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Lonely watching the sunrise{Malcolm}
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Lonely watching the sunrise{Malcolm}
Era temprano, demasiado probablemente, momento en el que el sol ya está apareciendo por el horizonte, y el cielo se envuelve por un manto de colores cálidos, avisando la llegada de un nuevo día en StoryBrooke. Los rayos comenzaban a abrirse paso por el pueblo, e iluminaban levemente los tejados. El ambiente era perfecto, la brisa rozaba mi piel con suavidad, haciendo que esta se erizara y se pusieran los bellos de punta.
El pueblo estaba en calma, no había un alma en la calles, era entendible, pues a estas horas la gente estaría descansando con sus familias, en sus casas, movidos por las manos de Morfeo, quien inventa los sueños de todos ellos.
Y allí estaba yo, con la cámara colgada al cuello, manteniendo la mirada en movimiento, analizando cuan pudiera, con la intención de captar algo que llamara realmente mi atención, y así poder capturarlo al instante. Tras divagar por varios puntos de vista que me habían agradado, doblé un tanto mis rodillas, colocándome en posición para hacer la toma, y agarré firmemente la cámara por ambos laterales, calculando la vista adecuada de lo que quería capturar, y cuando ya estuve del todo segura, hice mi primera de la mañana. En ella se podía disfrutar de lo que estaba divisando en ese preciso instante, el amanecer de un nuevo día aparecer tras los tejados y fachadas de las casas de StoryBrooke, quedándo como objeto principal la Torre del Reloj, aquel que por extrañas razones había vuelto a funcionar.
Ese tema era algo de lo que jamás podría estar segura, el dilema de conocer el razonamiento y el porqué de la vuelta del funcionamiento de este. Racionalmente uno podría pensar que la alcaldesa había mandado un técnico a repararlo, pero esa opción no me quedaba del todo clara, pues si eso hubiera sido así, ¿porqué no lo había hecho antes? no tenía ni pies ni cabeza, era una incógnita inusual que intentaría resolver con forme pasara el tiempo.
Caminando por la plaza principal, divagando moribunda ,como siempre había estado haciendo ,al menos hasta donde alcanzaban sus recuerdos. Pasé un largo rato intentando dar con algo especial, que mereciera mi atención, hasta que un cuervo apareció frente a mi, posado en el respaldo de este. Negro como el carbón, de ojos brillantes y profundos, se me quedaba mirando con algo de recelo sin fiarse mucho de mi, y le compadecía, pues era normal no fiarse de mi. Era gracioso que ni siquiera los animales se fiaran de mi, si aún no era suficiente el no caerle bien a nadie, esto le daba un cierto toque de ironía al tema.
Caminé a paso lento ,intentando acercarme cada vez más a él, para poder coger una buena perspectiva del animal, y que quedara bien en el enmarque de mi cámara. Este al tercer paso que di, se fue del banco y voló ligeramente hacia un lado, posándose sobre el suelo, me sentía como un animal asechando a su presa, pero no tenía intención de hacerle daño ni mucho menos. Seguí al cuervo cuanto pude y cuando ya creí que lo había pillado y que no se iba a mover, salió volando de nuevo, se estaba cachondeando de mi claramente. - Maldito pájaro, estate quieto! solo quiero hacerte una foto.. Dije algo sofocada y pisando fuerte en el suelo, puse un gesto de desagrado en mi rostro, y lo miré un poco, dándome cuenta que se había ido a posar sobre la rama de un árbol, sonreí para mi misma y decidida me escabullí ,escondiéndome sin ser vista por el animal, hasta colocarme en la parte trasera del árbol, lo observaba con cautela, para que no se diera cuenta de mi presencia. Yo era un as para el escapismo, y la escalada, sabía trepar y escalar de una forma increíble, era algo natural. Me eché la cámara a un lado para que no le ocurriese nada y me apoyé en el árbol para ir subiendo y trepando por este, hasta que pude apoyarme sobre una rama, y cuando menos se lo esperaba me eché sobre el cuervo, agarrándolo con ambas manos y sonriendo satisfecha de mi victoria. -Ya te tengo! ¿pensabas que ibas a escapar de mi eh? no te lo crees ni tú.. Dije sonriendo divertida y luego me coloqué cómodamente sobre la rama, con el cuervo entre mis manos, acariciándolo un poco en el lomo para que se relajara y no temiera nada. -Tranquilo, estás a salvo Dije sonriendo levemente y acurrucándolo contra mi vientre para darle algo de calor y que no pusiera tensión en el agarre, para no tener que ir en busca suya nuevamente si se escapaba.
El pueblo estaba en calma, no había un alma en la calles, era entendible, pues a estas horas la gente estaría descansando con sus familias, en sus casas, movidos por las manos de Morfeo, quien inventa los sueños de todos ellos.
Y allí estaba yo, con la cámara colgada al cuello, manteniendo la mirada en movimiento, analizando cuan pudiera, con la intención de captar algo que llamara realmente mi atención, y así poder capturarlo al instante. Tras divagar por varios puntos de vista que me habían agradado, doblé un tanto mis rodillas, colocándome en posición para hacer la toma, y agarré firmemente la cámara por ambos laterales, calculando la vista adecuada de lo que quería capturar, y cuando ya estuve del todo segura, hice mi primera de la mañana. En ella se podía disfrutar de lo que estaba divisando en ese preciso instante, el amanecer de un nuevo día aparecer tras los tejados y fachadas de las casas de StoryBrooke, quedándo como objeto principal la Torre del Reloj, aquel que por extrañas razones había vuelto a funcionar.
Ese tema era algo de lo que jamás podría estar segura, el dilema de conocer el razonamiento y el porqué de la vuelta del funcionamiento de este. Racionalmente uno podría pensar que la alcaldesa había mandado un técnico a repararlo, pero esa opción no me quedaba del todo clara, pues si eso hubiera sido así, ¿porqué no lo había hecho antes? no tenía ni pies ni cabeza, era una incógnita inusual que intentaría resolver con forme pasara el tiempo.
Caminando por la plaza principal, divagando moribunda ,como siempre había estado haciendo ,al menos hasta donde alcanzaban sus recuerdos. Pasé un largo rato intentando dar con algo especial, que mereciera mi atención, hasta que un cuervo apareció frente a mi, posado en el respaldo de este. Negro como el carbón, de ojos brillantes y profundos, se me quedaba mirando con algo de recelo sin fiarse mucho de mi, y le compadecía, pues era normal no fiarse de mi. Era gracioso que ni siquiera los animales se fiaran de mi, si aún no era suficiente el no caerle bien a nadie, esto le daba un cierto toque de ironía al tema.
Caminé a paso lento ,intentando acercarme cada vez más a él, para poder coger una buena perspectiva del animal, y que quedara bien en el enmarque de mi cámara. Este al tercer paso que di, se fue del banco y voló ligeramente hacia un lado, posándose sobre el suelo, me sentía como un animal asechando a su presa, pero no tenía intención de hacerle daño ni mucho menos. Seguí al cuervo cuanto pude y cuando ya creí que lo había pillado y que no se iba a mover, salió volando de nuevo, se estaba cachondeando de mi claramente. - Maldito pájaro, estate quieto! solo quiero hacerte una foto.. Dije algo sofocada y pisando fuerte en el suelo, puse un gesto de desagrado en mi rostro, y lo miré un poco, dándome cuenta que se había ido a posar sobre la rama de un árbol, sonreí para mi misma y decidida me escabullí ,escondiéndome sin ser vista por el animal, hasta colocarme en la parte trasera del árbol, lo observaba con cautela, para que no se diera cuenta de mi presencia. Yo era un as para el escapismo, y la escalada, sabía trepar y escalar de una forma increíble, era algo natural. Me eché la cámara a un lado para que no le ocurriese nada y me apoyé en el árbol para ir subiendo y trepando por este, hasta que pude apoyarme sobre una rama, y cuando menos se lo esperaba me eché sobre el cuervo, agarrándolo con ambas manos y sonriendo satisfecha de mi victoria. -Ya te tengo! ¿pensabas que ibas a escapar de mi eh? no te lo crees ni tú.. Dije sonriendo divertida y luego me coloqué cómodamente sobre la rama, con el cuervo entre mis manos, acariciándolo un poco en el lomo para que se relajara y no temiera nada. -Tranquilo, estás a salvo Dije sonriendo levemente y acurrucándolo contra mi vientre para darle algo de calor y que no pusiera tensión en el agarre, para no tener que ir en busca suya nuevamente si se escapaba.
Gala M. Bronngell- Chicas de Storybrooke
- Soy : Alguien que juega con fuego
Mensajes : 11
Empleo /Ocio : Violinista y Fotógrafa Independiente
Localización : StoryBrooke
Fecha de inscripción : 03/10/2012
Re: Lonely watching the sunrise{Malcolm}
Si había un momento del día en el que le gustaba pasear por las calles de Storybrooke, ese era el amanecer, bien temprano, o incluso aún estando algo oscuro, allí sobre las cinco o seis de la mañana. ¿Por qué? Sencillamente porque a esas horas no había apenas gente, mucho menos en la zona en la que estaba Malcolm, apartada del centro y de todo bullicio. Igual había alguna que otra persona caminando o cogiendo el coche para llegar a su puesto de trabajo, pero la mayoría no se empezaba a mover hasta que tocaban las siete de la mañana. Sí, y ahora podía decirlo así: tocar, por el tema del reloj que había comenzado a funcionar. Eso para Malcolm sólo podía significar una cosa, una cosa que cada vez tenía más clara. ¿Qué era eso que tenía tan claro? ¿Qué se había arreglado tal vez? Sí, quizás era eso… O no. ¿Quién sabe?
Esa fue una de las mañanas en las que decidió madrugar. Podría dar un paseo y después dirigirse al trabajo, a aguantarle la cara al señor Gold, ese hombre al que mucha gente le debía el alquiler de la casa, o asuntos relacionados con dinero en su mayoría. Era venir el señor Gold a picarte a casa, y normalmente lo primero en lo que se pensaba era el alquiler. Hasta el apellido le hacía honor al valor material. Era algo así como el jefe de Storybrooke. Por suerte a Malcolm no le debía nada personalmente, no al menos que él recordase… Pero desde luego el hombre no le caía demasiado en gracia. Ahora que lo pensaba… Sí que le debía algo: su mensualidad, la del mes pasado que aún no había cobrado. ¡Maldito! Cómo se aprovechaba en cuanto podía… A veces sentía ganas de meterle esa cabeza zorrupia que tenía dentro de uno de los botes que habían de decoración en su maldita tienda. Sí, en la tienda que Malcolm trabajaba, no le quedaba otra si quería mantener su casucha.
Estaba acostumbrado a levantarse temprano, en ocasiones se entretenía con sus aficiones como diseñar y confeccionar curiosas prendas de ropa que no llegaban a ningún lado, sólo para inflar su armario, y otras como ese día, aprovechaba para disfrutar del aire fresco y de la semi-oscuridad que invadía casi todos los rincones del pueblo. Los pájaros ya se animaban a cantar rompiendo el silencio matutino, la luz de las farolas se iban fundiendo con los primeros rayos de sol… Las farolas, esas farolas que siempre se detenía a mirar, recordándole algo, algo que le hacía ponerse ciertamente melancólico.
Malcolm no tenía mayores expectativas que pasar una mañana como cualquier otra, disfrutando del amanecer, dar una vuelta por la plaza, sentarse un rato en un banco rodeado de tranquilidad y después dejarse alelar por la majestuosidad del reloj de Storybrooke por unos largos minutos… Pero al parecer se había equivocado. Nada más llegar a la plaza atraído por la presencia de un cuervo al cual siguió, pudo presenciar las aventurillas que se traía una muchacha de largos cabellos. Aún no podía apreciar con claridad su rostro, ya que la observaba desde unos metros de distancia y a espaldas de esa joven. Parecía sostener una cámara entre manos, y no había dudas después de apreciar los flashes de luz que salían del objeto que tenía entre las manos. Malcolm sabía un poco sobre fotografía, era uno de sus hobbies ocasionales, sólo que seguramente a diferencia de ella, la cámara de Malcolm era bastante antigua, podría jurar que ya no vendían de ese tipo. Pero desde luego la chica se desvivía por sacarle una foto a ese negro pájaro, cosa que demostraba que lo más probable es que tuviera más experiencia que él en ese aspecto, bastante más.
La observó de brazos cruzados durante un rato, mientras luchaba y luchaba por sacar una buena instantánea, pero el cuervo no se lo ponía nada fácil, tal fue así que le sonsacó una sonrisa ladeada a Malcolm. Pero para sorpresa de éste último, la joven había logrado alcanzarlo estando en lo alto de un árbol. No pude evitar que le llamara la atención la agilidad que había demostrado tener esa chica, incluso le sorprendió. Decidió dar unos pasos cautelosos hasta llegar a una zona que entrara en el campo de visión de aquella desconocida, justo debajo del árbol.
- Curiosos animales los cuervos, ¿no te parece? – habló, apoyado en el tronco del árbol de brazos cruzados y mirando hacia arriba, con intención de encontrarse con los ojos claros de aquella joven, que ahora mantenía retenido al cuervo - Aún no entiendo por qué la gente los tiene en tan baja estima; que si sacan los ojos, que si están relacionados con la muerte, que si verlos es un mal augurio… Supongo que por esa regla de tres verme a mí debe ser también mal augurio, ¿no crees? – comentó, haciendo alusión a su típica chaqueta negra, pantalones oscuros y ya por no mencionar su pelo. De no ser por su pálida piel se podría jurar que era la personificación de un cuervo. Una vez más se le pasó por la mente que quizás esa chica había oído hablar mal de Malcolm por el pueblo, pero hubo algo que le impulsó a dirigirse a ella, dejando aparte el tema sobre su agilidad escalando árboles que tanto llamó la atención al joven. - Se te da bien esto de subir por las ramas, irte por las ramas, yo me voy por las ramas también cuando hablo de ramas, porque curiosamente suena a ranas, y las ranas no tienen nada que ver. Me pregunto quién pondría nombres a las cosas, porque algo de imaginación le faltaba. ¿De qué estábamos hablando?... Ah, sí, de que saltas como una rana por las ramas. ¿Es alguna clase de afición o algo así? – preguntó interesado, frunciendo el ceño mientras se llevaba una de las manos a la barbilla y esperaba respuesta de aquella ciudadana a la que aún no conocía… del todo.
Esa fue una de las mañanas en las que decidió madrugar. Podría dar un paseo y después dirigirse al trabajo, a aguantarle la cara al señor Gold, ese hombre al que mucha gente le debía el alquiler de la casa, o asuntos relacionados con dinero en su mayoría. Era venir el señor Gold a picarte a casa, y normalmente lo primero en lo que se pensaba era el alquiler. Hasta el apellido le hacía honor al valor material. Era algo así como el jefe de Storybrooke. Por suerte a Malcolm no le debía nada personalmente, no al menos que él recordase… Pero desde luego el hombre no le caía demasiado en gracia. Ahora que lo pensaba… Sí que le debía algo: su mensualidad, la del mes pasado que aún no había cobrado. ¡Maldito! Cómo se aprovechaba en cuanto podía… A veces sentía ganas de meterle esa cabeza zorrupia que tenía dentro de uno de los botes que habían de decoración en su maldita tienda. Sí, en la tienda que Malcolm trabajaba, no le quedaba otra si quería mantener su casucha.
Estaba acostumbrado a levantarse temprano, en ocasiones se entretenía con sus aficiones como diseñar y confeccionar curiosas prendas de ropa que no llegaban a ningún lado, sólo para inflar su armario, y otras como ese día, aprovechaba para disfrutar del aire fresco y de la semi-oscuridad que invadía casi todos los rincones del pueblo. Los pájaros ya se animaban a cantar rompiendo el silencio matutino, la luz de las farolas se iban fundiendo con los primeros rayos de sol… Las farolas, esas farolas que siempre se detenía a mirar, recordándole algo, algo que le hacía ponerse ciertamente melancólico.
Malcolm no tenía mayores expectativas que pasar una mañana como cualquier otra, disfrutando del amanecer, dar una vuelta por la plaza, sentarse un rato en un banco rodeado de tranquilidad y después dejarse alelar por la majestuosidad del reloj de Storybrooke por unos largos minutos… Pero al parecer se había equivocado. Nada más llegar a la plaza atraído por la presencia de un cuervo al cual siguió, pudo presenciar las aventurillas que se traía una muchacha de largos cabellos. Aún no podía apreciar con claridad su rostro, ya que la observaba desde unos metros de distancia y a espaldas de esa joven. Parecía sostener una cámara entre manos, y no había dudas después de apreciar los flashes de luz que salían del objeto que tenía entre las manos. Malcolm sabía un poco sobre fotografía, era uno de sus hobbies ocasionales, sólo que seguramente a diferencia de ella, la cámara de Malcolm era bastante antigua, podría jurar que ya no vendían de ese tipo. Pero desde luego la chica se desvivía por sacarle una foto a ese negro pájaro, cosa que demostraba que lo más probable es que tuviera más experiencia que él en ese aspecto, bastante más.
La observó de brazos cruzados durante un rato, mientras luchaba y luchaba por sacar una buena instantánea, pero el cuervo no se lo ponía nada fácil, tal fue así que le sonsacó una sonrisa ladeada a Malcolm. Pero para sorpresa de éste último, la joven había logrado alcanzarlo estando en lo alto de un árbol. No pude evitar que le llamara la atención la agilidad que había demostrado tener esa chica, incluso le sorprendió. Decidió dar unos pasos cautelosos hasta llegar a una zona que entrara en el campo de visión de aquella desconocida, justo debajo del árbol.
- Curiosos animales los cuervos, ¿no te parece? – habló, apoyado en el tronco del árbol de brazos cruzados y mirando hacia arriba, con intención de encontrarse con los ojos claros de aquella joven, que ahora mantenía retenido al cuervo - Aún no entiendo por qué la gente los tiene en tan baja estima; que si sacan los ojos, que si están relacionados con la muerte, que si verlos es un mal augurio… Supongo que por esa regla de tres verme a mí debe ser también mal augurio, ¿no crees? – comentó, haciendo alusión a su típica chaqueta negra, pantalones oscuros y ya por no mencionar su pelo. De no ser por su pálida piel se podría jurar que era la personificación de un cuervo. Una vez más se le pasó por la mente que quizás esa chica había oído hablar mal de Malcolm por el pueblo, pero hubo algo que le impulsó a dirigirse a ella, dejando aparte el tema sobre su agilidad escalando árboles que tanto llamó la atención al joven. - Se te da bien esto de subir por las ramas, irte por las ramas, yo me voy por las ramas también cuando hablo de ramas, porque curiosamente suena a ranas, y las ranas no tienen nada que ver. Me pregunto quién pondría nombres a las cosas, porque algo de imaginación le faltaba. ¿De qué estábamos hablando?... Ah, sí, de que saltas como una rana por las ramas. ¿Es alguna clase de afición o algo así? – preguntó interesado, frunciendo el ceño mientras se llevaba una de las manos a la barbilla y esperaba respuesta de aquella ciudadana a la que aún no conocía… del todo.
Malcolm A. Lynch- Hechiceros/Magos
- Soy : Co-Fundador del Foro
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Localización : Storybrooke
Fecha de inscripción : 25/06/2012
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