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¿Y ahora cual escojo? (Privado)
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¿Y ahora cual escojo? (Privado)
Era tarde. Más tarde de lo que me hubiera gustado, tenía que reconocerlo, pero me había pasado todo el día en el hospital y no había tenido ni un momento libre, aunque la verdad es que me encantaba estar allí. Era una buena forma de pasar el día, me gustaba ayudar. Sobre todo cuando me tocaba estar en la planta de los niños y me dedicaba a contarles cuentos. Adoraba la carita que se les ponía cuando el malo de la historia hacía algo contra los protagonistas. Era como si temieran que se fuera a hacer realidad su plan malvado y ellos no pudieran hacer nada para evitarlo. Entonces yo continuaba relatando y cuando el bien triunfaba sobre el mal la sonrisa de los niños crecía en sus labios y todos reían, contentos. Esa era una de las sensaciones más bonitas que experimentaba a lo largo de a semana, por lo que me encantaba el día que me tocaba con los niños.
Pero volvamos al tema principal. Era tarde. No quedaba mucho más de una hora para que cerraran la biblioteca y yo tenía que ir a por un libro nuevo. Pero la verdad es que había salido demasiado tarde del hospital, se me había echado el tiempo encima, por lo que ahora iba corriendo por las calles de StoryBrooke, intentando ganar algunos minutos para así poder estar más tiempo perdida entre libros. ¿Había acaso algo mejor? No. Estaba segura de que no. Puede que alguno me considerara rara, pero a mí me gustaba la tranquilidad de la biblioteca, el olor de los libros y el silencio que allí se respiraba. Me servía para desconectar Además siempre podía llevarme un libro nuevo y leerlo. Y eso era una de las mejores cosas.
Entré en la biblioteca y le dediqué una sonrisa a la bibliotecaria, la cual me correspondió, quizás porque estaba acostumbrada a encontrarme a esas horas en el edificio. Debía de reconocer que tenía paciencia, mucha paciencia. Coloqué a un lado mi melena y me aventuré por los pasillos del lugar, repletos de estanterías con muchos, muchísimos libros. Mordí mi labio inferior. No sabía cuál escoger. Había demasiados como para decidirme. Ni siquiera sabía por que género me inclinaba más. ¿Romántica quizás? No lo sabía. Me encogí de hombros y acaricié con la yema de mis dedos los lomos de aquellos que tenía a alcance. -¿Y ahora cual escojo?-pregunté en apenas un susurro.
Pero volvamos al tema principal. Era tarde. No quedaba mucho más de una hora para que cerraran la biblioteca y yo tenía que ir a por un libro nuevo. Pero la verdad es que había salido demasiado tarde del hospital, se me había echado el tiempo encima, por lo que ahora iba corriendo por las calles de StoryBrooke, intentando ganar algunos minutos para así poder estar más tiempo perdida entre libros. ¿Había acaso algo mejor? No. Estaba segura de que no. Puede que alguno me considerara rara, pero a mí me gustaba la tranquilidad de la biblioteca, el olor de los libros y el silencio que allí se respiraba. Me servía para desconectar Además siempre podía llevarme un libro nuevo y leerlo. Y eso era una de las mejores cosas.
Entré en la biblioteca y le dediqué una sonrisa a la bibliotecaria, la cual me correspondió, quizás porque estaba acostumbrada a encontrarme a esas horas en el edificio. Debía de reconocer que tenía paciencia, mucha paciencia. Coloqué a un lado mi melena y me aventuré por los pasillos del lugar, repletos de estanterías con muchos, muchísimos libros. Mordí mi labio inferior. No sabía cuál escoger. Había demasiados como para decidirme. Ni siquiera sabía por que género me inclinaba más. ¿Romántica quizás? No lo sabía. Me encogí de hombros y acaricié con la yema de mis dedos los lomos de aquellos que tenía a alcance. -¿Y ahora cual escojo?-pregunté en apenas un susurro.
Nereida A. Mellington- Humanos
- Soy : Wendy Darling
Mensajes : 119
Empleo /Ocio : Estudiante
Fecha de inscripción : 26/06/2012
Re: ¿Y ahora cual escojo? (Privado)
Salir en las noches, si, era algo que no podía fallar por lo menos algunas veces a la semana para el escritor. Bien sabía que el estilo de algunos colega era diametralmente el contrario, que preferían enclaustrarse yendo a una cabaña en medio del bosque o sino viajar a una playa lejana, casi inaccesible y desolada para encontrar en esa paz a la musa de la inspiración.
Tomas en cambio simplemente no funcionaba de esa manera. El necesitaba el aire, necesitaba salir y ver que era lo que el mundo le decía, mensajes que él siempre había sabido interpretar bastante bien por lo que a su manera de ver, había una aventura en todo lo que le rodeaba y el conjunto de las cosas inesperadas y emocionantes estaban ahí, a su alcance, que solo tenía que buscar con un poco más de cuidado.
Y era eso, salir por las noches y ver qué era lo que se le ocurría hacer sin tener un plan previo. Seguro que si sus lectores y fans de sus libros supieran un poco de aquellas ideas lo tildarían de poseedor esa excentricidad con la que se suele asociar a los escritores y artistas… o quizás no. Era cuestión de perspectivas, pero así, fuera cual fuera la opción Tomas no tenía la menor intención de modificar sus gustos por nadie. Salió de su casa y empezó a caminar. Un cigarro, el encendedor y su abrigo era lo único que lo acompañaba además de su billetera, claro está.
Empezó a caminar pero dudando mentalmente de hacia donde quería ir. Un café, un trago, buscar compañía… Pero luego se le ocurrió algo interesante y que realmente no había hecho desde hace bastante tiempo. Ir a la biblioteca y ver como era el estado de sus libros, ver cuantas personas lo habían leído y se lo habían llevado a casa.
Podía ser que fuera una cosa más relacionada con su ego que con el real interés por la popularidad de los lectores pero ese era un “juego” que había empezado cuando recién empezaba su carrera como escritor y que acostumbraba hacer cada vez que salía una nueva edición o la secuela de alguna serie de sus libros, ya sea del sector de cuentos y fantasía que escribía o el público más adulto que prefería la prosa erótica que el les brindaba.
Era eso y además que el ambiente de la biblioteca siempre le había gustado. Tranquilo, agradable, gente leyendo inmersa en los mundos imaginarios creados en sus mentes, era genial, realmente era un tipo de entretenimiento del mas puro. Así entró en la biblioteca pasando por los pasillos y demás. No había mucha gente pero era algo que se podía esperar por la hora en la que se encontraba así que paseó por allí sin tener en mente la idea de encontrarse a alguien, hecho que cambiaría de un momento a otro cuando vio una silueta femenina de una muchacha.
Tomas intrigado y sonriente por ver a una chica allí ,y casi de su edad, se acercó animado y casi travieso. Le parecía singular los gustos de la chica, la mayoría debía estar bebiendo, con los amigos, en la computadora o viendo televisión.
Pero tuvo la corazonada que eran parecidos en ese sentido, que a ella también le gustaba la lectura y los libros tanto como a él.
-Quizás yo te puedo ayudar, ¿como qué te apetece leer? Hay mucho y se que puede ser complicado, pero vamos, con ayuda se hace más fácil ¿no?-
Le sonrió mientras le decía aquello llegando en el momento justo en el que ella había hecho la pregunta al aire, casi al destino y podía ser que este lo había llevado allí en ese preciso momento. Esperaba que no le pareciera raro el ofrecimiento espontáneo y podía ser que ella lo reconociera, pero eso lo sabría cuando ella respondiera. No dejó de sonreírle.
Tomas H. Olsson*- Héroes
- Soy : Peter Pan / Escritor
Mensajes : 45
Fecha de inscripción : 28/06/2012
Re: ¿Y ahora cual escojo? (Privado)
La biblioteca estaba casi desierta. No había ni un alma, a excepción de la encargada y poca gente más, pero a mí no me importaba. Al revés, prefería que estuviera así porque eso significaba menos agobio y poder pasear entre las estanterías tranquila, a mi marcha. Tal vez por eso era por lo que me gustaba ir a última hora, cuando ya no había nadie.
Perderme. Eso es lo que me gustaba hacer. Perderme entre páginas y páginas con cientos de historias que hicieran volar mi imaginación, ya que no podía abandonar StoryBrooke y viajar por el trabajo de mis padres. Por eso me gustaba tanto leer, porque me servía para descubrir mil y una cosas y vivir mil y una aventuras. Mordí mi labio inferior y ladeé ligeramente la cabeza, dejando que se me cayeran algunos mechones de forma desordenada por mi espalda.
Muchos de los libros que había leído habían salido de aquí. Este era uno de los lugares que más me gustaban y, por decirlo de alguna manera, mi pequeño gran refugio. El lugar al que iba cuando necesitaba estar sola, cuando necesitaba desconectar o simplemente cuando necesitaba buscar un nuevo viaje. Quizás la historia de un huérfano o de un príncipe. Puede que uno de esos en los que la chica está en apuros y un valeroso caballero arriesga la vida para salvarla...¿algo cursi? Puede ser, pero...¿qué le iba a hacer si me gustaban las historias así?
O también podría buscar una historia triste o de fantasía...o cualquier otro género. La verdad es que habían muchos y muy variados y no estaba segura de decantarme por uno en concreto. Otras veces había venido a por un libro en concreto o ya tenía una idea más o menos clara de lo que me apetecía leer, pero sin embargo esta vez no era así. Simplemente quería un nuevo libro. Eso es lo único que tenía claro.
Tomé un libro de color rojo y comencé a echarle un vistazo. Las hojas eran bastante amarillas por lo que debía ser antiguo o estar bastante usado, fuera como fuera...no llamaba demasiado mi atención. Podía ser que la portada fuera preciosa, a pesar de estar algo descolorida, pero la sinopsis y lo que pude ver no acababan de llamar mi atención. Científico. O demasiado complicado. Yo quería un libro sobre alguna historia, no un ensayo. Suspiré y puse los ojos en blanco para después dejarlo en su sitio y seguir curioseando.
Y entonces una voz me sorprendió y no pude evitar que un grito escapara de mis labios. Enseguida me llevé la mano a la boca para evitar que saliera ni un sonido más y miré a mi alrededor, por si le había molestado a alguien, pero el sitio estaba tan vacío que pareció que no fue así. Suspiré aliviada y clavé mi mirada en el chico que me había hablado.
-Eh...gracias-le dije esbozando una sonrisa-El problema es que no estoy muy segura de qué leer. ¿Alguna recomendación?-le pregunté ampliando mi sonrisa y colocando un mechón de mi cabello tras mi oreja. Lo miré fijamente y alcé una ceja-Esto...¿nos conocemos?-le pregunté-Me resultas familiar
Perderme. Eso es lo que me gustaba hacer. Perderme entre páginas y páginas con cientos de historias que hicieran volar mi imaginación, ya que no podía abandonar StoryBrooke y viajar por el trabajo de mis padres. Por eso me gustaba tanto leer, porque me servía para descubrir mil y una cosas y vivir mil y una aventuras. Mordí mi labio inferior y ladeé ligeramente la cabeza, dejando que se me cayeran algunos mechones de forma desordenada por mi espalda.
Muchos de los libros que había leído habían salido de aquí. Este era uno de los lugares que más me gustaban y, por decirlo de alguna manera, mi pequeño gran refugio. El lugar al que iba cuando necesitaba estar sola, cuando necesitaba desconectar o simplemente cuando necesitaba buscar un nuevo viaje. Quizás la historia de un huérfano o de un príncipe. Puede que uno de esos en los que la chica está en apuros y un valeroso caballero arriesga la vida para salvarla...¿algo cursi? Puede ser, pero...¿qué le iba a hacer si me gustaban las historias así?
O también podría buscar una historia triste o de fantasía...o cualquier otro género. La verdad es que habían muchos y muy variados y no estaba segura de decantarme por uno en concreto. Otras veces había venido a por un libro en concreto o ya tenía una idea más o menos clara de lo que me apetecía leer, pero sin embargo esta vez no era así. Simplemente quería un nuevo libro. Eso es lo único que tenía claro.
Tomé un libro de color rojo y comencé a echarle un vistazo. Las hojas eran bastante amarillas por lo que debía ser antiguo o estar bastante usado, fuera como fuera...no llamaba demasiado mi atención. Podía ser que la portada fuera preciosa, a pesar de estar algo descolorida, pero la sinopsis y lo que pude ver no acababan de llamar mi atención. Científico. O demasiado complicado. Yo quería un libro sobre alguna historia, no un ensayo. Suspiré y puse los ojos en blanco para después dejarlo en su sitio y seguir curioseando.
Y entonces una voz me sorprendió y no pude evitar que un grito escapara de mis labios. Enseguida me llevé la mano a la boca para evitar que saliera ni un sonido más y miré a mi alrededor, por si le había molestado a alguien, pero el sitio estaba tan vacío que pareció que no fue así. Suspiré aliviada y clavé mi mirada en el chico que me había hablado.
-Eh...gracias-le dije esbozando una sonrisa-El problema es que no estoy muy segura de qué leer. ¿Alguna recomendación?-le pregunté ampliando mi sonrisa y colocando un mechón de mi cabello tras mi oreja. Lo miré fijamente y alcé una ceja-Esto...¿nos conocemos?-le pregunté-Me resultas familiar
Nereida A. Mellington- Humanos
- Soy : Wendy Darling
Mensajes : 119
Empleo /Ocio : Estudiante
Fecha de inscripción : 26/06/2012
Re: ¿Y ahora cual escojo? (Privado)
Supo que la había asustado un poco cuando el curioso y simpático gritillo salió de sus labios y hasta hizo un poco de eco por lo vacía que esta la biblioteca en ese momento. Pero nadie dijo nada ni tampoco se quejaban, esa era una de las tantas ventajas de ir algo tarde cuando parecía que solamente el alma de los libros y los personajes de los cuentos e historias eran los que habitaban por aquellos pasillos.
Ni siquiera la señora encargada de la atención musitó queja alguna o quizás el típico “shhh” exclamado por lectores molestos, aparentemente no había nadie más que la chica y Tomas, que estaba realmente contento de haberla encontrado y no quedar en la más absoluta de las soledades en ese momento. No, había alguien con quien poder entablar una interesante tertulia.
Y los libros eran el tema de conversación, uno de sus temas favoritos sin duda alguna. La sonrisa dibujada en el rostro del escritor se hizo más amplia.
Sentía que ella así como él, también se sentía a gusto en los pasillos de ese lugar, dispuesta a pasar minutos o quizás horas viajando en su mente a donde quiera que quisiera ir. Ese era el poder de la palabra escrita y la imaginación del lector combinadas, no había nada mejor. Por supuesto que la iba a ayudar, ella lo tenía intrigado y conocer un poco más de los gustos de la chica en términos literarios parecía ser lo primero de lo mucho que Tomas quería descubrir.
Y estaba a punto de tratar de reducir la búsqueda dentro de toda la inmensa gama de géneros que había en la biblioteca cuando ella le preguntó si que se conocían. Y bueno, Tomas estaba completamente seguro que a ella no la conocía; tenía muy en claro que la recordaría ya que el escritor tenía especialmente buena memoria con aquellas personas que causaban una buena impresión en él y ella ciertamente en el poco tiempo que habían pasado juntos ya estaba dentro de aquella clasificación, alguien que buscaba libros y aventuras cuando nadie más lo hacía, eso la hacía diferente y única a sus ojos. Y por otro lado podía ser que el espíritu de lectora asidua había hecho que ella lo reconociera, quizás no personalmente pero si a través de su prosa y la foto de la contratapa del libro.
-Estoy seguro que te recordaría… pero quizás, como nos gusta leer, si nos hemos visto antes, Ven conmigo… -
Le dijo sonriendo mientras la tomaba de la mano para guiarla a través del curioso laberinto de pasillos y estantes llenos de libros para guiarla hasta la sección donde estaban colocadas sus obras para que el público pudiera tomarlas. Al llegar soltó la mano con suavidad de su compañera en aquella aventura de la búsqueda del libro llevando luego la diestra a un estante de libros y pasando el índice por el lomo de varios de ellos hasta reconocer el propio y lo sacó para mostrárselo.
-Mira, quizás así o puede ser que sea otro. Soy Tomas Olsson, es un gusto conocerte-
Dijo sonriendo e inclinándose ligeramente para tomar nuevamente la mano de la chica y esta vez besarla con suavidad a modo de saludo recreando una salutación tan decimonónica que quizás a ella le parecería ridícula en estos tiempos. No obstante solo tenía que ver el dibujo en la tapa del libro en el que se mostraba a un vasallo teniendo el atrevimiento de saludar a una princesa de ese mismo modo ante la mirada incrédula de un puñado de guardias. Lo acababa de recrear, solo para ella.
Tomas H. Olsson*- Héroes
- Soy : Peter Pan / Escritor
Mensajes : 45
Fecha de inscripción : 28/06/2012
Re: ¿Y ahora cual escojo? (Privado)
Me sentí un poco tonta al haberme asustado de esa manera, pero al parecer a nadie le había molestado por lo que no pude evitar reírme mientras rascaba mi cabeza y miraba hacia mi zapatos. Luego volví a elevar mi mirada y clavarla en el chico, esbozando una sonrisa. La verdad es que no iba a pasar nada en la biblioteca, pero no me había esperado encontrarme con nadie a esas horas y mucho menos que se ofreciera a ayudarme. Por ese motivo había reaccionado así.
Pero me alegraba de haberme encontrado con él. Así al menos podría hablar con alguien sobre literatura, uno de los temas que más me apasionaban. Siempre era un buen momento para charlar sobre eso, al menos para mí, y encontrar a alguien que sintiera aunque solo fuera un poco la misma pasión que yo me gustaba. Era interesante, sin lugar a dudas.
Y estaba segura de que así era. Si no le gustaran los libros ¿Qué hacía en una biblioteca a esas horas? Tenían que gustarle. Además, se había ofrecido a ayudarme sin pedírselo yo, por lo que seguramente tenía conocimientos sobre ello. Ladeé la cabeza y lo miré directamente a los ojos, como si estuviera estudiándolo. Y es que no podía evitar pensar que me sonaba de algo. Me encogí de hombros y sacudí la cabeza.
Entonces él dijo que estaba seguro de que me recordaría. Y yo asentí levemente. Quizás tuviera razón y simplemente me sonara de verlo por la biblioteca o por cualquier otro lugar. StoryBrooke no era muy grande que dijéramos, era posible que hubiéramos coincidido en el parque, en alguna calle...no sé. En alguna parte. O puede simplemente que me estaba jugando una mala pasada mi propia cabeza. No sería la primera vez que pasaba. Como decían mis padres...estaba demasiado metida en mis historias, aunque eso no les disgustaba, les parecía bien que leyera, de hecho ellos me habían inculcado el hacerlo, pero no podían evitar reírse al verme a todas horas con un libro en mis manos. Y entonces dijo que fuera con él. Yo lo miré y alcé una ceja. Entonces él tomó mi mano y comenzamos a andar-¿Dónde vamos?-le pregunté mientras recorríamos los pasillos de la biblioteca.
Nos detuvimos y me soltó. Yo le dediqué una sonrisa y miré lo que hacía. O mejor lo que buscaba. Entonces me dio un libro y yo me quedé observándolo. -¿Es de época?-le pregunté mientras miraba en el interior. Entonces vi una foto del autor que había dentro y lo miré-¿Es tuyo?-le pregunté sorprendida. No pude evitar reírme cuando hizo ese gesto y yo, a modo de contestación, hice una reverencia, haciendo como que tomaba la falda de un vestido invisible y flexionaba ligeramente las rodillas-Yo soy Nereida Mellington-le contesté-Y el placer es mio.
Pero me alegraba de haberme encontrado con él. Así al menos podría hablar con alguien sobre literatura, uno de los temas que más me apasionaban. Siempre era un buen momento para charlar sobre eso, al menos para mí, y encontrar a alguien que sintiera aunque solo fuera un poco la misma pasión que yo me gustaba. Era interesante, sin lugar a dudas.
Y estaba segura de que así era. Si no le gustaran los libros ¿Qué hacía en una biblioteca a esas horas? Tenían que gustarle. Además, se había ofrecido a ayudarme sin pedírselo yo, por lo que seguramente tenía conocimientos sobre ello. Ladeé la cabeza y lo miré directamente a los ojos, como si estuviera estudiándolo. Y es que no podía evitar pensar que me sonaba de algo. Me encogí de hombros y sacudí la cabeza.
Entonces él dijo que estaba seguro de que me recordaría. Y yo asentí levemente. Quizás tuviera razón y simplemente me sonara de verlo por la biblioteca o por cualquier otro lugar. StoryBrooke no era muy grande que dijéramos, era posible que hubiéramos coincidido en el parque, en alguna calle...no sé. En alguna parte. O puede simplemente que me estaba jugando una mala pasada mi propia cabeza. No sería la primera vez que pasaba. Como decían mis padres...estaba demasiado metida en mis historias, aunque eso no les disgustaba, les parecía bien que leyera, de hecho ellos me habían inculcado el hacerlo, pero no podían evitar reírse al verme a todas horas con un libro en mis manos. Y entonces dijo que fuera con él. Yo lo miré y alcé una ceja. Entonces él tomó mi mano y comenzamos a andar-¿Dónde vamos?-le pregunté mientras recorríamos los pasillos de la biblioteca.
Nos detuvimos y me soltó. Yo le dediqué una sonrisa y miré lo que hacía. O mejor lo que buscaba. Entonces me dio un libro y yo me quedé observándolo. -¿Es de época?-le pregunté mientras miraba en el interior. Entonces vi una foto del autor que había dentro y lo miré-¿Es tuyo?-le pregunté sorprendida. No pude evitar reírme cuando hizo ese gesto y yo, a modo de contestación, hice una reverencia, haciendo como que tomaba la falda de un vestido invisible y flexionaba ligeramente las rodillas-Yo soy Nereida Mellington-le contesté-Y el placer es mio.
Nereida A. Mellington- Humanos
- Soy : Wendy Darling
Mensajes : 119
Empleo /Ocio : Estudiante
Fecha de inscripción : 26/06/2012
Re: ¿Y ahora cual escojo? (Privado)
Le sonrió mas cuando le seguía el juego como si fuera lo más natural del mundo, como si él fuese aquel mismo súbdito atraído de manera irremediable por la belleza de la princesa y la había saludado rompiendo el protocolo real y ella fuera aquella princesa que al haber reconocido algo que le había gustado le regaló la dicha de haberle contestado el saludo.
Eso era algo que le gustaba a Tomas, que pudieran entenderlo, que pudieran seguirle el juego porque para él la vida estaba llena de ellos, solo había que buscar con un poco más de atención y uno no tendría que aburrirse nunca. Un claro ejemplo de ello eran las cosas simples, el conjunto de hojas escritas con la coherencia de la imaginación o solo el hecho de conversar un momento con alguien. Y eso mismo es lo que ella le regalaba en esos momentos, no se podía pedir más.
Le gustó su nombre y amplió la sonrisa. Definitivamente lo recordaría a la hora de nombrar a algún personaje de sus próximos escritos, de las historias que tenía en su mente pero que todavía no había plasmado al papel. Y había tantas de ella que tenía que decidir cual y al mismo tiempo podía ser que ella sirviera de inspiración, de musa como protagonista de una historia en concreto aún por diseñar. Agregó una leve venia para completar su actuación para después reestablecerse mientras que su sonrisa no se desvanecía de su rostro. Tenía que responderle, ya le había hecho esperar un poco.
-Si, ese que te di es mío y también debe haber algunos mas por aquí. Y bueno, tengo que preguntar ¿Habrás leído alguno de mis cuentos o novelas por casualidad?-
Preguntó mientras tomaba su mano una vez más para ir a una de las mesas de lectura cercanas que había por allí estratégicamente colocada cerca del sector donde estaban sus obras por el hecho de la fama con la que contaba el autor local del pequeño pueblo de Storybrooke.
Retiró una silla para que Nereida se pudiera sentar y así poder conversar un poco antes que fuera la hora máxima en que pudieran quedarse; aunque bueno, a él le concedían algunos otros privilegios que le permitían doblar las reglas a su conveniencia, pero era una buena causa sin dudas, un encuentro así de interesante no se daba todos los días.
-Dependiendo de si me has leído o no, voy a empezar a recomendarte libros. ¿Qué género te gusta más? Generalmente tendemos a repetirlo inconscientemente. El romance y el amor son temas que a mi gusto no deberían faltar. De alguna manera u otra siempre están presentes, por lo menos en lo que yo escribo-
Y le daba mucha curiosidad saber qué era lo que a ella le gustaba porque en el fondo sentía que ya la conocía, que por una razón ya sea mística o etérea podía intuir con cierta certeza esa visión compartida que también involucraba esas coincidencias tanto en detalles como en cosas importantes. Ahora solo le quedaba confirmar y dejar que la tertulia fluyera como debía fluir.
Tomas H. Olsson*- Héroes
- Soy : Peter Pan / Escritor
Mensajes : 45
Fecha de inscripción : 28/06/2012
Re: ¿Y ahora cual escojo? (Privado)
Por un momento me imaginé estar dentro del libro que tenía entre las manos. Ser aquella princesa que se veía en la portada y vivir las aventuras que estaban allí escritas. No era la primera vez que me pasaba, pero la verdad es que sí que había algo nuevo. Estaba delante del escritor y podría hablar con él sobre lo que me había parecido el libro, siempre y cuando aceptara escuchar mi opinión, porque está claro que si no quería escucharla no era nadie para obligarle a escucharla, pero...¿por qué no iba a querer? Alcé la vista y le sonreí abiertamente mientras acariciaba con la yema de mis dedos la portada del libro.
Y ya no era solo el libro, sino que ese pequeño juego que él había iniciado. El saludo caballeresco y la respuesta por mi parte. ¡Si solo faltaban los guardias! No pude evitar reírme al pensar en que había reproducido la portada. ¿Había sido casualidad o era una especie de regalo? No lo sabía y la verdad es que poco importaba ahora. Había sido un gesto bonito, fuera cual fuera el motivo, uno que me había sacado una sonrisa de mis labios. Y eso era lo único que importaba en ese momento.
Y el silencio se produjo. Yo no sabía qué era lo que estaba pasando por su cabeza, pero quizás era una nueva historia. Quizás le había venido una idea en ese preciso momento y necesitaba unos segundos para asentarla, por lo que no quise decir nada. Dejarle a solas con su inspiración hasta que fuera necesario. Abrí el libro y comencé a leer por encima, las primeras palabra que allí estaban escritas. Las acaricié con cuidado y después elevé de nuevo la mirada, pues Tomas ya hablaba. Esbocé una sonrisa y cerré el libro.
Me encogí de hombros y mordí mi labio inferior.-Creo que no, lo siento. Puede ser que los haya visto alguna vez y de eso me suenes, pero...ahora mismo no lo sé, perdona. Pero te aseguró que me encantará leerlos y darte mi opinión, si quieres escucharla, claro-le dije ampliando ligeramente mi sonrisa. Y entonces tomó de nuevo mi mano y nos acercamos a las mesas de lecturas. Miré por el hueco de las estanterías a la bibliotecaria, pero no parecía prestarnos atención, quizás viniera luego a echarnos, cuando los escasos minutos que quedaban para el cierre se agotaran.-Nos pueden echar-le susurré mostrándole el reloj-Aunque bueno, de momento parece que no nos presta mucha atención-dije y me encogí de hombros.
-Gracias-le dije cuando retiró la silla, dejándome sentarme. Volví a dedicarle una sonrisa y me acomodé en mi asiento, esperando a que él hiciera lo mismo. Entonces me preguntó que género me gustaba más y yo no pude evitar morderme el labio inferior mientras pensaba. ¿Qué genero? Solía leer un poco de todo, pero...pero él tenía razón. Siempre predominaba las historias de amor, no podía negarlo.
-Pues he de confesar que tengo mucha suerte entonces-comencé a decir-porque me encanta el romance y el amor, creo que un libro es mucho mejor si tiene algo de eso ¿no te parece? O puede que sea yo...no lo sé. El libro que me has dado...¿es de amor? Bueno, por la portada puede adivinar que sí, pero nunca te fies de las apariencias. ¿De que trata?-le pregunté entusiasta.
Y ya no era solo el libro, sino que ese pequeño juego que él había iniciado. El saludo caballeresco y la respuesta por mi parte. ¡Si solo faltaban los guardias! No pude evitar reírme al pensar en que había reproducido la portada. ¿Había sido casualidad o era una especie de regalo? No lo sabía y la verdad es que poco importaba ahora. Había sido un gesto bonito, fuera cual fuera el motivo, uno que me había sacado una sonrisa de mis labios. Y eso era lo único que importaba en ese momento.
Y el silencio se produjo. Yo no sabía qué era lo que estaba pasando por su cabeza, pero quizás era una nueva historia. Quizás le había venido una idea en ese preciso momento y necesitaba unos segundos para asentarla, por lo que no quise decir nada. Dejarle a solas con su inspiración hasta que fuera necesario. Abrí el libro y comencé a leer por encima, las primeras palabra que allí estaban escritas. Las acaricié con cuidado y después elevé de nuevo la mirada, pues Tomas ya hablaba. Esbocé una sonrisa y cerré el libro.
Me encogí de hombros y mordí mi labio inferior.-Creo que no, lo siento. Puede ser que los haya visto alguna vez y de eso me suenes, pero...ahora mismo no lo sé, perdona. Pero te aseguró que me encantará leerlos y darte mi opinión, si quieres escucharla, claro-le dije ampliando ligeramente mi sonrisa. Y entonces tomó de nuevo mi mano y nos acercamos a las mesas de lecturas. Miré por el hueco de las estanterías a la bibliotecaria, pero no parecía prestarnos atención, quizás viniera luego a echarnos, cuando los escasos minutos que quedaban para el cierre se agotaran.-Nos pueden echar-le susurré mostrándole el reloj-Aunque bueno, de momento parece que no nos presta mucha atención-dije y me encogí de hombros.
-Gracias-le dije cuando retiró la silla, dejándome sentarme. Volví a dedicarle una sonrisa y me acomodé en mi asiento, esperando a que él hiciera lo mismo. Entonces me preguntó que género me gustaba más y yo no pude evitar morderme el labio inferior mientras pensaba. ¿Qué genero? Solía leer un poco de todo, pero...pero él tenía razón. Siempre predominaba las historias de amor, no podía negarlo.
-Pues he de confesar que tengo mucha suerte entonces-comencé a decir-porque me encanta el romance y el amor, creo que un libro es mucho mejor si tiene algo de eso ¿no te parece? O puede que sea yo...no lo sé. El libro que me has dado...¿es de amor? Bueno, por la portada puede adivinar que sí, pero nunca te fies de las apariencias. ¿De que trata?-le pregunté entusiasta.
Nereida A. Mellington- Humanos
- Soy : Wendy Darling
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Fecha de inscripción : 26/06/2012
Re: ¿Y ahora cual escojo? (Privado)
Parecía que no lo había leído y quizás era mejor así, de esa manera Tomas sentía que tenía la oportunidad de poder compartirle de manera más cercana y personal parte de lo que había escrito, algo quizás muchas de las personas que seguían sus libros y secuelas hubieran querido y que de otro modo solo se enteraban por entrevistas que daba a la prensa escrita o en la televisión. Podía haber ganado en Nereida una potencial fan más pero no, sentía que en realidad era mucho más que solamente eso. Se sentía cómodo con ella a pesar que era la primera vez que se hablaban y claro, asintió mientras ella hablaba porque más que las críticas de aquellos eran escritores frustrados, a él le importaba la opinión de la gente que posteriormente se traducía en las ventas de sus obras.
Pero la idea le gustaba, tener una fuente clara de opiniones con la cual tener feedback del más honesto que fuera posible. Nada de gente pretenciosa ni envidias literarias, solamente los pensamientos de alguien que quería a los libros tanto como él. Le hizo un pequeño gesto porque sabía que no molestarían. Quería hacerle saber que no debía preocuparse por la trivialidad del tiempo ya que de este si tenían de sobra.
-No te preocupes, no hay problema. Pero bueno, si no has leído lo primero que te voy a recomendar va a ser un libro mío, y de verdad espero que te guste. Por supuesto espero que después me des todas las opiniones que tengas eh-
Y así en cuestión de poco tiempo de conversación había descubierto una coincidencia más. La universalidad y complejidad del amor podía hacer que fuera la musa infinita de muchísimas personas, incluido él. Aquel tema era por necesidad recurrente por todas las sensaciones que podía causar, lágrimas, risas, drama y finales felices, lo involucraba todo, prácticamente todo, era el ingrediente infaltable; y más por el estilo de las historias que escribía hacían del romance una constante en realidad era un bono extra que el escritor tenía al poder envolver su prosa con ese sentimiento. Nereida decía que le gustaba y ese hecho lo hizo sonreír con amplitud, le gustaba tanto poder hablar de eso.
-No, somos los dos quienes tenemos suerte y de verdad que ahora agradezco al destino la casualidad, y además también estoy completamente de acuerdo contigo, los que tienen amor siempre suelen ser mejores-
Comentó animadamente mientras acercaba su silla a la de ella y ponía el libro sobre el que ella había preguntado instantes atrás sobre la mesa de aquel lugar. Y no había manera en la que Tomas suprimiera el placer de poder contarle un poco y en sus propias palabras sobre el libro que habían recreado momentos atrás. Claro que lo haría.
-Si, es de amor, y casualmente de los primeros que logré publicar. Mira, trata de un plebeyo que está completamente enamorado de la princesa de su pueblo. Ella ignora sus sentimientos porque es sobreprotegida por su padre y curiosamente un día el rey cae enfermo y ningún doctor parece poder encontrar la cura, a su mala suerte el único anciano doctor del pueblo había muerto recientemente pero su joven e inteligente pupilo parecía tener una idea para ayudar… ¿Adivinas quien es el pupilo?-
Comentó animadamente mientras pasaba algunas de las hojas del libro que tenían ciertas magníficas ilustraciones que narraban con dibujos lo que Tomas le iba contando a Nereida mientras seguía con el relato.
-Era el plebeyo que amaba a la princesa, era su excusa para entrar al castillo y poder hablarle y hacer que ella se fijara en él. Y bueno, pasan varias cosas, la princesa termina enterándose y correspondiendo su amor, se enamoran y el rey se entera, trata de separarlos… hay muchos cambios de trama que resultan inesperados, pero no te cuento el final, eso para que lo leas y vivas la experiencia y la montaña rusa emocional en carne propia… ¿suena a algo que leerías?-
Le sonrió mientras hacía aquella pregunta, esperaba que le dijera que sí.
Tomas H. Olsson*- Héroes
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Re: ¿Y ahora cual escojo? (Privado)
La verdad es que no recordaba haber leído nada suyo, pero eso era algo que pensaba cambiar. No todos los días una se encuentra con un escritor y puede tener una charla sobre sus libros con él. Eso era algo que no pensaba desaprovechar. Además, parecía simpático el chico, y por descontado amable. Se había ofrecido a ayudarme, y no solo eso parecía estar dispuesto a pasar un rato conversando conmigo sobre literatura, algo que por descontado me fascinaba. Por algún extraño motivo me sentía realmente cómoda hablando con él, aunque no lo conociera demasiado. Quizás se debía a compartíamos gustos o puede que a que estábamos en la biblioteca y allí me sentía segura. ¿Qué podía pasarme entre esas cuatro paredes? Nada, absolutamente nada. O al menos nada malo porque había sido una suerte encontrármelo a él.
Sonreí al percatarme del gesto que me hizo, como queriendo decir que no me preocupara por el tiempo, que no pasaba nada. Yo asentí levemente y coloqué un mechón de mi cabello tras mi oreja. Eso me dejaba mucho más tranquila porque significaba que podíamos hablar sin prisas, sin tener que preocuparnos porque nos echaran o algo por el estilo. Teníamos todo el tiempo del mundo para hablar, y eso me parecía más que estupendo.
-Eso tenlo por seguro-dije de manera entusiasta-Pienso decirte lo que me haya parecido tu libro sin pelos en la lengua. Seré sincera, te lo prometo-reí-Aunque estoy segura que me va a gustar-añadí convencida.
Y lo mejor de todo es que había salido a la luz el tema del amor. Algo que sin duda me gustaba. ¿Qué era la vida sin amor? Nada, absolutamente nada. Era lo que le ponía emoción a las cosas, alguna vez para bien otras veces para mal. No pude evitar acordarme de Noah y de lo mal que lo estaba pasando por temas amorosos y de Khai y de los problemas que tenía por mi culpa, pero sacudí la cabeza. Ahora no era hora de pensar en eso. Miré a Tomas y le sonreí mientras apoyaba mis brazos en la mesa de lectura y jugueteaba, dando pequeños golpecitos con mis dedos.
Sonreí ampliamente cuando dijo que éramos los dos los que teníamos suerte.-Estoy de acuerdo contigo, el destino, la casualidad...sea lo que sea lo que ha hecho que nos conozcamos me alegro. Siempre es bueno encontrar a alguien que comparte tus gustos y poder hablar de ellos. ¿No te parece?-comenté.
Me acomodé en la silla cuando él se acercó, dejándole algo más de espacio y me quedé observando como dejaba el libro encima de la mesa. Después me giré para mirarlo de frente y le dediqué una sonrisa mientras ladeaba ligeramente mi cabeza y clavaba mis ojos en los suyos.
Escuché atentamente lo que él me iba relatando, el argumento de su libro. Una historia de amor ambientada en el medievo o algo por el estilo. Una historia que bien podría haber sido escrita por uno de los hermanos Grimm. Sonreí ligeramente al escuchar la pregunta. Claro que adivinaba de quien se trataba, claro que sabía quién era ese joven pupilo que podía salvar al rey y curarlo de esa enfermedad. Me fijé en las ilustraciones, acaricié con la yema de mis dedos la silueta del chico y después los cabellos de ella. Sonreí ligeramente y volví a mirarlo.
Realmente parecía una historia encantadora, de esas que disfrutas leyendo sobre tu ventana mientras fuera llueve. Cerré los ojos momentáneamente y me imaginé la escena. Mi respiración se hizo más lenta y sentí ganas de adentrarme en ese mundo de hadas que él había plasmado en el libro. En su libro.
Asentí enérgicamente cuando me preguntó si sonaba a algo que leería.-Por supuesto-le dije con una amplia sonrisa-Suena a un cuento de hadas que se te escapó de las manos. Me parece interesante-le comenté-¿Puedo hacerte una preguta? No tienes que contestar si no quieres. ¿Cómo escribes? Quiero decir...¿Cómo te inspiras?
Sonreí al percatarme del gesto que me hizo, como queriendo decir que no me preocupara por el tiempo, que no pasaba nada. Yo asentí levemente y coloqué un mechón de mi cabello tras mi oreja. Eso me dejaba mucho más tranquila porque significaba que podíamos hablar sin prisas, sin tener que preocuparnos porque nos echaran o algo por el estilo. Teníamos todo el tiempo del mundo para hablar, y eso me parecía más que estupendo.
-Eso tenlo por seguro-dije de manera entusiasta-Pienso decirte lo que me haya parecido tu libro sin pelos en la lengua. Seré sincera, te lo prometo-reí-Aunque estoy segura que me va a gustar-añadí convencida.
Y lo mejor de todo es que había salido a la luz el tema del amor. Algo que sin duda me gustaba. ¿Qué era la vida sin amor? Nada, absolutamente nada. Era lo que le ponía emoción a las cosas, alguna vez para bien otras veces para mal. No pude evitar acordarme de Noah y de lo mal que lo estaba pasando por temas amorosos y de Khai y de los problemas que tenía por mi culpa, pero sacudí la cabeza. Ahora no era hora de pensar en eso. Miré a Tomas y le sonreí mientras apoyaba mis brazos en la mesa de lectura y jugueteaba, dando pequeños golpecitos con mis dedos.
Sonreí ampliamente cuando dijo que éramos los dos los que teníamos suerte.-Estoy de acuerdo contigo, el destino, la casualidad...sea lo que sea lo que ha hecho que nos conozcamos me alegro. Siempre es bueno encontrar a alguien que comparte tus gustos y poder hablar de ellos. ¿No te parece?-comenté.
Me acomodé en la silla cuando él se acercó, dejándole algo más de espacio y me quedé observando como dejaba el libro encima de la mesa. Después me giré para mirarlo de frente y le dediqué una sonrisa mientras ladeaba ligeramente mi cabeza y clavaba mis ojos en los suyos.
Escuché atentamente lo que él me iba relatando, el argumento de su libro. Una historia de amor ambientada en el medievo o algo por el estilo. Una historia que bien podría haber sido escrita por uno de los hermanos Grimm. Sonreí ligeramente al escuchar la pregunta. Claro que adivinaba de quien se trataba, claro que sabía quién era ese joven pupilo que podía salvar al rey y curarlo de esa enfermedad. Me fijé en las ilustraciones, acaricié con la yema de mis dedos la silueta del chico y después los cabellos de ella. Sonreí ligeramente y volví a mirarlo.
Realmente parecía una historia encantadora, de esas que disfrutas leyendo sobre tu ventana mientras fuera llueve. Cerré los ojos momentáneamente y me imaginé la escena. Mi respiración se hizo más lenta y sentí ganas de adentrarme en ese mundo de hadas que él había plasmado en el libro. En su libro.
Asentí enérgicamente cuando me preguntó si sonaba a algo que leería.-Por supuesto-le dije con una amplia sonrisa-Suena a un cuento de hadas que se te escapó de las manos. Me parece interesante-le comenté-¿Puedo hacerte una preguta? No tienes que contestar si no quieres. ¿Cómo escribes? Quiero decir...¿Cómo te inspiras?
Nereida A. Mellington- Humanos
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Re: ¿Y ahora cual escojo? (Privado)
Le gustó bastante esa disposición que ella mostraba a ser una especie de crítica personal cuando Tomas le dijo a ver si es que le daba su opinión tras leer uno de sus libros. Y es que para el escritor la opinión de la gente era importante pero la opinión de ella, por alguna razón sentía que era más valiosa todavía.
Quizás era porque le había dicho que no había leído nada de él, porque sería el primer contacto que tendría ella con la forma en la que escribía, con las palabras y el estilo que usaba y esas opiniones le parecían invaluables por el posible descubrimiento de un nuevo autor preferido y bueno, esperaba que ese fuera el caso con ella. En definitiva se lo iba a preguntar.
Pero más allá de eso era algo que realmente no se podía explicar bien. Sentía la necesidad de caerle bien, de que ella tuviera una buena opinión de él. Era un pensamiento extraño pero al mismo tiempo tampoco se podía descartar, por lo menos Tomas no era de los que suprimían ideas o pensamientos simplemente por ser peculiares.
Era algo etéreo pero al mismo tiempo trascendente y que tenía sentido en una manera que se sentía curiosa pero que tampoco se podía negar. Si ella decía que le iba a gustar prefería creer esa declaración y confiar en que así sería, aunque también le gustaría mucho ver la expresión en su rostro al momento de que ella leyese un poco, por lo menos un fragmento. Eso sería fabuloso.
-Claro que es bueno, y te diré que no conozco lectores terriblemente asiduos en el pueblo. Encontrarte ha sido una gratísima sorpresa… ¿No te gustaría que hablemos una vez a la semana?... o quizás más si quieres, se me ha hecho un momento bastante agradable-
Comentó proponiéndole aquello sin haberlo pensando previamente, las palabras habían salido por si solas y no sabía muy bien como ella iba a tomar la propuesta. En realidad a él no le sonaba para nada mal. Leer un poco, hablar como lo estaban haciendo y quien sabe que otras cosas más podrían ocurrírseles al momento. Podría ser en la biblioteca o sino cambiar de lugares, salir… y es a Tomas no era de imponerse a si mismo rutinas, solo delineaba planes de manera abstracta y siendo sinceros no solía incluir a demasiada gente en los ya de por si escasos planes que hacía, pero así de bien le había caído ella. Lo siguiente que le preguntó bien podría tomarse horas en responder.
-Claro que te contesto. La verdad es que siempre me han dicho que tengo mucha imaginación, como tuviera varios mundos paralelos en la cabeza y solo tengo que viajar mentalmente para llegar a ellos, evocarlos y luego plasmarlos en papel. Para inspirarme son muchas cosas, puede ser cualquiera… algo que vi, alguna canción que escuché o las personas que conoces. Quien sabe, quizás tú estás inspirando una historia y no te lo imaginas. La historia de un una chica y un chico que tienen el poder de entrar a cualquier libro que deseen y habitar ahí todo lo que les plazca, ellos viven los cuentos. ¿Te suena a un futuro libro Bestseller?-
Y esa historia se la acababa de inventar en ese momento pero no estaba nada mal. Podría ser una potencial nueva obra o podría cambiar un poco algunas de las variables de eso que le había dicho, eso era algo que debían escribir los dos. A ver qué le parecía.
Tomas H. Olsson*- Héroes
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Re: ¿Y ahora cual escojo? (Privado)
Me gustaba la idea de poder darle mi opinión sobre lo que escribía. Yo me pasaba parte de mi tiempo libre leyendo, por supuesto, pero nunca había podido disfrutar de una tarde frente a un café compartiendo opiniones con el propio autor. Eso era, sencillamente, algo fascinante. Y me hacía ilusión. ¿Para qué negarlo?
Me imaginé, por un momento, la escena. Sentados frente a una taza de líquido caliente, hablando sobre los personajes, lo que me habían parecido, lo que me había gustado de ellos y lo que no. Así como también la manera en la que se desarrollaba la trama, la manera en la que se precipitaban los argumentos...Todo, absolutamente todo. La verdad es que la idea no me gustaba, me encantaba.
Por alguna extraña razón no me costaba hablar con él. Así como con otras personas me mostraba más reacia, con él era todo lo contrario. Sentía que podía hablar de cualquier cosa, confiaba en él, aunque sonara extraño, ya que nos acabábamos de conocer, pero la verdad es que así era. Por alguna razón, el chico me inspiraba mucha confianza.
Y una idea se pasó por mi cabeza. Estaba claro que iba a leer el libro, pero...¿No sería algo fantástico escucharlo de sus propios labios? Un fragmento, únicamente. Estaba segura de que sería mucho más intenso así, puesto que él sabría modular la voz a la perfección, dotando del sentimiento preciso a cada palabra, a cada frase. Sí, me gustaba la idea, pero claro...tendría que apetecerle a él.
-Claro-le contesté-Me parece una idea estupenda. Saqué de mi bolso un boli y tomé su mano, apuntando mi móvil en su palma-Llámame cuando te apetezca hablar de literatura. Yo estaré encantada de charlar contigo-le dije con una sonrisa sincera pintada en mis labios.
-¿Te importaría leerme un fragmento? Uno cortito, tranquilo. Sé que puede llegar a resultar pesada, pero es que de verdad me hace mucha ilusión. Siempre he pensado que los autores les tienen mucho aprecio a sus escritos y que solo ellos saben cómo leerlos correctamente, por lo que...me gustaría mucho que me leyeras algo-le comenté mirándolo directamente a los ojos-Bueno, si te apetece, claro. Tampoco quiero obligarte a nada ni nada por el estilo. Si no te apetece, tranquilo, que no pasa a nada. Era...una idea, simplemente. También puedo leerlo por mi cuenta-añadí sonriendo ligeramente, por si le había incomodado mi proposición.
Escuché atentamente la explicación que me daba sobre la inspiración y no pude evitar sonreír. Me gustaba que tuviera tanta imaginación. Me gustaba la idea de poder viajar simplemente con cerrar los ojos. Yo solía hacerlo simplemente con sentarme a leer, pero él iba mucho más allá. Era el primero en pisar muchos lugares y plasmar las historias de sus habitantes en papel. Mordí mi labio inferior y sonreí ligeramente. Lo miré a los ojos.-Es una buena historia-le dije-La verdad es que me encantaría poder vivir en un cuento de hadas y perderme en esos paisajes que se describen en las historias-sonreí ligeramente-Pero dudo mucho que yo le sirva de inspiración a nadie-reí sin poder evitarlo-Las musas siempre han sido consideradas un bien muy preciado, una especie de ángel que decide enviar parte de su esencia a aquellos que ellas consideran dignos. Aunque yo prefiero la versión más romántica que dice que una musa es aquella joven que consigue despertar algo en el escritor-me encogí de hombros-No lo sé, sea como sea me imagino a chicas de cabellos largos y piel pálida, como mármol, de mirada dulce...delicadas-reí y me acomodé en la silla- Supongo que pensarás que es una tontería, pero...así es como pienso.
Me imaginé, por un momento, la escena. Sentados frente a una taza de líquido caliente, hablando sobre los personajes, lo que me habían parecido, lo que me había gustado de ellos y lo que no. Así como también la manera en la que se desarrollaba la trama, la manera en la que se precipitaban los argumentos...Todo, absolutamente todo. La verdad es que la idea no me gustaba, me encantaba.
Por alguna extraña razón no me costaba hablar con él. Así como con otras personas me mostraba más reacia, con él era todo lo contrario. Sentía que podía hablar de cualquier cosa, confiaba en él, aunque sonara extraño, ya que nos acabábamos de conocer, pero la verdad es que así era. Por alguna razón, el chico me inspiraba mucha confianza.
Y una idea se pasó por mi cabeza. Estaba claro que iba a leer el libro, pero...¿No sería algo fantástico escucharlo de sus propios labios? Un fragmento, únicamente. Estaba segura de que sería mucho más intenso así, puesto que él sabría modular la voz a la perfección, dotando del sentimiento preciso a cada palabra, a cada frase. Sí, me gustaba la idea, pero claro...tendría que apetecerle a él.
-Claro-le contesté-Me parece una idea estupenda. Saqué de mi bolso un boli y tomé su mano, apuntando mi móvil en su palma-Llámame cuando te apetezca hablar de literatura. Yo estaré encantada de charlar contigo-le dije con una sonrisa sincera pintada en mis labios.
-¿Te importaría leerme un fragmento? Uno cortito, tranquilo. Sé que puede llegar a resultar pesada, pero es que de verdad me hace mucha ilusión. Siempre he pensado que los autores les tienen mucho aprecio a sus escritos y que solo ellos saben cómo leerlos correctamente, por lo que...me gustaría mucho que me leyeras algo-le comenté mirándolo directamente a los ojos-Bueno, si te apetece, claro. Tampoco quiero obligarte a nada ni nada por el estilo. Si no te apetece, tranquilo, que no pasa a nada. Era...una idea, simplemente. También puedo leerlo por mi cuenta-añadí sonriendo ligeramente, por si le había incomodado mi proposición.
Escuché atentamente la explicación que me daba sobre la inspiración y no pude evitar sonreír. Me gustaba que tuviera tanta imaginación. Me gustaba la idea de poder viajar simplemente con cerrar los ojos. Yo solía hacerlo simplemente con sentarme a leer, pero él iba mucho más allá. Era el primero en pisar muchos lugares y plasmar las historias de sus habitantes en papel. Mordí mi labio inferior y sonreí ligeramente. Lo miré a los ojos.-Es una buena historia-le dije-La verdad es que me encantaría poder vivir en un cuento de hadas y perderme en esos paisajes que se describen en las historias-sonreí ligeramente-Pero dudo mucho que yo le sirva de inspiración a nadie-reí sin poder evitarlo-Las musas siempre han sido consideradas un bien muy preciado, una especie de ángel que decide enviar parte de su esencia a aquellos que ellas consideran dignos. Aunque yo prefiero la versión más romántica que dice que una musa es aquella joven que consigue despertar algo en el escritor-me encogí de hombros-No lo sé, sea como sea me imagino a chicas de cabellos largos y piel pálida, como mármol, de mirada dulce...delicadas-reí y me acomodé en la silla- Supongo que pensarás que es una tontería, pero...así es como pienso.
Nereida A. Mellington- Humanos
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Re: ¿Y ahora cual escojo? (Privado)
El gesto de ella al poder darle la mano para anotarle el número fue algo que lo hizo sonreír. Si, y él por su parte lo recordaría o trataría de llevar aquella combinación de dígitos al papel lo más pronto posible. Y es que aquel hecho le recordó a parte de una historia que el mismo había escrito, historia en la cual tras una noche maravillosa en un encuentro fortuito la chica le escribió al muchacho su número en la palma y en un pedazo de papel. Por cosas del destino el papel voló y el muchacho se manchó las manos y al lavarlas la tinta del número se borró con la misma facilidad. Aquella era una historia que narraba el poder del destino, que a pesar de todo logró volverlos a unir.
La vio feliz sobre la idea de hablar un poco de libros e historias, las propuesta que le hizo Tomas no le sonó tan rara a Nereida y eso era bueno, por alguna razón ella tampoco dudaba de él a pesar que se habían conocido literalmente como media hora atrás.
-Yo creo que cada escritor debe tener un tipo especial de musa igual que todos tenemos diferentes gustos. Unos se inspiran buscando soledad y entrar más en contacto con los pensamientos, pero a mi me pasa al revés. Yo me inspiró más al salir, conocer gente, hablar con personas. Así que ya ves, a mi me parece que no hay razón por la que no podrías ser la musa de alguien y lo digo en serio-
Le sonrió mientras buscaba una página al azar de su propio libro para leerle un poco de la misma, como se lo había pedido ella. No era que se había olvidado sino que había sentido la necesidad de aclarárselo en ese momento por alguna razón que no tenía una explicación lógica, era algo más de instintos y corazonadas que cualquier otra cosa. Y Tomas era de los que muchas veces tomaban en cuenta esas cosas mas que la propia lógica y razón. El lo atribuía a su forma de ser artística e imaginativa aunque bien podría tener otra explicación aunque él no la supiera.
Pasó rápido las hojas del libro hasta detenerse en cualquiera colocando el dedo en un fragmento para que de esa manera fuera el azar quien decidiese qué era lo de iba a leerle. Se encontró con una curiosa escena. Sonrió mientras se aclaraba un poco la garganta y empezó a leer.
“La doncella descendió del caballo en la zona precisa donde había acordado hacerlo, ese encuentro terriblemente esperado con la persona que más quería en el mundo. Había hecho lo imposible por hacer su huida lo más sutil e imperceptible posible y que su padre no se percatara de su ausencia por lo menos hasta que amaneciera. Para entonces seguramente estaría abrazada a la cintura de él, cabalgando hacia el reino más cercano donde su padre ya no tenía poder. Eso era lo que anhelaba, lo que los dos deseaban.
Estaba sucia, quizás hasta un poco herida, pero no le importaba. En minutos se encontraría con él, no debía tardar demasiado. Él era su mundo se sentía lo suficientemente fuerte para sacar esos vestigios de rebeldía que creía inexistentes al principio. En medio de ello, oyó una melisma, un canto, ¿también tambores? Ella temió, no sabía que pensar, pero dentro de todos los sonidos no podía desbrozar ni hallar la voz de su amado. Se puso lívida, incapaz de reaccionar cuando reconoció luces a la distancia, antorchas. Supo que era su padre que había mandado a buscarla, alguien la había traicionado ¿pero quien?... Lo que ella no sabía era que aquel a quien ella más amaba estaba en el castillo, siendo torturado pero sin revelar una palabra de aquellos planes de fuga y felicidad eterna. Había sido alguien más…”
Y si, se tomó su tiempo para hacerlo flexionando todos los matices de su voz para imprimir el efecto deseado, el de la duda de la chica y de la aparente felicidad que de pronto encontraba un nuevo escollo para dar paso al miedo y al mismo tiempo a la necesidad de seguir adelante, no continuó porque quería que ella quedara con las ganas de saber más.
-¿Qué te pareció?-
Tomas H. Olsson*- Héroes
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Re: ¿Y ahora cual escojo? (Privado)
Jugué con un mechón de mis cabellos, una vieja manía que tenía desde que tengo uso de razón y que suelo hacer cuando me quedo pensativa. ¿Que en que pensaba! Pues en nuestro próximo encuentro. De seguro que me habré leído ya el libro y podría darle mi más sincera opinión. Hablar con conocimiento de causa, por supuesto. Y es que en cuanto saliera de la biblioteca iría a leer, refugiada bajo las sábanas de mi cama, con la ayuda de mi linterna, como cuando era pequeña y me construía mi propio fuerte, un lugar en el que leer hasta que se me cansara la vista. Reí al recordar eso. No me acordaba cuanto tiempo hacia de eso exactamente, pero no podía evitar sonreír al recordarlo.
Escuché sus palabras y asentí levemente. Sonaba coherente, cada uno se inspiraba como quisiera...buscaba inspiración allá donde le apeteciera. Aunque la verdad es que yo no tenía ni idea de eso, me limitaba a leer, de manera compulsiva, pero solo a leer. No me atrevo a adentrarme en el mundo de la escritura.
-En ese caso me encantará ser la inspiración de alguien-reí-Suena importante y todo-bromeé mientras lo miraba a los ojos-¿Tú has tenido alguna musa? ¿Alguien que te inspirara para escribir alguna historia?-le pregunté curiosa porque me encantaban esos detalles, alguien que encontraba la fuente de inspiración en una persona y le dedicaba una historia. Ese, sin duda, era un regalo maravilloso, y así se lo hice saber, diciéndole lo que acababa de pensar.
Me quedé en silencio, mientras él tomaba su libro y lo abría, buscando algún fragmento para leerlo en voz alta. Me hacía ilusión, no lo iba a negar, aunque sonara un poco estúpido. Puede que la gente no le vea valor a esas cosas, pero para mí esos pequeños detalles eran algo que me encantaba. Prefería esas pequeñas cosas a otras. Disfrutaba más con esos pequeños gestos, para mí decían mucho. Y la verdad, me gustaban mucho.
Y entonces comenzó a leer. Yo cerré los ojos y me dejé guiar por su voz, como si se tratase de una mano que me llevaba a descubrir un lugar nuevo, desconocido. Y en cierta forma así era, me adentraba en ese mundo, imaginándome con todo lujo de detalles aquella escena. Imaginé a la princesa, ataviada con un vestido color crema con adornos de satén rojo, no sé porqué, pero me imaginé así el vestido. Respiré lentamente, como si, si lo hiciera más fuerte, fuera a romper la magia de ese momento.
Y no quería que eso ocurriera, por nada del mundo. Mordí mi labio inferior cuando escuché que el protagonista estaba siendo torturado y que ella se sentía sola y desamparada, sin saber qué hacer. Por un momento me sentí igual. Sentí la desesperación de la muchacha, me la imaginé sola, en el bosque, sin saber si huir o...tragué saliva. Por un segundo fui yo la que estaba en medio de ese bosque, por un segundo fui yo la que se sintió sola, aturdida...Apreté fuerte los ojos e intenté tranquilizarme. La empatía no era algo bueno...Al menos no en este caso. Me repetí que solo era una historia, nada más, pero por alguna razón que desconocía no me dejó tranquila esa explicación. Aparté esa idea de mi cabeza y me centré en volver a escuchar las palabras que salían de los labios de Tomas.
Abrí los ojos lentamente y fijé mi mirada en la del chico cuando dejó de hablar. -No seas malo y no me dejes así-le pedí mientras hacía un gesto para que continuara, aunque no sabía si iba a querer o no. Entonces me preguntó lo que me había parecido.-Muy triste-le comenté-Pobrecitos...él siendo torturado y ella sola, indefensa...tiene que acabar bien, por favor. Si no es así te obligaré a escribir de nuevo el final, aunque sea solo para mí-le dije con una sonrisa en mis labios-¿Quieres que continúe leyendo yo o...o estás ocupado? No me gustaría quitarte tu tiempo... Seguro que tienes cosas mejores que hacer.
Escuché sus palabras y asentí levemente. Sonaba coherente, cada uno se inspiraba como quisiera...buscaba inspiración allá donde le apeteciera. Aunque la verdad es que yo no tenía ni idea de eso, me limitaba a leer, de manera compulsiva, pero solo a leer. No me atrevo a adentrarme en el mundo de la escritura.
-En ese caso me encantará ser la inspiración de alguien-reí-Suena importante y todo-bromeé mientras lo miraba a los ojos-¿Tú has tenido alguna musa? ¿Alguien que te inspirara para escribir alguna historia?-le pregunté curiosa porque me encantaban esos detalles, alguien que encontraba la fuente de inspiración en una persona y le dedicaba una historia. Ese, sin duda, era un regalo maravilloso, y así se lo hice saber, diciéndole lo que acababa de pensar.
Me quedé en silencio, mientras él tomaba su libro y lo abría, buscando algún fragmento para leerlo en voz alta. Me hacía ilusión, no lo iba a negar, aunque sonara un poco estúpido. Puede que la gente no le vea valor a esas cosas, pero para mí esos pequeños detalles eran algo que me encantaba. Prefería esas pequeñas cosas a otras. Disfrutaba más con esos pequeños gestos, para mí decían mucho. Y la verdad, me gustaban mucho.
Y entonces comenzó a leer. Yo cerré los ojos y me dejé guiar por su voz, como si se tratase de una mano que me llevaba a descubrir un lugar nuevo, desconocido. Y en cierta forma así era, me adentraba en ese mundo, imaginándome con todo lujo de detalles aquella escena. Imaginé a la princesa, ataviada con un vestido color crema con adornos de satén rojo, no sé porqué, pero me imaginé así el vestido. Respiré lentamente, como si, si lo hiciera más fuerte, fuera a romper la magia de ese momento.
Y no quería que eso ocurriera, por nada del mundo. Mordí mi labio inferior cuando escuché que el protagonista estaba siendo torturado y que ella se sentía sola y desamparada, sin saber qué hacer. Por un momento me sentí igual. Sentí la desesperación de la muchacha, me la imaginé sola, en el bosque, sin saber si huir o...tragué saliva. Por un segundo fui yo la que estaba en medio de ese bosque, por un segundo fui yo la que se sintió sola, aturdida...Apreté fuerte los ojos e intenté tranquilizarme. La empatía no era algo bueno...Al menos no en este caso. Me repetí que solo era una historia, nada más, pero por alguna razón que desconocía no me dejó tranquila esa explicación. Aparté esa idea de mi cabeza y me centré en volver a escuchar las palabras que salían de los labios de Tomas.
Abrí los ojos lentamente y fijé mi mirada en la del chico cuando dejó de hablar. -No seas malo y no me dejes así-le pedí mientras hacía un gesto para que continuara, aunque no sabía si iba a querer o no. Entonces me preguntó lo que me había parecido.-Muy triste-le comenté-Pobrecitos...él siendo torturado y ella sola, indefensa...tiene que acabar bien, por favor. Si no es así te obligaré a escribir de nuevo el final, aunque sea solo para mí-le dije con una sonrisa en mis labios-¿Quieres que continúe leyendo yo o...o estás ocupado? No me gustaría quitarte tu tiempo... Seguro que tienes cosas mejores que hacer.
Nereida A. Mellington- Humanos
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Re: ¿Y ahora cual escojo? (Privado)
El tema de la inspiración era uno que le gustaba al escritor. Y es que siempre había podido lograr inspirarse de una manera u otra pero una musa era un concepto mucho más especial. Quizás era porque involucraba a alguien, una persona que resultaba única, tan especial para el alma del artista o escritor (como en su caso) que podía crear las piezas de representación más intensas, mas bellas. Cuadros, esculturas; líneas de párrafos de prosa magistral y exquisita o versos y versos de poesía llenos de ritmo, cadencia y rimas inigualables. Era un concepto que muchos creían tan etéreo e inalcanzable que se pensaba imposible pero que para Tomas no lo era, el sabía que existía con la fuerza de una corazonada que trascendía los límites de la misma y que iba en su mente casi como un hecho que solo esperaba comprobación.
Bien podía ser que tenía a su musa al frente. Solo pensar aquello lo hizo sonreír con tal amplitud que no lo había hecho en mucho tiempo. ¿Podría acaso experimentar la marea creativa de la inspiración de una musa? Por alguna razón nunca había visto la opción tan palpable y posible como en ese momento. Vivir ese tipo de vivencia en carne propia era algo sobre lo que siempre se había preguntado y de lo que esperaba poder escribir alguna vez. Todo lo prolífico de sus futuras publicaciones sería el regalo añadido.
-No, no he tenido una musa, por lo menos no hasta ahora. Pero sin duda que no rechazo la posibilidad, de hecho quizás ahora acabo de encontrar una nueva esperanza a que una musa sí existe para mí-
Le sonrió con amplitud al contestarle con toda la sinceridad esperando que quizás ella pudiera entender a qué se refería. Lo de la musa iba mucho más allá de lo de las dedicatorias aunque ya podía inventar toda una novela por el encuentro que estaba teniendo con Nereida. Y momentos después ya había terminado de leer el breve fragmento de la página que el destino y el azar ya habían designado en sus caprichos que él leyera. Rió ligeramente al notar como ella había deseado escuchar un poco más. Eso era lo único a lo que un escritor podría realmente aspirar, a tratar de enganchar a los lectores en tramas tanto enrevesadas como entendibles y al mismo tiempo intensas.
-Tiene un final feliz, tranquila. Un cuento pierde mucho de su esencia si no acaba bien, pero sino te gustara el final no tendría problema el volverlo a escribir, me encantará oírte cuando ya hayas leído algo de lo que he escrito-
Sabía en muchos niveles que podía contar en que Nereida sería sincera y que además tendría con el ojo crítico de alguien que realmente quiere a los libros. Sobre la otra propuesta que ella había tenido le pareció tan propicia en ese momento que parecía hecha en un momento de brillantez cercana a la perfección. Y es que solo tenía que ver las circunstancias para darse cuenta de ello. La tranquilidad de una biblioteca en una noche que en su comienzo amenazaba en ser aburrida y convencional pero que después de haberla conocido había cambiado al punto de no querer salir de ese lugar por la buena conversación y la compañía tan agradable que ella le proporcionaba. Era como esos cambios inesperados de trama que Tomas solía utilizar.
Escuchar a alguien más poder leer algo que él había escrito era algo que realmente no había tenido el placer de hacer. Pero más allá de eso, el hecho que sea ella quien lo haría le daba una cuota más de expectativa a la situación que lo hacía intrigarse cada vez más. Le entregó el libro con una sonrisa amplia dibujada en su rostro, no había otra forma para poder describir físicamente lo que sentía. Se acercó un poco para mirarla fijamente a los ojos y que supiera, que no tuviera duda de lo que él estaba por decirle.
-En estos momentos no hay nada que me gustaría más que escucharte leer un poco. Espero que tengas tiempo, a mi me gustaría quedarme por mucho tiempo más… -
Tomas H. Olsson*- Héroes
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Re: ¿Y ahora cual escojo? (Privado)
Quizás había metido un poco la pata preguntando eso...era algo muy personal, la verdad. Y puede que me hubiera excedido al preguntar, ya que no hacía mucho que nos conocíamos y no sé. Puede que fuera algo privado, como los magos que no quieren decir sus trucos porque es algo...íntimo. Mordí mi labio inferior. Yo tenía la idea de que los escritores eran personas...misteriosas. Me los imaginaba distantes, tremendamente interesantes, al menos para mí que adoraba leer y perderme entre mil historias distintas, y esquivos. Reacios a contar sus intimidades. Sobre todo algo relacionado con sus escritos. Yo suponía que los guardaban como si se tratasen del mayor de los tesoros. Y seguramente así sería. Sonreí tímidamente y lo miré a los ojos, ladeando la cabeza ligeramente.
Estudié su reacción, por si podía ver en ella algún tipo de señal que me dijera si se había molestado, pero no pude ver nada. Ni enfado, ni molestia...nada. Parpadeé un par de veces y entreabrí los labios, buscando las palabras antes de hablar.-¿Te ha molestado que te pregunte algo tan... íntimo?-le pregunté mirándolo a los ojos, esperando sinceramente que no fuera así, porque no quería que se molestara conmigo ni nada por el estilo. Aunque lo conocía desde hace poco, me gustaba su compañía. Era tan sencillo como eso.
No pude evitar ponerme roja al escucharlo. O mejor dicho al leer entre líneas lo que había dicho. Mordí mi labio inferior y maldije tener la piel tan blanca y que el color subiera enseguida a mis mejillas.-Gracias...-dije tímidamente, en apenas un susurro.
Respiré lentamente y lo miré a los ojos, con una sonrisa en mis labios. Sus palabras...eran preciosas, al igual que su historia. La verdad era que quería saber más. No podía dejar que la historia quedara así, en el aire. No podía no saber el final. Pensaba leer el libro al llegar a mi casa, aunque eso significara pasarme la noche en vela. Eso era algo que no me importaba, en absoluto. De hecho me apetecía mucho, demasiado. Llegaría a casa, me pondría el pijama y comenzaría a devorar una página tras otra para conocer la historia de la princesa y el caballero. Perderme por aquel lugar, recorriendo a su lado cada aventura que vivieran, cada peligro u obstáculo que se les presente, sufriendo con ellos, desde la comodidad de mi cama.
-Me alegra escuchar eso-le dije-Me gustan los finales felices-ladeé mi cabeza y lo observé con curiosidad-¿De verdad cambiarías un final solo porque no me gustase?-le pregunté curiosa mientras colocaba un mechón tras mi cabello.
Y entonces él se acercó a mi. Clavó su mirada en la mia y yo hice lo mismo. -Tengo todo el tiempo del mundo-le dije con una sonrisa en mis labios. Tomé el libro y lo acaricié con cariño, para después abrirlo por una página al azar y comenzar a leer en voz alta.
"La princesa no sabía qué hacer. Notaba como su garganta se secaba. Era incapaz de articular palabra alguna, pero, a pesar de lo que esperaba, su cercanía no la molestaba. La ponía nerviosa y al mismo tiempo la necesitaba. Avanzó un poco más, hasta situarse a escasos centímetros de él. El caballero, su caballero, esbozó una sonrisa y acarició un mechón de su cabello, para después dejar caer la mano hasta su mejilla, rozando su piel con dulzura. Ella mordió su labio inferior al notar el tacto de sus dedos sobre ella. Cerró los ojos y se dejó llevar por esa sensación. Sabía que no era lo correcto. Eso es lo que le habían enseñado desde que era pequeña, pero ya no sabía qué creer. A ella no le importaba si era o no era apropiado, simplemente era algo que necesitaba.
Él se acercó más. Ella notó su respiración sobre sus labios. Tragó saliva, intentando deshacer el nudo que se había formado en su garganta. Fue en vano, por supuesto. Él acortó la distancia, hasta posar sus labios sobre los de ella, robándole un beso dulce, lento...La princesa sonrió y buscó su mano, para después abrir los ojos despacio. Sus miradas se encontraron, pero no se movieron ni un milímetro. Él apoyó su frente en la de ella mientras acariciaba el rostro de la princesa. Ella amplió su sonrisa. Él la suya. Y no pudieron evitar reírse."
Cerré el libro y lo miré a los ojos.-Es muy bonito-le comenté, ladeando mi cabeza, recordando las palabras que acababa de leer. Guardándolas en mi mente.
Estudié su reacción, por si podía ver en ella algún tipo de señal que me dijera si se había molestado, pero no pude ver nada. Ni enfado, ni molestia...nada. Parpadeé un par de veces y entreabrí los labios, buscando las palabras antes de hablar.-¿Te ha molestado que te pregunte algo tan... íntimo?-le pregunté mirándolo a los ojos, esperando sinceramente que no fuera así, porque no quería que se molestara conmigo ni nada por el estilo. Aunque lo conocía desde hace poco, me gustaba su compañía. Era tan sencillo como eso.
No pude evitar ponerme roja al escucharlo. O mejor dicho al leer entre líneas lo que había dicho. Mordí mi labio inferior y maldije tener la piel tan blanca y que el color subiera enseguida a mis mejillas.-Gracias...-dije tímidamente, en apenas un susurro.
Respiré lentamente y lo miré a los ojos, con una sonrisa en mis labios. Sus palabras...eran preciosas, al igual que su historia. La verdad era que quería saber más. No podía dejar que la historia quedara así, en el aire. No podía no saber el final. Pensaba leer el libro al llegar a mi casa, aunque eso significara pasarme la noche en vela. Eso era algo que no me importaba, en absoluto. De hecho me apetecía mucho, demasiado. Llegaría a casa, me pondría el pijama y comenzaría a devorar una página tras otra para conocer la historia de la princesa y el caballero. Perderme por aquel lugar, recorriendo a su lado cada aventura que vivieran, cada peligro u obstáculo que se les presente, sufriendo con ellos, desde la comodidad de mi cama.
-Me alegra escuchar eso-le dije-Me gustan los finales felices-ladeé mi cabeza y lo observé con curiosidad-¿De verdad cambiarías un final solo porque no me gustase?-le pregunté curiosa mientras colocaba un mechón tras mi cabello.
Y entonces él se acercó a mi. Clavó su mirada en la mia y yo hice lo mismo. -Tengo todo el tiempo del mundo-le dije con una sonrisa en mis labios. Tomé el libro y lo acaricié con cariño, para después abrirlo por una página al azar y comenzar a leer en voz alta.
"La princesa no sabía qué hacer. Notaba como su garganta se secaba. Era incapaz de articular palabra alguna, pero, a pesar de lo que esperaba, su cercanía no la molestaba. La ponía nerviosa y al mismo tiempo la necesitaba. Avanzó un poco más, hasta situarse a escasos centímetros de él. El caballero, su caballero, esbozó una sonrisa y acarició un mechón de su cabello, para después dejar caer la mano hasta su mejilla, rozando su piel con dulzura. Ella mordió su labio inferior al notar el tacto de sus dedos sobre ella. Cerró los ojos y se dejó llevar por esa sensación. Sabía que no era lo correcto. Eso es lo que le habían enseñado desde que era pequeña, pero ya no sabía qué creer. A ella no le importaba si era o no era apropiado, simplemente era algo que necesitaba.
Él se acercó más. Ella notó su respiración sobre sus labios. Tragó saliva, intentando deshacer el nudo que se había formado en su garganta. Fue en vano, por supuesto. Él acortó la distancia, hasta posar sus labios sobre los de ella, robándole un beso dulce, lento...La princesa sonrió y buscó su mano, para después abrir los ojos despacio. Sus miradas se encontraron, pero no se movieron ni un milímetro. Él apoyó su frente en la de ella mientras acariciaba el rostro de la princesa. Ella amplió su sonrisa. Él la suya. Y no pudieron evitar reírse."
Cerré el libro y lo miré a los ojos.-Es muy bonito-le comenté, ladeando mi cabeza, recordando las palabras que acababa de leer. Guardándolas en mi mente.
Nereida A. Mellington- Humanos
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Re: ¿Y ahora cual escojo? (Privado)
¿Le parecía un tema íntimo? Si, podía ser que si lo fuera pero es que en realidad en ese momento el escritor sentía que podía hablar de lo que sea con ella. Literalmente de lo que sea. Esperaba que ella hubiera podido entender que de verdad podía considerarla una musa, a ella y que no tuviera dudas sobre eso. Estaba dispuesto a probar su teoría de inmediato, casi podía sentir la marea de la creatividad invadirlo de una manera que era inexplicable y muy intensa, que podía escribir toda trilogía, toda una saga en una noche y además de ello también había algo que sentía dentro de sí que por única en su ocasión en su vida no encontraba las palabras suficientes y necesarias para poderlo describir. Era curioso, no recordaba que algo parecido le hubiera pasado antes pero si sentía así de bien, no quería que parara.
Pero no, en definitiva no lo había molestado, para nada. Esperaba que ella pudiera entender que podía preguntarle lo que quisiera. Y al mismo tiempo eso era algo que no solía hacer, algo que nunca solía hacer. Mantener cierto secretismo era parte de su fama, del aura de misterio que solía rodearlo siempre pero se sentía incapaz de ocultarle algo a Nereida, de dejar de contarle alguna cosa.
-No me ha molestado, de hecho quiero que sientas que puedes contarme lo que quieras. Tenlo siempre en mente ¿si? –
Le dijo sonriendo mientras la escuchaba hablar. La observó mucho más al estar así de cerca de ella y sin darse cuenta estaban a escasos centímetros. Esa cercanía se sentía tan bien y también la agradecía al permitirle ver algunos detalles más. Notó el color avellanado de sus ojos siendo enmarcado por aquellas cejas finas, su nariz que delineaba con fineza y que le daba cierto aire de distinción, como si fuera una princesa.
Sus labios… si, quizás sus ojos se pasearon en ellos por un tiempo más de lo que hubiera sido sutil; tenían ese equilibrio casi perfecto entre lo carnoso y lo fino de los mismos. Llamaban a ser besados con una intensidad de la que probablemente ella ni siquiera se percataba. Aquella descripción mental podía ser suficiente en Tomas para que inspirara una protagonista femenina en alguna de sus próximas historias.
-Claro que si, lo cambiaría. Todo sea para que quedes satisfecha y feliz. El hecho que tengas tiempo es una muy buena noticia, sin duda-
¿Y cual era el propósito de un libro si es que no iba a ser leído? No tenía sentido de ser y así ella era la que con el simple hecho de posar sus ojos sobre letras escritas en tinta impresa en papel transformaba lo banal en algo que cumplía su razón de ser.
Pero esos pensamientos quedaron relegados cuando ella tomaba el libro y repetía a su estilo dejando que sea la suerte la que decidiera qué página iba a leer ella. Sonrió con amplitud cuando notó que era precisamente la parte de la historia en la que los protagonistas dejaban todas sus dudas y se entregaban únicamente a las sensaciones que el otro les hacía sentir, y eso Nereida leía era ese primer beso. El último primer beso de la princesa. Tomas sonreía con los ojos cerrados ante la gran narración que Nereida hacía de aquel fragmento.
-Me alegro que te haya gustado. Espero que hayas sentido algo al leerlo, que te hayas imaginado la escena, eso es lo que yo busco cuando alguien lee algo de lo que escribo, que lo experimente…-
Y en ese momento se acercó más. Ordenó un mechón rebelde de los cabellos de Nereida, casi anticipándose al detalle que ya había captado de ella para luego tomar su rostro con suavidad deslizando sus dedos por la línea de su mandíbula sintiendo su piel y luego besarla en la comisura de sus labios.
Un gesto que había sido tan espontáneo que no había sido procesado, solo sentido y luego inmediatamente expresado. Quizás era una manera de decirle lo bien que sentía su compañía o que era una forma muy particular de darle las gracias. En realidad eran tantas cosas que no podían ser enumeradas.
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Re: ¿Y ahora cual escojo? (Privado)
Sus palabras habían hecho que me sonrojara. ¿De verdad había interpretado bien lo que me había dicho? ¿Había querido decir que yo podía ser...su musa? Noté de nuevo el calor de mis mejillas. Ardían. Mi respiración se agitó ante esa idea. El aire apenas llegaba a mis pulmones, y el poco que accedía a ellos entraba con dificultad. Mordí mi labio inferior. Fuera como fuera, me sentía bien. Más que bien, diría yo. Era una sensación agradable, muy agradable. Me podría acostumbrar fácilmente a ella. Estaba segura de que podría hacerlo sin ninguna duda. Tragué saliva y mordí mi labio inferior. Respiré, intentando controlar mi respiración, pero al segundo me di por vencida. Me daba igual. No me importaba sentirme así. Me gustaba. Esa era la verdad. Me gustaba y mucho. Clavé mi mirada en la de él, dándome unos segundos para perderme en sus ojos, buceando en ellos.
Sonreí ligeramente, dedicándole la sonrisa que se había pintado en mis labios. Una simple sonrisa...algo que muchos ni siquiera aprecian. Y es que...¿Qué es una sonrisa? Para muchos algo que carecía de valor, pero para mí era algo muy importante. Y todavía más si era él el destinatario. Todo era muy extraño. Apenas nos conocíamos, para muchos seríamos unos simples desconocidos, pero por laguna razón yo sentía que lo conocía. Que lo conocía y mucho. Me sentía a gusto a su lado, tal vez demasiado. Y eso era lo único que me importaba. Asentí ante sus palabras, ampliando un poco más mi sonrisa. -¿Si te digo que siento eso mismo, que siento que puedo confiarte cualquier cosas, pensarás que es raro?-le pregunté-Porque eso es exactamente lo que me pasa..
Me dediqué a observarlo unos segundos, aprovechando la cercanía que teníamos. Volví a perderme en sus ojos rasgados, disfrutando de ellos de nuevo. Deslicé mi mirada por sus rasgos, reteniéndolos todos y cada uno en mi memoría, pero sabía que eso no me iba a hacer ninguna falta. Sería capaz de recordarlo con todo lujo de detalles pasara el tiempo que pasara. De eso estaba completamente segura.
Sonreí de nuevo cuando él habló. Cuando dijo que claro que cambiaría el final de la historia si con eso yo me quedaba satisfecha y feliz. Ladeé ligeramente la cabeza, mientras colocaba mi cabello a un lado, despejando así un lado de mi cuello.-¿De verdad es importante para ti que yo quede satisfecha y feliz con la historia?-le pregunté-¿Por qué?-añadí y automáticamente, tras haber dicho esas palabras me di cuenta de la magnitud de las mismas-Porque si a todas las futuras lectoras les dices que cambiarás el final si no quedan contentas...podrías arriesgarte a tener que escribir bastantes finales-dije en tono de broma, para quitar un poco de peso a mis preguntas, aunque moría porque me contestara. Por alguna razón que no lograba explicarme.
Asentí a lo que dijo, incapaz de decir nada más.-Claro que he sentido algo a leerlo, Tomas-comencé a decir-He podido sentir lo que ella sentía, el deseo, el miedo, la felicidad...Esa escena muestra todo lo que, en mi opinión, tiene que ser un primer beso-le dije sinceramente. Y es que en verdad pensaba así, yo creía en lo que le estaba diciendo.-Es el beso perfecto-susurre mirándolo a los ojos y esbozando una sonrisa-O al menos a mí me gustaría experimentar algo así...-dije-No me hagas caso, Tomas-reí-Creo que tu forma de escribir me hace ser má romántica si cabe.
Y entonces se acercó más. Elevó la mano hasta alcanzar uno de los mechones de mi pelo que caían rebeldes sobre mi cara, colocándolo en el sintió. Sonreí ante ese gesto tan simple y a la vez tan...íntimo. Luego deslizó su mano por mi rostro acariciando con delicadeza mi piel. Cerré los ojos cuando noté que se inclinaba sobre mí y mi respiración volvió a alterarse cuando noté sus labios cerca de los míos, besando mi comisura.
Los abrí cuando noté que se separó. Lo miré y mordí mi labio inferior.-Tomas...-susurré incapaz de decir nada más. Las palabras no venían a mi cabeza y, por un momento, mi mente se quedó en blanco y a la vez miles de pensamientos se agolparon en ella. Era algo extraño, pero...me había gustado.
Sonreí ligeramente, dedicándole la sonrisa que se había pintado en mis labios. Una simple sonrisa...algo que muchos ni siquiera aprecian. Y es que...¿Qué es una sonrisa? Para muchos algo que carecía de valor, pero para mí era algo muy importante. Y todavía más si era él el destinatario. Todo era muy extraño. Apenas nos conocíamos, para muchos seríamos unos simples desconocidos, pero por laguna razón yo sentía que lo conocía. Que lo conocía y mucho. Me sentía a gusto a su lado, tal vez demasiado. Y eso era lo único que me importaba. Asentí ante sus palabras, ampliando un poco más mi sonrisa. -¿Si te digo que siento eso mismo, que siento que puedo confiarte cualquier cosas, pensarás que es raro?-le pregunté-Porque eso es exactamente lo que me pasa..
Me dediqué a observarlo unos segundos, aprovechando la cercanía que teníamos. Volví a perderme en sus ojos rasgados, disfrutando de ellos de nuevo. Deslicé mi mirada por sus rasgos, reteniéndolos todos y cada uno en mi memoría, pero sabía que eso no me iba a hacer ninguna falta. Sería capaz de recordarlo con todo lujo de detalles pasara el tiempo que pasara. De eso estaba completamente segura.
Sonreí de nuevo cuando él habló. Cuando dijo que claro que cambiaría el final de la historia si con eso yo me quedaba satisfecha y feliz. Ladeé ligeramente la cabeza, mientras colocaba mi cabello a un lado, despejando así un lado de mi cuello.-¿De verdad es importante para ti que yo quede satisfecha y feliz con la historia?-le pregunté-¿Por qué?-añadí y automáticamente, tras haber dicho esas palabras me di cuenta de la magnitud de las mismas-Porque si a todas las futuras lectoras les dices que cambiarás el final si no quedan contentas...podrías arriesgarte a tener que escribir bastantes finales-dije en tono de broma, para quitar un poco de peso a mis preguntas, aunque moría porque me contestara. Por alguna razón que no lograba explicarme.
Asentí a lo que dijo, incapaz de decir nada más.-Claro que he sentido algo a leerlo, Tomas-comencé a decir-He podido sentir lo que ella sentía, el deseo, el miedo, la felicidad...Esa escena muestra todo lo que, en mi opinión, tiene que ser un primer beso-le dije sinceramente. Y es que en verdad pensaba así, yo creía en lo que le estaba diciendo.-Es el beso perfecto-susurre mirándolo a los ojos y esbozando una sonrisa-O al menos a mí me gustaría experimentar algo así...-dije-No me hagas caso, Tomas-reí-Creo que tu forma de escribir me hace ser má romántica si cabe.
Y entonces se acercó más. Elevó la mano hasta alcanzar uno de los mechones de mi pelo que caían rebeldes sobre mi cara, colocándolo en el sintió. Sonreí ante ese gesto tan simple y a la vez tan...íntimo. Luego deslizó su mano por mi rostro acariciando con delicadeza mi piel. Cerré los ojos cuando noté que se inclinaba sobre mí y mi respiración volvió a alterarse cuando noté sus labios cerca de los míos, besando mi comisura.
Los abrí cuando noté que se separó. Lo miré y mordí mi labio inferior.-Tomas...-susurré incapaz de decir nada más. Las palabras no venían a mi cabeza y, por un momento, mi mente se quedó en blanco y a la vez miles de pensamientos se agolparon en ella. Era algo extraño, pero...me había gustado.
Nereida A. Mellington- Humanos
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Re: ¿Y ahora cual escojo? (Privado)
No lo veía como raro sino más bien como la confirmación de algo que había estado en su mente y que realmente en algún nivel de consciencia anhelaba una respuesta así de la contraparte en la otra persona, la misma confirmación pero dicha de sus labios, esa era la muestra que no era que estuviera volviéndose loco ni nada parecido, solo que simplemente estaba feliz y que su felicidad además de explicación tenía causante, y que la causante tenía rostro. Una ecuación simple pero a la vez tan profunda que ni lo abstracto de cualquier número o símbolo podía expresar y el mismo no sabía hasta qué nivel podía llegar. Le llamaba la atención lo rápido y la facilidad con las que aquellas conexiones invisibles entre ellos dos se estaban formando, pero estaban ahí para aceptarlas, no se podía hacer otra cosa y no es como si quisiera hacer otra cosa más que guardarlas en su corazón.
-No, no lo veo raro. Me pasa igual, de hecho me gusta que lo digas…-
Le dijo sonriendo para luego seguir escuchando lo que ella tenía que decir. Por un momento al ver sus ojos notó esa manera curiosamente inquisitiva en la ella lo estaba mirando, casi el mismo reflejo de lo que él había hecho con ella al poder guardar una descripción mental de cada uno de los detalles de su rostro, de las curvas que dibujaban sus labios al sonreír y de mil pequeñas cosas más que no se le pasaban por alto al escritor. Su voz fue la que interrumpió el pensamiento que tenía en ese momento y la duda que expresaba en forma de pregunta. Claro, y no podía culparla en absoluto por pensar así, lo que ella decía tenía sentido, la pregunta era natural.
-¿Y eso no te da una pista de que quizás solo me importan los finales que tú quieras cambiar? Solo los tuyos, los de ninguna otra-
Le sonrió con gran amplitud porque parecía que no había terminado de asentar de lleno en ella el concepto de que eso que estaba haciendo, dedicarle tiempo, poder leerle un poco y que ella leyera lo propio, la manera en que le hablaba y cada palabra que musitaba no era para nada usual pero que había sido más su corazón y el instinto con una cuota de buena suerte los que habían permitido aquello. Y todo ello eran parte del concepto todavía mayor de musa, por eso podía ser que ella no se había percatado que ya estaba cumpliendo ese papel desde hace algún rato. Soltó una leve risa de satisfacción entremezclada con orgullo al saber que la letra escrita había provocado sentimientos y sensaciones, no se podía pedir más.
O podía ser que sí, que podría darle a ella lo que estaba deseando sin necesidad que lo pidiese directamente. El quería hacerlo, hacerlo por ella. El acercamiento anterior podía solo haber sido el preámbulo travieso a eso que ella llamaba el beso perfecto. Su beso perfecto, el de los dos. La oyó susurrar su nombre, la notó ligeramente nerviosa, no debía estarlo.
Le sonrió de manera encantadora colocando sus dedos sobre sus labios para que no dijese más, que solo disfrutara ese momento. Recorrió sus labios con suavidad sintiendo lo delicado de los mismos con el tacto mientras que su diestra se ocupó en quitarle un mechón de cabello rebelde para después acomodarlo detrás de su oreja. Deslizó con suavidad los dedos por su rostro, como si quisiera memorizar cada línea, cada facción del mismo. Posó la mano con suavidad en su rostro mientras que acortaba las distancias cada vez más con toda la intención de eliminarlas por completo. Quería que sus labios sintieran lo que sus dedos habían sentido momentos atrás, extendía el preámbulo del beso hasta lo imposible para que el recuerdo quedara grabado en su memoria.
Así hizo que sus labios se pegaran a los de ella, que se unieran perfectamente amolándose el uno al otro como si ambos no resistieran un momento más la separación entre los dos. Recorrió sus labios con los propios procurando explorar su boca por completo. Suave, lento, dulce… se tomaba su tiempo, sus labios la acariciaban de esa manera sutil y provocativa al mismo tiempo. Se separó apenas de ella pero Tomas todavía podía sentir su respiración, estaban a pocos centímetros. No dejó de acariciar su rostro ni su sonrisa lo había dejado. Era para ella.
Había querido hacerlo, la miraba sin querer perderse un detalle, ni un solo gesto de la expresión de su rostro, ni una palabra de sus labios. Era curiosidad de saber si es que había podido cumplir de alguna manera la idea que ella tenía del beso perfecto. Esperaba que si.
Tomas H. Olsson*- Héroes
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Re: ¿Y ahora cual escojo? (Privado)
Por alguna razón el hecho de que dijera que no lo veía raro, que le pasaba igual hizo que me sintiera feliz. Contenta. Más todavía cuando añadió que de hecho le gustaba que lo dijera. No había sido algo premeditado. Ni algo que hubiera pensado, simplemente había sido algo que había necesitado decir en voz alta. No era mi cabeza la que estaba hablando. Me estaba dejando guiar por lo que sentía. Estaba siendo, sencillamente, yo misma. Nereida. Sin nada más. Simplemente yo. Y eso es algo que no solía ocurrir muy a menudo. Pocas personas habían logrado que me sintiera tan cómoda como traspasar la barrera que mi propia cabeza imponía. Sí, con él estaba a gusto, me sentía cómoda e incluso yo diría que algo más. Me sentía protegida. Como si a su lado nada malo me pudiera pasar. Y estaba segura de que así sería, aunque no me explicaba la razón de esa certeza que tenía. Podía decirse que era algo ilógico, algo que traspasaba la lógica más pura y racional, pero me daba igual. No me importaba en absoluto.
Su respuesta ante mi pregunta me dejó helada. Completamente helada. Pero a pesar de eso no pude evitar que una sonrisa de satisfacción se dibujara en mis labios al escucharlo. Una amplia sonrisa. Me sentía feliz, muy feliz. Estaba contenta y a la vez sorprendida por sus palabras. Tuve la necesidad de levantarme y abrazarlo, de acercarme a él. Y estuve a punto de hacerlo. -¿De verdad te importo tanto?-le pregunté ya que por alguna razón necesitaba saber la respuesta-¿Tan importante es mi opinión para ti? Seguro que estás en contacto con muchos expertos, gente que puede tener más idea que yo...Si a ellos no les haces caso...¿Por qué a mí sí?-le pregunté miándolo a los ojos, sin apartar mi mirada de la suya, en ningún momento. Queriendo ver todos los detalles de su reacción ante mis preguntas.
Sonreí tímidamente después de lo que le había preguntado. La verdad es que no me habría imaginado que lo que iba a ser una pequeña escapada a la biblioteca a última hora para llevármelo algún libro que leer iba a acabar así. Desde luego había sido toda una suerte el que coincidiéramos y me alegraba por ello. Realmente me alegraba. Era algo...digno de aparecer en un libro, y nunca mejor dicho, dada las circunstancias. Sonreí un poco más y me acomodé en la silla, pero sin dejar de mirarlo ya que, por alguna razón no podía. Necesitaba el contacto visual con él, el mantenerlo. Su compañía, escuchar su voz mientras me leía...Una imagen vino a mi mente. Estábamos el y yo, era tarde. El sol ya había dejado de observarnos y la noche se había cernido sobre la ciudad. Estábamos tumbados. Él acariciaba mi cabello, de forma distraída, mientras me leía en voz alta. Sacudí la cabeza. Me había gustado esa escena que mi mente se había dedicado a representar.
Y entonces él colocó sus dedos sobre mis labios. Y yo no pude evitar estremecerme. Era un gesto para que no dijera nada más, aunque tampoco es que hubiera podido decir mucho... Mis palabras en ese momento me habían abandonado y mi garganta se negaba a transmitir sonido alguno. Se acercó a mí. Recorrió toda la distancia. Una parte de mí me dijo que me apartara, pero no pude. No quise. En su lugar cerré los ojos y me dediqué a disfrutar de sus caricias, mientras mi respiración se agitaba por momentos. Sentí sus manos recorriendo mis labios, mi rostro, sus dedos retirando un mechón de mi cabello y luego...luego sentí sus labios sobre los míos. En ese momento mil y una sensaciones nacieron de mi interior. Los nervios se habían apoderado de mi en un principio, pero poco a poco fueron desapareciendo. Y en su lugar una cálida sensación me inundó.
Era un beso dulce, lento. Uno que me permitió saborear sus labios y supe que no iba a olvidar ese sabor. Correspondí al beso, me dejé llevar. Mis labios besaron los suyos, con tranquilidad, con calma. No había prisa y yo quería descubrir la textura de su boca. Y entonces se separó y yo...volví a la realidad. Lo miré a los ojos. Estábamos a escasos centímetros. Todavía notaba su aliento sobre mis labios, pero...mi cabeza iba a estallar. Me levanté con algo de torpeza. -Tomas, yo...yo...-titubeé-Yo no puedo, lo...siento-le dije mientras un nudo se formaba en mi garganta y mis ojos comenzaban a picarme. Retrocedí un par de pasos y suspiré, pero luego me volví a acercar a él, abrazándolo. Necesitaba sentir sus brazos alrededor de mi, protegiéndome. Y es que a pesar de todo...seguía sintiéndome segura a su lado.
Su respuesta ante mi pregunta me dejó helada. Completamente helada. Pero a pesar de eso no pude evitar que una sonrisa de satisfacción se dibujara en mis labios al escucharlo. Una amplia sonrisa. Me sentía feliz, muy feliz. Estaba contenta y a la vez sorprendida por sus palabras. Tuve la necesidad de levantarme y abrazarlo, de acercarme a él. Y estuve a punto de hacerlo. -¿De verdad te importo tanto?-le pregunté ya que por alguna razón necesitaba saber la respuesta-¿Tan importante es mi opinión para ti? Seguro que estás en contacto con muchos expertos, gente que puede tener más idea que yo...Si a ellos no les haces caso...¿Por qué a mí sí?-le pregunté miándolo a los ojos, sin apartar mi mirada de la suya, en ningún momento. Queriendo ver todos los detalles de su reacción ante mis preguntas.
Sonreí tímidamente después de lo que le había preguntado. La verdad es que no me habría imaginado que lo que iba a ser una pequeña escapada a la biblioteca a última hora para llevármelo algún libro que leer iba a acabar así. Desde luego había sido toda una suerte el que coincidiéramos y me alegraba por ello. Realmente me alegraba. Era algo...digno de aparecer en un libro, y nunca mejor dicho, dada las circunstancias. Sonreí un poco más y me acomodé en la silla, pero sin dejar de mirarlo ya que, por alguna razón no podía. Necesitaba el contacto visual con él, el mantenerlo. Su compañía, escuchar su voz mientras me leía...Una imagen vino a mi mente. Estábamos el y yo, era tarde. El sol ya había dejado de observarnos y la noche se había cernido sobre la ciudad. Estábamos tumbados. Él acariciaba mi cabello, de forma distraída, mientras me leía en voz alta. Sacudí la cabeza. Me había gustado esa escena que mi mente se había dedicado a representar.
Y entonces él colocó sus dedos sobre mis labios. Y yo no pude evitar estremecerme. Era un gesto para que no dijera nada más, aunque tampoco es que hubiera podido decir mucho... Mis palabras en ese momento me habían abandonado y mi garganta se negaba a transmitir sonido alguno. Se acercó a mí. Recorrió toda la distancia. Una parte de mí me dijo que me apartara, pero no pude. No quise. En su lugar cerré los ojos y me dediqué a disfrutar de sus caricias, mientras mi respiración se agitaba por momentos. Sentí sus manos recorriendo mis labios, mi rostro, sus dedos retirando un mechón de mi cabello y luego...luego sentí sus labios sobre los míos. En ese momento mil y una sensaciones nacieron de mi interior. Los nervios se habían apoderado de mi en un principio, pero poco a poco fueron desapareciendo. Y en su lugar una cálida sensación me inundó.
Era un beso dulce, lento. Uno que me permitió saborear sus labios y supe que no iba a olvidar ese sabor. Correspondí al beso, me dejé llevar. Mis labios besaron los suyos, con tranquilidad, con calma. No había prisa y yo quería descubrir la textura de su boca. Y entonces se separó y yo...volví a la realidad. Lo miré a los ojos. Estábamos a escasos centímetros. Todavía notaba su aliento sobre mis labios, pero...mi cabeza iba a estallar. Me levanté con algo de torpeza. -Tomas, yo...yo...-titubeé-Yo no puedo, lo...siento-le dije mientras un nudo se formaba en mi garganta y mis ojos comenzaban a picarme. Retrocedí un par de pasos y suspiré, pero luego me volví a acercar a él, abrazándolo. Necesitaba sentir sus brazos alrededor de mi, protegiéndome. Y es que a pesar de todo...seguía sintiéndome segura a su lado.
Nereida A. Mellington- Humanos
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Re: ¿Y ahora cual escojo? (Privado)
Esperaba que sus preguntas fueran retóricas. O quizás solo buscaba confirmación de alguna manera un poco más explicita. Tomas no tenía problema en ello. No le parecía tan descabellado el hecho que ella en tan poco tiempo había adquirido una importancia que al principio de la noche solo era una idea en el aire y que ahora tenía rostro. Y en realidad tampoco podía lanzar un discurso con las explicaciones de ello. Era mucho y era complejo, en muchos niveles todavía era un misterio en su mente que debía desentrañar pero que sentía con claridad pero eso estaba bien, las mejores cosas que la vida tenía para ofrecer eran misterios invisibles.
Misterios como el amor, el amor sin duda era el misterio más importante. Le sonrió ante la idea y supo que quizás ella era casi tan curiosa como él y de ahí toda la retahíla encantadora de preguntas que ella le había hecho. Ella le hablaba de críticos, de opiniones aparentemente profesionales y eso no le importaba en lo más mínimo a Tomas. El se refería a otra cosa, no técnica ni especialización, solo sensaciones y sentimientos.
-Ya ves si lo es, sí que lo es. Me preguntas porqué y solo puedo decir que a ti hago caso porque eres tú y nadie más lo es, solo tú. Y no deberías dudar tanto… eres realmente encantadora-
Dijo mientras le sonreía una vez más, esa sonrisa que tantas veces se había mostrado aquella noche y que ella generaba con una facilidad inusual. Era curioso sin duda.
Notaba lo fijo en la mirada de ella hacia él y sabía que ella podría notar la sinceridad en todo, y quizás si es que era una observadora de detalles, también vería lo contento que estaba el escritor en esos momentos. Eso y un millón de cosas más habían hecho que la besara de esa forma. Suave, como explorando algo nuevo, un roce, una leve caricia para crear el efecto del que ella había hablado antes.
Sintió como ella lo correspondía y sonrió también mientras la besaba. Solo fue la separación la que parecía haberla regresado a la perspectiva de la realidad después de una bruma intensa de sensaciones. Tomas sonrió de soslayo al escucharla sin lograr entender completamente a qué se refería. ¿Qué era lo que no podía? Si ya lo había hecho, le había correspondido, los labios de ella se habían paseado sobre los de él y a ella le había gustado, eso no lo dudaba. A él también. ¿Qué era entonces lo que no podía? ¿Seguir en ello, continuar haciéndolo toda la noche?
La notó confundida y sonrió con total comprensión al poder observar esa deliciosa contradicción que se estaba gestando dentro de ella. Sonrió porque sabía que él la había provocado y por alguna razón ella dejaba que lo que sentía venciera a lo que pensaba.
Tan pronto se alejó luego la tuvo nuevamente entre sus brazos. Quería preguntarle a qué se refería con lo anterior pero no lo hizo. Dejaría que el misticismo prevaleciera, que ella misma respondiera todas las preguntas que tenía internamente por si solas. Solo correspondió el abrazo envolviéndola con sus brazos con suavidad por el tiempo que ella quisiera. Ella hablaría cuando tuviera algo que decir, él también.
Tomas H. Olsson*- Héroes
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Re: ¿Y ahora cual escojo? (Privado)
Me sentía realmente cómoda a su lado, más de lo que podría haber imaginado en un principio. No es que, cuando nos habíamos encontrado, no me había sentido bien, pero es que las cosas estaban teniendo un cariz distinto, más allá de una charla sobre literatura. Era algo mucho más íntimo, algo más...intenso. Tragué saliva y lo volví a mirar a los ojos. Quería saber la respuesta a mis preguntas, necesitaba saberlo. Por alguna razón quería saber qué era lo que le pasaba por su cabeza, lo que pensaba. Era algo difícil de explicar, pero por alguna razón quería saber qué era lo que pensaba de mí. No entendía lo que quería decir con sus palabras, o mejor dicho sí que lo sabía, lo intuía y eso hacía que una extraña sensación de bienestar me inundara.
Estaba claro que todo en la vida era complicado. O quizás era yo que no conseguía entender las cosas. Fuera como fuera no podía evitar sentirme así. Ni tampoco podía evitar necesitar saber lo que él pensaba. No nos conocíamos desde hacía mucho, pero por alguna razón me importaba mucho lo que pasara por su cabeza. Y también lo que había dicho. Lo que dejaba entrever con sus palabras había hecho que una sonrisa se pintara en mis labios y que no se borrara. Por alguna razón me sentía muy feliz. Algo inexplicable, ciertamente, pero así era como me sentía.
Sonreí cuando comenzó a hablar. Hacía todo esto por mí, por nadie más. Me gustó la respuesta, más de lo que tendría que haberme gustado. La había dicho él. Y eso era lo mejor de todo.-Así que...¿crees que soy única?-pregunté bajando la mirada y sintiendo otra vez el calor en mis mejillas. Después volví a mirarlo-Yo también creo que eres un encanto-susurré.
Un encanto y muchas más cosas, pero no añadí esto último en voz alta, porque ni siquiera yo misma comprendía lo que él me hacía sentir, lo que él me parecía. Mordí mi labio inferior y cerré los ojos unos segundos.
Sinceridad. Eso es lo que su mirada, sus palabras y sus gestos me transmitían. Y su forma de tratarme...era tierna, desprendía calor. Me hacía sentir bien, realmente bien. Sonreí y suspiré, dejándome perder por las sensaciones que sentía en ese momento. Realmente me gustaba, aunque no tendría que ser así, pero...en ese momento no podía pensar en nada más.
Noté como sonreía sobre mis labios y no pude evitar hacer lo mismo mientras un escalofrío recorría mi espalda. Sus manos acariciaban mi rostro mientras sus labios hacían lo mismo con los míos. Sí, había disfrutado del beso, eso no lo podía negar. Y seguramente, sino fuera por mis circunstancias...una sonrisa se habría pintado en mi boca y lo habría vuelto a besar, pero...no podía. No podía hacer eso. Aunque me apeteciera. Estaba confusa, no podía pensar con claridad. Ni siquiera sabía qué hacer. Lo miré, como si al hacerlo fuera a calmarme y, aunque no lo esperaba, así fue.
Su rostro mostraba compresión y supe que no se había enfadado por lo que había hecho, que no se había molestado, a pesar de todo. Sonreí ligeramente. ¿Por qué no podía evitar hacerlo cuando lo tenía delante? ¿Por qué no podía evitar sonreír? Mordí mi labio inferior, confundida. Y es que realmente lo estaba.
Y entonces él me envolvió entre sus brazos y su calor me reconfortó, pero a la vez hizo que me sintiera todavía más confundida. Se suponía que yo no me tendría que sentir así, no debería sentirme así, pero...-Necesito...no sé-comencé a decir, apartándome un poco, mirándolo a los ojos, pero sin romper el abrazo- No sé lo que me pasa, Tomas. Realmente llegas a confundirme-le dije sinceramente.
Se supone que esto no tendría que ocurrir...No es que no me gustara el beso, es que...Estoy con alguien-le confesé-Se supone que cuando se está enamorada no se sienten estas cosas...¿no?-me dejé caer en la silla, hundiendo mi rostro entre mis manos puesto que seguramente se iría, se alejaría enfadado, molesto y yo no podría hacer nada por evitarlo. Se iría, aunque eso era lo último que quería que hiciera.
Estaba claro que todo en la vida era complicado. O quizás era yo que no conseguía entender las cosas. Fuera como fuera no podía evitar sentirme así. Ni tampoco podía evitar necesitar saber lo que él pensaba. No nos conocíamos desde hacía mucho, pero por alguna razón me importaba mucho lo que pasara por su cabeza. Y también lo que había dicho. Lo que dejaba entrever con sus palabras había hecho que una sonrisa se pintara en mis labios y que no se borrara. Por alguna razón me sentía muy feliz. Algo inexplicable, ciertamente, pero así era como me sentía.
Sonreí cuando comenzó a hablar. Hacía todo esto por mí, por nadie más. Me gustó la respuesta, más de lo que tendría que haberme gustado. La había dicho él. Y eso era lo mejor de todo.-Así que...¿crees que soy única?-pregunté bajando la mirada y sintiendo otra vez el calor en mis mejillas. Después volví a mirarlo-Yo también creo que eres un encanto-susurré.
Un encanto y muchas más cosas, pero no añadí esto último en voz alta, porque ni siquiera yo misma comprendía lo que él me hacía sentir, lo que él me parecía. Mordí mi labio inferior y cerré los ojos unos segundos.
Sinceridad. Eso es lo que su mirada, sus palabras y sus gestos me transmitían. Y su forma de tratarme...era tierna, desprendía calor. Me hacía sentir bien, realmente bien. Sonreí y suspiré, dejándome perder por las sensaciones que sentía en ese momento. Realmente me gustaba, aunque no tendría que ser así, pero...en ese momento no podía pensar en nada más.
Noté como sonreía sobre mis labios y no pude evitar hacer lo mismo mientras un escalofrío recorría mi espalda. Sus manos acariciaban mi rostro mientras sus labios hacían lo mismo con los míos. Sí, había disfrutado del beso, eso no lo podía negar. Y seguramente, sino fuera por mis circunstancias...una sonrisa se habría pintado en mi boca y lo habría vuelto a besar, pero...no podía. No podía hacer eso. Aunque me apeteciera. Estaba confusa, no podía pensar con claridad. Ni siquiera sabía qué hacer. Lo miré, como si al hacerlo fuera a calmarme y, aunque no lo esperaba, así fue.
Su rostro mostraba compresión y supe que no se había enfadado por lo que había hecho, que no se había molestado, a pesar de todo. Sonreí ligeramente. ¿Por qué no podía evitar hacerlo cuando lo tenía delante? ¿Por qué no podía evitar sonreír? Mordí mi labio inferior, confundida. Y es que realmente lo estaba.
Y entonces él me envolvió entre sus brazos y su calor me reconfortó, pero a la vez hizo que me sintiera todavía más confundida. Se suponía que yo no me tendría que sentir así, no debería sentirme así, pero...-Necesito...no sé-comencé a decir, apartándome un poco, mirándolo a los ojos, pero sin romper el abrazo- No sé lo que me pasa, Tomas. Realmente llegas a confundirme-le dije sinceramente.
Se supone que esto no tendría que ocurrir...No es que no me gustara el beso, es que...Estoy con alguien-le confesé-Se supone que cuando se está enamorada no se sienten estas cosas...¿no?-me dejé caer en la silla, hundiendo mi rostro entre mis manos puesto que seguramente se iría, se alejaría enfadado, molesto y yo no podría hacer nada por evitarlo. Se iría, aunque eso era lo último que quería que hiciera.
Nereida A. Mellington- Humanos
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Re: ¿Y ahora cual escojo? (Privado)
La deducción que ella había hecho y que le comunicaba esos momentos era la única posible, la única que tenía sentido y lógica suficiente para poder pretender envolver en palabras lo que Nereida significaba para él, que si, que era única.
Eso estaba claro y era completamente literal, ni siquiera sentía la necesidad de adornarlo con recursos narrativos y palabreo virtuoso, no era necesario en ese momento, ella era única. Asintió con la cabeza dejándole saber a Nereida que para él no había otra respuesta que pudiera decirle más que esa. No le dijo nada pero la abrazó más, era una especie de confirmación silente en la que además disfrutaba de la cercanía de la compañía y de sentir otras cosas que hasta el momento le habían sido desconocidas. Eran muchas, sin dudas.
Su aroma, lo podía sentir con más claridad al estar envolviéndola con sus brazos en ese momento. Le gustó, y eso al mismo tiempo no era una declaración que expresara todo lo que sintió en ese momento, por que era más, era mucho más.
El halago enmascarado en el susurro de Nereida lo hizo sonreír, y así la había notado un poco nerviosa. Pero entendible y normal. Había visto la contradicción en ella entre no saber qué hacer y al mismo tiempo querer algo que sabía que no podía… o algo así. Ella misma le había dicho que no podía pero lo había buscado en un abrazo. Uno que Tomas correspondió de inmediato y sin reprochar o hacer alguna pregunta. Esperaría a que ella hablara sola, a que dijera que lo que deseaba decir sin ningún tipo de presión, esa era la única manera en que podía nacer verdadera sinceridad.
Sonrió con más amplitud porque al parecer él era el causante de la confusión por lo que solamente confirmó que si, que en efecto había tenido mella dentro de ella en un gesto tan leve y sutil pero que se había sentido íntimo y dulce.
También le decía que le había gustado el beso, eso lo supo en cuanto sus labios se unieron, lo otro que le decía si le daba la pieza que faltaba, el real motivo de la confusión. Y ella misma lo expresaba poco después. Era intrigante, sin dudas.
-Estoy de acuerdo, creo que tu misma te has respondido. Y es que no puedes negar lo que acabas de sentir, contrastado con lo que el “alguien” que dices debería hacerte sentir. Te podría hablar de arquetipos narrativos de parejas y de amor, pero el tuyo no es tan complicado. Puede que no estés tan enamorada como pienses…-
Dijo dejando caer esa última parte que era tan solo el epígrafe de todo lo anterior. Era la deducción que ella misma había hecho pero había buscado confirmación en él y se la estaba dando. No era malicia, era solo un hecho contra el cual no se podía argumentar, porque sentía más fuerte de lo que pensaba y la sensación se sobreponía a la aparente mediocridad del supuesto amor existente. Solo le abría un poco los ojos. No dejó de abrazarla.
Tomas H. Olsson*- Héroes
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Re: ¿Y ahora cual escojo? (Privado)
Todo esto se me estaba yendo de las manos, no podía controlarlo. No sabía en qué momento exactamente la cosa había ido cambiando de una charla sobre literatura a...a esto. ¿En que momento había cambiado yo? No lo sabía, no estaba segura. Y luego estaba el beso...
Suspiré. ¿Qué iba a hacer? Necesitaba pensar. Necesitaba aclararme, de verdad que lo necesitaba. Ni yo misma entendía por qué estaba así. Después de todo lo que había pasado antes de estar con Khai...Noté como un nudo se formaba en mi garganta. Las lágrimas acudían a mis ojos y tenía ganas de gritar. Necesitaba salir. Necesitaba hacerlo. Pasear, que me diera el aire, algo. Cualquier cosa. Necesitaba hablar con Noah, mañana la llamaría. Ahora ya era tarde. Miré a Tomas. Mordí mi labio inferior y sacudí la cabeza, cerrando los ojos unos segundos.
Me perdí en su abrazo. Oculté mi rostro en su pecho y me quede quieta. Respiré lentamente. Por un momento me tranquilicé, pero mi cabeza no dejaba de pensar. ¿Qué iba a hacer? No lo sabía. No lo sabía en absoluto.
Todo parecía tan fácil a su lado...Me semtía segura y estaba muy cómoda. No tenía presión alguna, él había optado por estar en silencio, por no preguntar nada, cuando estaba en todo su derecho de hacerlo. Me dejaba tiempo para aclararme, para encontrar las palabras adecuadas con las que expresar,e, aunque sinceramente dudaba que existiera alguna apropiada para hablar de todo esto...Sin embargo sabía que podía ser sincera con él, que aunque no me comprendiera, me escucharía e intentaría consolarme. ¿Pero de verdad quería que me consolara? ¿Qué me ayudara? Mordí mi labio inferior y sacudí la cabeza. Me separé ligeramente y lo miré a los ojos.
Y entonces él habló. Escuché lo que me dijo. No, no podía negar lo que acababa de sentir, de hecho no lo negaba. Me sentía atraída por él, me gustaba su compañía, me había gustado el beso...y eso era precisamente lo que hacía que todo fuera complicado. Muy complicado.
-No todo es blanco o negro-comencé a decir-De hecho creo que vivo en un contínuo gris. Parece que cuando las cosas parece que van a ir bien, que comienzan a ir bien...ocurre algo. Es una situación difícil. Él...él ha discutido con su mejor amiga por defender lo que sentía por mí. No sé. Quizás es que la diferencia de edad sea realmente un problema. Un obstáculo. ¿Tú que crees?-le pregunté porque quería saber su respuesta-Quiere cambiar por mí...y yo solo le causo problemas. Discutió con sus amigos por defenderme. No se habla con su mejor amiga...y todo por mi culpa.
Era la primera vez que decía esto en voz alta. No se lo había contado a nadie, pero sentía que no podía ocultarle nada a Tomas, que podía contarle cualquier cosa. Confiaba en él. Esa era la verdad.lo miré a los ojos.-¿Tú te has enamorado alguna vez?-le pregunté, para luego mirar al libro, que seguía sobre la mesa. Lo tomé y me quedé mirando la portada, recordando cuando él la había representado para mí. No hacía mucho de eso, una hora, puede que un poco más o un poco menos, pero...pero habían pasado tantas cosas desde entonces que parecía que hubiera pasado mucho tiempo.
-¿Te apetece dar una vuelta?-le pregunté-Necesito algo de aire fresco y la biblioteca va a cerrar.-comenté. Podría dar por terminado el encuentro y marcharme a casa, pero por alguna razón, a pesar de todo lo que había pasado, quería pasar un poco más de tiempo a su lado. Siempre que él quisiera, claro está.-Si te apetece, claro-dije esbozando una ligera sonrisa, más que nada para darle a entender que si no le apetecía lo entendía.
Suspiré. ¿Qué iba a hacer? Necesitaba pensar. Necesitaba aclararme, de verdad que lo necesitaba. Ni yo misma entendía por qué estaba así. Después de todo lo que había pasado antes de estar con Khai...Noté como un nudo se formaba en mi garganta. Las lágrimas acudían a mis ojos y tenía ganas de gritar. Necesitaba salir. Necesitaba hacerlo. Pasear, que me diera el aire, algo. Cualquier cosa. Necesitaba hablar con Noah, mañana la llamaría. Ahora ya era tarde. Miré a Tomas. Mordí mi labio inferior y sacudí la cabeza, cerrando los ojos unos segundos.
Me perdí en su abrazo. Oculté mi rostro en su pecho y me quede quieta. Respiré lentamente. Por un momento me tranquilicé, pero mi cabeza no dejaba de pensar. ¿Qué iba a hacer? No lo sabía. No lo sabía en absoluto.
Todo parecía tan fácil a su lado...Me semtía segura y estaba muy cómoda. No tenía presión alguna, él había optado por estar en silencio, por no preguntar nada, cuando estaba en todo su derecho de hacerlo. Me dejaba tiempo para aclararme, para encontrar las palabras adecuadas con las que expresar,e, aunque sinceramente dudaba que existiera alguna apropiada para hablar de todo esto...Sin embargo sabía que podía ser sincera con él, que aunque no me comprendiera, me escucharía e intentaría consolarme. ¿Pero de verdad quería que me consolara? ¿Qué me ayudara? Mordí mi labio inferior y sacudí la cabeza. Me separé ligeramente y lo miré a los ojos.
Y entonces él habló. Escuché lo que me dijo. No, no podía negar lo que acababa de sentir, de hecho no lo negaba. Me sentía atraída por él, me gustaba su compañía, me había gustado el beso...y eso era precisamente lo que hacía que todo fuera complicado. Muy complicado.
-No todo es blanco o negro-comencé a decir-De hecho creo que vivo en un contínuo gris. Parece que cuando las cosas parece que van a ir bien, que comienzan a ir bien...ocurre algo. Es una situación difícil. Él...él ha discutido con su mejor amiga por defender lo que sentía por mí. No sé. Quizás es que la diferencia de edad sea realmente un problema. Un obstáculo. ¿Tú que crees?-le pregunté porque quería saber su respuesta-Quiere cambiar por mí...y yo solo le causo problemas. Discutió con sus amigos por defenderme. No se habla con su mejor amiga...y todo por mi culpa.
Era la primera vez que decía esto en voz alta. No se lo había contado a nadie, pero sentía que no podía ocultarle nada a Tomas, que podía contarle cualquier cosa. Confiaba en él. Esa era la verdad.lo miré a los ojos.-¿Tú te has enamorado alguna vez?-le pregunté, para luego mirar al libro, que seguía sobre la mesa. Lo tomé y me quedé mirando la portada, recordando cuando él la había representado para mí. No hacía mucho de eso, una hora, puede que un poco más o un poco menos, pero...pero habían pasado tantas cosas desde entonces que parecía que hubiera pasado mucho tiempo.
-¿Te apetece dar una vuelta?-le pregunté-Necesito algo de aire fresco y la biblioteca va a cerrar.-comenté. Podría dar por terminado el encuentro y marcharme a casa, pero por alguna razón, a pesar de todo lo que había pasado, quería pasar un poco más de tiempo a su lado. Siempre que él quisiera, claro está.-Si te apetece, claro-dije esbozando una ligera sonrisa, más que nada para darle a entender que si no le apetecía lo entendía.
Nereida A. Mellington- Humanos
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Re: ¿Y ahora cual escojo? (Privado)
Ella tenía razón, había muchas escalas de grises. Cada cosa era diferente y al mismo tiempo también dependían una de la otra. Eran redes de circunstancias y hechos que se armaban de una manera que realmente uno no podía controlar del todo.
Las cosas pasaban y uno tenía que hacer lo mejor que se pudiera para poder sobrellevarlas, improvisar sobre la marcha y disfrutar lo más que se pudiera de la vida. Eso era lo importante. Pero prestaba atención mientras ella le decía aquello, seguro que hacía un esfuerzo para resumir las complicaciones que tenía con un novio anónimo sin rostro para Tomas, y de verdad que saber quién era no le importaba demasiado.
Sonaba como un problema lógico y al mismo tiempo las excusas no eran aceptables. De la manera en que Tomas lo veía, si uno estaba realmente envuelto bajo el hechizo del amor detalles como peleas y conflictos debían ser simplemente pasajeros.
La edad realmente no debía importar y las amistades no se opondrían porque verían la felicidad reflejada en el rostro del amigo o amiga por lo que el rechazo estaba fuera de discusión. Obviamente ese no era el caso de Nereida y el chico con el que estaba. Esperaba poder darle algo más de claridad que quizás en las ironías de la vida terminaría brindando el efecto contrario.
-Yo creo que el tema de la edad no debería ser un problema, en ningún caso. No sé, me parece que si tienes problemas estando casi al comienzo de tu relación no da buenos presagios. El amor no puede florecer dentro de sentimientos de culpabilidad y confusión. Y si te sientes culpable es por algo… seguramente sabes la respuesta, está dentro de ti, solo tienes que evocarla-
Comentó con tranquilidad mientras que no soltaba el abrazo y aumentaba caricias sobre sus hombros y cualquier parte de piel a la que pudiera alcanzar. La otra pregunta que le había hecho era mucho más personal, y la curiosidad era comprensible, el mismo sentía lo mismo de parte de ella y al haber mantenido la sinceridad dentro de la tertulia en todo momento no había razón para cambiar esto. En realidad era algo que no era difícil de responder, un simple si o no bastaría probablemente pero tampoco quería dejarla sin algún tipo de explicación.
-Pueda que mi visión del amor sea terriblemente romántica, pero tal intenso y real como yo lo imagino, la verdad es que no. No me he enamorado. Quizás a ti te pasa parecido…-
Y si, había tenido relaciones anteriores y novias por haberse sentido atraído a alguna mujer pero aquella atracción no había llegado a evolucionar en el profundo concepto del amor. Podía ser que Nereida había caído en la misma confusión. Le sonrió mientras asentía con la cabeza mientras ella proponía lo de la caminata. Era buena idea, abusar de la fama y buena voluntad de la señora encargada tenía sus límites y también porque no quería que la noche terminara, habían pasado tantas cosas y al mismo tiempo se le hacía demasiado corto. No le iba a decir que no, quería complacerla.
-Por supuesto que me apetece, vamos pues-
Le dijo sonriendo y levantándose del asiento que los había acogido desde quien sabe cuanto tiempo atrás. Entrelazó su mano con la de ella para salir y que la deliciosa brisa nocturna los golpeara de manera refrescante. Empezaron a caminar y Tomas se dedico a ver por un momento el cielo y sonrió teniendo la sensación que en cualquier momento podría volar y llevar a Nereida consigo a cualquier parte.
-¿Te gusta esta noche tanto como a mi?-
Tomas H. Olsson*- Héroes
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Re: ¿Y ahora cual escojo? (Privado)
No me había imaginado que las cosas iban a ser así. No sabía muy bien cómo tenían que ser, pero lo que sí que sabía era que no era exactamente lo que me esperaba. Quizás fuera simplemente que había leído demasiadas novelas románticas y me habría creado la fantasía de que, cuando se quiere, todo lo demás carecía de importancia.
Era cierto que en todos los libros siempre había algún problema, pero al final siempre se acababa solucionando. Mordí mi labio inferior y suspiré, cansada. Sí, realmente estaba cansada. Esta situación podía conmigo. No sabía muy bien cómo hacer frente a todo lo que me pasaba, eso era lo que me pasaba. Al menos en parte. No es que Tomas fuera el problema, no. Al menos no solo era él el problema. ¿Qué era lo que iba a hacer? No lo sabía. Realmente no lo sabía.
Primero nos dedicábamos a discutir, luego...nos habíamos sentido atraídos, o puede que solo fuera yo, ya que él no había podido contestarme a las preguntas de la playa y habíamos pasado días sin hablarnos. Si no hubiera sido por mi mensaje, si no hubiera sido porque yo había querido devolverle la caja de música que me había regalado, seguramente seguiríamos así, sin hablarnos. Y ahora habíamos conseguido superar todo eso. O al menos eso creí durante unos minutos, porque después me había contado lo de Willow y había sido como un jarro de agua fría cayendo directamente sobre mi. Me había dejado helada, literalmente. Paralizada y...no sé.
Escuché lo que me dijo, elevando ligeramente mi rostro y mirándolo directamente a los ojos. -¿Tú saldrías conmigo?-le pregunté-Bueno, quiero decir que...que si saldrías con alguien de mi edad. Bueno, no sé.-volví a clavar mi mirada en la suya-Puede ser que tengas razón, no lo sé. Y claro que me siento culpable. Aprecio a Khai...y no me gusta que esté mal por mi culpa, no me gusta ser la causante de sus problemas.-dije-Ni de los de él, ni de los de nadie-comenté-¿Crees que sé la respuesta?-lo miré-Porque yo no sé nada de nada...no sé qué pensar.
Sentí sus caricias por mis hombros, por mi piel y me estremecí ante el contacto, pero a la vez me relajé. Era algo extraño. Paradójico. ¿Cómo era que conseguía ponerme nerviosa y a la vez me calmaba? Tampoco sabía la respuesta a eso. Asentí a lo que había dicho y no puede evitar reírme ante el comentario-Perdona-le dije para comenzar a explicarme-Pero es que me parece curioso que hasta en eso nos parezcamos. Yo también creo que el amor es algo intenso. Es necesitar a la otra persona, más de lo que puedes explicar. Crees que suena algo...¿tonto?-una vez dicho esto ladee la cabeza y lo miré-Supongo que ya encontrarás a esa persona que te vuelva loco, esa persona de la que te enamores de forma irremediable-le dije con una sonrisa en mis labios-Creo que es imposible que una chica se te resista-bromeé, aunque dicen que todas las bromas tienen algo de verdad...
Sonreí cuando dijo que por supuesto le apetecía. Tomé el libro entre mis manos y esbocé una ligera sonrisa mientras me acercaba hasta la entrada, el lugar donde se encontraba la mujer que se encargaba de llevar la biblioteca, la bibliotecaria. Esbocé una sonrisa y se lo entregué para que lo procesara y me lo pudiera llevar a casa. Le di las buenas noches cuando me lo devolvió y volví al lado de Tomas. Lo miré y esbocé una sonrisa-Durante quince días el libro es mío-le dije con una sonrisa sincera y guardé el libro en mi bolso. Él entrelazó su mano con la mía y yo acáricié de forma suave e inconscientemente la palma de su mano.
La ligera brisa nocturna acarició mi piel y yo cerré los ojos dejándome llevar por esa sensación. Mi cabello era mecido por el viento y, por un segundo sentí como si volara, una sensación que me resultó familiar. Demasiado familiar. Quizás había soñado con surcar los cielos alguna vez y por eso me sonaba, me encogí de hombros. Después volví a mirar a Tomas y asentí levemente mientras sonreía. -Me encanta la noche-le comenté-Y la compañíaañadí. Entonces se me ocurrió una idea. Adelanté un par de pasos y me puse justo delante de él, mirándolo a los ojos, divertida-¿Confías en mí?-le pregunté.
Era cierto que en todos los libros siempre había algún problema, pero al final siempre se acababa solucionando. Mordí mi labio inferior y suspiré, cansada. Sí, realmente estaba cansada. Esta situación podía conmigo. No sabía muy bien cómo hacer frente a todo lo que me pasaba, eso era lo que me pasaba. Al menos en parte. No es que Tomas fuera el problema, no. Al menos no solo era él el problema. ¿Qué era lo que iba a hacer? No lo sabía. Realmente no lo sabía.
Primero nos dedicábamos a discutir, luego...nos habíamos sentido atraídos, o puede que solo fuera yo, ya que él no había podido contestarme a las preguntas de la playa y habíamos pasado días sin hablarnos. Si no hubiera sido por mi mensaje, si no hubiera sido porque yo había querido devolverle la caja de música que me había regalado, seguramente seguiríamos así, sin hablarnos. Y ahora habíamos conseguido superar todo eso. O al menos eso creí durante unos minutos, porque después me había contado lo de Willow y había sido como un jarro de agua fría cayendo directamente sobre mi. Me había dejado helada, literalmente. Paralizada y...no sé.
Escuché lo que me dijo, elevando ligeramente mi rostro y mirándolo directamente a los ojos. -¿Tú saldrías conmigo?-le pregunté-Bueno, quiero decir que...que si saldrías con alguien de mi edad. Bueno, no sé.-volví a clavar mi mirada en la suya-Puede ser que tengas razón, no lo sé. Y claro que me siento culpable. Aprecio a Khai...y no me gusta que esté mal por mi culpa, no me gusta ser la causante de sus problemas.-dije-Ni de los de él, ni de los de nadie-comenté-¿Crees que sé la respuesta?-lo miré-Porque yo no sé nada de nada...no sé qué pensar.
Sentí sus caricias por mis hombros, por mi piel y me estremecí ante el contacto, pero a la vez me relajé. Era algo extraño. Paradójico. ¿Cómo era que conseguía ponerme nerviosa y a la vez me calmaba? Tampoco sabía la respuesta a eso. Asentí a lo que había dicho y no puede evitar reírme ante el comentario-Perdona-le dije para comenzar a explicarme-Pero es que me parece curioso que hasta en eso nos parezcamos. Yo también creo que el amor es algo intenso. Es necesitar a la otra persona, más de lo que puedes explicar. Crees que suena algo...¿tonto?-una vez dicho esto ladee la cabeza y lo miré-Supongo que ya encontrarás a esa persona que te vuelva loco, esa persona de la que te enamores de forma irremediable-le dije con una sonrisa en mis labios-Creo que es imposible que una chica se te resista-bromeé, aunque dicen que todas las bromas tienen algo de verdad...
Sonreí cuando dijo que por supuesto le apetecía. Tomé el libro entre mis manos y esbocé una ligera sonrisa mientras me acercaba hasta la entrada, el lugar donde se encontraba la mujer que se encargaba de llevar la biblioteca, la bibliotecaria. Esbocé una sonrisa y se lo entregué para que lo procesara y me lo pudiera llevar a casa. Le di las buenas noches cuando me lo devolvió y volví al lado de Tomas. Lo miré y esbocé una sonrisa-Durante quince días el libro es mío-le dije con una sonrisa sincera y guardé el libro en mi bolso. Él entrelazó su mano con la mía y yo acáricié de forma suave e inconscientemente la palma de su mano.
La ligera brisa nocturna acarició mi piel y yo cerré los ojos dejándome llevar por esa sensación. Mi cabello era mecido por el viento y, por un segundo sentí como si volara, una sensación que me resultó familiar. Demasiado familiar. Quizás había soñado con surcar los cielos alguna vez y por eso me sonaba, me encogí de hombros. Después volví a mirar a Tomas y asentí levemente mientras sonreía. -Me encanta la noche-le comenté-Y la compañíaañadí. Entonces se me ocurrió una idea. Adelanté un par de pasos y me puse justo delante de él, mirándolo a los ojos, divertida-¿Confías en mí?-le pregunté.
Nereida A. Mellington- Humanos
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