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Mensaje por Sophia L. Eaton Sáb Ago 11, 2012 3:52 am

Cierro la puerta del coche con un golpe seco, camino por el muelle, sosteniendo en una de mis manos la radio portátil que cargo cada vez que voy a dar clases al colegio. Sonrío, no he podido tomar una mejor decisión cuando me han propuesto impartir un taller para niños pequeños, en el área de arte. La danza es algo que se debe impartir a niños y niñas por igual, y mientras menores sean mucho mejor, para mí, pues me encantan los niños. Aunque claro, también imparto para chicas mayores, pero no son muchas.

Poso con cuidado la radio sobre el muelle, para luego sentarme a la orilla y observar el horizonte, algo raro me sucede en este lugar. A pesar de que no soy muy asidua a la playa, sobre todo a meterme dentro del agua, pues aunque parezca increíble, no sé nadar. Niego con la cabeza, pues a mí me sorprende todavía aquel hecho, no soy capaz ni siquiera de zambullirse y sé que no es miedo, estoy segura que no lo es.

Mi sonrisa se acrecienta, porque toda aquella sensación que me aqueja cuando estoy cerca del agua se desvanece cuando se trata de bailar. Es una de las razones de las porque vengo aquí. Quizás un día me atreva y me lance al agua, sin siquiera pensarlo. Deslizo mi cabeza de un lado a otro, con suavidad incorporándome, camino hasta donde se encuentra la radio e inclinándome, presiono play.

La música suena y entonces todo se desvanece, o es lo que a mí me parece. Un, dos, tres. Mis pies se deslizan por suavidad sobre la madera del muelle, incluso por la orilla del mismo como si de alguna manera solo estuviera tanteando el terreno, pero la verdad es que ya no hace falta hacerlo, reconozco el lugar aunque me mantuviera con los ojos cerrados, lo que finalmente hago a continuación. Sigo moviéndome al ritmo de la música, estirando mi cuerpo en su totalidad, lo que además de estilizarme, hace incluso que parezca más alta.

Mi única compañía es el muelle y el mar. No hay nada más mientras sigo en completa concentración, con mi baile. De alguna manera la música me libera mucho más de lo que lo he estado en toda mi vida. Mi sonrisa se acrecienta cuando logro una pirueta, solo sosteniéndome con uno de mis pies giro sobre el mismo, elevando mi cadera y luego cambio a la pierna contraria.

Sosteniéndome con aquella pierna, doy un par de saltos, a la vez que giro sobre mi misma para entonces posarme en el centro del muelle. Alzo uno de mis pies, apoyándolo con suavidad, pero firmeza sobre la rodilla contraria y con el impulso que ello me da, comienzo a girar sobre mi misma mientras a la vez utilizo mis brazos para estabilizar el movimiento. El mismo que hace que mi cabello se suelte sobre mis hombros, pero al contrario de detenerme, solo acreciento el mismo, reemplazando la sonrisa de mis labios, por una sonora risa.
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Algo de libertad >> Alex T. Prior Empty Re: Algo de libertad >> Alex T. Prior

Mensaje por Alex T. Prior Sáb Ago 11, 2012 6:09 am

Con lo cascos puestos y la música a todo volumen me dedico a elongar cerca de uno de los bancos de madera ubicados en el borde de la costanera, al lado del muelle, bastante rústicos para el gusto de muchos pero que combinan a la perfección con el paisaje que se presenta a esta hora da la tarde. Doy un par de pasos más y me posiciono junto a él primero extendiendo sobre el respaldo del mismo mi pierna derecha para después inclinarme y alcanzar la punta de mis deportivas, sintiendo cómo mis músculos se contraen con cada uno de mis movimientos; luego de eso, repito la acción unas cuantas veces antes de cambiar de pierna, siguiendo el mismo patrón.

Una vez me incorporo, miro mi reloj de pulsera y recién entonces me doy cuenta de que han pasado casi dos horas desde que dejé casa para realizar mi habitual rutina de ejercicios: correr desde mi residencia, pasando por casi todas las calles de Storybrooke hasta llegar a la playa. Aquello se ha convertido casi en un ritual para mi los últimos meses, sobre todo después de las largas jornadas de clases en las que me tengo que topar de vez en cuando con personas con las que no suelo llevarme del todo bien.

A pesar de que no me importa cómo le caigo al resto del mundo, la tensión que se genera en mi es tan motivante que me es imposible posponer mi trote diario o reemplazarlo por otras actividades. Y es por eso que ahora me encuentro aquí, rodeado de la soledad del atardecer pues en éste pueblo todos parecen desaparecer de la vista nada más el sol comienza a ponerse.

No es mi caso, claramente. Es por eso que no tengo intención alguna de volver a casa aún, todo lo contrario, la idea de recostarme en el césped y cerrar los ojos hasta que al abrirlos no haya nada más sobre mi que un sinfín de estrellas es demasiado tentadora.

Pero algo más capta mi atención nada más mi mirar se dirige hacia el muelle.

Alguien, una chica más bien, se encuentra bailando en medio de éste completamente exenta de lo que ocurre a su alrededor. Por un instante en mi mente se cruza la interrogante de cómo no he sido capaz de oírle siendo que a su lado, se encuentra una pequeña radio portátil. Es entonces cuando recuerdo que llevo los cascos puestos y que la música continua emanando de ellos, haciendo que cada célula de mi cuerpo vibre al compás.

Entrecierro los ojos, evitando que los últimos, y casi nulos, rayos del sol que aún se cuelan por entre las nubes y la oscuridad con el fin de distinguir quien es.

Sophia. ¿Quién más si no?.

Una sonrisa cargada de burla se abre paso en mis labios y mis pies avanzan en su dirección sin siquiera estar consciente de ello hasta que me encuentro tan solo a unos metros de ella.

Apoyándome en uno de los palos del borde cruzo mis brazos sobre mi torso y le observo girar durante un par de segundos. Y debo admitirlo, algo maravillado por la agilidad, destreza, gracilidad y delicadeza con que se mueve. Luego de eso, me es imposible esperar.

— Buen trabajo, peliteñida. — menciono una vez la canción ha terminado, así puede oírme sin tener que alzar demasiado la voz. Alzando mis manos aplaudo ante su pequeña exhibición mientras la sonrisa burlesca no se quita de mi rostro. — Ahora haz lo mismo, pero sin ropa. —
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Algo de libertad >> Alex T. Prior Empty Re: Algo de libertad >> Alex T. Prior

Mensaje por Sophia L. Eaton Dom Ago 12, 2012 4:39 am

Continuo bailando por alrededor de tres minutos más, conozco la pieza de música que he elegido, a lo largo de mi entrenamiento he ido adquiriendo más y más técnica, por lo que, esta pieza es quizás una de mis favoritas y de las que mejor realizo. Inconsciente soy de que me observan hasta que la música se detiene y una voz realmente conocida, que no podría olvidar aunque lo quisiera, se oye en la cercanía, irremediablemente me detengo aun mirando al mar.

El resto de música finalmente acaba y cuando volteo lo distingo junto al borde del muelle, apoyado sobre uno de los palos. Mis ojos se quedan fijos por un momento sobre él, solo pensando en cosas que intento sacar tan rápidamente de mi mente como puedo. Deslizo mi rostro suavemente, no es una negación, solo intento deshacérseme de cada uno de esos pensamientos que antes me embargaron. Los pocos rayos de sol que quedan, desde mi punto de vista dan todos contra él, haciendo que lo que me propongo sea aún más difícil, de lo que por sí ya es.

Camino hacia la radio, para detener la música, que en ese instante ya comienza a sonar la siguiente pista del cd que he traído conmigo. Me inclino sobre la radio y una vez he detenido la música me incorporo, nuevamente mi mirada fija en él. Estoy a punto de decir unas cuantas palabras, para responder a las de él, pero entonces niego con la cabeza y comienzo a reír. Tu no cambias…

No tengo certeza cuantas veces le he oído decirme algo como eso, peliteñida es uno de sus apodos más conocidos para mí, que me dio hace ya cuanto tiempo atrás. Y su petición de quitarme la ropa, es algo que, aun no siendo tan repetitivo, simplemente podría esperarse de él. Nos conocemos, incluso mejor de lo que el otro cree.

Síguelo pidiendo Alex, quizás algún día te lo conceda Exclamo de espalda a él, dirigiéndome hacia el coche, donde abro el portamaletas para posicionar dentro la radio portátil. ¿De verdad no hay nada mejor que puedas decir? Mis palabras salen atropelladamente, han estado impacientes por salir, pero aun así lo digo de manera fluida y tranquila mientras he volteado a mirarlo.

Definitivamente, no cambias No es que quisiera que cambiara, al contrario, no era algo que esperara. Pero si pensaba que debía crecer y terminar de madurar, a veces terminaba comportándose peor que un crio y era eso lo que me exasperaba.

Mis ojos se posan por un momento en los azules de él, esperando quizás transmitirle algo más que no me creo capaz de expresarle con mis palabras, pero los quito, tan rápidamente como los he posado en él. ¿Tu no deberías estar en clases? Menciono, para de alguna manera fijar su atención en algo mas y no en lo que ha sucedido. Cuando recuerdo el día corrijo mis anteriores palabras. ¿No tenías taller de deportes hoy? No es que estuviera pendiente de sus actividades, pero siendo colegas en el colegio, era fácil saber lo que frecuenta hacer, incluso más de lo que quisiera.
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Mensaje por Alex T. Prior Dom Ago 12, 2012 6:44 am

— Ya sé que soy guapo. No es necesario que me mires así. — la sonrisa se acrecienta nada más noto como ha dejado de bailar y se dedica ahora a mirarme como si no existiese nada más interesante que yo en el paisaje en éste momento.

Y es que no lo hay.

Es por eso que no pierdo el tiempo para lanzárselo a la cara pues verle nerviosa, sonrojada y hasta molesta por cualquier cosa que digo o hago respecto a su persona no tiene precio. Decir que me encanta molestarle es poco, supongo que se ha vuelto una costumbre desde que nos conocemos intentar picarnos el uno al otro por cualquier estupidez que se nos venga a al mente en el momento en que nos encontramos. Al principio no era más que fastidiar a quienes osaban a ponernos en una misma habitación, pero supongo que ahora las cosas se han vuelto costumbre y si bien, la rutina y la monotonía no son cosas que van conmigo, esto de molestarle si que encaja a la perfección.

Sus palabras no hacen más que provocar que deje escapar una sonora carcajada que parece escucharse más fuerte de lo que en verdad es debido al silencio que solo es acompañado de vez en cuando con la leve brisa y el movimiento del mar.

— No me digas que ahora quieres que cambie. — apoyo la palma de mi mano en el palo mientras le observo inclinarse para apagar la radio y luego para tomarla con cuidado antes de comenzar a caminar hacia su automóvil. Si es que a ese juguete en miniatura se le puede llamar auto.

— ¿Eso por qué sería, peliteñida?. ¿Acaso quieres que me vuelva algo de tu agrado para así no tener remordimiento alguno de sentir algo por mi?. — si, definitivamente picarle como fuese era algo que se me daba de maravilla, una habilidad con la que había nacido y que con el paso del tiempo no he hecho más que cultivarla, tal como lo hacía con mi afición por los deportes de todo tipo. — ¿Tan rápido comenzarás a huir esta vez?. —

Le sigo sin pensarlo, hasta posicionarme justo tras ella una vez se ha detenido para acomodar la radio en la cajuela.

— Yo no pido. Llego y tomo lo que quiero… — chasqueo la lengua divertido ante sus siguientes palabras, aún no puedo creer que piense que una pregunta cómo esa me va hacer sentir mal o algo parecido cuando lo único que hacen es causarme gracia. — … eso lo sabes perfectamente. — murmuro en su oído para luego inclinarme mientras le tomo de la cintura y deposito un acalorado beso en su cuello antes de separarme sin darle pase para reaccionar.

Mi mirada se fija en el mar, justo por donde los últimos rayos del sol desaparecen haciendo que todo quede casi a oscuras de no ser por las pequeñas tonalidades que tiñen tanto el cielo como el océano de un color bastante maravilloso.

Luego mis ojos se encuentran con los de ella y me pierdo en el celeste claro de sus irises por una milésima de segundo antes que ella aparte la mirada, cosa que no hace más que devolver la sonrisa a mis labios. Se ha puesto nerviosa, punto para Alex.

— No sé si lo sabes pero hoy es viernes. — le explico con tranquilidad intentando idear a la vez, en mi mente, alguna forma de volver a ponerle nerviosa. — Y los viernes las clases terminan antes porque justamente el taller se ha cambiado para los jueves por la tarde. —

Posando mi costado sobre su automóvil me dedico a observarle hasta que una interrogante cruza mi mente. — Veo que te has memorizado mi horario, pero te saltaste ese pequeño detalle. — sin poder evitarlo mi mirada se desliza por cada una de sus curvas, hasta que me reprendo a mi mismo por permitirme el placer de hacerlo cuando no debería. — Entonces, Sophia… ¿Seguirás ensayando o ahora que he llegado huirás despavorida a encerrarte en tu casa?. — si la respuesta es la segunda, debe ya tener en claro que no le será fácil hacerlo.
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Mensaje por Sophia L. Eaton Dom Ago 12, 2012 9:20 am

Una risa sonora escapa de mis labios ante su comentario, mientras continuo con lo mío. Otra cosa que también me exaspera es aquella necesidad de tener que ir diciendo siempre lo guapo que es, como si aquello no quedara claro tan solo con verlo. Por qué es así, y lo acepto. Los años le han dado lo suyo, y con el paso del tiempo claramente ha mejorado. Eso es algo, que nadie podría haber pasado por alto. Tu madre debió llamarte Narciso, te pega Digo de pronto, sin darle mucha importancia a lo anterior.

¿Por qué tendría que querer yo que tu cambies? Pregunto observándole nuevamente. No tengo intención alguna de que algo así pase, ni motivo ni razón para pedírselo. Si bien, hay cosas de él que no me gustan, no soy quien para hacerlo cambiar, además de que si lo hace porque alguien más se lo pide, no sería muy genuino de su parte.

Sé que le gusta fastidiarme, lo he comprendido a lo largo de todos estos años que hemos pasado cerca del otro. Gracias a las ideas de nuestras familias y la añoranza de que algún día algo entre nosotros se pueda consolidar. Hago caso omiso de su risa, estoy tan acostumbrada a oírla, que lo extraño sería que no lo hiciera, ya quedo atrás la niña pequeña de dos trenzas que huía por sus constantes burlas, ya no le iba a dejar que tomara nuevamente ese gusto.

No se puede tener remordimientos por algo que no sucede, Alex Mentí. Le he mentido, mientras le miro directo al rostro. ¿Por qué?. No, no puedo permitirle se dé cuenta de aquello, eso sería demasiado, y conociéndolo, sé que no se daría por vencido con tal de conseguir algo más. Y para que no vea indicio alguno de la mentira, solo me giro, quedando nuevamente de espalda a él, una vez miro el contenido de la cajuela. Todo en orden.

Sus nuevas palabras hacen que me voltee para encararle. Yo no huyo de… Mi frase se queda a medio camino una vez noto me ha seguido y se ha posicionado justo detrás de mí. Y aunque no quiero, me estremezco cuando el murmullo de su voz se deposita contra mi oído, en tan solo un murmullo, que genera más cosas en mí, que cualquiera otra de sus acciones. Si, lo se… lo conozco, no tiene por qué decírmelo.

Me quedo, estática frente a él, posada contra la cajuela y viendo hacia el puerto. Poso una de mis manos en su ropa, pero no el tiempo suficiente para actuar, pues tan rápido como ha sido ese beso, así de rápido ha deshecho su cercanía para alejarse de mí. Esa manera de actuar es la que no comprendo, sabe perfectamente que podría tenerlo si siquiera se esforzara. Pero no parece dispuesto a que suceda. Me afirmo a la cajuela con mi otra mano mientras le veo alejarse.

La idea de no darle en el gusto, ni demostrarle todo lo que genera, se aloja en mi más ferviente que antes y sacudo mi cabeza para incorporarme, justo a tiempo para que nuestras miradas se crucen. Observo su sonrisa triunfal, y me exaspero. Odio que tenga esa capacidad de saber que me he puesto nerviosa ante su cercanía, ante las acciones que ha realizado conmigo. Sí que eres egocéntrico. ¿Para qué querría yo memorizarme tu horario? Como si me fuera útil de algún modo Exclamo, con un tono de voz más serio que antes, y mirándole fijo.

Lo veo posicionarse al costado de mi automóvil. Ahora, si eres tan amable Aunque lo dudo. ¿Podrías dejarme pasar? Le indico la puerta, pues justamente se ha posado en ese lugar, como si no supiera que en algún momento he de utilizarla para adentrarme en el auto.

Y yo no huyo, menos de ti Resoplo, lo que faltaba, como si fuera tan importante como para huir de él. Miedo no le tengo, ni hay motivo para que así sea. Poso una de mis manos a mi costado, esperando se quite.
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