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¿Alguna recomendación? (Libre)
Le sacaban de sus casillas. Todos ellos. Ni uno se salvaba de ganarse su desprecio. Era interesante a la par que estresante ver como cada persona tenía la extraña habilidad de sacarlo de sus casillas. ¿Es que no había nadie capaz de hacerle sonreír? Por eso iba siempre de mal humor de un lado a otro, sonriendo escuetamente por caballerosidad y respeto, pero con falsedad. El enfado del día (porque James se enfadaba cada día por una cosa, fuera la que fuese) estaba más que justificado. ¡Nadie moría! ¡Y en su trabajo necesitaba muerte! Detestaba que lo sacaran del sótano del hospital para meterlo en una consulta, por falta de personal. Su deber era tratar con los muertos, no con los vivos. Bah. Se pellizcó la barbilla pensativo, mientras caminaba por la calle. "Siempre puedo matar a alguien", pensó con una sonrisa macabra. La verdad es que con su experiencia y profesión no le costaría, pero bueno sabía que era imposible que matara a alguien. James tenía su límite. Disfrutaba con su trabajo, le agradaba hablar solo, con los cadáveres como si estuvieran vivos, pero de ahí a asesinar... En fin, que como broma servía, pero de ahí a llevarlo a cabo le resultaba algo grotesco.
Mientras pensaba, tropezó con uno de los buzones para echar las cartas que había en la acera. Se dio completamente en la entrepierna, soltando un aullido de dolor mientras se llevaba las manos a la zona y gritaba insultos y más insultos. La gente lo miraba y él se dedicaba a dedicarles a todos y cada una miradas de odio y reproche. Algún día se vengaría de ellos, nunca olvidaba una cara, a una persona que se riera de él. ¡Ellos tenían la culpa de que se hubiera tropezado! Si hubiera algún cadaver, si tuviera que trabajar hoy, no tendría que haber salido a la calle, no tendría que haber caminado hasta la biblioteca y no se habría golpeado. "¡Idiotas, anormales todos!". Soltó un gruñido y siguió su camino soltando más insultos por lo bajo. Al fin llegó a la biblioteca. Tiró de la puerta sin darse cuenta de como estaba colocado, así que al tirar con fuerza de la puerta acabó golpeándose la cara. Y de nuevo otra sarta de insultos. Mal día, mal día. Alguien tenía que haber planeado matarlo.
Entró a la biblioteca, saludó con una sonrisa caballerosa a la bibliotecaria. Ya era una costumbre verlo por allí. Para él que la tenía a sus pies. Si es que era irresistible, joder. Avanzó por entre las estanterías de libros hasta dar con la sección que le interesaba. Empezó a leer títulos hasta que alguno le llamara la atención. Como siempre, sus lecturas favoritas casi siempre contenían la palabra zombi. El último libro que había leído, "Diario de un Zombi" le había encantado. Un gran libro que le había hecho reír y que lo había atrapado completamente. Sabía que sería difícil encontrar un libro que lo superara, aún así quería probar suerte. Cogió un libro cualquiera y le dio la vuelta para mirar la contraportada.
-Umm...tiene pinta de ser soso de cojones-. Murmuró mientras leía la reseña.
Mientras pensaba, tropezó con uno de los buzones para echar las cartas que había en la acera. Se dio completamente en la entrepierna, soltando un aullido de dolor mientras se llevaba las manos a la zona y gritaba insultos y más insultos. La gente lo miraba y él se dedicaba a dedicarles a todos y cada una miradas de odio y reproche. Algún día se vengaría de ellos, nunca olvidaba una cara, a una persona que se riera de él. ¡Ellos tenían la culpa de que se hubiera tropezado! Si hubiera algún cadaver, si tuviera que trabajar hoy, no tendría que haber salido a la calle, no tendría que haber caminado hasta la biblioteca y no se habría golpeado. "¡Idiotas, anormales todos!". Soltó un gruñido y siguió su camino soltando más insultos por lo bajo. Al fin llegó a la biblioteca. Tiró de la puerta sin darse cuenta de como estaba colocado, así que al tirar con fuerza de la puerta acabó golpeándose la cara. Y de nuevo otra sarta de insultos. Mal día, mal día. Alguien tenía que haber planeado matarlo.
Entró a la biblioteca, saludó con una sonrisa caballerosa a la bibliotecaria. Ya era una costumbre verlo por allí. Para él que la tenía a sus pies. Si es que era irresistible, joder. Avanzó por entre las estanterías de libros hasta dar con la sección que le interesaba. Empezó a leer títulos hasta que alguno le llamara la atención. Como siempre, sus lecturas favoritas casi siempre contenían la palabra zombi. El último libro que había leído, "Diario de un Zombi" le había encantado. Un gran libro que le había hecho reír y que lo había atrapado completamente. Sabía que sería difícil encontrar un libro que lo superara, aún así quería probar suerte. Cogió un libro cualquiera y le dio la vuelta para mirar la contraportada.
-Umm...tiene pinta de ser soso de cojones-. Murmuró mientras leía la reseña.
James H. Downey- Villanos
- Soy : Hades
Mensajes : 105
Empleo /Ocio : Médico Forense
Localización : El Inframundo
Fecha de inscripción : 26/07/2012
Re: ¿Alguna recomendación? (Libre)
Rutinas. Simplemente la palabra describe el sentimiento tedioso de ir todos los días a un lugar en el que mueres de aburrimiento durante al menos 8 horas diarias y esperas a final de quincena para esperar tu paga. Y últimamente en Storybrooke, las cosas se estaban dando de una manera bastante lenta, puesto que sentía que cada día que pasaba las personas enviaban menos cartas ¿¡Pero como para qué!? si en el pueblo prácticamente todos se conocían y en dado caso que querían enviar algo, pues simplemente iban directamente en la casa para entregar cualquier cosa que quisieran.
Muchas veces sentía que las pocas personas que enviaban cartas, lo hacía por pura cordialidad o para que el pueblo siga dando la pinta de que el sistema funcionaba correctamente. La mayoría de las cosas y de los paquetes eran para Siobhan; ella no quería ser prejuiciosa, pero casi podía apostar que la Alcaldesa tenía un catálogo de compras y ella era adicta a eso. Río por lo bajo, ya que la imagen mental de ella viendo un infomercial y levantar el teléfono para pedir algún objeto sin utilidad no tenía precio.
Pero sí, muchas veces se sentía que estaba atrapada en una cajita de cartón. Así que últimamente optó por llevar libros y leerlos mientras cumplía su horario, cuando mucho, lo único que hacía era poner el sello de "recibido" y listo. Sin duda alguna, si no fuera porque la paga era lo suficiente como para vivir sin muchos lujos, ya hubiera renunciado a su trabajo por lo aburrido. Se había terminado de leer un drama romántico de esos franceses y pues se quedó con las ganas de más. Miró a su reloj, se iba a ir temprano ese día, total Storybrooke no entraría en colapso si de repente una que otra carta llega un poco tarde.
Así que se dirigió a la biblioteca de camino. Y al entrar, miró de forma distraída los libros mientras devolvía el que ya había leído, para así indicarle a la bibliotecaria que escogería otro libro más para leérselo en su trabajo. Fue sección tras sección, hasta que escuchó una voz que decía que un libro se le hacía soso.
- Bueno, nunca juzgues un libro por su portada... - Volteó a ver de quien se trataba y era de James, así que le sonrió más abiertamente y notó que estaba leyendo una reseña - ... o por su reseña - Agregó - ¡Hola James!, ¿De malos ánimos hoy? - Sí, tenía que preguntarle eso siempre que le veía ya que su actitud era un tanto impredecible para ella, por lo que en más de un caso han terminado en discusiones.
Ophelie A. Haine- Humanos
- Soy : Megara
Mensajes : 120
Empleo /Ocio : Encargada de tienda
Edad : 33
Fecha de inscripción : 24/06/2012
Re: ¿Alguna recomendación? (Libre)
¿Cómo no iba a ser soso un libro tan típico? Vale que en el género zombi no hubiera mucho de que hablar, salvo de un mundo en el que estalla la epidemia y los que sobreviven luchan por seguir adelante y buscarse un lugar en un mundo que ya no les pertenece a los vivos. Y de eso trataban la mayoría de los libros, de humanos huyendo de un lado a otro, destruyendo zombis. La mayoría de los que había leído (a pesar de que le encantaba el género), eran libros sin trasfondo, simplemente con un grupo de personas que huye y huye y huye… Nada sustancioso. Por eso le había gustado tanto el último libro, porque iba más allá y rompía más o menos los esquemas del género. Un soplo de aire fresco, podría decirse. Pero el libro que ahora sujetaba entre sus manos, cuando apenas leía la tercera línea de la reseña, casi le escoció en las manos. No supo si ese vacío en el estómago fueron arcadas o que simplemente necesitaba tomarse un café. La cosa es que cuando leyó que la joven superviviente en una ciudad se enamoraba de un zombi… En fin, ¿esto era lo que se llevaba ahora en la literatura? Técnicamente podría considerarse necrofilia. Soltó una carcajada involuntaria. Joder, la gente ya no sabía que inventar. Quizás si se llevara el libro, acabaría descubriendo una novela cómica que le hiciera echar unas cuantas risas. Una voz a sus espaldas hizo que su carcajada se frenara de golpe y golpeara con el hombro una de las estanterías al darse la vuelta precipitadamente. No le gustaba que lo pillaran por sorpresa. Entrecerró los ojos y escudriñó a Ophelie. Bueno, mirándolo por el lado bueno era ella la que lo molestaba y no otra persona. Aunque por culpa de ella se hubiera comido con el hombro la estantería. Niña tonta.
-Oh, si, tienes razón. Creo que al final me lo leeré y todo-. Respondió con una sonrisa calculadora-. Cierto es que el factor sorpresa tiene su gracia, ¿no crees? -Le reprochó encubriéndolo con el libro que lo hubiera asustado. Bueno, no lo había asustado porque a él no lo asustaba nadie. En fin, podría quedarse en que lo sorprendió levemente. Continuó hablando: -Mejor no leer la reseña y simplemente ir descubriendo poco a poco.
¿De malos ánimos? ¡Pero si él era la fiesta en persona? ¡La misma personificación de la diversión! Claro que siempre acababan riéndose de él por una cosa o por otra. Tendían a subestimarlo por los diversos tropiezos que tenía y eso era lo que sí que lo sacaba de sus casillas. Como aquellos idiotas que se habían burlado cuando se había chocado contra el buzón. Hablando de buzones, de cartas, de carteros… Que casualidad que fuera justamente ella con la que se había topado, justo después de estamparse como un idiota contra el buzón. ¿Lo habría visto? Solía fijarse en las casualidades tan ridículas como aquellas, siempre lograba entrelazar algo que le pasaba con algo que vivía en el presente. Por lo menos se entretenía de algún modo.
-En realidad es un buen día. O presiento que lo será -los ojos le brillaron con malicia. Su mente empezaba a pensar en pequeñas venganzas. La primera de todas a la propia biblioteca por haberle dado con toda la puerta en la cara. Le tiró a Ophelie el libro que planeaba leer, para que se lo aguantara y cogió unos cuantos libros de la estantería frente a la que se encontraba, del género de ciencia ficción y empezó a colocarlos en los espacios libres de la estantería de al lado, que pertenecían a las novelas románticas. Hizo lo mismo con libros románticos, pasándolos a la ciencia ficción. La señaló entonces con un dedo -Cómplice.
-Oh, si, tienes razón. Creo que al final me lo leeré y todo-. Respondió con una sonrisa calculadora-. Cierto es que el factor sorpresa tiene su gracia, ¿no crees? -Le reprochó encubriéndolo con el libro que lo hubiera asustado. Bueno, no lo había asustado porque a él no lo asustaba nadie. En fin, podría quedarse en que lo sorprendió levemente. Continuó hablando: -Mejor no leer la reseña y simplemente ir descubriendo poco a poco.
¿De malos ánimos? ¡Pero si él era la fiesta en persona? ¡La misma personificación de la diversión! Claro que siempre acababan riéndose de él por una cosa o por otra. Tendían a subestimarlo por los diversos tropiezos que tenía y eso era lo que sí que lo sacaba de sus casillas. Como aquellos idiotas que se habían burlado cuando se había chocado contra el buzón. Hablando de buzones, de cartas, de carteros… Que casualidad que fuera justamente ella con la que se había topado, justo después de estamparse como un idiota contra el buzón. ¿Lo habría visto? Solía fijarse en las casualidades tan ridículas como aquellas, siempre lograba entrelazar algo que le pasaba con algo que vivía en el presente. Por lo menos se entretenía de algún modo.
-En realidad es un buen día. O presiento que lo será -los ojos le brillaron con malicia. Su mente empezaba a pensar en pequeñas venganzas. La primera de todas a la propia biblioteca por haberle dado con toda la puerta en la cara. Le tiró a Ophelie el libro que planeaba leer, para que se lo aguantara y cogió unos cuantos libros de la estantería frente a la que se encontraba, del género de ciencia ficción y empezó a colocarlos en los espacios libres de la estantería de al lado, que pertenecían a las novelas románticas. Hizo lo mismo con libros románticos, pasándolos a la ciencia ficción. La señaló entonces con un dedo -Cómplice.
James H. Downey- Villanos
- Soy : Hades
Mensajes : 105
Empleo /Ocio : Médico Forense
Localización : El Inframundo
Fecha de inscripción : 26/07/2012
Re: ¿Alguna recomendación? (Libre)
Le había sonreído. No sabía bien si era una especie de persona paranoica o algo por el estilo, pero cada que el hombre le dirigía ese tipo de sonrisa, sentía en lo más profundo de su ser que algo pasaría. No necesariamente algo ruin y malévolo, pero sí había cierta malicia dentro de él. Sin embargo, a la final se encogió de hombros, ya que a pesar de todo lo que pudieran hablar de él -que este era un pueblo y todo el mundo hablaba cosas buenas y malas- obtenía cierta confianza para permanecer a su lado, aparte de que tenía un estilo de humor bastante particular que extrañamente le daba risa... Aunque... puede que muchas veces se haya reído de él sin querer.
- Bueno, ¿Qué puedo decir?, me siento como un ninja en ocasiones - Se encogió de hombros mientras le daba un vistazo al resto de los libros que había a su alrededor, escogiendo al azar cualquiera que le llamara la atención, bien sea por su grueso o por los colores. Había algo infantil en el asunto, puesto que al fin y al cabo no quería leer nada sino simplemente jugar con las páginas de los libros pasándolas rápidamente con el dedo como hacían los banqueros cuando tenían un lote de billetes grueso - Sí, esa es la mejor manera de leer algún libro -Respondió despistadamente, mientras seguía entretenida en ese pequeño juego que se hacía cada vez más vicioso.
Pero a la final le interesó uno. Así que lo tomó y lo empezó a ojear, en la introducción. Miró la portada extrañada de su contenido, buscando la respuesta y se trataba de algún híbrido, de steampunk con ciencia ficción. Le extrañaba de sobre manera pero aún así siguió leyendo la introducción sin percatarse mucho de lo que hacía, hasta que él le tiró un libro, lo cual hizo que por la sorpresa se le cayera el que ya tenía en manos. Entrecerró sus ojos y le miró mal por aquello, ya que varias personas se habían volteado a ver donde estaba ella. Sí, el karma es una desgraciada.
Y tan pronto que ponía el libro en su lugar, vio como James desordenaba las categorías de los libros a diestra y siniestra. Ahí estaba el tipo de humor que le causaba risa. Se tapó la boca antes de que se le saliera una risita estúpida. Por lo que una vez que éste le dijo que era su cómplice asentó con la cabeza e hizo el típico gesto para guardar secretos: pasarse un cierre imaginario por la boca y luego botar la llave imaginaria a un lado.
- Como una tumba - Les respondió - Y bien, Señor Maldad, ¿Qué te hizo la biblioteca para que mereciera semejante desgracia, para traer como consecuencia una bibliotecaria todavía más amargada? - Le preguntó divertida.
- Bueno, ¿Qué puedo decir?, me siento como un ninja en ocasiones - Se encogió de hombros mientras le daba un vistazo al resto de los libros que había a su alrededor, escogiendo al azar cualquiera que le llamara la atención, bien sea por su grueso o por los colores. Había algo infantil en el asunto, puesto que al fin y al cabo no quería leer nada sino simplemente jugar con las páginas de los libros pasándolas rápidamente con el dedo como hacían los banqueros cuando tenían un lote de billetes grueso - Sí, esa es la mejor manera de leer algún libro -Respondió despistadamente, mientras seguía entretenida en ese pequeño juego que se hacía cada vez más vicioso.
Pero a la final le interesó uno. Así que lo tomó y lo empezó a ojear, en la introducción. Miró la portada extrañada de su contenido, buscando la respuesta y se trataba de algún híbrido, de steampunk con ciencia ficción. Le extrañaba de sobre manera pero aún así siguió leyendo la introducción sin percatarse mucho de lo que hacía, hasta que él le tiró un libro, lo cual hizo que por la sorpresa se le cayera el que ya tenía en manos. Entrecerró sus ojos y le miró mal por aquello, ya que varias personas se habían volteado a ver donde estaba ella. Sí, el karma es una desgraciada.
Y tan pronto que ponía el libro en su lugar, vio como James desordenaba las categorías de los libros a diestra y siniestra. Ahí estaba el tipo de humor que le causaba risa. Se tapó la boca antes de que se le saliera una risita estúpida. Por lo que una vez que éste le dijo que era su cómplice asentó con la cabeza e hizo el típico gesto para guardar secretos: pasarse un cierre imaginario por la boca y luego botar la llave imaginaria a un lado.
- Como una tumba - Les respondió - Y bien, Señor Maldad, ¿Qué te hizo la biblioteca para que mereciera semejante desgracia, para traer como consecuencia una bibliotecaria todavía más amargada? - Le preguntó divertida.
Ophelie A. Haine- Humanos
- Soy : Megara
Mensajes : 120
Empleo /Ocio : Encargada de tienda
Edad : 33
Fecha de inscripción : 24/06/2012
Re: ¿Alguna recomendación? (Libre)
¿De verdad era capaz de regodearse de ese modo de haberlo sorprendido? Entrecerró los ojos y chasqueó la lengua, para nada divertido. No le hacía gracia ser pillado por sorpresa, no le hacía ninguna gracia tampoco que se rieran de él. Porque esa sensación daba Ophelie, que se reía en su cara. Se cruzó de brazos, mosqueado.
-Que te sientas como una ninja no quiere decir que lo seas. Al igual que el que intentes parecer inteligente "leyendo" de ese modo los libros, no lo eres. Lo siento-. Dijo con una sonrisa claramente falsa. Así era James, respondiendo a la defensiva a cualquier comentario. Aunque el comentario no tuviera nada de ofensivo, a sus oídos todo le sonaba a burlas y más burlas.
No le gustaba la fama. No quería llamar la atención, pero tenía que admitir que adoraba que los demás supieran que alguna de las cosas malas que les pasaban como no encontrar un libro que buscaban (por lo que había hecho cambiando de lugar los libros), un chicle pegado en un zapato (a veces los masticaba durante un rato y luego se dedicaba a dejarlos en las aceras, para mala suerte de los transeúntes), una carta que no llegaba porque él se dedicaba a despegar los sellos de las mismas, entre otras cosas, eran culpa suya. No quería caer bien a nadie, su vida no se basaba en eso. Porque nunca había escuchado a alguien hablar bien de él, porque todo lo malo siempre se le achacaba a él y había llegado a un punto en el que había dicho basta y había decidido coger el toro por los cuernos y darle a los demás lo que querían. Y ahora sí que tenían motivos para echarle la culpa de las cosas. Le veía incluso la gracia a alguna de sus torpezas, que en más de una ocasión le habían proporcionado una oportunidad para picar a otra persona. Joder, le encantaba ser el culpable de las desdichas y reírse de ellas.
-Los chistes con respecto a mi trabajo no tienen gracia alguna, la mayoría ya están hechos-. contestó haciendo referencia a su comentario sobre la tumba. Bueno, era lo más original que había escuchado en su vida, porque el resto de insultos hacia su persona relacionados con su trabajo consistían siempre en la insinuación de que el forense hacía otras cosas además de examinar los cadáveres. La mayoría, insinuaciones sexuales, por no decir todas. Se frotó la frente recordando su golpe contra la puerta y chasqueó la lengua. Como se atreviera a reír, la estrangularía hasta matarla. Tampoco pasó por alto su "apodo", le había gustado y se permitió sonreír, aunque muy levemente-. Me gusta Señor Maldad. La puerta se metió en mi camino-. Se limitó a responder.
Entonces cayó en la cuenta de que seguramente lo único que quería era reírse de él y justo le había dado un motivo. Siempre era así con Ophelie, a veces empezando bien para luego acabar conteniéndose para no estrangularla. Y ya era hora de que se cobrara alguna venganza. Nada material, simplemente dar donde duele. Se acercó a ella lentamente, haciendo que retrocediera hasta chocar contra la estantería. Sabía dónde hacer daño a las mujeres y a ella más concretamente. Puso una mano a cada lado de su cabeza, apoyadas en los libros, para impedirle que se apartara.
-Una pregunta, Ophelie. ¿Por qué siempre tan sola? Perdona, no era esa la pregunta, la he formulado mal. Aquí va: ¿por qué ningún hombre es capaz de soportarte? No, esa tampoco era. ¿Por qué todos te abandonan? Ups, tampoco-. La retó con la mirada, clavando sus ojos azules en los de ella.
-Que te sientas como una ninja no quiere decir que lo seas. Al igual que el que intentes parecer inteligente "leyendo" de ese modo los libros, no lo eres. Lo siento-. Dijo con una sonrisa claramente falsa. Así era James, respondiendo a la defensiva a cualquier comentario. Aunque el comentario no tuviera nada de ofensivo, a sus oídos todo le sonaba a burlas y más burlas.
No le gustaba la fama. No quería llamar la atención, pero tenía que admitir que adoraba que los demás supieran que alguna de las cosas malas que les pasaban como no encontrar un libro que buscaban (por lo que había hecho cambiando de lugar los libros), un chicle pegado en un zapato (a veces los masticaba durante un rato y luego se dedicaba a dejarlos en las aceras, para mala suerte de los transeúntes), una carta que no llegaba porque él se dedicaba a despegar los sellos de las mismas, entre otras cosas, eran culpa suya. No quería caer bien a nadie, su vida no se basaba en eso. Porque nunca había escuchado a alguien hablar bien de él, porque todo lo malo siempre se le achacaba a él y había llegado a un punto en el que había dicho basta y había decidido coger el toro por los cuernos y darle a los demás lo que querían. Y ahora sí que tenían motivos para echarle la culpa de las cosas. Le veía incluso la gracia a alguna de sus torpezas, que en más de una ocasión le habían proporcionado una oportunidad para picar a otra persona. Joder, le encantaba ser el culpable de las desdichas y reírse de ellas.
-Los chistes con respecto a mi trabajo no tienen gracia alguna, la mayoría ya están hechos-. contestó haciendo referencia a su comentario sobre la tumba. Bueno, era lo más original que había escuchado en su vida, porque el resto de insultos hacia su persona relacionados con su trabajo consistían siempre en la insinuación de que el forense hacía otras cosas además de examinar los cadáveres. La mayoría, insinuaciones sexuales, por no decir todas. Se frotó la frente recordando su golpe contra la puerta y chasqueó la lengua. Como se atreviera a reír, la estrangularía hasta matarla. Tampoco pasó por alto su "apodo", le había gustado y se permitió sonreír, aunque muy levemente-. Me gusta Señor Maldad. La puerta se metió en mi camino-. Se limitó a responder.
Entonces cayó en la cuenta de que seguramente lo único que quería era reírse de él y justo le había dado un motivo. Siempre era así con Ophelie, a veces empezando bien para luego acabar conteniéndose para no estrangularla. Y ya era hora de que se cobrara alguna venganza. Nada material, simplemente dar donde duele. Se acercó a ella lentamente, haciendo que retrocediera hasta chocar contra la estantería. Sabía dónde hacer daño a las mujeres y a ella más concretamente. Puso una mano a cada lado de su cabeza, apoyadas en los libros, para impedirle que se apartara.
-Una pregunta, Ophelie. ¿Por qué siempre tan sola? Perdona, no era esa la pregunta, la he formulado mal. Aquí va: ¿por qué ningún hombre es capaz de soportarte? No, esa tampoco era. ¿Por qué todos te abandonan? Ups, tampoco-. La retó con la mirada, clavando sus ojos azules en los de ella.
James H. Downey- Villanos
- Soy : Hades
Mensajes : 105
Empleo /Ocio : Médico Forense
Localización : El Inframundo
Fecha de inscripción : 26/07/2012
Re: ¿Alguna recomendación? (Libre)
Se dirigió una vez más ante los libros, estaba muy entretenida y quizá algo risueña con ellos. No tenía ningún interés especial en leer uno a fondo; de hecho se llevó unos cuantos al azar, es que esa oficina era tan aburrida que de verdad hasta un libro de química se vería interesante en esas horas muertas que siempre llegaba a tener en su trabajo. Pero eso sí, se aseguró de que tuviera aunque sea una historia de amor, que eso sí que le hacía matar rápidamente las horas.
Al principio, hizo caso omiso al comentario tajante que hizo él contra su intelecto. Hizo como si no lo hubiera escuchado nunca, mientras decidía si llevarse ese híbrido o tal vez uno con temática de la época medieval; siempre se sintió atraída por ese tipo de personas e historias, ya que en esas épocas las consideraban como lo más cercano a los dioses o a Dios y eso le daba mucha curiosidad. En fin. Luego se dirigió otra vez hacia el hombre, sin poder ocultar su enarcada ceja en un ojo que trasmitía cierta confusión.
¿Acaso creía que ella se estaba burlando de él de su profesión?, si más bien lo respetaba por eso, ya que no veía cuán difícil sería tratar todos los días con cadáveres. De verdad que ella era muy poco tolerante a esas cosas, sin duda no tenía espíritu de médico de ningún tipo y que alguien tuviera la suficiente fortaleza mental y frialdad para hacerlo, se le hacía algo impresionante.
- No, yo no intento hacer chistes de ningún tipo de tu profesión, James - Dijo de manera más serie y todo lo franca que podía ser al tiempo que cerraba un libro y lo volvía a meter en la estantería sin importarle en que categoría estuviera, por estar mirándolo. Al fin y al cabo, él también lo estaba haciendo, aparte que ella no era precisamente una persona que fuera excelsa en el orden, por lo que ni siquiera prestó atención al asunto.
Quiso seguir viendo más libros, apenas tenía dos y sabía que se lo leería ambos en una semana por el aburrimiento, pero no pudo porque de pronto empezó a preocuparse por James y a comenzar a indagar acerca de esa sensibilidad ante sus palabras. ¿Qué le hacía odiar tanto al mundo?, no era que ella fuese entrometida, pero ya tenía un trato con él y aparte, que no negaba que le daba cierto cosquilleo interno cada que lo veía, en baja frecuencia, pero muy parecido a lo que sentía por Aita. Y no, no iba admitir que le embobaba de cierta forma. Tal vez si lo invitaba a salir a tomar un café después de ver libros, podía ayudarle a distraerle un tanto, al fin y al cabo su trabajo debía ser algo estresante.
- James, qué tal si... - "Vamos a tomar un café", quiso terminar de decir, pero antes de que pudiera tan siquiera hacerlo, de pronto se vio acorralada por el hombre. De una manera tan intimidante en muchos sentidos, que un corrientazo de temor le invadió el cuerpo. Miró hacia arriba, ya que desafortunadamente su 1.69 cm, con músculos delgados y poco entrenados para la auto defensa, la hacían completamente vulnerable. Su mano tocó un libro de manera temblorosa, lo agarró y no dudaría en lanzarselo a la cabeza si era necesario. Tragó saliva y le miró, nunca lo había visto así... tan perturbado... tan... oscuro. Su corazón se agitó y no precisamente de la manera en que le gustaría.
Debía haberle lanzado el libro cuando tenía la oportunidad, ya le había acorralado de tal manera que no podía apartarse. Echó a un lado su cabeza y cerró los ojos, como si en ese momento le fuera hacer daño. Y entonces... lo escuchó.
Como una afilada daga que entraba en su corazón. Sabía que ella no creía en el amor y lo tenía bien claro, por eso no se permitía tener quizá una relación estable. Así que, admitir que no le dolía aquellas palabras era casi inhumano, pero ¿Por qué hacía eso?, no había necesidad. Sin duda su moral bajó y sus ojos se empezaron a cristalizar. Pero era orgullosa, y si no creía en los cuentos chinos que la mayoría de los hombres le decían con tal de pasar una noche con ella, menos trataría de que eso le afectara más allá a su ser.
- ¿Por qué carajos piensas que todo el mundo está en tu contra? - No lo pudo evitar y una lágrima se deslizó en su rostro, mientras su mirada era de enfado - Nunca me he burlado de ti, ni he pretendido hacerlo... Solo que pensaba que estabas bromeando y me da algo de risa tu comportamiento... porque... me parece tierno... no, me parecía tierno - Apretó el puño -... ¡¡pero seguro que te tomarás a mal que me parezca tierno algunas cosas de ti y seguirás atacándome!! - Gruñó y otra lágrima apareció, esta vez del enfado - Te quería invitar un café, pero ya veo que no. Así que ¡Aléjate de mí! o Vete al demonio, como prefieras - Trató de empujarlo para poder salir de ese rincón.
Al principio, hizo caso omiso al comentario tajante que hizo él contra su intelecto. Hizo como si no lo hubiera escuchado nunca, mientras decidía si llevarse ese híbrido o tal vez uno con temática de la época medieval; siempre se sintió atraída por ese tipo de personas e historias, ya que en esas épocas las consideraban como lo más cercano a los dioses o a Dios y eso le daba mucha curiosidad. En fin. Luego se dirigió otra vez hacia el hombre, sin poder ocultar su enarcada ceja en un ojo que trasmitía cierta confusión.
¿Acaso creía que ella se estaba burlando de él de su profesión?, si más bien lo respetaba por eso, ya que no veía cuán difícil sería tratar todos los días con cadáveres. De verdad que ella era muy poco tolerante a esas cosas, sin duda no tenía espíritu de médico de ningún tipo y que alguien tuviera la suficiente fortaleza mental y frialdad para hacerlo, se le hacía algo impresionante.
- No, yo no intento hacer chistes de ningún tipo de tu profesión, James - Dijo de manera más serie y todo lo franca que podía ser al tiempo que cerraba un libro y lo volvía a meter en la estantería sin importarle en que categoría estuviera, por estar mirándolo. Al fin y al cabo, él también lo estaba haciendo, aparte que ella no era precisamente una persona que fuera excelsa en el orden, por lo que ni siquiera prestó atención al asunto.
Quiso seguir viendo más libros, apenas tenía dos y sabía que se lo leería ambos en una semana por el aburrimiento, pero no pudo porque de pronto empezó a preocuparse por James y a comenzar a indagar acerca de esa sensibilidad ante sus palabras. ¿Qué le hacía odiar tanto al mundo?, no era que ella fuese entrometida, pero ya tenía un trato con él y aparte, que no negaba que le daba cierto cosquilleo interno cada que lo veía, en baja frecuencia, pero muy parecido a lo que sentía por Aita. Y no, no iba admitir que le embobaba de cierta forma. Tal vez si lo invitaba a salir a tomar un café después de ver libros, podía ayudarle a distraerle un tanto, al fin y al cabo su trabajo debía ser algo estresante.
- James, qué tal si... - "Vamos a tomar un café", quiso terminar de decir, pero antes de que pudiera tan siquiera hacerlo, de pronto se vio acorralada por el hombre. De una manera tan intimidante en muchos sentidos, que un corrientazo de temor le invadió el cuerpo. Miró hacia arriba, ya que desafortunadamente su 1.69 cm, con músculos delgados y poco entrenados para la auto defensa, la hacían completamente vulnerable. Su mano tocó un libro de manera temblorosa, lo agarró y no dudaría en lanzarselo a la cabeza si era necesario. Tragó saliva y le miró, nunca lo había visto así... tan perturbado... tan... oscuro. Su corazón se agitó y no precisamente de la manera en que le gustaría.
Debía haberle lanzado el libro cuando tenía la oportunidad, ya le había acorralado de tal manera que no podía apartarse. Echó a un lado su cabeza y cerró los ojos, como si en ese momento le fuera hacer daño. Y entonces... lo escuchó.
"Una pregunta, Ophelie. ¿Por qué siempre tan sola? Perdona, no era esa la pregunta, la he formulado mal. Aquí va: ¿por qué ningún hombre es capaz de soportarte? No, esa tampoco era. ¿Por qué todos te abandonan? Ups, tampoco"
Como una afilada daga que entraba en su corazón. Sabía que ella no creía en el amor y lo tenía bien claro, por eso no se permitía tener quizá una relación estable. Así que, admitir que no le dolía aquellas palabras era casi inhumano, pero ¿Por qué hacía eso?, no había necesidad. Sin duda su moral bajó y sus ojos se empezaron a cristalizar. Pero era orgullosa, y si no creía en los cuentos chinos que la mayoría de los hombres le decían con tal de pasar una noche con ella, menos trataría de que eso le afectara más allá a su ser.
- ¿Por qué carajos piensas que todo el mundo está en tu contra? - No lo pudo evitar y una lágrima se deslizó en su rostro, mientras su mirada era de enfado - Nunca me he burlado de ti, ni he pretendido hacerlo... Solo que pensaba que estabas bromeando y me da algo de risa tu comportamiento... porque... me parece tierno... no, me parecía tierno - Apretó el puño -... ¡¡pero seguro que te tomarás a mal que me parezca tierno algunas cosas de ti y seguirás atacándome!! - Gruñó y otra lágrima apareció, esta vez del enfado - Te quería invitar un café, pero ya veo que no. Así que ¡Aléjate de mí! o Vete al demonio, como prefieras - Trató de empujarlo para poder salir de ese rincón.
Ophelie A. Haine- Humanos
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Re: ¿Alguna recomendación? (Libre)
No recordaba que había pasado con el libro que pensaba llevarse para leer. Aquel estúpido y patético libro que lo único que haría sería provocarle estúpidas carcajadas. No se merecía ser leído por alguien como él, pero a falta de otra cosa, se le antojaba hasta entretenido. Eran muchas horas encerrado en el sótano del hospital mirando a la nada o simplemente girando en la silla de su escritorio. Eso siempre que no le impusieran, injustamente, a tratar a gente estúpida con pequeños catarros. Hoy en día hasta por cortarse con un jodido cuchillo la gente iba al médico. Y él no quería ver cortes, quería cortar carne, inspeccionar cadáveres. Porque ese era realmente su oficio. No sabía ya las veces que se quejaba al día por ser tan desgraciado, ya fuera en voz alta o en su propia mente. Pero es que realmente le jodía ser mangoneado de ese modo.
Se había jodido a sí mismo al final, puesto que ahora le sería imposible encontrar un buen libro de ciencia ficción sin toparse antes con alguno de amor. Y él no quería esa tortura. El romanticismo le proporcionaba arcadas. Y cuando no era así, acababa ahogado de la risa con tanta cursilería. ¿Cómo llegaba a creerse le gente esos libros? ¿Cómo llegaban a creerse que había alguien, una media naranja, para ellos en algún lado? Donde único hay naranjas es en la frutería, no hay más. Lo único importante era amarse a uno mismo. Miró las estanterías de nuevo, tratando de localizar el libro anterior. Pero sabía que pronto se rendiría y acabaría tomando uno cualquiera. Solo aparto la vista de las estanterías cuando la joven volvió a hablar. La miró escéptico, sin creerse del todo sus palabras, pero no añadió ningún comentario, dejándolo pasar.
Le hizo gracia su ademán de hacerse con un libro para defenderse de él. Qué tierna y que estúpida. ¿Se creía que un libro bastaba para detenerlo? ¿A él? No es que fuera un culturista de esos, pero James tenía fuerza. Se demostraba en su trabajo, moviendo los cuerpos. De igual modo, a James le iba más hacer daño con sus palabras que con su cuerpo. Y, bueno, tenía que admitir que golpear a una mujer no le agradaba. Seguía teniendo ese sentido protector hacia el otro género. Pero cuando se trataba de machacar y hacer daño con las palabras, le importaba más bien poco el sexo de la otra persona. No había distinciones.
¡Bingo! Había dado de lleno en los sentimientos de Ophelie. Se le daba de maravilla descubrir las debilidades ajenas y utilizarlas en su provecho. Se sentía orgulloso de lo que había logrado. Ahora solo le quedaba sonreír, cargar con el enfado de la chica hacia él, coger un estúpido libro y marcharse de allí con una sonrisa, satisfecho con el día, olvidando las cosas malas que le habían ocurrido hasta entonces. Pero su magnífico "plan de huída" se fue al traste cuando la vio llorar. James esperaba que le insultara, que le golpeara incluso, pero no que se echara a llorar. Había discutido antes con ella, pero jamás habían llegado a estos extremos. ¿Eran remordimientos lo que sentía? Si era eso lo que sentía, se esfumó al escucharla hablar.
-¿Ir al demonio, querida? Pero si lo tienes delante-. Sonrió al ver sus intentos frustrados por echarlo a un lado. Llegó a soltar una pequeña carcajada, y llevado por un impulso y por sus ganas de seguir confundiéndola, o así decidió creerlo él, agarró su barbilla con una mano para alzar su rostro y la besó.
Se había jodido a sí mismo al final, puesto que ahora le sería imposible encontrar un buen libro de ciencia ficción sin toparse antes con alguno de amor. Y él no quería esa tortura. El romanticismo le proporcionaba arcadas. Y cuando no era así, acababa ahogado de la risa con tanta cursilería. ¿Cómo llegaba a creerse le gente esos libros? ¿Cómo llegaban a creerse que había alguien, una media naranja, para ellos en algún lado? Donde único hay naranjas es en la frutería, no hay más. Lo único importante era amarse a uno mismo. Miró las estanterías de nuevo, tratando de localizar el libro anterior. Pero sabía que pronto se rendiría y acabaría tomando uno cualquiera. Solo aparto la vista de las estanterías cuando la joven volvió a hablar. La miró escéptico, sin creerse del todo sus palabras, pero no añadió ningún comentario, dejándolo pasar.
Le hizo gracia su ademán de hacerse con un libro para defenderse de él. Qué tierna y que estúpida. ¿Se creía que un libro bastaba para detenerlo? ¿A él? No es que fuera un culturista de esos, pero James tenía fuerza. Se demostraba en su trabajo, moviendo los cuerpos. De igual modo, a James le iba más hacer daño con sus palabras que con su cuerpo. Y, bueno, tenía que admitir que golpear a una mujer no le agradaba. Seguía teniendo ese sentido protector hacia el otro género. Pero cuando se trataba de machacar y hacer daño con las palabras, le importaba más bien poco el sexo de la otra persona. No había distinciones.
¡Bingo! Había dado de lleno en los sentimientos de Ophelie. Se le daba de maravilla descubrir las debilidades ajenas y utilizarlas en su provecho. Se sentía orgulloso de lo que había logrado. Ahora solo le quedaba sonreír, cargar con el enfado de la chica hacia él, coger un estúpido libro y marcharse de allí con una sonrisa, satisfecho con el día, olvidando las cosas malas que le habían ocurrido hasta entonces. Pero su magnífico "plan de huída" se fue al traste cuando la vio llorar. James esperaba que le insultara, que le golpeara incluso, pero no que se echara a llorar. Había discutido antes con ella, pero jamás habían llegado a estos extremos. ¿Eran remordimientos lo que sentía? Si era eso lo que sentía, se esfumó al escucharla hablar.
-¿Ir al demonio, querida? Pero si lo tienes delante-. Sonrió al ver sus intentos frustrados por echarlo a un lado. Llegó a soltar una pequeña carcajada, y llevado por un impulso y por sus ganas de seguir confundiéndola, o así decidió creerlo él, agarró su barbilla con una mano para alzar su rostro y la besó.
James H. Downey- Villanos
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Re: ¿Alguna recomendación? (Libre)
Había hecho un gran esfuerzo para dejar de seguir llorando. Ella casi nunca expresaba lo que sentía a sus más allegados y mira, que soltar lágrimas frente de él era incluso indignante. Así que en lo que pudo intentó tranquilizarse y cambiar a un semblante más sereno, pero aún así, un deje de frustración estaba enarcada en su rostro, mientras lo único que pasaba por su mente, era el motivo por el cual hacía eso.
Ya sabía que él era un tanto voluble, que se la pasaba más de una ocasión amargado y sí, en otras oportunidades, también se habían tratados a las patadas; pero verlo así era un tanto impresionante. Sentía que su respiración se acortaba, mientras le miraba y era simplemente apresada. Pero si se ponía analizar bien la situación, ¿Por qué no simplemente le daba un golpe en sus partes bajas y se iba?, él podía tener mucha fuerza para contenerla, pero todos los hombres tenían una debilidad y esa era la más común, por no decir, que era la más efectiva.
Sin embargo, por más forcejeos inútiles y bien, poco enérgicos, había algo en lo profundo de su ser. Una sensación un tanto masoquista de querer saber qué haría después el hombre; una intriga bastante peligrosa ha de decirse, pero si el quisiera hacerle daño, ¿No lo habría hecho ya?. Ella no era ningún FBI, pero había observado a muchos hombres en su vida, a tal punto que podía diferenciar de una mirada que significaba que tenía un interés real por ella, a una que nada más quería algo rápido y se acabó. Por lo que de verdad estaba segura (y quería creer) que la mirada que reflejaba él, no era alguien malvado... es decir, si, ya con eso había revelado que tenía cierto conflicto emocional, pero hacer algo más allá de eso, no lo creía.
Había mucha confusión de por medio, así como también mucho temor, ¿Pero por qué seguía estando allí mirándole confundida?, incluso podía hasta gritar de ser necesario, pero no, algo la tenía allí paralizada. Por algún motivo simplemente estaba ahí mirándole, deseando saber el motivo de su comportamiento y, si lo ponía a pensar de una manera bastante ilógica, era la primera vez que tenían tanta cercanía. Pero seguramente, se estaba volviendo loca por la situación.
Sus palabras eran gélidas y habían afirmado que era el demonio. Aquello le había entrado como una especie de corrientazo en el cuerpo, sus labios se curvaron un tanto sin darse cuenta, ¿le gustaba el peligro acaso?, seguro deliraba si pensaba en algo como eso. De momento a otro, fue sorprendida por un beso de él, algo que quizás había deseado un tiempo atrás y nunca admitiría; de esa forma, simplemente hizo lo que mejor podía hacer que era dejarse llevar por ese beso. Todo era confuso, pero le correspondió con todo lo que podía, inclusive sus manos se deslizaron lentamente hasta llegar a rodearle la nuca.
- Puedes... puedes, aunque sea intentar explicarme, ¿Qué demonios pasa? - Dijo una vez separado su rostro, ya que no podía separarse más allá que unos milímetros y escasos centímetros. Pero realmente, comenzó a pensar que aunque él hablara iba a sentir que no iba aclarar nada, sino más bien oscurecerlas. Así qué ¿Qué importa?, y acercó su rostro vehemente a él para depositarle otro beso, al fin y al cabo... Ya nada tenía sentido.
Ya sabía que él era un tanto voluble, que se la pasaba más de una ocasión amargado y sí, en otras oportunidades, también se habían tratados a las patadas; pero verlo así era un tanto impresionante. Sentía que su respiración se acortaba, mientras le miraba y era simplemente apresada. Pero si se ponía analizar bien la situación, ¿Por qué no simplemente le daba un golpe en sus partes bajas y se iba?, él podía tener mucha fuerza para contenerla, pero todos los hombres tenían una debilidad y esa era la más común, por no decir, que era la más efectiva.
Sin embargo, por más forcejeos inútiles y bien, poco enérgicos, había algo en lo profundo de su ser. Una sensación un tanto masoquista de querer saber qué haría después el hombre; una intriga bastante peligrosa ha de decirse, pero si el quisiera hacerle daño, ¿No lo habría hecho ya?. Ella no era ningún FBI, pero había observado a muchos hombres en su vida, a tal punto que podía diferenciar de una mirada que significaba que tenía un interés real por ella, a una que nada más quería algo rápido y se acabó. Por lo que de verdad estaba segura (y quería creer) que la mirada que reflejaba él, no era alguien malvado... es decir, si, ya con eso había revelado que tenía cierto conflicto emocional, pero hacer algo más allá de eso, no lo creía.
Había mucha confusión de por medio, así como también mucho temor, ¿Pero por qué seguía estando allí mirándole confundida?, incluso podía hasta gritar de ser necesario, pero no, algo la tenía allí paralizada. Por algún motivo simplemente estaba ahí mirándole, deseando saber el motivo de su comportamiento y, si lo ponía a pensar de una manera bastante ilógica, era la primera vez que tenían tanta cercanía. Pero seguramente, se estaba volviendo loca por la situación.
Sus palabras eran gélidas y habían afirmado que era el demonio. Aquello le había entrado como una especie de corrientazo en el cuerpo, sus labios se curvaron un tanto sin darse cuenta, ¿le gustaba el peligro acaso?, seguro deliraba si pensaba en algo como eso. De momento a otro, fue sorprendida por un beso de él, algo que quizás había deseado un tiempo atrás y nunca admitiría; de esa forma, simplemente hizo lo que mejor podía hacer que era dejarse llevar por ese beso. Todo era confuso, pero le correspondió con todo lo que podía, inclusive sus manos se deslizaron lentamente hasta llegar a rodearle la nuca.
- Puedes... puedes, aunque sea intentar explicarme, ¿Qué demonios pasa? - Dijo una vez separado su rostro, ya que no podía separarse más allá que unos milímetros y escasos centímetros. Pero realmente, comenzó a pensar que aunque él hablara iba a sentir que no iba aclarar nada, sino más bien oscurecerlas. Así qué ¿Qué importa?, y acercó su rostro vehemente a él para depositarle otro beso, al fin y al cabo... Ya nada tenía sentido.
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Re: ¿Alguna recomendación? (Libre)
Le gustaba la confusión, el caos, leer la incertidumbre en ojos ajenos. Disfrutaba con cualquier emoción que él mismo suscitara, siempre que estas fueran negativas para la persona que las experimentaba y reconfortantes para sí mismo. Y eso era lo que estaba logrando y lo que había pretendido en un primer momento, al arrinconar a Ophelie contra la estantería y con el posterior beso. Lo que sin duda le pilló por sorpresa, fue que la otra respondiera positivamente. A veces James se creía masoquista, adicto al dolor o algo por el estilo, puesto que lo que había esperado y para lo que se había preparado era para un golpe de la menor, no para esa reacción. Vamos, habría esperado cualquier tipo de golpe, pero nunca que se atreviera a tocarlo. En una situación normal, no habría dudado en apartar las manos con un tirón brusco porque odiaba que le tocaran aunque a él le encantaba manosear, más que nada por molestar, pero aún se sentía descolocado y confundido. No sabía si era un gesto de venganza, si lo que en realidad pretendía la otra era dejarlo finalmente en ridículo.
Supo entonces, por su pregunta, que había conseguido lo que buscaba. Confundirla. Una sonrisa oscura, de satisfacción, apareció poco a poco en su cara, mientras que sus ojos brillaban con diversión. La seguiría atormentando, haría que recordara ese día, que no pudiera dejar de pensar en él, que cada vez que pasara frente a la biblioteca recordara lo que había pasado y luego…Luego daría el golpe de gracia. Aceptaba para sí mismo que toleraba a Ophelie más de lo que había llegado a tolerar a nadie y por eso sentía que debía molestarla más a ella que a nadie.
James era extraño, una persona difícil de entender cuyos actos muchas veces carecían de sentido (por lo menos para los demás). Pero en realidad todo tenía su por qué. No quería que nadie confiara en él, no quería ser respetado, no quería ser adorado, no quería despertar sentimientos de ese tipo en los demás. Eso se decía a sí mismo siempre que se miraba al espejo. Pero en realidad era al contrario. Era él el que no quería encariñarse con nadie, no quería sentir compasión ni empatía por nadie que no fuera él mismo. Era un egoísta, siempre lo había sido. Si quería algo, lo cogía sin pensar en las consecuencias, en como se sentirían los demás. Buscaba siempre su propio beneficio o, en su defecto, perjudicar a los demás. Y era eso lo que intentaba ahora, y no le estaba saliendo del todo bien.
Su propio plan se volvió en su contra cuando abrió la boca para responder a su pregunta con alguno de sus mordaces comentarios y sus palabras murieron en su garganta, justo en el momento en el que los labios de Ophelie volvían a ponerse en contacto con los suyos por iniciativa de ella, no de él. ¿Sorprendido? Desde luego. Sus ojos se habían abierto con sorpresa y se quedó estático unos momentos, tratando de analizar la situación y buscar una solución posible, que no lo dejara mal. Joder, le ponía de los nervios que sus propios planes se volvieran en su contra. Se había chocado contra el buzón antes de entrar a la biblioteca y James no creía en las casualidades. Joder, si es que fijo que había sido un aviso en plan "James, no sigas por ese camino, da media vuelta". Acabaría escribiendo el nombre de Ophelie en su libreta dedicada especialmente a aquellas personas a las que les debía algún tipo de venganza. Pero por el momento, su libreta tendría que esperar.
Se repuso de la sorpresa inicial y respondió su beso, moviendo una mano hasta su nuca para impedirle que apartara la cabeza. Coló su mano entre la estantería y el cuerpo de la joven, colocándola en su espalda para acercar su cuerpo al de él. Sonrió aún contra los otros labios en cuanto coló una mano bajo su camiseta, acariciando su piel levemente con la punta de los dedos. Abandonó sus labios, tras encontrar un lugar mejor para "torturar": su cuello. Lo besó detenidamente.
Supo entonces, por su pregunta, que había conseguido lo que buscaba. Confundirla. Una sonrisa oscura, de satisfacción, apareció poco a poco en su cara, mientras que sus ojos brillaban con diversión. La seguiría atormentando, haría que recordara ese día, que no pudiera dejar de pensar en él, que cada vez que pasara frente a la biblioteca recordara lo que había pasado y luego…Luego daría el golpe de gracia. Aceptaba para sí mismo que toleraba a Ophelie más de lo que había llegado a tolerar a nadie y por eso sentía que debía molestarla más a ella que a nadie.
James era extraño, una persona difícil de entender cuyos actos muchas veces carecían de sentido (por lo menos para los demás). Pero en realidad todo tenía su por qué. No quería que nadie confiara en él, no quería ser respetado, no quería ser adorado, no quería despertar sentimientos de ese tipo en los demás. Eso se decía a sí mismo siempre que se miraba al espejo. Pero en realidad era al contrario. Era él el que no quería encariñarse con nadie, no quería sentir compasión ni empatía por nadie que no fuera él mismo. Era un egoísta, siempre lo había sido. Si quería algo, lo cogía sin pensar en las consecuencias, en como se sentirían los demás. Buscaba siempre su propio beneficio o, en su defecto, perjudicar a los demás. Y era eso lo que intentaba ahora, y no le estaba saliendo del todo bien.
Su propio plan se volvió en su contra cuando abrió la boca para responder a su pregunta con alguno de sus mordaces comentarios y sus palabras murieron en su garganta, justo en el momento en el que los labios de Ophelie volvían a ponerse en contacto con los suyos por iniciativa de ella, no de él. ¿Sorprendido? Desde luego. Sus ojos se habían abierto con sorpresa y se quedó estático unos momentos, tratando de analizar la situación y buscar una solución posible, que no lo dejara mal. Joder, le ponía de los nervios que sus propios planes se volvieran en su contra. Se había chocado contra el buzón antes de entrar a la biblioteca y James no creía en las casualidades. Joder, si es que fijo que había sido un aviso en plan "James, no sigas por ese camino, da media vuelta". Acabaría escribiendo el nombre de Ophelie en su libreta dedicada especialmente a aquellas personas a las que les debía algún tipo de venganza. Pero por el momento, su libreta tendría que esperar.
Se repuso de la sorpresa inicial y respondió su beso, moviendo una mano hasta su nuca para impedirle que apartara la cabeza. Coló su mano entre la estantería y el cuerpo de la joven, colocándola en su espalda para acercar su cuerpo al de él. Sonrió aún contra los otros labios en cuanto coló una mano bajo su camiseta, acariciando su piel levemente con la punta de los dedos. Abandonó sus labios, tras encontrar un lugar mejor para "torturar": su cuello. Lo besó detenidamente.
James H. Downey- Villanos
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Re: ¿Alguna recomendación? (Libre)
Si alguien le hubiera dicho que iba a salir de la rutina, para encontrarse con James y no solo eso, sino que a su vez estuviera su cuerpo en contra una estantería, apresada por el cuerpo del hombre y que encima estuviera una mano acariciándole la piel debajo de su camiseta al mismo tiempo que besaba su cuello, jamás lo hubiera creído ni en un millón de años. Pero sí, estaba en esa situación, con emociones encontradas, ya que por una parte todo aquello que estaba haciendo el hombre, era algo que sólo se hubiera imaginado en sus sueños en el pasado, pero en ese momento y de esa manera tan repentina hacía que una parte de ella tuviera cierto rechazo.
¿Qué escogería?, ¿Dejarse llevar o parar la situación?, su pulso se estaba acelerando y había mordido sus labios, incluso sin darse mucha cuenta había cerrado los ojos, mientras dejaba que todas esas sensaciones se acumularan. Supuso que lo correcto era tratar de pararlo, además estaban en un lugar público... aunque la verdad era, que si caía en cuenta ese pasillo estaba solitario y la frente había otra estantería que bloqueaba la visión de muchos. Su respiración comenzaba a ser acortada y no sabía si provenía por los nervios de ser visto, porque tal vez era incorrecto lo que estaban haciendo o por el beso y caricias del hombre.
Al fin de cuentas, decidió por lo que era políticamente correcto: tenía que detener aquello, aunque por otra parte una muy profunda, el antagonista de su pepe grillo le decía lentamente que cayera en la tentación. ¿Cuando volvería a pasar otra vez algo como el estilo?, tenía que aprovechar. Aunque por otra parte, en su discusión mental, ella tiempo atrás quería ir dejando poco a poco esa situación que la perseguía y que ella misma se había encargado de hacer: su estilo de vida, tal liberal, tan pasional y tan vacío... lo quería dejar, sin embargo, aquella situación sin duda la ponía a prueba. ¿Seguir o no seguir? he ahí el gran dilema, aunque ya una parte de ella estaba un poco clara con su respuesta.
- No... - Dijo débilmente mientras mordía todavía más sus labios -No sigas.... - Consiguió completar con cierta dificultad. ¿Oponiendo resistencia?, realmente la única resistencia que había en el medio era la verbal, ya que ni siquiera se había dado cuenta que ni un empujón le había dado al hombre. Ese antagonista, completamente malicioso en su mente estaba deleitándose de todo eso; pero quizá la resistencia más grande de todas era a no dejar aflorar esa parte... no ahora, no en esos momentos
¿Qué escogería?, ¿Dejarse llevar o parar la situación?, su pulso se estaba acelerando y había mordido sus labios, incluso sin darse mucha cuenta había cerrado los ojos, mientras dejaba que todas esas sensaciones se acumularan. Supuso que lo correcto era tratar de pararlo, además estaban en un lugar público... aunque la verdad era, que si caía en cuenta ese pasillo estaba solitario y la frente había otra estantería que bloqueaba la visión de muchos. Su respiración comenzaba a ser acortada y no sabía si provenía por los nervios de ser visto, porque tal vez era incorrecto lo que estaban haciendo o por el beso y caricias del hombre.
Al fin de cuentas, decidió por lo que era políticamente correcto: tenía que detener aquello, aunque por otra parte una muy profunda, el antagonista de su pepe grillo le decía lentamente que cayera en la tentación. ¿Cuando volvería a pasar otra vez algo como el estilo?, tenía que aprovechar. Aunque por otra parte, en su discusión mental, ella tiempo atrás quería ir dejando poco a poco esa situación que la perseguía y que ella misma se había encargado de hacer: su estilo de vida, tal liberal, tan pasional y tan vacío... lo quería dejar, sin embargo, aquella situación sin duda la ponía a prueba. ¿Seguir o no seguir? he ahí el gran dilema, aunque ya una parte de ella estaba un poco clara con su respuesta.
- No... - Dijo débilmente mientras mordía todavía más sus labios -No sigas.... - Consiguió completar con cierta dificultad. ¿Oponiendo resistencia?, realmente la única resistencia que había en el medio era la verbal, ya que ni siquiera se había dado cuenta que ni un empujón le había dado al hombre. Ese antagonista, completamente malicioso en su mente estaba deleitándose de todo eso; pero quizá la resistencia más grande de todas era a no dejar aflorar esa parte... no ahora, no en esos momentos
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Re: ¿Alguna recomendación? (Libre)
Las cosas se le estaban yendo un poco de las manos, nunca mejor dicho. No pensaba en las consecuencias que tendría en sí mismo, prefería pensar en lo que pensaría ella. Muchas veces había deseado tener el poder de leer la mente, para leer la molestia, el odio que le dedicaban, esas maldiciones que los demás se molestaban en ocultar para quedar bien, para aparentar frente a él que no les importaba lo que hiciera, que sus venganzas no tenían la mínima repercusión en sus vidas. Él sabía que no era así, que por mucho que lo ocultaran lo odiaban y eso le encantaba. Era como si cada pensamiento de odio le diera fuerzas para seguir adelante. Y esta vez quería leerle la mente a Ophelie y regodearse frente a ella de lo que descubriera. No había nada que le gustara más, además de la propia venganza, que encontrarse con alguien que le diera quebraderos de cabeza como los que estaba teniendo ahora. Puede que no tuviera sentido, puesto que se enfadaba cuando las cosas no resultaban como él quería, pero disfrutaba con los retos.
No iba haciendo ese tipo de cosas, arrinconar a gente contra las estanterías, solamente para molestar. Como siempre, dejaba el contacto físico como último recurso (tan último que nunca había llegado a usarlo salvo para defenderse de otro ataque de las mismas características), concentrándose en la mente. Primero había hecho eso con ella, pero había llegado a un punto en el que se había dejado llevar. Si hubiera seguido intimidando con sus palabras, había logrado que la chica se hubiera largado de la biblioteca llorando, o por lo menos enfadada después de golpearle (o intentarlo). Ahora simplemente estaba en un punto en el que no sabía cuándo detenerse. A cada movimiento de su mano sabía que la confundía más, pero podría llegar al punto de dejarse llevar también y eso solo traería más problemas. Entonces se dio cuenta de que se estaba comiendo la cabeza por nada. Joder, a él le encantaban los problemas.
Rió levemente por sus palabras, ya que mientras que su boca decía una cosa, su cuerpo le decía otra bien distinta. Siguió a lo suyo, ignoró sus palabras hasta que escuchó un ruido a su lado. El ruido de unos libros golpear contra el suelo. Echó un vistazo en la dirección del sonido, descubriendo a alguien mirándolos con sorpresa, con las manos abiertas y los libros en el suelo. James arqueó una ceja y no quiso dejar pasar la oportunidad de complicarlo todo aún más. Volvió a atrapar la boca de Ophelie con la suya, besándola con brusquedad y luego la soltó, alejándose de ella. Devolvió la mirada a la persona que los había visto, pero ya no había nadie, solo quedaban los libros tirados en el suelo. Qué aburrido, había esperado poder hacer algún comentario divertido para él, molesto para los demás. Chasqueó la lengua y clavó sus ojos azules en los de la morena mientras se pasaba el dorso de la mano por la boca, limpiándosela como si le diera asco haberla tocado, cuando en realidad no era así.
-Ha sido…divertido.
No iba haciendo ese tipo de cosas, arrinconar a gente contra las estanterías, solamente para molestar. Como siempre, dejaba el contacto físico como último recurso (tan último que nunca había llegado a usarlo salvo para defenderse de otro ataque de las mismas características), concentrándose en la mente. Primero había hecho eso con ella, pero había llegado a un punto en el que se había dejado llevar. Si hubiera seguido intimidando con sus palabras, había logrado que la chica se hubiera largado de la biblioteca llorando, o por lo menos enfadada después de golpearle (o intentarlo). Ahora simplemente estaba en un punto en el que no sabía cuándo detenerse. A cada movimiento de su mano sabía que la confundía más, pero podría llegar al punto de dejarse llevar también y eso solo traería más problemas. Entonces se dio cuenta de que se estaba comiendo la cabeza por nada. Joder, a él le encantaban los problemas.
Rió levemente por sus palabras, ya que mientras que su boca decía una cosa, su cuerpo le decía otra bien distinta. Siguió a lo suyo, ignoró sus palabras hasta que escuchó un ruido a su lado. El ruido de unos libros golpear contra el suelo. Echó un vistazo en la dirección del sonido, descubriendo a alguien mirándolos con sorpresa, con las manos abiertas y los libros en el suelo. James arqueó una ceja y no quiso dejar pasar la oportunidad de complicarlo todo aún más. Volvió a atrapar la boca de Ophelie con la suya, besándola con brusquedad y luego la soltó, alejándose de ella. Devolvió la mirada a la persona que los había visto, pero ya no había nadie, solo quedaban los libros tirados en el suelo. Qué aburrido, había esperado poder hacer algún comentario divertido para él, molesto para los demás. Chasqueó la lengua y clavó sus ojos azules en los de la morena mientras se pasaba el dorso de la mano por la boca, limpiándosela como si le diera asco haberla tocado, cuando en realidad no era así.
-Ha sido…divertido.
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Re: ¿Alguna recomendación? (Libre)
Parecía que sus actos le ganaban a sus palabras, así que ¿Así terminaba el día?, esperaba por lo mínimo que al menos fuera bueno en eso, porque de verdad no quería salir de la biblioteca y después cada quien a su casa. Siguió deleitándose o al menos eso era lo que ella pensaba, ya que a la final ese antagonista de pepe grillo le ganó y de cierta forma, había una adolescente dentro de ella que estaba gritando: ¡Sí, lo logré estoy con Loki! pero pobre de ella que no sabía la verdadera razón del motivo por la cual estaba así.
Pero había un ligero problema, sentía que nada más estaba enfocándose en el cuello y no había algo más de movimientos de sus manos en esa parte... ella ya había conocido a otros chicos que estando en aquella circunstancia, ya le habrían arrancando la camisa. Esa fue su primera alerta. La segunda alerta fue que de la nada escuchó unos pasos cerca de ella, para posterior un golpe que suponía que seguramente se había caído un libro y ahí estaba el golpe final: de repente lo que venía haciendo de manera "sutil", de pronto se convirtió en algo más agresivo, convirtiéndose en el beso más rudo que le han dado jamás.
Y así como vino... se fue. Ya no había más espectáculo que dar, por sí, se había dado cuenta que lo último fue una exhibición a lo que pudo ser alguien que miró en un mal momento en donde estaban, por los libros que había dejado tirado en el piso sin motivo alguno. Miró los libros y luego lo miró a él, limpiándose la boca como si ella estuviera infectada de algo o su boca tuviera un sabor a cebolla. Inevitablemente le miró de mala gana, ya antes le había molestado, sacado el quicio, pero lo que le había hecho en ese momento había superado todos los límites. Apretó el puño y se sintió mal de ser tan ingenua en un principio.
Si lo que tanto quería una venganza. Venganza le iba a dar. No le costó ni dos segundos pensar en aquello, por lo que su semblante cambió a uno más ameno pero por pura actuación, para luego resplandecer en una mirada pícara.
- ¿Y por qué no terminamos lo que hemos empezado? - Le dijo mientras le dirigió una sonrisa sensual y se fue acercando a él lentamente - Quiero decir... si tanto detestas esta biblioteca, ¿Por qué no hacemos algo con lo que recordarán toda su vida? - Y tras eso le tocó el dorso lentamente una vez estado cerca de él, para a su vez desabotonarse la camisa a un punto en que el brasier se le veía perfectamente. Esperaba que le siguiera el juego, ya que en teoría, ella estaba hablando "su idioma". Solo esperaba darle ella el golpe de gracia al final.
Pero había un ligero problema, sentía que nada más estaba enfocándose en el cuello y no había algo más de movimientos de sus manos en esa parte... ella ya había conocido a otros chicos que estando en aquella circunstancia, ya le habrían arrancando la camisa. Esa fue su primera alerta. La segunda alerta fue que de la nada escuchó unos pasos cerca de ella, para posterior un golpe que suponía que seguramente se había caído un libro y ahí estaba el golpe final: de repente lo que venía haciendo de manera "sutil", de pronto se convirtió en algo más agresivo, convirtiéndose en el beso más rudo que le han dado jamás.
Y así como vino... se fue. Ya no había más espectáculo que dar, por sí, se había dado cuenta que lo último fue una exhibición a lo que pudo ser alguien que miró en un mal momento en donde estaban, por los libros que había dejado tirado en el piso sin motivo alguno. Miró los libros y luego lo miró a él, limpiándose la boca como si ella estuviera infectada de algo o su boca tuviera un sabor a cebolla. Inevitablemente le miró de mala gana, ya antes le había molestado, sacado el quicio, pero lo que le había hecho en ese momento había superado todos los límites. Apretó el puño y se sintió mal de ser tan ingenua en un principio.
Si lo que tanto quería una venganza. Venganza le iba a dar. No le costó ni dos segundos pensar en aquello, por lo que su semblante cambió a uno más ameno pero por pura actuación, para luego resplandecer en una mirada pícara.
- ¿Y por qué no terminamos lo que hemos empezado? - Le dijo mientras le dirigió una sonrisa sensual y se fue acercando a él lentamente - Quiero decir... si tanto detestas esta biblioteca, ¿Por qué no hacemos algo con lo que recordarán toda su vida? - Y tras eso le tocó el dorso lentamente una vez estado cerca de él, para a su vez desabotonarse la camisa a un punto en que el brasier se le veía perfectamente. Esperaba que le siguiera el juego, ya que en teoría, ella estaba hablando "su idioma". Solo esperaba darle ella el golpe de gracia al final.
Ophelie A. Haine- Humanos
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Re: ¿Alguna recomendación? (Libre)
Era sorprendente como con detalles tan simples era capaz de ofender a la gente. Con el simple gesto de limpiarse la boca había logrado molestar a Ophelie, se veía en su rostro. Y quería más de esa molestia o en su defecto esa sorpresa que había sentido momentos atrás, cuando la había apretado contra la estantería. La ingenuidad de los demás fomentaba su comportamiento, las miradas de la morena y su actitud fomentaban sus deseos de repetir las cosas o de buscar nuevas con las que seguir torturándola. La miró con una ceja alzada, y con las manos cruzadas sobre el pecho, su repentino cambio de actitud. ¿Extraño? Más que eso. El sentimiento de desconfianza resurgía en él, pero no se movió, se limitó a observar como siempre hacía. Tramaba algo, por supuesto que tramaba algo. Pero su curiosidad es tan inmensa que prefiere descubrirlo por sí mismo antes que marcharse. La mira muy serios, mira su mano tocándolo y luego la mira a ella, desabotonándose la camisa como si de una escena a cámara lenta se tratara. Se pasa la lengua por los labios, humedeciéndoselos.
Sabe que trama algo, joder, lo sabe. Pero aún así es un hombre, no puede evitar caer. En cualquier otro momento, con apartarla, con hacerla a un lado bastaría, pero después de haberla tocado, de haberla arrinconado contra la estantería le resulta prácticamente imposible. Sabe que va a caer, lo tiene claro y en estos momentos no le importa. Lo único que le importa es que la odia a ella, a sí mismo y a todo el mundo. Odia también la biblioteca y a la gente por no pasar justo en ese momento para verla a ella así, verlos a ambos e interrumpir lo que sea que trama Ophelie. La mira sin disimulo alguno hasta volver a colocar sus manos sobre ella, en sus caderas por dentro de la camisa. Acaricia su espalda, su pecho a medida que sus labios vuelven a apoderarse de los de ella.
Se arrepentirá más tarde, está seguro. Pero su mente dice una cosa, que se aleje corriendo de ese lugar, y su cuerpo dice otra bien distinta. Y mientras su mente trata de hacer entrar en razón a su cuerpo, este pasa olímpicamente y sigue a lo suyo, dejándose llevar por sus instintos más pobres y primitivos.
Sabe que trama algo, joder, lo sabe. Pero aún así es un hombre, no puede evitar caer. En cualquier otro momento, con apartarla, con hacerla a un lado bastaría, pero después de haberla tocado, de haberla arrinconado contra la estantería le resulta prácticamente imposible. Sabe que va a caer, lo tiene claro y en estos momentos no le importa. Lo único que le importa es que la odia a ella, a sí mismo y a todo el mundo. Odia también la biblioteca y a la gente por no pasar justo en ese momento para verla a ella así, verlos a ambos e interrumpir lo que sea que trama Ophelie. La mira sin disimulo alguno hasta volver a colocar sus manos sobre ella, en sus caderas por dentro de la camisa. Acaricia su espalda, su pecho a medida que sus labios vuelven a apoderarse de los de ella.
Se arrepentirá más tarde, está seguro. Pero su mente dice una cosa, que se aleje corriendo de ese lugar, y su cuerpo dice otra bien distinta. Y mientras su mente trata de hacer entrar en razón a su cuerpo, este pasa olímpicamente y sigue a lo suyo, dejándose llevar por sus instintos más pobres y primitivos.
Última edición por James H. Downey el Miér Ago 29, 2012 3:47 pm, editado 1 vez
James H. Downey- Villanos
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Re: ¿Alguna recomendación? (Libre)
Sonrió airosa y con unos ojos llenos de malicia, cuando vio como el hombre simplemente no podía decir que no a la oferta. Los hombres podían ser ingenieros, boxeadores o astrofísicos si así lo desean, pero en su mayoría tenían un talón de Aquiles que si se sabía como jugarlo, caían ipso facto. Muy a pesar del recelo que tenían las otras féminas del pueblo, ella de verdad no era del tipo que necesitaba doblegar a los otros con sus deseos, ni siquiera influirlos por algún capricho que tenía. Si ella le seguía esa fama, era por pensamientos liberales y hartos de decepciones amorosas... y era por eso... por el simple sentimentalismo que hacía a todos flotar, no por tener ninguna otra intención entre manos. Sin embargo, se podía contar que era la primera vez que quería lograr algo usando su cuerpo, se mostraba un tanto rencorosa ya que nadie le había humillado de tal manera... bueno, la verdad, no se podía contemplar como humillación exactamente, pero el sentimiento de que había sido usada otra vez hacía que ardiera Troya en ella.
Así que ¿Por qué no darle de un poco de su medicina?, lo cual resultaba irónico porque él era Médico Forense. Por lo que ahí estaban, nuevamente rozando sus labios, mientras una de las manos del médico pasaba por su pecho de manera furtiva. Nunca había disfrutado la delicia de ese placer vengativo y... le gustaba... pero nada más con él ya que había generado cierta dinámica enfermiza. Se separó de sus labios y le miró con mucha picardía. Sí, había tomado una decisión que se divertiría un rato con él, al fin y al cabo eso era lo que quería desde hace mucho tiempo atrás y bien sea por la adrenalina o por las ganas de hacer un giro, hacía que no le importara el resto.
Tomó su mano, que estaba explorando su pecho y la guió hasta su boca, donde besó la palma de una manera suave, por lo que tras una mirada que hacía que saltara chispas, le sonrió. No era una sonrisa como ninguna otra que Felle antes había dado, puesto que no era las típicas de cortesía o de esas esporádicas de alegría, no. Era de esas que se alumbraban por la picardía y sus ojos reflejaban tanta malevolencia que no se distinguía muy bien la expresión en su rostro de ambas.
Frotó su dedo índice para luego meterlo en su boca y chuparlo lentamente, como si se tratara de algún caramelo, jugaba con su lengua de manera provocativa y transmitía el mensaje en ese pequeño dedo que era conocido por ser severo dando órdenes. Le mordió un poco y su cuerpo fue acercándose mucho más, hasta quedar a escasos centímetros. Una de sus piernas, rozó con las del hombre mientras subía lentamente en un costado hasta su cadera; una vez que le había rozado en su costado externo, repitió lo mismo pero de manera interna, para que su rodilla quedara justamente en su entrepierna. Le miró e hizo una expresión de la que no sabía, nada más para seguir provocando. Siguió rozando deliberadamente su entrepierna con su rodilla y con eso, con la mano que le quedaba libre al hombre la guió por dentro de su brasier. Tras eso, le dio otro beso esta vez más apasionado, más intenso, mordiendo su labio inferior con ferocidad; ya no había vuelta atrás al asunto: Hoy en su cena había un médico forense.
Así que ¿Por qué no darle de un poco de su medicina?, lo cual resultaba irónico porque él era Médico Forense. Por lo que ahí estaban, nuevamente rozando sus labios, mientras una de las manos del médico pasaba por su pecho de manera furtiva. Nunca había disfrutado la delicia de ese placer vengativo y... le gustaba... pero nada más con él ya que había generado cierta dinámica enfermiza. Se separó de sus labios y le miró con mucha picardía. Sí, había tomado una decisión que se divertiría un rato con él, al fin y al cabo eso era lo que quería desde hace mucho tiempo atrás y bien sea por la adrenalina o por las ganas de hacer un giro, hacía que no le importara el resto.
Tomó su mano, que estaba explorando su pecho y la guió hasta su boca, donde besó la palma de una manera suave, por lo que tras una mirada que hacía que saltara chispas, le sonrió. No era una sonrisa como ninguna otra que Felle antes había dado, puesto que no era las típicas de cortesía o de esas esporádicas de alegría, no. Era de esas que se alumbraban por la picardía y sus ojos reflejaban tanta malevolencia que no se distinguía muy bien la expresión en su rostro de ambas.
Frotó su dedo índice para luego meterlo en su boca y chuparlo lentamente, como si se tratara de algún caramelo, jugaba con su lengua de manera provocativa y transmitía el mensaje en ese pequeño dedo que era conocido por ser severo dando órdenes. Le mordió un poco y su cuerpo fue acercándose mucho más, hasta quedar a escasos centímetros. Una de sus piernas, rozó con las del hombre mientras subía lentamente en un costado hasta su cadera; una vez que le había rozado en su costado externo, repitió lo mismo pero de manera interna, para que su rodilla quedara justamente en su entrepierna. Le miró e hizo una expresión de la que no sabía, nada más para seguir provocando. Siguió rozando deliberadamente su entrepierna con su rodilla y con eso, con la mano que le quedaba libre al hombre la guió por dentro de su brasier. Tras eso, le dio otro beso esta vez más apasionado, más intenso, mordiendo su labio inferior con ferocidad; ya no había vuelta atrás al asunto: Hoy en su cena había un médico forense.
Ophelie A. Haine- Humanos
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Re: ¿Alguna recomendación? (Libre)
Se repetía a sí mismo que no debía fiarse de las personas y de las mujeres mucho menos. Decepción tras decepción, cabreo tras cabreo, odio y más odio y nunca tenía suficiente. Algo tramaba, lo sospechaba y lo supo cuando la vio sonreír. ¿En qué lío se había metido? No, mejor en qué lío iba a meterse porque no pensaba dejarse amedrentar y quedar como un cobarde, pero tampoco quería que Ophelie lo dejara en ridículo más adelante. ¿Qué hacer? En realidad era fácil, si iba a quedar mal de ambas formas, mejor quedar mal tras aprovecharse un poco, ¿no? Tenía claro que todo aquello lo vería más adelante como algo más en su vida, ¿pero para Ophelie sería así? Quería que se sintiera "atormentada" al entrar a la biblioteca, que lo recordara cada vez que entrara. Y reírse de ella, por supuesto. Si lo olvidaba, se encargaría de recordárselo. Y si hubiera gente delante, escuchando, mucho mejor.
Alzó una ceja cuando tomó su mano, pero no se lo impidió, más bien la dejó "boba" para descubrir lo que planeaba hacer con ella. Hizo rodar los ojos cuando la besó, tratando de molestar por un gesto tan…¿ridículo? Sí, esa era la palabra. Apretó los dientes con fuerza cuando la vio sonreír así, un gesto que hasta entonces no había visto en ella, pero no se sintió para nada intimidado, más bien divertido. La curiosidad por saber sus planes, su siguiente movimiento le quemaba por dentro. Pero en cuanto se metió su dedo en la boca, aguantó la respiración sin darse cuenta y tragó duro, pillado ligeramente por sorpresa. Si eso era una venganza, lo estaba haciendo bien. Demasiado bien. Recordó volver a respirar, pero su boca se había abierto ligeramente y la miraba a los ojos.
Era claramente una provocación y para él, además, una declaración de guerra. Se repuso, aclarándose la garganta e hizo rodar los ojos, quitándole importancia. Pero de nuevo volvía a la carga, sin dejar que se recuperara del primer asalto. Hizo una mueca acompañada de un siseo cuando su rodilla llegó hasta su entrepierna. Joder, con lo inocente que había parecido cuando se había echado a llorar. Jadeó contra sus los labios de ella y la pegó más a él con una mano. Y así había comenzado el mayor desastre del día. Todo había acabado volviéndose en su contra.
Alzó una ceja cuando tomó su mano, pero no se lo impidió, más bien la dejó "boba" para descubrir lo que planeaba hacer con ella. Hizo rodar los ojos cuando la besó, tratando de molestar por un gesto tan…¿ridículo? Sí, esa era la palabra. Apretó los dientes con fuerza cuando la vio sonreír así, un gesto que hasta entonces no había visto en ella, pero no se sintió para nada intimidado, más bien divertido. La curiosidad por saber sus planes, su siguiente movimiento le quemaba por dentro. Pero en cuanto se metió su dedo en la boca, aguantó la respiración sin darse cuenta y tragó duro, pillado ligeramente por sorpresa. Si eso era una venganza, lo estaba haciendo bien. Demasiado bien. Recordó volver a respirar, pero su boca se había abierto ligeramente y la miraba a los ojos.
Era claramente una provocación y para él, además, una declaración de guerra. Se repuso, aclarándose la garganta e hizo rodar los ojos, quitándole importancia. Pero de nuevo volvía a la carga, sin dejar que se recuperara del primer asalto. Hizo una mueca acompañada de un siseo cuando su rodilla llegó hasta su entrepierna. Joder, con lo inocente que había parecido cuando se había echado a llorar. Jadeó contra sus los labios de ella y la pegó más a él con una mano. Y así había comenzado el mayor desastre del día. Todo había acabado volviéndose en su contra.
James H. Downey- Villanos
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Re: ¿Alguna recomendación? (Libre)
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No sabía como expresar la sensación de victoria que le invadía en ese momento. Pudo notar ese cambio en la respiración y a sus adentros se regodeaba del olor a la victoria. Si, tal vez un deje de consciencia le decía que se estaba tomando las cosas con un poquito de radicalismo, pero la verdad, era que algo en el hombre le hacía que accionara un punto dentro de ella que le decía "Hasta aquí, no más abusos", así que simplemente seguiría con su contraataque y la verdad, no le importaría el resto.
Así que prosiguió con lo suyo. Estaba más que segura que ella disfrutaba más de lo que le hacía a él, que lo que él sentía por lo que le hacía ella. Su recién malicia encontrada le encantaba jugar de esa manera, y la verdad era que no sabía cuan malvada podía ser. Su rodilla de esa forma subió un poco más haciendo más presión en su entrepierna, pero no una presión que duele, sino esa presión que separa el estar calmado a entrar en cierta desesperación por quitarse la ropa. Si, Felle tenía sus tácticas y estaba dispuestas en utilizarlas todas y cada una de ellas si era completamente necesario.
Le dirigió una mirada traviesa, una vez que habían separados sus labios. Mordió su labio inferior a su vez, con deseo y miró hacia abajo, donde yacía su mano tocando su pecho, para luego volverle a dirigir la mirada de frente; por lo que sin quitarle los ojos de encima, sus manos se hicieron para atrás, para quitarse el broche de su brasier. Sus labios se curvaron una vez más. Claro, que para quitarse completamente su ropa íntima superior, tenía que quitarse la camisa primero... pero no, ella no iba a hacerlo de la manera convencional, así que quitó las tiras que van sujetadas en sus copas, que hasta los momentos reposaban con tranquilidad en sus hombros y que ahora, ya sin el sostén de las tiras, las copas estaban tan vulnerables a caerse con tan solo el soplido del viento. Pero no le iba a dar la satisfacción de que se cayera por inercia, por lo que tomó la punta con sus dedos y tiró el brasier, así como también las tiras a un lado, exponiendo finalmente su pecho ante él.
Le miró una vez más con malicia y jugueteó con su pecho delante de él solo para provocarle un poco más, para después guiar las manos del hombre hacia sus senos. Las manos escurridizas de Felle, por consiguiente, siguieron rozando el pecho del hombre, pero cada vez estas bajaban más, al tiempo que su rodilla lo hacía igual. Ahora era sus manos que acariciaban la entrepierna del hombre, esperando que la tela le rozara lo suficiente para esperar la reacción indicada. Estaba segura que su plan quedaría a la perfección, solo era cuestión de esperar un poco más.
Ophelie A. Haine- Humanos
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Re: ¿Alguna recomendación? (Libre)
Se sentía tan contra la espada y la pared, aunque más bien contra la estantería y Ophelie, que lo detestaba. Sentirse arrinconado, sin opción, sometido. Asco, sentía mucho asco hacia sí mismo, hacia su cuerpo. Las mujeres sólo traían problemas y Ophelie era solo una mas aunque al mirarla sintiera que la conocía más de lo que conocía a cualquier otra. Y ese era el problema. No quería conocer a nadie, solamente lo necesario para tener grandes venganzas, venganzas que trajeran mucho dolor para la otra persona y una gran satisfacción para sí mismo. Y ahora sólo sentía que las tornas se habían cambiado. No se estaba muriendo de dolor, joder claro que no, tampoco sentía miedo, pero sí que odiaba a la morena. Y ella disfrutaba, se veía en su mirada, en esa estúpida sonrisa que gustosamente le arrancaría de la cara. Y si era de un bocado, mejor.
El estómago se le encogió y se le escapó un jadeo que no pudo controlar cuando hizo más presión. Sabía dónde joder, sin duda y él a sabiendas de que debía apartarse, era incapaz de hacerlo. Que le enfrentaran siempre le había gustado. Había comenzado un tira y afloja y Ophelie simplemente había respondido. En realidad había obtenido lo que debía, lo que él mismo se había gustado. ¿Pero por eso iba a dejar de quejarse? No, claro que no. Siempre sería culpa de ella. Por caer, por no soportar sus provocaciones. La tonta era ella, no él. Se mordió la lengua, dispuesto a no caer, a hacer que se esforzara más por verlo desesperado. Si es que lograba hacerlo. James podía tener mucho aguante, podía hacerse mucho de rogar. Y eso pensaba hacer.
Y sin embargo, toda su decisión, su determinación, se fue a la mierda cuando la tuvo medio desnuda frente a él. Eso era juego sucio, muy sucio. Ni siquiera se molestaba en ocultar que lo hacía para provocar. Tal como hubiera hecho él. No dudaba en que ella fuera una mujer con carácter, pero aún así pensó que algo de lo que hacía lo había aprendido de él. Cerró los ojos cuando la vio jugar e inspiró profundamente, pero cuando su mano fue llevada hasta ahí, los abrió y siguió acariciando por su cuenta, apretando levemente, toqueteando sin ningún tipo de vergüenza. Abrió los ojos levemente sorprendido y tragó duro, desviando la mirada hacia sus pantalones, allí donde ella le tocaba. Mierda. Se le escapó un jadeo de sorpresa del que se recuperó rápidamente. Ya se le hacía imposible respirar simplemente por la nariz, por lo que prácticamente jadeaba cuando llevó una de sus manos hasta colocarla sobre las de ella, apretándolas más contra él.
El estómago se le encogió y se le escapó un jadeo que no pudo controlar cuando hizo más presión. Sabía dónde joder, sin duda y él a sabiendas de que debía apartarse, era incapaz de hacerlo. Que le enfrentaran siempre le había gustado. Había comenzado un tira y afloja y Ophelie simplemente había respondido. En realidad había obtenido lo que debía, lo que él mismo se había gustado. ¿Pero por eso iba a dejar de quejarse? No, claro que no. Siempre sería culpa de ella. Por caer, por no soportar sus provocaciones. La tonta era ella, no él. Se mordió la lengua, dispuesto a no caer, a hacer que se esforzara más por verlo desesperado. Si es que lograba hacerlo. James podía tener mucho aguante, podía hacerse mucho de rogar. Y eso pensaba hacer.
Y sin embargo, toda su decisión, su determinación, se fue a la mierda cuando la tuvo medio desnuda frente a él. Eso era juego sucio, muy sucio. Ni siquiera se molestaba en ocultar que lo hacía para provocar. Tal como hubiera hecho él. No dudaba en que ella fuera una mujer con carácter, pero aún así pensó que algo de lo que hacía lo había aprendido de él. Cerró los ojos cuando la vio jugar e inspiró profundamente, pero cuando su mano fue llevada hasta ahí, los abrió y siguió acariciando por su cuenta, apretando levemente, toqueteando sin ningún tipo de vergüenza. Abrió los ojos levemente sorprendido y tragó duro, desviando la mirada hacia sus pantalones, allí donde ella le tocaba. Mierda. Se le escapó un jadeo de sorpresa del que se recuperó rápidamente. Ya se le hacía imposible respirar simplemente por la nariz, por lo que prácticamente jadeaba cuando llevó una de sus manos hasta colocarla sobre las de ella, apretándolas más contra él.
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