradictorio evitarlo si tan solo verlo sonreír bastaba para elevarla a metros del suelo, pero no quería ser lastimada, hacerse ilusiones por nada. El suyo era un corazón muy fuerte pero a la vez frágil como el cristal.

- Quiero decir... me... me agradas mucho pero... tú eres un Gilbert y yo... - Se encogió de hombros. Ella no era nada más que la hija pobre de la borracha del pueblo. Aquellas fantasías suyas estaban destinadas al fracaso sin importar lo que le gustaría que fuera. Así que era más fácil decirle que no siempre y protegerse de esa manera de muchas tristezas.
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Mensaje por Lucas R. Gilbert Mar Jul 17, 2012 10:38 pm

Sabía que Phoebe era tímida, pero no creía que fuera a morirse asfixiada con su pregunta. Abrió mucho los ojos del susto y se medio-levantó como acto reflejo con el brazo estirado para darle golpecitos en la espalda, pero volvió a sentarse rápidamente al ver que la chica tragaba de manera normal. Fuera de peligro, bien.

Apoyó la cabeza en la mesa para poder ver algo más de la cabeza de Phoebe además de su coronilla; parecía un crio con la cabeza ladeada encima de la mesa, pero la manía que tenía la chica de mirar al suelo no le dejaba más opción. A él le gustaba mirar a la gente con la que hablaba, y que los otros le vieran a él, además, también quería oír lo que estaba diciendo y hablándole al mantel de poco se enteraría Lucas.

- A ver Phoebe, para un momento. – Levantó las manos como si quisiera parar el tráfico y frunció marcadamente el ceño. - ¿Tan interesante ni tan bonita como quien?

¿Con quién se estaba comparando realmente la chica? Quizás con las demás chicas con las que había salido él… ¡pero eran todas tan diferentes! De nuevo volvió a suspirar, ahora ya no sabía si ella era tímida o si su autoestima estaba por los suelos por alguna razón en concreto.

- Phoebs, tú no has de decidir cómo te ven los demás. - Con la mano derecha la tomó de la barbilla y la obligó a que levantara la cabeza para mirarle. - Eres muy bonita. Y para mi eres muy interesante. – En su cara reflejaba incredulidad. – Cuando un chico se siente rechazado no acostumbra a volver a intentar nada con esa chica. Pregúntale a cualquiera. ¿Sabes cuantas veces me has rechazado tú? – Hizo una pausa intentando contarlas. – Más de 7 seguro… ¿Qué te dice eso? – La cogió de la mano a riesgo de que saliera huyendo. – Que me interesas.

En realidad era más que interés lo que sentía por ella, pero tenía miedo de que si era totalmente directo la asustaría. Le había costado bastante hablar con ella sobre “su relación”, como para meter la pata en un momento tan importante. Quería pedirle que saliera con él, pero no se atrevía; quería abrazarla y besarla, pero no se atrevía; quería decirle que le gustaba, pero tampoco se atrevía. ¿Por qué resultaba todo tan complicado con ella? Nunca le había costado tanto estar con una chica.

Pero lo siguiente que dijo ella le dejó helado por dos motivos. Primero, ¡le gustaba! Y segundo… ¿Que era un Gilbert? ¿Y qué? Como si eso quisiera decir que fuera un monstruo o algo diferente a un ser humano.

- ¿Ser un Gilbert me hace superior a ti por tener la madre que tienes? Nuestra familia no es nosotros. – Ahora se había enfadado un poco, no le gustaban los prejuicios que tenia la gente sobre el dinero. Vale, era asquerosamente rico y se dedicaba a vivir como quería, pero eso no le hacía mala persona… ¿no?
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Mensaje por Phoebe E. Montgomery Miér Jul 18, 2012 3:52 am

¿Pues cómo que comparada con quién? ¿Qué iba a tener de interesante ella para conversar si no hacía otra cosa que trabajar, cuidar a su abuela y mortificarse por su madre? Claro que no podía evitar el compararse con todas las chicas con las que se le había relacionado en el pueblo. Dolía mucho hacerlo, ¿pero tenía en verdad manera de evitarlo? De cualquier manera Lucas ya le tomaba por el rostro para hacerla verlo a la cara y aunque en un principio intentó no hacerlo desviando la mirada hacia la ventana, sus ojos terminaron por encontrarse con los de él.

Toda ella se estremeció cuando le decía que si que le parecía bonita e interesante y en sus labios apareció una tenue y dulce sonrisa. Sonrisa que se desvaneció frente a la mención de todas las veces que lo había rechazado. ¿En serio las contaba? La primera fue por puro nerviosismo. La segunda porque no se terminaba de creer que de todas las personas él la estuviera invitando a salir. La tercera, porque nunca había tenido una cita y estaba convencida de que iba a ser el ridículo. Ya para la cuarta se había convencido que no iba a salir nada bueno de eso, que lo iba a arruinar y casi que prefería quedarse con la fantasía que ver cómo todo se desmoronaba. Bien, era una cobarde, pero tenía muchísimo miedo a salir lastimada si es que ya cargaba con tantas cosas encima que a veces sentía que ya no podía. No sabía ni de dónde sacaba los ánimos a veces para bajar de la cama con lo cansada y abatida que se sentía. Pero lo hacía siempre, sonriendo y convencida de que los problemas se enfrentaban con buena cara, porque no por quejarse dejaban de pesar menos.

El corazón se le detuvo cuando sujetaba su mano y le decía así, de manera tan clara, que le interesaba de verdad. Estando convencida de que aquello que sentía por él era imposible por un millón de razones que nunca se había dedicado a pensar con detenimiento el por qué le insistiría tanto. Ahora se sentía torpe, y peor, no podía con el arrepentimiento cuando lo notaba molesto.

- ¡No! No quise decir eso, yo, es que, pues… – Las palabras comenzaban a atorársele. No quería que se enojada ni mucho menos ofenderlo. ¿Cómo darse a entender de manera que pudiera comprenderla? Para empezar, estar ahí a la vista y oído de todos discutiendo cosas tan personales le alteraba. (Que en honor a la verdad hablaba en voz tan baja que hasta Lucas lo tenía difícil para escucharla, pero eso no le quitaba la sensación de que cualquiera podía hacerlo).

Venga Phoebe, calma, respira. Ya acababa de meter la pata, ahora a ver cómo la sacaba con cuidado del agujero en vez de hundirla más y que Lucas se terminara de convencer que estaba mal de la cabeza, y sin darse cuenta apretaba su mano un poco más, tomando aire. – Creo que… que eres un chico genial, en serio que sí. Pero, ¿en realidad crees que no importa? Que… que todo el pueblo dijera que te dije que sí para… no sé… no quiero que pienses que quiero aprovecharme de ti o… – Esta vez fue ella quien buscó su mirada. Seguía atorándose en sus palabras y no podía terminar bien sus ideas, pero parecía más dispuesta a abrirse. Si hubiera aceptado y dado de saltos de alegría a la primera vez que Lucas Gilbert se acercaba a ella, ¿le hubiera creído que no iba tras su dinero? Porque apenas su madre se enterara que había quedado en una cita con él trataría de convencerla de sacarle todo lo que pudiera, ¡y por supuesto que ella no se dejaría! Pero no quería ni pensar de las cosas que le dirían a él sobre ella…

- … ¿Hubieras confiado en mí si te hubiera dicho que sí la primera vez? ¿Con todo lo que tengo detrás? Apareces tú y me pones todo de cabeza con… y no me lo termino de creer, porque esas cosas nunca me pasan a mí y es todo tan, tan… – Buscando las palabras que mejor quedaran el único ejemplo que se le vino a la cabeza le pareció tan ridículo y tan infantil que volvió a sonrojarse y hasta negó un poco la cabeza. – … como de Cenicienta y el Príncipe. – Pero Phoebe no creía ya en los cuentos de hadas.

- No sé, yo creo que Cenicienta se ha de haber muerto de los nervios cuando el Príncipe la sacó a bailar. – Volvió a reírse, avergonzada de sí misma soltó su mano con suavidad y volvió a agachar la mirada, jugando nerviosa con su delantal. – Nunca he tenido una cita… ni siquiera… besado a nadie y… – La verdad Phoebe, la verdad. Si probablemente después de todo eso ya no iba a querer buscarla.

- Y… nunca sé cómo portarme contigo porque… me gustas muchísimo… -
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Aqui de nuevo Empty Re: Aqui de nuevo

Mensaje por Lucas R. Gilbert Vie Jul 20, 2012 9:03 pm

El mal humor que había cogido se le pasó al notar que Phoebe le apretaba más la mano. Eso quería decir algo, seguro; era una buena señal. Inconscientemente miró sus manos unidas sobre la mesa, le pareció muy natural, como si fuera algo a lo que estuviera acostumbrado desde pequeño. Una sensación rara, pero agradable.

No interrumpió la divagación de la chica en ningún momento, ni siquiera interrumpió el silencio que Phoebe pareció necesitar para poner en orden sus ideas. Tenía razón en lo que decía, quizás si se hubiera puesto a saltar de alegría y a propagar por todos lados que iban a salir juntos, no habría sentido la curiosidad que sentía por ella y quizás ni siquiera le hubiera gustado. Quizás le gustaba precisamente por eso, porque era una chica diferente… incluso rara.

Sólo la interrumpió para reírse cuando hizo referencia a los cuentos de hadas; inmediatamente se le pasó por la mente la teoría que tenía Paula sobre los habitantes de Storybrooke y su llamada operación Cobra. Podía comentarle la situación y quizás resolvía que realmente él era el príncipe de cenicienta; sería divertido. Aún así, no se lo comentó a Phoebe porque no tenía pinta de creer en esas cosas, se la veía más practica que soñadora.

- ¿Y no crees que el príncipe también lo pasó mal al pedirle que bailara con él? Seguro que todo el mundo tenía la atención puesta en él y, aunque fuera príncipe, temía el rechazo de una chica que le gustaba.

Phoebe no parecía del todo convencida de sus palabras, pero al menos había palabras. Era la conversación más larga que habían tenido hasta el momento y, también, la más sincera. Por fin ella se abría un poco, cosa que hacía que Lucas temiera que en cualquier momento se arrepintiera y volviera a ser la chica tímida y vergonzosa de siempre. No quería que eso pasara.

- Eso es fácil de solucionar. – Sonrió de manera pícara. Aunque no quería pasarse, no podía evitarlo, él era así. - Lo primero que has de hacer es salir conmigo, aunque solo sea una vez. Pruébalo, te aseguro que no te arrepentirás. – Volvió a sonreír del mismo modo. - Y en cuanto a lo segundo… -Se acercó un poco más a ella. - Te aseguro que yo quiero besarte.

Vale, ahora quizás sí que se había pasado de sincero, pero no fue esa sensación la que hizo que le cambiara la cara, sino las últimas palabras de la rubia. ¿Le gustaba? ¿De verdad? Y no solo eso… ¡había dicho que le gustaba muchísimo! Si ellos fueran dibujos animados Lucas estaría dando brincos y volteretas de alegría. En cambio, lo que le pasó fue que le quedó la cara sin expresión alguna, con los ojos muy abiertos y una incredulidad absoluta en su mente.

¿Y si le gustaba porque nunca salía con él? ¿Por qué le daba miedo lo que la gente dijera? ¿Por qué nunca había tenido una cita y le daba miedo meter la pata? ¿Por qué tenía miedo de besarle? Todas las cosas que se le ocurrían se reducían a miedo. Intentó recordar si él tenía miedo la primera vez que salió con una chica… seguramente sí, pero no lo recordaba.

- Mira Phoebe, me gustas. -hizo una pausa para suspirar - Y me gustas como eres, con tu timidez y tus miedos y tus cosas raras. – Sonrió de lado y se echó atrás en la silla. - Así que no te has de comportar de una manera especial conmigo, me gustas precisamente por ser tú y quiero que seas tú cuando salgas conmigo. ¿Mañana por la tarde? – Habló muy seguro de sí mismo, pero estaba temiendo que le rechazara de nuevo y, esta vez, sí que le afectaría.
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Mensaje por Phoebe E. Montgomery Sáb Jul 21, 2012 8:45 am

Claro que iba a reírse si era una tontería lo del Príncipe y Cenicienta, pero algo de verdad había en ello, ¿no? El chico más rico y guapo de todo el pueblo va a fijarse en la chica más llena de problemas y más sencilla de todas. Era justo el miedo lo que le detenía de animarse a dar aquel paso a pesar que tenía enamorada en secreto de Lucas tanto tiempo que ni siquiera lograba recordarlo bien. Porque era todo demasiado bueno para ser cierto y justo esas eran la clase de cosas que a ella nunca le ocurrían. ¿Quién no estaría intimidado? Rio junto con él consciente de lo bobo que resultaba su ejemplo, y venga, que había que admitir que habiéndose sacado todo aquello del pecho se sentía mucho mejor, ya no tan ansiosa. Por lo menos Lucas no había salido corriendo despavorido al confirmar que era todavía más rara de lo que le pudiera parecer ya.

Nunca se había detenido a preguntarse lo que hubiera sentido el Príncipe en el cuento. Siempre los retrataban como figuras llenas de confianza en sí mismos y que por ello las princesas eran incapaces de resistirse a ellos. No obstante, más que preocuparse por personajes de ficción lo que le inquietaba era lo que se leía entre líneas. ¿Lo había hecho pasar tan malos ratos al nunca atreverse a aceptar sus invitaciones a salir? ¿En serio?

Pensaba justo en eso, porque la verdad jamás se hubiera imaginado que alguien y mucho menos Lucas lo estuviera pasando mal por ella, pero la manera en que sonreía y le insistía en no sólo que se animara a salir con él, sino que tenía deseos de besarla, Phoebe se quedó sin palabras. ¿Demasiado directo para alguien tan tímida? Tal vez. El sonrojo en sus mejillas fue inevitable y aunque volvió a agachar la cabeza esta vez no fue con miedo sino con una tímida sonrisa dibujada en sus labios. Las mariposas en su estómago batían sus alas como nunca lo habían hecho, y Phoebe se encontró a sí misma preguntándose, dentro de los escenarios más catastróficos que le venían a la mente, ¿qué sería lo peor que podría pasar?
Porque Lucas no solamente le dejaba muy en claro qué tanto le interesaba, sino que dicho interés iba más allá de su timidez y su torpeza. Una vez más Phoebe se quedaba sin saber que decir, aunque esta vez por motivos completamente distintos. Alzó el rostro una vez más, centrando sus ojos claros en los de él y todo lo demás a su alrededor dejaba de existir. Salir por la tarde de mañana, decía. Vamos Phoebe, vamos…

Asintió, y al hacerlo su sonrisa se ensanchaba. No iba a ponerse a pensar sobre si acaso mañana le iba bien o no, si tenía cosas que hacer o cualquier otro suceso que fuera a arrebatarle ese momento de ilusión y repentina valentía. Si, ¡sí! ¡Saldría con él! Alcanzó entonces una servilleta y con el bolígrafo con el que tomaba las órdenes le apuntó su número. Mejor que le llamara más tarde, porque ahora mismo le sería imposible el ponerse de acuerdo en lugares y horas cuando estaba a punto de ponerse a dar saltos de alegría y correr a llamar a Kara. Saldría con él, ¡saldría con él!

- Yo, ahm, me tengo que regresar a trabajar pero… ese es mi número, ¿sí? – Las palabras volvían a atorársele pero ahora eran cosa de la euforia, no del miedo. ¡Estaba tan feliz! En aquel estado de dicha total en el que estaba se levantó de la mesa, olvidándose por completo del pastel o cualquier otra cosa y de hecho también por poco deja la libreta olvidada. – Entonces, bueno, yo-yo espero a que me llames y… y nos veremos mañana por la tarde. - ¡Y lo bien que se sentía poderlo decir en voz alta! Con la sonrisa más luminosa que se había visto en su rostro no pudo contener un pequeño saltito de alegría y en realidad sin detenerse a pensarlo, se inclinó a besar la mejilla de Lucas. No era precisamente un beso en los labios, pero viniendo de Phoebe, eso significaba ya demasiado.
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Mensaje por Lucas R. Gilbert Lun Jul 23, 2012 10:35 pm

El miedo se volvió a apoderar de él cuando Phoebe volvió a ocultar la mirada, pero esta vez había algo diferente en sus gestos. Lucas ladeó la cabeza intentando entender qué estaba pensando ella en ese momento, si esta vez aceptaría o si estaría pensando en una nueva excusa. No se dio cuenta que estaba sonriendo.

Torció el gesto pensativo; tal vez se había pasado bromeando sobre besarla… aunque tampoco estaba bromeando, en realidad lo decía con tono de broma pero lo decía en serio. O quizás ya había tenido suficiente con expresar sus sentimientos y había forzado demasiado al invitarla a salir después de eso, pero parecía que era un buen momento. Se rebanaba los sesos pensando en qué podía decir para mejorar la situación porque Lucas estaba convencido que había metido la pata en algún momento sin darse cuenta.

“Espera. ¿Phoebe acaba de asentir? ¿Me está diciendo que sí que saldrá conmigo?” Se lo abría imaginado seguramente, era la explicación más lógica. No podía ser que después de tantos intentos, fuera un día con un simple café en la mano y listos, cita el día siguiente.

Se le cayó el mundo a los pies con la primera frase de la chica; la mayoría de excusas era que tenía mucho trabajo, y él ya sabía que ella trabajaba mucho y que él no demasiado, por decirlo finamente. Ahora vendría el que estaba muy ocupada, que se tenía que hacer cargo de su madre… Pero no fue así, con la incredulidad reflejada en el rostro tomó la servilleta que le tendía la otra.

[Color=darkred] - E… - [/B] Se había quedado sin palabras. No era posible… ¿En serio? La miró sonriente, y sonriente de verdad, esta vez sonreía con felicidad, no con arrogancia o superioridad. – Si, claro, te llamo. - No atinó a decir mucho más, estaba tan contento que su mente estaba totalmente en blanco. Hacía mucho tiempo que no se quedaba sin saber que decir.

El saltito de Phoebe le volvió a la realidad. “¡Sí! ¡Lo has conseguido, Lucas!” Muchas veces la insistencia era una buena arma y, en este caso, se agradeció a sí mismo no haber tirado la toalla con la chica, pues a ella solo le hacía falta un empujón bastante grande. Iba a decir algo más cuando de nuevo volvió a sorprenderle; se sintió estúpido cuando instantáneamente se llevó la mano a la mejilla donde ella le había besado. Ahora sí que estaba feliz.

Se tomaría el café de un trago y se iría tranquilamente de vuelta a casa a esperar un buen momento para llamar a Phoebe. Luego, se impacientaría por la cita del día siguiente.

– ¡Nos vemos! – Gritó en general cuando salió, pero miró directamente a Phoebe y le sonrió. Mañana sería un gran dia.


THE END
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