¡Fin de semana, libertad! ¿Qué toca hacer hoy, Paula? [Paula A. Mills]

Paula llevaba unos días bastante malos. No sólo salía de un castigo especialmente largo y duro por culpa de haberse fugado de casa la noche en que su madre había invitado a Liam a cenar, sino que además había perdido el libro. SU libro de cuentos. El que el había regalado su profe Sebastian y que quería más que a ella misma. ¿Como iba a seguir con la Operación Cobra y a descubrir como se rompía exactamente la maldición sin el libro?

Aquel sería el primer fin de semana que tendría de libertad condicional después de un mes. Podía salir un rato al parque si prometía volver a la hora de la cena y no meterse en ningún lío. Si incumplía alguna de esas cláusulas volvería a la encarcelación casera. Del colegio a casa y de casa al colegio, igual que aquellas últimas semanas.
Por esa misma razón era que se había perdido la fiesta de disfraces en casa de Hunter, y el disfraz de pirata que tenía preparado para esa noche había quedado en su armario sin estrenar, y había estado a punto de quedarse sin perro. Pero por suerte Siobhan había sido algo más permisiva en ese aspecto.

En definitiva, habían sido unas malas semanas, así que cuando apareció en el parque, a pesar de oír casi de inmediato el saludo animado de Hunter, ella simplemente levantó la vista hacía lo alto del castillo de madera mientras seguía acercándose, arrastrando los pies.
En momentos como ese deseaba hacerse mayor, sin duda alguna. Que nadie tuviera el poder suficiente para castigarla. Estaba harta de los castigos y de no poder hacer lo que quisiera. Ser pequeña era un asco.

Trepó hasta la plataforma del castillo donde solían pasarse los ratos con Hunter y se dejó caer a su lado poniendo mala cara. Apenas habían podido hablar durante su reclusión. Se habían podido llamar un par de veces, pero su madre le controlaba también el teléfono, así que no habían sido llamadas demasiado largas. Además, como solía estar vigilada de cerca, no había podido comentarle nada acerca del libro.

Tenía la sensación que de todas las personas a quien había contado lo de la maldición, Hunter era el único que la tomaba completamente en serio, a parte de, tal vez, Liam. Sin embargo a este último lo acababa de conocer y a Hunter le conocía pues... desde siempre. Y había sido el primero que se había ofrecido a ayudarle a romper la maldición. Y confiaba en él más que en nadie en todo el mundo. Por eso cuando se había marchado a Boston a buscar a su madre había sido al único a quien había contado sus intenciones.

- Hey... - dijo sin demasiado ánimo, dejándose caer a su lado – ¿Que tal han estado las cosas por el mundo exterior?

Claro que dramatizaba. Le encantaba hacerlo y ser exagerada. Siempre, lo que le sucedía a ella era mucho peor que lo que le sucedía al resto, y con frecuencia se la podía oír decir que todo era un complot cósmico en su contra.
No contenta con estar sentada, se dejó caer hacía atrás, apoyando la espalda en el suelo de madera y fijando la mirada en el cielo azul que había sobre su cabeza.

- He perdido el libro. O me lo han robado. De hecho, estoy casi segura que me lo han robado... Sólo espero que no lo tenga mi madre o la Operación Cobra estará en peligro. – dijo arrugando la nariz – Y como he estado castigada no he podido buscarlo. Y ahora ya han pasado muchos días...

Porque de hecho, su única esperanza era que Hunter le diera alguna de sus brillantes ideas acerca de que podía hacer para recuperar el libro. Pero ni en eso tenía ya demasiada esperanza.